Reacción en Cadena

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Simone Elkeles

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Sinopsis Luis Fuentes siempre ha sido protegido de la violencia de las pandillas que casi destruyó las vidas de sus hermanos. Pero eso no le impidió tomar riesgos—o está escalando montañas en las Montañas Rocosas o soñando con un futuro como un astronauta, Luis no puede dejar de buscar la siguiente aventura. Nikki Cruz vive su vida por tres reglas—los chicos mienten para salirse con la suya, no confiar en un chico que dice “Te amo,” y nunca salir con un chico del lado sur de Fairfield. Sus padres pueden ser de México, pero como la hija de un médico, tiene muchas cosas en común con sus vecinos del norte que los Latino Blood en su escuela. Entonces conoce a Luis en la boda de Alex, y de repente, se encuentra tentada a romper todas sus reglas. El mayor reto de Luis es que Nikki le dé una oportunidad a un chico del sur, hasta que se encuentra amenazado por Chuy Soto, el nuevo jefe de los Latino Blood. Cuando Chuy revela un secreto inquietante acerca de la familia de Luis, el más joven de los Fuentes se encuentra cuestionando todo lo que ha creído era verdad. ¿Serán sus sentimientos por Nikki lo suficientemente fuertes para detener a Luis de entrar en un mundo oscuro y violeto y vivir permanentemente en el borde del peligro?

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Ser el más joven de tres hombres definitivamente tienes sus beneficios. Siempre vi a mis hermanos meterse en grandes problemas cuando estaban en la escuela secundaria. Nunca se esperaba que yo siguiera sus pasos. Obtengo buenas calificaciones, no me meto en peleas, y desde los once años sabía que quería ser de grande. Soy conocido como el “chico bueno” en mi familia—del que nunca se espera que haga un lío con su vida. Mis amigos saben que tengo una loca rebeldía, pero no mi familia. No puedo evitarlo—soy un Fuentes y el ser rebelde está profundamente arraigado en mis genes. El chico que mi familia ve en el exterior no es necesariamente lo que soy en el interior, y tengo la intención de mantenerlo de esa manera. Juré nunca alejarme de mi meta de ir a la universidad y estudiar aeronáutica, pero tomar riesgos físicos de vez en cuando alimenta la adrenalina que deseo. Estoy parado en la base de una formación de rocas en Boulder Canyon con mis cinco amigos. Jack Reyerson trago equipo para escalar, pero no espero para ponerme un arnés. Tomo una de las cuerdas y la conecto con un mosquetón en mi cinturón, para cuando llegue a la cumbre poder anclar la cuerda para el resto del grupo. —No es seguro subir sin el equipo adecuado, Luis, —Brooke dice—. Pero tú ya sabes eso, ¿no? —Sí, —digo. Comienzo una ascensión en solitario, haciendo mi camino hasta la formación de roca sin un arnés de seguridad. Este no es el primer solitario libre que he hecho en Boulder Canyon, y he tenido el suficiente entrenamiento sobre qué demonios estoy haciendo. No estoy diciendo que no es un riesgo—sólo es uno calculado. —Estás loco, Luis, —Jamie Bloomfield grita desde abajo mientras escalo más alto—. ¡Si te caes, morirás! —Sólo quiero que todos aquí sepan que yo no soy responsable si te rompes todos los huesos de tu cuerpo, —dice Jack—. Debí haberte dado a firmar una exención de responsabilidad. El padre de Jack es un abogado, por lo que siempre tiene un molesto hábito de anunciar su falta de responsabilidad sobre básicamente todo lo que hacemos. Más no les digo que escalar sin un arnés de seguridad es una adrenalina. De hecho hace que quiera esforzarme más duro y tomar más riesgos. Jamie me llamó un adicto a la adrenalina después que hice snowboard por la pendiente

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en Vail en el viaje de vacaciones de invierno, el invierno pasado. No le dije que coquetear con la chica que conocí en la recepción esa noche también fue un ataque de adrenalina. ¿Eso me hace un adicto? Cuando estoy a medio camino de la cumbre, tengo una mano aferrada encima de mí y un pie dentro de una pequeña grieta. Es lo suficientemente alto para hacerme mirar abajo para ver sobre que podría caer si pierdo mi agarre. — ¡No mires hacia abajo! —Jack dice en pánico—. Tendrás vértigo y te caerás. — ¡Y morirás! —Jamie agrega. Dios mío. Mis amigos en verdad necesitan relajarse. Son americanos y no han sido criados en una familia mexicana llena de chicos que prosperan en los desafíos y viviendo al borde del peligro. Aunque se supone que debo ser el hermano Fuentes que es lo suficientemente inteligente como para no tomar riesgos, me siento más vivo cuando lo hago. La cumbre hasta a unos metros más lejos. Paro y veo a través del cielo, obteniendo la vista de un pájaro sobre el paisaje. Es jodidamente asombroso. Solía vivir en Illinois, donde casi todo es completamente plano, excepto por los rascacielos. El viento está en mi espalda, el sol está alto en el cielo, y me siento invencible. Con mi mano izquierda aferro el borde de una grieta en una roca a unos tres metros desde la parte superior. Estoy casi ahí. Mientras escaneo la roca por un lugar para colocar el pie, siento algo perforar fuerte en mi mano. Oh, diablos. Eso no fue bueno. Acabo de ser mordido por algo. Retiro mi mano y la veo. Dos pequeñas perforaciones están en la parte trasera de mi mano con mi sangre saliendo de ellos. — ¡Deja de rascarte los huevos para poder subir antes de que el sol se meta, Luis! —Eli Movitz grita desde abajo. —Lamento darles la noticia, chicos, —grito hacia ellos cuando la punta de la serpiente aparece sobre mí, después regresa adentro para cubrirse—, pero acabo de ser mordido por una serpiente. No tuve una buena mirada de la estúpida, así que no tengo idea si es venenosa o no. Mierda. Miro hacia abajo a mis amigos y el vértigo llega casi inmediatamente. Este no era el plan. Mi corazón está acelerado y cierro los ojos, deseando detener mi cabeza de dar vueltas. —Santa mierda, hombre, —Elie me grita—. ¿Era un cascabel?

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—No lo sé. — ¿Cómo era? —Jamie dice—. ¿Tenía rayas? —Sólo vi la punta de la cabeza, y no estoy a punto de ir otra vez y ver más de cerca, —le digo, preguntándome si debería moverme a un lado y continuar los últimos diez pies de mi ascenso o intentar regresar abajo. Soy un chico de las matemáticas, así que inmediatamente considero las probabilidades de sobrevivir esta situación. Mi mano definitivamente duele, pero no está adormecida. Seguramente si hubiese sido bombeado con un chingo de veneno debería estar sintiéndome entumecido y rígido. —Sabía que Luis no debería haber ido él solo, —Jack grita desde abajo—. ¡Lo sabía! Nadie nunca me escucha, y ahora él está allá arriba mientras que veneno probablemente está expandiéndose por su cuerpo. — ¡Cállate la boca, Jack! —Grito—. Las serpientes no tienen jodidas piernas, ¿cómo iba yo a saber que había una escondida en la grita de una roca que está a diez pies de la cumbre? — ¿Te sientes, como, normal? —pregunta Brooke. —Acabo de ser mordido por una serpiente, Brooke, —digo mientras regreso hacia abajo despacio. Tal vez es mi imaginación, pero siento que la mano que fue mordida está comenzando a entumirse—. Por supuesto que no me siento normal. — ¡Llamen a un explorador con suero antiofídico! —Jack les grita al resto de los demás. Pero ninguno de nosotros tiene licencias, por lo que estamos jodidos. En realidad, yo soy el único jodido. Con toda la charla sobre suero antiofídico y serpientes de cascabel, no puedo pensar claridad y pierdo el balance. Mi pie se desliza. Después mi mano—la mano sin las perforaciones—de pronto comienza a sudar, y pierdo mi agarre. Me deslizo por la roca y escucho los jadeos y gritos de mis amigos mientras lucho por conseguir equilibrio en algo sólido. Es sin uso. Todo lo que puedo pensar antes de golpear el suelo es, no estoy listo para morir.

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Nikki —Te amo, Marco. Lo dije. No puedo ver los ojos profundos y oscuros de mi novio mientras las palabras abandonaban mi boca, porque aún tengo algo más que decirle. Imaginé que decirle te amo para comenzar una conversación sería mucho más fácil que decirle puede esté embarazada. Fue cobarde no mirarlo a los ojos y decirle todo, sólo esas tres palabras. Me siento más venerable de lo que jamás me he sentido. No me gusta ser venerable. Respiro despacio y obtengo el coraje suficiente para mirar a Marco, mi novio de un año. Perdimos nuestra virginidad juntos hace un mes cuando sus padres fueron a México a visitar a su abuela. Ni siquiera puedo pensar sobre eso mientras veo a Marco. Está bien, te dije que te amaba. Es tu turno de decírmelo, como cuando lo susurraste en mi oído la primera vez que hicimos el amor. Después te diré que no obtuve mi periodo este mes y estoy asustada. Y tú me dirás que todo estará bien y lo enfrentaremos juntos. Está sonriendo. Bueno, casi. El lado de su boca está levantada así arriba, como si estuviese divirtiéndose. No esperaba esa reacción. Esperaba afección y adoración—signos estaba bien contarle mi secreto. Veo hacia el Lago Michigan, deseando que no estuviéramos afuera y que nadie de nuestra escuela aparezca de pronto. Envuelvo mis brazos alrededor de mí. Aún no hace frío en Illinois, pero el viento del lago definitivamente me está haciendo estremecerme. O tal vez son mis nervios. —No tienes que decirlo de nuevo hacia mí, —le digo para llenar el silencio, pero es una completa mentira. En verdad espero que Marco lo diga. Sólo que no quiero escucharlo en ocasiones especiales y cuando hacemos el amor. La primera vez que me lo dijo fue después del baile de bienvenida en septiembre. Después en Año Nuevo. Y en San Valentín. Y en mi cumpleaños. Él escribió una canción para mí en español y la tocó en su guitarra en un domingo normal, y creo que la palabra amor estaba en ella, pero no estoy segura. No entendí la mayoría de la canción, pero no me importó. Muchas noches, me acuesto sola en mi cama y pienso en como nuestro amor durará para siempre.

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Todos los días nos reunimos en mi armario de escuela, y él camina conmigo hasta mi clase con su brazo alrededor de mis hombros. No tenemos los mismos amigos porque vivimos en diferentes lados de Fairfield, pero eso nunca ha importado. Hicimos que funcionara. Después de escuela, usualmente vamos a mi casa y sólo… estamos el uno con el otro. Hoy es el último día de escuela antes de vacaciones de verano. Marco sugirió que fuéramos a la playa después de clases cuando le dije que necesitaba hablar con él. En realidad, tiene sentido. La playa es nuestro lugar especial. Tuvimos nuestro primer beso en la playa el verano pasado. Me preguntó ser su novia oficial ahí la segunda semana de escuela. Hicimos ángeles de nieve en la misma playa en enero cuando tuvimos un día de nieve. Siempre venimos aquí para compartir nuestros secretos privados. Marco se aleja de mí e inmediatamente se me pone la piel de gallina, como si mi cuerpo sabe que algo está pasando, además del viento que viene desde el lago. Se peina su cabello negro azabache con sus dedos. Después suspira. Dos veces. —Creo que deberíamos ver a otras personas, —murmura. Ladeo mi cabeza a un lado. Obviamente no lo oí bien. Hay pocas palabras que una chica espeta escuchar después de declararle su amor a su novio. Puedo pensar sobre algunas ahora mismo, pero creo que deberíamos ver a otras personas no es una de ellas. Estoy sorprendida. Y no puedo dejar de temblar mientras pienso el estar embarazada sin él a mi lado, sonriendo y diciéndome que todo estará bien. — ¿P—por qué? —Siempre dijiste que nunca saldrías con un miembro de una pandilla. —Claro que no saldré con un miembro de una pandilla, —dejo escapar— . Hace dos días me dijiste que nunca te unirías a una pandilla, Marco. Fue antes de que hiciéramos el amor. ¿Recuerdas? Él se estremece. —Dije demasiadas cosas que probablemente no debería haber dicho. Y por favor podrías no llamarlo hacer el amor… cada vez que lo dices me haces sentir como una mierda. — ¿Cómo quieres que lo llame? —Sexo. —Sólo sexo, ¿eh? Rueda los ojos, y juro que mi estómago se estremece en respuesta. —Ves, ahora sí me estás haciendo sentir como una mierda a propósito.

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—No lo estoy haciendo a propósito. Abre la boca como si quisiera decir algo, entonces debe haberlo pensado mejor porque la cierra. Escaneo su cara, con la esperanza de que diga, “¡Estoy bromeando! Por supuesto que te elijo a ti ante los Latino Blood,” pero no lo hace. Mi corazón se siente como si alguien estuviese apullalándolo, poco a poco. —Nosotros sólo… somos muy diferentes. —No, no lo somos. Nosotros somos perfectos juntos. Asistimos a la misma escuela, tenemos el mejor tiempo juntos… ambos somos mexicanos. Se ríe. —Tú ni siquiera hablas una palabra en español, Nikki. Mis padres y amigos hablan sobre ti cuando estás en la habitación, y tú no tienes ni idea. Tú en realidad no eres mexicana. ¿Está bromeando? Mis padres nacieron en México, al igual que el resto de mis ancestros. Nadie los confundiría por otra cosa más que Latino. Español es su primer idioma, pero se mudaron a los Estados Unidos después que se casaron cuando mi papá hizo su residencia en Chicago Memorial. — ¿La pandilla es más importante que nosotros? Patea la arena con su dedo. —No hablas pinche español. —No sé lo qué dijiste. ¿Puedes traducirlo, por favor? Levanta sus manos en frustración. —Ese es mi punto. Para ser honesto, he estado juntándome con los Blood desde hace un tiempo. ¿Cómo puede decirlo? Pongo mi mano sobre mi estomago en un débil esfuerzo para proteger al bebé que podría estar creciendo dentro de mí. No puedo evitar que las lágrimas broten de mis ojos. Sé que debo parecer desesperada y patética mientras las lágrimas se deslizan por mis mejillas. Todo lo que creí tener con Marco está siendo arrebatado. Me siento más sola de lo que nunca me he sentido en mi vida. —No puedo creerlo, —digo casi en un susurro. Debería de decirle mi secreto. Tal vez lo haría cambiar de opinión, sabiendo que tal vez tendremos un bebé. Pero si no estoy embarazada, ¿sólo estoy prologando lo inevitable? —Sólo no quiero que me des mierda por estar afiliado con los Blood, — exclama—. Todos mis amigos se unieron. Veo hacia mis uñas. Las pinté la noche anterior, y dibuje un corazón rojo en medio de cada uña. En mis pulgares, dentro de los corazoncitos, puse las

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iniciales MD—Marco Delgado. Pensé que estaría halagado. Obviamente estaba delirante. Rápidamente escondo mis pulgares en mis puños. —Lo siento, —dice, después masajea mi hombro como un padre consolando a un hijo—. No llores. Aún podemos, tú sabes, ser amigos… amigos con beneficios, también. —No quiero ser amigos, Marco. Quiero ser tu novia. —Todos los contenidos de mi almuerzo amenazan con salir. ¿Qué le está dando la pandilla que yo no pueda? Se queda callado y patea la arena nuevamente. Mis manos caen sin fuerzas a mis lados mientras realizo que no puedo arreglar esto. Está viéndome diferente, como si fuera sólo otra chica en la escuela y no la chica de sus sueños o la futura madre de sus hijos. Saca su celular de su bolsillo y ve la hora. —Um… sobre esta noche. — ¿La fiesta de fin de año en Malnatti’s? —Es la oficialmente no oficial pizza party para los estudiantes de Fairfield. Ponen un letrero afuera de su restaurante y tienen un DJ y come—toda—la—pizza—que—quieras de seis a once. Después, la mayoría de los estudiantes se juntan en el campo de futbol americano de Fairfield hasta que la policía llega a deshacerlo. —Sí, —dice—. Así que, uh, si sabes de alguien que quiera estar conectado, me avisas. — ¿Estás vendiendo drogas? —le pregunto. Se encoge de hombros. —Es dinero. —Es dinero sucio, Marco. No lo hagas. Puedes ser arrestado. —Ves, esto es lo que no necesito. Revisa su celular nuevamente. ¿Está esperando que alguien lo llame o le envíe un mensaje? Siento como si ya hubiese perdido todo lo que siempre tuve. Las lágrimas deslizándose silenciosamente por mis mejillas son una prueba de que definitivamente yo no estoy bien. Puedo manejar esto. Soy una chica independiente que no necesita un chico para saber qué hacer. Obviamente, este es mi problema, y sólo mío. Si estoy embarazada, él lo sabrá cuando vea mi estomago inflado como un globo. Sabrá que es de él. Si elige reconocerlo y limpiar su vida, entonces hablaremos. Veo a Marco y le doy una pequeña sonrisa. — ¿Por qué no te vas? Estaré bien.

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Me devuelve la sonrisa. Oh, no debió haber hecho eso. La sonrisa me hizo concentrarme en sus hermosos labios que sé son suaves y gentiles. Creo que realidad no soy independiente. Nuestra relación sí me definía, y me gustaba así. Recibe un mensaje de texto, pero no puedo ver de quién es. Él regresa el mensaje. — ¿Puedes llegar a tu casa en por tu cuenta? —Me pregunta. Sus dedos se mueven rápidamente y furiosamente mientras continúa escribiendo. —Creo. —Genial. —Se inclina y me besa en la mejilla—. Mis amigos pensaron que te pondrías toda loca sobre mí. Pensaron que me golpearías o algo. Ahí está una idea. Pero no, no podría golpearlo. Antes de que pueda abrir mi boca para rogarle que regrese y perder cualquier dignidad que me queda, se da la vuelta para irse. Después él se ha ido. Fuera de la vista, pero definitivamente no fuera de mi mente. Ha elegido a la pandilla sobre mí. Mi respiración se atasca. Veo hacia el lago y siento el querer arrogarme— nadar lejos y pretender que esto no está pasando. La desesperación arrasa sobre mí como las pequeñas olas lavan las huellas de la costa, y comienzo a temblar incontrolablemente. Mis rodillas caen en la arena, y puedo sentir mis lágrimas calientes comenzar a caer de nuevo. Esta vez no las limpio. Rompo a llorar, recordando todos y cada momento que Marco y yo pasamos juntos y rezando para que mi periodo sólo esté atrasado y no esté embarazada. Embarazada a los quince años nunca fue mi plan.

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Creo que mi secreto ha salido a la luz. Si no fuera por esa serpiente maldita, no me hubiese caído de la roca y mi ‘amá no estaría sentada en la habitación del hospital amenazándome con los ojos entrecerrados diciéndome silenciosamente te encuentras en demasiados problemas. El caso es que no tenía veneno corriendo por mi cuerpo. Uno de los colmillos de la serpiente pinchó un nervio de mi mano, siendo esa la razón por la que la tenía entumecida. Todo el tiempo mientras que el padre de Brooke me conducía al hospital, sabía que había sobrevivido a la mordedura y la caída, pero aún todavía tengo que sobrevivir a mi ‘amá. Durante la caída por la roca, me rasgué las piernas bastante mal. Debería estar agradecido por haber sujetado parte de la roca que sobresalía con la mano buena, incluso aunque en el proceso me arrancó la piel de la palma hasta la muñeca y casi necesité puntos de sutura. Al final, el doctor decidió que los cortes no eran lo suficientemente profundos para ellos y le pidió a una enfermera que me vendara en su lugar. Mi ‘amá cruza los brazos sobre su pecho. —Me has asustado casi hasta la muerte, Luis. ¿Quién te dijo que escalaras rocas sin un arnés de seguridad? —Nadie. —Fue estúpido, —me dice, señalando lo obvio mientras observa a la enfermera vendando mi mano. —Ya lo sé. Miro a mi hermano Alex, apoyado en la ventana mirándome. Está negando con la cabeza, probablemente preguntándose cómo se atascó con dos hermanos menores que estaban destinados a hacer cosas imprudentes, estúpidas. Nuestro padre murió antes que yo naciera, por lo que Alex ha sido siempre el hombre mayor en nuestra casa desde que tenía seis años. Tengo que darle crédito. Él siempre trató de mantenernos fuera de problemas. Aunque Carlos fue una causa perdida desde el principio. Mi ‘amá dijo que nació dando patadas y gritando y no paró hasta que era un adolecente. Entonces toda esa energía acumulada la utilizó en comenzando peleas con alguien tan estúpido como para encabronarlo.

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Alex tenía veinte años cuando mi ‘amá envió a Carlos a vivir con él para que Alex pusiera a Carlos en un buen camino. Ahora Alex tiene veintidós. Está a punto de casarse con Brittany Ellis, la chica con la que ha estado desde la escuela secundaria. Una enfermera asoma la cabeza en la habitación. —Sra. Fuentes, tiene que firmar unos papeles. El segundo en que mi ‘amá sale de la habitación, Alex camina hacia a mí. —Eres un suertudo hijo de puta, —dice—. Si alguna vez me entero de que escalas sin arnés de nuevo, yo personalmente te voy a patear el culo. ¿Entiendes? —Alex, no fue mi culpa. —Oh, maldita sea, —dice, cubriéndose los ojos con la mano como si tuviese un gran dolor de cabeza—. Suenas igual que Carlos. —No soy Carlos, —le digo. —Entonces no actúes como él. Me caso en dos semanas. Dos semanas, Luis. Lo último que necesito es uno de mis hermanos cayéndose de un maldito acantilado y matándose a sí mismo. —Técnicamente no era un acantilado, —le digo—. Y las probabilidades de una mordedura de serpiente en un ascenso son como… —Dame un descanso, —dice, interrumpiéndome—. No necesito las estadísticas, Luis. Necesito a mi hermano en mi boda. Cinco chicas, incluyendo a Brooke, Jamie, y tres de sus amigas, aparecen en la puerta. Todas traen globos que dicen ¡Que te mejores pronto! en ellos. Doy una risa sofocada mientras mi hermano mira con shock al desfile de las chicas mientras atan los globos a la baranda de mi cama. — ¿Cómo te sientes? —Brooke pregunta. —Como una mierda, —le digo, levantando las dos manos vendadas; una de la mordedura de la serpiente y la otra por ser desgarrada por las rocas. —Hemos venido para hacer que te sientas mejor, —dice Jamie. Sonrío ampliamente e inmediatamente me siento mejor. Ahora que sé que no estoy a punto de morir, todo está bien. — ¿Qué tienen en mente, chicas? Creo que oigo a mi hermano resoplar mientras da un paso atrás y las chicas se acercan y rodean mi cama. — ¿Quieres que te masaje la espalda? —Angélica Muñoz pregunta con voz coqueta.

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—He traído unas galletas de la panadería Pearl Street Mall, —dice Brooke—. Puedo darte de comer ya que no puedes usar las manos. —Tienen que estar bromeando, —dice Alex de detrás de ella. Angelica se instala detrás de mí y comienza a masajear la espalda, mientras que Brooke toma una de las galletas de chocolate que trajo y la levanta hacia mi boca. Mi futura cuñada entra en la habitación, sus botas de tacón alto resonando en el piso del hospital y su pelo asegurado en una cola de caballo larga y rubia corriendo por su espalda. Toma una mirada a mi entorno y niega con la cabeza en confusión. — ¿Qué está sucediendo aquí? —le pregunta a Alex. —No preguntes, —dice Alex, acercándose a ella. —Alex me llamó en estado de pánico y dijo que estabas herido, —me dice. Levanto mis dos manos vendadas. —Lo estoy. Duele como una perra, pero el médico dice que voy a sobrevivir. —Obviamente, —dice—. Pero no creo que estarás tan feliz cuando tu madre entre en la habitación y pille a su hijo de dieciséis años de edad, rodeado de su propio harén. Ya sabes cómo es de sobreprotectora, Luis. —Si ella es como mi mamá, va a enloquecer, —dice Angélica, luego se vuelve hacia las otras chicas—. Tal vez debemos irnos. Angélica es una chica con la que he “jugado” casualmente por ahí un par de veces en las fiestas. Ella tiene padres mexicanos, así que lo entiende. Las otras chicas no tienen ni idea de lo protectoras que pueden ser las madres mexicanas. Le digo a las chicas que les mandaré un mensaje de texto cuando pueda usar mis manos, y se van justo antes de que mi ‘amá entre de nuevo a la habitación. — ¿Quién trajo los globos? —Pregunta—. ¿Fueron aquellas chicas que vi en el pasillo? —Sep, —le digo—. Son amigos de la escuela. —No hay ningún uso de entrar en detalles sobre cómo he agasajado con tres de las cinco en un momento u otro. Eso traerá un sermón que definitivamente quiero evitar. El Doc. me da de alta una media más tarde, después de dar instrucciones a mi ‘amá sobre cómo tratar las heridas en casa. —No eres invencible, —Alex me dice después de que Brittany y mi ‘amá salieron de la habitación—. Ninguno de nosotros lo es. Recuérdalo.

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—Ya lo sé. Señala mi pecho con el dedo y bloquea el camino. —Escúchame, Luis, porque sé muy bien lo que estaba en esa cabeza tuya cuando decidiste escalar sin equipo de seguridad. Te gustó la sensación de adrenalina sabiendo que le estabas diciendo 'vete a la mierda' al peligro. Tengo un hermano en el ejercito, un mejor amigo que ha estado seis pies bajo tierra por cuatro años, y no estoy a punto de sentarme mientras que mi hermanito se pone la tengo dura por coquetear con el peligro. —Te tomas la vida muy en serio, —le digo, pasando por delante de él—. Ya no soy tu hermano pequeño, Alex, y no soy tan inocente como parezco. Tengo casi dieciséis. ¿Recuerdas a esa chica, Brooke, la que me trajo galletas? Ella tampoco es tan inocente. ¿Quieres saber cómo lo sé? No puedo evitar sonreír mientras Alex pone sus manos sobre sus orejas como si fuesen orejeras. —No me digas, —dice—. Eres demasiado joven, hermano. Te lo juro, si embarazas a una chica, tendrás más de dos manos vendadas para tratar.

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