Uno no existe en la ciudad hasta que se representa.
No estoy sólo en la ciudad. Aún sin mantener una conversación con otra persona el regsitro de mis traslados ha hecho evidente que aún buscando la soledad por ejemplo en un puente peatonal siempre habrá una persona que evitará que haga algo más que moverme de un punto a otro.
Mi invisibilidad en la ciudad depende de la visibilidad de otra persona, lo invisible son las miradas.
Hay dos formas de perderse en la ciudad, la primera la consciente en donde aún sin conocer el lugar en donde estás puedes ubicarte por algunos referentes, la segunda la total en donde no se tiene referencia de la ubicación en la que te encuentras y lo que procede es hacer una pausa, ver las dinámicas del contexto para hacer una aproximación al mismo y comunicarse con otra persona para buscar indicaciones de cómo retomar el camino.
Dice Carlos Monsiváis que “mi valor en la ciudad depende de cómo me muevo o cómo me inmovilizo”.
¿Camino, represento y luego existo?