Cartas de L. Trotsky.
Sobre el RĂŠgimen y la Disciplina en el Partido. Ediciones El Andamio Diciembre - 1998.
DE LOS ARCHIVOS (Septiembre de 1932)
Lenin sobre la democracia partidaria, la disciplina y la unidad. Los bolcheviques leninistas están a favor de la democracia en todas las organizaciones proletarias. Pero es evidente que la cantidad de democracia y sus métodos no sólo variarán de acuerdo a las condiciones objetivas generales sino también, sobre todo, a la naturaleza de las propias organizaciones proletarias. En un sindicato la democracia tendrá una base incomparablemente más amplia que la del partido, limitada de antemano por un programa, una táctica y una tradición política definidas. A su vez, la democracia partidaria es decididamente más amplia que la de una fracción. El 3 de julio de 1909 Lenin escribió: "En nuestro partido el bolchevismo está representado por la sección bolchevique. Pero una sección no es un partido. Un partido puede dar cabida a toda una gama de opiniones y matices de opinión, cuyos extremos pueden ser agudamente contradictorios. En el partido alemán, junto al ala decididamente revolucionaria de Kautsky *; encontramos el ala ultrarrevisionista de Bernstein. Dentro de una sección no sucede lo mismo. Una sección de un partido es un grupo de personas que piensan de la misma manera, formado fundamentalmente con el propósito de influir sobre el partido en una dirección determinada, de lograr que el partido acepte sus principios en su expresión más pura posible." (Obras escogidas, vol.11, parte i, p.282.) La Oposición de Izquierda debe reflexionar seriamente sobre esta importante idea que más de una vez encontramos en Lenin, y asimilarla con todo cuidado. La carta de Lenin al comité de Petrogrado del 6 de junio de 1917 es un buen testimonio de cómo concebía él las relaciones normales entre el Comité Central y las organizaciones partidarias locales: "Si ustedes, camaradas, tienen razones serias y de peso para no confiar en el Comité Central, díganlo abiertamente. Esta es la obligación del Comité Central prestar especial consideración a esta desconfianza de ustedes, informar sobre ella en el congreso del partido y entablar negociaciones especiales con el fin de superar esta deplorable falta de confianza en el Comité Central de parte de la organización local". (Actas del primer Partido Comunista legal, p. 129). Comités de Distrito de la Organización de Petrogrado del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (bolchevique), 31 de mayo de 1917 El 23 de enero de 1921 Lenin escribió: "Ya que existen profundos y fundamentales desacuerdos de principios - se nos podría preguntar -, ¿no se los puede utilizar para reivindicar el más áspero y fraccional de los pronunciamientos?. ¿Es lícito justificar una ruptura por la necesidad de introducir una idea totalmente nueva?. "Creo que sí, por supuesto si se ha comprobado que las diferencias son realmente muy profundas y no existe otra manera de rectificar una tendencia equivocada en la política del partido o de la clase obrera." (Obras escogidas, vol. 18, parte i, p. 47.) Como vemos, la teoría y la práctica de Lenin no tienen nada en común con el cretinismo disciplinario implantado por el aparato stalinista en el Partido Comunista y en la Comintern.
* Nota al pasar: en su artículo histórico ("histórico" por la ignorancia que demuestra) Stalin afirmó que Lenin exigía desde 1903 la ruptura con los kautakistas. De hecho, en julio de 1909 escribe sobre "el ala claramente revolucionaria de Kautsky". Rosa Luxemburgo, en ese entonces, ya luchaba denodadamente contra Kautsky. (Nota de León Trotsky).
Prólogo a la edición griega de El Nuevo Curso. (28 de enero de 1933)
La noticia de que el folleto El Nuevo Curso aparecerá en griego me sorprendió. No trataré de ocultar que la sorpresa me alegra. Se trata de una colección de artículos escritos hace diez años, cuando la Oposición de Izquierda (bolchevismo leninistas)estaba surgiendo. Hoy el libro será de interés más histórico que actual. Su publicación en Atenas demuestra que los obreros griegos avanzados sienten vivo interés en conocer a la vieja Oposición de Izquierda. Es imposible no ver en ello una muestra de la seriedad de nuestro movimiento. Las ideas y las consignas no caen del cielo; se las elabora en el curso de una lucha prolongada. Así, resulta difícil comprender correctamente las ideas, tanto científicas como políticas, sin conocer la historia de su elaboración. La tradición desempeña aquí un gran papel, que puede ser negativo o positivo, en la historia de la humanidad. Sabemos que las clases y partidos conservadores emplean la tradición para preservar el orden existente, es decir, primordialmente, la opresión y la explotación. Pero la Página
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clase revolucionaria necesita de la tradición porque esta es un gran arsenal que la puede proveer de armas para la lucha contra los males existentes. La Oposición de Izquierda que, con plena justificación, se considera continuadora de la obra de Marx y Lenin, ha existido como tendencia independiente desde hace unos diez años. En el reloj de la historia es un período breve, pero en este tiempo muchos países han conocido grandes acontecimientos. La Oposición de Izquierda invariablemente respondió a todos los problemas planteados por esos mismos acontecimientos. ¿Fueron correctos sus análisis? ¿Es que el curso de los hechos confirma tales pronósticos? Las respuestas a dichos interrogantes sólo pueden provenir del estudio de la historia de la Oposición de Izquierda a la luz de estos grandes sucesos. No me cabe la menor duda de que ese conocimiento sólo servirá para fortalecer en los bolcheviques leninistas griegos la convicción de que, históricamente, hicieron bien en defender la que defendieron. El folleto El nuevo curso está dedicado casi exclusivamente al análisis de problemas internos de la URSS. La cuestión de la democracia de partido ocupa un buen número de páginas, pero no es planteada desde un punto de vista abstracto sino materialista, es decir, inseparablemente ligado a las relaciones recíprocas de las clases en el país y a las agrupaciones políticas del proletariado. (Véase, en particular, el capítulo "Burocratismo y revolución.") La democracia de partido no es necesaria como fin en sí misma sino como medio para educar y unificar a la vanguardia proletaria en el espíritu del marxismo revolucionario. Democracia de ninguna manera significa, empero, que las puertas están abiertas a todos. La organización revolucionaria sólo puede crecer y fortalecerse si constantemente se depura y ensancha su base proletaria. Una política clasista correcta es la premisa principal para que exista una sana democracia de partido. Sin eso, todo lo que se diga de la democracia y la disciplina carece de contenido; peor aun, se convierte en un arma para la desorganización del movimiento proletario. En los mismos meses del otoña de 1923 en que fue escrito el folleto y la URSS era escena de debates en torno a la democracia de partido, la industrialización, la actitud hacia el campesinado y la economía planificada, en Alemania se preparaban inmensos acontecimientos revolucionarios, que toda la vanguardia proletaria internacional seguía con suspenso. Los obreros rusos esperaban que una Alemania soviética no tardaría en unirse a la Rusia soviética. Ello le habría abierto al socialismo perspectivas ilimitadas. Pero, debido a la parálisis provocada por la dirección oportunista (Stalin, Zinoviev, Brandler), el Partido Comunista Alemán se mostró incapaz de explotar una gigantesca situación revolucionaria. La burguesía alemana, con ayuda de la socialdemocracia, mantuvo - y durante un cierto período incluso incrementó - su supremacía. Por todo el mundo empezó a cundir el reflujo revolucionario. Los propios obreros rusos cayeron presa de la desilusión respecto de la revolución internacional. En ese momento la burocracia stalinista levantó la teoría del socialismo en un solo país, y lanzó una batalla furiosa contra los bolcheviques leninistas, partidarios del programa de la revolución permanente. Ese gran problema, no obstante, queda fuera de los límites de este artículo. La organización de los arqueomarxistas se originó en Grecia en circunstancias especiales, y hasta hace tres años se desarrolló separada e independientemente de la Oposición de Izquierda. Pero en determinado momento, como ocurrió otras veces en la historia, nuestros caminos se unieron. ¿Seguirán así? ¿Por cuánto tiempo? Creo que sí, y para siempre. Gracias a su composición proletaria combatiente, la organización de los arqueomarxistas ha demostrado ser más capaz de absorber y aplicar políticamente las ideas de la Oposición de Izquierda que otras secciones más antiguas. La sección bolchevique leninista griega podrá mantener firmemente a su organización en la senda elegida cuanto más seria sea la educación teórica de sus jóvenes cuadros proletarios. Envío a todos los amigos griegos mis cálidos saludos, junto con la esperanza de que este librito les ayude, siquiera parcialmente, a comprender el pasado de nuestra tendencia internacional y así enfrentar el futuro con mayor confianza.
Derrotismo Contra Defensismo Carta de L. Trotsky a Burnham y Carter. Queridos camaradas: Acabo de recibir su "Declaración de Principios" y su informe respecto a los derrotistas en el partido. Por supuesto, no he podido aun estudiar la primera. Pero la he leído dos veces con atención y puesto que esto tiene un significado particular, quiero expresarme inmediatamente sobre el asunto. La declaración está dedicada a defender el "derecho" de los derrotistas a permanecer en el partido y de ocuparse en propaganda derrotista. El acercamiento mismo al problema me parece totalmente abstracto e inoportuno. Ambos se declaran defensistas en cuanto al problema de la Unión Soviética. La discusión continúa en el partido y esta cuestión tiene un tremendo significado. Toda organización que se coloque en posición falsa o vacilante sobre este asunto será destrozada en la marcha de los acontecimientos. Es importante para nuestro partido tener una posición clara y distinta .¿Es conveniente, correcto y oportuno, bajo estas condiciones, ocuparse en discursos puramente formales, abstractos y jurídicos, en cuanto al "derecho" de los derrotistas a defender su posición falsa, aun después de que el partido llegue a una conclusión sobre la cuestión? Tal acercamiento los convierte de partidarios políticos del defensismo, en defensores jurídicos del derrotismo. Así, a pesar de su buena voluntad, ustedes solamente ayudan a los derrotistas a fortalecer su posición manifiestamente falsa y preparan un inevitable rompimiento con ellos. Me preguntan: "¿Eso significa que usted apoya una ruptura organizacional inmediata con los derrotistas?". No, respondo. Apoyo una ruptura política inmediata con el derrotismo. Este es el primer problema y el más importante. Al mismo tiempo prefiero tomar todas las medidas necesarias con el fin de facilitar la futura asimilación del partido de los Página
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actuales derrotistas. Deberíamos darles el tiempo necesario para meditar seriamente sobre el problema. Algunos de ellos renunciarán rápida e indudablemente a su punto de vista, que es en esencia antimarxista. Pero otros, por el contrario, harán de su error ultraizquierdista una plataforma perenne. Por supuesto con estos últimos la ruptura será inevitable. Toda la marcha del movimiento mundial de los trabajadores, comenzando con julio de 1914, demuestra que derrotistas y defensistas no pueden permanecer en el mismo partido, si el concepto de partido tiene en general cierto sentido. La tarea básica de la discusión actual consiste en demostrar la absoluta incompatibilidad del derrotismo respecto a la Unión Soviética y la calidad de miembro de un partido revolucionario proletario. Solamente una campaña tan vigorosa - marxistas y no de abogados - contra el derrotismo es capaz de obligar a la mayor parte de los derrotistas a reexaminar su punto de vista. En defensa de su posición jurídica, no política, ustedes invocan los principios democráticos del partido. Hasta donde puedo juzgar, su discusión continúa ahora con una adhesión estricta a las normas de la democracia en forma y esencia. Pero la democracia presupone, primero que todo, una base común programática. Es verdad que presupone igualmente una actitud atenta y paciente de parte de la mayoría hacia la minoría (en cuanto esta actitud "paciente" esté autorizada por el desarrollo de los acontecimientos y en cuanto esté justificada por la conducta de la minoría). Pero la democracia del partido no significa en absoluto transformarlo en una arena para los ejercicios libres de individuos sectarios, desatinados y ambiciosos. La democracia del partido no significa el derecho de la minoría a perturbar el trabajo de la mayoría. Un partido revolucionario no es un club de debates sino una organización militante. El problema de la guerra, junto al problema de la revolución, es el criterio de un partido revolucionario. Aquí ninguna equivocación es permitida. La decisión de principio es de antemano clara: defensismo y derrotismo son tan incompatibles como el agua y el fuego. Es necesario decir esto primero que todo. Esta verdad debe enseñarse a los miembros del partido. Es necesario reunir una conferencia sobre esta base. Es necesario establecer esta idea en el propósito de la conferencia. Al mismo tiempo podemos y debemos demostrar la actitud más atenta a cada camarada sinceramente equivocado. Solo así podemos defender el partido de la confusión y el caos y de paso reducir a un mínimo el número de aquellos ultraizquierdistas que algún día tarde o temprano se encontrarán fuera del partido, sumergiéndose en una inexistencia política (como los oehleristas, weisbordistas, fieldistas, etcétera). 1 Con sinceros saludos de camarada, L. Trotsky.
Declaración de la delegación Bolchevique Leninista a la conferencia de las organizaciones socialistas y comunistas de izquierda. (17 de agosto de 1933)
El régimen partidario. Para la construcción de nuevos partidos y de una nueva internacional se debe prestar mucha consideración al problema del régimen partidario. La democracia obrera no es un problema organizativo sino un problema social. En última instancia, la liquidación de la democracia obrera es consecuencia de la presión de los enemigos de clase por medio de la burocracia obrera. La historia del reformismo en los países capitalistas y la experiencia de la burocratización del estado soviético confirman en igual medida esta ley histórica. La socialdemocracia utiliza un complicado sistema para establecer el régimen que le es necesario; por un lado, expulsa sistemáticamente del partido y de los sindicatos a los trabajadores con tendencias radicales o críticas cuando no puede comprarlos con puestos bien remunerados; por otro, libera a sus ministros, diputados parlamentarios, periodistas y burócratas sindicales de la obligación de someterse a la disciplina del partido. La combinación de la represión, el robo y 1
B.J. Field: expulsado de la Communist League of América (CLA, Liga Comunista de Norteamérica) por violar la disciplina del partido en 1934. Organizó la League for a Revolutionary Workers Party (Liga para formar el Partido Obrero Revolucionario), que pronto desapareció. Albert Weisbord (n. 1900): expulsado del Partido Comunista norteamericano en 1929, organizó un pequeño grupo, Communist League of Struggle (Liga Comunista de Lucha), que proclamó su adherencia a la Oposición de Izquierda Internacional a comienzos de la década del treinta, aunque su política vaciló entre la Oposición de Izquierda y la de Derecha. Más tarde rompió con el marxismo y se volvió organizador de la AFL. Página
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el engaño permite a la socialdemocracia mantener la fachada de la discusión, mientras al mismo tiempo actúa como el aparato de la burguesía imperialista dentro de la clase obrera. A través del aparato estatal, la burocracia stalinista liquidó la democracia partidaria, soviética y sindical, no sólo en esencia sino también formalmente. El régimen de la dictadura personal fue plenamente transmitido por el Partido Comunista de la Unión Soviética a todos los partidos comunistas de los países capitalistas. La tarea de los funcionarios del partido es interpretar la voluntad de la cúpula burocrática. Las masas partidarias tienen un solo derecho: callarse y obedecer. La represión, la persecución, el engaño, son los métodos con que comúnmente se mantiene el "orden" en el partido. Por este camino los partidos proletarios marchan a la decadencia y la ruina. Un revolucionario se forma en un clima de crítica a todo lo existente, incluida su propia organización. Sólo se puede lograr una firme disciplina por medio de la confianza consciente en la dirección. Para ganarse esta confianza son necesarias una política correcta y también una actitud honesta hacia los propios errores. De allí que el problema del régimen interno sea para nosotros tan extraordinariamente importante. A los obreros avanzados se les debe dar la posibilidad de participación consciente e independiente en la construcción del partido y en la dirección del conjunto de su política. Los obreros jóvenes deben contar con la posibilidad de pensar, criticar, cometer errores y corregirse. Por otra parte, queda claro que un régimen partidario democrático conducirá a la formación de un endurecido y unificado ejército de luchadores proletarios sólo si nuestras organizaciones, apoyándose en los firmes principios del marxismo, están dispuestas a combatir irreconciliablemente, aunque con métodos democráticos, toda influencia oportunista, centrista y aventurera. Todo el desarrollo del proceso plantea la orientación hacia una nueva internacional. Sin embargo, esto no significa que propongamos proclamar inmediatamente la nueva internacional. Lo habríamos propuesto, sin vacilar, si las organizaciones aquí representadas ya hubieran llegado a un acuerdo real, es decir, probado por la experiencia, respecto a los principios y métodos de la lucha revolucionaria. Pero no lo hemos hecho. Sólo el trabajo revolucionario en común y la seria crítica mutua nos harán llegar a una unanimidad principista y por lo tanto a la internacional. No se puede preparar una nueva internacional sin participar prácticamente en los acontecimientos que se suceden. Por supuesto, sería falso contraponer la discusión programática a la lucha revolucionaria. Es necesario combinarlas. Saludamos el hecho de que el congreso haya puesto en su orden del día problemas urgentes referentes a la lucha contra el fascismo y contra la guerra; en cualquiera de estos terrenos estamos dispuestos a dar un verdadero paso adelante, hombro a hombro con las demás organizaciones. ¡Camaradas! Sin conducción, sin dirección internacional, el proletariado no podrá liberarse de su actual opresión. La creación de una nueva internacional no depende solamente del desarrollo objetivo de los acontecimientos sino también de nuestros propios esfuerzos. Es probable que ya seamos mucho más fuertes de lo que creemos. No en vano la historia nos demuestra cómo una organización que goza de autoridad aunque haya perdido su dirección puede seguir acumulando errores aparentemente impunes durante un largo período, pero finalmente el curso de los hechos provoca el colapso inevitable. Por el contrario, una organización en cuya brújula se puede confiar pero que durante mucho tiempo fue una minoría insignificante, en un nuevo giro histórico puede elevarse súbitamente a un nivel superior. Esa posibilidad se abre ante nosotros con la condición de que nuestra política sea correcta. Tratemos de no perder esta oportunidad unificando nuestras fuerzas. Nuestra responsabilidad revolucionaria es inmensa. Que nuestra labor creadora se eleve a la altura de esta responsabilidad.
"La Declaración de los Cuatro" La democracia partidaria es un prerrequisito necesario para el sano desarrollo de los partidos proletarios revolucionarios tanto a escala nacional como internacional. No hay partido verdaderamente revolucionario sin libertad de crítica, sin la elección de los funcionarios desde abajo hacia arriba, sin el control del aparato por la base. La necesidad de mantener el secreto bajo condiciones de ilegalidad cambia completamente la forma de funcionamiento de la vida interna de un partido revolucionario y hace difíciles, si no totalmente imposibles, la discusión amplia y las elecciones. Pero aun en las condiciones y circunstancias más difíciles mantienen toda su vigencia los requisitos básicos de un régimen partidario sano: información honesta sobre el partido, libertad de crítica y una real unidad interna entre la dirección y la mayoría partidaria. Al suprimir y aplastar la voluntad de los obreros revolucionarios, la burocracia reformista transformó a la socialdemocracia y a los sindicatos en organismos impotentes, pese a que sus afiliados se contaban por millones. Al liquidar la democracia interna, la burocracia stalinista liquidó también la Comintern. La nueva internacional y los partidos que adhieran a ella deberán basar toda su vida interna en el centralismo democrático.
Hay que poner punto final (Publicado el 18 de setiembre de 1933)
El 19 de agosto el plenario (Secretariado Internacional) aprobó una resolución de gran responsabilidad política: la ruptura con la Comintern y la orientación hacia una nueva internacional. El primer resultado de esta orientación fue el documento principista de las cuatro organizaciones, que inicia la era de preparación de la nueva internacional. La segunda consecuencia fue la adhesión a la organización internacional bolchevique leninista del Partido Socialista Página
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Revolucionario de Holanda (RSP), que cuenta con alrededor de mil miembros. En varios países (Inglaterra, Suecia, Checoslovaquia, Suiza...) la nueva orientación nos fue de carácter preparatorio. Estamos entrando en una nueva época en el pleno sentido de la palabra; estamos dejando de ser círculos propagandísticos para pasar a ser combativas organizaciones políticas del proletariado. En esta situación se inició la discusión en le Liga francesa. En ese país es evidente la crisis del Partido Comunista, la abundancia de elementos propios de la descomposición revolucionaria (grupos, sectas, camarillas sin ideas ni futuro), la cantidad de grupos nacionales de inmigrantes especialmente afectados por la desintegración del comunismo. Todo esto, combinado con la carencia de una dirección firme y consecuente, determinó que la vida interna de la Liga francesa, casi desde el comienzo de su existencia, se viera afectada por una serie de crisis que nunca llegaron al nivel de los principios pero se caracterizan por su extrema acritud y emponzoñaron la atmósfera de la organización, rechazando así a los trabajadores serios pese a sus simpatías por las ideas de la Oposición. La crisis actual de la Liga, pese a que por lo menos en su primera etapa presenta similitudes exteriores con otras crisis anteriores, se diferencia profundamente de éstas en que coincide con un gran vuelco de toda la política de nuestra organización internacional. La enorme y progresiva importancia de la nueva orientación consiste en parte en que permite poner a prueba a los viejos grupos, tendencias e individuos, no por casualidad y guiándose por criterios subjetivos sino de acuerdo a infalibles criterios objetivos originados en nuestro propio proceso de desarrollo. Más allá de cuál haya sido el origen del descontento, los conflictos, los roces personales, etcétera, ahora los antiguos desacuerdos deben necesariamente plantearse alrededor de dos alternativas básicas: hacia delante, hacia la amplia perspectiva de la Cuarta Internacional, o hacia atrás, hacia los pequeños círculos que se cocinan en su propia salsa. Los elementos sectarios y agotados de la Liga francesa y también de otras secciones sienten que les tiembla el piso. La salida a un terreno más amplio los asusta, ya que toda su sicología se adapta a la atmósfera de los círculos cerrados. Algunos de los defensores de la vida sectaria se rebelan abiertamente contra la nueva orientación y descubren en ella tendencias hacia la Segunda Internacional; bajo la máscara de las fórmulas ultrarradicales tomadas de los stalinistas se esconde la capitulación frente a los nuevos objetivos, dificultades y perspectivas. Otros aceptan de palabra la nueva orientación pero deciden su política independientemente de ella, haciendo bloques con sus adversarios o planteando los criterios de ayer como sí nada hubiera cambiado en el mundo exterior y en nuestra línea. Los indecisos dicen: "La nueva orientación no cambió prácticamente nada en Francia." ¡Gran error! Pese a la lentitud y retraso en la diferenciación interna del movimiento obrero francés, éste ha ido acumulando numerosos elementos revolucionarios que esperan una nueva bandera y una nueva orientación. La lucha actual entre los dirigentes socialistas refleja los profundos reagrupamientos que se dan en la misma clase obrera. El estandarte de la nueva internacional se convertirá en una irresistible fuerza de atracción también para los obreros revolucionarios de Francia; ¡sólo hace falta tomar firme y confiadamente este estandarte en las propias manos!. Repetimos; para la Liga la nueva orientación es muy importante porque le permite librarse de todo lo accidental, personal, secundario, al plantear de conjunto los problemas de principio y separar inequívocamente a los elementos vivos y creativos de los desesperados productos de la vida sectaria. Por supuesto, los problemas de la vida interna de la Liga, de los métodos de trabajo y de la composición de la dirección no pierden su importancia; por el contrario, son inseparables de la nueva orientación. Habría sido una reacción miserable intentar construir y reconstruir la organización interna de la Liga independientemente del objetivo fundamental del período que se inicia. De ahora en adelante, en Francia como en las demás secciones, sólo se debe admitir en la dirección de la Liga a los elementos que comprendieron la importancia de la nueva orientación, que hacen de ella la base de su actividad, que están dispuestos a superar todos los obstáculos que surjan en el camino y que impulsen a la organización con ardiente entusiasmo, impidiendo a los reaccionarios de adentro que la hagan retroceder. En estrecha conexión con esta orientación, es necesario plantear de manera distinta los problemas de organización, disciplina y dirección. Indudablemente, la dirección de la Liga francesa, como la de buena cantidad de otras secciones, no adquirió los métodos necesarios, el continuo contacto ideológico con la organización, la constante y oportuna información a todos sus miembros sobre los pasos importantes y cambios tácticos propuestos, etcétera. Este serio inconveniente en el trabajo conduce inevitablemente a una separación entre los dirigentes y la organización, hace surgir malentendidos y conflictos innecesarios y obstaculiza la educación política de los militantes. La información correcta y oportuna constituye la base de la democracia partidaria. El desarrollo de la Liga se ve no menos penosamente afectado por otra característica de la dirección: se tolera pasivamente a elementos que se sabe son extraños y perturban la actividad. Una organización revolucionaria no puede avanzar sin una limpieza interna, especialmente en las condiciones de trabajo legal, cuando frecuentemente sé nuclean bajo las banderas de la revolución elementos casuales, ajenos y degenerados. Además, como la Oposición de Izquierda se formó en la lucha contra el monstruosos burocratismo, muchos cuasi-oposicionistas sacaron la conclusión de que dentro de la Oposición "todo está permitido". En la Liga francesa y en su periferia prevalecen prácticas que nada tienen en común con una organización proletaria revolucionaria. Hay grupos e individuos aislados que cambian fácilmente de posición política o en general no se interesan por ella, dedicando su tiempo y esfuerzos a desacreditar a la Oposición de Izquierda, a las peleas personales, las insinuaciones y el sabotaje organizativo. Durante los últimos tres años el Grupo Judío* se convirtió en un ejemplo de tal "política". La impunidad de que gozan este grupo y los elementos afines a él refleja una grave falla de la dirección de la Liga francesa, así como una inadmisible debilidad y ambigüedad organizativa. Algunos miembros de nuestra organización calificaron como stalinismo cualquier medida defensiva contra los elementos en descomposición, cualquier llamado a la disciplina, cualquier represión. Con esto sólo demostraron estar tan lejos de entender el stalinismo como el espíritu que debe guiar a una organización verdaderamente revolucionaria. La historia del bolchevismo fue desde sus primeros pasos la de la educación de la organización en una disciplina de hierro. Originalmente se llamaba "duros" a los bolcheviques y "blandos" a los mencheviques, porque los primeros estaban a favor de una dura disciplina revolucionaria mientras que los segundos la sustituían por la indulgencia, la lenidad y la ambigüedad. Los métodos organizativos del menchevismo son tan enemigos de una organización proletaria como el burocratismo stalinista. El Grupo Judío y los elementos ligados a él sostienen e inculcan concepciones puramente mencheviques sobre la organización, la disciplina y la dirección. Esas prácticas están bien para el grupo de Souvarine y Página
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otras organizaciones "democráticas" (de espíritu socialdemócrata). Los bolcheviques leninistas rechazan la democracia sin centralismo como una expresión de contenido pequeñoburgués. Para ser capaces de encarar las nuevas tareas es necesario purificar a las organizaciones bolcheviques leninistas de los métodos anarquistas y mencheviques. Estamos efectuando un importante cambio revolucionario. En momentos como éste son inevitables las crisis internas y las rupturas. Temerlas significa sustituir la política revolucionaria por el sentimentalismo pequeñoburgués y los esquemas personales. La Liga atraviesa esta primera crisis cobijada por sus grandes y claros criterios revolucionarios. En esta situación la ruptura de un sector será un gran paso adelante. Se rechazará todo lo enfermo, mutilado e incapacitado; se dará un lección a los elementos vacilantes e indecisos; se templará a los mejores sectores de la juventud; se limpiará la atmósfera interna; se abrirán ante la Liga nuevas y grandes posibilidades. Lo que coyunturalmente se pueda perder se recuperará multiplicado por cien en la próxima etapa. La Liga obtendrá finalmente la posibilidad de transformarse en una organización de lucha de los trabajadores.
Mayor paciencia pedagógica para con los nuevos elementos Carta de León Trotsky a Cannon. Estimado camarada Cannon: 1. No creo que, dada la situación actual, la correspondencia personal con Sneevliet pueda cambiar las cosas. Sneevliet es muy terco. Rompió relaciones organizativas con el Secretariado Internacional; es muy hostil hacia los norteamericanos, que "traicionaron" a la Cuarta Internacional. Está amargado por los desastres permanentes de su política en Holanda. Le da más importancia a la oficinita del NAS que a las relaciones internacionales. Se prendió a la cola del POUM con la esperanza de hacer contrapeso a nuestra tendencia; el derrumbe catastrófico del POUM lo amargó aun más. Hoy resulta completamente inabordable. Después de vuestro congreso nacional, si resulta exitoso - y estoy seguro que así será - habrá mayores posibilidades de influir sobre él. 2. El hecho de que los grupos de Brandler y Lovestone hayan entrado a esa arca de Noé llamada Buró de Londres es muy favorable: fortalecerá las tendencias centrífugas de esta célebre "unidad revolucionaria". No sé si entre los partidarios de Lovestone hay personas inteligentes; posiblemente las haya, pero la tendencia en sí es fundamentalmente estúpida. Los oehleristas presentan sus construcciones geométricas: son inútiles, pero entretenidas.* Los escritos de los lovestonistas son sumamente aburridos y nada más. 3. Por las conversaciones con las personas que me visitan (que son muy numerosas) tengo la impresión de que estamos totalmente aislados del partido stalinista. Es muy, muy lamentable. Los stalinistas son nuestro mayor obstáculo. Debemos iniciar inmediatamente un trabajo sistemático. Un subcomité pequeño, modesto podría preparar el terreno para una mayor penetración en ese medio. 4. En el próximo período nuestra organización atraerá a personas de muchas clases, y no sólo a los mejores elementos. La vida pública estadounidense es muy agitada; el anuncio reciente de la crisis que se avecina agudizará la inquietud, el espíritu combativo y... la confusión. No podemos impedir que esta confusión penetre en nuestras filas. Nuestros camaradas son "demasiado" cultos, están "demasiado" acostumbrados a las consignas y conceptos precisos y complejos. Desprecian a todo individuo que no sea ideológicamente "okey". Es muy peligroso. Cualquier partido vivo y en desarrollo debe representar - en cierta medida - a las distintas tendencias, inquietudes e, inclusive, repito, la confusión que reina en la vanguardia de la clase obrera. Por supuesto que el exceso de confusión no es cosa buena, pero sólo la práctica permite llegar al equilibrio justo. Es absolutamente necesario que nuestros camaradas demuestren mayor paciencia pedagógica para con los elementos nuevos y recién llegados. Ese es el verdadero significado de la "democracia" partidaria. Creo que en el próximo período debemos poner el acento en la democracia, no en el centralismo. Las nuevas experiencias nos permitirán encontrar el equilibrio necesario. Usted dice al pasar que tiene el plan de volver nuevamente a México. Sobra decir que Natalia y yo estaremos encantados de tenerlo nuevamente con nosotros. Con mis mejores saludos, León Trotsky.
Por un régimen auténticamente democrático (Carta de L. Trotsky a Glotzer)
Estimado camarada Glotzer: Los Despres partieron ayer hacia Chicago. Pasamos unos días muy agradables en Taxco. Antes nos había visitado la familia Heisler. Discutimos muy fraternalmente la situación actual en el Partido Socialista, etcétera. Me interesa mucho saber si las diferencias con Heisler están resueltas.
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La creación de un partido independiente con unos dos mil militantes es un avance muy importante. El régimen interno del partido es un problema de la mayor importancia. Debe ser un régimen auténticamente democrático. Estoy totalmente de acuerdo con usted. La democracia presupone no sólo una actitud política formal, sino también una actitud pedagógica para con los militantes nuevos y el auditorio obrero. Es justo decir que la dirección debe actuar con respecto a la base con la misma paciencia que debe desplegar el partido hacia las masas trabajadoras. Hasta ese punto coincido con usted. Pero existen métodos de lucha por la democracia partidaria que resultan muy peligrosos para ese fin. La actual dirección - me refiero a todos sus integrantes - no es casual: es el resultado de una selección, de una lucha prolongada. Es posible que en tres o cinco años las nuevas experiencias ocasionen cambios importantes en la composición y mentalidad de la dirección. Pero el intento de cambiar la dirección aplicando medidas excesivamente impacientes o excesivamente radicales puede resultar fatal, y no le oculto mi impresión de que su carta revela ciertos síntomas inquietantes. Quizás mi impresión sea falsa; tanto mejor. Reafirmando nuestra vieja y entrañable amistad, L. Trotsky
Observaciones Adicionales Sobre el Régimen Partidario Estimado camarada Cannon: Ayer le envié una carta para tratar ciertos asuntos de importancia, pero es necesario que le vuelva a escribir hoy. 1. Hace un momento leí una carta de Harry Milton a Rae [Spiegel]. 2 He leído algunas de sus cartas desde España y ayer Rae me dijo que pronunció un muy buen discurso sobre España en una gran asamblea y que todos estaban asombrados con su éxito, él más que nadie. Por último, dijo que el Comité Nacional había resuelto enviarlo de gira solo y no con el camarada Goldman, como se había resuelto en principio. Este hecho me parece sumamente importante y sintomático. Observé aquí a otro obrero de vuestra organización, el camarada Lankin. 3 En presencia de [Jack] Weber, F. y otros camaradas permanecía en silencio, trabajando todo el tiempo. Permaneció con nosotros durante más tiempo. Reveló poseer una gran experiencia de vida y de lucha, penetración sicológica e hizo observaciones políticas de gran valor. Necesitamos a esos camaradas en los comités del partido, tanto en el comité central como en los comités locales. He señalado en centenares de ocasiones que el obrero que pasa inadvertido en las condiciones "normales" de la vida partidaria revela cualidades notables cuando cambia la situación, cuando no bastan las fórmulas generales y las plumas fluidas, cuando se necesita un conocimiento de la vida obrera y cualidades prácticas. En tales condiciones un obrero aventajado revela seguridad en sí mismo y también capacidad política general. El predominio de los intelectuales es inevitable en el primer período de desarrollo de la organización. Pero, al mismo tiempo, es una gran traba para la educación política de los obreros más aventajados. Naturalmente, esta es una verdad muy elemental que usted conoce desde hace años. Pero, ¿cuál es el problema práctico? Hablé de ello con el camarada Weber. Es absolutamente necesario que el próximo congreso elija la mayor cantidad posible de obreros a los comités locales y central. Para un obrero, la militancia en el organismo de dirección partidaria es una escuela política superior. Algunos de los nuevos miembros obreros de los comités partidarios demostrarán que no están a la altura del puesto: pueden ser removidos en el congreso siguiente. La selección de los elementos más capaces y abnegados para los organismos de dirección es, naturalmente, un proceso lento y que jamás termina. Al elegir a estos nuevos camaradas, se corre un riesgo inevitable. Si sólo la tercera parte de los nuevos miembros obreros de los comités locales y central demuestran estar a la altura del puesto, el resultado es excelente. Existe en todas las organizaciones la dificultad de que hay miembros tradicionales del comité y que las consideraciones secundarias, de tipo fraccional y personal, desempeñan un papel excesivamente grande en la confección de la lista de candidatos. La tarea es romper con la rutina, que es el comienzo del burocratismo; convencer a la organización y especialmente a su estrato dirigente (lo cual es más difícil) de que es necesario renovar sistemáticamente la composición de todos los organismos dirigentes del partido. Naturalmente que la renovación jamás puede ser total; es necesario mantener un núcleo, seleccionado con base en la experiencia del pasado, para preservar la continuidad de la política del partido. 2. Me parece importante desarrollar estas consideraciones desde el punto de vista de la democracia partidaria. Es imposible sobrestimar este aspecto. ¿Qué es la democracia partidaria? a. El estricto cumplimiento de los estatutos partidarios por los organismos de dirección (congresos regulares, período de discusión, derecho de la minoría a expresar sus puntos de vista en reuniones partidarias y en la prensa). b. El comité central y sus miembros deben mantener una actitud paciente, fraternal, en cierta medida pedagógica para con la base, incluidos los impugnadores y los descontentos, porque no es gran mérito estar satisfecho " con cualquiera que esté satisfecho conmigo". Cuando Lenin propuso expulsar a Orjonikije del partido (1923), dijo con toda razón que el militante de base tiene derecho a ser revoltoso, no así el miembro del comité central. 4 Los métodos del "terrorismo"
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Harry Milton: activista trotskista del sindicato textil de Nueva York, fue a España como voluntario antifascista. Los stalinistas lo arrestaron y deportaron. 3 Sol Lankin: miembro fundador de la Oposición de Izquierda de EE.UU y guardaespalda de Trotsky en Coyoacán. Página
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sicológico, incluido el responder a cualquier objeción, crítica, o duda en forma altanera o sarcástica: estos son los métodos periodísticos o "intelectuales" que resultan intolerables para los obreros y los condenan al silencio. c. No bastan las reglas democráticas puramente formales señaladas en el punto (a) y las medidas puramente negativas - no aterrorizar, no poner en ridículo - señaladas en (b). Tanto los comités locales como el comité central deben mantener permanentemente un contacto activo e informal con la base, sobre todo cuando se está preparando una nueva consigna, una nueva campaña o se están verificando los resultados de una campaña que acaba de culminar. No todos los miembros del comité central son capaces de mantener esos contactos de tipo informal; tampoco todos los militantes tienen tiempo o encuentran la ocasión para hacerlo; esto depende no sólo de la buena voluntad y de una determinada actitud sicológica, sino también de la profesión del militante y, por consiguiente, del medio en que se mueve. El comité central debe estar integrado no sólo por buenos organizadores y buenos oradores, escritores, administradores, sino también por personas estrechamente ligadas a la base y orgánicamente representativas de ella. 3. En las últimas semanas recibí varias cartas de los camaradas Glotzer y Abern, donde dicen que no quieren formar una agrupación especial, en vista de que no existen diferencias principistas, y que están dispuestos a colaborar de manera sincera y leal, pero que el régimen partidario contiene resabios sicológicos de un tratado de Versalles impuesto por la ex mayoría a la ex minoría (militantes de base y de comité de segunda clase, etcétera). Por otra parte, el camarada Weber me ha dicho que sus intentos por restablecer las relaciones fraternales con la ex minoría no tuvieron éxito. ¿No le parece que los dirigentes de la ex mayoría podrían tomar alguna medida concreta y sincera para eliminar los resabios sicológicos de la vieja lucha? ¿Cuál podría ser esa medida? En primer lugar, una discusión franca en el comité con los camaradas más representativos de la ex minoría: ¿Tenemos diferencias principistas? ¿Cuáles son vuestras objeciones organizativas, prácticas o personales? Ahora que estamos por iniciar un gran capítulo nuevo de la historia del partido, estamos totalmente dispuestos a eliminar todo obstáculo en el camino de una colaboración estrecha y armoniosa. Por ejemplo, estamos dispuestos a eliminar cualquier cosa que se parezca aun bloque fraccional en el comité central. ¿Consideráis que el régimen partidario no es lo suficientemente democrático? Estamos totalmente dispuestos a aceptar cualquier sugerencia práctica con el fin de eliminar cualquier tendencia burocrática, ampliar la democracia partidaria general, etcétera. Esta discusión debería realizarse sin tener en cuenta las prácticas formales; es decir, sin incluirla en las actas, etcétera. Si la primera discusión de este tipo resulta más o menos promisoria, podría repetírsela en el congreso, con el consentimiento de los miembros del nuevo Comité Nacional. La iniciativa debería provenir de la "mayoría", que sólo podrá desarmar a la minoría si cuenta con la buena voluntad general. Imaginemos que a pesar de toda la buena voluntad del mundo algunos de los representantes minoritarios mantienen su actitud fraccional. ¿Quién se beneficiará con la marcha de los acontecimientos? No los fraccionalistas, por cierto. Se aislarán de sus amigos más cercanos. Un intento sincero por restablecer la plena confianza mutua sólo podría beneficiar a la educación y la cohesión interna del comité central. Mi carta de ayer, al igual que la de hoy, fue escrita teniendo en cuenta la discusión y el congreso que se realizarán próximamente. Ayer traté de sugerir un "línea general" política para el próximo período de la actividad partidaria. Esta carta se refiere esencialmente al régimen interno. Me avergüenza un poco mi enfoque excesivamente abstracto de los problemas concretos que están planteados. Algunas de mis afirmaciones parecerán vagas generalidades, imposibles de aplicar... pero no hay nada que hacer. A pesar de las visitas y del correo aéreo, sigo siendo un observador desde lejos. Usted y los camaradas verán cuáles de estas sugerencias resultan útiles y cuáles no. Con mis mejores saludos y deseos, Hansen [Trotsky] P.D. Algunos camaradas siguen caracterizando al stalinismo como "centrismo burocrático". Esta caracterización está totalmente perimida. En la arena internacional el stalinismo ya no es centrismo, sino oportunismo y socialpatriotismo en su forma más grosera. ¡Véase España!
Manifiesto de la Cuarta Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria El manifiesto fue adoptado por la conferencia de emergencia de la Cuarta Internacional, celebrada en Nueva York en mayo de 1940.
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Trotsky parafrasea a Lenin de memoria. Véanse las palabras textuales de Lenin en Obras Completas, artículo del 30 de diciembre de 1922, vol. 36, p. 307 (edición en inglés). Página
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Nuestro programa, basado en el bolchevismo.
La Cuarta Internacional se apoya completa y sinceramente sobre los fundamentos de la tradición revolucionaria del bolchevismo y sus métodos organizativos. Que los radicales pequeñoburgueses lloren contra el centralismo. Un obrero que haya participado aunque sea una vez en una huelga sabe que ninguna lucha es posible sin disciplina y una dirección firme. Toda nuestra época está imbuida del espíritu del centralismo. El capitalismo monopolista llevó hasta sus últimos límites la centralización económica. El centralismo estatal en el marco del fascismo asumió un carácter totalitario. Las democracias intentan cada vez más emular este ejemplo. La burocracia sindical defiende con ensañamiento su maquinaria poderosa. La Segunda y la Tercera Internacional utilizan descaradamente el aparato estatal en su lucha contra la revolución. En estas condiciones la garantía más elemental de éxito reside en la contraposición del centralismo revolucionario al centralismo de la reacción. Es indispensable contar con una organización de la vanguardia proletaria unificada por una disciplina de hierro, un verdadero núcleo selecto de revolucionarios templados dispuestos al sacrificio e inspirados por una indomable voluntad de vencer. Sólo un partido que no se falla a sí mismo será capaz de preparar sistemática y afanosamente la ofensiva para, cuando suene la hora decisiva, volcar en el campo de batalla toda la fuerza de la clase sin vacilar. Los escépticos superficiales se deleitan en señalar la degeneración en burocratismo del centralismo bolchevique. ¡Como si todo el curso de la historia dependiera de la estructura de un partido! De hecho, es el destino del partido el que depende del curso de la lucha de clases. Pero de todas maneras el Partido Bolchevique fue el único que demostró en la acción su capacidad de realizar la revolución proletaria. Es precisamente un partido así lo que necesita ahora el proletariado internacional. Si el régimen burgués sale impune de la guerra todos los partidos revolucionarios degenerarán. Si la revolución proletaria conquista el poder, desaparecerán las condiciones que provocan la degeneración. Con la reacción triunfante, la desilusión y la fatiga de las masas, en una atmósfera política envenenada por la descomposición maligna de las organizaciones tradicionales de la clase obrera, en medio de dificultades y obstáculos que se acumulaban, el desarrollo de la Cuarta Internacional necesariamente era lento. Los centristas, que desdeñaban nuestro esfuerzos, hicieron más de una vez intentos aislados y a primera vistas mucho más amplios y prometedores de unificación de la izquierda. Todos ellos, sin embargo, se hicieron polvo aun antes de que las masas tuvieran la posibilidad de recordar siquiera sus nombres. Sólo la Cuarta Internacional, con valentía, persistencia y éxito cada vez mayores se mantiene nadando contra la corriente.
Como dirigir una discusión política. Carta de L. Trotsky a Burnham. Querido camarada Burnham: Su carta del 9 de diciembre es del mayor interés para mí. Naturalmente es demasiado fácil ser supersabio a una gran distancia del campo de batalla y decir a cada uno de los combatientes que "exagera un poco". Pero en su controversia con Shachtman me tienta jugar este papel tan poco atractivo. Es difícil no exagerar en una disputa de opiniones. Pero es muy peligroso esquematizar la exageración. Conozco la posición del camarada Shachtman solamente a través de su interpretación. Como regla general, creo que no es correcto comenzar una discusión con una amenaza de severas consecuencias organizativas. Una discusión es una discusión: es un intento de convencerse el uno al otro. El balance de la discusión puede revelar puntos de vista irreconciliables y llevar a medidas organizativas. Pero es absolutamente claro que la perspectiva de tales medidas no puede considerarse como argumento. Usted cita a camaradas que dicen que "la más mínima desviación del bolcheviquismo implica una ruptura con éste". Tal afirmación es absurda. Un partido viviente puede sólo alcanzar una política relativamente correcta, por aproximaciones sucesivas; esto es, por desviaciones sucesivas a la derecha y a la izquierda. Lo mismo es verdad individualmente para cada miembro del partido. Si analizáramos la historia del ingreso en el Partido Socialista, el trabajo en él y la ruptura con él, encontraríamos un número de ejemplos que ilustran esta idea. El vigor del partido y la habilidad de sus dirigentes se prueban por sus capacidades de asimilar las desviaciones parciales a tiempo y no permitirles que lleven a una ruptura completa con el marxismo. También estoy de acuerdo con usted en que la práctica organizativa se desprende de la política general solamente en última instancia. En otras palabras, que tiene, dentro de ciertos límites, una importancia independiente; que puede, por consecuencia, influenciar para bien o para mal, la política general. Página
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Pero aquí comienza el punto donde, si veo correctamente la situación, estoy en desacuerdo con usted. El régimen del partido se construirá, corregirá y mejorará durante años y años en conexión con una política correcta. Una posición falsa sobre la defensa de la Unión Soviética, puede llevar a un derrumbamiento total del partido en un futuro próximo. No puedo poner ambos problemas en el mismo plano. En el momento actual los elementos maduros del partido deberían concentrar todos sus esfuerzos en el problema más importante y agudo: el desenmascaramiento y sujeción del peligro sectario. En su lugar, lucharía en esta etapa en total solidaridad con el Comité Nacional contra los derrotistas y dentro del Comité Nacional contra medidas organizativas prematuras o evitables. Esta "proporción" entre la lucha política y organizativa, me parece por lo menos, desde lejos, más de acuerdo con la situación real del partido ahora. Usted puede objetar mi posición usando palabras de sus cartas; a saber, que usted está ahora "terminando una base que determinará el carácter del edificio. Un pequeño error de hoy significará un desastre más tarde". Pero aquí está precisamente el punto más débil de su posición. Usted rechaza, y con razón, la afirmación de que "la más mínima desviación del bolchevismo implica necesariamente una ruptura con éste". Pero usted repite en la página siguiente la misma afirmación solamente en relación con el problema organizativo. Desea proveer, de un solo golpe, una base perfecta para el edificio del partido, y este objetivo lo domina con un poder tal, que está listo a renunciar no solamente a una política marxista "perfecta", sino incluso a una lucha común por acercarse a tal política sobre uno de los más importantes problemas de este período histórico. A su concepción le faltan en este punto las proporciones interiores necesarias. Me encantaría tener la posibilidad alguna vez de discutir personalmente con usted todos estos problemas. Recuerdo muy bien qué gran impresión me causó su artículo en el simposio en Prinkipo, y con qué insistencia le pregunté por usted a Max Eastman con el fin de aclararme la posibilidad futura de que colaboráramos. 5 Me alegró mucho saber que usted llegó a la Cuarta Internacional con el American Workers Party (AWP, Partido Americano de los Trabajadores). Sigo con gran interés sus escritos y me gustaría mucho conocerle alguna vez personalmente. ¿Cree que podría ser posible?
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El artículo Burnham sobre simposios, julio de 1932, es un resumen de Historia de la Revolución Rusa de Trotsky que este discute en su artículo Proposición a un editor norteamericano reimpreso en Escritos 1932. Prinkipo: isla turca situada en el Mar de Mármara donde Trotsky pasó los primeros cuatro años de su último exilio. Max Eastman (1883 - 1969): simpatizante de la Oposición de Izquierda y traductor de varios de los libros de Trotsky. Su rechazo al materialismo dialéctico en la década del 20 fue seguido de su rechazo al socialismo en la del 30. Se convirtió en anticomunista y en el editor del Reader's Digest.
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