Un mecanismo de control del poder político -de probada eficacia- que ha existido prácticamente desde el comienzo de la civilización, y en multitud de culturas, consiste en el siguiente ciclo: el poder político invierte recursos, influencias y capital en la clase sacerdotal religiosa, y ésta devuelve el favor adoctrinando y moldeando las mentes populares, de modo que la inversión se rentabilice en términos de que la clase política dominante pueda proseguir acaparando el poder, en un estado que persigue una cómoda legitimidad. Por consiguiente, los poderes establecidos (sean establecidos de manera semi-democrática o no) contribuyen y patrocinan a la hegemonía religiosa, como poder fáctico, y el sistema perdura en estado de simbiosis, de modo que los mismos protagonistas históricos (monarcas, dictadores, Iglesia, etc.) continúen rigiendo los destinos de la sociedad y llevando la batuta social. Es un sistema de quid pro quo muy antiguo, cuenta con siglos o milenios de historia, y en efecto, no ha cambiado un ápice en sus formas, y apenas levemente en sus actores. De modo que la soberanía democrática real no existe pero se crea la "hiperrealidad" (que decía Baudrillard) de que la soberanía popular reside en el pueblo, y si el pueblo lo cree, a pesar de su falsedad, genera un sistema de perpetuación del poder verdaderamente perfecto. Quiénes son los poderes fácticos del siglo XXI? Aparte del omnipresente papel histórico de la Iglesia, que progresivamente va decayendo en Europa, el poder fáctico principal moderno es la banca y las corporaciones privadas. Éstos ayudan a colocar a los políticos, para que éstos les sirven posteriormente según el pacto de quid pro quo, y se reproduzca la misma dinámica que acabo de describir respecto a la religión, pero que en general es aplicable a cualquier fáctico. Cómo podemos acabar con tales ciclos de apoyo mutuo entre poderes fácticos y constituidos, para transferir la soberanía realmente al pueblo? En primer lugar, apreciando que no vivimos en una democracia real, aunque así se refieran a nuestro modelo político, porque la soberanía no reside realmente en el pueblo (por ejemplo, el pueblo no ha refrendado la monarquía actual), segundo, no votando a aquellos políticos que realmente se dedican a perpetuar el ciclo que describo para que una oligarquía de poderes se reparta el poder (lo cual hoy día equivale a aquellos más próximos a la banca privada, el nuevo poder fáctico principal) y tercero, tomando conciencia de este mecanismo para que, si lo detectamos en otros poderes en el futuro, lo podamos frenar a tiempo. Cuando el poder constituido se vende al poder fáctico de la banca y la corporación, la historia nos muestra el resultado: la crisis de 2008 que aún perdura. Por esto, es imposible escapar de esta crisis hasta que no cortemos con el ciclo que la origina, por el cual perdemos nuestra soberanía -e ingenuamente, denominando al sistema en el cual se gesta como "democrático"- y por añadidura dado el carácter de este nuevo poder fáctico, además, nuestro dinero.