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DEL 6 AL 12 DE NOVIEMBRE DE 2015
SOCIEDAD, CULTURA & OCIO
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LITERATURA CONCEDIDO POR EL MINISTERIO DE CULTURA Y DOTADO CON 40.000 EUROS
CARME RIERA, PREMIO NACIONAL DE LAS LETRAS El jurado ha reconocido “la altísima calidad de su obra en catalán y castellano” Su obra narrativa está escrita originalmente en catalán EP MADRID
La escritora Carme Riera ha sido galardonada con el Premio Nacional de las Letras Españolas 2015, concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y dotado con 40.000 euros. El jurado ha reconocido a Carme Riera, por "la altísima calidad de su obra en catalán y castellano en la que se combina la creación literaria con la investigación y divulgación, una obra polifacética de repercusión universal". Este reconocimiento distingue el conjunto de la labor literaria de un autor español cuya obra esté considerada como parte integrante del conjunto de la literatura española actual escrita en cualquiera de las lenguas españolas. Riera (Islas Baleares, 1948) es doctora en Filología Hispánica y Catedrática de Literatura española en la Universidad Autónoma de Barcelona y está especializada en el Siglo de Oro. Es miembro de la Real Academia de la Lengua (RAE), donde ocupa el sillón 'n'. También es miembro de la Real Academia de Bones Letres. n 1995, el Ministerio de Cultura le otorgó el Premio Nacional de Narrativa por
La escritora Carme Riera, galardonada con el Premio Nacional de las Letras Españolas.
Al detalle CONTRARIA AL INDEPENDENTISMO ■ Carme Riera considera que el independentismo es un "disparate" y cree que una hipotética independencia tendría "consecuencias negativas": "No es buena para España pero tampoco para Cataluña".
la obra 'Dins el darrer blau'. También fue distinguida con el Premio Anagrama de Ensayo en 1988, por 'La escuela de Barcelona' y, en 1989, con el Premio de las Letras Catalanas Ramon Llull, por 'Joc de miralls'. Directora de la cátedra José Agustín Goytisolo y coordinadora de la obra completa del autor, del que publicó la antología 'Los poemas son mi orgullo' en 2003. Riera ha escrito en
castellano buena parte de su obra ensayística y en catalán su obra narrativa. Según ha explicado la autora, escribe ficción en catalán, en concreto en la variante mallorquina, porque es "la lengua de su familia", y ella siempre dijo que quería continuar las historias que contaba su abuela. "Lo que he hecho después es la versión en castellano que es también mi otra lengua, sin lugar a dudas".
Mathias Énard gana el Premio Goncourt EP BARCELONA
El autor francés afincado en Barcelona Mathias Énard ha ganado el Premio Goncourt 2015, uno de los más prestigiososo de las letras galas, con la obra 'Boussole' ('Brújula'), publicada por Actes Sud. La editorial Literatura Random House ha anunciado que publicará esta obra en España en la segunda mitad de 2016, traducida por Robert Juan-Cantavella. El Premio Goncourt se hace público cada año a
Se trata de uno de los más prestigiosos premios de las letras francesas principios de noviembre. Los diez miembros de la Academia Goncourt, oficialmente creada en 1906, recompensan el mejor volumen de imaginación en prosa entre las novelas publicadas en Francia en el año en curso.
Énard se ha impuesto a los otros finalistas: Nathalie Azoulai, con 'Titus n'aimait pas Bérénice'; Hédi Kaddour, con 'Les Prépondérants', y Tobie Nathan con 'Ce pays qui te ressemble', ha informado este martes el jurado. El escritor francés sucede en el palmarés del Goncourt, que se entrega desde 1903, a otros autores como Lydie Salvayre, que lo logró el año pasado con 'Pas pleurer'; Pierre Lemaitre con
'Nos vemos allá arriba' (2013); Michel Houellebecq con 'El mapa y el territorio' (2010) y Jonathan Littell con 'Las benévolas' (2006). 'Brújula' cuenta la historia de Franz Ritter, un conocido musicólogo afincado en Viena. Durante una noche de insomnio, y preocupado por una enfermedad degenerativa, evoca todo lo vivido y aprendido mientras su imaginario vuela hacia ciudades del mundo.
NOTAS DE UN LECTOR
La musa sangrienta JORGE DE ARCO Considerado uno de los poetas de guerra británico más destacados del pasado siglo, Wilfred Owen (1893 - 1918) vuelve a cobrar actualidad, gracias a la excelente edición que acaba de ver la luz en la ourensana Linteo, bajo el título de “Poesía Completa” A la cuidada traducción de Antonio Linares Familiar, se une la ilustrativa introducción que él mismo firma, y que ayuda a conocer más y mejor las claves humanas y creadoras de este singular autor. Con apenas 20 años, Wilfred Owen decidió convertirse en ayudante de un reverendo laico, Herbet Wigan, con el que descubrirá, según palaras del propio Owen, “…que ninguna religión merece la pena, salvo la realidad vital”. Desde esa certidumbre -que le acompañará el resto de su vida-, creó una vasta obra lírica, si se tiene en cuenta que murió con tan solo 25 años. Si bien sus iniciales devaneos sostenían la manifiesta influencia de los románticos Shelley, Keats…- y su temática rozaba la sencilla estética de la conciencia del Hombre y su comunión con la Naturaleza, sus extremas y desconsoladoras experiencias en el frente variaron su filiación y rumbo poéticos. En el otoño de 1915, decide alistarse en el 28th London Regiment. Desde entonces, y tal como anota en su prefacio Linares Familiar, Owen “llegó a la guerra para entregarse y abrir sus poemas a un caudal de imágenes y sensaciones donde acunar esa crueldad, convirtiéndose en una de las voces que empezaron a expresar lo que la guerra era para aquellos que penaban, morían o sobrevivían a aquel desastre”. Tal vez, por ello, exprese tan claramente en uno de sus poemas: “Yo sé, (lo sé demasiado bien)/ que no veré la misma vida dulce otra vez,/ ni el querido Sol, ni las estrellas, ni la frágil Luna”. Su quehacer corre paralelo a su carrera militar y llega a ser ascendido a teniente. Pero la dureza de sus vicisitu-
des bélicas, lo llevarán a finales de 1917 hasta el Hospital Craiglockhart de Edimburgo, donde es atendido durante un tiempo de estrés postraumático. Precisamente allí, conoce a Siegfried Sasoon, poeta muy reconocido por aquel entonces, y con el que iniciará una profunda e íntima relación. El decir de Wilfred Owen, comienza entonces a virar hacia un plano más compasivo, de evidente complicidad para con el sufrimiento de todos aquellos jóvenes que luchan por un país y una causa, pero a los que el futuro les está casi vedado : “¿Qué velas se pueden llevar para honrarles?/ No en manos de los muchachos sino en sus ojos/ brillarán los sagrados destellos de las despedidas”-; y, para los que, además, no quedará sino el amargo desconsuelo de un adiós cruel e inmerecido: “Allí estaba yo pendiente de los Muertos: pero ningún fantasma despertó./ A cada uno a los que la Vida exilió, llamé y nombré./ Pero estaban demasiado lejanos, o mudos, o esclavizados,/ y ninguno se giró hacia mí o me habló”. La tragedia y el abismo de aquella Primera Guerra Mundial se clavaron en la mirada y los versos de Owen como una musa sangrienta, y ni tan siquiera la fortaleza de su alma ni de su humano y solidario empeño, pudieron sustraerlo de un trágico fallecimiento. Murió el 4 de noviembre de 1918, mientras dirigía a sus hombres en una ofensiva en el Canal del Sambre: “Uno muere de guerra como de cualquier vieja enfermedad”.