Trabajo en coordinaci贸n Universidad del Trabajo Consejo de Educaci贸n T茅cnico Profesional Escuela de Arte y Artesan铆as Dr. Pedro Figari
Dise単o de portada: Roosevelt Charquero
AGRADECIMIENTOS
• Dirección: Lic. Andrés Bein
• Subdirección: Ing. Técn. Luis Marco
• Biblioteca Antonio Pena Téc. Diego Cuesta Lic. Cecilia Méndez Lic. Marlivia Pizzani Téc. Diego Subotin
• Prof. Marcelo Piana: Diseño editorial
ILUSTRACIONES
Técnica realizada en el Taller de Forma: técnica de textura en papel secante, a color con diseños recreados y/o realizados por los autores de cada texto. Técnica realizada en el Taller de Talla en Madera: talla en MDF Técnica realizada en el Taller de Escultura: modelado de una pieza única, primer paso del desarrollo escultórico. Técnica de carbonilla en portada Técnica dibujo a lápiz
TABLA DE CONTENIDO
Prólogo de Silvia Larghero y Graciela Irago
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El sentido de María Inés Larrañaga
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La fuente del signo de Laura Olivera
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Gato encerrado de Vanessa Grunullú
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Un destino marcado de Roosevelt Charquero
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La venganza de César Collazo
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La cruz de Carlos de Matías González
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PRÓLOGO
Este trabajo expresa el resultado de una propuesta a los alumnos de Bachillerato Artístico Figari desde la Coordinación de las asignaturas TLT (Taller de Animación a la Expresión, Creación e investigación Literaria y Teatral desde una perspectiva semióticocultural) y Taller de Forma. Se siguió una línea didáctica expositiva, de investigación y de desarrollo estéticocreativo desde ambas asignaturas, en conjunto y en los espacios propios. Lo cual se concretó en varias etapas desde el inicio del proyecto en el mes de Abril del corriente año. Todos los insumos dispuestos y las estrategias pedagógicas utilizadas fueron diagramadas y consensuadas desde el espacio curricular de Coordinación. Aclarando las pautas de las mismas: Introducción a la época, Proyección de película, Aportes de material bibliográfico dentro del espacio común de las dos asignaturas. Para luego seguir desarrollándolo mediante la investigación de los alumnos; siempre apuntando a la producción creativa y al estímulo personal. Durante el transcurso de las diferentes etapas y aun desde la presentación del proyecto, las docentes percibimos el impacto, valorado como positivo, causado en los alumnos y que hoy tenemos la satisfacción de presentar como un libro que compendia los trabajos concretados en ambas asignaturas, en formato digital e impreso.
Profesoras: Silvia Larghero y Graciela Irago
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El Sentido
María Inés Larrañaga
Diseño de portada: María Inés Larrañaga
L
as calles inundadas de un líquido parduzco y un olor nauseabundo, que daban a éstas un sentido, lóbrego. Él, cabalgaba sintiéndose en un sendero, en una trocha de flores, como si su caballo pisara algodones; no podía ver la realidad que le rodeaba, estaba más allá, se sentía más allá. Ya no importaba que el “señor” no volviera, él había “heredado” todo. Ahora, él era el SEÑOR, él era el CABALLERO, pero al pasar por su oscura casucha, pudo ver la miseria con pies, a su mujer y sus hijos, flacos, muy flacos, en sus miradas, la desesperanza, con los ojos hundidos, sumergidos, sumidos, no tan solo de flacos, sino por la pérdida, de ilusiones, de fe; la entrega a una vida de calamidad, de infortunio y sufrimiento. Por un momento pensó, sintió, vio a su mujer, e inmediatamente se agolparon, se hacinaron las imágenes: cuando la conoció, su belleza, el embrujo de sus ojos, tan oscuros, como granos de pimienta; el aroma de su cabello a flores silvestres; la suavidad de su piel, el gusto dulce cuando sus labios rozaban su cuello. Recordó la emoción indescriptible, sublime, que sintió al nacer su primogénito, su orgullo, quien extendería su sangre; recordó el temor que le corría por su sangre al cortar el cordón umbilical que le mantenía unido a su madre. En cuanto a su hija, ese aroma especial que le acompañaba desde su nacimiento, la piel de sus manos le recordaba las caricias de su mujer, mientras amasijaban el sigilo. Todo aquello dejaba un gusto amargo en su garganta, una desazón en su pecho. Miró su caballo, su escudo; vio por última vez a su alrededor y partió, siguiendo aquello que había soñado una vez y que había quedado dormido por un largo tiempo. En los campos de batalla crecía su fama de caballero, el rey, su rey, lo protegía, se había convertido en su bienhechor y lo llenaba de elogios y riquezas, mientras que él se convertía en su “escolta” número uno. Su vida personal, distaba mucho de lo que era su vida profesional, no contaba con la misma bienaventuranza. En uno de esos combates; lo sentía; el sol se negaba a salir, el olor a tierra mojada que traía el viento del otro lado de la montaña, esta vez no le parecía bueno, otra vez ese gusto amargo en su boca, que solo una vez antes había sentido, y ese desasosiego en su corazón. Algo no estaba bien. 13
En plena afrenta, fue un largo combate, con un chico de no más de veinte años, que por primera vez lo hizo flaquear con su coraje, lo vio, pero ya era tarde, sus ojos se cerraron, mientras él lo apretaba contra su cuerpo. Una vez más había fallado a sus hijos, a su hijo, a su familia. A pesar del tiempo transcurrido su fuerza y su temple habían mermado, pero en su sangre llevaba el don de un guerrero, de un caballero. En un claro del bosque divisó un carruaje, no tuvo dudas, estaban en problemas, una rueda había roto el eje y se había salido. Iba una mujer muy hermosa a la que ayudó a curar sus heridas; al mirarse lo sabían, se encontraron uno en los ojos del otro, se reconocieron, estaban destinados. Arregló el carruaje y prosiguió la marcha; esta vez llevarían escolta y sería uno de los mejores caballeros del rey. Pasaron los días y al pasar por la aldea, la vio, y sin hablar se entendieron, las palabras sobraban, solo la cercanía de su aliento le alertaba todas las venas. Fue grande su sorpresa cuando la tocó, no sintió nada; tampoco podía sentir las caricias de ella, era como si su piel se hubiese vuelto de sal o de arena.
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La fuente del signo
Laura Olivera
Dise単o de portada: Laura Olivera
E
l comienzo de los primeros fríos se hace sentir en aquellos parajes, la brisa transformada en ventisca, los árboles despojados de vestiduras son el indicador inequívoco de la despedida de un otoño bastante benévolo. Montalvo se encuentra en la provincia de Aragón, en la que se destaca una meseta escarpada rodeada por un valle amplio y generoso. El bosque se abre paso para permitir que por su camino antigua vía de los mercaderes transiten aquellas gentes. Es un sitio habitualmente oscuro, peligroso en el que habitan los espíritus bajos de muertos y vivos, cuyas grandes rocas sirven de refugio a animales, mujeres perseguidas y vulgares ladrones, quienes aprovechan las cuevas para esconderse durante el día y merodear por las noches, sorprendiendo a algún incauto o desprevenido para despojarlos completamente y dejándolos con vida si la buena estrella acompaña a los infelices. Los robles abastecen de bellotas a las ardillas y alfombran el ahora más luminoso camino, el aire es fresco y seco. Las últimas lluvias han transformado los huecos en verdaderas ciénagas imposibles de atravesar, pero aun así, el aire de montaña es agradable. Los aldeanos comienzan a prepararse para el invierno que se aproxima, emulando a osos y animales del lugar juntando ramas, cortezas, y todo aquello que pueda ser consumido por el fuego en un intento a veces frustrado de dar calor a los suyos. Sus miserables casas son reforzadas con piedra y madera algunas veces y las menos agraciadas con barro y paja, todo es actividad allí. Ellos preparan para sí, sus pobres pertenencias y también trabajan para su Señor; que él vive en la cumbre amurallada en un adusto castillo, cuyos gruesos muros se alzan como guardianes impenetrables y protegen una construcción enorme y austera de posibles invasores. En un otoño de 1099, nace el hijo de un soldado guerrero, que lucha fieramente para defender las tierras del Conde de Montalvo. En dura contienda contra los moros pierde la vida y en reconocimiento y hondo agradecimiento, su Señor adopta al pequeño y encarga su educación y preparación física a Endrino, un viejo sirviente, sabio como pocos.
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Endrino es un caballero retirado, las arrugas que cual mapa surcan su cuerpo con feas cicatrices hablan de batallas difíciles y aprendizaje a fuego y sangre en cruzadas. Pero aunque ha perdido su juventud luchando su aspecto es fuerte aun, y su temperamento lo es más. El pequeño, a quien pusieron por nombre Rodrigo y apellidado como su padre Rijos, es protegido y cuidado por el viejo, quien lo somete a duras rutinas. Todas las mañanas parten rumbo a los bosques y allí le muestra como sobrevivir, dejándolo a veces solo por la noche armado de pequeños cuchillos para defenderse. El viejo no se aleja demasiado de él, por sí acaso, si se presentaran inconvenientes, su conocimiento de las gentes y el lugar lo sacarían de aprietos. También le enseña los secretos que celosamente guarda la naturaleza, como se utilizan plantas, árboles y arbustos para mejorar la salud, como elegir maderas para construirse un refugio y sobre todo lo más importante como conocer la ubicación de uno, tan solo observando la posición de las estrellas por la noche. Observar el vuelo de los pájaros le indicara muchas cosas, la orientación, donde hay mares cercanos, donde dejaran sus huevos que lo ayudaran a alimentarse y en particular le mostrara que los halcones pueden ser eficaces colaboradores en empresas difíciles. La observación del clima, sus vientos le será de gran utilidad al igual que el conocer los cambios de estación. Este buen hombre será quien temple el espíritu del niño y del joven, con duro entrenamiento, también le enseñará a leer y le contará sus aventuras con mucha gracia, tanta que Rodrigo se destornilla de risa escuchándolo mientras el viejo ríe, su boca en oscura mueca hace gala de las pocas herramientas para comer que quedan en ella. Endrino, en sus largas caminatas por el bosque le explica que todos poseemos un don pero que no lo utilizamos muy seguido, le dice que tendrá que recurrir a él siempre en la vida y que le será importantísimo más adelante, ese don se llama intuición. Le da detalles sobre ella, es como una voz muy suavecita a veces y otras muy clara y fuerte que sale del alma y llega a la cabeza mostrándose como un pálpito, un sobresalto, es la que le indicará que hacer…si se entrena en escucharla. La soledad es importante para oírla al principio, cuando aprenda, la reconocerá aun en el fragor de la guerra. Al anciano se le apareció en sueños la imagen del Caballero Rijo, padre de Rodrigo quien le reveló que su hijo sería llamado para una gran misión, el pobre, despertó asombrado y angustiado, sin saber que significaba aquello. ¿Sería acaso un llamado del cielo y no lo volvería a ver?, o tal vez el joven tendría algo importante que hacer en esta tierra…, no lo sabía, así que decidió pensar en esto último buscando hallar algo de tranquilidad para su agitada alma.
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Al tiempo de haber tenido esta visión, casi cuando el tiempo empezaba a tornar borroso su recuerdo, el mensaje dado por el noble Rijo cobra sentido de un modo claro, preciso; sucede una tarde, mientras Rodrigo cuidaba de su caballo, obsequio que le hizo el arcipreste de Linares el día de su cumpleaños. En el cielo apenas se veían trazos algodonosos dispersos y el aire que se respiraba era por demás agradable. Endrino, mira descuidadamente hacia el camino que lleva al castillo cuando para su sorpresa ve acercarse un hidalgo caballero montando un corcel tostado de gran porte. Viendo que este se dirige a donde ellos están corre a su encuentro, reconociendo a Jacques, conocido noble francés. Le ayudan a apearse del caballo y a descargar sus presentes para el Conde, al tiempo que se dan un abrazo cálido y tan natural que pareciera se conocen de hace tantos años y es tan solo la segunda vez que se ven. Jacques acepta comer algo en la posada cercana para así hacerle una propuesta al joven que espera acepte. Se encaminan al lugar que mucho antes de llegar huele a una mezcla de vino agrio y cerdo cocido, se sientan y el caballero explica su motivo de visita. El viejo que con los años se había transformado en la sombra discreta y protectora de Rodrigo se apresta a escucharle atentamente y se jura a sí mismo no intervenir en la conversación…a menos que se lo requiera. La conversación y los objetivos son claros, muy específicos, el joven escucha atentamente y con tranquilidad cruza una rápida mirada con el viejo, quizás buscando su aprobación y acepta la propuesta; esa misma noche el noble caballero le tomaría juramento de lealtad para hacerle integrante de la novel orden del Temple. La tarde transcurre rápido, pronto se oculta el sol, cuando se acerca medianoche ambos se dirigen al castillo para saludar al Conde y contar con su beneplácito para que Rodrigo sea miembro de la Orden. El Señor es debidamente informado y no solo esta de acuerdo sino que se alegra muchísimo y decide hacer un banquete de despedida al muchacho que tan buena relación había tenido con él, así como había ayudado en todos los trabajos que le dio para hacer. Antes de medianoche terminan los festejos organizados de modo tan rápido que asombró a todos quienes vivían allí. Hubo delicias en la enorme mesa del comedor, música, cantos y danzas, los aromas del vino y las exquisiteces se colaban por las puertas y ventanas que daban al gran patio.
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Luego de haberse saciado, Jacques y Rodrigo se dirigen a la capilla que se encuentra junto a la muralla oeste, pero llevando consigo las armas que obsequió el Conde al futuro Caballero. Dentro del sacro aposento se lleva a cabo el rito habitual de armar un caballero, Rodrigo jura lealtad y fidelidad a la Orden, respeto a sus miembros y se pone al servicio sagrado de la Santa Sede. Jacques se encuentra visiblemente cansado del largo viaje y por supuesto del festín que hubo después, por ello se retira a descansar, mientras el joven debe velar las armas toda esa noche. Anunciando el amanecer se escucha a los gallos que despiertan a los habitantes y también al visitante, quien con esfuerzo se viste y sale al encuentro de Rodrigo. Ambos se dan un abrazo fraterno y se dirigen a ensillar sus caballos, les espera un largo trayecto hasta Rennes le Chateau en Francia, que es el destino donde cumplirá el muchacho su misión. 20
En cuanto acomodan sus ropas y equipajes se despiden con agradecimiento y afecto del canoso Conde, quien les brinda abrigo y alimento suficiente para el viaje. El viejo Endrino apenas puede disimular su honda pena por la partida de ese muchacho al que cuidó como a un hijo durante tantos años, le abraza fuertemente y le susurra al oído: “recuerda siempre la esencia que hay dentro de ti y presta atención a la voz que te hablara siempre que te haga falta”. Montan sus corceles y se retiran presurosos por el accidentado y sucio camino para no ser sorprendidos por la noche en bosques sin fin. Los senderos y las vías están descuidados, se perciben hostiles, llenos de piedras por doquier y en algunos sitios el fango lo ha invadido todo, peligrando las pequeñas pero valiosas cargas de supervivencia que llevan. Por el día cruzan ríos en sus partes más llanas, atraviesan bosques tupidos de olmos, fresnos y añosos robles, rodean montañas, procurando guarecerse en los sitios más resguardados, menos peligrosos. Jacques y el muchacho se entienden y mantienen largas charlas mientras van andando, En principio la conversación es trivial, liviana, del momento. Cuando el caballero recibe una señal interior, la obedece y así comienza a explicarle al joven las posesiones espirituales que posee la orden….y también las materiales, todo esto asombra y enmudece a Rodrigo quien ni siquiera atina a asentir o disentir nada, solo escucha con atención, sobretodo lo que le explica su maestro respecto a lo inmensamente confidencial de esto. El muchacho siente una cascada de preguntas para hacer pero su prudencia natural le lleva finalmente a hacer silencio…a aprender. La marcha a Rennes les lleva bastante tiempo, el suficiente para menguar un tanto sus ánimos, pero el panorama que se les presenta al acercarse a su destino infunde nuevos fueros a sus corazones, el bellísimo paisaje que aprecian coloreado por la primavera es la bienvenida que les brinda cual dádiva divina el Creador. A medida que caminan por el valle rodeado de tupidos bosques pueden ver como se alza imponente, imperturbable una escarpada montaña en cuya cumbre se encuentra enclavado el monasterio. Ya dentro, les saluda el clérigo que está a cargo ocupando el lugar de Jacques mientras éste se hallaba de viaje. Es un buen hombre, sus vestiduras son de monje que ha cumplido fielmente con sus votos de humildad y pobreza.
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Los tres van a la capilla a hacer sus oraciones de agradecimiento, comen frugalmente y mientras caminan por los alrededores le muestran al iniciado ciertos lugares que consideran muy especiales. Junto a un añoso árbol se encuentra disimulada por una estatua que representa a un arcángel protector una loza de piedra. Michel, el clérigo le dice que la loza es la entrada a los túneles, solo los miembros de la Orden saben esto. Rodrigo se hipnotiza al ver extrañas inscripciones en la misma, algo parecido a jeroglíficos pero para el, descifrarlos es algo por el momento incomprensible. Entre los tres la retiran con gran esfuerzo y solo ven un agujero negro, más bien parecido a un foso. El más viejo de ellos toma la iniciativa de descender, indudablemente conoce muy bien el lugar, ya que, con paso preciso sortea los obstáculos que se encuentran allí. Cuando descienden por algo que se parece a una escalera formada por piedras desordenadas, Jacques enciende una antorcha de hierro oxidada, el lugar se ilumina repentinamente y se puede ver un túnel con curva que conduce hacia el oeste. En silencio y respirando con cierta dificultad, ya que el moho y la humedad reinan en ese espacio, se dirigen por el túnel. Caminan una hora siguiendo el camino hasta que se detienen en una roca que se parece a un sillar, a una seña de Michel la mueven un poco hacia atrás y para sorpresa de Rodrigo un poco más delante de ellos lo que parecía un suelo empedrado cede cayendo piedras hacia un pozo, pero golpean algo que suena a metal y madera. Con precaución se acercan a la boca del mismo y puede ver una habitación cavada en la piedra y en el medio un arcón muy antiguo pero cuidado y custodiado por varias estatuillas de animales, todas de tamaño mediano, salvo la que se encuentra contra una de las paredes que es mucho mayor. Esta última representa a un hombre, parecido a un santo o tal vez un sacerdote que posee una cruz extraña en su mano derecha y un bastón en la izquierda. Lentamente abren el arcón y envuelto en un paño de mucha calidad hay una reliquia, le piden a Rodrigo que le ruegue al guardián por el cuidado y protección de su alma envolviéndolo en su manto de luz, debe hacerlo para poder ver alejado el tesoro que allí se encuentra pero es importante que lo haga en latín. El muchacho cuya juventud le da cierta pureza a su corazón cumple con lo que le piden, lentamente apenas corren el paño y un fulgor los deslumbra, se aprecia el oro pulido y refulgente de unas alas pequeñas, hermosamente labradas… Tapan el arcón y los tres agradecen al guardián y se despiden para así proseguir su recorrido, repiten la acción de la piedra para poder retirarse de allí sin dejar señales.
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El túnel se ensancha en una amplia cueva llena de inscripciones y dibujos, son algo así como un libro escrito en los rústicos muros de piedra verdosa, se pueden ver distintos seres con cazos , y ánforas sobre fuego con llameantes colores, de las que salen burbujas con formas de personas, en otra imagen observan dibujos de plantas y hojas que son llevadas a un artificio desconocido para ellos y escrito debajo del mismo la palabra Sana en latín, más hacia la desembocadura de la cueva se ve un personaje, parece enano, esta sonriente y los rodea múltiples piedras que se ven como oro algunas y otras como piedras preciosas. Luego de ver todo esto Rodrigo queda casi sin aliento, las imágenes por momentos se confunden en su cabeza, no siente temor de estar allí, por el contrario algo muy familiar que no sabe definir con certeza le da la confianza para proseguir y agradecer a la vida. Salen de la cueva y caminan media hora más hasta llegar a una escalera esta vez es de cuerda por la que trepan con dificultad los dos más viejos y con ligereza el muchacho. Corren otra loza y salen del lugar, con mucha tranquilidad ya que los demás hermanos se encuentran en el otro lado del convento ocupados en sus múltiples tareas. Al salir de allí el sol los encandila, se sienten de un modo especial, el joven experimenta un enriquecimiento interior, algo así como que los tesoros que había apreciado fugazmente se habían hecho carne en sí mismo. La recorrida iniciática terminaría en otro sector del enorme jardín, un lugar al que solo accedían el Caballero y Michel su acompañante. Caminan hasta llegar a una enorme piedra que se parece a un monolito, es azulada por la mañana y a medida que el sol la calienta cambia a un color rojizo. A los pies de la misma, toda rodeada por piedras de río bien acomodadas se encuentra una fuente que es alimentada por un manantial, las aguas corren sin prisa, se deslizan como acariciando los bordes que la encauzan, que la contienen. La particularidad se presenta en la tarde cuando baja el sol, así que los hombres mientras esperan que esto suceda comen algo de queso y pan que traían consigo y descansan a la sombra de un árbol cercano. Cuando llega el ocaso se acercan a la fuente y pueden ver que el agua que poco antes manaba, había dejado de correr y esto permitía ver una figura en piedra negra claramente, tenía cuerpo de hombre, cabeza de ibis y en su pecho había un signo rojo que Rodrigo identificó como la cruz del Temple. Jacques que por largo rato estuvo distante y contemplativo expresó alegría y admiración al ver la figura, y comienza a hablar diciendo, él es el guardián del Temple de quien te hablé muchacho, a él le debemos respeto y le juramos lealtad y fidelidad, todos
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los días vendrás hasta aquí, solo tu estas autorizado a verle y tratarle. Rodrigo como si estuviera viviendo un sueño, asiente, y le pregunta como será que deba tratarle. El viejo Caballero le da indicaciones, primero deberá venir todos los días a la misma hora, le saludará diciendo la frase en latín: “Non nobis domine sed nomini tuo da gloriam”, cuyo significado es “No a nosotros, Señor, no a nosotros. Sea la gloria a tu nombre”, luego se sentará frente a la fuente en silencio y meditará, dejará que en su alma se prepare un espacio para cuando el guardián lo decida, le llegue el conocimiento sagrado, Rodrigo lo experimentará en forma de luz, como si fueran rayos que provienen del guardián. Así sucede cada día, y cuando el guardián le indica, el vuelve al túnel y se encarga de mantener limpias las salas de las reliquias y absorber la energía ancestral que habita en ese sitio. Se transforma en un hombre de gran sabiduría, comprende que la verdadera alquimia se produce en uno mismo y que en el universo todo tiene su total relación, Toth que así se llama el guardián le enseña a ver en la oscuridad, a mantener su cuerpo y su alma libre de suciedad.
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Jacques y el clérigo no hacen preguntas, se ven tranquilos y confiados en el gran poder, ya no se mortifican por el cuidado del guardián, esta en las buenas manos de ese hombre que Toth eligió desde antes de su nacimiento para que le escuchara y atendiera. Era fundamental para la Orden del temple seguir sus consejos y advertencias, los tres sabían que vendrían tiempos de injusticia, dolor y sufrimiento pero ello no los desviaba de su misión y sufrirían por ella. La Santa Sede envía sin que ellos lo sepan un monje a trabajar allí, un intrigante sin escrúpulos que logra entrar a Rennes cargado de “buenas intenciones”. El encargo Papal consiste en averiguar como es que los Caballeros de la Orden en sus cruzadas consiguen sus victorias y la economía crece tan prósperamente. El intruso que no es tal monje sino que es un personaje oscuro, lleno de ambición, un abyecto ser que vive en los bajíos de Roma, esta dispuesto a todo con tal de cumplir el encargo de su jefe. Se avecinaba un temporal, el cielo revuelto lo anuncia, las rachas de viento en aumento inquietan a los animales del convento, los hermanos oran con devoción en la capilla pidiendo frente a su cruz al todopoderoso les proteja e íntimamente al guardián encomiendan sus almas, le piden que sean tenidas en cuenta en caso de necesidad y sobretodo le piden guía y luz. Mientras esto sucede en la capilla, Rodrigo se dirige a toda prisa a su lugar de encuentro de todas las tardes, pero ignorando que no va solo, el intruso muy discretamente y a cierta distancia lo sigue, vigila sus movimientos. El joven cumple con su acostumbrado ritual, luego de atender las reliquias que se encuentran en el túnel va hacia el secreto lugar donde lo espera el Guardián, mientras es observado sin saberlo… Cuando termina de comunicarse con su sabio maestro, algo llama su atención, la cruz en el pecho de Toth empieza a brillar, suavemente como si pequeños destellos se desprendieran del oro que posee en su contorno. No comprende la razón de esto, no en ese momento… pero es el anticipo de lo que vendrá, luego comprenderá la advertencia de peligro absoluto para el y para su secreto. El intruso les muestra una carta del Papa (que ya traía con ese fin) y les dice que debe emprender viaje a Roma a ponerse a las órdenes de un obispo. Todos en el convento experimentan un raro alivio cuando ese extraño monje emprende el regreso, Jacques en particular siente algo diferente, un poco de inquietud y en el fondo miedo también. Michel por su parte, ha venido observando como las flores, plantas y árboles que cultiva y cuida con esmero en estos últimos tiempos se ponen mustios y decaídos, algunos mueren.
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Este fenómeno llama la atención de muchos hermanos que nerviosamente y por lo bajo piden protección al Guardián, todos presienten la presencia de algo maligno, algo que dormía y fue despertado, una fuerza poderosa que se manifiesta con destrucción… Transcurren los meses y al final del invierno es llamado a la Santa Sede, el ahora hermano lego de la Orden, Rodrigo Rijo, se le dice que el Papa le va a consultar por sus labores en Rennes y por un supuesto manuscrito perdido. El hombre intuye por primera vez de modo muy claro que aquello es mentira, que el verdadero motivo es tenebroso y teme por su vida…en una visión que tiene cuando se acerca al bosque sagrado ve y escucha las palabras de Endrino que le dicen que comprenda que el temor es un necesario estado de alerta pero que obedezca a su intuición, ya que es otra forma de comunicación que utiliza el Guardián con él. Mientras la visión se desvanece, sonriente Endrino le saluda al tiempo que le dice con una voz firme que se aleja, que pronto se reencontrarían y tendrían mucho para contarse. Rodrigo consternado y todavía tembloroso apronta un liviano equipaje y parte a Roma luego de haber orado junto al Maestre Jacques y sus hermanos, le saludan calidamente…quien sabe si volverían a ver a tan fiel y dedicado hermano… Cuando llega a ver al Papa, se encuentra cansado pero no se siente solo, experimenta una gran paz. En una oscura habitación de algún lugar que no puede precisar despierta, escucha voces fuertes, gritos de dolor que provienen de una habitación cercana. Siente que se desvanece, todo se aleja, puede ver a la fuente y comprende que es la llave del Gran Conocimiento, es la clave para llegar a el. Sorpresivamente se ve arrastrado por esas aguas de manantial que como si fueran brazos maternales lo llevan a un sendero florido, hermoso en el que puede sentir la fragancia de rosas jamás vistas por él, a ambos lados del camino se agitan millares de pequeñas llamas, unas más luminosas que otras y comprende que ellas son las almas que han sufrido duras pruebas, que lo esperan allí para acompañarle en su regreso al gran regazo, a la imponente luz, y que ya no volverá a aquella tierra de iniquidad donde han profanado el templo que custodia el arca y ella ha liberado al otro genio, al de la desolación y solo se puede orar mientras se hace una cuenta regresiva de los días que durara ese reino. Él va a reunirse con la luz, allí donde el se gesto y a entregar su misión ya cumplida sin faltas, con devoción. Pide a la luz protección para sus hermanos, les envía amor y promete acompañarlos para que las dificultades las puedan sobrellevar y que cada quien cumpla su misión. La luz enviara un nuevo encargado para atender al Guardián, así ha sido y continuara hasta el fin de los tiempos.
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Será hasta que exista un nuevo despertar y se establezca un espacio de no tiempo en donde todos los maestres se reúnan con sus hermanos a cargo de misiones de prosperidad porque la paz ya fue establecida…esto fue anunciado por Toth.
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Gato encerrado
Vanessa GrunullĂş
DiseĂąo de portada: Vanessa GrunullĂş
T
antos años de soledad habían acabado con lo que ella era. Ya no quedaba nada de lo que algún día fue. Ya no tenía sueños, ni deseos, ni motivos porque luchar, porque vivir, porque sentir. En su pasado se sintió morir, la vida la golpeó en el pecho, sin piedad ni consuelo, y así ella se fue perdiendo, olvidando lo que un día fue, olvidando que podía sentir. Fue tanto lo que sintió, lo que quiso, lo que creyó, lo que amó, siendo siempre una lucecita en el medio de la oscuridad para quien fuera que la viera, siempre llena de luz, llena de felicidad, de alegría y de paz, siempre dispuesta a ayudar a los demás, a estar para quien la necesitara, a ser amiga, para que lo más importante de su vida le jugara una mala pasada, hiriéndola, traicionándola, dejándola y decepcionándola. Fue en ese momento, que su lucecita interior naufragó en un mar de tristeza, perdiéndose en el olvido. No se sabe bien de dónde provenía, solo apareció en un pueblo como alma en pena para olvidar quizás un pasado que pasó. El pueblo donde ella se encontraba no conocía su historia. Solo conocía su acercamiento incondicional que tenía con los animales. Siempre que se la veía era rodeada de perros y gatos vagabundos pero que la acompañaban como guardián que protege a un tesoro. Nunca se le escuchó hablar, y aun asi se entendía claramente con sus protectores. Nadie se animó nunca a acercarse, pues su aspecto de abandono, sus vestimentas en lana negra, vieja y rajada, junto con su negro pelo largo, y su rostro, que si bien podía notarse joven, estaba curtido de sufrimiento y dolor, una mirada vacía, casi sin expresión, denotaban una apariencia bastante inquietante al que la veía, pero aun así ella siempre con la mirada perdida, sin fijarse en nada ni en nadie, más solo a sus acompañantes. Pero como todo miedo a lo desconocido en esa época de monopolio significaba inseguridad, se ocultaban tras historias que inventaban sobre ella, sobre su apariencia y su ropaje, sobre el trato que tenía con los animales, pues decían que tenía poderes de leer la mente y así mismo podía manejar la mente del otro y así se comunicaba con los animales; que podía enloquecer a las personas con tan solo mirarlas, que vive sin alimentarse y que las sombras son su hogar. Así con el paso del tiempo y el paso de las diferentes historias, la fueron condenando, juzgando, y terminando llamándola Bruja.
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Sin embargo ella se quedó, ya sin importarle la opinión, la mirada o lo que los susurros al pasar significaran, ella ahí estaba, viviendo en el camino de la vida, durmiendo en las sobras de la noche, rodeada sí de sus fieles seguidores, amigos de la vida, perros y gatos que quizás también fueron abandonados, lastimados y tirados al olvido que quizás en el silencio compartían su dolor. Cada día se la veía más y más rodeada de animales, esto comenzó a hablarse con inquietud en el pueblo, temían que estuviera haciendo algún embrujo, algo que despertara la atención de tantos animales que aparecían cada día, a pesar de que por las noches se ocultaran en el bosque para descansar, en el día recorrían el pueblo, en busca de comida, sobras y agua. La inquietud se propagó hasta los oídos del arcipreste. El arcipreste que se encargaba de administrar las iglesias de los pueblos de la comarca, era una persona muy sombría. Con una mirada muy penetrante, oscura y una presencia que imponía respeto; era como la pared con oídos, sabía enterarse de todo lo que le interesara o fuera útil para su búsqueda del puesto tan anhelado de obispo. Este siempre estaba atento a su alrededor, a lo que sucedía y a cada persona del pueblo para poder mantener el control del mismo, su ambición y su afán de poder lo dominaba. El pueblo se volvió inquieto ante el miedo que infundía la presencia de ella, por lo que le reclamaron la ejecución de la bruja para no correr riesgos. El arcipreste, contagiado un poco con la inseguridad que el pueblo presentaba y con miedo a perder el dominio del poder ya que la gente comenzaba a inquietarse, decidió llevar a cabo el pedido del pueblo demandante. Así fue entonces que una mañana de invierno, a pedido del clero, el rey dio la orden de arrestar a la bruja para ejecutarla en la hoguera. Ejecución se realizaría en el centro del pueblo, donde todos puedan verlo para que no quede dudas. Encontrarla no fue difícil, ya que había que seguir el rastro de las pisadas de perros y gatos en el lodo para conseguir ubicarla. Los guardias al encontrarla bien adentrado al bosque sintieron un escalofríos, ya que tenían que enfrentar a todos esos animales para llegar a ella, aunque para su sorpresa, ninguno se movió, ella tampoco intentó escapar, simplemente quedó inmóvil, como esperando que sucediera. La llevaron entonces hacia el pueblo, los animales seguían sus pasos, tranquilos pero con la misma calma que en ella se notaba. Al llegar al pueblo, se comenzó a ver y escuchar a la gente aclamando su ejecución. La madera ya apilada junto con la paja, formaban una plataforma donde fue atada la bruja, mientras que los animales quedaron detrás, en silencio y sin parpadear, esperaron.
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El arcipreste dio la orden, el fuego se encendió, y de a poco la paja comenzó a arder. El pueblo se enmudeció mientras las llamas danzaban inquietantes, y ante la imagen de un fuego que desgarraba hasta el alma, la bruja que en ese fuego se encontraba, sin emitir sonido, levantó la mirada, y la clavó en todos ellos, una mezcla de dolor y desahogo y liberación expresaron sus ojos del color fuego, que fue lo último que se alcanzó a ver ya que las llamas lo cubrieron todo. No se escuchaba otra cosa que el latido profundo de cada persona. Era una imagen muy desgarradora la que se vio, tanto dolor, y a la vez sometimiento que el pueblo se desconcertó, esperaban una lucha, un grito, algo. Ni si quiera los animales se movían, seguían allí, esperando. Cuando de repente, una llamarada se abrió, y algo increíble ocurrió. Desde el interior de ese infierno, con un salto mortal, salió un hermoso gato negro, con increíbles ojos color ámbar, que brillaban como el mismo fuego. En ese momento todos los perros y gatos que tranquilos esperaban se levantaron y comenzaron a ladrar y a agitarse. El gato negro delante de la hoguera miró al pueblo, con una mirada familiar, pero distinta, esta era fuerte y valiente. Se volvió entonces hacia los animales, como familiar que vuelve de un viaje, le dieron la bienvenida con movidas de cola, ladridos, y ronroneos, para luego partir juntos. Algunos dicen que fue ella que se convirtió en gato, para salvarse y así partir para no molestar a nadie. Otros dicen que entre sus ropajes llevaba un gato negro al cual ella cuidaba y lo mantenía abrigado en sus lanas, que cuando el fuego ardió por completo, el gato saltó. Sin embargo, sin importar lo que realmente sucedió, desde ese entonces, los gatos negros son relacionados con las brujas, como amigos protectores o vivas reencarnaciones.
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Un destino marcado
Roosevelt Charquero
Dise単o de portada: Roosevelt Charquero
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n rincón muy oscuro, como esos espacios escondidos en el alma, él estaba sentado en un piso de piedra que congelaba los huesos, su ropa desgarrada y sucia, su mirada congelada en el tiempo, daban el aspecto de un hombre perdido en sí mismo. La vida estrangulaba las horas, su latir era lento y pausado, cada pausa era un instante de agonía que encontraba un vacío en su cansado corazón, su destino estaba marcado por otros hombres. El tiempo se asfixiaba y se consumía de prisa, el miedo y el valor se saludaban con una gran reverencia, una estación de otoño se posó en su corazón y lentamente fue secando su alma, una hoguera solitaria abrazaba su cuerpo que se iba consumiendo poco a poco, su respiración débil y fría luchaba por un momento más de vida, la primavera se había apagado y un sol negro colgaba del tiempo. De pronto la puerta se abrió, todo se detuvo por un instante, un frío inmenso congeló la celda, se habían desmoronado las horas y se transformaron en polvo, los guardias del rey vinieron a buscarlo. El rey con su corte estaba en sus balcones del castillo como un espectador en primera fila, en las calles un pueblo festejaba el acontecimiento entre pantanos de barro que consumían sus vidas, un monumental verdugo que parecía una gran montaña de piedra, estaba con una gran hacha en el estrado, el filo era como una pesada luz que se hundía en la oscuridad. El hombre era conducido hacia el estrado, sus piernas se tornaron pesadas, le costaba caminar, los guardias lo empujaban para que se diera prisa, ya no tenía dominio de su cuerpo ni de su alma, la impotencia lo abrazaba y derrotado puso su cabeza en el yunque. La última respiración quedó tendida en el aire y se desvaneció lentamente para perderse en un tiempo infinito, el hacha calló pesadamente sobre la vida de aquel hombre apagando su luz para siempre, una lluvia roja calló, luego de un instante absoluto, una gran fiesta sarcástica el pueblo festejó...
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CĂŠsar Collazo
DiseĂąo de portada: CĂŠsar Collazo
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orría el año 1200 en Irlanda y las cruzadas dejaban sin hombres jóvenes a las tierras junto con sus familias. La mayor ironía es que las guerras no eran por Irlanda sino que eran por Inglaterra estas costumbres eran por beneficio económico sino que también eran para enaltecerá los principados ingleses. Llegados ya los 15 años eran vistos como hombres siendo reclutados para las cruzadas pero en la granja de los Smiht no eran bien vistas las mismas. El padre había muerto de una enfermedad a los pulmones antes de los diez años de Antony; en la granja. Desde aquella época hasta hoy día había quedado como hombre de la casa manejando el granero y a los animales de la granja aunque siendo el del medio siempre había sido tratado como el mayor por ser el único varón de la casa, la madre y sus tres hermanas tejían la lana que por el mismo era esquilada de su pequeño rebaño de ovejas. La madre una mañana del 6 de julio vio venir a los soldados y dio aviso a Antony para que se escondiese y sin más que unos segundos se zambulló en el heno del granero; los soldados pasaron revista y se marcharon de la granja prosiguiendo su camino. Pasaron los días y se oían los redoblantes de las milicias que partían de nuevo para Inglaterra eso dejó sonriendo a Lori que estaba junto a Melanie y a Julia (la hermana mayor y la del medio) Antony venía de ordeñar las vacas para darle de tomar a su hermana menor Ingrid de tan solo 6 años paso un tiempo y se olvidaron de los soldados; así transcurría la vida en la granja pesar de ser un núcleo muy laborioso contaban con la envidia de la vecina familia los Morrison estos los odiaban nada más que por ser ellos mismos. Mandaron a llamar al sheriff para hacerle saber la verdad sobre Antony la pena impuesta era la horca por alta traición tardó unos días en llegar desde la ciudad hasta el paraje donde vivían los Morrison y los Smith. Por la casa de Antony no llegaba casi nunca nadie salvo el comprador y no estaban en fecha todavía. Brandon era quien compraba los tejidos que Melanie y Julia hilaban en su telar este estaba enamorado de la primera y habiéndose cruzado con el sheriff vino antes para darles aviso de su encuentro con el mismo; después de haber llegado y del protocolar saludo les comento reunido a todos la llegada del sheriff. A pocas horas del arribo del mismo Brandon Melanie quedo más que admirada por su futuro esposo y enaltecida por su acción, ya que, los que ayuden a los acusados de alta traición corrían con la misma suerte.
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Por otra parte los Morrison contaban con su único hijo Frank que era minusválido de aquí el rencor que sentía por Antony. Estos se mantenían con la cría de su piara y la venta en la feria anual los Morrison habían viajado al pueblo donde su hijo avistó al sheriff se lanzó a su encuentro para comentarle lo que había ocurrido con los Smith mientras tanto Brandon cobijó a Antony en su carro y partieron. Al partir Antony su familia había quedado desprotegida, pero al saber que ya no estaba en peligro todas esbozaron una sonrisa; al pasar los días tomaron conciencia del peligro que corrían, pero no querían dejar la granja ni a los animales a la buena de Dios. Junto con los Morrison llegaron los soldados con el sheriff y comenzaron a tomar todo a su antojo hasta las mujeres ya que la pernada era dada por ley así Lori y Melani fueron las primeras en sufrir las violaciones ya que eran a gusto de los soldados tomándolas ya pasados los malos momentos las mujeres seguían soportando la presencia de los soldados. Lo único que pensaban era en Antony y en un día superar los recuerdos de los malos momentos vividos; luego de unos días los soldados se fueron. Luego de un tiempo mercaderes pasaron y compraron los tejidos de las mujeres y al enterarse de los sucesos prometieron hacerles llegar la verdad a sus hombres. Con eso y algo del dinero escondido que tenía Lori compró algunos animales de corral para reponer los que les habían matado los soldados. Los mercaderes iban hacia el sur donde estaban Brandon y Antony transcurrieron unas semanas hasta que llegaron a ellos y les comentaron lo sucedido Antony quebró en llanto queriendo regresar de inmediato hacia su casa Brandon le paso lo mismo y quiso estar al instante al lado de Melanie su prometida. Saliendo al otro día con el dinero que había juntado Brandon comprando y vendiendo mercadería y Antony trabajando en las distintas granjas por las que había estado. Habiendo pasado ya unos días de viaje vieron correr a un corro de sílbanos perseguidos por una jauría de perros, - quizás tengan más suerte que nosotros - dijo Brandon. Se habían quedado ya casi sin dinero y Brandon comenzó a vender las mantas que tenían para llegar pronto a la granja, una vez llegados a la casa abrazaron fuertemente a las mujeres fue cuando Antony se indignó y enardecido decidió darles muerte el mismo a los culpables. En el sur se hablaba de Willian Wallas un guerrero que reunía las condiciones para salvar a Irlanda del yugo Inglés, así que de este modo se presentó Antony frente a él comentó su caso y sin más que repulsión en todas sus miradas lo aceptaron como arquero a formar parte de sus huestes. No pasó mucho tiempo que se encontró con el sheriff y sus soldados y sin más premisa que el mismo dio el tiro certero con una de sus flechas la muerte al sheriff que no aceptó entregarse. Fue la segunda flecha certera que dio en el corazón del mismo. Fueron todos rodeados y se les enjuició en el momento por Wallas, se los encontró culpables de los delitos de violación, estos reconocieron haberlas tomado, por ley le 42
corresponde a cada soldado inglés tener a la mujer que desee hasta tener hijos con ellas. Antony sollozo de ira. Sin más la orden fue la pena de muerte a los dos culpables y liberar al resto para que todos supieran que en Irlanda ya no se acepta la pernada, fue así que decapitaron a los dos culpables, siendo liberados los otros para que dieran la noticia; así prosiguieron la lucha por la liberación de Irlanda. Antony fue el primero que se separó para volver con su familia. Cuando volvió a la granja solo abrazo a su madre y a sus hermanas y prefirió no tocar más el tema.
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La cruz de Carlos
Matías González
Diseño de portada: Matías González
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arlos se encuentra en la puerta de la Iglesia de la ciudad de Lugo, desde ahí
sentado ve pasar frente a él mucha gente, mujeres, hombres, niños, ricos o pobres; nadie repara en él. Con una mirada triste desde el suelo intenta obtener alguna limosna con la que comprar pan o algo de comida. De pronto unos pequeños pies se detienen frente a él, el hijo del duque Alonso de Lugo lo mira con desprecio, pero luego su mirada se concentra en un hermoso crucifijo plateado que colgaba del cuello de Carlos. Tanta fue su admiración que se acercó hasta él: - ¿me lo enseñas? Carlos solo se lo mostró un instante, sin quitarlo de su cuello. Le explicó que era un recuerdo de su padre muerto; el cual su madre había recuperado y se lo entregó para que lo protegiera. Había sido un gran guerrero, un hidalgo que murió en batalla cerca del Río Miño eso le contó su madre a Carlos, que solo tenía ocho años. Los dos niños allí conversaron hasta que el Duque encontró a Rodrigo, que así se llamaba su hijo, y le dijo: - ¿Qué haces ahí con ese bastardo? Carlos enojado, con ojos desafiantes, contestó: - Yo soy hijo de un gran guerrero, gran caballero del rey. Rodrigo lo afirmó contándole la historia del niño y su crucifijo. La cara del Duque se transformó por la ira y sin piedad le arrancó la cruz al niño. - Mentiroso Con los ojos llenos de lágrimas, lo retó con la mirada haciendo sentir el orgullo con que protegió durante tanto tiempo su tesoro. El Duque sin mirarlo entregó a su hijo la cruz y entraron juntos a la Iglesia, mientras le preguntaba que más le había contado el niño sobre su padre muerto. El rostro del niño le había resultado familiar, sin duda. Él recordaba la historia de un guerrero que luchaba sin temor a nada, muy temido por el gran manejo de su espada y que al morir, hallaron entre sus ropas un crucifico de plata. Nunca pudo olvidar su rostro. En cuanto a Carlos, corrió llorando desconsolado, desde la Iglesia a ver a su madre y contarle lo sucedido.
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Ella estaba con uno de sus hermanos, y al verlo llegar así abrazándolo, le preguntó: ¿qué te sucedió? Carlos sollozando, le contó como había perdido el crucifijo, que era el único recuerdo de su padre que les quedaba. La madre trató durante largo rato de consolarlo como pudo, pero le fue imposible, no paraba de llorar y lamentarse. Entonces ella en un último desesperado decidió contarle como su padre había conseguido esa cruz. El niño escucho atentamente todos los detalles de como su padre había matado muchas personas en todas las guerras que participó, hombres, mujeres y hasta incluso niños; lo habían hecho también los demás guerreros incluyendo al Duque. Pero él tenía pesadillas horribles, bañadas de sangre, que no lo dejaban vivir en paz. Veía morir en sus sueños a cada una de sus victimas, su mente lo torturaba, lo estaba matando y decidió recurrir a la salvación divina. Confesó sus pecados al obispo, quien luego de escucharlo atentamente lo absolvió por considerarlo un buen hombre arrepentido y decidió regalarle un crucifijo consagrado al Señor. Él cual lo ayudaría y protegería, pero debía jurar custodiarlo, prometer por su alma que nunca caería en malas manos; ya que si esto sucedía las consecuencias serían terribles y trágicas. - Fue así que al morir él, me lo entregaron a mí, y yo a ti por ser su hijo mayor. Por haberlo cuidado bien y ser una buena persona, tú tendrás la bendición de Dios, no tanto así quien te lo quitó sin motivos. -¡A ese mal hombre le sucederán cosas muy malas, y seguramente morirá! -concluyó su madre-. Carlos salió de su casa corriendo, en busca de Rodrigo para advertirle sobre la maldición, pero antes de llegar a la Iglesia, se dio cuenta que era tarde, pues las escaleras estaban manchadas de sangre. La gente corría por ayuda, Rodrigo estaba agonizando, una intensa hemorragia de nariz y oídos, lo desangraba hasta morir. El castigo del Duque, por ser prepotente fue ver morir lentamente a su hijo sin poder hacer nada. Carlos distinguió entre los múltiples pies el crucifijo tirado al lado del cuerpo de Rodrigo, se acercó lentamente y lo tomó, no quería que siguieran sucediéndose muertes inexplicables. Perdiéndose entre la gente, se dirigió a la tumba de su padre y allí enterró el maldito crucifijo para que no volviera a caer en manos equivocadas.
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ESCUELA DE ARTES Y ARTESANÍAS DR. PEDRO FIGARI CONSEJO DE EDUCACIÓN TÉCNICO PROFESIONAL EN EL MES DE NOVIEMBRE DE 2012 PEATONAL SARANDÍ 472 MONTEVIDEO / URUGUAY