Historia de motril y la costa de granada

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edición digital de las áreas de MEDIO AMBIENTE y EDUCACIÓN del Ayuntamiento de Motril

Historia de Motril y la costa de Granada


HISTORIA DE MOTRIL Y LA COSTA DE GRANADA Edición ÁREAS DE EDUCACIÓN Y MEDIO AMBIENTE DEL AYUNTAMIENTO DE MOTRIL Coordinación JOSÉ MARÍA PÉREZ HENS Autores FERNANDO ALCALDE RODRÍGUEZ JOSÉ MIGUEL FERNÁNDEZ ÁLVAREZ CARLOS SAROMPAS CAZORLA JOSÉ MARÍA PÉREZ HENS ENCARNACIÓN ESCAÑUELA CUENCA MANUEL DOMÍNGUEZ GARCÍA FRANCISCO BACAS BACAS JUAN JOSÉ AYALA CARBONERO Fotografías e ilustraciones LOS AUTORES EDUARDO CRUZ CASANOVA ANTONIO LORENZO MORENO Diseño y maquetación F. JAVIER PÉREZ PÉREZ y GRUPO BARATARIA © de la edición y los contenidos, LOS AUTORES Dep. Legal GR 1244-2007 ISBN 978-84-88191-71-7


ÍNDICE

HISTORIA ANTES DE LA HISTORIA , PAG 6 por FERNANDO ALCALDE RODRÍGUEZ

MOTRIL, GEOGRÁFICAMENTE, pag. 24 por JOSÉ MIGUEL FERNÁNDEZ ÁLVAREZ

LA PREHISTORIA, pag. 48 por CARLOS SAROMPAS CAZORLA

COLONIZACIÓN FENICIO-PÚNICA Y ROMANIZACIÓN, pag.74 por JOSÉ MARÍA PÉREZ HENS

LA IMPLANTACIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO, pag. 98 por ENCARNACIÓN ESCAÑUELA CUENCA

MOTRIL EN EL SIGLO XVII, pag. 124 por MANUEL DOMÍNGUEZ GARCÍA

LA COSTA DE GRANADA EN EL SIGLO XVIII, pag. 141 por FRANCISCO BACAS BACAS

MOTRIL EN ÉPOCA CONTEMPORÁNEA, pag. 166 por JUAN JOSÉ AYALA CARBONERO

BIBLIOGRAFÍA, pag. 223


Los

pueblos, se reconocen y son reconocidos, por su patrimonio, sus aportaciones culturales y sociales, el quehacer de sus gentes, en definitiva, por su historia, que marca el presente y proyecta a la sociedad hacia el futuro. De nuestro patrimonio arquitectónico, apenas queda nada con que sentirnos identificados como pueblo, del legado cultural que quizá marcó el azúcar durante mil años, asistimos a su muerte, no por anunciada menos triste y quizá injusta e innecesaria. Por esto, posiblemente podríamos decir que no hemos sido justos con el legado de nuestro pueblo y sus gentes y quizá no hemos aportado cada uno de nosotros todo lo que debíamos y podíamos en aras de conseguir una sociedad más justa, enraizada y reconocible. Quizá con modestia, pero con el propósito de contribuir a conocer nuestra historia, a identificarnos como pueblo, estos textos hechos con el esfuerzo, trabajo y el cariño de motrileños y motrileñas de nacimiento, de adopción pero sobre todo de corazón, nos van a permitir adentrarnos en conocer lo que fuimos, para que en su reconocimiento, busquemos y alcancemos un futuro mejor para nuestros hijos y nietos. También se pretende, dar un poco de luz a la memoria colectiva, tantas veces ignorada y olvidada, para que todos juntos proyectemos a Motril hacia el futuro que todos y todas deseamos. Por ello, debemos dar con generosidad lo mejor de nosotros mismos en beneficio de la sociedad, sin egoismos, pues esto es lo que el conjunto de la sociedad nos demanda a cada uno de nosotros, así conquistaremos un futuro mejor sin olvidar nuestro pasado A todos los que iniciaron este ilusionante y “controvertido” proyecto, a los que tanta ilusión han puesto en esta obra, a los que desinteresadamente y con el único propósito de acrecentar el enriquecimiento histórico nuestro y de las generaciones venideras. Gracias. BONIFACIO PÉREZ GARCÍA y FELIPE VILLA RODRÍGUEZ ÁREAS DE MEDIO AMBIENTE Y EDUCACIÓN DEL AYUNTAMIENTO DE MOTRIL


Somos

de la opinión de que es necesario analizar el pasado para poder comprenderlo y para, desde su conocimiento, entender mejor el presente y proyectar el futuro. Por eso, este libro adquiere una enorme importancia. Porque profundizar en unos temas tan apasionantes como son la Geología, la Geografía y los distintos periodos de la Historia de Motril y la costa de Granada, es profundizar en la misma razón de ser de las ciudades, pueblos y habitantes del Bajo Guadalfeo. A medida que se vayan pasando las páginas y ojeando las fotos de este volumen, los lectores irán descubriendo, algunos con cierta sorpresa, la antigüedad y riqueza de nuestro paisaje y especialmente, de nuestra Historia, que arrancan mucho antes de que existiera Motril como ciudad. Desde este libro pretendemos rellenar este vacío que desde hace bastantes décadas existe en la cultura motrileña, necesariamente en estos tiempos en los que no se le da la importancia que merece al conocimiento de nuestra Historia y de nuestro Patrimonio, este último tan amenazado y desconocido por los “urbanistas de nuevo cuño”, especuladores y sin ningún tipo de escrúpulos y sensibilidad, que confunden el progreso y el desarrollo con la proliferación de las construcciones por doquier. Que se recuerde, no se había hecho ningún estudio completo, con la seriedad y profundidad que el tema merece, sobre la Historia de Motril y su territorio, si variados análisis e investigaciones de temas y periodos concretos en las distintas publicaciones que se han venido sucediendo en nuestra comarca. Nos hemos reunido un grupo de personas, -historiadores, geólogos y geógrafos-, en definitiva, amigos interesados en alcanzar un objetivo común: divulgar y dar a conocer nuestra Historia y, desde esta necesaria premisa, colaborar en el respeto y la conservación de nuestro Patrimonio. En la realidad cotidiana, la experiencia nos dice que algo que se desconoce, ni se respeta ni se conserva. Por eso, la consecución este objetivo no sólo es labor de los historiadores, sino de todos en general. Para el que suscribe estas líneas ha sido un gran motivo de satisfacción personal tener la oportunidad de coordinar la estructura y contenidos de este libro, aunque mis compañeros con sus conocimientos, esfuerzo y dedicación me lo han puesto verdaderamente fácil. Desde aquí les doy mis más sinceras gracias a ellos y a todos los que han permitido que esta publicación fuese posible. Y por último, también me referiré a ti, lector, pidiéndote que con tu labor y sensibilidad contribuyas también a la consecución del objetivo que nos hemos propuesto los autores de esta Historia de Motril y la costa de Granada. JOSÉ MARÍA PÉREZ HENS COORDINADOR DE LA EDICIÓN


HISTORIA ANTES DE LA HISTORIA «TRAS LA PISTA DE LAS BASES FÍSICAS DEL POBLAMIENTO»

FERNANDO ALCALDE RODRÍGUEZ


La

Historia, en cuanto a proceso humano, no es ajena ni al territorio ni a las condiciones climáticas, biológicas y geográficas donde se desarrolla, antes bien, se encuentra profundamente ligada a ellas. La adaptación de la humanidad a las condiciones diversas y cambiantes de nuestro planeta a través de las culturas; la lucha por sus recursos naturales y la transformación del territorio y, más recientemente, de las grandes dinámicas atmosféricas a nivel planetario, son evidencias de ello. La secuencia del poblamiento humano en Motril es un buen ejemplo de esta interrelación al localizarse en un área geográfica donde los procesos geodinámicos han sido especialmente relevantes en la historia más reciente, y donde el hombre ha realizado importantes transformaciones a través de la intensa explotación de la excepcionalidad del clima y de los recursos naturales de nuestra comarca. Los cambios que interesan a la ocupación humana son relativamente recientes, apenas unos cientos de miles de años, un episodio casi imperceptible en la larga historia de nuestro planeta, que se remonta 4500 millones de años atrás. No obstante, la información geológica existente permite retrotraernos, a grandes rasgos, al menos hasta el Permo-triásico (hace 240 millones de años) que corresponde con la edad de depósito de la mayor parte de las rocas que afloran en las inmediaciones y que conforman las diferentes formaciones de los mantos alpujárrides. Sin embargo, es a partir del Mioceno y especialmente durante el Cuaternario cuando la información se hace más rica y permite reconstruir con mayor precisión la evolución de paisajes cuya antigüedad medimos en millones de años. Esto es posible gracias a la mayor precisión de las técnicas aplicables como el estudio de los pólenes fósiles


(palinología), los anillos de crecimiento de los árboles (dendrocronología), los métodos arqueológicos y, finalmente, la interpretación de la información contenida en textos y documentos escritos. Con todo este arsenal de métodos y técnicas, y con mucho de osadía, es posible dar el gran salto en el tiempo hasta allí donde se empezaron a sedimentar las rocas más antiguas de nuestra comarca, al tiempo donde la vida pudo dejar de existir: la gran crisis permo-triásica.

EL CONTINENTE ÚNICO: LA PANGEA

De izquierda a derecha: Las rocas más antiguas de nuestra comarca se remontan al menos al Pérmico, hace más de 240 millones de años. Originariamente se trataba de sedimentos fluviales que el metamorfismo ha transformado en los esquistos, filitas y cuarcitas que dominan nuestro paisaje con tonos azulados y oscuros. Los relieves de Cerro Gordo, Cerro del Toro, La Sierra de Lújar y los Tajos de Calahonda se desarrollan sobre calizas y dolomías cuyos sedimentos fueron depositados en los mares someros y cálidos del Triásico (Martín y Braga, 1987).

La edad de las rocas más antiguas que aparecen en nuestra comarca se remonta a antes del Triásico, hace más de 250 millones de años. Este límite ha sido reconocido gracias a la presencia de fauna fósil en la base de las rocas carbonatadas (calizas y mármoles) de formaciones equivalentes a las del Cerro del Toro y la Sierra de Calahonda. De este modo, las rocas silíceas (filitas y esquistos, conocidas como launas) que aparecen bajo ellas son anteriores, aunque no ha sido posible datarlas con precisión debido al alto grado de metamorfismo y deformación que las afectan. Se asignan de modo genérico al Paleozoico.

La información contenida en las rocas carbonatadas mencionadas nos permite realizar una reconstrucción bastante aproximada de los ambientes triásicos donde se depositaron. El estudio de sus microfacies1 ha puesto de manifiesto que estos materiales se formaron en ambientes de plataforma litoral somera y temperaturas cálidas en conexión con la paleocosta africana. Es decir, se formaron en zonas marinas de muy poca profundidad muy parecidas a las imágenes de playas tropicales del Índico o del Caribe actuales. Es posible reconocer en las rocas rasgos de los que se deduce la existencia de deltas de grandes ríos, lagunas litorales separadas del mar abierto por la presencia de arrecifes-barrera y, finalmente, sedimentos de plataforma abierta. Todos estos ambientes estuvieron sujetos a ciclos de regresión y transgresión, esto es, bajadas y subidas del mar, a los que se encuentran ligados los depósitos metálicos de plomo y cinc de las formaciones

1. MARTÍN, J. M y BRAGA, J.C. Alpujárride Carbonate deposits (southern Spain)-Marine sedimentation in a Triassic Atlantic. En: Paleog., Paleoclim., Paleoecol., 59. 1987. pp. 243-260.


carbonatadas alpujárrides, entre las que se incluyen las de las Sierras de Lújar y el Cerro del Toro en Motril. Pero no adelantemos acontecimientos. El mundo de finales del Pérmico se había construido sobre una situación que no volvería a repetirse: el agrupamiento de todos los continentes en uno solo como consecuencia de la deriva continental. Este supercontinente se extendía entre los dos polos formando una barrera de tierra orientada de norte a sur cuya configuración tuvo graves consecuencias para el clima y los ecosistemas del planeta. En el mar las condiciones eran bien distintas. Un gran océano, el Thethys, se extendía hacia el este. Se trataba de un mar somero y cálido rebosante de vida, donde, no obstante, tenían lugar episodios de desecación en las zonas costeras que dieron origen a grandes concentraciones de yeso y anhidrita. Una serie de acontecimientos, desconocidos en detalle pero que interesan a la disposición geográfica, la actividad volcánica y la posible acción del impacto de un gran meteorito, determinaron que en el tránsito entre el Pérmico y el periodo siguiente, el Triásico, se produjera la mayor extinción de vida en la historia del planeta: el 95% de las especies marinas y el 40% de las terrestres. La extinción, fue precisamente más dura allí donde las condiciones eran menos exigentes: el mar cálido y somero, mientras que la tierra, donde la aridez estrangulaba la vida, fue la menos afectada.

DEL MAR A LAS MONTAÑAS: LA CONFORMACIÓN DEL RELIEVE Desde el inicio de la sedimentación de las rocas alpujárrides hasta su emersión transcurrieron casi 200 millones de años. Esto tuvo lugar hacia el Oligoceno, hace aproximadamente 30 millones de años, fecha en que se inicia una fase de inestabilidad en las Cordilleras Béticas que perdura hasta la actualidad 2 . Entre ambos momentos tiene lugar una historia impresio-

nante por la magnitud de las fuerzas que se pusieron en juego y que afectaron a la dispersión de las tierras emergidas en el planeta. La Pangea, la Tierra única, comenzó a fragmentarse en grandes continentes que conformaron nuevos océanos entre sí. La rotura de las placas, propició una intensa actividad tectónica que afectó a los sedimentos, produciendo su movilización y apilamiento, induciendo la emanación de rocas volcánicas, como las presentes en el Cerro del Toro, que indican el comienzo de la apertura del Atlántico. Bajo estos empujes, un gran conjunto de rocas denominado Bloque de Alborán, localizado a unos 300 km. al oeste de nuestra posición actual, y entre las que se encontraban las presentes actualmente en nuestra comarca, fue comprimido sobre las placas Africana e Ibérica, plegado y fragmentado hasta emerger del mar y conformar los primeros relieves montañosos de nuestra comarca y, a escala regional, al orógeno Alpino, esto es, el levantamiento de las Cordilleras Béticas, Pirineos, Alpes, Himalaya, Rif y resto del cinturón montañoso que circunda el Mediterráneo 3 . El emplazamiento de estos materiales se realizó mediante la superposición de unidades que poseen una característica común: poseen una base silícea (filitas, esquistos, cuarcitas) so-

2. ROSENBAUM, G., LISTER, G.S. y DUBOZ, C. Reconstruction of the tectonic evolution of the western Mediterranean since the Oligocene. En: Journal of the Virtual Explorer, 8. 2002. pp. 107-130. 3. MARTÍN ALGARRA, A. Evolución Geológica Alpina del contacto entre las Zonas Internas y las Zonas Externas de la Cordillera Bética. (Tesis doctoral, Univ. de Granada). 1987.

El mundo permotriásico. En el momento del inicio de la sedimentación de las calizas triásicas, casi toda la tierra emergida se encontraba unida en un único continente denominado Pangea (Paleomap Project).


De izquierda a derecha:

La evolución de la Costa durante los últimos 8 millones de años se encuentra ligada al levantamiento de los relieves béticos (BRAGA et al. 2002). La aparición en Salobreña de dientes de pequeños roedores y un cráneo junto a algunas vértebras de una nueva especie bautizada como protolophiomys ibericus fechada hacia el Mioceno medio-superior, indica que esta zona estaba ocupada por arbolado disperso de carácter árido en ese momento.

bre la que se sitúa otra carbonatada (calizas, mármoles) y que reciben la denominación de mantos. En Motril es posible distinguir tres de estas unidades4 . La más baja de todos ellas es la de Lújar cuya unidad intermedia carbonatada5 aflora en el Tajo de los Vados y Cerro Gordo, mientras que su base silícea, constituida por filitas y cuarcitas, lo hace hacia el este, hasta los relieves de la Sierra del Conjuro. Aquí se le superpone un nuevo manto, el de Murtas, que se extiende hasta la población de Lújar y cuya formación carbonatada da lugar a los relieves de la sierra de Calahonda-Castell de Ferro. El tercero de los mantos, el de La Herradura, representado aquí por sus formaciones de esquistos y cuarzoesquistos, adopta una disposición compleja con una sucesión de anticlinales y sinclinales apretados que se laminan originando una sucesión de escamas apiladas visibles en el paraje de Minasierra y que incluye el sustrato sobre el que se asienta la ciudad de Motril.

EL RETROCESO DE LOS MARES La elevación de los relieves de lo que hoy conforma la mayor parte de Andalucía durante el Neógeno, produjo la disposición de un paisaje de grandes islas e istmos circundados por amplios brazos de mar que conectaban el atlántico y el actual mediterráneo a través de la fosa del Guadalquivir y los estrechos rifeños, situados algo más al sur que el actual Estrecho de Gibraltar. El área de Motril posiblemente estuvo emergida hacia la base del Messiniense (hace 6,5 millones de años) e incluso en algún momento anterior en forma de islas cercanas al continente,6 Este hecho esta constatado gracias a la presencia de fauna continental en el promontorio de Salobreña. Efectivamente, en 1973 aparecieron restos arcillosos que colmataban una fisura de origen kárstico, en cuyo

4. SIMANCAS y CAMPOS. Compresión NNW-SSE tardía postmetamórfica y extensión subordinada en el Complejo Alpujárride. En: Rev. Soc. Geol., 6. 1993. pp. 23-35. 5. Esta unidad recibe la denominación de Escalate (ESTÉVEZ, A., DELGADO, F, SANZ de GALDEANO, C. y MARTÍN ALGARRA, A. Los Alpujárrides al sur de Sierra Nevada. Una revisión a su estructura. Mediterránea En: Ser. Geol. nº4. 1985 pp. 532) y anteriormente manto de Alcázar (ALDAYA, F. Los mantos alpujárrides al Sur de Sierra Nevada. Tesis Univ. de Granada. 1969.). 6. BRAGA, J. C., MARTIN, J. y ALCALÁ, B. Coral reefs in coarse-terrigenous sedimentary environments (upper Tortonian, Granada Basin, soutern Spain). En: Sedimentary Geology, 66. 1990. pp. 135-150.


interior se localizaron algunos dientes de pequeños roedores y un cráneo junto a algunas vértebras de una nueva especie bautizada como protolophiomys ibericus7 fechada hacia el Mioceno medio-superior, que indica que esta zona estaba ocupada por arbolado disperso de carácter árido. Por otro lado, la disposición de la sedimentación marina en la plataforma continental8 parece indicar que estas zonas estaban rodeadas de sedimentación profunda, lo que avalaría la hipótesis insular del yacimiento. Al norte, el valle de los Guájares y el corredor de las Alpujarras9 , registraron sedimentación marina que evolucionó, desde facies continentales en la base del Serravalliense a condiciones marinas durante el resto del Mioceno hasta el Tortoniense medio-superior10 y que indica que la posición de la costa en ese momen-

to se localizaba en las estribaciones de las Alpujarras11 . Esta situación cambió radicalmente hace aproximadamente 5,8 millones de años, cuando el empuje de la placa Africana sobre la Ibérica produjo el cierre del Mediterráneo occidental. Este hecho, unido al levantamiento de los Cárpatos y al consiguiente aislamiento por el este, determinó que el mar Mediterráneo se transformara, durante este periodo, en una inmensa salina costera, muy similar a lo que hoy es el mar Muerto12 . Unos cien mil años después, se volvería a abrir uno de los estrechos, inundando y construyendo el actual mediterráneo. Sin embargo, el levantamiento que sufre la zona de la costa de Granada, dejó aislados a los mares interiores, que evolucionan hacia la continentalización.

7. AGUILAR, J.P. y THALER, L. Protolophiomys ibericus nov. gen., nov. sp. (Mammalia, Rodentia) du Miocène supérieur (Sud de l´Espagne). En: C.R. Acad. Sc. Paris, t. 304, Serie II, nº 14. 1987. 8. PÉREZ BELZUZ, F. Geología del margen y cuenca del mar de Alborán durante el Plio-Cuaternario: sedimentación y tectónica. Tesis Univ. de Barcelona. 1999. 9. ESTÉVEZ, A. et alii. El Neógeno del Valle de los Guájares (Cordillera Bética, Granada). En: Mediterránea Ser. Geol., nº 4. 1985. pp. 33-54. 10. SANZ de GALDEANO, C., RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, J. y LÓPEZ GARRIDO, A. C. Tectonosedimentary evolution of the Alpujarran corridor (Betic Cordilleras, Spain). En: Giornale di Geologia, ser. 3º, vol 48/1-2. 1988. pp. 85-90. 11. BRAGA, J.C., MARTIN, J.M. y QUESADA, C. Patterns and average rates of late Neogene-Recent uplift of the Betic Cordillera, SE Spain. En: Geomorphology 50. 2002. pp. 3-26. 12. HSU, K. The mediterranean was a desert. En: Princeton University Press. 1983.

Las calcarenitas tortonienses se localizan hoy a más de 1100 metros de altitud en la Sierra de los Guajares. Otros fósiles de corales, lamelibranquios y erizos indican el origen marino de la sedimentación miocena en la cercanía de la población de los Guájares.


EL GUADALFEO Y SUS CAÑONES SUBMARINOS El Plioceno se inicia así con una nueva subida del nivel del mar que inunda la costa pero que no progresa hacia el interior, dando origen a una topografía general similar a la actual. Los valles interiores (Guájares y Alpujarra), anteriormente ocupados por mares, pasan a ser depresiones de carácter fluvial y lacustre. Asistimos en este momento a una importante actividad tectónica que elevó muchos de los relieves costeros (Sierra de Lújar y de los Guájares) y del interior de las Béticas bajo un calentamiento generalizado del clima. Los trabajos realizados en los últimos años en la plataforma continental adyacente al delta del Guadalfeo, han detectado la presencia de diferentes cuerpos sedimentarios pliocenos y cuaternarios13 cuyo funcionamiento se encuentra asociado al río, indicando, por tanto, que la instauración del régimen fluvial data de este mismo momento y, con él, la apertura del cañón del Tajo de los Vados. De arriba a abajo:

Los trabajos realizados en la plataforma continental adyacente al delta del Guadalfeo, han detectado la presencia de diferentes cuerpos sedimentarios pliocenos y cuaternarios cuyo funcionamiento se encuentra asociado al río, indicando, que la instauración del régimen fluvial data de este mismo momento y, con él, la apertura del cañón del Tajo de los Vados. Los depósitos fluviales al pie de los relieves se han sucedido en cada uno de los momentos cálidos siguientes a las glaciaciones, formando depósitos encostrados a los que damos el nombre local de tablones Durante los periodos cálidos se construyen además grandes acumulaciones de travertinos como los de Vélez de Benaudalla. Estos se forman por la precipitación en las surgencias del carbonato cálcico contenido en el agua subterránea. La datación de estos depósitos ha arrojado diferentes edades comprendidas en los intervalos 120.000, 75.000 y 5.000 años.

TABLONES Y TRAVERTINOS CUATERNARIOS El fin del Plioceno y el comienzo del Cuaternario vienen marcados por la presencia de una fuerte inestabilidad climática, definida por una sucesión de oscilaciones en las que se alternan periodos fríos con otros cálidos (interglaciares e interestadiales). A este hecho se une el levantamiento generalizado de los relieves que acumulan importantes coberteras sedimentarias desarrolladas en el periodo anterior. Así, el pliocuaternario se caracteriza por la movilización de estos materiales y su transporte hacia el pie de los relieves, conformando grandes conos que bordean las principales sierras béticas. Este proceso, que se repetirá en cada uno de los momentos cálidos siguientes a las glaciaciones, dará lugar a la formación de depósitos encostrados a los que damos el nombre local de Tablones.

13. PÉREZ BELZUZ, F. Op.cit. 1999.


Un hecho ligado a la variabilidad climática fue el cambio de la posición de la costa. Durante los periodos fríos, el descenso del nivel del mar llegó a alcanzar los 120 metros por debajo de su posición actual hace tan sólo 18.000 años El descenso del nivel del mar en la última glaciación debió producir la exposición de la llanura litoral que se extendería del orden de 4 Km. hacia el sur, hasta el actual límite de plataforma continental.

Durante los periodos cálidos se construyen además grandes acumulaciones de travertinos como los de Vélez de Benaudalla. Los travertinos se forman por precipitación del carbonato cálcico contenido en el agua subterránea que circula por rocas carbonatadas, como las de la Sierra de Lújar. La datación de estos depósitos por el método U238 / T232 ha arrojado diferentes edades comprendidas en los intervalos 120.000, 75.000 y 5.000 años14 , coincidentes con interglaciares e interestadiales, todos ellos momentos en que la bonanza climática permitió la infiltración de importantes cantidades de agua de lluvia y deshielo. Un hecho ligado a la variabilidad climática fue el cambio de la posición de la costa. Durante los periodos fríos, el descenso del nivel del mar llegó a alcanzar los 120 metros por debajo de su posición actual hace tan sólo 18.000 años15 . Este descenso debió producir la exposición de la llanura litoral que se extendería del orden de 4 Km. hacia el sur, hasta el actual límite de plataforma continental, bordeando la actual costa y construyendo un pasillo que sortearía los actuales relieves costeros. Posiblemente, estas zonas debieron de ser ocupadas por el hombre, si bien estos indicios, de existir, deben de encontrase bajo algunas decenas de metros de sedimentación.

A nivel botánico se produce una migración desde el norte hacia el sur de Europa debido a que las especies arbóreas y arbustivas no pueden sobrevivir en entornos glaciares o periglaciares donde el suelo está sujeto a fenómenos de congelación. En la costa mediterránea, este frío se traduce en una importante aridez y xerofitismo, de tal modo que las especies forestales sobrevivieron en microclimas favorables en las cadenas montañosas como Sierra Nevada16 y Segura-Cazorla17 , así como en algunas áreas próximas al mar18 desde donde, en las fases de mejoría climática, se produjo la recolonización de las zonas septentrionales. La llegada de estas nuevas especies sustentadas en el cambio drástico de las condiciones climáticas pone fin al dominio de la vegetación subtropical pliocena. Los registros de polen fósil de la última glaciación en el litoral murciano-almeriense recogen la presencia de poblaciones de pinos, encinas y robles junto a coscojares con palmito, acebuchares y matorrales ibero-norteafricanos de cornical y arto19 , muy similares, por tanto, a la vegetación actual de nuestra comarca. Los registros de paleopolen de Roquetas de Mar20 indican que al final de la glaciación, la costa de Almería se caracterizó por la presencia de bos-

14. HENTZSCH, B. 230 Th/234 U-Datierrungen an spanischen travertinen. En: Geologisches Institut der Universitaet zu Koeln Sonderveroeffentlichungen, numner 76. 1990. 15. SIDALL et al. Sea-level fluctuations during the last glacial cycle. En: Nature, 423. 2003. pp. 853-858. 16. PONS, A. y REILLE, M. The Holocene an upper Pleistocene pollen record from Padul (Granada, Spain). A new study. En: Paleog., Paleoclim., Paleoecol., 35. 1988. pp. 145-214. 17. CARRIÓN, J.S. Patterns and processes of Late Quaternary environmental change in a montane region of southwestern Europe. En: Quaternary Sciencie Reviews 21. 2002. pp. 2047-2066. 18. BENETT et al. Quaternary refugia of north european trees. En: Journ. of Biogeography 18. 1991. pp. 103-115. 19. CARRIÓN, J. S. Sobresaltos en el bosque mediterráneo; incidencia de las perturbaciones observables en una escala paleoecológica. En: Rev. Ecosistemas, nº 3. 2003. 20. YLL, E. J. et al. Análisis polínico de una secuencia holocénica en Roquetas de Mar (Almería). En: Symposium de Palinología. Trabajos de palinología básica y aplicada. Univ. de Valencia. 1994. pp. 165-174.


De arriba a abajo:

Porcentaje de polen de bosques caducifolios y tasas de cambio de estos bosques en El Padul para los últimos 15000 años (M. Reille). En los últimos 18.000 años las poblaciones de Pinus y Quercus se han ido alternando en función de las oscilaciones climáticas. El alcornoque se hace dominante tras la finalización del periodo glaciar.

ques termófilos y mesófilos con la presencia de Quercus y Olea en las elevaciones medias y Quercus caducifolios en las elevaciones más altas. Hace entre 18000 y 15000 años tuvo lugar un progresivo enfriamiento que provocó la disminución de estas poblaciones en beneficio de otras especies como Pinus. No obstante, el endurecimiento de las condiciones esteparias que se imponen en torno a los 11000 años BP, determinan que estos sean cada vez más escasos, dando lugar a un proceso generalizado de pérdida de vegetación y la consiguiente movilización del suelo a través de la erosión que queda reflejada en los importantes depósitos sedimentarios localizados en los tramos bajos y deltas de los ríos.

EL HOLOCENO: LA CONSTRUCCIÓN DEL PAISAJE RECIENTE Con la llegada del Holoceno, hace 10.000 años, las condiciones climáticas se atemperaron y se produjo de nuevo la llegada de especies arbóreas como el olivo y los bosques mesófilos, que 1000 años más tarde, son acompañadas por vegetación hidrófila ligada a un clima cada vez más húmedo. Las buenas condiciones climáticas permiten la implantación de masas de vegetación densas y una notable cubrición del suelo que tienen como consecuencia el descenso notable en las tasas de erosión. En el Padúl, se pone de manifiesto una temprana llegada de bosques termófilos hace 15000 años (Quercus ilex y suber junto a Pistacia) interrumpido por un periodo frio que alcanza hasta los 11.500 años y un retroceso forestal entre 9750 y 9250 años. A partir de aquí se hace dominante el alcornoque21 que domina hasta hace 7000 años cuando se produce la expansión de las condiciones xéricas, el retroceso de los Quercus y Olea, la sustitución de Quercus cf. faginea por Q. Cf. rotundifolia y el dominio de especies esteparias y Pinus que alcanza su máximo en el 4500 BP con el establecimiento de condiciones áridas y semiáridas y con un notable incremento de las tasas de erosión que prosiguen hasta la actualidad.

21. Pons, A. Y Reille, M. Op.cit. 1988.


Desde este momento queda documentada la importante influencia de la acción del hombre a través, esencialmente, del fuego y de la presión ganadera22 y que se constata mediante la sustitución brusca de Quercus cf rotundifolia por Pinus cf halepensis en el periodo comprendido entre 3500 y 1000 años BP. En resumen podemos concluir que durante los periodos glaciares e interglaciares se ha producido una alternancia entre los bosques abiertos de escasa cobertura y carácter estepario formado por coníferas xerófilas, frente a los bosques densos de frondosas y coníferas hidrófilas que dominan en los interglaciares cálidos23 . En nuestro entorno, las poblaciones de Pinus y otros géneros esteparios como Artemisa, se han alternado con los bosques de Quercus y Olea, junto a una potente cubierta de matorral en función de las condiciones climáticas imperantes en cada momento, hasta la aparición del hombre, cuya acción sobre los bosques rompe esta dinámica a través del uso del fuego24 . La geografía de la primera mitad del Holoceno esta controlada por el rápido ascenso del nivel del mar como consecuencia del deshielo, que asciende del orden de 120 metros en los últimos 12.000 años. Las grandes llanuras litorales se vieron inundadas y transformadas en marismas y estuarios hasta alcanzar su posición más alta, hacia el 6500 BP, cuando tiene lugar el máximo eustático holoceno25 . Para este momento, la desembocadura del Guadalfeo se localizaba unos 4 Km. al norte de su posición actual26 . Estos datos junto a las evidencias geológicas, permiten recrear la llanura litoral actual como una gran marisma donde se entremezclaban zonas emergidas ocupadas por abundante vegetación junto a canales navegables y áreas de tierra firme donde existieron asentamientos neolíticos y posteriormente púnicos y romanos. El cauce del río

Guadalfeo debió conformar una ensenada marítima de forma triangular con vértices en las proximidades de la desaparecida alquería de Pataura, Peñón de Salobreña y Puerto de Motril. Otros importantes brazos marinos se adentraron hasta un kilómetro tierra adentro en posiciones que hoy ocupan las ramblas de Puntalón y los Álamos junto a la ciudad de Motril. De este modo, las márgenes del Guadalfeo y el sector oriental de la vega conformaron zonas emergidas desde el neolítico. A partir del máximo eustático holoceno, el nivel del mar comienza a descender progresivamente y la antigua ensenada y las marismas se consolidan como zonas emergidas. Fuera de la influencia del delta, las cosas son bastante distintas. Hacia levante, la morfología dominante, a tenor de las descripciones existentes, nos muestra una banda estrecha arenosa adosada a las estribaciones de la Sierra del Jaral. Así lo indica la descripción realizada por Gómez de Rada en 151027 :

22. DUPRÉ et al. Evolution and palaeoenvironmental conditions of an interfan area in eastern Spain (Navarrés, Valencia). En: Italian Journal of Quaternary Sciencies 11. 1998. pp. 97-105. CARRIÓN, J. S. Op.cit. 2003. 23. BLANCO, E. et al. Los bosques ibéricos. 1997. 24. CARRIÓN, J.S. Op. cit. 2003. 25. HERNÁNDEZ MOLINA et al. Late Pleistocene-Holocene sediments on the Spanisch continental shelves: Model for very high resolution sequence stratigraphy. En: Marine Geology, 120. 1994. pp. 129-174. 26. HOFFMANN, G. Holazänstratigraphie und küstenlinienverlagerung and der andalusischen mittelmeerküste (Tesis Doctoral). 1988. 27. MALPICA CUELLO, A. Medio Físico y poblamiento en el delta del río Guadalfeo. Salobreña y su territorio en época medieval. 1996.

Un momento de la secuencia de construcción del delta del Guadalfeo en los últimos 6000 años (basado en Hoffmann, 1988)


Y en estas veynte e çinco leguas no ay otros lugares de cristianos sy no Torrox e Nerja e Almuñecar e Solobreña e Motril e Adra e todos son lugares en que ay pocos vecinos ni los puede aver por ser la tierra estrecha, sy no Motril Se trata de una franja inestable cuyo desarrollo se encuentra ligado al equilibrio entre las aportaciones de sedimentos procedentes de las cercanas ramblas de Puntalón y Villanueva y las salidas canalizadas a través del cañón submarino de la playa de la Joya. Dos datos históricos parecen avalar esta hipótesis. En primer lugar los asentamientos habitados que se localizan en sus márgenes, como es el caso de Paterna, en época romana (yacimiento del Maraute) así como su posterior ocupación islámica (Batarna). En segundo lugar, su utilización como salinas al menos desde el siglo XVI, que muestra tanto su cercanía al mar como su posición infrayacente a él. Por el contrario, la gran llanura litoral de Carchuna-Calahonda tiene un origen bien distinto. De acuerdo con Lario28 , su formación se debe al adosamiento de sucesivos cordones litorales sobre el relieve del cabo Sacratif alimentados por sedimentos procedentes del este (rio Adra y Ramblas de Albuñol y Gualchos). A través de dataciones isotópicas y análisis geomorfológico, este autor distingue tres fases de construcción reconocidas anteriormente en otras zonas del mediterráneo. La más antigua de ellas y más cercana al cabo se conformó en el periodo comprendido entre los 4400 y 2700 años BP; la siguiente entre 2400 y 700 años BP y la tercera y última en los últimos 500 años.

De arriba a abajo:

El tramo de costa entre la Rambla de Villanueva y el Cabo Sacratif ha sido históricamente una franja inestable de playa. La localización de los asentamientos humanos, en sus extremos, y su uso salinero así lo confirman. La gran llanura litoral de CarchunaCalahonda debe su origen al adosamiento de sucesivos cordones litorales sobre el relieve del cabo Sacratif, creciendo desde oeste a este.

Los restos arqueológicos e históricos existentes corroboran esta hipótesis. Así, el Farillo de Calahonda se localiza en el tramo más reciente de la costa cuyo crecimiento lo ha dejado plenamente integrado tierra adentro. Al norte, tanto el alfar romano del Cortijo de las Ánforas como la torre musulmana de la Cueva Bigotes se localizan sobre el límite de la

última unidad sedimentaria y, por tanto, cerca de donde se localizaba la antigua línea de costa. Finalmente, la cantera de extracción de piedras de molino aparecida en las cercanías del camping y sobre la rompiente, explotaba rocas cuya antigüedad es cercana a los 2400 años por lo que pudo ser abierta a partir de la colonización romana.

28. LARIO, J., ZAZO, C. y GOY, J.L. Fases de progradación y evolución morfosedimentaria de la flecha litoral de Calahonda (Granada) durante el Holoceno. En: Estudios Geológicos, 55. 1999. pp. 247-250.


La cantera de piedras de Molino de Carchuna se localiza sobre playas fósiles de 2400 años de antigüedad.

LA ERA DE LAS CIVILIZACIONES En base al polen, las variedades de conchas marinas29 utilizadas como alimento y los restos vegetales procedentes de su dieta encontrados en los diferentes yacimientos de la costa, podemos deducir que el clima osciló desde condiciones frías durante el epipaleolítico (IX a VI milenio a.C.), templadas hacia el neolítico antiguo y medio (VI a III milenio a.C.), y finalmente cálidas durante el neolítico reciente y calcolítico. A escala general estos cambios se corresponden con los periodos climáticos boreal, atlántico y subboreal donde se producen oscilaciones desde condiciones frías y húmedas hasta secas y cálidas, con casi 2º C sobre el clima actual. Durante la prehistoria hasta la edad del bronce, la actividad humana sobre el territorio fue limitada, dando lugar a aclareo del bosque con fines ganaderos, agrícolas y madereros (construcción y combustible), para posteriormente

intensificarse debido al inicio de la metalurgia con la consiguiente acción sobre el relieve y el bosque. A partir del 2500 BP el clima se hace bastante irregular aunque algo más húmedo. Es el periodo subatlántico, que se extiende hasta la actualidad. La presencia íbera, púnica y romana debió profundizar en esta estrategia de ocupación de las llanuras y laderas con fines agrícolas y mineros. Los asentamientos calcolíticos son reutilizados sucesivamente por las civilizaciones posteriores conformando ciudades que perdurarán desde ese momento hasta la actualidad. Es el caso de Salobreña y Almuñecar, Selambina y Sexi, en cuyo sustrato arqueológico se encuentran vestigios continuados de todos estos periodos. La vega, especialmente la parte oriental, menos propensa a las inundaciones y encharcamientos, sigue siendo utilizada como ya lo hizo durante el neolítico a tenor de los restos de cerámica recogidos en diferentes sondeos 30 y en los hallazgos de la playa de las Azucenas.

29. PELLICER CATALÁN, M. Aproximación a la historia de Salobreña. 1993. 30. HOFFMAN, G. Op. cit. 1988.


La transformación del territorio durante este periodo debió ser algo más intensa. La presencia de factorías de salazones y el abastecimiento a las ciudades obligaron a construir acueductos como el de Almuñecar y vías de comunicación terrestres. El comercio determinó la explotación mineral, con evidencias en las estribaciones de la Sierra de Lújar, el cultivo de la vid y el olivo y la extracción de arcillas para las alfarerías de Molvízar, Matagallares, Cortijo Chacón, Torrenueva (Paterna) y Calahonda. El episodio que abarca desde 2100 BP. hasta 1600 BP. es especialmente templado y se le denomina “Periodo cálido romano”. El paisaje debió ser de laderas cercanas a las villae ocupadas por cultivos de olivo, cereales y vid, con bosquetes aclarados de pinus y quercus y por un espeso bosque mediterráneo en las zonas más altas. Entre los siglos IV y IX se produce en la costa un fenómeno que los historiadores han definido como “hábitats de altura”. Se trata del desplazamiento de la población desde las zonas costeras hacia las áreas altas de las sierras litorales, donde construyen enclaves frecuentemente fortificados. Como han apuntado diferentes investigadores31 , este proceso estuvo influenciado por la quiebra del sistema romano y la consiguiente inestabilidad que afecta a la región y que se traduce en un aumento de la inseguridad. La ocupación de las zonas altas necesitó de la tala del monte y la roturación del suelo. La intrusión de la ganadería debió ser más importante y, por tanto, la deforestación afectó de modo más directo a las zonas altas. A partir del siglo X la estabilidad de la nueva situación administrativa y militar, así como la bonanza climática, permite la ocupación de nuevo de los enclaves costeros y fluviales dando origen a la primera gran transformación del territorio, sustentado en la implantación de técnicas de irrigación y abancalamiento de laderas. Los deltas fueron ocupados por la caña de azúcar que desplazó la vegetación palustre. Al Razi en el siglo X, nos habla ya del cultivo de la caña de azúcar, cominos y árboles en la vega del Guadalfeo, lo que indica que se ha producido el saneamiento de tierras bajas para su cultivo, afectando al paisaje charcustre preexistente. El manejo del agua fue crucial para la transformación del delta del Guadalfeo en la Vega de Motril-Salobreña mediante la desecación de los humedales (Charca de Vinuesa).

La actividad minera está constatada al menos desde el siglo XI, cuando se menciona la existencia en la zona de un importante yacimiento minero (Abû Ubayd al-Bakrî). Se trata de minas de atutía en una alquería llamada Batarna y que corresponde con la mineralización de cinc del Cerro del Toro, donde aparecen indicios de explotación minera desde el calcolítico hasta la etapa altomedieval32 .

31. MALPICA CUELLO, A. La costa de Granada en la Edad Media. Poblamiento y territorio. 1994. 32. GÓMEZ BECERRA, A. El Maraute (Motril). Un asentamiento medieval en la costa de Granada. 1992.


En los siglos siguientes (XII y XIII) Yaqût habla de la presencia de platanales, caña de azúcar y castañares. La presencia de castaño y comino hay que encuadrarla dentro de las nuevas condiciones climáticas imperantes entre los siglos XI al XIII. Se trata del episodio cálido bajomedieval caracterizado por temperaturas frescas y una elevada pluviosidad, requerimientos necesarios para los cultivos señalados. Hay que reseñar que tanto la introducción y auge de la caña de azúcar como su posterior declinar se encuentran íntimamente relacionados con la evolución de las temperaturas entre los siglos X al XVIII y, concretamente, con el periodo

cálido que permitió su introducción y la llegada de la Pequeña Edad Glacial que acompaño a la crisis del cultivo. Es obvio que la ciudad de Motril estuvo ligada al desarrollo del cultivo de la caña de azúcar en el delta del Guadalfeo y a la disponibilidad de tierras que lo posibilitasen. La primera vez que aparece citado el enclave de Motril es en el siglo XIV aunque refiriéndose a episodios del siglo XII (Mutril, Mutrayil; Ibn Simmak); no obstante, en esta misma época no es mencionado por Al-Idrisi, dilatándose la primera referencia clara a 1323. En este momen-


final del siglo, inicia la explotación intensiva de la caña de azúcar con fines de exportación, transformando el paisaje de la vega.

La actividad minera está constatada al menos desde el siglo XI, cuando se menciona la existencia en la zona de un importante yacimiento minero (Abû Ubayd al-Bakrî). Se trata de minas de atutía en una alquería llamada Batarna y que corresponde con la mineralización de cinc del Cerro del Toro, donde aparecen indicios de explotación minera desde el calcolítico hasta la etapa altomedieval

La llegada de los castellanos supone la ruptura definitiva del paisaje. En el siglo XVI se extiende el cultivo del olivo y el de la vid, rompiendo para ello tierras de monte ocupadas por robles en los Guájares, Molvízar, Salobreña y afectando, posiblemente, a la zona del Tajo de los Vados. Se describe la presencia de dehesas en el monte y bosque galería de álamos en el río. La vega de Motril posee en ese momento del orden de 23.476 marjales cultivables34 . La acentuación del cultivo de la caña de azúcar conduce a la tala de los bosques cercanos para el aprovisionamiento de combustible y a la roza continuada del monte bajo, cuando el primero ha desaparecido, llegando a consumir más de 3000 carretadas de monte bajo por año en cada uno de los ingenios azucareros. La tala sistemática sumada a las duras condiciones climáticas de los siglos XVI al XVIII (Pequeña Edad Glacial) determina que los ecosistemas de bosque desaparezcan o se vean gravemente afectados35 diezmando a la fauna y alterando sus fuentes de alimentación. Así lo recoge el acta capitular de 22 de octubre 1528 donde se acuerda pagar 200 maravedíes por cada lobo que se mate en el término municipal de Motril puesto que “había muchos lobos… que hacen mucho daño”36 . La situación se hace tan crítica que en 1673 sólo pudieron funcionar tres de los cinco ingenios de azúcar existentes en Motril por falta de combustible37 .

La introducción y auge de la caña de azúcar, así como su posterior declinar, se encuentran íntimamente relacionados con la evolución de las temperaturas entre los siglos X al XVIII y, concretamente, con el periodo cálido que permitió su introducción y la llegada de la Pequeña Edad Glacial que acompaño a la crisis del cultivo.

to, su posición alejada del río Guadalfeo debió ser una ventaja competitiva frente a otras alquerías como Pataura (frente a la actual Lobres) afectada por inundaciones y fiebres ligadas a las zonas pantanosas creadas por la dinámica torrencial del río y la retirada de la línea costera, mientras que Salobreña, cabecera urbana y comercial de la zona, empezó a perder protagonismo por la pérdida de navegabilidad del río y por las condiciones ambientales de su entorno33 . A partir del siglo XV se inician las alteraciones del paisaje de las que es hija la realidad actual. El río Guadalfeo ha completado prácticamente su delta, situándose el mar al pie de Salobreña. La dinastía nazarí, que desaparece al

Simón de Rojas38 cuantifica que en 1779 la vega contaba con casi 60.000 marjales, de los que 30.000 se encuentran inutilizados por el río u ocupados por aneales. Se trata de una su-

33. MALPICA, A. Op. cit. 1996. 34. PIÑAR, J. y JIMÉNEZ, M. Motril y el azúcar. Del

paisaje industrial al patrimonio tecnológico (1845-1995). Col. Ingenio, nº 5. 1996. 35. MANRIQUE, E. y FERNÁNDEZ, A. Evolución fitoclimática de los últimos siglos en España a partir de reconstrucciones dendroclimáticas. En: Invest. Agr.: Sist. Recurs. For. Fuera de Serie nº1. 1991. 36. ESCAÑUELA CUENCA, E. El Concejo de Motril durante los primeros años de dominación cristiana. 1988. 37. MALPICA, A. Op. cit. 1994. 38. ROJAS CLEMENTE y RUBIO, S. Memoria sobre el cultivo y cosecha del algodón en general y con aplicación a España, particularmente a Motril. 1818.


perficie similar a la existente a principios del siglo XVI cuyas zonas incultas se concentran en el entorno del cauce del río Guadalfeo, su desembocadura, que a finales del XVIII superaba los 500 metros, y su extensión hacia la actual playa de Poniente de Motril, como muestra la cartografía de mediados del siglo XVIII. Es a partir de este momento cuando parece que el proceso de transformación del delta en vega se acelera, cuantificándose a finales de este siglo del orden de 3000 nuevos marjales transformados39 mediante la técnica de las aguas sucias o entarquinado. En 1787 Manuel de Moñino describe la conexión definitiva del peñón de Salobreña con tierra firme debido al aluviamiento del río. La crisis cañera que afecta a la zona a partir de este siglo encuentra, sin embargo, un nuevo relevo en la roza del monte y la deforestación: la minería del plomo en la Sierra de Lújar a cuyos hornos se destinan, incluso, moreros y olivos de la zona de Orgiva40 . A todo ello se une un nuevo factor de cambio en el paisaje: la epidemia de filoxera de 1880 que produce la sustitución de la vid por el almendro y el despoblamiento de las zonas rurales con destino esencialmente a Motril o a la emigración americana. El río Guadalfeo continúa su dinámica torrencial destruyendo la población de Pataura el 5 de enero de 1821. Para mediados del siglo XIX la superficie cultivada en la vega del Guadalfeo se aproxima a los 40.000 marjales41 . Respecto de las sierras litorales y su fauna, diferentes autores muestran su evolución a partir del siglo XVI. Diego Hurtado de Mendoza42 y Mármol Carvajal43 así como otros documentos44 describen las serranías de la Contraviesa y Lújar en el siglo XVI como tierras de grandes encinares, lentisco espino, adelfares, romerales, palmitos y alcornocales, donde abundan lobos, gatos monteses y ciervos. Para

el siguiente siglo se aprecia una roturación importante, abundando el monte bajo que se roza para los hornos de los ingenios azucareros en las laderas de la Sierra de Lújar, Gualchos y Pico del Águila, así como la tala de robles, chaparros, encinas, quejigos, pinos, algarrobos, álamos y chopos con destino a las plantaciones de viñas en la zona de los Guájares45 . A mediados del siglo XVIII, Fernández Navarrete46 describe la presencia en nuestra costa de lobos marinos y marsopas, el avistamiento de ballenas y la existencia de gatos monteses como podencos en el Pico del Águila de Gualchos. A principios del XIX las sierras circundantes aún mantenían una importante masa vegetal. Simón de Rojas47 describe la Sierra de Lújar como seca y pelada, si bien muestra la existencia de encinas, barbaijas y madroños, algún mostajo y Acer, quejigos y majoletos. Madoz48 y posteriormente Pedro Tros de Ilarduya49 citan la presencia en las sierras de Cázulas y Lújar de lobos, ca-

PIÑAR SAMOS, J. y GIMÉNEZ YANGUAS, M. Op. cit. 1996. PÉREZ de PERCEVAL VERDE, M.A. Fundidores, Mineros y Comerciantes. La metalurgia de Sierra de Gádor (1820-1850). 1985. PIÑAR SAMOS, J. y GIMÉNEZ YANGUAS, M. Op. cit. 1996. HURTADO DE MENDOZA, D. Guerra de Granada (Edición reproducida de la de 1842 de Juan Oliveres Editor). 1991. MÁRMOL CARVAJAL, L. Historia de la rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada. En: Historiadores de sucesos particulares, t.I, EDic. B.A.E., t. XXI. 1942. 44. MALPICA, A. Op. cit. 1994. 45. MALPICA, A. Op. cit. 1996. 46. FERNÁNDEZ NAVARRETE, F. Suelo y Cielo Granadino. 1732. Ed. De Antonio Gil Albarracín, 1997. 47. ROJAS CLEMENTE y RUBIO, S. Op. cit. 1818. 48. MADOZ, P. Diccionario Geografico-Estadistico de España y posesiones de Ultramar. 1845-50. 49. TROS DE ILARDUYA, P. Geografía física del partido y término municipal de Motril. 1899. 39. 40. 41. 42. 43.

La tala sistemática sumada a las duras condiciones climáticas de los siglos XVI al XVIII (Pequeña Edad Glacial) determina que los ecosistemas de bosque desaparezcan o se vean gravemente afectados.


bras monteses, linces y gatos monteses entre otros. También se indica el uso agrícola de las estribaciones de Motril y Salobreña así como la inexistencia de leña en sus inmediaciones. Podemos concluir así, que entre los siglos XV y XIX tiene lugar la construcción de la vega del Guadalfeo mediante la transformación antrópica de su delta. La colmatación de las zonas encharcadas y los brazos muertos del río debido a la introducción de aluviones y rellenos junto a la protección del cauce principal son los principales responsables de la transformación del espacio. Las sierras litorales son progresivamente roturadas para dar entrada a los cultivos de secano (vid, almendro, olivo) y abastecer de leña a las fábricas de azúcar, sufriendo finalmente el embate de la minería. La historia del siglo XX es la de la destrucción definitiva de los paisajes culturales, esos grandes archivos del tiempo donde se almacena, en sus formas y elementos, la información de los sucesos acaecidos a lo largo de milenios. Los movimientos de tierra, la urbanización salvaje, la transfor mación del territorio indiscriminada hacen desaparecer una información valiosa de forma irreversible. El paisaje cultural del azúcar en el Guadalfeo, con más de 1000 años de historia, es uno de los elementos patrimoniales de mayor relevancia de Andalucía. Este patrimonio de los motrileños que ha ido pasando a través de las generaciones, está desapareciendo ante nuestros ojos impasibles, precisamente cuando los niveles de riqueza y cultura son más altos que nunca en nuestro país, y cuando la preservación de nuestro pasado, no sólo es un imperativo moral, sino que también es una oportunidad económica. La historia ya nos está juzgando por ello.

En 1787 Manuel de Moñino describe la conexión definitiva del Peñón de Salobreña con tierra firma debido al aluviamiento del río Guadalfeo.



MOTRIL, GEOGRÁFICAMENTE JOSÉ MIGUEL FERNÁNDEZ ÁLVAREZ


Al

referirse a Motril con expresiones geográficas generalmente se acude a simplificaciones, como la Costa Tropical, la vega del Guadalfeo o la solana de Sierra Nevada. Estos estereotipos, utilizados en ocasiones con valor promocional, hacen referencia sólo a una parte de la Geografía Física del término municipal de Motril. Motril se localiza en la zona sureste de la Península Ibérica1 , en la base litoral de la provincia granadina, volcado al Mar Mediterráneo, acogiendo los puntos más al sur de la provincia de Granada: el Cabo Sacratif y la Punta de Calahonda (36º 41’ N). Esta posición litoral y meridional es una de las claves principales que definen este territorio. Con una disposición horizontal, el término de Motril se extiende entre dos líneas casi paralelas que limitan y determinan el medio físico: por el norte las estribaciones montañosas últimas del Sistema Penibético y, por el sur, el mar Mediterráneo. Ambas unidades geográficas, junto a la localización sur, determinan que su templanza en las temperaturas sea el carácter más significativo del clima motrileño. Ese rasgo que permite nombrar al territorio como Costa Tropical sin, apenas, faltar a la verdad. Cuantitativamente el término de Motril es una extensión de 108 km2, con una línea de costa de 18 km de longitud y una topografía diferenciada en dos zonas: una interior, montañosa, que


Las técnicas ortográficas permiten construir imágenes de gran realismo a partir de distintas fotografías. En la imagen se aprecia la estructura orográfica del territorio, el curso final del río Guadalfeo, la extensión de los distintos núcleos de población, el puerto de Motril, las escasas masas arbóreas, los invernaderos…



llega a alcanzar los 1.000 metros de altura; y unas planicies en la zona costera, con una ligera pendiente hacia el mar y una altitud media de 30 metros. Un territorio, el de Motril, que siguiendo criterios geográficos se extiende más allá de su término municipal. Los límites administrativos están perfectamente fijados, el Mediterráneo cierra por el sur, al este está el término de Gualchos, al norte los términos de Lújar y Vélez Benaudalla, mientras que por el oeste se extiende el término de Salobreña. Esta división administrativa deja fuera de Motril el río Guadalfeo. Sin embargo, geográfica e históricamente, el paisaje y la morfología del territorio motrileño están indisolublemente unidos al río, único curso de agua superficial constante que desemboca al mar en la provincia de Granada. También, alimentado por las aguas subálveas del río, en el subsuelo de la vega, existe un acuífero vital para los ecosistemas y la agricultura de la zona que es, igualmente, una unidad Imagen elaborada a partir del Atlas de Andalucía, I.C.A. 1998. Se ha resaltado la divisoria con los otros municipios y los diferentes usos del suelo dentro del término.

1. 2.

geográfica que excede los límites del término de Motril. El otro hito geográfico que estructura el término son las elevaciones montañosas que forman una orla por el norte y lo dividen a nivel interno. Las líneas de cumbres de la Sierra del Jaral o de la Sierra de Lújar forman un conjunto montañoso en el que dominan las cumbres de escasa altitud; pero que, en contraposición con la planicie dominante en el resto del territorio, tienen un elevado impacto paisajístico, semejando las paredes de un cráter. La línea de cumbres de esta orla montañosa sí que viene a coincidir con los límites norte y este del término de Motril. Por el contrario, la planicie aluvial donde se asienta la ciudad de Motril vuelve a ser un espacio compartido con el término de Salobreña donde no existe ningún elemento geográfico que constituya un límite nítido2. Citar, por último, la uniformidad climática de Motril con el conjunto de la Costa Granadi-

Las localización precisa de la ciudad de Motril sobre el globo terrestre son 36º 45‘ N y 3º 30’ W. El río Guadalfeo no lo es, porque su cauce no coincide con la divisoria entre los términos.


De izquierda a derecha:

Montañas localizadas en el vértice NO del término municipal. Pertenece a la Sierra de Escalate, en su arranque hacia el este desde la garganta del Tajo de los Vados. Responde al tipo de elevaciones dominante en la zona: escasa altitud, formas alomadas, plegamientos… en este caso concreto litología caliza.

na, incluido en la variedad climática denominada Mediterráneo Subtropical3 . La templanza en las temperaturas propias de cualquier zona litoral se ve acentuada en el conjunto de la Costa Granadina con el doble parapeto que frente a los vientos fríos del norte suponen las elevaciones de Sierra Nevada y las serranías en el norte de los municipios costeros.

Al estar en las estribaciones de la cordillera, formando parte de las sierras menores en contacto con el Mediterráneo, las elevaciones del municipio son de escasa altitud, a pesar de que las máximas alturas de dicha cordillera se encuentran a tan sólo 35 km. de distancia lineal, en las cumbres de Sierra Nevada, que son también las máximas elevaciones peninsulares.

Todo lo expuesto nos obliga, en este análisis geográfico de Motril y su territorio, a salirnos en numerosas ocasiones de los límites que el mapa con la división administrativa señala para Motril. La descripción de este territorio nos hace “entrar” con frecuencia en el término de Salobreña, término con el que Motril comparte el clima, la orla montañosa, la planicie, el acuífero, la vega y el curso final, desembocadura y delta del río Guadalfeo.

La orografía del territorio concentra las elevaciones en su zona norte, formando una corona montañosa. De oeste a este los montes motrileños arrancan desde el Tajo de los Vados, dejando atrás la Sierra del Chaparral en el término de Salobreña. La primera es la Sierra de Escalate, que se extiende hacia el noreste estando su máximo altitudinal ya en el término de Vélez Benaudalla, a 657 metros. Siguiendo hacia el este aparecen: la Sierra del Jaral, la Sierra de Lújar y la Sierra de Carchuna. Serranías que se continúan hacia el este por el término de Gualchos y Lújar hasta encontrase con la Sierra de la Contraviesa.

MORFOLOGÍA DEL RELIEVE: PLANICIES Y CERROS Motril se encuentra en la parte central del Sistema Penibético, la Bética en sentido estricto, formando parte del complejo Alpujárride4 . Pese a ello la altitud media del término es muy escasa: sólo 39 metros. La presencia del delta del Guadalfeo, con una altitud de 10 m., la existencia de dos llanuras, y la escasa altitud de la mayor parte de las montañas del término, son los responsables de la escasa altitud.

Todas estas serranías componen una orla semicircular, limitando el territorio estudiado por su parte norte y este. La altitud aumenta en dirección noreste, de forma que, visto desde el mar, Motril aparece cercado por una línea de cumbres que alcanza el máximo en el Cerro Alto a 1.004 m. en la Sierra del Jaral, en el vértice N/E, limítrofe con los términos de Vélez Benaudalla y Lújar. Son cumbres que responden al modelo de relieves alomados caracterís-

Según la clasificación climática andaluza del profesor Capel Molina. Existen tres complejos diferenciados en la Bética: el Nevado-Filábride, Maláguide y Alpujárride. Forman parte del complejo Alpujárride principalmente las sierras de Lújar, Contraviesa, Gádor, Baza y La Almijara. 3. 4.

Cerro Gordo. Una de las cumbres más representativas, formando parte (junto con el Cerro del Toro) del skyline de la ciudad de Motril. Pero, esta vez, visto desde una posición no convencional: desde el norte. Sigue el modelo de escasa altitud, formas suaves y escasa pendiente en las laderas.


De arriba a abajo:

En primer plano las colinas de Minasierra, esas colinas que rodean el núcleo de Motril por el oeste. Colinas abancaladas y puestas en cultivo desde siglos atrás, primero cubiertas de viñas, en la actualidad con frutales subtropicales. Planicie de Motril-Salobreña. En la imagen se muestra la llanura del Guadalfeo en su mitad occidental, cerrada al fondo por la línea de playa, a la izquierda los cerros de Magalite y a la derecha la población de Salobreña. El cauce del río atravesando los cultivos, como si fuera una acequia de riego. La fotografía está tomada desde las lomas de Espartinas en el término municipal de Salobreña.

tico del sistema Bético: escasa altitud y ausencia de aristas o fuertes pendientes salvo en el caso de los tajos, Tajo de los Vados, y los acantilados que llegan al mar, Cabo Sacratif. Una manifestación de ese carácter alomado de las elevaciones del término es la propia toponimia. Las dos cumbres a espaldas del núcleo urbano de Motril, que forman parte del horizonte al norte de la ciudad, tienen por nombre: Cerro Gordo (529 m.) y Cerro del Toro (318 m.), mientras el Cerro Vázquez (337 m.) separa los núcleos de Torrenueva y Carchuna. Cerro es el nombre más repetido para designar elevaciones del término, además de los ya nombrados existen también el Cerro Molinero, Cerro del Gallo o Cerro de la Monja. Son

elevaciones aisladas de forma alomada y con alturas inferiores a las de montes o montañas, con valores que en su mayoría están por debajo de los 500 metros. Incluso alturas de mayor importancia, como las del Conjunto (832 m.), cuya línea de cumbres cierra Motril por el este, presentan una silueta ondulada, de sucesión de cerros o lomas. Partiendo de la orla montañosa que circunda Motril, dentro del término existen otros dos conjuntos de cumbres, ramales de las sierras del perímetro. Bordeando el núcleo urbano de Motril, por el oeste, están los cerros hasta el siglo XIX conocidos como Magalite, más nombrados hoy como Minasierra. Son un conjunto de pequeñas lomas de escasa altitud, con elevaciones entre los 300 y los 400 metros, limitadas: al oeste por el cauce del Guadalfeo; al sur por la vega y al este por el cauce de la rambla de las Brujas5 ; ascendiendo hacia el norte, hasta llegar al desaparecido poblado de Pataura, junto al río. Formando parte de las elevaciones que cierra el término por el este, otro ramal de lomas se separa en dirección S/O, coronando los Llanos de Carchuna y separando las ensenadas de Motril-Salobreña y la de CarchunaCalahonda, la altitud de estas cumbres apenas supera los 300 metros, sin embargo constituye una divisoria entre dos ámbitos diferenciados en el territorio, las dos planicies. De norte a sur, igual que toda la serranía de la zona, está línea va perdiendo altitud. Desde los 400 metros en el anejo de La Garnatilla, donde tiene su arranque hasta los 337 m. del mencionado Cerro Vázquez, en el paraje conocido como Morros de la Esparragona, última elevación que sale al mar por los acantilados de Sacratif. El conjunto de cerros y lomas delimitan y son también el origen de las dos planicies existentes dentro del término de Motril; planicies responsables de la escasa altitud media. Las elevaciones montañosas, muy accesibles a la acción erosiva de las corrientes de agua, sufrieron una erosión que generó los sedimentos que forman la mayor parte de los materiales aluviales que, en la actualidad, conforman

5. Donde la Rambla de las Brujas “aflora”, puesto que en buena parte de su recorrido está embovedada y oculta a la vista.


la llanura sedimentaria que se extiende a ambos lados del Guadalfeo, así como la de Carchuna.

UNA EVOLUCIÓN GEOLÓGICA QUE SE CONVIERTE EN EVOLUCIÓN ANTRÓPICA

De oeste a este, la primera de las llanuras es la atravesada por el Guadalfeo, 40 km2 de superficie divididos entre Salobreña y Motril. La parte más extensa de esta llanura corresponde con el extremo oeste, la desembocadura y delta del Guadalfeo que forma un cabo romo que se adentra en el mar. Es el punto de máxima anchura de la planicie, alcanzando los 5,5 kilómetros entre el mar y el Tajo de los Vados. Su máxima extensión longitudinal está en sentido oesteeste, desde el Peñón de Salobreña hasta los cerros a espaldas de Puntalón, 10 km. El mencionado núcleo de Puntalón y el de Motril están ubicados en la parte más al norte de la planicie, pero ya en la zona menos ancha. Conforme la llanura avanza hacia el este, al irse alejando del río, va estrechándose; estando el mar apenas a 2 kilómetros de los dos núcleos de población descritos, mientras está a sólo 500 metros en el punto más al oeste, en el anejo de Torrenueva. En el interior de esta llanura no existe ninguna elevación, aunque igual que toda la zona, conforme se avanza hacia el norte se incrementa la altitud, aunque con escasa pendiente.

Los rasgos principales del relieve andaluz, por tanto también del motrileño, tienen su origen en el plegamiento Alpino de la Era Terciaria. Aun así su morfología ha sido profundamente modificada en tiempos más recientes, ya en la Era Cuaternaria, tanto por las alteraciones eustásicas del nivel del mar, como por una fortísima erosión antrópica. Estos dinamismos son los responsables de la pérdida de materiales en las montañas y la consecuente acumulación de sedimentos en lo que hoy son planicies y antes fueron zonas sumergidas.

La segunda llanura, los Llanos de Carchuna, se localiza en el pequeño circo que forma la Sierra de Carchuna, con el mar al sur. La carretera N-340 atraviesa en su parte central esta pequeña llanura, totalmente plana, recorriendo tan sólo 4 kilómetros de un extremo a otro, aunque la línea de costa al presentar ondulaciones, incluso un pequeño cabo en Calahonda, tiene una longitud de 5,5 kilómetros. Su anchura es muy escasa, solo 1 kilómetro, por lo que su superficie total apenas alcanza los 4,5 km2. La motrileña, como toda la costa mediterránea andaluza, forma una ribera del mar protegida por la montaña, una ribera estrecha formada por acantilados salvo en las zonas deltaicas. Pero si ampliamos la escala de observación y el mapa sólo nos muestra la porción de costa del término de Motril, la relación se invierte, el litoral nos aparece dominado en su mayor extensión por las ensenadas formadas por las dos planicies descritas, que ocupan la casi totalidad del litoral, salvo el Cabo Sacratif, la playita de la Joya asociada a él y la punta de Calahonda.

Vamos a dar unas pinceladas descriptivas a grandes rasgos de la evolución geológica que ha dado lugar a la morfología actual que acabamos de describir. Las formas del relieve son consecuencia de una evolución geológica que a través de movimientos orogénicos, plegamientos, ha ido modelando el territorio. En esta zona podemos apreciar con nitidez como, además de los plegamientos, se han producido otras alteraciones del paisaje, a través de la erosión, de la evolución de la cobertura vegetal, de la acción del hombre... La gestación de la zona comenzó en el Paleozoico antiguo, con el depósito de materiales, predominantemente arcillosos-cuarzosos, en una cuenca oceánica. También transcurrió en el Paleozoico antiguo el plegamiento Herciniano6 , que tuvo como consecuencia una primera emersión de materiales en la zona posteriormente ocupada por Sierra Nevada. Durante la era Primera se continuó con el depósito de materiales, esta vez calizos, en el geosinclinal alpino cubierto por el Mar de Tetis7 . El espesor de los materiales acumulados llegó a los 3000 y 4000 metros, igual altitud alcanzada al emerger por los empujes alpinos. Es todavía en la Era Secundaria, a partir del Triásico, cuando comienzan a producirse las

6. Origen de la unidad central de la Península Ibérica: el macizo hespérico, la actual Meseta. 7. Océano que separaba los dos paleocontinentes de Gondwana y Laurasia.


primeras fases del conjunto de la Orogenia Alpina, que daría las líneas maestras del relieve de todo el conjunto de la Penibética; aunque luego modificadas hasta presentar el paisaje actual, fruto de la erosión y sedimentación iniciadas durante el Neógeno. La Orogenia Alpina fue la responsable del levantamiento de los materiales acumulados de los tres complejos que componen el Sistema Bético: Nevado-Filábride, Alpujárride y Maláguide. Las elevaciones motrileñas forman parte del complejo alpujárride, con estructura en forma de mantos de corrimiento. Al estar superpuesto sobre el núcleo Nevado-Filábride los estratos más profundos presentan materiales cuarcíticos antiguos, y en los externos afloran materiales calizos y metamórficos. En la actual Era Cuaternaria el suceso fundamental son las variaciones climáticas provocadas por la alternancia de períodos glaciares e interglaciares que provocarían movimientos eustásicos del nivel del mar, de forma que la

línea de costa osciló al norte y al sur de la línea actual. La erosión y depósitos arrastrados por la red hidrográfica también tendrían un papel determinante en la conformación del paisaje. La etapa última de la evolución geológica del territorio de Motril fue la formación de las llanuras litorales que se produjo en la fase última del Cuaternario, en el Holoceno, tras el fin de las glaciaciones, en tiempos ya históricos. Entre las personas más mayores está difundida la idea de que sus antepasados llegaron a conocer una línea de playa en la que el Mediterráneo llegaba hasta el cerro de la Virgen de la Cabeza. Idea popular que no es totalmente errónea. El mecanismo de formación de las dos planicies es el de acumulación de derrubios y sedimentos al funcionar como cauces de salida al mar de las lluvias vertidas sobre la cara sur de las Béticas. Para conocer cuando se ha producido la formación de ambas planicies es fundamental la aportación de G. Hoffmann8 . Sus investigaciones muestran que estas llanadas son


terrenos muy recientes, formadas en tiempos ya definidos en escala humana. La aparición de estas llanuras de carácter aluvial está datada a partir de la fase neolítica, en torno al 6.000 a.C. Las aportaciones de sedimentos del río Guadalfeo en forma de avenidas (gravas de gran tamaño, piedras, arenas gruesas) o en forma de flujo constante de aguas «sucias» (limos y arenas arcillosas muy finas), fueron las responsables de la acumulación de materiales cuaternarios en la zona estudiada. Pero, aunque las Llanos de Carchuna y la llanura del Guadalfeo tienen en común el ser llanuras litorales sedimentarias de muy reciente formación y el estar formadas por acumulación de depósitos aluviales, el proceso de construcción de una y otra está diferenciado. La más extensa se generó por la acumulación de sedimentos aportados por el río Guadalfeo, for-

mando un delta que inicialmente no llegaba más allá de la garganta del Tajo de los Vados hasta la altura del núcleo de Pataura ( VI milenio a.C.) delta que posteriormente se fue ampliando hacia el sur. Esta acumulación contó también con sedimentos transportados por las ramblas de las Brujas, de los Álamos y de Puntalón. En el caso de Carchuna, la orografía determina una menor entidad de las cuencas de recepción de los cursos de agua que aportan sedimentos, tanto es así que en la actualidad ninguno es estable, sólo existen los cauces de las ramblas del Rejón y de Vizcarra. El origen de la acumulación de materiales que dio lugar a la ensenada hay que buscarlo en las aportaciones de arenas y sedimentos de origen aluvial arrastrados por las corrientes litorales, materiales igualmente provenientes de los aportes de la erosión de las serranías del entorno9 .

8. Trabajo de G. Hoffmann sobre la evolución de la costa mediterránea andaluza, publicado por la universidad de Bremen (1988). 9. Aunque existen fenómenos contemporáneos que prueban también la importancia de las ramblas y las avenidas esporádicas

Panorámica de la planicie del Guadalfeo al este de Minasierra, por tanto el río queda fuera del campo de visión. Tomada desde las colinas del Maraute, en Torrenueva, la fotografía muestra la vega, la porción de costa en la que se encuentra el puerto y la línea de cumbres de sierra Almijara que cierra la llanura por el oeste.


La progresiva acumulación de materiales erosionados en ambas ensenadas hizo que estas fueran colmatando, creciendo hacia el sur las llanadas. Para mediados del primer milenio a.C. cuando estas costas ya estaban siendo recorridas por los navegantes fenicios estas planicies ya estaban consolidadas. Su tamaño era todavía reducido, con apenas unos 500 metros de anchura desde las elevaciones hasta el mar. La línea de costa se iniciaba justo por encima del promontorio de la actual ciudad de Salobreña, continuaba por un ya definido delta del río, luego seguía paralela a la línea de cumbres a esos ya citados 500 m. de los montes. En el caso de la llanura de Carchuna su crecimiento en este período fue más rápido, alcanzando una profundidad de hasta 1 kilómetro y llegando incluso al extremo actual de los Llanos de Carchuna en su vertiente oriental.

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La imagen muestra una porción del Mapa general de los pueblos, montes y sus principales árboles y extensiones, justicias, guardas que las custodian, vecindarios, matriculados, y embarcaciones que comprenden la provincia de Motril: según la inspección del año 1761 (Espelius). Curiosamente el Guadalfeo aparece en él identificado como “Velecillo”. De cuando existían bosques…

En los dos últimos milenios se produce la expansión de las llanuras hacia el sur, alejando la línea de costa de las montañas. Posteriormente se completó la colmatación y desecación de las llanuras. Son ahora los textos escritos y la cartografía histórica los que nos aportan pruebas de esa última fase de la evolución geológica del territorio y nos informan de la importancia de un nuevo agente geológico que hace ahora su aparición: el hombre, especialmente a partir de la Edad Moderna. La implantación de la caña de azúcar como monocultivo, tras el paso a soberanía castellana del territorio, y la consecuente necesidad de leña para los ingenios azucareros hizo que, a finales del siglo XVII, casi todo el monte había sido talado10 . No sólo para su empleo como leña, sino por el incremento de las necesidades de madera para la construcción naval. Esta actuación antrópica multiplicó exponencialmente la capacidad erosiva de los cursos de agua y el arrastre de materiales

hasta las planicies, las tierras de los montes puestas al descubierto fueron arrancadas por las lluvias torrenciales y bajaron a la costa. La cartografía histórica a partir del siglo XVI muestra la desembocadura del río, no como un cauce único, sino que se desgaja en diversos ramales de salida al mar entrecruzados unos con otros, sin que ninguno destaque como principal. En los mapas del siglo XVIII11 : la playa aparece distanciada de la ciudad de Motril 1,5 kilómetros frente a los 2 actuales, la ensenada es mayor que la actual y aparece nombrada como “bahía”, las zonas junto a las desembocaduras del río se muestran encharcadas, tanto por la forma de presentarlas gráficamente, como por las denominaciones de “aneares” o “terrenos valdíos y carrizales”, con las que aparecen nombradas en los mapas. Otro mapa, fechado en 1789, que muestra la vecina playa de Salobreña recoge la siguiente leyenda: Las avenidas del río y rambla aumentan considerablemente la playa, pues hace poco tiempo que el peñón estaba islado 12 .

como generadoras de deltas importantes: las lluvias torrenciales de Octubre de 1973 que provocaron riadas y la ampliación del delta de la rambla de La Rábita 200 metros mar adentro. 10. En los textos de Encarnación Escañuela y en los de Manuel Domínguez se recogen cómo se detallaban, en las reuniones del cabildo local, el reparto y las disputas por las rozas de leña de los montes del municipios, así como la existencia de 6 y 7 ingenios en funcionamiento en el Motril de los siglos XVI y XVII, ingenios que demandaban ingentes carretadas de leña para su funcionamiento. 11. Los mapas de la zona que aportan más información son de 1722 y 1700, procedentes del Archivo General de Simancas (LII45, LII-44(1722), XXX-74 y del Instituto Cartográfico Andaluz ref. 89-001775 (1700). 12. Esta anotación no sólo hace referencia a la relación entre avenidas y sedimentación de las planicies, sino que concede igual importancia a las del río, como a las de las ramblas. Además el término “islado” hace referencia a los tiempos antiguos en que el peñón de Salobreña constituía una isla. Mapa perteneciente al Instituto Cartográfico Andaluz, ref. 88-000040. 13. Una vara castellana = 0,835 metros 14. Igual pérdida de aportes de arenas sufría la playa de las Azucenas. Pero un ejemplo más de la actuación antrópica: la ampliación del puerto de Motril ha eliminado esta playa.


Llegados al siglo XIX una obra enciclopédica, el Diccionario de Madoz, nos aporta información de cómo se sigue produciendo la extensión hacia el sur de las planicies. Madoz da una distancia de la ciudad de Motril al mar de 2.062 varas castellanas, es decir, unos 1.752 metros13 . Es un valor a medio cambio entre el que presentan los mapas del siglo anterior y la distancia actual, es decir el proceso de crecimiento de la planicie se ha continuado hasta épocas muy recientes. Madoz incide también en la evolución de la planicie desde una anterior ensenada hasta la actual vega. En el artículo dedicado a Salobreña, hablando del terreno del término situado a orillas del mar podemos leer: Este espacio, que antes formaba ensenadas con las aguas del mar, se ha metido en cultivo por retirarse aquellas, a consecuencia de las inundaciones del Guadalfeo.

Suárez). A la vez, las obras de ingeniería se convierten en agentes fundamentales: el encauzamiento del Guadalfeo y de parte de las ramblas, la construcción y ampliación del puerto de Motril, la construcción de la presa de Rules, la construcción de espigones… son actuaciones que modifican los arrastres y depósitos de sedimentos; así como las corrientes marinas litorales, apareciendo, como consecuencia, zonas con líneas de costa en regresión, caso de Torrenueva14 , mientras otras se consolidan, caso de Carchuna-Calahonda. ¿Y si nos salimos de la escala local y nos vamos a la escala planetaria? Las incógnitas aumentan ¿Cómo afectará al territorio de Motril el calentamiento global y la subida del nivel de los océanos causada por el deshielo de los casquetes polares?

La cartografía del siglo XX, del año 1940, muestra como el proceso de colmatación y desecación no está completado: aparece el pago de El Jaul al oeste del puerto, atravesado por el camino Patria, como zona encharcada.

LITOLOGÍA Y EDAFOLOGÍA: ROCAS Y SUELOS

Pero el proceso evolutivo nunca está cerrado y el incremento exponencial de la capacidad de actuación del hombre en las últimas décadas está condicionando la evolución de las planicies y de la línea de costa. Hoy cambian los objetivos y los modos de actuación, de un interés feroz por desecar las zonas húmedas y transformarlas en tierras de cultivo, aparecen intereses conservacionistas y de protección de los ecosistemas de estos humedales (Charca de

Por la evolución geológica de la zona los materiales predominantes en la mayor parte de la superficie son materiales cuaternarios provenientes de la erosión y sedimentación. Pero al estructurarse el territorio en dos unidades diferenciadas: cerros y planicies, los tipos de rocas y suelos presentes en ellos también están diferenciadas. En la parte montañosa dominan las rocas metamórficas de esquistos y filitas, aunque en las sierras más occidentales aparecen las clá-

Carchuna, su línea de costa y los llanos cubiertos de plástico. La fotografía muestra la punta de Calahonda y está tomada desde el faro Sacratif, los dos puntos más al sur del término y de la provincia. Un paisaje antrópico al 100 %.


sicas rocas sedimentarias calcáreas de las béticas: dolomías, calizas y mármoles, presentes en el Tajo de los Vados. Mientras, en las planicies, los materiales dominantes son postorogénicos, material detrítico indiferenciado procedente del acumulo de derrubios de la erosión15 , así como limos y arcillas en menor medida. Cuando las llanuras llegan hasta el mar, en las zonas de costa, se acumulan gravas y arenas de playa. En cuanto a los tipos de suelos, podemos distinguir varias porciones de territorio con unos suelos diferenciados. De nuevo esta distinción edáfica está vinculada a la del relieve. Aparecen como dominantes de la mayor parte de la superficie de los términos dos tipos concretos: suelos fluvisoles calcáreos y suelos pardomeridionales. Los fluvisoles ocupan las dos planicies definidas, mientras los pardomediterráneos cubren las serranías. Estos pardomediterráneos cuentan en su composición con aportes secundarios de carbonato cálcico, otras denominaciones de estos suelos serían las de regosoles y cambisoles eútricos, y luvisoles crómicos. Otros suelos aflorados en la zona son los litosoles, ocupan una escasa extensión en las elevaciones del norte. En estas áreas se producen afloramientos de la roca madre, muy expuestas a la erosión. Muy parecido al anterior es un cuarto tipo de suelo que ocupa una mínima cantidad de superficie junto al curso del río y presenta elevados niveles superficiales de calizas: suelos pardocalizos superficiales. Estos suelos que hemos diferenciado tienen distintos potenciales agrícolas, siendo el que mejores condiciones aporta el suelo de fluvisoles calcáreos de la vega. Esto, unido a su morfología plana y a las posibilidades de riego, ha hecho de esta zona la tradicionalmente agrícola.

UN CLIMA CÁLIDO CON ESCASAS PRECIPITACIONES: ARIDEZ La posición tan al sur de la comarca, así como la disposición de su relieve que no obstaculiza la insolación, junto con su situación bordeada por las Cordilleras Béticas, determinan un régimen climático muy específico. El conjunto de la Costa Granadina forma la gran solana de las Béticas. El hecho de que las montañas tengan un recorrido paralelo a la línea


de costa hace que toda la costa comprendida entre Adra y Gibraltar pertenezca al clima mediterráneo subtropical, definido por temperaturas medias anuales entre 17 y 19ºC, un verano caluroso por encima de 25ºC y el invierno más cálido de toda la península, con el mes más frío con temperaturas medias en torno a 12ºC. En cuanto a las precipitaciones, este clima mediterráneo subtropical oscila entre los 400 y 900 mm. anuales16 . Motril no sólo se incluye en la zona geográfica a la que se otorga la denominación de mediterráneo subtropical, sino que a rasgos generales su clima cumple todas las características que definen esta variedad climática. En cuanto a las temperaturas, el microclima motrileño es especialmente benigno. Sin embargo, dentro de los subtropicales su localización tan oriental dentro de Andalucía determina unos muy bajos niveles y una fuerte irregularidad en las precipitaciones. La benignidad general del clima se acentúa por la cercana presencia de las máximas elevaciones de la Bética que actúan como pantalla evitando la llegada de los fríos invernales del Norte. A esto se une la proximidad de un mar atravesado por corrientes cálidas: el mar de Alborán situado frente a la costa granadina. Tanto uno como otro factor son responsables de la calidez del microclima de Motril, superior a las de las zonas que lo circundan. La suavidad de las temperaturas hace que podamos hablar de la ausencia de invierno climatológico17 . Los valores medios de temperaturas y precipitaciones mensuales y anuales son la referencia para caracterizar un clima. En el caso particular de Motril los valores medios publicados en los estudios que se recogen en la bibliografía pueden oscilar, según el período de

estudio, o la estación de recogida de datos. Tomaremos como base el conjunto de datos de clima facilitados por el Instituto Nacional de Meteorología correspondientes al período 1961-1994, aunque también haremos mención a los datos aportados por otros estudios18 . La temperatura media anual (TMA) para el período citado es de 18,7ºC. La amplitud térmica, la diferencia entre el mes más cálido y el más frío, es tan baja como corresponde a cualquier zona litoral, 13,1ºC. El mes más frío es enero, con una temperatura media de 12,9ºC; mientras la temperatura mínima no llega a los 0ºC. Esa ausencia de heladas invernales es el rasgo definidor del clima local para el desarrollo de las actividades humanas19 . Agosto es el mes más cálido con una media de 26ºC y con una temperatura máxima de 31ºC. En cuanto a las precipitaciones, Motril presenta una escasez hídrica, con tan sólo 60 días de lluvia al año y precipitaciones anuales escasas, con un valor medio anual de 379 litros/ m2. El total de precipitaciones anuales es escaso, de forma que, siguiendo la clasificación climática de Koppen, el clima de la zona se incluye en el grupo de los climas secos, no tan extremo como para ser considerado desértico pero sí “estepario caluroso (BSH)”. Además de la escasez del total de precipitaciones los datos muestran una segunda característica: una gran irregularidad interanual y estacional. En cuanto a la distribución anual de las precipitaciones, son más de 300 los días de cada año sin ninguna precipitación; además, los meses centrales del año, correspondientes al verano, apenas si registran precipitaciones (no llegan a alcanzar el valor 0 como en otras áreas de la región)20 . Los meses que concentran los

15. Estos estratos formados por acumulación de derrubios son visibles sin necesidad de realizar perforaciones, en las sacas de gravas y arenas que se hacen de los mismos en parcelas a ambos lados del cauce del Guadalfeo en su tramo final. 16. Los rasgos generales y la clasificación climática del conjunto territorial andaluz se pueden consultar en la aportación del profesor CAPEL MOLINA a la Geografía de Andalucía. Tartessos, 1987. 17. Se habla de ausencia de invierno climatológico cuando no hay ningún mes con temperatura media inferior a 10ºC. 18. La definición geográfica de clima es “condiciones medias del tiempo en un lugar determinado y durante un largo período de tiempo (> treinta años)” J.B. WHITTOW Diccionario de geografía física. En el caso de la Costa Granadina hay una falta de suficientes estaciones meteorológicas para la recogida de datos. Así, distintos autores y publicaciones, dan distintos valores medios para Motril y el vecino municipio de Salobreña: J. FRONTANA (1988), D. A. LÓPEZ (1986), R. MACHADO (1982), Geografía de Andalucía (1990). La causa fundamental de las diferencias es la irregularidad de los valores interanuales y los distintos períodos de recogida de datos. 19. Tanto es así que a nivel local, entre los agricultores, el concepto de helada no está asociado a temperaturas bajo 0ºC, sino a valores por bajo de 10ºC. Excepcionalmente D. A. LÓPEZ detalla en su obra un mínimo absoluto de 0ºC en enero de 1971. 20. La precipitación media de julio y agosto es de 1,2 y 1,0 litros respectivamente.

En página anterior (de arriba a abajo):

Esquistos, filitas, rocas metamorfizadas, paisaje montañoso de formas alomadas. En la imagen se ve como la línea de cumbres en la zona del anejo de la Gorgoracha avanza hacia el este hasta enlazar con la sierra de la Contraviesa. Tajo vertical, pared lateral de la rambla de Escalate. Calizas y dolomías tajadas por las corrientes de agua, corrientes de agua que arrastran y acumulan grandes rocas en el lecho de la rambla. Cantos rodados, arenas, limos. Acumulados en los piedemontes forman conglomerados en los cauces de las ramblas.


valores máximos de precipitaciones son los invernales, con totales superiores a los 50 litros/ m2 en diciembre y enero, y una concentración del 40 % de los días de lluvia de todo el año. Existe un segundo máximo en las estaciones equinocciales, primavera y otoño, llegando a los 42 litros en abril y 44 en octubre. Destacar que en numerosas ocasiones las precipitaciones toman la forma de lluvias torrenciales vinculadas a fenómenos de gota fría, como en el conjunto del levante y el sudeste peninsular y que, históricamente, tuvieron como consecuencia: defunciones, destrucción de los campos de cultivo y de las poblaciones, a causa de las avenidas desbordantes de cauces de ramblas y río21 .

Diagrama ombrotérmico de Motril con los valores medios mensuales correspondientes al periodo 19611964, estación meteorológica GR04 (en la coordenadas 03º31´17´´W ; 36º45´10´´N, altitud 40 m.). Se aprecian fácilmente unas temperaturas muy suaves (TMA 18,7 º) con una baja amplitud térmica y un invierno muy templado. Las precipitaciones tiene un valor anual bajo (379,2 mm.) y un reparto muy desequilibrado, un estiaje muy acusado (julio y agosto, 1,2 y 1 litro, respectivamente), el mes con el máximo de precipitaciones es enero (con 56 litros) y otros dos máximos de en primavera y otoño (medias mensuales por encima de 50 litros). El gráfico nos muestra como durante 5 meses los valores de las precipitaciones están por debajo de las temperaturas, es decir hay cinco meses áridos (índice de aridez de Gaussen T en ºC= 2P en mm.).

A pesar de ello, la sequía estival, característica de todo el ámbito mediterráneo, es aquí muy aguda. La unión de las temperaturas máximas con los mínimos de aportes de agua por las precipitaciones provoca una exagerada aridez y falta hídrica durante la mitad del año, que han de ser compensadas con el riego. Un indicador cuantitativo de esta sequía estival es el índice de Thornwaite, este indicador nos informa de que para compensar la potencial pérdida hídrica por evaporación y transpiración de las plantas, en función del desequilibrio de lluvias y temperaturas, habría que aportar 150 litros/m2 por riego en los meses de julio y agosto. La falta de suficientes estaciones meteorológicas nos impide entrar en más detalle diferenciando microclimas dentro del territorio municipal. Sin embargo, los datos de los estudios de Frontana y Machado nos muestran como, conforme se avanza hacia el este disminuye el total 21. Por citar algunas de estas lluvias torrenciales que causaron desbordamientos en el siglo XX: las de octubre de 1924, en diciembre del 45, septiembre del 50 o las de octubre del 73.

de precipitaciones: el Cabo Sacratif da el mínimo (374,5 mm.), mientras Salobreña da el máximo (según Machado 500 mm., según Frontana 449 mm.). Un valor medio es el de Motril (unos 400 mm. según López Fernández). Éste es un hecho lógico, puesto que hacia el este se encuentra el clima mediterráneo subdesértico, y en todo el litoral andaluz las precipitaciones descienden conforme nos vamos alejando del área del Estrecho de Gibraltar. Sin embargo, el rasgo más destacable es la total ausencia de regularidad interanual en las precipitaciones. Si repasamos los datos de precipitaciones año a año se aprecia una gran variación entre lo valores de cada año. Frontana


Sorprendente image del cabo Sacratif cubierto de nieve. Una fecha singular: 27 de enero de 2005. El faro de Sacratif es la divisoria entre las dos planicies. Junto con la bahía de Calahonda, los dos únicos puntos del término municipal donde las sierras “caen” al mar. En las dependencias del faro se encuentra una de las estaciones meteorológicas más antigua de la zona.

maneja las cifras de la estaciones de Cabo Sacratif y de Salobreña entre 1946 y 1975. Para Salobreña la serie incluye 5 años con valores superiores a 600 litros, 13 años comprendidos entre 400 y 600 litros, 10 años entre 200 y 400 litros, y el mínimo lo da el año de 1950 donde no se superaron los 200 litros. En la estación del Cabo Sacratif ningún año supera los 600 litros, 10 años con valores entre 400 y 600 litros, 16 años estuvieron entre 200 y 400 litros y en 1953 y 1974 no se alcanzaron los 200 litros.

años en los que no se alcanzaron los 400 litros. Por contra el año de 1976 las precipitaciones dan el máximo, alcanzando los 900 litros, es decir, casi doblando el valor medio anual.

La irregularidad es patente en ambos casos. Tomando la misma evolución para con las cifras de López Fernández para Motril; en el período más reducido y reciente de 1970 a 1985, hubo 9

Hasta ahora hemos analizado el clima de la zona considerándola de un modo uniforme, pero los microclimas específicos varían en función de la altitud y la orientación del relieve. Si

Estas enormes variaciones en las precipitaciones no son exclusivas de la zona, sino que los años de máximos pluviométricos están asociados a las mencionadas lluvias torrenciales en situaciones de «gota fría» que afectan al conjunto del sudeste peninsular.


acudimos a una clasificación bioclimática22 , que también toma en cuenta las variaciones climáticas por pisos altitudinales, el conjunto del territorio se incluye en la región biogeográfica Mediterránea, en el piso Termomediterráneo. Pero mientras las planicies y zonas a menor altitud se incluyen en el ombroclima seco, con precipitaciones inferiores a 600 mm. anuales, las cotas más elevadas que alcanzan una mayor pluviometría se incluyen en el ombroclima subhúmedo (entre 600 y 1.000 mm.). En los máximos altitudinales del perímetro montañoso, en la cercana Sierra del Chaparral, el Conjuro o en Sierra de Lújar hay también un incremento de las precipitaciones por la orografía y la orientación hacia las masas húmedas del Atlántico, de forma que el mapa pluviométrico muestra isoyetas de 800 litros anuales para las cumbres. Siguiendo este criterio biogeográfico es interesante señalar la existencia de criptoprecipitaciones, precipitaciones ocultas, vinculadas a los aportes de agua de la humedad ambiental. Esto sucede en las cumbres montañosas donde se produce la condensación de las neblinas provenientes del mar, permitiendo la existencia de formaciones arbóreas23 . Con este último párrafo se entiende porqué cuando nos hemos referido a los aportes de agua hemos empleado las más de las veces el término precipitaciones, en vez de lluvias. La elección no es casual, aunque en su mayor porcentaje las precipitaciones en la zona son de agua en estado líquido, lluvias, no lo son en su totalidad. Habría que citar también las precipitaciones que se producen de forma puntual de agua en estado sólido como consecuencia de la condensación en cotas altas, produciéndose granizadas, con funestas consecuencias para la agricultura y más excepcionalmente aún, precipitaciones en forma de nieve, como ocurrió en

la mañana del 27 de enero de 2005, fecha histórica en que la nieve llegó a la orilla del mar. Dentro de esta categoría de fenómenos geográficos excepcionales que implican terribles consecuencias materiales, pero a la vez van cargados de espectáculo visual se incluirían también las situaciones ciclónicas con temporales, fuertes vientos y grandes olas que tienen un carácter destructivo, más aún en el caso de situaciones excepcionales como el surgimiento de los dos tornados que recorrieron las playas de Calahonda-Carchuna en 200124 .

LA HIDROGRAFÍA EN EL ORIGEN DEL TERRITORIO Hidrográficamente, el Guadalfeo es el elemento clave en el territorio de la costa granadina, compartido entre Salobreña y Motril, tan compartido que según el profesor Terés ya en los textos árabes recibía la denominación tanto de “río de Salobreña” como de “río de Motril”25 . Posteriormente, en el siglo XVI, el cronista Luis del Mármol Carvajal vuelve a referirse al Guadalfeo como “río de Motril”26 . En cuanto a la formación del territorio, ya vimos como el río ha sido un agente más en la construcción de la línea de costa y del paisaje de planicies. Por tanto, a pesar de que en su curso final y desembocadura el cauce del Guadalfeo discurre paralelo a la linde oeste del término motrileño, pero fuera del término, el Guadalfeo es un río motrileño. Además del Guadalfeo el único curso de agua de la zona, aunque fuera del término, que recibe la denominación de río es el de la Toba, último afluente constante, aunque en algunos mapas aparece como un curso de agua intermitente27 . Pero no podemos centrar el análisis hidrográfico

22. RIVAS-MARTINEZ, S. Pisos biclimaticos de España en Lazaroa nº 5. págs. 33-42, 1983. 23. Estas precipitaciones ocultas permiten la existencia de espacies arbóreas con mayores necesidades hídricas en localizaciones

montañosas muy próximos, como los alcornocales de Lújar o del Haza del Lino. 24. Temporal de origen ciclónico de importancia sería el de mayo de 2004 que afectó a las obras de ampliación del puerto de Motril. Sobre el otro fenómeno excepcional, los tornados, puede localizarse información en RAM, Revista de Aficionados a la Meteorología, http://www.meteored.com/. 25. Recogido tanto por A. MALPICA como por Mª D. RODRÍGUEZ GÓMEZ en las obras que se citan en bibliografía. Donde hay disparidad es en la etimología del actual topónimo de Guadalfeo, mientras Elías Terés hace proceder el nombre del árabe “río de la quebrada”, Malpica da el significado en árabe de “río del puerto”. 26. Así se recoge en su Historia de la rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada. 27. El río de la Toba proviene del término municipal de los Guájares, entronca con el Guadalfeo en el vértice norte del término de Salobreña. En los mapas 1/50.000 del Instituto Geográfico y de Cartografía militar, aparece como un flujo de agua constante. En el 1/25.000 del I. G. sólo aparece como un flujo discontinuo.


en exclusiva en el río Guadalfeo, puesto que a pesar de ser el único curso constante de la zona, es tan sólo uno más de una gran cantidad de cursos de agua, aunque el resto sean intermitentes. Además de la existencia de dos acuíferos, gigantescos depósitos de aguas subterráneas: el de Motril-Salobreña y el de Carchuna. En la cartografía topográfica a gran escala de la zona, 1/25.000, se aprecia fácilmente el cauce del río Guadalfeo entre los términos de Salobreña y Motril, pero en la misma cartografía se aprecia la existencia de una gran cantidad de cursos que forman una tupida red de drenaje. La mayor parte de estos cauces que normalmente no portan agua, salvo cuando se producen lluvias torrenciales, vierten directamente al mar, aunque la rambla Cañizares o la de Molvízar son afluentes del Guadalfeo28 . La disposición del relieve es la responsable del tipo de red hidrográfica aquí existente. Tanto el cauce del Guadalfeo como los del conjunto de ramblas están determinados por la orografía del terreno, funcionando como una compleja red de escorrentía de las precipitaciones que caen en la vertiente sur de las serranías del perímetro montañoso de Motril. La localización de las cumbres en los bordes de los llanos en contacto con el mar y la inclinación del terreno de norte a sur hace que todas las aguas vertidas por las precipitaciones fluyan hacia el mar. Este relieve, con la existencia del eje de elevaciones transversal que culmina en el Cabo Sacratif, y que separa las planicies de SalobreñaMotril y los Llanos de Carchuna, determina que podamos hablar de dos microcuencas hidrográficas: una Motril-Salobreña y otra Carchuna-Calahonda. En el caso del delta del Guadalfeo, al este de la desembocadura del río desaguan al mar: la rambla de las Brujas, la rambla de los Álamos (también llamada del piojo), la rambla de Puntalón y la rambla de Villanueva. Mientras que en los llanos de Carchuna desaguan la ram-

bla de Rejón y el barranco de Vizcarra (límite del término de Motril con el de GualchosCastell de Ferro)29 . En el siglo XIX el Diccionario de Pascual Madoz habla de cuatro ramblas de consideración que solo llevan agua en tiempos de lluvias y atraviesan la vega de Motril para llegar al mar. Estas cuatro ramblas son la de Puntalón, la de la Nacla o de los Álamos, la de Capuchinos y la de las Brujas. La localización del núcleo de Motril en el piedemonte

28. Rambla es el nombre de estos cauces naturales, que pueden estar durante meses, incluso años, sin discurrir agua por ellas, a la espera de recibir las provenientes de lluvias torrenciales. Es un término propio de la ribera mediterránea que designa un tipo de cauce determinado por un clima irregular en sus precipitaciones y una orografía montañosa cercana al mar. 29. La menor superficie de los Llanos de Carchuna, la mayor proximidad de las elevaciones a la línea de costa y la localización a sotavento de los vientos húmedos del oeste determinan el menor número de ramblas, así como el paisaje casi estepario de la zona.

De arriba a abajo:

El cauce el Guadalfeo antes de cruzar la “puerta” del Tajo de los Vados, con los cultivos invadiendo las tierras que dejan libres los meandros del río. A partir de la cartografía 1/25000 del I.G.N. se han señalado el conjunto de curso de agua de los términos de Salobreña y Motril.


El Guadalfeo a la altura del azud del Vínculo, ya encauzado.

de la sierra a su espalda hace que las ramblas hayan formado parte del entramado urbano, a la vez que funcionaron como barrera que limitó el crecimiento de la ciudad. En las últimas décadas las ramblas han sido encauzadas y cubiertas, son muchas de las que sólo se sabe de su existencia por el nombre de la vía30 . Además, la obra de Madoz recoge lo que llama arroyos, en esta zona el de Puntalón, el de Escalate, y el de Ítrabo. Los mismos que nosotros recogemos como ramblas, aunque el de Ítrabo en la actualidad recibe el nombre de Molvízar. El papel de las ramblas ha sido fundamental en la configuración del territorio al darse un clima con lluvias esporádicas de carácter tormentoso y torrencial. Estos cauces excepcionales de agua recogen grandes avenidas de agua, con gran capacidad erosiva en las montañas de donde parten y de arrastre de materiales hasta las planicies. En la actualidad la capacidad erosiva de las ramblas está muy limitada por el encauzamiento de las mismas. El mismo río Guadalfeo ha sido también encauzado en su tramo final, los 8 últimos kilómetros hasta la desembocadura, según el Plan Guadalfeo de la Confederación Hidrográfica del Sur31 .

Hemos dejado a un lado los cursos de agua antrópicos, construidos para el abastecimiento de la población y agricultura de la zona. La utilización de sistemas de regadío desde época medieval en los cultivos de las cotas altitudinales más bajas motivó la existencia de canales de regadío, acequias. Los trabajos de A. Malpica, a partir de los textos medievales, y de E. Escañuela para la edad Moderna, confirman la temprana existencia, obligada por las necesidades de los cultivos de regadío, de una acequia de derivación desde el Guadalfeo hacia el este, coronando la vega y sirviendo de límite sur para el núcleo urbano de Motril. La acequia de las explanadas regaba, y riega, la vega de Motril, mientras que hay una que corre paralela al Guadalfeo y que recibe la denominación de acequia de Salobreña y que ha servido de límite entre los términos de Motril y Salobreña Posteriormente, en el siglo XX, con el Plan Guadalfeo se ampliarían los espacios de regadío con la construcción del acueducto de Cañizares y la acequia nueva en la cota 100. Red de acequias contemporánea en expansión, llegando en los años finales del siglo XX hasta la cota 200 y ascendiendo…32


El Guadalfeo, el río de Motril, es el protagonista geográfico del territorio, pero cuando su curso llega hasta Motril está ya en su punto final, después de haber atravesado durante 71 kilómetros la vertiente sur de Sierra Nevada, aunque sus aguas no provienen en exclusiva de la ladera sur de la sierra. El conjunto de los afluentes del Guadalfeo aportan las precipitaciones recibidas en una cuenca de 1300 km2. Entre los principales afluentes del Guadalfeo están: río Chico, el Poqueira, el Trevélez y el Izbor. Los tres primeros provenientes de la vertiente sur de Sierra Nevada, mientras el de Izbor, a través del valle de Lecrín, recoge aguas de las laderas orientadas al oeste, por el afluente río Dúrcal. Ese abastecimiento de aguas de la Sierra hace que sea un río de régimen pluvio-nival, que registra los máximos caudales justamente en los meses de deshielo: mayo y junio. Un segundo máximo viene a coincidir con las lluvias otoñales. El máximo principal de primavera es seguido por el estiaje estival, propio de los ríos del ámbito mediterráneo, llegando a desaparecer la corriente superficial aunque se mantenga la corriente subálvea que aporta agua a los acuíferos33 . Su caudal medio es de 27,8 m3/s, aunque con grandes variaciones no sólo a lo largo del año, sino interanuales34 . Es un río de curso muy variable con años de grandes caudales y años más secos, además es de tipo torrencial con frecuentes avenidas en época de lluvias. De forma que han sido frecuentes las inundaciones de las vegas, hasta que se efectuó el encauzamiento de su desembocadura.

El recorrido del río entre Salobreña y Motril apenas tiene pendiente, siendo totalmente llano su curso, ocultando pendientes del 45 % y desniveles de más de 2.500 metros en su curso anterior. Aquí se produce la decantación de los arrastres del río, formando el delta por acumulación de sedimentos: la vega de Motril y Salobreña. Los materiales depositados han variado según el propio régimen fluvial. A períodos de curso estable y no acelerado, corresponden sedimentación de arenas arcillosas, con ausencia de grabas y areniscas. Por contra, los períodos torrenciales con fuertes avenidas tienen un fuerte impacto erosivo, y los materiales arrastrados son de mayor tamaño: filitas, cuarzo y calizas. Esta diferencia es la responsable de la diversidad de materiales que aparecen en la vega. La capacidad de arrastre de sedimentos del río ha sido incluso utilizada por los propios agricultores en beneficio propio. Antes de que se canalizase el curso hubo propietarios que llegaron a desviar parte del caudal del río para que sus aguas turbias atravesaran sus tierras y fueran cubriéndolas de finos sedimentos. Esto ocurría con aquellas parcelas formadas por arenas gruesas y cuajadas de pequeñas rocas, pedregales no apropiados para su cultivo. El curso normal del agua del río va cargado de limos arcillosos de buena calidad para la agricultura que al atravesar sus tierras se iban depositando en su superficie. Ya de por sí, el río, al no tener un curso estable, sino que iba moviéndose, colmataba distintas tierras. Con estas actuaciones se conjugaba la acción modeladora del paisaje del río con los intereses particulares de cada agricultor35 .

30. Calles que mantienen el nombre de rambla: rambla capuchinos, rambla del manjón, rambla de las monjas, rambla del cenador, rambla del cementerio viejo y rambla San Nicolás. Junto a otras tres calles que tienen el nombre de barranco: barranco de la higuera, barranco del diente y barranco de las monjas. Además de estas calles, la ciudad está circundada a este y oeste por la rambla de las brujas y la rambla del piojo, ambas embovedadas para proseguir la expansión urbana del municipio. 31. Según se recoge en el Plan Guadalfeo, por ley de 17-7-52 quedaron incorporados al Plan General de Obras Públicas las siguientes actuaciones: -Aprovechamiento hidrológico del río Guadalfeo, -Encauzamiento del río Guadalfeo, -Aprovechamiento de sobrantes del río Guadalfeo para ampliar las zonas de riego en términos municipales de Motril, Salobreña y Molvízar, -Mejora de regadíos tradicionales de Motril y Salobreña. 32. Obras de infraestructura hidráulica son también las dos presas de derivación del agua del Guadalfeo, en el término de Motril el Azud del Vínculo y más arriba, el Azud de Vélez Benaudalla. 33. Para la captación de dichas aguas subálveas se realizaron obras entre el Tajo de los Vados y el azud del vínculo, sin embargo, en la actualidad estas aguas no son captadas. 34. Estas variaciones en el curso de agua del río se producen incluso en la alternancia del día y la noche. Las llamadas crecientes por los agricultores de la zona son los aumentos de caudal sufridos por el río durante toda la noche, debido a la bajada de las temperaturas que disminuye la evaporación y por la condensación del vapor de agua de la atmósfera. Antes de la moderna regulación de las canalizaciones de riegos estas crecientes eran esperadas y aprovechadas por los agricultores para el riego. 35. Esta utilización del río para aportar limos a las tierras de cultivo fue incluso planteada en las obras de ingeniería del siglo XX. La amplitud de los canales de riego de Carchuna se diseñó para abastecer no sólo de agua, sino también de arrastres arcillosos a las tierras de los Llanos.

¿Acaso la rambla de Puntalón también tiene un régimen pluvio-nival? Evidentemente fue excepcional ver la rambla portando agua en estado sólido. (Fotografía cortesía de Rafael Gan).


Por el contrario, las crecidas del río han tenido consecuencias destructivas, Madoz, en su Diccionario, recoge la siguiente frase referida al Guadalfeo: La violencia y el encajonamiento que trae hasta la llanada de esta ciudad produce en ella daños de consideración. La torrencialidad del río produjo frecuentemente la salida de las aguas de su curso, inundando las vegas de Motril y Salobreña, variando su curso en los últimos cientos de metros de la desembocadura. En el siglo XIX se produjeron frecuentes avenidas, y Tros de Ilarpuya al describir el río Guadalfeo hace referencia a sus grandes avenidas que hacían que dejara de ser vadeable por 4 o 6 días desde la Garganta del Dragón (Tajo de los Vados) al mar, y que hacían multiplicarse por 10 el caudal normal del río36 . Ya mencionamos antes como los desbordamientos del río se siguieron produciendo, a causa de las lluvias torrenciales, durante la primera mitad del siglo XX. Las frecuentes avenidas del río, y también las de las ramblas, con gran cantidad de daños

Boceto de la distribución del relieve y localización de la pantaneta en el Tajo de los Vados que tantas veces se propuso en el siglo XIX.

para las tierras de cultivo y las redes de regadío, motivaron una fuerte preocupación histórica entre los agricultores de la zona, muy interesados en asegurarse los regadíos provenientes del río, así como eliminar su capacidad destructiva. Se planteó la construcción de un nuevo azud, que sustituyese al antiguo existente construido con troncos y tablas que se veía destrozado por las crecidas del río, lo mismo que los puentes que comunicaban Motril con los pueblos al oeste del río (Lobres, Molvízar, Guájares...), siendo frecuentes las veces en que trabajadores de estos términos habían de hacer noche en las fondas de Motril por no poder tornar a sus casas por desbordamiento del río37 . Entre las peticiones de los agricultores se incluía la construcción de un pantano en el río Guadalfeo en el Tajo de los Vados que evitase las inundaciones y permitiese el riego estival. Finalmente, las obras de infraestructura para regular el curso del río realizadas a partir de la década de los 50, con el mencionado Plan

36. Pedro TROS DE ILARDUYA, en Geografía física del partido y término de Motril. 1890, explica que donde el río encontraba a la acequia de riego de Motril llevaba por lo común 840 pies cúbicos y 8.500 en sus mayores avenidas. 37. En la obra de D. A. LÓPEZ FERNÁNDEZ se analiza en detalle esta problemática. Recoge las fechas de dos graves desbordamientos del río en el s. XIX, en Septiembre de 1892 se inundaron 5.000 marjales (aprox. 263 Ha.) y en 1894 las aguas cubrieron 522 marjales (aprox. 27 Ha.).


Guadalfeo: la consolidación del azud del Vínculo y de Vélez, el encauzamiento del río desde el tér mino de Vélez Benaudalla, el encajamiento de la carretera N-323 paralela al río, justo sobre el lateral izquierdo de su cauce y la construcción de la presa de Rules; han servido para domesticar al Guadalfeo. El actual encauzamiento del río elimina la posibilidad de desbordamientos, ya que se han protegido ambos lados del cauce con muros de 3,50 metros de altura, dando al lecho del río un ancho de 54 m. y una capacidad de 1.000 m3 /s. El lecho del río está formado, en su parte superior por depósitos aluviales (gravas, areniscas y limos), que alcanzan una potencia superior a los 100 metros38 . Esa fuerte presencia de sedimentos en el lecho del río, unida a la ausencia de roca madre en contacto con el curso de agua, determina un elevado grado de filtración del agua fluvial, de modo que en verano llega a desaparecer el curso de agua superficial, infiltrándose en la corriente subálvea. Este es el origen del acuífero detrítico que existe en el subsuelo de la planicie de Motril-Salobreña. La compleja estructura geológica del territorio determina la existencia de distintos acuíferos en la zona. Siguiendo la descripción de Benavente y Calvache hemos de distinguir: el acuífero de Escalate-Espartinas, el acuífero de MotrilSalobreña y el acuífero de Carchuna. El de Escalate-Espartinas es un acuífero cárstico, compuesto por materiales carbonatados que rodean por el norte del territorio (en la garganta del Tajo de los Vados) el cauce del río. Su recarga se produce por infiltración de las aguas de lluvia. Con una disposición en abanico, ampliándose hasta llegar al borde de la línea de costa, el acuífero de

38. Además de la propia imagen del lecho del río compuesto de gravas y arenas que forman abanicos aluviales a la altura del Tajo de los Vados. También hay una comprobación visual del espesor de estos sedimentos: junto al curso actual del río, justamente donde confluye las carreteras N-323 y N-340, son varias las graveras dedicadas a la extracción de arenas en simas que alcanzan varios decenas de metros de profundidad. Una vez vaciado el yacimiento, se rellena el hueco con cascajo sobre el que se deposita una capa tierra y se pone en cultivo. 39. En acuíferos del entorno próximo: Castell de Ferro y Almuñécar, se producen situaciones de intrusión marina y salinización de las aguas, por el exceso de extracciones. 40. Haciendo balance entre los recursos hídricos y la demanda global (consumo humano, agrícola e industrial), a partir de los datos de la Consejería de Obras Públicas y Transporte, la profesora Frontana estima un excedente superior a 80 hm3/año.

Motril-Salobreña está formado por la acumulación de depósitos aluviales, ocupando la misma superficie que la vega. Este acuífero recoge los aportes de aguas infiltradas del Guadalfeo y las ramblas de Molvízar y Escalate, las aportaciones del acuífero de Escalate-Espartinas y el retorno del agua de riego. En conjunto tiene una recarga de 34 hm3/año. Separado del anterior por las filitas y cuarcitas del Conjuro, está el otro acuífero detrítico, vinculado a la otra planicie del término: el de los Llanos de Carchuna. Formado también por materiales detríticos, su espesor es mucho menor, de sólo 20 metros. Su recarga se produce por escorrentía superficial, pero al ser de menor superficie también lo es su volumen de recarga: 2,5 hm3/año. Al llegar a la línea de playa, el acuífero de Carchuna y el de Motril-Salobreña, ambos drenan al mar, pero el balance es positivo, no se aprecian intrusiones del agua salada39 . La evolución futura de los recursos hídricos de la zona está muy condicionada a las intervenciones antrópicas: la construcción de la presa de Rules y el encauzamiento del Guadalfeo y las ramblas; las intervenciones para evitar las pérdidas de agua en las acequias; la extracciones descontroladas de los pozos en los acuíferos; el incremento de las demandas de consumo por la extensión de los regadíos y el aumento poblacional; la posible contaminación de los acuíferos por las actividades agrícolas… Son numerosas las incógnitas, aunque a pesar de ello podemos ser optimistas. Actualmente el balance hídrico en la zona es positivo, y modelos de evolución futura, Frontana (2002), muestran también una situación de excedentes de recursos para un horizonte a medio plazo40

Explotación de áridos, extracción de gravas y arenas del antiguo lecho del Guadalfeo. Desde la carretera nacional podemos ver como la potencia de las arenas es de varias decenas de metros. Esas mismas arenas son las que forman el acuífero detrítico existente bajo la llanura.


CONCLUSIÓN Esta es una descripción parcial de la geografía física del territorio, hemos dejado a un lado el análisis de los ecosistemas de la zona. Por ello quisiera destacar una última idea: el motrileño es un paisaje muy humanizado, antrópico, en el que apenas quedan porciones del territorio que no hayan sido profundamente transformadas. La existencia desde antiguo de cultivos, tanto los de regadío, inicialmente en las llanuras, como los de secano, en las laderas hoy también

ocupadas por los de regadío; junto al resto de actividades productivas que se fueron desarrollando. Ha hecho que los ecosistemas autóctonos se hayan visto profundamente transformados: con la desaparición de espacios singulares como los humedales; la eliminación del bosque mediterráneo y su sustitución por bosques de repoblación y por monte bajo de matorral xerófilo; con la extensión de los cultivos agrícolas y de las construcciones urbanas… En la actualidad los ecosistemas autóctonos de la zona se encuentran reducidos a zonas protegidas, como el humedal de la Charca de Suárez, o algunas elevaciones de difícil acceso, entre


Amaneciendo en los campos de cultivo a la espalda de Motril, los invernaderos ocupando la mayor parte del territorio, reflejando la luz más parecen hangares que campos de cultivo.

Escalate y el Jaral, que conservan escasos restos del ecosistema autóctono, como el chaparral que debería ser la vegetación clímax. El presente análisis del territorio motrileño se ha estructurado siguiendo los cánones clásicos, al analizar una sociedad se comienza por la descripción del medio físico para después profundizar en los aspectos sociales. Citando a un geógrafo clásico, Bosque Maurel: La fertilidad de la tierra y su excepcional clima explican que la Costa sea hoy una de las regiones de más densa población41 . Dejando a un lado los determinismos del medio físico, lo que sí es correcto es que el ori-

gen del poblamiento y muchas de las características de las sociedades que se han instalado en este territorio han estado muy condicionadas por las características físicas que hemos visto.

41. En Granada, la tierra y sus hombres. Granada, 1971.


La PREHISTORIA CARLOS SAROMPAS CAZORLA


Pretendemos

en las páginas que siguen, dar una visión de lo conocido hasta ahora sobre la prehistoria de Motril. El marco temporal de este trabajo abarcará pues desde las primeras culturas paleolíticas hasta el momento en el que las gentes de la Edad del Bronce entran en contacto con los colonizadores fenicios (básicamente siglos IXVIII antes de Cristo). Para dar una idea más clara del contexto en el que los hombres y mujeres de la prehistoria desarrollaron su actividad cotidiana en el entorno de Motril hemos necesitado ampliar el territorio de nuestras disquisiciones a un ámbito geográfico más extenso que el del término municipal. Así pues, el territorio base de nuestro trabajo será toda la costa granadina para el Neolítico, Calcolítico y Edad del Bronce. Para el Paleolítico, dada la enorme extensión temporal que abarca, lo hemos ampliado aun más por el oeste hasta Nerja, por el noroeste hasta el Boquete de Zafarraya (Alcaucín, Málaga) y por el norte hasta Cozvíjar (Villamena, Granada). Teniendo en cuenta el carácter divulgativo de este trabajo, hemos decidido mantener la terminología clásica empleada por los prehistoriadores, tanto para lo que se refiere a la periodización como a la nomenclatura de los restos materiales, por ser la más utilizada (aunque en muchos aspectos está cambiando).


Utilizaremos la nomenclatura de “antes de Cristo” (a.C.) porque entendemos que es a la que la mayoría de los lectores están acostumbrados1 . No obstante, para que la lectura sea más fluida y evitar repeticiones aburridas, remitimos al lector al cuadro resumen cronocultural que incluimos tras esta introducción cuando requiera situar cronológicamente lo que en el texto se expone.

Podríamos seguir enumerando otros muchos yacimientos granadinos que abarcarían cronológicamente, casi en su totalidad, todo el paleolítico a partir de las fechas más antiguas mencionadas más arriba. Sin embargo, hasta el momento en la costa granadina no hay indicios de ocupación paleolítica; para el epipaleolítico la cosa no está tan clara como explicaremos más adelante.

Por último, dejar claro que es este un trabajo de divulgación y como tal, quien lo escribe sólo trata de recopilar, describir y explicar lo que se conoce hasta ahora sobre la prehistoria de esta zona concreta del sur de la península Ibérica. No es nuestra labor la de interpretar porque sólo enturbiaríamos más el complicado panorama que se nos ofrece. Téngase en cuenta esto a la hora de leerlo. Es nuestra ilusión, por paradójico que parezca, que en un futuro cercano, nuevos hallazgos nos permitan reescribir este texto. Hacemos desde aquí un llamamiento a los ciudadanos y a los responsables de las administraciones para que cada unos en el ámbito que les incumbe valoren la importancia de conocer nuestro pasado en su integridad y arrimen el hombro para que los nuevos descubrimientos (y los no tan nuevos) salgan a la luz.

Las únicas referencias al Paleolítico en esta zona las hace Pellicer3 . Este autor considera muy probable la existencia de industrias de cantos tallados en ramblas como las de Molvízar o Escalate aunque no explica las razones de ese optimismo. Este mismo autor menciona las posibles hachas paleolíticas halladas por el antiguo párroco de Salobreña, F. Lombardo, en las cercanías de la localidad y de las que éste da cuenta en una publicación local4 .

PALEOLÍTICO Los hallazgos realizados en los últimos años parecen confirmar la presencia humana en la provincia de Granada desde hace más de un millón de años. Aunque los paleoantropólogos son prudentes, los restos craneales hallados en Orce a principios de los ochenta con el objeto de verificar su carácter humano (parece que la mayoría lo descartan), yacimientos del entorno como Fuente Nueva 3 y Barranco León están proporcionando industrias humanas de más de un millón de años2 . También en la depresión de GuadixBaza hay restos de actividad humana de entre 900000 y 700000 años (Cullar Baza I).

A pesar de un panorama tan oscuro, no hemos permitido que la ausencia de restos de este período sea una barrera infranqueable para tratar de explicar la vida prehistórica en nuestra comarca por lo que hemos prescindido de los límites administrativos locales y provinciales para asomarnos al entorno regional próximo buscando aquellos sitios arqueológicos que por las cercanías y características geográficas nos pueden dar una visión, aunque sea por analogía, de lo que pudo ocurrir en los alrededores de Motril entre el 40000 y el 5000 a.C. (finales del Paleolítico Medio, Paleolítico Superior y Epipaleolítico). Hemos querido que nuestra historia empiece hace 40000 años porque es aproximadamente en ese momento cuando en la cercana localidad malagueña de Alcaucín, a unos 50 km de Motril, en un entorno serrano similar al que podemos encontrar en nuestra comarca, sobrevivían los últimos neandertales (Homo neanderthalensis). Los restos de al menos 9 individuos han aparecido en la Cueva del Boquete de Zafarraya.

1. Muchos prehistoriadores prefieren utilizar actualmente la nomenclatura “antes del presente (before present)” (B.P.). Para transformar las fechas a.C. en B.P. basta sumar a las primeras, 1950 años. 2. NAVARRETE ENCISO, M. S. Granada Arqueológica. La Prehistoria. 2003 3. PELLICER CATALÁN, M. Aproximación a la prehistoria de Salobreña. 1992 4. LOMBARDO, F. La prehistoria de Salobreña. En: Ecos de Salobreña, 3. 1988 5. HUBLIN, J. J. et alii. The Mousterian site of Zafarraya (Andalucía, Spain): dating and implications on the paleolithic peopling process of Western Europe. En: C. R. Acad. Sc. Paris, 321. 1995.


Según Hublin5 la cronología inicial de estos restos neandertales indicaba su supervivencia en la zona hasta fechas próximas al 28000 a.C. Esto hizo que se tambaleara el esquema de su rápido desplazamiento por los hombres modernos (Homo sapiens) ya que estas fechas indicaban la coexistencia de más de 5000 años entre ambos tipos humanos, habiéndose convertido el sur de la península Ibérica en una especie de fondo de saco donde sobrevivieron los últimos neandertales (hecho este que ya se había anticipado con los hallazgos neandertales de Gibraltar confirmados y ampliados en la actualidad). Sin embargo, el equipo coordinado por Barroso ha publicado recientemente6 nuevos datos, basados en una aplicación más exhaustiva de los métodos de datación, que adjudican a la mayoría de los restos humanos hallados en el lugar una antigüedad de 45000-50000 años aunque el complejo estratigráfico que contiene las industrias musterienses (Paleolítico Medio) y algunos restos humanos tiene una cronología más amplia que abarca de los 25000 a los 50000 años lo que pone en cuestión (todavía pendiente de resolver) la cronología tan moderna propuesta para la desaparición de los últimos neandertales. Cuestiones cronológicas aparte, parece más o menos claro que el lugar fue un abrigo temporal usado probablemente durante el verano por los cazadores neandertales para abatir sobre todo cabras monteses (Capra pyrenaica) y también, en mucha menor medida, uros (Bos primigineus) y ciervos (Cervus elaphus) entre otros animales. Además, la presencia de huesos humanos que indicaban manipulación antrópica, y que por tanto sugerían prácticas rituales o de canibalismo, ha hecho de este yacimiento un lugar especial en el estudio del comportamiento de los neandertales. El paisaje en el que se desenvolvieron estos hombres era similar al que habría en esa época en nuestra comarca y que se mantuvo esencialmente durante el Paleolítico Superior con algunas variaciones debidas a las diferentes pulsaciones glaciares. Sería un paisaje mosaico con una vegetación xerofítica salpicada de pinos y

6. BARROSO RUIZ, C. et al. El Pleistoceno Superior de la Cueva del Boquete de Zafarraya. 2003

Cuadro resumen cronológico y cultural


Cuon alpinus. En página siguiente:

Secuencia climática y paleobotánica del final del Pleistoceno (Tardiglacial) y del Holoceno en la región mediterránea (Fuente: BERNABEU, J., AURA, J. E. y BADAL, E. Al Oeste del Edén. Las primeras sociedades agrícolas en la Europa mediterránea.1999)

enebros en las zonas más rocosas de montañas y con táxones mesófilos y termófilos de tipo mediterráneo (encinas, alcornoques...) en las zonas más abrigadas y cercanas a la costa así como bosques caducifolios en los valles fluviales. Estaríamos por tanto, en una situación de clima frío y seco en el que, no obstante, se conserva aun cierto carácter mediterráneo constituyéndose para muchas especies en áreas refugio durante los momentos glaciares más fríos.

Tras la desaparición de los neandertales, ya durante el Paleolítico Superior, la cueva siguió ocupándose temporalmente. En ella se han encontrado útiles protoauriñacienses (indicadores de la primera presencia de humanos anatómicamente modernos en la zona), auriñacieses, gravetienses y solutrenses lo cual nos brinda una secuencia de ocupación prácticamente continua aunque intercalada por momentos donde eran los carnívoros y otros animales sus inquilinos.

La fauna de macroinvertebrados con la que convivieron estos hombres estaría compuesta, en lo que a herbívoros se refiere, por las especies cazadas antes mencionadas además de conejos (Or yctolagus sp.), rebecos (Capreolus capreolus) y jabalíes (Sus scrofa). Los carnívoros más importantes serían los cuones (Cuon alpinus7 y panteras (Panthera pardus). Además eran frecuentes los linces (Lynx pardina), hienas (Crocuta crocuta), osos (Ursus arctos) y gatos monteses (Felis silvestris). Una fauna que se corresponde con las características climáticas comentadas. Especialmente relevante resulta la particular abundancia de cuones y panteras que debido a su rareza en los yacimientos pleistocénicos europeos parece indicar ciertas condiciones climáticas y paisajísticas particulares en la zona.

Aunque la presencia de Homo sapiens sapiens está atestiguada en la Cueva del Boquete de Zafarraya vamos a dar un salto para acercarnos a poco más de 30 km de Motril, a Nerja, donde su conocidísima cueva nos va a proporcionar una muy valiosa información por su cercanía y características. En la Cueva de Nerja se han estudiado las primeras industrias correspondientes a asentamientos estables de hombres y mujeres durante el Gravetiense. Si bien hay evidencias de presencia humana moderna anterior a este período en otros puntos cercanos como el citado Boquete de Zafarraya o el Bajondillo (Torremolinos, Málaga) que elevarían la cronología de la llegada del hombre moderno a más de 30000 a.C.8 , estos sitios parecen indicar la presencia de pioneros que no muestran estabilidad en la ocupación. Es en este período pregravetiense donde se discute la coexistencia de neandertales y humanos modernos en esta zona del sur de la península Ibérica. El registro arqueológico no detecta influencia de los segundos sobre los primeros pues los neandertales siguen manteniendo sus tradiciones tecnoculturales; se plantea entonces la hipótesis de una paulatina reducción de los territorios de subsistencia neandertales ante la presión de los hombres del Paleolítico Superior Inicial o según se plantea actualmente, lo reducido de sus poblaciones y su aislamiento les llevó a un callejón genético sin salida genético que acabó por extinguirles.

7. El cuon (Cuon alpinus) es un cánido que vive actualmente en Asia oriental pero que durante el Pleistoceno se extendía por Europa y Norteamérica. 8. Paleolítico Superior Indeterminado, Protoauriñaciense o Ariñaciense según los autores. 9. CORTÉS SÁNCHEZ, M. y SANCHIDRIÁN TORTI, J. L. Dinámica cultural del Pleistoceno Superior en la costa de Málaga. En: Cuaternario y Geomorfología, 13 (1-2). 1999


Parece, por tanto, claro que a lo largo del Gravetiense se produce la sustitución humana en la costa mediterránea andaluza. La Cueva de Nerja, que se encuentra a 1 km de la línea actual de costa, ofrece una de las series más extensa, profunda y contextualizada de todo el Paleolítico peninsular9 . Durante el Pleistoceno Superior, la costa forma parte de unos circuitos económicos de amplio espectro territorial con movimientos estacionales entre la misma y las zonas montañosas próximas. En el caso de la costa, lo que en principio era un uso marginal de sus recursos va transformándose, especialmente a partir del Magdaleniense, en una fuente complementaria de recursos cada vez más importante que es plasmado en el arte mobiliar (es entonces cuando los motivos marinos como focas o peces aparecen con más frecuencia). No obstante, a pesar del incremento del uso económico del litoral, en la Cueva de Nerja se evidencia el aprovechamiento de la cabra montés como recurso principal complementada por el conejo, el ciervo y, en menor medida, por el jabalí. La última estación paleolítica que vamos a comentar es la llamada Cueva de los Ojos, en Cozvíjar (cerca de Dúrcal y a unos 25 km de Motril). Está situada en el corredor que comunica la Vega de Granada con la Costa siguiendo la ruta de los ríos Guadalfeo, Ízbor y Dúrcal, en el borde de la altiplanicie granadina. Esta cueva ha proporcionado niveles de ocupación del Solutrense muy importantes dada su escasez en la provincia. En ella se hallaron restos humanos pertenecientes a un adulto y a un niño de entre 3 y 5 años10 . El análisis de los depósitos sedimentarios de la cueva ha permitido saber que su ocupación tuvo lugar en un período húmedo y cálido, con una gran extensión del bosque caducifolio y del encinar, donde vivía una fauna abundante y variada. Se cree que se trataba de un hábitat estacional relacionado con la caza aunque se desconoce si había algún tipo de especialización en la misma. Su excavación arrojó a la luz diferentes útiles líticos

10. NAVARRETE ENCISO, M. S. Op. cit. 2003. 11. PELLICER CATALÁN, M. Op. cit. 1992.

en sílex como puntas de armas arrojadizas, buriles, raspadores y hojas retocadas; también se hallaron útiles óseos como punzones y retocadores y algunos fragmentos de ocre utilizados para los enterramientos (los cadáveres mencionados, espolvoreados de ocre, descansan sobre un lecho de este mineral) y para manifestaciones artísticas. Especialmente interesante fue el hallazgo de objetos de adornos de concha marina que indican su relación con la costa.


EPIPALEOLÍTICO

NEOLÍTICO

De esta etapa de la prehistoria, que es la que sigue al Paleolítico y que cronológicamente se sitúa entre el 8000 y el 5000 a.C., tampoco tenemos evidencias directas en Motril ni en toda la costa de Granada donde grupos humanos epipaleolíticos seguramente estaban presentes.

El concepto Neolítico ha sido y es motivo de discusión por parte de los especialistas. Durante mucho tiempo se consideró que las sociedades neolíticas se caracterizaban arqueológicamente desde su formación por la presencia de un “paquete” de elementos, evidencias materiales y cambios de comportamientos que incluían entre otros: la sedentarización, el desarrollo de la agricultura y la ganadería, la cerámica o el pulido de los útiles líticos.

No obstante, en la base de los cortes estratigráficos que se realizaron en la Cueva del Capitán de Lobres (Salobreña) y que arrojaron niveles de ocupación neolíticos, apareció un nivel que Pellicer11 (el primer arqueólogo que en 1963 llevó a cabo uno de los dos sondeos que se hicieron en esta cueva) cree que podría corresponder al Epipaleolítico de tipo microlaminar por la presencia de huesos quemados y restos de ictiofauna y malacofauna, la ausencia de cerámica y la naturaleza del relleno (arcillas sueltas) que parece indicar la continuidad del sustrato de ocupación. Sin embargo, Navarrete, que en 1970 realizó un segundo corte contiguo al anterior, no hace ninguna referencia a un posible nivel de base Epipaleolítico. Los grupos epipaleolíticos (y también los del Paleolítico Superior) desarrollaron una economía de amplio espectro que les convirtió en expertos recolectores perfectamente adaptados al medio. Está perfectamente documentado en cuevas cercanas, como la de Nerja, el importante consumo de aceitunas, bellotas y piñones. La utilización de recursos marinos era también una constante. Los restos malacológicos de la Cueva de Nerja han permitido seguir la progresión marina durante la transición PleistocenoHoloceno. Así, durante el Magdaleniense, las especies más consumidas eran berberechos y almejas, que indica la presencia de una llanura costera somera que se extendería en esta etapa glacial hasta el límite de la plataforma continental (unos 4 km). La transgresión marina holocénica hizo que el mar inundara esta llanura hasta aproximadamente la costa actual donde predominan los acantilados. Esto queda reflejado en la sustitución del predominio de los moluscos consumidos a favor de mejillones y lapas, típicos de costas rocosas.

12. NAVARRETE ENCISO , M. S. Op. cit. 2003.

Actualmente esa concepción del Neolítico tan rígida y estructurada desde sus inicios se está poniendo en duda; se habla de un proceso progresivo y complejo, de origen y dispersión dudoso, en el que no se alcanza la economía productora hasta su fase final durante el que convivían diversos grupos con diferentes grados de neolitización y algunos anclados en las tradiciones epipaleolíticas. No obstante existen una serie de indicadores culturales significativos del Neolítico que según Navarrete son: el incremento de la población, la progresiva sedentarización que llevará finamente a la formación de comunidades campesinas cada vez más numerosas, el aumento de la complejidad social, la aparición de la cerámica y de la técnica del pulido de los útiles líticos, la evolución de técnica y de tipos de la industria lítica tallada y de la ósea, la introducción de nuevo instrumental agrícola, la importancia que adquieren los adornos de hueso, piedra y concha y la aparición de nuevas manifestaciones artísticas y religiosas12 . Sobre el origen del Neolítico en Andalucía, se ha defendido tradicionalmente la hipótesis de su llegada procedente del área levantina de la península Ibérica; no obstante, en los últimos años se defiende la posible autoctonía de un foco neolítico en Andalucía Occidental caracterizado por cerámicas a la almagra de alta calidad, sin paralelos en otras zonas del Mediterráneo, con una cronología que se remonta a mediados del V milenio a.C. y por los indicios de elementos de transición (cerámica sin cocer con improntas de cestería) desde niveles


epipaleolíticos hallados en Nerja. Por lo que se refiere a la costa granadina, se ha considerado tradicionalmente que hubo un retraso en la expansión de la colonización agrícola respecto a otras zonas del interior de la provincia y áreas costeras próximas 13 predominando en la zona una economía básicamente recolectora y ganadera; esto implicaba que los yacimientos neolíticos de la zona se clasificasen culturalmente como pertenecientes a lo que Navarrete (1976) denominó Cultura de las cuevas con cerámica decorada dentro del Neolítico Medio cuyos rasgos esenciales son: grupos reducidos, seminómadas sin diferenciación social evidente, hábitat en cuevas o abrigos de manera más permanente que en lugares al aire libre, cerámica decorada con diversas técnicas, predominio de la ganadería sobre una agricultura marginal y aprovechamiento de los recursos del monte mediterráneo. Otros autores14 , aunque reconocen el esfuerzo de Navarrete por adecuar la caracterización del término a los nuevos hallazgos y a las nue-

vas interpretaciones que de ellos se están haciendo, así como la enorme importancia que esta clasificación preliminar ha tenido para la formulación de hipótesis sobre el Neolítico en Andalucía, piensan que esta denominación de la Cultura de las Cuevas no está bien definida cronológicamente y debería denominarse horizonte cultural porque tiene unos rasgos que pueden aplicarse a una región muy extensa y a una cronología muy amplia. Los grupos neolíticos de la costa de Granada se desarrollan en un paisaje plenamente holocénico con un clima templado y húmedo. La transgresión marina holocénica provocó la formación de estuarios en la desembocadura de los ríos y ramblas de la costa que comenzaron a colmatarse a partir del VII-VI milenio a.C. por la sedimentación fluvial condicionada por factores eustáticos, climáticos y por la acción humana aunque hay diferencias de opinión entre los especialistas sobre la cronología del inicio de este relleno y sobre si las actividades deforestadoras con fines agrícolas, gana-

13. MARTÍN SOCAS, D. Análisis de la problemática de los inicios de la prehistoria reciente en la cuenca baja del río Almanzora. En: Tabona. Revista de prehistoria y arqueología, 8 (1). 1992. 14. Contreras Cortés, F. et alii. Clasificación cultural, periodización y problemas de compartimentación en el Neolítico de la Alta Andalucía. En: Saguntum, 2 (extraord.). 1999.

Sistemas y medios económicos del Neolítico en Andalucía. (Fuente: adaptado de RAMOS MUÑOZ, J. La ocupación de los medios kársticos de montaña en Andalucía. 1999).


deros y madereros que tiene lugar en estas ocupaciones favorecieron la colmatación de estuarios como el del Guadalfeo que ya se hace patente con la formación de una pequeña vega o si fueron el movimiento de descenso del nivel marino y la gran inclinación de los relieves que lo bordean los responsables del inicio del mismo por carecer los grupos humanos asentados en estas zonas la tecnología necesaria para provocar tales efectos15 . Durante el Neolítico Antiguo y Medio el clima es templado con predominio de los pinares. Posteriormente, durante el Neolítico Reciente, el clima se torna cada vez más cálido y seco produciéndose la progresiva sustitución de la vegetación anterior por otra donde predomina el bosque mediterráneo16 . Las primeras ocupaciones constatadas en la costa granadina tienen lugar en alguno de los bordes montañosos del estuario holocénico del Guadalfeo (Cueva del Capitán) y en las zonas montañosas inmediatas a la costa (Cuevas de los Murciélagos, de las Campanas y Sima de los Intentos). Todas ellas se ubican en terrenos kársticos, tienen su origen en procesos tectónicos y sus desarrollos son horizontales (la sima de los Intentos tendría otra entrada diferente a su actual acceso vertical). En los últimos años, fruto de diversas prospecciones, se han descubierto en la misma línea costera restos neolíticos que evidencian el uso de lugares al aire libre aunque se desconoce si con categoría de asentamientos (Peñón de Salobreña y Melicena). La facilidad de conservación de los sedimentos en las cavidades ha sesgado la interpretación del Neolítico costero en favor de un aparente predominio del hábitat en cuevas. La localización de los yacimientos en zonas poco aptas para el cultivo parece avalar la tesis de una economía mixta ganadera y cazadora-recolectora al menos hasta el Neolítico Final; según esto los medios de subsistencia se basaban en la cría de ganado y en actividades cinegéticas y recolectoras con una agricultura inexistente o marginal durante el Neolítico Antiguo y Medio. En el Reciente ésta

adquiere una progresiva importancia con el afianzamiento de la agricultura cerealista del trigo y la cebada que se desarrollaría especialmente en los rellenos incipientes de los estuarios holocénicos. La cabaña ganadera estaba formada en su mayoría por ovicápridos, a continuación los bóvidos y en menor medida los cerdos. La caza de jabalíes, ciervos y conejos así como la pesca y captura o aprovechamiento de mamíferos marinos están también atestiguados desde el Paleolítico. Mediante la recolección se obtenían productos vegetales como piñones, bellotas y aceitunas silvestres. La recolecta de animales se basaba sobre todo en moluscos terrestres y marinos en aquellos lugares cercanos al mar como la Cueva del Capitán. Por otra parte, la presencia de adornos de conchas marinas en yacimientos del interior de la provincia evidencia el desarrollo de actividades de intercambio de determinados productos entre los que también se encontrarían cerámicas o materias primas como el sílex (del que no hay ningún punto de aprovisionamiento conocido en la costa granadina). El Neolítico Final se caracteriza, además de por la consolidación de la economía productiva y la creciente tendencia hacia la sedentarización y a la territorialación, por el incremento demográfico y la necesidad de cohesión e integración social para desarrollar tareas comunes así como por la necesidad de expresar material y simbólicamente su derecho de posesión de la tierra y de explotación de sus recursos a través de los enterramientos colectivos en las llamadas sepulturas megalíticas o en cuevas artificiales y naturales que se generalizan durante el Calcolítico e incluso se reutilizan en la Edad del Bronce. Frente a las inhumaciones individuales en los mismos lugares de habitación se extiende la inhumación colectiva en lugares que actúan como marcadores territoriales disociados de las zonas de ocupación aunque en el territorio de las mismas. Estas tendencias cristalizan asimismo en el abandono progresivo -no to-

15. MALPICA CUELLO, A. Medio físico y poblamiento en el delta del Guadalfeo. Salobreña y sus entorno en época medieval. 1996 16. PÉREZ HENS, J. M. Yacimientos arqueológicos en la zona de los Tajos de los Vados. En: Los Tajos de los Vados. Monografías

ambientales de la costa granadina, 2. 2001


tal- del hábitat en cuevas y la generalización creciente del hábitat al aire libre. El único ejemplo del ritual de inhumación colectiva en la costa de Granada es el de la Cueva de los Murciélagos de Albuñol. Aunque se adscribe generalmente al Calcolítico parece que las últimas dataciones realizadas a los restos allí encontrados indicarían la pertenencia al Neolítico Final de algunos de estos enterramientos. Entre los yacimientos neolíticos más importantes de la costa granadina hay que citar, sin lugar a dudas, la Cueva del Capitán (Lobres, Salobreña). Es, probablemente, la cueva que ha proporcionado mayor información sobre el Neolítico enesta zona y constituye una de las referencias del Neolítico en el sur de la Península aunque los materiales hallados en los dos sondeos que se hicieron17 son relativamente pobres. Es la única cueva de la costa granadina en la que hay descrita secuencias estratigráficas ya que en las demás los materiales recogidos son fruto de prospecciones en superficie. Situada a unos 70 m.s.n.m. en un barranco de la Loma de las Espartinas abierto al Guadalfeo del que dista 500 m y a 5 km de la costa (durante el Neolítico se encontraría a medio kilómetro de la desembocadura), es una cavidad de origen kárstico de 21 m de longitud, 8,60 de anchura media y 5 m de altura máxima. Al fondo de la misma se abren dos conductos, uno de los cuales se encuentra obstruido por piedras y el otro se dirige a una cámara de unos 15 m2. La mayoría de los materiales obtenidos en la cueva pertenecen sin duda al Neolítico Medio y al Reciente (especialmente al primero). Sin embargo el análisis de los restos hallados en los niveles inferiores de la estratigrafía indica casi con seguridad que el lugar estuvo habitado desde el Epipaleolítico. Su ocupación se prolongó al menos esporádicamente hasta el Bronce.

Los fragmentos cerámicos neolíticos pertenecen a recipientes de formas globulares con gollete indicado o con perfil en S, vasos con carena y lenticulares. Los elementos de sustentación encontrados son asas de cinta, multiforadas y mamelones. Están decorados con diversas técnicas, destacando la cardial18 que al parecer penetra en Andalucía procedente del Levante peninsular durante el Neolítico Antiguo aunque por el contexto de su hallazgo se la sitúa en el Neolítico Medio. También se utilizan otras técnicas de impresión como la

17. PELLICER, 1963 y NAVARRETE, 1970 18. Decoración realizada mediante la impresión de la concha del bivalvo Cardium edule cuando la pasta está fresca 19. Utilizando otra matriz diferente al Cardium

Entrada de la Cueva del Capitán (desde el interior). Localización de la entrada de la Cueva de las Campanas.


cardialoide19 , la cuneiforme o dejando la impronta de los dedos en el borde. Los fragmentos con decoración incisa están presentes aunque escasamente representados. Otro elemento decorativo destacable son los cordones de barro aplicados sobre los recipientes y con impresiones digitales. Se halló también un fragmento de cerámica a la almagra característica del Neolítico Antiguo y Medio en Andalucía Occidental y abundante en la Cueva de Nerja. Los materiales líticos están constituidos por laminitas, pequeñas lascas y una azuela pulimentada. En cuanto a los adornos, se encontraron un brazalete discoidal en forma de corona circular de pizarra, otro de pectúnculo y un anillo de hueso. Otros dos yacimientos significativos de la costa de Granada son la Cueva de las Campanas y la Sima de los Intentos20 (ambas en Gualchos).

De izquierda a derecha:

Olla con asa de tubo y asa pitorro (Cueva de las Campanas) Olla con asa perforada y mamelones (Cueva de las Campanas)

La primera de ellas es una gran cavidad cuyo recorrido alcanza el kilómetro situada en la ladera suroeste del Pico del Águila a 455 m.s.n.m. y a unos dos km de la costa. En ella se realizaron diversas prospecciones entre mediados de los setenta y los primeros años ochenta que dieron como resultado el hallazgo de diversos materiales en superficie no referenciados estratigráficamente (derrumbes, remociones

por el uso incluso como depósito de explosivos durante la Guerra Civil lo han impedido) que han permitido situar cronoculturalmente su ocupación y definir en la misma un área de enterramiento y otra de hábitat. Entre los materiales cerámicos hallados predominan los vasos globulares, ovoides y de paredes abiertas. Las asas son mayoritariamente verticales, tanto de túnel como de perforación horizontal, aunque aparecen también en cinta, mamelones y un asa-pitorro. En cuanto a la decoración, sobresalen los cordones en relieve muchos de los cuales se encuentran decorados con incisiones (alguna rellena de pasta); también es frecuente la decoración incisa formando en algunos casos dibujos geométricos aunque casi siempre dispuesta en bandas de incisiones cortas cerca del borde. Hay un fragmento de decoración impresa no cardial. Los restos no cerámicos son: un cuchillo de sílex retocado y con huellas de uso y un fragmento de brazalete de mármol. La distribución de estos materiales en la cueva ha permitido delimitar seis áreas en la misma. Una de hábitat cercana a la entrada, dos de enterramiento en lugares no iluminados (con restos humanos depositados secundariamente y muy fragmentados) y las tres restantes pueden interpretarse como áreas de paso probablemente hacia una de las salas donde se abastecerían de agua.

20. NAVARRETE ENCISO, M. S. et alii. La Sima de los Intentos: un yacimiento neolítico en la Costa Granadina. En: Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, 11. 1986.


De izquierda a derecha:

Vasija decorada con pequeñas incisiones, asas de cinta y mamelones (Sima de los Intentos) Vasija globular decorada con incisiones y asas de cinta (Sima de los Intentos)

Los materiales hallados tienen un paralelismo claro con otros yacimientos del neolítico costero como Nerja o la Cueva de los Murciélagos de Albuñol así como con algunos yacimientos norteafricanos y en función de los mismos se puede interpretar que corresponden al Neolítico Medio-Final.21 Cercana a las anteriores, en el mismo término municipal, se encuentra La Sima de los Intentos a la que en la actualidad se accede por un pozo pero que con toda probabilidad tuvo en época neolítica una entrada más practicable. En ella se hallaron fragmentos pertenecientes a dos vasijas globulares, algunas hachas y azuelas pulimentadas. En sus proximidades se encuentra la Sima de la Higuerilla donde el GAEM (Grupo de Actividades Espeleológicas de Motril) también halló fragmentos cerámicos posiblemente neolíticos. De pocos yacimientos granadinos se ha hablado y escrito tanto como del de la Cueva de los Murciélagos (Albuñol). Se trata, sin duda, de un yacimiento emblemático por ser de los primeros en descubrirse, por los materiales aportados y por los rituales que en ella parece que tuvieron lugar. Las noticias que tenemos de este yacimiento se las debemos a Manuel de Góngora quien en 1868 publicó su libro Antigüedades prehistóricas de Andalucía donde recoge la informa-

ción y los materiales que pudo encontrar sobre el terreno y en la misma localidad de Albuñol. Aunque los años transcurridos desde 1857, que es cuando la cueva comienza a utilizarse para extraer mineral y cuando los mineros hallan los restos, hacen muy difícil su labor, logra recopilar toda una serie de materiales conservados de manera impresionante por la especiales condiciones medioambientales de la cueva y una información oral sobre el hallazgo que, pese a que algunos testimonios seguramente serían algo novelescos o tergiversados, son un hito de la arqueología granadina y andaluza. Según nos cuenta don Manuel, los mineros encontraron más de sesenta restos humanos momificados. Doce de los cadáveres se disponían en semicírculo alrededor de un esqueleto de mujer vestido con una túnica de piel que portaba un collar de esparto del que colgaban caracoles marinos y un colmillo de jabalí. Además, distribuidos por diferentes salas de la cueva encontraron más esqueletos, uno llevaba una diadema de oro en la cabeza y muchos otros iban vestidos con túnicas de esparto y tocados con gorros y sandalias de las que se conservan más de 15 ejemplares completos del mismo material. Junto a los esqueletos había bolsitas o cestillos de esparto, muchos de ellos decorados y coloreados, que contenían, según los casos, mechones de pelo, valvas de moluscos y semillas de Papaver

21. MENJÍBAR SILVA, J. L et alii. La cueva de las Campanas (Gualchos, Granada), un yacimiento neolítico en la costa granadina. En: Antropología y paleoecología humana, 3. 1983. 22. GÓNGORA MARTÍNEZ, M. Antigüedades prehistóricas de Andalucía, monumentos, inscripciones, armas, utensilios y otros importantes objetos pertenecientes a los tiempos más remotos de la población. 1868.


sommniferum. Otro grupo de piezas de esparto lo componían discos planos (¿tapaderas?), anillas y esteras. Aparecieron también útiles líticos, óseos y de madera así como fragmentos cerámicos (alguno de ellos al parecer con restos de un motivo geométrico pintado en rojo, hecho bastante inusual en el Neolítico peninsular) y pesas de telar22 . Con los datos conocidos, se ha propuesto que la cueva fue lugar de ocupación y enterramiento durante el Neolítico Reciente y su uso, probablemente ya solo con fines funerarios, se prolongó en el Calcolítico. La elevada cronología de la cestería y cordelería encontrada la convierte en el más antiguo testimonio de esta práctica en la península Ibérica23 . Aunque el Neolítico Inicial y Medio de nuestra comarca pueda enmarcarse en lo que se ha llamado Cultura de las Cuevas, las últimas prospecciones arqueológicas realizadas han tenido como consecuencia el descubrimiento, de momento de dos yacimientos al aire libre: el Peñón de Salobreña, en el que durante la excavación de urgencia dirigida por Arteaga24 se hallaron entre los recovecos de la roca fragmentos cerámicos neolíticos (amorfos, a mano pero de aspecto neolítico). Destaca un fragmento del borde de una olla, con un mamelón aplanado cerca del labio, del cual arrancan cordones aplicados decorados mediante impresiones digitales con claros paralelos en restos hallados en los yacimientos cercanos. Se trata de una clara muestra de la captación de recursos marinos en una época en la que el peñón era una isla. No creemos que se tratase de un asentamiento permanente sino un lugar de aprovisionamiento. También en las cercanías Melicena, durante las prospecciones que realizó el equipo del profesor Malpica25, se encontraron en la misma línea de costa, restos de un posible asentamiento neolítico. En función de todo lo dicho anteriormente podemos sacar las siguientes conclusiones a modo de hipótesis:

Yacimientos del Paleolítico y Neolítico citados en el texto.

• En la mayoría de las cuevas mencionadas no puede establecerse con claridad si fueron ocupadas temporal o permanentemente aunque el hecho de que se usaran como lugar de enterramiento parece indicar un uso estacional o incluso ocasional. • Si suponemos que son lugares ocupados por comunidades con un modo de vida nómada (podrían ser también lugares con actividades dependientes de otros hábitats), a juzgar por la extensión de habitación conocido, estaríamos ante comunidades de pequeño tamaño. • Teniendo en cuenta los entornos tan diferentes y la escasa especialización de los útiles para la recolección y/o cultivo, podemos estar ante ocupantes que explotarían una diversidad de recursos y el cultivo no constituía una actividad importante (sólo hay restos de cereal en la Cueva de los Murciélagos, descontextualizado y sin datación absoluta). • La caza y recolección debieron jugar un papel importante junto a actividades estacionales relacionadas con los ciclos de recolección de cosechas, aun sin almacenaje. • No se han detectado indicadores arqueológicos de la práctica de almacenamiento como silos o grandes vasijas (puede ser otro indicador de que se trata de hábitats no permanentes) • La presencia de objetos de procedencia más o menos lejana indica que estas comunidades recorrían largas distancias o bien mantenían relaciones entre comunidades de diversos ámbitos mediante intercambios aunque ambas prácticas serían compatibles; es más, la primera de ellas necesitaría relaciones entre grupos en el caso de la existencia de territorios delimitados. • Dado el incremento en el número de lugares de habitación respecto a períodos anteriores, el aumento de población se dio a un ritmo mayor a partir del VI milenio a.C. en relación con las nuevas condiciones que apuestan por una subsistencia más diversificada y unos contactos más regulares entre los grupos. • Es probable que estos grupos humanos estuvieran desgajados temporalmente de sus comunidades originales por lo que habría que tratar sus actividades en función de las relaciones con los hábitats originales.

23. CACHO QUESADA, C. et alii. La cestería decorada de la cueva de los Murciélagos (Albuñol, Granada). En: Complutum Extra, 6 (I). 1996. 24. ARTEAGA, O. et alii. Excavación de urgencia en el Peñón de Salobreña (Granada). 1992. 25. MALPICA CUELLO, A. y MAY T. La prospección y los recursos naturales. El paisaje en la zona de Salobreña. En: La prospección

arqueológica. II Encuentros de Arqueología y Patrimonio. 1991.


EDAD DEL COBRE (CALCOLÍTICO) Con este período de la prehistoria entramos en lo que genéricamente se denomina Edad de los Metales, lo que no supone la generalización del uso de los metales (cobre en este caso) sino que durante el Calcolítico se empiezan a dar los primeros pasos hacia su uso pero en absoluto puede hablarse de una utilización extensiva del cobre para la realización de útiles pues la piedra, el hueso y la madera continúan siendo los referentes en cuanto a materias primas. Cronológicamente y a grosso modo, el Calcolítico abarca el tercer milenio a.C. Durante el mismo hay una continuidad económica y cultural entre el Neolítico Final y el Calcolítico Antiguo hasta tal punto que se diluye la separación entre ambos. En el aspecto económico, se produce una intensificación de la producción agrícola (agricultura de secano con pequeños huertos de hortalizas y leguminosas), ganadera (ovicápridos y cerdos inicialmente a los que se van uniendo bóvidos y caballos a medida que avanza el Calcolítico) y minera (debido a un perfecto cono-

26. LACOMBA, J. A. et al. Historia de Andalucía. 2001.

cimiento de las posibilidades y recursos del medio y al desarrollo de estrategias claras y definidas para explotación, control y dominio del territorio) que lleva aparejada una tendencia a la ocupación permanente y al aumento demográfico como queda atestiguado arqueológicamente por la detección de una mayor número de asentamientos. Este aumento de la intensidad de las actividades económicas traerá como consecuencia una deforestación progresiva que se traducirá en una mayor erosión y el depósito en las zonas de piedemonte. La creciente importancia de la caza conforme avanza el calcolítico parece ser una prueba del auge de la agricultura por la tendencia de los agricultores a proteger sus cultivos de los animales salvajes. Durante el Calcolítico tiene lugar la evolución desde una sociedad igualitaria, resultado de procesos de agregación como consecuencia de las necesidades de un mayor esfuerzo para mejorar las infraestructuras agrícolas destinadas al aprovisionamiento de agua, debido a un aumento de la aridez o para poner en explotación nuevas áreas de cultivo debido al aumento poblacional26 , hasta la formación de una élite


des platos al principio carenados y de casquete esférico que son reemplazados poco a poco por los de borde saliente y almendrado. Durante la etapa final el protagonista esencial es el vaso campaniforme. Se introducen los tejidos de lino, lana o cáñamo que van sustituyendo a los más rudimentarios de pieles o esparto como queda atestiguado por la aparición de numerosas pesas de telar en los yacimientos y la industria lítica se diversifica tendiendo en muchos casos a la macrolitización relacionada con la explotación forestal y minera aunque continúan los microlitos como los dientes de hoz y reaparecen las puntas de flecha. El aprovisionamiento de sílex de buena calidad dio lugar a auténticas redes de intercambio. El Calcolítico en la provincia de Granada presenta dos horizontes culturales claramente definidos29 . En primer lugar, el horizonte megalítico que enlaza culturalmente con Neolítico Final y que procedente casi con seguridad del Bajo Guadalquivir; se extiende por la mitad occidental de la provincia aculturizando a los grupos que mantenían tradiciones de la Cultura de las Cuevas. de poder debido a la concentración paulatina de bienes de producción en sus manos que concluirá con la formación de jefaturas en la Edad del Bronce27 . A este proceso contribuirá sin duda la producción metalúrgica con la formación de “clases” o grupos artesanales especializados sobre el que las élites procurarán ejercer el control28 . Durante este período se perfilan, además, las grandes redes económicas que cristalizarán en la Edad del Bronce por ejemplo con el establecimiento de una koiné atlántica-europeamediterránea occidental. En la cerámica, aumenta el tamaño de los recipientes y pierden decoración. Son frecuentes los grandes vasos toscos para almacenar. Las formas se abren siendo mayoritarios los gran-

Representación idealizada del descubrimiento de los enterramientos de la Cueva de los Murciélagos. Diadema de oro (Cueva de los Murciélagos)

Se trata de sociedades aun igualitarias que introducen el ritual de inhumación colectivo en la provincia tanto en construcciones llamadas genéricamente dólmenes como en cuevas artificiales y naturales a las afueras de los poblados30 . Constituyen aldeas cada vez más estables (cabañas con zócalos de piedra, paredes de tapial y techumbre de ramaje reforzada con barro) y extensas, protegidas en ocasiones por estructuras defensivas en las que económicamente tiene una importancia creciente la agricultura (aunque mantienen sobre todo inicialmente un fuerte componente ganadero trashumante a corta distancia entre los asentamientos y los pastizales serranos) y del comercio y por tanto, la mayor utilización de las vías de comunicación. Comienzan a utilizar el cobre, al principio de manera tímida y probablemente por influencias de los grupos del horizonte de Los Millares31 .

27. MARTÍN SOCAS, D. Análisis de la problemática de los inicios de la prehistoria reciente en la cuenca baja del río Almanzora. En: Tabona. Revista de prehistoria y arqueología, 8 (1). 1992. 28. LACOMBA, J. A. Op.cit. 2001. 29. MOLINA, F. Prehistoria. En: Historia de Granada I. De las primeras culturas al Islam. 1983 30. Frente a la inhumación individual en fosa en el interior de las áreas de habitación de los pobladores de la Cultura de las Cuevas. 31. MOLINA F. Op.cit. 1983.


En segundo horizonte cultural definido en Granada es el de los llamados prospectores metalúrgicos de la cultura de Los Millares que a mediados del III milenio a.C. y a partir de la zona costera entre los golfos de Almería y Mazagón (Murcia), se adentran en la Alta Andalucía en busca de las zonas mineras ocupando la zona norte y este de Granada. Estas poblaciones son las que, al parecer introducen el conocimiento de la metalurgia en la provincia que se usará inicialmente para fabricar útiles diversos y que no sustituye totalmente a los útiles de piedra y hueso. Se trata siempre de una metalurgia que se desarrolla a base de explotaciones familiares que se complementa por la economía agropecuaria tradicional. Con el tiempo se verán obligados a diversificar su sistema productivo, apartándose de su dependencia inicial de los filones de mineral de cobre y adoptando otras estrategias de explotación del territorio que también incluyan la ganadería y la agricultura intensiva que alcanzará las suficiente entidad como para generar excedentes. La organización social se va haciendo más compleja hasta que al final del período comienza a detectarse en los ajuares indicios de una cierta jerarquización social que no se manifestará claramente hasta la Edad del Bronce32 . En un contexto avanzado de este horizonte (2000 a.C. aprox.) aparece el vaso campaniforme primero como un elemento intrusivo y después imitado por las poblaciones calcolíticas granadinas. En la costa granadina no se han detectado establecimientos calcolíticos fortificados grandes del tipo Los Millares, sin embargo si pueden haberse dado en la zona otro tipo de poblado de dimensiones medias (0,5-1 ha), en su mayoría fortificados, caracterizados por tener un campo de visualización muy amplio con una orientación económica clara (agrícola o ganadera). Un ejemplo de este tipo de asentamiento podría haber sido el del promontorio de Salobreña que controlarían otros de reducidas dimensiones que ocupaban las zonas escarpa-

32. De la TORRE PEÑA, F. Las Edades del Cobre y del Bronce. En: Historia de Granada, 6 (Suplemento del diario Ideal). 33. PÉREZ HENS, J. M. Op. cit. 2001. 34. PELLICER CATALÁN, M. Op. cit. 1992.

das situados en las inmediaciones de los cauces fluviales y ramblas que tendrían como finalidad el control de las comunicaciones, la producción agroganadera o la obtención de materias primas en las áreas circundantes. A este grupo de pequeños asentamientos podrían corresponder los del entorno de los Tajos de los Vados (dedicados a la minería del cobre como queda atestiguado por los numerosos socavones de las paredes de los tajos fruto de la búsqueda de pequeñas mineralizaciones de cobre superficiales33 ), de la margen derecha de la Vega del Guadalfeo (probablemente de orientación agrícola) y de la zona norte y noreste de Motril. Es probable que existiera una cierta jerarquización en la organización territorial de los asentamientos de tal manera que, frente a muchos pequeños asentamientos (más o menos permanentes) de carácter rural o minero, existirían algunos de mayor tamaño y complejidad urbanística que podrían incluir estructuras defensivas. Aunque, según Pellicer34 la costa granadina se mantiene retardataria a los cambios que se producen durante esta época, el vacío de investigación es aquí especialmente acusado en comparación con otras zonas costeras mediterráneas almerienses y malagueñas. En Almería el estudio del Calcolítico tiene una gran tradición arqueológica a la que ha correspondido la importancia de sus vestigios. En cuanto al área costera oriental de la provincia de Málaga, las investigaciones de los últimos cuarenta años han deparado el hallazgo de asentamientos calcolíticos de cierta importancia. Los estudios de Blance a finales de los sesenta evidencian la presencia de una serie de yacimientos en la costa malagueña y en las

Sandalias de esparto (Cueva de los Murciélagos) Cestillo de esparto (Cueva de los Murciélagos)


proximidades de ella que se diferencian bastante de los típicos poblados fortificados de considerables dimensiones que pueden encontrarse en las áreas interiores de Andalucía. Se trata, por un lado de lugares de habitación en cueva que continúan la tradición neolítica y que su utilizan como necrópolis de enterramientos colectivos y por otro, de poblados de superficie situados estratégicamente. Posteriormente, Pellicer y Acosta35 constatan la clara influencia que tiene Andalucía Occidental sobre el Calcolítico de la Cueva de Nerja y por extensión sobre la costa granadina. El primero de estos autores afirma la existencia de una relación entre los yacimientos calcolíticos de las vertientes meridionales de las sierras gaditanas, malagueñas y granadinas donde los asentamientos, tanto al aire libre como en cueva, son poco espectaculares y arraigados en el Neolítico, presentando influencias claras del Bajo Guadalqui-

vir y de la cuenca del Genil, que habrían llegado a través de los valles fluviales que comunican estas áreas con la costa meridional andaluza (uno de los cuales sería el Guadalfeo). En el entorno de Motril se detecta un aumento del poblamiento en las llanuras aluviales aunque continúa una importante ocupación de las áreas montañosas36 por lo que es probable que la ganadería trashumante tuviera un papel preponderante sobre una agricultura de cereales y leguminosas que la escasez de tierras aptas impedía su expansión37 . Otra fuente importante de recursos alimenticios fue, sin duda, la pesca y el marisqueo como queda atestiguado por los restos hallados en la entonces isla que era el peñón de Salobreña. En el plano de lo simbólico, hay que señalar que pueden datarse en esta época las pinturas esquemáticas localizadas por Breuil en los Llanos de Carchuna38 y los recientemente descubiertos megalitos de Molvízar39 .

35. PELLICER CATALÁN, M. y Acosta Martínez, P. El Neolítico y Calcolítico de la Cueva de Nerja en el contexto andaluz. 1997 36. GÓMEZ BECERRA, A. El poblamiento altomedieval en la costa de Granada. 1998 37. Este planteamiento se está poniendo en duda por algunos investigadores que afirman que, alcanzado el máximo nivel del mar

Alineación en círculo de la posible estructura megalítica.

durante el Neolítico, se fue formando de manera rápida una vega progradante que dejó un paisaje pantanoso surcado por numeroso canales y brazos del río lo que podría haber implicado una mayor disponibilidad de terrenos adecuados para la agricultura aunque precarios por estar expuestos a la continuas avenidas. 38. PELLICER CATALÁN, M. Op. cit. 1992. 39. PÉREZ HENS, J. M. Com. per.


Posible ortostato perteneciente a algún tipo de estructura megalítica. Cerro de La Nacla. Martillo de piedra (Cortijo de la Presa).

En el término municipal motrileño encontramos yacimientos como el Cerro de La Nacla a cuyo alrededor, delimitado por la cota 100 hacia el sur y por la parte superior hasta la carretera del Canal, se hallaron restos de cerámica a mano pertenecientes a fuentes y cuencos así como fondos con impronta de cestería que podrían pertenecer a un poblado (aunque no hay evidencias de estructuras)40 . Cercano al anterior se encuentra el yacimiento del Cerro de las Provincias (área situada entre el barranco de las Provincias y el de Pontes) donde se detectó un poblado calcolítico con posibles restos de estructuras sobre un cerro amesetado en la unión de los dos barrancos. Allí se hallaron restos de material cerámico pertenecientes a fuentes carenadas, platos de borde biselado. Relacionado con éste se han hallado restos cerámicos a mano en el cercano Cerro del Toro. Algo más alejados de los citados anteriormente se encuentra el conjunto de yacimientos de la rambla de Escalate-Cañizares. Por un lado los dos

que se localizan en la margen izquierda, en la confluencia con el Guadalfeo y por los otros dos situados al sur de los cortijos de Porra Negra41 . Ya en la margen izquierda del Guadalfeo y muy cerca de la unión con la citada rambla de EscalateCañizares se encuentra el yacimiento del Cortijo de la Presa, situado sobre un cerro junto a dicho cortijo donde el río se abre a la vega holocénica tras salir del cañón de los Tajos de los Vados, frente a la presa del Azud de Motril; está muy afectado por la acción antrópica. Arteaga se refiere a él como poblado de la Presa. En la cercana Finca de Panata se localiza otro posible yacimiento hoy totalmente arrasado por los desmontes. La localización y adscripción cronológica de estos yacimientos de la zona Guadalfeo-Escalate-Cañizares se realizó en base al material cerámico hallado en superficie aunque en uno de los situados en las cercanías de los cortijos de la Porra Negra, ubicado en un espolón rocoso orientado hacia el noroeste, además de abundante cerámica en superficie se localizaron restos de estructuras que deberían estudiarse con detenimiento.

40. MALDONADO, G. y BRACERO, G. Inventario de yacimientos arqueológicos de la provincia de Granada. 1992. 41. PÉREZ HENS, J. M. Op. cit. 2001.


De arriba a abajo:

Monte Hacho Lasca de sílex (Monte Hacho) Posible ídolo (Monte Hacho)

En el término de Salobreña, se encuentran algunos de los yacimientos calcolíticos más importantes de la comarca. Uno de ellos es la Cueva del Capitán, ya comentada al hablar del Neolítico y que sigue ocupada, al menos de manera temporal, durante el Calcolítico pero, sin duda, los dos referentes arqueológicos en la zona son el Monte Hacho y escarpe suroeste del promontorio de Salobreña. El primero, es una pequeña elevación que se alza unos 80 m.s.n.m. a 500 m al norte del casco urbano del pueblo. En el Calcolítico se situaba en el mismo borde de la ensenada que se habría al este del lugar. Actualmente está prácticamente arrasado ya que se usó como cantera. Allí apareció en 1989 un enterramiento colectivo relacionado seguramente con la organización social clánica que explotaba el territorio42 . En el mismo se descubrieron restos de al me-

42. MALPICA CUELLO, A. Op. cit. 1996.

nos diez inhumaciones pertenecientes a individuos de diferentes edades junto a los que se había depositado un ajuar compuesto por lascas de sílex, útiles de piedra pulimentada y de hueso así como diferentes adornos en concha marina. La presencia de ídolos, restos de ofrendas de animales y de haber encendido hogueras nos indican la realización de rituales relacionados con los enterramientos. Además se han hallado en la zona diferentes materiales tanto cerámicos como líticos que dan idea del uso, seguramente intenso, de este enclave. Según Arteaga, los materiales hallados aquí son idénticos a los que encuentra en el Peñón (el aprovechamiento del medio marítimo está atestiguado en otros yacimientos calcolíticos) y en el Cortijo de la Presa. Cree que hay que poner en relación este poblado con los yacimientos anteriores y con otros hallados en la rambla de Cañizares. Había por tanto relaciones entre este poblado y un hinterland que se extendería tanto a la costa como a los yacimientos interiores mencionados (ramblas de Escalate y Cañizares y Cortijo de la Presa). El escarpe suroeste del promontorio de Salobreña es otro punto importante en el estudio del Calcolítico comarcal. Concretamente, nos estamos refiriendo al antiguo istmo del promon-


torio (entonces era una península) donde se hallaron materiales cerámicos que hacen pensar que entre esta zona y la parte superior del actual casco urbano hubo un asentamiento hacia mediados del III milenio a.C. formado por cabañas circulares de zócalo de piedra, paredes de adobe o tapial y techumbres de ramas y barro. También en Salobreña se encuentran otros yacimientos como el de Piedras Blancas, pequeño afloramiento rocoso situado en la zona del Monte de los Almendros donde se hallaron materiales cerámicos; el Peñón de Salobreña, antigua isla en época calcolítica y en cuya excavación de urgencia aparecieron varios fragmentos cerámicos de adscripción calcolítica entre las grietas de las rocas calizas43 . La Cueva de los Murciélagos (Albuñol), comentada al hacer referencia al Neolítico, fue utilizada, junto al Monte Hacho, como lugar de enterramiento colectivo. Es el único yacimiento de la costa granadina donde se aprecia el cambio cultural Calcolítico que supuso el enterramiento colectivo. Además de éstas, las necrópolis megalíticas más cercanas a la costa de Granada son la de El Toril (Dílar), a 80 km, actualmente destruida, la de Zafarraya y la del Pantano de los Bermejales (Arenas del Rey, 50 km) En el término de Almuñécar, en la Herradura, se encuentra el asentamiento del Cerro del Barranco de la Mezquita, datado en el Cobre Pleno. Por último citaremos una serie de yacimientos de la costa granadina donde también se hallaron restos calcolíticos: el abrigo rocoso del Cortijo del Carpintero (Lújar), Peñón de Pedro Vélez (Órgiva), situado en el barranco del Alcázar, en la Sierra de Lújar, el Cortijo del Peñón (Rubite), del Cobre avanzado y el Cortijo Fúñez (Murtas) Es probable que estos yacimientos calcolíticos de la costa granadina constituirían junto a otros de la costa malagueña y gaditana una zona intermedia que conectaría los grandes focos calcolíticos del valle del Guadalquivir y del Genil con los del Sudeste (Los Millares).

43. ARTEAGA, O. et alii. Op. cit. 1992. 44. PELLICER, M. Op. cit. 1992.

EDAD DEL BRONCE En Andalucía Oriental el Bronce Antiguo y Pleno corresponde culturalmente a los que se conoce como Cultura del Argar (ver cronología). Durante este período se producen una serie de cambios que lo caracterizan plenamente44 . Los asentamientos, que ya en el Calcolítico buscaban lugares escarpados, acentúan esta tendencia. Suelen ubicarse por tanto, en lugares más escarpados, a veces prácticamente inaccesibles y normalmente situados estratégicamente. Muchos presentan defensas como murallas o fortines. En ellos asistimos a un principio tímido de urbanismo. La vivienda es ahora rectangular, aunque los materiales de construcción siguen siendo prácticamente los mismos que en la fase precedente, parece que la piedra se emplea ahora más. La población de los mismos y su número aumentan considerablemente. Los enterramientos colectivos característicos del Calcolítico se transforman en individuales (en cistas, fosas, covachas o en grandes recipientes cerámicos llamados pithoi) y se introducen en muchos casos en los mismos lugares de asentamiento (incluso debajo de las viviendas). La metalurgia (fundamentalmente de cobre arsenicado más que de bronce auténtico debido a la escasez de yacimientos de estaño) sigue desarrollándose mediante nuevas técnicas y un aumento en la variedad de artefactos. Se generaliza también el trabajo de la plata. Vista suroeste del Promontorio de Salobreña con indicación de las posibles zonas de ocupación durante las Edades del Cobre y del Bronce.


La cerámica adquiere abrumadoramente formas muy características con profusión de perfiles carenados, copas y formas cerradas (frente a la predominancia de formas abiertas calcolíticas) fabricados muchos de ellos mediante una técnica que les confiere un aspecto como metálico (superficies alisadas y oscuras utilizando horno reductor). Se produce un aumento de la actividad económica gracias al desarrollo de la agricultura en la que se continúa con del cultivo de trigo y cebada y aumenta el de las leguminosas y el de las fibras textiles. En la ganadería también se produce un aumento de la cabaña en general, aunque es especialmente llamativo en el caso de bóvidos y équidos. Los contactos comerciales mediante redes que se extienden a larga distancia son cada vez más frecuentes. La sociedad argárica presenta rasgos de complejidad y estratificación que se ponen de manifiesto en la especialización metalúrgica de algunos grupos o personas, la jerarquización de los asentamientos (y el aumento de sus defensas) y las diferencias perfectamente apreciables de la riqueza de los ajuares funerarios. La cultura argárica, desde su núcleo central del este almeriense y sur murciano, se extiende primero hacia el este de la provincia de Granada donde están presentes los poblados con fuertes defensas y las necrópolis en su interior. A medida que nos adentramos hacia el oeste los asentamientos se enrarecen o casi desaparecen (o no son tan evidentes y futuras prospecciones darán con ellos) y se localizan casi exclusivamente necrópolis de cistas. Esta situación también se produce en la costa. Para Pellicer45 , las necrópolis de la costa granadina (al menos las más occidentales) están relacionadas con las del valle medio del Genil. Desde esta zona y a través de los ríos Cacín y Alhama, lo argárico se habría adentrado, atravesando el Boquete de Zafarraya, en la cuenca del río Vélez para llegar a la costa malagueña y granadina. Otro de los pasos posibles es el que cruza las sierras de la Almijara y los Guájares (la necrópolis de Lentegí, que comentamos más abajo, sería un hito en esta ruta). Por último, la

45. PELLICER, M. Op. cit. 1992.

ruta que a través del río Andarax enlaza con el Guadalfeo podría ser la mejor candidata a una penetración argárica directamente desde el este teniendo en cuenta que la ruta costera resulta, por su topografía, de muy difícil tránsito y la similitud de algunos restos cerámicos hallados en la Cueva del Capitán y en la localidad de Canjáyar (situada junto al mencionado río almeriense). No obstante, hay algunos autores que defienden la vía costera desde Almería para luego penetrar hacia el interior por el Boquete de Zafarraya y enlazar con la zona regada por el Genil. En todo caso, lo hallado en la costa granadina se trata de casi siempre de enterramientos en cistas que forman conjuntos de una extensión considerable o se disponen de manera aislada. No se conocen los poblados relacionados con estas necrópolis. En la Vega de Motril-Salobreña se aprecia un aumento del poblamiento a partir del Bronce y una aceleración en los procesos erosivos y de colmatación por la mayor actividad humana que dan lugar a la aparición de más tierras llanas en el reborde de la ensenada que formaba la desembocadura del Guadalfeo. Según Arteaga, es a partir de los inicios del Bronce aproximadamente cuando la colmatación de la bahía debió aumentar considerablemente. Especialmente importante es el poblamiento en su margen derecha, relacionado tanto con la posibilidad de que se acumularan en esta zona más tierras llanas aptas para el cultivo por la especial configuración del terreno como con el control del paso a través de los Tajos de los Vados. La etapa final del mundo argárico (denominada Bronce Tardío) comienza hacia 1300 a.C. de tal manera que hacia 1100 a.C. los asentamientos argáricos prácticamente han desaparecido. La causa o causas de este rápido final no están claras aunque se proponen algunas como las contradicciones internas de su estructura económica o la degradación medioambiental o el agotamiento de los filones superficiales de cobre y la incapacidad tecnológica de la metalurgia argárica para competir con los bronces auténticos (cobre y estaño) procedentes de la fachada atlántica europea.


A la etapa argárica le sucede lo que se denomina Bronce Final sobre el que incidirá la llegada de los colonizadores fenicios. Es una etapa de fuertes influencias exteriores (antes de la llagada fenicia los contactos fueron intensos con el mundo tartésico, con la Meseta y con la fachada atlántica) donde la sociedad se vuelve más igualitaria y se consolida una nueva explotación del territorio en la que los asentamientos bajan en ocasiones de sus escarpes y pierden las defensas. Se produce un abandono de muchos asentamientos. La ganadería recupera terreno en detrimento de la agricultura y parece detectarse en los ámbitos domésticos una cierta especialización artesanal en actividades textiles, alfareras o metalúrgicas. Desparecen las necrópolis de cistas. Vuelven las viviendas de tendencia circular construidas con menos piedra y más adobe o tapial.

tuado a 500 m de altura, muy arrasado por la erosión y del que solo quedan algunos restos cerámicos en superficie, el del Cerro del Gallo o el del Cerro del Polo, donde parece que pudo existir un enclave junto a un abrigo rocoso46 , que no se conocían o no estuvieron habitados hasta esta época. A este último yacimiento parece referirse el arqueólogo Jesús Tarragona cuando habla del cerro de la rambla Puntalón donde apareció abundante material cerámico en superficie entre los que destacan los restos de una copa argárica, una plaquita circular de esquisto con perforación central y dos moledoras de mano47 .

En la costa granadina hay un yacimiento de especial importancia para constatar el influjo de la llegada fenicia y su interrelación con la población indígena del Bronce Final; se trata de la parte superior del Cerro de San Miguel (Almuñécar). Allí, durante la excavación de la Cueva de Siete Palacios (actual museo arqueológico de la localidad) se hallaron numerosos fragmentos cerámicos fabricados a mano que contrastaban claramente con la cerámica a torno fenicia. Los paralelos tipológicos indican que la coexistencia o los contactos entre los colonizadores y los indígenas eran una realidad en el siglo VII a.C. Es posible que estos contactos provocaran un cambio hacia actividades económicas más relacionadas con el comercio y el mar y que, a partir de asentamientos costeros como el que nos ocupa y siguiendo las vías de penetración preexistentes, el influjo fenicio comenzara a dejarse sentir en las poblaciones indígenas del interior.

Ya en el término municipal de Salobreña encontramos algunos de los yacimientos más representativos del Bronce costero granadino. En primer lugar hay que mencionar el enclave de la Presa del Azud de Motril donde, en una elevación situada en la margen derecha del río, hay dos yacimientos datados en el Bronce Pleno. El más bajo, cortado por el canal de San Agustín y una carretera, es el más importante; en él no se aprecian restos de estructuras, pero su situación en un medio montañoso pero cercano al río y en relación con el yacimiento del Cortijo de la Presa, situado en la margen izquierda del río, parece evidenciar una clara importancia estratégica. El yacimiento situado a ma-

Los yacimientos del Bronce hallados en la costa granadina son los más abundantes de la prehistoria comarcal por razones tanto de proximidad cronológica como de mayor densidad de ocupación territorial y por tanto demográfica. En el municipio de Motril encontramos enclaves del Bronce como el de Cerro Gordo si-

46. Maldonado, G. y Bracero, G. Op. cit. 1992. 47. Tarragona, J. Prehistoria y arqueología de Motril: hallazgos y

problemática. En: Revista de las Fiestas Patronales de Motril. 1984.

Otros yacimientos como el Cerro de La Nacla o el del Cortijo de la Presa, que ya estaban ocupados desde la Edad del Cobre, continúan su actividad.

Copa argárica poco común (Cueva del Capitán)


de cerámica que parecen indicar la presencia de un asentamiento aunque no se han encontrado estructuras de superficie. Por otra parte, el Monte Hacho fue probablemente un asentamiento sincrónico al del promontorio desde el Calcolítico. La destrucción de este yacimiento nos ha privado de un conocimiento más exhaustivo del mismo aunque podría haber sido de los más importantes del entorno. En él se han hallado algunos vasos carenados pertenecientes probablemente a algunos enterramientos así como una punta de flecha con aletas y pedúnculo fabricada en cobre y una tumba de cista en las proximidades del Cortijo del Hacho.

Tumba argárica de cista (Cortijo del Hacho).

yor altura hay que ponerlo en relación con el anterior y con una ocupación bastante extensa del territorio en esta época. En la Cueva del Capitán se halló en superficie una copa argárica de factura poco común y rasgos arcaizantes como mamelones, trazos en el borde y pasta cerámica muy tosca. Es análoga a otra encontrada en la Cueva Bajica de Canjáyar (Almería). La presencia humana en esta cueva -esporádica seguramente-, habría continuado por tanto desde el Neolítico48 . Algo más al este y por encima del mencionado canal de San Agustín hay otro yacimiento situado en una ladera poco pronunciada que baja hasta el río. Cercano a estos tres últimos pero controlando seguramente el acceso hacia el paso de los Tajos se encuentra la desembocadura del río de la Toba que ha proporcionado escasos materiales cerámicos. Más cerca de la villa de Salobreña encontramos el ya comentado enclave de Piedras Blancas, situado en un espolón rocoso orientado al S-SE en la zona del Monte de los Almendros, donde se encontraron abundantes fragmentos

Formando parte del casco urbano de Salobreña encontramos el Paseo de las Flores en el que, al pie de la muralla suroccidental del castillo, aparecieron en sucesivas ocasiones diversas tumbas en cista y en covachas. Se trata de enterramientos individuales o más raramente de dos personas (hombre y mujer recostados uno frente a otro). Los ajuares encontrados estaban constituidos por pequeños vasos carenados y otros objetos como puñales y adornos personales de metal. En prospecciones posteriores también se han encontrado en esta zona cerámica perteneciente al Bronce Tardío; concretamente se hallaron fragmentos de cerámicas tipo Cogotas49 de las que ya había alguna referencia desde los años cuarenta (Martínez Santaolalla presentó algunos restos de la zona de Salobreña en el II Congreso del Sudeste en 1946)50 . En la ladera suroeste del Castillo, Arteaga encontró en sus prospecciones una serie de restos cerámicos que identificó como del Bronce Pleno (el profesor Malpica opina que son del Bronce Final)51 . Es probable que algo más al este que el poblado calcolítico del promontorio de esta localidad, en un lugar más enriscado, hubiese en esta época un poblado constituido por veinte o treinta viviendas construidas con un sistema similar al del período ante-

48. ARTEAGA, O. Op. cit. 1992. 49. Cultura de pastores y ganaderos que procedentes de la Meseta penetran por el norte de la provincia de Granada en los

momentos finales de la cultura argárica 50. ARTEAGA, O. La transformación del medio ambiente costero de Salobreña (Granada). Causas naturales e históricas. En. Ciclo de conferencias pronunciadas con motivo del V centenario de la incorporación de Salobreña a la Corona de Castilla (1489-1989). 1990. 51. MALPICA, A. Op. cit. 1996.


rior pero de planta rectangular, cuya necrópolis fuera la comentada más arriba, donde podrían vivir algo más de un centenar de personas. Procedente de este lugar Arteaga encontró cerámica del Bronce Final similar a la encontrada en la Vega de Granada lo cual nos deja claro la conexión entre ambas zonas52 . También en la cara sur del Promontorio se encontraron varios enterramientos en cistas. No hay que olvidar además que el Peñón continúa siendo ocupado para su utilización como zona de aprovisionamiento de productos marinos. En la zona montañosa occidental de la costa granadina más próxima al mar se encuentran dos lugares arqueológicos interesantes. Nos estamos refiriendo al Barranco de Ítrabo (Molvízar) en las afueras de esta localidad, donde se hallaron diversos fragmentos cerámicos entre los que destaca un vaso carenado que parece indicar la posible presencia en las proximidades de una necrópolis argárica y el poblado al que estuvo vinculado, y sobre todo al Repecho de la Tinajilla (Lentegí) donde se descubrió una necrópolis argárica de cistas que C. Millán estudió en 1940. En cada una de las doce tumbas excavadas se encontraron, además de los restos óseos correspondientes, dos vasos carenados53 . Almuñécar ha deparado también importantes yacimientos, imprescindibles para explicar el desarrollo del Bronce en la comarca; así, además del mencionado Cerro de San Miguel, en la ladera sur de la parte alta del Cerro de Velilla se hallaron, durante los trabajos agrícolas realizados en la finca allí situada, numerosos materiales que, aunque no se llegó a excavar por arqueólogos, a tenor de lo contado por sus descubridores podría pertenecer a una necrópolis argárica, seguramente de cistas, con sus correspondientes ajuares metálicos y cerámicos. La necrópolis argárica más importante de la zona es la del Puente del Noy, la única de las del término de Almuñécar que fue excavada ya que las demás se conocen por hallazgos fortuitos y el material recuperado está descontextualizado arqueológicamente; allí entre las sepulturas de una necrópolis fenicia apa-

52. ARTEAGA, O. Op. cit. 1992. 53. PELLICER opina que el topónimo “tinajillas” hace

referencia a la frecuencia en la zona de vasos prehistóricos

Vasos carenados y puñales con escotaduras (Cerro Velilla) Tulipas argáricas de la necrópolis de Puente del Noy Enterramiento argárico de la necrópolis de Puente del Noy


reció una sepultura argárica en cista intacta excavada en la roca hecha de lajas de pizarra con el cadáver en posición fetal mirando hacia el norte y que contenía cuatro tulipas54 . Este descubrimiento, junto con los frecuentes hallazgos de fragmentos cerámicos en tumbas fenicias ha hecho pensar a sus excavadores que en la colina donde se encontró habría habido una necrópolis del Bronce Pleno (argárica) destruida en su mayor parte por la erosión y por la construcción de la necrópolis fenicia55 . En la zona de río Seco, en el Cortijo del Tenorio se encontró una necrópolis de cistas con un ajuar que contenía entre otros materiales una placa de arquero, elemento este más característico de la Edad del Cobre que revela el carácter arcaico de esta necrópolis. Según Molina Fajardo, podría representar un inicio de penetración desde la costa que pondría en relación el área argárica de Almuñécar con la de Lentegí. Para finalizar las referencias al municipio de Almuñécar, en La Herradura hay que mencionar la necrópolis del Pago del Sapo, donde

54. 55. 56. 57.

en los años cuarenta, al noreste de esta localidad y ya en la sierra se encontró una extensa necrópolis de cistas56 . Hacia el este de Motril encontramos toda una serie de enclaves del Bronce, en muchos casos asociados a yacimientos romanos y altomedievales. En Castell de Ferro se sitúan los yacimientos de La Rijana I, localizado a ambos lados de la N-340 donde se han detectado restos cerámicos que parecen indicar la presencia de un asentamiento que pudo utilizar las los abrigos rocosos situados sobre la carretera (y otros que ésta pudo destruir) vinculados a la utilización del litoral57 ; Los Corralones, un posible asentamiento y enterramiento argárico dado a conocer por el profesor Malpica que se localiza en una pequeña elevación algo por encima del barrio de El Romeral. De la Edad del Bronce son también los enclaves del Castillo de Olías (Órgiva), El Castillejo (Torvizcon), Ermita del Palomar (Albuñol) y El Castillejo (Sorvilán), ambos del Bronce Final, Cerro Encantado (Albuñol), Cuesta Peona (Murtas) y Juliana (Murtas).

Vasos de carena baja característicos de la Cultura del Argar. MOLINA FAJARDO, F. Almuñécar en el marco de la Cultura Argárica. En: Almuñécar, arqueología e historia I. 1983 MOLINA FAJARDO, F. Op.cit. 1983. MALPICA CUELLO, A. y GÓMEZ BECERRA, A. Una cala que llaman La Rijana. Arqueología y paisaje. 1991



COLONIZACIÓN FENICIO-PÚNICA Y ROMANIZACIÓN EN EL BAJO GUADALFEO JOSÉ MARÍA PÉREZ HENS


“Un pueblo sin memoria es un pueblo enfermo” Dulce Chacón, escritora.

Esta

colaboración que el lector tiene entre sus manos forma parte, como es evidente, de un todo mucho mayor referido al acontecer histórico de Motril. Como es de sobras conocido, en la antigüedad clásica nuestra localidad todavía no existía, pero en el actual término municipal motrileño si se localizaban significativos yacimientos a los que más adelante se hará la oportuna referencia. Es sólo por esta razón por la que el autor que suscribe estas líneas introductorias de nuestra historia antigua hace referencia a un territorio mucho más amplio, la comarca del delta del Guadalfeo, que nos pese lo que nos pese a los motrileños, estaba capitalizada por Almuñécar, la milenaria Sexi, que proyectaba su influencia política y económica por todo su territorium, coincidente con la actual franja litoral granadina. Dejando de lado “nacionalismos pueblerinos” absurdos que no nos llevan a nada, desde aquí nuestra humilde aportación al conocimiento y difusión de la historia pretérita de nuestra comarca. Mucha razón llevaba la escritora Dulce Chacón sobre el desconocimiento de la gente de su pasado histórico en una entrevista que tuvimos la oportunidad de leerle hace algún tiempo y que nos sorprendió muy gratamente. Por nuestra parte, vamos a intentar que a los motrileños y restantes habitantes de la costa granadina no los vayan a acusar de “desmemoriados” por desconocer su historia antigua.

EL PAISAJE COSTERO GRANADINO EN LA ANTIGÜEDAD Antes de pasar a describir el periodo histórico que nos ocupa, conviene hacer una pequeña reflexión sobre el medio físico, que en el caso particular del Bajo Guadalfeo es especialmente determinante. La relación hombre-espacio físico es muy importante en tanto en cuanto condiciona las actividades humanas.


Las investigaciones geológicas1 y arqueológicas2 del Proyecto Costa realizadas en la desembocadura del río Guadalfeo, han permitido reconstruir el proceso de su formación, y por consiguiente, los cambios operados en la línea de costa en los últimos 6.000 años que se tradujeron en importantes transformaciones del paisaje y del medio ambiente costero coincidentes en el tiempo con la ocupación humana de la comarca. Según indica el profesor Arteaga, el objetivo fundamental de estas investigaciones fue intentar delimitar la línea de costa que conocieron los navegantes antiguos, los fenicios3 , cuando a partir del 800 a.C. fundaron sus coloniasfactorías en el litoral andaluz4 . El citado autor lo denomina horizonte portuario fenicio5 . Hacia el I milenio a.C. el espacio que actualmente abarca la vega holocénica de MotrilSalobreña lo ocupaba una amplia bahía marítima, que había empezado a colmatarse seriamente en el milenio anterior pero que aun era navegable en buena parte de ella. Se extendería por el oeste desde el promontorio rocoso de Salobreña, con forma de península que se adentraba en el mar, y la estratégica isla del Peñón situada frente a él, hasta la Cañada de Vargas y el cerro del Maraute, en Torrenueva, por el este. El mar penetraría hacia el interior del actual curso del Guadalfeo unos centenares de metros, quizá más, concediendo a la zona periférica del promontorio salobreñero unas condiciones portuarias muy aprovechables en la antigüedad. La actual vega de La Caleta-La Guardia, ubicada a poniente del promontorio, también era una bahía marítima apta para el fondeadero de barcos. Los actuales llanos de Carchuna-Calahonda no existirían, pero habían iniciado su proceso de formación y colmatación tal como han mostrado recientes in-

De arriba a abajo: Evolución relieve de la desembocadura del Guadalfeo, según Hoffmann, 1988. Evolución del relieve de la vega de Carchuna-Calahonda, según Hoffmann, 1988.

vestigaciones 6 . Por su parte, el litoral almuñequero también se caracterizaba por su forma de península elevada situada entre las ensenadas naturales que formaban las desembocaduras de los ríos Verde y Seco, especialmente el primero de ellos. La morfología del litoral restante de la comarca del Bajo Guadalfeo ha cambiado muy poco hasta la actualidad al ser una costa acantilada, rocosa y de cierta altura. Las montañas y colinas que rodeaban este paisaje geográfico costero estaban cubiertas de un típico bosque mediterráneo del que hoy no queda prácticamente nada debido a la importante acción antrópica de periodos posteriores. Los rebordes y piedemontes de estas estribaciones montañosas se caracterizaban por una lengua de tierra costera, de procedencia aluvial, muy apta para el aprovechamiento agrícola. Estas condiciones naturales que ofrecía el paisaje litoral de la costa granadina fueron muy aprovechadas por los colonizadores fenicios y, especialmente en siglos posteriores, por los romanos y su vertebrada economía.

LA COLONIZACIÓN FENICIO-PÚNICA (I MILENIO A.C.) Todos los interesados por los estudios históricos relativos a la etapa de las colonizaciones hemos escuchado la vieja concepción que veía a los fenicios como expertos navegantes y comerciantes que intercambiaban sus “baratijas” por metales y materias primas, al tiempo que civilizaban a las primitivas e incultas poblaciones autóctonas. Esa concepción tendenciosa y negativa de la colonización semita era propia de investigadores de la primera mitad del siglo XX7

1. HOFFMANN, G. Holozänstratigraphie und Küstenlinienverlagerung an der Andalusischen Mittelmeerküste. Berichte aus dem Fachbereich Geowissenschaften der Universität Bremen 2. 1988. pp. 54-63. 2. ARTEAGA, O. La transformación del medio ambiente costero de Salobreña (Granada). Causas naturales e históricas. En: Ciclo de conferencias pronunciadas con motivo del V Centenario de la incorporación de Salobreña a la Corona de Castilla (1489-1989). 1990. pp. 55-83. 3. Hoy es mayoritariamente aceptado por los historiadores que el término “fenicio” deriva del vocablo griego “phoinós” o “phoinix”, que significa “rojo”, color que se asocia a la producción de púrpura, materia colorante de un tono rojo vivo que se extraía de unos moluscos, el murex trunculus y murex brandaris. Se utilizaba para tintar ropajes de gran fama y esplendor en la antigüedad destinados a las clases sociales más ricas. En líneas generales, se atribuye su descubrimiento a los fenicios que exportaron su fabricación a Occidente. Con certeza, algunos de ellos, los más pudientes, iban vestidos con ropas de este color rojizo que llamaría poderosamente la atención a los indígenas iberos. Los propios fenicios no llegaron a denominarse a ellos mismos de esta forma, sino que se identificaban por el nombre de la ciudad-estado a la que pertenecían y por el nombre genérico de cananeos. Martín Córdoba, E. y Recio Ruiz, A. Los fenicios en la costa de Vélez-Málaga. 2002. pp. 17 y 162-163. 4. ARTEAGA, O. Art. cit. 1990. p.56. 5. ARTEAGA, O. Art. cit. 1990. p. 58. 6. LARIO, J., ZAZO, C. y GOY, J. L. Fases de progradación y evolución morfosedimentaria de la flecha litoral de Calahonda (Granada) durante el Holoceno. En: Estudios Geológicos, 55. 1999. pp. 247-250.


en la que se conocían escasos asentamientoscolonias en el Mediterráneo occidental y las fuentes greco-romanas y bíblicas aportaban una exigua información. Por eso los autores de esa época aceptaban como válido el inicio de la colonización en el siglo XII a. C., hecho que hoy en día ha sido descartado definitivamente. En esas fechas la ciudad-estado de Tiro, situada en el actual Líbano, en la esquina oriental del Mediterráneo y lugar de procedencia de nuestros ilustres visitantes, no estaba en condiciones de llevar a cabo una empresa de semejantes características; por consiguiente, debemos olvidarnos de la legendaria fundación hacia el 1100 a. C. por navegantes tirios de la antigua Gadir (Cádiz), entre otras ciudades como Lixus y Útica, ambas en el norte de África8 . Habría que esperar hasta la finalización de la Guerra Civil española y II Guerra Mundial para que esta concepción negativa con todo lo relacionado con los fenicios cambiara, aunque lo hiciera muy lentamente. En la década de los 60 se produjeron dos hechos fundamentales para la investigación de la presencia fenicia en Andalucía: el descubrimiento y excavación por M. Pellicer de la necrópolis de “Laurita” en el Cerro de san Cristóbal (Almuñécar)9 y las investigaciones del Instituto Arqueológico Alemán en los asentamientos fenicios de la costa oriental malagueña (Cerro del Peñón, Toscanos, Alarcón, Cerro del Mar, Morro de Mezquitilla) y sus necrópolis (Jardín y Trayamar), que se extenderían a las décadas siguientes10 . Poco a poco se suceden espectaculares avances en la investigación arqueológica que harán que se establezca una nueva cronología para el asentamiento fenicio en las costas andaluzas que no irá más allá del siglo VIII a. C. o a finales del

siglo IX como mucho, al mismo tiempo que se multiplican las campañas de excavación y los restos materiales encontrados. Así, a finales de la década de los 70 e inicios de los 80 se trabaja ya en la otra necrópolis importante de Almuñécar, la de Puente de Noy por parte de un equipo encabezado por F. Molina Fajardo11 . En las últimas décadas del siglo XX se suceden numerosas intervenciones por toda la geografía litoral andaluza, desde Cádiz hasta Villaricos (Almería), pasando por Tarifa, cerro del castillo de Fuengirola, Málaga ciudad, costa de Vélez-Málaga y el Cerro de Montecristo de Adra, entre otros. En nuestra comarca se excavó en 1992 el antiguo islote del Peñón de Salobreña12 y en 1993 se realizó la última campaña hasta la fecha en la necrópolis de Puente de Noy, en Almuñécar13 . En estos años se dan

7. Es necesario tener en cuenta a la hora de comprender esta postura reacia y negativa de todo lo relacionado con los semitas, las ideas imperantes en la Europa de la época que desembocará en un impetuoso antisemitismo por parte de los investigadores europeos, especialmente alemanes, que tenían una gran repercusión en nuestro país. MARTÍN RUIZ, J. A. Los fenicios en Andalucía. 2004. p.15. 8. AUBET, Mª E. Los fenicios en Oriente. En: Revista de Arqueología 79, 1987. pp. 36-47. 9. PELLICER, M. Excavaciones en la necrópolis púnica “Laurita” del Cerro de San Cristóbal (Almuñécar, Granada). En: EAE, 17. 1962. 10. Desde hace más de 40 años, son los arqueólogos alemanes Schubart y Niemeyer los principales impulsores y protagonistas de estas excavaciones cuyos resultados han sido plasmados en numerosas publicaciones que, de relacionarlas en esta colaboración, se haría muy pesado para el lector. 11. MOLINA FAJARDO, F., RUIZ FERNÁNDEZ, A. y HUERTAS JIMÉNEZ, C. Almuñécar en la antigüedad. La necrópolis fenicio-púnica de Puente de Noy. 1982. Molina Fajardo, F. y Huertas Jiménez, C. Almuñécar en la antigüedad. La necrópolis fenicio/púnica de Puente de Noy II. 1985. 12. ARTEAGA, O., NAVAS RODRÍGUEZ, J., RAMOS MUÑOZ, J. y ROOS, A. Mª. Excavación de urgencia en el peñón de Salobreña (Granada). 1992. 13. MOLINA FAJARDO, F. y BANNOUR, A. Resultados de la campaña de excavación en la necrópolis fenicio-púnica de Puente de Noy (Almuñécar, Granada). En: A.A.A. 1993 vol. III. 1997. pp. 254-257.

Sector C de la necrópolis de Puente de Noy (Almuñécar). Su amplia cronología va desde el s. VIII a. C. hasta el s. I d. C., ya bien entrada la romanización.


Morfología del paisaje de la Sexs o Ex fenicia (I milenio a. C.). Las tres necrópolis se encontraban alejadas del núcleo de población situado en el Cerro de San Miguel que en la antigüedad constituía una península.

a conocer las primeras dataciones con Carbono-14 que ayudaron a precisar, casi definitivamente, la cronología de la llegada de los fenicios y son de destacar los estudios sobre la evolución de la línea de costa andaluza llevados a cabo por el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid, ya referidos anteriormente en el caso del litoral granadino. Hoy en día la mayoría de los investigadores coinciden en que la colonización fenicia tenía por objetivo el abastecimiento de plata y otros metales como el oro y el estaño para satisfacer la creciente demanda que se dio en Oriente durante los siglos VIII y VII a. C. Con esta intención arribarían a las costas andaluzas donde finalmente acabarían fundando importantes asentamientos, denominados “factorías”, “colonias”, “emporios” o incluso “puertos comerciales” según los autores14 . Algunos de ellos se convertirían con el paso del tiempo en ciudades. Sería el caso de Cádiz, Málaga, Almuñécar y Adra. No obstante, algunos especialistas en el tema han intentado explicar los motivos de la colonización fenicia de Occidente con sus propios “modelos” teóricos. Hay sugerencias para todos los gustos: • C. R. Whittaker en 1974 defiende la actividad agrícola como la causante principal y limitaba el papel de Tiro en ella15 . • En 1979 S. Frankenstein sugirió el papel de Asiria como impulsora de las actividades comerciales al presionar a Fenicia que acabó convirtiéndose en el abastecedor principal de metales de la potencia militar asiria16 . • La profesora Aubet en 1987 defendió la propuesta de una “diáspora comercial” pro-

tagonizada por Tiro y respaldada por una serie variada de factores como una reducción del espacio físico fenicio, presión demográfica, necesidad de materias primas y metales y el auge de Asiria17 . • C. Wagner y J. Alvar en 1989, al igual que unos años antes Whittaker, hablan de la escasez de tierras como la causa determinante del asentamiento fenicio en Occidente. Es por tanto una colonización agrícola18 . • Por último, H. Schubart y O. Arteaga en 1990 hablan de una empresa concebida por Tiro para canalizar el comercio de metales hacia Oriente debida a la presión asiria sobre territorio fenicio, hecho que causó una importante emigración de parte de la población19 . Abordamos a continuación las principales características y las aportaciones a los modos de vida indígenas de la colonización feniciopúnica en nuestras costas: A. El patrón de los asentamientos costeros tiene unas condiciones muy determinadas. Es conocida la preferencia de los navegantes fenicios por las islas, penínsulas y promontorios rocosos elevados, siempre en las cercanías de la desembocadura de un río que, además de aportar agua dulce, permita el refugio de las embarcaciones en caso de necesidad y disponer de puntos de embarque. Además, el valle fluvial serviría como zona de explotación agrícola y como lugar de tránsito de los intercambios comerciales con las poblaciones indígenas. Las necrópolis de los asentamientos se

Estas denominaciones reflejan conceptos distintos dependiendo de los autores que las usen, sin que hasta el momento se haya alcanzado un consenso sobre el tema. Martín Ruiz, J. A. Los fenicios en Andalucía. 2004. p.25. 15 Whittaker, C. R. The western Phoenicians: colonisation and assimilation. En: Proceedings of the Cambridge Philological Society 200, n. s. XX. 1974. pp. 58-79. 16 Frankenstein, S. The phoenicians in the far west: a function of neo-assyriam imperialism. En: Power and Propagande. A Symposium in Ancient Empires. 1979. pp.263-294. 17 Aubet, Mª E. Tiro y las colonias fenicias de Occidente. 1987. Aubet, Mª E. Art. cit. 1987. pp. 36-47. 18 Wagner, C. G. y Alvar, J. Fenicios en Occidente: La colonización agrícola. En: Revista di Studi Fenici, vol. XVII, 1. 1989. pp. 61102. 19 Schubart, H. y Arteaga, O. La colonización fenicia y púnica. En: A. Domínguez Ortiz (dir.) Historia de España vol. 1. 1990. 14


suelen situar por lo general en la orilla opuesta al núcleo poblacional. Estas condiciones de asentamiento eran cumplidas por la morfología antigua de Almuñécar y posiblemente, de Salobreña. La primera, con una pétrea península (el cerro del Castillo de San Miguel) situada entre dos cauces fluviales, los ríos Verde y Seco, y sus necrópolis alejadas de la población; la última, con un elevado promontorio flanqueado por la desembocadura del Guadalfeo a levante y la isla del Peñón al sur. B. Los asentamientos ocupaban escasa superficie: sólo unas pocas hectáreas los más grandes. También es de destacar que la tendencia general es que se instalen en lugares casi desprovistos de población autóctona, aunque en determinados enclaves como fue el caso de Almuñécar y Salobreña si existía presencia indígena que con el paso del tiempo se mezclaría con los colonizadores. Las viviendas fenicias solían ser de planta rectangular sobre un zócalo de piedras, paredes de adobe y tejados planos de madera distribuidas alrededor de calles. Esta tipología de casas se terminó imponiendo en las poblaciones autóctonas del Bronce Final precolonial que hasta ese momento utilizaban la planta circular u oval. C. Aparición de un importante comercio marítimo, el más rápido y rentable de la antigüedad, aprovechando el Mediterráneo como principal y única vía de comunicación rápida entre Oriente y Occidente. Aunque es un tópico muy al uso, los fenicios eran navegantes extraordinarios que revolucionaron las técnicas

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de navegación de su época (invención de la quilla y del espolón, utilización del betún para las juntas de los barcos, vela orientable…) y al parecer fueron los primeros en aplicar ciertos conocimientos astronómicos y físicos. Impulsaron tanto la navegación de corta y media distancia, denominada de cabotaje, sin perder de vista la costa, y la de larga distancia o de altura, para las que disponían de barcos de diferentes tamaños y diseños entre los que destacaban sus naves comerciales, las famosas gaulas. Tenían un casco panzudo, pero afinado y estaban provistas de un mástil central con verga recta y una gran vela cuadrada o rectangular, un bauprés a proa con otra vela para maniobrar y timón simple o doble a popa. Su velocidad oscilaba entre 3 y 5 nudos, sus dimensiones entre 12 y 15 m. de eslora y 6 de manga, sus tripulantes entre 5 y 10 y su carga sobrepasaba ampliamente las 100 toneladas. Fue tal su eficacia que las naves fueron imitadas por los marinos romanos, incorporando como novedad el ancla ideada por ellos20 . D. Entre los productos comercializados destacaban las ya comentadas exportaciones de metales, fundamentalmente la plata, estaño, oro,

González Wagner, C. Fenicios. En: Israel y Fenicia. Historia de la Humanidad vol. 6. 2000. pp. 61-94.

Relieve de nave comercial (Museo de Beirut). Se desplazaba con relativa rapidez gracias al empuje de la vela cuadrada de su mástil central. Cerámica de importación fenicia. Oinocoe de boca de seta y plato de engobe rojo (s. VIII-VII a. C.) procedentes de la tumba 12 de la necrópolis de Laurita, en el Cerro de San Cristóbal (Almuñécar).


hierro, plomo y cobre, además de productos alimenticios como el aceite y los cereales (trigo y cebada). Algunos eruditos hablan de la posibilidad de esclavos. Las importaciones se caracterizan por productos de lujo y manufacturados como orfebrería, armas, marfiles, objetos funerarios como huevos de avestruz y vasos de alabastro (alabastrones) de procedencia egipcia, perfumes, vidrios y objetos de pasta vítrea, tejidos suntuosos, cerámicas de lujo (de barniz rojo y polícromas) y de almacenaje (ánforas y pithoi), además de algunas de procedencia griega y etrusca. Con el tiempo muchos de estos productos de importación fueron fabricándose en los asentamientos occidentales por los nuevos colonizadores o incluso fueron copiados por la población indígena. E. De los primeros tiempos de la colonización se conocen muy escasos ejemplos de necrópolis, destacando entre ellos la del Cerro de San Cristóbal, en Almuñécar, con sus tumbas en forma de pozo donde se practicaba la incineración en urnas. Más tarde, en el siglo VII a. C., son extraordinarias las cámaras funerarias excavadas en la roca, auténticos panteones familiares, de las necrópolis de Trayamar (Algarrobo, Málaga) y Puente de Noy (Almuñécar) donde junto a las incineraciones se documentan las primeras inhumaciones que con el tiempo se irán imponiendo. La diversificación de la tipología de enterramientos se hará realidad en los siglos siguientes, así serán pozos, cámaras funerarias, fosos, cistas y sarcófagos los protagonistas del mundo funerario fenopúnico. F. Los fenicios también implantaron nuevas actividades económicas y potenciaron algunas de las que ya realizaban las poblaciones autóctonas del Bronce Final. Son un ejemplo del primer caso la introducción del torno alfarero, que se extendió a la población indígena en el s. VII a. C. pero que no se generalizó hasta el VI a. C.; la minería y metalurgia del hierro, muy documentada por las escorias y hornos de fundición así como por depósitos de mineral bruto en los asentamientos de la costa oriental malagueña; las industrias de salazones de pescado y salsas derivadas, muy rentabilizadas posteriormente por los romanos en todo el litoral andaluz; y la próspera producción de púrpura para realizar telas suntuosas destinadas a las clases más pudientes. En cuanto a las actividades que ya existían ante-

riormente, potenciaron la agricultura de triada mediterránea (olivo, vid y cereales) complementada con frutas y legumbres, y la ganadería de ovicápridos y bóvidos e introdujeron nuevas especies desde Oriente como la gallina. Mención aparte merecen la acuñación de moneda a partir del siglo III a. C. en algunas ciudades fenicio-púnicas, entre ellas Sexi, y un hecho trascendental culturalmente hablando, la utilización de la escritura alfabética fenicia basada en un sistema consonántico.

YACIMIENTOS FENICIO-PÚNICOS EN LA COSTA GRANADINA En nuestra comarca destacan dos asentamientos fenicio-púnicos importantes. Uno de ellos, Almuñécar, muy célebre, citado por autores clásicos y con bastantes restos materiales, y otro, Salobreña, de menor peso específico pero único por la isla del Peñón y su pequeño santuario marino púnico que se adentra cronológicamente en época romana. Además contamos con otros yacimientos que podemos catalogar como “menores” a los que más adelante haremos la oportuna referencia. La Almuñécar fenicia, llamada Seks, Sexs, Ex o Sexi, fue una importante base comercial en las rutas marítimas hacia los asentamientos de la costa almeriense (Abdera, Adra y Baria, Villaricos ) y malagueña (Toscanos, Cerro del Mar, Morro de Mezquitilla y Chorreras, entre otros), y hacia la más lejana Gadir (Cádiz). Ya abundan los estudiosos que desmitifican la importancia de Cádiz en los primeros momentos de la colonización frente al relevante peso comercial de los restantes asentamientos fenicios costeros andaluces. Cuando a finales del siglo IX o principios del VIII a. C. arriban a Almuñécar los colonizadores fenicios venidos de la ciudad-estado de Tiro, encuentran a la población indígena (culturalmente en el Bronce Final) asentada en la parte superior del Cerro de San Miguel, en la zona de la actual Plaza Eras del Castillo. Los nuevos pobladores se establecen cerca de la línea de costa, en la ladera occidental del Cerro, debajo de la zona norte de la factoría romana de salazones del Parque El Majuelo, concretamente en el área que rodea el actual puente que cruza el yacimiento, según se desprende de las


intervenciones arqueológicas realizadas por Federico Molina Fajardo en la década de los 80. Con el transcurso del tiempo los colonizadores semitas se asentaron sobre el citado Cerro que gozaba de una situación geográfico-estratégica muy apreciada por ellos, pues su forma de península elevada entre las ensenadas de los ríos Verde y Seco proporcionaba sendos fondeaderos que servirían de protección para las naves según la dirección de los vientos21 . En los siglos siguientes se producirá un mestizaje de la población de tal forma que a partir del siglo V a. C. ya se puede hablar de una verdadera ciudad fenicio-púnica. A finales de esta centuria arranca la construcción de la factoría del Parque El Majuelo que produciría en los siglos siguientes las afamadas salazones de Sexi, que se exportarán a todos los rincones del Mediterráneo. Pero son las tres áreas de enterramiento de la ciudad, localizadas en los cerros cercanos y separadas de ésta por el cauce de los ríos, las que nos han proporcionado la mayoría de los restos materiales, algunos de ellos espectaculares. Vamos a referirnos someramente a ellas por orden de antigüedad. La necrópolis Laurita, llamada así en honor a su descubridora Dª Laura de Prieto Moreno, está situada en la vertiente oriental del Cerro de San Cristóbal, que en la época en que se utilizó como lugar de enterramiento se encontraba al borde del mar. Fue excavada por el equipo de Manuel Pellicer a inicios de la década de los 6022 cuando ya habían sido “investi-

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Molina Fajardo, F. Almuñécar. Guía de sus monumentos. 1997.

p. 6-8. 22 Pellicer Catalán, M. Op. cit. 1962. Pellicer Catalán, M. Relaciones de la necrópolis púnica del Cerro de San Cristóbal de Almuñécar en el Mediterráneo Occidental. En: VIII C.N.A. 1964. pp. 393403. 23 Vasos de poca altura y boca ancha, con dos pequeños asideros en los lados, junto al labio. Los dos de la necrópolis del Cerro de San Cristóbal formaban parte del ajuar de la tumba 19, junto a un vaso de alabastro y sendos jarros, uno de boca trilobulada y otro de boca de seta. Son de estilo protocorintio subgeométrico de inicios del s. VII a. C. y sirvieron a M. Pellicer para datar el yacimiento. Pellicer Catalán, M. Op. cit.1962. fig. 32. 24 Pellicer Catalán, M. Op. cit.1962. pp. 10-11 y 51-53. Martín Ruiz, J. A. Op. cit. 2004. pp. 75-81 y 130-132. 25 Pellicer Catalán, M. Op. cit.1962. pp. 63-65.

gadas” algunas de las tumbas por obreros de la construcción y eruditos locales y habían desaparecido muchos de sus materiales. No obstante, en la localidad almuñequera se tenían ciertos indicios de la presencia fenicia ya que habían aparecido anteriormente dos sepulturas, una a comienzos del siglo XVII y otra en 1870. En la zona de la necrópolis se han documentado 20 enterramientos formando dos hileras. Son pozos más o menos circulares de unos 3 ó 4 m. de profundidad con nichos laterales u hoyos en el fondo para depositar las urnas cinerarias que estaban tapadas con grandes piedras. Frente a la sencillez de las tumbas, lo que llama poderosamente la atención son los ricos ajuares funerarios formados por platos de engobe rojo, jarros piriformes y de boca de seta, lucernas bicornes, kotyles protocorintios23 , huevos de avestruz decorados, joyas, y las propias urnas cinerarias que son en realidad espectaculares vasos de alabastro de origen egipcio (al igual que varios escarabeos encontrados), en ocasiones con inscripciones jeroglíficas grabadas y cartelas de los faraones Apofis I (entre el s. XVII-XVI a. C.), Osorkón II, Chechonq III y Takelot II, estos tres últimos pertenecientes a la XXII dinastía de los siglos IX-VIII a. C.24 . Si bien Manuel Pellicer dató la necrópolis en la segunda mitad del siglo VII a. C. basándose en la cronología de los kotyles protocorintios 25 ; otro investigador, Iván

Vaso de alabastro Chechonq III (alabastrón) reutilizado como urna cineraria en la tumba 16 de la necrópolis fenicia de Laurita (Almuñécar). Alabastrón del faraón Takelot II reutilizado como urna cineraria en la tumba 20 de la necrópolis fenicia de Laurita (Almuñécar).


mana. Fue excavada por F. Molina Fajardo durante seis campañas (distribuidas entre los años 1979, 1980, 1981, 1983 y 1993, además de una limpieza efectuada en 1986), quien dividió el yacimiento en cinco zonas de trabajo27 . Se han localizado un total de 132 tumbas, la mayoría con el ritual de inhumación, aunque a partir del siglo III a. C. aparecen las incineraciones. Acompañadas de muy diversos ajuares, son de tipología muy diversa, la mayoría excavadas en la roca, destacando especialmente dos de ellas datadas en el siglo VII a.C.: • La tumba 4 de la zona C consta de una cámara de sillares a la que se accedía por un corredor escalonado. Tenía un nicho en uno de los lados.

Negueruela, según la cerámica de barniz rojo, la situó un poco antes, a fines del s. VIII perdurando hasta finales del s. VII a. C26 . Al parecer en el Cerro de Velilla, al otro lado de la desembocadura del río Verde, se situó un nuevo área de enterramientos, pero la información que se tiene de ella es muy escasa ya que no se ha excavado en la zona, tan sólo se han hecho algunas prospecciones que han dado como resultado la recuperación de algunos materiales. No deben confundirse estas tumbas con las aparecidas en la parte más elevada del cerro que se corresponden con una etapa anterior, la cultura del Argar, en plena Edad del Bronce. La otra gran necrópolis de la Ex feniciopúnica se localiza en la zona de Puente de Noy, en la colina donde se halla el Instituto Antigua Sexi, que en tiempos de su utilización debió de estar muy cercana al mar. Por su cronología parece que sucedió a la de San Cristóbal durante la 2ª mitad del s. VII a. C. perdurando en el tiempo hasta el siglo I a. C., ya en época ro-

Antes de la llegada de los nuevos colonizadores a Selambina o Sel, que así se conocía a la actual Salobreña en la antigüedad, estaba plenamente asentada en el promontorio rocoso una comunidad del Bronce (Cultura del Argar) que dejó sus vestigios en for ma de enterramientos y ajuares en la ladera SW del Castillo, en el Paseo de las Flores y en el cercano Monte Hacho29 . El asentamiento feniciopúnico está documentado por los abundantes restos cerámicos aparecidos en los alrededores del promontorio y en la isla del Peñón (cerámicas polícromas, grises, de engobe rojo, de cocina y fragmentos anfóricos, entre otros)30 . Pero fue durante la época púnico-romana cuando los habitantes de Selambina levantaron un santuario dedicado al parecer a una divini-

Negueruela, I. Sobre la fecha de la necrópolis Laurita de Almuñécar. En: N.A.H. 22. 1985. pp. 193-210. Sobre las 3 campañas realizadas entre 1979 y 1980: Molina Fajardo, F., Ruiz Fernández, A. y Huertas Jiménez, C. Op. cit. 1982. De las campañas de los años 1981 y 1983: Molina Fajardo, F. y Huertas Jiménez, C. Op. cit. 1985. De la campaña de 1993: Molina Fajardo, F. y Bannour, A. Op. cit. 1997. pp. 254-257. 28 Molina Fajardo, F. y Huertas Jiménez, C. Op. cit. 1985. pp. 31-42 y 122-143. 29 Pellicer Catalán, M. Aproximación a la prehistoria de Salobreña. 1992. pp. 80-83. Pérez Hens, J. Mª. Yacimientos arqueológicos en la zona del Tajo de los Vados. En: Los Tajos de los Vados. Monografías ambientales de la costa granadina nº 2. 2001. pp. 35-42. 30 Arteaga Matute, O. Art. cit. 1990. pp. 69-71. 26 27

Tumba 4, zona C. Cámara de sillares con dromos. Necrópolis de Puente de Noy, Almuñécar.

• La tumba 1 de la zona E es un pozo de 7,5 m de profundidad excavado en la roca, al que se accedía por una escalinata adosada a las paredes. Abajo, en el lado norte, estaba la cámara con una entrada de sillares calizos, que igualmente fueron usados para sellar la puerta. Esta tumba fue expoliada en el s. IV a. C. quedando su muy fragmentado ajuar reducido a dos ánforas y tres platos de engobe rojo esencialmente28 .


dad marítima (quizá Tanit) en el estratégico islote del Peñón. El yacimiento, del que apenas quedan vestigios, fue escenario de una excavación de urgencia en agosto de 1992 que sacó a la luz un edificio de planta cuadrada y variados restos materiales (terracotas, quemaperfumes, ungüentarios, lucernas, etc.) que permitieron suponer que se trataba de un templo del siglo II-I a. C31 . Dejando de lado los importantes asentamientos fenicio-púnicos de Almuñécar y Salobreña, en nuestra comarca podemos citar otros yacimientos que pueden clasificarse como “menores”: • La pequeña necrópolis de incineración de La Presa, en el Azud de Motril, seguramente relacionada con la colonización agrícola del Bajo Guadalfeo. Se ha localizado una urna cineraria con decoración policroma que contenía los restos de un individuo de edad infantil32 . Según parece, en una finca vallada situada en la orilla opuesta del río, también debieron de producirse algunos enterramientos según información oral que pudimos recabar en su momento. • Un pequeño yacimiento con restos cerámicos de platos y ánforas pertenecientes probablemente a una tumba que se encontró hace años en el Cerro de la Colina, al este de Motril, junto a la carretera de Puntalón. • El yacimiento del Cortijo Andaluz, en la cabecera de la Rambla de Cañizares-Escalate, sólo se ha estudiado superficialmente. Presenta estructuras de edificaciones y cerámica de adscripción claramente fenicia. Desde aquí planteamos la disyuntiva de si se trata de un establecimiento indígena que realizaba intercambios comerciales o fueron

31 Arteaga Matute, O. et alii. Excavación de urgencia en el Peñón de Salobreña (Granada). 1992. 32 Malpica Cuello, A. Medio físico y poblamiento en el delta del Guadalfeo. Salobreña y su territorio en época medieval. 1996. p. 116. Pérez Hens, J. Mª. Art. cit. 2001. p. 40. 33 La familia Barca, cuyos cabezas visibles eran Amílcar, Asdrúbal y el famoso Aníbal, era una de las principales de Cartago. Fue la protagonista del resurgir del imperio cartaginés tras la derrota en la I Guerra Púnica (264-241 a. C.) y de la política expansionista en la Península Ibérica que daría lugar, tras el problema de Sagunto, a la II Guerra Púnica (218201 a. C.).

los nuevos colonos los que se asentaron aquí; esta última hipótesis la consideramos menos probable.

LA ROMANIZACIÓN DEL BAJO GUADALFEO La incorporación de las tierras del sur de la Península Ibérica al imperio cartaginés (púnico) de la familia Barca33 y el posterior enfrentamiento con Roma en la II Guerra Púnica (218201 a. C.), traerá como consecuencia la conquista y el posterior sometimiento romano de las tierras hispanas quedando reducida Cartago a su territorio africano. Aunque muchas fases de la ocupación romana se vieron facilitadas por el apoyo de los pueblos indígenas disconformes con la opresión púnica, las sublevaciones contra el nuevo dominador se sucedieron en algunos puntos del Guadalquivir y en las zonas celtíbera y lusitana.

Restos de estructuras superficiales de edificaciones. Yacimiento del Cortijo Andaluz, cabecera de la Rambla de Cañizares-Escalate. Zona que ocupaba el santuario marítimo púnico-romano de la antigua isla del Peñón de Salobreña.


El fondeadero de Calahonda ya pudo ser utilizado en época romana como escala de la navegación de cabotaje.

A raíz de la conquista, los romanos dividieron en el 197 a. C. a la Península en dos provincias: la Hispania Citerior y la Hispania Ulterior, perteneciendo el actual territorio andaluz a esta última. Posteriormente, Octavio Augusto organizó los poderes imperiales dividiendo las provincias en senatoriales (dependientes del Senado y sin asentamientos importantes de tropas) e imperiales (dependientes del Emperador y con establecimiento de legiones debido a su población rebelde). Con esta reestructuración administrativa se crearon tres provincias: la Tarraconensis y la Lusitania, imperiales, y la Baetica, senatorial y modelo de romanización. La provincia romana Baetica, que viene a coincidir con los límites actuales de Andalucía excepto la parte oriental de la provincia de Almería y la cuenca minera de Cástulo (cerca de Linares), se dividió en cuatros distritos jurídicos denominados conventus: Hispalensis, Astigitanus, Cordubensis y Gaditanus. A este último, cuya capital era Gades (Cádiz), pertenecería la comarca de la costa granadina. El proceso que conocemos con el nombre de romanización, paralelo a la conquista, va a ser muy intenso y rápido en la Baetica. Esta provincia ya gozaba de un importante valor cultural desde antiguo y su vida urbana estaba desarrollada desde la llegada de los colonizadores fenicios, al igual que algunas actividades económicas (ya comentadas con anterioridad) como el comercio por mar, la agricultura de trilogía mediterránea (cereales, vid y olivo), la ganadería, la minería, la púrpura y la pesca con sus industrias derivadas de salazones y salsas. Otras de las consecuencias de la romanización serán además: la implantación de un eficaz sistema de comunicaciones terrestres y marítimas; la puesta en marcha de una economía plenamente estructurada en la que, junto a las actividades económicas citadas, se van a desarrollar otras como son la masiva producción alfarera utilizando el torno y la definitiva expansión del comercio marítimo, tanto de larga como de corta distancia o de redistribución; la utilización de la lengua latina; y, por último, la aparición de personalidades políticas (L. C. Balbo, secretario y consejero de Julio César,

emperadores como Trajano y Adriano, naturales de Itálica) e intelectuales (el filósofo Séneca, el agrónomo Columela, el geógrafo Pomponio Mela, los poetas Lucano y Marcial, etc.) de gran importancia para la sociedad romana. Para tener una idea aproximada de cómo era la comarca del Bajo Guadalfeo durante la antigüedad romana es necesario partir de su morfología costera que había experimentado algunos cambios significativos desde la llegada de los fenicios y que iban a condicionar el poblamiento y las actividades económicas: • La Sexi romana, la actual Almuñécar, se situaba en la península que formaba el cerro de S. Miguel entre los entrantes naturales de las desembocaduras de los ríos Verde y Seco que fueron aprovechados para dotarlos de instalaciones portuarias. Además, el del río Verde, fue utilizado posiblemente como zona de salinas para el abastecimiento de la principal actividad económica de esta ciudad: la elaboración y comercialización de salazones de pescado y salsas derivadas. La antigua Sexi fue una auténtica ciuitas salazonera con producciones de gran prestigio en todo el Mediterráneo romano tal como han recogido en sus obras muchos autores clásicos34 . • La actual vega de Motril-Salobreña continuaba siendo una bahía marítima en proceso continuo de colmatación, pero que permitiría aún la existencia de fondeaderos de naves tanto a ambos lados del promontorio de Salobreña como en La Cañada de Vargas, cerca del actual núcleo de Torrenueva. • Los Llanos de Carchuna-Calahonda, actualmente un “mar de invernaderos”, estaban formándose durante el período romano. Por investigaciones recientes, se sabe que el proceso de creación de la flecha litoral de Calahonda se ha desarrollado en los últimos milenios35 . La actual ensenada-fondeadero de la citada localidad pudo ser utilizada ya en esta época como punto de escala del comercio marítimo de corta y media distancia.

Las producciones salazoneras y salsarias de Sexi han sido alabadas, entre otros, por el poeta griego Dífilo de Sinope en el s. III a. C., el geógrafo Estrabón en el I a. C., el naturalista e historiador Plinio El Viejo y el poeta Marcial, ambos en el s. I d. C. y el médico Galeno en el s. II d. C. Pastor Muñoz, M. Fuentes antiguas sobre Almuñécar. En: Molina Fajardo, F. Almuñécar Romana. 2000. pp. 13-29. 35 Lario, J., Zazo, C. y Goy, J. L. Art. cit. 1999. pp. 247-250. 34


POBLAMIENTO Y ACTIVIDADES ECONÓMICAS EN LA COSTA GRANADINA DURANTE LA ÉPOCA ROMANA Creemos que ha quedado suficientemente comentado en este trabajo que, en tiempos prerromanos, el ager litoral granadino estaba capitalizado por la importancia del asentamiento fenicio-púnico de Almuñécar, la antigua ciudad de los exitanos, de cuyo hinterland o área de influencia formaría parte nuestra comarca. Es más, será en las etapas republicana y altoimperial cuando esta dependencia con respecto a Sexi se verá acrecentada notablemente. Así, en el territorium romanizado del delta del Guadalfeo, la distribución de la población y la ocupación del territorio estarán fuertemente condicionadas por las actividades económicas imperantes; algunas de ellas como los intercambios comerciales y la producción de salazones sexitanas ya se hallaban muy desarrolladas en la etapa precedente. Siguiendo en esta línea, se pueden distinguir varios tipos de establecimientos de población en el litoral granadino: A- Núcleos de población importantes, basados en el desarrollo urbano que se materializó en época fenicio-púnica y en sus actividades económicas y administrativas. Serían los casos de Salobreña y especialmente, de Almuñécar. De la Selambina o Sel romana como entidad de población, aunque citada en las fuentes clásicas36 , no se conocen demasiados detalles ya que no ha sido practicada excavación arqueológica de ningún tipo en el casco urbano de la actual villa. No obstante, se ha encontrado bastante material cerámico superficial, en especial en la ladera SW del promontorio que prueba una ocupación importante y estable en época romana. Seguramente debió de ser una pequeña ciudad, muy relacionada con la vecina Sexi, que pudo actuar como centro organizador de las actividades económicas del territorio de la

desembocadura del Guadalfeo: pesca, agricultura, alfares y comercio. De lo que cada vez hay menos dudas es que contaba en la antigüedad con unas inmejorables facultades portuarias propiciadas por la forma peninsular del promontorio salobreñero que protegía, tanto a levante como a poniente, sendas ensenadas marítimas. Esta última, la de La Caleta, utilizada por las embarcaciones todavía en el siglo XVIII, presenta serios indicios de algún tipo de instalación portuaria e incluso, se ha conservado un topónimo claramente significativo, el Portichuelo, referido a un paraje de este entrante costero37 . Tampoco hemos de olvidarnos del islote del Peñón con su santuario marítimo que todavía se utilizaba en época republicana, pero al que posteriormente se superpondrán algunas piletas de salazones de cronología altoimperial perfectamente identificables por los restos del opus signinum característico de estas construcciones38 . Aunque reiteradas veces ha sido confundida con Motril, la antigua Sexi es, sin la menor duda, la cercana Almuñécar39 . La ciudad feni-

36 A Selambina la han citado en el siglo I d. C. Plinio El Viejo en su Historia Natural y Pomponio Mela, aunque este último confunde el topónimo Sel con Suel (actual Fuengirola), y por Ptolomeo en su Geografía del s. II d. C. Bernal Casasola, D. et alii. Los Matagallares (Salobreña, Granada). Un centro romano de producción alfarera en el siglo III d. C. 1998. pp. 45-47. 37 Bernal Casasola, D. et alii. Op. cit. 1998. pp. 19-62. 38 Arteaga Matute, O. et alii. Op. cit. 1992. pp. 46 y 62-63. 39 El histórico error de relacionar el topónimo Sexi con Motril ha llegado casi hasta nuestros días. Todavía bien entrada la década de los 80 del siglo XX un reconocido autor motrileño aun lo sostenía en uno de sus escritos. Es más, incluso en el escudo de la ciudad de Motril se puede leer la expresión “Civitas Sexis… traducido como “la ciudad de Sexi…”.

Ocupación del territorio en el Bajo Guadalfeo durante la Pax Romana.


cio-púnica de Ex fue convertida por Julio César en el año 49 a. C. en municipio de derecho latino con el sobrenombre “Firme Julio” (Sexi Firmum Iulium), por permanecerle leal en las guerras civiles frente a los partidarios de Pompeyo40 . Como ha quedado explicado anteriormente, la topografía peninsular sobre la que se asentaba la ciudad romana permitió que el portus de Sexi contara con dos fondeaderos dotados de instalaciones portuarias situados, respectivamente, en las desembocaduras de los ríos Seco, a poniente, y Verde a levante; esta última también fue aprovechada como zona de salinas para abastecer la principal actividad económica del lugar: la producción y comercialización de salazones de pescado y salsas derivadas. Junto con la pesca y el comercio, esta actividad prácticamente monopolizaba la vida eco-

La vega occidental de Salobreña, antigua ensenada marítima utilizada como fondeadero desde la antigüedad hasta el siglo XVIII.

nómica de la ciudad de tal forma que las factorías de transformación del pescado rodeaban completamente la citada península, constituyendo un espectacular conjunto de industrias urbanas que convirtieron a la antigua Sexi en una verdadera civitas salazonera41 . En este sentido, en la primavera pasada tuvimos la oportunidad de localizar, acompañados por el profesor Ayala Carbonero, los restos de una pileta de salazones (entre otras estructuras) junto a la actual carretera de Jete, que viene a corroborar la idea de que el litoral de la ciudad romana estaba saturado de estos establecimientos industriales y algunos de ellos se vieron obligados a ubicarse en el litoral de la cercana ensenada del río Verde. Sin duda, una localización tan poco usual vendría contrarrestada por la alta rentabilidad de la actividad42 .

40 De Almuñécar, Plinio el Viejo hace una referencia sobre sus salazones y otra sobre su denominación completa: “Sexi cognomine Firmum Iulium”, es decir, “Sexi apellidada Firmum Iulium”. Pastor Muñoz, M. Art. cit. 2000. pp. 19-20. 41 En los últimos años los especialistas, refiriéndose a las instalaciones productoras de salazones, tienden a diferenciar entre factorías o cetariae, industrias urbanas y partes fructuariae de villae. Sin duda la factoría sexitana del Parque del Majuelo es un claro ejemplo de industrias urbanas dedicadas a la producción de conservas saladas de pescado. 42 El arqueólogo Federico Molina también es partidario de la idea de que la península sexitana estaba completamente rodeada de factorías de salazón debido al hallazgo en 1995 de una serie de piletas en la calle Morería, situada en el actual casco histórico a gran altura con respecto al mar, hecho que vendría a confirmar que el litoral sexitano estaba saturado de este tipo de instalaciones. Molina Fajardo, F. Op. cit. 2000. pp. 179-182.


La entidad que alcanzó el municipium Sexitanum ha quedado plasmada en la importancia de los restos arquitectónicos romanos conservados en la actualidad: • La cetaria del Parque del Majuelo es un magnífico ejemplo de las factorías industriales que rodeaban completamente el litoral de la antigua Sexi. La categoría del yacimiento sólo es comparable a las instalaciones salazoneras de Baelo Claudia (playa de Bolonia, Cádiz), de Tróia (Portugal) y las más lejanas Cotta y Lixus (Larache), en la costa de Marruecos. Tendría una cronología muy amplia que abarcaría desde finales del siglo V ó inicios del IV a. C. hasta el IV d. C., con una época de apogeo que coincidiría con la etapa altoimperial romana (s. I-II d. C.). Situada a los pies de la ladera occidental del Cerro de San Miguel, fue excavada desde 1982 hasta 1985 por F. Molina Fajardo, que considera tres sectores bien diferenciados en la parte que permanece visible actualmente: un sector sur, dedicado a actividades administrativas y de almacenamiento; un sector central completamente ocupado por piletas de salazón; y una parte norte donde se localizan los restos de un templo (posiblemente dedicado a Minerva), la canalización final del acueducto por el que llegaba el agua dulce para lavar el pescado y una escalera de acceso de la factoría a la ciudad, entre otros grupos de piletas43 . Por su parte, R. Etienne y F. Mayet distinguen 9 sectores dentro del quartier industriel (barrio industrial) del Majuelo con una producción de unos 500 metros cúbicos aproximadamente44 .

43 Molina Fajardo, F. Op. cit. 1997. pp. 28-31. Molina Fajardo, F. Op. cit. 2000. pp. 129-185. 44 Etienne, R. y Mayet, F. Salaisons et sauces de poisson hispaniques. 2002. pp. 95-100. 45 Recientemente los arqueólogos han añadido la posibilidad de que las antiguas factorías elaboraran también salsas mixtas (carne y pescado) que aún carecen de denominación específica, según se desprende de las últimas excavaciones realizadas en Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz). Bernal, D. et alii. Garum y salsas mixtas: análisis arqueozoológico de los paleocontenidos de ánforas procedentes de Baelo Claudia (s. II a.C.). En: V Congreso Ibérico de Arqueometría. Libro de resúmenes de Actas. Cádiz. 2003. pp. 81-82. Arévalo, A., Bernal, D. y Torremocha, A. Garum y salazones en el Círculo del Estrecho. En: Catálogo de la Exposición, Algeciras (mayo-septiembre). 2004.

Aquí se elaboraban sus afamadas salazones (salsamenta) especialmente de caballas, estorninos y atunes, y salsas o patés derivados (liquamina), en especial el prestigioso garum sexitanum y otras de menor calidad como el liquamen, la muria y el hallec o allec45 . En las fuentes escritas, así como en los tituli picti (inscripciones o rótulos pintados con tinta generalmente indeleble, el atramentum) de las ánforas, han aparecido términos piscícolas relacionados con las producciones sexitanas: cord- o cod- que seguramente se refiere a cordyla o alevines de atún y los lacerti o lagartos de mar, probablemente caballas, muy abundantes todavía en nuestro litoral. • El otro elemento de gran importancia y en muy buen estado de conservación es el acueducto romano del siglo I d. C., que aportaba el agua dulce que necesitaban la ciudad y sus factorías procedente del paraje de Las

Pileta de salazones de la carretera de Almuñécar a Jete recientemente descubierta. Obsérvese el revestimiento de opus signinum, mortero impermeabilizador característico de estos depósitos. Sectores sur y central de la factoría de salazones (cetaria) del Parque del Majuelo, Almuñécar. Conjuntamente con Baelo Claudia (playa de Bolonia, Cádiz), constituyen los restos mejor conservados de este tipo de industrias en todo el litoral español.


sus arcos, con una especie de moldura decorativa a sus lados, pudo servir como portada de acceso, a modo de un arco triunfal. Contiguos han aparecido restos de lo que pudieron ser construcciones funerarias que se solían situar en las entradas de las ciudades. Por su parte, ya en el casco urbano, el acueducto seguramente terminaría en un depósito (castellum aquae) que dispondría de una torre hueca o columnaria, por la que ascendería el agua hasta rebosar y depositarse placidamente en esa cisterna final, tal como los describieran en su día los cronistas al-Idrîsî en el siglo XII y al-Himyari en el XIII. Posteriormente se distribuiría a las factorías de salazón que rodeaban por completo la ciudad romana46 .

Angosturas, en el río Verde, cerca de la actual localidad de Jete. Está construido con lajas de pizarra, lo que le otorga una gran uniformidad, y cuenta con unos 7 km. de longitud aproximada, destacando sus 5 tramos elevados sobre arcadas (arcuationes) construidos en opus incertum, un tipo de mampostería sin labrar. El de Torrecuevas, en la margen derecha del río Verde, es el de mayor longitud (unos 130 m.) al contar con un total de 17 arcos normales, 2 reducidos y pequeños arquillos de aligeramiento en los pilares. Más al sur y tras haber cambiado de cuenca, pasa a la ribera izquierda del río Seco donde sobresalen otros tres tramos aéreos sobre típicas arcuationes: el primero, de un solo piso (6 arcos y 40 m.), mientras que los tramos II y III cuentan con dos pisos y unos 70 m. de longitud (10 y 11 arcos respectivamente). Por último, el trozo más recientemente descubierto, el denominado acueducto IV o de la Carrera de la Concepción, de un solo piso, 17 arcos y 100 m. de longitud, estaba situado justo a la entrada de la antigua ciudad romana y actuaba como “vientre” horizontal del sifón que utilizaron los constructores romanos para que el agua salvara una gran depresión del terreno que hay en esa zona. Uno de Columbario romano de la Torre del Monje, situado en el margen derecho del valle del río Verde. Es un panteón familiar de incineración situado en las cercanías de una villa, residencia de una familia acaudalada de la antigua Sexi.

• Otros restos arquitectónicos de cierta relevancia son el conjunto de bóvedas denominado popularmente “Cueva de Siete Palacios”, actual sede del Museo Arqueológico Municipal. En realidad es un criptopórtico que formaba parte de los sótanos o subconstrucciones sobre los que se asentaban el foro y el templo principal de la ciudad romana47 . Junto al ya comentado acueducto de la Carrera, del que sin duda se abastecía, se localizan los restos de unas termas de los que sobresalen lo que parece una gran cisterna y el hipocaustum (parte inferior de la sala caliente o caldarium), hoy en día cubiertos casi totalmente para asegurar su conservación, en espera de una futura puesta en valor48 . • Por último, hacer mención de los columbarios o panteones familiares de incineración situados en las cercanías de las villae, residencias de las familias acaudaladas de Sexi situadas en pleno campo junto a sus tierras y lejos de los olores de las industrias de la salazón de pescado. De los varios que había, sólo se conservan dos, ambos construidos de pizarra y localizados en el valle del río Verde: el de la Albina, del que solo quedan en pie una esquina y algunos restos de muros, y el de la Torre del Monje, situado junto a la carretera de Jete, muy bien conservado y de fácil acceso49 .

46 Molina Fajardo, F. Op. cit. 1997. pp. 16-23. Molina Fajardo, F. Op. cit. 2000. pp. 87-111. Bestué Cardiel, I. y González Tascón, I. Breve guía del patrimonio hidráulico de Andalucía. 2006. p. 130-132. 47 Molina Fajardo, F. Op. cit. 1997. pp. 39-50. Molina Fajardo, F. Op. cit. 2000. pp. 113-127. 48 Molina Fajardo, F. Op. cit. 1997. pp. 109-110. 49 Ruiz Fernández, A. Columbarios romanos de Sexsi, antigua Almuñécar. En: Arqueología romana de la costa granadina. Cuadernos nº 2-3. 1985. pp. 55-67. Molina Fajardo, F. Op. cit. 1997. pp. 24-27. Molina Fajardo, F. Op. cit. 2000. pp. 187-193.


B- Los talleres alfareros (figlinae) del Bajo Guadalfeo fabricaban masivamente envases comerciales, las consabidas ánforas, además de otras producciones menores como cerámicas comunes y materiales de construcción, especialmente tegulae (tejas romanas planas y de gran tamaño) y lateres (ladrillos macizos). Se conocen ocho centros productores, seis de ellos se localizan en la orilla derecha del curso bajo del Guadalfeo y los dos restantes en el litoral del término municipal motrileño. En cuanto a la producción anfórica, estos centros industriales no estaban especializados en un tipo de envase para un contenido determinado, aunque son mayoría en todos ellos las formas destinadas a contener productos de origen piscícola, quedando en un segundo orden las ánforas vinarias, mientras que las olearias estás muy escasamente representadas. Lo que está fuera de toda duda es que todos estos centros alfareros formaron una unidad exportadora de ánforas (esencialmente, para salazones) en la costa oriental de la provincia Baetica hacia los centros de producción y envasado, en nuestro caso, las cercanas factorías de Sexi, la existente en el Peñón de Salobreña y las que aún no se han descubierto en nuestra comarca50 , aunque no sería descartable el suministro de envases a centros de consumo más lejanos como podrían ser las factorías de Abdera, localizadas en las laderas del Cerro de Montecristo de la actual Adra. Los talleres documentados responden a dos modelos de asentamiento alfarero perfectamente definidos. Por un lado, distinguimos centros autónomos especializados en la producción alfarera y su posterior comercialización, generalmente no asociados a otros tipos de asentamientos de población. Serían los casos de los hornos de Los Barreros, Los Matagallares, Molvízar y de Lobres, en la orilla derecha del río Guadalfeo; y de los alfares de La Cañada de Vargas (quizá relacionado con el asentamiento de Paterna, en Torrenueva) y el de Carchuna-Calahonda, ambos en el litoral del término motrileño. Por otro, diferenciamos alfares incluidos en la pars fructuaria de un centro de explotación agropecuaria de tipo villa, como serían los casos de La Loma de Ceres en Molvízar y posiblemente del yacimiento del Cortijo Chacón.

Fragmento de ánfora de la forma Almagro 51 C (Keay XXIII) procedente de los alfares de Los Barreros (Museo de Salobreña). Asa de ánfora de la forma Almagro 51 C procedente de Los Barreros con el sello AI.P. que hace referencia a los tria nomina del productor (Museo de Salobreña).

Siguiendo un criterio estrictamente geográfico, pasamos a realizar una breve referencia sobre cada uno de ellos: • La alfarería del Camino de Los Barreros, hoy lamentablemente desaparecida por labores de roturación del terreno para acondicionamiento agrícola, estuvo situada en las proximidades del cementerio de Salobreña, en un paraje rico en depósitos de arcilla. Además de su significativo topónimo, se tenía conocimiento de la aparición de restos de hornos y numerosos fragmentos cerámicos, muchos de ellos con defectos de cocción, en su mayoría pertenecientes a ánforas de transporte. De las nueve formas documentadas, seis son de salazones, destacando el tipo Almagro 51C (Keay XXIII), algunas de ellas selladas con las marcas MS (retro) y AI.P. La producción de este alfar se prolongó en los siglos III, IV e inicios del V d.C.51 • Los hornos de Los Matagallares están situados en el pago del mismo nombre, en la parte NW del término municipal de Salobreña. Tras varias fases de excavación realizadas entre 1995 y 1996 por un equipo co-

50 No sería de extrañar la aparición de restos de piletas de salazón en el litoral de Torrenueva, tanto en la parte baja de la colina del Maraute como en la zona de la iglesia actual. 51 Bernal Casasola, D. et alii. Op. cit. 1998. pp. 70-81.


Ánfora romana de salazones del tipo Dressel 14 que se considera procedente de los alfares de Lobres (Museo Arqueológico Provincial de Granada).

ordinado por el profesor Bernal Casasola, se sacó a la luz los restos de un complejo alfarero del s. III d.C. constituido por dos hornos de cocción (con toda seguridad existieron algunos más), dos vertederos cerámicos y varias estancias de un gran almacén (horreum). Se produjeron sobre todo ánforas (se han identificado un total de trece formas diferentes, de las cuales ocho son de salazones, el resto de vino y aceite), aunque también cerámicas comunes y material edilicio (tegulae, imbrices y ladrillos de opus spicatum). Entre los tipos de ánforas destacan las Dressel 14 de salazones, algunas selladas con la marca IAN y, en especial, las de vino denominadas Matagallares I y II por ser el primer taller donde está constatada su producción52 . • El taller alfarero del Cortijo Chacón, sin estudiar, se localiza en la cabecera del Barranco del Arca, cercano al yacimiento de Los Matagallares. Posiblemente formaba parte de un asentamiento del tipo villa. Los hallazgos superficiales están constituidos por estructuras murarias, materiales cerámicos de construcción (ladrillos y tégulas) y fragmentos anfóricos de las formas Dressel 14 y 30 que han permitido datarlo en los siglos II-III d.C. • Del probable alfar de Lobres los datos que se tienen son bastante confusos, tan sólo su cita por autores especializados en la materia tanto a nivel nacional como a nivel local. En 1970 el profesor Beltrán Lloris escribió:”…hemos localizado nosotros mismos, en el Museo de Granada, un ánfora procedente de Labral (Motril)…”. Con toda probabilidad es un error y seguramente se trate de Lobres. Lo cierto es que el ánfora existe, está expuesta en el citado museo y se trata de un ejemplar de Dressel 14 fechable entre el s. I y el III d.C. Posteriormente otros investiga-

dores han citado Lobres como lugar de producción alfarera, quedándose como tal aunque no existan datos definitivos sobre el tema53 . • De la figlina de Molvízar sólo se conserva su espectacular testar o vertedero cerámico de bastantes metros de espesor. Se localiza justo a la entrada del casco urbano, junto a la antigua partidora de almendras (hoy taller de carpintería), sosteniendo la carretera de acceso a la citada localidad. Los hornos y almacenes, si aun se conservan, se encontrarían bajo la calle y las actuales viviendas ya que, según testimonios orales de los vecinos, “fueron extraídas grandes cantidades de ánforas romanas” en las tareas previas a la construcción de éstas. A pesar del estado fragmentario de los restos del vertedero, se pueden documentar en una abrumante mayoría tipos anfóricos destinados a contener salazones de las formas Dressel 14 y Beltrán IIB, lo que nos permite obtener una cronología desde el siglo I al III d.C. • La villa romana de La Loma de Ceres estuvo situada en el Barranco de Ítrabo, en las proximidades de Molvízar. Hoy en día el yacimiento está lamentablemente desaparecido tras las labores de abancalamiento del terreno para su posterior cultivo; no obstante, entre los años 1987 y 1988 se desarrollaron 3 campañas de excavación arqueológica de urgencia por un equipo de la Universidad de Granada coordinado por N. Marín Díaz que concretaron una cronología que abarca los siglos I al IV d. C.54 Entre otros restos significativos, se localizaron instalaciones dedicadas a producir vino y, en menor medida, salazones, así como una pileta para decantación de arcillas y un vertedero de ánforas y cerámica común lo que confirma que esta villa, además de ser un importante centro productor de vino, tam-

52 Bernal Casasola, D. et alii. Op. cit. 1998. Bernal Casasola, D. y Navas Rodríguez, J. Un centro romano de producción alfarera: los Matagallares (Salobreña, Granada). En: Qalat. Revista de Historia y Patrimonio de Motril y la costa de Granada. Nº 1, 2001. pp. 7-24. 53 Beltrán Lloris, M. Las ánforas romanas en España. 1970. p. 459. Molina Fajardo, F. y Nestares García-Trevijano, F. Las anclas y las ánforas romanas. En: Almuñécar, Arqueología e Historia II, 1983. pp. 315-366. Tarragona Camacho, J. Ánforas romanas en la costa motrileña. En: Arqueología romana de la costa granadina. 1985. pp. 7-53. 54 Marín Díaz, N. et alii. Molvízar en el tiempo de los romanos. La Loma de Ceres. 1988. Marín Díaz, N., Hita Ruiz, J. M. y Marfil Ruiz, P. Informe de la Excavación arqueológica de Emergencia en La Loma de Ceres, 1987-1988. Molvízar, Granada. 1989. pp. 220-227. Gener Basallote, J.M., Marfil Ruiz, P y Puentedura Béjar, M. La Loma de Ceres, un centro de producción anfórico. En: Actas II Congreso Peninsular de Historia Antigua (Coimbra 1990). 1993, pp. 971-993.


bién elaboraba productos en salazón y contaba con su propio alfar en las inmediaciones. De los ocho tipos de ánforas fabricadas, cinco son de salazón, dos de vino y una forma es olearia, quedando reflejada también en este alfar una manifiesta diversidad de contenedores. • El taller alfarero de La Cañada de Vargas se situaba justo a la entrada de la localidad costera de Torrenueva, en el lugar que confluyen las calles Mirador de la Bahía y Jardines, contiguo y relacionado al asentamiento romano y altomedieval del Maraute, la antigua Paterna. Los restos del alfar fueron escandalosamente destruidos en la década de los 70 con motivo de la construcción de unas viviendas; no obstante, algunas ánforas debieron “salvarse de la piqueta” conservándose hasta el presente formando parte de alguna colección particular. Las que hemos tenido la oportunidad de ver son todas de salazones, destacando los tipos piriformes de las Beltrán II-A (siglos I-II d.C.). Probablemente estos contenedores eran suministrados a las cercanas factorías de Sexi para satisfacer su gran demanda, aunque no se debe descartar la posibilidad de la producción de salazones in situ. Probablemente la zona baja de la colina del Maraute y, según algunos comentarios, los alrededores de la iglesia de Torrenueva son lugares donde bien pudieron existir piletas salazoneras55 . Por su parte, y a pesar de la excavación de urgencia practicada en 1986, no conocemos casi nada del antiguo asentamiento romano de Paterna; tan sólo los restos pésimamente conservados de lo que parece ser una cisterna, construidos en mampostería y recubiertos de hormigón impermeable, el típico opus signinum, y algunos restos materiales cerámicos (tegulae, lateres, tapaderas de ánforas). En época tardorromana el asentamiento fue abandonado, siendo de nuevo ocupado a partir del siglo X identificándose como la alquería islámica de Batarna56 .

55 En este último dato agradecemos los útiles comentarios del profesor Manuel Domínguez García. 56 Gómez Becerra, A., Malpica Cuello, A. y Marín Díaz, N. Excavación de urgencia del yacimiento medieval de El Maraute (Motril, Granada). En: A. A. A. II. 1986. Gómez Becerra, A. El Maraute (Motril). Un asentamiento medieval en la costa de Granada. 1992.

• La desaparecida figlina o alfarería de Carchuna-Calahonda se localizaba en la zona de unión de las estribaciones más meridionales del karst de Calahonda con Los Llanos de Carchuna, en una derivación del Camino del Puntal que une estas dos poblaciones entre el actual paisaje característico de invernaderos. Actualmente se encuentra a unos 1,5 Km. aproximadamente de la lí-

Testar cerámico romano situado a la entrada de la localidad de Molvízar. Lugar donde se localizaba la villa vinícola romana de La Loma de Ceres, cerca de Molvízar. Hoy, como en tiempos antiguos, se siguen cultivando las vides. Los restos arqueológicos de la colina del Maraute en Torrenueva (Motril) se corresponden con el asentamiento romano de Paterna o la alquería musulmana de Batarna. A sus pies, en el lado norte, se situaba la alfarería (figlina) de La Cañada de Vargas, hoy lamentablemente desaparecida.


aparece incluido sin ningún atisbo de duda en toda la bibliografía especializada sobre el tema. No obstante, podemos ir más lejos y asegurar que, en la citada figlina, se producían contenedores para salazones de los tipos Dressel 14, Dressel 14B y Beltrán II B, así como cerámica común de cocina y constructiva (ladrillos y tégulas) con una cronología que abarcaría desde el siglo I al III d.C.61 . C- En la comarca costera de la desembocadura del Guadalfeo el poblamiento se diseminaba por otros asentamientos de menor importancia pero que también dejaron su impronta en el territorio y en la economía de la zona. Someramente, pueden organizarse en dos grandes grupos: nea de costa, pero es necesario recordar que cuando este taller alfarero estaba en plena producción, entre los siglos I al III de nuestra era, la orilla del mar debía de estar muy cercana. Aunque en el siglo XIX Pascual Madoz en su célebre Diccionario hace referencia a “hornos de alfarería” en Calahonda57 , debemos esperar a 1957 en que Jesús Arias describe el hallazgo de una gran cantidad de ánforas romanas dispuestas en hilera, formando parte sin duda del depósito de una alfarería58 . En la década de los 70, dos pesos pesados de la arqueología hispana de la época y de la anforología en particular, M. Beltrán y R. Pascual, dan por hecho la existencia de un alfar romano en esta localidad59 . Más adelante, el investigador motrileño Jesús Tarragona comenta el hallazgo de un depósito de ánforas con motivo de unos movimientos de tierra en una finca particular de Calahonda, denominada paradójicamente “Las Ánforas”. Además, en otro estudio posterior, publica algunas fotos de ánforas procedentes del citado alfar conservadas por los lugareños60 . Hoy en día, este yacimiento

Madoz, P. Diccionario geográfico-histórico-estadístico de España y sus posesiones de ultramar. 1845-1850. Arias Muñoz, J. Estudios para la historia de Castell de Ferro y otros lugares de la costa granadina. 1957. 59 Beltrán Lloris, M. Op. cit. 1970. p. 459. Pascual, R. Arqueología submarina en Andalucía (Almería y Granada). En: Ampurias 33-34. 1971-72. pp. 321-334. 60 Tarragona Camacho, J. Prehistoria y arqueología de Motril: Hallazgos y problemas. En: Revista de las fiestas patronales de Motril. 1984. pp. 97-103. Tarragona Camacho, J. Op. cit. 1985. pp. 7-53. 61 Son especialmente interesantes los restos cerámicos procedentes de este desaparecido alfar que se encuentran depositados en el Archivo Municipal de Motril. Allí los hemos podido estudiar y catalogar en espera de que en un futuro próximo algunos de ellos puedan ser expuestos en el Museo de Historia de Motril, por desgracia habitual reivindicación de nuestra ciudad desde hace algunas décadas. 57 58

Zona de los Llanos de CarchunaCalahonda donde se localizaba el alfar romano. Hoy el lugar está ocupado por invernaderos y un cortijo llamado significativamente “Las Ánforas”.

1-Establecimientos agropecuarios localizados en las riberas y colinas próximas al cauce del Guadalfeo que producían la típica trilogía mediterránea de cereales, vid y olivo, además de frutales y hortalizas en zonas con posibilidad de riego. Los más representativos son del tipo villa, como la desaparecida de La Taiba, en las proximidades de Lobres, y un poco más al interior, la anteriormente comentada de La Loma de Ceres, cerca de Molvízar. Asimismo, es muy posible la existencia de un asentamiento de este tipo en Motril, concretamente en la zona de la Avenida de Salobreña donde, en la década de los ochenta, aparecieron los restos de una cisterna y algunos materiales constructivos a los que en su tiempo se les concedió escasa importancia. Otros asentamientos menores serían el Cerro del Vínculo, junto a Lobres, y el de Pataura (actual Cortijada de Las Jareas), localizados respectivamente uno frente al otro en ambas orillas del Guadalfeo y quizá relacionados con el vadeo del río; y el que recientemente hemos documentado en la cabecera de la Rambla de


Cañizares-Escalate con diversos materiales cerámicos y de construcción. También responderían a una finalidad agropecuaria los yacimientos romanos de la vega de Órgiva: el de la parte baja del Cerro del Castillejo y la necrópolis tardorromana de Pago o del cortijo de Ana que, con un total de 27 tumbas excavadas en la roca, estaría relacionada sin duda con algún poblado situado en sus inmediaciones62 . 2- Asentamientos asociados a actividades mineras (esencialmente extracción de plomo) que se localizarían en la vertiente sur de Sierra Lújar. Serían los casos de La Herrería, en los Tablones63 , y el del Cortijo de la Reala, por encima de los Llanos de Carchuna y muy próximo a la conocida Fuente del Moral64 . En ambos casos, además de fragmentos cerámicos diversos, se han hallado escorias de metal. Cercano a este último, el asentamiento del Cortijo del Cura, de cronología tardorromana y medieval, podría estar vinculado también a labores mineras. Igualmente en esta línea estaría el denominado Escalate 4, situado en la cabecera de la Rambla de Cañizares-Escalate, donde en niveles superficiales han aparecido algunas escorias de fundición. Aunque no existen en la actualidad evidencias de labores mineras antiguas, la relación de Sierra Lújar con la extracción del plomo viene desde que Pascual Madoz, a mediados del siglo XIX, describe la existencia de “multitud de pozos antiguos, mereciendo entre estos una particular referencia la mina llamada de Bobelo (por la semejanza de nombre con el Bévelo de Aníbal) que se explotaba como otras muchas de la sierra en tiempo de los romanos…”65 . Estas observaciones de Madoz sobre la riqueza mineral de Sierra Lújar han sido toda una referencia para los historiadores posteriores de la zona que, sin contrastar, han dado por segura la existencia de labores mineras romanas en estas montañas. En estos momentos, lo verdaderamente documentado es que los yacimientos con escorias de

fundición de mineral son muy escasos y relativamente alejados de la sierra; sólo se conoce una galería sujeta con entibaciones “de tipo romano” pero hecha en piedra, no en madera como era lo habitual, siendo probablemente muy posterior a este periodo; no existen vestigios de extracciones romanas de mineral de plomo ya que coincidirían en las mismas zonas con las efectuadas en los últimos siglos; y por último, no se han encontrado herramientas, cestos o capazos de transporte, moldes de fundición, lingotes, etc. que hubieran sido utilizados por los mineros romanos. Es el lector el que debe sacar sus propias consecuencias. No obstante, sobre la minería antigua puede consultarse un trabajo nuestro que forma parte de una monografía sobre Sierra Lújar recientemente publicada66 .

COMERCIO Y VÍAS DE COMUNICACIÓN EN EL PERIODO ROMANO La tranquilidad que supuso la Pax Romana y la homologación del sistema monetario, así como el de pesas y medidas, produjeron un gran im-

Trillo San José, C. El poblamiento medieval de la Alpujarra: la necrópolis tardorromana de Pago y su evolución posterior. En: Arqueología Medieval, 5. 1997. pp. 35-46. 63 Malpica Cuello, A. Arqueología de la costa granadina. En: De Paterna a Mutrayil. Historia, Arqueología y Paisaje. 1990. pp. 15-30. 64 Gómez Becerra, A. y Malpica Cuello, A. El poblamiento medieval de la costa oriental granadina. 1989. pp. 313-319. 65 Madoz, P. Op. cit. 1845-1850. 66 Pérez Hens, J. Mª. Arqueología y minería antigua en Sierra Lújar. En: La Sierra de Lújar. Monografías ambientales de la costa granadina, 4. 2006. pp. 161-169. 62

En la cabecera de la Rambla de Cañizares-Escalate hay abundantes yacimientos arqueológicos de distintas épocas, entre ellos dos de época romana.


pulso a las relaciones comerciales en todos los territorios del Imperio. Por su parte, en el Bajo Guadalfeo el comercio debió de ser una actividad económica de cierta importancia, constituyendo un complemento básico a las producciones agropecuarias, alfareras y de salazones y salsas derivadas. Además, aquí ya se contaba con un sustrato comercial de cierta importancia basado en las actividades de los fenicio-púnicos que se habían asentado en Sexi y Selambina. Si se exportaban productos alimenticios y algunas materias primas (entre ellas quizá mineral de plomo), a cambio se importaban fundamentalmente artículos de consumo, productos manufacturados y de lujo. En el mundo romano el transporte de mercancías a gran escala se hacía, siempre que fuera posible, por vía marítima. Este sistema que podía trasladar grandes volúmenes de carga, era el más rápido, ofrecía las mejores condiciones de seguridad y, sobre todo, abarataba bastante los costes de la actividad. Las vías terrestres ponían en contacto los puertos costeros con las zonas del interior, siendo su comercio más lento, peligroso y caro, además de que no se podían transportar muchas mercancías. En nuestra comarca no existen vestigios de las típicas calzadas y muy pocos de caminos, puentes y miliarios, por lo que no es arriesgado asegurar que el comercio terrestre tuvo escasa importancia frente al marítimo, muy desarrollado desde la llegada de los colonizadores fenicios.

Comercio y vías de comunicación terrestres Por su sentido práctico y utilitario, el comercio terrestre romano aprovechó, siempre que fue posible, las vías preexistentes, muchas de las cuales se rehabilitaron en calzadas. Esto fue lo que aconteció con la Vía Heraclea o Hercúlea que discurría paralelamente al litoral mediterráneo peninsular en época fenicio-cartaginesa. Otras

calzadas fueron reorganizadas por el propio Estado Romano, como les ocurrió a las conocidas Vía de La Plata y Vía Augusta. Esta última, con sus cerca de 1.500 Km. une los Pirineos con Cádiz, coincidía en su recorrido costero con la Vía Heraclea hasta que se desviaba hacia el interior buscando el centro minero de Cástulo, el flumen Baetis (el Guadalquivir de los árabes) y las ciudades principales de los conventus jurídicos béticos67 . La Vía Heraclea a su paso por nuestra comarca no era más que un camino de tierra lo suficientemente ancho, unos 5 ó 6 metros, para que se pudieran cruzar dos carros no sin cierta dificultad. Por tanto debemos descartar la posibilidad de una calzada empedrada, salvo en algún puente o lugar que por necesidad así lo requiriera. De ella sólo se han conservado unos escasos restos estructurales como el puente de Cotobro, situado entre Almuñécar y La Herradura en el barranco del mismo nombre, y un improbable miliario anepigráfico que hoy se sitúa frente a la iglesia de la Encarnación de Almuñécar. No obstante, si tenemos algunos indicios de su antiguo recorrido en las colinas del entorno del Hotel Salobreña y de la Torre costera de Cabria o del Diablo, así como probablemente en el antiguo camino que unía Calahonda con la rambla de Castell de Ferro68 . Además de los restos e indicios arqueológicos comentados, para el estudio y conocimiento del trayecto de la Vía Heraclea por nuestra comarca también debemos tener en cuenta que aparece citada en dos de las principales fuentes históricas antiguas que versan sobre vías romanas. El Itinerario Antonino es un viario del siglo III que nos aporta información sobre las comunicaciones terrestres del Imperio citando sus mansiones y stationes intermedias y las distancias entre ellas. Su transmisión hasta nuestros días se debe a distintas copias medievales realizadas entre los siglos VII y XV. Las poblaciones costeras romanas del SE bético a las que hace referencia la citada fuente son, de este a oeste: Urci (Almería), Turaniana (Roquetas), Murgi (El

V.V. A.A. La Vía Augusta en la Bética. Proyecto Vías Romanas del Mediterráneo. 2001. Pérez Hens, J. Mª. Comercio y vías de comunicación romanas en la costa granadina. Una aproximación histórica y arqueológica. En: Qalat. Revista de Historia y Patrimonio de Motril y la Costa de Granada, 3. 2002. pp. 7-23. 69 Roldán Hervás, J. M. Itineraria Hispana. Fuentes antiguas para el estudio de las vías romanas en la Península Ibérica. 1975. Corzo Sánchez, R. y Toscano San Gil, M. Las vías romanas de Andalucía 1992. Pastor Muñoz, M. Fuentes antiguas sobre Almuñécar. En: Molina Fajrdo, F. Op. cit. 2000 pp. 13-23. 67 68


Ejido), Sexi (nombrada como Saxetanum), Caviclum (Torrox Costa), Maenoba (Cerro del Mar, en la desembocadura del río Vélez) y Malaca. Ni Selambina (Salobreña) ni Abdera (Adra) aparecen mencionadas. En Urci, la vía se dirigía, tierra adentro, hacia Cástulo (Linares), pasando por Acci (Guadix). La otra fuente histórica, el Anónimo de Ravena o Ravenate es una obra de carácter geográfico compuesta por una larga lista de localidades, casi todas ellas ciudades. Hace referencia a un itinerario romano del siglo III ó IV, traducido al griego por un monje anónimo de Rávena varios siglos más tarde. Dicha fuente cita entre Abdera (Adra) y Malaca, las ciudades de Cesarea, que debe ser la Sexi Firmun Iulium de época de J. César y Lenubar, que se corresponde con la Maenoba del Itinerario Antonino. Tampoco en esta fuente se cita a Salobreña, lo que nos da un indicio de que el asentamiento no debía de ser de mucha importancia69 . Para una mejor descripción del recorrido que llevaría la Vía Heraclea a su paso por la costa granadina distinguimos dos tramos separados por la desembocadura del Guadalfeo:

• El tramo entre Salobreña y La Herradura partía de la localidad del Peñón, pasaba por El Pontiví y la zona de La Caleta y, coincidiendo en muchos ocasiones con el sinuoso trazado de la actual N-340, se encaminaba hacia el oeste zigzagueando por los entrantes y salientes de los barrancos costeros. Es en esta zona donde se conservan los vestigios más significativos del camino: la parte occidental de la colina del Hotel Salobreña y el tramo que discurre junto a la torre defensiva costera de Cabria o del Diablo. Continuaba hacia la zona de Taramay, donde se desviaba hacia el interior para salvar la ensenada que formaba en la época romana la desembocadura del río Verde, adentrándose hasta las cercanías de Jete por donde cruzaría o vadearía el cauce fluvial, para dirigirse hacia el sur camino de Sexi, entrando a la ciudad por la zona del barrio de San Sebastián, por debajo del trazado del acueducto de la Carrera. A la salida de la población, cruzaría el cauce del río Seco por un puente actualmente enterrado o desaparecido y se dirigiría hacia el fondeadero de La Herradura, pasando por el Barranco de

Tramo del antiguo camino romano de la costa granadina en la zona de la Torre de Cabria o del Diablo (entre Salobreña y Taramay).


Posible trayecto de las vías romanas de la costa granadina basado en la localización de los asentamientos de población, en la morfología del terreno y en los escasos vestigios que nos han llegado.

Cotobro donde se encuentra situado el único puente conservado de esta vía litoral. Aunque se cree que es del siglo I d.C., fue remozado en épocas posteriores conservando un solo arco que soporta sus casi 20 m. de largo y su cubierta empedrada a dos aguas. • El tramo entre Salobreña y la rambla de Gualchos-Castell de Ferro estaba condicionado en sus inicios por la ensenada marítima que todavía formaba la desembocadura del Guadalfeo, que lentamente se estaba colmatando. Desde la Selambina romana, la vía partiría en dirección norte buscando las figlinae (alfares) y las villae del margen derecho del cauce del río que, a la altura de Lobres, procedería a vadearlo. Una vez en la otra orilla, el camino podría ascender por las cuestas de Pataura o Panata o bien continuar a través de la Rambla de CañízaresEscalate, donde en su cabecera se conocen sendos asentamientos de época romana. Proseguiría hacia el este por la zona norte de Motril donde posiblemente se bifurcaría en dos ramales: uno hacia la zona de la Sierra del Conjuro comunicando los asentamientos mineros de la Herrería en Los Tablones y del Cortijo de La Reala, y el otro, hacia la costa, buscando Paterna (El Maraute, Torrenueva) y el alfar y fondeadero de Calahonda. La vía continuaría en dirección este serpenteando por el litoral acantilado hasta que ya en la zona de la Rambla de Gualchos-Castell de Ferro se volverían a unir los dos ramales para continuar ya como un sólo camino hacia Abdera (Adra)70 .

70

Pérez Hens, J. Mª. Op. cit. 2002. pp. 7-23.

El comercio marítimo En el mundo romano el sistema de transporte de grandes volúmenes de mercancías era si duda alguna el marítimo, con mucha diferencia, el más barato y rápido de la antigüedad. Por su parte, el ánfora es el recipiente por excelencia de este tipo de comercio y, en muchas ocasiones, la única evidencia arqueológica de que este se produjo por lo que su estudio está aportando a los investigadores una rica y variada información sobre los intercambios comerciales de esta época. Su propia forma, con dos asas y su típica terminación en punta, es idónea para su estiba en las naves mercantes permitiendo la superposición de los contenedores en varios pisos e inclinarlos convenientemente para adaptarlos a las paredes curvas de la bodega de los barcos. Hay que tener en cuenta que su pivote puntiagudo facilitaba su encaje en el hueco que dejaban los cuellos de las ánforas del piso inferior, permitiendo que se aprovechara en su totalidad el espacio destinado a la carga. La distribución del estrato inferior de ánforas, muchas veces clavadas sobre una capa de arena que se disponía en el fondo de la bodega, era determinante para el equilibrio de toda la carga y por extensión, de la maniobrabilidad del barco. Por nuestras costas debieron navegar navíos que, según las distancias y su volumen de carga, practicaron los dos tipos de comercio marítimo del mundo romano: • El comercio de largas distancias, realizado por los grandes y pesados navíos mercantes, las naves onerariae, especialmente las corbitae, que moverían cargados de ánforas entre 100 y 400 toneladas de desplazamiento y dispondrían de mástil y amplia vela cuadrada, dos timones a popa y otra vela más pequeña a proa, la vela de agua. Por aquí pasaban dos importantes rutas: una hacia el interior del Mediterráneo exportaba los afamados aceites, vinos y salazones béticos, buscando puertos como Tarraco (Tarragona), Narbo Martius (Narbona), la desembocadura del Ródano, Massalia (Marsella) y, primordialmente Ostia, el puerto de Roma; y la otra, de sentido contrario, importaba productos elaborados y suntuosos (cerámicas, vidrios, vinos itálicos de calidad, etc.) para los latinizados habitantes de la Provincia.


Mosaico que representa a una corbita, la gran nave mercante del periodo romano, en el Foro de las Corporaciones de Ostia, el puerto de Roma. El fondeadero de La Rijana ha sido utilizado como lugar de aguada y resguardo de barcos en las antiguas rutas de navegación de cabotaje. Ánfora olearia bética Dressel 20 (mediados del s. II d. C.) recuperada en el litoral motrileño.

• El comercio de redistribución de mercancías, de corta y media distancia, basado en la navegación de cabotaje, era realizado por naves de menor tamaño, que redistribuían los productos una vez que estos habían llegado a los puertos principales. Por el litoral del SE peninsular pasaba una ruta que tocaba de este a oeste los siguientes lugares: Portus Magnus (Golfo de Almería)-Los Bajos de Turaniana (Roquetas)-Los Baños de Guardias ViejasAbdera (Adra)-Castell de Ferro-La Rijana-Calahonda-Paterna (El Maraute, Torrenueva)Selambina-Sexi-La Herradura-Caviclum (Torrox Costa). Estos asentamientos costeros dispondrían de fondeaderos naturales con la excepción de los portezuelos de la mansio Turaniana y de Guardias Viejas (puerto de Murgi)71 y en la costa granadina, Selambina y Sexi que, debido a la privilegiada localización geográfica que tenían en época romana, a modo de penínsulas rodeadas de agua, dispondrían de dos muelles cada una, uno a poniente y otro a levante. El trayecto de esta ruta marítima de cabotaje está documentado por los hallazgos submarinos de numerosas ánforas, verdaderas eviden-

cias del comercio por mar en época clásica, y por la localización cercana a la costa de una serie de pecios. Frente a los peñones de Almuñécar, el barco del pecio de “Las Puntas” transportaba un cargamento de ánforas olearias del tipo Dressel 20 procedentes de distintos lugares del Valle del Guadalquivir. El cercano a Torrenueva, con envases de salazón de la forma Almagro 51C y olearios Dressel 20 seguramente era una embarcación de redistribución de productos. Por su parte, la nave del pecio de Castell de Ferro debió hundirse en algún momento de la segunda mitad del siglo I d. C con una carga de ánforas de salazón de los tipos Dressel 14 y 17. Por último, el famoso pecio “Gandolfo”, situado frente a Punta Entinas, muy cerca de Almerimar (El Ejido), ha aportado abundantes contenedores de salazón de los tipos Beltrán II A y Dressel 14, algunos de ellos con interesantísimos y muy poco frecuentes tituli picti (inscripciones pintadas) que nos informan del producto que contenían, su calidad y lugar de origen. Entre ellos hay uno referido a conservas de pescado procedentes de las factorías de Sexi72 . Pero el estudio de los antiguos pecios de nuestra costa creemos que debe ser expuesto en otro trabajo distinto.

Pérez Hens, J. Mª. Op.cit. 2002.pp7-23Cara Barrionuevo, L. y Cara Rodríguez, J. Puertos romanos en la costa meridional. En: Revista de Arqueología 1989 pp. 8-19. Martínez Maganto, J. El litoral del SE peninsular en época romana. Algunas cuestiones en torno a su explotación económica y comercial. En: Gerión, 12. 1994. pp. 197-215. 72 Martínez Maganto, J. La epigrafía anfórica: los tituli picti de Pecio Gandolfo. En: V.V. A.A. La Carta Arqueológica Subacuática de la costa de Almería (1983-1992). 1998. pp. 285-308. Liou, B. y Rodríguez Almeida, E. Les inscriptions peintes des amphores du Pecio Gandolfo (Almería). En: La culture maritime dans l’antiquité 3, MEFRA 112. 2000. pp. 7-25. 70

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LA IMPLANTACIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO ENCARNACIÓN ESCAÑUELA CUENCA


Los

primeros cincuenta años de la historia de al-Ándalus, es decir desde el desembarco de los arabo-beréberes en Gibraltar hasta la fundación del Estado Omeya por Abd al-Rahman I, se caracterizan, en esencia, por dos rasgos fundamentales: el creciente progreso en el control efectivo de gran parte de la península (plasmado en los pactos de capitulación entre los conquistadores y las distintas fuerzas sociales del territorio) y la aparición de las primeras tensiones entre árabes y beréberes en torno a la ocupación y reparto de las tierras que desembocarían en la crisis de los años 741-755.1 En general en al-Ándalus también se produjo el inevitable conflicto entre estado y conquistadores, así como el enfrentamiento entre los llegados en primer lugar y las sucesivas oleadas de inmigrantes, conflicto que en ocasiones adquirió gran virulencia. En líneas generales, los beréberes, que fueron la gran mayoría de la primera oleada de musulmanes que entraron en al-Andalus, se vieron sin embargo relegados a las zonas montañosas y menos productivas, aunque, por otro lado, en este medio les era más fácil reproducir el entorno que les era propio en el norte de África. Los árabes por su parte, aunque formaban un grupo mucho más reducido, eran mucho más influyentes y parece ser que ocuparon las mejores tierras, pero mantenían una agria rivalidad entre dos importantes clanes, reflejo de lo que ocurría en Oriente: los qaysíes y los yemeníes .En el distrito de Elvira, de neta preponderancia árabe, se estableció el yûnd de Damasco, hecho fundamental, que propició el desembarco de abd al-Rahmán primero en Batarna (Paterna) y poco después en Almuñécar. Como ya puso de manifiesto A. Gómez Becerra2 en su estudio sobre este enclave altomedieval, la identificación de éste lugar con la mencionada alquería fue adelantada por el cronista motrileño Juan Ortiz del Barco en 19113 , quién en una corrección que hace a la obra “La geografía de España de El Idrisi”, del eminente arabista Eduardo Saavedra4 , le señala el error de


identificar la alquería de Paterna con los restos localizados en La Rijana, al guiarse sólo por las distancias ofrecidas por el geógrafo árabe. En la correspondencia mantenida con Saavedra , que se publicó en la Revista Alhambra, Ortiz del Barco, a requerimiento de más información por parte de Saavedra le relata lo que sigue: Dicen mis paisanos que allá por los años 57 a 58 [del siglo XIX] hubo una crecida extraordinaria en la rambla de Villanueva, a consecuencia de la cual se descubrieron los cimientos de todo un pueblo, pudiéndose ver trozos embellecidos, pinturas de gran gusto. Los emplazamientos de edificios se hallaban perfectamente señalados y, recientemente, cuando la labor, o mejor dicho, cuando la cava es profunda, tropiezan las azadas con cimientos. El espacio que se descubrió era extenso, pues empezaba en la rambla de Puntalón y terminaba en la loma del cabo Sacratif. Y como la providencia hubiera querido asociar dos hechos a un mismo recuerdo, dicen mis paisanos, que casi coincidió ese descubrimiento, con el de un cementerio en la Cañada de Bargas, distante de Motril a un tiro de cañón, encontrándose cadáveres de personas que parecían gigantes. Después se metió en labor dicha cañada, y se encontraron ánforas, medallas y monedas que, por el relato parecían de Sartorio, y otros objetos, todo lo que se hizo pedazos y nadie conservó nada 5 . En cualquier caso la reocupación como alquería de la Paterna romana no se produce hasta el siglo X6 , después de un abandono en época altomedieval, aunque ahora sobre unas bases diferentes y por una población

islamizada Su identificación con la alquería de Batarna, repetidamente citada por las fuentes árabes de los siglos X al XII, pone de manifiesto su relación con la minería del zinc-atutíaen el Cerro del Toro, pero asimismo, no deja dudas sobre el carácter rural del asentamiento. En efecto, la mayoría de la fuentes coinciden en que, a partir del siglo X, la aclimatación de nuevos cultivos y nuevas técnicas hidráulicas son una realidad plena en la costa de Ilbira. Este proceso se inscribe dentro de la dinámica general de islamización de al-Ándalus entre finales del siglo IX y principios del siglo X en el que los asentamientos rurales, en gran número nuevos, tuvieron un papel preeminente en la implantación del estado islámico. La fórmula más habitual de imposición del califato fue a través de las madinas, en este caso Salobreña, como elemento de control del estado en las alquerías, que actuaban como el principal elemento de transformación económica que se opera en estas fechas, con una economía basada en la explotación de un área de cultivo irrigada y en la generalización de intercambios comerciales, factores ambos que propiciaron el abandono de los yacimientos de altura propios de los primeros tiempos de al-Ándalus, como consecuencia de la destrucción del mundo antiguo. Desconocemos hasta el momento el porqué y en qué circunstancias se produce el abandono de esta alquería entre fines del siglo XI y principios del XII, aunque si sabemos que no es un fenómeno aislado7 , aunque no podamos determinar sus causas.8

1. ÁLVAREZ MORALES, C. De la conquista musulmana a la abolición del Califato Omeya (siglos VIII-XI) en Peinado Santaella, R.G. (ed.) Historia del Reino de Granada I De los orígenes a la época mudéjar (hasta 1502) Granada 2000. pp. 57-112 2. Antonio GÓMEZ BECERRA: El Maraute (Motril). Un asentamiento medieval en la costa de Granada. pp 16-17 3 Juan ORTIZ del BARCO:”Abderrahmen I” La Ahlambra,(1911), pp 399-403 4. Eduardo SAAVEDRA: “Abderrahmen I .Monografía histórica”.Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,(1910) 5. Al llegar a este punto nos viene a la memoria otro texto, esta vez de Tomás de Aquino y Mercado, quién en las paginas 305-306 de su “Historia de la antigvedades y excellencias de la villa de Motril antigua Sexi”dice: “del tiempo deste emperador [Claudio] el año de 1616 una moneda en la viña de Juan Gómez de Olmedo, familiar del Santo Oficio y fiscal de S.M., que me la dio Diego Niñez de Espinosa, vecino y regidor desta villa y el hallarla fue que dentro de la dicha viña que esta menos que quarto de legua de la villa avía unos çimientos antiguos que ocupaban gran pedaço della y queriendo su dueño aprovecharse dellos y del suelo sacó muchos materiales para labrar su casa y permitió hiciesen lo mismo otros vecinos como fue el dicho Diego Núñez .Era (según se pudo conjeturar) un castillo por ser los çimientos muy gruesos de piedra y hallarse la cisterna y debajo de tierra repartimientos de salas y aposentos y cañerías de plomo que se dio mucho para las campanas del convento de Nuestra Señora de la victoria....”¿Estaría esta viña en lo que más tarde se conoció como Huerta de D. Gómez en las inmediaciones de Paterna? 6. A. GÓMEZ BECERRA :El poblamiento altomedieval en la costa de Granada Granada 1998 p.480 7. A. GÓMEZ BECERRA .El Maraute......p195 8. idem


DE PATERNA A MUTRAYIL Las mayores aportaciones al conocimiento del Motril nazarí se las debemos al profesor A. Malpica9 y a algunos de sus discípulos, fundamentalmente Carmen Trillo , a quienes seguimos en estas páginas.10 Cómo ya hemos apuntado, desconocemos los motivos por los que se abandona Batarna y qué circunstancias llevan a una comunidad a asentarse en el solar que actualmente ocupa Motril. Probablemente, esta realidad responda a la decisión de un grupo humano que desde el principio concibe y diseña en su estructura fundamental la base de su economía que no es otra que el espacio irrigado. Esta agricultura, heredera directa de la agricultura andalusí, rompe totalmente con lo que había sido la agricultura y el paisaje de época romana, en el que la plantas cultivadas (fundamentalmente los cereales, la vid y el olivo) tenían una clara procedencia del ecosistema mediterráneo donde el ahorro del agua es esencial.11 Son plantas perfectamente adaptadas al ámbito en el que surgieron en estado natural, creando un agroecosistema bastante generalizado en época romana basado en una organización concreta de la producción y del trabajo como eran las villae. Estas eran los centros rectores de amplios territorios agrícolas situados normalmente en las cercanías de una vía de comunicación y en las proximidades de las ciudades lo que permitía una fácil salida de los productos del campo para el comercio. Esas mismas vías de comunicación a lo largo del Imperio permitieron la creación de una economía agrícola extensiva y de especialización lo que propició que, aunque se conociera, no se utilizara de forma generalizada la irrigación, sino en casos específicos y situaciones extremas. En todo caso se puede decir que la hidráulica romana, aplicada generalmente al abastecimiento urbano, era muy diferente a la que trajeron los árabes. Por el contrario en época andalusí en nuestra zona, y a la luz de numerosos textos, se pro-

duce lo que A. Watson12 ha calificado de revolución agrícola, basada fundamentalmente en tres factores determinantes de esta nueva agricultura : • La traída de nuevas plantas generalmente de origen asiático y monzónico , entre las que destacan la caña de azúcar, el algodón, el arroz asiático, el sorgo, el trigo duro, los cítricos(naranja, limón, lima y pomelo), las bananas y plátanos, sandía, berenjena, espinaca y colocasia, mango, palmera y henna entre otras. • La adopción y combinación de gran variedad de tecnologías hidráulicas, (acequias, presas, norias ,qanats ) que aunque heredadas de la antigüedad en muchos casos, son totalmente innovadoras, por desconocidas, en muchas de las áreas donde se adoptaron para hacer frente a las necesidades de agua

9. MALPICA CUELLO, A.: La villa de Motril y la repoblación de la costa de Granada (1489-1510), en La Costa de Granada en época medieval .Poblamiento y Territorio, Motril 1994. pp. 61-99 10. TRILLO SAN JOSÉ, C Una sociedad rural en el Mediterráneo medieval. El mundo agrícola nazarí. Granada 2003 y Agua, Tierra y Hombres de al-Andalus. La dimensión agrícola del mundo nazarí. Granada 2004. 11. MALPICA CUELLO ,A. Trillo San José, C: La hidráulica rural nazarí :análisis de una agricultura de origen andalusí 12. A. M. WATSON, Innovaciones en la agricultura en los primeros tiempos del mundo islámico, Granada 1998 pp.165-167 y 225-226

La revolución agrícola andalusí esta basada en tres elementos fundamentales: la combinación de distintas tecnología hidráulicas, la introducción de nuevos sistemas de rotación de cultivos y la traída de nuevas plantas como la caña de azúcar, el algodón, los cítricos (naranja, limón, lima o pomelo), la banana, la sandía, la berenjena o la espinaca.


de esas nuevas plantas que fueron introducidas y que necesitaban un gran aporte hídrico en verano. Estación que coincide en el área mediterránea con la estación seca. • La introducción de nuevos sistemas de rotación. Efectivamente, el hecho de muchas de las nuevas cosechas fueran de verano, inició lo que llegó a ser una nueva estación agrícola, la temporada de verano, que en sistemas agrícolas anteriores era una estación muerta para la agricultura, un tiempo en el que se dejaba reposar la tierra. Con la nueva agricultura, tanto la tierra como la mano de obra pudieron utilizarse productivamente, rompiendo así la fuerte estacionalidad de la agricultura de tradición romana. Además, las nuevas cosechas abrieron la posibilidad de rotaciones intensivas, que aumentaron considerablemente la productividad del suelo. Todas estas innovaciones crearon un paisaje completamente distinto del de épocas pasadas, escenario del Motril nazarí.

Mutrayil «...en un extremo de la llanura se halla Motril, que es un famoso lugar dotado de tierra de extremada fertilidad, en el que se disfruta sereno ambiente»*. Todo parece indicar que, en tiempos bajomedievales, Motril fue ganando importancia en13el conjunto territorial de la vega del Guadalfeo , a partir del asentamiento de un grupo humano en el solar que actualmente ocupa la ciudad, pues hasta que excavaciones arqueológicas demuestren lo contrario, esta llanura no estuvo habitada hasta época nazarí. Probablemente en un principio se tratara de una pequeña comunidad, en la que los lazos tribales y clánicos aún tendrían

cierto peso y que basaba su economía en el espacio irrigado creado a partir de la construcción de la acequia, generando un sistema agrícola en el que la pequeña propiedad irrigada dedicada al policultivo, constituye el modo de explotación básico, adaptado para satisfacer las exigencias familiares14 . No obstante, sabemos que dentro de este modelo agrícola tienen cabida plantas destinadas a generar excedentes de clara orientación comercial como la caña de azúcar, documentada en las costas de Ilbira desde el siglo X. Para la consecución de este nuevo espacio agrícola fue necesaria la construcción de la Acequia a partir de una presa o azud de derivación, construida con troncos y mampostería desde el río Guadalfeo, más o menos a la altura del Tajo de los Vados. Desde allí y en dirección S-SE atravesaba las vegas de Pataura, Bates, Motril y Paterna donde moría. El asentamiento, como en todas las alquerías árabes, se situaba por encima de la acequia.15 La estabilidad del sistema depende tanto de las obligaciones comunitarias que impone su mantenimiento como de la dificultad para superar el límite impuesto por la acequia principal .Por encima de ella no es posible la irrigación, al menos de forma sistemática, aunque ello no impide que se aprovechen las filtraciones .En época nazarí tenemos constancia de que los trabajos relacionados con esta infraestructura de regadío se realizaban de forma conjunta, siendo responsabilidad de todos los vecinos de la alquería tanto su mantenimiento y limpieza como sus reparos en caso de rotura. Del mismo modo las tandas de riego garantizaban el aprovechamiento del agua por parte de toda la comunidad. El orden y la cantidad de agua asignada para regar tenía en cuenta la proximidad a la acequia principal e incluso el tipo de cultivo. Su cumplimiento era tanto más riguroso cuanto mayor era la necesidad de regar, pudiendo existir casos de años muy lluviosos en los que no había un control excesivo y otros en los que los conflictos entre los usuarios eran frecuentes y

* Ibn al-Jatib 13. MALPICA CUELLO, A.: Medio físico y poblamiento en el delta del Guadalfeo. Salobreña y su territorio en época medieval. Granada 1996 p. 85 14. C. TRILLO SAN JOSÉ, Una sociedad rural en el Occidente Medieval. El mundo agrícola nazarí Granada 2003 15. M. BARCELÓ, “El diseño de espacios irrigados en al-Andalus: un enunciado de principios generales” en Actas del I Coloquio de Historia y medio físico. El agua en zonas áridas: Arqueología e Historia Almería 1989 I pp. 15-51. 16. TRILLO SAN JOSÉ, C. Las actividades económicas y las estructuras sociales en Peinado Santaella, R.G. (ed.)Historia del reino de Granada...pp. 304-305. 17. A. G. S., Exp. De Hª., Leg. 2 18. A. MALPICA, Medio fisico......p.85 19. A.H.N. Concejos, Cámara de Castilla. Leg. 42.921, Carpeta III, Salobreña


requerían la intervención del qadi . Este, aunque ejercía su función designado por la autoridad central , debía escuchar previamente al consejo de ancianos (suyuj), que eran los representantes de la aljama y que guardaban, en la mayoría de los casos, sólo en su memoria, las normas que regían el uso de agua16 . El sistema era muy frágil, porque cualquier cambio en un turno de riego, bien por un almacenamiento indebido o por una ampliación arbitraria del área de cultivo o incluso por la introducción de plantas con exigencias hídricas mayores podían alterar el funcionamiento del conjunto, y por tanto la supervivencia de la comunidad. Por ello, para el funcionamiento de los espacios irrigados era imprescindible la continuidad de las normas de uso, algunas de las cuales funcionan, probablemente con algunas variante todavía hoy.

El territorio Las escasas informaciones que tenemos de Motril en época musulmana nos impide delimitar de forma fehaciente el término de la villa. La mayoría de ellas están insertas en fuentes de época posterior en la que los testigos moriscos cuentan cómo era la villa en tiempos musulmanes17 . Según A. Malpica18 , en los últimos años del siglo XV la alquería motrileña fue adquiriendo un mayor peso específico en el conjunto territorial de la costa proyectando su influencia sobre las tierras más orientales y la Sierra de Lújar, ya que por la parte occidental los límites con Salobreña los establecía el río. No obstante, la aparición hace poco tiempo del repartimiento de Salobreña19 plantea dudas sobre la pertenencia o no de Bates a Motril a finales del siglo XV, aunque no así Pataura que nunca se cuestiona. Sin embargo esta situación

En los últimos años del siglo XV la alquería motrileña fue adquiriendo un mayor peso específico en el conjunto territorial de la costa proyectando su influencia sobre las tierras más orientales y la Sierra de Lújar


cambia a principios de 1500, probablemente porque en Bates se le reparten y compra propiedades Francisco Ramírez de Madrid, que en esos años se convertiría en el mayor propietario en Motril. Por la parte oriental, al menos en época musulmana, las tierras más allá de Jolúcar y Carchuna no debieron de estar bajo la jurisdicción efectiva de Motril. A la vista de estas informaciones y con todas las cautelas, diremos que el ámbito territorial de Motril en la Baja Edad Media abarcaba con plena seguridad a la propia villa y por el Este Jolúcar y Carchuna y por el Oeste Pataura y el río Guadalfeo y al norte la alquería de Lagos. Esta situación cambia con la conquista castellana y así en 1518, los motrileños consideran dentro de su término y jurisdicción, aparte de Jolúcar donde estaba situada una dehesa, Castell de Ferro y Gualchos20 . e luego el dicho Miguel Carrillo, jurado, en nombre de la villa dijo que ya sabe su señoría cómo los lugares de Gualchos y Xolúcar y Castell de Ferro son término y juridiçión desta villa y porque el derecho de esta villa e posesión dello no perezca que mande visitar el dicho término y usar la dicha su posesión e lo pide por testimonio. Los mismos términos que defenderá a mediados de siglo cuando se inicia el pleito con D. Luis Zapata , señor de los Céjeles y que pretende anexionar a su señorío Jayena y Carchuna, lugares donde se situaban unas de las más importantes pesquerías de la villa.

Economía La economía del Motril nazarí, como ya hemos dicho, estaba basada esencialmente en la agricultura de regadío. No conocemos con exactitud cuales eran las plantas más comunes

en las que se basaba la dieta, puesto que las primeras fuentes castellanas, que son las únicas que han llegado hasta nosotros, hacen hincapié en aquellas que más les llama la atención, sobre todo por lo exótico, sin darnos demasiadas noticias de aquellas otras más cotidianas. Tanto por la relación de compras que hace Francisco Ramírez de Madrid21 , como las relaciones de bienes habices de Motril (propiedades rústicas de las distintas mezquitas) de principios del siglo XVI22 , tenemos información sobre algunos de ellos: caña de azúcar, trigo, panizo, arroz, comino, higueras, morales, y vid para pasas. A la luz de estas informaciones, vemos que en Motril, al contrario que en las vecinas Almuñécar y Salobreña23 , la caña de azúcar parece ser que si ocupaba una mayor extensión, sin llegar nunca a tener la consideración de monocultivo. Probablemente esto se debiera a que muchas de las tierras de los alrededores de la villa pertenecían a las mustajlas del sultán granadino, esto es, al patrimonio real, lo que unido a una creciente demanda de azúcar en los tiempos finales de la Edad Media, permitió la expansión del cultivo. Un texto que reproducimos a continuación ya del siglo XVI de Luis del Mármol es bastante elocuente al respecto: Es tierra áspera y muy fragosa á poniente y á tramontana, y cógese en ella poco pan. Los lugares altos está en una quebrada que hace la sierra, por donde baja un río que procede de unas fuentes que nacen en ella, y después se va a juntar con el río de Motril. Hay muchas arboledas de huertas, olivos y morales por aquellos valles, y tienen los moradores muy buena cría de seda, aunque la principal granjería es agora la del azúcar, porque en una vega que está á levante hacia Motril tienen muchas hazas de cañas dulces, y abundancia de tierras con que regarlas, y junto á los muros un ingenio muy grande, y otros en las alcarías allí cerca, donde se labran las cañas.24

20. A.M.M., L.A.C. 1. Sesión de 17-XII-1518 en Escañuela Cuenca. E. El concejo de Motril dte los primeros años de dominación cristiana. Granada 1988 pp. 143-144. 21. P. PORRAS ARBOLEDAS, Documentos sobre musulmanes y judíos en archivos señoriales y de protocolos (siglos XV y XVI) Cuadernos de Estudios Medievales y Ciencias y Técnicas Historiográficas, XVI, (1991),pp. 127-157. 22. A.G.S., C.M.C., 1º Epoca, leg. 131 23. Según sus libros de Repartimiento, a finales de la Edad Media , el cultivo de la caña de azúcar no era especialmente relevante ni en Almuñécar ni en Salobreña 24. L. Del MÁRMOL CARVAJAL Historia del rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada en Historiadores de sucesos particulares ,t. I edic.BAE,., t.XXI, Madrid 1946 p. 208-209



La pesca era parte importante de la economía nazarí: se pescaba en calas próximas, al este del término municipal y en la desembocadura del río Guadalfeo. Se utilizaban embarcaciones de pequeño tamaño llamadas zambras, jabeques o jábegas.

Es muy posible que esta expansión del cultivo de la caña de azúcar se produjera sólo en aquellas tierras destinadas a bienes públicos o bien las que poseían ciertos personajes de la nobleza granadina, porque como ya hemos dicho la superficie de las parcelas y su producción estaban destinadas fundamentalmente al consumo familiar de sus dueños. A esta mayor expansión contribuyó sin duda la proximidad a embarcaderos o puertos (Almuñécar) que permitieron entrar a este producto de forma fácil en la corrientes internacionales de comercio que, en el caso de azúcar, estaba en manos de comerciantes genoveses amparados por el mismo sultán. Además de la caña de azúcar, tanto las fuentes árabes, como las primeras castellanas, nos hablan de algodón, platanales y los ya citados arroz y cominos. Entre los árboles más extendidos, destacan los morales que aparecen esparcidos por toda la vega, para alimento de los gusanos y cuya seda se labraba en la propia villa 25 y en menor proporción higueras. Desgraciadamente desconocemos cuales eran

las otras plantas que se cultivaban en el regadío, pero no cabe duda que también se cultivarían productos de huerta en las cercanías de lo poblado, legumbres y, aunque en cantidades un poco exiguas, los ya citados cereales (trigo, cebada y panizo). En cuanto a la presencia del arroz, no debe sorprendernos, pues tanto la climatología como los terrenos encharcados de la desembocadura del Guadalfeo eran propicios para ello. Para corroborar esta producción, en una relación de bienes habices de 1501, aparece un molino de arroz perteneciente a la mezquita mayor26 y un testigo en un pleito ante la Chancillería de Granada, en la primera mitad del siglo XVI dice: ...e después que fue de hedad de diez y ocho años este testigo trató en la villa de Motril en mercadurías de seda e açucar e arroz, hasta que la dicha villa se entregó a sus Altezas.”27 Junto a esta agricultura de regadío, por encima de la acequia y de lo poblado sabemos que existía una agricultura de secano basada fundamentalmente en la viña en las zonas de solana y también árboles como el almendro. Durante la etapa musulmana la viña ocupó un espacio importante sobre todo en las lomas del Magalite aunque su fin era principalmente la producción de pasas. Este fruto, además de completar la dieta era objeto de comercio y parece ser que tenía cierta demanda. Sin embargo desde los primeros tiempos de la conquista castellana el producto de las viñas se destinó enteramente a la producción de vino ya que este formaba parte importante de la alimentación de los castellanos. Era un vino de corta vida y por ello los motrileños consiguieron de los reyes un privilegio en 1516 que prohibía la entrada de vino de fuera hasta tanto los cosecheros locales no hubiesen vendido el suyo.28 El resto del secano estaba dedicado al almendro y a pastos para el ganado en donde apacentaban tanto los ganados de los vecinos como los de otras partes de reino, que venían a pasar el invierno, según se desprende del testimonio de un morisco ya en el siglo XVI : ...en tiempo de moros la dicha villa de Motril estava en posesión, uso y costumbre de tener ciertos pastos en el termino de la dicha villa, hazia la parte de Xolucar e a alderredor de la dicha villa e su termi-


no. E los ganados desta comarca, ansi de la çibdad de Granada como de qualesquier partes que se ivan apaçentar e tener el invierno en el dicho termino de la dicha villa de Motril”.29 Parece ser que los ganados que venían de fuera pagaban un impuesto llamado “talbix” que consistía, según el mismo testimonio, en un carnero por cada cien cabezas, dos cabezas por cada hato de ganado menor y una por cada pastor, así como el queso y la leche producida en una noche.30 Como se puede apreciar, la actividad pecuaria en el mundo nazarí se desarrolla siempre fuera de las zonas agrícolas, en contraste con lo que ocurría en la Europa feudal en donde los grandes dominios acogían unos cultivos fundamentalmente de secano (cereal y vid) a los que se asociaba la ganadería. En el mundo andalusí, en el que las cosechas casi se sucedían unas a otras durante todo el año, esta asociación era imposible.31 El aumento de la actividad pecuaria en época castellana junto con la anulación de la comunidad de pastos de los tiempos nazaríes fue la base de continuos conflictos desde los primeros tiempos de la conquista. Otra actividad importante dentro de la economía nazarí sería la pesca. Se desarrollaba en las calas próximas situadas al Este del término y en la desembocadura del Guadalfeo, con embarcaciones de pequeño tamaño (zambra, jabeque y jábega) muy comunes en la zona. Desconocemos qué especies eran las más comunes y en qué cantidades eran pescadas, pero sabemos que existían excedentes que se sala-

ban para abastecer a la capital y otros puntos32 . Para ello contaban con la sal de las salinas de Torrenueva,33 propiedad de la familia real nazarí, en concreto de la reina Horra, quién las explota en régimen de monopolio, con un control que llega incluso a la comercialización pues, al parecer, la venta se realizaba en tiendas propiedad de la misma reina situadas en la propia villa.34 En cuanto a las actividades comerciales, sabemos que existía un intercambio de corto radio de cañas dulces, arroz, seda, azúcar y pescado principalmente35 , siendo Motril el centro de recepción de mercancías que llevaban los habitantes de las alquerías próximas. Para ello, se celebraba en la villa un mercado semanal todos los viernes36 . Así lo manifiesta Floristan Alarabí, cristiano nuevo, en 1527, refiriéndose a fechas anteriores: “...todos los vesynos de la comarca yvan allá todos los viernes a un mercado que tenía la dicha villa...” y otro de más amplio radio en el que participaban comerciantes extranjeros, generalmente genoveses y judíos, para dar salida a los diversos productos de la zona , cuya producción estaba orientada desde el origen a satisfacer una demanda creciente como es el caso del azúcar en los mercados extranjeros. De hecho, según puso de manifiesto Adela Fábregas37 la red de vigilancia costera vigente en época nazarí parece que, entre otros objetivos, no era el último la defensa de los intereses económicos y las actividades comerciales que se desarrollaban en las costas y en los que la familia real tenía intereses directos.

A. M.G., Sección de Propios, Leg. 1 A.G. S., C.M.C., 1º Época, leg. 131 A. R.Ch.G., cab.3, leg. 1eg. 1009, pieza 3 A. M. M. L .A. C. nº 1. sesión de 26 de Marzo de 1518 A. R.Ch. G., cab. 3, leg. 1009, pieza 3 Sobre el impuesto del Talbix vid. A. Galán Sánchez, “Acerca del régimen tributario nazarí: el impuesto del talbix” en Actas del I Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía Medieval, Córdoba 1978 II, pp. 379-392. 31. C. TRILLO SAN JOSÉ, Las actividades económicas y las estructuras sociales en PEINADO SANTAELLA,R.G. (ed.) Historia del reino de Granada I. De los orígenes a la época mudéjar(hasta 1502), Granada 2000, pp. 337-338 32. A. M. G. Sección Propios, leg. 1 33. A. MALPICA CUELLO, Las salinas de Motril.(Aportación al estudio de la economía salinera en el reino de Granada a raíz de su conquista) en La Costa de Granada en época medieval. Poblamiento y territorio. Granada 1994 34. A. FÁBREGAS GARCÍA, Motril y el azúcar .Comerciantes italianos y judíos en el Reino de Granada. Motril 1996 35. E. ESCAÑUELA CUENCA, El Concejo de Motril durante los primeros años de dominación cristiana Granada 1988, p. 33 36. A. R. CH. G., cab. 509, leg. 2129, pieza 11 37. A. FÁBREGAS GARCÍA, Motril y el azúcar…pag. 135 25. 26. 27. 28. 29. 30.


La configuración urbana Nos es muy difícil reconstruir la configuración urbana del Motril musulmán ya que las pocas excavaciones que se ha realizado en el centro han sido de urgencia y sólo han permitido datar los espacios y certificar su uso38 . Sin embargo, tanto por los testimonios fiscales de principios del siglo XVI como por la obra de Tomás de Aquino y Mercado ya del XVII, sabemos que el caserío se encontraba por encima de la acequia y de la zona de cultivos irrigada y que la villa contaba con cinco mezquitas y una rábita, entre los espacios religiosos, con unos baños, un mesón, varias tiendas, hornos y tres aduanas de azúcar. La mezquita mayor estaba en torno a la Puerta de Castell de Ferro y sobre ella fue consagrada en 1492 la iglesia de Santiago, primera parroquia de la villa hasta la terminación de la iglesia mayor en 1514. Si en el mundo andalusí el centro de la vida comercial gravita en torno a la mezquita mayor, sería en sus inmediaciones donde se celebraba el mercado semanal del que nos hablan los testimonios citados. Los bienes habices nos hablan de otras cuatro llamadas Çijara, Arrofof, Alharroba y Arrabat de las que sólo podemos situar Çijara y Arrabat por coincidir sus nombres con los que nos da Tomás de Aquino ya en 1650. La mezquita Çijara se corresponde con la Alxima Alixara que, según este último autor estaba situada ...en la rambla que llaman del Manjón los moros que es toda la calle de Alonso de Contreras saliendo de la Puerta de Granada por donde viene la rambla. La mezquita era el que oy es horno junto a la dicha puerta y su alfaquí se llamaba Abenaroz. La Alxima al-Corucho se situaba “en el barrio del Corucho ansí llamado de los moros que es todo lo que alinda con el Poçuelo saliendo del Postigo de Beas, la rambla arriba camino de Granada junto a la casa de Cristóbal Moreno regidor de esta villa, está un poço del cual tomó nombre del poçuelo todo aquel barrio y frontero dél estava el alxima al Corucho y el dicho poço que los moros lo hiçieron

para el serviçio y limpieça de dicha mezquita oy es casa particular y el poçuelo ha muy poco que se çegó por ir el agua de él tan corriente como profunda y sacarse con mucho trabajo” La última se llamaba el aljima Arrabad. Estava çerca de la casa de alférez Matías de Covos, en una plaçeta en el sitio donde oy está una cruz curiosamente aseada, como toda consta del libro de los Avises que eran los bienes tenían dotados para los ministros de las mezquitas que oy goça la Iglesia y están en poder del mayordomo de la fábrica mayor de donde saqué lo referido a las mezquitas. En cuanto a los Baños nos dice Tomás de Aquino: Tenían los moros sus baños que oy se conservan junto al Hospital de esta villa sobre el Acequia, con tres naves a lo mosaico labradas y oy le llaman el Bañuelo.39 Como podemos comprobar por su situación estaban muy próximos a la zona habitada de la villa y de la acequia de la que tomaría sus aguas para abastecerse.

Los órganos de gobierno Por lo que llevamos dicho hasta el momento, podemos intuir que en los años finales del reino nazarí, Motril era un asentamiento rural eminentemente agrícola con una estructura casi urbana, un castillejo para su defensa en el Cerro de la Virgen, mandado destruir por el Rey Católico tras la revuelta mudéjar40 y una población de cierta entidad. El alcaide de la fortaleza de Salobreña ejercía funciones de tutela aunque no la representaba. Este alcaide, de la familia de los Alatares41 , gozaba de poder militar y tenía el derecho de juzgar los delitos criminales. Parece ser que ejercía su dominio por toda la costa, compartido con un cadí encargado de velar por los asuntos civiles, nombrado por el cadí mayor de Granada. No obstante, y

38. J. J. Álvarez García, Análisis de una cerámica de final de la Edad Media en la Costa de Granada .Motril, Plaza de España. Memoria de licenciatura inédita. Universidad de Granada 1995 39. T. Aquino y Mercado, Historia de las excelencias….pp. 313-314 40. idem pag. 241 41. Vid, Malpica Cuello, A. La villa de Motril… p. 83


según se desprende de los testimonios de varios cristianos nuevos ya en el siglo XVI, ni el cadí ni el alcaide gobernaban directamente a la comunidad musulmana. El gobierno de ésta se ejercía a través de la reunión del alguacil de la villa con los “viejos honrados”. En 1527, Bartolomé el Daray, cristiano nuevo, nos dice al respecto: ...en tiempo de moros e después que esta villa fue de christianos la manera que tenian en juntarse en cabildo hera que los vesinos mas viejos e honrados e ricos e prençipales de la dicha villa se juntavan en casa del dicho d. Hernando, e allí conçertavan lo que tenían que haçer para la gobernación de la dicha villa.42 Y otro testimonio posterior nos dice lo siguiente: ...antes que se entregase a sus altezas este testigo vido como los viejos honrados vecinos de la dicha villa se ayuntavan en casa del alguacil que avia a la sazon en la dicha villa, e si por caso hera caso de ynportançia se ayuntavan asimismo con ellos el dicho alcaide e cadi, los quales haçian sus hordenanças e acordavan en los dichos ayuntamientos las cosas que heran necesarias e cunplideras a la gobernación de la dicha villa y sus lugares.43 Como se puede comprobar a través del texto otra pieza fundamental en el gobierno de la alquería eran los alguaciles. Había uno por alquería (conocemos al de Motril y al de Pataura de lo que deducimos que debía haber otro en Jolucar) y un alguacil mayor por distrito. Por los testimonios citados sabemos que en Motril el cargo de alguacil pasaba de padres a hijos según se desprende de la declaración de Martín el Honayne44 quien nos dice: ...en tiempo de moros vido como se juntavan en casa del dicho D. Hernando e en casa de su padre del dicho D. Hernando, que fue alguacil antes del, los viejos ançianos mas honrrados e ricos e principales, hasta diez o dose, que heran del linaje de los Chapala e Abelhuçey e de Bacor e otras personas.

42. 43. 44. 45.

A. R. CH. G., Cab. 509, Leg. 2129, pieza 11 A. R. CH. G., Cab. 3ª, Leg. 1009, pieza 3 A. R. CH. G., Cab. 509, Leg, 2129, pieza 11 A. R. CH. G., Cab.3ª, leg. 649, pieza 7, Fols. 12-19

Como veremos más adelante a este D. Hernando se le concederá el alguacilazgo de la villa de forma perpetua en el mismo texto de la capitulación de 1500 en un intento (fallido) de asimilación y control a través de él de la comunidad musulmana. Por último, dentro de la organización social de la alquería debemos hacer mención a la figura del alfaquí. Sus funciones eran diversas: dirigir la oración en la mezquita, enseñar a los niños a leer el Corán, así como presidir todos los ritos y ceremonias religiosas del Islam, funciones, todas ellas fundamentales para mantener cohesionada a la comunidad. En época nazarí su mantenimiento corría a cargo, al menos en parte, de los bienes habices, según se desprende de las relaciones de estos bienes tanto en Pataura y Jolúcar como en todas las de Motril. Los otros conceptos a los que se dedicaba el producto de estos bienes eran el rescate de cautivos, pobres, esteras, almuédano y dos pequeñas partidas, entre los bienes de la mezquita mayor para sufragar los gastos de “los que venían a estudiar de fuera de Motril”.45

Las salinas de Torrenueva eran propiedad de la familia real nazarí, en concreto, de la reina Fátima la Horra, que las explotaba en régimen de monopolio, con un control, incluso, sobre la comercialización.


LA CONQUISTA CASTELLANA Y SUS EFECTOS Motril, junto con el resto de la Costa y el oriente granadino, fue conquistado a finales de 1489 mediante capitulación, dentro de una de las campañas más costosas y largas de la guerra y cuyo objetivo final era Baza. Tras dos meses de asedio, las negociaciones entre el Zagal y los Reyes Católicos permitieron la capitulación de Baza y la rendición de todos los lugares de la comarca del Almanzora, de la sierra de los Filabres y de la Costa, incluida Almería a cambio de la posesión para el Zagal de las “tahas” de Andarax, Lecrín y Lanjaron y la mitad de las salinas de la Malahá. En palabras de Ladero la campaña de Baza fue: “una demostración de fuerza y de resistencia, y al mismo tiempo prueba de que una política flexible de capitulaciones podía atenuar las consecuencias de la conquista y acelerar el fin de la guerra al permitir un régimen de vida aceptable para los nuevos mudéjares”.46 En efecto, aunque no conocemos el texto de primera capitulación motrileña (de la zona sólo conocemos la de Almuñécar),47 todo parece indicar que al menos en la letra estas capitulaciones eran bastante benignas para la población, hecho que permitió sin duda conquistar tanta extensión. Con ellas se buscaba simplemente el reconocimiento de la soberanía de los reyes castellanos y la entrega de las plazas fortificadas a cambio de permanecer en sus lugares de origen, conservando la propiedad de sus bienes raíces y muebles, la pervivencia de su ley y autoridades tradicionales, su religión y sus costumbres y de contribuir con una fuerte carga fiscal a los vencedores. Además se facilitaría el traslado al Norte de África a todo aquel que lo deseara.

Sin embargo, esta situación tolerante queda rota al año siguiente al secundar los mudéjares de la costa la fracasada sublevación de Boabdil, que tuvo uno de sus mas destacados episodios en la fortaleza de la vecina Salobreña. Esto, lógicamente, tendrá consecuencias para los motrileños que a partir de ese momento tuvieron que acoger a muchos de los musulmanes que fueron expulsados de la villa vecina por su emplazamiento estratégico y pagar, como todos los mudéjares, un tributo destinado al mantenimiento de la red de vigilancia costera. Además de ello, debieron acatar una serie de medidas restrictivas a sus formas de vida y costumbres como la prohibición andar de noche por la costa, llevar siempre encima su carta de vecindad si se traslada de un lugar a otro o salir a pescar acompañados siempre de , al menos, un cristiano.48 La expulsión de los mudéjares de Salobreña, supuso para la Corona disponer de tierras y casas en la zona con que pagar los servicios prestados a la gente que había tomado parte en la conquista, muchos de ellos importantes personajes de la época, y el reforzamiento del elemento militar entre los nuevos pobladores, que ejercerán un fuerte control sobre la totalidad de la población mudéjar motrileña. A la militarización del poblamiento de Salobreña contribuyó el hecho de que en 1490 los reyes le concedieran un privilegio de homicianos49 , como una forma de reducir los gastos de defensa del lugar, pues los reyes justificaron su concesión en que se necesitaba más gente de la que nos podemos pagar para que esten en ella de contino. De este modo en la fortaleza de Salobreña las personas que habían incurrido en delitos de sangre, salvo aquellos que fuesen con “alevosía muerte segura o en la corte real”, podían redimir su

M. A. Ladero Quesada, Castilla y la conquista del reino de Granada, Granada, p. 101 Public. M. Garrido Atienza Las Capitulaciones para la entrega de Granada. Granada 1910, doc. XVII, pp. 190-191. Ladero Quesada, M.A. Defensa de granada a raíz de la conquista (1492-1501) en Homenaje a Elías Serra Ráfols, La Laguna 1974 pp.265-269. 49. A. G. S. Guerra Antigua, leg. 1315, fol. 252. Public. J. Torres Fontes Privilegio de asilo concedido por los Reyes Católicos a la villa de Salobreña. 1490. Salobreña 1990. 50. Torres Fontes, J. Castilla-G ranada . Una partida de ajedrez y privilegio de asilo concedido por los Reyes Católicos a la villa de Salobreña, Granada 1993, pp. 56-66. 51. A. G. S. Guerra Antigua, Leg. 1315, fol. 252 52. Vid. A. Malpica Cuello Medio Físico y Poblamiento...p. 257 53. Porras Arboledas, P. Francisco Ramírez de Madrid. Primer madrileño al servicio de los Reyes Católicos Madrid 1996 p.181. 54. idem. P.193 55. A. G. S. Expedientes de Hª, Leg 455. 46. 47. 48.


pena. Así lo declara un homicida perdonado tras prestar sus servicios durante un año sirviendo continuamente en la guarda e defensa desta dicha villa y fortaleza de Salobreña a su costa e misión, rondando e velando e en todos los otros servicios que a la dicha villa e guarda della an sydo necesarios.50 Todo ello contribuiría a que las relaciones entre los pobladores y la población mudéjar se establecieran desde una posición de fuerza por parte de los primeros, que no dudaron, por otra parte, en dejar muy clara. En ese contexto hay que encuadrar las cabalgadas llevadas a cabo en 1491 por la gente de guerra asentada en la fortaleza de Salobreña contra Motril y Jolúcar51 y de las que seguramente obtuvieron un cuantioso botín, ya que se enfrentaban a una población vencida, inerme y sin mecanismos de defensa. A ello hay que añadir los desmanes cometidos por los repartidores que, ante la escasez de tierras para repartir, no dudan en desposeer a sus legítimos dueños52 para cumplir así las ordenes reales que les obligaba a entregar mercedes en forma de lotes de tierras a alcaides, criados y escuderos, encargados de la vigilancia costera y la defensa. Al contrario que el resto de los repobladores, los destinatarios de estas mercedes reales no tenían ninguna contrapartida a cambio de gozarlas, ni siquiera la obligación de residirlas, de tal forma que el mercado de la tierra- que tanto ahondaría con el tiempo las desigualdades ya implícitas en los propios repartimientos- quedaba inmediatamente abierto a toda clase de transacciones. El caso más paradigmático y que afecta directamente a nuestra ciudad es el de Francisco Ramírez de Madrid, secretario real y artillero, marido de Beatriz Galindo “La Latina”.Aunque llegó a tener posesiones en toda la costa fue en Motril donde acumuló mayor cantidad de bienes. El origen fue una merced real que los Reyes Católicos le hicieron por la defensa que había hecho del castillo de Salobreña tras la intentona de Boabdil con fecha 4 de agosto de 1491: Por faser bien e merced a vos Francisco de Madrid, nuestro secretario e acatando los buenos e muchos e leales servicios que nos aveys fecho e faseys de cada día, especialmente en la guerra de los moros, enemigos de nuestra santa Fe Católica, e en alguna hemienda e remuneración dellos e de los dapnos e costas que ovystes en el çerco que el Rey de Granada

tobo sobre la fortaleça de Salobreña. Por la presente vos fasemos merced, graçia e donación pura e perfeta , legítima e non revocable, dada luego de presente, que es dicha entre vivos, para siempre jamás de vn molino e de vn vaño e de vn horno de pan cozer, que es en la villa de Motril, que fue de Alhorra mora, hermana que fue del rey de Guadix, e de dies cavallerias de tierras de labor, raçonadas a cinquneta fanegas de sembradura de pan cada caballería, de las tierras que la dicha Alhorra tenya en la dicha Motril e su termino...53 Al año siguiente la propia Ceti Fátima La Horra le vende, no sabemos si voluntariamente, otras posesiones en Motril que consistían en: una salina que la dicha Ceti Fátima Horra a y tiene en termino de la dicha villa de Motril, çerca de la punta de Trasfalcaçiz, y mas una alhóndiga mesón con el aposentamiento en el cadi solia bibir, y con dos tiendas juntas con el dicho mesón, que esta todo en la plaza de la dicha villa..., y mas una hoya que está en la dicha plaza de cara del dicho mesón, y mas un fadin de tierra en Majarrobaon de veinte e quatro marjales... y mas otro fadin al Portoaxi de quarenta marjales...”, 54 por 250 doblas moriscas, es decir 112.500 mrs. De todos estos bienes, el mas notable eran la salinas de Trafalcacis, en la actual Torrenueva, aunque su posesión fue mas tarde cuestionada al intentar los reyes asimilar las salinas granadinas al marco jurídico existente en Castilla, esto es, pretendían incluirlas dentro del régimen de las regalías. Así en 1498 el arrendatario de las salinas del Reino de Granada intentó impedirle que comercializara dicha sal, iniciándose un pleito que tardaría años en resolverse.55

Francisco Ramírez de Madrid, «Conde de Bornos» y su mujer, Beatriz Galindo, «La Latina». El conde fue secretario real y acumuló bienes en toda la costa, especialmente en Motril, gracias a una merced de los Reyes Católicos por su defensa del Castillo de Salobreña durante la sublevación de Boabdil en 1491.


Segundas Capitulaciones de 1500. Motril, el resto de la costa y todo el oriente granadino y almeriense fue conquistado por los castellanos en 1489 mediante capitulaciones. Fue una de las campañas más costosas y largas de la guerra. Tras dos meses de asedio a Baza, el Zagal y los Reyes Católicos firmaron una capitulación que otorgaba al zagal las «tahas» de Andarax, Lecrín y Lanjarón y la mitad de las salinas de La Malaha.

Su política de compras no cesa hasta 1498, aunque para entonces ya ha conseguido hacerse con numerosos bienes de judíos y musulmanes motrileños. En efecto, aprovechando el decreto de expulsión de los judíos de Marzo de 1492, Francisco Ramírez de Madrid le compra a la comunidad hebrea de Motril, que pensamos debía de tener cierta entidad pues se habla de casas junto a la judería, muchos de sus bienes consistentes en casas, tiendas y fincas rústicas entre el 5 de junio y el 26 de julio, fechas ya muy próximas a la expiración del plazo para salir del país. No obstante, los bienes que compra a musulmanes entre 1492 y 1498 son mucho más numerosos e importantes, a saber: casas, tiendas, huertas, viñas, tierras de secano y regadío a lo que habría que añadir hasta tres aduanas de azúcar, prueba indiscutible de la importancia de la fabricación de azúcar en Motril.56

Como conclusión diremos que los compromisos políticos de los reyes, puesto que consintieron el acaparamiento de tierra de una minoría, junto con los desmanes cometidos contra la población mudéjar por parte de los repartidores de Salobreña tuvieron consecuencias en ambas márgenes del Guadalfeo y así en Salobreña el fracaso de esa primera repoblación es un hecho. Esta conducta acaparadora por parte de un personaje tan importante y cercano a los reyes en una villa donde, en teoría, no había tierra que repartir y la población musulmana podía permanecer en sus lugares de origen, en virtud a la capitulación vigente, sólo se explica por el ejercicio de prácticas usurpatorias llevadas a cabo tanto por Francisco de Madrid, y su gente de confianza, que desde esa base territorial y desde su posición de regidores poco a poco monopolizaron el poder local. La reacción mudéjar La usurpación de tierras a los propietarios mudéjares, expolio, por otro lado, refrendado por la Corona desde el momento en que se acepta el hecho consumado y se exige a los naturales los derechos y títulos legales de sus propiedades, la arbitrariedad en la interpretación de las capitulaciones, los abusos cometidos por los arrendadores y la creciente y agobiante presión fiscal, en suma la actividad predatoria de la administración real para con los mudéjares, es un factor decisivo para explicar el continuo y creciente malestar entre la comunidad vencida. En este contexto las prácticas radicales del cardenal Cisneros, separadas por un abismo de las de su antecesor en cuanto a la concepción de lo que debería ser la asimilación de los mudéjares, constituyen la gota que colma el vaso y desembocan en el levantamiento del barrio del Albaicín el 18 de Diciembre de 1499 que se extiende rápidamente a otras zonas del reino. Las revueltas fueron sofocadas rápidamente y dieron a los monarcas la excusa perfecta para llevar a cabo su máxima aspiración: la unidad religiosa y cultural de todos sus súbditos. Las disposiciones adoptadas iban dirigidas a consolidar el modelo de Estado Moderno que los Reyes Católicos habían tenido desde el principio en su horizonte, lo cual implicaba no sólo la ruptura definitiva con el régimen sancionado por las Capitulaciones y la


conversión forzosa -o emigración- de los mudéjares, a partir de ahora moriscos, sino también la eliminación de cualquier signo de identidad cultural e ideológica que tuviese que ver con el Islam. En este orden de cosas la nueva capitulación como cristianos, junto con su cesión a la capital, son, según la óptica castellana, el camino más adecuado para la plena incorporación de Motril a la Corona de Castilla. Asimismo el sistema impositivo anterior es sustituido por el castellano y los nuevos cristianos pasan a ser juzgados por la misma jurisdicción. Además se conforma el muevo poder político ya que la capitulación en uno de sus puntos dice: Yten que la dicha villa de Motril e su tierra tengan juridiçion sobre sy como lo tovieron en tiempo de los reyes moros e tengan conçejo, regidores e justicia sobre sy comprometiéndose asimismo los monarcas a respetar los términos de la villa como en tiempos pasados: yten que sean deslindados e conocidos los términos de la dicha villa e su tierra e le sean bueltas las tierras que les tienen tomadas contra justicia, según que lo tenían e levaban en tiempo de los reyes moros.57 Por último se le asignan bienes para los propios como la renta del tigual, aplicada a los reparos de la acequia y un a parte de la dehesa. Asimismo los dirigentes de la comunidad morisca son confirmados en sus cargos anteriores por los reyes católicos, tanto en Motril, como en Pataura y Jolúcar según se desprende del testimonio del alguacil de Pataura Fernando el Bayzi en los primeros años del siglo XVI: ...en tiempo de christanos nuevos, aviendo ya en la villa manera de regimiento, estando en ella por teniente el licenciado Alcocer e por escribano del cabildo Hernan Vazquez e por regidores Zahorí e Benfoto e otros e que todos quantos negocios, chicos e grandes, que la dicha villa tenía de negociar los negoçiara el dicho don Hernado de Castilla , auténtica pieza clave en el seno de la comunidad morisca.58 Ello no fue óbice para que pocos días mas tarde Motril junto con los demás lugares de la costa pasara a formar parte de la jurisdicción del concejo granadino, completando así una serie de generosas cesiones territoriales en pro de su efectiva incorporación.59 Esta entrega no se llevó a cabo sin enérgicas

56. 57. 58. 59.

protestas del concejo motrileño, lo que obligó a los monarcas a hacer confirmaciones diversas de tal merced y a los motrileños a iniciar un pleito en defensa de su independencia que no se resolvería hasta 1657, año en que se le concede el título de ciudad y se la separa del concejo granadino. No obstante, la equiparación estatutaria de los moriscos a los cristianos nuevos —sólo en la letra— en tanto que profesaban el mismo credo, no sirvió para mitigar la confrontación latente entre dos grupos étnicos y sociales muy distintos, separados por un abismo cultural e ideológico demasiado hondo .Esta confrontación es mucho más manifiesta en las cercanías de la costa, donde el miedo del poblador cristiano viejo a la posible colaboración entre los moriscos y el enemigo de allende era más que plausible. Prueba fehaciente de esa desigualdad insalvable, relacionada con la necesidad de intensificar las medidas defensivas y hacer frente a su coste, fue la instauración por parte de la corona de dos nuevos servicios para financiar una parte muy importante del sistema defensivo costero, en 1503 y 1504, que como todos los que vendrían después serían sufragados exclusivamente por los nuevamente convertidos. El empeoramiento de la situación y el incremento de la presión fiscal tuvieron una respuesta inmediata: el aumento de las huidas masivas a allende, cumpliéndose así los peores temores tanto de la corona como del capitán general del reino, aunque por motivos distintos. En efecto, los reyes porque habían optado por el mantenimiento de la población en sus lugares de origen como conocedores del sistema agrario base de la economía de la zona y desde la capitanía porque, por un lado, se perdían los sujetos fiscales que financiaban la defensa costera y, por otro, el despoblamiento de la zona hacía más fácil las incursiones de fustas y galeotas provenientes del otro lado del mar. Entre 1503 y 1507 muchos lugares de la costa quedan deshabitados; es el caso de la mayoría de lugares de las tahas de Sahil y Suhayl

Porras Arboledas, P. Francisco Ramírez de Madrid... p. 192-193 A. R. CH. G. , Cab. 509, Leg. 2.129, pieza 11 Capitulaciones de los nuevamente convertidos de Motril, en Granada a 3-IX –1500. idem A. Malpica Cuello La villa de Motril...p. 90


franquezas de la villa y las capitulaciones, mientras los pocos cristianos viejos que pernoctaban en la villa se refugiaron en la iglesia. Saquearon e incendiaron muchas casas y ya al amanecer y después de recoger a cuantos quisieron acompañarles emprendieron el camino de vuelta hacia la playa de Carchuna con un buen número de cabezas de ganado y al parecer un cuantioso botín.

Actas Capitulares del Concejo de Motril . Imagen del acta de la sesión del viernes, 16 de abril de 1517, para la formación del cabildo (con dos regidores cristianos nuevos) y las ordenanzas para la limpieza y mantenimiento de la acequia.

en la costa oriental y de Jate, Almeúz, Lojuela o Turillas en la occidental.60 De la huída allende de más de la mitad de los habitantes de Motril el 3 de diciembre de 150761 tenemos un precioso relato que hacen una serie de testigos algunos años más tarde. Según estos testimonios, veinte días antes, Fernando Mogrid o Muhihid, convertido al cristianismo con todos los honores como Hernando de Castilla, antiguo alguacil y cabeza visible de la comunidad morisca, había partido allende para preparar la huida de sus vecinos. La noche del 3 de diciembre arribaron nueve fustas a la playa de Carchuna y desde allí cautelosamente se encaminaron hasta la plaza de la villa, donde comenzó el ataque, gritando en algarabía y al son de añafiles y otros instrumentos moriscos. Después se dirigieron hasta las casas del cabildo, que estaban junto a la iglesia y puerta de Santiago y reventando las puertas quemaron las arcas del cabildo, donde se guardaban todas las mercedes y

Desconocemos el número de vecinos que se fueron, pero todas las fuentes apuntan a que debió ser importante, pues dejaron tierras y casas que permitieron hacer un repartimiento en 1510 cuyo texto no ha llegado hasta nosotros. Por el manuscrito de Tomás de Aquino y Mercado sabemos quienes fueron los repartidores y que fueron 33 caballerías y 82 peonías las repartidas pero poco más62 . Independientemente de ello lo que si pone de manifiesto el ataque de 1507 es la dificultad para una fuerte implantación castellana en la zona. Para intentar remediar esta situación la reina Dª Juana concede a los motrileños en 1510 porque esté mas segura la costa de la mar de los moros de allende…e porque la villa sea mas poblada e nobleçida franqueza de pedidos, moneda forera, alcabala y almojarifazgo, diezmo y medio diezmo de lo morisco. Los impuestos sobre la seda, el jabón y el lino se seguirían pagando como hasta entonces. 63 Además año siguiente la reina le concede merced a la villa de no tener obligación de alojar a la gente de guerra.64 Ni que decir tiene que ninguna de estas franquezas afectaba a la población morisca; sobre ésta pesaban todos los impuestos ordinarios castellanos y toda una serie de nuevos tributos creados ex profeso, y en muchas ocasiones directamente contrarios a las nuevas capitulaciones de la conversión. Esta desigual incidencia de la tributación entre las dos comunidades aumentaría conforme avanzaba el siglo como tendremos ocasión de ver. En cualquier caso, no tenemos datos suficientes para valorar el alcance de estas medidas sobre el incremento de la población cristiano vieja en este primer cuarto del siglo XVI. Si que sabemos que, por la peligrosidad de la zona, la mayoría de los nuevos pobladores eran gente de guerra y que tras el ataque de 1507, según algunos testimonios, sólo quedaron en la villa 70 vecinos moriscos. No obstante, e independientemente del número de cristianos nuevos que quedaron, lo que si está claro es que


siguieron teniendo representantes en el cabildo. En efecto, entre 1517 y 1519 de los seis regidores que asistían al cabildo, dos eran cristianos nuevos: Juan el Gazy y Fernando Alfaquí. Sin embargo, esta situación debió de cambiar después del ataque norteafricano de 1523, ya que, a partir de entonces y pese a incrementarse el numero de regidores a lo largo de la primera mitad del siglo XVI, no vuelven a aparecer regidores moriscos en las sesiones capitulares, coincidiendo con el aumento de la presión social y fiscal sobre una comunidad que llegó a alcanzar los 170 vecinos en 1561, según los encabezamientos de tercias y alcabalas de ese año. Si nos atenemos a estos datos podemos calcular que la proporción con respecto a la de cristianos viejos era de tres a uno. No así en Pataura donde el cien por cien de sus 94 vecinos en ese año era morisco. Aunque existen grandes lagunas documentales para este siglo en el Archivo Municipal, el estudio de otras fuentes nos permite trazar siquiera un bosquejo de cómo fue evolucionando la situación de la población morisca hasta la revuelta de la Navidad de 1568.Ya hemos dicho que un porcentaje muy elevado de los repobladores eran gente de guerra y que el hecho de ser frontera con Berbería complicaba más si cabe, la convivencia entre dos comunidades que nunca se entenderían. De todos es sabido, y el propio Emperador así lo admite en una carta al Papa en 1526, que La conversión que assi se hizo no fue del todo voluntaria en muchos de ellos por lo que el recurso a la taquiyya o simulación religiosa contemplada en el Corán, fue moneda común entre la comunidad morisca.65 Además, sabemos que siguieron manteniendo su lengua (en 1557 en Motril y Pataura, todavía actúa como intérprete o “lengua” Álvaro de

Roa)66 , forma de vestir (la almalafa) y costumbres (sacrificio ritual de los animales destinados al consumo, práctica del baño o las zambras), despertando con todo ello la animadversión y el recelo de la comunidad cristiano vieja. El año 1526 supone un punto de inflexión en la relaciones con esta comunidad en todo el Reino, aunque bien es verdad que la lectura debe hacerse desde una doble perspectiva. Por un lado, se publican las conclusiones de una junta convocada por el rey conocida como Junta de la Santa Congregación de la Capilla Real,67 en las que se determina que los moriscos debían de rechazar la mayor parte de sus hábitos. Para asegurar la eficacia de estas medidas, se instaura, por primera vez, un tribunal de la Inquisición en Granada, con potestad para imponer fuertes sanciones económicas como la farda mayor. Casi al mismo tiempo, Carlos V, que en esas fechas se encontraba en Granada, decide, ante la duda entre la represión a ultranza que parecían marcar las decisiones de la junta o el intento de asimilación a más largo plazo, la segunda opción, sobre todo después de la suculenta oferta de los moriscos del Reino de 90.000 ducados redimibles en ocho años adicionales a cualquier farda y que tenían como fin principal la financiación de las obras de la “Casa Real Nueva”, el espléndido palacio imperial proyectado por Pedro Machuca. Era el precio que habían de pagar los nuevamente convertidos para conservar, aunque sólo fuese temporalmente, sus señas de identidad cultural y religiosa. Este nuevo servicio, a partir de 1533, se convertirá en una contribución regular de 10.000 ducados anuales prorrogables cada seis años.68

60. Vid. A. Malpica Cuello La emigración al Norte de África de los moriscos de la Costa del Corregimiento Granadino y de la Taha de Sahil y Suhayl, después de su conversión, en La Costa de Granada en época medieval. Poblamiento y Territorio .Granada 1994, pp.221-240. 61. A.R.CH.G. Cab.3ª, leg. 1009, pieza 3. 62. T. Aquino y Mercado Historia de las excellencias.... pp. 318-320 63. A.G.S. Exp. de Hª, Leg 131 public. E n Arcas Martín et alii Colección Documental para la Historia de Motril. Motril 1981 64. Public. En Ortiz del Barco, J. Ejecutoria de Motril San Fernando 1915. p. 32 65. Domínguez Ortiz, A.; Vincent, B. Historia de los moriscos. Vida y tragedia de una minoría. Madrid 1997.p.142 66. Cruz Cabrera, J.P. ;Escañuela Cuenca E. El cabildo de Motril en el siglo XVI. Catálogo de Actas Motril 1997. 67. Gallego Morell, A. La corte de Carlos V en la Alambra en 1526 en Miscelánea de estudios dedicados al profesor Marín Ocete ,Granada 1974. pp. 267-294 68. Jiménez Estrella, A. Poder, Ejército y Gobierno en el siglo XVI. La Capitanía General del Reino de Granada y sus agentes. Granada 2004 p. 100.


Además de la farda, destinada a la defensa de la Costa, la Alcabala, hasta la implantación de los Millones, es el soporte básico de la fiscalidad castellana del siglo XVI. Este impuesto, que gravaba el intercambio comercial, teóricamente un 10%, a partir de 1534 se cobró por encabezamiento junto con las Tercias. Los vecinos motrileños cristiano viejos estaban exentos por real privilegio de Dª Juana de 1510 pero no así los moriscos que, según se desprende del encabezamiento de tercias y Alcabalas de 1557-1561,69 pagaban alcabala del producto de la pesca (el doble que los forasteros), labranza y crianza (10% de lo que producen),del viento( gravaba los bienes muebles que se vendían en la villa-mulas, asnillos, ropas, especiería, lienzos y otras mercadurías-) heredades (sobre los bienes raíces), jabón, tiendas, tienda y carnicería de Pataura y de la melcocha. A ello habría que añadir el tigual de las cañas dulces que era una especie de portazgo que gravaba cada carga de cañas que se sacaba de la villa. Por otro lado, las ordenanzas municipales les obligaban, a partir de 1540, al reparo forzoso de caminos y puentes y acequia, junto con el acarreo de agua, piedra y bastimentos a la Iglesia Mayor en tiempo de fustas.70 Pero sin duda, la carga más difícil y vejatoria para la comunidad morisca era casi sin duda la obligación de alojar en sus casas a la gente de guerra. 71 En 1511 y para evitar el despoblamiento de la villa, la reina Dª Juana eximió tanto a los cristianos viejos como a los moriscos de esta carga que durante años se pagó de los propios del concejo. El alojamiento de las guarniciones militares que reforzaban la vigilancia sobre todo en verano, se hacía en el mesón de Beatriz Galindo “La Latina” mientras que los capitanes de las compañías lo hacían en casas de cristianos viejos deshabitadas. Sólo excepcionalmente las tropas eran alojadas en casas de los vecinos como ocurrió en 1517, por falta de Propios. Pero esta situación fue cambiando y a partir de 1530 la obligación solo

era para los cristianos nuevos, hecho que aumentó extraordinariamente la tensión entre ambas comunidades, sobre todo a raíz de la insurrección general de la taha de Órgiva en 1565. Entonces hubo que alojar en Motril a 60 soldados de Alhama y a la compañía del marqués de Cortes además de un repartimiento extraordinario de 120 ducados para el alojamiento de escuderos lo que provocó una huida masiva a la Alpujarra de los moriscos que intentó frenar el Concejo con la redacción de una ordenanza que los castigaba con la pérdida de sus bienes y 10.000 maravedís de multa. Como se puede apreciar la tensión era muy grande y el concejo decidió derogarla semanas más tarde para facilitar su vuelta pues sobre ellos recaía fundamentalmente el peso de las cargas impositivas que mantenían el sistema defensivo y económico. Para paliar de alguna manera esta situación la comunidad morisca ofreció al Marqués de Mondéjar, D. Iñigo López de Mendoza, la construcción a su costa de una Casa de Escuderos72 donde se alojara la tropa. Desgraciadamente, el estallido de la guerra de las Alpujarras hizo inviable el proyecto que se le había encargado a Luis Machuca, ( autor también del baluarte conocido como torre de la Vela en la Iglesia Mayor) y que de haberse llevado a cabo hubiera supuesto una considerable modernización de los conceptos militares al uso en la época, al sustituir por un edificio estable los alojamientos en casas vecinales. Hacia 1565 se produce un giro en la política religiosa de la Monarquía Hispánica contra los moriscos, coincidiendo con la subida al trono de Felipe II .A partir de ese momento, no se toleraría nada que no estuviera dentro de la ortodoxia, al tiempo que se estrechaba el cerco sobre cualquier signo de identidad cultural, social o religiosa con pervivencias del Islam de acuerdo con los criterios confesionalistas adoptados por el Rey tras el Concilio de Trento73 . Se cerraba así el paso a cualquier medida conciliatoria con respecto a los nuevamente convertidos y no es casualidad la intensificación

A. G. S. , Exp. de Hª, Leg. 40 Cruz Cabrera J.P. y Escañuela Cuenca, E. El Cabildo de Motril...pp. López de Coca, J.E. Soldados alguaciles y moriscos en Qalat I, pp. 153-162 Cruz Cabrera, J.P. La casa de Escuderos de Motril. Un proyecto frustrado de Luis Machuca. En Qalat I, pp. 44-53. Benítez Sánchez-Blanco, R. La política de Felipe II ante la minoría morisca en Felipe II y el Mediterráneo T. II, Barcelona 1998 pp. 503-536. 69. 70. 71. 72. 73.


de las persecuciones, el procesamiento y confiscación de bienes llevados a cabo por el Santo Oficio durante la década de los sesenta, ni las disposiciones adoptadas por la célebre Junta de Madrid que hacía suyas las reivindicaciones interpuestas por los prelados granadinos en el Sínodo provincial de 1565 en la que se exige la aculturación y la adopción de apariencia y conciencia cristiana por parte de todos los moriscos del reino. De nada valen las súplicas expuestas por Núñez Muley en su espléndido y bello memorial, ni las que, incluso, interpone D. Iñigo López de Mendoza, capitán general del Reino para que estas exigencias se relajen, y que hay que entender en el marco de enfrentamiento entre este personaje y D. Pedro de Deza, presidente de la Chancillería y defensor a ultranza de las disposiciones adoptadas por la junta de teólogos reunida en Granada.

Coincidiendo con estas medidas se produce un incremento de los ataques costeros por parte de los piratas berberiscos así como un nuevo avance del turco en el Mediterráneo (conquista de Malta en 1564), factores ambos determinantes para la desestabilización del Reino en tanto en cuanto alimentaban las aspiraciones de la población morisca que ansiaban un levantamiento armado. Esto hizo que se realizaran una serie de ajustes en política defensiva y protección de la costa, contenidos en las instrucciones de 8 de Marzo de 1567 y que afectarían directamente al dispositivo defensivo desplegado en Motril, que sería reforzado, pero no ya de forma ocasional sino que las distintas compañías tendrían a la villa como sede permanente. No obstante la idea de la rebelión ya ha calado profundamente entre un sector importante

Real Provisión de 1526. Real Provisión de Carlos V concediendo a Motril la merced de cobrar un real por cada cargo de su pescado que saliera de la villa, para costear la construcción de la cerca para su defensa.


de la población morisca como el único modo de responder a la ya insostenible situación y a la cada vez mayor presión ejercida por la Monarquía en todos los ámbitos. Fortalecer sus lazos de solidaridad y rebelarse “contra un rey que no consideran suyo y contra categorías sociales que sólo parecían vivir para oprimirlos” es la única salida.74 En Abril de 1568 la situación es cada vez más insostenible. Antonio Guerrero, que había estado cautivo en Fez, informa de la llegada inminente de navíos a las costas del Reino así como de que los moriscos se están proveyendo de armas. Cinco días más tarde en la reunión de cabildo del día 7, se da cuenta de una carta del corregidor de Granada en la que expone “lo sobresaltado que está el reino por quererse ir los moriscos a Berbería y por las nuevas de enemigos sobre la villa de Motril” y conscientes del deterioro de la situación, deciden escribir al conde de Tendilla para que envíe más gente de guerra a la villa así como tomar una serie de medidas conducentes a su mejor defensa: subir a los “caballeros” de la iglesia los dos tiros de artillería que había en ese momento; que los moriscos llenen el aljibe de la iglesia, so pena de 1.000 maravedís; que el depositario del Pósito haga moler 20 fanegas de trigo y las ponga en una cámara de la torre de la iglesia y que en otra cámara se guarden “la pólvora, pelotas y otras cosas de resguardo”. Asimismo se acuerda que todos los regidores salgan por turno a hacer rondas con una cuadrilla y que en las rondas nocturnas les acompañe el sargento de la villa Jerónimo Pérez, so pena de 1.000 maravedís a cualquier vecino que faltare a las rondas75 . Como podemos apreciar la alarma había cundido tanto en Granada como en la costa y el Capitán General que durante esos días hacía una visita a Motril hubo de volver precipitadamente a la capital. A ello contribuyó en gran manera la interceptación de una carta por parte del capitán de Adra, en la que Aben

Daud, solicitaba el apoyo de los bereberes y el Turco para iniciar una revuelta a gran escala en el territorio .Se confirmaba lo que durante mucho tiempo había sido una sospecha más que fundada76 . Durante todo el verano y el otoño la situación se pudo contener pero el 23 de Diciembre de 1568 la mayor parte de las tahas alpujarreñas se habían levantado en rebelión y un grupo de insurrectos se dirigía al barrio del Albaicín con el objetivo de conseguir el apoyo de su vecindario morisco.77 Desgraciadamente el mal estado de la documentación hace que las reseñas de los cabildos de esas fechas estén incompletos pero, aún así, sabemos que en el cabildo 26 de Diciembre se da cuenta de las alteraciones, levantamientos y rebatos en las Alpujarras porque habían llegado a la villa numerosos hombres y clérigos heridos. Todo parece indicar que las tropas asentadas en la villa contuvieron la revuelta dentro de la propia villa, pero aún así, se acuerda que las barcas se recojan en el peñón de Salobreña así como la gente no apta para pelear a la vez que se pide al marqués de Mondéjar mande municiones y bastimentos para la defensa de Motril y que otros acopios se compren en la ciudad de Málaga por valor de 100 ducados. Entre el 12 y el 15 de enero, el fuerte contingente militar destinado a la defensa de la costa (en Motril 200 escuderos además de gente de a pie llegados a la villa) impiden que los moriscos motrileños puedan salir y unirse a los más de “4.000 o 5.000 moros” que se ha refugiado en los Guájares y cortan el agua a la villa. Ante el temor de un ataque desde este lugar, se manda pregonar que ningún vecino salga de la villa, so pena de pérdida de la vecindad y de que sus familias sean expulsadas de la fortaleza donde se recogen, así como de 200 azotes y la pérdida de bienes.78 Comenzaba así una guerra que pondría en jaque la capacidad defensiva de la Monarquía en la península y que hasta dos años después, en contra de las previ-

74. CASTELLANO CASTELLANO, J.L. La problemática social granadina y la repoblación en Las Sociedades Ibéricas y el mar a finales del siglo XVI, t.IV, Lisboa 1998, pp. 733-744 75. CRUZ CABRERA, J.P. y ESCAÑUELA CUENCA, E. El Cabildo de Motril... Sesiones de 3 e Abril de 1568 y 7 de Abril de 1568 76. JIMÉNEZ ESTRELLA, A. Poder, Ejercito y Gobierno... p.162. 77. Para la descripción de las campañas militares vid. Las obras de: HURTADO DE MENDOZA, D. Guerra de Granada Madrid 1994; MÁRMOL DE CARVAJAL, L. Historia del rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada, B. A. E., t.XXI, Madrid 1946 y PÉREZ DE HITA, G. Guerra de los moriscos, (segunda parte de las guerras civiles de Granada, (ed. Facsímil con estudio preliminar de Joaquín Gil Sanjuán), Granada 1998. 78. Vid. CRUZ CABRERA y ESCAÑUELA CUENCA, El cabildo de Motril... sesiones de 26 a 31 de Diciembre de 1568.


siones más optimistas, no quedaría finalmente resuelta. El conflicto estuvo repleto de episodios de dureza extrema, marcado por los abusos y las tropelías cometidas en ambos bandos y en el que se radicalizaron hasta límites insospechados los odios acumulados durante decenios. No es lugar este para la descripción de las campañas militares de 1569-71, pues para ello contamos con las narraciones de los cronistas de la rebelión y estudios posteriores que, sin duda, nos permitirán hacernos una idea bastante completa, sobre las causas, la evolución y el desenlace posterior del conflicto y a ellos nos remitimos. Tras la derrota, la expulsión se presenta como la única alternativa política a los seculares problemas de inasimilación morisca y al peligro turco, pero vaciar de población gran parte del Reino tendría graves consecuencias económicas y sería imposible garantizar la defensa de la frontera con el Islam por lo que la repoblación de la tierra con cristianos viejos es la mejor solución. Los repobladores, en su calidad de leales súbditos, proporcionarán , no sólo la fuerza de trabajo necesaria y por ende, rentas a la real hacienda, sino también una fuerza armada permanente. La repoblación de 1570, a diferencia de otras repoblaciones anteriores, fue una empresa dirigida y supervisada enteramente por la Corona,79 quién, además de dictar las normas generales, pondrá los medios necesarios para que el proceso concluya con las máximas garantías y las rentas del reino sufran el menor menoscabo posible. Para ello el primer paso fue la incautación y el apeo de todos los bienes de moriscos sin excepción tal y como se encontraban en el momento de la rebelión y se conmina a todas aquellas personas que por diversas vías –usurpación, ocultamiento, etc.- se habían apropiado de parte de ese patrimonio a que lo devuelvan. No obstante, parece ser que las amenazas de castigo contra estas prácticas fueron poco eficaces y los jueces, por su parte,

incapaces de descubrir los fraudes. Para intentar remediar la situación, el rey, a instancias del Consejo de Población, obtuvo la paulina,80 que según carta al rey de D. Pedro de Deza, Presidente de la Chancillería, provocó un auténtico alud de devoluciones de bienes de moriscos obtenidos, cuando menos, de forma irregular, descollando Motril entre todos los lugares del reino. La incautación del patrimonio morisco es aprovechado por la Corona para revisar el estado de algunas rentas y derechos reales y para reservarse el control por parte del Estado de aquellas tierras o productos que consideraba de mayor importancia estratégica y económica, caso de las tierras de caña y de los ingenios para fabricar azúcar.81 En efecto, ninguno de estos bienes entró en los lotes que se hacen para los nuevos pobladores en las primeras fases de repartimiento, utilizándose la vía de la

La expulsión de los moriscos. Tras sus derrotas en las campaña de 1569-1571, la expulsión se presenta como la única alternativa política a los seculares problemas de inasimilación 79. Birriel Salcedo, M. La tierra de Almuñécar en tiempos de Felipe II: expulsión de moriscos y repoblación. Granada 1989 morisca. La nueva repoblación, 80. Vid. Birriel Salcedo, M. La tierra de Almuñécar...p.54 de cristianos viejos, fue dirigida 81. Birriel Salcedo, M. Azúcar y Estado. El intento del monopolio del azúcar granadino. En La caña de azúcar en el Mediterráneo, y supervisada personalmente por la Actas de II Seminario Internacional de la Caña de Azúcar .Motril 1990.pp. 105-122. Corona.


segunda provisión de gracias que ampliaba los privilegios a los repobladores de Alpujarras, Sierras y Marinas. Pero, en dicho Memorial, se dice de forma explícita: …Y porque se entiende que en las Alpuxarras, Sierras y Marinas ay algunos pedaços de tierras que son tan buenas y tan fértiles que se pueden reservar para su majestad por ser de mucho valor como son los cañaverales y açucar que ay en Motril y Salobreña y otras cosas desta calidad, han de estar advertidos las personas que tratan de la hazienda y los comisarios de la población de questo tal quede reservado y no se dé por la dicha décima parte de frutos sino que se le vea y mire la será bien que se pague por ello o en la forma que se debe dar y disponer que sea mas benefiçio y aprovechamiento de la hazienda de su majestad…82

Actas Capitulares del Concejo de Motril (1 diciembre de 1568). Entre otros acuerdos de esta sesión, el Corregidor de Granada da cuenta de la necesidad de tener un bergantín en la Torre del Varadero para evitar los secuestros y otras acciones que hacen los moriscos desde sus barcas. Se acuerda pedir licencia a S.M. para que se haga el mecionado bergantín y que su atarazana esté juntro a la Torre del Varadero, donde se deberán guardar las jarcias y remos, así como la gente de guerra, las municiones y bombas de fuego.

cesión a corto plazo, generalmente el arrendamiento y disfrute sin cargas por un periodo de cuatro años, tendente sobre todo a evitar su destrucción, en tanto la Corona decide su destino. Al ser estas tierras las de regadío y mejor calidad, su no inclusión en los primeros repartimientos, tuvo graves consecuencias para el éxito de la repoblación de la Costa, que junto con las Alpujarras son objeto de franquezas para favorecer el poblamiento. Sin embargo, todo parece indicar que la respuesta a la convocatoria fue lenta y exigua por la peligrosidad de la zona y las duras condiciones impuestas a unos pobladores que además de tener que reconstruir sus casas deben enfrentarse a un paisaje agrario y a unos usos agrícolas desconocidos para la mayoría de ellos. El poco éxito de esta primera fase de la repoblación puso de manifiesto las dificultades administrativas, de organización y gestión del patrimonio confiscado a los moriscos, por lo que en el Memorial de 27 septiembre de 1571 se arbitran nuevas medidas para fomentar la repoblación, entre ellas, la publicación de la

Detrás de estas afirmaciones se esconde el deseo de la hacienda regia de averiguar si constituyendo un monopolio real sobre estas tierras y su industria, el rey saldría mas favorecido en sus rentas de lo que ya lo estaba. Entre 1573 y 1574 la Corona se plantea seriamente la posibilidad de expropiar tanto las tierras de caña como los ingenios con la intención de constituir “una gruesa hacienda”, cuya gestión se haría de forma parecida a la del estanco de la sal. Mientras tanto se manda que las tierras se arrienden y los ingenios destruidos se aderecen. La respuesta del pueblo castellano a esta convocatoria, aunque más numerosa, no fue masiva, entre otras cosas porque, insistimos, las tierras que se reparten no son las de mejor calidad y porque no debemos olvidar que esta era una zona peligrosa para vivir. Tras la derrota, en 1571 en Motril no quedaban moriscos, salvo algunas excepciones relacionadas con oficios muy específicos como los maestros de azúcar y que parece ser obtuvieron dispensa de la corona para quedarse83 . Según las averiguaciones de Tercias y Alcabalas de 1561, que como ya hemos dicho sólo pagaban los moriscos, la población neoconversa de la villa era de 171 vecinos (unos 684 hab.) y 94 en Pataura (376 hab.). Sus propiedades confiscadas eran apeadas para el posterior reparto entre la población cristiano vieja llegada fundamentalmente de los reinos cercanos, esto es la baja Andalucía y Castilla-la Mancha. El Consejo de Población84 , antes de asignar un número concreto de vecinos a cada lugar, estudiaba


los informes redactados por comisionados enviados previamente a las comarcas, y, en función de la vecindad morisca anterior, el grado de devastación de la localidad y sus potencialidades económicas, establecía la cantidad idónea de familias que debían llegar. Aunque en la convocatoria se hacía hincapié en excluir a los naturales del Reino, se admitieron algunos por su conocimiento de las labores agrícolas, o por haber participado en el conflicto, ya que aportaban experiencia en el ejercicio de las armas al conjunto repoblador, especialmente necesario, al considerar la obligación de los colonos de poseer algún tipo de arma destinada a la defensa del lugar. Una vez llegada al menos la mitad de la población señalada, comenzaba la distribución de las propiedades. El proceso requería la formación de lotes de hacienda, denominados “suertes” que incluían todo tipo de propiedad existente en ese momento. Cada suerte estaría compuesta por una casa, o incluso un solar y tierras de las clases deslindadas –secano, regadío, viñas, secano de sembradura, cría de seda de moral y pies de moral). Cada poblador recibiría el número de suertes proporcionado a su caudal, según el criterio del comisario de población. Aunque el Libro de Repartimiento de Motril85 que se conserva en el Archivo de Chancillería está incompleto, sabemos que en 1572 se asignaron a Motril 60 pobladores a los que se repartieron 90 suertes y 40 a Pataura, es decir un tercio aproximadamente del total de vecinos moriscos residentes en los dos núcleos en el decenio anterior. Los cañaverales e ingenios se arrendaron por tres o seis años hasta el Reglamento de 1577 que en uno de sus puntos dice que las tierras de caña se cedan a censo perpetuo o al quitar procurando que sea con el mayor beneficio para la hacienda. De estas se acordó que las de Pataura se repartirían a los pobladores y las demás se procedería a su venta en pública almoneda, como efectivamente se hizo a partir de 1578. Se cumplen así las recomendaciones del Consejo de Población que reiteradamente había aconsejado al rey el repartimiento de las tierras de caña o bien su ena-

jenación. No sucede, en cambio, lo mismo con los ingenios para los que se dan instrucciones para su aderezo y arrendamiento, lo que indica el cambio de rumbo en la pretensiones reales pero no el abandono de la idea, ya que con estas medidas se pretendía crear un monopolio sobre las instalaciones industriales imprescindibles para la transformación del producto y su introducción en el mercado. Por si queda alguna duda a los compradores de inmuebles en Motril se les prohíbe de forma expresa “labrar ingenios en ellos”. No obstante, la moratoria sobre la venta de ingenios fue breve coincidiendo con las dificultades de la hacienda regia entre 1578 y 1581, años en los que se procede a la liquidación de la práctica totalidad del patrimonio morisco. Llegados a este punto cabe preguntarse por qué el Consejo de Población, que siempre había actuado como paladín de la hacienda regia se opone una y otra vez a esta pretensión. Como bien pone de manifiesto Margarita Birriel,86 detrás de estos informes desfavorables se esconden los intereses azucareros de la propia oligarquía granadina con vínculos genoveses que aprovechando su posición económica y sus relaciones logran hacerse con este floreciente negocio. La ausencia casi total de documentación en el Archivo Municipal, fundamentalmente las Actas Capitulares, entre los años 1568 y 1581, nos impiden hacer un seguimiento de las consecuencias de la expulsión y el posterior repartimiento entre cristianos viejos. En 1577, Felipe II envía al concejo motrileño una Real Provisión para el encabezamiento de las rentas reales de los próximos diez años por un alcance más bajo que en años anteriores y al que los motrileños se resisten aduciendo que los vecinos de la villa están exentos del pago de alcabalalas y otros impuestos por reales privilegios y que en la villa no hay contribuyentes desde la expulsión de los moriscos.87 Aún en 1581 la villa muestra su malestar ante el nombramiento por parte del rey de otro oficio de regidor acrecentado, en la persona de Hernán

Idem. P.108. Vincent, B. Birriel Salcedo, M Las instituciones de la repoblación del Reino de Granada (1570-1592), en Anuario de Historia del Derecho español,1998; pp 172-203 85. A.R.Ch. G. Cab. 5ª, leg. A.3, pieza 117-b 86. Birriel Salcedo, M. Azúcar y Estado... pp. 111. 87. Vid. Cruz Cabrera y Escañuela Cuenca el cabildo de Motril... sesión de 24 de Diciembre de 1577 82. 83. 84.


Pérez de Cáceres, alegando los motrileños que la villa todavía no se había recuperado de la sangría poblacional que supuso la expulsión de los moriscos y que con apenas 350 vecinos, ya costea al teniente de corregidor, un alférez, dos fieles ejecutores, nueve regidores, un jurado y dos escribanos del cabildo.88 No obstante, las condiciones sociales y económicas que la misma despoblación y el posterior proceso de repoblación habían creado, posibilitaron posteriormente el crecimiento económico y demográfico que se produce a partir de 1590. A nivel económico, es patente el interés tanto de las clases dominantes como del Estado de poner en marcha de nuevo los mis-

Descripción de un ingenio. El monocultivo de la caña de azúcar es una plena realidad a finales del siglo XVI, propiciada por el mismo estado, cuya intervencionismo económico es muy evidente entre 1570 y 1600, un periodo en el que se liquida casi completamente el patrimonio morisco.

mos sectores productivos en los que se basaba la rica economía del reino de Granada, como eran la caña de azúcar o la seda en otros sitios. A ello ayudó sobremanera la pervivencia en el territorio de las infraestructuras propias del mundo rural morisco como eran el complejo sistema de regadío y las plantas que los musulmanes habían traído y adaptado muchos siglos atrás. En nuestra ciudad, el policultivo propio de los primeros tiempos de la conquista, deriva hacia un monocultivo de la caña de azúcar en el que genoveses, mercaderes y oligarquía granadina tienen importantes intereses89 . Ya en los últimos años del siglo esta deriva de la agricultura empieza a mostrar las tensiones y las consecuencias que este modelo económico, basa-


do en un producto de clara orientación comercial como era el azúcar tenía. Por la información contenida en varios pleitos que se conservan en el Archivo de Chancillería, sabemos de la oposición de los naturales de la villa a la generalización del cultivo de la caña en toda la vega, sobretodo en la zona de Paterna, que desde los tiempos árabes se había dedicado a las plantaciones de cereales de regadío, básicos para la alimentación de la población que a finales del siglo XVI ve como todos los bastimentos deben venir de fuera, produciéndose en mas de una ocasión crisis de subsistencia de estos productos básicos. Además de los problemas de abastecimiento, los motrileños aducen las

dificultades que para la defensa ofrecía el que los cultivos incluso llegaran a la misma playa . Por último el problema de la deforestación comienza a ser patente de tal forma que incluso se prohíbe el establecimiento de nuevos ingenios por falta de leña.90 Sin embargo todas estas quejas fueron vanas y el monocultivo de la caña de azúcar es una plena realidad a finales de siglo, propiciada por el mismo Estado, cuya intervención en la economía del Reino difícilmente se puede minimizar entre 1570 y 1600, en gran parte por motivos fiscales y por los intereses de los grandes propietarios que veían en el crecimiento de la demanda de azúcar una magnífica oportunidad de negocio.

88. 89. 90.

idem sesión de 14 de Septiembre de 1581 A.R.CH.G. Cab .508, leg.1488, pieza 6. A.R.CH.G., Cab.321, leg.4431, pieza 20.


MOTRIL EN EL SIGLO XVII MANUEL DOMÍNGUEZ GARCÍA


El

siglo XVII es una de las épocas más importantes de la historia motrileña, ya que significó su aparición en la historia de la costa granadina como el más importante núcleo de población, precisamente en un ciclo de decadencia nacional. En este siglo y a través de sus diversos avatares, Motril se fue recuperando del trauma demográfico y económico provocado por la expulsión de los moriscos y al mediar la centuria surge muy pujante superando ampliamente a Almuñécar, ciudad que había ostentado tradicionalmente la capitalidad de este sector costero de Granada. El crecimiento urbano y demográfico fue muy acelerado, como se deja ver claramente en las numerosísimas peticiones de vecindades que aparecen en los libros de actas de cabildos1 . Esto se debió a que las condiciones económicas fueron bastante más favorables, especialmente por el gran aumento del cultivo de la caña de azúcar y el amplio desarrollo de la industria azucarera, para cuyas labores en el campo y en la manufactura del azúcar en los ingenios, se van a necesitar cada vez mas hombres2 . Es un tiempo en el que la villa se convierte en uno de los lugares más prósperos del reino de Granada3 y con una poderosa y enriquecida oligarquía que posee prácticamente el monopolio de la economía cañero-azucarera, muy bien situada directa o indirectamente en los principales cargos del gobierno municipal, con lo cual tienen bajo su control la mayor parte de las decisiones administrativas y de gobierno de Motril4 , muchísimas de las cuales están dirigidas a incidir sobre la estructura de la caña y el azúcar, que les proporcionaban pingües beneficios.


Esta potente e influyente oligarquía, consideró que en este siglo XVII era el momento más adecuado para presentar una definitiva actitud de fortaleza contra Granada y conseguir de una vez por todas, la independencia jurisdiccional definitiva del Concejo motrileño5 . En 1640 consiguen que el rey, “por servicio particular que me hicisteis” , derogase la ejecutoria que tenía Granada para que el corregidor pudiese visitar la villa y su término como tal cargo. Granada puso pleito en el Consejo de Castilla pero lo ganó Motril, quedando reducido el poder del corregidor granadino sobre el Concejo motrileño solamente a poder nombrar alcalde7 . Finalmente en 1657 la autonomía municipal se consolida incuestionablemente al obtener del Felipe IV tres mercedes y privilegios por los que se le otorga a Motril el titulo de ciudad, la facultad para poder usar dosel con las armas reales y creando el corregimiento motrileño, separándolo totalmente de la jurisdicción granadina8 : “Y teniendo consideración de los muchos y señalados servicios que la dicha villa me ha hecho en todas las ocasiones que de mi serviçio se an ofrecido en paz y en guerra, sirviendo en diferentes veces con gente y muchos donativos que ha hecho como es notorio y a la fidelidad con que lo havéis continuado y estáis continuando y

porque por una mi carta y provisión del día de la data desta, he hecho merçed a la dicha villa de darla titulo de çiudad con facultad de poner dosel con mis armas reales y las suyas en su Ayuntamiento. Lo he tenido por bien y por la presente de mi propio motu çierta sçiençia y poderío real absoluto de que en esta parte quiero usar y uso como rey y señor natural no reconoçiente superior en lo temporal, segrego, aparto y divido del dicho corregimiento de la dicha villa de Motril del de la dicha çiudad de Granada para que ahora y de aquí en adelante perpetuamente para siempre xamás anden apartados, divididos y separados el uno del otro, cada uno de por si en personas distintas de forma que por ningún titulo, causa ni raçón que aya o pueda haver se pueda volber a juntar el corregimiento de la dicha çiudad de Motril con el de Granada ni con otro alguno, sino que la de Motril tenga su corregidor aparte, sin que el que lo fuere della que a de ser letrado para que no neçesite del alcalde mayor, tenga dependencia en cosa alguna del corregidor que fuere de la de Granada ni la una çiudad de la otra”9 . Estas tres reales cédulas llevan la fecha de de 3 de junio de 165710 y por la primera, como citábamos, se concedía la categoría de corregimiento y la independencia de Granada. Después de la larga intitulación, el monarca hace referencia a los buenos servicios prestados por la villa que, según se recoge la misma carta, tenia ya más de 1.200 vecinos. Se dice también que Motril es frontera de África y no tenia mas torre ni muralla, ni otra defensa que

Sobre el desarrollo urbano de Motril, vid. Domínguez García, M. Urbanismo e Historia. Motril entre los siglos XVI y XIX. En: Anuario de Estudios Motrileños, 1.1986, pp. 161-187. 2 Vid. Domínguez García, M. Ingenios y trapiches azucareros en Motril. Aproximación al estudio de la industria azucarera en la costa granadina en la Edad Moderna. 1991 y para la evolución de la población, vid. López Fernández, D. A. Aspectos geográficos de Motril y su entorno1987, pp. 69 y ss. 3 En 1648 la Real Hacienda recaudó por todos los impuestos en Motril, la nada despreciable cantidad de 170.000 ducados. Vid. Niño de la Puente y Guevara, G. Recuerdos para el escarmiento de las divinas iras y efectos de la soberanas misericordias experimentados en la epidemia contagiosa padecida y perfecta sanidad lograda en la Muy Noble y Leal ciudad de Motril este año de 1679. 1680, p. 46. 4 Una familia de importantes propietarios cañeros y de ingenios azucareros en el siglo XVII fueron los Ruiz de Castro, varios de cuyos integrantes nos encontramos como regidores en el Concejo. Igual ocurre con las familias Iluminati, Belluga y Victoria, entre otras. La participación de sus miembros en multitud de acuerdos de cabildo sobre temas relacionados con las cañas o el azúcar se pueden ver claramente en los libros de actas del Concejo. 5 Vid. Castellano Catellano, J. L. La independencia jurisdiccional del Concejo motrileño. En: Qalat, nº 1. 2001, pp. 25-35. 6 Seguramente este servicio consistió en que Motril formó y costeó dos compañías de a pie y a caballo con destino a sofocar la sublevación de Cataluña. Vid. Sobrón Elguea, M. del C. Motril y su vega en el Antiguo Régimen.2001, p. 35. 7 Merced de Felipe IV separando el concejo de Motril del corregimiento de Granada. Madrid, 3 de Junio de 1657, fol. 1 r. Archivo Municipal de Motril (AMM). Leg. 15, nº 18. 8 Ibidem. Vid. Domínguez García, M. et alii. Felipe IV concede el titulo de ciudad a Motril. 1981. 9 Ibidem, fols. 2r-3. 10 Las tres cartas originales se encuentran en el AMM. Leg. 15, nº 18. 1


el arrojo de sus habitantes y reconoce que había sido muy importante la contribución de hombres para los Reales Ejércitos y que pese haber sacado dos compañías de soldados, la villa permanecía fiel y pagaba puntualmente sus valiosas contribuciones sobre sus frutos y azúcares. También reconocía que era un puerto de importancia, llave y defensa del reino de Granada. A sus labores cañeras y azucareras acudían más de 6.000 hombres de la agente más inquieta de toda Andalucía, que salían de sus lugares por delitos y que se recogían en la villa motrileña como si fuese otro reino. Por último ordenaba, quizá para la Corona lo más importante, que Motril debía servir al rey, como pago de la merced, con la cantidad de 20.000 ducados pagaderos en seis años. Concluye la cédula afirmando que se estaba al corriente del impuesto de la media annata que había ascendido a 187.500 maravedíes y que dicha misma cantidad se seguiría pagando de quince en quince años con certificación de la Contaduría Real y que “cumplidos los dichos quinçe años y no la pagando no habéis de poder usar desta merçed sin que primero conste haberla satisfecho”. En la segunda carta se vuelve a reiterar “los buenos y señalados servicios” que la villa había he-

cho a la Corona y que por lo cual el rey tenia “por bien de haçer e yntitular como por la presente hago e intitulo çiudad a la dicha villa de Motril para que de aquí adelante lo sea y se llame e yntitule asi”. Terminaba la cédula también con la consideración que por esta “gracia” se había pagado el derecho de la media annata que importaba la expresa cantidad y que se seguiría pagando cada quince años o no se podría utilizar el privilegio. La tercera, finalmente, concede la merced “para que desde el día de la data de esta mi carta en adelante así en vuestro Ayuntamiento como en las partes donde concurrieredes en forma de Çiudad podáis poner y tener dosel con mis armas reales y las de la dicha çiudad perpetuamente para siempre xamás”, a la manera que lo usaban en Lorca, Huete y otras ciudades. Terminaba reiterando la consabida prohibición de usar el privilegio si no se pagada el importe citado correspondiente a la media annata. Al fin y al cabo, con estos privilegios remuneratorios, el Concejo motrileño compraba al rey su soberanía jurisdiccional con respeto a Granada, atrás quedaban casi 150 años de controversias y litigios por recuperar lo que los Reyes Católicos habían asentado en la capitulación de 1500 con los mudéjares.

Acequia principal de Motril. En esta foto, de mediados del siglo XX, aún se puede observar el portillo por el que los motrileños tomaban agua en caso de asedio.


En la misma fecha que las anteriores cédulas, el soberano nombraba a Francisco Ramírez de Vargas, abogado de la Audiencia y Chancillería, para que “veáis las dichas provisiones y las guardéis y cumpláis y executéis y en su execución y cumplimiento déis al conçejo, justiçia y regimiento de la dicha çiudad la posesión enteramente de todo lo contenido en las dichas provisiones sin reservación ni limitación alguna y dada usareis y exerçeréis el dicho oficio de corregidor de dicha çiudad en el entretanto que yo probeo persona que le sirba en propiedad”11 . Después de estas mercedes, la primera vez que en las actas capitulares se encabeza con la formula “En la Ciudad de Motril”, es en el cabildo de 16 de junio de 1657, donde Ramírez de Vargas da cuenta a los regidores de las prerrogativas otorgadas. El Ayuntamiento acordó realizar en acción de gracias una fiesta solemne a la Virgen de la Cabeza, patrona de la ciudad, y comunicar las buenas noticias a las villas y ciudades vecinas12 . El último peldaño en esta escalada del poder municipal de Motril seria el de pretender voto en las Cortes de Castilla, ofreciendo la importante cantidad de 60.000 ducados si el rey le concedía la señalada y significativa merced. La oferta no fue aceptada al parecer por la oposición de Granada13 . A este primer corregimiento letrado, se le añadiría en 1689 el corregimiento militar o de capa y espada, posiblemente debido a los abusos, tropelías y resistencias a la justicia ordina-

El auge económico motrileño en esta centuria va a tener como primera consecuencia que la ciudad se convierta en un lugar de inmigración de gentes procedentes de otros lugares de la costa granadina, malagueña y almeriense, de la Alpujarra, de la vega de Granada y de los reinos de Jaén y Córdoba. Motril va a doblar su población en apenas 50 años, pasándose de los aproximadamente 3.200 habitantes en 160515 a casi los 6.000 de 165716 . Cifras que se mantiene hasta finales de la década de los años 60 en la que una serie de malas cosechas cañeras producidas por sucesivas heladas17 , debieron reducir o estancar ciertamente la población, pues el Concejo estimaba que en 1678 la ciudad debía tener aproximadamente unos 6.600 habitantes18 , cifra que se mantiene mas o menos parecida hasta finales del siglo, salvando

AMM. Leg 15, nº 18. AMM. Libro de Actas Capitulares (LAC) 35, cabildo (cab.) 16/6/1657. 13 Actas de las Cortes de Castilla, tomo IX, vol. 3, p. 825. Cit. Domínguez Ortiz, A. Miscelánea Motrileña. En: Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 3. 1989, p. 239. 14 Archivo Histórico Nacional. Consejos. Leg. 5.981, nº 16. Domínguez Ortiz, op.cit., pp. 245-246. Ya el Concejo motrileño había solicitado a la Corona la unificación de las dos jurisdicciones por acuerdo de cabildo de 30 de mayo de 1683. AMM. LAC 46, cab. 30/5/1683. 15 Madoz, P. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. 1845-1850, s.v. Motril. Usamos el índice multiplicador 4´5 para la conversión de vecinos en habitantes. 16 Reales Cedulas otorgando a Motril en 1657 el titulo de ciudad. AMM. Leg.15, nº 18. 17 Niño de la Fuente y Guevara, op. cit., pp. 3 y vta: “Mas siendo la mayor felizidad oposición a la misma felizidad, de su mismo luzir nació la obscuridad de estas glorias en los repetidos yelos que por justo castigo de nuestras impenitentes culpas sobrevinieron al dulce fruto de cañas el año de 668, que fueron tan grandes, que hasta las çocas (así llaman las raízes y principio de estas plantas) se elaron con perdida grande de quantos ricos y pobres avian cultivado los campos y aunque fue muy lamentable el daño, se ingeniaron con nuevo empeño los labradores a el excesivo gasto con que este fruto se recoge con la futura esperanza de reintegrar su hazienda, mas aviendo pronunciado el decreto, no quiso la Divina Majestad que el castigo cesase sin que aprovechasen los ruegos y promesas que a su propiciación se consagravan; experimentose esta verdad, pues el invierno de 69 se continuó el açote, siendo de los mas rigorosos que en la templanza de este orizonte se han reconocido. Elose por segunda vez todo el campo, quedando estos míseros habitadores tan sumamente aniquilados y afligidos que muchos que poco antes de ricos se desvanecían, ya se desvanecían de hambrientos, desde entonces no ha producido el campo con la fertilidad antigua” 18 AMM. LAC 46, cab. 31/12/1680. 11

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Antigua zona amurallada del testero oeste de la Iglesia Mayor de Motril.

ria de que se hizo culpable al comandante militar de la plaza Miguel Ramón del Campo, lo que motivaron las protestas del Ayuntamiento y la real cédula de 11 de abril de 1683 por la que se suspendía el fuero militar en cuanto a la percepción de rentas reales. No se conseguiría con esto la tranquilidad de la ciudad, por lo que en la fecha arriba mencionada de 1689, se unieron ambas jurisdicciones en la persona del maestre de campo Luís Ramón de Moncada14 . De esta forma se evitaron los conflictos jurisdiccionales pero el poder municipal se concentró de nuevo en las manos en una sola persona, quedando los regidores en un segundo plano político, casi como auxiliares o subordinados del omnipotente nuevo corregidor.


lógicamente el bache demográfico de la epidemia de peste de 1679. El elevado incremento poblacional del la primera mitad del siglo también va a suponer un rápido proceso urbanizador que cambió indudablemente la imagen urbana del Motril del siglo anterior. En el núcleo central amurallado se van a ocupar todos los solares y huertas situadas intramuros y pronto no va a quedar un solo espacio vacío, viéndose el Concejo en la necesidad de denegar solicitudes de construcción de edificios porque los peticionarios pretendían, incluso, construir viviendas cerrando algunas calles principales. Para 1611 ya encontramos los barrios perfectamente delimitados19 : - Barrio de la Plaza Mayor - Barrio de la Puerta de Castil de Ferro o de la Carrera - Barrio del Postigo de Beas - Barrio del Monasterio de la Victoria - Barrio de la Puerta de Granada y Rambla del Manjón - Barrio de San Roque - Barrio de San Antón (actual Capuchinos) Un documento de 1621 describe como era el barrio de la Puerta de Castil de Ferro20 : “(…) a la parte de afuera del dicho pedazo de muralla donde esta la dicha puerta de Castil de Ferro caminando hacia la parte de levante ay una plaza cuadrada de moderado tamaño en la qual es el principal trato y comercio asin de la gente de la tierra como la de la mar y en ella hay tiendas de tratantes y de varberos, roperos, jubeteros y cordoneros y otros oficios útiles y menesterosos en la republica y algunas casas principales de bibiendas de jente particular y onrrada de esta villa. Y desde la dicha puerta de Castil de Ferro, lingnia recta hacia la parte de levante sale una calle muy seguida y muy poblada que llaman de la Carrera y en la dicha calle ay sastres, merceros, mesoneros, cordoneros, herreros y

otros tratantes que en materia de ello certifico es la calle principal que hay en esta villa y en ella hay algunas casa principales modernas y de muy costosos y lustros edificios y el final de esta calle se remata en el ingenio que llaman de Hurtado, siendo como la dicha calle es muy poblada por una parte y por otra y de ella salen otras calles que tienen mucha población que las avitan moradores y las unas casas con otras van asidas haciendo facción de vecindad y en lo mas poblado de la calle de la Carrera están los ingenios de Jerónimo Hurtado y el ingenio Viejo con su gran plaza de cañas que se reparten ambos” Conocemos en 1614 como se había extendido la villa21 , lo que nos puede dar una visión muy aproximada del área urbanizada de Motril en las primeras décadas del siglo. Las zonas ocupadas por las edificaciones eran las siguientes:

AMM. LAC 7, cab. 12/8/1611. Informe del alcalde mayor de Motril sobre la situación de los ingenios de azúcar. Motril, 17/11/1621. Public. Rodríguez Martín, M. Un pleito de alcabalas. En: Rev. Alhambra, nº 266-271. 1909. 21 AMM. LAC 8, cab. 31/1/1614. 19

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Capilla mayor de la iglesia del convento de la Victoria construida en los primeros años del siglo XVII por la familia Contreras para su entierro


• El cercado de la villa, es decir la zona urbana incluida dentro del perímetro de la muralla. Tenía 1.279 pasos y dentro estaban la Iglesia Mayor, el Ayuntamiento, la Plaza Mayor, cárcel, alhóndiga, posito, carnicerías, mesones, hospital de Santa Ana, plaza de armas, convento e iglesia de la Victoria y 200 casas particulares. • Desde la puerta de Castil de Ferro, muralla abajo, ingenios y toda la calle de la Carrera hasta la ermita de San Antón y por la rambla y acequia hasta la citada puerta. • Desde el postigo de Toro situado al final de la rambla de Manjón, recorriendo por el ingenio de la Palma y barrio de San Roque, rambla del Manjón abajo hasta salir de nuevo al postigo del Toro. • Desde el Postigo de Beas, rambla arriba hasta salir a la Calle Nueva y por la rambla de San Antón al ingenio del Rey y de ahí a la calle del Matadero, subiendo de nuevo al Postigo de Beas. Ya existe en esta época el barrio de Capuchinos, llamado en esto años de San Antón tomando el nombre de una ermita dedicada a la advocación de este santo construida en el siglo XVI, posteriormente al construirse el convento de Capuchinos cambiaría su denominación. Precisamente muy cerca de este convento se habían construidos dos ingenios conocidos con los nombres de Franquis o del Toledano y el ingenio de los Zubreas. En zona oeste de la villa la existencia del ingenio de la Palma, posibilitó el crecimiento del barrio del Cenicero y de la Esparraguera, además del nacimiento de la calle de la Cañas que se convierte en esta centuria como una vía importantísima para el traslado de las cañas del campo a los ingenios y como el único acceso a Motril desde el camino de Salobreña. Esto determina que toda la zona comprendida entre la Rambla del Majón y el ingenio de la Palma se pueble y urbanice muy rápidamente tanto hacia la acequia como hacia la parte alta de la Esparraguera.

También parece claro que el crecimiento urbano viene determinado por la inseguridad de vivir fuera del núcleo amurallado y por la implícita prohibición de que se construyese hacia el sur sobrepasando el límite fijado por la acequia, lo que responde a la conciencia de que cañaverales y huertas eran la fuente de riqueza básica para mantener a una población en crecimiento constante en la primera mitad del siglo. En suma, durante el siglo XVII el crecimiento demográfico y urbanístico de Motril fue muy importante. Se va perdiendo el miedo a vivir fuera de lo cercado, lo que amplía las perspectivas de crecimiento urbanístico, apareciendo además una interrelación entre el crecimiento urbano y la construcción de los ingenios azucareros, configurándose a lo largo de la centuria el aspecto básico urbano de Motril, siendo la época de la creación de la vías urbanas principales que pondrán en contacto las diversos elementos urbanos. Así la calle de la Carrera pone en comunicación el núcleo central por el sur con el barrio de San Antón o Capuchinos. La calle de las Cañas une el este con el oeste; la calle Catalanes y de la Muralla unen el norte con el sur a extramuros y la calle Nueva el norte con el sureste. Por otro lado, esta centuria es la época del máximo esplendor de la caña de de la producción azucarera en la Edad Moderna, dándose en estos años un crecimiento de los plantíos cañeros y de los ingenios azucareros. Efectivamente parece que desde los primeros años del siglo XVII la caña y el azúcar motrileño estaban en pleno auge. Se habían superado las trabas impuestas por el policultivo típico del modelo agrario musulmán y estaban apareciendo un cultivo y producción manufacturera de corte capitalista orientada claramente al mercado, mientras que los tradicionales cultivos como los morales, morenas, cereales, viñas, etc., estaban cediendo su lugar en las tierras de la vega a la pujante caña de azúcar. La vega cañera se amplió considerablemente pasándose de los 15.000 marjales estimados para mediados del siglo XVI22 a los 22.886 marjales de 163023 , con lo que se ve claramen-

Rojas Clemente y Rubio, S. Memoria sobre el cultivo y cosecha del algodón en general y con aplicación a España, particularmente a Motril. 1818, p.23. 23 Domínguez García, M. La Corona contra los terratenientes motrileños en 1630. En: El Faro, nº 2.093. 1982. 22


De arriba a abajo: Convento de Capuchinos, edificado a mediados del siglo XVII. Casa solariega de los marqueses de Valera en el Camino de las Ca単as. Construida seguramente en la segunda mitad del siglo XVII, hoy desparecida.


Acta de la declaración por el Concejo de Motril de la epidemia de peste de 1679.

te que en algo mas de 100 años la superficie cultivada en el regadío aumentó unos 8.000 marjales, ampliación que se debió conseguir colmatando tierras inundadas en el interior de la vega y poniendo en cultivo tierras incultas, especialmente en aquellas zonas consideradas como las más optimas para el cultivo cañero; proceso que se inició nítidamente a partir de los últimos años del siglo XVI y en gran parte realizado por los compradores de tierras de los moriscos expulsados, muchos de ellos comerciantes granadinos y genoveses24 . Respecto a los regadíos, la Acequia Principal seguía siendo la suministradora de agua a toda la vega25 y cuyo trazado se hubo de modificar en 1686 por haberse variado el cauce del río26 . Las otras dos acequias, derivaciones de la anterior, eran las denominadas Acequia Chica y la Acequia Vieja o del Deire. El agua de la primera se tomaba de la Principal en las cercanías de Pataura y recorría el pago de Minasierra hasta las inmediaciones de la Huerta de San Francisco donde volvía unirse con la Principal. Posiblemente un ramal de esta acequia llegaba hasta las inmediaciones del convento de las Nazarenas o ermita del Carmen, a partir de donde iniciaba un recorrido embovedado a través del núcleo urbano, desembocando otra vez en la acequia Principal en las proximidades del puente de la Virgen de la Cabeza27 . En cuanto a la Acequia Vieja tomaba sus aguas de la Principal en el pago de Monfoto y regaba los pagos de levante, del sureste y parte de la vega de Paterna que quedaba fuera de la zona de vega regable por la acequia Principal. En este tema de los regadíos, conviene hacer mención al proyecto presentado en 1647 al Consejo de Hacienda por Pedro Jurado, vecino de Córdoba, y otros señores que formaban compañía; según el cual pretendían poner en regadío los secanos de la zona norte y este de

Motril construyendo dos nuevas acequias en cotas más elevadas que la Principal y que tomando el agua del azud del río llevarla a los secanos, poniendo en regadío nuevas tierras para dedicarlas al cultivo cañero. También tenían intención de llevar el agua a los estériles llanos de Carchuna mediante la prolongación de la acequia principal hasta Torrenueva y atravesar los montes mediante una mina de más de 1.000 varas de longitud. Pedían a cambio la propiedad del aprovechamiento de las aguas que se sacasen del río por las nuevas acequias, imposición de censos perpetuos a los labradores propietarios de las tierras que se pusiesen en regadío, concesión de las tierras baldías realengas que pudiesen ser regadas y libertad de impuestos por 30 años. Este importante proyecto al final no se llevaría cabo debido a los elevadísimos costos, a la oposición del Consejo de Hacienda que no vió la rentabilidad de los impuestos que recibiría la Corona y la rotunda negativa de la Diputación de Aguas de Motril que creía que todo lo referente a los riegos tenía que contar con su aprobación y beneficio28 . Paralelamente al crecimiento del cultivo cañero y a las abundantísimas cosechas se produce la transformación de las antiguas aduanas e ingenios moriscos y la construcción de algunas manufacturas nuevas. En los primeros años de la centuria tenemos datos de que estaban efectuado molienda de cañas y producción de azúcar seis fábricas: el ingenio de Hernado Hurtado, el de Adriano Lergo, el de Vicencio Gruço, el ingenio del Toledano de Pablo de Franquis, el ingenio Viejo de Alonso de Contreras y ingenio de la Palma de Alejando Chavarino y seguramente también el ingenio de Pataura29 . Unos años después, en la temporada cañera de 1613-1614, de nuevo 6 ingenios molerían la nada despreciable cosecha de 900.000 arrobas de cañas30 .

Pleito de Rodrigo de Vargas contra el concejo de Motril por que este había permitido la plantación de cañas en tierras del pago de Paterna tradicionalmente dedicadas a pastos. Granada 1591. Archivo de la Real Chancillería de Granada. Cabina. 508, leg. 1.488, nº 6. 25 Sobre la acequia de Motril vid. Domínguez García. M. La acequia de riegos de Motril y las ordenanzas de 1561. En: El agua en zonas áridas. Arqueología e historia. 1991, t. II, pp. 951-968. 26 AMM. LAC 47, cab. 20/1/1686. 27 AMM. LAC 7, cab. 2/8/1611. 28 Domínguez García, M. Un proyecto de nuevos regadíos para Motril a mediados del siglo XVII. En: El Faro, nº 2062. 1982. 29 AMM. LAC 6, cab, 22/12/1606. 30 Tros de Ilarduya. P. Datos para la historia de Motril. En: El Motrileño. 1911 24


Iglesia de Nuestra Se単ora del Carmen, antigua ermita de San Roque, construida a partir de de 1615. Calle del Camino de las Ca単as en los primeros a単os 60 del siglo XX. Esta calle era el paso obligado en el siglo XVII de los acarretos de ca単as desde la vega hasta los ingenios situados en la zona de la Rambla de Capuchinos y Calle Nueva.


Para 1621 debido al pleito sostenido por el concejo de Motril con el administrador del impuesto de alcabalas podemos conocer la situación de los ingenios motrileños31 . Las antiguas fábricas-aduanas de Juana del Castillo y de Diego Ramírez de Haro estaban desarmadas y en ruinas, haciendo muchos años que no producían azúcar y sí que lo hacían siete ingenios, gran parte de los cuales estaban situados al sur de la población y lindantes con la acequia principal. En la calle de la Carrera a partir de la plaza de Castil de Ferro, actual Jardinillos, estaba el ingenio Viejo de Alonso de Contreras que compartía plaza de cañas con el de Jerónimo de Hurtado. Siguiendo la calle hacia el este se situaban el ingenio Nuevo de Alonso de Contreras y el llamado de los Hurtados. Más adelante estarían el ingenio de Vicencio que pertenecía a la familia genovesa Ymbrea y el ingenio del Toledano de la familia Franquis Lasso de la Vega. A poniente de la villa, junto al camino de Salobreña estaba el ingenio del genovés Alejandro Chavarino que llamaban de Lucas Palma. Fuera de Motril, en la alquería de Pataura, había otro ingenio perteneciente al vínculo de la familia Hurtado. En 1636 una nueva fábrica viene a establecerse en Motril y por primera vez en España, tratándose ahora de un ingenio trapiche, cuyo nuevo modelo de molino de tres rodillos verticales sustituía a los dos horizontales de los ingenios tradicionales; había sido descubierto en América y traído a España por Francisco Pérez de Olivera y Luís Chirino de Salazar que, con licencia real, construyen un ingenio de este tipo en esta ciudad; ocasionado al principio un duro enfrentamiento con los dueños de los ingenios reales32 que se quejaban ante la Corona que lo que se pretendía era desacreditar a los ingenios reales y obligar a sus dueños a construir trapiches, teóricamente más productivos33 .

Posteriormente el estado de la economía cañero-azucarera motrileña se recuperó algo y para 1687 la producción cañera era bastante aceptable, pretendiéndose incluso plantar de nuevo mas de 3.000 marjales y efectuando la molienda y manufactura del azúcar cinco ingenios: el ingenio Viejo del mayorazgo de la familia Contreras, el de Pataura propiedad de Tomás de Toledo Tavira y Miota, el Trapiche de los herederos de Nicolás Ruiz de Castro, el ingenio de la Palma de la familia Victoria y el ingenio del Toledano36 .

Rodríguez Martín, M. Un pleito de alcabalas. En: Rev. Alhambra, nº 266-271. 1909. Domínguez García, M. El ingenio de Trapiche. Una fábrica azucarera motrileña de los siglos XVII y XVIII. En: Anuario de Estudios de la Costa Granadina, 1. 1989, pp.57-82. 33 AMM. LAC 10, fols. 38-39. 34 Memorial de Granada a la Corona sobre la ruina azucarera de la costa. Granada, 1682. Archivo General de Simancas. Consejos y Juntas de Hacienda. Leg. 1.435. 35 Domínguez García, M. La caña de azúcar y la industria azucarera en Motril en la Edad Moderna. 1995, pp.59-65. 36 AMM LAC 47, cab, 31/10/1687 y leg. 4, nº 20. 31 32

Libro de cuentas del ingenio del Trapiche para la temporada cañero-azucarera de 1639.

Prácticamente con estos ingenios y producciones abundantes se mantuvo en desarrollo la economía motrileña hasta el último tercio del siglo en que empezó a entrar en un ciclo de crisis seguramente afectada por diversos factores que permanecían latentes bajo la aparentemente tranquila superficie. Las cañas se helaron en 1668 y 1669 siendo muy cortas las cosechas, especialmente en el invierno de ese último año que fue el más riguroso que recordaban los contemporáneos. A este problema se le añadió las intransigentes exigencias de los arrendadores de la Renta del Azúcar que se hicieron insoportables para cañeros, aviadores de ingenios y comerciantes34 , lo que se vino a complicar en 1679 con una importantísima epidemia de peste que devastó Motril de marzo a agosto. La virulencia del contagio interrumpió bruscamente las tareas agrarias por la extensión de la morbilidad y mortalidad epidémica entres los miles de trabajadores forasteros que venían a la zafra, escasamente alimentados y viviendo en ínfimas condiciones sanitaria e higiénicas. Se detuvieron también la producción azucarera y el comercio al quedar aislada la ciudad, entrando todo el sistema en una aguda crisis de la que se tardó algo más de 5 años en recuperar los niveles productivos anteriores a la epidemia35 .


Finalizando la centuria, se dio, en términos generales un crecimiento de los plantíos cañeros y aumento de la producción azucarera, debido a los óptimos precios alcanzados por el azúcar en el mercado y la reducción de los tipos impositivos que gravaban la producción azucarera. Todo hacia pensar a los contemporáneos que se estaba dando una fase de coyuntura expansiva que auguraba para el próximo siglo una buena época para la caña y el azúcar costeros. Por desgracia se equivocaban. También en la historia de Motril del siglo XVII va ha incidir de manera substancial el problema de la inseguridad defensiva de la costa granadina. Este territorio por su situación de frontera con un África hostil va a sufrir innumerables ataques de piratas y corsarios desde el siglo XVI hasta las postreras décadas del XVIII37 . Este vivir en precario va a condicionar toda la actividad humana de la zona, poniendo importantes trabas al desarrollo de su poblamiento y de sus potencialidades económicas. En este contexto la historia de Motril e el siglo XVII va a decidirse en gran parte por esta debilidad defensiva a la que tantas veces aluden los documentos de la época y va a ser afectada negativamente por al menos en tres niveles fundamentales. En primer lugar la inseguridad de la costa va a provocar que su poblamiento sea especialmente dificultoso. Indudablemente, una zona casi en guerra permanente no debió de ser un polo de atracción de población exterior e incluso pudo actual como repelente de la propia población autóctona, lo cual fue muy negativo para una economía que como la azucarera motrileña necesitaba siempre de una abundante mano de obra. Al comienzo del siglo XVII la torre de Varadero, la muralla que seguía parcialmente inconclusa, la Iglesia Mayor y unas pocas torres y estancias costeras, eran las únicas defensas motrileñas.

Vid. Domínguez García, M. Piratería y fortificaciones en la historia de Motril. En: Anuario Motril-1984. 1984 y Domínguez García, M. et alii: Historia de la defensa de Motril. Siglos XVI-XVIII. 1984. 38 Mercado, T. de A. Historia de las excellencias y antigüedades de la villa de Motril, antigua Sexi. 1650, fol. 237. 37

Turcos y berberiscos van a seguir atacando casi todos los veranos las playas y la situación se agrava aun más desde la segunda mitad del siglo con la presencia de navíos corsarios franceses, holandeses e ingleses con motivo de la Guerra de los Treinta Años. La primera noticia, entre muchas, en este siglo que recogen los libros de actas del cabildo referente a rebatos va a ser en 1604 al producirse un asalto del corsario Solimán Anam, teniéndose que bajar urgentemente a la torre de la Mar dos cañones que había en la Iglesia Mayor38 . En octubre de 1620 la actividad turca había aumentado considerablemente y en Motril cunde una gran alarma al saberse que los turcos habían desembarcado y saqueado Adra y

Plano para la construcción de la Casa del Cabildo, seguramente traza del maestro motrileño Isidro Lachica (1631). Nave de la pequeña iglesia del antiguo hospital de Santa Ana, construida en la segunda mitad del siglo XVII. Hoy desaparecida.


que se dirigirían a Motril. No llegaron a atacar, pero si que se produjo una gran explosión e incendio en el Ayuntamiento al intentar abrir un regidor un barril de pólvora con una daga, ocasionado una treintena de victimas39 . La situación de estos años es insostenible, los avisos de ataques y rebatos hacían estar a los motrileños en casi continuo estado de alerta, necesitándose para formar las compañías de vecinos todos los hombres disponibles. En estos años el caballo de batalla del Concejo fue la construcción de una torre en el Varadero ya que la antigua estaba arruinada, no dejando de insistir antes la Corona y el Consejo de Guerra de que la torre era absolutamente

Plano trazado por el arquitecto granadino Ambrosio de Vico para la construcción de una nave de crucero en la Iglesia Mayor de Motril (1622).

El constante aumento de la población a lo largo del siglo hizo que el Concejo sintiese la necesidad de preocuparse por la urbanización, el ornato y el mejoramiento de los edificios pú-

Anónimo. Relación lastimosa del asalto que dieron los moros y turcos a la villa de Adra, reino de Granada; las muertes que hubo de una parte y de otra; la diligencia que la ciudad de Granada con la de Luís de Guzmán y Vázquez, corregidor y su teniente el doctor Gutiérrez, marqués de Careaga, han hecho en la defensa de aquellos puertos. Las desgraciadas muertes y estragos que hizo la pólvora en la villa de Motril. Sucedido en 14, 15 y 16 de octubre de 1620. Valencia, 1620. 40 AMM. LAC 23, cab. 23/5/1654 41 Las referencias documentales de ataques piratas a naves que cargaban azúcar en la rada del Varadero son numerosas en los LAC, bástenos citar como ejemplo que en 1611 es apresada una saetía cargada de azúcar: “(…) y lo principal es los inxenios de açúcar y trato y contrato que ay por la mar y esto a çesado de algunos días a esta parte por la flaqueças que ay en la playa porque se ha visto que galeones de enemigos turcos an llegado a quererse llevar los navíos que están surtos en ella y an saqueado a algunos y ahora de próximo un navío saetía francesa llena de turcos llegó a la dicha playa y se llebó una saetía que estaba surta en ella varada de açúcar y se llebó sin poderlo remediar y desde entonces no acuden nabíos ni saetías y el trato y comercio çesa y de todo punto çesará si no se remedia”. AMM LAC 7, fols. 37 vto-38 vto. 39

De izquierda a derecha: Plano del siglo XIX de la casa e ingenio de la Palma, una de las principales fábricas de azúcar motrileñas del siglo XVII.

necesaria para asegurar el comercio marítimo del azúcar. Los barcos apenas si venían a un lugar tan desguarnecido desviándose todo el tráfico al puerto de Málaga y como último recurso se acordó por el Concejo fortificar unos almacenes que había en la playa colocando en ellos alguna artillería40 . Al final la torre siguió estando en ruinas hasta que ya a mediados del siglo XVIII se construyó un castillo en el sitio que esta ocupaba, cuando ya hacia mucho que el comercio por mar de la costa motrileña había cesado casi por completo41 .


En 1613 los Franciscanos Descalzos Recoletos fundan su convento en esta ciudad, haciéndolo en principio en la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza con el titulo de convento de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción46 y en donde permanecerían hasta 1630, año en la que ocuparon un nuevo edificio conventual situado en la actual Huerta de San Francisco, cuyas obras se habían iniciado en 1622. Posteriormente en 1638 se terminaría la obra de la iglesia realizada con gran acierto arquitectónico y reputada por los contemporáneos como el mejor edificio religioso de la ciudad47 .

blicos civiles y religiosos. Se construye un nuevo edificio para el Ayuntamiento cuyas obras se inician en 1631 bajo la dirección de los maestros de albañilería Juan Ruiz e Isidro Lachica42 , maestro, este último, que también dirige la construcción de un nuevo templo para la Virgen de la Cabeza también iniciado en este mismo año43 . Pero la obra más importante de toda la centuria es sin duda la nave de crucero de Iglesia Mayor, diseñada por el arquitecto granadino Ambrosio de Vico y levantada entre 1604 y 162044 . También es el siglo de las fundaciones conventuales. El primer convento de Motril fue el de los Frailes Mínimos de la Victoria instituido en 1580, cuya capilla mayor fue costeada para su enterramiento por Alonso de Contreras y su mujer Ana Gutiérrez y levantada entre 1600 y 160445 .

En 1636 llegan a la villa las primeras noticias de que los Capuchinos querían también fundar otro convento y tras unos años de dudas, se comenzó a edificar en 1641 en la ermita de San Antón que había sido cedida a la orden por su propietaria y patrona inicial de la fundación Jerónima de Arroyo48 . Seguramente las obras preliminares del convento definitivo no se iniciarían hasta 1644 usando también un solar anexo a la ermita que había sido donado a la Orden por el regidor Julián de Zárate, pero las de la iglesia no se comenzarían hasta 1652, año en el que el Concejo tomó el patronato de la fundación, obligándose a pagar 500 ducados anuales mientras durase la obra49 . También en 1644 se fundó la Hermandad del Refugio, otorgándosele una casa propiedad del hospital de Santa Ana situada en la calle San Roque y frontera a la ermita dedicada al mismo santo. La planta baja de la casa se dedicaba a sala de enfermos pobres convalecientes que saliesen del hospital y que se cuidaban por los hermanos de esta institución hasta que pasaban tres días sin fiebre. Esta Hermandad desaparecería en 1679 con ocasión de la epidemia de peste y a ella pertenecieron, entre otros muchos, hombres tan relevantes en el Motril de esta época como Tomás de Aquino y Mercado autor de la primera historia conocida de

Domínguez García, M. et alii. El patrimonio histórico-artístico de Motril. 2003, p, 196. Ibidem, p. 7. 44 Domínguez García. M. La Iglesia Mayor de Motril. Cinco siglos de evolución histórica de su fábrica. 1983, pp. 31 y ss. 45 Domínguez García, M. Arquitectura religiosa en Motril en la Edad Moderna. 2002, p.54. Vid. Sección Nobleza del AHN. Luque, c. 566. 46 AMM. LAC 8, cab. 29/X/1613. 47 Domínguez García, M. Arquitectura religiosa en Motril…, p.96. 48 Rodríguez Martín, M. Crónicas motrileñas. Los Franciscanos. 1908, p. 59. 49 Domínguez García, M. Arquitectura religiosa en Motril…pp. 73 y ss. 2

43

Portada de la historia de Motril, escrita por Tomas de Aquino y Mercado en 1650.


Motril, García Niño de la Puente y Guevara autor de la historia sobre la mayor epidemia sufrida por la ciudad50 , Alonso Moreno Beltrán Cerrato, hombre de letras y autor de otra obra histórica sobre Motril que aun permanece desconocida, Juan de Carcamo y Vargas, regidor y poeta; Mateo Soto y Vargas medico y poeta y Francisco de Fonseca y Espinosa regidor perpetuo y capitán de infantería de Almuñécar. Tuvimos también en este siglo casa de comedias. En 1613 Juan de Carcamo y Vargas presentó una petición de licencia al Concejo para construir una, concediéndosele autorización a condición de tenerla terminada en un año y ceder un palco para el Ayuntamiento51 . Parece que no debió construirse y sí que se edificó en 1614 la solicitada por Juan Ortiz de Ulloa, situada en solar anexo al mesón de Pedro García en el Postiguillo de Beas52 . Este corral de comedias fue vendido en 1616 a Pedro García de Lobato y en 1634 fue adquirido a Stefano de Mortara por Baltasar Rodríguez de Peralta quien la remodeló en 1635 y fue distinguida como Real Casa de Comedias en 163953 . Por último citar que aunque el siglo se inició con una epidemia importante en 1600, fue en 1679 cuando la peste hizo estragos entre los habitantes de la ciudad en la mayor epidemia de toda la historia motrileña y que conocemos muy bien gracias a que se ha conservado el libro de actas del cabildo de ese año54 y a la obra ya citada de García Niño de la Puente. Desde abril a agosto la muerte negra asoló Motril evaluándose las victimas mortales en más de 7.000 personas55 . En abril la ciudad y sus vecinos es-

taban en miserable estado, se estaban dando tercianas y tabardillos que se habían dilatado mucho y morían numerosas personas, muchas de ellas fallecían porque no tenían medios para sustentarse como enfermos y cuando llamaban al médico era ya demasiado tarde. A finales del mes se declaró que era peste y pronto el hospital de Santa Ana se vio desbordado y fue necesario habilitar otros dos en el ingenio Nuevo y en la suntuosa casa de Gaspar de Paniza y Guevara que estaba destinada a convento de monjas. Fue necesario cerrar las fábricas de azúcar, prohibir las reuniones de gentes y abandonar las labores de los campos. Motril era una ciudad desierta donde el único ruido era el traquetear de los carros que llevaban los muertos a las grandes fosas comunes56 . Durante dos meses la acción humana fue impotente ante el avance de la enfermedad, pero en la noche del 13 de junio, festividad de San Antonio de Padua, unas extrañas luces en el cielo asombraron a los motrileños y por la mañana la epidemia empezó a remitir57 . Ante tal prodigio, el Concejo hizo voto a ese santo, cuya ermita situada a las afueras de Motril en el camino hacia Granada había sido levantada a mediados del siglo por unos vecinos de ascendencia portuguesa. Poco a poco la enfermedad fue cediendo y desapareció a finales de agosto. Motril era una ciudad vacía y empobrecida. Los siguientes años fueron muy duros. La epidemia impidió la cosecha normal de cañas y la producción azucarera fue muy escasa, entrándose en un periodo de recesión que debió durar hasta 1685 y ya nunca más, en este siglo, Motril volvería a alcanzar los altos niveles de riqueza anteriores a la gran epidemia de 1679.

Vid. Niño de la Puente y Guevara. G. Op. cit. AMM. LAC 7, cab. 4/I/1613. 52 AMM. LAC 8, cab. 3/4/1614. 53 AMM. LAC 9, cab 25/12/1635; Escritura de venta de la casa de comedias de Motril. 1753. APM. Escribanía de Melchor de Bustamante, s. /c. y AHN. Consejos. Leg. 314. Cit. Domínguez Ortiz, A. Op. cit., pp. 247 y ss. 54 AMM. LAC 45. 1679 55 García Niño de la Puente, op cit., p. 66. Parece un número muy excesivo para una ciudad que podría contar en ese año con unos 6.000-6.500 habitantes, pero además podría haber una población estacional de varios miles de trabajadores dedicados al trabajo en los ingenios, probablemente mal alimentados y viviendo en pésimas condiciones higiénicas y en entre los que cebaría la epidemia. Eso podría explicar la elevadísima mortalidad que se cita en los documentos de la época. 56 Uno de los carros usados para este menester fue el de Lucas Herrera Méndez (AMM. LAC 47, cab. 8/2/1686) y por el Concejo se pagó casi 3.000 reales por los gastos de las carretas y personal que llevaban a los difuntos a los fosas. Vid. García Niño de la Puente, op. cit., p. 54 vta. 57 García Niño de la Puente, op. cit., pp. 24 vta. y 25. 50

51


Real C茅dula por la que el rey Felipe IV concedi贸 titulo de ciudad a Motril en 1657. Antigua ermita de San Antonio de Padua construida por vecinos motrile帽os de ascendencia portuguesa en la primera mitad del siglo XVII y declarado patr贸n de Motril en la epidemia de peste de 1679.


MOTRIL Y LA COSTA DE GRANADA EN EL SIGLO XVIII FRANCISCO BACAS BACAS


Si

a nivel general, el siglo XVIII supone finalmente el agotamiento de un sistema de producción, conocido generalmente como Antiguo Régimen y el desarrollo embrionario de un nuevo sistema económico, el capitalismo, auspiciado por una clase social emergente que con el paso del tiempo necesitará la creación de un marco de relaciones completamente distinto, a pesar de los intentos más o menos organizados por los dirigentes de ese Antiguo Régimen para apuntalar el sistema, seguramente en pocos sitios como en la costa granadina se pueden determinar con tanta claridad la profundidad de estos cambios, sus límites y los obstáculos insalvables con los que se enfrenta. Porque en pocos sitios como en Motril parecen tan claros los elementos básicos de un desarrollo capitalista, que a fin de cuentas fue abortado: un producto industrial que generó una cuantiosa acumulación de capital (caña de azúcar), que dió lugar a un embrionario sistema industrial con claras posibilidades expansivas; unas relaciones laborales que si bien contaban con algunos elementos medievales, básicamente se organizaban en torno a acuerdos contractuales; una clase social nueva, la burguesía que en pocos sitios tuvo el poder económico y social que encontró aquí y que en no pocos casos se mostró extraordinariamente emprendedora y activa (Iluminati, Burgos, etc.); un mercado para sus productos en expansión continua y con importantes ventajas comparativas, etc.


Algunos autores consultados asumen de facto que esta situación es plenamente capitalista y tienden a analizar los datos en función de volumen de producción, costos, rendimientos e inversiones, dejando de lado aquellos otros elementos que son los responsables últimos de la crisis económica y social que convierten a Motril y a su comarca en un mísero paisaje en la segunda mitad del siglo XVIII. Es decir, obvian la dinámica interna de las sociedades preindustriales, por muy ilustradas que sean, y casi lamentan un desarrollo industrial perdido, como si hubiera tenido alguna posibilidad de éxito tal y como se planteó. Particularmente pienso que las transformaciones producidas en una sociedad, más si es ciertamente cerrada en todos los sentidos como que era la motrileña, se deben en mayor medida a las transformaciones internas de dicha sociedad y a las relaciones que las fuerzas productivas establecen entre sí, generando, dialécticamente, transformaciones más o menos visibles que no sólo no cambian a lo largo del siglo XVIII, sino que se mantienen estables y en las mismas condiciones que durante toda la Edad Moderna.

De izquierda a derecha:

La vega de Motril-Salobreña en 1.973 y recreación del paisaje preindustrial En el siglo XVIII el paisaje depende menos de la tecnología que de los elementos naturales.

Por tanto, la crisis de la caña de azúcar que es el elemento determinante de todo este siglo en nuestra ciudad, difícilmente puede explicarse en términos de competencia internacional o de variación de precios. Aunque no pretendo afirmar que estos elementos no tuvieran relación alguna con ella, creo que no puede explicarse desde una óptica capitalista, sino que tendría que hacerse desde la perspectiva del ago-

1.

Artola, M. Antiguo Régimen y revolución liberal. 1983.

tamiento de las fuerzas productivas (crisis ecológica, agotamiento del sistema, relaciones preindustriales atrasadas y sin ninguna pulsión por la innovación técnica, etc.) presentes en el momento y de sus relaciones, que son claramente de raíz y de planteamientos precapitalistas. Si afirmamos con Artola1 que la etapa histórica anterior a la revolución industrial se caracteriza en la organización de la producción por la escasez de bienes de producción producidos (es lo que se denomina habitualmente capital), que no puede compararse con el valor que tiene el trabajo directo en cualquier producto, y por la limitada incidencia de los cambios tecnológicos que no se ven obligados a adaptarse a fuertes modificaciones. Creemos que la comarca de la Costa cumple se ajusta perfectamente a estas características durante el siglo XVIII. Lo que determina las formas de vida y las posibilidades de supervivencia de estas poblaciones es mucho más su relación con los factores naturales, con el río, con el terrazgo, con el clima, que su dominio tecnológico. Además estas condiciones naturales vendrán determinadas por un entramado de relaciones sociales que hunden sus raíces en elementos propios del Antiguo Régimen, en las que la búsqueda de la renta y la pertenencia al estamento, como marca de relación social, prevalecen claramente por encima de la realización del interés individual, la optimización de los beneficios o la meritocracia.


La producción, del tipo que sea, el reparto de los productos y la asignación de los recursos, es decir, de la renta a cada grupo social, dependerán básicamente de este entramado de relaciones precapitalistas, lo mismo que el control social y político que unos determinados estamentos proyectan sobre el conjunto del cuerpo social. Así pues repasaremos en primer lugar los elementos que sustentan el sistema: las fuerzas productiva, pero siendo este un artículo de divulgación tampoco podemos dejar de lado otros aspectos como la ciudad, su fisonomía o algunos de los personajes que contribuyeron a mejorar y dar a conocer esta ciudad.

LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Los factores naturales La tierra, su fertilidad, o por mejor decir, la necesidad de mantenerla, el clima, fundamentalmente la escasez de lluvias y altas temperaturas estivales, el trabajo del hombre, es decir el intento de superación de los límites naturales y la

fuerza de tracción que proporcionan los animales son los elementos básicos de la producción. A estos en nuestra comarca se le suma la necesidad de controlar el río Guadalfeo, fuente de vida y también, de forma recurrente, de muerte2 . A él debemos la formación de una llanura aluvial que durante el siglo XVIII se va a colmatar enormemente y el establecimiento de sistemas de regadío que explicarán en buena medida los sistemas agrícolas y por tanto, los ritmos de vida de la comarca. El control del río es precario, y claramente insuficiente, tanto en su capacidad para la captación de agua para destinarla a regadío como en la previsión de las avenidas que periódicamente inundan el terrazgo3 . Sigamos por ejemplo a Simón de Rojas Clemente: “ la costumbre de estos pueblos es hacer construir a la orilla del río, (…)el suficiente número de caballos; estos los forman hincando en el suelo tres maderos o palos gruesos para cada uno de los caballos en forma de triángulo, los dos al frente del río y el otro por la espalda, sujetando los tres en las puntas o extremos que salen al agua con sogas de esparto, cubriendo con cañas sujetas también con esparto el dicho frente y formando en el centro de cada caballo una especie de parrigüela que cargan de piedras “.

2 . Las noticias al respecto son abundantes: En la playa de Salobreña, dicen los naturales que se ha retirado el mar de 40 años a esta parte unas 200 varas…“Su corriente es siempre rápida y cuando se aumenta por lluvias copiosas, muy dificil de vadear, entonces arrolla cuanto encuentra, arrastra muchos peñascos y se lleva consigo las plantas y tierras, dejando estas infructuosas .Como no tiene caja o madre , se extiende por todos lados en la distancia casi de media legua que hay desde la orilla hasta del mar(...)[ en 1751] el río tomó luego su dirección por poniente, robando a Salobreña parte de su Vega; en 786 se inclinó hacia la de Motril. La latitud originaria de su madres es ahora más de 100 varas mayor de la que debiera”. En 1785 la mitad de la vega estaba al parecer anegada. Clemente Rubio,S. Viaje a Andalucía. Historia Natural del Reino de Granada. (1804-1809). 3. “… hazer una nueva presa de obras de mezcla y cantería en la toma del río, para que entre el agua en el azequia principal sin tanta dificultad como hasta ahora se ha experimentado, por no ser suficientes los caballos de madera que se avían puesto, porque la furia de la corriente y avenidas tan continuas de dicho río, los desbarata y lleva al mar…” A.M.M. A.C. 4 de mayo de 1706.

De izquierda a derecha: Mapa de la vega de Motril de 1722. Se aprecian con precisión los elementos principales de la vega, los ramales del río y las marismas. La deficiente tecnología fluvial de la época provocaba inundaciones continuas como esta hipotética en Pataura.


Con semejantes artilugios está claro que difícilmente se puede contener al Guadalfeo sobre todo en tiempos de crecida, las inundaciones son continuas y los cambios en el encauzamiento del río, habituales. Si a eso le añadimos que el cauce suele estar por encima del nivel de la vega las pérdidas por inundación o desbordamiento serán siempre importantes4 . Finalmente, las enfermedades endémicas de la zona estarán obviamente ligadas a las zonas encharcadas, a la inexistencia de un drenaje adecuado de las tierras y de la limpieza de los humedales, sobre todo paludismo, serán noticia común en la zona de la vega. Sólo partiendo de la organización social del trabajo regida por planteamientos propios del Antiguo Régimen, en los que premisas propias del rango y del prestigio social contaminan los elementos puramente productivos, y donde la realización individual o social del trabajo, la búsqueda de una mayor producción o el incremento de la productividad no van a ser los elementos referenciales, entenderemos cómo es posible que no exista una solución al problema del agua hasta el siglo XX. Sólo así tiene explicación que, aún suponiendo la base de todo el aparato productivo, las deficiencias técnicas de las canalizaciones de agua sean un elemento recurrente a lo largo de todo el siglo; así como la lucha por la posesión o el acceso al preciado bien del agua y las explicaciones que se dan sobre los obstáculos:

• Una permanente quiebra de la capacidad financiera de la propia Junta de Aguas que se sufragaba a partir del trabajo y de las prestaciones de los jornaleros que trabajaban en la costa, así como de las contribuciones de los no vecinos5 . • La incapacidad para mantener la fertilidad de la tierra, elemento consustancial al antiguo régimen hace de los tarquines o depósitos limosos del río que se depositan tanto en los márgenes de la acequia como en las tasquivas, uno de los sistemas más preciados para conseguir mantener la productividad de la tierra, convirtiéndose a veces en una fuente de problemas entre la comunidad. • Las denuncias sobre los excesos en la extracción de estos tarquines, sobre todo en los márgenes de la acequia son constantes a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII. Y se harán más virulentas cuando de forma paralela a la mengua del rendimiento cañero, se va produciendo una pérdida de animales que produzcan el estiércol necesario para abonar los campos6 . • La disponibilidad de agua dependerá siempre del control de la Acequia Principal o gorda y de sus dos ramales (Acequia Chica y Acequia Vieja), que conducían el agua desde el Tajo de los Vados hasta Torrenueva. La Acequia Chica seguramente se utilizó para el uso de molinos. La denominada

“ He sabido que antiguamente corría este río por tierras bajas de aquellos pueblos hasta desembocar en el mar; pero que como siempre fue dañoso y los naturales lo reprochasen así al señor Fernando el VI, pasó un ingeniero de orden de S.M. a reparar los daños que causaba el río, y resolvió hacerlo correr por las cabezas mas altas de aquellas vegas; y de aquí se ha seguido que no solamente las inunda con más facilidad… sino que encaminando sus aguas en una de sus grandes avenidas de los años pasados por el pie del peñon de la Villa de Salobreña, descargó en él tal copia de fango y arenas…. que en este invierno he visto playa lo que antes era mar, pues éste dista ya del peñon algunos centenares de pies”. Moñino, M. de. Informe acerca de la decandencia de las plantaciones y fábricas de azúcar en la costa de Granada. 1788. 5. “( el señor Gobernador)… a reconocido lo deteriorada que está la azequia principal desta ciudad de que se abastece asi para bever como para regar sus campos, pues este presente año, por la falta de medios, se a quedado en ella la mitad del agua que habia en años pasados, y siendo el agua de ella unica en esta poblacion y dicha azequia muy dilatada, pues su lonxitud es demas de tres leguas sin tener renta alguna para su limpia y mantenimiento, pues tan solamente tiene unas cortas porciones de maravedies que pagan los no vecinos deste ciudad, y una peonada o dia de trabajo que da cada uno de los vecinos hornaleros, de ella que estos son los mas pobres y miserables de la republica en que halla grande daño y mayor inconbeniente, pues de lo uno se siue la total romper del azequia y de la otra lo injusto del prozedimiento, en dicha contribucion que debe ser xeneral y sin ezepcion de personas para ser bien comun,, de cuya utilidad participan todos , asi eclesiásticos como seculares, esentos y no esentos y en el modo de contribuir a la limpia de dicha azequia, despues se halla el rreparo de que tan solamente de los vecinos de esta ciudad contribuyen los más pobres y desbalidos siendo así que ellos no nezesitan de dicha azequia para bever y se reserban y escusan a pagar los que tienen haziendas y tierras que regar” AMM, A.C. de 18 de junio de 1700. 6. “… que los estiércoles también se habían subido mucho…”. Clemente Rubio, S. Op. cit. p. 155.


Acequia Vieja o del Deire discurría por una cota superior a la principal y regaba el pago del Deire. Esta última cayó en desuso en el siglo XVII, pero a principios del siglo XVIII la necesidad de aprovechar la coyuntura alcista de los precios del azúcar, la pone de nuevo en funcionamiento con la finalidad de regar el secano existente al este de Motril, propiedad del Conde de Bornos. El control de este sistema hídrico quedó en manos de la oligarquía de la ciudad siendo sustento de su poder y foco de enfrentamientos con el resto de la población y con los pueblos vecinos, sobre todo con Salobreña, cuando se desarrollen las tensiones propias de una vega en expansión y de unos recursos de agua limitados. En el caso anteriormente citado, cuando el Conde de Bornos lleva en 1704 la acequia hasta Puntalón, recibe autorización por parte de la Junta de Aguas para regar de noviembre a abril previéndose por tanto, la escasez de agua en los meses de estío. En 1.734 vende en censo perpetuo esas tierras (en torno a 900 marjales) a insignes representantes de la burguesía motrileña, que llevaban décadas ocupando también los sillones principales en el cabildo municipal: Luminati, Guerrero…, y que acabaron extiendo su derecho de acceso al agua a todo el año. Desde un punto de vista técnico, los informes de la Junta de Aguas son claros y dejan claro la insuficiencia del sistema de arbitrios para subvertir los gastos de la acequia7 , debido

a la ocultación de tierras y a los abusos sobre el caudal, así como la extensión del terrazgo8 por el procedimiento de desecación de zonas pantanosas, que en 1.770 vendrían a suponer unos 3.000 marjales 9 . La voluntad por parte de la nobleza y de la oligarquía urbana de incrementar sus tierras supone el deseo de incrementar su participación en la renta por parte de la oligarquía propietaria de tierra, no de mejorar la productividad del sistema, de donde se desprende la extensión del sistema de arrendamiento y el estancamiento generalizado del sistema productivo que culminará en la crisis azucarera de la segunda mitad del siglo XVIII. Otro de los recursos naturales es la leña. En la comarca, la actividad azucarera impone así

7. “Siendo asi que estos son los mas utilizados, y haviendo ynquirido e ynvestigado muy por menor si hay algún motivo o previlexio que pueda favorecer estilo tan irregular, ni le he hallado, ni esta ciudad le tiene en sus hordenanzas, ni le pude favorecer a los vezinos que tienen tierras que regar con el agua de dicha azequia, la zedula de su usufructo desde su formación del año de mill y quinientos y honze en que manda que contriuian para la limpia de la dicha azequia los no vezinos, los que solían contribuir, que no se dé por libres a los bezinos de la contribución que les pudiera tocar …an estado contribuyendo para la limpieza del hazequia, pues pagan y han pagado todos los vecinos hornaleros una peonada cada uno, escusándose sólo los más acomodados del pueblo a lo que les pudiese tocar para la dicha limpia, teniendo tierras que regar de que sacan mayores utilidades y no habiendo privilegio que les pueda favorecer, pues el de la nobleza no tiene ezepción en esta parte por no ser esta carga y sólo ser bien común…esta escussa de pagar no puede llamarse posesión de no pagar, si corruptela a que no se debe dar lugar, mas o menos de quando la azequia no se puede mantener en la miseria y falta de caudal que contiene y de dejarse así seguirá la estinción y total ruyna de la dicha azequia y desta ciudad por no tener mas frutos que el de las cañas dulces, y estas ser preciso se rieguen con el agua del azequia”. AMM, A.C. de 18 de junio de 1700 8. : “… an introducido siendo de secano a tierras de riego, en perjuicio de las que son de riego, los estimantes y de pareceres así mesmo que por los caballeros diputados se les avise y prevenga que para el tiempo de la limpia ayude cada uno con las monedas que corresponden…que este cavildo no tiene medios algunos con que suplir dichas atas pues el producto del arbitrio no alcanza. Igualmente se intenta poner coto al problema de la captación de agua para nuevos regadios: “ envien apeadores que traigan copias de las eredades y tierras de los vecinos desta ciudad que riegan con el agua de dicha acequia, sin ececión de persona alguna, para que por razón de las dichas tierras se les reparta, por aora en cada un año a los dichos vecinos, seis mil reales de más de lo acostumbrado … hasta que se consiga queden hechas en dicha azequia, las maclacas que parescieren convenientes …” AMM, A.C. 18 de junio de 1700 9. “la marquesa de Valera había transformado en los pagos de Cantarranas, casa de Contreras, Vizcaina y Balabarca mas de 300 marjales de aneas en tierras de labor”. Piñar Samos, J. y Giménez Yanguas, M. Motril y el azúcar. 1996.

Quedan bastantes ejemplos de la arquitectura señorial del siglo XVIII aunque muy modificados en el siglo XIX, como estos de la Plaza de la Libertad. La casa de la Condesa de Torre Isabel está bien restaurada, no así el Centro de Profesores y Adultos.


La escasez de leña provocó un fuerte proceso de deforestación ante la necesidad de energía para los ingenios. La Torre Nueva que da nombre al anejo es un buen ejemplo de la nueva política de construcciones defensivas de los Borbones para hacer frente a la piratería.

mismo un altísimo consumo de combustible, con la leña como producto referencial que acabará provocando una crisis ecológica, cuyas dimensiones e implicaciones en el final del primer ciclo de la caña no se han tenido suficientemente en cuenta. Tenemos datos muy claros para Almuñécar donde Nicolás Antonio Fernández Fernández afirma: ”la necesidad de combustible para la industria Azucarera redujo durante el siglo XVIII la masa Forestal del término de Almuñécar (…) Tampoco deben olvidarse las rozas y roturaciones continuas en montes para incrementar los plantíos, ante la creciente solicitud de productos agrarios y el aumento demográfico10 … En apenas tres décadas Almuñécar había visto desaparecer más de la mitad del arbolado de su territorio, 46,86%, con especial incidencia en especies autóctonas”11 . No tenemos datos tan exhaustivos para Motril pero las referencias son casi siempre del mismo tenor. Durante los meses que estaba abierto un ingenio, necesitaba tener constantemente encendidos los 4 o 5 hornos con que contaba consumiendo anualmente unas 3.000 carretadas de leña. Debemos suponer por tanto que los conflictos tampoco estarían ausentes del suministro de este elemento vital12 . Tampoco fueron los ingenios azucareros las únicas actividades que demandaban un alto consumo energético; en 1776, el administrador del conde de Bornos señalaba la imposibilidad de que las caballerías pudieran dar más de 2 portes de leña diarios, cuando antes daban tres y cuatro. Culpaba de ello a una fábrica de salitre que se establece en 1771, aunque a fin de cuentas lo que está reconociendo es el déficit permanente de una materia prima que cada vez es necesario buscar más lejos y a precios más

elevados, ya que está documentada la corta de leña en Mondújar, a una distancia ciertamente considerable13 . Finalmente habrá que tener en cuenta la incidencia de las plagas y las heladas sobre los aprovechamientos agrícolas de la zona. A este nivel de desarrollo tecnológico, las pérdidas por este concepto son muy difíciles de cuantificar aunque algunas noticias tenemos de ellas. Para el tema de la caña dulce expone Simón de Rojas que la dejación de los propios agricultores que no limpian y labran suficientemente los plantíos, el desconocimiento de técnicas agrícolas más adecuadas, junto a los excesos en el uso del estiércol, que además era caro, y del agua, permiten el desarrollo de enfermedades y un déficit de rendimiento de las cañas14 . Se alude, como fácilmente se deduce, a sistemas inadecuados de drenaje de la tierra, así como a ciertas variaciones en las condiciones climáticas, pues en la segunda mitad del siglo XVIII se produce un enfriamiento relativo del clima que provocará heladas frecuentes en las cañas de azúcar15 . De los sistemas de fertilización de estas tierras, sólo tenemos constancia del uso del estiércol y de algunos experimentos como los


denominados hormigueros de los que nos habla Simón de Rojas, aunque podemos deducir la práctica del policultivo que empobrece menos el suelo y puede mantener rendimientos satisfactorios.

EL TERRAZGO Y LOS SISTEMAS DE CULTIVO (LA PRODUCCIÓN Y LA DISTRIBUCIÓN DE LOS RECURSOS)

vechamiento dependerá de las coyunturas agrícolas y de la rentabilidad de los productos cultivados, así como de las oscilaciones climatológicas que incrementarán o reducirán las tierras encharcadas a fuerza de inundaciones. La intensa labor de colmatación del río irá incrementando el terrazgo disponible, aunque la irregularidad de su cauce y los escasos medios de control disponibles, permitan la persistencia de un importante volumen de tierra inculta. Los datos que tenemos son algo fragmentarios pero clarificadores16 .

El terrazgo de la vega motrileña tiende a oscilar de forma importante debido a la existencia de una importante cantidad de tierra cuyo apro-

Nos dice Simón de Rojas Clemente que a mediados del siglo XVI la Vega de Motril tendría una superficie cultivada de unos 15.000

10. 11.

Fernández Fernández, N. A. Almuñécar ilustrada (1752-1808) 2004. Fernández Fernández, N. A. Op. cit. 2004. Especies Encinas Quejigos Alcornoques Almeces Nogales Algarrobos Álamos blancos Pinos Carrascos Total de plantas

1789 376 1148 4653 65 6 115 2321 49127 57917

1757 756 7676 91759 11 5 0 1380 21830 123584

Diferencia -430 -6528 -87105 54 1 115 941 27297 -65667

“Repartimiento hecho por los capataces de los montes de los ingenios. Lindero primero que divide el término de la Gorgoracha. Lindero segundo que arranca la toma del agua de los capuchinos a parar a lo alto del cerro de Alcántara, la vereda arriva que divide las tierras de Francisco Lorenzo … Tercero para el ingenio Trapiche Sitio quinto al ingenio de la Palma Sitio cuarto al ingenio Viejo. Segundo al ingenio de los Toledan. Sitio primero reservado.” A.M.M., A.C. de 15 octubre de 1706. 13. Ayala Carbonero, J. J. Motril durante la guerra de la Independencia. p. 355 (Tesis doctoral sin publicar). 14. Clemente Rubio, S. Op. cit. p. 150 “ Vemos todos los días en estas costas del Reino de Granada por ser sus tierras por lo común no del mayor fondo y demasiadamente sueltas, y al mismo tiempo poco frecuentes y copiosas las lluvias, perderse las cosechas por haber usado abonos demasiado cálidos como estiércol de cabras y ovejas mal podrido”. Idem p. 151 “suele sacarse todos los años podrida de la tierra mucha porción de zocas (que es el conjunto de raíces de la caña) que es menester reponer. Muchos gusanos engendrados dentro de las mismas zocas roen enteramente las cañas crecientes y las taladran también ya hechas, aún curadas, inutilizando una buena parte de ellas; causa de estos dos males parece ser la putrefacción originada por la abundancia de agua junta con la del estiércol. Semejantes gusanos cortan y roen también las plantas nuevas del maíz y aún atacan al mismo grano ya hechos y producidos por la misma causa. La demasiada humedad , aunque tal haga crecer las cañas mucho , impide que se perfeccione su jugo propio o azúcar …” 15. Idem. “En algunas heladas (que no son raras en las cañas) no sólo se han helado enteramente las cañas sino sus raíces, en otras sólo se han chamuscado las hojas; este estrago es más sensible en tierras hondas y tanto mayor cuanto estas son más húmedas “. 16. Piñar Samos, J. Azúcar y paisaje en la Vega del Guadalfeo (1752-1930). En: Actas del Quinto Seminario Internacional sobre la caña de azúcar. Motril, 20-24 de septiembre de 1993. 1995. 12.


marjales, mientras que otras fuentes calculan para 1561, 23.476 marjales de labor lo que seguramente estaría más cerca de la realidad17 . El Catastro de Ensenada nos da testimonios más certeros, establece que el porcentaje de tierra inculta de toda la Vega del Guadalfeo asciende a 8.362 marjales encharcados ( el 18,5% del total del terrazgo) , mientras que serían 25.270 marjales de riego, de los que 7.005 son de primera calidad, 6.460 de segunda y 11.085 de tercera,); habría también 2.988 fanegas de secano, de las que 329 son de primera, 755 de segunda y 1.904 de tercera, a estas cantidades hay que añadir otras más reducidas de terreno inculto y de monte bajo, siempre según dicho Catastro de Ensenada .

Las instalaciones preindustriales formaban parte del paisaje de la ciudad de Motril. El trabajo en las cocinas de los ingenios exigía la utilización de una gran cantidad de leña.

Y continuamos con datos fragmentarios: en 1779 según la Real Sociedad Económica de Amigos del País (RSEAP, en adelante), el total de tierras incultas era de 15.000 marjales y en 1785 Simón Rojas Clemente y Rubio parte de una superficie total de 60.000 marjales, con un importante peso de tierras incultas: 14.000 marjales inutilizados por la avenidas del río y otros 16.000 encharcados. Finalmente en 1830 era considerado erial el 40% de los 30.000 marjales de su vega con lo que al menos hasta ese momento los problemas seguían siendo muy similares.

En cualquier caso las tierras incultas suponen una cifra cercana al 20% lo que supone una cantidad significativa del terruño y de los límites que el río, y sobre todo la tecnología hidráulica, impone. En este terrazgo, el sistema de cultivo dominante es el cañero, primero porque se adapta extraordinariamente bien a las condiciones climáticas y edafológicas de la Vega de Motril, y después porque históricamente se ha significado como producto de lujo que ha producido pingües beneficios tanto a los dueños de la tierra, como a los de los ingenios y a la propia Corona. La significación real de la caña va más allá de la producción de azúcar aún cuando este sea el elemento determinante: con los cabos se alimentaba al ganado de tiro y los desperdicios de la molienda, el “turrillo y las tabaduras de la ragua “, servían para alimentación de los cerdos. La evolución del terrazgo dedicado a la caña puede ser como sigue: 1717…………………… 8.628 marjales 1752……………………. 25.000 marjales 1770..………………….... 17.000 marjales 1782……………………. 20.000 marjales 1801…………………….. 1.889 marjales

17. Discurso del Señor Gobernador Político Militar de la ciudad de Motril proponiendo nuevos arbitrios para la subsistencia de la acequia (1802). En: VV. AA. Colección documental para la historia de Motril. p. 187. 1983.


Estas estimaciones, como las anteriores sobre el terrazgo, pueden fluctuar algo según los diferentes autores, pero muestran claramente las tendencias en el cultivo. En primer lugar su carácter cíclico, muy en relación con una producción, que aunque cuenta con un mercado en expansión, también lo hace con una oferta en expansión en otros mercados del mundo, y con una incapacidad manifiesta para mantener una mínima regularidad en las cosechas siempre expuestas a los avatares de la naturaleza. En segundo lugar el desarrollo de un fuerte proceso de decadencia que conducirá a fines de siglo XVIII a la casi extinción del cultivo debido a causas muy diversas pero con un trasfondo común. Según los datos anteriores se produce un incremento continuo del terrazgo destinado a la caña al menos hasta la mitad de siglo, momento en el que comienza a manifestarse una crisis aguda de la producción y de la explotación que tiene que ver con la caída de la rentabilidad del producto por diversos motivos: • Decadencia de la variedad autóctona, la granadilla, que ofrecerá rendimientos decrecientes con el paso de los años. • El anquilosamiento y la pérdida de productividad de los sistemas de producción, incapaces de responder al problema inherente al Antiguo Régimen del mantenimiento de la fertilidad, y en los que le barbecho es el elemento referencial, por mucho que ,como hemos dicho antes tengamos registrados la utilización del estiércol, e incluso de documentos que afirman que no es necesario en la plantación de cañas, y por mucho que en el caso del azúcar se introduzcan sistemas complementarios de una cierta novedad como por ejemplo una incipiente rotación con el maíz con ciclos de 7 años (un año se siembra maíz y los seis restantes caña ) • La utilización de las alifas y realifas para mejorar los rendimientos que acabará incidiendo negativamente en la producción a pesar de la mayor calidad de estos azúcares.

• Obsolescencia de los sistemas de cocción. • Escasez y elevado precio del combustible. • La importante presión fiscal que sobre un producto que a todos los efectos seguía considerándose de lujo18 . Elementos que tienen más que ver con dinámicas internas que con la concurrencia internacional, aunque haya una presencia cada vez más importante del azúcar portugués o cubano en el mercado español. A principios del siglo XIX la caña de azúcar es un cultivo claramente marginal. El sistema de cultivo sigue siendo el tradicional. La caña se desarrolla en régimen de policultivo, ya que suele establecerse un sistema rudimentario de rotación en el que se sembraba, tras la caña nueva, maíz, habichuelas o batatas. Bien que a costa de la demora en el corte, que hacía que el porcentaje de alifas, es decir, cañas de más de un año (al menos un 30% del total), o realifas, en este caso de dos, fuera siempre importante. Fuera del cultivo cañero, existen otras producciones, menos importantes, destinadas a la satisfacción de las necesidades del mercado local y que tienen sistemas de cultivos distintos. Tendríamos por un lado una zona de monte bajo, cultivada en secano que se usa preferentemente para aprovechamiento energético, y que se irá degradando paulatinamente. Existiría también una superficie destinada a sembradura con rendimientos escasos y obligada al barbecho para poder mantener la fertilidad. En las zonas colindantes a la vega o en las cuencas de las ramblas se sitúa el cultivo del olivar, de escaso aprovechamiento, y de la vid. El uso del suelo va a depender de su calidad. Por ejemplo, las tierras de primera calidad son sólo el 26,5% del total, eran capaces de producir 80 arrobas de caña de tercio por marjal y se dedicarán preferentemente a esto. De segunda calidad y con una producción estimada en 48 arrobas por marjal calculamos un 34 % del total. De tercera calidad habría por

18. Fray Benito de la Soledad afirma ya en el siglo XVII y desde entonces no dejará de repetirse: “yo vi en Motril y en aquellas costas arrancar las hazas de azúcar dejándolas perder por no poder mantenerlas, porque se perdían con las gabelas”. Citado en: Colmeiro. Historia de la economía política en España. Tomo II. p. 677. 1965.


De izquierda a derecha:

Auto de 1783 que regula la actividad de los aguadores, el precio a que han de vender cada carga y los cántaros de que se han de proveer. (Legajo 30, pieza 25). Auto por la que se vuelve a prohibir la traída de vino o de uva a la ciudad de Motril, de 1799 (Legajo 30, pieza 40).

Cultivo Sembradura de maíz Hortalizas Viña Habichuelas Batatas Cebada

Motril

Salobreña

6.537 203 371

1.300 2 huertas 500 120

Pataura

80

Calidades de la tierra 1ª: 2ª: 3ª:

7.090 marjales 6.467 13.839

120 120 Total marjales: 27.396

FUENTE: (Extraído del Catastro de Ensenada).Tomado literalmente de Píñar Samos, J. Azúcar y paisaje en la vega del Guadalfeo (1752-1930). 1995.

tanto un 35,5% del total del terrazgo y su uso se dedicaría a usos distintos a los cañeros: sembradura de maíz, habichuelas o batatas. Pero ninguno de estos productos pudo cumplir ni con la finalidad económica de garantizar los altos rendimientos económicos a que históricamente dio lugar el cultivo del azúcar, ni con la finalidad ecológica de mantenimiento de la superficie agrícola de la vega, ni con su finalidad social, toda vez que el cultivo cañero genera una serie de actividades muy intensivas en trabajo, y por tanto muy alejadas de los requerimientos laborales de otra serie de plantíos.

Sólo el algodón, del que Simón de Rojas Clemente nos dice que comienza a cultivarse en la costa en torno a 1775, de la mano de las experiencias llevadas a cabo por José Iluminati, y que se generaliza a partir de 1.778 al calor de la fuerte demanda catalana que hace que en 1.800 se cultiven ya 1751 marjales, se confirma como una salida rentable a la crisis del azúcar, y llegará a ocupar en la primera mitad del siglo XIX un lugar similar al de la caña azucarera. Otras especies, como el arroz, fracasan claramente ya que es desestimado por la persistencia de enfermedades asociadas a su cultivo. Así en 1778 se solicitó al consejo de Castilla


permiso para plantar arroz en la zona, esperando conseguir aquí el éxito que ya se había cosechado en Valencia o Cataluña. Pero aquí las zonas encharcadas eran ya fuente continua de infecciones, sobre todo en los meses de verano, y a pesar de los intentos para su introducción chocó siempre con el desconocimiento de las técnicas y la dejadez en el mantenimiento de los sistemas hídricos de muchos agricultores que no hacían sino potenciar sus efectos perniciosos, de forma que paulatinamente fue abandonado, aunque ocasionalmente perviviera alguna plantación.

grandes señores, siendo el elemento básico de la estructura agraria el minifundio, y, tanto los cultivos, como los sistemas de trabajo, diferentes a los descritos debajo.

Es destacable igualmente la escasa presencia de cereales panificables en las producciones lo que conlleva un déficit permanente y la necesidad de arbitrar recursos continuamente para solucionar el problema. La función del pósito será fundamental en muchas ocasiones, pero cuando estallan las hambrunas, el problema siempre es la falta de grano y por tanto de pan, a pesar de los continuos gastos del cabildo en partidas para el dicho pósito19 .

El 76% de la tierra estaba en manos de 100 propietarios (apenas un 20% del total) que poseían más de 100 marjales de tierra. En cambio los pequeños propietarios con menos de 20 marjales de media son más del 40% del total, pero apenas controlan el 4% de la superficie.

LOS SISTEMAS DE PROPIEDAD DE LA TIERRA Partiendo fundamentalmente de la información contenida en el Catastro de Ensenada podemos establecer las siguientes características de la estructura de la propiedad de la tierra en Motril en el siglo XVIII, centrándonos básicamente en los terrenos de regadío, que estarán determinados por el interés de las oligarquías en el aprovechamiento azucarero, ya estemos en la vega de Motril o en la de Almuñécar. Fuera de estos estrictos ámbitos geográficos, la estructura de la propiedad tendrá más que ver con el proceso repoblador posterior a la guerra de los moriscos, que con los intereses de los

19. “Y porque esta ciudad viene experimentando la falta de pan , especialmente en los meses de marzo, abril, maio y junio” A.M.M. A.C. de 6 de Febrero de 1700 y noticias parecidas el 6 de abril cuando parece que falta pan en Semana Santa, , el 22 de mayo o el 24 de mayo. Lo mismo en 1706 el 16 de abril, se reparten 500 fanegas de trigo , o el 10 de junio del mismo año “ a respecto de lo corta que es la cosecha de trigo en este reyno …” y podríamos seguir.

• Fuerte concentración de la propiedad : Existen 525 propietarios individuales o institucionales (nobleza, clero y ayuntamiento) que nos daría una propiedad media de 86 marjales por titular, pero el 86 % de los propietarios no llega a la media, y las propiedades de más de 200 marjales suponen el 60% de la tierra.

• Peso importante de la propiedad eclesiástica que alcanza el 35% del total del terrazgo: Puede presentar diversos sistemas de tenencia: el 50% del total de su tierra es patrimonial, el 30% pertenece a instituciones regulares y el resto a parroquias, capellanías y patronatos. De los propietarios laicos, en torno a 350 titulares (65% del total de la tierra), el 25% es patrimonio nobiliario, el 15% de los regidores (oligarquía urbana local); la-

Auto de 1783 que obliga a los hortelanos a cultivar hortaliza en lugar de caña, producto más rentable (Legajo 30, pieza 23).


bradores y jornaleros poseen menos del 5% del total de la tierra, siendo como son el 20% de los titulares de tierras. El resto de los grupos: militares, burócratas, artesanos, comerciantes, viudas que suponen un tercio de los propietarios, no poseen más de un 15% del total de la tierra. De la estructura anterior se desprende que estando la mayor parte del terrazgo en manos de eclesiásticos, de nobles y de la oligarquía local, el tipo de propietario predominante es el absentista, que rara vez visita la población y cuyo interés fundamental está en la exacción de la renta, antes que en el fomento y mejora de cualquier sistema de producción. Es este otro elemento determinante que explica el fin del ciclo azucarero en el siglo XVIII. La falta de interés por parte del propietario del terreno en mejorar los sistemas de cultivo o la propia rentabilidad de la tierra en términos

Mapa de las Carreteras de Postas, de Ricardo Wall (1760).

capitalistas, someterá a la producción agrícola y a la población que vive directa o indirectamente de ella, al vaivén de los ciclos de precios y a la dependencia con relación a mercados externos, que serán los que dicten la persistencia de las producciones o las condiciones de vida en la que los productores de la zona se van a desarrollar. Con el añadido además de que si no están interesados en la explotación directa, ni en la mejora de la misma, sí lo estarán en la actualización de la renta aunque sea a base de una mayor exacción sobre el trabajador20 . Por tanto el sistema de trabajo habitual es el arrendamiento. Así, siguiendo de nuevo el Catastro, podemos afirmar que de los 17.044 marjales de la vega de Motril, el 62% del total, estaban arrendados, correspondiendo a la nobleza el 30% del total de los arrendamientos y a la iglesia otro 18%. En marjales, los grandes propietarios salen de las filas de la nobleza o las instituciones eclesiásticas:

20. Es clarificadora la imagen que nos deja Manuel de Moñino (Op. cit.) cuando visita la costa a fines del siglo XVIII: “es espantosa la decadencia en la que se hayan casi todos los pueblos de la Costa del Reyno de Granada, y tal que parece increíble que los cerros despoblados, los valles desiertos y los campos ahora áridos de Motril ,Almuñécar y Salobreña ,y demás pueblos hayan sido capaces de la fertilidad y abundancia de que es fama gozaron aquellas miserables ciudades”.


Conde de Bornos (Madrid) Convento de la Victoria Marqués de Algarinejo Marqués de Valera (Madrid-Valencia) Monasterio de Cartuja (Granada)

3.050 1.774 1.176 2.036 1.051

Simón de Victoria y Ahumada es el único responsable municipal que presenta patrimonio similar al anterior con 1.238 marjales. En definitiva, el 1% de los propietarios posee el 23 % del total de la tierra, lo que nos da una idea del nivel de concentración al que se llegó y de la importancia de los grandes terratenientes, aunque el origen de esta acumulación de capital sea muy diverso. Así el conde de Bornos tiene como origen de sus propiedades la ocupación cristiana de la costa y las incrementa con la expulsión de los moriscos. Su propiedad a estas alturas es vinculada y absentista y se completa con la posesión de bienes inmuebles e industrias: treinta casas, corrales, tiendas y mesones, ingenios, horno, molino harinero, las salinas de Trafalcasis y varios hornos de ladrillo. Las propiedades de la condesa de Valera presentan el mismo origen: la conquista y la expulsión de los moriscos. El convento de la Victoria posee 650 marjales pertenecientes a la colegiata, siendo el total de su patrimonio de 1.774 marjales de los que 1.540 están en Motril y el resto en Lobres. La mayor parte tienen su origen en donaciones o en aprehensión de suelos recientes (en torno a un 46 % del total). La forma de explotación de estas tierras es a través del arrendamiento. Las propiedades del monasterio de la Cartuja de Granada se conforman de manera similar, aunque sus tierras se trabajan mediante la explotación directa. El patrimonio de los Vitoria tiene su origen en la repoblación y en la compra de bienes procedentes de los moriscos, sus tierras son de explotación directa. Lógicamente el número de arrendatarios; es decir, campesinos sin tierra, tenía que ser elevado, en torno al 60% mayor al censo de propietarios, según el Catastro. Aunque a veces fueran al mismo tiempo propietarios y arrendatarios, el grueso de arrendatarios está compuesto por colonos sin tierra, el 85% del total, que trabajan el 45% de la tierra de la Vega de Motril21 .

LA PRODUCCIÓN AZUCARERA Ya hemos indicado que la actividad económica de Motril y de toda la costa giran fundamentalmente en torno a la producción azucarera, pero a pesar de la íntima interrelación entre la tierra y los ingenios, lo normal era que los propietarios de ambos fueran personas distintas, de forma que la propiedad de la tierra responde a la necesidad de optimización de la renta agraria precapitalista, y la propiedad de los ingenios por el contrario a la necesidad de realizar el interés de comerciantes que no controlan los medios de producción. La creación de ingenios es una actividad extraordinariamente rentable, se podían amortizar con los ingresos de una década22 , lo que hace que aparezcan como propietarios tanto órdenes religiosas, como comerciantes o nobles, normalmente absentistas y por tanto desvinculados absolutamente de la ciudad. Los arrendadores o aviadores sí suelen ser motrileños o al menos granadinos, que además de obtener beneficios pueden dar salida a su propia producción cañera; en todo caso, burgueses. Su intención primordial es la de incrementar su patrimonio agrario, la mejora del sistema industrial no entraba entre sus objetivos, con lo que no existió nunca una posibilidad de

Piñar Samos, J. Op. cit. 1995. 22. Domínguez García, M. Ingenios y trapiches azucareros en Motril. En: Monografías de la Costa Granadina 1. Grupo de Estudios de la Costa Granadina. 1991. 21.

El cruce del río Guadalfeo por el Tajo de los Vados sería más o menos así. Las comunicaciones eran extraordinariamente malas.


Recreación del Ingenio de La Palma. Los rendimientos de los ingenios y trapiches generaban grandes fortunas. La tecnología usual utilizaba molinos de dos cilindros horizontales, o tres verticales.

mejora del sistema productivo. En casi tres siglos apenas renovaron las máquinas, ni las técnicas industriales, ni se preparó el sistema para un mercado más abierto. Las quejas de los productores de cañas ante las malas condiciones de las fábricas y lo defectuoso del proceso de elaboración del azúcar son frecuentes a lo largo de toda la Edad Moderna, pero más específicamente a lo largo de todo el siglo XVIII. Es además un hecho que constatan cuantos visitan la zona, ya sea Simón de Rojas Clemente o Manuel de Moñino, entre otros. Así hubo muchos ingenios en Motril, pero pequeños y poco dotados, que trabajaban siguiendo prácticas gremiales en la adjudicación de los elementos básicos de la producción, ya sean la leña, como hemos visto antes, ya sea la materia prima, con lo que, en la práctica, no había competencia. Utilizaban una gran cantidad de mano de obra, que Manuel Domínguez estima en torno a mil por ingenio23 y que procedían de casi toda Andalucía aunque especialmente de la Alpujarra. El impacto que supuso el incremento de los salarios de estos trabajadores a lo largo del siglo XVIII sobre la crisis cañera de la segunda mitad no está suficientemente estudiado aunque existan referencias de ello24 . A principios del siglo XVIII perviven 6 ingenios: Toledanos, Pataura, Trapiche, La Palma, Nuevo y Viejo, pero las dificultades de la Guerra de Secesión y las coyunturas agrícolas hacen que en 1.723 quedan reducidos a 5. El Catastro hace la distinción entre trapiche, dos, e ingenios reales arrendados, otros dos. Lógi-

camente la crisis del cultivo acarrea la de los ingenios. En 1.770 ya sólo quedan tres y a principios del siglo XIX dos que no trabajan más que ocasionalmente. Simón de Rojas Clemente nos dice que existían al menos ocho ingenios, pero que en el momento en que él realiza su trabajo sólo queda uno y que estima que la tierra destinada a cañas son 80 marjales. Estos ingenios generaban actividad para 14 establecimientos de blanqueo de azúcar y dos fábricas de cuajar azúcares quebrados. Ni decir siguiera que buena parte del comercio tenía también su base aquí. Si tomamos como referencia la producción de formas (cada una pesa 2,5 arrobas) el resultado es el mismo: Para los años 1.722-1.729 da Colmeiro una producción Global de 557.572 pilones, es decir una producción media anual en torno a los 70.000 pilones. En 1.730 baja a 40.000 pilones y en 1.734 llega sólo a 35.662. La producción debió mantenerse en estas sobre poco más o menos durante toda la primera mitad del siglo XVIII con la excepción de los recurrentes años de malas cosechas; así en 1.745 se calcula en 45.000 pilones, 52.292 en 1.749, 53.295 en 1.750 y 46.690 en 1.752 obtenidas de 12.368 marjales. A partir de esta fecha la producción conoce un descenso acelerado, en 1.753 ya no alcanza los 15.000 pilones, en 1.755 son 9.692 y en 1.766, 6.000. En 1.770 se produce un ligero incremento por encima de los 10.000 con una extensión cultivada de 5.284 marjales, pero un año más tarde cae hasta las 6.000 y continuará bajando. En 1789 nadie quería hacerse cargo de los ingenios motrileños.


A fines de siglo la caña de azúcar deja de existir como producto económicamente relevante. En 1.799 sólo funciona un ingenio mientras que el resto está arruinado. Finaliza así el ciclo tradicional del azúcar que, momentáneamente, es sustituido por el algodón y la actividad productiva debe adaptarse a esta nueva realidad, con productos y mercados nuevos.

LA POBLACIÓN Las informaciones que tenemos transmiten la idea de una sociedad profundamente empobrecida conforme avanza el siglo. El componente fundamental son los colonos y jornaleros que en la segunda mitad del mismo, se van a ver azotados por la crisis del monocultivo azucarero, por una serie de epidemias, por la coyuntura bélica finisecular que dificulta el abastecimiento y por una hambruna persistente que se ceba en las capas más bajas de la sociedad que incluso serán perseguidas cuando corten cañas para chuparlas. Las vinculaciones entre crisis agraria y crisis demográfica, parecen fuera de toda duda, sin que a veces se tenga claro qué es primero. Las epidemias palúdicas son frecuentes (1751, 1763, 1785 y 1793), afectan sobre todo a los jornaleros venidos de fuera que malviven en condiciones infames y se refuerzan con crisis agrarias puesto que las actividades agrarias salen muy mal paradas por la falta de brazos y por la huída masiva de personas de todo tipo y condición que esperaban que pasara, a costa de grandes pérdidas. El Catastro de Ensenada nos informa de una población motrileña que en el año 1.752

tiene 1.839 vecinos, es decir, es cifras por debajo de los 9.000 habitantes, que convierten al Motril de entonces en la ciudad costera más poblada de Granada, en uno de los momentos de máximo desarrollo económico al calor de la producción azucarera. Por la misma fecha Almuñécar contaba con 642 vecinos, Salobreña con 240, Molvízar 230, Vélez 270, Gualchos 230, Ítrabo 212, entre otros. Entre 1779-98 el diccionario Geográfico de Tomás López, nos la da cifra de 2.000 vecinos, cifra que viene a repetir Manuel de Moñino en 1.788, lo que indica claramente un periodo de estancamiento demográfico en íntima relación con las dificultades económicas del momento25 . Sobre el comportamiento y la composición de esta población no tenemos datos fiables para Motril, utilizaremos como otras veces los de Almuñécar que esperamos no sean ser muy distintos26 , aunque admitimos que es un tema que merece más investigación: La población masculina, siguiendo siempre los datos del trabajo ya citado, sería algo mayor que la femenina, lo que implicaría por un lado la existencia de unas condiciones sanitarias infames en las que la mortalidad perinatal alcanza cifras muy elevadas y por otro el mayor cuidado que los niños reciben en relación con las niñas y que se traduce en la mayor pervivencia de los primeros, ello a pesar del alto índice de viudedad (22%). El 42 % de la población sería menor de 20 años, por tanto una población tremendamente joven con un índice de esperanza de vida bajo. El índice de soltería también sería alto, afectando en su mayor parte a los jornaleros, comportamiento demográfico que encontramos en otras zonas de Andalucía y que lógicamente

Domínguez García, M. Ibidem. p. 17. Clemente Rubio, S. Op.cit. “Pero contra la continuación del cultivo de las cañas hay que los jornales se encarecen demasiado, siendo preciso emplear muchos brazos en sazones determinadas…”. 25. Los cálculos de Nicolás Antonio Fernández Fernández para el caso de Almuñécar (Op. cit.) permiten establecer un módulo de personas por vecino de 3,4 aproximadamente, bien es verdad que otros muchos autores, grandes especialistas de la época, como Ruiz Almansa que recomienda un módulo entre el 3,4 y el 5,1, Braudel el 4,5 , Carande el 5 , etc . Mi idea general al tenor de otras investigaciones realizadas en los pueblos de la comarca, me inclinan a pensar que los datos se pueden relacionar mejor con el primer dato, primero porque este autor los referencia para Almuñecar, partiendo de las actas documentales, y seguramente el comportamiento demográfico de esta población no podría ser muy diferente de los pueblos vecinos, y después porque el resto de características demográficas tienden a hacerme pensar en un comportamiento demográfico bastante menos dinámico desde el punto de vista de la natalidad sobre todo, no obstante aceptaré el dato usualmente dado de unos 9.000. habitantes para Motril. 26. Fernández Fernández, N. A. Op. cit. 2004. 23. 24.


tiene que ver con la precariedad en los medios de vida del sector más bajo de la sociedad que ni siquiera puede asegurar el sustento de su familia. La edad matrimonial, superior a los 20 años para las mujeres, algo más para los hombres, también suele ser general en sociedades preindustriales en las que la vinculación con la tier ra hace que la formalización de una familia sólo se pueda realizar a partir de la recepción de la herencia, es decir, cuando los individuos dejan de trabajar para sus padres y se convierten en cabezas de familia. Finalmente, el número de hijos por familia, al menos en el caso almuñequero, sería de 1,8 lo que no supone una cifra excesivamente elevada, seguramente por una alta mortalidad infantil, que estaría además en concordancia con la edad tardía de contraer matrimonio. Las tasas de crecimiento no pueden ser, por tanto, muy elevadas y estarán afectadas por las crisis periódicas, lo que explicaría el estancamiento demográfico en la segunda mitad de siglo. (17-8)

El castillo de Carchuna es la estructura más relevante de las obras de refuerzo del litoral costero granadino para contrarrestar los ataques piráticos.

LAS COMUNICACIONES Calificar la situación de los caminos andaluces en el siglo XVIII como lamentable, sería seguramente excesivamente suave. La creación de

la Junta de Caminos del Reino de Granada supondrá un nuevo intento, también frustrado, por parte de las autoridades ilustradas de remover uno de los principales obstáculos a la producción, aunque se van dando unos mínimos pasos. En la primera mitad del siglo, el aislamiento de Granada con relación a la Costa y a las Alpujarras es casi total; en la segunda se abre una vía por el valle de Lecrín, a partir de aquí poco o nada se hizo. Por lo que respecta a los caminos litorales, las intervenciones son aún menores. Desde Casares a Adra, intransitables caminos incluso para animales, suponen un problema de gran magnitud. Desde un punto de vista local, considerando que Motril es el centro comarcal, la evolución motrileña afectará de forma importante a la de la comarca. Casi todos los cronistas destacan la dificultad orográfica, como obstáculo fundamental para la creación de unos caminos adecuados en la comarca, pocos recuerdan que el peligro pirático durantes los siglos XVII y XVIII hizo recomendable, al menos desde la perspectiva de la monarquía, la ausencia de caminos transitables que pudieran permitir una rápida penetración desde la costa hacia el interior. La costa queda fuera de cualquiera de las rutas principales de comercio, ningún camino carretero cruza la comarca, ni la comunica con ninguna otra parte hasta bien entrado el siglo XIX.


Los caminos que se adentran en esta comarca se basan en el uso de herradura; es decir, no son aptos para la utilización de carros o transporte similar. Las comunicaciones entre estos pueblos son igualmente acordes con la tipología del terreno, agreste y escarpado, por el que discurren innumerables corrientes de agua , casi siempre de manera irregular …Lo que conlleva, salvo en escasos tramos cercanos a las localidades, trazados tortuosos e irregulares presentando a veces un auténtico peligro para la integridad de personas y animales “ (…) viendo que los tres caminos Reales que salen de esta ciudad de Levante , Poniente y Mediodía eran los únicos para el tráfico de éstas costas, y que no lo eran y sí propiamente trochas, veredas y despeñaderos…), afirma el vicario de Almuñécar en 1789 Antonio Gutiérrez Medina. Lógicamente, la mala red de caminos afectará al desarrollo económico y comercial de la comarca. Al mismo tiempo mediatizará también en gran medida los recursos aportados para la alimentación de sus habitantes y que las posibilidades de comercialización no existan. De acuerdo con los datos de Escribano Razola, solamente se encuentra un camino de herradura de Almuñécar a Motril y que sube hacia Pi-

27.

nos del Valle y Dúrcal. Otros dos caminos de herradura que ni siquiera se detallan en los mapas oficiales de la época por ser seguramente senderos peligrosos, comunican la costa con el interior: • Uno procedente de Adra, asciende hasta Albuñol, continuando hacia el NW en dirección a las Albuñuelas. • Otro sale directamente hacia el norte en dirección a las Albuñuelas. Únicamente se pueden considerar vías de tránsito útiles los dos caminos carreteros interiores que se habían acondicionado desde Motril hasta Vélez de Benaudalla y Calahonda. Ambos, realizados con el fin de pudiesen llegar hasta Motril los diversos artículos y subsistencias para la población puesto que eran la panadería y el puerto de Motril. Los problemas que esta estructura viaria generan son permanentes y persisten a lo largo de todo el siglo27 : • La precariedad de los trazados consolidados, ya que si era complicada su construc-

Ayala Carbonero, J. J. Motril durante la guerra de la Independecia. Tesis doctoral sin publicar.

El acceso al Castillo de Carchuna se hace por su lado norte. La fachada contraria a la línea de costa por la que se realizaría el posible ataque pirático.


todo en la segunda mitad del siglo, la repetición de sequías, malas cosechas y hambrunas hacían su situación muy precaria y la prestación de jornadas de trabajo exigidas para el mantenimiento de infraestructuras, ponía en peligro la subsistencia propia o de su familia. La penuria de los caminos obliga a que las actividades comerciales deban utilizar una vía alternativa. El transporte por mar será la alternativa más viable y las actividades de cabotaje las más usuales a partir de los distintos fondeaderos existentes en la zona, puesto que puerto tampoco existía: Motril disponía del seguro fondeadero de Calahonda y del Varadero; Salobreña por su parte, tenía un fondeadero en la Caleta, a partir de aquí serán los arrieros quienes distribuyan las mercaderías en el resto de la comarca.

ción casi más lo era su conservación, puesto que lo normal era la compactación de tierra con escasa vegetación, en donde los elementos de ingeniería no tenían presencia y que se encontraba siempre a expensas de los derrumbes y los desplazamientos de laderas. El firme es tierra compactada y los escasos puentes carecen de fábrica y eran barridos en tormentas y crecidas. Todos los caminos que salen desde Vélez a Granada (de la Solana y de Pinos) necesitan vadeadores cuando llegan al Guadalfeo.

Mapa comarcal del siglo XVIII con el desarrollo de los caminos de entonces.

• La persistencia de los problemas financieros y técnicos, puesto que tanto el mantenimiento como la mejora corren a cargo de las escuálidas arcas municipales con la colaboración, muchas veces forzada, de los habitantes.

La ensenada de Calahonda fue utilizada en el siglo XVIII como puerto de Motril. Mapa de Francisco Coello (1852).

• Continuas protestas vecinales por las aportaciones materiales o pecuniarias que se les exigía y teniendo en cuenta que, sobre

En cualquier caso tampoco la navegación supone una vía segura de comercio de los productos al menos durante buena parte del siglo, toda vez que estaba sometida al mal endémico de la piratería berberisca, reforzada en determinadas coyunturas con la presencia de buques británicos, como por ejemplo durante la guerra de Sucesión . La visita del mariscal Bucarelli y Ursúa, ante las quejas de los concejos locales, supondrá un alivio momentáneo de la situación ya que se repararán estructuras defensivas muy deterioradas y se construirán otras como el castillo de Carchuna, terminado en 1783, y el del Varadero, al tiempo que se reorganizan los sistemas defensivos. En cualquier caso la eliminación del problema pirático tendrá más que ver con los acuerdos de paz con Marruecos en 1767 y con los turcos en 1782 que con el desarrollo de estas estructuras defensivas, por otra parte desmanteladas en la guerra de Independencia.(20-21)

LAS ACTIVIDADES COMERCIALES Son propias del Antiguo Régimen. La Junta General de Comercio controla las relaciones comerciales cuyo ámbito de realización es el gremio y aunque existan productos procedentes de los mercados internacionales, las transacciones más interesantes, por cotidianas, se producen en torno a la alhóndiga. No existe homogeneidad de pesos y medidas lo que da


pávulo a continuos abusos de suministradores siendo la escasez o las irregularidades en el peso de la mercancía, moneda corriente. A esto hay que sumar la situación de privilegio de las que se benefician el personal de marina y sus familiares sobre todo en relación a la actividad portuaria. Pero el problema determinante del comercio en la zona es la incapacidad para hacer frente a los suministros necesarios para toda la población que producirá frecuentes episodios de hambre, enfermedad y sobremortalidad en la ciudad. Hay una permanente penuria de alimentos básicos que se deriva de la monoproducción azucarera y que se relaciona también con los periódicos ciclos de malas cosechas. La exis-

tencia de una amplia población monetarizada, obligada por tanto a vivir al día, lleva implícita la miseria permanente y el hambre ante cualquier oscilación a la baja del precio del monoproducto o ante una mala cosecha, si no se trabaja no se come. Lo mismo sucede cuando la oscilación no afecta al azúcar sino al trigo o al maíz a pesar de los evidentes esfuerzos y gastos que el ayuntamiento realiza en mantener las reservas del pósito. La carencia se extiende también al aceite, carne, leña, jabón, etc. La preocupación de la población y del cabildo es permanente, no dudando este en acudir a soluciones especiales: se reúnen en días de fiesta o por la noche , algo impensable en la época, cuando la situación es insostenible y dichas reuniones no son extraor-

Mapa de Tomás López (1795).


dinarias; se prohíbe la exportación de granos y harinas, medida propia de las economías cerradas del Antiguo Régimen y que en este caso tiene más un efecto simbólico que real; se hacen usuales las compras de maíz o trigo por parte del ayuntamiento y a costa de las arcas municipales, y finalmente, se procedían a adelantos de fondos por parte de particulares adinerados cuando la situación era insostenible. Aunque poco se hace cuando los casos claros de especulación de víveres aparecen, o cuando la situación de la hacienda es de permanente quiebra por la falta de los pagos de los arbitrios a la actividad comercial, de la que son responsables los propios comerciantes, controladores de las estructuras sociales y políticas de la ciudad.

LA CIUDAD DE MOTRIL

De izquierda a derecha:

La casa Ruiz de Castro y la de Vinuesa son dos magníficos ejemplos de construcción señorial motrileña del siglo XVIII. La primera amenaza ruina y sería lástima que se perdiera; la segunda parece en buen estado, aunque reformada.

A principios del siglo XVIII Motril es una pequeña villa desarrollada en torno a la actual Plaza de España, quedando todo el casco urbano protegido por los restos de una muralla defensiva que al parecer no fue capaz de sobrevivir a comienzos del XIX y de la que queda el nombre de una calle en la actualidad. De ella, Madoz refiere la existencia de “un lienzo de pedruscos de 76 varas de longitud y cinco palmos de

espesor, que acababa en 1830 en la puerta de Castell de Ferro”, así como un postigo, el de Beas, y una denominada Puerta de Granada. En torno a este núcleo, un entramado de callejas y de plazuelas que ordenan, por decirlo de alguna manera, un conjunto de unos 2000 edificios entre los cuales podemos encontrar 11 edificios consagrados al culto, dos a beneficencia, 5 del municipio, un cuartel, 22 huertas dentro del entramado urbano, 5 casas de cuatro pisos, 139 de tres, 689 de dos y 33 casas en ruina. Esta geografía urbana es fruto de una reglamentación estricta que acaba uniformando la fisonomía de la ciudad sobre la base de un edificio con corral al que vierten las aguas pluviales y al que se arrojan las pocas basuras, que tiene que adaptarse en altura a las colindantes aunque sin respetar el número de pisos. La imagen usual es, por tanto, la de un conjunto de edificaciones de baja altura, con una planta o a lo sumo dos, utilizándose esta última para secadero de seda, algodón, etc. Junto a éstas, algunos palacetes de familias de cierta importancia y sobre todo, un volumen importante de chozajos y casetas de escasa resistencia e infames condiciones de vida, utilizando todas ellas la Acequia Gorda como principal suministro de agua para regar o para beber.


El siglo XVIII le dará a Motril definitivamente la capitalidad comercial y administrativa de la costa granadina. Felipe V la distingue en 1710 con el título de «Muy Noble y Leal». La ciudad cuenta a finales de siglo con casi 10.000 habitantes a pesar de la evidente crisis agrícola. El ritmo de construcción, lógicamente, se ralentiza, pero aún se realizan algunas obras muy conocidas en la ciudad, la inmensa mayoría de carácter religioso, puesto que la disminución de las rentas del azúcar disminuye también el interés y los recursos de los poderosos para dedicarlos a casas y palacetes, aunque se construyan todavía la casa de la condesa Torre-Isabel, el palacio Ruiz de Castro, la casa Vinuesa o la primitiva casa Moreu. Pero, como decíamos, serán las fundaciones religiosas las más importantes, impulsadas tanto por algunas órdenes religiosas como por figuras religiosas tan importantes para Motril como el Cardenal Belluga. Así se construye la ermita de las Angustias en 1704; en 1717 se funda el convento de Nazarenas en la casa de Gaspar de Paniza; gracias al patrocinio del Cardenal Luis de Belluga y Moncada se erige la capilla de los Dolores, obra del buen arquitecto granadino del barroco José de Bada en 1738, seguramente la obra de más calidad de las existentes en la ciudad y hoy, desgraciadamente desaparecida; la capilla del Sagrado Corazón de Jesús pagada por la cofradía del Espíritu Santo

en 1.750; se reconstruye la capilla del hospital de Santa Ana en 1.764; la capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno con su camarín y su sacristía construida en 1767 y pagada por su cofradía; se amplia la Iglesia Mayor en 1.783 con una nueva nave que sustituye a la edificación militar existente en el testero sur. De este siglo son también la ermita del Señor de Junes, San Nicolás de Bari y la desaparecida de San Caralampio. Nuevos barrios van ampliando el espacio urbano: el de La Esparraguera, Las Angustias y San Antonio y crece enormemente el de Capuchinos. Ya en la segunda mitad de siglo, el centro urbano bascula de forma definitiva hacia la Calle Nueva, siendo el eje comercial y social la calle Catalanes, conformada por comerciantes de ese origen que se instalan en Motril al calor del desarrollo del cultivo algodonero que tendrá en las hilaturas catalanas su mercado principal.

LOS INTENTOS DE MODERNIZACIÓN:

LA ILUSTRACIÓN Y SUS PROPUESTAS ECONÓMICAS

La época de cambios que comienzan en el país con la llegada al poder de Carlos III, tendrá su episodio también en nuestra comarca al menos hasta que el miedo a la Revolución France-

Solar donde estuvo ubicada la capilla de los Dolores diseñada por el arquitecto José de Bada (1738). Seguramente ha sido la mejor obra de la arquitectura religiosa motrileña. Desapareció durante la Guerra Civil debido a la explosión del polvorín que había en su cripta (21 de Enero de 1938). La Calle Catalanes. La muralla que discurría por esta calle fue derribada en 1747 utilizándose sus piedras para construir una iglesia para el colegio de Jesuitas, también hoy desaparecido.


sa, la invasión napoleónica y la monarquía de Fernando VII, interrumpan de forma abrupta los intentos modernizadores del Estado. El instrumento de aplicación de esta política será las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País (RSEAP). En ellas se integra una buena parte de los elementos más conspicuos de la burguesía local, junto a los elemen-

tos más avanzados del clero y de algunos burócratas, aunque su labor es meramente teórica, sin capacidad de intervención directa. Están enfocadas a la determinación de los obstáculos que impiden el desarrollo de la economía, a la elaboración de propuestas de superación y a la publicitación de estas propuestas, fundamentalmente asesorando a los gobiernos locales. En nuestra costa, el ambiente para las RSEAP era muy propicio: debido a la crisis de la caña, los gobiernos locales y buena parte de los productores relacionados con este cultivo, vieron en estas sociedades una posibilidad viable de encontrar remedios a la crisis o al menos de buscar soluciones alternativas. La RSEAP de Almuñécar se constituye en 1778 y la de Motril en 1786 “con el fin de poner término a la decadencia económica, a la miseria y al elevado número de mendigos existentes en la población”, centrándose especialmente en los remedios a la decadencia de plantaciones e ingenios.

La fachada del Ayuntamiento de Motril, de diseño clásico, se termina en el siglo XVIII como acreditan las cartelas laterales de la puerta (detalle).

No obstante, a la larga, la incidencia de estas sociedades sobre las actividades cotidianas fue muy escasa, tanto por su escasa capacidad de incidencia, como por los obstáculos que se fueron encontrando. Recordaremos, por ejemplo, los intentos de creación de una escuela de agricultura por parte de uno de los más importantes miembros de esta sociedad, Fray Pedro de Torres, para que pudiera producir una mejora sustancial de las técnicas de cultivo, puesto que según él, sólo una adecuada instrucción de los agricultores podía invertir el proceso de deterioro de la producción azucarera, aunque tal vez las muy ácidas críticas que vertió sobre los usos y costumbres de sus paisanos le atrajeron la enemistad activa de buena parte de los propietarios y de los campesinos llanos. La respuesta del Concejo de la ciudad a la propuesta del clérigo es clara:” esta entiende, así como todos sus vecinos que la escasez de cosechas que se experimenta y en que conviene con el P. Torres depende precisamente de la injuria de los tiempos y no de las labores poco acertadas que se dan a las tierras, al mismo tiempo está en la inteligencia que a aquellos labradores no le falta el conocimiento preciso para el cultivo de ellas”28 . Salieron de la RSEAP propuestas razonables que elevaron a los poderes centrales a los


que solicitaron una participación decidida: insistieron en la necesidad de rebaja de las fiscalidad del azúcar, de un mayor control del proceso industrial que rompiera la dicotomía existente entre los aviadores y los productores, de la protección del mercado respecto de la competencia del mercado portugués, americano y finalmente, la creación de un montepío de cosecheros. Cuando finalmente aparezca como opción el cultivo del algodón, impulsarán también decididamente el nuevo cultivo y plantearán la necesidad de crear estructuras fabriles para incrementar las plusvalías. Pasaron también por aquí importantes ilustrados foráneos que hicieron su propio diagnóstico de la situación que fue generalmente asumido por las propias sociedades. Tal vez será Manuel de Moñino que en 1788 envió un informe muy interesante a su primo el Conde de Floridablanca, el ejemplo más claro de estas personalidades. En él se describe la situación de la comarca en términos de gran necesidad (ver nota 20) y vincula su decadencia a la crisis cañera, las deficiencias industriales y los desmanes del río, aunque introduce algunos matices nuevos y de cierta clarividencia. Por ejemplo: “2º- El proporcionar fondos con que aviar, como allí dicen, las Máquinas o Yngenios que hai utiles, reparar los que caminan a su ruina, y ayudar á los labradores por el buen logro de sus Cosechas…3º- Sujetar dentro de cauce determinado y permanente…el impetuoso Guadalfeo que tiene inundadas las cuatro vegas de Motril, Salobreña, Lobres y Pataura… 4ºObligar a los dueños de las tierras de todos aquellos pueblos… planten precisamente de viñas, higuerales y almendrales los cerros y montes, con cuyo arbolado tendrán leña para el consumo de los Yngenios… 5º- … que se habilitase un puerto para el comercio de Yndias y de los Estrangeros… 6º-… que se construya un puente sobre el rio…. Es decir, que introduce la necesidad de mejora en las infraestructuras como elemento necesario para el progreso económico, lo que a fin de cuentas es una novedad. Un tercer pilar de la actividad ilustrada de la zona lo forman sectores de los poderes locales que son los que a fin de cuentas llevaron a cabo las escasas reformas, así por ejemplo ocurrió durante el mandato del brigadier D. Jaime More-

28. 29.

no, gobernador político y militar de Motril en 1798 que, además de la promulgación de bandos sobre moral, salubridad y ornato de la ciudad, intenta potenciar la actividad económica.

ALGUNAS NOTAS SOBRE LA ACTIVIDAD POLÍTICA La comarca se mantuvo al margen de los grandes acontecimientos políticos de la época con la casi única excepción de su participación al lado del bando Borbón en la Guerra de Sucesión, que Felipe V reconocerá concediéndole el título de “muy noble y leal ciudad de Motril” en 1.710, prometiéndole además, privilegios y mercedes, en virtud de su contribución en relación con el suministro de hombres y el control y defensa de las costas de la zona ante los ingleses. Por lo demás, es el paso de los diferentes gobernadores políticos y militares los que van marcando un poco el ritmo político. Algunos como el mencionado Jaime Moreno, porque intenta transformar la ciudad introduciendo mejoras; otros como el caso de José de Trell porque el propio ayuntamiento aprueba un acuerdo en el que se “dan las gracias al Altísimo por haberse llevado al Reino de la Eternidad “ a dicho sujeto, en el que además se nos informa de su permanencia al frente de tal cargo durante “treinta y un año y diez meses y tres días”, contados así, como si hubiera sido una condena porque “ha dejado a esta ciudad, a su dilatada y opulentísima vega, a su aseo y ornato público y a quanto mantener para su satisfacción y correspondencia de este vecindario, en la mayor injuria y miseria y en tan lastimoso estado que no será extraño llore Motril en algunos siglos tan lamentable tragedia sin haber tenido más consuelo que el conocer haber sido voluntad del Divino Juez para castigar nuestros pecados …”29 . El nacimiento en la ciudad del Cardenal D. Luis de Belluga y Moncada, será un acontecimiento también importante, y no tanto porque el hombre fuera cardenal, sino sobre todo porque intentó siempre remediar, en la medida de sus posibilidades, los males que aquejaban a su

Expediente acerca de la creación de una escuela de Agricultura en Motril .175. A.R.CH. Granada, 321. 4393.1 V. V. A. A. Colección documental para la historia de Motril. p. 161. 1983.


El Cardenal Luis de Belluga y Moncada es uno de los prohombres más importantes que dio nunca Motril. El Santuario de la Virgen de la Cabeza entre finales del siglo XIX y comienzos del XX.

patria chica. Sus actividades fueron variopintas y generalmente bien intencionadas, abarcando varios sectores. Por un lado, en el ámbito estrictamente religioso, embellece su Iglesia Mayor con la construcción de la antes citada capilla de los Dolores y la elevación de su categoría convirtiéndola en Colegiata Insigne tras un pleito con la iglesia metropolitana en 1.748. Por otro, en el ámbito social, creó un nuevo pósito al servicio de los agricultores aunque no llegará a funcionar todo lo bien que cabía esperar y fundó un colegio, S. Luis Gonzaga, regentado por los jesuitas que será tal vez su obra más importante y la que más perduró. Se pensó para


educar, además de a los parientes del cardenal, a los jóvenes de Motril sin recursos que no pudieran pagarse unos estudios. Hay otros motrileños también ilustres que salen del ámbito de la burguesía y que intentaron mejorar las estructuras motrileñas: los Iluminati, Diego de Burgos o el propio Fray Pedro de Torres irán preparando el camino para Javier de Burgos y los motrileños que ayudarán al desarrollo del sistema liberal en España,

que tendrán su importancia cuando el azúcar, bajo planteamientos, esta vez sí, claramente capitalistas, conozca una nueva edad de oro y genere en torno a sí una nueva ciudad y unas nuevas formas no exentas tampoco de fuertes contradicciones.


MOTRIL EN ÉPOCA CONTEMPORÁNEA JUAN JOSÉ AYALA CARBONERO


Las

páginas siguientes tratan de compilar la evolución de nuestra sociedad motrileña de los últimos doscientos años, de cómo se ha transformado. Quieren ser un análisis sucinto donde, ese espacio agrario, disputado y anhelado, a pesar de las crisis cíclicas que sufre, va dando paso, (quizás con una tendencia de siglos atrás), al desarrollo de una ciudad de servicios. Algo con lo que, estemos de acuerdo o no, parece asociarse el nombre de Motril y el de sus habitantes. El comienzo de una nueva centuria, el siglo XIX, se abre con un prólogo bastante inquietante, la crisis en la que ha vivido la sociedad motrileña del siglo XVIII. Por eso, tras la descripción de esa lamentable realidad, de sus gentes, sus edificios y sus calles en páginas anteriores, no nos queda más remedio que hacer algunas consideraciones previas. En primer lugar, el espacio geográfico en el que nos movemos, el delta del río Guadalfeo y las estribaciones de las sierras de Lújar y el Conjuro, han enmarcado un territorio en continuo crecimiento. Los sedimentos que arrastran las grandes riadas van colmatando el tramo costero, desde Calahonda hasta Salobreña. Lo cual nos recuerda la alta deforestación a que se encuentran sometidos estos montes cercanos y el impacto que sobre el medio ha producido la sobreexplotación de los mismos para alimentar con leña los hornos de ingenios y trapiches azucareros. Un territorio que, por otra parte, tiene una importante proporción de su superficie inutilizada, bien por la posibilidad de que las avenidas de agua las inunden, bien porque se encuentran completamente encharcadas, con el consiguiente riesgo para la población como foco de enfermedades.


Sin duda, la cuestión que más preocupa a vecinos y autoridades son las secuelas de la peste y otras enfermedades endémicas, ya que tienen un contagio rápido y suponen una mortandad importante. (De ahí que los cordones sanitarios, el control de los viajeros, ganados y mercaderías en los accesos a la ciudad sean imprescindibles; junto con el enterramiento adecuado de los muertos, lo cual no fue posible hasta bien avanzado el siglo XIX). No debemos olvidar que ya, en este entorno geográfico habitan a comienzos del siglo XIX más de dos mil vecinos o familias, que suponen unas 9.000-10.000 personas.

De izquierda a derecha:

Autos para que los agricultores arranquen las zocas de las cañas. (Archivo Municipal de Motril, leg. 30, pza. 23, f. 1) Propuestas para la creación de un nuevo cementerio en Motril (Archivo Municipal de Motril, leg. 440, pza. 16, f. 2.)

Vecindario cuyo horizonte a lo largo de su vida no va más allá del río Guadalfeo, la vega y las estribaciones de la Sierra de Lújar. La mayoría de nuestro vecindario hace 200 años, si bien solía tener un conocimiento exhaustivo de este espacio cercano, apenas contaba con medios para dirigir sus miras más allá de ese río o de las últimas estribaciones de esos montes próximos. Realidad que se asociaba con un poderoso aliado: la falta de comunica-

1.

A.M.M., Colección Burgos, leg. 4, pza. 46.

ciones en la costa granadina. Los gobernantes, desde una perspectiva de defensa del territorio, ya desde el siglo XV, anularon los posibles accesos que, desde la costa, permitiesen el acceso hacia Granada, para eliminar cualquier agresión. Además, como ya se ha mencionado con anterioridad, los ataques piráticos de muy diversa procedencia hacen que, todavía en 1805, se mantenga una normativa donde personas y ganados se deben resguardar más allá de ¼ de legua de la Costa1 . Precisamente para prevenir cualquier posible aprovechamiento delictivo. Realidad que se unía a la inseguridad manifiesta de esas veredas. Lo escarpado del terreno hacía que delincuentes de todo tipo arrebatasen pertenencias y vidas a los viajeros, que se encontraban con escasa protección por parte de las autoridades. (Era necesario portar armas, para defenderse, o llevar personas contratadas para ello, los conocidos como escopeteros). Junto a lo anterior, no debemos olvidar que el contrabando era un hecho frecuente, favo-


un puente, apenas iniciadas, se las llevó una de las múltiples crecidas de ese río que había que salvar en barcazas).

recido por la falta de control del territorio y lo escarpado del mismo. (Tan continuos son los movimientos interiores de mercancías, como la carga y descarga que contrabandistas ingleses, marroquíes, holandeses y otros, desarrollan en estas costas2. Y es que, aunque a finales del siglo XVIII se hizo una profunda remodelación de los edificios defensivos y de control costero (torres, baterías, castillos, estancias); la verdad es que ya a principios del siglo XIX su estado de conservación es lamentable, faltándoles a algunas, hasta la puerta que cierra el recinto3. Porque nos encontramos ante un territorio, carente de caminos carreteros, donde los pocos accesos que existían eran las veredas y cordeles aprovechados por la trashumancia y los contados caminos de herradura, que no podían evitar el obstáculo insalvable de las corrientes de agua más o menos continuas. Los puentes, principalmente en el río Guadalfeo, se olvidaron ya en el siglo XVII, (cuando las bases de

2. 3. 4.

Por eso, todo queda dicho sobre el abandono que muestran los accesos al municipio motrileño ante la imposibilidad de que carruajes y carretas (principal medio de transporte terrestre de personas y mercancías) llegasen de ninguna de las ciudades próximas (Granada, Almería o Málaga). La presencia, todavía, de vadeadores en las orillas del río Guadalfeo, nos hablan claramente de ese aislamiento de las comunicaciones, con esta expresión de un viajero de principios del siglo XIX: (…) Diez hombres estaban en el vado del Guadalfeo, que corre por allí muy rápido empleados en asistir a los pasajeros que les dan comúnmente dos reales por bestia.(…)4 Y la mayor parte del vecindario carecía de ese dinero para realizar el pago exigido.

SOCIEDAD Y ECONOMÍA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX Como ya se ha descrito, la ciudad de Motril no presenta una dispersión de grandes edificios y palacios, sino que buena parte de su caserío se circunscribe a un espacio que podríamos delimitar entre el edificio de La Palma, hasta la Posta, la iglesia de Capuchinos y la del Cerro. (El control de mercancías y personas se efec-

A.M.M., leg. 31, pza. 1; leg. 53, pzas. 8, 12 y 13. A.M.M., leg. 321, pza. 5. CLEMENTE RUBIO, S. de R.: Viaje a Andalucía. Historia Natural del Reino de Granada. (1804-1809). 2002. p. 172.

De izquierda a derecha:

Carta haciendo referencia a un desembarco de un grupo de ingleses. (Archivo Municipal de Motril, leg. 53, pza. 12). Monedas de curso legal a principios del siglo XIX: 2 reales de Carlos IV, acuñados en 1808 y 4 reales de José I, de 1813. (Archivo particular).


tuaba a través de tres puntos principales: El fielato de la Puerta de la Posta, Puerta Granada y la Puerta de Castell de Ferro –a la altura de la plaza de los Jardinillos, acceso a la calle Zapateros-) La mayoría de las viviendas de una o dos alturas y, de manera dispersa, edificios que alcanzan las tres alturas, referente de las familias más pudientes de la ciudad. Eso sí, se pueden contar por cientos las chozas y viviendas populares (lo que hoy serían chabolas e infraviviendas), en las que vive buena parte del vecindario, consumido por la crisis económica y la falta de recursos. Este lamentable cuadro que se ve agravado por el terremoto de 18045 , cuyas réplicas, que durarán casi todo el año, llevarán a los vecinos a ausentarse o vivir en lugares donde no puedan sufrir el perjuicio de la ruina de las casas: Está hoy lleno el Pueblo de solares y ruinas, las personas que antes vivieron aquí manejando sus haciendas se ausentaron y las dejaron arrendadas6. El problema llegó a ser tan grave que el cuadro que presentaba la ciudad ante los ojos de los escasos viajeros que se atrevían a llegar hasta aquí se componen de, las plazas y algunos campos inmediatos con barracas de madera, cañas y esteras en que se guarnecían contra los terremotos los más tímidos. Las gentes estaban muy devotas: santas canciones resonaban de las bocas de los muchachos(...)7. Un pánico tan generalizado como comprensible, por los destrozos soportados, las 2 personas muertas, he-

ridos y, sobre todo, el varapalo para la economía y el urbanismo local, al encontrarse arrendada buena parte del caserío motrileño. De hecho, un número importante de viviendas, si no hundidas, sí tienen importantes daños estructurales, lo que obligará a las autoridades a dictar severas normas para conseguir que las viviendas vuelvan a su situación habitual8, aunque los resultados de estas normas, tardarán mucho en verse. Mucho más obedientes son los ciudadanos para el establecimiento de un Voto de la Ciudad a la Virgen9, con la intención de proteger a la ciudad ante estos movimientos sísmicos,…aunque la naturaleza no entiende de creencias y las réplicas se mantuvieron a lo largo de todo el año y se repetirían años después. También los edificios públicos sufren diferentes daños, entre ellos, quizás por ser más significativos, podemos destacar la Casa del Cabildo, la Alhondiga, la iglesia de la Encarnación (hubo que derruir la torre); y la entonces conocida como ermita de Ntra. Sra. de la Cabeza, a quien se hace donación de siete casas para reedificarla10; incluso, la Torre del Chucho (o Sacratif), hoy desaparecida, se arruinó con el seísmo. A pesar de ese ambiente, bastante deprimido, podemos descubrir todo un entramado económico de una ciudad de cierta importancia y que, a pesar de la crisis, todavía mantiene un Ingenio Real (La Palma) y dos Trapi-

5. BIBLIOTECA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA (B.U.Gr.), sig. C-19-36 (48): PONCE DE LEÓN, J.: Memoria sobre los terremotos de D. Josef Ponce de León, socio de mérito de la Real Económica de Granada y Catedrático de su Escuela Químico-Botánica &c. Imprenta Oficina de las Herederas de D. Nicolás Moreno. Granada, 1806, 36 pp. 6. CLEMENTE RUBIO, S. de R.: Viaje a Andalucía(…), pág. 164. 7. Idem, pág. 228. 8. A.M.M., leg. 440, pza. 38: Reconstrucción de casas dañadas por el terremoto. (09-03-1804). 9. A.M.M., leg. 440, pza. 39: Voto de la Ciudad de Motril a la Virgen para librarse de los terremotos. (09-03-1804): Se hace saber a todos los vecinos estantes y ausentes en esta ciudad de cuales quiera estado clase y condición que sea, como habiendo determinado los Ilustres Cabildos Eclesiástico y Secular de esta dicha Ciudad perfecciona el Voto de Ayunar todos los días 12, la víspera del 13 de Enero de cada un año y al siguiente celebrar una función solemne en acción de gracias a su Divina Majestad por haberse dignado libertar a los habitantes de este pueblo de los estragos que pudiera haber causado en él el fuerte terremoto ocurrido la tarde del día 13 de Enero pasado de este año: Se ha mandado por Su Señoría que todos los expresados vecinos concurran la tarde del Domingo próximo 18 del corriente a las tres de ella a el Hospital Eclesiástico de Sra. Sta. Ana de esta dicha Ciudad para con presencia de los expresados Ilustres Cabildos perfeccionar y establecer para siempre jamás el enunciado Voto y para que llegue a noticia de todos y ninguno alegue ignorancia se publica y fija el presente escrito en la Ciudad de Motril a 9 de Marzo de 1804. 10. A.M.M., L.A.C., leg. nº 85, pza. 2, f. 121. (31-03-1814).


ches de dos moliendas, aunque con muy bajos rendimientos,(5.000-6.000 formas11) y un funcionamiento ocasional. Junto a ellas unos pocos telares que aún producen lienzos ordinarios de lino y cáñamo, lisos y labrados.(…) Cuatro o cinco fábricas de barro en que trabajan groseramente cántaros, alcarrazas, porrones para miel y las formas en que se cuaja el azúcar.(…) Una Fábrica de Salitre sin refino, de dos que hubo, y existen dos arruinadas Tenerías que en lo antiguo curtían un número considerable de pieles de ganado vacuno, lanar y cabrío que el mismo Pueblo consumía12 . Y como colofón tenemos que hablar de cuatro molinos13, elementos imprescindibles para la subsistencia de la población, junto a los 5 hornos y 13 hornillos que se encargan de cocer la harina en forma de panes,

dando trabajo a 48 panaderos dedicados a la fabricación y posterior venta de pan14. Lo cual no cubre las demandas de esa población, que necesita buena parte de la producción de los 63 panaderos censados en Vélez de Benaudalla15 y de otras localidades cercanas. Y es que, como hemos visto en páginas anteriores, el último tercio del siglo XVIII fue un desastre para la economía local y para los habitantes de la, entonces, villa de Motril. Sin duda, aquella crisis cañera, una de tantas desde el siglo XV, se ceba en el motor esencial de la vida de la localidad (casi monocultivo de las vegas de Motril y Salobreña), con el consiguiente descalabro económico y social. Algo tan temido

A.M.M., L.A.C., leg. Nº 84, pza. 84, 2-2, f. 13. CLEMENTE RUBIO, S. de R.: Viaje a Andalucía. (…), p. 161. 13. Idem., p. 159: (…)Sobre Motril muelen dos molinos con sus aguas y otros dos bajo del Pueblo, todos de 4 muelas y los únicos de esta Ciudad. 14. A.M.M., L.A.C., leg. nº 84, pza. 3, f. 20-21. (18-06-1805): Padrón de Panaderos; y A.M.M., L.A.C., leg. nº 84, pza. 3, f. 24v. (21-06-1805): Hornos y hornillos de la Ciudad. 15. A.M.M, leg. 322, pza. 39: Padrón de vecinos de Vélez de Benaudalla. (05-05-1810). 11.

12.

Reproducción del plano de la ciudad de Motril. (Francisco Coello: Atlas de España, 3ª Hoja de Suplemento) (Archivo particular).


como una plaga, o más, porque la falta de una diversificación de la agricultura local, daba lugar a que esas crisis agrarias condenasen a la miseria a todos en general, y que la hambruna asolase los hogares motrileños, sin apenas distinción de clases sociales. Situación trágica que es consecuencia de la transformación del territorio y de la concentración de su producción a lo largo de los últimos siglos. La agricultura nazarí, allá por ese siglo XV, recordemos, velaba por el equilibrio entre los distintos cultivos y en distintas épocas del año. Sin apostar tanto por los posibles pingues beneficios que rinde el cultivo cañero, y mirando más por la subsistencia de sus habitantes. Al fin y al cabo son los que, con su presencia, mantienen el espacio y preservan una producción que si bien les beneficia directamente a ellos, también a las autoridades, porque el aumento del rendimiento económico da lugar a una captación impositiva mayor. Si como ya hemos adelantado escuetamente, la crisis, el hambre y la miseria son los elementos con los que conviven los habitantes de aquel delta del Guadalfeo de finales del siglo XVIII, este cuadro que refleja la vida local, parece cambiar con los albores del nuevo siglo XIX. Y es que, aquella crisis obligó, ya en el año 1783, a que se diesen las órdenes con objeto de levantar las zocas de cañas para que sean sustituidas por hortalizas16. Sin embargo, la necesidad, sobre todo el hambre, hace que se busque una alternativa, al menos momentánea, en un pueblo cuyo modo de vida, como tantos en España, se basaba en la producción agraria. Tras pruebas con diversos cultivos, como el maíz y el arroz, se encontró la solución: el algodón. Será la tabla de salvación a la que se agarren los motrileños de toda clase y condición para buscar su sustento. Y aquel vecindario cuya subsistencia pendía de un hilo, y que sufría los embates de la penuria generalizada por la falta de subsistencias ante

el precio que alcanzaban, vuelve a vislumbrar un hilo de esperanza: Que con sus diferentes labores se ocupaban innumerables brazos de varias edades, y sexos, que antes estaban ociosos y ora eran utiles al estado, y havia conseguido tambien la gran ventaja de que se mantuviesen los pobres que carecian de todo medio para ello, ganando estos diariamente de treinta a quarenta reales en despepitar tres o quatro arrobas de algodón, al respecto de diez reales cada una, en dos turnos(…)y haviendose pagado el trabajo de despepitar cada arroba a seis reales havia producido este ramo de industria ciento y ochenta mil reales que se havian repartido entre mugeres y niñas, que eran las que se ocupaban en esta operación con lo que se havian vestido, no hallandose ya persona de este sezo que aduviese descalza, ni con la desnudez que antes las sonrojaba, y como el jornal de recoger el algodón del campo se havia satisfecho a quatro reales por arroba havian ganados los muchachos de nueve, a diez años, que eran los que se empleaban en esta operación, noventa mil reales, con cuyo producto se havian vestido, consiguiendose el beneficio de darles honesta ocupación y libertarles de los vicios de la ociosidad,(…)17 Precisamente, con aquel auge del algodón serán numerosos los intermediarios o representantes de compradores que, procedentes del entorno catalán, vengan a obtener sus beneficios por la compra en origen del producto. Buena parte de ellos se instalaron en los que hoy conocemos como calle Catalanes, (cuyo nombre era Martínez Campos), en viviendas que permitían este trabajo (que han desaparecido), y que se encontraban junto a los principales accesos de la ciudad (Puerta Granada, Puerta de Castell de Ferro. Postigo de Beas) y a la calle o camino real, única vía de comunicación que se encontraba en, al menos, regulares condiciones. Lo que sí debemos tener claro es que estamos ante una sociedad anclada, prácticamente, en el medievo. (Algo similar ocurría en toda España). El control de la producción artesana, estaba en manos de los gremios, siendo habitual las quejas y denuncias hacia los que realizaban

16. A.M.M., leg. 30, pza. 23: Auto para que los hortelanos de esta ciudad levanten las zocas de cañas dulces que tengan en sus huertas. 17. Archivo General de Simancas (A.G.S.), Consejo Supremo de Hacienda (C.S.H.), leg. 387, pza. 37, s.f. 18. A.M.M., leg. 10, pza. 8: Denuncia de los veedores del gremio de zapateros. 19. A.M.M., L.A.C., nº 84, pza. 5-1, f. 1. (10-01-1809).A.M.M., leg. 31, pza. 16: Reconocimiento de pesos, pesas y medidas realizado por el Sr. Gobernador en varias tiendas y tabernas el 28 de febrero de 1828.


cualquier tipo de producción al margen de su control. No hablemos ya, si encima existía una alteración de las normas aplicadas por dicho gremio sobre, por ejemplo, elaborar el calzado. La persecución y denuncia eran inmediatas18. Sin embargo, estas situaciones, quizás, habría que entenderlas como una forma de control, que la propia sociedad del momento establece, ya que las instituciones públicas cuentan con escasos medios para dicho control. Circunstancia que vemos en las reiteradas visitas a los establecimientos para comprobar si se respetan las normas y cánones de pesos y medidas…que habitualmente termina con algunas denuncias por alteración de las mismas19. Por otra parte, los cabildos eran, aún hoy lo siguen siendo, el contacto más directo entre la estructura del Estado y la ciudadanía. Hacia él se volcaban todas las demandas y, desde el mismo, procedían también todas las presiones sobre el vecindario (impuestos, alojamiento de tropas, gastos extraordinarios, control de las mercancías, sanidad, pósito, etc.) La solución, casi siempre, venía a ser la misma: Mientras había dinero en las arcas municipales, procedente de los impuestos al consumo, en su mayor parte, se iban acometiendo los gastos de reparaciones, obras, etc. En el momento que se terminaba, había que recurrir a anticipos que facilitaban los personajes más pudientes de la sociedad motrileña. En ocasiones, eran los propios miembros del concejo, aunque otras veces, se echaba mano de fortunas personales ajenas. Esto nos da una idea de quiénes eran los que mandaban en el ámbito municipal, de una manera u otra. Pero quizás, los problemas más graves, y el período que supuso una mayor depresión de esta sociedad fue, sin duda, el que corresponde a la Guerra de la Independencia. La presencia de las tropas francesas perjudicó seriamente a la economía estas tierras. Ese conflicto armado que afectó a la nación española entre 1808 y 1814, aunque aquí sus efectos directos se sufrieron, únicamente, entre febrero de 1810 y septiembre de 1812. En este tiempo, Motril se convirtió en el centro estratégico del ejército invasor que controlaba toda la Costa y la Alpujarra, así que los soldados franceses se convirtieron en unos incómodos vecinos a los que se tuvo que soportar durante esos dos años y medio. El convento de los

De arriba a abajo:

Reconocimiento de pesos, pesas y medidas realizado por el Sr. Gobernador en varias tiendas y tabernas el 28 de febrero de 1828. A.M.M., leg, 31, pza. 16. Juramento en Motril a José Napoleón el 20 de febrero de 1810. (Archivo Municipal de Motril, leg.31, pza. 5) Suministros que se entregan al ejército francés. (1811). (Archivo Municipal de Motril, leg.31, pza. 8).


Declaración de propiedades de un vecino de La Garnatilla en 1832. (Archivo Municipal de Motril, leg.440, pza. 41)

Capuchinos, el de los Mínimos y el de San Francisco, se convierten en cuarteles; el de las Madres Nazarenas, en prisión para mujeres; la Casa de la Palma, en cárcel para hombres. Pero lo más sangrante para la vecindad motrileña, y las de la zona, eran las cargas impositivas de todo tipo: alimentos, bebidas, camas, paja, etc.; sin contar con la gran cantidad de dinero en metálico que exigen y hay que reunir entre los que tienen capacidad económica para ello. Y siempre bajo la amenaza de utilizar la fuerza de las armas: el apremio militar. Todo ello se acompaña de la presencia de la horca20,o de la exposición pública de los ejecutados o abatidos21, en la Plaza Mayor, elementos disuasorios y de castigo que se aplica a los que no colaboran o se enfrentan al ejército francés. A pesar de todo, la presencia de la guerrilla será un hecho habitual en el entorno de la Sierra de Lújar, Los Guájares, Alpujarra, etc; con un control casi absoluto del entorno, salvo los lugares donde hay una presencia significativa de la milicia francesa: Castillos de Almuñécar, Castell de Ferro y el propio Motril. Este control de las partidas guerrilleras, es tan importante que la mayoría de las localidades de la zona, incluso Motril, se verán afectados por asaltos de las mismas, con distintas huidas y regresos del ejército francés, hasta su abandono final en los primeros días de septiembre de 1812. Después, llegará la persecución sobre los que se destacaron en la ayuda al invasor, (aunque la mayoría huyeron con ellos por temor a las represalias). Lo cierto es que, el dominio de la tierra, el principal recurso de esta ciudad y su entorno, eminentemente agrario, no deja de ser un espacio reservado a una élite económica y socialmente poderosa.

POBLAMIENTO Y TERRITORIO EN EL SIGLO XIX Sin embargo, Motril, a pesar de los problemas que puede tener, ante todo se considera el centro político y administrativo de la costa grana..

dina. Una preeminencia que ya no perderá en los siguientes doscientos años y que determina su importancia como cabecera de una amplia comarca, desde Almuñécar hasta el entorno de Albuñol. Situación que se ve consolidada por la nueva distribución administrativa de España donde, el territorio hasta ahora conocido como Reino de Granada, se dividió en 1833 en las provincias de Granada, Málaga y Almería. Pero la evolución de la vida sigue, y el esfuerzo de sus gentes hace que casi mediado el siglo XIX el volumen edificado dentro de lo que es el término de la ciudad sobrepase ampliamente los 2.000 edificios, sin quedar apenas recuerdo de esa guerra contra el francés, de los ataques piráticos, o de aquella catástrofe sísmica soportada casi 40 años atrás. Es más, según nos documenta Pascual Madoz, ya en 1843, existía un volumen de 2.411 casas y edificios públicos con el siguiente reparto22 : • • • • • • • • • • •

11 edificios consagrados al culto. 2 a beneficencia. 5 municipales. 1 cuartel. 22 huertas (dentro del casco urbano) 5 casas de cuatro pisos. 139 de tres pisos. 689 de dos pisos. 1.504 de un piso. 33 casas en ruina.Comercios 8 casas de comercio por mayor.

A.M.M., leg. 322, pza. 22: Órdenes sobre la horca 21. A.M.M., leg. 323, pza. 5. 22. Idem. 23. MADOZ, P.: Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico, (vol. GRANADA), Edición facsímil, Ambito Ediciones, S.A.- Editoriales Andaluzas Unidas, Salamanca, 1987, pp. 60-61, 84-85, 246-275 y 306. 20.


• • • • • • • •

7 tiendas de ropas. 7 tiendas de quincalla. 40 de abacería. 1 almacén de papel. 2 confiterías. 2 casas de juego de billar. 6 estancos. 71 tabernas de vinos y licores.

En este entramado urbano viven un total de 2.704 vecinos, que aúnan la nada despreciable cantidad de 12.278 habitantes. Una progresión poblacional que, sin embargo, sigue encontrándose con el mismo problema: La falta de comunicaciones. El transporte se tiene que hacer a lomos de animales y la costa, no era un destino muy agradable para los arrieros. Las enfermedades y epidemias, habitualmente, llegaban a través de los puertos (en Motril no era diferente a la peligrosidad de siglos atrás), aunque otras veces la procedencia de las enfermedades venía contagiada desde el interior: Sr. D. Francisco de la Torre. Motril. Granada 20 julio 855. Muy Sr. Mío: Tengo el disgusto de manifestarle de no encontrar arrieros que conduzcan el cáñamo a ésa porque no vienen los arrieros de la costa y por no tener que traer y temerle a la epidemia que hay en

ésta. Los arrieros de Gabia están ocupados en barnizar y otras tareas del Agosto. He ofrecido hasta pagarlo a 8 reales quintal y sin embargo temen por el río pues dicen les llevan 5 reales los vadeadores del río. Hoy han llegado los tres de Ítrabo, les he hablado y me dicen que mañana me responderán. Al sereno, decía, le hablé y me dijo, tenía que buscar 12 bestias, además, para llevar harinas. Si a Vd. le parece puedo mandarlo a Málaga y allí que lo cargue el barco cuesta a 21/2 reales de porte por cada arroba. Vd. me dirá lo que hago para mi gobierno. (…) Firmado: Diego Díaz. Y es que esta ciudad, ya mediado el siglo XIX tiene que compaginar dos hechos diferenciados y diferenciadores: Su término jurisdiccional, en el que quedaban integrados lugares que hoy nos llaman la atención: Castell de Ferro, Gualchos, Jolúcar, el señorío de la villa y término de Vélez de Benaudalla, Lagos y Lobres. Y su término municipal, donde destacaban las poblaciones de La Garnatilla y Tablones. En menor medida se distinguían otros puntos escasamente habitados: El Varadero, Torrenueva y Calahonda, así como un buen número de cortijos dispersos por su geografía. Quizás sea el momento de detallar las características de este entorno municipal, un tanto diferente al que nos encontramos en nuestra vida del siglo XXI23 :

De izquierda a derecha:

Documentación de una demanda civil por impago de 6.000 reales. (Archivo particular). Carta comercial a D. Francisco de la Torre, comerciante de Motril, de un proveedor de Granada, explicándole los problemas para enviarle el género por transporte terrestre y la alternativa del transporte marítimo de cabotaje desde Málaga, en julio de 1855. (Archivo particular).


Carta enviada a Barcelona por Ruperto de la Cámara desde Motril. (Archivo particular. Benito García Rodríguez).

La Garnatilla.- Su importancia queda indicada por la presencia de un alcalde pedáneo, que controla la actividad de un importante vecindario para la época: 62 vecinos, que aglutinan a 279 habitantes. Viven en 96 casas (7 de dos pisos), distribuidas irregularmente en dos barrios (alto y bajo), a lo largo de dos laderas contiguas y comunicadas por cuatro calles, algunas de las cuales incluso están empedradas, y algunos callejones. También encontramos, diseminados, un total de 15 cortijos, aunque sólo están habitados 4. Su centro neurálgico está en una plaza del Barrio Alto, donde se localiza su iglesia, construida en 1802, y el cementerio, ya sin uso. Para abastecerse de agua cuentan con varios puntos: Entre ambos barrios hay una fuente, que también hace las veces de abrevadero para el ganado; una alberca, usada como depósito de aguas; y otros 4 manantiales dispersos. La justificación de este poblamiento la encontramos en las explotaciones agrícolas que la rodean, que aprovecha casi 3.000 fanegas de viñedo, y otras casi 900 fanegas dedicadas a diferentes cultivos de secano: trigo, cebada, garbanzos, maíz, etc. (El algodón se tuvo que dejar de cultivar por falta de agua). El resto del terreno, casi inculto, fruto de la explotación que sufrió a lo largo de los siglos precedentes, que provocó la desaparición de sus encinas, alcornoques y diverso arbolado, en beneficio de los hornos de los trapiches e ingenios azucareros de Motril. Aunque todavía quedan algunos olivos, higueras, almendros y escasos árboles frutales. La producción minera de cal y yeso, así como un molino aceitero, completan las riquezas locales.

Tablones.- Su nombre, ya nos señala la posición del punto más poblado de este anejo motrileño: la llanura de un altozano; y su forma, en plural, ya nos indica la dispersión poblacional y urbana. Por ello, había que localizar a su vecindario en pequeños grupos de casas y cuevas. Al igual que en el caso anterior, su principal producción son las más de 2.000 fanegas de viñedo, otras 300, sembradas de cereales y legumbres, principalmente; y más de la mitad de su suelo, completamente inculto. Aquí habitaban 63 vecinos, que hacían un total de 276 personas, surtidas del agua de sendas ramblas. Incluso se señalan otras producciones, como la minera (cal, yeso y cobre argentífero), o la de dos molinos (aceite y harina). Varadero.- A partir de las obras de la batería de frente defensivo que se construyó a finales del siglo XVIII, o a su resguardo, se agrupan: una casa-fielato, que hace también las veces de cuartel, un gran almacén con viviendas, levantado a principios del siglo XIX, otros dos más pequeños; una tienda de vino y licores; y 6 chozas y barracas, donde viven 26 personas, que se surten del agua de dos pozos. Torrenueva.- Junto a la torre edificada en el siglo XVIII, en la falda del Cerro del Aire, hay una pequeña agrupación de 7 casas y 2 chozas que habitan 29 personas, cercanas a las viejas salinas de la Latina, formada por una sucesión de pequeñas balsas, de unas 426 varas de longitud, inutilizadas por orden gubernativa. Calahonda.- En el espacio definido entre escarpados acantilados y la orilla del Mediterráneo se agrupan un total de 66 viviendas, sin ninguna urbanización ni planeamiento, que acompañan a lo que se conoce como Edificio del Rey, y una fábrica de ramales y cordelería. Tienen como función principal atender las necesidades del puerto existente, junto a casi una treintena de cortijos dispersos. La población de la misma es reducida: 67 vecinos y 311 habitantes. Es un espacio costero que, como otros en nuestro entorno, no comienza a desarrollarse hasta finales del siglo XVIII, gracias a la construcción de la batería costera de Carchuna, que disuade a los piratas de arribar a estas costas a partir de entonces. Permite, al menos, asegurar en buena medida el movimiento marítimo y estabilizar cierta producción agraria. Aunque, a diferencia de las anteriores, el suelo de este anejo apenas se dedica al viñedo (10 fanegas),


mientras que casi 1.400 de ellas se destinan a la siembra de cereales, leguminosas y escaso arbolado (olivos, almendros, higueras y frutales). En este espacio queda integrado un territorio que nos suena: Carchuna, dividido en 104 suertes de tierra, casi todas en manos de propietarios ajenos al entorno motrileño; y ocupada en buena parte por plantas herbáceas y palmeras. En resumidas cuentas, junto con la producción algodonera que todavía pervive en buena parte de la vega, y la escasa superficie dedicada a la caña, el municipio motrileño basa su rendimiento económico en las viñas, olivos, almendros, higueras y chumberas. Estos cultivos arbóreos se intercalan con el maíz y, en menor medida, con trigo, cebada, panizo, etc. Por supuesto, hay que mencionar el tomate, las habichuelas, patatas y boniatos. Otras producciones, aunque escasas y sin demasiada calidad, son: naranjos, limoneros, plataneras,… chirimoyas, aguacates y guayabos. Como vemos, el entorno en que se desarrolla la vida del municipio motrileño mantiene, esencialmente, su carácter agrario. Pero con vistas a una producción que genere beneficios a los propietarios absentistas que dominan el suelo: Hasta el punto que los trigos escasean en ésta, generalmente en razón a que esta Vega no produce ni aún para un mes del consumo de la población, pues su plantío está reducido a algodón, maíz, garbanzos y habichuelas, y el secano para soberbios plantíos de viña y algunos olivos; este último artículo va tomando mucho incremento pues hacer 3 ó 4 meses es decir, en la recolección, se pudo acopiar muchas arrobas por 30 y 32 reales y hoy se halla ya en 53 que es decir a 60, porque nadie quiere vender ahora que lo buscan.24 Y es que, en la costa del antiguo Reino de Granada, desde Málaga hasta Almería, la primera mitad del siglo XIX tiene como hilo conductor de su frágil economía la crisis de la producción azucarera. De hecho, en amplias zonas llega a desaparecer por completo. En Motril, de aquellas producciones del siglo XVI, que nos hablan de 14 ingenios azucareros en funcionamiento, se termina con un único ingenio que, ya en 1844, no alcanzaba a moler 50.000 arrobas de cañas. Sin embargo, todavía se intuye

que estas producciones no desaparecerán: el desarrollo de nuevas formas de explotación preindustriales, que eliminan los altos costes de la producción artesanal de los viejos ingenios y trapiches; y, sobre todo, que consiguen un rendimiento sensiblemente superior en todos los procesos, tanto de la obtención del jugo, como de su transformación. Como ya hemos mencionado, se puede decir que es un período en el cual el algodón tomará el relevo de la caña en cuanto a producción agraria, aunque ese será un espejismo que apenas alcanza el primer cuarto de siglo. Progresivamente, el rendimiento económico tiende a desaparecer por las importaciones foráneas y va desapareciendo del paisaje de nuestra costa. Incluso otras producciones, como la sedera, que llegó a alcanzar los 45.000 morales plantados en la vega motrileña a comienzos del siglo XVI, también han quedado en el olvido. Pero se intentará salir de esta crisis con todo tipo de frutos: arroz, tabaco, café, añil, etc., aunque sin éxito. De alguna manera tenemos que consensuar que este territorio se termina convirtiendo en una gran huerta diversificada, que se acoge a las demandas del mercado y que, al estar en

24. Archivo particular (Benito García Rodríguez): Carta de Ruperto de la Cámara, el 13 de abril de 1820, de Motril a Barcelona.

Carta con parte de la carga de un barco que se fleta desde Motril a comienzos del siglo XIX. (Archivo Municipal de Motril, leg. 440).


MOTRIL (1850-1900): LA EVOLUCIÓN DE UNA SOCIEDAD HACIA LA MODERNIDAD

manos de un reducido número de propietarios (la mayor parte de sus marjales), ellos serán los que busquen el rendimiento que más les conviene. En definitiva, la sociedad motrileña se mueve por los impulsos generados por esos grandes propietarios que definen los frutos que se tienen que cultivar. Esto provoca que exista un alto índice de pobreza y miseria, entre una población, eminentemente campesina, cuyos escasos ingresos proceden de sus trabajos como peones agrícolas. Si el fruto que se planta apenas necesita mano de obra, o es un año de sequía, heladas, etc., el gran perjudicado sigue siendo esa persona que no tiene otro recurso que su trabajo diario. Eso irá generando, cada vez más, una fractura social entre la capacidad económica de esa alta clase social, y las personas de su entorno, con respecto a la mayoría de una población que carece de perspectivas de futuro y, a lo que más puede aspirar es, aunque parezca demasiado crudo: a sobrevivir. Un hecho que, sin duda, provocará, con el paso de los años, una serie de conflictos sociales importantes.

Croquis realizado para la construcción de una fuente pública en la ciudad. A la derecha, membrete del Ayuntamiento en 1860 e informe sobre la ausencia de licitadores para la construcción de dicha fuente.

Pero algo parece que empieza a cambiar en esta sociedad en crisis permanente. Y es que la segunda mitad del siglo XIX, sobre todo entre los años 1850 y 1870, van a marcar un cambio significativo en cuanto a obras públicas y comunicaciones. El municipio motrileño se convierte en un verdadero hervidero de obras que, sin duda, vienen incentivadas con las nuevas perspectivas que da la consolidación de una carretera con el interior: se construye el puente25 sobre el río Guadalfeo, más allá de Vélez de Benaudalla; se abre el túnel de La Gorgoracha (también conocido como el de Isabel II); y, en definitiva, se acortan sensiblemente los tiempos en las comunicaciones hacia la capital granadina. La mejora de esta sociedad en cuanto a beneficios económicos por la recuperación del cultivo cañero y el aumento significativo del rendimiento en los nuevos procesos de transformación con el vapor, insuflan nuevos aires. Con ese nuevo horizonte se consolidan nuevos espacios agrarios, a través de obras en la desembocadura del río Guadalfeo y en algunas ramblas, como la de Puntalón, que asegura la puesta en producción de un número importante de marjales de tierra. Eso sí, beneficiará en la casi totalidad de los casos, a los grandes propietarios, como es el caso del Conde de Bornos. Aunque, quizás por eso, al acaparar mayores porcentajes de las superficies cultivadas, dará pie a una nueva apuesta por el cultivo cañero y la apertura de un nuevo período de importantes rendimientos económicos. Esta nueva realidad trae consigo una mejora sustancial en el urbanismo de la ciudad. Si hasta mediados del siglo XIX la ciudad da la impresión de un pueblo cualquiera, muy grande si se quiere, pero carente de comunicaciones y anclado en un urbanismo medieval; la segunda mitad va a ser sustancialmente diferente. Por eso se trabaja desaforadamente en la construcción26 de puentes, fuentes públicas, pi-

25. Revista de Obras Públicas. Nº1.(01-05-1853): Proyecto de un puente de piedra sobre el río Guadalfeo en el sitio del Peñón del tío Juan de la Zarza, mandado formar en virtud de la R.O. de 16 de abril de 1851. 26. A.M.M., leg. 71, pzas. 1, 2, 6, 7, 8, 9, 10, 14, 15 y 16.


lares, cubriciones de lavaderos, reparaciones y rehabilitaciones de las casas capitulares, alhóndiga, cárcel. Incluso se establece un nuevo espacio de esparcimiento y de encuentro para los vecinos: las Explanadas. De alguna manera estamos hablando de un lavado de cara significativo para este municipio, operado a partir de esa mejora en las rutas terrestres de transporte.

Calahonda). Generan un importante movimiento dentro de su escasas posibilidades, tanto por la falta de unas infraestructuras consolidadas, como por la ausencia de comunicaciones adecuadas hacia el interior. A pesar de ello, hay una evolución positiva de las exportaciones, que convierte a ambos puntos en importantes centros de interés económico.

No olvidemos, a pesar de esta positiva perspectiva de futuro, que la industria y el producción agraria de la costa granadina apenas genera movimiento comercial. La mayor parte está dedicada al consumo comarcal y buena parte de las transacciones mercantiles se realizan por el tradicional sistema del trueque. Esta escasa comercialización de excedentes, en su mayoría, han tenido como punto de destino las zonas de embarque de nuestra costa (Adra, La Rábita, Castell de Ferro, Calahonda, Motril, Salobreña y Almuñécar). Actividad que se vendrá desarrollando hasta bien entrado el siglo XX. Pero esta realidad comercial de nuestra comarca contrasta, de alguna manera, con lo que supone la existencia de los dos puertos de Motril, (Varadero y

Pero será esa segunda mitad del siglo XIX la que infundirá al entorno motrileño un aire de modernidad, promovido por la paulatina industrialización de la producción azucarera. Los nuevos inventos, sobre todo el uso del vapor le dará un mayor rendimiento a aquellos trapiches e ingenios, haciendo desaparecer las grandes prensas, las primitivas cocinas donde se hervía la melaza y el escaso rendimiento en el blanqueo del azúcar de las formas de barro que había hasta entonces. Las nuevas producciones, eso sí, partirán de fuertes inversiones de algunas de las familias más relevantes de la sociedad motrileña, perdiendo en buena medida su protagonismo aque-

La ausencia o escasa entidad de las comunicaciones en la costa granadina en 1869 (Sección del mapa realizado por B. CUARANTA, e incluido en la obra escrita por DE LA RADA Y DELGADO, J. de D.: Crónica de la Provincia de Granada, p. III).


llos propietarios absentistas. También esto significa la apertura de nuevos horizontes, al establecerse contactos comerciales con proveedores franceses. Precisamente de aquel período de ebullición, económica y social, donde la actividad empresarial, como agrupación de personas para obtener una rentabilidad en la producción y el comercio era una nueva forma de entender la economía, nace el único teatro conservado hasta ahora en la ciudad: el Teatro Calderón. Que se levanta en poco más de un año, entrando en funcionamiento a finales de 1881. O la Plaza de Toros, que se levanta en 188327 .

De izquierda a derecha:

Uno de los planos de la maquinaria que se instala en la fábrica de Ntra. Sra. del Pilar, encargada a empresas francesas, para las nuevas instalaciones. (1881-1882). (Archivo particular). Francisco Barrera Urquízar. Maestro de Azúcar de la Sociedad General Azucarera. Finales del siglo XIX. (Archivo particular. Elisa Isabel Álvarez Ocete). Plano de Motril y los terrenos más próximos de su vega en 1890. (Archivo Municipal de Motril). Carta de la fábrica azucarera “Ntra. Sra. de Lourdes” a un cliente de Jerez, el 30 de abril de 1895. (Archivo particular).

Por desgracia, pocos años durará esta efervescencia de la economía agraria e industrial del municipio y, en definitiva, de la comarca: Nuevas catástrofes naturales convierten esta rápida pujanza general en un desastre. en los últimos años de ese siglo decimonónico el vecindario viene a sufrir en carne propia algo que había olvidado hace años: los terremotos. El día de Navidad de 1884, se convertirá en un recordatorio del soportado en 1804. Y, aunque no hubo daños personales, el perjuicio sí recayó sobre su caserío. No ya las 15 viviendas que fueron derruidas, ni el gran número que sufrió diversos desperfectos, nos tenemos que referir ahora a otros edificios que, por su singularidad, eran patrimonio de nuestra historia: se derriba Puerta Granada, la única puerta que quedaba del

aquel recinto amurallado del siglo XVI; la Torre de la Iglesia de la Victoria, buena parte del Hospital de Santa Ana, (también del siglo XVI), la Capilla de la Ermita de la Aurora. Y así otros espacios edificados, menos emblemáticos, pero significativos en la evolución urbana de nuestra ciudad: parte del edificio del Ayuntamiento, la Cárcel, el Juzgado,…hasta las oficinas de Telégrafos y Correos. Una tragedia que, sin embargo, sirvió como excusa para retomar los actos religiosos que acompañaban al Día de los Terremotos, un acto religioso, que había quedado en el olvido de una sociedad con graves problemas para subsistir, según fue avanzando ese siglo XIX. Plegarias y oraciones que no impiden la acción de la naturaleza, que se muestra con toda su contundencia en el mes de febrero, con una grave helada, que destroza por completo las frágiles esperanzas de un pueblo en ruina. A pesar de estas peticiones de marcado sentido religioso, los mismos promotores de estos actos, (relacionados directa o indirectamente con la propiedad de la tierra), se plantean una visión más práctica de la vida y tramitan una solicitud al gobierno de la nación para solucionar sus problemas económicos28. Este final del siglo XIX, sin embargo, comienza a mostrar también el avance del urba-

A.M.M., leg. 72, pza. 12. A.M.M., leg. 69, pza. 10: Súplica de Motril al Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Hacienda para que se remedie la catastrófica situación agrícola de Motril, marzo, 1885. 27. 28.


nismo y, sobre todo, la mejora de algunos aspectos de la salubridad e higiene de viviendas y calles, al establecerse el primer proyecto de construcción de la Red de Alcantarillado, ya en el año 189429. No olvidemos que la sociedad motrileña, a pesar de guerras, crisis, falta de trabajo, etc., mantiene un pequeño pero constante aumento de población, que alcanza casi un 50% del que tenía a principios de ese siglo XIX. De hecho, vemos como se han alcanzado en 1868, casi, los 3.000 vecinos, (2.959, con un total de habitantes de 13.832). Por otra parte, ya antes de comenzar el siglo XX se observa un cambio sustancial en lo que se refiere al asentamiento de la población. Las poblaciones costeras empiezan a ser un punto de atracción demográfica, en perjuicio de los pueblos del interior, que ven reducido su vecindario. La justificación la tenemos que buscar, entre otras cosas, en la ruina que supone la epidemia de filoxera que azota los plantíos de viñedos de toda la costa granadina, que arruina el principal rendimiento agrario de la zona y siembra el hambre y la miseria en los pueblos del interior, e incluso en el municipio

motrileño30. Así buen número de vecinos de Gualchos, Polopos, La Garnatilla, Tablones, Sorvilán, etc., buscan la mejora se sus condiciones de vida en lugares como Motril, Torrenueva, Calahonda, Castell de Ferro, etc. Ejemplo y anécdota histórica de estos movimientos demográficos lo tenemos en el anejo torreño, que consigue alcanzar una entidad suficiente como para establecer la denominación de sus calles31. O la localidad de Castell de Ferro donde: Escasas chozas formaban la población a principios del siglo XVII y a mediados del XVIII; asegurada la costa de piratas berberiscos y empezando a acudir buques a aquella rada, tomó desarrollo la edificación, convirtiéndose en pueblo de bastante importancia la pequeña aldea32. Sin duda es una forma de recordarnos cómo la población cambia de hábitos en su localización en el territorio costero: dijimos al comenzar el siglo XIX que estaban obligados a buscar refugio en las localidades alejadas de la costa, durante siglos, por el miedo a los piratas. Una vez pasado ese obstáculo, las nuevas perspectivas económicas, y la ruina acontecida por la destrucción de las cepas, les obliga a buscar nuevos aires. Objetivo que, sin embargo, no se quedará en estas tierras, ante la incapacidad de asumir ese volumen poblacional y de mano de obra, por lo que se iniciará un significativo movimiento migratorio hasta las lejanas tierras americanas.

A.M.M., leg. 342, pza. 9. A.M.M., leg. 72, pza. 11. Documentación sobre la epidemia de filoxera. 1882-1884. 31. A.M.M., leg. 135, pza. 14. Denominación de las calles de Torrenueva. 1894. 32. DE LA RADA Y DELGADO, J. de D.: Crónica de la Provincia de Granada, Editores Rubio, Grilo y Vitturi. Madrid, 1869, p. 36. 29. 30.


Comunicado relatando un ejemplo de cómo se podían perder los puestos de trabajo en la Administración Pública según el resultado de las elecciones.(Archivo Municipal de Motril, leg. 355, pza. 24). Bando del alcalde interino sobre su nombramiento e irregularidades. (Archivo Municipal de Motril, leg 401 pza 8)

POLÍTICA LOCAL: ¿NUEVAS O VIEJAS FORMAS DE GOBIERNO? A lo largo del siglo XIX nuestra nación fue pasando por distintos períodos en los que la actividad política fue danzando, un mucho, según hacia donde convenía. Por eso, y a pesar de que ese siglo se conoce en la historia de nuestro país como el Siglo de las Revoluciones, la realidad es que esas tendencias apenas se vieron reflejadas en la sociedad motrileña. Esas revoluciones, supusieron en la mayoría de los casos, una aportación, económica casi siempre, aunque en ocasiones en hombres, para participar en los gastos u operaciones militares que acontecían. Incluso, con el alojamiento de tropas en los hogares motrileños, ya que el cuartel existente, (a la altura de la intersección entre la actual calle Cuevas y la plaza de la Aurora), no era suficiente. Para conseguir personal en el ejército, lo habitual era reclamar la presencia de todos los jóvenes varones y realizar el alistamiento, que se solía hacer a partir del sorteo de quintos, reunidos de todo el partido judicial de Motril. Aunque en los primeros años, cuando se trataba de buscar tripulantes para encuadrarlos en las filas de la Marina, todavía se echaba mano de la leva, entre personas de escasa o nula reputación social, o entre delincuentes.

A pesar de todo, esas revoluciones no solían pasar de simples proclamas que, según el equipo de gobierno municipal, tenían más o menos publicidad. Todavía quedan ejemplos de las mismas entre los documentos del Archivo Municipal que nos recuerdan las situaciones que se vivían a nivel nacional. Entre ellas, quizás por lo llamativo de la cuestión, aparece un Comité de Salud Pública, en aquel año de 1873, con la Revolución Cantoral, en donde se pretende buscar una independencia del Cantón de Motril. Algo efímero, por supuesto. Y es que nos encontramos con la misma situación que, como hemos visto con anterioridad, se viene arrastrando en la historia motrileña a lo largo de los siglos: Una clase dirigente, dominante, que posee la propiedad de la tierra y que controla con su demanda de mano de obra a un importante número de vecinos que carecen de casi todo y, sólo cuentan con su capacidad para trabajar. Como ya vimos al comenzar este capítulo, las crisis agrarias recaían sobre el conjunto de la sociedad, aunque especialmente, sobre las clases menos favorecidas. Pero a lo largo del siglo XIX este hecho se hará más patente al ir concentrándose la propiedad de la tierra entre un grupo de propietarios, cada vez más


La entrada en funcionamiento de la elección de diversos representantes populares, daba lugar a que cada partido, facción, o incluso, individuos, buscasen la mejor manera de defender sus intereses. Por eso, era habitual que ocasionara choques de intereses y propuestas diversas entre las personas a las que había que elegir. Presiones, agresiones, luchas, enfrentamientos, ceses y nombramientos, eran situaciones habituales que generaban no pocos conflictos y donde, algunos trabajadores municipales o del Estado, perdían o ganaban un puesto de trabajo según el resultado de las urnas. Así podemos imaginarnos todos los trucos y marrullerías que se intentaban. Como comentaba el insigne Cronista Oficial de Motril, D. Francisco Pérez:

reducido que, en la mayoría de los casos, coincidían en la propiedad con los instrumentos que transformaban o comercializaban sus frutos: las fábricas, los telares, los barcos, tiendas, casas, etc. Realmente poseían la propiedad y, paralelamente, la capacidad económica para respaldar sus acciones. Por eso, serán los primeros que vayan asumiendo, como siglos anteriores, los cargos que se ostentaban en el Cabildo de la ciudad motrileña. Estamos hablando que alcaldes y cargos concejiles eran los responsables del funcionamiento de engranaje municipal. Muchas veces, las realidades del día a día, hacían que ese respaldo se cumpliese con sus bienes, dinerarios o en propiedades. Pero también es cierto que, poco a poco, (algunos sin disimulo), fueron buscando nombramientos o normas que les beneficiasen, sobre todo, en lo que se refiere a posesiones de tierra, uso del agua de la acequia, nombramientos militares, cargos que llevaban aparejados sueldos, honores y/o un reconocimiento social, etc.

33.

Me acuerdo del susto de tres zambombazos que sonaron entrada una noche. Eran “los santolios”, o sea tres cohetes gordos, de a duro, que disparaban los contrarios cuando había cambio de alcalde. El alcalde nuevo nombraba a tres electoreros suyos guardias municipales, y éstos cogían a los cesantes y les quitaban en medio de la calle la guerrera y el sable distintivo de su función. Esto se llamaba “el esnúen”. El alcalde, salvo honrosas excepciones, se llevaba a la casa la arquilla con la recaudación de los consumos y pagaba a los empleados tres o cuatro mensualidades al año33. Los resultados de esta realidad política se trasladan a la vida cotidiana, con el consiguiente efecto sobre ese vecindario. Estamos hablando de una gran diferencia entre nuestra visión de la vida del siglo XXI y la cruel realidad que tenían que soportar buena parte de la población motrileña y, en general, las clases medias y bajas en España a mediados del siglo XIX: Un hombre a los cincuenta años, si los alcanzaba, era un anciano. Por otra parte, la mortalidad infantil alcanzaba niveles muy importantes. Y, todavía, la tuberculosis, el sarampión o la viruela, el porpoio cólera, incluso la lepra, producían un buen número de defunciones al cabo del año, igual que ciertas fiebres y calenturas.

PÉREZ, Fco.: Mis primeros 80 años, en El Faro, 10-10-1980, pp. 11-13.

Retrato de Ricardo Chacón, diputado por Motril en 1869. (Archivo particular).


Noria de sangre que, en este caso, usa la fuerza del hombre para extraer agua del pozo. (Archivo Municipal de Motril. Colección “Arsenio Rueda”). Mujeres con bebés de escasa edad mientras limpian las cañas. Modelo de trabajo temporal de la mujer en el Motril de principios del siglo XX. (Archivo Municipal de Motril. Colección “Arsenio Rueda”).

La limpieza individual y colectiva era deficiente34 y el Hospital de Santa Ana35, apenas podía atender las demandas de beneficencia, con unos resultados, por otra parte escasos en una sociedad donde lavativas y cataplasmas eran los remedios habituales, junto con la aplicación de remedios a base de plantas y flores del entorno. Y es que estamos hablando, como ya se ha comentado en páginas anteriores, de una sociedad anquilosada, prácticamente, en actitudes y planteamientos de varios siglos atrás. Las personas, apenas salían de ese estrecho entorno social de la clase a la que correspondía y que, a la vez, implicaba un corto horizonte de futuro. Algo que se aprendía casi desde la cuna. Infantes que, desde casi su nacimiento, participan con su presencia en las actividades agrícolas de sus padres; y cuyo esfuerzo en las mismas se hará efectivo desde edades bien tempranas: 5-7 años: La monda de los canutos de cañas era una buena escuela donde el esfuerzo y el trabajo hasta la extenuación era una forma de aprendizaje rápido. Algo parecido ocurría con las labores propias de la recogida de distintos frutos: algodón, almendra, aceituna, uva, cereal, etc.; o de la artesanía: alfarería, tenería, etc. Los más privilegiados, hijos de los dueños o empleados de tiendas, tenían un aprendizaje un tanto más sosegado. Pero en casi todos los casos, muy alejado de lo que puede ser una escuela. Lo habitual era que, casi exclusivamente, los hijos de las familias más acomodadas dispusieran de maestros particulares, que acudían a sus casas para instruirles. Y es que la formación básica, como en la actualidad la conocemos, no entraba dentro de los deberes del Estado para con el ciudadano. De hecho, ya en 1856 se ven los efectos de los nuevos criterios gubernamentales para promover la enseñanza. Aunque no será hasta 1860, cuando los efectos de la Ley Moyano, comiencen a hacer efecto: el Cabildo motrileño alquila viviendas particulares que habilita

como escuelas, o casas-escuela (la que se podía habitar)36. Pero no olvidemos que aquí se preocupan más por la cantidad de alumnos que puede recoger cada maestro dentro de sus aulas37, que por la calidad y el rendimiento de los mismos que, apenas, pasa del conocimiento de las cuatro reglas y operaciones matemáticas, lectura y escritura. Suficiente para desenvolverse en una sociedad donde los textos a leer o los documentos a rellenas eran escasos. La imagen y la voz eran la forma tradicional de información y transmisión. A pesar de ello, podemos considerar un avance significativo en los modelos políticos de la época la aparición de una Junta Local de Instrucción Primaria, que desarrolla un trabajo intermitente, pero que posibilita la búsqueda de algunas soluciones de urgencia en cuanto a la progresión del número de aulas y la permanencia de las mismas. De esta manera, de las dos simples aulas públicas de mediados del siglo XIX a las que concurrían la infancia de la ciudad de Motril, pasamos hasta un total de diez en 1885, repartidas por toda la municipalidad (Unitarias en los casos de Calahonda, Tablones y La Garnatilla; dos en Torrenueva y el resto, en Motril). Sin contar con las de titularidad privada. Es más, se consiguió disponer de la actividad pedagógica del Colegio Politécnico de 2ª Enseñanza, una Escuela de Adultos, una Academia de Música, y hasta una Biblioteca Popular. Este cambio sustancial en la política educativa del municipio, si bien importante, era un tanto relativa: Si tenemos en cuenta que cada aula podía contar, incluso con 100 y hasta 150 alumnos, nos podemos imaginar la calidad de la misma y la atención docente. Pero, ¿qué puede esperarse en una sociedad que todavía se plantea como algo extraordinario el reparto de 1.200 panes a los pobres de Motril? (Un hecho que coincide con la subida al trono, en 1871, del rey Amadeo de Saboya; y que se unen al refuerzo de las 500 papeletas para hogazas de pan que para esos mismos pobres distribuye la Diputación Provincial38,

34 . A.M.M., leg. 112, pza. 15: Normas de higiene (1892). Lepra (1895); leg. 132, pza. 11: Junta Municipal de Sanidad. (1893-1895). 35. A.M.M., leg. 132, pza. 8: Sanidad y beneficencia (1891-1899). 36. A.M.M., leg. 396, pza. 10: Colegio de Instrucción Primaria. 1856. 37. A.M.M., leg. 72, pza. 1: Inventario de escuelas del término municipal. (1860-1881). 38. A.M.M., leg. 167, pzas. 11 y 12.



Calle Catalanes o MartĂ­nez Campos. (Archivo particular).



en un momento de renacer económico). O la existencia de importantes demandas al gobierno, como hemos visto, por la ruina que acontece tras los terremotos de 1884 y las heladas de 1885. ¿Alguien puede esperar más? Por eso, no podemos extrañarnos cuando, consultando la documentación de la época y observamos que, a pesar de esta transformación de los últimos 50 años del siglo XIX, las autoridades no pueden impedir, en los albores del siglo XX un aumento temporal en el absentismo escolar: El periodo de la zafra origina que se retire de las escuelas un contingente numeroso de niños a quienes sus padres dedican a las faenas agrícolas de esta época39. Incluso podemos celebrar esta situación como algo extraordinario, encomiable y que ensalza la labor de un tejido social y político cuyo principal ideal era la supervivencia, física, propiamente dicha, y también, política. Como se dice: mantente mientras cobro. Lo habitual era recoger el beneficio inmediato que podía dar la actividad municipal, mientras se mantenían en los cargos, ya que en cualquier momento les podía llegar la cesantía. Por eso, dentro de esas formas de hacer política, o mejor dicho, de aplicar pensamientos políticos al gobierno de una ciudad, observamos como existe una dejación de funciones en todo lo que se refiere a la aplicación de los impuestos recaudados. (Habitualmente los de consumos y los aplicados sobre la propiedad de casas, campo, etc.) Y es que aquella fiebre de obras públicas de los años 60 del siglo XIX, poco a poco desaparece. Siempre existían otras necesidades más perentorias que las inversiones. Por eso, si hablamos de las demandas de la población, vemos hasta que punto existe una total dejación de funciones y despreocupación por el bienestar comunitario. Calle Seijas Lozano. Estampa de una de las calles principales de Motril en la década de los años 20. No había un gran número de ellas empedradas y las mejores viviendas, como las que vemos, apenas pasaban de las dos alturas. Vemos un modelo de diligencia de la empresa “La Motrileña”. Transporte de tracción animal. (Archivo particular). Relación de las fábricas de azúcar en 1907. (Archivo particular).

Sirva, como ejemplo, la ordenación del territorio, que llega a tener tal descontrol que ya en 1883 se hace necesario el amojonamiento y deslinde de los caminos vecinales, por las usurpaciones cometidas por la mayoría de los

39. 40. 41. 42. 43.

propietarios; y que se tendrá que repetir al año siguiente, en el camino a Salobreña por la falta de respuesta de los mismos40. Los caminos se encuentran intransitables y, únicamente el que se dirige al Varadero, puede considerarse en condiciones para su uso, a pesar de la irregularidad de su piso. Los restantes, estaban intransitables, dándose la circunstancia que, en el de La Garnatilla, habrá que esperar hasta 1884, para que se construya un puente que permita el acceso de carruajes, o los arreglos, todavía en 1888, del camino a Torrenueva41. Una visión que no mejora, en absoluto, cuando hablamos de las calles, de los enclaves urbanos, carentes de cualquier empedrado o acerado, eran continuos barrizales o almacenes de polvo, a excepción de las calles del centro de Motril, que sí tenían cierta atención, aunque bastante irregular; y sin pasar apenas de las calles que rodeaban el Ayuntamiento que, por otra parte, soportan las deficiencias del mal estado de los faroles del alumbrado público42.

PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX No se puede decir que las primeras décadas de ese nuevo siglo XX aporten un cambio significativo para nuestra ciudad, más bien hay que redundar en el importante deterioro de la economía y de las relaciones sociales y personales entre sus habitantes. Como tantas veces, la sociedad motrileña encara un nuevo siglo con la visión de un horizonte bastante oscuro, en este caso, por la escasez de subsistencias con las que tienen que convivir la mayoría de los hogares motrileños. Hasta el punto que va a generar un importante movimiento migratorio donde un buen número de vecinos (no sólo de Motril, sino también de otros pueblos de la costa granadina y de las Alpujarras), buscan una esperanza, una salida, a la miseria más absoluta. Con esa intención emigran, la mayoría hasta el continente americano, atraídos por las buenas condiciones económicas que allí disfrutaban. También, la guerra que se vivía en el norte de África, tras la penosa sangría de la pérdida de Cuba, incide, en

A.M.M., leg. 143, pza. 1: Actas de la Junta Local de Instrucción Pública, 1899, s.f. A.M.M., leg. 71, pzas. 54 y 56. A.M.M., leg. 71, pzas. 44, 55 y 60. A.M.M., leg. 71, pza. 59; leg. 91, pza. 13. A.M.M., leg. 176, pza. 9: Relación de emigrantes: 1905. A.M.M., leg. 251, pza. 7: Registro de emigrantes: 1906


mayor medida si cabe, para que un buen número de jóvenes y adultos vayan en busca de una aventura, que no siempre terminó bien43. La entrada de este siglo XX será, ante todo, un fiel reflejo de la desdicha y podredumbre en que se ha mantenido, durante siglos, a buena parte de la población motrileña. Situación que se había hecho más evidente en las últimas décadas del siglo XIX. Y es que, el control que sobre la producción cañera tienen los fabricantes hace que el pago de la caña sea una verdadera ruina, cada vez más sangrante, para los pequeños agricultores y para los peones contratados por unos y otros. No olvidemos que en Motril y su entorno subsistía un importante volumen poblacional de peones agrícolas que no tienen más posibilidades de

vida que su esfuerzo diario: Si no trabajan, no comen. Precisamente será 1901 el año en el que estalle, con gran violencia, esa furia contenida, produciéndose la destrucción de una de las fábricas de la familia Larios: Ntra. Sra. de la Cabeza. Pero esto no será más que una grave, pero simple anécdota, en una sociedad que no superará esta situación durante décadas. De hecho, tenemos que hablar de un agravamiento, cuando a los pocos meses se crea lo que se conoce como el Trust: La Sociedad General Azucarera de España, empresa que llega a controlar casi el 100% de la producción azucarera española. Un monopolio en toda regla que marcaba los precios de la caña sin tener mayor referencia que los beneficios que podían generar.


Por eso, era raro el año que el agricultor, conseguía mayor beneficio que la miserable subsistencia, cuando no la hambruna más absoluta. No hablemos ya de esos simples braceros,…que dependían de las peonadas que podían conseguir en ese campo. Lo habitual, por tanto, será la pervivencia de ese conflicto social que, paralelamente, se irá tornando ideológico, como una forma de defender, en la calle, las distintas visiones de un mismo problema. De ahí que tengamos que recordar este período como un calco, bastante parecido, de las situaciones y tensiones que se habían sucedido en la segunda mitad del siglo XIX: Opresión empresarial, connivencia, amiguismo, subterfugios legales, electoreros, etc. Un caldo de cultivo que exacerba los ánimos de un pueblo que, año tras año, ve como se tensa un poco más la presión que sobre sus vidas y sus familias se viene realizando por una clase dominante. Circunstancias que, por otra parte, eran mantenidas, con férrea disciplina por parte de gobernantes políticos y económicos: Palizas, agresiones, insultos, paro, ostracismo, etc., eran la consecuencia de las protestas de jornaleros, pequeños propietarios, periodistas, o intelectuales. (La presencia de armas de fuego, su uso y manejo, por ciertos personajes motrileños, era habitual y, en ocasiones, luctuosa). De izquierda a derecha: Ejemplo del destino que le esperaba a los jóvenes y adultos motrileños a principios del siglo XX: La emigración. (Archivo particular de Francisco Palomares Sánchez). Nota interna de la Sociedad General Azucarera de España desde la Fábrica de Ntra. Sra. del Pilar de Motril sobre la epidemia de mosaico en las cañas. (Archivo particular).

Si en los primeros veinte años del siglo XX, como hemos visto, las tensiones sociales y políticas van a perfilar un escenario de pobreza, hambre y miseria, la verdad es que hasta casi terciado el siglo no se mejorará esa lúgubre imagen. Ejemplo de esa situación catastrófica nos la da la correspondencia generada por la Sociedad General Azucarera de España, dueña o asociada de la mayoría de las fábricas de azúcar de las vegas del Guadalfeo:

En la de Motril hay sobre 10.000 marjales de caña del País infectada de enfermedad (mosaico) que su producción será de 100 arrobas por marjal cosa que el cultivador tiene mucha pérdida en los gastos de cultivo; y en Salobreña hay sobre 2.650 marjales en las mismas condiciones. Toda esta caña hay que arrancarla pues no se puede dejar para alifa, porque su producción es menor que en el tercio; con este número de marjales y los que hay sin cañas en las dos vegas calculando que haya 7.000 de caña Java hasta 44.000 marjales que habrá en cultivo en las dos vegas, se quedan sin cañas y las fábricas no funcionarán y el labrador ha de pensar qué clase de fruto siembra. Por supuesto, la grave crisis que se pronostica con el juicio emitido por el responsable de cultivos en Motril, se ve confirmada por la situación de arrendamiento de algunas de las fábricas de la zona (por las fábricas de “Ntra. Sra. de Lourdes” y “Ntra. Sra. de las Angustias” se pedían por su alquiler anual 7.500 y 10.000 pesetas respectivamente). Panorama realmente angustioso y que, sin embargo, se distancia, muy mucho, de la visión más triunfalista de la publicación Litoral Granadino que, aunque deja constancia de estos problemas y de la falta de rendimiento económico del cultivo cañero, lo diluye entre una amplia variedad de actividades agrarias e industriales. Lo cual puede hacer olvidar que el principal y mayoritario producto de sus campos, y fuente de trabajo de la mayoría de las industrias (las fábricas azucareras), desaparece; sem-


brando la miseria y la ruina económica entre todas las capas sociales. Únicamente la introducción, una vez más, del cultivo del algodón, como a principios del siglo XIX, dará un respiro a la malparada economía de nuestro municipio. Apoyo al que se unirá una nueva propuesta agraria: El saneamiento de los terrenos encharcados de “El Jaul”44. Pero no olvidemos que, este conjunto de actuaciones no deja de ser un arreglo, coyuntural y escaso, para la delicada situación de la economía local y, sobre todo, para la vida de ese vecindario que no puede salir de esa miseria. El ámbito municipal, por otra parte, no nos habla de expectativas mejores, entre otras cosas porque las formas, y el fondo, de la política municipal no han cambiado en nada. El entorno del cabildo no pasa de ser un continuado escaparate de cómo, los grandes propietarios, sus apoderados y otros personajes de segundo

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orden, establecen las pautas necesarias para dominar el conjunto de la vida del consistorio y sus decisiones. Y a pesar de estar en un período de revoluciones, la verdad es que en estas tierras no ha cambiado (ni cambia), nada,…ni siquiera en política. Las campañas y procedimientos electorales no se diferenciaban en nada de aquellos que se creyeron por siempre abolidos(…)45. Estamos hablando del fraude electoral, que tan bien se ve reflejado en La Consigna, un artículo de Paco Pérez. Las acciones que se llevaban a cabo dependían en buena medida del posible impacto que, sobre los intereses de estos grandes propietarios y sus acólitos, tuviesen. Esto daba lugar a una verdadera situación de quebranto generalizado de los intereses comunitarios, asociado a la falta de continuidad en las políticas municipales. Todavía se tenía muy presente aquello de desvestir a un santo para vestir a otro, o lo

A.M.M., leg. 405, pza. 1. PÉREZ, P.: Efemérides motrileñas. 1933, s.p. (sábado 1 de abril).

Vías del tren al puerto. Motril, años 20. (Archivo Municipal de Motril. Colección “Arsenio Rueda”)


LA CONSIGNA

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Cuando el almanaque político marca la fecha de las elecciones, Motril adquiere fisonomía pintoresca. Elecciones. Elecciones equivalen a la pantomima, a la arbitrariedad, al momio. La noche anterior, la policía ha quitado de en medio por unas horas a todo el que pueda estorbar la paz y la “sinceridad” electoral. Muy de mañana, se ve alborear al muñidor con tipo de jaque y su bastón de nudos. Pero no hay miedo. Muchas veces es este bravucón el que le ruega al amigo policía: “Haz el favor de meterme en la cárcel. Es cosa que me conviene”. A las doce del domingo, se llena la ciudad de cestas enormes preñadas de olorosas viandas, para amortiguar un poco el ánimo débilmente fiscalizador de los interventores. Fuman los adjuntos gruesos puro de “hupa”. De vez en cuando, se aventura por la puerta del colegio, tímidamente, el único elector sincero: es el jubilado o retirado que necesita justificar que cumplió con su obligación de sufragio, para poder percibir la pensión del habilitado. Y, luego, al caer la tarde, el “pucherazo”. Pucherazo a la izquierda o a la derecha. Todo depende de quien mande. Poco se ha modificado la estampa con la implantación del nuevo régimen. Los nuevos modos no han podido desterrar el viejo estilo. Aquel viejo estilo que circulaba órdenes para que se cumplieran a rajatabla, saltándose la Constitución y la Ley Electoral. Como le sucedió al malogrado Manuel Padial, hombre de sobrada inteligencia, de buen ingenio, que tenía pronta la salida y rápida la ocurrencia. Por aquellos días de elecciones, Padial no andaba en muy cordiales relaciones con el señor “Frasquito” Pérez, alcalde popular y simpático si los hay. Cuando Manuel Padial se dirigía, en unión de otros amigos, al colegio instalado en la Posada del Sordo, en la calle Nueva, le salió al paso un guardia municipal, advirtiéndole: —¡Usted no puede pasar! —¿Por qué? —preguntó Manolo Padial, que era hombre de flema. —Tengo orden de que no pise usted el tranco —replicó el guardia. Y rápido y certero, replicó Padial: — Ah, por eso no!¡Me lo salto en limpio!

que es lo mismo: según el partido o bando al que perteneciese el alcalde, se tenía trabajo en el ayuntamiento y otros puestos públicos, o no. Así que era fácil ver cómo tras unas elecciones (de dudosa limpieza), los empleados municipales eran despojados de sus ropas por los seguidores del ganador, que aspiraban a esos puestos. El famoso esnúen que ya hemos comentado en el siglo XIX. (Nos podemos imaginar al resto de trabajadores, en manos de grandes propietarios y apoderados de los mismos). Por otra parte, los desmanes internos y la poca claridad en la contabilidad municipal, en un ayuntamiento en permanente endeudamiento y al filo de la bancarrota, eran manifiestos. Quizás una de las acciones más escandalosas y de la que todavía queda un sonado recuerdo se planteó entre los años 1927 y 1930, donde el entonces alcalde, D. Carlos Castillo, compatibilizaba su sueldo y cargo municipal con el correspondiente como médico titular (cobrando por ambos conceptos, lo cual estaba taxativamente prohibido por la ley). Aunque quizás lo más llamativo puede ser la justificación de los gastos de sus viajes47, contabilizados en miles de pesetas, de entonces, cuando un jornal de un obrero del campo oscilaba entre 1 y 2 pesetas (Ver tabla). En este oscuro escenario, además, entra en juego la continua presencia de las órdenes de rango superior que, desde Granada: suspenden en sus funciones a los munícipes, embargan parte de los impuestos, proceden a encausar a los miembros del cabildo, etc. Todo un abanico de acciones que, si bien unas veces miran por el interés general de los ciudadanos (contados son los casos), lo habitual es que sigan las directrices y mandatos de orden político y económico, según el gobierno de turno.

Si este es el escenario en el que se tienen que mover los motrileños, sus relaciones con el entorno próximo, sus propios anejos y los restantes pueblos de su comarca administrativa y judicial, no son mejores. Las carreteras son, en la práctica, casi inexistentes y no será hasta las primeras décadas de este siglo XX cuando se comiencen unas obras que se consideraban imprescindibles desde hacía varias décadas: Como signo de modernidad, ya en 1911, se inician los caminos hacia Lújar y Lobres,…que no verán su fin hasta los años 30. De hecho, todavía se tiene que esperar hasta 1929 para ver el comienzo de las obras del camino de La Garnatilla a Gualchos48 . Estamos hablando, por tanto, de un espacio anquilosado, cuyas comunicaciones terrestres se mantenían a la altura de varios siglos atrás: veredas y caminos de herradura eran, en su gran mayoría, la red de comunicaciones que permitía las relaciones, especialmente comerciales, entre los distintos lugares de la zona. (De hecho, si observamos un mapa de la época, podemos entender perfectamente el retraso generalizado que soporta este territorio –que todavía perdura en los albores del siglo XXI). Una vez más podemos entender cómo, en el horizonte de nuestros antecesores, no existía una proyección de futuro más allá de ese entorno próximo. Máxime si tenemos en cuenta que la emigración a América, último recurso de la desesperación de un pueblo, se convertía en una difícil aventura de la que no se volvía. Y a pesar de estas situaciones, esta sociedad denota cierto avance, aunque pausado, en las mejoras de las prestaciones públicas disponibles para el ciudadano: las conexiones al abastecimiento de agua se generalizan (no ocurre así en los anejos), se planifica y ejecuta el alcantarillado de la ciudad. Se realiza el encauzamiento de la peligrosa Rambla de Capuchinos, que a pesar de todo, seguirá dando sustos al

AÑO

CONCEPTO

Labores de la monda (Archivo Municipal de Motril, Colección “Arsenio Rueda”).

1928

Manifestación a las puertas del Ayuntamiento de Motril (1911), en protesta por el precio que la Sociedad General Azucarera asigna a la caña de azúcar para ese año. (Colección particular).

1929

Libramiento nº 476: A don Carlos Castillo, por reintegro de los gastos que motivaron su viaje a Madrid acompañado del Ingeniero don Enrique Gómez, para gestionar de un Banco un empréstito. Libramiento nº 135: al señor Alcalde para los gastos ocasionados en el viaje de la comisión bajo su presidencia a Madrid, para la adquisición del Canal de Aguas potables. Libramiento nº 891: a don Carlos Castillo por viaje a Madrid, en comisión asuntos municipales, 1 al 9 de Mayo. Libramiento nº 893: a don Carlos Castillo por gastos suplicados en su viaje a Granada acompañando a diez señoritas que figuraron en la carroza de festejos.

1929 1929

CANTIDAD

1.771’25 pts. 4.297’00 pts. 2.950’00 pts. 1.250’00 pts.



En este estado de cosas no podemos dejar de lado la escasa presencia de la formación y educación de niñas y niños de aquellos años. Si bien desde el Ayuntamiento se atienden algunas demandas, estas son irrisorias. La mayor parte de la población infantil no puede ser atendida en el conjunto de casas-escuela, divididas entre las que atienden a niños y las que atienden a niñas; y diseminadas por viviendas de escasa calidad o en franca ruina a lo largo de todo el municipio, incluidos los anejos. Poco más se conseguía que aprender escasamente a leer y escribir; y las cuatro reglas matemáticas. La calle y el campo eran la escuela de la mayoría, para un incierto o nulo futuro.

Nuevas instalaciones de venta de pescado alrededor de 1925. Por detrás se observa parte del antiguo Hospital de Santa Ana (Archivo particular).

caserío y vecindario motrileño. A la vez, se establecen nuevos servicios como Matadero, Alhóndiga, Mercado, etc. Y se plantean apuestas políticas tan avanzadas como establecer el proceso para el desarrollo de Torrenueva como Entidad Local Menor49. Una sociedad, eminentemente agraria, donde la mujer tenía un papel sobresaliente, al menos, en lo que se refiere al ordenamiento familiar y a su subsistencia. Es bueno recordar el doble papel que viene ejerciendo la mujer, con su labor dentro y fuera del hogar. Como ya vimos en el siglo XIX, las aportaciones económicas del trabajo femenino entre las familias humildes motrileñas (la gran mayoría), eran imprescindibles: Labores del campo, como braceras, y sobre todo, tareas hogareñas en las viviendas de clases más favorecidas -a cambio de la comida simplemente-, que significaba cruzar la frontera entre la subsistencia mínima y la hambruna más absoluta en tantas ocasiones. Por supuesto, estas situaciones eran algo generalizado entre las clases bajas y que no tenían que soportar las féminas de las clases medias y altas. Situación de explotación que se extendía a los hijos e hijas de buena parte de la población, que desde edades muy tempranas (6-8 años), participaban en las labores agrícolas o, servían de recaderos o porteadores, en el mejor de los casos.

PÉREZ, P.: Idem. A.M.M., leg. 342, pza. 2, pp. 23-24. 48. A.M.M., leg. 171, pza. 17; leg. 372, pza 8. 49. A.M.M., leg. 212, pza. 11. 46. 47.

Estas realidades variopintas, que no son precisamente agradables, se encuentran con un obstáculo añadido: epidemias de diversa índole, que conducen a una notable mortalidad que afecta, de forma más directa, sobre la población infantil. Y es que, la escasez y las penurias en cuanto a la alimentación que pasa la población, junto con las graves deficiencias en lo que se refiere al aseo personal y la higiene comunitaria; así como los costes que supone las mismas atenciones sanitarias dan lugar a: que plagas de tifus, cólera y gripe, sean un hecho frecuente en la ciudad y sus alrededores. Frente a esta situación de buena parte de la población, francamente desangelada, nos encontramos con que, de cara al exterior, y sobre todo, si hablamos de la vida social de la ciudad, el vecindario con cierta capacidad económica se plantea otras cuestiones mucho menos traumáticas: celebración de los Juegos Florales, Batallas Florales, obras de teatro benéficas, proyecciones de cine, bailes, paseos, etc. Actividades que sirven de punto de encuentro y relativo enfrentamiento por el reconocimiento público de una serie de actividades relacionadas con la beneficencia y la cultura. Metas o actividades que les quedan reservadas a esas mujeres de cierto nivel social que no pueden entrar en el círculo de las actividades comerciales y, mucho menos, en el mal visto hecho de realizar trabajos manuales remunerados. Pero en la anquilosada dinámica de esta sociedad lo que da una nueva perspectiva económica y social al entorno motrileño son las instalaciones del Puerto, que se inician en 1908, aunque se prolongarán por espacio de casi 20


Imágenes de una sociedad con grandes desproporciones sociales y económicas: Grupo trabajando en la zafra. (Archivo Municipal de Motril. Colección “Arsenio Rueda”). Fiesta de la Banderita en 1920. (Archivo Municipal de Motril. Colección “Arsenio Rueda”). Mujeres trabajando en la monda. (Archivo Municipal de Motril. Colección “Arsenio Rueda”). Isabel Gisbert, Condesa de TorreIsabel (Archivo particular de Mª Dolores Peláez Garzón)


De izquierda a derecha:

Retrato de estudio (Archivo particular). Juegos Florales (1924). (Archivo particular). Programa de actos del Teatro Calderón, que se convertirá en el principal foco cultural del siglo XX en Motril. (Archivo particular de María Hens Lorente).

años. En primer lugar, no debemos olvidar que su construcción absorbe buena parte del paro existente y, además, supone la constitución de un nuevo espacio de tráfico y movimiento comercial que apuesta por ser el referente de la ciudad y de este entorno costero a lo largo del siglo XX. Paralelamente es el final de una larga polémica entre las calas de El Varadero y Calahonda, por ostentar la denominación de puerto de Motril, algo que ha durado casi dos largos siglos de disputas. A esta nueva perspectiva comercial y teniendo en cuenta las deficiencias de las comunicaciones terrestres, se añade un nuevo elemento a este impulso en su desarrollo: la construcción del Cable Aéreo, que se inaugura en 1927, y que se extiende entre Dúrcal y Motril. Realmente es la única alternativa a la falta de ferrocarril y al irregular trazado de las carreteras existentes, (por no hablar de su total abandono). No olvidemos que, desde casi mediados del siglo XIX, con el último trazado viario que se realiza, no ha existido una apuesta institucional por la mejora de las mismas, a pesar de que, ya entonces, se hablaba de las deficiencias que se observaban y necesidades que no se cubrían. Porque, no olvidemos la realidad de ese Motril de los años 30, que recibe con júbilo y

manifestaciones –como cada vez que se atisba una posibilidad de mejora- esa nueva forma de gobierno bajo la denominación de República. Observa (como en buena parte del territorio español), un notable grado de enfrentamiento social debido a las necesidades primarias no cubiertas en buena parte de su vecindario. No debemos pasar por alto que más de la mitad de la población activa se encuentra en paro. Habitualmente, las demandas de los munícipes hacia las autoridades provinciales buscan, sobre todo, adelantar los trabajos comunitarios que pueden ser un alivio para tal situación, al menos hasta la época de la monda que incluso, en ocasiones, tiene que anticiparse, ante la ausencia de esas soluciones temporales por parte de la autoridad competente. Y es que, la verdad, se observa como, en los últimos 30-50 años (desde el fulgurante éxito de las fábricas azucareras de finales del siglo XIX) un halo de dejadez ha cubierto a la sociedad motrileña, que no aprovechó esa bonanza económica para establecer ciertas soluciones socio-económicas y que afectaban a su población más desfavorecida50. Por eso, el cuadro socio-económico que hemos presentado unas páginas atrás, donde se destacan las tremendas diferencias entre unos estratos sociales y otros, no hace más que con-


Calahonda, un pueblo pesquero. Su estructura urbana se verá sensiblemente afectada a lo largo de la 2ª mitad del siglo XX. (Archivo Municipal de Motril). Vista de la playa del Varadero y de la fábrica azucarera San José (Archivo particular de María Hens Lorente). Vista de parte de las instalaciones del nuevo puerto (1927) (Archivo particular)


Grupo de bañistas en la playa de Motril. Imagen bastante alejada de la crisis económica que se vive en la ciudad en aquellos años. (EL FARO, nº 492 de 10 de octubre de 1934). En la otra página y de arriba a abajo: Anuncios en la prensa local. (EL FARO, nº 492 de 10 de octubre de 1934). Cabecera de EL FARO ROJO (nº 35, de 4 de septiembre) Billetes locales que se emiten para los pagos realizados dentro del municipio de Motril hasta febrero de 1937. Órdenes para que se admita esta moneda como legal en las transacciones comerciales. (Archivo del Centro del Profesorado de Motril).

vertirse en un factor determinante de la violencia que se irá generando con el paso de los años; y de la que ya hemos comentado algunos de sus resultados. Cada año que pasa las soluciones a las demandas de los trabajadores del campo, bastante más de la mitad de la población que sufre el paro estacional generado por los procesos productivos de la caña de azúcar, siguen siendo las mismas: resolución de los conflictos socio-laborales y la desaparición de la hambruna estacional (jornada de 8 horas, mejoras salariales, pagos de horas extraordinarias, etc.) Sin embargo, la verdad es que cada año se suscitan las mismas controversias y presiones empresariales que se sufrían el año anterior, sin encontrar mayor solución o apoyo que aquellas acciones sociales de atención a los necesitados: Espectáculos teatrales o taurinos a beneficio del Hospital de Santa Ana o la Cruz Roja, actos públicos a favor de las congregaciones religiosas, reparto de juguetes a los niños pobres, etc. Pero ninguna solución que cubra sus necesidades primarias y la atención de las mismas en cuanto a alimentación, sanidad, vivienda, vestuario, etc. Pero, a pesar de ello, algo ha cambiado en ese Motril de los años 30 del siglo XX: Los

grupos sociales se comienzan a organizar bajo el amparo de distintos partidos políticos y sindicatos, produciéndose diversas acciones y enfrentamiento que darán lugar a la organización de huelgas como medida de presión sobre el sector empresarial que, a su vez, también busca su propia agrupación, más allá del famoso trust de la Sociedad General Azucarera. Vamos a encontrar toda una serie de nomenclaturas que muchas veces encierran más, el respaldo a intereses particulares y localistas, que la búsqueda de soluciones, siendo un continuo vaivén de nombres, dirigentes y militantes: Democracia Rural Republicana, Comisión de Obreros en Paro, Unión de Derechas, Partido Socialista Obrero Español, Partido Agrario, Acción Popular, etc. En este clima de luchas enconadas, de odios, más o menos ocultos, nace, en 1930, el periódico El Faro, fundado por D. Antonio Alonso Terrón y que nos va a servir de testigo, a veces providencial, de nuestra historia. La actividad política y los enfrentamientos entre facciones de ideologías contrapuestas eran algo que se había asociado en esta ciudad, como en tantas otras de la geografía española, desde


hace más de medio siglo. Dirigentes políticos, sindicales, concejales, empresarios, obreros, etc., incluso alcaldes, sobre la base de una frágil y forzada convivencia, ponían de su parte, cuando no eran protagonistas directos, para que esa violencia se manifestase (tiros, riñas, agresiones físicas, asesinatos, etc.) Era raro el período del año que no había incidentes, que se multiplicaban con la llegada de los períodos electorales donde, una vez más, tenemos que observar como los cambios en los gobernantes significaba toda una cadena de expulsiones, dimisiones obligadas, pérdidas de puestos de trabajo,…Algo bastante alejado de las necesidades y demandas de una población que, ya en 1933, alcanza los 20.000 habitantes; y que presenta el ambiente de una pequeña población rural, donde se encuentran callejas de zoco árabe y avenidas capaces de rivalizar con las de Reus.(…)Un ferrocarril o cable aéreo de cuarenta kilómetros de extensión, el más grande de Europa51,… pero que soporta todavía la difícil comunicación con la capital, Granada, y con otras poblaciones, incluso las cercanas de La Garnatilla, Gualchos, Tablones, etc., como hemos visto. Pero, es más, las limitaciones de nuestro municipio no se quedan sólo, y una vez más, en las comunicaciones terrestres ya mencionadas. El simple hecho de la disponibilidad de agua en las viviendas y de colectores públicos para la recogida de aguas residuales es algo que, sobre todo en los anejos, no se ha alcanzado todavía. La crisis generalizada, que venía sufriendo la sociedad motrileña, se vio acentuada por un elemento político y, por desgracia, a la vez, militar, que rompió la frágil convivencia de aquella época: La Guerra Civil Española. Y es que, el período republicano, si bien había dado lugar a enfrentamientos más o menos desagradables, entre vecinos, familiares, etc., no fue nada comparado con los sangrientos sucesos que se desarrollaron a lo largo de los años que dura esa guerra incivil. Un hecho luctuoso que dejará un reguero de muerte, destrucción y, sobre todo, mucho odio, miedo y vergüenza, demasiada vergüenza. A partir del 18 de julio de 1936, con la sublevación que se desarrolla en diversas ciudades, Motril queda bajo el dominio del gobier-

no republicano. Será un período donde la mayor parte de la población vive con miedo y desazón los continuos movimientos políticos y militares que se suceden. Muchas veces, demasiadas, la fuerza de las armas y el extremismo vencerán sobre la prudencia y el respeto a la vida. En este caso, personas consideradas contrarias al gobierno de la nación (empresarios, comerciantes, religiosos) y otros que carecían de cualquier relación con política o ideología determinada, hasta un total de 30-40 personas, sufrieron las iras y la venganza, siendo asesinadas por elementos que se autoproclamaban defensores de la libertad. Paralelamente, propiedades particulares e iglesias, fueron incendiadas o sufrieron los desmanes de algunos grupos extremistas. Será un período donde la ciudad quede un tanto anquilosada y sufra las consecuencias de la falta de subsistencias y del movimiento comercial. Llega el momento, incluso, que es necesario fabricar una moneda de uso local, que no tiene ninguna validez más allá de los límites del municipio…lo que aumentará aún más el desastre económico y el desencuentro entre los propios vecinos. Junto a los problemas de orden público, de persecuciones y de asesinatos, más o menos legalizados, (por ambas partes), a mediados de

50. Causas, hechos y consecuencias que podemos descubrir más extensamente en las investigaciones de los profesores Rafael Gil Bracero y Mario López Martínez. 51. PÉREZ, P.: Id. 1933, s.p.


febrero se sufrirá lo que se conoce como la espantá de Málaga o el crimen de la carretera Málaga-Almería. A lo largo de unos días, la carretera que unía Málaga con Almería es escenario de la huída de miles de personas (se calcula que más de 100.000): El miedo generalizado tras la caída de la ciudad malagueña en manos de las tropas rebeldes. Familias enteras huyen, presas del pánico, atacadas desde el cielo por aviones del ejército rebelde y, desde el mar, por algunos barcos que se acercaban tanto a la costa, que podían ver las celebraciones de las tripulaciones cuando hacían blanco: Una verdadera carnicería. El camino hasta Almería será un reguero de ropas, enseres y vehículos abandonados,…junto a niños perdidos, ancianos debilitados y muertos, muchos muertos. En pocos días, ese prólogo de persecución llegará a Motril, que queda bajo dominio de las tropas rebeldes el 10 de febrero52. Los antes perseguidos, se convierten en perseguidores, y viceversa. En este caso, la venganza va a ser más dura,

(si hay proporciones en la muerte de un ser humano), por el mayor número de personas que sufren las consecuencias. Y otra vez nos encontramos con que los perseguidos, encarcelados o asesinados, en muchos casos, nada tienen que ver con ideas o movimientos políticos o sindicales. Los que tenían por qué temer, o simplemente se contagiaron de ese pánico colectivo, habían huido. El resto de la Guerra Civil, con un frente tan cercano, en las estribaciones de las sierras de Lújar y el Conjuro, no fue nada agradable: cañonazos, bombardeos y acciones de guerrilla por una y otra parte, que fueron haciendo crecer el número de muertos. Un ejemplo de ello fue el bombardeo que sufrió la fábrica de El Pilar, (como punto estratégico de producción, militarizado) donde murieron hasta un total de 15 personas (arrieros, peones, vigilantes, etc., sin relación ninguna con cuestiones militares). Hecho que también nos habla de la


diversidad de procedencia de estos trabajadores: Albuñuelas, Trevélez, Dúrcal, Güájares, La Zubia. Sólo 4 eran de Motril y un quinto de Torrenueva, del Cortijo Morales. Ese padecimiento de la población motrileña tenía su reflejo en los bombardeos que sufrían localidades como Gualchos, Los Carlos, Castell de Ferro, La Mamola, La Rábita, por parte de los rebeldes, donde personas anónimas, casi en su totalidad civiles, caen muertas o heridas de diversa consideración. La llegada de las tropas sublevadas hasta Motril, por supuesto, no iba a pasar desapercibida. Inmediatamente se eliminan las referencias al gobierno legalmente establecido, para acatar nuevos nombramientos y criterios de actuación más acordes con la tradición. Por supuesto, una parte importante de la población huyó, bien en dirección a Almería, y otros a los pueblos próximos que se encontraban bajo el control de las tropas gubernamentales. Tam-

bién hubo detenciones, y juicios varios, donde se mezclaron las ansias de venganza con la justicia y donde, la muerte, en un buen número de casos (algún día se sabrá un número aproximado), y la prisión en otros, supuso el inicio de un nuevo modelo social y político. Sirva como ejemplo el siguiente texto que se lee el 18 de julio de 1939 por los empresarios en la Fiesta de Exaltación del Trabajo: La Fiesta de Exaltación del Trabajo que aquí nos reúne en estas horas de Victoria y de paz en España, no es una fiesta de odios, en la que haya que agitarse con aire de motín, afanes e inquietudes de muchedumbres trabajadoras. No hay aquí bullicio ni tumulto, ni es precisa ninguna exhibición del poder la holganza. Todo aquello pasó para siem-

52.

IDEAL, Viernes, 12 de febrero de 1937, pág. 1.

Convento de los PP. Agustinos, como quedó tras su destrucción en la Guerra Civil. (Archivo particular).


pre. Nos congregamos ahora, en la intimidad del hogar común donde trabajamos, para conocernos y para aprender a amarnos con alegría, fortaleciendo nuestra unidad. Nuestra fiesta coincide con aquella fecha venturosa en que el invicto Caudillo hizo brillar para la historia, con los arreboles de la sangre derramada, el amanecer de una vida nueva cuyo nervio es el espíritu del trabajo definido en el Fuero, no como mercancía vil sino como atributo de honor y de jerarquía, que crea en quien lo ejerce el orgullo de una responsabilidad y que se nos exige a todos como un servicio a la Patria, por lo que hay que prestarlo con el máximo rendimiento y con verdadero espíritu de milicia. Este concepto del trabajo informa el contenido de la auténtica Revolución Nacional y es sustancia del Nuevo Estado Español, que acepta como norma sagrada para anular radicalmente la lucha de clases, la imposición rigurosa de la justicia social. Una justicia social que no se extiende tan solo a mejorar los salarios, exigiendo que sean suficientes para que el trabajador y su familia satisfagan condecoro y con holgura las necesidades vitales de su sustento y de su vivienda saludable, sino que permita a las clases humildes el acceso a un nivel más justo, satisfaciendo también, las necesidades del espíritu con la cultura y la educación y proporcionándoles la alegría de su descanso y de su recreo con el bienestar que corresponde a los que trabajan sirviendo a España. Por eso en Nuestro Estado autoritario Nacional-Sindicalista velará atento porque ineludiblemente todos los españoles, desde los más poderosos cumplan con este deber de justicia y nada turbe el equilibrio y la armonía del mundo de la producción, imponiendo a la par a todos una sola preocupación y un empeño fundamental: El de producir y crear por el servicio del trabajo, rendido con eficacia inexorable, la grandeza de España. Momentos difíciles son en verdad los que vivimos, como consecuencia de la guerra más dura de nuestra historia. Pero sobre ella se cierne la lumi-

nosa esperanza de una pronta reconstrucción de la Patria y de una era feliz de prosperidad fecunda, si todos sabemos aportar, sin desmayos, ni flaquezas nuestro esfuerzo cotidiano al servicio del interés supremos de España, unidos y enlazados en un haz de hermandad. A los que en las trincheras combatieron y sucumbieron los vinculó fraternalmente un ideal común de redimir a España. España ahora redimida nos conjura por los que dieron su sangre generosa, que traigamos a la vida llena de afanes de la producción, aquel ambiente puro de las trincheras y consagremos la condición de hermanos de los productores todos. Nuestra hermandad no es aquella vaga y huera solidaridad humana que exhibía el marxismo, mera trabazón materialista de los intereses. Nace de un mismo destino cristiano de trabajo y de un mismo concepto de la vida informada por los ideales eternos de nuestra tradición, a los que se sirve a través de una Patria Imperial, hecha grande e idónea para cumplir otra vez en la historia la misión universal a que está predestinada. Al celebrar el ágape de nuestra fraternidad y de nuestra alianza para la gran Cruzada del Trabajo, creador de la España fuerte, nos reunimos aquí hoy en esta gran familia de nuestra Empresa. Todos, cada uno en su puesto, como en un batallón del Ejército de la paz, afirmamos ahora que desde esta célula de inmensa y varia colmena del trabajo nacional, desde esta comunidad productora, cuya unidad social robustece la conciencia de sentirnos militantes de una España sindical fraterna, prometemos entregarnos con alegría la tarea de plasmar con nuestro esfuerzo sin fatigas, la Patria, una grande y libre que ambicionaron nuestros Caídos y que está forjando la majestad señera de nuestro Caudillo.¡¡ARRIBA ESPAÑA!! (Al final se cantarán los himnos del Movimiento y los Empresarios darán los gritos de España, una, grande y libre.-) A partir de febrero de 1937 se puede asegurar que existe cierto control de las ricas vegas que rodean a la ciudad de Motril. Pero, en este

Sociedad General Azucarera de España: Campaña 1937: Partes diarios de fabricación. Nota del Capitán de la Guardia Civil de la Compañía de Motril recibida en la Fábrica de El Pilar el 22 de julio de 1937. 55. A.M.M., leg. 300.: (…)D. ....designado para ello por esta Junta Local, queda en posesión de la Finca Rústica, propiedad de…., huido con los rojos, sita en el pago….de este término, de cabida total de…. de…. finca que cultivaba su propietario y al huir aquél ha quedado abandonada. 56. Para ahondar en este tema, nada mejor que consultar algunas de las publicaciones que se adjuntan en la bibliografía final, gracias a la labor investigadora realizada por el profesor José Mª Azuaga Rico, además de su tesis doctoral, todavía inédita, por desgracia. 53. 54.


caso, el problema es la falta de mano de obra. Los efectos de la guerra son devastadores: La producción agraria entra en un verdadero proceso de crisis, sobre todo por la falta de personal conocedor de la corta de la caña. Otro tanto ocurrirá con las fábricas, donde los operarios son nuevos, hasta el punto de que los responsables de su rendimiento escriben con amargura: La marcha reducida obedece a deficiencias del personal que en su mayoría es nuevo y desconoce por completo sus obligaciones(…). También es de tener en cuenta que el abastecimiento en caña de la fábrica se hace aún con dificultad, por no tener hasta ahora medios suficientes.(…) 53. Estos comentarios encubren una realidad: La falta de personal especializado en todo el proceso, siendo raro el día que las fábricas no paraban por falta de cañas durante varias horas. Junto a esa situación, que pronostica las penurias y problemas que van a tener los motrileños en general hay un hecho que nos muestra que la guerra no ha pasado: El orden de corta de cañas de estos días se efectuará cumpliendo las órdenes dadas por el Comandante Militar de Motril de cortar las cañas propiedad de elementos marxistas y cuyo importe ha de pasar a beneficio del Estado; continuándose haciendo simultáneamente con la corta de la caña propiedad de aquellas familias en las que los elementos marxistas escogieron sus víctimas e hicieron mártires de la Patria, es decir que tienen preferencia para la corta de sus cañas las viudas o huérfanos de personas que por significación españolista han sido asesinadas por los rojos durante su dominación(…)54. Pero no sólo las cañas, sino la propiedad de la tierra de los huidos queda en manos de terceros a través del Acta de Posesión, emitida por la Junta Local de Servicios Agrícolas de Motril 55. Y es que la lucha entre ambas facciones, aunque completamente desproporcionada, siguió perviviendo en las estribaciones de Sierra de Lújar, Sierra Nevada y otras zonas montañosas en forma de grupos guerrilleros. Así, la guerrilla56 , que seguía blandiendo la bandera de la legitimidad de la República y de las ideas democráticas, quedó relegada por la infor mación oficial al papel de simples salteadores y bandidos que se enfrentaban a la Guardia Civil. Un hecho que se prolongó casi tres lustros y que supuso una verdadera caza del hombre. Cierto es que algunos grupos guerrilleros derivaron sus actuaciones de

lucha en acciones delictivas, bastante distantes de su planteamiento original. Pero no es menos cierto que parte de las acciones que se les atribuían las realizaban agentes del propio gobierno como medida de propaganda negativa sobre ellos. Sin duda, lo peor fue que la aberrante ley de fugas, sirvió para asesinar a buen número de estos combatientes. El resultado luctuoso de estas acciones, no siempre reconocido, sí se hacía público en el caso de algún guerrillero destacado o personaje popular en Motril. Cuando llegaba la Guardia Civil con los mulos cargados de bultos inertes se oía aquella terrible expresión: ¡Aquí traen carne fresca! Debemos considerar sobre todo, que estamos hablando de una sociedad que vive bajo la batuta de una dictadura, del dominio omnipresente de todo lo relacionado con el régimen franquista. Aparte de las persecuciones y reservas que se tuvo sobre un buen número de gente, la verdad es que se establece un régimen donde el temor, incluso al vecino o a la familia, la desconfianza, se vuelve algo más que corriente. Incluso, en las propias casas de los perseguidos, o donde se ha sufrido la muerte de algún familiar considerado como republicano (desafecto al régimen), se llega a sentir vergüenza, no se habla del tema, se tapa bajo la losa del silencio.

Carta del Banco Hispano-Americano de la sucursal de Motril revisado por la censura militar. 18 de mayo de 1937. Además del control que existe sobre las comunicaciones (censura militar), se puede observar la contradicción en el uso de los sellos republicanos (izquierda) y de los nuevos ejemplares editados por los rebeldes (derecha) (Archivo particular).


Era algo habitual ya que, se establecen controles carcelarios, o campos de concentración, como se quiera, en el antiguo castillo de Carchuna y en la fábrica de San José, en El Varadero, para los que son detenidos o proceden de la zona roja. Se realizan funerales por las víctimas del ejército afecto al régimen, mientras que se ignora a los caídos en el enemigo; se hacen homenajes, se levantan monumentos; y hasta se ordena que los jóvenes deben afiliarse inexcusablemente a la O.J.E.57 . Es realmente, un control absoluto de la sociedad, donde la delación era moneda corriente y, lo que es peor, cualquier sospecha podía llevar a un inocente a la cárcel, o ser objeto de aquella famosa y denigrante ley de fugas, desapareciendo para siempre. Pero las necesidades que genera la población obligan a reactivar el funcionamiento de esa sociedad agraria. Aunque se encuentran con un grave problema: La falta de rendimientos en la caña de azúcar, ante el desbarajuste de personal y medios que soportan las fábricas, se hace sentir al comenzar los años 40, a lo que se suma la inusual competencia del boniato, al crecer de forma desmedida su precio y ser un tubérculo de uso generalizado entre las clases populares. Se calcula que casi la cuarta parte de la superficie dedicada al cultivo cañero se ve afectada por ese nuevo levantamiento de zocas de cañas, así que más de 10.000 marjales, de los casi 40.000 disponibles en las vegas de Motril y Salobreña, desaparecen, con la consiguiente falta de productividad y de trabajo. Y eso, a pesar de que, hasta entonces, había sido una inversión habitual de las fábricas azucareras, mejor dicho, de sus propietarios, asegurar la producción de las mismas a través de la compra de tierras. Una vez conseguida la misma, que plantaban de cañas, posteriormente la alquilaban con la condición de mantener el cultivo y llevar el mismo a esa fábrica. Hasta el punto que en 1941 encontramos la concentración de la propiedad, hasta alcanzar los 26.500 marjales.

Cupos para las azucareras, 1941 Marjales Agrela 8.700 Ntra. Sra. del Pilar 2.000 Motrileña 2.500 Montero 4.000 Plandiura 6.100 Martín 3.200 Total 26.500

Porcentaje 32’83 % 07’55 % 09’43 %15’09 % 23’02 % 12’08 % 100’00 %

Cupos para las azucareras, 1971 y 1972 Ntra. Sra. del Rosario Ntra. Sra. del Pilar Motrileña Montero San Francisco San Luis Almuñécar Total

27’52 % 25’24 % 17’07 % 16’47 % 08’70 % 05’00 % 100’00 %

Pero el hambre y la necesidad sobrepasaron, ampliamente, los planes de los directivos de las fábricas. Es el momento en que encontramos una nueva visión de la economía, ya con claros tintes capitalistas y que, hasta el momento, no se había presentado: La competencia económica entre fábricas para captar a los proveedores de cañas. Hasta ahora, además de tener asegurada en buena parte su provisión de caña para afrontar la campaña, por ser propietarias de amplias extensiones de tierra; lo tradicional era repartir las vegas con una proporcionalidad acorde a la importancia de la fábrica. A esta asignación porcentual de la producción cañera se le añadía la atención de minimizar los gastos de transporte: (Cada campo tenía asignada una fábrica, compensándose al final de la temporada los resultados). Según avanzamos en los años 40 y, sobre todo, con el inicio de la década de los 50, los fabricantes prometen el pago de la caña a …céntimos más que el que más58. Este breve período de competencia, bastante bien calculada no obs-

A.M.M., leg. 337, pzas. 18, 23 y 24; leg. 266, pzas. 5, 7, 8 y 11. SOCIEDAD GENERAL AZUCARERA. Informe de la reunión en Bailén el 8 de julio de 1950: a.-) Montero está contratando desde hace dos o tres días con el ofrecimiento de que pagará la caña 0’25 pts. en arroba más que el que más. b.-) Agrela, contrario a convenios en estos últimos años, no se avendrá a volver a ellos porque le es más beneficiosa la actual situación de independencia. 57. 58.


tante, durará poco tiempo. En la década de los 60, con la presencia de nuevas infecciones de gusano en buen número de marjales, y ante el perjuicio en el rendimiento fabril (por la subida de precios en un mercado de libre competencia), volvemos a encontrarnos esos acuerdos que, con la progresiva desaparición de la caña de azúcar, y de las fábricas, en los años 70-80, ya no desaparecerán59. En ese período que discurre entre 1937 y 1960, encontramos el mayor cúmulo de situaciones adversas que se abate sobre nuestra sociedad. Tras el sufrimiento de esa guerra civil, como ya hemos apuntado, la escasez de víveres y objetos de primera necesidad será el principal problema al que se enfrenten en el día a día. Aquí aparecen distintos tipos de cartillas de racionamiento, como una forma de control y justa distribución de las cargas, imprescindible en una sociedad que, literalmente, pasaba hambre. Continuando con las necesidades de este vecindario hemos de recordar que el carbón se

convirtió en un material imprescindible para la subsistencia de la población. Y, en este caso, entramos en la competencia que los particulares tienen que emprender con las propias fábricas azucareras, que por ciertas reducciones de sus compras en otras zonas, tienen que hacer uso de cualquier otro elemento combustible. Será una época difícil y que llevará a una mayor deforestación de nuestro entorno, sacrificándose, cuando ya no había otra cosa, los árboles de las propias fincas. La necesidad, (el frío y las cocinas) hacía imprescindible cubrir esa demanda. Así desaparecerán amplias extensiones de arbolado, aunque en este caso, se vieron más afectados otros municipios, que vendían el carbón conseguido de su vegetación arbórea (Vélez de Benaudalla, Órgiva, etc.) Y en un período de miseria, de hambre, de escasez, el estraperlo se convirtió en una de las vías, quizás la más utilizada, para conseguir lo que legalmente no era posible porque no estaba disponible en los comercios: cebada, aceite, azúcar, carne, etc.60 Entonces, se pagaba lo que

SOCIEDAD GENERAL AZUCARERA. Reunión de los representantes de las diferentes Azucareras Convenidas. (04 de noviembre de 1970). 60. A.M.M., leg. 374, pzas. 12, 30, 45, 46. 59.

Cupones de racionamiento que circulaban en Motril en 1939. (Archivo particular) Vales de Auxilio Social previstos para su reparto en el Motril de 1940. (Archivo particular)


fuese, siempre que se tuviese dinero para ello. Realmente también fue un grave problema de esa época, ya que los principales beneficiarios de esta situación fueron los grandes propietarios y comerciantes, que acaparaban la producción y eran los que estaban más preparados, (a veces con el respaldo de la autoridad), para mantener retenidos determinados productos de primera necesidad. En estos oscuros negocios (donde algunos vecinos amasaron verdaderas fortunas y otros pagaron con la cárcel su osadía), no podía quedar de lado la existencia de la Sierra de Lújar, del Conjuro, incluso el Cerro del Toro. Son lugares bien conocidos y que, a través del macuqueo, (robo del mineral dentro de la mina, o de las escorias procedentes de la fundición), algunos grupos de vecinos arriesgaron la vida para conseguir el sustento familiar. (Y el caso es que había camiones que paraban en determinados puntos de nuestro municipio, lugares conocidos por casi todos, para cargar y pagar, sobre la marcha, las entregas que les llevaban). Obviando estas alternativas, debemos tener en consideración que una vez más, el problema de la falta de subsistencias en nuestra localidad, será una cuestión sin resolver. En este caso, las pequeñas huertas familiares, a pesar de los controles61 , y el intercambio de artículos de primera necesidad, bien por trabajo, bien por otros medios, sirvieron para solventar algunas carencias. No olvidemos que, todavía en 1950 nos encontramos que más de la mitad de la población tiene una asignación de pan como reservista62. Una de las soluciones que se habilitan para solventar estos problemas lo constituye la labor del Auxilio Social, que a través de vales, bolsas de navidad, comedores y otras medidas, a lo largo de casi veinte años atienden las necesidades de una población desahuciada y carente de los mínimos ingresos para sobrevivir. Actuaciones que se complementan con los

Comedores de Invierno. Y es que, no olvidemos, que si hasta ahora los jornaleros y peones agrícolas habían estado explotados por los grandes propietarios agrícolas, a partir de ahora esa explotación será aún mayor. Ya no se cuenta con la presencia de sindicatos, partidos políticos, o formas de presión como la huelga o la manifestación. Así que todo quedaba en manos de los contratantes (cuando querían o necesitaban personal). El hambre estaba asegurada en buena parte de los hogares motrileños aunque, por parte de los dirigentes políticos, siempre había cierta preocupación para que esa situación no se tensase tanto que llevase a estos grupos sociales, en la desesperación de la impotencia, a realizar algún tipo de acto violento63. A pesar de esta negativa visión de la época de posguerra, la relativa tranquilidad del olvido de ese hecho cruento de la Guerra Civil, que costó tantas vidas y donde casi todos los hogares motrileños se vieron afectados de alguna manera, la vida sigue. Las necesidades que demanda esta población, referente administrativo y económico del entorno costero granadino, lleva a una progresiva aplicación de medidas para mejorar la vida diaria. Por eso, ya en los años 40, a pesar de la miseria, las cartillas de racionamiento, los vales del auxilio social, el estraperlo, el maquis, la falange, etc., se plantean los primeros proyectos de reforma de ese arruinado Hospital de Santa Ana y del nuevo Hospital Antivariólico, o el Centro Secundario de Higiene. Necesidad ineludible en una ciudad donde los brotes de tifus u otras epidemias, traían como consecuencia esa elevada tasa de mortalidad64. Pero no nos olvidemos que estamos todavía en un pueblo, con una mirada clara en el campo que le rodea y que, inicialmente, es la única producción que puede sacar a sus habitantes de la hambruna.

A.M.M., leg. 293: Declaración de siembra de patatas. (1943-1949). A.M.M., leg.367, pza. 40. 63. EL FARO, 12-02-1957, p. 2: Los Comedores de Invierno llevan servidos, hasta fines de enero, siete mil almuerzos y seis mil desayunos. Es propósito del alcalde que funcionen hasta marzo: Hemos dicho en otra ocasión, cuando, como todos los años, se plantea la necesidad de ayudar a los obreros en paro y a todos aquellos económicamente débiles, que en invierno requieran la asistencia material del pudiente por cauces de la caridad y de la beneficencia social,(…) 64. A.M.M., leg. 309, pza. 22: Instalación de estación de despiojamiento y Hospital para Tifus Exentemático. A.M.M., leg. 336, pza. 24: Medidas para evitar la propagación de enfermedades infecciosas.1940. A.M.M., leg. 303, pza. 4: Epidemia Tifus Exentemático. A.M.M., leg. 359, pza. 42: Servicio Antituberculosos. 61. 62.


La vida cotidiana comienza a coger su pulso habitual, con las primeras reparaciones y acciones urbanísticas, gracias a las dotaciones para prevenir el paro obrero: se activa la colocación de algunas fuentes, conducción de aguas a Torrenueva y El Varadero65 , la mejora del encauzamiento de la Rambla de Capuchinos y la pavimentación de distintas calles y plazas. Por otra parte el fomento del comercio se observa con el arreglo del Tinglado de la Alhondiga, la colocación de diversas casetas de venta de artículos varios en distintos puntos céntricos, las mejoras del Matadero Municipal, o la compra de un carro nuevo para el acarreo de carnes. También comienza a observarse una atención institucional por la limpieza pública y, sobre todo, por la recogida de residuos y basuras, ya que los corrales y huertos existentes en el casco urbano tienden a desaparecer, desplazán-

dose hacia cortijos, o a corrales y vaquerías que se localizan en las afueras de la ciudad. Para eso se organiza y centraliza su almacenamiento en el Llano de la Fundición, desde donde se hacía la correspondiente subasta para el aprovechamiento como abono transcurrido el tiempo pertinente. Algo realmente necesario para las demandas de los campos motrileños. A pesar de ello, las acciones en el agro local no podemos decir que vayan al mismo ritmo ya que, básicamente tienen fuertes conflictos que, como podemos suponer, van a tener al agua como hilo conductor. La necesidad de disponer de agua durante todo el año, en este entorno agrario, se está haciendo más que imprescindible. La prolongada falta de agua durante los períodos veraniegos, donde las tandas de riego llegan a desaparecer, coarta las posibilidades de producción. Y eso que se está consi-

Una vista de Motril desde la Vega, por uno de los caminos que llevaba a la playa que se anunciaba ya como futura calle de la ciudad. (EL FARO, 31-12-1956). (Archivo Hemeroteca “Casa de los Tiros”. Granada). Doble página posterior:

. A.M.M., leg. 357, pza. 16: Traslado de la fuente de la Rambla de las Angustias. A.M.M., leg. 303, pza. 27: Conducción de aguas a Torrenueva y Varadero. 1941. 65

Ejemplo de la modernización de la sociedad: Imagen de Motril coloreada, en los años 50 del siglo XX.


derando la utilidad de poner en uso otros espacios abandonados o de escasa producción, como Carchuna, precisamente por la falta de esa agua. Pero los obstáculos de las autoridades provinciales y nacionales impiden la realización de este sueño. Y si la falta de agua para riego es un hecho que abate las aspiraciones del vecindario; la destrucción y pérdida de vidas humanas (hasta una docena), que provocan las inundaciones, son otras consecuencias luctuosas con las que conviven los motrileños al mediar el siglo XX. Cruel realidad que agrava más aún la vida cotidiana de los agricultores y peones y donde, a las desgracias humanas, tenemos que añadir, las impresionantes pérdidas económicas, con destrozos millonarios, tanto en cultivos, como en obras públicas y viviendas particulares66. Por otra parte, las comunicaciones siguen siendo el problema más importante para el desarrollo de la ciudad y su entorno comarcano. Las necesidades de la ciudad para asegurar sus relaciones terrestres con el exterior son difíciles: El puente del Toledano y el de la Posta se suelen cortar cada vez que las ramblas se cargan de agua. En la rambla de las Brujas, tan siquiera existe ese puente, lo que nos puede hablar de las malas condiciones en que se encuentran las conexiones hacia el exterior. Se niega la bendición al Grupo Escolar “Virgen de la Cabeza”. (EL FARO, 24-08-1954, p. 1). (Archivo Hemeroteca “Casa de los Tiros”. Granada). Propuesta para un acuerdo para derribar las viviendas de La Tenería, usadas para ejercer la prostitución, junto al actual Mercado Municipal. Todavía ese espacio sigue sin estar construido. (EL FARO, 20-07-1954, p. 1) (Archivo Hemeroteca “Casa de los Tiros”. Granada). Calle Nueva, ejemplo del Motril a mediados de los 50. (Archivo particular) Informe de la Policía Urbana de Motril a la Alcaldía para el traslado de la trilla de una era en la calle Santísimo a otra más alejada, ante la denuncia presentada por unos vecinos por la cantidad de polvo que se desprende de esta faena agrícola (Archivo Municipal de Motril)

Las carreteras que nos unen con las tres capitales de provincia más cercanas (Granada, Almería y Málaga), son una verdadera tortura y, aunque los viajes de aquellos carruajes de tracción animal que usaba La Motrileña, han desaparecido, varias son las horas que se tarda en llegar hasta esos destinos. Cuando no ocurre un temporal que, a causa de los desprendimientos, corta alguna o todas las carreteras. (Extrañamente, un hecho que ocurrirá hasta casi los años 80, y que hacía que se recuperase el transporte de cabotaje. Con barcas, mercancías y personas, salvaban los metros o kilómetros de corte por la costa). Junto a ello se nota cierta estrangulación, al desaparecer progresivamente el servicio de El Cable, hasta sucumbir en 1948. Por supuesto, las previsiones de tender líneas ferroviarias, pa-

66.

A.M.M., leg. 360, pza. 30. A.M.M., leg. 367, pza. 45.

saron al olvido más absoluto, entre otras cosas por el aumento en el rendimiento del transporte por carretera, con vehículos que cada vez podían transportar un número mayor de viajeros y, sobre todo, de mercancías. (Todavía había demasiada gente que si tenía que subir a Granada, por ejemplo, lo tenía que hacer andando). Y el puerto, último referente de este periplo por las comunicaciones locales, llevaba desde sus inicios en una situación de estancamiento, precisamente por la falta de ese desarrollo viario.

LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX: EL CAMBIO DE UNA CIUDAD Pero el tiempo pasa y aquel pequeño núcleo rural, anclado en las costumbres agro-ganaderas, incluso pesqueras, tradicionales de la costa granadina, se van transformando de manera generalizada, quizás, si lo pensamos, casi de golpe. Sin ir más lejos, la presencia de las granjas, corrales, y otros espacios donde se guarda a los animales, comienza a ser un problema para los vecinos y, por tanto, para las autoridades. Son habituales las quejas por ruidos, por malos olores, etc. El ganado deja de ser una de las habituales formas de subsistencia de esta sociedad motrileña en transformación. Algo similar ocurre con las actividades de la trilla, que entre junio y octubre se venían desarrollando en las eras de la ciudad (particulares o públicas). Son actividades molestas para una población cuyo urbanismo crece de manera considerable hacia zonas del extrarradio que hasta hacía unos años no se podía ni imaginar. A pesar de ello, los años 50 todavía son una época donde encontramos una sociedad y economía rural. Por ejemplo, volvemos a recordar como, todavía la basura se depositaba en el Llano de la Fundición, esperando que se convirtiese en una gran pila de estiércol, para ser vendida en pública subasta cuando alcanza algunos miles de cargas, para su aprovechamiento diverso. (Aunque hubiese chozas habitadas junto a ellas). O todavía tienen una presencia ha-


bitual los focos de peste porcina. Pero ya se buscaba que las últimas vaquerías se trasladasen fuera de la población. Y, sin embargo, tenemos que hablar de la progresiva modernización de esa sociedad. El empuje de una nueva generación, que, aún sufriendo los rigores de ciertas penurias económicas, desconocen, o mejor dicho, no han vivido, el entramado y consecuencias de la Guerra Civil. El primer peldaño, posiblemente, lo suben con la ayuda del cierre, a mediados de los años 40 de aquellas casas-escuela, alquiladas, siguiendo las pautas y necesidades de un siglo atrás. De forma provisional se abren unas nuevas instalaciones escolares para lo que se habilita el edificio de “Los Hospitalicos”. Así se agrupó la enseñanza básica en el antiguo “Hospital de Sta. Ana”, junto a los restos de las antiguas tenerías de Motril que se han convertido en un espacio bastante insalubre y, sobre todo, foco significativo de la prostitución en la localidad. Esta situación generará numerosos altercados, aunque servirá ciertamente para mejorar las condiciones en que se desarrollaba la enseñanza. Una actividad a la que se incorporará un nuevo centro público “Ntra. Sra. de la Cabeza”, junto al anterior; el instituto Julio Rodríguez, en 1951; el colegio de las MM. Do-

minicas y que completarán los PP. Agustinos, en 1957, con la instalación del nuevo colegio. Las cartillas de racionamiento, y los vales del Auxilio Social, casi han desaparecido (aunque los Comedores de Invierno del Auxilio Social todavía perduran). Junto con ellas, también desaparecen los últimos recuerdos de la Guerra Civil, ya que en los primeros años de la década de los 50 se disuelven las partidas que quedan del maquis, que pasan a Francia, o son encarcelados o eliminados por las Guardia Civil. Al igual que, en 1955, al iniciarse las obras del nuevo convento de los PP. Agustinos, último ejemplo urbano que quedaba de la destrucción de aquella guerra. A este recuerdo de hechos luctuosos se contrapone la alegría de las nuevas Casetas de Baile, los Jardines del Generalísimo (las Explanadas), o la existencia del Campo de Fútbol “El Majuelo”, que tiene como equipo de categoría nacional, al Motril C.F. La ciudad y sus habitantes van cambiando, de forma pausada, o a veces, demasiado vertiginosa. Las hasta ahora casi únicas perspectivas de trabajo se centraban en el sector agrícola: como peón, aparcero o pequeño propietario, para la inmensa mayoría de la población


masculina del municipio. Otros, el mal mirado oficio de pescador. Y, una minoría, la escasa variante del trabajo en las fábricas azucareras, en alguna de las escasas oficinas, públicas o privadas, o en el comercio. Incluso las labores de la zafra, se dejaban en manos de gente venida de otros lugares, por el excesivo esfuerzo que requería y lo mal retribuido. El futuro de la mujer quedaba relegado a la vida familiar, a formar un grupo familiar estable, realizando sus labores y, en caso de necesidad, (demasiadas veces), trabajar como criada o persona del servicio en las viviendas de las familias con un nivel económico medio y alto (lavar la ropa, planchar, hacer comidas, etc.). El pago de estos servicios en muchas ocasiones era bien escaso: la comida para ella y su familia. Y es que la población motrileña comienza a observar una más que elevada tendencia a la búsqueda de otras formas de trabajo. Quizás un referente de este cambio de hábitos y de las nuevas perspectivas de vida de esta sociedad motrileña la podemos encontrar, una vez más, en el desarrollo de nuevas obras públicas de los años 50: La Alhóndiga y el Matadero, el Mercado Municipal y la demolición y ampliación del Ayuntamiento, arreglo del puente de La Posta. Sin embargo, poco a poco, se comienza a vislumbrar un nuevo horizonte económico: Las demandas de esa sociedad promueven la construcción de algunos almacenes, propuestas de localización de pequeñas fábricas, y las dos grandes apuestas por generar un desarrollo agrario, el Canal de Carchuna, e industrial la Celulosa. Hechos que supondrá una explosión de júbilo y alegría generalizada entre la población al ver, después de años de espera, como el municipio motrileño comienza a vislumbrar algunas perspectivas de futuro. Pero si bien, de hecho, es una apuesta de futuro, la instalación de la fábrica, y la construcción del nuevo canal de aguas hacia Carchuna, serán obras que se prolonguen por casi una decena de años, por lo cual, los motrileños todavía tendrán que mantener una prolongada y tediosa espera hasta que ambos proyectos echen a andar. Lo mejor de esto es la sustancial transformación que va a suponer para la ciudad ese movimiento de inversiones externas. La antigua red viaria de la ciudad, que se sustenta sobre el modelo desarrollado a partir de la se-

gunda mitad del siglo XIX, necesita un importante cambio que, por un lado, facilite el tránsito de los vehículos por su interior; pero, que sobre todo, permita cruzar la ciudad de la manera más rápida posible para el significativo aumento del tráfico que se espera. Dentro de esos nuevos planeamientos, se estructuran calles más amplias, prácticamente desconocidas hasta ahora en el urbanismo motrileño: Avenida de Salobreña, Avenida de Andalucía, Rodríguez Acosta, Martín Cuevas, etc. A la vez, tienen la suerte de ver como se abren, a la vez, nuevas comunicaciones terrestres dentro del propio municipio, como el camino carretero hasta los Tablones, que adquiere la entidad de toda una carretera, se mejora el acceso hacia el Puerto y se recupera la comunicación del Cable Aéreo, entre el Puerto y Dúrcal. Hay que señalar que Motril se ha convertido en una población de mediano tamaño, que ya es la segunda en importancia en la provincia y que alcanza, en 1961, los 23.420 habitantes. Pero con una previsión de fuerte aumento poblacional, en plena eclosión del fenómeno baby-boom, que puebla la ciudad de familias numerosas. No obstante, lo interesante es que subsisten una serie de características poblacionales que hoy nos pueden parecer increíbles, entre los núcleos habitados del municipio. A pesar de que el municipio en su conjunto comienza a sentir los aires de modernidad que empiezan a moverse por la España de los años 60, tenemos que tener en cuenta que todavía existe un número importante de vecinos que viven en los anejos. El sentido, o mejor dicho, las costumbres de una sociedad rural, dedicada a la agricultura en su mayoría, no les hace acudir a la llamada de la ciudad cabecera de comarca, como está ocurriendo ya en otros lugares. Distribución poblacional en los anejos de Motril (1961)67 Núcleo Azucarera de San Luis. Calahonda Fábrica del Pilar Fábrica Azucarera Motrileña Garnatilla Los Tablones Pataura Torrenueva Varadero

Habitantes —783 123 8 379 552 152 1.584 1.094


Leonor Arquero Mané en su puesto del mercado Municipal (Archivo particular). Un matrimonio motrileño a principios de los años 50 caminando por La Posta. (Archivo particular de Elisa Isabel Álvarez Ocete). Información sobre la subasta de nuevas obras públicas. (EL FARO, 20-07-1954, p. 1) (Archivo Hemeroteca “Casa de los Tiros”. Granada). Vista desde el Cerro del centro de Motril, antes de abrirse algunas de las principales calles. (Rodríguez Acosta, Avenida de Andalucía, etc.), cambiando sustancialmente el aspecto de esta zona. (Archivo particular).


Una de las últimas visiones del caserío motrileño antes de sufrir la presión urbanística de los años 60 y 70. Al fondo, la ermita de San Antón. (Archivo particular).

Pero los cambios más importantes se van a desarrollar a partir de mediados de los años 60, cuando en la ciudad se inicia lo que será un crecimiento desaforado en cuanto al urbanismo. Dichas acciones comienzan, con diversas actuaciones sobre la ciudad, aunque las bases de esta reforma quieren sustentarse en el Plan Comarcal de Urbanización de la Costa, en 1965. Quizás como ejemplo, desconocido para la mayoría de nosotros, y que puede ser más significativo (seguro que encontramos similitudes con la actualidad), se prepara un macroproyecto que planifica la Sociedad General Azucarera para la reconversión de los terrenos de la fábrica de las Angustias, más de 45.000 m2, donde se plantea todo un complejo turístico de varias plantas,…que finalmente no se llegó a realizar. Sí se había iniciado, varios años atrás, la urbanización de la Playa de Poniente, como un primer acercamiento a lo que será el asalto de la costa como espacio para construir y que se extenderá por toda la costa mediterránea española. 67. 68.

Pero eso no será impedimento para que otros proyectos vean la luz y la ciudad comience una expansión de su caserío desconocida hasta entonces. Las casas señoriales, las viviendas humildes, las arruinadas,…cualquier espacio de aquel casco antiguo con un entramado medieval era bueno para levantar un bloque de pisos. Pero también era el momento de ir abriendo nuevos espacios, en casi todas las direcciones: El desarrollismo desaforado, que se había extendido por un buen número de ciudades de España y, sobre todo, de la costa mediterránea, llega hasta las calles y plazas motrileñas, elevando significativamente los volúmenes y alturas a los que, hasta entonces estaban acostumbrados sus vecinos. Precisamente a partir de aquel Plan Comarcal, se establece, en 1967, lo que es la Organización Urbanística de Motril y Torrenueva68, que completa el desarrollo colonial de las construcciones realizadas en Carchuna a partir de 1958. Significa, sin duda, un cambio estructu-

LABORATORIOS WASSERMANN: Poblaciones de España, (tomo 2º), 1961, , fasc. 35, s.p. A.M.M., leg. 277, pza. 4.


De arriba a abajo:

La calle Marqués de Vistabella; al fondo, la plaza Javier de Burgos. (Archivo particular: María Hens Lorente) La calle Nueva desembocando en la Avenida de Andalucía (izquierda) (Archivo Municipal de Motril) La Posta, punto de encuentro y auténtico cuello de botella para las comunicaciones en el interior de Motri (derecha). (Archivo Municipal de Motril). Grupo de niñas en enero de 1965, en los locales de la Sección Femenina, con sus regalos de Reyes. (Archivo particular de Elisa Isabel Álvarez Ocete)


ral y de planificación urbanística, bastante alejado de lo que había sido la construcción de viviendas hasta mediados del siglo XX. Será también un momento importante para la transformación de algunas de nuestras localidades anejas: Se realiza la conexión a la Red de Agua Potable (1960) y el Paseo Marítimo (1962-3), en Torrenueva; se realiza la Ordenación Urbana de Carchuna (1967)…y nace un nuevo anejo en los, hasta entonces, ignorados terrenos, apenas dedicados a la agricultura; y bastante visitados a lo largo de nuestra historia por piratas y contrabandistas. Ya desde finales de los años 60 y, sobre todo, con la década de los 70, la ciudad de Motril se convierte en un foco de atracción poblacional manifiesto dentro de la comarca e, incluso, con respecto a sus propios anejos. De hecho, localidades como Tablones, Torrenueva y La Garnatilla, pierden ese volumen poblacional del que hablábamos 10 años atrás. Hay un desplazamiento más que significativo hasta un Motril que se puebla de bloques de edificios y, cuyas alturas, sobrepasan cualquier ordenamiento. De alguna manera los motrileños son testigos como determinados grupos de constructores, comienzan una carrera desbocada por alcanzar las alturas más significativas dentro del municipio (con los beneficios extraordinarios que les suponen). El testimonio de ese despropósito urbanístico lo soportamos todavía hoy, con los desfases en alturas de los grandes bloques del centro de la ciudad, encorsetados entre la escasa altura de viviendas más o menos tradicionales o, de bloques con alturas marcadamente inferiores. De hecho, la década de los setenta supondrá la preocupación por trasladar, a la planificación urbanística, algunos de los proyectos y criterios que se vienen desarrollando. Enfrentamientos, presiones de los constructores, intereses diversos darán al traste, de una forma u otra, con los diversos planeamientos. Ya será, prácticamente con la llegada de la democracia, cuando se buscarán nuevos caminos y orientaciones. Aunque con una duda permanente entre la necesidad de potenciar el desarrollo turístico, apostar por la implantación de otras industrias, o perpetuarse como una sociedad agraria, siguiendo los postulados de las últimas tendencias de agricultura bajo plástico.

Y como en tantos otros lugares de España, aquí también se producen ciertos atisbos de querer potenciar políticas que dirijan el desarrollo económico de la ciudad y su entorno hacia el sector servicios. Hay ligeros intentos por implicarse en una apuesta por el turismo y el espectáculo. De hecho, la verdad es que se observan, ya desde los años 60, algunos planteamiento que, sin ser originales, ni diferenciarse de los de otros lugares, suponen una apertura de miras de aquella cerrada y rural sociedad de mediados del siglo XX. Por eso se desarrollan espacios de reconocido prestigio para la época, como el Hotel “Costa Nevada”, la construcción de viviendas en la franja costera, tanto en la Playa de Poniente como en Torrenueva, o el uso continuado de la Plaza de Toros como lugar de espectáculos y reuniones. Pero estas aventuras, más o menos planificadas, y con escaso éxito, no tienen una asimilación y seguimiento por parte de la población y los empresarios de la época. Y es que, la presencia del Puerto, fomentaba la existencia de ciertas miradas críticas y dubitativas por la imagen de suciedad y contaminación que iba asociada a la presencia de barcos de todo tamaño y calado. Seguro que a nadie se nos olvida la presencia continuada de mareas negras que, en mayor o menor medida, suponían un tortuoso perjuicio para los bañistas y visitantes de nuestra costa, en forma de pegotes de alquitrán o manchas de aceite. Pero, la realidad, es que esta sociedad va avanzando, con sus paradas y estancamientos, hacia una prosperidad que difícilmente podía ser soñada por los habitantes de principios de siglo. El desarrollo demográfico, ya remarcado en páginas anteriores, establece también nuevas necesidades, sobre todo para esos nuevos ciudadanos cuyo horizonte vital ha dejado de ser el campo. En las familias motrileñas se aspira a algo más que a depender de los rigores del tiempo, del trabajo estacional o de la decisión de un propietario agrícola a la hora de contratarte o pagarte. Algo que, por una vez, parece ser tenido en cuenta por parte de las autoridades locales, fomentándose la construcción de todo un rosario de centros educativos de los distintos niveles educativos que diesen cobertura al impresionante número de niñas y niños que no podían acudir a los centros existentes por falta de espacio.


El Paseo de las Explanadas en los años 70 del siglo XX, también conocido como Avenida del Generalísimo y donde se desarrollaban los principales actos sociales de la ciudad. (Archivo particular). Propaganda turística del equipamiento señero de la ciudad en los años 60 y 70 del siglo XX: El Hotel “Costa Nevada”, (Archivo particular de Francisco Palomares Sánchez). La Plaza de Toros de Motril. Uno de los edificios públicos desaparecidos en Motril por efecto de la presión urbanística. (Archivo particular). La flota pesquera motrileña que ha visto reducida sensiblemente su presencia en el sector según ha ido avanzando el siglo XX. (Archivo particular).


La educación y la cultura se comienzan a ver como un referente a tener en cuenta, y no olvidar, a la hora de elaborar la planificación de las inversiones públicas69 . Los colegios e institutos irán construyéndose de forma exponencial a partir de mediados de los años 60. Ya en nada se parecerán a aquellas casasescuela, instaladas en edificios ruinosos y con una deficitaria atención. Además, el fomento de actividades culturales, como la realización de exposiciones, la presencia de un Centro Cultural, el desarrollo de una Biblioteca Municipal y toda una serie de actividades relacionadas con la cultura, comienzan a establecer las bases de una nueva forma de entender la vida en el Motril de los años 70. Está claro que la apertura de las clases dirigentes a los vientos de pluralismo y democracia, de formación e información, que proceden de más allá de las fronteras, es un hecho innegable, aunque se tope con los últimos estertores del régimen franquista. La ciudad se abre así a nuevas propuestas, bastante alejadas de la Feria de Ganado, los bailes y corridas de toros de las fiestas de octubre: Semana Verde, Semana de Cine Médico, cine, ciclos de teatro, exposiciones, conferencias, etc. Será un largo proceso de culturización donde, aunque parezca que no, la sociedad motrileña puede acercarse a informaciones hasta ahora poco frecuentes y formarse (el que quiere) con ese abanico de opciones.

El afán de progreso de un motrileño cualquiera y la locomoción 1921 1937 1937-39 1939 1939-41 1941-43 1943-50 1950-54 1955 1956-58 1959-60 1961-65 1965-67 1968-70 1970 1971

Nace en Motril, en “El Varadero”. Huída a Almería con sus padres. Estancia de 2 años en Almería. Regreso al barrio “El Varadero”. Trabaja como peón en el campo. Hace el Servicio Militar. Se casa y forma una familia. Carro de cojinetes (tracción humana) Bicicleta Mosquito (bicicleta con motor) Moto Guzzi. Moto Iso. Vespa-car. SEAT 1400 Renault 6 SEAT 127.

La sociedad motrileña, aunque todavía con cierta dependencia de esa presencia del campo, del hecho y la realidad agraria, ya ve a la ganadería y la agricultura como algo secundario que, incluso, puede ser objeto de una exposición como esa Semana Verde. Y es que el cambio de dedicación del vecindario comienza a ser una realidad. El importante volumen de trabajo que demanda la Papelera, así como los servicios e industrias asociadas a la misma es creciente. Pero lo más importante, la ciudad de Motril se presenta, cada vez más, como un

gran centro de administración y servicios para el conjunto costero granadino. Los últimos 25 años del siglo XX, como en el resto del territorio nacional tras la desaparición de la dictadura, con la muerte de Franco, significan, un cambio sustancial en las formas y modelos sociales, políticos y económicos. La sociedad motrileña, como en cada rincón de España, sufre las convulsiones propias de esa transición política hacia la democracia. Una vez más, se observa como el Ayuntamiento, y los responsables de su administración, se convierten en los objetivos de las demandas de sus conciudadanos. Y es que, para bien, o para mal, el cabildo motrileño, a lo largo de los siglos, ha sido el referente de la vida y de la economía de la ciudad, a diferencia de otros lugares. Retomando lo que fue la transición política tenemos que recordar que, tras un periodo donde una gestora lleva las riendas de la institución municipal, los motrileños se decantan por un gobierno municipal dominado por los partidos de izquierdas. Algo que, tras casi cuarenta años de dictadura y tantos siglos de dominio de una clase dominante, supone, a priori, un cambio trascendente en las perspectivas de futuro de la ciudad. No olvidemos que, todavía en el entorno de 1975, la economía de buena parte del vecindario motrileño se sustentaba sobre las explotaciones y trabajos agrícolas. Serán momentos en los que se trata de buscar solución a los problemas endémicos del agro motrileño, a través del ayuntamiento (peticiones de trabajo, vivienda, subvenciones, etc.), con un ingrediente añadido: una vez más, el cultivo de la caña de azúcar entra en crisis. Se cierra la última fábrica azucarera del municipio: Ntra. Sra. del Pilar. Preámbulo de lo que será la desaparición de este cultivo a principios del siglo XXI con el cierre de la fábrica de La Caleta de Salobreña: Ntra. Sra. del Rosario. Punto y final, posiblemente, a más de un milenio de historia agraria. (En nosotros queda perpetuar ese 69. Ya en los años 50 se comienza a hacer hincapié en estas necesidades formativas, a través de circulares sobre analfabetismo (A.M.M., leg. 369, pza. 43); incluso fomentando acciones a favor de la erradicación de unos niveles de analfabetismo que superan el 50% de la población. (A.M.M., leg. 369, pza. 48; leg. 370, pza. 29). Y también hacia la atención de los niños más pequeños o relativamente abandonados a través de Escuelas-Hogar en Motril y Calahonda, o los posteriores Jardines de Infancia.


Cartel conmemorativo de la IV Semana Verde. (Archivo particular de Francisco Palomares Sánchez). Grupo de vecinos demandando un nuevo hospital y manifestación en la Avenida de Salobreña. Las manifestaciones en demanda o celebración de diversas cuestiones vuelven a tomar las calles de la ciudad tras cuarenta años de dictadura. (Archivo Municipal de Motril). La Playa de Las Azucenas en la década de los 70. Imagen bucólica de una playa motrileña sin explotar por el turismo. (Archivo particular).


recuerdo para generaciones venideras y dejar constancia de su importancia a través de museos, publicaciones, etc.).

El trabajo con la ayuda de animales se va perdiendo, a la vez que desaparecen las infames condiciones en que se vive en los aperos. (Archivo particular).

Por eso, las postrimerías de este siglo XX, tan cercano en la memoria para el conjunto de la población, no se pueden considerar como la finalización de los problemas de ese agro motrileño. La transformación paulatina de un buen número de terrenos de secano por espacios irrigados, gracias a la canalización de aguas y a la elevación de las cotas de riego permite, en un principio, que ese paisaje siga considerándose agrario. Se extienden los plantíos de frutos subtropicales, con algunos siglos de tradición en nuestros campos (pero con un papel secundario frente a la caña de azúcar y a las hortalizas), convirtiéndose en el referente para el aprovechamiento y mejora agraria. Esto ha sido posible, también, por la fragmentación de la propiedad y la desaparición, casi por completo, de una propiedad de la tierra en manos de unos pocos, los propietarios fabriles. Las ventas de suelo agrícola que se suceden a lo largo del siglo XX van haciendo posible que, parte del vecindario (una clase media acomodada), adquiera uno o varios trozos de tierra, en buena medida como inversión. En la mayoría de los casos, el desconocimiento de su explotación implica una cesión en régimen de aparcería, lo que genera una demanda de trabajadores del campo. Pero la estructura social motrileña ha cambiado. Cada vez son menos vecinos los que se dedican a los duros trabajos del campo en una ciudad de servicios. Una vez más, Motril y su entorno comarcal, de alguna manera, se vuelven a relacionar: Vecinos de

estos pueblos cercanos, de tradición agrícola, se trasladan a trabajar en esos espacios agrícolas. Es una nueva forma de entender la agricultura. Aunque ésta no será la última etapa de cambios en nuestro entorno. Con la misma velocidad que avanzan las investigaciones y experimentos agrícolas podemos considerar que el municipio motrileño y su entorno, se ven afectados por esas mejoras. El poniente almeriense y la zona oriental de nuestra costa granadina se han convertido en referentes de la producción agraria intensiva bajo plástico: Los invernaderos han transformado el paisaje y han conseguido un beneficio económico sustancial. Ese reclamo, económico por supuesto, ha dado origen a que un buen número de los agricultores tradicionales de nuestra vega, o de empresarios con el interés de un beneficio rápido, hayan transformado nuevos y viejos espacios agrarios en zonas de invernaderos, rompiendo esa visión de un paisaje agrario tradicional. Algo que se ha visto auspiciado por las posibilidades que da la elevación de la cota de riego a través de acequias, que llevan el agua a alturas desconocidas hasta ahora. Por otra parte, tampoco podemos considerar que haya existido un proceso de industrialización en la zona. La totalidad de fábricas azucareras han desaparecido de nuestro entorno. Únicamente queda La Celulosa, como referente de una industria de producción. El tejido industrial, o terrenos dedicados a actividades industriales, se ha transformado. Nos encontramos con el aspecto de una característica ciudad de servicios:


Las labores de la zafra, ya desaparecidas; y la imagen de los trabajadores en plena actividad. (Archivo particular). En la primera imagen se pueden ver las tres caras de la agricultura: plantĂ­os de caĂąas, subtropicales y agricultura bajo plĂĄstico (Archivo particular)


Almacenes de transformación agrícola, distribuidores, talleres, concesionarios, etc.,…aunque perdure la Fábrica de Ron Montero (lo cual es un logro). Hasta las recientemente inauguradas nuevas instalaciones portuarias, nos hablan del auge que han tomado y seguirán teniendo, las actividades de servicios en nuestra ciudad. El Puerto, una vez más, viene a ser también un instrumento que referencia nuestra actividad económica.

tienen mucho que ver en esta situación; máxime si tenemos en cuenta que existen planeamientos de la ciudad y ordenamiento legislativo suficientemente concreto como para detener estas situaciones, desde hace más de 40 años. No olvidemos, tampoco, que en estos últimos 40-50 años también han desaparecido buena parte del entramado y fisonomía urbana, junto con los edificios y elementos más significativos de nuestra historia.

Pero, como ya mencionábamos, esa destrucción del entorno, del medio que nos rodea, no se debe sólo a causas de explotación agraria, que también. Motril, como ya hemos comentado, muestra un progresivo avance como centro administrativo. Es la segunda ciudad en número de habitantes de la provincia de Granada y, no olvidemos, el foco de recepción de un buen número de actos administrativos, judiciales, económicos, etc. No cabe duda, es una ciudad de servicios. Papel que no debe producirnos ninguna sorpresa, por ser algo a lo que ha tendido en los últimos siglos. Lo verdaderamente nuevo es que alcanza una población de más de 50.000 habitantes, con las necesidades, demandas, beneficios y perjuicios que genera. (A los que hay que añadir otros, 5.000-15.000 personas que habitualmente visitan casi a diario la ciudad). Aquel vecindario tradicional, de escaso movimiento demográfico, casi ha desaparecido. También hemos de recordar que las posibilidades que dan las comunicaciones terrestres (carreteras en nuestro caso), junto con la realidad plausible de un clima benigno, con una escasa contaminación, está generando un paulatino movimiento demográfico hacia nuestro municipio y, en general, hacia la costa granadina.

A lo anterior se une que los nuevos planeamientos urbanísticos, que perpetúan a la ciudad como un centro estratégico basado en los servicios, (al que posiblemente llegue el tren –promesa política decana de nuestra historia-), suponen una destrucción de los espacios verdes que todavía subsisten. Y es que son actuaciones que, por ahora, se enmarcan en la destrucción de la vega, recurso económico poco rentable en la actualidad, en beneficio de establecer una extensa área residencial, que apuesta, por el fomento del turismo. Este hecho, que en principio implica al territorio más cercano a la línea de costa que poseemos, cada vez va tomando más visos de convertirse, otra vez, en un urbanismo desaforado en el que la actual ciudad de Motril, incluso sus anejos, aseguren la demanda de viviendas de un amplio sector de población que apuesta por unas condiciones climáticas benignas. Y es que, si bien todavía no están resueltos los tradicionales problemas de carreteras que nos unan con el interior, la presencia de las autovías (vías rápidas de comunicación terrestre), entre el 2010 y el 2015, a lo sumo-, hará que nuestra ciudad, en la práctica, se convierta… ¿en una ciudad-dormitorio?, o ¿en una lugar de residencia para la tercera edad europea? ¿Estamos preparados para lo que se nos avecina? ¿Disponemos de servicios e infraestructuras para ello? ¿Es realmente necesaria esta orientación?

Lógicamente, la presión urbanística y la especulación ha llevado a un deterioro sustancial de ese paisaje, con los cambios, más o menos interesados o necesarios, de uso del suelo, cuando no nos encontramos con la simple construcción ilegal. Esta proliferación del urbanismo sin ningún tipo de planeamiento, que tanto ha proliferado en el municipio, creemos, se ha convertido en el mayor problema que actualmente tiene la vega motrileña. Algo que ha ayudado, significativamente, a que aquel bucólico paisaje de hace 30 ó 40 años, haya desaparecido. Desde luego, la incapacidad, la ignorancia o la simple dejadez de las autoridades correspondientes (¿se puede hablar de connivencia?),

Por eso, desde los años 80 de ese siglo XX ya finiquitado, comienzan a surgir voces discrepantes con este modelo de desarrollo, con propuestas más adecuadas a la protección de un espacio y un entorno que, forzosamente, debe perdurar para esas generaciones venideras. Vemos como van surgiendo diversas actuaciones conservacionistas que, posiblemente sin ser la panacea, sí pueden asegurar, al menos en parte el mantenimiento de un paisaje que desaparece. Aunque sería conveniente avanzar un poco más y, por parte de las autori-


La destrucción del paisaje tradicional no es sólo de nuestra vega, sino de los referentes urbanos (edificios, aljibes, pozos, fábricas, pasadizos, eras, etc.) que son vestigios de nuestra historia y que caen en el afán de levantar nuevas construcciones o por el abandono ante la falta de uso. A la derecha: Aljibe en las afueras de la ciudad. A la izquierda: Restos del patio de una casa junto al Ayuntamiento, ya desaparecida. (Archivo particular). Las acciones de jardinería, otras de saneamiento y reestructuración de viales, podían ser objeto de una revisión a fondo sobre su utilidad y criterios. (Archivo particular de Antonio Lorenzo Moreno). Vista de la zona norte y este de la ciudad, ejemplo de la presión urbanística y de la proliferación de viviendas ilegales, camufladas entre los cortijos tradicionales y los cultivos (Archivo particular).


dades correspondientes, (municipales sobre todo) establecer un mayor compromiso que permita la estabilidad de un medio ambiente y la visión de un territorio tan cómodo para el ciudadano como respetuoso con la naturaleza. Al margen de estas perspectivas de futuro, la realidad de nuestra ciudad, o mejor dicho, de su vecindario, en los albores del siglo XXI, no se diferencia apenas de otras ciudades medias españolas, con una economía que, sustentada en las rentas del trabajo, el comercio, las pensiones, etc., permiten mantener una vida digna. Se observa, paralelamente, una mayor presencia de inversiones empresariales, sobre todo relacionadas con el sector servicios, aunque buena parte de ellas, aparentemente, proceden de capital foráneo. La diversificación de la comercialización de los productos y la globalización de la economía podemos considerar que permiten tener a nuestra disposición casi cualquier producto al instante. Seguramente, eso supone, dentro de la asfixia

Las entradas a la ciudad se convierten en una secuencia de naves industriales.

propia del endeudamiento que se genera, una sociedad del bienestar. Sin duda, esta realidad se apoya en unos espacios públicos relativamente cómodos y la tranquilidad que supone la presencia de un hospital cercano, cuya reciente remodelación, no ha necesitado de las manifestaciones de otros tiempos. Si a eso le añadimos la amplia oferta educativa y cultural, ambas siempre mejorables, estamos hablando de una ciudad, relativamente, idílica (aunque seguramente no lo sea tanto). De hecho, cada vez es mayor el número de personas que, si su economía, trabajo y situación familiar se lo permite, buscamos en esta tierra un lugar donde vivir. Por algo será. Porque, en definitiva, tras haber realizado un repaso a nuestra historia, seguramente la situación de nuestro municipio significaría un sueño, difícil de imaginar, para aquellos habitantes de siglos atrás, que soportaban un ambiente plagado de penurias, hambre, guerras y desprotección total. ¿Qué les vamos a dejar nosotros a las generaciones venideras? Quizás en eso se fundamente nuestra historia…futura.


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