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Imaginarios asociados a los roles de género y violencias machistas

1 de cada 10 chicos

AFIRMA QUE “LA CAPACIDAD DE DOMINAR HACE UN HOMBRE MÁS ATRACTIVO”

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La masculinidad normativa está bien construida pero no es perfecta. Sería, en cuanto a emociones, aséptica. Valorando físico escultural, fuerte por fuera, por dentro de hierro también. Le importa su familia, vengativo, protector… Entre los jóvenes sí que se valora el físico trabajado y en cuanto a la emoción quizás no… Sí que se valora mucho la extroversión, el don de gentes (Chico, 22, entrevista).

Tal como se puede observar en el fragmento de la entrevista, el imaginario de la invulnerabilidad emocional sigue presente como ideal, aunque en la práctica, como hemos visto en los resultados de la encuesta, la población joven piensa que los hombres deben poder expresarse emocionalmente. Cabe destacar que, entre los comentarios de la encuesta, varias personas han señalado que los hombres suelen tener problemas a la hora de mostrarse vulnerables y de gestionar sus emociones como producto del mandato de la masculinidad. Estas respuestas se pueden entender como un matiz, es decir, que la posibilidad de ser vulnerable en los hombres sí existe, pero ésta no está exenta de dificultades debidas al mandato de la masculinidad hegemónica. Podemos afirmar, entonces, que existe un buen grado de concienciación sobre cómo los mandatos culturales masculinos afectan negativamente a la salud emocional de la población adolescente y joven y sus relaciones.

De este modo, los imaginarios sobre la conducta masculina que siguen presentes entre las personas adolescentes y jóvenes son, sobre todo, aquellos que interseccionan con la heterosexualidad obligatoria, es decir, cuando hablamos del imaginario del deseo sexual masculino, de la presión social sobre la hiperactividad sexual o del atractivo asociado a la insistencia a la hora de ligar. Estos imaginarios, ya detectados como ingredientes centrales de la cultura heteropatriarcal, se construyen en contraposición simbólica con otros imaginarios sobre mandatos femeninos, legitimando así una doble moral:

Los chicos tienen que tener ganas siempre. Por eso lo expresan más. Si lo dicen las chicas, ah me he masturbado, es algo sucio. Los chicos lo dicen y la gente piensa que van por el camino correcto (Chica, 15, entrevista).

Para las chicas, se esperan que tengan novio o novia, en plan mono, y decirlo está bien. No ligar mucho, si lo dicen, eres una zorra. Cuando una chica liga mucho, tú piensas: mira la cabrona esa. Un chico es el puto amo. Una chica la mira mal. No es justo, pero es algo que está en la cabeza. Si un chico no liga, destaca y lo miran mal (Chica, 15, entrevista).

En los grupos focales y las entrevistas un buen grado de concienciación sobre el funcionamiento de los roles de género, así como la presión social, la doble moral, las expectativas sociales y de cómo las cosas están cambiando poco a poco, pero también encontramos un cierto grado de aceptación y normalización cuando, en el transcurso de la conversación con las personas participantes, no cuestionaron situaciones hipotéticas, como por ejemplo, que la violencia machista derivada del sexting es culpa de las dos personas o que la violencia sexual en el contexto del ocio nocturno es de alguna manera inevitable. Por otro lado, cabe destacar que en un grupo focal formado por personas adolescentes llamó la atención la diferencia entre la conducta no verbal

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