El Mensajero del Corazón de Jesús N°881

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Queridos amigos de la Red Mundial de Oración del Papa La cercanía del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo se une, de modo particular, a la celebración del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Estamos invitados a entrar por las «puertas santas» que se abrirán en todo el mundo para vivir este jubileo convocado por Su Santidad el Papa Francisco. «Cada Iglesia particular, entonces, estará directamente comprometida

a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual. El Jubileo, por tanto, será celebrado en Roma así como en las Iglesias particulares como signo visible de la comunión de toda la Iglesia». Será un tiempo marcado por el amor de Dios manifestado en Jesucristo. Será un tiempo destinado a la oración, a la reconciliación, a las obras de caridad y al perdón. Será un tiempo, como afirma el Papa en la Bula de Indicción del Jubileo de la Misericordia Misericordiae

Vultus, «en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre». El Año Santo, que se inicia el 8 de diciembre con la solemnidad de la Inmaculada Concepción y culminará el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, estará marcado por el lema Misericordiosos como el Padre. El Papa Francisco afirma que la enseñanza de Jesús: « Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso » (Lc 6,36) es un auténtico programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz. Dice el Papa, «Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos

en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida». Los que participamos del Apostolado de la Oración que es la Red Mundial de Oración del Papa, somos invitados a rezar juntos y colaborar en la misión de Jesús. Misión que consiste –como afirma el Papa- en «llevar una palabra y un gesto de consolación a los pobres, anunciar la

liberación a cuantos están prisioneros de las nuevas esclavitudes de la sociedad moderna, restituir 3


la vista a quien no puede ver más porque se ha replegado sobre sí mismo, y volver a dar dignidad a cuantos han sido privados de ella.» La celebración del Jubileo es una «peregrinación» al corazón de Dios para experimentar su misericordia que estamos llamados a transmitir a los demás. Afirma el Papa Francisco, «El Señor

Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible alcanzar esta meta: « No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque seréis medidos con la medida que midáis » (Lc 6,37-38) […]No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad. Preparemos nuestro corazón para vivir este año de gracia y dispongámonos interiormente para entrar en el corazón de Dios. Me encomiendo a tus oraciones.

P. Javier Rojas, SJ

* Por actualización de nuestro sistema, aquellos que quieran suscribirse a la revista, las suscripciones se tomarán sólo hasta abril de 2016. Mes en el que podrán renovar su suscripción si lo desean. Administración Apostolado de la Oración. Muchas gracias. 4

El Mensajero

del Corazón de Jesús Propiedad de la Asociación Civil Apostolado de la Oración Noviembre/Diciembre 2015 - Nº 881 Director: Javier Rojas sj Colaboradores: Verónica Saez, Juan Carlos Cruz, Agustina Punte, Guillermo Randle, SJ, José Luis Narvaja, SJ, Diseño Gráfico: Lily Mereles: glmereles@gmail.com Impreso en: Alba Impresores SRL. Avenida Amancio Alcorta 3910 Bs. As. Registro de la propiedad intelectual: 5072268 Suscripción: Cada número: $36 Anual: *

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Autor: Padre José Luis Narvaja S.J El comienzo del Año Santo de la Misericordia nos invita a meditar acerca de lo que quiere decir la palabra “misericordia”. Cuando tratamos de hacernos una idea de lo que la palabra significa, podemos pensar enseguida en las “obras de misericordia”, como por ejemplo en dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, etc. Desde el texto de Mt 25 –donde el Señor habla del juicio final– confeccionamos una lista de obras sobre las que se nos preguntará en el último día. Pero si prestamos atención, seguimos sin saber qué significa “misericordia”. Sabemos sí que la misericordia nos mueve a realizar algunas obras y que esas obras serán decisivas en el momento del juicio, pues se nos preguntará si las hemos realizado. Pero el profeta Isaías llama a esas obras “ayuno”, es decir sacrificio que Dios quiere: “¿No es éste el ayuno que yo escogí: desatar las ligaduras de impiedad, soltar las coyundas del yugo, dejar ir libres a los oprimidos, y 6

romper todo yugo? ¿No es para que partas tu pan con el hambriento, y recibas en casa a los pobres sin hogar; para que cuando veas al desnudo lo cubras, y no te escondas de tu semejante? Entonces tu luz despuntará como la aurora, y tu recuperación brotará con rapidez; delante de ti irá tu justicia; y la gloria del Señor será tu retaguardia.” (Is 58, 6-8) Podríamos pensar entonces que la misericordia es lo mismo que el sacrificio, pero el profeta dice “Misericordia quiero y no sacrificios” (Os 6,6) y Jesús repite esta frase dos veces (Mt 9,13; 12,7). No pone una oposición entre ellas, pero tampoco las identifica. Sin embargo, tanto para Mateo como para Isaías, esas obras son el fruto de una forma de ser que nos acerca a Dios. Para Mateo, el que realiza estas obras merece “entrar en el Reino del Señor” (Mt 25,34), para Isaías ese mismo ha mortificado con el ayuno de las malas intenciones, sus deseos de poder y dominio, poniéndose del lado de Dios y por esto Dios no lo abandona. Con esto


hemos dado un paso más. Sabemos que la misericordia nos lleva a realizar ciertas obras y nos acerca a Dios. Pero aún no hemos encontrado una respuesta para nuestra pregunta acerca de qué es en sí la “misericordia”. Hay dos palabras en el evangelio que traducimos al castellano con la palabra “misericordia”: una hace referencia al amor y la bondad (ēleos), la otra hace referencia a las entrañas (splanchna), a lo más íntimo de nosotros mismos. Al resumirlo en una sola palabra, el castellano nos habla de un amor que surge de lo más íntimo de nuestro ser, porque está en las entrañas. Es un “amor entrañable” que va más allá de la bondad y del altruismo. Es Jesús quien nos enseña acerca de la misericordia. Y lo hace por medio de parábolas, con esa forma de enseñar que Jesús reserva para hablarnos del Reino de su Padre (“el Reino de los cielos se parece a...”). Pero las parábolas, como comparaciones o historias sapienciales destinadas a enseñarnos acerca de las realidades del Reino, muchas veces nos confunden (Lc 8,10). Porque el Reino “se parece a...” pero sólo en algunos aspectos; mientras en otros aspectos no se parece, y a veces, se diferencia mucho. Por eso es necesario prestarles mucha atención. Pues las parábolas son como los íconos, pequeñas ventanas que nos permiten asomarnos al misterio. No podemos ver todo, sino una porción mientras que el resto queda oculto. Por eso revela a la vez que oculta y por eso debemos prestar atención a lo que dice y a lo que insinúa. No nos suceda lo que dice Jesús: “A los demás les hablo en parábolas, para que viendo, no vean; y oyendo, no entiendan” (Lc 8,10). De esta manera las parábolas que nos enseñan sobre la misericordia nos hablan de

un buen pastor que va a buscar a la oveja perdida “dejando las otras noventa y nueve” (Lc 15, 1-6); y de una mujer que enciende una lámpara y barre la casa hasta que encuentra la moneda que se le había perdido (Lc 15, 8-10); y de un padre que espera y recibe al hijo que traicionó su confianza (Lc 15,11-32). Las tres parábolas tienen elementos comunes. En primer lugar hay algo que se pierde: una oveja, una moneda, un hijo. No son únicos, Jesús deja bien en claro que el pastor tiene cien ovejas, que la mujer tiene diez monedas y que el padre tiene dos hijos. Luego, el pastor, la mujer y el padre no se contentan con haber perdido lo que tenían y querían, lo buscan, lo esperan, lo reciben. Por último, el hallazgo de lo perdido es causa de alegría. Pero sólo en el caso del padre utiliza uno de los términos que el evangelio reserva para la misericordia esplanchnisthe), que podríamos traducir por “se le conmovieron las entrañas” (Lc 15,20). Estas tres parábolas nos hablan de la misericordia desde un único punto de vista. Dios es misericordioso con nosotros. Nosotros estábamos perdidos y Dios nos ha buscado y nos ha vuelto a buscar y seguirá buscándonos. Porque para Él no es lo mismo tener cien ovejas que noventa y nueve, diez monedas que nueve y dos hijos que uno. Para Él el rebaño está compuesto de todas ovejas, las cien; su tesoro son todas las monedas, las diez; su familia son los dos hijos, no uno. Y nada lo convencerá de que es lo mismo noventa y nueve que cien, diez que nueve, uno que dos. Para quien no quiere que ninguno se pierda (2Pe 3,9), uno hace la diferencia entre la alegría y la angustia. Si bien estas tres parábolas nos hablan del Reino de Dios, de lo que Dios siente y de lo que Dios hace en su misericordia para construir su Reino, quiero referirme, en cambio, a otra parábola. 7



: Señor, enséñanos a ser felices, con corazón pobre, sencillo, manso, pero capaz de luchar para construir la Paz. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. • Buscamos el Evangelio de Mc. 4, 25 - 5,12. • Uno del grupo la lee el evangelio mientras los demás lo escuchan con atención dejando que la Palabra de Dios resuene internamente. • Meditemos en silencio durante un momento.

Cuando ponemos en común lo que sentimos después de escuchar la Palabra de Dios nos abrimos a la experiencia espiritual de la oración en común. Recuerda que no se trata de compartir solamente conclusiones sino también de poner en común las preguntas que nos surgen de la meditación de la Palabra. Las siguientes preguntas te pueden ayudar al compartir. • • • • 12

¿Qué nos enseña Jesús? ¿Qué sentimientos te despierta la Palabra de Dios? ¿Qué recibirán los que lloran y los pacientes? ¿Quiénes obtendrán misericordia? ¿Qué les pasará a los perseguidos a causa del bien?


Las Bienaventuranzas están íntimamente relacionadas, puesto que quién tiene el corazón limpio es humilde y trabaja por la paz. El que es paciente también es compasivo y tiene sed de justicia. Las Bienaventuranzas están íntimamente unidas entre sí y son, sin lugar a dudas, el centro de la Buena Nueva. En ellas encontramos una especie de discurso programático, pues en ellas encontramos los ejes de la predicación de Jesús del Reino que llega a los pobres, a los desterrados, a los que no tienen ninguna clase de esperanza en este mundo. Ellos son los destinarios del Reino, del gobierno de Dios. Por eso podemos entender que Bienaventurados son los que lloran porque tienen hambre y sed. Bienaventurados son los pobres sin importar su nivel de piedad ni su integridad espiritual. Los santos siguieron el camino de las Bienaventuranzas que los condujo a vivir en íntima comunión con Dios. Fueron pobres con los pobres, trabajaron por la justicia y la paz, y supieron mantener el corazón en la pureza de intención para servir a Dios. No buscaron honores ni glorias, sino anunciar el evangelio. Las Bienaventuranzas vividas en plenitud nos hacen vivir la santidad de Dios. Y por eso Dios llama dichosos o bienaventurados a quienes viven las «ocho locuras de Cristo», como señala un autor. Podríamos concebir que el texto nos está planteando una “felicidad a futuro”, como una recompensa a quienes sufren o padecen. Como si luego de vivir en el dolor, el cielo fuera un premio más allá de esta vida. Sin embargo, el texto habla del presente “de ello es el Reino”. La santidad no es un premio o recompensa celestial. Se construye y se vive en este tiempo en la medida en que se viven las Bienaventuranzas. En la fiesta de todos los santos, es bueno que hagamos una reflexión personal y comunitaria. Tal vez podríamos reflexionar así: «el secreto de la santidad no está solamente en los medios, la oración, la comunidad, la Biblia, el servicio… Esta sobre todo en el espíritu de Jesús. Y este en un don que se nos regala y una tarea que tenemos por delante». Pongamos en común lo que nos suscitó el comentario que acabamos de leer. Podemos ayudarnos con las siguientes preguntas. • Todos somos llamados a la santidad. ¿Qué bienaventuranza siento que debo vivir más este tiempo? • ¿Eres devoto de algún santo o santa? ¿Qué bienaventuranza vivió el santo al que tienes devoción? ¿Imitas sus virtudes o sólo le pides que interceda por ti? • ¿Somos capaces de buscar la felicidad construyendo y viviendo las bienaventuranzas? ¿Crees firmemente que serás feliz viviendo las bienaventuranzas? ¿Te das cuenta que son contrarias a lo que el mundo ama y abraza? • Piensa por un momento en las personas de la comunidad… ¿Ves que alguna de ellas vive alguna de las bienaventuranzas? 13



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Padre bueno, ayúdanos a disponer nuestro corazón para alcanzar la salvación de tu Hijo, Nuestro Señor. Amén.

• Tomamos la Sagrada Escritura y buscamos el Evangelio de Lucas 3, 1-6. • Una persona del grupo lee atenta y pausadamente, los demás escuchan en silencio. • Manteniendo el silencio, cada uno lee el texto y lo medita. • Puede leerse varias veces. Deja que la Palabra del Evangelio resuenen en tu interior.

Compartimos. Lo más importante de rezar en comunidad es que Dios también nos habla por medio de la palabra del hermano. No hace falta tener estudios de teología para saber lo que Dios nos dice. Hace falta silencio interior y aprender a distinguir las mociones de Dios de otras que no proceden de Él. Te invitamos a que compartas brevemente ¿qué sentimiento te despierta la lectura del texto de Lucas? Si crees oportuno puedes recurrir a las siguientes preguntas: • • • • 28

¿En qué tiempo histórico comenzó Juan, el Bautista, su anuncio? ¿Qué hacía Juan? ¿Qué predicaba Juan? ¿Cómo debía preparar el camino al Señor?


¿Qué es lo que el Señor exige cuando dice: conviértanse? Lo primero es afirmar la propia culpa. Esto tiene que hacerse ante los hombres y en la valentía de confesar públicamente los pecados, no únicamente ante Dios. Pero la conversión es más que el arrepentimiento. Es un apartarse del pecado. Así Jesús espera del publicano que se aparte del engaño. Al rico le exige que deje de estar dominado por el dios dinero. Al vanidoso, apartarse de su vanidad. Pero además, la conversión no debe hacerse con un corazón a medias. Esto es, preocupado por limpiar la casa, figura del alma, pero dejándola vacía, facilitando así que se vuelva otra vez a la primera situación, porque es una conversión a medias. La conversión auténtica en cambio, es dejar aposentarse en ella a un nuevo amo, es dejar que abarque a todo el hombre y a toda su vida. De modo que la conversión significa arrepentimiento, esto significa apartarse del pecado, y – finalmente - entrega a un nuevo señor. Pero aun así no hemos llegado al núcleo de la conversión. Falta hacernos como niños, es decir, depositar toda la confianza en el Padre celestial, regresar al hogar paterno y a los brazos del Padre. En definitiva la conversión no es más que abandonarse a la clemencia, a la gracia de Dios. Sin embargo no basta esto. También el Bautista llamaba a la conversión; pero en el caso del Señor es completamente distinta. La diferencia está en el motivo de la misma. En el Bautista el motivo era el miedo ante el juicio; en Jesús no falta el miedo, pero el motivo decisivo para él es la experiencia de la incomprensible bondad de Dios. La gracia de Dios sobrecoge a los rebeldes. Lo que resuena ocasionalmente en la Antigua Alianza se convierte en tema central de la predicación de Jesús. La conversión es ser vencido por la gracia de Dios. Tan sólo cuando tus ojos se abran para ver su bondad, podrás conocer tu culpa y convertirte. Guillermo Randle sj

Pongamos en común lo que nos suscitó el comentario que acabamos de leer. ¿Es lo mismo arrepentirse que convertirse? Cuando rezamos en comunidad Dios se hace presente en la reflexión y oración del hermano. Escuchemos a los demás con seriedad y responsabilidad mientras dejamos que resuene en nosotros lo que comparte. Si creemos necesario podemos ayudarnos con las siguientes preguntas: • ¿Me siento como Juan, comprometido a llevar a todos la Palabra de Dios? • ¿Me reconozco pecador y deseo cambiar para agradar a Dios? • ¿Me dejo guiar por la voz del Señor que me lleva por el camino de la salvación? 29



Afirma el Papa Francisco:

ENTRADA: Queridos amigos en la fiesta de Todos los Santos que hoy recordamos, contemplamos a una “muchedumbre inmensa, que goza ya de la presencia de Dios en el cielo. Hoy traemos a la memoria a muchos seres queridos, familiares y amigos, que ya ven a Dios “tal cual es”. Hoy nos recordamos unos a otros que ese es nuestro principio y fundamento, encontrarnos con Dios cara a cara y gozar de su abrazo por toda la eternidad. Ser felices y bienaventurados, como nos anuncia la liturgia de hoy. Y en este contexto, el Papa Francisco nos invita a rezar por el diálogo entre los hermanos que ayuda a una pacífica convivencia y por los pastores de la Iglesia para que cuiden con amor evangélico a su pueblo. Comenzamos la celebración…. 1º LECTURA (LECTURA DEL LIBRO DEL APOCALIPSIS 7, 2-4.9-14) El Pueblo de Dios ha llegado a la Tierra prometida. Y con profundo agradecimiento, canta y alaba por toda la eternidad. 2º LECTURA (LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN JUAN 3, 1-3) San Juan nos muestra cómo será nuestro esperado encuentro con el Padre cuando El se nos manifieste. 40



Afirma el Papa Francisco:

ENTRADA: Queridos amigos continuamos nuestra preparación hacia la Navidad donde celebraremos que Dios asume nuestra condición humana. En este tiempo de Adviento, la voz de Juan el Bautista, da sonido y sentido a la Palabra. El Adviento pide cambio, nos lleva a la reflexión sobre los tiempos pasados y la búsqueda de mejores formas de vivir. En una sociedad que atraviesa una sentida crisis económica y de valores, se hace difícil caminar en la esperanza y allanar el camino para recibir al Niño. El Papa Francisco, en el mes de diciembre, nos invita a rezar con él para que todos los hombres podamos hacer la experiencia de la misericordia de Dios, y por las familias para que encuentren en la llegada de Jesús un verdadero signo de esperanza. Damos comienzo a la celebración…. 1º LECTURA (Lectura del libro de Baruc 5,1-9): El profeta Baruc contempla una triste Jerusalén. Y le pide que se vista de gloria y alegría porque el Señor está llegando.

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Colaboración: Juan Carlos Cruz

En esta hora Santa teniendo en cuenta que el día 1 de noviembre es el día de todos los Santos, tomaremos para nuestra oración de hoy: la Santidad como actitud de vida. Para ello vamos a acercarnos al Beato Brochero, recorriendo su camino a la Santidad. Iniciamos nuestra Hora Santa, recibiendo a Jesús Sacramentado, nos quedamos en silencio disfrutando poder estar ahora, aquí, delante de Él. Rezamos un Padre nuestro, Ave María y Gloria.

ejercicios en la parroquia y sabía dar tandas de ejercicios espirituales de hasta 900 personas. Allí hizo su camino a la santidad. I– MI MISIÓN ES SER SANTO Sólo Dios es Santo, pero Dios puede santificar al hombre, que es su imagen. En la misa decimos: ¨..Señor, fuente de toda santidad, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo.¨ Jesús es el Santo y Él santifica a los hombres, con su pasión, muerte y resurrección y trayéndonos al Espíritu Santo.

Breve reseña de la vida de José Gabriel Leo el texto Jn 15, 12 – 17. Brochero: sacerdote cordobés, ¨Este es mi mandamiento: Ámense “La tratadede es un crimen los contra humanidad, enamorado lospersonas ejercicios espirituales unos la a los otros, como yo los he una llaga en el cuerpo de Cristo, y por ello la Iglesia juntomás a grande que ignacianos, consagró su vida dándose amado. No hay amor las personas de buena voluntad grita “¡basta!” y llama a aunar entre los pobres de San Alberto, hoy dar la vida por los amigos. Ustedes esfuerzos socorrer a las víctimas.” conocido como para el valle de Traslasierra, son mis amigos, si hacen lo que yo les Córdoba. Construyó una casa de mando. Ya no los llamo servidores, 44



Colaboración: Agustina Punte

Gesto sugerido: Proponemos preparar una imagen del Niño Jesús o la Sagrada Familia debajo de donde se expondrá el Santísimo Sacramento. También pedir a quienes participan de la Adoración llevar una foto impresa de aquellas personas familiares o amigos - por quien quieren dar gracias a Jesús, para pedir que el Niño Dios los bendiga especialmente esta Navidad. 1.- MOTIVACIÓN INICIAL: Reunidos para Adorar Jesús Pan de Vida, y celebrar hoy especialmente su Encarnación, invocamos al Espíritu Santo para que nos haga gustar la presencia de Jesús y nos enseñe a orar. Ven Espíritu Santo, y enséñanos a orar como a los primeros apóstoles. Ora en nosotros Espíritu Santo. Ven Espíritu Santo y danos fortaleza en nuestro cansancio, luz a nuestros pensamientos, paz en las preocupaciones que no nos dejan rezar en este momento Ven Espíritu Santo, límpianos de todo pecado para hacer nuestro corazón un pesebre para el Señor Ven Espíritu Santo, haz nacer el Niño

Dios en nuestros corazones Te amamos Señor y a Vos te entregamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, esta Hora Santa, para mayor Gloria de Dios y aumento de nuestra Fe y Amor al Señor. Que tenga Señor, este encuentro, frutos de Vida Eterna para nosotros. 2.- EXPOSICIÓN AL SANTÍSIMO Leemos del evangelio de San Lucas el relato del nacimiento de Jesús, dejemos que la palabra viva del Evangelio nos lleve a revivir ese momento Santo. Seamos esta noche los pastores que junto a los Ángeles adoran a Jesús en su primera noche entre nosotros: “José, que pertenecía a la familia de 47



«Es mi deseo, en efecto, que el Jubileo sea experiencia viva de la cercanía del Padre, como si se quisiese tocar con la mano su ternura, para que se fortalezca la fe de cada creyente y, así, el testimonio sea cada vez más eficaz. Deseo que la indulgencia jubilar llegue a cada uno como genuina experiencia de la misericordia de Dios, la cual va al encuentro de todos con el rostro del Padre que acoge y perdona, olvidando completamente el pecado cometido.» (Carta del Papa Francisco dirigida a Mons. Rino Fisichella, Presidente del Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización) 1. Para vivir y obtener la indulgencia los fieles están llamados a realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano. • Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la santa Eucaristía con una reflexión sobre la misericordia. • Será necesario acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por mí y por las intenciones que llevo en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo el mundo. 2. Los enfermos y las personas ancianas y solas: vivir la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor que en el misterio de su pasión, muerte y resurrección indica la vía maestra para dar sentido al dolor y a la soledad. Recibiendo la comunión o participando en la santa misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar.

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3. A los presos, que experimentan la limitación de su libertad. En las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa. 4. Las obras de misericordia corporal y espiritual. La experiencia de la misericordia, en efecto, se hace visible en el testimonio de signos concretos como Jesús mismo nos enseñó. Cada vez que un fiel viva personalmente una o más de estas obras obtendrá ciertamente la indulgencia jubilar. 5. La indulgencia jubilar, por último, se puede ganar también para los difuntos. Rezar por ellos para que el rostro misericordioso del Padre los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin. 6. A todos los sacerdotes para el Año jubilar. Facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón. Para obtener la indulgencia plenaria los fieles deberán además: • Confesar sacramentalmelte sus pecados; • Recibir la sagrada Eucaristía (ciertamente, es mejor recibirla participando en la santa misa, pero para la indulgencia sólo es necesaria la sagrada Comunión); • Orar según las intenciones del Romano Pontífice, Papa Francisco. Nota. Las indulgencias siempre son aplicables o a sí mismos o a las almas de los difuntos, pero no son aplicables a otras personas vivas.

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