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Introducción: La crisis de la globalización
La crisis de la Globalización
Eduardo Gálvez Carvallo1
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1 Embajador (Ret.) del Servicio Exterior de Chile. Magister (MSc) de la London School of Economics and Political Science, con mención en Relaciones Internacionales. Graduado del Programa de Servicio Exterior de la Universidad de Oxford. Egresado de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. Sirvió en las Embajadas de Chile en el Reino Unido, Francia, Estados Unidos y como Embajador, Representante Permanente Alterno de Chile ante Naciones Unidas. Fue Embajador en Finlandia y Estonia y Representante Permanente de Chile ante la Organización Mundial de Comercio y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, en Ginebra, Suiza.
Capítulo I.
Presentación
Este capítulo se dedica a analizar uno de los elementos más destacados del nuevo escenario internacional. A saber, la desilusión generalizada con el proceso de la globalización en un número muy importante de observadores y de actores relevantes de las relaciones internacionales.
Lo que durante algún tiempo era una visión crítica, proveniente de países en desarrollo que lamentaban no participar de los beneficios de la globalización y también de sectores académicos del mundo desarrollado; de repente esta visión negativa pasa a ser una posición muy extendida, sobre todo consolidada a partir del momento que asume la presidencia de los Estados Unidos el presidente Trump en el 2016. En el mundo desarrollado, en muchas ocasiones la crítica y rechazo a la globalización pasa a ser un tema identitario de gobiernos y movimientos políticos “populistas” y muchas veces xenófobos. Con todo, se trata de una actitud compartida, en mayor o menor medida, por muchos.
Mientras en las décadas de los 1990, 2000 y 2010, lo que se notaba y destacaba más eran las oportunidades y beneficios de la globalización; a partir de 2019 se generaliza una percepción que acentúa los riesgos y desafíos de la globalización. Y esto en múltiples dimensiones.
Economistas comienzan a criticar la forma cómo los beneficios y costos de la globalización económica se reparten desigualmente dentro y entre los países, con especial acento en que la creación de una economía de mercado planetaria aprovecharía principalmente a las grandes empresas transnacionales y no tanto a la pequeña y mediana empresa, ni a los trabajadores. A su vez, los analistas internacionales occidentales destacarían cómo estas tres décadas han aprovechado y beneficiado especialmente a la República Popular China, cuyo espectacular crecimiento económico,
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junto con su mayor poderío tecnológico y militar, comienzan a inquietar a políticos y estrategas occidentales. También, para muchos las inequidades sociales, los efectos nocivos del cambio climático y los problemas de los patrones de producción y consumo pasarían a ser vinculados con el tipo de globalización imperante.
En fin, a comienzo de la década de 2020 múltiples perspectivas por sobre las oportunidades pondrán el acento en los problemas y riesgos que trae la globalización, sobre todo en su dimensión económica. A analizar esto que llamamos la crisis de la globalización, se dedican los artículos de Carlos Fortín, Alicia Frohmann y Sergio Toro, en este nuestro primer capítulo de la revista sobre el nuevo sistema internacional.
Carlos Fortín reconoce en la globalización económica un fenómeno determinante de las relaciones internacionales en los últimos 30 años, como un proceso impulsado por los cambios tecnológicos en materia de transporte y comunicaciones, así como por un conjunto de políticas nacionales e internacionales que la han promovido (el “consenso de Washington”), legitimado por una ideología propia. Reconoce que hoy se vive un momento de amplia crítica y crisis. No espera un colapso de la globalización, pero sí cambios hacia un mayor nacionalismo por sobre los aspectos globalizadores en las economías. Igualmente, percibe tendencias favorables a una auto sustentación de las economías por sobre su integración a la economía internacional, ya sea con el “reshoring” de la producción o al menos el “nearshoring”. Finalmente, dentro del marco de menos globalización económica, provee un abandono de las políticas de la pasividad del Estado frente al actual predominio del mercado como el gran asignador de recursos.
El nuevo escenario internacional, que se espera luego del término de la pandemia que hemos estado sufriendo, es de menor globalización económica, incluido retrocesos en diversos aspectos fundamentales para un orden económico liberal, con claras tendencias proteccionistas y de comercio regulado, contrastado al surgimiento de nuevas dimensiones de la globalización para un mundo más inclusivo y sustentable.
Por su parte, Alicia Frohmann parte clarificando el concepto de paradigma como nodo conceptual a partir del cual se construye la realidad, para, luego, destacar que hay diferentes dimensiones la globalización. La crisis de la globalización se referiría a una de estas dimensiones, a saber, de la hiperglobalización del “homo economicus” que tiene como eje principal el predominio de los mercados, la desregulación de los flujos financieros, la inversión y el comercio. Si bien esta globalización podría estar en crisis, nuevos paradigmas -el cambio climático y el feminismo- adquieren ahora nuevo protagonismo en la vida de las personas y en la agenda global. Aplicados a las relaciones internacionales de Chile, se propone llevar adelante una política ambiental activa y coherente. Al mismo tiempo saber concretar una agenda de género, la que debería aplicarse a los distintos ámbitos de las relaciones internacionales.
Finalmente, Sergio Toro, sustentado en el análisis de las relaciones internacionales, de la escuela realista con su acento en el conflicto y la rivalidad contrastada a la escuela liberal, de la cooperación y de las instituciones internacionales, destaca el orden liberal internacional, posterior a la segunda guerra mundial, en sus dos momentos, el primero, 1945-1989, tiempo de la Guerra Fría, y el segundo, 1989-2020, el de la globalización. Lo que hoy parecería amenazado sería el conjunto de este sistema internacional liberal basado en reglas e instituciones multilaterales, destacadamente Naciones Unidas. Respecto del orden de la globalización, Chile, con el retorno a la democracia en 1990, representa un ejemplo de experiencia exitosa con un ciclo de política exterior y de una reinserción internacional que maximizo el interés nacional durante esta etapa de la globalización. No obstante, la “globalización de las cosas”, con serios problemas desde un buen tiempo, sería cuestionada fuertemente a partir de la Gran Recesión de 2008. Las razones son múltiples: desde el descontento por su tendencia a agudizar las desigualdades dentro y entre las naciones, hasta por sus efectos en materia de deterioro significativo de la naturaleza y del medio ambiente. Estas mismas críticas se replican dentro del país y se puede decir que, al igual que en 1990, también ahora un cambio político interno se ve sincronizado con un momento internacional nuevo, que se debería saber aprovechar con una política exterior apropiada a los nuevos tiempos.
En definitiva, el nuevo escenario internacional, que se espera luego del término de la pandemia que hemos estado sufriendo, es de menor globalización económica, incluido retrocesos en diversos aspectos fundamentales para un orden económico liberal, con claras tendencias proteccionistas y de comercio regulado, contrastado al surgimiento de nuevas dimensiones de la globalización para un mundo más inclusivo y sustentable. La etapa de híper globalización ha sido el paradigma viejo para interpretar y enmarcar la realidad del sistema de relaciones internacionales en los últimos treinta años. El nuevo sistema internacional se espera de menos globalización económica, de tendencias neo soberanistas, de menor recurso a los incentivos del mercado y mayor presencia del Estado en lo económico, con mayor espacio para otras de dimensiones de la globalización. Dada la naturaleza de las transformaciones, este cambio bien puede ser definido como un cambio de paradigma en el sistema internacional, que afecta a todo el mundo y debemos reflexionar sobre su impacto para Chile y su política exterior, como ya lo comienzan a hacer los autores de los artículos de este primer capítulo.