Voces de ida y vuelta

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No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo o por escrito de sus autores.

Título original: Voces de ida y vuelta Autores: Arahel Orozco Rodas - Julio Luengo Soto Portada, maquetación y diseño: Concha Pascual Arribas Edición: Julio Luengo Soto

editorialbigornia@yahoo.es http://www.bigornia.es/ Primera edición: octubre de 2011 Impreso por Reproconsulting, S.L. Calle Marqués de Lemos, 13, Madrid Impreso en España – Printed in Spain 4


PRÓLOGO Dos poetas, dos voces, y a la guitarra, un alma amiga, Miguel Morales, y la música haciéndose como se hacen las raíces de un roble, lenta y en silencio. Uno, entusiasta, el otro, cayendo, y en medio, la guitarra, rasgada madera de ecos ebrios. Uno, Arahel, allende las aguas oceánicas y primeras, tan milenarias en las venas de este nicaragüense navegante; el otro, Julio, aquende, quieto y al socaire de los vientos de bonanza; y en medio, la guitarra de Miguel, canto desgarrado de sireno mitológico entre dos islas que hablan. 5


Unidos por un recital, Arahel, Julio y Miguel, celebrado en mayo de este año, se las vieron y se las desearon para poner orden a sus caos. Todo fue bien, como van las cosas sencillas. Fruto de aquel encuentro entre poetas, guitarra, y un público más bien amigo y, por ello, tan respetable o más que el que no lo es, es este libro, tan humano. Aquel recital tuvo su lugar en un local de la calle Carranza, número 5, lugar de yogas y oraciones, de sanaciones milagrosas y otras más trabajadas, El Manantial (no podía llamarse de otra forma un sitio de tanta fuente). Su dueño, Juan Carlos, a quien agradecemos de veras su estrecha colaboración y generosidad, hizo más posible y cercano este proyecto tan nuestro y ya vuestro. Gracias a todos y buen viaje.

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A aquellas madres, aquende y allende el ocĂŠano, que dieron a luz hijos con voces de poeta, y el alma en un puĂąado de tierra, de ida y vuelta.

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Testimonio de Emigración … a Concepción Rodas, mi madre.

1 Abrí los ojos minutos antes de que el despertador se alarmara, seguidamente, miré el espejo, y fue, en ese justo instante, en que advertí que el día era ése; el mismo que transcurría paciente mientras los amigos me esperaban impacientes.

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Yo salí despacito, con lagrimones en los ojos, abracé el adiós de mi madre que quedó con la mano al aire y el corazón distendido en la mañana. Camino al aeropuerto, eché un último vistazo a mi patria fértil, silenciosa me despedía con una llovizna melancólica que salpicaba mis anteojos; y, de pronto, estaba ahí, detrás de aquel enorme cristal haciendo así con la mano como diciéndoles: ustedes están en mí, a la familia que formaba un semicírculo dándome ánimos mientras me enviaban 12


ráfagas de adioses con las manos, ráfagas de besos con los ojos. 2 Casi dos días estuve entre aeropuertos aviones como sucedáneos de país y en Panamá City vi cómo el funcionario negro de emigración atendía a una familia alemana con tanta amabilidad que quiso volverse rubio, cuando tocó mi turno, no quiso ser ni funcionario. Subí al avión pero, no tuve tiempo de aflojar la nostalgia, el asiento era tan pequeño que si respiraba profundamente 13


no cabríamos ninguno de los dos; así que opté por quedarme yo sin nostalgia. Cuando desperté tomé nota de muchas variaciones, no propiamente por las más evidentes, como el cambio de horario y de continente, sino porque las azafatas seguían impecables y yo frente al espejo me vi espantoso. Entonces respiré profundamente como pez en el aire para despabilarme 14


ante el tipo que revisaba mi pasaporte con lupa como jugando a encontrar diferencias; después de algunos minutos, se dio cuenta que en la foto no llevaba anteojos. En Ámsterdam también vi cómo dos guardias de seguridad abordaban intempestivamente a un asiático para decirle quién sabe qué, yo por las dudas no acerqué ni la mirada, pero sí abracé el resplandor inagotable de aquel sol hermoso con mis ojos. 15


Cinco horas que parecían interminables al fin culminaron con mi última entrevista migratoria, por suerte, este funcionario de emigración sí pretendía ser funcionario y entre bromas sonrisas alojó el sello en mi libreta migratoria mientras dijo: “Enjoy Lisbon”. 3 …a Beatriz, por supuesto.

En la baranda encontré otras caras que no me esperaban, sin embargo 16


sentí un poco de alivio, cerré los ojos, tiré mi cabeza hacia atrás y cuando volví en sí, miré cómo pasaban frente a mí otras manos otros ojos otro corazón que me esperaba con un abrazo de bienvenida, con un abrazo de reencuentro. Arahel

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Otra vez la voz De verso a verso, Las tinieblas ahogan El aliento se desmiembra Y se suicida la vida Con un sueĂąo. De verso a verso, La criatura feroz del miedo Compone edificios imposibles Y se arrugan las verdades Como las medianĂ­as. Fango sin fondo ni fe. Me acaudillo sin victoria. De verso a verso, La amistad se tuerce Como un rĂ­o sin llegada, 19


Y duele como el aguijón De una mariposa atosigada, Y sin alas. Y duele sin aviso Mirar un abismo, Y reflejarse. Y, sin rosa Florece porque sí El talludo rostro de la nostalgia O el tronco agusanado de la memoria. Me sé a intervalos de ojos no mirados. Me ignoro y me completo Y me río y me curioseo. Y vivo, por supuesto… De verso a mí, Como yo verso, Compañero, Hazte sí mí Y sin mí, un pueblo. De granizo o de viento, 20


De agua o de fuego. Elemento. De vida De muerte O de sueño. Y vivo… ¡Será posible! Calma, colmillo, calma, Ya te adentrarás en la carne sin rumbo. Y yo, huesos, y yo, órganos, En movimiento, Desataré olvidos. De verso a verso, Os ruego, Desde este aquí tan sin tiempo, Tan sin amor, de verso a mí, Como yo, verso, Compañero, Dame la voz que tiembla los templos 21


Y trama y atormenta en esquinas, sin dineros, El comercio del nunca. Y me vendo y me espero… La voz, otra vez, sin dueño, La voz a mí debida, La voz que a mí me debo. Y no es silencio Y vivo, por supuesto… Julio

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Cuando ya no importe …”Cuando ya no importe”. JC Onetti

Cuando ya no importe el roce entre tu silueta y mis ganas que serán desganas, el crepúsculo despertará con los ojos miopes y en el pecho una palpitación casi corazonada me hará recordar quién era antes de ser quien soy. Sin embargo, para ese entonces no importará que el cielo 23


esté igual de lindo o, al menos, azul, ni que el aire pinte formas con las nubes que nos recuerden que aún vemos desde lejos lo que tristemente no vemos de cerca. Cuando ya no importe lo que solía importar, serán mis manos, solo dedos que escriban letras desvaídas y quizás también desvalidas de coraje mutiladas por el tiempo zurcidas de nostalgias. Cuando ya no importe lo que ahora me mantiene con los ojos abiertos, ¿tendré otro horizonte 24


que enhebrar con mis dudas? ¿tendré las ganas de ahora para reinventarme? o, al menos, ¿tendré el entusiasmo para llorar con el pulmón lleno de esperanzas? Arahel

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Y sigo Sobre la luz agónica Llevo anclado sin tiempo, Horas, Marchitas. Voy buscando, ¡No! Busco, ¡No! Sigo buscando La vida. Tan torpe que me avergüenzo y sonrío Ante el tropiezo, tan torpe que me avergüenzo, Y SIG0. Ni el orgullo me lanza, Ni me humilla la caída, El amigo que tuve escribe 27


Nostalgias Íntimas: La mujer que me ama desespera en la noche, Sin versos, y me ama. Y SIGO. La aurora recibe mis ojos ebrios Con el desdén tan suyo De todos los días. La aurora es muy suya, De tan puta. La aurora se va fría, a otra noche, En otro lugar, A cumplir el viaje de ida Y vuelta, Como la vida. La aurora es un estigma Que recibe mi mirada ahíta Con soberbia e ironía. Y SIGO. Parece como si hubiera amado siglos; Pero no; 28


Sólo han sido besos extraños al aire, Tan errático y vital, Tan juguetón como cuando niño, Formando cuerpos, Escondiendo manos, Dibujando inicios, Despidiendo olores, Ese aire, ese aire… Misterioso y confundido… Sólo han sido besos extraños. Sólo eso. Aire. Y SIGO. Recorro el cedro hembra con sus trazos sauces, Lo miro y me asombra, luego me cobija. Me agarro a su tronco De náufrago del suelo, Rápido y surcado, Y le digo, Como quien susurra a la madre muerta:

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Hoja que hojarasca Rama que derrama Te sé y te vivo Y te subo y te asombro Árbol de mil caras y estancias. Y el cedro hembra me escupe, Sin decir nada, Que es el decir de los cedros; Y al caer me miro idiota, Quebrada la luz agónica, Sobre la que llevo anclado sin tiempo, Horas Marchitas. Y SIGO. Julio

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A veces A veces cuando la noche pasa deshojo una a una mis rutinas, mientras tanto, me convierto en un tipo dalt贸nico que suma colores; como quien suma nubes para armar un cielo.

Pero solo a veces Vaya uno a saber porque a veces 31


la vida se gira mostrando sus ojos más taciturnos, como para que uno frente al espejo - ese juez insobornable no tenga más remedio que sincerarse; entonces uno abre los párpados y descubre así los ojos los propios entristecidos, pero solo a veces pero solo a veces. Arahel

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Favor obscuro ... a Arahel, compañero del alma del otro lado.

Ruborizada la tarde tras su juego cotidiano, Milenario, Con la vida deslucida y tornasolada, Me presento escuálido y malévolo Ante la noche recién nacida, Mecida, Entre cientos de abrazos horizontes, Tiernos, cariñosos, niños, Soy yo, Negrura deslindada por linda, Tiniebla de terciopelo y mansa: Tu novio de gala, galán de noche, Nochero andariego sin calma. En mi alma, Tú, Noche, me arrancas. Bufón de la luna, roquedo Luminoso, el verso me dijiste fuera 33


Y escribí sin sosiego a tientas. Fallé. Como fallan todos los vagabundos ensimismados, Sin mimo, andan y cuentan y aman, Salvo que sin mirada: No ven, Noche, no ven La Alborada. Preludio, acaso, de un mañana A solas sin ser/no ser, claudicando… Luz vértice que arremolina la nostalgia. Soy yo, Negro acero sin sangre conciencia, Ante ti, de nuevo, viejo y ridículo, Me hinco y me reverencio, humillado, Ya mi grito de búho insaciable, Ante ti, Noche amenaza, me cubro De lágrimas pétreas y ácidas, Te ruego hasta la próxima república, Me concedas el honor de ser Tu sepultura inacabada, Joven, bella, inútil. Así seré nunca siendo por no haber sido, Un trozo de tu silencio o un pozo De tu tormenta aciaga. 34


Viértete sobre mí que no soy nada Y escancia Tu descolorido veneno Sobre mi origen abismo y mi fin cascada. ¡Qué hostia farisea y canalla! Julio

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Miradas ...a mi familia y a mi padre Heberto Orozco.

Ya sé que el tiempo pasa y lejos de mi mundo el tiempo también pasa, pero, además, éste lleva recuerdos cargados de nostalgia.

A veces pienso que ustedes los míos labran con amor un hueco entre el trajín de la vida cotidiana y la silla en que apoyan la espalda, para buscar respuesta 37


a esa pregunta que les llueve desde su cielo taciturno. Quizás la pregunta sea la de siempre: “¿cómo estarás, Flaco?”, y la respuesta sea el silencio mismo con el que yo contemplo el cielo grisáceo, para que nuestras miradas se estrechen por sobre el Atlántico como antes de que estuviese aquí donde estoy. Y, a pesar de varias horas de terapia con la página en blanco, aún no logro descifrar por qué las nubes de hoy, me ponen triste, ni por qué mis ojos se vuelven mirada de sus miradas. Arahel

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Saloma bravía [donde canta el marinero] Yo que anduve sobre las aguas, menudo elemento, Me dispongo a traerme los vientos de mañana, Al hogar de siempre: mi infancia de Navarra. Que nada tuve y con nada me viajo a la Nada. Nadie diga que se hundió mi quilla, ni en broma, Ni en rémora me lo digan, ni aun de veras, Que soy y fui Gabino y no se me caen las anclas. Soy un aristócrata del mar, pero del mar travieso, Mi nobleza está grabada sobre el trinquete, Y la mesana es fiel testigo de mi alma (mal) gastada. Sólo las huellas en la amurada sobrecogida Invocan mi nombre cuando la galerna amenaza.

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Estoy a punto de irme, a punto y dispuesto, No sin antes entregar la nostalgia y el miedo, No sin antes bramar con sangre y sin despecho, A las noches aciagas que me nacieron entero. Sólo me envanecen los amigos que tuve y tengo: La pasajera tripulación de mi coraza de proa; Con la popa no me entiendo y su estela me lacera, La mirada agaviotada y a la deriva blanca. Tengo tantas dársenas y pantalanes y radas En las roídas rodillas, que me tamborilean Los recuerdos y se me abren de nuevo las llagas; (El terral levantaba las faldas de las mujeres que no amé, Amé tantas mujeres que no me amaron siempre. Amé tanto y por doquier, Y amé para nada o fue todo y me equivoqué.). El malecón hacía aguas a mi paso, malecón de piedra. Los muertos danzaban con el vaivén de la ausencia. 40


Yo siempre volvía, siempre que me devolvieran, Siempre que me llamaran, siempre y a toda vela. ¿Habéis mirado alguna vez las turbias aguas, densas, Vertiginosas del vertizonte inquieto, inquietante? Hay que aferrarse a la invertida nostalgia, Verterse como una lágrima tiránica y antigua, Derramarse sin tregua con la sangre primera, Chasquear la lengua, pedir custodia a los ojos, Hincar los huecos y rehendijas del ánimo, Gritar adiós y volverse sobre sí mismo Y hasta siempre. Lo supo la mar que tanto sabe, tiene y guarda. La mar que despedí desde mi butaca. La mar, ¡qué mar!, a mar huelen mis huesos, Polvareda viejera que se arrastra. Julio

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La plaza 15 de marzo La plaza está inquietantemente vacía, en espera de un sol de primavera que cuente historias en las terrazas, en cambio, en las avenidas crece el gentío como leche que hierve al borde de las aceras sin noción del vacío prójimo. 16 de marzo Cotidianos los doce árboles siguen aburridos y desnudos, inmóviles 43


ven cómo el cielo continuadamente gris, sugiere paraguas de colores, que transitan la plaza pintada de lluvia, de mesas apiñadas, de frutas que se desperezan al aire libre y de un perro que pasea contento como amo de su paso vagabundo. 17 de marzo La plaza abre los ojos y su risa transparente de sol ilumina las mesas, donde nace un murmullo constante de idiomas y de precios. más a lo lejos, la algarabía de los perros que salen al encuentro de alguien que tararea mimos, contagia a los transeúntes 44


que miran al cielo ensancharse, lindamente azul. Arahel

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Si ... a mi mujer, Concha, lo mejor de mí mismo

Si digo dolor, y lo digo humilde y auténtico, Si digo miedo, y sin miedo lo digo, Si acepto alma adentro mi vocación de hombre, Y al hacerlo me dirijo y me proyecto y me completo. Si al renacer no me entretengo en morir de nuevo, O si al perdonarme no regreso al castigo o al lamento, Si al encontrarme cara a cara con Dios y conmigo Y hallo en ello amor y no desorden, Plenitud y no soberbia, entrega sin vileza, Goce y alegría, gratitud al fin, donde antes reproche O indiferencia… Si al decir y al hacer todo esto que digo y que hago, 47


Y no lo digo y no lo hago para salvar el pellejo, O no le pongo alas a la vida donde hay brazos, Ni nutro con savia extraña la genuina savia del árbol, Ni, ya puestos, verjuro el papel en que derramo Verdades o subjuntivo el verbo descarnado Que soy, Ni crucifico los destinos con que Dios me protege, Ni me hiero cobarde con estigmas y desgarros, Si no digo y no hago todo esto que digo que no Digo y no hago, Sentiré, y digo que ya siento, que lo que sentiré Y que ya siento, y cuánto, es que de veras lo siento, Y además, serás un hombre, amigo y mi hermano, Mi semejante. Julio

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El poeta …a Julio.

¿Será que soy sólo dos ojos que ven cómo pasa la vida? cuando estoy cara a cara con la fuente de enfrente y quedo sin frases, y aunque nunca me dice nada, sólo me inquieta su quietud. ¿Será que soy sólo un alma que vibra en el silencio camino a un desenlace? cuando pienso desde las grietas de estas paredes cómo vuelan tus manos al viento… ¿Será que soy esto? 49


¿Acaso un tipo que pinta palabras al aire cuando el corazón se hace pequeño ante el mundo? ¿Acaso, existo sin el crepúsculo de la palabra, sin la penumbra del verso?...

¿Será que después de todo sólo soy sentimientos que se descosen en el flanco de la esperanza y se zurcen con lágrimas en la hoja en blanco? Arahel

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Canto fúnebre a un borracho ...a ese otro que ya no es.

En esta hora, ahora, tan grave y lapidaria, Sobre este alcorque de malvas y pensamientos, Con las lágrimas sobrias de un alma equivocada De quien tanto lloró amargamente en la derrota, Te contemplo, hermano, sin verte, ya sereno Bajo la tierra mojada sin sangre, Y tan si sangre, mojada. Inscritas en tu marmórea existencia, Aquellas palabras Que nunca dijiste, versos sueltos entre dos fechas:

Aquí yace quien aferrado a su miedo, Se descompuso en acordes imposibles, Tambaleándose hasta la extinción de sí mismo.

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Sí, amigo, contemplo tu ya arraigada tumba, Como si fuera un espejo vertical de mis restos, Tornasolados disfraces de luces traviesas, Imaginarias, Haciéndose abrigo para la sombra futura. Atrás van yéndose las voces familiares Entre murmullos, Corcovadas figuras anhelantes, tristes pero vivas, Inciertas, inseguras, vacilantes… voces amigas.

El álamo quejumbroso sonríe al roble arrogante, Y el tímido mas esbelto ciprés indica la nube, Y en el mudo boj la vida surge escondida En el aguijón de la abeja y el rabo de lagartija. Todo vive, alrededor, y en todas partes; Enloquecidos Seres que caminan, vuelan o se arrastran, Menos tú, viejo amigo tan borracho de muerte Sin ya resaca ni rencores posibles, Bajo este cielo sin nombre y carnavalesco, Te digo adiós con calma y con calma te olvido, 52


Impotente ante el dolor de la ausencia, Impotente tambiĂŠn ante el destino, BenĂŠfica, invisible, rotunda clemencia. Julio

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Insomnios Cuando hablo de insomnios no me refiero exclusivamente a la común y jodida ocasión u ocasiones en que uno se pasa la noche contando las estrellas del cielo raso de una habitación inmensamente pequeña. Podría ser que particularmente antes de entrar en el sueño un resquicio de algún temor aparezca agazapado en la oscuridad instale su cabeza sobre la almohada y su respiración nos sople en la nuca del alma. Arahel

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Just For Today ... a AA

Son años luz de este mi progreso aplazado Que vivo para mañana, sin vivir hoy; Estanque abandonado en que vivo y soy, Mientras cuido y embellezco el jardín de al lado. El aliento que penetra en la tierra ya abonada, Fulgurante y cálido como la voz uterina, Nombra al tallo, a la rama, y a la espina, Y da inteligencia a la flor imaginada. Me arrodillo ante Dios, y antes que nada, Y ante nadie me arrodillo, de pie acepto la vida, Y no me humillo cuando pasa el miedo o anida En mi alma errática, tan dispersa y racheada. Viento feroz que nada se lleva y todo lo aniquila… ¿Qué tiene mañana que tanto depara Que no tenga el hoy donde soy y construyo? ¿Qué tuvo el ayer que tanto retuvo 57


Que no tenga hoy cuando soy y me ampara? S贸lo por hoy, Ser茅 el que soy, Habiendo sido, Lo que tuve que ser, Y no haber podido Entrever ni querer, Este simple Just For Today. Julio

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Las nubes Las nubes pasan de vereda en vereda como surcando los vientos, y con su mirada recurrente fija en la pupila del horizonte nos anuncian el futuro.

O lo fĂĄcil que es volver a la rutina, de algĂşn viejo sentimiento reumĂĄtico que nos haga sentir profundamente conmovidos ante la soledad que nos avizora. Arahel

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El atardecer del poeta ... a mi hermana Curra, que tanto sabe.

Tantas veces ingenuo, tan triste como una roca herida, Mirando la sangre derramada de la grieta Ya antigua, Sangre tan derrochada, Mi sangre en la escarcha, A rastras, sangre ciega, sangre al alba, Mi sangre llorada y a la deriva, sangre. Los sueùos en los ojos, aprisionados como puùos, La mirada ausente, perdida, honda de dolor, La conciencia buscando un espejo‌ roto. Mil pedazos de esperanza, un solo trozo de honor. El líquido suave envenenando las manos Hacedoras, Un chorro caliente de olvido y sudor, Nieve a destiempo entre noches sin tiempo, 61


Sin vida y sin amor. Poeta moribundo de versos de avestruz. Poeta sin memoria, siglos de disimulo y mentiras, Poeta que, al atardecer, llora. Entre sombras y dudas, poeta. Tantos horizontes violetas en tierras baldías, Cumbres coronadas de miedo y arrogancia, Flores marchitas en el regazo Del deseo desbocado, Otra vez, siempre, Uno más a la mesa de todos los días. Mis noches, sin mí, yéndome y vuelto despojo, Yo, silencio, clamando perdón al vínculo príncipe, Único. Silencio fraterno sin paz y sin bien. La metamorfosis del poeta en crisálida aún, Grito del alma soberbia y sin alas, Mariposas negras sobre la hoguera de agua y viento, Naranjas y amarillos esparciéndose en las tinieblas, Ya vuelo, hermana, ya vuelo hacia ti. Hecho hombre de versos océanos y versos vida. 62


Versos que son ya tuyos y que al serlo Se han hecho POESĂ?A. Julio

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Intimidad Hay en el vientre de cada palabra un silencio rotundo que me ensordece, y me transfigura con su llanto melanc贸lico, como el suspiro del viol铆n, que me desgarra el alma. Otras veces cuando estoy despoblado y veo el aire que anda despacito como sin ganas, entonces descuelgo del cielo 65


dos o tres esperanzas que me sirvan de amuletos contra el mal de ojo. pero sin duda hay dĂ­as tardes noches en que el silencio es rotundo pero no me ensordece, y es cuando sĂŠ que estoy en tregua con mis fantasmas Arahel

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