QUIERO AMARTE pero, 隆por favor, dime c贸mo! Alfonso Ramos Barclay
Para los que de coraz贸n creen haber encontrado al amor de su vida, con la fe puesta en que este tambi茅n les reconozca.
Registro Indautor. 03-2014-072914032200-01
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Para Itzíar: Quien como como luna llena apareció en mi camino, iluminando el más oscuro y olvidado rincón de mi corazón.
IMPORTANTE: La interpretación del contenido de este libro es responsabilidad de quien lo lee.
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ÍNDICE Prólogo Niños y niñas que aman Cuando sonreír no basta Con la camiseta bien puesta Amor con un solo clic Mismo libro, interpretación distinta Reconociendo cada uno su parte ¿Cada quien con su cada cual? Empatía: la clave de todo ¿Sexo fuera de la cama? Almas gemelas, cajas y cables Empatía y tipos de relación Celos y otros factores de riesgo ¿Terapia de pareja? Obsesión, esperanza y aceptación El tiempo, el mejor aliado
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…y fue entonces que evolucionó. Abrió por primera vez sus alas, levantó el vuelo y se perdió en el cielo.
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Había empezado a escribir una carta y cuando me di cuenta tenía frente a mí tantas páginas -resultado de tremenda carga emocional- que preferí seguirte escribiendo. Párrafos con tanto que asimilar, tanto que comprender y tanto que reflexionar. No quiero ni si quiera imaginar lo que habrán pensado las personas que me miraban en la cafetería leyendo en voz baja, llorando o riendo solo, al tiempo que repasaba cada texto. Pero, como entenderás, detrás de una taza de café en un restaurante, a veces hay una historia cargada de sentimientos encontrados con la imperiosa necesidad de sentirse escuchados. Primero, quería escribirte con la intención de desahogarme, de decirte de la manera más correcta y respetuosa mi malestar, pero, inevitablemente, me brincaban dudas. ¿Qué hice mal? ¿Qué me faltó dar a la relación? ¿En qué momento
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pudimos darle un giro? ¿Conoció a “otro” en algún portal de citas? De pronto, me doy cuenta de que llevo ¡ciento doce páginas! Cuando vuelvo a leer lo escrito, me doy cuenta de que hay mucha información cargada de vivencias, ejemplos y consejos que pudieran servirle a otras personas, quienes quizás, están a cinco minutos de mandar a la chingada a su pareja, o están literalmente como la gota que derramó el vaso, a punto de cagarla. ¿Entonces qué debo hacer aquí? Seguir escribiendo para llegar a la triste conclusión de que todo fue muy tarde, y por lo menos, plasmar parte de esta historia para que otros puedan estar alertas y sepan que no están solos. Que existen miles de parejas que pueden estar luchando por salvar su relación y no tienen idea de cómo hacerlo. Parejas que se desgastan por los celos, los chismes, los malos entendidos o, que simplemente, nos
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topamos con alguien que erróneamente se cruzó por nuestro camino cuando a lo mejor -el verdadero amor de nuestra vida- lo teníamos tan cerca que nos fuimos con la finta. Así que opto por escribir y desahogar todo lo que traigo. Ya no sólo para ti, aunque la turbulencia que provocaste en mi vida me sirve de inspiración central. Escribo para la pareja que llora porque le engañaron o porque no es amada. Escribo para la pareja que sigue casada pero infeliz, escribo para la que no se divorcia porque económicamente está “bien”. Escribo para el que lleva una flor a su pareja mientras la galana está con “otro” en el chat. Escribo para los que al final del día se preguntan: ¿Vale la pena seguir llorándole? De verdad duele. Y duele ¡un chingo! No tienes idea del sabor amargo que le queda a uno los primeros días del rompimiento. Una sensación de querer regresar el tiempo
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minutos antes de la ruptura y decir: sino enderezo esto, sino cambio de actitud, voy a perder lo que más amo. Pero lo cierto es que en la vida vemos que la gente “normal”, la gente equilibrada no muere de amor. Sufre, llora y se podrá lamentar muchos días… pero no muere de amor. Quien se quiere quitar la vida por una decepción amorosa quiere decir que no se ama ni tantito. A ti te amé con toda el alma, pero si veo que a tus ojos mi amor NO FUE SUFICIENTE, pues entonces no puedo hacer más. Tengo que empezar a amarme para entender que quizás simple y llanamente fuimos una pareja en la que uno de los dos no puso lo suficiente. Si me hubieras amado como me decías, hubieras valorado cada esfuerzo que hice por ti. Me duele porque según dicen, los hombres solo aman a las cabronas; pero ¿sabes qué?, yo me enamoré de ti pensando que eras una mujer
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con sentimientos igual que yo. Me enamoré pensando que éramos transparentes. Pensando que éramos nobles. Que valorabas mi esfuerzo y fidelidad porque yo en todo momento te valoré y te fui fiel. Hoy quiero una mujer que entienda que si estoy a su lado es porque deseo estar con ella, no porque me muera sin ella. Hoy quiero una mujer que valore mi tiempo y mi compañía, porque yo valoraré cada instante del tiempo que quiera estar ella a mi lado. Una mujer a la que, si me falta hacer algo para que sea feliz, ella tenga la confianza de decírmelo ¿y, sabes por qué? Porque soy un ser humano, no soy perfecto. Puedo equivocarme y tratar de corregir. Y si quería corregir contigo, es porque te amaba. Quiero a mi lado una mujer que se ame a sí misma, ya que con este fregadazo me di cuenta de que dejé de amarme por amarte a ti. A veces nos duele el rompimiento porque
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inevitablemente nos compadecemos y pensamos que nadie nos va a querer porque somos los “fracasados”. Que nadie nos va a aceptar. Sentimos que fuimos los únicos culpables de lo que nos pasó. Debemos entender que detrás de una lágrima hay un corazón con ganas de sobreponerse. La gente que se tropieza y se levanta, la gente que es engañada y se sobrepone, es la que aprende que cuando más oscura está la noche es porque pronto va a amanecer. Me queda claro que hoy me has dejado “soltero”. Pero si aprendo a amarme por lo que soy, si corrijo mis defectos y asumo mi responsabilidad en este fracaso, podré decir que he madurado y empezaré a sanar, con lo que espero atraer a una buena mujer que seguro me sorprenda y me cambie el estatus de “soltero” al de “soltero y feliz”. Así la compañía será cuestión de elección y no por “necesidad”.
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Los
hombres amamos. De hecho
nuestros primeros sentimientos de amor hacia la mujer van ligados con la madre, por lo que es imposible que el hombre no ame. Dicen que si quieres saber cómo te tratará un hombre, mires cómo trata a su madre. Cuando somos niños y pintamos el primer dibujo para ellas. Cuando les damos la primera flor que les llevamos del kínder. Cuando hacemos circo, maroma y teatro para decir: ¡ey mami!, esto es para ti, mira lo que te hice! puede decirse que desde esa temprana edad el hombre va creando un vínculo con la persona que en ese momento le conecta sus primeros sentimientos de amor; independientemente de que nos hayan dado la vida, nos hayan amamantado y hayan vivido juntos cualquier cantidad de historias en los primeros años de vida. ¿Alguien ha visto el llanto y sentimiento que salen del alma de un niño cuando este 11
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tropieza y cae pidiendo el abrazo confortante de la madre? Por qué negar a los hombres la posibilidad de entender que nosotros podemos necesitar abrazar a la mujer a quien amamos para decirle: Gracias por estar aquí. Gracias por ser parte de mi vida y gracias por dejarme ser parte de la tuya. Los hombres nacemos amando. Pero lo cierto es que a menos que un niño sea cabrón con la madre desde pequeño y así siga en sus pasos de adolescente y, luego de adulto le siga tratando mal, pues obviamente no es el ejemplo de hombre que deseo usar para este libro, ya que prefiero usar la del hombre que desde pequeño tiene en su esencia la disposición de cuidar, proteger, agradar y estar al pendiente de su mujer. Si lo hizo con su madre, seguramente lo hará con la mujer que le acompañará el resto de su vida.Lo que quiero decir, es que en teoría podemos
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partir de la base de que el hombre cuando es pequeño va desarrollando una personalidad a favor de tratar bien a la mujer. Lo mismo pasa con muchas niñas, cuando de pequeñas adoran y aman al padre. Su sueño será encontrar a un hombre que las cuide, las proteja y las mime como lo hacía su padre. Lo importante es que los padres no lastimen a los hijos para así tratar de evitar que, cuando crezcan, inconscientemente, relacionen la imagen de alguien a quien amaron en su niñez, como lo es el padre o la madre, con vivencias o recuerdos que les hicieron daño o que les generó desconfianza porque ya sea niña o niño, cuando crezca, aquel daño que sufrieron les puede volver a afectar cambiando seguramente el curso de su historia. ¡Recibe mucha luz!
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Los
procesos
de
duelo
que
atravesamos los seres humanos cuando se termina una relación de pareja, para unos serán menos complicados que para otros, considerando que cada ser humano es distinto. Finalmente, cada cabeza es un mundo y dependerá de nuestra forma de ser y de vivir la manera en que cada quien asimile el rompimiento. Alguna vez hemos visto en la calle parejas que están como muéganos pegados de la mano y, otros, a veces caminan separados pero siempre sonriendo y platicando. En muchos casos, los hemos visto tomados de la cintura. Otros van por la calle con cara de indiferencia y, ocasionalmente, nos dan la impresión de que si la pareja cayera en un agujero, su acompañante ni si quiera lo notaria. ¿Cuál de estas parejas se aman? Posiblemente todas o a lo mejor ninguna. Todo depende del momento por el que están atravesando.
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Hay parejas que vemos que caminan separadas, desprendidas e independientes y, a nuestros ojos, nos pudieran parecer incluso frías, cuando lo cierto es que llevan años de feliz matrimonio. Otros que van juntos a todas partes y se convierten incluso en ícono de la pareja ideal. Ella se sabe y se siente amada, atendida y protegida, y para él no hay otra mujer que exista en el universo más que ella. De esas parejas que solo con mirarlos se percibe que los dos destilan amor. Que posiblemente su encuentro haya sido el resultado de muchos años de espera para que llegara la persona ideal. Recuerdo con agrado a una maestra que cada que la encontrábamos nos decía que hacíamos una muy bonita pareja. Eso sin contar las porras que me echaba: ¡Qué guapo está tu novio! De verdad, ¡que linda pareja hacen! Uno puede pensar que las parejas que vemos enamoradas, se aman y
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se complementan, que no tienen problemas, que tienen resuelta su vida porque los vemos tan compenetrados, que su relación está blindada de chismes y esquivan cualquier temporada de vacas flacas porque ambos tienen el propósito de ser felices. Matrimonios que duraron años y que a nuestra vista, jamás discutieron. De pronto ¡zas! nos enteramos de que fulanita y fulanito terminaron. ¿Pero cómo pudo pasar eso si parecían tan felices? Lo cierto es que a veces una cosa es lo que proyecta el alma y, otra, lo que el corazón y el comportamiento que cada persona vive. Es decir, yo pude amar a mi pareja y su alma estaba feliz y agradecida con la mía. Pero algo falló que no pudimos arreglar como personas. Quizás las ganas de seguir siendo pareja. Cuando en uno se acaba el amor, el otro tiene que ponerse las pilas o aceptar que ya nada hay por hacer.
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En el mundial del 2014, en el partido que perdió México contra Holanda, a la salida del cine (donde transmitieron en vivo los partidos) observé a por lo menos cinco parejas que iban vestidos con la camiseta de la Selección. Llevaban cara de incertidumbre -la misma que teníamos 90 millones de mexicanos- al saber que nos habían robado un penalti y nos cobraron uno que no debió ser. –Peor aún, al finalizar el partido, ¡el holandés aceptaba haberse echado un clavado!– Pero, ni modo: perdimos. El daño estaba hecho pese a que el dolido aceptó haber exagerado la nota. Lo mismo suele pasar a veces con las relaciones que terminan. No es extraño que a uno de los dos le encante hacer berrinches esperando que la pareja explote, o para ver si esta se pone las pilas. Cuando esto se escapa de las manos, ya luego puede ser muy tarde. 17
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Lo que en un momento fue: “Quiero que te vengas a mi lado”, con el tiempo se convirtió en: “Yo no le pedí que se viniera. Él quería tenerme segura”. El aprendizaje que me dejó ese momento, es saber que existen parejas que no solamente se ponen la misma camiseta sino que gritan, ríen y lloran por algo que los envuelve en una catarsis como lo puede ser un partido de fútbol, en el que los dos esperan que gane su equipo. Comparten cada emoción porque saben que quien está a su lado disfruta lo mismo. De las cinco parejas que me tocó ver, todas caminaban agarradas de la mano y era el hombre quien iba ligeramente adelante. Esto nada tiene que ver con que el hombre tenga o no que ir delante de la mujer, sino el hecho era que justamente cuando esas parejas traían posiblemente una decepción o tristeza, el hombre asumía el rol de sostener a su pareja, y ellas
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tomadas de la mano se dejaban apoyar en un acto visiblemente empático. Ambos habían visto el partido, habían gritado eufóricos el primer gol anotado por México y, ambos, salieron de la mano como diciendo: Te entiendo y te apoyo. Nos entendemos y nos apoyamos. Lo mismo debería de pasar con las parejas que supuestamente se aman. Durante más de dos años la mía me insistió para que me cambiara de ciudad y estar cerca de ella. Cada vez que me entraba un ingreso me decía: Con ese dinero ya podrías haberte venido a Cancún. Cuando terminamos, su versión fue que yo me apresuré, que yo la presioné, que yo quería tenerla segura para controlarla. Lo cierto es que me cambié de ciudad para estar cerca de ella, porque además de amarla con todo mi corazón, deseaba demostrárselo dándole la tranquilidad de que no estaba jugando 19
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con ella luego de cuatro años de relación a distancia, ya que cada que podía me aventaba la indirecta de ¿Cuándo? Tristemente, la tendencia de muchos hombres hoy en día, es divertirse y no comprometerse con mujeres divorciadas sobre todo rozando los cuarenta y menos si tienen hijos. Comentaba con una amiga de que hoy en día existe una tendencia en algunas mujeres que al sentirse libres empiezan a andar con jovencitos o relaciones ocasionales tratando de tener un segundo aire o incluso tomarlos como aventura para sacarse o desquitarse del “ex”. Eso es un albur ya que el joven, tarde o temprano, deseará andar con una mujer más joven y si usan a alguien para sacarse a un ex, creo que el vacío que eso deja debe ser muy grande. Somos pocos y contados los hombres que deseamos comprometernos con una pareja para lograr 20
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una estabilidad emocional que nos ayude a formar una linda familia. Su llegada a mi vida era la oportunidad de crear una familia por la que siempre luché. Era una mujer que cuando entraba por la puerta o abría los ojos al despertar, mi vida se iluminaba. Yo veía a través de sus ojos. Seguramente hemos sido testigos de parejas que llegaron al ocaso de su vida juntos. Ancianos que para donde fueran iban juntos. Posiblemente no tomados de las manos, pero se notaba la complicidad y aceptación por querer estar juntos. Grandes empresarios –hoy ya fallecidos– tenían junto a ellos a mujeres con las que se apoyaron mutuamente. O mujeres que hicieron historia, tenían de cerca a hombres que creían en ellas. Gente que empezó de la nada, pero que tanto ella como él lograron hacer mucho porque se complementaron. Se aceptaron, se admiraron y cada uno
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tomó lo mejor del otro para que esa relación durara. Todos hemos sido testigos de esas parejas. Algunos con sus abuelos, otros, con las parejas de viejitos que vemos sentados en las bancas tomados de las manos, o los que vemos formados en las líneas aéreas porque van a viajar juntos y van a donde sea, pero juntos. Muchas parejas hoy en día corren el riesgo de confundir la codependencia con la sensación de que la persona que está a su lado es con quien desean estar el resto de sus vidas o viceversa. Uno puede amar al grado de decir, con ella quiero estar, y la otra simplemente puede estar atravesando por un periodo de dependencia emocional que, tarde o temprano, reventará lo que pudo ser un bello noviazgo si se hubieran atendido o detectado sus necesidades a tiempo para mejorar la calidad su relación. El hablar con la verdad. El poder decir desde
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un principio lo que se siente y lo que se piensa, son factores claves para saber dónde estamos parados en una relación y hacia dónde queremos llevarla. No es justo que la tendencia hoy en día es que exista una gran mayoría de matrimonios que terminan en divorcio y, mucho menos, que uno salga a la calle a buscar relaciones con la finalidad de tapar boquetes, cuando ni siquiera se está curado emocionalmente. Hombres y mujeres que a los pocos días de separarse lo que termina en divorcio- se enganchan en nuevas relaciones bajo la idea de que están sanos o, dado que “ellos” tuvieron la iniciativa de divorciarse, consideran que “están bien”. Muchas librerías tienen estantes llenos de libros de gente que escribe precisamente contra la dependencia de amar o de necesitar amor. Tremendo negocio debe ser cuando en la actualidad miles de parejas se quiebran porque
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estamos perdiendo el valor de lo esencial que puede ser amar a una persona por lo que significa para nosotros, y no por depender de lo que nos hace sentir cuando está con nosotros, ya que ahí puede uno caer en codependencia. “Si no estás conmigo, no soy nadie”. Si estoy contigo es porque te amo y te amo por lo que eres. Por lo que siento cuando estoy a tu lado. No por lo que tú piensas que eres. Hay gente que, posiblemente, se sienta la última coca en el desierto. Y, a lo mejor, para mí eras el agua que saciaba mi sed aunque mi vaso estuviera medio vacío. Lo importante es que se encuentren dos personas que piensen y sientan exactamente lo mismo al respetar su individualidad, y no que una de ellas solo quiera una tablita de apoyo temporal, mientras el otro está intentando llevar a buen puerto su barco.
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Hemos perdido la capacidad de valorar a la pareja. Ahora algunos están pendientes del acuse de recibo de un mensaje, en lugar de tomar el teléfono y platicar. Uno se distrae en chats con gente intangible, en lugar de tomar de la mano a su pareja y decirle cosas bonitas o expresarle aquellos sentimientos que está viviendo, aunque estos no sean los más tiernos en ese momento. Por eso estamos en una sociedad cada vez más fría, con infidelidades y parejas rotas. Con hijos que carecen de una imagen de lo que debiera ser luchar por lo que vale la pena, como es la pareja, y en su caso, la familia. Por eso a los enamorados, a los que creen de corazón en el amor, siempre les diré: Luchen, luchen por lo que creen. Rompan cualquier protocolo. Nunca se queden con las ganas de saber si al final del intento valió la pena el esfuerzo. No hay nada peor que quedarse con la duda de lo que pudo ser. 25
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Hoy
en día la falta de valores, la
pérdida de nuestra capacidad de asombro en todo lo que antes nos parecía imposible que sucediera respecto a las relaciones humanas y, el excesivo uso de los medios de comunicación electrónicos, han vulnerado las relaciones interpersonales porque lamentablemente algunas personas nos enganchamos en cosas que francamente no debieran ser importantes. “No me diste de alta en tu facebook. No me has pedido el add. No me contestaste el whatsapp. No me etiquetaste en la foto de tu familia. Me tienes bloqueado en tu whatsapp. ¡Por Dios! las parejas que duraron 40 años de casados no dependían de redes sociales para ser felices! La cada vez mayor dependencia de buscar la aceptación de la gente en lo que hacemos o decimos, nos ha llevado a una constante 26
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lucha por mostrar, en muchos casos, algo que no somos o no sentimos. De hecho, lamentablemente, el éxito de las redes sociales es que la gente busca la “aprobación”. Es como cuando alguien se corta el cabello y sube ene cantidad de fotos para ver si gusta o no. Si uno estrena pareja lo presume en internet para saber lo que opina la gente. Eso NO DEBERÍA SER IMPORTANTE. Cuántos de nosotros apoyamos campañas contra el maltrato animal en redes sociales, y jamás nos hemos parado en un plantón por una de estas causas. Es decir, pensamos que basta con un like para que la gente crea que estamos en una causa en la que ni si quiera nos comprometemos de verdad más allá de la red. Lo mismo pasa con ventilar nuestras relaciones en facebook o redes sociales. Pensamos que esos 5, 12 o 47 likes que recibiremos de apoyo por terminar con 27
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nuestra pareja, van a sustituir el trato humano y cálido de una persona que te escuche y te dé sanamente su opinión. Si bien es cierto que las redes sociales han ayudado a conseguir pareja, reencontrar familiares o amigos de antaño, también es cierto que muchas parejas terminan su relación por haberse desgastado con celos, inseguridades, desatenciones o falta de comunicación; esto sin contar los cada vez más frecuentes suicidios o ataques de bullying que sufren sobre todo las nuevas generaciones, incluso contra tu expareja. Todavía hace algunos años, el detalle de recibir una carta, unas flores, una simple caja de chocolates, una llamada en nuestro cumpleaños o una serenata bajo nuestra ventana, nos movía el corazón al saber que la persona a la que le interesábamos realizaba una acción tangible, corpórea, para mostrar más que un interés. En alguna 28
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ocasión que rompí con mi ex por un malentendido, tomé el primer avión y le llevé serenata porque deseaba que sintiera física y directamente que la amaba con todo mi corazón. Me movía saber que ella, supuestamente, me amaba. Me lo decía a cada instante y yo por supuesto me lo creí. Por eso es que romper me costó mucho trabajo. El amor y el compromiso es algo que debiera tomarse en serio. Hoy hay gente que piensa que por mandar tarjetas virtuales uno va a sentir lo mismo. A eso me refiero con que estamos perdiendo nuestra capacidad de asombro. En la actualidad basta un like, una postal virtual o un acuse de “leído” para saber que la persona que nos interesa, indirectamente supo de nosotros. Pero jamás un detalle virtual podrá sustituir algo que involucre un esfuerzo con sentimiento humano. Los chicos ahora prefieren jugar con las consolas
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que en el parque. Prefieren mandarse mensajes, que tomar el teléfono y llamar haciendo sentir al interlocutor una conexión personal, única e irremplazable. ¿Cuántas llamadas recibes -en lugar de textos en tu muro- de gente que nada le costaría marcarte para decirte: ¡Feliz cumpleaños!? Einstein comentó alguna vez: Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad, y no estaba equivocado. Día con día vemos familias enteras que se la pasan con el celular en reuniones, parejas que en lugar de comunicarse y dialogar sus problemas, caen inmersos en una comunicación fría e impersonal que resta valor y calidad a lo que realmente importa: Comunicar lo que sentimos y queremos, lográndolo hacer de una manera cálida, sencilla y sobre todo humana. La llegada de tanta tecnología está haciendo que las relaciones se vuelvan virtuales y frías.
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A principios de los 90´s escribí un libro que se llamó: “¿Cómo evitar el eclipse?, mi problema con las mujeres” el cual trataba de los cotidianos problemas con los que nos enfrentamos los jóvenes al pretender conquistar a la mujer de nuestros sueños. Desde joven creí –y sigo creyendo- que el estado ideal del ser humano es estar en pareja. Lo importante es levantarse de las constantes caídas de prueba y error para dar con la persona que creemos es el amor de nuestra vida. Todos hemos dicho alguna vez:¡eres el amor de mi vida! Creo que yo lo dije como cinco veces hasta que conocí a “mi ex” quien reunía todas las cosas bellas que pude encontrar en las mujeres que conocí durante mi adolescencia. Cuando escribí ese libro entonces tenía veintiséis años. En menos de un mes se vendieron los mil ejemplares que mandé a
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imprimir gracias al apoyo del empresario Don Mario Abedrop, quien, como dato anecdótico, me había llamado para decirme textualmente que él y un grupo de golfistas, habían disfrutado mucho leyendo mi libro un fin de semana en “Teques”, por lo que contribuyó para la edición de mil ejemplares. A los pocos años de publicarse el libro, en alguna ocasión coincidí en un café con Carlos Monsiváis, quien, para sorpresa mía estaba leyendo mi libro. Obviamente me levanté y me presenté, a lo que de inmediato me dijo que se estaba divirtiendo, por verse reflejado en varios de mis pasajes cuando fue adolescente. Irónicamente volví a encontrarme con el maestro Monsiváis veinte años más tarde (en junio de 2010) pero, esta vez, no pudimos sentarnos a reír, él estaba en estado de coma y yo en terapia
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intensiva salvando mis piernas y mi vida en el Hospital de Nutrición. Recuerdo que en esas épocas, enviar o recibir un fax era un detalle personal porque requería que la otra persona, por lo menos, se tomara la molestia de levantarse, marcar y meter una hojita con un mensaje que podía ser desde un dibujito hasta un “te amo” escrito con puño y letra. Con la aparición de los servicios digitales de telefonía se empezó a sustituir la calidez de una llamada, por lo impersonal de un mensaje. Empezó la era de la flojera: conquistar con el mínimo esfuerzo. Antes por lo menos marcabas, una operadora tomaba tu mensaje y, en cuestión de minutos, tu pareja o el destinatario leían en un dispositivo especial para recibir sms, tu mensaje. Eso desapareció. Es increíble aceptar que detalles tan pequeños y técnicos han sustituido lo que involucra un sentimiento humano. Hoy, con un clic, te bloquean y te borran de su vida.
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Casi veintitrés años después, ya con dos hijos a los que amo profundamente y algunas relaciones rotas en estos “impasses” de mi vida, me siento con la experiencia vivencial para decir: esto es lo que me pasó, ¡CUIDADO! no te vaya a pasar a ti o, por lo menos, evita que tus escenarios empeoren. Es como si un corazón lastimado tratara de prevenir a otros: NO PASEN por lo que ya pasé, al tiempo que busca corregir conductas de su vida que sirvan de manera empática para que si puedes corrijas las tuyas. Si por alguna razón peleaste o estás por pelear con alguien que sientes que es el amor de tu vida, por favor, antes de echar las cosas a perder, lee este libro. Si uno mira dentro de una librería, predominan los libros contra los hombres o contra las parejas que –según los autores- no te han dejado nada bueno. Hay una frase que dice: Si quieres resultados diferentes, haz cosas
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diferentes. ¿Qué pasaría si por un momento aquellas parejas que terminan de una manera poco cortés, se dieran la oportunidad de reencontrarse y llevarse como amigos? Les puedo asegurar que posiblemente muchos de ellos tendrían una salida de amigos, y no de enamorados dolidos. O, con el tiempo, pudieran ver que sus diferencias tenían arreglo. Siempre he pensado que los libros motivacionales o todos aquellos que tratan sobre el comportamiento y vicisitudes del ser humano están escritos por estudiosos o expertos que muchas veces tienen que generalizar los temas a tratar. Y esto –aun así- es un arma de doble filo ya que hay casos que además de no ser iguales, la percepción entre lo que lee un lector y otro, indudablemente varía. Una pareja en conflicto que lea el mismo libro puede llegar a tener interpretaciones diferentes. Si él es
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celoso o ella controladora, cada uno tomará lo que “crea” que le sirve del libro y le reprochará al otro lo que en el libro vea que puede utilizar para inculpar a la pareja de lo que les está pasando. Una persona que busca mejorar una relación en la que han habido altibajos y llega a sus manos algo titulado como Lecciones para no morir enamorado, es muy probable que no quiera volver a saber nada de su pareja, la cual, posiblemente, tenía la mejor intención de que JUNTOS encontrasen el anhelado camino a la felicidad que supuestamente buscaban. Mismo libro, pero dos lectores con perfiles y percepciones distintas. Un libro cuyo tema central se basa en que hagas las pases con la soledad, no debería interpretarse como para que no intentes arreglar la relación con tu pareja. Una cosa es que sea necesario que valores y recuperes tu individualidad para estar al
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100% y, otra, es que tires a la basura una relación que evidentemente necesita ajustes. De hecho, el primer libro que saqué de esta edición se lo llevé y dijo que no quería leerlo, y que lo había leído por partes, lo que deja claro que uno solo lee lo que le conviene. Los libros de superación o motivacionales son como las medicinas. Tienen el propósito de sanar. Pero no puedes recomendarle a una persona un Valium solo porque se hizo una cortada en la rodilla. Peor aún, si esas personas desean mejorar su vida en pareja creo que lo ideal sería leer libros que los integren y los sumen, y no aquellos que los hagan creer que el UNO vale más que el diez o el dos. Con esto no quiero decir que alguien o UNO como persona valga menos si está acompañado o que necesite compañía para sentirse valioso. Pero si un individuo logra encontrar su valor intrínseco como persona,
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podrá sumarse al otro uno, y así serán dos personas felices y completas que podrán convivir y aportarse mutuamente porque están al 100% de su individualidad. Evidentemente para lograr esto necesitamos amarnos primero, conocernos primero, y estar sanos primero para poder entregarnos al 100% en una relación. Pero, por favor, entiende que hablar de lo importante que puede ser vivir en desapego, es muy diferente a que te digan: “no haces falta en mi vida”, y que te tiren como papel higiénico. En el poema “aprendiendo” atribuido a Jorge Luis Borges hay un párrafo que dice más o menos así: Con el tiempo te das cuenta de que si estás con una persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.
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Hay libros que en su portada deberían tener una leyenda como: La interpretación del contenido de este libro es responsabilidad de quien lo lee. De ahí que por eso estreno esa frase en mi libro. Hoy en día es muy común que la gente se preste los libros que lee uno. Pero como dicen por ahí, dime qué libro lees, y te diré de qué pie cojeas. Esto sobre todo cuando se trata de gente adicta a leer libros de motivación como si la vida misma no le bastara. Una persona que no tiene capacidad de entender o interpretar las lecciones que la vida misma le da, terminará confundida y contaminada con mensajes posiblemente equívocos, los cuales, muchos ni siquiera se referían a su caso. Alguien que nada más lee temas de: yo puedo solo, yo soy todo, yo valgo todo y puedo vivir sin necesitarte, corre entonces el riesgo de quedarse aislada en una cápsula de insensibilidad porque se está creyendo
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que es el centro de universo en lugar de dar y darse la oportunidad a sumarse a ese alguien que le ama por lo que vale, no por lo que cree o le hacen creer que vale esos libros. Insisto, estoy a favor de que uno lea lo que tenga que leer que le permita conocerse y amarse como persona, más no para que rompa una relación en la que posiblemente solo necesita ajustes y la buena disposición de ambos. Si tu pareja es adicto, mujeriego, alcohólico, mediocre, golpeador o flojo; o tu mujer una ninfómana, mentirosa e infiel, entonces queda claro que hay problemas serios y posiblemente irreconciliables. Pero, si las personalidades de ambos chocan por SUS CARACTERES, entonces es responsabilidad de los dos y atenderse los dos. Es como cuando dos personas caen al agua y los dos luchan por salvarse, pero uno de ellos no sabe nadar o cree nadar muy bien, pero -en 40
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situaciones de pánico- no puede. Entonces involuntariamente y en la desesperación atacará al otro. Cuando uno va a volar en avión te piden que en caso de que se liberen las mascarillas de oxígeno, te pongas tú primero la mascarilla y luego se la pongas al menor o al anciano que viene a tu lado. Esto no es una casualidad. Si yo estoy bien y estoy consciente de la situación, necesito primero ponerme la mascarilla, porque, si mi acompañante, por la razón que sea: nervios, pánico, inmadurez, inseguridad o pavor al compromiso NO PUEDE PONERSE LA MASCARILLA, entonces las cosas no saldrán bien ya que en el afán de querer ayudarse a sí mismo, terminará por hacer que posiblemente tú te desmayes en el trayecto y que ninguno de los dos se salve, dado que la buena intención del primero quedó bloqueada por el pánico del segundo. 41
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Alguna vez leí en internet la fábula de dos indios que buscaban que su matrimonio durara por siempre. Entonces, el indio sabio le pidió a ella que le llevara la más hermosa águila y, a él, que consiguiera un halcón. Cuando cada uno llevó al ave que les había pedido, el sabio juntó a las aves y las amarró de una de sus patas. Estas, al tratar de alzar el vuelo, no pudieron y, en su desesperación, por no poder volar libres empezaron a picotearse hasta el punto de empezar a hacerse daño. Entonces, el sabio las liberó e inmediatamente las aves volaron tan alto que se perdieron en el horizonte, y les dijo: Si quieren que su amor perdure, necesitan volar juntos, pero jamás atados. Donde hay sufrimiento, hay apego. Donde hay apego, hay necesidad. Donde hay necesidad, no hay amor El amor NO es posesión, control, celos, limitaciones, condiciones, prohibiciones. Las personas sanas se comparten en libertad del SER; otros, solo quieren poseer 42
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El
tema de la autoestima aquí juega
un papel esencial ya que si hemos carecido de ella desde niños o si el trato de nuestra pareja nos ha hecho sentir que no valemos nada, quizá necesitaremos que constantemente nos den palmadas en la espalda y vivir dependientes de la aprobación y/o el compadecimiento virtual de nuestros “amigos” con un like de facebook, lo cual conlleva la necesidad de levantarnos la moral subiendo fotos de uno mismo -los famosos selfies: Yo sonriendo solo en la alberca. Yo sonriendo sola en la playa. Yo sonriendo solo en el bar. Yo sonriendo sola caminando en la calle. ¡Mírenme qué feliz estoy! Ahora pregúntate si cuando posabas con tu pareja tenías el mismo sentimiento de felicidad que estando a solas. Es decir, he visto parejas que destilaban amor en una fotografía y a menos que la pareja sea modelo o haya sido
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una impostora, entonces quiere decir que esas fotos nunca reflejaron la verdad. Basta ver la cantidad de hombres y mujeres que al poco tiempo de terminar una relación usan las redes sociales para demostrar su felicidad -que si bien es cierto puede ser legítima-puede interpretarse como mecanismo para estarse compadeciendo a sí mismo o para hacer bullying contra tu ex. ¡Mírame qué feliz estoy sin ti! “Lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia” y esto mucha gente lo domina muy bien. Muchas parejas son asiduas a publicar toda su vida en facebook. Reconozco que fui de esas personas, pero siempre lo hacía con la intención de compartir momentos felices, no para hacer bullying social. En cambio otras personas cuando terminan una relación empiezan con mensajes en sus muros de ¡por fin soy feliz! o publican los procesos de transición con el objeto de
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buscar apoyo al recibir mensajes de personas que meses atrás quizás te escribían: ¡QUÉ FELICES SE VEN! o fueron cómplices de un engaño al saber que la realidad era otra: su amiga/hija/hermana no era feliz. Pero, ¿acaso hiciste algo para que tu pareja lo supiera? ¿Tu pareja realmente sabía qué era lo que no te gustaba? Lo que fue bello…es y será siempre bello. Lo importante es la percepción y lección de vida que guardamos de esos momentos, y es válido que se usen todos los recursos para decirlo de una forma que trascienda: ERES LO MÁS BONITO QUE ME PASÓ, como posiblemente yo lo estoy haciendo ahora con este libro al tratar de dejar un testimonio que deje claro: Te amé al grado no solamente de entender mi error, sino que lo comparto para que otros no cometan el mismo que yo cometí. El resto queda solo al tiempo el cual se encargará de enderezar,
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sanar, corregir o colocarles a cada uno de los dos, en un nuevo camino. Lo importante es que tengas la sensatez de contestarte: ¿Hice algo por reparar la situación? ¿Mi pareja realmente era el malo(a) de la película? ¿De verdad existieron motivos suficientes como para tirar una relación a la que le faltaba comunicación? Franca y verdaderamente, ¿los motivos de la separación sobrepasaron cualquier diálogo entre dos personas adultas? ¿Qué cualidades tenía mi pareja? ¿Cuáles de mis defectos afectaban directamente mi relación?¿Qué cosas positivas aporté a esta? Es importante responder esto con la mayor sensatez, y pondré un ejemplo: Si mi pareja era penosa e introvertida y yo todo lo contrario, entenderás que si en una fiesta yo tomaba el micrófono y decía:“Y ahora con ustedes, fulanita dirigirá unas palabras a los novios”. Obviamente, esta actitud de tratar
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que ella se comporte o reaccione como yo puedo hacerlo de manera habitual, para ella será una situación que le hará sentir incómoda. Que yo sea de una manera de ser no quiere decir que mi pareja lo sea, o peor aún, que desee comportarse igual. Una cosa es que debemos respetar la forma de ser de uno, pero cuando esa forma de ser afecta el estado de nuestra pareja, entonces es momento de hablar y decir lo que nos molesta. En mi familia nos hablamos golpeado. No es excusa, pero entre hermanos, primos y sobrinos, tenemos una forma de hablarnos golpeado y no es que nos ofendamos, pero evidentemente, para una persona que siempre estuvo rodeada de amor y buenas palabras, simple y llanamente este escenario puede causarle shock y ponerla en estado de “out” En mi caso, reconozco que a veces la forma de decir las cosas ante una situación sorpresiva
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o que me incomodara, no era la adecuada. Acepto que hubo arranques –jamás ninguno contra ella- y que posiblemente mi forma de comportarme no fue lo que ella deseaba. Es algo como el típico loco que va mentando madres en el coche y su pareja va con cara de “trágame tierra”. ¿Captan? Es importante que nuestro comportamiento sea reflejo de lo que deseamos dar, de lo que deseamos recibir y no de lo que posiblemente traemos en el inconsciente. Es necesario que nuestro comportamiento sea el claro reflejo de cómo deseamos tratar a nuestra pareja. Durante mi infancia viví pasajes de violencia familiar. Me duele profundamente reconocer no haberme atendido a tiempo para así haber evitado que mis reacciones no fueran las de una persona ecuánime como ella, y no haberla inquietado con arranques involuntarios. La amaba con todo mi corazón y cuando uno
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ama, no debe hacer daño. Es como cuando a un perro callejero se le ha pegado y lastimado al grado de que si una persona desea acercarse para acariciarle o darle de comer, este gruñe o ladra porque siente que van a lastimarlo. Alguna vez que llevé a una de mis gatas a la veterinaria, llegó una señora con un perro callejero tipo pastor alemán el cual se estaba asfixiando porque lo habían encadenado a un árbol de tal forma que cuando se jalaba la cadena esta se recorría y asfixiaba al animal. El perro estaba sumamente agresivo. Así que tomé al animal, lo acaricié -pidiendo a Dios que el perro sintiera que no deseaba hacerle dañoy logré cortar los eslabones de la cadena. Fue realmente hermoso y placentero ver la mirada del agresivo y desesperado perro cuando sintió que mi intención por acercarme era para liberarlo y no para dañarlo. A veces actuamos de una forma
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inconveniente y, sin querer excusarme, me hubiera gustado que mi pareja me dijera: ¿dime cómo te ayudo? Dime, ¿de qué manera puedo ayudarte? Lo cierto es que cuando uno NO corrige su forma de ser pues las cosas jamás terminan de funcionar como uno quisiera. Eso me pasó con mi ex. Nadie quiere una pareja que se sobresalte cuando las cosas se escapan de control. Dicen que se consigue más con una gota de miel que con un barril de hiel y la realidad es que a “mi ex” siempre debí de hablarle de una forma dulce cuando algo no me parecía. Tratar de decirle de la manera más amorosa lo mucho que me molestaba que estuviera chateando con gente que yo no conocía, cuando por mi parte le presentaba a mis amigas en facebook para que ella supiera quiénes eran y dónde las había conocido. Buscaba darle la tranquilidad de que no tenía porqué estar celosa cuando el sonido
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de “nuevo mensaje” sonaba en mi celular. Debí de haberle dicho de la manera más suave y cariñosa que me molestaba verla chatear en la madrugada cuando posiblemente lo único que deseaba era abrazarla y que platicáramos de cómo nos había ido ese día. Sin embargo, debí entender que ella requería su espacio y las amistades virtuales son parte de su espacio. Todos tenemos amigos y nos escribimos. Cuando uno no acepta que nuestra pareja tiene su espacio y sus amistades, entonces simplemente no estamos respetando su libertad de ser. Cuando nos hace ruido cada like o comentario que ellas ponen, no quiere decir que nos estén siendo infieles, ¡pero, me lo hubiera dicho! Leí alguna vez una frase en internet que decía: “Cuando la gente equivocada sale de tu vida, las cosas buenas comienzan a ocurrir”. Como entenderán, esta frase inunda la mayoría de
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los muros de gente a la que le urge echar la culpa a sus parejas de que las cosas no les han salido como ellos desean, y esto con todo respeto, aquí y en China es culpar a los demás de lo que no pudimos solucionar nosotros mismos. Es como en mi caso, me queda claro que no pude cambiar mi vida y situación de niño, pero es mi responsabilidad trabajarlo y superarlo como adulto para que ese niño lastimado no siga afectando al adulto que desea ser feliz y estar feliz con su pareja. Hago esta reflexión porque soy de los que piensan que no debiésemos culpar a los demás, sino podemos reconocer realmente las causas que nos están llevando a la ruptura. ¿De verdad, cosas buenas te van a ocurrir si terminas con tu pareja? Es decir, ¿te consideras libre de culpa de que la relación haya fracasado? ¿Consideras que agotaste la buena actitud y todo lo que involucraba tu
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relación para que salieran adelante? Las veces que decías: Te amo, ¿eran ciertas? Ten la seguridad de que el destino pondrá en tu camino a otra persona. En un acto de desesperación, solemos tapar boquetes porque pensamos que nosotros estamos bien y podemos llegar a la vida de otras personas sin hacerles daño. Pero, ¿alguna vez te preguntaste si lo que estabas haciendo con tu pareja les estaba llevando a un estado de felicidad y que las cosas estuvieran saliendo bien? Algunas parejas cuando terminan se dedican a ventilar su nuevo estatus en las redes sociales queriendo hacer parecer a la expareja como el o la culpable de sus desdichas y esperando quedar como víctimas. Otros, posiblemente, transmutamos el dolor y la experiencia –como yo- escribiendo un libro, y reconocemos que la regamos y que deseábamos una oportunidad pero sanados.
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Sin embargo, valdría la pena preguntarse: ¿porqué uno es de una forma con sus amigos y de otra con su pareja? Es decir, a tus amigos siempre les das una versión y tu pareja siempre se lleva el peor crédito. Entonces, ahí es cuando te darías cuenta de que nunca fuiste auténtica(o). De que para tu pareja tenías una cara y para tus amigos y familia otra. Si estás por separarte, si estás iniciando una relación que viene de un divorcio o de un noviazgo complicado, si no sabes si continuar o darte un espacio fuera del que actualmente te encuentras, si piensas que perdiste al amor de tu vida, entonces será bueno que te preguntes hasta dónde es o fue tu responsabilidad. Se trata de corregir no de irse por el mínimo esfuerzo. Se trata de reconocer, no de culpar. Se trata de entender que muchas veces en uno está la solución.
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El
primer libro que me regaló mi
padre cuando yo tenía 6 o 7 años fue: El libro de los hijos de padres divorciados, y créanme que mi percepción hasta lo que pude llegar a leer y entender, a esa corta edad, era completamente diferente a la percepción que tuvieron posiblemente mis hermanas. Ahora que escribo esto, pienso que quizá, ellas ni si quiera lo leyeron. En mi infancia siempre fui niño hiperactivo. Di cuanta lata puede dar un hijo, tal vez, lo único que ese niño deseaba era sentirse amado o evitar sentirse culpable del divorcio de sus padres. ¡Ojo, en ambas opciones, el único responsable de asimilar esto al paso del tiempo, fui yo! O sea que unirme a una persona que posible e inconscientemente sintiera o necesitara lo mismo, seguramente fue parte de que esto no funcionara de la mejor manera. Cuando estamos viviendo el divorcio de nuestros
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padres –depende obviamente de cada circunstancia- cada niño tendrá un rol dentro de ese proceso. Algunos seremos niños víctimas de una decisión de “mayores” en la que no tuvimos ni voz ni voto. Otros niños seremos posiblemente víctimas de lo que nuestros padres nos cantarán el resto de su existencia: POR USTEDES NOS DIVORCIAMOS. En cambio, algunas madres prefieren asumir el control de la estabilidad emocional de sus hijos y por eso se quedan como madres solteras. Si mi hijo me va a reclamar algo el día de mañana o las cosas no salen como las deseo, por lo menos que sepa que bueno o malo, decidí yo. Y no que puse en otra persona el riesgo de que las cosas pudiesen salir mal. Esto último requiere mucha madurez porque es una manera de asumir el control de su vida que, en el fondo, es lo que todos queremos pero pocos logran. 56
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Lo que vivamos de niños es esencial en nuestro comportamiento de adolescentes y, por ende, en el que tengamos como adultos. Muchas de las relaciones que fracasan hoy en día son por temas atorados de nuestra niñez, que no necesariamente se repetirán en nosotros, sino que, a lo mejor, adoptamos un rol de vengadores en el que inconscientemente trataremos de “desquitar” con nuestra pareja el dolor que llevamos dentro. Depende solamente de uno, del rol que se quiera interpretar en la historia. Un niño abandonado o desatendido, crecerá con una gran demanda de compañía y quizá de grande haga lo mismo al abandonar a su pareja. En caso de que tu pasado te alcance, uno puede interpretar dos roles: el bueno o el gandalla. Como decía el psicólogo de mi expareja: Nosotros ¿hacemos solo
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travesuras, y nuestra pareja nos hace las chingaderas? Si vas a hacer cosas mala onda, piensa que corres el riesgo de que tu pareja también las haga. Por ejemplo, una mujer que se había casado muy joven y era controlada por un marido que le reclamaba y le pedía constantemente por sms (hoy whatsapp) darle santo y seña de lo que hacía, empezó a tener problemas con su segunda pareja al “sentirse controlada” por alguien que a lo mejor solo le dijo: Vida, avísame cuando llegues a casa. Entonces, este último se convierte a los ojos de su pareja en un controlador, porque ella relaciona algunas actitudes del primero, con actitudes que ella interpreta como “señales de alarma” del segundo. En alguna ocasión quise hablar con el marido de mi ex, y lo hice porque tenía inquietudes y comportamientos que no me cuadraban. 58
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Primero, para estar seguro de que él no deseaba arreglar o intentar recuperar a su exmujer, para así entonces poder amarla en plenitud sin sentimientos de culpa, ya que al principio de mi relación me sentí usado. A veces sentía que por parte de ella había la necesidad de sacarlo de su vida. Siempre pregunté, ¿ya no hay nada? Y ella me decía que él no había luchado por ella. Siempre tuve una versión: la de ella y, obviamente, me quedé solo con esa. Pero, ¿qué hubiera pasado si hubiera podido hablar con su ex para que en buena onda me dijera: intenta esto, o evita eso, no hagas caso cuando pase esto o aquello. Actualmente, mi exesposa tiene una nueva pareja y, eventualmente, los tres estamos en comunicación. Agradezco nuestra madurez –la de ella, él y la mía- por entender que hay hijos de por medio, y que lo que buscamos es que nuestros hijos estén bien. La idea es que los
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chicos puedan reintegrarse en una familia donde cada uno es parte esencial de ella. A las hijas de mi ex las traté como mis hijas, al grado de que mi hijo, a veces, se sentía celoso porque les daba siempre la preferencia. Mi exnovia tenía el correo de mi exesposa y, en alguna ocasión, ella le escribió para decirle que Adolfo –mi hijoestaba bien, y yo agradecí su iniciativa por darse su lugar como mi pareja. ¡La felicidad y estabilidad de mi hijo estaban de por medio, y para mí era importante darle siempre su lugar a mi ex. Una ventana más a explorar en el mundo de las relaciones, es la de aquella pareja que constantemente discute debido a chats con las amistades virtuales del otro, porque uno de los dos (o los dos) sufrieron desatención y soledad de pequeños, provocándoles una profunda tristeza, la cual podría volver a manifestarse ya de adultos al verse aparentemente
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desplazados por su pareja, aun estando acompañados, y esto les generará un conflicto al sentirse inseguros. En la mayoría de los casos dirán que también eres inseguro cuando la pareja no está haciendo nada por ayudar a crear escenarios de confianza. Es como cuando alguien que va a alcohólicos anónimos y mientras está en un proceso de recuperación, su pareja le pone bebidas en frente. ¿Lo haces intencionalmente o por descuido? ¿Travesuras o chingaderas? Lo cierto es que estar inseguros es una cosa y que nuestra pareja no tenga la sensibilidad para hacernos sentir que no hay nada de qué preocuparse, otra; ya que sino lo aclara, resulta todo lo contrario. Hay parejas que se la pasan chateando y es muy desagradable cuando constantemente lo hacen estando en la compañía de alguien a quien supuestamente aman. Aquí, no 61
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necesariamente hablamos de que están en contacto con un supuesto amante, sino con amistades, restándole evidentemente calidad de comunicación a su pareja. Cuando hagas eso tan sólo pregúntate: ¿Lo que estoy haciendo en este momento me acerca o me aleja de mi pareja? Los chats que estoy mandando, ¿son realmente más importantes que estar con la persona que me interesa? Durante los primeros meses de relación con mi expareja, el whatsapp simplemente no existía y, de pronto, ¡zas! mensajitos a media noche porque simplemente se le iba el sueño. ¡Qué incómodo es estar con gente adicta al chat! Y no lo digo por mí, es una lástima ver que ahora en navidades o días festivos, la gente está inmersa y aislada en las comunicaciones virtuales, cuando tiene junto y en vivo a toda la familia.
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Una de las cosas que me intrigaban e inquietaba de “mi ex” era su constante afición por entrar a facebook y checar la vida de todo mundo y, entre otras cosas, rescatando y compartiendo los mensajes que ella consideraba lecciones de vida. De esos mensajitos “optimistas” que, lamentablemente, si estaba de mal humor conmigo los publicaba en su muro y sabía que me hacían sentir mal. Era algo como te lo pongo en el muro para que lo entiendas Alfonso. Ella decía que no era verdad y que no lo hacía intencionalmente. Un amigo de ella, un zacatecano profesor de matemáticas, todos los días ponía entre cuatro o cinco “mensajes motivacionales” en su muro. Estos estaban abiertos, es decir, para que los viera todo mundo. Puso uno que decía algo como:“Si alguien trae a tu vida más problemas que alegrías, tal vez es el 63
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momento de indicarle amablemente la puerta de salida”. Y mi ex no solamente le puso like, sino que lo compartió en su muro y, además, ¡estaba muy agradecida con ese mensaje, como si fuera señal del mismísimo señor de los cielos! A veces terceras personas son utilizadas sin saberlo, como instrumento de algo parecido al “bullying” ya que el “teacher” o era clarividente, o entonces, obviamente, estaba enterado de lo que pasaba en la vida de mi ex, al grado de empezar a publicar mensajitos casi casi personalizados. Ah, pero eso sí, que no fueran mensajes que la invitaran a reconocer si ella hizo algo por salvar la relación, porque de estos ni sus luces, obviamente los pasaba por alto. Supe del caso de una amiga que al poco tiempo de terminar con su pareja, empezó a publicar mensajes en su muro sobre su “transición sanadora” al sentir que por primera vez
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asumía el control de su vida. Por supuesto, aquí entran los likes virtuales que algunos necesitan para sentir que, ante los demás, están haciendo lo “correcto”. Al conocerla de cerca, en lo personal me dio mucha pena saber que ella le echaba la culpa a una relación de 4 años, cuando venía arrastrando frustraciones de la infancia y de un primer matrimonio en la que inclusive el exmarido no solamente la tenía controlada, sino que no quería que aprendiera a manejar en coche, limitando con ello su independencia y movilidad. Como describo en el ejemplo anterior, si tuviste problemas con tu exesposo porque era controlador, entonces sana eso. Acude a terapia con tu pareja y pidan asesoría para que les ayuden a sanar heridas o situaciones que vienen arrastrando. Medita y valora lo que ha hecho tu nueva pareja por ti en lugar de querer hacer parecer que tu infelicidad es
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por culpa de gente que llegó a tu vida, tal vez en mal momento, pero, seguramente, llegó con la intención de tratar de hacerte feliz y donde el problema fue simplemente de comunicación. En nuestro caso, al parecer había amor, en la intimidad nos llevábamos excelente, pero el tema de la comunicación siempre nos hizo ruido. Yo decía algo y ella percibía otra cosa, o, viceversa. Era evidente que necesitábamos ayuda. Lo cierto es que un libro motivacional siempre servirá si el lector tiene la suficiente madurez o criterio para entender que dichos libros son para mejorarte como persona, y no para que culpes a los que te rodean por la infelicidad en la que te sientes por no haber podido superar tus dolencias en el trayecto de tu vida; no siempre se trata de que tus problemas sean por la forma de ser de aquellos que te rodean.
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Es como si alguien de pequeño tenía fobia a entrar a las fiestas, y de grande le cuesta trabajo incorporarse a las reuniones por miedo al rechazo, inculpando a los demás de que le hacen bullying. En lo personal, reconocí que a veces llegamos a pensar que somos infelices porque, quien está a nuestro lado, no nos hace feliz. Y esto es un error. No podemos depender de la felicidad de otros para serlo. Lo cierto es que pocas veces pensamos que nuestra felicidad depende de nosotros mismos. Tenemos que ser felices para que hagamos sentir felices a quienes nos rodean. Es algo así como contagioso, contagiar y contagiarse de distintos estados de ánimo; incluso, siento flojera de salir porque veo que tú tienes flojera de salir;-por eso aquí es tan importante el tema de la comunicación y el de estar bien. Decir lo que sentimos, lo que pensamos y, sobre todo, lo que podemos
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proponer para solucionar entre los dos lo que está provocando que nos sintamos incómodos, ya que es parte esencial para un cambio de actitud con la pareja. En la empatía se encuentra el secreto para resolver muchos problemas. No hagas lo que no quieres que te hagan. Si estás viendo que no eres feliz o algo simplemente no está funcionando, creo que es válido que te detengas, abras el cofre de tu mente y alma y, antes de echarle la culpa a tu pareja, veas y analices con sensatez qué es lo que les está haciendo tanto ruido para repararlo y seguir juntos el camino. Hoy en día la mayoría de las personas creemos que buscar reparar una relación es no darse la oportunidad a empezar una que no tenga problemas. Problemas siempre van a existir. Lo importante es que cada uno de nosotros tengamos la disposición por solucionar o tener buena actitud ante lo que se presente.
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A los pocos meses de la separación de la madre de mis hijos, abrí un grupo en facebook que se llamaba: Second Chance, gente que merece ser feliz, y lo hice para comprender que no estaba solo al integrar a gente que por una u otra cosa fracasaba en su matrimonio o en sus relaciones sentimentales y, mediante el intercambio de vivencias, foros y debates lográbamos una retroalimentación cambiando la forma de pensar ante una situación que evidentemente nos había volcado la vida. Las relaciones son de dos, las responsabilidades y las soluciones también son de dos. Piensa que mañana puede ser demasiado tarde para salvar algo que supuestamente deseas que se corrija ahora. Tuve la grata experiencia de recibir testimoniales de gente que salvó su matrimonio o de gente que cambiaba su actitud negativa en contra de su expareja,
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entendiendo que si algo estaba roto, por lo menos no había que estrellarlo. Sabemos de parejas que, muchas veces, en lugar de salir por la puerta grande pero con dignidad, se transforman en gente resentida que al final del día empeoran lo que posiblemente tendría solución o, al menos, la posibilidad de un grato recuerdo. También tuvimos casos de parejas que se separaron y con el tiempo se dieron cuenta de que cada uno había sido responsable de su distanciamiento y decidieron aportar experiencia y lo mejor de cada uno dándose una segunda y sana oportunidad. El grupo alberga poco más de 3,000 miembros. Este grupo ha servido a muchas personas, ya que verse reflejado en gente que uno no conoce -y por la cual no podemos tomar partido- nos sirve para ver el escenario completo y de una forma objetiva y neutral ayudándonos a corregir una actitud que
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posiblemente no nos está sirviendo para nada. Si quieres pedir tu alta dentro del grupo escribe a mi correo que se encuentra al final de las páginas. Hemos tenido casos como los de padres que toman a sus hijos como armas, rehenes o artículos de trueque en un divorcio para sacar el mejor provecho. Mujeres que ventanean en redes sociales a sus maridos con tal de desprestigiarlos. Parejas que demandan un dinero con la intención de fastidiar la vida de su ex y no se dan cuenta de que solamente están dañando a los hijos. El tema es que el ser humano tiene que entender que a veces es necesario salirse de la película para que – como si fuera un espectador y no un protagonista- pueda resolver de una manera fría y objetiva las cosas, sin tener que engancharse en sucesos que van deteriorando cada vez más las relaciones.
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Me quedaba claro que el rompimiento con “mi ex” se quedaría en el recuerdo de algo que fue, pero la verdad es que lo que más me preocupaba era el poco interés de ella en que las cosas quedaran bien -y no hablo de dejar puertas abiertas. Desde mi perspectiva, ella siempre quiso quedarse con su versión de que yo fui el único causante de que esto tronara, y a mí me dolía darme cuenta de que hubo un momento en que yo había dejado de pensar en mí, por pensar primero en ella. Todo se había convertido en ELLA, si yo tenía, era para ella, y si me quedaba algo se lo daba a ella. “Mi ex” se había convertido -sin proponérselo- en un precioso colibrí que llegó a mi vida, succionó lo que yo pensaba era lo mejor de mí y se fue. Me preocupé más por darle lo que yo pensaba era correcto, que por trabajar en lo que necesitábamos. Lo cierto es que yo estaba
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equivocado porque finalmente si hubiera dado lo mejor de mí, ella seguiría conmigo. A veces creemos que estamos haciendo lo correcto y resulta que hacemos todo lo contrario. Sin embargo cada uno en su intimidad; sin los comentarios o influencia de la familia, de los amigos e incluso de los recuerdos, podrá reflexionar y sabrá la verdad de lo que pasó. En mi caso al leer el poema titulado “aprendiendo” atribuido a Borges, me vino como al niño al dedo ya que no solamente en mí estuvo la culpa, sino que mi ex y yo traíamos temas arrastrando que finalmente nos ganaron la batalla. Deseaba con toda el alma haber podido sacarlos. Tomar su mano con tacto y prudencia para agotar lo que hubiera estado de mi parte y viera que lo que había dentro de nosotros era amor y no una pasión con fecha de caducidad o el cobro de una factura que jamás hubiera deseado pagar.
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Algunos creyentes en el tema de las almas gemelas, dicen que cuando dos personas se han dicho que se aman o que ambos son el amor de su vida pero discuten al no poder controlar puntos álgidos en su relación, es evidente que tienen temas que o no han cerrado o no se han dado la oportunidad de cerrar, ya que el EGO que mantiene el estatus del: “yo controlo” o “a mí no me controla nadie”, sale a flote como un mecanismo de defensa. Una característica de este tipo de relaciones es cuando en la intimidad se entienden al 100% y es ahí cuando están receptivos y perceptivos al mil por mil. ¿Por qué cuando hacen el amor no están indiferentes ni se enojan? Porque hay una comunión de almas que se dejan amar, que se escuchan, se aman y se sienten.
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Durante el sexo, las parejas dejan a un lado el ego, y mediante caricias, fantasías, palabras lindas y tangibles manifestaciones de amor, buscarán provocar un éxtasis en la pareja que al culminar en orgasmo, irremediablemente nos deja la sensación de TE AMO POR ESTAR AQUI. Te amo por estar aquí y AHORA. El chiste de esto es lograr el mismo equilibrio -de esa íntima comuniónpero fuera de la cama. Esto no necesariamente debe considerarse como parejas meramente sexuales, sino como parejas que cuando están libres de poses o presiones dejan fluir sus emociones. Las miradas dejan claro lo que hay dentro y todos sabemos que los ojos son el espejo del alma. En la intimidad se acepta a la pareja tal y como es. Podrán estar de pie, bailando abrazados y desnudos frente a un espejo, y lo que ven son dos seres tridimensionales que vibran de tal manera
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porque se aceptan como son. No hay rivalidad de quién es mejor o quién tiene una carrera profesional. El sexo -el verdadero sexo- no es otra cosa que la comunión o interrelación física entre dos personas que se funden en la intimidad deseando que ese momento se convierta en eterno. Es un aquí y ahora donde usaremos todos nuestros sentidos para estar en el corazón de nuestra pareja y fundirnos con ella. Algunos le llaman “sexo tántrico”. Y va más allá del sexo común, es cuando realmente estás conectado con el alma y todos los sentidos de tu pareja. Es, equivocadamente en la mayoría de los casos, el único momento en el que pensamos en la satisfacción y realización de nuestra pareja al tratar de agradarle y darle todo lo que necesita para sentirse plena.
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Dos personas de fuerte temperamento requieren indudablemente entender que tienen un carácter complejo y poner la mejor voluntad de ambas partes para no lastimarse el uno al otro. El ego y la soberbia son los dos enemigos de toda relación de pareja ya que detonan muchas veces decisiones que salen de una cabeza caliente o de una mente desgastada por el coraje, la frustración y el dolor. Obviamente los celos son parte del ego y el no perdonar, parte de la soberbia.Pero,¿qué pasaría si las parejas que son buenas en la cama, y tienen problemas fuera de ella, hicieran un ejercicio de tratar – metafóricamente hablando- de buscar la satisfacción de su pareja en el día a día? Piensa y reflexiona por unos minutos qué es lo que haces para que tu pareja se sienta plena en la intimidad.
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Ahora piensa qué actitudes podrían sustituir esos “artilugios eróticos” en el día a día, en comparación de lo que les está causando el problema. ¿Porqué en la cama nos preocupamos por agradar, y ese acto íntimo, empático y espiritual no podemos transmutarlo en nuestra relación diaria? Recuerdo que pocos días antes de terminar, mi pareja se comportó de una manera sorprendente. Era atenta, interesada en mis actividades, en mi salud. Bromeábamos de cualquier cosa…en fin. No pude evitar abrazarla y decirle con un beso ¡GRACIAS! ¿Ya ves como sí se puede? A lo que ella me contestó: es que tú luego me pones de malas. Yo le dije que cuando una persona es buena, gentil y atenta con su pareja, tendría al hombre proveedor, al chofer, al jardinero, al cómplice, al cocinero, al niñero y, por si
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fuera poco, al amante en una misma presentación. Creo que nos sorprenderíamos al descubrirlo fácil que podría ser complementarnos, haciendo sentir feliz a nuestra pareja fuera de la cama y dentro de ella. Puedo asegurarles que para hacer sentir interesada, amada, comprendida, atendida y apoyada a nuestra mujer, no requerimos toda la intensidad y privacidad que implica una buena relación sexual. Incluso para los que pudieran estar pensando que el sexo se vuelve cada vez más distante con el tiempo, les aseguro que tres caricias durante el día, preguntar: ¿cómo te sientes?¿te llevo a algún lado?¿quieres que me lleve a los niños para que te vayas con tus amigas?¡Vamos al cine, escoge tú la película!¡Vámonos este fin de semana de solteros… En fin, serán acciones, atenciones o preguntas que, si se hacen de corazón, se complementarán con un buen
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sexo. Por eso es que cuando en algunas parejas el sexo no funciona, pero las interacciones e intereses entre ellos son buenos, continúan juntas. A nadie le gusta que le digan que uno solamente funciona en la cama, o que la relación es únicamente de amantes. A menos que uno de los dos le hubiera dado únicamente un valor sexual a la relación y, eso, debió quedar claro desde un principio. Amantes que saben que nunca podrán cruzar la línea de vivir juntos ni compartir momentos que vayan más allá del sexo. Quien basa su felicidad únicamente a costa del sexo, tiene una vida vacía porque su forma de hacer sentir que le amen es algo pasajero. El amor, debiera ser algo más duradero, porque se trata de estar bien y valorar la compañía de quien está a nuestro lado. No para pasar noches de pasión, sino
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que cada día de sus vidas tengan una razón para agradecer por todo lo que esa persona llena en tu vida -que si realmente es amorserá mucho más valioso que tener sexo. Todos los seres humanos tenemos la oportunidad de transcender en esta vida, dejando huella con la depuración de nuestro ser. Tenemos que liberarnos de nuestras propias cargas para poder darnos al 100%. Algunos conocedores del karma aseguran que cuando dos personas se aman con intensidad y por su temperamento terminan, puede ser que necesitan depurarse y limpiar sus karmas para poder reencontrarse y reconquistarse. Se trata de luchar juntos, no uno contra el otro y, menos, si es una persona que te ha demostrado amarte. No sé si te has topado con una foto que circula en redes sociales donde una pareja 81
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de 90 años dice que ellos duraron juntos porque pertenecían a una generación en la que buscaban componer las cosas y no tirarlas a la basura. Es cierto que actualmente el exceso de tecnología resta calidad a la comunicación, tanta literatura acerca del: YO PUEDO SOLO Y NO TE NECESITO, ha menguado las relaciones afectivas por lo que para muchos, es más fácil decir: ya vendrá algo mejor. Que la vida me sorprenda. Pero, por lo menos en mi caso, soy de los que piensan que si la vida ya me sorprendió con alguien que tenía lo que yo esperaba, entonces seguiré luchando hasta que el tiempo me indique que ya no hay nada qué hacer y así tenga la absoluta tranquilidad de cerrar de manera definitiva el círculo, no por coraje, sino porque estoy haciendo las cosas con sensatez y no por rencor, el cual en muchos casos es el que inicia una ruptura. 82
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Una tarde platicaba con Raján Anand, mi instructor de yoga, sobre los problemas entre parejas, en lo que podría llamarse la constante “lucha de poderes”. Y es que el ser humano es tan complejo, que tristemente no vemos la magnitud de los problemas en los que inconscientemente nos metemos, porque, finalmente, nos negamos a ver. Nuestro “ego” nos ciega. Nos nubla la vista. Es humano errar, pero es nuestra responsabilidad no empeorar las cosas y, en la medida de lo posible, enderezar la situación y, al mismo tiempo, dejando que las cosas fluyan. Lo que es, ES. El fue, el será…simplemente no existen. Me decía que la característica principal del estado mental o de conciencia -conocido en la filosofía zen- es precisamente el que te 83
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permite ver el aquí y el ahora. Se podrían evitar peleas entre parejas si, por lo menos, en uno de los dos existiera la prudencia de callar, escuchar, y esperar el momento oportuno para poder hablar. Ver, esperar y accionar. Lo cierto es que mi amor por Itziar me hizo pensar que debía intentar resolver todo en el preciso momento para que ella sintiera que me interesaba solucionar las cosas. Fue todo lo contario. Perder la noción del aquí y el ahora, invariablemente nos hace enganchamos en discusiones debido a que nuestro ego nos hace sentirnos desatendidos. Queremos que se nos escuche y, en algunos casos, si la discusión no toma el mismo nivel de volumen que el de nuestros interlocutor, erróneamente pensamos que no se nos está escuchando.
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Es como si durante un pequeño flamazo de aceite en la cocina, uno, en afán de apagarlo, le echara un vaso con agua. El resultado puede ser fatal. En ese momento era necesario escucharla, y que se desahogara. Luego vendría entonces el diálogo. Nunca discutas con tu pareja y, menos, si está visiblemente enojada. Recuerda que siempre será mejor hablar cuando ambos estén tranquilos. Muchas parejas tienen problemas de comunicación ya que lo que empieza con un “tenemos que hablar”, a veces se escapa de control y termina con un “me estás oyendo imbécil”. Y, lo mejor de todo, es que si en uno de los dos hubiese existido la prudencia de callar y de escuchar, la otra persona posiblemente se hubiera calmado. Recuerda, como dije anteriormente, que muchas veces la empatía es la mejor de las actitudes.
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Alguna vez, y en un afán de conocer todo lo que fuera necesario para entender y mejorar mi relación con mi pareja, nos sugirieron ver un video en Youtube sobre la forma en la que cierto autor diferenciaba los cerebros de la mujer y del hombre. Según él, nuestro cerebro está integrado por grandes cajas, que al igual que una bodega bien ordenada, tenemos perfectamente ubicadas –y marcadas con etiquetas- la del sexo (la caja que está más a la mano), la caja del trabajo, la del fútbol, la de los hobbies, entre otras. De tal manera que si el hombre, por ejemplo, estuviera viendo un partido de fut y la mujer en ese momento le pide al hombre dinero para pagar la luz, pues muy fácil… él abre la caja de “dinero” y decía, mañana te pago, y seguía viendo “su tele”.
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Si la mujer necesitaba ropa, el hombre entraba a su “caja” y le decía, al rato te llevo. Respuestas y acciones breves en pocas cajas marcadas con: si, no, como tú quieras, da lo mismo, al rato. Pero, ¡que no sea la mujer la que quiere sexo, porque entonces ahí se nos olvida el fut, el trabajo y hasta los amigos y nos metemos en la caja del sexo! Yo no entiendo por qué a los hombres se nos ha estereotipado en el rol de que solamente deseamos tener sexo. ¿De verdad creen que el hombre únicamente desea sexo?¿No podrían darnos el beneficio de la duda de que a lo mejor -aquello que las mujeres dicen acerca de que lo que único que queremos los hombres es sexo- para algunos hombres es el deseo de querer estar cerca, para escucharlas, sentirlas, olerlas y besarlas, sin que necesariamente haya sexo. Prefiero mil veces platicar acostado mientras hago caricias relajantes a
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mi pareja, que tomando un café en un lugar con tanto rebumbio o distracción. Los hombres podemos tener “cajas” muy definidas. Podemos dar respuestas tal vez breves, pero, finalmente al igual que ellas, también sentimos porque somos seres humanos. En cambio, y según ese video el cerebro de la mujer tiene cables. Muchos cables. Y todos sabemos que “el cable” juega un papel fundamental en la vida diaria. Basta que un cable no funcione para que un coche o la más avanzada computadora no enciendan. Vaya, hasta en las películas de suspenso cuando en la escena de mayor tensión, el protagonista dice: ¡Cuidado con el cable, no lo vayas a cortar! Y eso es cierto…hay que tener cuidado –¡PERO MUCHO CUIDADO!- con el cable que uno corta, porque como si se tratara de un gran sistema de telecomunicaciones, basta imaginar un
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apagón en una torre de control del aeropuerto de una gran metrópoli. El tema de “los cables”–y es mi apreciación personal- no es exclusivo de las mujeres ni “las cajas” son del hombre. Nosotros los hombres hemos metido alguna vez cables en una caja. Hace poco me encontré una caja y al sacarla me di cuenta que por lo menos tenía más de veinte cables que, además de que no sabía de qué eran, sabía perfectamente que si esos cables llevaban ahí tanto tiempo sin usarlos, entonces no los necesitaba. Lo mismo pasa con los problemas y los enganches que traemos desde pequeños o vivencias en nuestra adolescencia, ya no los identificamos. A veces en ocasiones estamos tan cargados con tantas emociones, información y sucesos, que involuntariamente sacamos recuerdos que simplemente, no corresponden al caso, en lugar de actuar
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como se debiera. En el mío, me consideraba una persona segura. Pero estar viendo a tu pareja chatear o escribirse con personas hasta en la madrugada, o de admitir en su muro “amigos” que supuestamente no conocía en persona -y todos manejándose en lo obscurito- lo que terminó por engancharme en el sentimiento de celos cuando, yo, inicialmente no era celoso con ella. Lo que nunca entendió “mi Ex” es que así como me conoció a mí por internet, me empezó a hacer ruido cuando veía que nuestras fotos solo aparecían en nuestros círculos -no las veían sus amigos- y, cuando se la pasaba enganchada por horas en La Red, nunca quiso hacer nada para que yo simplemente dijera: Ah, ok. En cambio, ella sabía de todas y cada una de mis amigas porque les pedía el add y yo, a veces, hasta las presentaba. Nuestras fotos las podían ver todos mis amigos y no como ella que
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configuraba para que solamente las vieran algunos de sus amigos. Esas eran las cosas me indicaban que algo no estaba siendo parejo. Es decir, siempre traté de darle confianza cuando ella me manifestaba con su actitud que sentía celos. Hay ocasiones en que si no hablamos, podemos echar a perder la mejor de las intenciones. Cuando empiezas a pensar más en tu pareja, en lo que le incomoda, en lo que necesita para sentirse confortable y amada, estarás dando un paso que va más allá de cualquier ego. Supe de un caso de una chica que se quejaba de lo “mala” que había sido su madrastra con ella cuando era pequeña. Deseaba poder ser todo lo contrario si lograba encontrar una pareja con hijos. Quería ser la madrastra ideal. Cuando el destino le puso a un hombre con hijos que le amaba, ella, al principio, era dulce, jugaba con los pequeños y, aparentemente, se
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interesaba por todo lo que le pasaba a los hijos de su pareja, hasta que un día su pasado la traicionó al tener actitudes mala onda con los menores y hasta de tener celos o envidia por todo lo que el padre les regalaba a sus propios hijos, al grado que parecía que ella no podía ser feliz, al ver la felicidad de los demás. En mi caso, la última discusión que tuve con mi pareja fue preguntarle por qué le había dicho a mi hijo que ella no era su chofer, cuando yo, por más de tres meses, semanas antes, la estuve trayendo y llevando al igual que a sus hijas debido a una operación en la que estuvo sin manejar durante todo ese tiempo. Si ese fue el pretexto para cortarme, creo que no se valía. Jamás le llamé para reclamar, solo pedí una explicación de lo que había pasado. Entendí gracias a Karla, mi psicóloga, que involuntariamente yo jalaba al presente temas o acciones que en el
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pasado –desde niño-me habían lastimado y no había podido asimilar. No olviden aquello de que: “Porque lo digo yo y te callas” era la forma de educar a generaciones entre los 60´s y 70´s Los niños necesitan sentir seguridad y estabilidad desde pequeños. Un niño que crece en un ambiente de promesas y promesas y no se le cumple nada -y no me refiero a juguetes ni a castigos- sino a detalles tan simples como: “paso por ti a casa de tu mamá” y resulta que el pequeño se quedaba en la ventana esperando al padre que no llegaba. El niño deseaba estar con el papá porque para él era lo más importante, sin embargo, ya quedó una sensación de que quien te ama puede lastimarte. Por lo que esas muestras de “abandono” que no eran intencionales, estarían lastimando el corazón de ese ser. Ese niño crecerá con inseguridad y una necesidad de apego muy fuerte. O por el
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contrario, como lo decía anteriormente, es muy probable que, de grande, inconscientemente lastime a la persona con la que esté como venganza de que le lastimaron. Uno va adquiriendo el rol que la propia vida le vaya acomodando, o asumiendo el papel con el que se identifique según su entorno. Un niño que es víctima de violencia en el hogar no necesariamente será golpeador de grande, y menos, si él adopta el papel de protector de la madre, a pesar de las agresiones, por lo que es muy probable que de adulto asuma querer proteger a la mujer. Algo así como el síndrome de “Don Quijote”, quien es el tipo de hombre que, inconscientemente, encuentra “damiselas en peligro” y trata a toda costa de protegerlas y hacerlas feliz. Sin embargo, necesitará abrirse con su pareja para que de una forma sana puedan atender sus dolencias y las heridas que
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viene arrastrando. A mediados de junio del 2014, se difundía en internet una campaña titulada: Disney Princess Posters Promote Sexual Abuse Awareness- buscar el googledirigida a crear conciencia de la necesidad de evitar y denunciar el abuso sexual que algunas mujeres sufren de menores, basando, según sus estadísticas, en que un 46% de esos abusos son por gente vinculada o cercana a la familia. Una mujer que en su juventud o niñez ha sido víctima de un atropello como estos, vendrá cargando toda su vida sucesos que, quizá, no ha podido perdonar o asimilar, los cuales tarde o temprano se convertirán en una papa caliente en cualquier relación que tenga. Lo peor del caso, es que se puede predisponer negativamente e interpretar que los acercamientos, las caricias y toda manifestación de amor -no necesariamente íntima-siempre estarán bajo la sombra de
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un acontecimiento doloroso. Cuando nos separamos la madre de mis hijos y yo, tristemente, ella bloqueó toda comunicación con mi hijo menor de tan solo 3 años. Si a eso le sumamos el grado de dificultad que se presentaba por vivir en países diferentes, pues obviamente la posibilidad de diálogo era nula. Entendí un día que pudo más su rencor hacia mí, que el amor por su hijo. Yo tenía al mayor de nosotros conmigo. El gran dolor que me provocaba ese aislamiento, que duró casi 5 años, fue que mi hijo menor viviera con una laguna de inseguridades preguntándose siempre:¿Por qué mi padre no me llama? ¿Por qué mi padre me dejó? Cuando la realidad era que no había un fin de semana en que yo no insistiera hablar con él. Tocaré ese tema más adelante, lo uso aquí para explicar, cómo sucesos del pasado pueden llegar a manifestarse en el presente.
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Lo que trato de decir con los ejemplos de cumplir lo que prometemos, es porque, si un adulto es inseguro en cuanto a lo que espera recibir de otra persona, es precisamente porque lo tiene arraigado en el alma desde pequeño. ¿Cómo va a creer que su pareja le ama, cuando sus padres muchas veces le fallaron? Y esto no es un pretexto o echar la culpa al pasado, sino reconocer que el pasado en algunas personas puede llegar a hacerse presente. La idea es evitar que eso suceda y, sobre todo, hablar con la pareja para que entienda que nuestras actitudes a veces son involuntarias. Amé la sinceridad de mi expareja cuando una vez aceptó que cosas arraigadas a su niñez eran las que le estaba haciendo ruido en nuestra relación. De hecho, y lo digo con todo el corazón, le tomé las manos y le dije: Dame una cachetada. Dame un golpe de una buena vez que logre
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sacarte todo el dolor que llevas dentro. Sabía que tarde o temprano su pasado me cobraría toda buena intención de mi parte. El cerebro de la mujer es más complicado que el del hombre, ya que como decía anteriormente acerca de ese video, al parecer el cerebro de la mujer tiene una serie de interconexiones muy complejas. Ese “cable” que se conecta a una emoción o a un sentimiento no procesados conscientemente, hace corto circuito cuando algo no les late, y ahí es donde vienen los problemas. Amaba a mi pareja porque me transmitía paz y tranquilidad. Ella había descubierto que su mirada de “mariposa” era un tranquilizante en mí. Pero, ¡que no se le cruzaran los cables porque se le flameaban, ya que no había extintor que se los apagara! Entendí –muy tarde- que las mujeres tienen un pequeño botón que dice: Actívese en caso de
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emergencia, y se llama: ¡Escúchame! Cuando una mujer empieza una nueva relación, el éxito del aspirante consiste en escuchar y poner su carita de: dime todo lo que quieras que yo te escucho. Entonces ahí es donde viene el clic: “Fulanito sí me escucha”. “Fulanito sí me entiende”. Lo cierto es, que ese fulanito no sabe que no basta con escuchar, sino entender, sentir y amar. Y eso solamente se logra con el tiempo. Ahí es cuando viene la empatía entre parejas. Te conozco, te siento, TE ENTIENDO y por eso TE AMO. Tristemente, muchas parejas que tendrían solución, se pierden en los espejismos cuando llega alguien más con esos “destellos” que la pareja original no exponía; pero, a veces, uno se equivoca y se va por lo que posiblemente sea el camino equivocado. Algunos creen que es más fácil empezar un camino nuevo porque no tienen la humildad
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o la voluntad de apartar el ego -el cual es como un barril sin fondo, el ego parece nunca quedarse tranquilo, satisfecho- y teme comprometerse a decir: ¡SAQUEMOS ESTO ADELANTE LOS DOS! En cambio la mayoría de los libros dirigidos hacia las relaciones rotas son los que hablan de duelos y desapegos. De la NO necesidad de amar. Si esto fuera cierto, entonces la canción de John Lennon sería mentira. Finalmente, TODO LO QUE EL MUNDO NECESITA ES AMOR. Yo soy de los que prefiere morir en el intento cuando estoy convencido de que con la buena voluntad de ambos, las cosas se hubieran arreglado. Pocos días después de nuestro rompimiento, fui a hablar con el terapista que nos estaba atendiendo quien me dijo que yo tenía una idea equivocada de lo que era amar. Me queda claro que sí. Para algunas personas amar es aceptar todo lo
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que viene dentro del chip de la pareja. Para otros amar, es aprender a amarse primero así mismos, para que cuando llegue otra persona, “todo mi propio ser” al que yo amo, pueda entenderse y congeniar con ella, con “todo su ser”. Es decir, si a ti no te gustan mis amistades es porque no has entendido que mis amistades son parte de mi ser. Si a ti no te gusta cómo me visto, entonces no estás respetando mi forma de ser. ¡Peeeeeero… -me encanta este pero- el secreto está en saber decir las cosas. En cómo decir las cosas. Hay relaciones donde uno debería tomar clases de adivinación o lectura de la mente ya que, a veces, no se nos dice lo que estamos haciendo mal o lo que está poniendo en riesgo nuestra relación. Si estamos en el entendido de que amas a tu pareja y la ves con ojos de borreguito en vísperas de barbacoa, entonces no aplica el hecho de que se
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hablen mal, ni menos que se pidan las cosas de una forma que rompe el estado “zen” de dos seres que aparentemente se aman. Y aquí entra el NO hablar con malas palabras. Si tu pareja no dice groserías, cualquier palabrota o actitud abrupta alterará su estado interior. Las personas que hemos sufrido problemas con nuestras parejas, tarde o temprano nos preguntamos cómo fue que le hicieron amigos a los que los vemos felices y con años de casados: Muy fácil, se aceptaron como son y apartando cualquier ego, voluntaria o involuntariamente están aprendiendo uno del otro. Algunos dicen que se complementan. Otros, que seguramente – dicen- son almas gemelas. Por eso es que parejas donde el hombre le lleva de 10 a 15 años, tienen una excelente relación. Ella aprende de él, y él vuelve a aprender con ella. Así se van complementando.
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Específicamente si nos ponemos a ver la vida de una forma espiritual y no tangible, ese pasado que ya no existe entre nosotros fue escuela de nuestra vida. Las personas que han estado o estuvieron a nuestro lado fueron maestros en nuestra vida. Tu primer amor, tu primer rechazo. La maestra que te hacía repetir tareas, el padre que no llegaba por ti, la madre que te castigaba por llegar tarde…en fin, todos de una forma u otra, somos maestros o alumnos de vida. Ninguna experiencia por buena que sea, garantiza que uno no cometa errores. Lo importante es aprender de los errores para no cometerlos nuevamente. Mi relación con Itzíar fue intensa y tuvo momentos y vivencias que fueron más allá de un simple recuerdo. Tengo en la mente cada instante y cada momento con su sonrisa. Cuando abría los ojos al despertar. Cada viaje en el que me caía de sorpresa o cada momento en la
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que yo deseaba darle una sorpresa. Pero, si finalmente ella decidió que esto no valía la pena, entonces y -aunque sea dolorosodebo aceptar que posiblemente mi papel en su vida fue el de maestro de vida, como ella lo fue de la mía. En mi caso, no me arrepiento de la lección porque lo que duró, fue hermoso para mí. Los maestros (lecciones de vida) finalmente sirven para abrir los ojos, para darnos cuenta de nuestra evolución como seres libres, pensantes e independientes. Como un ser de LUZ, como mariposa, abrió por primera vez sus alas, levantó el vuelo y se perdió en el cielo. Esto no es fácil porque lo cierto es que yo le amaba, pero aquí es cuando uno –si ama realmente- debe respetar lo que decida la otra persona. Afortunadamente, he aprendido a dejar fluir las cosas. La amé y lo sabe. Ya es cuestión de ella que sepa si fue lo suficiente. Recuerda que el pasado y el
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futuro no existen. Es el aquí y el ahora. Lo que ella decida más adelante o lo que suceda con el tiempo son cosas con las que ahora no nos podemos enganchar porque sino, de lo contrario, estamos desperdiciando y distorsionando una energía que se transformará en un mal karma, cuando podemos convertirla en dharma si es que aprendemos y aplicamos bien la lección. A veces cuando nos enfrascamos en un problema, en lugar de salir adelante y ver el vaso medio lleno, solo lo vemos vacío porque caemos en un pozo sin fondo en el que no vemos las cosas con objetividad. Dispersamos nuestra energía en cosas que nos quitan, en lugar de darnos, y es ahí donde debemos tener cuidado.
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Muchos
piensan que los hijos de
padres divorciados tienden a repetir los patrones de los padres. Eso es mentira. Hay casos de padres cuya relación fue magnífica y duradera, sin embargo, la hija se topó con alguien que no valoró el tremendo potencial y ejemplo que tenía con esa persona. Por el contrario, cuando venimos de familias disfuncionales lo que más anhelamos es tener una relación en paz, plena, de calidad y que mientras dure, sea lo mejor posible. Ahora bien, el secreto del aquí y del ahora es que dos personas logren sincronizarse de tal manera para que de forma independiente (no dependiente) puedan disfrutarse de esa forma. Que cada uno aporte lo mejor de uno y que el otro reciba lo mejor del otro.
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El pasado quedó en el pasado. Ya no es tangible. El futuro es incierto. Pero el hoy, ese hoy en el que puedo marcar tu teléfono y decirte: Perdóname, lo entendí, te amo, es una forma de saber y hacer sentir que estamos vivos. Obviamente, será cuestión de que con el tiempo la otra persona lo entienda igual, ya que con tantos “cables” y tantas “cajas” los dos necesitan ordenar sus ideas. Cuando una relación se rompe y se trata de desamor, es un riesgo cualquier acercamiento, ya que este puede ser considerado como acoso y llevar al hartazgo. Pero cuando te das cuenta y visualizas los momentos bonitos con tu pareja: los abrazos, el apoyo, la ternura, o cuando estás en el súper y recuerdas que en cada pasillo se abrazaban y se besaban, o cuando caminas y sientes que te falta su
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mano en tu cintura, y recuerdas que deseaban amanecer y construir juntos, su mensaje por la mañana para decirte TE AMO; entonces es válido, MUY VÁLIDO, darte cuenta de que aún existe algo porqué luchar y dejar que el universo conspire a tu favor. Ninguna persona puede estar tan ciega de no darse cuenta cuando dañamos a la otra. Con este libro me di cuenta de que si ella no me decía las cosas, tenía yo toda la posibilidad de haber salvado la relación al mejorar mi actitud. Ese fue mi problema. Que no mejoré mi actitud porque esperé a que ella me lo dijera. Lo triste es que poca gente tiene la humildad de reconocer: Me aceleré, o no supe decirle lo que había que corregir. Gente que se la pasa quejando pero no hace nada por cambiar las cosas.
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Parejas que terminan y solo se dicen: Es que ya lo hemos intentado varias veces. ¿Qué has intentado varias veces? ¿Controlar tu ego? ¿Ponerte un momento en los zapatos de tu pareja? Tratar de pensar qué es lo que hizo sentir mal a tu pareja o, incluso, reconocer qué es lo que les está hartando. Se trata de cambiar actitudes pero de una forma empática y hablar honestamente si es que hubo una relación en la que existió amor. Cuando la madre de mis hijos me dejó incomunicado del menor de ellos por casi tres años, y después de haber agotado todas las instancias -incluso legales-para que me dejara hablar con él, un día decidí pensar o tratar de sentir en lo que ella sentía. Así que hice una lista de las posibles causas de su bloqueo:
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1. Que posiblemente ella pensaba que yo estaba aferrado a volver con ella. 2. Que dañaría la mente de mi hijo al hablarle mal de su madre. 3. Que si ella me comunicaba con él, le diría que ella nos estaba impidiendo hablar. 4. Que la ofendería tan pronto me contestara. Entonces, un día le mandé un mensaje y le dije precisamente lo que NO deseaba hacerle. Le hice sentir que lo que menos quería era hacerle sentir incómoda ya que lo que deseaba era que ella fuera feliz porque solamente así nuestro hijo sería feliz. Le hablé de la importancia de que los niños se vieran aunque fuera por Skype, ella en España y yo en México. Minutos más tarde me dijo: Vale, hablemos pero que sea por Skype. En ese preciso
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momento entendí que había logrado apartar mi ego y pensar en ella. El amor como pareja estaba muerto, pero el amor de padres tenía que salvarse para que nuestros hijos volvieran a tener comunicación y se fueran olvidando imágenes de: mi mamá odia a mi papá, o viceversa. Hoy en día la comunicación con ella es respetuosa, fluida. Conozco, aunque por web-cam, a su pareja y nuestros hijos se ven dos veces al año y se hablan por chat por lo menos dos veces a la semana. Ese es el resultado cuando dos personas logran ponerse de acuerdo y hacen el ego al lado. Si en tu caso rompiste con tu pareja y tenían una relación con más momentos lindos que malos, es necesario que valores y analices honestamente si por tu parte hiciste algo para arreglar las cosas y detectes HONESTAMENTE lo que hiciste mal.
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La empatía, y dejar a un lado al ego y a la soberbia son factores indiscutiblemente básicos para saber que una relación puede enderezarse y mostrar su mejor cara. Esto, aclaro, que es cuando NO hay temas de infidelidad, o faltas de respeto contra la pareja ya que una cosa es tener problemas que no han logrado ajustar y, otra, cosa es que insultes a tu pareja y la trates como trapo. Si esta persona viene arrastrando problemas de autoestima, por más que la trates como reina, que le abras la puerta, que le pidas que ella escoja el menú, que le lleves flores, que ella decida a dónde ir, que la llenes de detalles y a cada rato trates de demostrarle que le amas, incluso alcanzándola del otro lado del mundo, esta persona simplemente no lo verá de la misma forma, ya que pensará que todo era mentira porque creció sintiendo que la engañaban y, posiblemente, ni si quiera era así.
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Comentando
con una amiga para tratar de detectar cuál es la diferencia entre relaciones absorbentes o controladoras y cuáles eran las relaciones en la que la pareja quiere o desea estar con quien ama y pueden disfrutar juntos los momentos que comparten. Por ejemplo, tengo dos amigos: Gerardo y Angie: mis respetos. Son una pareja que se nota cómo disfrutan cuando están juntos y lo que hacen al estar juntos y, si por cuestiones de trabajo deben separarse, se nota que al reencontrarse, vuelven a disfrutar de estar juntos de nuevo. Mi mundo siempre fue mi pareja. Llegué a un estado de sencillez en el que lo mismo disfrutaba estar con ella viendo películas, estar a su lado haciéndole un masaje, salir a cenar o tomar un café, estar pendiente de lo que le faltaba, salir a caminar, vernos a los ojos y decirnos cosas lindas después de hacer el amor, estar a su lado en su convalecencia, hacerle o comprarle de 113
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comer, atender y recibir a sus hijas para que comiéramos en familia. Cualquier cosa por sencilla que fuera, ELLA era mi mundo. Quizá, el hecho de que me acompañara al café o cenar con amigos, de estar siempre a su alcance, disponible para que, a la menor llamada, supiera que yo estaba ahí para lo que necesitara, tal vez fue un error. Lo cierto es que yo disfrutaba su presencia. Ella se había vuelto parte de mi vida, y yo amaba cuando me recibía con los brazos abiertos y muchos apapachos. Entendí que necesitaba su espacio ya que, posiblemente, influyó que mi llegada a su vida en la misma ciudad, coincidió en que ella estaría en cama y convaleciente por más de tres meses, impedida para manejar y dependiendo al 100% de que yo le llevara. Cuando ella pudo levantarse, le pedí que empezáramos a dividir nuestros tiempos para que yo pudiera trabajar y ella tuviera tiempo para reintegrarse a su vida
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PERSONAL, a sus terapias, sus clases, a su vida del día a día. Es decir, que cada quien tuviera sus espacios. Cuando hice el grupo de Second Chance, gente que merece ser feliz, en Facebook, pude darme cuenta de que cada relación es distinta una de la otra. Sería restarle valor a cada historia, el pensar que las relaciones son iguales, o que mujeres y hombres son parecidos unos con otros, ya que hablar de los diversos tipos de relaciones sería muy extenso. Y el tema da para rato porque así como cada cabeza es un mundo, cada definición del tipo de relación que lleva, también los es. (Si partimos de la base de que cada quien diera su propia definición de amar o querer, el tema ya da para largo rato.)Lo que para uno en una pareja pudiera ser una relación conflictiva, para el otro pudiera ser un relación a la que le faltan ajustes para ser felices: Gozar de Independencia, Libertad, Comunicación, Sinceridad, Seguridad.
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Lo que para algunas personas estar solas puede ser vivir en tranquilidad y libertad, para otros, estar en pareja, puede ser el mejor estado del ser humano. Es sumamente difícil que los dos estén en la misma sintonía para percibir de una manera equitativa lo que la relación necesita para que los dos lleguen a ser felices. Así que para no entrar en conflicto, retomo un tema que compartió en nuestro grupo Sonia Tejeda, miembro de Second Chance, hace tiempo, y que me pareció muy objetivo exponer aquí. El texto original está en inglés y al parecer es de Tony Robbins. Según la nota, los diferentes tipos de relaciones se podrían resumir en tres, y son: PRIMER NIVEL: Amor Egoísta: Mis necesidades son primero. Este es el menor nivel de madurez - una o ambas partes se centran en satisfacer sus propias necesidades en primer lugar. La relación es
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frágil. Hay una erosión en la confianza y en la unión por lo que frecuentemente hay conflictos o disputas. Cada gesto, cada regalo, cada concesión o compromiso tiene ataduras. Nada es otorgado por propia voluntad, solo por un deseo para el trueque, la equidad o el beneficio personal. Todo es una estratagema, un cálculo, el pago de un anticipo creador de deuda. Es difícil aceptar amor porque nunca se sabe cuál será el precio. NIVEL DOS: El amor condicional: tú consigues lo tuyo y yo lo mío. Este nivel se basa en un sutil acuerdo entre la pareja. “Tú consigues lo tuyo y yo lo mío". Como siempre hay una ponderación de lo mío y lo tuyo, existe el peligro siempre presente de que se regrese al nivel uno de egoísmo: cuando yo no obtengo lo mío, tú no tienes lo tuyo. En muchas parejas, el nivel dos se basa en la consideración común y el intercambio equitativo pero, a menudo, hay tanta independencia y desigualdad entre la pareja, que los interlocutores pierden la 117
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capacidad de conmoverse entre sí en absoluto. Todo es amable, amistosa y sexualmente neutral. NIVEL TRES: Amor incondicional: las necesidades DEL OTRO SON LO PRIMERO. Ambas partes ponen primero, y la pasión fluye. Cuando uno descubre la necesidad del otro, él o ella, sirve esa necesidad de forma espontánea en la mejor manera posible sin calcular un pago. Ambos están constantemente haciendo el esfuerzo para entenderse mejor. Ellos se han descubierto el uno al otro y saben cómo complacerse entre sí intensamente. Ellos se aman incondicionalmente y no se necesita nada para que expresen ese amor. Cuando hay una base de confianza, ambos pueden expresarse de manera más oscura y más traviesa para dar a su relación cierto suspenso. Si el "centro de gravedad" de la relación es el nivel tres, los socios están "en la zona", disfrutando una de las más raras y preciosas experiencias de la vida.
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Estas definiciones me gustan porque sin duda expresan objetiva y someramente diferentes escenarios o procesos en la vida en pareja. Como decía al principio, lograr evitar que el ego nos nuble la vista y poder anteponer las necesidades de la pareja no es cosa fácil. Viene la necesidad de desapego ¡CUIDADO! Del desapego de nuestros caprichoso intereses que nos podrían regresar al nivel uno o simplemente no dejarnos avanzar al nivel tres porque no hemos podido llegar a la madurez de querer ver exitosa a nuestra pareja, o nos quedamos atorados en el nivel uno en el que tú no consigues lo tuyo si yo no consigo lo mío. Es como aquellas parejas que no pueden ser felices si ven felicidad en el otro. Muchas veces pensamos que alguien está con nosotros solamente cuando nos va bien y nos dejan cuando nos va mal. Esto no es personal ni debiera juzgarse como el típico comentario de que andaban contigo por interés.- Ya lo entendí.
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Es posible que nuestra pareja estuviera en el nivel uno, y cuando estábamos mal se dio cuenta de que, posiblemente, no eras la persona que necesitaba para que ella llegase al siguiente nivel. Es decir, su ego o su edad, le come toda posibilidad de avanzar juntos porque simplemente perdió las ganas luchar o necesitaba que tú estuvieras en un nivel más avanzado. Recuerden que, finalmente, vivimos en una sociedad donde el hombre es proveedor. Pero, lo cierto es, que si la mujer lucha por su independencia, el tema económico jamás debería ser un problema porque ella también puede hacer el rol de proveedora. Me queda claro que en nuestra sociedad el hombre es el que juega el papel de proveedor. Somos los que damos. Los que proveemos. Pero cuando sentimos que están a nuestro lado cuando proveemos y nos dejan cuando tenemos un tropezón, nos deja un amargo sabor de boca. De ahí esa frase de: estuvo mientras hubo. Dicen que, cuando el hambre toca la puerta, el amor sale por la ventana. 120
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Y esto se traduce en parejas que truenan porque uno de los dos se convierte en el único sustento del hogar. Hoy en día las crisis económicas ponen en este modelo a muchas parejas, pero si los dos tienen ganas de salir adelante y son gente luchona, entonces debieran ponderar la importancia de salir adelante juntos. En mi caso una de las cosas que adoraba de mi pareja era que el mundo no se le cerraba. Sentía haber encontrado a la pareja perfecta porque soy de los que me he levantado del piso varias veces. Es imposible estar cerca de una persona que cae en un conformismo o mediocridad y simplemente no quiere avanzar porque duda de su capacidad. De igual forma, estar cerca de gente que, cuando te iba bien, estaba a tu lado pero, cuando te llegó a ir mal, se les acabó el amor. “Mi ex” era una mujer a la que el mundo no se le cerraba. Lo mismo tiene en su bolsa desarmador y pinzas, que sabe poner los cables para arrancar su coche. Tenía una actitud resolutiva para todo. Eso, entre muchas cosas más, era lo amaba de 121
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ella. Es una mujer que te motiva a salir y confiar en ti. Cuando nos desprendemos de nuestros egos y buscamos de una manera empática entender la importancia de la realización de nuestra pareja, es cuando ella podrá sentir que realmente le estamos dando su importancia. Aunque parezca juego de palabras, no lo es. El día que entiendes que tienes a tu lado a una extraordinaria mujer o a un extraordinario hombre que quizás está en un proceso de valorarse como persona para ser alguien valioso contigo o sin ti, que necesita sentir tu apoyo, y que le valoras por lo que es y no por lo que tú crees que es, entonces el universo conspirará para que ustedes dos sean exitosos porque se suman de forma intrínseca. Cada uno suma lo que vale y, qué mejor que valer el 1,000 cada uno. Esto no es fácil, ya que algunos amigos o libros motivacionales dirán que primero debes ver por ti, luego por ti, ser feliz tú y entonces podrás hacer feliz a quien esté a tu lado. Pero, ¿dónde reside el equilibrio cuando tu estado posiblemente ya está en el nivel 122
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tres?¿Dónde te encuentras parado cuando eres feliz viendo que tu pareja es feliz? ¿Qué clase de pareja puedes ser, si una de tus prioridades era motivar y llegar a hacer sentir a tu pareja en un estado de plenitud, completa y feliz, porque juntos estaban logrando encontrar y sacar lo mejor de ustedes mismos? Lamentablemente, muchas veces el crecimiento durante la evolución de la pareja no es equilibrado porque él o ella no han logrado complementarse para crecer. Cuando tu pareja realmente te importa es cuando le apoyas para que avance, para que mejore, para que cambie y salga de ese capullo y se convierta en una mariposa libre a la que puedas amar por todo lo que vale como persona. Recuerdo con especial cariño cuando motivé a mi pareja para que arreglara el coche arrumbado que le había dejado su exmarido. Poco a poco fuimos levantando su Chevy hasta que pudiera moverse sola. De estar dependiente a aventones, o gastar en taxis, la motivé a que empezara a manejar para poder salir e 123
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independizarse. Cada llamada en la que me comentaba, “Amor, hoy manejé hasta tal lugar” para mí era una señal de que mi chica estaba superándose. Lo mismo para comprar su propia casa, al motivarla a que diera el paso de pedir un crédito y no estar pagando rentas. Que pudiera hablar de las cosas que no le gustaban de su trabajo porque finalmente estaba atorada en su desarrollo profesional. Siempre hubo de mi parte apertura para escucharla. Debí haberle insistido, y nosotros ¿cómo estamos nosotros? Lo mismo fue ella para mí cuando luego de que salí del hospital por una situación que casi me cuesta la vida, me motivó a que pusiera mi propia empresa de puros: Puros Don Chicho. También le estoy agradecido porque fue inspiración cuando saqué la revista que publiqué en España a manera de franquicia en México: Segunda Vuelta. Es decir, estábamos interesados en avanzar mutuamente. En apoyarnos mutuamente. Yo me sentía sumamente afortunado cada vez que entraba a una cena o a la firma de un negocio. Presentarla 124
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como, “Mi mujer”, era la forma de decir: “Miren cómo me ha bendecido el universo”. El problema de las relaciones de transición es que muchas veces nos convertimos en maestros de vida que ayudan a las personas mientras levantan el vuelo. Siento que los golpes de piñata que recibió mi expareja durante su infancia y durante su fallido matrimonio, -sumado a que nuestra relación no contó con un botiquín de primeros auxilios-terminaron por reclamarle a ella la necesidad de abrir sus alas y sentir que valía por sí sola. Si en mis manos hubiera estado la oportunidad de sanar su corazón para que ella se diera cuenta de cuánto me importaba, lo hubiera hecho sin pensarlo, pero, NUNCA ME DIJO CÓMO. Entiendo que era mi obligación estar atento a las señales, pero también nuestra pareja tiene una responsabilidad al decirnos de qué manera podemos ayudar para que sea feliz. Es como cuando vamos al doctor por un dolor agudo que nos aqueja. El médico empieza a tocar y palpar aquí y allá, y lo que pude palpar iba directamente relacionado a 125
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fechas en las que ni si quiera le conocía. Por eso, como menciono anteriormente, siempre vi venir que tarde o temprano si no sanábamos las heridas de ella y las mías, esto fracasaría. Siempre escuchamos que es necesario sanar nuestro corazón antes de iniciar una nueva relación. Y seguido se confunde lo de sanar en: si olvidaste o ya no sientes nada por tu ex. No, eso no es sanar. Curarse es saber con toda la honestidad posible, que todas las cosas que vienes cargando desde tu infancia no afectarán más ni a tu ser ni lo que vivas con la persona que te ama, ya que de lo contrario estás cargando facturas emocionales a tu pareja y tarde o temprano van a reventar. Cuando uno trata de pensar lo que hicimos bien o lo que hicimos mal, cuando trata de escarbar en el fondo de su ser para intentar con la mayor sensatez posible entender hasta dónde fue nuestra responsabilidad, lo peor que puede uno hacer es estar ventilando las cosas en las redes sociales. Y esto lo digo porque ninguno de los “amigos virtuales” vivió contigo realmente cada íntimo 126
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momento. Nadie de tu familia, ni tus amigos virtuales estuvo a tu lado cuando en la intimidad amabas o decías amar a tu pareja. Cuando le decías a tu pareja que era el amor de tu vida. Ninguna de tus amigas físicas o virtuales te vio llorando de agradecimiento cuando esa persona, a la que ahora restan importancia, estuvo contigo en las buenas y en las malas. Si a eso le sumamos los comentarios de “amigas” que cuando te cortan la cabeza se manifiestan públicamente con apoyos de “Vas bien mujer excepcional”, “Esa es la actitud, échale ganas” sin embargo, cuando llenabas tu muro de fotos de una pareja enamorada o ponías piropos a tu pareja, ninguna de ellas dijo: Sean felices, échenle ganas. En alguna ocasión, por un mal entendido, por el cual asumí mi parte y ofrecí inmediatamente disculpas, le pedí a mi expareja que invitara a una de sus mejores amigas con las que hubo un roce. Me dijo: Llámala e invítala tú. Eso hice y la amiga en lugar de decir, claro que sí, ¿cuándo nos 127
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vemos? me dijo que parecíamos preparatorianos. Caray, si una amiga de tu novia ve que su pareja quiere crear un ambiente cordial y buena onda sobre todo que ayude en que tu pareja vaya retomando su libertad de salir con sus amigas, ¿porqué la necesidad de no dar la cara y llevar la fiesta en paz por el bien de la relación de su amiga con su novio? la cual, debiera estar primero que la relación entre ellas. Es una tristeza ver que con el paso del tiempo las mujeres, a veces, prefieren romper una relación porque no existe una amiga con sentido común que le diga que las cosas que valen la pena, aunque no siempre sean fáciles, o que tienes mucha carga emocional que te nubla la vista, que posiblemente ella no tenga la razón y, por el contrario, como si se trataran de las “moiras* o parcas” influyan negativamente en tu expareja para que ella dé por muerta la relación.
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No sé si sea casualidad, pero he notado que muchas veces coincide que las amigas divorciadas son las que alientan a otra a estar sola. Por eso cuando pido un consejo lo hago con gente que tenga una relación estable o que por lo menos sean ejemplo para indicarme con sencillez y claridad, la manera en que ellos lucharon por algo. Reitero y reconozco la amistad y ejemplo de parejas como Adriana y Enrique Noriega, Memo Castro y Sandra, Tania y Humberto Ruiz o como Gerardo Larios y Angie su esposa porque seguramente han tenido problemas y han sabido sacar adelante el barco. *(Las moiras son aquellas que en la mitología definían el largo del hilo de tu vida, y lo cortaban para quitártela)
Si escuchamos el consejo de un matrimonio estable o que haya aprendido a ser exitoso, creo que será mejor que aquel que posiblemente está contaminado de egos, envidia o dolo, ya que solamente tienen la versión de un corazón herido.
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Recuerda que: El lobo siempre será el malo porque solamente conocemos la versión de Caperucita. Un desatinado consejo en un mal momento, puede terminar por aventarte al precipicio. Tus amigas siempre seguirán siendo tus amigas -solteras, quedadas o acompañadas- pero tu relación caerá al limbo de los recuerdos porque finalmente ellas no vivieron la relación y no podrían darte un consejo considerando la versión de ambas partes. ¿Qué pasaría si con el mismo corazón o sentimiento con el que hablas con tus amigas, lo usaras para hablar con tu pareja para que ambos encuentren una forma de sacar a flote su relación?¿Cuántas veces hablaste con tu pareja así como hablas con tus amigas para decir: esto no me gusta o me gustaría que hiciéramos esto? Hay mujeres que reconocen que por ego o por pena, no se atreven a contar a sus amigas la historia tal cual es. A mí me dolió enterarme de que mi “ex” decía que yo me cambié de ciudad para presionarla. De que 130
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yo le pedí matrimonio para no perderla. Eso me dolió porque la realidad es que cada que yo tenía un ingreso “extra” ella me decía que podía usar ese dinero para estar cerca de ella. Finalmente, si me cambié de ciudad lo hice por amor a ella y porque deseaba iniciar una vida con ella, en un escenario que nos diera igualdad de circunstancias, con la certeza de que lo económico en nuestra relación no era lo que prevalecía. Lo cierto es que aquí se juntó el tema de una operación con más de tres meses de baja médica -misma en la que ella me pidió estuviera para cuidarla- cosa que hice con todo el corazón. De haber sabido que mejor hubiera sido haber ido cuando ella estuviera recuperada, para así irnos adaptando a los espacios y que ella no sintiera falta de privacidad e independencia, lo hubiera hecho. Pero como digo, nos faltó comunicación asertiva.
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Sentir
celos dicen algunos, es parte de la naturaleza humana. El ser humano, per se, siente celos desde que nace y estos van desapareciendo o incrementándose según la madurez y el desarrollo de cada individuo. Según Wikipedia, los celos son una respuesta emocional que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera como propio. Y ese es el problema fundamental de los celos en las parejas. Que nos consideramos propietarios de la persona a la que amamos. ¿A qué se debe que una suegra choque con la nuera? Pues básicamente a que el amor de madre o el sentimiento de “es mi hijo” choca tarde o temprano con el de la nuera que puede decir: “Es mi esposo”. Nadie es propiedad de nadie. Yo debí haber presentado a mi ex por su nombre y jamás decir: Mi Mujer, porque lo cierto es que ella no era de mi propiedad aunque yo lo haya
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dicho así con todo el respeto y compromiso que eso involucraba. Las personas somos seres individuales que nos deberíamos manejar de esa forma y estipular desde el principio de una relación, que además de tener sentimientos y necesidades propios, pues necesitamos también nuestro propio espacio. Por eso es que en algunos lugares se ha puesto de moda el tipo de relación denominada:“amigos con derecho a roce” y es una de las deformaciones a las que me refiero al inicio del libro en las que se van perdiendo los valores. Nos vemos, me acuesto contigo, pero ni me pidas, ni te pido. Tengo sexo nomás contigo, pero más allá de eso, no me pidas nada. Tengo amigos y salgo con ellos, y cuando los dos queramos pues salimos. ¿Entonces cómo formas una familia? ¿Entonces cómo puedes darle su lugar a una mujer para que lejos de ser la amiguita o la vecinita
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cariñosa, sea la dama a la que quieres darle su lugar en todo? Cuando los hijos van creciendo ya no podemos ser los padres absorbentes o sobreprotectores sino que se va dando poco a poco una soltura natural: estás empezando a hacer tu vida. Con eso estás respetando su individualidad. Esto no quiere decir que la relación con los hijos se rompa ni mucho menos dejes de ser padre o madre porque ellos están creciendo, sino porque en el proceso de la ley de vida, los hijos poco a poco se van desapegando. Lo cierto es que uno de los grandes secretos de las parejas que no solamente han sido duraderas sino que son modelo a seguir, es que además de respetar su individualidad, ambos se complementan al existir y coexistir simultáneamente en desapego. Es como si se tratasen de polos opuestos que se atraen, o cuerpos físicos que por saberse individuales pero, con un fin común,
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logran una maravillosa hegemonía sin llegar a hacer codependencia. Es algo así como: tomo lo mejor de ti, y tú, toma lo mejor de mí, en el entendido de que yo soy yo, porque sé que tú eres tú. No recuerdo si alguna vez le pregunté cuál era nuestro propósito. Es decir, siempre quise que ella fuera la persona con la que compartiera el resto de nuestras vidas. Pero, lo cierto es, que ahora creo que debimos de partir de la base de haber preguntado: ¿Para qué quieres andar conmigo? A lo mejor, ella se hubiera dado cuenta de que lo que buscaba era un amigo que la escuchara. Una relación ocasional. Salir de viaje y al final del día cada quien en su casa. Como dos perfectos seres independientes que solamente se ven cuando se necesitan y si se dejan de ver por días no pasa nada. Ni te checo ni me checas. Solo nos llamamos cuando nos extrañemos. La idea desde un principio, para mí, era otra. 135
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Cuando uno adquiere la madurez de saber que uno desea una mujer para compartir éxitos o soportar fracasos, para complementarse en el desarrollo personal y profesional de cada uno, para dedicarse en cuerpo y alma a esa persona, y para formar juntos una familia –aunque sea rearmadasería impensable buscar una aventura. Ya que saber que es tu pareja te da la tranquilidad de saber que si le llamo me contesta, y si me llama ahí me tiene. Saber que cada mañana nuestros pies se tocarán y al anochecer nos daremos las buenas noches. Porque saben que si hay luna llena, su Romeo irá por ella para ir por una pizza y quedarse viendo la luna por varios minutos. Porque saben que si uno de los dos se enferma, se cuidarán mutuamente. Creo que en eso radicaba mi concepto de amor. En decir, te amo por todo lo que significas en mi vida, y porque creo que significo lo mismo en la tuya. Pero si esto no fuera prioridad para uno de los dos, el objeto de estar juntos va perdiendo sentido común.
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Uno de los riesgos que existen en la terapia de pareja, es que si uno de los dos es dependiente emocional, puede darse cuenta de que no necesitaba a su pareja a su lado por más buena que esta haya sido. Es decir, descubre que podía estar solo y que no necesitaba a nadie para ser feliz. Aunque cabe la posibilidad de que los dos necesitaban encontrarse a sí mismos para empezar a sanarse y empezar a ser felices. Es importante dejar claro que, a lo que me refiero, es que si uno de los dos no ha aprendido a valorarse como persona, no ha aprendido a reconocer su capacidad de estar a solas consigo mismo, no necesariamente tiene que terminar su relación. Si esta individualidad y el redescubrimiento de cada uno como seres sanos que pueden reinventarse para amarse, lo logran en terapias, entonces quiere decir que el terapista y ustedes hicieron bien su trabajo, partiendo de la base de que ese era el propósito inicial de
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ambos al buscar ayuda para continuar juntos, pero sin las cargas emocionales que afectaban su relación. En caso contrario sería muy fácil decir “ustedes ya venían con una papa caliente”: La presión y ansiedad de uno de los dos no fue correctamente encaminada, inculpando al primero que venga a su lado. Es decir, además de cobrarle la factura porque “concluyó” que no lo necesitaba o le estorbaba para seguir creciendo, puede pensar que todo ese letargo de dependencia emocional en el que estuvo atrapada (o) por su pasado, dirá que fue por culpa de alguien que cometió el error de amarle sin haber sanado. Aún peor, tendrá la sensación de no querer ver a su pareja ya que inconscientemente puede creer que este fue el causante de haberle despertado de lo que quizás era una pesadilla o simplemente se dio cuenta de que estaba a su lado por no sentirse sola. Es como cuando una persona accidentalmente se le cierra en el coche a alguien a quien ese día despidieron del 138
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trabajo, su esposa le quemó su camisa favorita, su hijo de cinco años le perdió el pasaporte, y perdió su cartera con mil pesos cuando fue a cambiar la llanta que le poncharon. Entonces, el “afectado” lo alcanza, se le cierra también, le mienta la madre y lo maldice por los siglos de los siglos. Incidentes así son los que provocan que la gente estalle radicalmente, y tristemente, no tenemos ni idea de todo lo que tenía en su cabeza. En este caso tenemos la ventaja de que nuestra pareja –la que nos ama-tendría que estar abierta a escuchar o decirnos las cosas que nos molestan, aquello que nos hace ruido para buscar juntos una solución. Juntos, porque se trata de que son pareja. Si eres celosa y el tema de ver chateando a tu novio en la madrugada, o que no puede decirte quién es tal o cual amiga, entonces lo correcto hubiera sido que te ayudara dándote tranquilidad. Algunos dirán que no debes engancharte. Que debes confiar.
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Si hemos tenido problemas con nuestra pareja pero, son problemas que se pueden arreglar con terapias, es muy probable que las cosas salgan positivamente. En cambio, si mi pareja o yo tenemos conflictos emocionales que no hemos podido asimilar y, peor aún, que nos brincaron al presente afectando más la relación y la conflictiva que ya traíamos como pareja, es necesario pedir apoyo profesional que vaya desmenuzando capa por capa para separar y diferenciar los “issues” que cargo y me afectan como persona, a los que tengo con mi pareja. En una dinámica con Karla, mi psicóloga, me impresionó que pudo hacerme ver las posibles causas para que yo no estuviera al 100% con mi pareja. No fue decirme o señalarme “en qué fallé”, más bien, mediante ejercicios poder descubrir y aceptar en lo que había fallado. Inevitablemente, me quedé con el sentimiento de: “ojala hubiéramos venido aquí”. 140
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Es interesante darse cuenta desde afuera y no desde adentro, que la respuesta –por lo menos en mi caso- la encontré frente a mí. Reconocer los errores que uno cometió y en los que debe trabajar. Es importante encontrar al terapeuta adecuado que pueda ayudarles a reconocer sus fallas y aciertos para que juntos establezcan bien su relación. Cuando el ego nos ciega y pensamos que solamente nuestra pareja es la culpable. Cuando descargamos nuestro coraje y sacamos de nuestra vida a quien seguramente trataba de hacernos un bien, es cuando necesitamos ver las cosas desde afuera. Ver el escenario completo. Como mencioné antes, hay gente que tiene tantas cargas emocionales que es como si fuesen hundiéndose poco a poco en un pozo, por lo que, a veces, tomará la mano de quien primero se la ofrezca o le inspire confianza para poder salir y respirar, más no en todos los casos para querer vivir libre. 141
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Pero, si los dos aceptan desde el fondo de su corazón que existen cosas rescatables, que faltó honestidad al decir lo que sentían para que la pareja cambiara de actitud, entonces habrán dado un paso importante porque, finalmente, lejos de pensar únicamente en el beneficio propio, estarán integrándose como pareja. No hay que confundirse pensando en que uno no necesita terapia para sanar y salir adelante, pero nadie dijo que solos necesariamente lo podemos lograr, cuando lo que fueron a buscar fue asesoría para arreglar una relación y estar juntos. Es como si nos encontráramos al genio de la lámpara y cada uno pidiera un deseo: posiblemente uno pida: Ayúdame para que pueda hacerla feliz. Y la otra dijo: Ayúdame para que yo sea feliz. Esta sencilla comparación nos lleva a recordar los ejemplos de tipos de relaciones que mencioné anteriormente. Cuando nos encontramos en el nivel tres es cuando pensamos en el bienestar de nuestra pareja ya que posiblemente 142
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creemos que estamos completos y solo pensamos en la satisfacción de ella. Caso contrario, nuestra pareja aún tiene baches y la necesidad de salir adelante, de sentirse libre y autosuficiente, de sanar sola sus heridas. Entonces es aquí cuando te das cuenta de que quizás te enamoraste de una persona que primero necesitaba amarse a sí misma para poder amarte a ti. Porque, a lo mejor, como mecanismo de protección, nunca te dejó ver su rostro real y tú cada día te preguntabas:“¿me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere?”; precisamente, motivo de esta portada ya que seguramente cuando dos personas no muestran sus lados ocultos y olvidados, cuando no se dicen las partes rotas que necesitan sanar, no habrá terapia que por arte de magia les muestren que lo que les faltó a ustedes fue comunicación. Formas de comunicarse en la que cada uno entendiera lo que el otro necesitaba. Si eso lo hubiera entendido desde un principio las cosas serían diferentes. Estos son los riesgos de involucrarse en lo que pueden llamarse 143
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relaciones de transición. Cuando uno de los dos va saliendo de una separación o divorcio encontrándose en un proceso evolutivo y, lejos de ver las cosas buenas de su pareja, solamente la valora si su nueva pareja le ayuda a no voltear al pasado y le hacer sentir tan solo un lindo presente. Miran el presente y lo van sobrellevando sin darse cuenta de que, posiblemente, el equipaje emocional que cargan en tan grande, como si un día no pudieran avanzar por el peso que traen y es cuando la pareja abre la maleta para decir: ¿Pero cuándo carachos metiste todo esto en nuestra maleta? Y ese es precisamente el grave error de las parejas al no decirle al otro lo que están cargando, o lo que ya no pueden seguir cargando para ayudarse a quitar, entre los dos, todo el peso de encima o el exceso de equipaje, aunque tristemente en algunos casos incluya al acompañante. Cuando uno viaja solo, lleva únicamente las cosas que necesita. Cuando dos personas viajan juntas y cada uno lleva su maleta, 144
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inevitablemente se ponen de acuerdo o se avisan quién lleva la secadora, la cámara o el bloqueador, o se ponen de acuerdo en cosas que no es necesario llevar, y no llevarlas duplicadas u olvidar cosas, porque dieron por hecho que el otro las llevaría. Pero, en esencia, cada uno lleva lo que va a usar en ese viaje. Al desempacar en el hotel de pronto uno mira el cuarto y se da cuenta de que la habitación está limpia y ordenada porque está armoniosamente conformada por las cosas que ambos llevaron, dándole vida, calor y personalidad al cuarto. Porque precisamente contiene cosas que los dos metieron de forma independiente en sus maletas. Los dos decidieron qué cosas metían para aligerar, cargar y disfrutar el viaje. En cambio, cuando hacen una sola maleta, y la llenan sin orden, sin preguntar lo que le sirve o no le sirve a nuestra pareja y en cambio meto cosas que creo va a necesitar 145
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llevando cuanta fregadera se me ocurre- es muy probable que esa maleta para empezar, ninguno de los dos la podrá cargar. Y luego cuando uno llega al mostrador de la línea aérea se puede topar con la chica del mostrador quien aun estando lastimada del cuello, con toda la buena onda del mundo a lo mejor solamente les dice: La maleta trae sobrepeso. Porfis, saquen y dejen lo que no sirva. Si uno de los dos no tiene la humildad de reconocer que metió de más, que posiblemente, metió cosas que pesaban mucho y no era necesario llevar, lo más probable es que se suscite una discusión en la que ambas partes solamente van a echarse la culpa, lo que puede derivar a que la chica de la aerolínea solo diga: ¡Seguridaaaaaaaad! y la pareja simplemente no suba al avión. Caso contrario, si de una forma amable entendemos que la chica de la aerolínea (conciencia) nos está avisando que la maleta está llena y hay que sacar lo que no 146
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necesitamos, pues de una forma humilde, sencilla y hasta con sentido del humor podríamos reconocer que no era necesario llevar ¡las cenizas de la abuela en ese jarrón chino que pesa como 40 kilos! Es importante entender lo que nos dice nuestra pareja. En mi caso ella siempre decía que yo no la entendía, o entendía a medias las cosas; lo cierto es que yo nunca quise subir cenizas en jarrones de 40 kilos y siempre traté de ponerme de acuerdo con ella para saber qué llevar y qué no llevar en nuestra maleta. Es decir, me preocupaba de verdad que las cosas estuvieran bien porque viví durante cuatro años una relación en la que pensé que todo estaba bien. Cuando vean que hay problemas entre ustedes, no te confíes. Pidan ayuda pero traten de hacerlo con alguien realmente profesional.
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Alguna
vez me preguntaron mi opinión acerca de las relaciones fracturadas, y dije que tristemente cuando hubo agresiones, infidelidades o insultos, lo sano era cerrar definitivamente ese capítulo porque finalmente ganaban los malos recuerdos donde obviamente la autoestima –de ambos- había quedado por los suelos. En mi caso me dolió el rompimiento, primero, porque amaba a mi pareja y, luego, porque simplemente no supe qué pasó. ¿Había otro? ¿Se le acabó el amor? ¿No pudimos hablar a tiempo de lo que le hacía daño? ¿Mala asesoría por parte del terapeuta? No lo sé. Sin embargo, hace algunos años publiqué un artículo en Second Chance donde hacía una analogía sobre el caso de una señora que conservaba el cadáver de su esposo en su habitación. El cuerpo ya estaba en estado de putrefacción y la señora lo limpiaba y humectaba incluso con cremas que ella vendía para ganarse la vida. Era obvio que la señora en un afán por tener y sentir de cerca a su marido, había
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perdido la noción de la realidad de que “este” estaba muerto y que por más que ella se aferrara a los recuerdos, él no volvería a levantarse. Era tenerlo o “sentirlo junto”, pero muerto. Cuando la arrestaron, ella argumentó que se habían hecho la promesa de cuidarse y permanecer siempre juntos. Sin embargo, ese suceso me hizo pensar que cuando el amor de nuestra pareja muere, tristemente por más cremas que le pongamos a la relación, sería como estar alimentando superficialmente un sentimiento que ya murió y que –como la señora- simplemente nos negamos a darnos cuenta. Matrimonios que deciden permanecer juntos, pero muertos en vida. Como dos costales de papa colocados en una cama en la que la alegría de vivir o compartir, ya se ha acabado. Las infidelidades, los insultos, los malos tratos o simplemente la falta de comunicación, demeritan y van asfixiando lo que queda de las relaciones.
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En una de las terapias con mi psicóloga me preguntaba para qué deseaba yo regresar con “mi Ex”, si visiblemente había dejado de amarme. Yo no deseaba regresar. Yo deseaba que nos diéramos la oportunidad de, primero que nada, hablar con el corazón. Que habláramos y reconociéramos en qué fallamos y que buscáramos ayuda profesional para que nos ayudara a comunicarnos. Si eso no servía, ah caray, por lo menos los dos lo intentamos sensatamente. Me quedaba claro que de nada serviría volver cuando no se habían arreglado temas que llevaron a que la relación se rompiera y uno se quedara con la sensación de lo que pudo estar en nuestras manos para arreglar. Finalmente, el sexo para muchas relaciones puede ser básico. Pero, para mí, lo importante era su compañía. Disfrutar cada instante de su presencia, sus risas, su complicidad. Coincidíamos en que ambos teníamos un sentido del humor que podía ir desde la simpleza, hasta el sarcasmo. La verdad es que reíamos mucho. 150
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Yo gozaba verla reír, excepto cuando una vez casi me mato tropezando en un escalón y ella se ahogaba de la risa. Era todo lo que involucra amar a una persona por el solo hecho de ser y estar a tu lado. Es como cuando adoras ver a alguien dormir, y no necesita hablar o cantar, su quietud y su presencia son suficientes para saber que esa persona llena un espacio en nuestro corazón y estamos agradecidos con Dios y con el universo por ello. Desprenderse de estos recuerdos, no es fácil. Al contrario, la mente constantemente nos presenta situaciones que sin duda alguna nos llevará a preguntarnos: ¿Qué hice mal? ¿Estuvo correcto dejarle ir y no seguir luchando? ¿Me estaba engañando? Por ello, es que cuando se inician los procesos de duelo, uno, al saber que la persona está físicamente viva, nos cuesta más trabajo resignarnos en dejarle ir.
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Hombres y mujeres que son capaces de salir a tener una aventura con tal de sacarse del corazón el recuerdo que necesitan enterrar, ya que simplemente no pueden o no quieren aceptar que quizás se les fue de control algo que podrían haber arreglado y prefirieron de esa forma cerrar el círculo. Entonces es ahí precisamente cuando los procesos de duelo se activan y los podemos considerar de la siguiente manera: Negación: Negarse a sí mismo o, al entorno, que ha ocurrido la pérdida Enfado, indiferencia o ira: Estado de euforia por no poder evitar la pérdida que sucede. Se buscan razones, causales y culpabilidad. Negociación: Negociar consigo mismo o con el entorno, entendiendo los pros y contras de la pérdida. Se intenta buscar una solución a la pérdida a pesar de conocerse la imposibilidad de que suceda.
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Dolor Emocional: Se experimenta tristeza por la pérdida. Pueden llegar a sucederse episodios depresivos que deberían ceder con el tiempo. Aceptación: Cuando uno va asimilando la pérdida y, poco a poco, va desapareciendo la sensación de culpa y dolor porque aceptamos y vivimos el estado presente y nos vamos desapegando de toda imagen o recuerdo del pasado. Poco a poco quedará la sensación –como si se tratara de un álbum de estampas-de un recuerdo con imágenes intangibles e indoloras. Imágenes que se repiten y, otras, que nos llegarán como chispazos aislados. Quedará como una experiencia de vida que nos sirva para evolucionar como personas hasta sanar física, mental y espiritualmente y nos permita estar receptivos a lo que acontece en nuestro entorno. Es poder vivir el aquí y el ahora. Entender dónde pudimos habernos equivocado, para ya no pasar por el mismo camino. 153
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Dicen que algunas personas somos como imanes. Siempre atraemos el mismo perfil. Lo que quiere decir que algo está fallando en nosotros. En el grupo de Second Chance siempre recomendé que no se debía de andar con nadie del grupo hasta que se haya sanado. Es como si en un hospital se enamoraran dos enfermos. Eso era inevitable. Pero por más que le echaran ganas y por más amor que tuvieran el uno por el otro; estaban enfermos. Si dos personas que se conocen vienen de una relación rota, es muy probable que uno de ellos o, los dos, no tenga sanada su autoestima y todo lo que conlleva levantarse de un matrimonio que fracasa. En lo personal, nunca pude evitar sentir que mi llegada a su vida fue la necesidad de sacarse a su exmarido. Este sentimiento lo compartí con ella varias veces y tristemente su respuesta era que eso ya había quedado olvidado. ¿Pero estaba sanado?
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Como dicen por ahí, “Tropezar, no es malo. Enamorarse de la piedra, sí”. Y es que será necesario pasar por varios procesos que nos permitan sacar todo el dolor al término de una relación. Entender y aceptar lo que haya sido nuestra responsabilidad, evitando a toda costa culpar a la pareja, porque equivocada o no, desenamorada o no, nosotros tuvimos en nuestras manos la posibilidad de cambiar y dar un giro a nuestra historia para ser felices. Podría poner de ejemplo a una tortuga a la que le dicen que trae cargando un gran peso encima, y la tortuga solo dice: Yo no tengo nada. No me pasa nada. Y es que no alcanza a ver la tremenda carga que tiene sobre su espalda. Como comentaba anteriormente, mi comportamiento y mis reacciones eran involuntarias. No es lo mismo decir: Mi cielo ¿qué tal te la pasaste en el café? a decir: Dime, ¿quiénes estuvieron en el café? Y pongo este ejemplo porque cuando empezamos a andar ella y yo, me dijo que fue a un café con unas 155
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amigas. Y, de pronto, ¡zas! me dice que se encontró al ex novio. Entonces es aquí donde debo creer que de todos los cafés del DF justamente el exnovio de ella fue al café donde ella iba a estar con las amigas. Detalles como estos que pueden ser casualidad, y que para otras personas son cosas irrelevantes o sin importancia, son los temas en los que necesitamos saber si estamos ayudando a la pareja o la estamos alejando. Cuando las cosas no se hablan. Cuando pasa el tiempo y no las platicamos sin enojos, ni sobresaltos, es cuando la relación está creciendo sin bases sólidas. Cuando aceptamos nuestra responsabilidad -o la parte que nos toca-dejamos de ser víctimas para convertirnos en seres que pueden transmutar cualquier dolor en aprendizaje. Es ahí cuando, poco a poco, podremos sanar y evitar las cosas que hicimos en el pasado para que si llega alguien a nuestra vida sepamos que el precio de no arreglar las cosas a tiempo, puede llegar a ser muy caro.
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En alguna ocasión, Fernando Fernández, mi maestro de Kundalini, me explicaba que una mujer le había dicho que tenía una lista con la personalidad del hombre que estaba buscando a raíz de su divorcio. Era una lista larga pero destacó que, ella, buscaba una persona con sentido del humor, simpático, guapo, detallista, sensible, atento, respetuoso y, entonces, le preguntó a mi maestro qué tenía que hacer para encontrar a un hombre así. Él le contestó: ¡Primero, conviértete en lo que estás buscando! Muchas veces deseamos encontrar una mujer con tal o cual característica, y resulta que no podemos ofrecer ni la mitad de lo que estamos buscando. Hay que convertirnos en lo que deseamos encontrar. A veces cuando terminamos lo primero que decimos es: “no quiero que me usen para tapar clavos”, cuando uno mismo estará haciendo eso con otra persona. Si terminaste con alguien no busques tapar agujeros porque irremediablemente estarás usando a esa persona y pueden acabar mal.
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El
tiempo es el mejor aliado. Y lo cierto es que cuando se ama y se entrega todo en una relación intensa, no puede haber otra forma más que agradecer a esa persona por lo que nos dio. Confundida o no. Enamorada o no. Fue algo que vivieron y sintieron los dos. Habrá que confiar en que el amor sea más fuerte y un buen día aquella persona se acuerde de quién y dónde le amaron. Quién fue la que le buscó, le esperó pacientemente y, en su caso, incluso le siguió para estar a su lado, para crecer juntos, pero ya sanados. Mi expareja aunque en el fondo quisiera entenderlo y nos concediésemos una segunda oportunidad, necesitaríamos estar sanados para poder entender que lo que, posiblemente, veía como acoso o dependencia, eran muestras de un corazón enamorado que solo pedía: Espérame…la regué, lo entiendo…no quiero perderte. Quiero amarte, pero ¡por favor, dime cómo!
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Es imposible pensar que cuando una pareja truena, las cosas se restauren por arte de magia y, aquí, dejo claro que no podemos encomendarnos ni a Dios, ni a buda, ni a Santa Rita de casia. Lo cierto es que hoy estamos viviendo tiempos difíciles. Esas personas que están ancladas largas horas en sus teléfonos o computadoras navegando en redes sociales que te llenan vacíos haciéndote sentir muy “like”. Personas que en su afán de hacer sentir a su pareja “out” le bloquean del whatsapp y piden a los amigos y los familiares que lo bloqueen a uno como si fuera miembro de una secta terrorista. Caray, ¡cuánto ego dentro que solo lastima y hiere! queriendo demostrar a quien sea que ya no amamos ni nos interesa ese “alguien” y que posiblemente, su máximo error, haya sido haberse atravesado en su camino con la esperanza de que haya sido el amor de su vida. Otros, prefieren distraerse con libros de “superación” que no creen en la pareja y, por el contrario, creo que han influido y propiciado una generación de personas 159
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insensibles a las que les han hecho creer que pueden ir solas en el trayecto de su vida, mentalizándote para que ni por error te des la oportunidad de amar en pareja o salvar tu relación respetando la individualidad de cada uno. Que piensan que una relación que tropieza no merece levantarse porque según algunos autores, va contra la autoestima. ¡Se han contaminado! Acaso ¿alguien sabe de la vida privada de Bucay, de Riso? ¿Alguien sabe de sus desamores, de las mujeres que les dejaron o a las que ellos dejaron? Lo que quiero decir con esto, es que incluso el mejor escritor de temas motivacionales ha tenido problemas con la pareja. No hay un ser humano que nazca y que durante su vida no tenga que enfrentar procesos que pueden ser dolorosos o aislados pero, que al final del día, nos provocaron una lágrima. El ser humano tiene que ser feliz. Vino para ser feliz. Pero lo cierto, es que pienso que la felicidad absoluta no existe. Uno no puede estar todo el día con cara de happy face. Puede uno tener actitud positiva ante la 160
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vida y eso solamente se logra sanando y quitando lastres. Lo mismo pasa con el amor. Uno no puede amar todo el tiempo. No puede haber la misma intensidad de amor que hay al principio de una relación, como la que lleva 10 años. Sin embargo, se saben amados o saben que aman a su pareja por lo que esa persona significa en la vida de uno. En lo personal, creo en la pareja. Estoy convencido de que el mejor estado del ser humano es cuando encuentra a esa persona que con solo mirarse saben que son el uno para el otro. No quisiera pensar que en mi caso éramos posiblemente un roto para la descocida. Y, lamentablemente, con nuestras carencias personales y las que no pudimos arreglar, pues finalmente estábamos incompletos. Por mucho amor que yo le diera al parecer nunca fue suficiente. Es como si en un costal con un pequeño agujero uno tratara de echar día a día detalles, cariños, besos, intenciones, cuidados y durante el andar todo eso quedaba regado en el suelo. Por eso es importante que desde un principio 161
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las parejas se digan con la mayor sinceridad: esto me pasa, esto me pesa y que uno vaya teniendo el tacto de dar lo mejor de sí para corregir esas carencias o posibles traumas. Hace tiempo platiqué con alguien que quise mucho en mi juventud y que en un momento de nuestras vidas coincidimos, pero decidió continuar casada y salvar su matrimonio a lo que le pregunté: ¿Eres feliz? Y su contestación me dejó helado: He aprendido a ser feliz con lo que la vida me va presentando día a día. La verdad yo no puedo juzgar esta respuesta, pero por un momento no pude evitar pensar que si esa mujer se hubiera casado conmigo hace 15 años, su respuesta posiblemente sería sí, porque yo hubiera dado lo imposible por hacerla feliz como lo estaba intentando hacer con “mi ex”. Sin embargo, apartando cualquier ego, debo entender que su respuesta fue honesta y sana. Aprendí a ser feliz con lo que la vida me fue presentando. Y ahora que lo pienso creo que muchos matrimonios y relaciones 162
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perduran porque cada día van aprendiendo, asimilando y quizás disfrutando lo que la vida les presenta. Si hay o hubo momentos malos, saben que siempre hay un día siguiente, que pueden cambiar y buscan cambiarlo. Lo hacen con el corazón. Lo hacen con actitud. Lo hacen con el alma. Muchas parejas hoy en día truenan porque además de traer cargas emocionales no superadas, estamos en una sociedad virtual en la que creemos que con un “clic” arreglamos o borramos cualquier tema o situación que nos moleste sin esforzarnos más allá de tratar de poner lo mejor de uno. Con un clic damos de alta a una persona en nuestro círculo de amigos, (FB). Con un clic borramos a una persona de nuestra vida. Ojala los problemas los pudiéramos arreglar con un clic. Lo cierto es que las cosas que realmente valen la pena, merecen más empeño y dedicación. Entiendo que cuando una de las partes dice NO, tenemos que respetar su decisión aunque estemos calcinándonos por dentro, pero no hay otra forma. Me queda claro que mi amiga ha sido 163
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feliz porque supo manejar cada situación de su matrimonio, en mi caso mi “ex” simplemente dijo: ¡Esquina, bajan, o me salgo de la fila! Conozco a esta mujer y podría asegurar que si ella fuera infeliz no continuaría ahí. Por lo que su respuesta me deja claro que quien va a estar contigo es porque aprendió a ver el lado bueno de cada cosa que se dieron. Aprendió a transmutar el coraje en un pensamiento sensato para saber qué es lo que no te gusta y decírselo a tu pareja. Aceptar que uno también tiene días malos y esos afectan, más no podemos culpar a nuestra pareja de ello. Aprendió que siempre habrá tropiezos que nos sirven para levantarnos por nosotros mismos, o para valorar cuando la mano de nuestra pareja quizás nos diga: Toma, aquí está la mía. Entonces es ahí cuando puedes voltear y entender porqué hay parejas a nuestro alrededor que son felices y, otras, que simplemente no quisieron serlo juntos o prefirieron intentarlo en soledad. Gente que posiblemente necesitaba su espacio o 164
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comprendió que quien le acompañaba no era la persona que deseaba a su lado. Es doloroso, pero eso es respetar. Se trata de respetar. En mi caso me queda la tranquilidad de que la amé con toda el alma. De que siempre intenté hacerla feliz. De que busqué estar cerca de ella para lo que necesitara y de darle la tranquilidad cuando yo notaba que ella no la tenía. Era como si me adelantara a que no tuviera la más mínima sensación de abandono o desatención. ¿Cuánta ironía, no? Pensamos que estamos haciendo bien las cosas y lo cierto es que estábamos haciendo todo lo contrario. Por un lado, me preocupaba por hacer mucho y, por el otro, no hice lo más importante: Hablar con ella para saber en qué estábamos fallando. Me queda el sabor de que fue bello. De que esta fue la historia entre un hombre enamorado y una mujer que a lo mejor pudo amarme lo suficiente pero tampoco supo cómo decirlo. Es decir, si tan solo hubiera podido saber en qué momento 165
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cambiar. En qué momento corregir el rumbo. En qué momento ponerme las pilas. Cada uno de nosotros, con nuestras vivencias e incluso a pesar de las carencias tratamos de poner lo mejor de cada uno. La vida se trata de evolucionar. De aprender. De entender de cada una de nuestras experiencias, buenas o malas. Que cada una de las lágrimas que hayamos derramado por alguien, no deben ser una pérdida de tiempo ni desgaste emocional, sino parte de ese proceso evolutivo. Cuando uno se tropieza, se levanta…se sacude y sigue su camino. Te pido perdón, por no haberlo entendido. Tuve que escribir este libro para darme cuenta de mis errores al tiempo que, espero, otros eviten cometer el mismo error perdiendo al amor de su vida. Fuimos un roto para un descocido. Pero en mi calidad de hombre enamorado, hubiera dado lo que estuviera de mi parte para haberte hecho feliz. Cambiar mis arranques por besos y abrazos. Aprender tu lenguaje. En fin. Cuidar las formas y los modos.
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Alguien me preguntaba de qué manera la había amado y sin dudar le dije: La amé más que a mi propia vida. La amé de todas las formas y maneras posibles. Entonces me cuestionó: ¿La amaste para ti, o la amaste para ella? Ah a caray. Me dejó con la duda así que le pedí que me explicara ya que – según yo- la había amado de todas las formas posibles. Entonces me dijo: normalmente uno ama a la pareja para uno mismo. Pero ahí estriba la gran diferencia de la forma en la que amamos a los hijos. Los amamos para nosotros, pero los amamos para ellos también. Es decir, no hay un día que deseamos que les vaya bien en la vida. Que sean felices. Que sean seres de éxito. Que se realicen. Es decir, en el amor que sentimos por los hijos va implícito el amor por ellos también. Respetarlos. Reconocer su autonomía. Reconocer cada uno de sus esfuerzos. Entonces es ahí cuando al crecer ellos y dejarnos, no caemos en depresiones de abandono, sino que somos felices porque ellos se están realizando. Es un desapego natural de la vida. Lo mismo debería pasar 167
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con nuestra pareja. Amarle para que sea exitosa. Para que se realice. Para que sienta que estamos a su lado pero sin asfixiarle o sin coartarle toda intención de alcanzar su realización personal. Cuando amamos a alguien, muchas veces no sabemos diferenciar si la amamos por lo que significa para nosotros o la amamos porque deseamos que esa persona sea una persona que se realice día con día. (De lo contrario luego salen las frustraciones de que nunca me apoyaste) o la típica de amarme no fue suficiente; tenías que demostrarlo. El ejemplo que pongo de los hijos es un ejemplo claro de cuando amamos o deberíamos amar sin condiciones y de una manera absoluta. A pesar de no haber podido explicarlo mejor, siento que a Itziar la amé para ella y mi error fue que no pude hacérselo sentir. Y me atrevo a decirlo porque finalmente siempre busqué que ella avanzara. Que se sintiera apoyada, protegida. Así es como siento que la amé. 168
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Elizabeth Kobler decía: Las personas más bellas que hemos conocido son aquellos que han conocido la derrota, el sufrimiento, la lucha, la pérdida y han encontrado su manera de salir de las profundidades. Estas personas tienen una gratitud, sensibilidad y comprensión de la vida que los llena de compasión, dulzura y una preocupación amorosa. Las personas bellas no aparecen en nuestra vida por casualidad. Lo importante es que con todas estas experiencias de vida, tengas la sensatez de entender cuál es tu camino a seguir. Seguir viviendo y tratar de encontrar la felicidad en ti, para que cuando aparezca a quien consideres realmente el amor de tu vida y, este, también te reconozca, puedan amarse plenamente. Sean felices. El autor alfonsoramos.b@gmail.com
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QUIERO AMARTE pero, ¡por favor, dime cómo! Alfonso Ramos Barclay NOTA DEL AUTOR La versión original de lo que ahora es este libro, jamás pretendió serlo ya que inicialmente sería una carta para ella. La primera versión se la entregué a mi ex con fotos y anotaciones personales. En esta versión -para lectura privada- al principio expongo no entender los motivos de la ruptura y conforme pasa el tiempo y analizo las cosas, me doy cuenta de las posibles causas aceptando y reconociendo lo que posiblemente haya sido mi responsabilidad. Por eso es que pudiera darse la impresión que entre un capítulo y el otro pudiera haber alguna inconsistencia la cual en ningún momento fue intencional.
Sabíamos que no sería fácil… era tomarnos de la mano y enfrentar juntos cualquier adversidad. Cuando maduremos, y si aún estamos solos, me encantaría platicar contigo. Estaré en los columpios.
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