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Un nuevo naufragio de nuestra humanidad
Pilar Muruve, responsable Dpto. Migraciones (Cáritas Sevilla)
Asistimos nuevamente a una tragedia en el Mediterráneo que nos deja el corazón sobrecogido. Más de 60 personas pierden la vida en la mayor fosa del mundo.
Pero, ¿podemos llamarlo “tragedia”? ¿Depende sólo de una suerte de infortunios? ¿Fue la mala mar o la mala calidad de la embarcación, o la insensatez de 200 personas que a la desesperada huyen de un destino fatal? ¿Será por los traficantes, que, sin escrúpulos, lanzan al mar una vieja barca para que haga 1200 kilómetros? ¿Podemos llamar tragedia a los efectos de una política migratoria que mata a personas, que militariza sus fronteras, criminaliza a quienes intentan los rescates, y que, incluso omite su deber de socorro?
Aún resuena la expresión del Papa Francisco en Lampedusa: “Vergüenza”. En numerosas ocasiones el Papa ha denunciado la complicidad de las políticas migratorias, y nos ha apelado, como cristianos y ciudadanos, a la hospitalidad frente a la hostilidad, a la acogida frente al miedo y al rechazo.
No basta con compadecernos, con sentir vergüenza, indignación, tristeza, no somos meros espectadores. Se trata de hacer nuestro el mandato evangélico de la acogida, de la hospitalidad, y traducirlo en gestos concretos, cotidianos, con aquellos hermanos migrantes que ya viven entre nosotros. Hemos de combatir la “cultura de los muros” (FT, 27), con la “cultura del encuentro”. Y poner en el centro de las políticas a las personas, las más vulnerables. Porque en cada naufragio, naufraga nuestra humanidad.