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Editorial: La Sustentabilidad
Michel H. Thibaud Director de Argentina Ambiental La Sustentabilidad
Un término que actualmente es conocido por casi toda la humanidad, pero seguramente no todos lo comprenden en su significado más ámplio. Algunos se referirán a los conceptos ambientales –posiblemente la mayoría–, otros pensarán en términos económicos, sobre todo aquellos vinculados a las cuentas nacionales; y finalmente los más entendidos tendrán un concepto integrador.
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Este término viene siendo apropiado desde hace poco tiempo en el díalogo entre empresarios y gobiernos, sobre todo después del Acuerdo de París con referencia al Cambio Climático. Antes de esa fecha sólo lo
incluian en sus conversaciones públicas los científicos y las ONG’s, salvo honrosas excepciones.
La humanidad, desde sus orígenes tribales, ha considerado que la Naturaleza era una fuente inagotable de recursos donde proveerse para la subsistencia. Así, a través de los siglos, se fué avanzando sobre los ecosistemas con un modelo principalmente extractivo, sin preveer los ciclos naturales de reposición de los mismos. Un icono de desarrollo se ilustraba con
chimeneas echando humo negro. Esa imagen actualmente se encuentra en la historia ya que las empresas cuidan sobremanera no emitir gases contaminantes colocando grandes flitros, a fin de purificarlos.
Pero hace ya unos treinta años, más concretamente en 1987, en la llamada Comisión Brundland –bautizada así por la primera ministra noruega Gro Harlem Brundland– se preparó para las Naciones Unidas un informe denominado “Nuestro Futuro Común” donde se compara el desarrollo económico con la sostenibilidad ambiental. Su
propósito fue analizar, cuestionar y redefinir las políticas de desarrollo mundiales. Allí se utiliza por primera vez el término “desarrollo sostenible” definiéndolo como “satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”.
A partir de aquel informe se gestó la primera reunión mundial sobre el Medio Ambiente denominada
ECO92, la cual tuvo lugar en Río de Janeiro, donde se reunieron más de 100 Jefes de Estados y miles de ejecutivos de grandes empresas y representantes de gobiernos y ONG’s. Este fue el puntapié inicial para una continuación de reuniones mundiales que resultaron lideradas por las que se ocuparon del Cambio Climático ya que afectaba a toda la humanidad por igual. Entre las más importantes surgió la Convención de Cambio Climático llevada a cabo en la ciudad de Kyoto, Japón, en el año 1997, dando lugar al Protocolo de su mismo nombre. Más recientemente tuvo lugar la Convención de Cambio Climático de París, en el año 2015, donde se adoptaron compromisos estrictos para bajar las emisiones de gases efecto invernadero. Lamentablemente dichos compromisos no fueron cumplidos con la intensidad necesaria, llegándose a la Convención de Glasgow, en noviembre de este año, donde hubo una actualización y redefinición de compromisos por parte de los paises asistentes. Como vemos la sustentabilidad viene muy atada al Cambio Climático dado que resulta indispensable reducir sustancialmente la temperatura de nuestro planeta para evitar serios colapsos ambientales que, según los expertos, pueden romper el equilibrio ecológico que permite la vida en la tierra según la conocemos.
Forestación de pinos en la Patagonia: Foto Michel H. Thibaud
Es en este contexto que las empresas, tanto privadas como públicas, han comenzado a incluir en sus políticas de desarrollo conceptos de sustentabilidad. Hasta hace unos años esto era impensable ya que el medio ambiente no era tenido en cuenta dentro de las ecuaciones económicas. Hoy en día no hay directorio empresario que se precie que no cuente con un responsable de sustentabilidad, en cualquiera de sus denominaciones.
Por otra parte se están implementando políticas en el comericio, interno y externo, que generan normativas para respetar el medio ambiente. Esto exige que se coloquen etiquetados especiales, se haga la trazabilidad de los productos, etc. Así se piensa que la Naturaleza ya no es más un lugar para extraer recursos sino que es parte del sistema y por lo tando debe ser cuidada en toda su magnitud.
El cambio de conductas de los principales industriales mundiales se está comenzando a apreciar, posiblemente en forma más lenta de lo que la Naturaleza necesita. La aparición de autos eléctridos y de políticas de movilidad en las grandes ciudades es una muestra de lo que se está haciendo al respecto. Por otra parte el cambio de la matriz energética mundial, reduciendo el uso de los combustibles fósiles y pasando a la generación de energías limpias como la eólica, la solar y la hidroeléctrica. Además las investigaciones que avanzan a pasos agigantados para desarrollar energía en base al hidrógeno, uno de los elementos más abundantes en el universo. Pero no debemos descartar la biomasa (la leña, o la quema de vegetales renovables), un recurso que se ha utilizado desde tiempos inmemoriales y aún sigue teniendo vigencia para gran parte de la población humana.
Como dato curioso podemos mencionar la aparición de una recuperación de la Naturaleza durante el confinamiento ocurrido a consecuencia del COVID
19. Si bien han sido curiosidades de esta particular situación se ha tomado conciencia que la Naturaleza existe y que los seres humanos la estamos haciendo retroceder más allá de los límites razonables. No es el
caso de comentar esta “vuelta” de los animales a sus
Molinos eólicos en un campo de trigo: Foto Michel H. Thibaud
lugares de origen, ahora ocupados por los humanos, ya que ha sido documentada en múltiples medios de comunicación mundiales y locales.
Por todo lo expuesto hemos considerado necesario
Ñandues en un rastrojo en Estancia El Potrero. Foto Michel H. Thibaud
realizar consultas a varios ejecutivos de empresas y algún influyente de las redes sociales para conocer cuáles son sus oponiones sobre la sustentabilidad y por qué adoptaron este criterio en la dirección de sus empresas. Las respuestas las hemos publicado en este número dedicado a la sustentabilidad de nuestra
Revista Digital Argentina Ambiental a fin que sean conocidas por todos.
Es evidente que está habiendo un cambio de conductas en la población en general, y más puntualmente en el sector empresario. A nivel gubernamental la cosa es más difusa ya que no todos los paises tienen políticas similares o equivalentes. Por ejemplo en nuestro país, la Argentina, desde el gobierno hay mucha declamación pero pocas acciones. Quienes han accedido a cargos electivos están más preocupados por conseguir votos que en cuidar el ambiente. Así lo han demostrado en la última campaña electoral donde las propuestas ambientales “brillaron por su ausencia”: Finalmente un punto no menor que debiera ser rápidamente modificado es hacer un cambio sustancial
en el Sistema de Cuentas Nacionales. Esto es trascendente ya que un país puede estar generando altos niveles de crecimiento en simultáneo con la destrucción de sus bosques, la contaminación de sus ríos y el agotamiento de sus suelos. Esto sucede porque la Naturaleza tiene valor, pero no tiene “precio”. Cuando se destruye un ecosistema, se tala un bosque nativo, se contamina un río o se matan animales silvestres, al no estar valuados no se contabilizan y lo que es peor, dicha destrucción es ignorada.
Esperemos que en un futuro próximo la Naturaleza sea valorada en toda su magnitud, no en beneficio de ella solamente, sino por una cuestión de egoismo de la humanidad: “para que los hombres y mujeres de este mundo tengamos la posibilidad de sobrevivir”.