Una ciudad dentro de la ciudad Red Bull Music Academy Matrioska arquitectónica El antiguo matadero municipal de Madrid se está transformando en un nuevo centro para la creación contemporánea. El recinto, formado por varias naves industriales, se convierte en campo de experimentación de la nueva arquitectura, preservando la envolvente de las mismas. Las intervenciones mantienen expresamente todas las huellas del pasado para reforzar el carácter experimental de las nuevas instituciones que alojan. Emplazado en uno de los enclaves más significativos de la arquitectura industrial madrileña de comienzos del siglo XX, se proyecta como el mayor centro para la creación contemporánea de Madrid.
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María Langarita y Víctor Navarro intervienen en la Nave de la Música redactando en un tiempo record el proyecto para albergar la Red Bull Music Academy. Su trabajo se enmarca dentro de la plataforma Freshmadrid, iniciada en 2006, que recoge el trabajo de arquitectos emergentes formados en la España de los años noventa en diferentes escuelas de arquitectura, compartiendo nuevas herramientas proyectuales, compromisos, ideales y premisas. La intervención es un proyecto que comparte la lógica de una matrioska, no solo en el sentido físico más literal, en el que un cuerpo queda incorporado dentro de otro, sino también en un sentido temporal. La academia se construye dentro de la nave
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Madrid
junio - julio 2012
Diseñada en menos de un mes y construida en tan solo nueve semanas, la Red Bull Music Academy transforma parte del antiguo matadero de la ciudad de Madrid en un centro experimental de producción y difusión de música contemporánea
Diseño
Langarita-Navarro Arquitectos Texto
Ariadna Cantis Fotos
Luis Díaz Díaz, Miguel de Guzmán
• La Red Bull Music Academy se plantea como una trama urbana. Subdividida en cuatro zonas (oficinas, talleres, estudios de grabación y un auditorio que incluye un lounge y una pequeña estación de radio) alberga las distintas funciones del complejo en volúmenes independientes
existente, alojando el programa de forma fragmentada, dando lugar a una pequeña ciudad de cuidado paisaje. La Red Bull Music Academy es un evento musical anual y nómada. La sede original para organizarlo en 2012 era Tokio, pero tras el terremoto y el tsunami que golpearon a Japón en marzo de 2011, la ciudad de Madrid tomó el relevo, teniendo que realizar el proyecto en condiciones temporales de emergencia. Con la academia se inicia la programación de la Nave de la Música, dedicada específicamente a la creación e investigación sonora. A partir de la instalación creada, y dado su carácter experimental, lo construido se plantea como una estructura
temporal basada en criterios de adaptabilidad y reversibilidad. La propuesta se desarrolló bajo cinco criterios de acción: plazos y economía, respeto al edificio existente, programa, acústica y temporalidad. El diseño atiende de forma específica a unos plazos y presupuesto muy ajustados. La obra se edificó en menos de dos meses, a partir de soluciones de construcción ligera a base de paneles de contrachapado de madera en color natural, buscando un equilibrio entre estandarización y adaptabilidad. Todas las piezas están elevadas del suelo mediante una plataforma metálica por donde pasan las instalaciones.
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Red Bull Music Academy
Madrid, ES
La nave 15 del Matadero Madrid es un espacio diáfano de unos 4,700 m2, abierto al exterior, de estructura metálica y fachada de ladrillo. La propuesta toma como criterio no actuar sobre la nave, dejándola tal y como estaba previamente a la intervención. La organización del programa determinaba una configuración específica agrupada en cuatro partes: zona de oficinas, estudios para músicos, estudio de grabación y una zona de conferencias, radio y lounge, unidos por plazas y zonas ajardinadas realizadas en colaboración con el artista Jerónimo Hagerman. Los condicionantes acústicos determinaron tanto las geometrías como la elección de materiales y soluciones constructivas. Cada una de las áreas, en función de su uso, adquirieron lógicas que permitieron resolver las necesidades acústicas de forma específica: soluciones heterogéneas como son los muros masivos en los estudios de grabación construidos con sacos de tierra vegetal armada con malla metálica, las superficies absorbentes de las cúpulas textiles en la sala de conferencia o la independencia estructural y geometría no paralela de los pabellones. Foto Miguel de Guzmán
— Los arquitectos utilizaron como referencia cromática el trabajo pictórico de David Hockney y Francis Bacon, generando una estética próxima a los interiores del cine de Almodóvar — El proyecto se despliega en el interior de la nave como una estructura urbana disgregada, formada por módulos independientes, en la que –a través de la relación variable entre proximidad e independencia, preexistencia y actuación– se pudieran ofrecer escenarios imprevistos para la comunidad que lo habite. Una auténtica ciudad dentro de la ciudad, con calles y plazas, creando espacios de relación que fomentan la interacción entre los ocupantes, condición fundamental y premisa del proyecto. En los interiores, la importancia del color –basada en la imposición por parte de la Academia de que todos los espacios debían ser diferentes–, utiliza como referencia cromática el trabajo pictórico de David Hockney y Francis Bacon, generando una estética próxima a los interiores del cine de Almodóvar, la gráfica de Juan Gatti o los trajes de la diseñadora de moda Sibylla. Para las cúpulas interiores se disponen textiles de algodón de rayas de intensos colores enmarcados en enrejados de estructura de pletina metálica similares a los toldos de los balcones madrileños. El resultado es un trabajo con un nivel de exigencia técnica altísimo, excitante y sensible, donde la gestión de los tiempos se sobrepuso a la toma de decisiones de forma inteligente y creativa. — ariadna cantis (@aricantis) Curadora y crítica
Foto Miguel de Guzmán
Cortesía Langarita & Navarro
Cortesía Langarita & Navarro
• De arriba a abajo: Las oficinas y talleres de madera laminada evocan las casitas arquetípicas; la textura de la piel exterior del
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estudio de grabación, que se construyó con sacos de tierra; el proceso de obra a la séptima y octava semanas de construcción.
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Madrid, ES
Red Bull Music Academy
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B
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n 1 dibujos
créditos Arquitectos Langarita-Navarro Arquitectos, María Langarita and Víctor Navarro
Arquitectos, Javier Reñones
Colaborador Juan Palencia
Ingeniería mecánica Úrculo Ingenieros
Ingeniería estructural Mecanismo SL
Estructuras Cuatro y Medio, Arquiges
Supervisión de obra Langarita-Navarro
Constructora VIAS
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Jardines Jerónimo Hagerman
1 Planta de conjunto a Oficinas b Talleres c Auditorio d Lounge e Estudio de grabación
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2 Sección longitudinal 0 3 Sección del lounge
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1m
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Detalles constructivos del lounge a Perfil tubular de acero b Cubierta de tablaroca c Aislante térmico d Tablaroca e Cubierta textil f Alambre de acero g Policarbonato h Estructura metálica i Vidrio l Marco de acero m Madera laminada
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10 cm
ficha Área total construida 4,750 m2 Coste € 1,293,590 Proyecto 06/2011 Obra 08/2011—10/2011
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Red Bull Music Academy
Madrid, ES
El jardín expandido Una conversación con Jerónimo Hagerman
Bajo una antigua nave industrial del Matadero Madrid, las casitas de triplay de la Red Bull Music Academy (RBMA) se conectan a través de una red de senderos de tierra batida rematados de verde. Por debajo de las plataformas brotan pequeños arbustos y árboles, mientras manchones de bambús y aralias japonesas le dan al conjunto un respiro y una frescura que se agradece bajo el ingrato y extremo clima madrileño. Junto con la nave industrial y las estructuras temporales, los jardines son el tercer elemento clave que articula este espacio, suavizando la dureza de la nave y el entorno, complementando a la vez la honesta sencillez de los materiales. Estos jardines fueron diseñados por Jerónimo Hagerman, artista y paisajista mexicano —o “jardinero expandido”, como alguien lo describió alguna vez — que es colaborador frecuente de María Langarita y Víctor Navarro. Como en todos sus trabajos, en la RBMA Hagerman busca establecer nuevas relaciones entre arquitectura, infraestructura, cultura y paisaje. Hacer de este espacio un auténtico vivero creativo. “Para mí lo más importante es entender cómo se relacionan las plantas o el exterior con las actividades humanas: le doy igual peso a ambas cosas. No me gusta definirme como ecologista, hoy 58
en día se dice muy fácil eso. Mi discurso no busca un mensaje masivo ni moral, busco una experiencia personal y sentimental. Me interesa la relación entre lo humano y lo no humano: entender al hombre como parte de la naturaleza y lo complejo que es esto.” Hagerman había colaborado antes con Langarita-Navarro, también en Matadero en su intervención “Archipiélago”, una serie de jardineras hexagonales de distintos tamaños equipadas con ruedas y en Depósito de Especies, un proyecto de los arquitectos para rehabilitar el antiguo depósito de agua del Matadero conservando las especies vegetales silvestres que crecieron en la nave durante su abandono. Esta experiencia previa de trabajo en equipo fue en el desarrollo de la RBMA: había sólo tres meses para diseñar y construirlo. “Ellos ya tenían planteados estos módulos a manera de una pequeña ciudad, y todo tenía que estar rodeado por jardines. La rigidez de la nave industrial de Matadero contrasta con lo alegre y relajada que es la arquitectura de la RBMA, y los jardines ayudan en ese sentido. En el Matadero originalmente no había ni un rincón verde. Queríamos generar una conciencia del exterior mucho más grande. Formulamos tres propuestas: la primera en base a una serie de cables con enredaderas —quería que tuviera un elemento vertical que hiciera de filtro entre las casitas, la gente, y la nave— también otra idea era un bosque de bambús, un guiño para evocar la idea de Japón, que era la
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El camino que conduce al estudio de grabación, el auditorio y el lounge.
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Photo Miguel de Guzman
Photo Miguel de Guzman
Foto Luis Díaz Díaz
Foto Luis Díaz Díaz
• Todos los volúmenes flotan sobre una estructura metálica, dejando a la vista el cableado y los sistemas de ventilación.
sede original de la RBMA antes del terremoto y el tsunami, hacer una conexión entre lo que originalmente se planeó y lo que terminaría siendo; y la idea de Víctor, que había visitado recientemente la sierra de Madrid y quería reflejar ese campo duro y agreste. "Terminó siendo una combinación de las tres: junto con Víctor y María decidimos que tenía que ser un jardín muy rico, que reflejara los diferentes ambientes del proyecto. Así, las enredaderas cubren los estudios de grabación, combinamos los álamos (que son los árboles típicos de la sierra) con los bambús. Armamos una mezcla extraña, con muchos tipos de formas y colores. Víctor me había enviado el cuadro de la jungla de Rousseau para expresar esta idea de algo denso y variado —una broma constante fue buscar como incluir en el jarín al león del cuadro— y en base a eso seleccionamos la paleta de plantas, con ayuda de Jorge Basarrate, que nos asesoró respecto a las especies más adecuadas y que podían sobrevivir mejor en el clima extremoso de Madrid.” Los jardines de la RBMA no son un elemento decorativo, sino que desde el principio se entendieron como parte fundamental del programa, un elemento activo. Aquí los jardines hacen crecer al proyecto en una dimensión en que no podría crecer en sala. “Insistí mucho en que el jardín fuera algo donde pudieras adentrarte, no un simple adorno. Siempre ha sido un reto que un proyecto —sobre todo un encargo institucional— asuma el
exterior y el jardín como parte clave de su espacio, programa o acervo. No es lo mismo cuidar un jardín que cuidar una foto, una escultura o un documento, o mostrar una obra de teatro. Esto requiere una labor de sensibilización: hay que estar atentos día a día, mantener, regar, podar. Pero también gana mucho una institución que invierte en un espacio exterior vivo, que sea parte de la experiencia del lugar. Los jardines suavizan los límites entre la institución y su público, invitan. Le quitan algo de amenazante y formal a la cultura, ayudan a entenderla de otra forma y a acercarse a ella con otra actitud.” En cuanto a la forma en que se generan y reciben estos proyectos en España y México, Hagerman considera que la diferencia fundamental la marca la cultura de los espacios públicos. “Creo que en España el espacio público se ve como un derecho ciudadano. En México esto no funciona así, y la gente por lo general es más agradecida cuando logra ‘conquistar’ estos espacios. En España hay conciencia y se asume como algo necesario, no es que no lo agradezcan, pero es más fácil ganar estos espacios allá. En España, además, y sobre todo en Madrid, la gente está afuera en la calle todo el tiempo. En México tenemos mucho trabajo por hacer en este sentido.” — Jerónimo Hagerman Artista y paisajista
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