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Trajes a medida para una esquizofrenia pasada de moda 09/12/2020 | Elena Martínez, Ariana Grau
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iquel Bernardo es Catedrático de Psiquiatría de la Universitat de Barcelona. Con más de 300 artículos en revistas científicas, desarrolla su tarea asistencial en el Hospital Clínic de Barcelona, como Consultor Senior del Servicio de Psiquiatría y es fundador de la Unidad de Esquizofrenia Clínic.
Igual que hace unos años se hablaba del retraso mental como una enfermedad, hoy sabemos que es una discapacidad funcional consecuencia de muchas posibles enfermedades que llevan a ello. Probablemente con la esquizofrenia sucede lo mismo. Es una discapacidad que se traduce en una pérdida de competencias para manejar e integrar la información que llega desde el exterior e interior, desde la propia persona, y que hace que uno se sitúe respecto al mundo externo e interno. Esta disgregación se produce como consecuencia de elementos diversos que pueden empezar en la vida prenatal. Sabemos que en la vida intrauterina, dentro del útero materno, hay elementos maternos que pueden ser tóxicos para el desarrollo del sistema nervioso central y que pueden marcar vulnerabilidad. Aquí estarían, desde el consumo de tóxicos de una madre o una mujer embarazada, hasta las infecciones en las que los virus pasan la barrera placentaria y afectan al feto en momentos críticos del desarrollo.
Miquel Bernardo, catedrático de Psiquiatría de la Universitat de Barcelona.
P: En la Conferencia - Jornada Nacional de Medicina de la Adicción en 2016 usted mencionó que la esquizofrenia es como un puzzle. ¿Cuál cree que es la pieza principal que no encaja hoy en día? R: En este complejo puzzle lo que no acaba de encajar es que, sabemos que hay determinantes, pero no sabemos cuál es el peso específico de cada uno de ellos. También sabemos que, probablemente, el modelo que utilizamos de esquizofrenia actualmente se deberá revisar en un futuro porque seguramente no es una única enfermedad sino varias que agrupamos dentro de este epígrafe.
Luego hay muchos otros elementos como complicaciones obstétricas en el parto, complicaciones en los primeros meses de la vida perinatal, situaciones de trauma o abuso en la infancia… hasta la adolescencia donde el consumo de tóxicos facilita ese conjunto de factores ambientales que repercuten sobre una vulnerabilidad determinada genéticamente o perinatalmente. ¿Cómo encajar todos estos elementos? Ese es el gran reto en la actualidad. Para poder encajar el puzzle necesitamos identificar biomarcadores que nos permitan caracterizar el peso específico de cada uno de estos elementos que constituyen factores de riesgo o factores de protección. Si identificamos bien estas piezas del puzzle podríamos desarrollar estrategias de prevención,
Captura vídeo de Youtube - por Medicina de la Adicción. Esquizofrenia Dual. Dr. Miguel Bernardo. Programa de Esquizofrènia Clínic. Conferencia mayo 2016.
actuando y desarrollando factores de protección. Hoy sabemos, por ejemplo, que los hijos de personas que tienen diagnóstico de esquizofrenia tienen un riesgo incrementado. Esto hace que estos niños sean considerados de high risk (estados mentales de alto riesgo) y que se puedan poner en marcha estrategias de refuerzo, preventivas, psicológicas y de protección. No solo tratamientos farmacológicos, sino también aquellos que puedan desarrollar este tipo de estrategias preventivas. P: En base a las conclusiones del artículo Eficacia, eficiencia y efectividad en el tratamiento multidimensional de la esquizofrenia: proyecto Rethinking donde se manifestaron ciertas carencias en la atención médica recibida, ¿qué cambios se han producido desde entonces para mejorar el nivel de vida de los pacientes con esquizofrenia? R: Sabemos que con los dispositivos actuales, recursos que actualmente disponen los profesionales de la salud mental (médicos, psicólogos, enfermeros…), siguen habiendo necesidades no cubiertas en la atención de estas personas. Como sabes, ha habido un cambio conceptual en la última década muy importante. Antes se hablaba de los esquizofrénicos, después pasó a hablarse de zonas con esquizofrenia y, hoy en día, el enfoque va en esta línea.
esta persona.
La esquizofrenia es una condición asociada, pero no la que define la enfermedad. La persona que la sufre, igual que con otros defectos físicos y discapacidades, puede hacer una vida plenamente normal, con una calidad de vida buena y sin hándicaps en el proyecto personal. Por ejemplo, con una miopía grave se puede hacer una vida plenamente normal, solo es necesario hacer una corrección en la miopía (cirugía, lentillas…) para que la agudeza visual permita el desarrollo de
En la esquizofrenia lo importante es la capacidad funcional más allá de la enfermedad. De lo que se trata es de que existan recursos que permitan que una persona no esté interferida en su proyecto personal por los síntomas. Lo ideal es que los síntomas disminuyan, desaparezcan o se puedan controlar, pero al mismo tiempo es fundamental que exista una funcionalidad adecuada en estas personas. En este sentido la investigación en esquizofrenia ha avanzado mucho en estos momentos y de lo que se trata es de incorporar a las rutinas existenciales, las prácticas clínicas. Por ejemplo, es necesaria la intervención más temprana posible. Además, el tratamiento debe ser integral, debe tener en cuenta elementos de riesgo, pero también protectores (factor farmacológico, psicológico y de apoyo social). Deben facilitar el proyecto personal de cada persona, adaptándolo y desarrollando una atención personalizada, haciendo un traje a medida para cada paciente. No se trata de que los pacientes encajen en proyectos rígidos, sino que se puedan adaptar a las necesidades de cada uno ya que son muy variadas. La esquizofrenia es muy distinta según la persona que lo sufre. Decían los clásicos de la medicina que no existen enfermedades, sino enfermos. Pues, en una enfermedad que afecta tan especialmente a la forma de ser, a la personalidad,
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la expresión de la enfermedad es muy distinta. Hay que tener en cuenta que las necesidades son muy diferentes de unas personas a otras. No son las mismas necesidades en la etapa de début de la enfermedad que en una persona que lleve años. En el hombre y en la mujer hay que hacer un traje a medida, personalizar e individualizar el tratamiento. La investigación en este sentido está permitiendo que haya cada vez más una medicina y una psiquiatría de medición individualizada al máximo. La identificación de que hay necesidades no cubiertas, ese fue el primer paso adelante. Que los tratamientos debían ser integrados. Los mejores resultados, el mejor pronóstico, lo tiene aquella persona que aun teniendo la enfermedad, ha podido empezar la intervención de una forma más precoz. La intervención ha de incluir elementos médicos farmacológicos, psicológicos y de apoyo social que permita la recuperación e intervención de una persona con esquizofrenia. P:¿Cuánto tiempo puede estar un paciente tomando antipsicóticos y en qué momento resulta contraproducente? R: Hoy en día los antipsicóticos son mejor tolerados que hace 50-60 años. Los primeros antipsicóticos se descubrieron en la década de los 50, más concretamente la clorpromazina, y se empezó a aplicar en 1954. Han pasado más de 60 años de investigación muy intensa, mejorando e intentando encontrar antipsicóticos que tuvieran una respuesta más adecuada desde el punto de vista de eficacia, tolerancia, asequibilidad y con menos efectos adversos. En la actualidad se ha avanzado notablemente. Los fármacos se toleran mejor y mantienen un nivel de eficacia similar, que ya era alta en los primeros. Se ha mejorado la eficacia gracias a que, al ser mejor tolerados, se consigue que los pacientes se adhieran mejor a los tratamientos y eso hace que haya mejores resultados en la continuidad del mismo. Pero los antipsicóticos siguen siendo eso, antipsicóticos, no antiesquizofrénicos. No eliminan la
enfermedad, sino que permiten la mejoría de los síntomas y motivan una mayor capacidad de recuperación utilizándolos junto con otras estrategias de apoyo social, rehabilitación y psicoterapia. No obstante, va a depender mucho de cada paciente. En general, la tendencia actual es que los antipsicóticos deben mantenerse durante tiempos prolongados. Primero, para lograr la recuperación, y después para evitar las recaídas, el gran hándicap de la enfermedad. Gran parte de los pacientes, en un primer episodio psicótico, se recuperan de una forma satisfactoria. Desafortunadamente, a los cinco años, la mayor parte de ellos también han sufrido un segundo episodio psicótico. El índice de recaídas está asociado al abandono precoz del tratamiento. Hoy la tendencia es mantener el tratamiento a las mínimas dosis posibles para minimizar los efectos secundarios pero intentado, por otra parte, maximizar la eficacia terapéutica. Los antipsicóticos de per se no son tóxicos a largo plazo si se consigue administrar, de forma individualizada, la mejor dosis para cada paciente. En algunos pacientes el tratamiento puede ser de por vida siempre que no interfiera en su funcionalidad.
P: En 2016 ya apuntaba la necesidad de cambiar el nombre de esta enfermedad. ¿En qué punto está el debate hoy? ¿Cuál sería un buen sustitutivo? Iconos diseñados por R: Es un debate abierto que todavía no se ha resuelto porque no hay un consenso internacional al respecto. Aun así, hay algunas sociedades científicas en Oriente (Japón, Corea) que han hecho cambios desde el punto de vista administrativo y han acuñado un término complejo que cataloga la enfermedad como un trastorno de la integración. En el resto del mundo se emplean clasificado-
res internacionales por consenso que catalogan las enfermedades. Todavía el consenso internacional emplea el término “esquizofrenia”. La alternativa debería ser un término que haga referencia al sustrato de la enfermedad, probablemente neurobiológico. Robin Murray, un psiquiatra de Londres, ha propuesto que el nombre fuera “dopamine dysfunction disorder”, un trastorno disfuncional de la dopamina. Pero esa propuesta, que tendría la ventaja de que sería no estigmatizante (hablar de una característica neurobiológica), no es específica. Hay muchas otras enfermedades que producen trastorno de la dopamina. Entonces no hay consenso. Hay otros autores como Jim Van Os, un psiquiatra holandés muy brillante, que propone que se utilice el término “trastorno aberrante de la saliencia”. La saliencia es una especie de amplificación sensorial. Por ejemplo, como cuando antes teníamos que sintonizar manualmente una radio y no se sintonizaba bien la emisora. Por lo tanto, se trataría de una sintonización inadecuada con una amplificación sensorial que produciría síntomas positivos porque no existiría una sintonía adecuada, sino una amplificación de la percepción. Debate abierto, probablemente en un futuro inmediato, en 10 o 12 años habrá una alternativa.
P: Teniendo en cuenta las condiciones sanitarias actuales. ¿Cómo afecta la crisis del covid-19 a los pacientes con esquizofrenia? tanto directa r <a href - Flaticon (contagio) como indirectamente (saturación de los hospitales, nueva normalidad -mascarillas-). R: La situación de la pandemia está repercutiendo de forma negativa a la atención de todos los enfermos que tienen una patología compleja o de larga duración. El sistema sanitario ha rozado el colapso y ha tenido que desviar sus prioridades en la pandemia. Eso está haciendo que no se priorice en enfermos tan complejos como es el
caso de las personas que tienen esquizofrenia. Se está tendiendo a la telemedicina. Si bien tiene muchas ventajas, hay muchos inconvenientes al no ser presenciales, cosa que repercute en la calidad asistencial. En este tipo de personas es muy importante el face to face. Siempre hay un elemento más de sintonía y calidez en las entrevistas personales. Entonces, la asistencia en este sentido se está viendo dificultada. Muchas de las visitas son no presenciales. Se están alargando las visitas porque muchos pacientes con esquizofrenia o trastorno mental también tienen coronavirus. Se priorizan estas personas porque el riesgo vital es mayor. Por lo tanto, se está produciendo una merma de la calidad asistencial en toda la asistencia psiquiátrica. Por otro, está aumentado la demanda de asistencia psiquiátrica porque hay más depresión, ansiedad, estrés postraumático y, por lo tanto, los mismos profesionales están teniendo que atender más demanda y eso repercute en una peor calidad de la atención. La pandemia está repercutiendo muy negativamente en la salud mental. Por ejemplo, ya hay datos sobre el aumento de las tasas de suicidio a nivel global y también, concretamente, en la población con diagnóstico con esquizofrenia, que es una población vulnerable. Las personas con esquizofrenia son personas de riesgo. Tienen una vida más sedentaria, tienen más déficit inmunológico, son más fumadoras que la población en general… y eso hace que tengan más propensión a tener problemas respiratorios. También tienen más tendencia al incremento de peso y al síndrome metabólico, lo que conlleva mayor riesgo cardiovascular. Tienen una expectativa de vida disminuida por tener esquizofrenia. P: ¿Qué podemos hacer nosotros como ciudadanos para ayudar a mejorar la vida de los pacientes de esquizofrenia? R: Teniendo en cuenta que la salud mental debería ser una prioridad para la sociedad. La salud en
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general es una prioridad y, desafortunadamente, desde el ámbito político no siempre se considera así. En España la atención sanitaria está muy por debajo de la media europea. La cantidad del Producto Interior Bruto (PIB) que se dedica a sanidad, a la salud y la investigación es inferior a la media europea. Esa es la primera cuestión, exigir como ciudadanos que se dedique más atención a la salud, a la sanidad y a la investigación. Dentro de la salud, la salud mental es La Cenicienta, porque se priorizan otras áreas (también importantes), por ejemplo, la oncología y los trasplantes. Son importantes, pero la salud mental también lo es y debe ponderarse en un debate ciudadano y con conciencia de todos los partidos para la toma de decisiones adecuadas y consensuadas. Los periodistas en esto podéis jugar un papel dinamizador para que la escala de valores a nivel social se ajuste a lo que realmente los ciudadanos consideren que es prioritario. La economía, la política, la educación, la defensa, la seguridad, la salud, son cosas que hay que discutir a nivel social. P: Nos gustaría acabar preguntándole sobre su carrera profesional, ¿qué objetivos le quedan por lograr y aún no ha conseguido? R: Creo que los médicos siempre somos conscientes de que nos queda mucho por hacer, en todos los ámbitos. En mi trayectoria profesional, primero me falta aprender cómo ayudar más a los pacientes, cómo conocer mejor los orígenes de la enfermedad y así dar con la investigación más eficiente. Cómo optimizar los recursos de los que disponemos para dar con la investigación que sea más trasladable, traslacional y transportable a la cabecera de la cama de nuestros pacientes. Decimos que la mejor investigación es aquella que se puede traducir de una forma más rápida posible en la mejoría de la atención que reciben los pacientes. También me importa especialmente que los médicos y los profesionales sanitarios del futuro estén cada vez más sensibilizados y
mejor formados en salud mental. Por lo tanto también me gustaría acabar desarrollando mi trayectoria profesional en la innovación para hacer que los profesionales del futuro sean más efectivos. P: ¿Cuáles son las líneas de investigación que se presentan para los próximos años? R: Hay muchas líneas de investigación abiertas en estos momentos, pero en el terreno de la esquizofrenia, las principales están en la identificación de los biomarcadores que puedan validar el diagnóstico y hacer que se pueda intervenir de una forma más precoz, efectiva y eficiente. También en desarrollar estrategias de integración de todos los recursos sanitarios, tanto psicológicos como sociales para que, a la vez que los recursos neurobiológicos, ayuden más a los pacientes en conseguir que el pronóstico de la enfermedad sea mejor. Creo que el gran reto en el futuro es empezar a poder diseñar estrategias de prevención primarias actuando sobre esos factores de riesgo en los jóvenes antes de que aparezca la enfermedad. Y en los que ya la tienen, mejorando su calidad de vida. Esas son las líneas de investigación que, a mi juicio, son prioritarias en estos momentos. P: Si quiere añadir algo que no se haya mencionado en la entrevista… R: Insistir en que es muy importante que haya un debate a nivel social sobre la priorización de los valores y de las necesidades de la población. Y que los profesionales de los medios de comunicación tenéis un papel importante y tenéis que ser conscientes de que los medios de comunicación pueden contribuir a mejorar mucho las opciones que tengan las personas con hándicaps. Desde contribuir a disminuir el estigma de la enfermedad, a tratar adecuadamente las noticias y a contribuir a ser agentes de salud promocionando las prioridades a nivel social.
La complicada enfermedad mental ha quedado relegada a un segundo plano durante la primera ola del coronavirus
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09/12/2020 | Elena Martínez, Ariana Grau
onfinamiento ha sido la palabra más usada de este 2020 según ha publicado en su web el Collins Dictionary. No es de extrañar. Si hay algo que ha marcado este año ha sido la Covid-19 y todas sus consecuencias a nivel social, económico y político. La pandemia ha cobrado gran importancia eclipsando el resto de noticias y acontecimientos. Se ha convertido en la protagonista por excelencia de todos los ámbitos de nuestra vida, pero, sobre todo, de la salud. El colapso del sistema sanitario español ha afectado tanto directa como indirectamente. Otras enfermedades perdieron importancia, las citas médicas e intervenciones se retrasaron o cancelaron, incluso para aquellos pacientes que eran calificados de riesgo. En este grupo de enfermedades marginadas se encuentran las personas con esquizofrenia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define en su página web como una enfermedad mental que afecta a más de 21 millones de personas. Por su parte, el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIH) y la Confederación de Salud Mental España la clasifican, más específicamente, como un trastorno grave del neurodesarrollo que afecta la forma en cómo una persona piensa, siente y se comporta.
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CÓMO HAN SUFRIDO ESTAS PERSONAS LA CRISIS DEL CORONAVIRUS A pesar de que no se incluyen de manera explícita en la lista de personas de riesgo por contagio del coronavirus del Ministerio de Sanidad, fisiológicamente lo son. Miquel Bernardo, especialista en Psiquiatría y doctor en Medicina por la Universidad de Barcelona, explica que las personas con esquizofrenia “tienen una vida más sedentaria”, presentan un mayor “déficit inmunológico”, problemas cardiovasculares y “suelen ser más fumadoras”, por lo tanto, son “más propensas a sufrir problemas respiratorios y cardiovasculares”. El Dr. Bernardo afirma seriamente que se trata de un sector al que se le ha dado la espalda. Si bien existe una tendencia a la telemedicina, para estas “personas es muy importante el face to face (cara a cara)”. Además, tras el confinamiento se ha registrado un “incremento en el número de casos de personas con depresión, ansiedad y estrés postraumático”. Este hecho ha derivado en un “aumento de la demanda” en la asistencia a consultas psicológicas y psiquiátricas que, sumado a un mismo número de profesionales que deben atender a más pacientes, provoca un mayor “deterioro” de la calidad en la asistencia psiquiátrica.
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reportaje
LA ESQUIZOFRENIA, UN COMPLEJO PUZZLE
En contraposición, el Dr. Martín Vargas, Jefe de Psiquiatría del Hospital General de Segovia y presidente de la Federación Española de Asociaciones de Rehabilitación Psicosocial (FEARP), declara que el confinamiento “ha afectado poco” de manera directa a las personas con esquizofrenia ya que, normalmente, suelen permanecer “mucho tiempo en casa” y no tienen una vida social activa. Por lo tanto, “probablemente se hayan contagiado menos que la población general”.
OMS afirma en su página web que las personas que sufren esquizofrenia corren un mayor riesgo de sufrir violaciones de sus derechos humanos, estigmatización y discriminación.
Las consecuencias indirectas, que coinciden con las expuestas por el Dr. Bernardo en cuanto al acceso a los profesionales, sí provocaron un “impacto”. De hecho, el Dr. Vargas admite que sintió “miedo” ya que “quienes pagan el pato son los más débiles”. No obstante, afirma optimista que hay que aprovechar las oportunidades que esta situación ofrece, pues, paradójicamente, hay pacientes que funcionan mejor en una consulta por videoconferencia que en directo.
Un grupo de científicos publicaron el artículo, Riesgo suicida, desesperanza y depresión en pacientes con esquizofrenia y estigma internalizado en 2018, donde de 71 pacientes evaluados, el 21,1% presentaron autoestigma. El Dr. Francisco J. Acosta, especialista en Psiquiatría legal y forense y responsable del Programa de Investigación en Salud Mental de Canarias, comenta en un correo electrónico que el estigma internalizado (autoestigma) “es la aceptación e internalización de las creencias estigmatizantes de la sociedad”. Las consecuencias de este problema son diversas, pero una de las más importantes es “la repercusión emocional, con mayor riesgo de depresión y desesperanza”.
Quienes pagan el pato son los más débiles Martin Vargas
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EPENSAR LA ESQUIZOFRENIA En general, la esquizofrenia es una enfermedad muy compleja y variable. Tanto es así que el Dr. Bernardo apunta que el modelo que se utiliza para la esquizofrenia actualmente, probablemente, deberá revisarse en un futuro. “Seguramente no es una única enfermedad sino varias que agrupamos dentro de este epígrafe”, aclara. Incluso en una Conferencia de Medicina de la Adicción en 2016 ya advirtió la necesidad de repensar el propio nombre de “esquizofrenia”. Sin embargo, hoy en día no se dispone de un sustituto, pues falta un consenso a nivel internacional. La complejidad de la enfermedad no solo afecta a su propio nombre sino también a la percepción que tiene de ella la sociedad. La web del Hospital Clínic Barcelona ya apunta que el desconocimiento y la presencia de ciertos mitos y prejuicios pueden conducir a responsabilizar a pacientes y familiares de un trastorno que aún está lejos de ser comprendido en su totalidad. Por su parte, la
La guía publicada por UNICEF para Prevenir y Abordar la Estigmatización Social define el estigma social como “la asociación negativa entre una persona o un grupo de personas que comparten ciertas características y una enfermedad específica”.
“Las personas con esquizofrenia sufren la carga que supone la visión que tiene la sociedad de la enfermedad, con actitudes explícitas o implícitas de rechazo y temor, como las más destacables”, explica Acosta. Estas personas acuden a terapias individuales y grupales para trabajar el autoestigma. Con ello pretenden conseguir que el paciente sea consciente de que “no ‘es’ una enfermedad, sino una persona” que la padece. De todos modos, no se trata solo de un trabajo individual, sino que “es una tarea social, en la que queda aún mucho camino por recorrer”, afirma el Dr. Acosta. Las personas con esquizofrenia sufren la carga que supone la visión que tiene la sociedad de la enfermedad, con actitudes explícitas o implícitas de rechazo y temor, como las más destacables Francisco J. Acosta
MEJOR PREVENIR QUE CURAR” Aunque se suele decir que es mejor prevenir que curar, en este trastorno el reto está en identificar “cuáles son los factores riesgo que intervienen” y en “qué medida”, aconsejó el Dr. Vargas. Dichos factores no causan la enfermedad pero están relacionados con ella. Por ejemplo, se sabe que la genética “juega un papel muy importante”. En algunos casos podría ser hasta “el 40 y 60 por ciento la causa principal”. Además del componente genético, pueden afectar componentes “ambientales”, incluso, en la vida prenatal, manifiesta el Dr. Bernardo. Dentro del útero materno hay elementos que podrían influir: desde el consumo de tóxicos de una mujer embarazada, hasta las infecciones de virus que atraviesan la barrera placentaria o complicaciones obstétricas en el parto.
Dichos síntomas también presentan similitudes con otros trastornos mentales. Por ello se han clasificado en tres categorías según el NIH: síntomas positivos, que son comportamientos adicionales que no se ven en personas sanas; negativos, abstinencia social o dificultad para mostrar emociones; y cognitivos, pérdida en las capacidades intelectuales (atención, memoria, funciones ejecutivas). Tanto los síntomas negativos como los cognitivos son más difíciles de reconocer. La variabilidad de estas señales varía en cada caso y pueden presentarse de diversas formas provocando una confusión.
El catedrático de Psiquiatría de la Universitat de Barcelona comenta que la esquizofrenia es el resultado de la interacción de muchos factores de riesgo. Sin embargo, confiesa que “en este complejo puzzle no se sabe cuál es el peso específico de cada uno”. Para poder encajar todas las piezas “se necesita identificar biomarcadores” (sustancias biológicas, alteraciones genéticas...) que permitan detectar la importancia de estos elementos que constituyen factores de riesgo. A
¿CON QUÉ OTRAS ENFERMEDADES SE PUEDE CONFUNDIR LA ESQUIZOFRENIA? • • • • • •
Psicosis tóxica Psicosis breves y reactivas Trastorno bipolar Trastorno esquizoafectivo Trastorno delirante crónico Trastorno de personalidad Fuente: Afrontando la esquizofrenia - Guía para pacientes y familiares; Laboratorios Janssen
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reportaje
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NA ENFERMEDAD CONFUNDIDA: DIAGNÓSTICOS Y SÍNTOMAS Como bien se ha remarcado, el desconocimiento, los mitos y los prejuicios sobre la esquizofrenia pueden tergiversar la realidad como el propio trastorno. No obstante, aun teniendo toda la información se puede errar en el diagnóstico. La primera manifestación de la esquizofrenia suele ser la psicosis, una distorsión de la realidad en forma de delirios y alucinaciones, que coincide también con otras enfermedades psiquiátricas. Realizar un diagnóstico adecuado viene marcado por la evolución de los síntomas del paciente después del episodio psicótico, pues no existe ninguna prueba específica para asegurar que un paciente padece esquizofrenia.
Delirios, alucinaciones, desorganización de la conducta. • Pérdida de la capacidad de sentir o experimentar emociones, pérdida de la motivación, dificultades para disfrutar de la cosas, disminución de la de expresión verbal.
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Fuente: Hospital Clínic Barcelona - Esquizofrenia - web
partir de ahí, “se podrían desarrollar estrategias de prevención actuando antes de que la enfermedad apareciera”. Otros desencadenantes son situaciones de trauma o abuso en la infancia e incluso en la adolescencia. Esta época, entre los 16 y los 22 años, coincide con el inicio del consumo de cannabis, tóxico que contribuye a construir un “cerebro esquizofrénico”, advierte por su parte el Dr. Vargas.
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N TRAJE A MEDIDA Este trastorno estigmatizado socialmente requiere tratamientos individualizados, pues las causas y los síntomas varían de persona en persona. “Es necesario hacer un traje a medida para cada uno, pues cada caso es único”. Sobre todo, en un trastorno que “afecta especialmente a la forma de ser y a la personalidad”, menciona el catedrático catalán. El tratamiento farmacológico sigue siendo el más eficaz para llevar una vida normal. Aquí destacan los antipsicóticos, fármacos que protegen al cerebro frente al desequilibrio químico que en él se producen. El Dr. Bernardo enfatiza que no son “antiesquizofrénicos, no eliminan la enfermedad”, sino que “permiten la mejoría de los síntomas y motivan una mayor capacidad de recuperación utilizándolos junto con otras estrategias de apoyo social, rehabilitación y psicoterapia”. El Dr. Vargas, experto en rehabilitación psicosocial, opta por intervenir lo más tempranamente posible, de forma sostenida en el tiempo y “con barro en los pies”, haciendo referencia a añadir el realismo que se aleja del pensamiento psicótico de los pacientes. Por su parte, el método para la recuperación es el diálogo “paciente-médico”, pues pretende priorizar la “reconstrucción del proyecto vital con la menor presencia posible de los síntomas”.
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L FUTURO EN MANO DE TODOS Una enfermedad de la que apenas se tienen datos registrados en España y es percibida negativamente por la sociedad se ha visto, además, invisibilizada por la
pandemia. Sin embargo, en el ámbito científico, el Dr. Vargas cree que “en general, hay una investigación razonablemente buena en Esquizofrenia”. Incluso manifiesta que, “posiblemente”, es la mejor en comparación a otros campos de la medicina. En lo que concierne al ciudadano de a pie, el doctor y especialista en Psiquiatría, Francisco Acosta, propone que el aspecto básico para evitar los prejuicios hacia este colectivo es “la mejor comprensión de los trastornos mentales en general y la esquizofrenia en particular”. Aun así, considera que “debería generarse conciencia sobre el daño que producen las actitudes de rechazo social explícito e implícito en las personas con esquizofrenia” y propone “no solo evitar estas actitudes, sino sustituirlas por una actitud de comprensión y ayuda”. “La salud mental debe ser una prioridad para la sociedad” ya que dentro del sector de la salud “es La Cenicienta”, pues “se priorizan otras áreas”, afirma rotundamente el Dr. Bernardo. No obstante, el catedrático catalán incide, por su parte, en que “los medios de comunicación” también podrían contribuir a mejorar las opciones que tienen “las personas con hándicaps”. Desde convertirse en “agentes de salud promocionando las prioridades a nivel social” a “disminuir el estigma” que pesan sobre ellas. La salud mental debe ser una prioridad para la sociedad Miquel Bernardo
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