Arqueología de un conflicto revolucionario _ Nicolau_Ramos

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Miradas fragmentadas de la revolución en Zacatecas



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Miradas fragmentadas de la revolución en Zacatecas

Guadalupe Villa Guerrero Limonar Soto Salazar co or dinad or e s


derechos reservados © 2015, Guadalupe Villa Guerrero © 2015, Limonar Soto Salazar © 2015, Instituto Zacatecano de Cultura Lomas del Calvario 105 Colonia Gustavo Díaz Ordaz c.p. 98020, Zacatecas, Zacatecas Teléfono: (492) 922 33 70 Primera edición: agosto de 2015 isbn: 978–607–9087–48–7 diseño y edición: Juan José Romero cuidado de la edición: Gabriela Flores Delgado

Fotografía de forros: Artillería villista bombardeando posiciones federales desde los suburbios de la ciudad de Zacatecas. The Getty Research Institute, Los Ángeles, Ca. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento. impreso y hecho en méxico


Presentación

Miguel Al onso Re y e s

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l cerro de La Bufa, 1914, Pancho Villa, Felipe Ángeles, Pánfilo Natera, la toma de Zacatecas, la Revolución Mexicana, los pelones, la bola, la División del Norte y la División del Centro, los hacendados, los campesinos. Todo ese cúmulo de nombres y datos forma parte del imaginario colectivo de quienes llegan a ser parte de esta ciudad de origen minero. Las leyendas, las efemérides, las asignaturas de historia regional, la tradición oral, recibidos en los primeros albores de la infancia, coinciden tarde o temprano en el hecho histórico que se conmemora gracias a los festejos de tan citado centenario: la significativa batalla acaecida hace ya un centenar de años, la cual marcó para siempre en más de un sentido a Zacatecas. Superando cualquier comentario anecdótico que tire hacia la ficción —como en lo que se convirtió nuestro mítico personaje Juana Gallo, relacionado con la revolución gracias al filme protagonizado por María Félix—, la derrota del Ejército Federal ante el poderío villista implicó un giro de tuerca de ciento ochenta grados tanto para México como para nuestra entidad. La anterior aseveración no tiene novedad alguna; sin embargo, lo que sí es una aportación es la visión conjunta que permite conocer los hechos que se llevaron a cabo para hacer efectivo ese cambio radical y que sucedieron dentro de este fragmento de territorio nacional. Tan sólo lo antes señalado es una de las muchas enseñanzas cuando se termina de leer la obra 1914. Miradas fragmentadas de la revolución en Zacatecas, fruto del arduo trabajo de un grupo multidisciplinario de investigadores coordinados por Guadalupe Villa Guerrero y Limonar Soto Salazar. El mayor reto de un libro colectivo es, debido a las diversas plumas que en él confluyen, tener unidad en los capítulos que lo conforman. El presente volumen no desmerece en ello y 7•


convence en absoluto de su pertinencia en una veta que sólo en apariencia parecía agotada. No se trata de sumar una secuela trillada de lo que pasó aquel 23 de junio, ni maquillar la crueldad que la guerra lleva consigo. A partir de la diversidad de este proyecto editorial se buscó la generación de conocimiento nuevo, inédito, sustentado en la historia, la arqueología, la estrategia militar, la medicina, la arquitectura. Además de atrapar la atención de todo lector, que no necesariamente debe ser un especialista en la materia, el libro tiene otra gran virtud: el aporte en cuanto a su discurso visual, las fotografías, muchas de ellas algo ensombrecidas por la patina del tiempo que, pese a quedarse rezagadas en la quietud de los archivos, no dejan de asombrar por el fiel registro de las acciones. Decía Susan Sontag que una fotografía es el suceso en sí mismo de hacer imágenes, donde el encuentro entre un acontecimiento y un fotógrafo «arroga derechos cada vez más perentorios para interferir, invadir o ignorar lo que esté sucediendo», donde nuestra percepción se articula por las intervenciones de la cámara en un tiempo que consiste en eventos interesantes, dignos de fotografiarse. Nada más interesante ni digno para la historia de Zacatecas que la batalla que diera triunfo definitivo a los designios de la Revolución Mexicana.

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Agradecimientos

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ste libro se debe, en primera instancia, a la firma de un convenio que formalizó la suma de voluntades entre diversas personas e instituciones en Zacatecas y Ciudad de México para conmemorar el primer centenario de la gran batalla ocurrida el 23 de junio de 1914: Gustavo Salinas Íñiguez, director general del Instituto Zacatecano de Cultura «Ramón López Velarde», y su coordinador administrativo Héctor Emmanuel Galaviz Castañeda; Carlos Augusto Torres Pérez, delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia en el estado de Zacatecas, y José María Muñoz Bonilla, coordinador nacional de centros inah, así como Luis Antonio Jáuregui Frías, director del Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora. Las imágenes que aparecen a lo largo de esta obra proceden de diversos archivos públicos y privados en México y el extranjero. La valiosa ayuda y generosidad de mucha gente, tanto a título personal como trabajadores de los acervos archivísticos, nos facilitó el tránsito en estos maravillosos repositorios, o colaborando espontánea y desinteresadamente en resolver problemas administrativos: en Zacatecas, Gabriela Sescosse (administradora de la colección fotográfica Federico Sescosse Lejeune), Josefina Nava Sánchez, Bernardo del Hoyo y José Manuel Enciso; en la Ciudad de México, María Elisa Riva Palacio Sulser (directora de la Biblioteca de la Universidad Panamericana), María de Lourdes Chejaibar Nader (directora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, iisue), Leticia Medina Rodríguez (técnica académica de la propia institución, unam), Juan Carlos Valdez Marín (director de la Fototeca Nacional del inah) y Alfonso Guerrero Ochoa; en Los Ángeles, California, Tracey Schuster (Head of Permissions 8•9


and Photo Archive Services The Getty Research Institute), Beth Guynn y Raquel Zamora (gri) y Susana Aceves Danel; en Deerfield Beach, Florida, Ron Watson (president, American Press Association, apa).

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Introducción

Guadalupe Vil l a Guer r er o Limonar Soto Sal az ar

La guerra rasga, desgarra. La guerra rompe, destripa.

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La guerra abrasa. La guerra desmembra. La guerra arruina. Susan Sontag1

sta obra reúne distintas miradas en torno a un hecho histórico, determinante en el derrotero de la Revolución Mexicana, acaecido en el estado de Zacatecas hace un siglo: la toma de la ciudad capital el 23 de junio de 1914. El volumen conjunta las aportaciones de un grupo de profesionistas con amplia y reconocida trayectoria en investigación y de jóvenes que muestran ya solidez en el oficio. La visión interdisciplinaria que sobre la batalla de Zacatecas tiene el lector ante sí es el resultado del análisis de un tema que parece inagotable: la guerra, sometida al escrutinio de la historia, la arqueología y la arquitectura, disciplinas que se han dado cita para articular las historias desde donde se entretejen diversos sucesos de la lucha armada: sus protagonistas y los devastadores efectos materiales, económicos, políticos y sociales que hoy se reescriben con la mirada del siglo xxi. En Zacatecas se decidió una de las batallas más feroces y sangrientas de la Revolución Mexicana. Dos ejércitos, el constitucionalista y el federal, se empeñaron en un combate crucial que determinó, en muchos sentidos, el rumbo que tomaría la lucha armada. Era necesario eliminar la única fuerza capaz de sostener a Victoriano Huerta en el gobierno y, mediante el control del Ferrocarril 1

Sontag, Ante, 2008.

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Arqueología de un conflicto revolucionario

Ar mand o Nicol au R omer o Ineida Ramos Bal l e st er os

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Introducción

n este capítulo se presenta una parte de los resultados de una investigación arqueológica de la batalla de Zacatecas. Analizaremos la relación existente entre los vestigios que permanecen en el entorno zacatecano y la forma en que fueron descritos por diversos actores. Todo lo anterior a partir de un análisis del paisaje producto de la denominada arqueología del conflicto.1 Algunos vestigios como trincheras, producto de meses de preparación, equipamiento y otros, como el caso de los movimientos detectados en los ejércitos constitucionalistas, nos refieren a pequeños muros de piedra, instalaciones de minas arruinadas, catas de exploración acondicionada. Esto constituye la base estructural de un auténtico escenario arqueológico con esencia histórica. A manera de hilo conductor de la narración, se analizará la relación histórica descriptiva e historiográfica de hechos, acciones y lugares. Éstos serán contrastados con los datos obtenidos a partir de nuestra investigación en campo, mismos que hemos interpretado, en primera instancia,

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Hernández y Rojo, Arqueología, 2012, p. 159, la define como: «Una subdisciplina emergente de la arqueología y está en relación con los patrimonios generados o vinculados a guerras, situaciones de violencia o conflictos. La arqueología del conflicto se ha centrado de manera especial en los conflictos contemporáneos. Que investiga las trazas materiales de los conflictos identificadas o localizadas en campos de batalla, espacios poliorcéticos, lugares de represión, campos de concentración, infraestructuras militares o policiales, etcétera».

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como un gran espacio con significado memorial e histórico cuya relevancia debe formar parte de una conservación patrimonial sistemática para futuras generaciones, siendo parte de la misma identidad regional zacatecana.2 Con base en nuestra experiencia como arqueólogos profesionales, este trabajo, donde unimos la arqueología con la historia, generó un profundo y rico debate. De éste se produjo una nueva visión en torno a la importancia del estudio que tiene este tipo de eventos y la forma en que metodológicamente se pueden abordar para su estudio científico. El trabajo efectuado hasta estos momentos, que podría ser definido como parte de una arqueología temática de naturaleza histórica, ha logrado visibilizar los principales puntos geográficos del espacio que ocupó el mencionado hecho de guerra. A partir del análisis cartográfico, aerofotográfico, así como recorridos sistemáticos en campo, logramos establecer las vías y las circulaciones por donde presumiblemente transitaron las brigadas y los regimientos en conflicto. Se trató de una especie de ríos humanos que estaban luchando en ese momento: unos veintidós mil revolucionarios en contra de doce mil elementos del Ejército Federal bien pertrechados en lo que hemos denominado La Gran Fortaleza Zacatecana.3 El conocimiento actual del que se dispone sobre el desarrollo de la batalla de Zacatecas está basado, fundamentalmente, en un número reducido de fuentes; sin embargo, se trata de fuentes muy importantes, partes de guerra redactados por algunos oficiales, así como de textos que hacen referencia a crónicas (fuentes primarias) sobre este evento. La información varía según la crónica y depende del interés de ciertas versiones que se desprenden de uno u otro bando. La mayoría de los historiadores posteriores que ha tratado el tema raramente ha trascendido las mencionadas fuentes primarias, aceptando en mayor o menor medida la versión de la batalla de Zacatecas descrita principalmente en el relato del general Felipe Ángeles. En esta ocasión, como primera fase de nuestra investigación arqueológica, nuestro trabajo va más allá de hacer un análisis sobre las contradicciones y los puntos relevantes de los documentos históricos. Va dirigido en otro sentido. A partir de las referencias documentales, se tiene como objetivo principal visibilizar, es decir, hacer visible físicamente la batalla de Zacatecas. En otras palabras, ubicar el espacio transformado de dicho evento, el paisaje que a su vez conforma un campo de batalla, y al mismo tiempo evidenciar los restos materiales (restos de fortificaciones de campaña como trincheras, parapetos, golas defensivas, objetos muebles diversos como casquillos, cerámica, latería) que aún perduran.

Se recurrió al Diario de Felipe Ángeles y a las crónicas del general Antonio G. Olea, del mayor Federico Cervantes y del capitán Ignacio Muñoz, entre otros. 3 Kann, La batalla, 1983. En su reportaje como corresponsal de guerra documenta lo que aconteció y da noticia sobre el número de participantes y bajas, así como del estado y ubicación de diversas fortificaciones. No obstante haber sido elaborado con posterioridad a la acción bélica, el plano que levantó es el único testimonio cartográfico de fuente original que se conserva. 2

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Antecedentes del conflicto La batalla de Zacatecas, o la también denominada toma de Zacatecas, es un fenómeno social relevante en varios sentidos, desarrollado del 17 al 23 de junio de 1914,4 en la ciudad de Zacatecas y sus alrededores, donde se enfrentaron las fuerzas revolucionarias constitucionalistas contras las fuerzas militares del régimen federal. Zacatecas era una de las plazas más importantes en ese periodo. Era una de las principales productoras de plata en el país. En este lugar se encontraban los principales cruces de ferrocarril de la nación, un punto estratégico en el sentido comercial y militar. El antecedente de esta operación nos remite a las acciones de la División del Centro comandada por el general Pánfilo Natera, quien intentó tomar la ciudad desde 1913 y, posteriormente, en la primera quincena de junio de 1914. No teniendo éxito en dicha acción, Venustiano Carranza ordenó al general Villa enviar refuerzos de la División del Norte para apoyar al general Natera en su siguiente intento.5 Villa consideraba que sería benéfico y de mayor éxito atacar la plaza con todas sus tropas, unas veinte mil según estimaciones diversas.6 A pesar de que Villa llevaba razón, Carranza temía a los problemas internos en relación con su propia autoridad ante el liderazgo adquirido por el mismo centauro del norte, rechazando así su propuesta y ordenando que sólo enviara una parte de sus efectivos. Para estas fechas Ángeles —alto mando ex federal dado de baja después de la Decena Trágica— ya había sido destituido de su cargo de jefe del Estado Mayor del Ejército Constitucionalista.7 Sabía de las artimañas frecuentes del primer jefe, por lo que rechazó enérgicamente a otro líder para la División del Norte que no fuera Villa. Envió incluso telegramas en el que acusaba al primer jefe de arbitrario, anticonstitucional, antipatriótico y otras cosas, reiterando de manera contundente el desacato a sus órdenes y dejando clara su decisión de ir a atacar Zacatecas con Villa a la cabeza.8

La División del Norte desembarcó en la estación de Calera el día 17 de junio de 1914, sin la presencia de Francisco Villa, quien arribó el día 21 para revisar la estrategia que habían construido sus mandos Urbina, Chao, Herrera y principalmente el general Ángeles. 5 Vicegar, Zacatecas, 1994. Si bien existió un acuerdo de ataque simultáneo con el jefe de la División del Centro, el general Pánfilo Natera, no se cuentan con crónicas que hablen de un acercamiento personal para este objetivo; sin embargo, esto se lograría gracias a la pericia militar y la forma en que Felipe Ángeles planificó las operaciones y programó de manera sincronizada los diversos movimientos hacia los objetivos (fortines y cuarteles) que efectuaron las brigadas constitucionalistas del Norte y del Centro. 6 Salmerón, La División, 2006, presenta una buena evaluación al respecto. 7 Felipe Ángeles, egresado del Colegio Militar, considerado como el mejor artillero en la historia de las fuerzas armadas de este país, ya ocupaba la jefatura de la Brigada de Artillería de la División del Norte, siendo prácticamente el cerebro militar de esta operación, dada la complejidad que presentaba el terreno y la eficaz defensa federal. 8 Ángeles, La batalla, 1967. 4

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Finalmente, en junio de 1914 un ejército formalmente constituido, la maquinaria de guerra revolucionaria más efectiva en la historia de este país (Pedro Salmerón dixit), conjuntó el audaz genio militar y las refinadas estrategias de la guerra contemporánea en los personajes de Francisco Villa y Felipe Ángeles.

La guerra revolucionaria viajó en trenes El 17 de junio de 1914, a las ocho de la mañana, partió de Torreón un convoy ferroviario de varios kilómetros de longitud. Al frente venían los generales Tomás Urbina, Ángeles y Manuel Chao. Éste fue el día que, a manera de un preámbulo fatalista, inició la caída del huertismo y el triunfo constitucionalista. El ambiente lo describe con precisión militar el general Ángeles, quien ya ocupaba la jefatura de la brigada de artillería de la División del Norte. Marchaba al frente de un convoy ferroviario, poderoso y bien equipado: El miércoles 17 de junio de 1914 nos embarcamos en Torreón, desde muy temprano, para

marchar hacia Zacatecas. Mi artillería iba en cinco trenes; cuatro para sendos grupos, y el quinto para mi Estado Mayor, el servicio sanitario, la proveeduría y los obreros.

A las 8 a.m. tenía que partir el primer tren y cada uno de los demás 15 minutos des-

pués del anterior, pero el quinto descarriló al salir por el mal estado de la vía y no pudo partir sino hasta las dos de la tarde.9

La revolución viajaba sobre rieles ganando lentamente terreno a base de inimaginables cargas de asalto y violencia. Su destino, el emplazamiento militar construido en Zacatecas, una auténtica fortaleza trazada a partir de la interconexión de diversos fortines y puntos defensivos intercomunicados10 —según pudimos descubrir en el transcurso de la investigación— que se encontraba lista para resistir, esperando refuerzos. Aunque no es materia de trabajo en este documento, hacemos referencia del papel fundamental que tuvieron los ferrocarriles en este conflicto. De algún modo, las mismas vías y los espacios ferroviarios han adquirido un espacio memorial.

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Idem. La Tribuna. Diario Independiente, México, 1914. En la edición del 26 de junio de 1914, se destaca el siguiente encabezado: «La telefonía en campaña ha dado magníficos resultados... El gobierno ha puesto toda su atención para mejorar este servicio... Éste es un medio de comunicación entre las zonas de combate».

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Primeros indicadores arqueológicos a partir del análisis documental El refuerzo de reductos existentes (fortines en los cerros El Grillo, La Bufa, La Mesa y Bolsas),11 la apertura de trincheras y fosos, tendidas de alambres, así como trabajos de fortificación que anteriormente no se habían realizado en la plaza, y para los cuales fueron cuidadosamente estudiados los declives de los cerros, fueron dirigidos por el ingeniero militar Luis G. Palacios.12 Se hace referencia al tipo de materiales utilizado en las redes defensivas y de comunicación como fueron13 alambre de púas, contactos, explosores, alambre liso. Dicho material se mandó pedir a la Ciudad de México.14 Al respecto, el general Antonio G. Olea, alto mando del Ejército Federal de reciente llegada al teatro de operaciones militares en Zacatecas, coordinó los diversos movimientos de tropas asociados a los principales fortines. Había arribado a Zacatecas el día 21 con un refuerzo de tres mil soldados y cuatro cañones, referenciando diferentes sucesos y espacios. El mismo día se dirigió al fortín «El Grillo», al mando del coronel Ramírez, donde había cinco piezas de artillería, dos de 75 mm. y una de 80 mm., tipo poderoso (sic). Reforzó este fortín con dos más de 75 mm. que él había llevado. Las otras dos restantes se destinaron al fortín de «La Bufa». El coronel Ramírez le informó que el efectivo de la posición «El Grillo» era de 400 hombres.15 El cerro de enfrente, denominado La Sierpe, era resguardado con 300 hombres al mando del coronel Gallardo y no tenía artillería. Abajo del fortín «El Grillo», por la estación, estaba resguardada por una pieza de artillería tipo poderoso emplazada en un carro equipado.16 En el perímetro, a no más de kilómetro y medio, había una serie de cuatro fortines, cuyos nombres eran «El Rayo», con 150 hombres; «El Zacatecas», con 100 hombres; más abajo, el «Victoriano Huerta», con 100, y un poco más abajo, a la derecha de éste último, el «Blanquet» con 100. Se menciona que entre El Grillo y La Bufa se ubicaban las fuerzas del general Argumedo con 600 hombres de caballería, quienes ocupaban las lomas de Santa Clara desde días previos a la batalla final.

Fortines que se aprecian en documentos cartográficos como el plano de Joseph Burkart. Ca. 1835. Luis G. Palacios, jefe del Estado Mayor de Medina Barrón, sugirió el abandono de la plaza a efecto de no perder la guarnición completa. 13 Palacios hace referencia a que los fortines de El Grillo, La Bufa y Clérigos estaban comunicados telefónicamente con el cuartel general. 14 Ángeles, La batalla, 1967, p. 81. 15 Olea, La batalla, 1984, tomo ii, pp. 29–33. 16 Las fuentes discrepan si se trataba del cañón apodado «El Niño», que se documenta como parte de la División del Norte en las batallas previas de Torreón y San Pedro de las Colonias. Inclusive se habla de que esa pieza estaba apoyando a las brigadas del general Herrera que entraban por Cieneguillas. En todo caso puede tratarse de otro ingenio de artillería similar, desconocemos el dato a ciencia cierta pero inferimos que pudiera tratarse de un cañón de hechura similar al célebre «El Niño». 11 12

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El asalto por la parte occidental de igual manera se encontraba fuertemente defendido. Por el lado de la estación estaba la fortificación «El Padre» con 200 hombres, el fortín «Cinco Hermanos» con 100, el fortín «Ramírez» con 200, el atrincheramiento de la estación al mando del general Jacinto Guerra con 400 hombres, así como la fortificación de «La Mesa» con 400 hombres de caballería a las órdenes de los generales Santos y Rojas. La Ciudadela contaba con 100 hombres.17 Por otra parte, explica Olea en su tardía crónica: En «El Grillo» las cinco piezas ocupaban una explanada casi circular, de reducidas di-

mensiones, sin protección, expuestas al fuego de las baterías revolucionarias, situadas al norte y al sur. Al norte, la posición estaba cubierta por la elevadísima montaña de «La

Sierpe», que le impedía ver lo que por ese rumbo pasaba, situada a unos escasos 300 metros; de suerte que tomada esa posición por parte de los revolucionarios, la caída de «El

Grillo» era inevitable. Los 400 hombres que defendían «El Grillo» estaban frente a las posiciones que acabo de señalar, hacia el norte.

Para el día 21, la División del Norte prácticamente estaba desplegada hacia los cuatro puntos cardinales. El desembarco en Calera llevó a las brigadas a sus posiciones. Maclovio Herrera, Urbina y Chao, junto con la División del Centro comanda por el general Pánfilo Natera y los hermanos Arrieta, estaban prácticamente listos y esperando las órdenes de Villa. El general Ángeles relata en su crónica: Había en las estrechas calles de Vetagrande acumulación de carros de servicio de aprovi-

sionamiento a la artillería. Mandé buscar locales para alojar a mi Estado Mayor y establecer el hospital; fuimos en seguida a ver desde el cerro alto las posiciones tomadas por la

artillería. La batería del capitán Quiroz había sido designada para ocupar la cima de ese cerro alto; sus carros obstruían el camino; la entrada en batería marchaba muy lentamente

por la gran pendiente del terreno que exigía doblar los tiros de mulas. Pusimos pie a tierra. Allá arriba vimos dos cañones y a sus sirvientes, muy afanados, obrando sobre las medas y la cantera para llevar los cañones a sus posiciones definitivas... El enemigo cañoneaba con

ardor nuestra batería; los soldados del sostén yacían pecho a tierra, detrás de pequeños parapetos de piedra y los artilleros trabajaban recelosos, porque la artillería enemiga ya les había hecho algunas bajas.18

En la parte superior del Cerro Alto de Vetagrande, finalmente se pudieron detectar espacios asociados al evento descrito por Ángeles, a manera de catas de mina, posiblemente lo que él denomina medas y donde aún existen fragmentos de fierro oxidado en el escombro: 17 18

Olea, La batalla, 1984, pp. 33–34. Ángeles, La batalla, 1967, p. 15.

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Los cañones de El Grillo y de La Bufa tronaban siempre y nuestros artilleros, inmóviles, recibían las granadas enemigas. Al retirarnos a Vetagrande, oímos lamentos desgarrado-

res de los heridos y vimos los muertos que yacían en el patio. Alguien nos contó los des-

trozos que habían hecho dos granadas, una del enemigo que había pegado en una coraza de la batería de Quiroz y otra nuestra que hizo explosión en las manos del artillero que le ponía el percutor.19

Por su parte, el ex teniente coronel de artillería Ricardo Cortina del Ejército Federal, quien se encontraba posicionado en el cerro El Grillo, relata lo siguiente: En el cerro que aparece más al norte de todos, apareció una batería que hostilizaba a nuestra primera línea, pero su distancia está tal, que enterrada como tenía la cureña del

cañón que yo personalmente apuntaba, mis tiros resultaban cortos, por lo que dispuse se cavara un hoyo de 40 centímetros de profundidad, dando así a mi pieza un ángulo mayor

tal, que no se vio la explosión de mis tres primeros disparos después de hundir la cureña y

el cuarto dio en el blanco, hecho que fue presenciado por el señor general Olea y que me valió ser ascendido a teniente coronel.20

La anterior referencia se cita haciendo alusión al impacto que recibió la batería de Quiroz, el mismo que describió Ángeles. Las datos anteriores ilustran con claridad la naturaleza y la relevancia de los primeros espacios que pudimos detectar en el paisaje. La forma de redacción del general Ángeles, el mayor Cervantes, el capitán Muñoz, el ex teniente coronel Cortina y el mismo general Olea nos permitieron ubicar el paisaje físicamente al momento de cruzar los datos que nos refieren en sus crónicas, detectando incluso algunos errores geográficos de ubicación comprensibles en sus narraciones por la premura de tiempo.21 Se contrastaron físicamente algunos de estos restos en las instalaciones exploradas principalmente en los fortines «Bolsas», «El Grillo», «La Sierpe», «La Mesa», «El Padre» (espacios del Ejército Federal), así como en Vetagrande (Cerro Alto) y Guadalupe (cerros La Mina y Matapulgas), lugares ocupados por las divisiones del Norte y del Centro. La información proveniente del análisis cartográfico, la fotointerpretación por medio de imagen aérea diversa, el análisis del paisaje a nivel físico gracias a caminamientos a manera de

Ibidem, p. 16. Muñoz, Verdad, 1962, tomo iii, p. 139. 21 Se confundió el cerro de La Sierpe con el cerro Calycanto, dato corroborado en campo. Se denomina en esta investigación al mencionado espacio bajo el nombre Sierpe/Calycanto para hacer referencia al punto histórico que nos ocupa. 19 20

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prospección y contrastación historiográfica fueron los elementos metodológicos que permitieron el filtraje de las fuentes, obteniendo una primera aproximación en los espacios.

El paisaje arqueológico de la batalla Zacatecas, como municipio, presenta una altura de 2496 metros sobre el nivel del mar en promedio. Hacia el norte limita actualmente con los municipios de Calera, Morelos y Vetagrande; al este con Vetagrande y Guadalupe; hacia el sur colinda con el municipio de Guadalupe, Villanueva y Genaro Codina, y al oeste con Jerez. Su división municipal no se ha modificado sustantivamente, pero el trazo urbano de la antigua ciudad es relevante hacia el sur, fundamentalmente. En el paisaje orográfico se puede apreciar un sistema de complejo de topoformas compuestas por lomeríos, sierras, mesetas y llanuras, donde predominan grandes elevaciones como los cerros El Grillo, La Bufa, La Mesa y Alamitos, entre otros. El clima característico es el semi seco templado, predominando el frío durante diciembre y enero, mientras que las altas temperaturas se registran en mayo y junio. Comúnmente los meses de lluvia van de junio a octubre. La flora que podemos apreciar en el paisaje son especies silvestres como nopal, mezquite, huizache, zacate navajita y biznaga. El paisaje zacatecano ha sido reconocido por su gran producción minera, asociados a recursos naturales como la plata y el oro.22 Desde 1913, la ciudad minera de Zacatecas se vio alterada en su modo cotidiano de vida al empezar la interacción con los diversos regimientos que habían arribado por vía ferroviaria, ocupando para su instalación semi–permanente hoteles, cascos de hacienda, incluso la antigua Casa de Moneda conocida como la Real Caja, que funcionó como almacén de armas y explosivos.23 Algunas de estas instalaciones sobreviven en la actualidad como parte de un paisaje rural, desconocido y abandonado, pero la precisión de las fuentes nos permitió llegar a algunos de ellos que fueron detectados desde la fotografía aérea. Hasta este momento las acciones referidas nos han permitido obtener los siguientes resultados identificables:

‹http://www.elocal.gob.mx/work/templates/enciclo/emm32zacatecas/municipios/32056a.html›. Consulta: 1 de mayo de 2013. 23 Se desconoce a ciencia cierta la causa de su explosión, pero pensamos que pudiera ser producto del estallido accidental de explosivos mineros o de algunos otros que pudiera haber traído Benjamín Argumedo. Diferimos de la hipótesis de la autovoladura del edificio por parte de un oficial federal, ya que de algún modo esta acción estaba matando a una cantidad imprecisa —posiblemente más de cien federales— de tropa resguardada ante el asalto de las brigadas revolucionarias. La magnitud de la destrucción no pudo ser producida sólo por municiones, que tampoco eran tantas para ese momento, siendo éste un tema a analizarse por expertos en explosivos e ingenieros especializados. 22

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Artillería revolucionaria en la cima de La Bufa. Este paisaje es identificado como el espacio que utilizó el general Ángeles en el Cerro Alto de Vetagrande, para iniciar el despliegue de la artillería. gri–apa, 96.r.144.b1.006.

Paisaje actual del Cerro Alto donde se destaca la permanencia de los restos de la cata que presumiblemente sirvió de resguardo a la batería Quiroz. Fotografía de los autores.


Línea de fuego constitucionalista en las trincheras del Refugio, 1914. gri–apa, 96.r.144.b1.001. Detalle del sistema de parapetos, noreste de Vetagrande, 2014. Fotografía de los autores.


1) Visibilización del campo de batalla, donde se indica la ubicación de las áreas que integran este paisaje arqueológico. Éste se puede apreciar en la representación de los espacios relevantes en un mapa. Véase mapa de la batalla.

2) Evidencia material (restos de muebles e inmuebles) en diferentes espacios (locus o áreas) del paisaje. El análisis de los datos de campo nos ha permitido obtener los siguientes informes sobre el paisaje arqueológico y determinar lo siguiente:24

a) Un total de 31 sitios identificados, de los cuales 17 aún son detectables; 14 se en-

cuentran en proceso de desaparición o desaparecidos, sólo referenciados históricamente y con ubicación hipotética a partir del análisis histórico.

b) Cinco de estos sitios (cerros) presentan restos de arquitectura e ingeniería militar (La Sierpe, El Grillo, El Padre, cerro de La Virgen o Las Antenas y Bolsas).

c) Once sitios presentan vestigios visibles de actividad asociada al conflicto (fortifi-

cación de campaña, impacto de artillería, materiales mobiliares como casquillos, cerámica, herrajes, vidrio, alambres, latería, metralla).

Una vez contrastados los datos arqueológicos con la historia, inferimos la identificación plena de 24 sitios asociados al Ejército Federal, tres áreas relacionadas a la División del Norte y cuatro unidos a la División del Centro. De los resultados obtenidos en nuestra investigación, nos abocaremos a describir algunos sitios de relevancia.

Cerro Alto Ubicado en el municipio de Vetagrande, cerca de la población. Como su nombre lo indica, es el cerro más alto. Su altura máxima es de 2707 metros sobre el nivel del mar y en las fotografías aéreas se puede observar su gran dimensión y cima plana. En el recorrido físico de superficie localizamos dos grandes oquedades, con una boca de entre ocho a diez metros y una profundidad de un metro y setenta centímetros aproximadamente. Cabe señalar que las dos presentan características similares en su forma y los restos de piedra resquebrajada color gris verdoso se encuentran hacia un solo lado de la oquedad. En una de ellas, al pasar un detector de metales por la orilla donde se encuentra la piedra resquebrajada, se localizó un resto de metralla, a nivel superficial, encontrando restos de varios casquillos y algunos de cerámica vidriada. La contrastación de los datos físicos con el análisis de fuentes documentales y cartográficas, donde el plano de Burkart en 183425 hace referencia a dos catas de exploración de mina que se 24 25

Ramos, Arqueología, 2015. La estancia en México de Joseph Burkart (1825–1834) le permitió levantar diversos planos dedicados al estudio de minas y su asociación al paisaje minero de aquel tiempo.

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encuentran en la cumbre del Cerro Alto, coinciden con las oquedades identificadas. Los datos interesantes que aporta el ex teniente coronel Cortina nos permiten hacer cruzamiento de fuentes con lo que señala el general Ángeles, cuando cita la granada enemiga que explotó en la coraza de la batería de Quiroz.26 El análisis bajo contrastación nos permite conectarlo de forma arqueológica, identificando este sitio denominado Cerro Alto como el ocupado por la batería de Quiroz, perteneciente a la División del Norte, que durante los días preliminares a la batalla utilizaron las catas existentes, acondicionadas para colocar los cañones. Se trata de los espacios que el general Ángeles señaló en el relato de su crónica y se asocian con el casco de mina abandonado, presumiblemente La Plata, a pie del monte, también recorrido27 y verificado.

Cerros La Cantera (El Santuario) y Matapulgas Estos sitios son relevantes, se exponen en este trabajo puesto que son las primeras evidencias materiales asociadas a la División del Centro, fundamental en el desarrollo de la batalla. Se ubicaron a partir de la referencia en el croquis elaborado por el teniente M. S. Espinosa.28 La posición presenta diversas golas y parapetos, así como algunas pequeñas trincheras para uno o dos hombres, asociadas a restos de cerámica tipo talavera, vidrio y casquillo. La parte superior está muy alterada por efecto de minería; sin embargo, sí es posible observar pequeños acondicionamientos con piedras a lo largo del perímetro del cerro ubicado en colindancia con la vía del ferrocarril. El cerro Matapulgas se encuentra en la colindancia del anterior punto, actualmente es parte de la mancha urbana.

Fortín El Grillo Espacio conocido como cerro El Grillo, actualmente tiene en su cima una antena de radio. En efecto, es un montículo colosal, como fue descrito en las fuentes. Vecino a la mancha urbana de la ciudad de Zacatecas. Al observar las fotografías aéreas, podemos percatarnos que es un cerro de grandes dimensiones y que presenta una cumbre plana. Durante el reconocimiento físico de superficie localizamos materiales arqueológicos asociados al conflicto, como vidrio, cerámica, latería, así como alineamientos, restos de muros y zanjas

Ángeles, La batalla, 1967, p. 16. La arqueóloga Ineida Ramos Ballesteros proporciona una extensa información al respecto. 28 ahsdn, expediente xi/481.5/333/115, «Croquis del combate librado por la columna del general Delgado en el cañón de Guadalupe dibujado por el teniente M. S. Espinosa». 26 27

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Croquis del combate librado por la columna del general Delgado en el cañón de Guadalupe, 1913. ahsdn.


que corresponden a los restos de dos grandes trincheras. La primera de éstas se encuentra en la cima del cerro, con planta cuadrada, a la cual denominamos trinchera interior de aproximadamente 400 metros. La otra sigue la forma perimetral de la cima, circundando la totalidad del cerro, a la que denominamos trinchera exterior, de unos 900 metros de perímetro. De este sitio se tiene referencia en documentos de cartografía histórica.29 Ha sido utilizado como fortín además de asociación a minería desde el siglo xix. Con base en las fuentes documentales que lo citan y la evidencia registrada, podemos afirmar que este espacio fue reutilizado para la batalla de Zacatecas de 1914 por el Ejército Federal.

Fortín La Mesa Este lugar actualmente es conocido como cerro de La Virgen o Las Antenas, próximo a la mancha urbana de Zacatecas y Guadalupe. En su parte alta podemos observar conjuntos de antenas de comunicación. En el reconocimiento físico de superficie que se llevó a cabo en el sitio, pudimos identificar varios sectores. Uno de ellos es el denominado Sector Norte, que se distingue por un sistema complejo de estructuras asociadas a una gran trinchera con planta en forma de flecha de 200 de largo, seis de ancho y dos y medio metros de profundidad, así como materiales muebles en superficie y restos constructivos aún visibles (taludes, cimientos, morteros de cal) asociados al conflicto. En otros sectores observamos diferentes estructuras que posiblemente estén asociadas al evento.

El fortín Bolsas Actualmente conocido por el mismo nombre, la mancha urbana del municipio de Zacatecas ha llegado a su cima. Su vecino es el actual parque Arroyo de la Plata. En su parte alta se pueden observar, como ya mencionamos, casas habitacionales, así como un espacio destinado para una antena. La cima es plana, presenta una altura de 2460 metros sobre el nivel del mar. Respecto a los fortines anteriores, podemos decir que es de los «espacios bajos». En este sitio, el recorrido se tornó algo complicado debido a la gran alteración antrópica, además de su asociación a minería; sin embargo, identificamos alineamientos y espacios asociados a conflicto detallados también en la cartografía de la época, que nos dan cuenta de cómo era una parte de este fortín y del cual aún quedan restos visibles. Así, podemos observar el antes y el ahora a manera de comparación del paisaje actual visible respecto a 1914.

29

Ejemplo de ello es el plano de Burkart en el que es posible constatar la existencia de fortificaciones, las cuales fueron reutilizadas y reacondicionadas por el Ejército Federal para la batalla de 1914 como da cuenta Palacios, así mismo podemos atribuir este espacio como el lugar que Olea, en su crónica, señala que estaba ocupado por las caballerías del coronel Pablo de los Santos y del general Antonio Rojas.

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Artillería bombardeando la ciudad de Zacatecas, 1914. gri–apa, 96.r.144.b1.003. Paisaje desde el punto de vista de la imagen anterior donde se aprecia, en segundo plano, el Cerro Alto de Vetagrande. Fotografía de los autores, 2014


Croquis del fortín Santos y Rojas, cerro de Las Antenas. Levantamientos a cinta y brújula. A. Nicolau/I. Ramos.

Aspecto de la sección oeste del fortín Santos y Rojas. Se destaca el ancho y la profundidad de la fosa. Fotografía de los autores, 2014.


El rasgo significativo en este espacio corresponde a la gran trinchera de planta compleja en forma de flecha que alguna vez existió. Referenciada desde siglo xix como fortín, actualmente casi ha desaparecido y podemos afirmar con bastante precisión que este espacio también fue reutilizado y acondicionado por el Ejército Federal para la batalla que nos ocupa. Estos tres sitios comparten una situación muy interesante. Nos dan cuenta de una larga secuencia cronológica, pues su referencia más antigua se torna a 1834–1836. Son espacios asociados a la batalla de Zacatecas de 1835, cuando Santa Anna enfrentó a las fuerzas militares de Francisco García Salinas, así como a las fuerzas liberales de González Ortega en la batalla de Zacatecas de 1872 y, por último, al Ejército Federal porfirista y huertista. Lo anterior nos refleja la importancia que ha tenido Zacatecas como punto estratégico de paso, ya sea hacia el norte o centro de México. El interés y prioridad por estos tres sitios radica en que están próximos a la mancha urbana y presentan riesgos en cuanto a su preservación si no se les presta la debida atención para su protección. Por otro lado, el fortín «Bolsas», como pudimos ver anteriormente, es de los más afectados; la mancha urbana está en su cima donde prácticamente está perdida una gran parte de la fortificación original y donde sólo quedan algunos restos próximos a desaparecer.

Fortín La Sierpe/Calycanto Este fortín fue considerado como una especie de «gran coloso» en diversos documentos. Con 2671 metros sobre el nivel del mar, su posición es un tanto alejada al promedio de los otros fortines. Junto con el de Loreto (cerro de Tierra Colorada), constituyó la primera línea de defensa del sistema táctico federal. Hacia el norte se observan las poblaciones de Morelos, las Pilas y Hacienda Nueva, y se encuentra el cerro denominado La Sierpe (sic), el cual tiene una veta de mina trabajada y agotada. Hacia el sur se observa el cerro El Grillo, el cual denominamos así con base en nuestro análisis y en la carta topográfica consultada.30 Desde este punto se alcanzan a observar el cerro denominado Cinco Hermanos (fortín prácticamente desaparecido), así mismo el cerro El Padre y el cerro de La Virgen o de Las Antenas. Cabe destacar que en la carta topográfica referida, este cerro es denominado como cerro El Grillo. Consideramos que es errónea esta información. Con nuestro análisis lo reconocemos como La Sierpe histórica.31 En algunos planos es referenciada como el Cal y Canto. En efecto, tie-

30 31

Instituto Nacional de Geografía y Estadística, números f14b76 y f14b86, 1:50,000. Este cerro es referido a lo largo de diversas crónicas del periodo revolucionario, pero La Sierpe cartográfica e histórica se encuentra a 3.3 kilómetros aproximadamente al noroeste del actual cerro El Grillo; sin embargo, el punto marcado con el mismo nombre en la carta f13b58/Zacatecas (última edición) de inegi, 1:50,000 (topográfica), arrojó a partir de una inspección de campo que se trata de La Sierpe revolucionaria.

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Toma aérea, ca. 1970. Cerro de Bolsas, Compañía Mexicana de Aerofoto/detenal. La imagen muestra el trazo envolvente de la vía del ferrocarril, y en la parte superior del cerro, el complejo sistema de trincheras en flecha y el espacio acondicionado hacia el sur.


ne características físicas como la cresta de una serpiente, que son mencionadas en fuentes como las crónicas de Felipe Ángeles y Cervantes, ubicándolo Olea a 300 metros al norte del cerro El Grillo32 (en realidad se encuentra a 550 metros al noroeste). Entonces, La Sierpe que se menciona en documentos históricos parece no corresponder a la cartográfica.33 Debido a la premura en una batalla inferimos que los nombres pueden confundirse. Para La Sierpe, en este caso, cartográficamente aparece en un punto muy lejano a lo que es la denominada primera línea de defensa. Por ello consideramos que existe una equivocación de acuerdo a la inspección del paisaje, el cual concuerda con características de La Sierpe histórica. De esta manera, podemos apreciar que en la cartografía histórica siempre se le denomina como el Cal y Canto o Calycanto.34 El mayor vestigio se manifiesta en un complejo sistema de trincheras de varios cientos de metros por dos de fondo (actualmente están azolvadas debido a la presencia de una tubería que conduce agua desde la parte alta del cerro) y con cuatro de ancho aproximadamente. En la cumbre se identificaron posibles restos de lo que fue una instalación de minas explosivas asociadas a un gran parapeto (600 metros), donde se adecuaron refuerzos murarios a lo largo de la cresta, así como diversos vestigios de espacios acondicionados con piedras a manera de parapetos amplios y espacios para campamento. Se conservan aún casquillos y fragmentos de herrajes y latería que fueron registrados. Finalmente, la conclusión en este apartado se resume en que el espacio estudiado debe ser comprendido como un gran paisaje que ha tenido significados diversos. Su entendimiento a nivel social implica una reflexión sobre la historia y la identidad regional que se han construido a lo largo de más de cien años.

Consideraciones finales La arqueología —en cuanto a ciencia formal—, las arqueologías temáticas, los estudios de patrimonio y la transdisciplina social aplicada en este estudio reflejarán su importancia articuladora al momento de lograr la conservación y puesta en valor del patrimonio estudiado y aquí descrito. Hasta el momento actual hemos proporcionado algunos elementos que se requieren para sostener la autenticidad de un paisaje histórico y fundamentos para instrumentar su protección a nivel institucional. Resulta deseable la recuperación de la memoria histórica y la reinterpretación de ciertos significados asociados a lugares y espacios. La visibilización de estos vestigios arqueológi-

El Grillo, al igual que La Sierpe geográfica, quedaron perfectamente ubicados a partir de inspección en campo y corroboración de sus características físicas comparadas con los datos de las fuentes históricas. 33 A este punto se hace referencia en los relatos militares, pero analizando cartografía histórica el nombre de este cerro es el de Calycanto, por lo que se denominó La Sierpe/Calycanto. 34 Burkart, Plano, 1835. 32

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Panorámica de la serranía zacatecana desde el Cerro Alto de Vetagrande: 1) cerro La Mesa (Las Antenas); 2) cerro Crestón Chino; 3) cerro La Bufa; 4) cerro El Grillo; 5) cerro Tierra Negra; 6) cerro El Padre; 7) cerro Loreto (Tierra Colorada); 8) La Sierpe/Calycanto; 9) lomas de Santa Clara; 10) La Sierpe; 11) caserío de la mina La Plata; 12) Cerro Alto de Vetagrande. Fotografía de los autores, 2014.

Panorámica hacia el norte desde el cerro El Grillo: 1) cerro donde se ubicaron los parapetos desenfilados de la brigada Villa y Cuauhtémoc; 2) Cerro Alto de Vetagrande; 3) cerro de Loreto (Tierra Colorada); 4) caserío de la mina La Plata; 5) cerro Tierra Negra; 6) cerro El Grillo. Fotografía de los autores, 2014.

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Panorámica hacia el norte desde el cerro de La Mesa, conocido como de Las Antenas: 1) cerro El Padre; 2) cerro La Sierpe/Calycanto; 3) cerro El Grillo; 4) cerro Tierra Negra; 5) cerro Loreto (Tierra Colorada); 6) lomas de Santa Clara; 7) Cerro Alto de Vetagrande; 8) cerro La Bufa; 9) cerro Crestón Chino; 10) cerro Bolsas; 11) cerro Las Antenas (La Mesa). Fotografía de los autores, 2014.


cos correspondientes a la batalla de Zacatecas amplían y pueden cambiar la perspectiva contemporánea y el conocimiento que se tiene sobre este acontecimiento histórico. Así, la arqueología es una fuente más al respecto, coadyuvando a generar mayor interés tanto en la sociedad civil como en académicos e instituciones en cuanto al estudio y puesta en valor de la batalla de 1914. Es imprescindible favorecer la construcción crítica de la identidad regional en la comunidad zacatecana mediante la generación de modelos de gestión ante la protección y la conservación de este patrimonio arqueológico recuperado a partir de la investigación. Ello conlleva a la propuesta de instrumentación del campo de batalla y al manejo del mismo como recurso didáctico, histórico y espacio de turismo cultural. El paisaje arqueológico y geográfico donde sucedió la batalla ha ido cambiando a lo largo de cien años a consecuencia del crecimiento urbano; sin embargo, se puede afirmar que todavía no ha sido alterado de manera total y, en algunos casos, como pudimos observar, éste aún persiste. De no prestarse atención a su conservación, se corre el riesgo de una pérdida completa del patrimonio, fenómeno irreversible que ya ocurrió en algunos puntos. Sin duda, el escenario urbano seguirá modificándose y ante tal situación existe actualmente la oportunidad de acrecentar el conocimiento sobre un suceso trascendente para la historia de México, colocándolo en el lugar que le corresponde: a nivel de paisaje memorial para que no corra el riesgo de desaparecer. Véase mapa de la batalla. cuadro 1

Relación de sitios explorados y hechos de armas registrados en diversas fuentes.35 Elaboración de A. Nicolau e I. Ramos.

No.

Punto geográfico (nombre)

01

Cerro Alto, Vetagrande

02

35

Hacienda de la Plata

Elementos visibilizados en fuentes

Características del armamento o arma

Batería Quiroz.

2 cañones de 75 mm.

Baterías Saavedra y Jurado y punto de vigilancia del general Ángeles.

6 cañones en dos grupos con seis baterías.

Percepción arqueológica en el paisaje/vestigio

Espacio acondicionado en la cumbre, muy posible al interior de un par de catas. Vestigios de la ex hacienda y mina de la Plata (cerámica y arquitectura de mina).

Tipo de acción o sistema registrado en fuentes 10:000 a.m. Impactados desde El Grillo y accidente en una batería. Punto inicial de concentración y observación inicial de la infantería de la División del Norte (Urbina, Aguirre Benavidez, González, Madero).

Ángeles, La batalla, 1967, pp. 20–26; Olea, Oros, Salinas y Palacios, La batalla, 1984, tomo ii, pp. 29–43, 59–65, 66–78 y 79–84, respectivamente; Kann, La batalla, 1984.

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Parapetos desenfilados

Brigadas Villa y Cuahutémoc.

Infantería en formación.

Parapetos, diez aproximadamente en el cerro anexo al noroeste del Cerro Alto de Vetagrande, en formación desenfilado.

Brigada Villa/Rodríguez y Cuauhtémoc de Trinidad Rodríguez.

Cerro Tierra Negra

Posibles restos de fortín, antigua fábrica de pólvora.

Guarnición de Colorados/Ejército Federal.

Visible en aerofoto.

Loreto (cerro de Tierra Colorada)

Fortín del arco de defensa primera línea/punto conquistado por la División del Norte y base para atacar El Grillo y La Sierpe.

Atacado por las brigadas Morelos, Robles, Zaragoza y la infantería del coronel González bajo el mando del general Urbina, partiendo de Vetagrande.

Infantería, ametralladoras, trinchera/ocupada por la batería Durán, División del Norte.

Muy deteriorado, se conservan algunos restos del caserío de adobe

10:25 a.m. La brigada Villa estaba en la cúspide de Loreto. 11:45 a.m. Se inicia el cañoneo a La Sierpe.

Caballería del Ejército Federal.

No visible.

Defensa del camino de acceso Vetagrande– Zacatecas.

Alineamientos, trinchera y materiales en superficie, se aprovechó la formación geológica para defensa, se registra el sistema de minas explosivas construido por el ingeniero Palacios.

11:00 a.m. Ataque a La Sierpe. Brigadas de Servín y Almanza. Refuerzo de la artillería y cae a las 12:00 p.m.

Lomas de Santa Clara

Fortín La Sierpe/ cerro Cal y Canto

Batallones orozquistas de caballería (Benjamín Argumedo). Regimientos 1º y 14º.

Fortín de primera línea de defensa. Fortín con 300 elementos.

300 infantes del Ejército Federal. 2500 infantes de la División del Norte.

Fortín de primera línea de defensa.

5 cañones (4 de 75 mm. y 1 de 80 mm. Mondragón S. Ch.)

Restos de trincheras (dos líneas visibles), plataforma para fortificación. Visible en aerofoto.

La Bufa

Fortín de primera línea de defensa. Faro.

Borrado en cuanto a vestigios originales, posiblemente material enterrado, se requiere detector, sobreviven las segundas etapas del convento y el faro.

1:30 p.m. Inicia la retirada de La Bufa hacia Guadalupe.

Crestón Chino

Fortín de primera línea de defensa. Batallón Guerrero y 98 de línea. Ejército Federal.

2 cañones de 75 mm. y 2 de 80 mm. 6 ametralladoras en el muro de piedra que une el atrio con el Crestón Chino. Salinas reporta 3 cañones en La Bufa de 80 mm. y 2 en El Grillo y 2 en la loma del Refugio.

12:00/12:30 p.m. Simultáneamente las brigadas Zaragoza, Villa y Cuahtémoc apoyadas por la artillería de Saavedra, Jurado y Durán. Cañoneo desde Loreto por la artillería de la División del Norte.

Cerro El Grillo

1 cañón. Salinas reporta un cañón.

Borrado en cuanto a vestigios originales, posiblemente material enterrado, se requiere detector.

Objetivo a cargo de las brigadas Triana, Arrieta y Carrillo.

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Bolsas

Fortín de primera línea de defensa.

Cerro El Padre

Fortín de primera línea de defensa.

Trinchera y ametralladoras.

Borrado en cuanto a vestigios originales, pero se conservan algunas cimentaciones tipo parapeto o trinchera.

1 cañón.

Construcciones tipo nido de ametralladora (posible reducto para artillería).

13

Fuerte Santos y Rojas. Lomerío o cerro La Mesa

Fortín de primera línea de defensa.

Fortín de caballería con 400 hombres, Ejército Federal/orozquistas posiblemente.

Trinchera de 200 metros e instalaciones con arquitectura e ingeniería conservada.

14

Parapetos y nidos de águila. Cerro de la Virgen

Refuerzo al arco táctico defensivo del Ejército Federal.

No reportado.

Estructura tipo nido de ametralladora y parapeto.

Indeterminado.

No reportado.

Parapetos.

100 hombres del Ejército Federal.

Trincheras y nidos de zorra. Afectado por trabajo de cantería y mina.

15

Parapetos por el eremitorio hacia San Ramón

16

Cerro La Cantera

Fortín de primera línea de defensa del Ejército Federal.

17*

Fortín Cinco Hermanos o Cinco Señores

Fortín de primera línea de defensa del Ejército Federal.

Sección de ametralladoras y trincheras. 100 hombres del Ejército Federal.

18

Cerro La Sierpe

Ubicación incorrecta.

No determinado.

19*

Atrincheramiento estación del ferrocarril

Atrincheramiento con 400 hombres del Ejército Federal ( Jacinto Guerra).

20

Cerro Los Clérigos

Fortín de primera línea de defensa del Ejército Federal.

3000 divisionarios y 2 cañones de la División del Norte de 80 mm., una batería de 8 cañones de montaña de 70 mm. tipo ligero.

21?

Fortín Zacatecas o Victoriano Huerta

Fortín de primera línea de defensa del Ejército Federal.

Fortín de primera línea de defensa del Ejército Federal, se registra su uso desde 1835.

22?

Fortín El Rayo

23?

Fortín Zacatecas o Victoriano Huerta

Fortín de primera línea de defensa del Ejército Federal.

24?

Fortín Ramírez

Frente de la estación.

25?

Fortín Blanchet

Abajo y a la derecha del Huerta.

No se registra como punto de ataque claro, pero fue objetivo de la División del Centro desde el día 21, consignándose en el parte de guerra del general Natera. Explorado en caminamiento arqueológico. Explorado en caminamiento arqueológico. Explorado en caminamiento arqueológico. Objetivo de Maclovio Herrera y Toribio Ortega.

Un nido de ametralladora.

Explorado en caminamiento arqueológico.

Ninguno, sitio memorial.

Atacado a la 1:00 p.m. por las brigadas de Maclovio Herrera, Ortega y Chao.

Discrepancia con las fuentes, no concuerda el paisaje descrito.

Próximos a El Grillo, abajo 250 soldados.

Perdido.

Próximo a El Grillo, abajo 150 soldados del Ejército Federal.

Perdido pero posiblemente se ubique en una zona aledaña a la actual Alameda.

Fortín de primera línea de defensa del Ejército Federal.

Perdido.

100 soldados del Ejército Federal.

Objetivos de las brigadas Herrera, Ortega y Chao. División del Norte.

Perdido.

No determinado.

200 soldados del Ejército Federal.

Objetivo a cargo de las brigadas Natera, Bañuelos, Domínguez, Cervantes y Caloca. 5000 divisionarios de la División del Centro.

Perdido. Perdido.

1914 miradas fragmentadas de la revolución en zacatecas


26*

Fortín Santo Domingo, Palacio de Gobierno, Real Caja

Explosión en la Real Caja, el Estado Mayor se alojó en el Palacio de Gobierno.

Un cañón en Santo Domingo y otro en el Capulín (indeterminado).

No determinado.

Memoriales que aún existen, pero no están señalados debidamente en el paisaje urbano.

En el cordón se ubica en la parte baja de La Bufa, en el convento de la Merced hipotéticamente.

Cayó la plaza a las 2:00 p.m. La explosión se registra entre 3:50 y 6:00 p.m. Varían las versiones.

27*

Cuartel Ciudadela

Ex convento de la Merced.

28*

Retén de La Encantada

Posiblemente en la parte superior del paraje.

Un cañón.

Poco visible.

29

Cerro Matapulga

Reducto de la División del Centro (croquis teniente Espinoza, 1913).

Objetivo de Maclovio Herrera y Toribio Ortega de la División del Centro.

Infantería y caballería.

Borrado, ubicado en la actual colonia Santa Rita.

Posición ocupada con anterioridad por la División del Centro.

30

Cuartel el Capulín y Socavón del Águila

Barrio del Capulín, próximo a Santo Domingo, plano 1835.

Infantería.

Se desconoce ubicación.

31

Cuartel el Cobre

Abajo de El Grillo, en la fábrica de cobre.

Infantería.

Barrio de Yanguas.

100 hombres y un cañón.

Archivos Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional. Hemerografía La Tribuna. Diario Independiente, México, 1914. Bibliografía Ángeles, Felipe, La batalla de Zacatecas con dos páginas de Rafael Muñoz, Zacatecas, 1967. Burkart, Joseph, Petrographische Karte des gebirges von Zacatecas, 1835, Mapoteca Orozco y Berra, 1211–oyb–7241–b. Escobedo, José G., La batalla de Zacatecas (treinta y dos años después), México, [s.e.], 1946. González Betancourt, Jorge, La toma de Zacatecas, México, inehrm, 1985. Hernández, C. F. X. y A. M. C. Rojo, «Arqueología y didáctica del conflicto: el caso de la Guerra Civil española», en Revista de Didácticas Específicas, número 6, 2012, pp. 159–176. Kann, Reginald, La batalla de Zacatecas, reportaje de un corresponsal de guerra enviado especial del periódico L’Illustration Francaise (traducción y prólogo Federico Sescosse), Zacatecas, 1984. La batalla de Zacatecas, Gobierno del Estado de Zacatecas, tomo ii, 1984. Muñoz, Ignacio, Verdad y mito de la Revolución Mexicana, México, Ediciones Populares, tomo iii, 1962. Ramos Ballesteros, Ineida, Arqueología de la batalla de Zacatecas de 1914: la visibilización de un 224•225


paisaje histórico/arqueológico, tesis de la Licenciatura en Antropología con especialidad en Arqueología, Universidad Autónoma de Zacatecas, 2015. Salmerón, Pedro, La División del Norte. La tierra, los hombres y la historia de un ejército del pueblo, México, Editorial Planeta Mexicana, 2006. Vicegar, Zacatecas, la llave del triunfo, México, trabajo inédito presentado para el premio Salvador Azuela del inehrm, 1994. Villacorta, Abel V., Nociones de fortificaciones de campaña, Tegucigalpa, Tipografía Nacional, 1913. Glosario de términos Atrincheramiento: construcciones que, modificando el terreno para el combate, forman un obstáculo para el que ataca y una protección para el que se defiende. Avantrén: juego delantero de los carruajes de que se sirve la artillería. Batería: se llaman baterías en general a las obras de fortificación destinadas exclusivamente para la artillería. Formación o espacio desenfilado: es un medio que se emplea en la defensa, dicho término se reduce a «desenfilarse» de los fuegos y de las vistas del enemigo. Se dice que está desenfilado de los fuegos cuando se encuentra a cubierto de la acción de los fuegos del atacante, y estará desenfilado de las vistas cuando el enemigo no pueda verlo desde ningún punto exterior. Fortificación de campaña: aquélla cuyas obras son construidas en tiempo de guerra con medios limitados y en los lugares donde se espera un probable ataque enemigo. Lunetas: se llaman obras abiertas por la gola o lunetas a las obras abiertas por el frente que no es tan atacable, o por donde sean menos probables los ataques, y al cual se llama gola. Lunetas con gola defensiva: su objeto es poder resistir aunque el enemigo se aproxime y evitar las sorpresas durante la noche y los ataques a viva fuerza de día. Parapeto: muros fabricados de piedra en seco. Poliorcética: disciplina encargada de la construcción de fortalezas, bastiones, baluartes o fortificaciones. También conocida como una de las artes marciales o de guerra dentro de la ingeniería militar.

1914 miradas fragmentadas de la revolución en zacatecas


Mapa de la batalla.

Revolucionarios

Ejército Federal

Créditos: plano base, Jaime Castrellón; información histórica, Armando Nicolau, Ineida Ramos y Antonio Campuzano; diseño, Eduardo Díaz Montes.


Saldos de la batalla

Carretones abandonados por la artillería federal. gri–apa, 96.r.144.b1.007.


Saldos de la batalla

Tropas del general Villa ingresando a Zacatecas. gri–apa, 96.r.144.b1.008.


Saldos de la batalla

Soldados federales muertos. gri–apa, 96.r.144.b2.003.


Saldos de la batalla

Tropas villistas en la ciudad. gri–apa, 96.r.144.b1.009.


Saldos de la batalla

Buscando sobrevivientes en las ruinas del Edificio Federal. gri–apa, 96.r.144.15.


Saldos de la batalla

El capitán José Ferrigelio bajo los escombros del Palacio Federal. gri–apa, 96.r.144.b1.007.


Saldos de la batalla

Felipe Fuentes, el más joven entre las tropas del general Villa. gri–apa, 96.r.144.24.


Saldos de la batalla

Viendo con indiferencia la muerte. up, Archivo Roque González Garza.


Saldos de la batalla

Vetagrande, cuartel de las tropas de Felipe Ángeles. up, Archivo Roque González Garza.


Sobre los autores

Águeda G. Venegas de la Torre. Doctora en historia por el Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora. Es profesora investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Margil de Jesús Canizales Romo. Doctor en historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Actualmente es docente investigador en la Unidad Académica de Historia de la citada universidad. Martha Eva Rocha Islas. Doctora en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia, adscrita a la Dirección de Estudios Históricos. Lorena Salas Acevedo. Arquitecta por el Instituto Tecnológico de Zacatecas. Cuenta, además, con el doctorado en Humanidades y Artes por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Antonio Campuzano Rosales. Maestro en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente tiene el rango de capitán primero en el Ejército Mexicano y está adscrito al Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional. Ineida Ramos Ballesteros. Arqueóloga egresada por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Especialista en el estudio de campos de batalla y arqueología del conflicto. Armando Nicolau Romero. Es arqueólogo por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, maestro en Restauración de Sitios y Monumentos, doctor en Arquitectura. Actualmente es docente e investigador especializado en las líneas de estudios de patrimonio y arqueología del conflicto.


Índice

Presentación Miguel Alonso Reyes 7

Agradecimientos 9

Introducción Guadalupe Villa Guerrero Limonar Soto Salazar 11

La plaza no se abandona: la guarnición federal en Zacatecas Limonar Soto Salazar 21

Los rumores en una ciudad asediada por los revolucionarios Águeda G. Venegas de la Torre 47

¡Ahí viene la bola! La revolución en las zonas rurales del estado de Zacatecas Margil de Jesús Canizales Romo 67


El papel de las enfermeras y la atención de heridos de guerra Martha Eva Rocha Islas 99

La fragmentación arquitectónica de la ciudad María Lorena Salas Acevedo 121

La batalla de Zacatecas a través del Diario de operaciones de Felipe Ángeles. Una aproximación a la historia militar Antonio Campuzano Rosales 143

Miradas fragmentadas de la revolución en Zacatecas Guadalupe Villa Guerrero 169

Arqueología de un conflicto revolucionario Armando Nicolau Romero Ineida Ramos Ballesteros 201

Saldos de la batalla 228


1914. Miradas fragmentadas de la revolución en Zacatecas, bajo la coordinación de Guadalupe Villa Guerrero y Limonar Soto Salazar, se terminó de imprimir en el mes de septiembre del año 2015. Su tiraje consta de 1000 ejemplares más los sobrantes para reposición.


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