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Armonía Financiera
El arte de salir de la pobreza
Durante siglos hemos tratado de vislumbrar formas efectivas de salir de la pobreza, y aunque mucha teoría se ha escrito al respecto, poca práctica se ha difundido. En esta oportunidad voy a explicar cuáles son, según mi experiencia y mis conocimientos, los elementos claves a tomar en cuenta para salir de ese mal social llamado pobreza.
La pobreza no es una identidad
El primer elemento a incluir, desde una base más filosófica, es el hecho de que la pobreza es una situación y no una identidad. Nacer en un entorno de clase económicamente baja puede ser un punto de partida, pero de ninguna manera implica que sea el destino que nos toque. Reconocernos valiosos aún sin nada material, nos da una autoimagen poderosa.
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Darnos una identidad de pobreza es robarnos los elementos básicos que nos hacen únicos, donde el talento y las habilidades son clave. Conocernos es, ante la carencia de recursos materiales, el primer propósito de todo ser humano, para comprender el valor que aportamos desde nuestra esencia y no desde nuestra carencia. En una cultura de sacrificio, hemos aprendido que nuestro valor está en aquello que más nos ha costado, cuando en realidad nuestro valor está en aquello que más nos gusta, se nos facilita y nos apasiona tanto que lo convertimos en un producto o servicio deseado por otros.
La capacidad de aprendizaje
Todos sabemos que el sistema educativo se ha considerado un medio de reconocimiento social y valoración laboral, pero muy poco tiene que ver con la capacidad de aprendizaje. Luego de haberse demostrado la capacidad adaptativa del cerebro o neuroplasticidad, que demuestra que el cerebro aprende y se reorganiza hasta el último día de nuestra vida, aprender ya dejó de ser un tema académico, para convertirse en una habilidad vital.
La disponibilidad de conocimientos que refuercen nuestros talentos y nos permitan ser cada vez más valiosos en sociedad, es un hecho actual. Pero la democratización del conocimiento trae consigo la del entretenimiento, ante lo cual la mayoría de las personas que no tienen consciencia de su valor social, terminan por elegir entretenerse en lugar de aprender.
Postergar la gratificación
En un mundo donde todo lo bueno parece ser inmediato, la capacidad de postergar la gratificación es un súper poder para la vida. En el año 1988 Walter Mischel realizó una investigación para medir la capacidad de autogestión de los deseos en un grupo de niños pequeños y su efecto en su calidad de vida adulta. La prueba consistía en dejarlos solos por 15 minutos con un malvavisco con la promesa de que, si no se lo comían, tendrían uno adicional. Catorce años después, las pruebas indicaron que los niños que resistieron la tentación, tenían mejor capacidad para manejar la frustración, tenían mejor autoestima y eran más competentes.
Desde un punto de vista neurológico, una persona capaz de gestionar sus impulsos, tiene un mejor ejercicio de la corteza prefrontal, desarrolla mejores capacidades ejecutivas y se proyecta mejor en el largo plazo. Esto es, desde las neurofinanzas, contradictorio al principio de que el dinero hoy vale más que el dinero en el futuro. Una persona que sabe lo que quiere en la vida, tendrá claridad de que el dinero a mano hoy no siempre será la mejor opción, especialmente si no ha desarrollado las habilidades para gestionarlo.
Con frecuencia, las personas con escasos recursos creen que es mejor gastarse el dinero hoy, porque el futuro no es muy prometedor. Esto se conoce en finanzas conductuales como el sesgo de inmediatez, que nos hace creer que la situación actual permanecerá igual en el futuro. La verdad es que los seres humanos somos adaptables, cambiantes e influenciables, por lo que es casi imposible que seamos los mismos a futuro. Por esta razón, debemos apostar por nosotros, donde estamos y con lo que tenemos, sabiendo que salir de la pobreza es una decisión de vida en un entorno incierto, y no un hecho fortuito de unos pocos privilegiados.