Arquidiócesis de Medellín / Septiembre 2012 / 197 / 1.200 Ejemplares / ISSN 1909-9584 / ARZOBISPO DE MEDELLÍN. FRANQUICIA POSTAL. DECRETO No. 27-58 1955
De chismes, calumnias y otros cuentos… “A tantos que, como el autor, han tenido que vivir, y seguramente volverán a vivir algún día, la corrosión de la maldad de corazones no cercanos al redentor mandamiento del Amor que el calumniado Jesús de Nazareth quiso dejar como criterio identificador de sus discípulos”
CONTENIDO
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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
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DE CHISMES, CALUMNIAS Y OTROS CUENTOS…
AL SEGUNDO GRUPO DE OBISPOS DE COLOMBIA EN VISITA «AD LIMINA APOSTOLORUM»
¿LA CALUMNIA… EL HONOR… EL CHISME… LO ETICO O LO MORAL… EL CIBER ACOSO… Y ESO QUÉ? Por: Guillermo Leon Zuleta Salas, Pbro.
SALUDO AL SANTO PADRE BENEDICTO XVI, CON MOTIVO DE LA VISITA AD LIMINA APOSTOLORUM
FAMILIA EVANGELIZADORA Y LA MISIÓN PERMANENTE
Por: + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín
PASTORAL VOCACIONAL EN LA HORA DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Por: + Elkin Fernando Álvarez Botero Obispo Auxiliar de Medellín
LA NOTICIA DEL DOMINGO
Por: Pablo Andrés Palacio Montoya, Pbro.
“EL CONCILIO DE CONGAR”
Por: Fernando José Bernal Parra, Pbro.
70 76 83
Por: Carlos Hernández Pérez, Diácono Permanente
HISTORIA DE LUCÍA
ESPERANZA Y SANACIÓN PARA LA MUJER QUE HA ABORTADO Por: Gilberto Gómez Botero, Pbro.
EL PARADIGMA RELATIVISTA DE NUESTRO TIEMPO Por: Orlando Arroyave Valencia, Pbro.
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI AL SEGUNDO GRUPO DE OBISPOS DE COLOMBIA EN VISITA «AD LIMINA APOSTOLORUM»
Queridos Hermanos en el Episcopado:
Siembren Evangelio y cosecharán reconciliación, sabiendo que, donde llega Cristo, la concordia se abre camino, el odio cede paso al perdón y la rivalidad se transforma en fraternidad.
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1. Con profundo gozo les doy la más cordial bienvenida a este encuentro de comunión con el Obispo de Roma y Cabeza del Colegio Episcopal. Agradezco las amables palabras de Monseñor Ricardo Tobón Restrepo, Arzobispo de Medellín, con las cuales me ha hecho presente el afecto de los obispos, presbíteros, diáconos, comunidades religiosas y fieles laicos colombianos, así como las grandes líneas de la tarea pastoral que se está llevando a cabo en sus Iglesias particulares, que peregrinan en medio de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios (cf. Lumen Gentium, 8). 2. Su visita a los sepulcros de los príncipes de los Apóstoles, como bien lo saben, constituye un momento importante para la vida de las circunscripciones eclesiásticas de las que son pastores, porque consolida los vínculos de fe y comunión que los unen al Sucesor de san Pedro y al entero cuerpo eclesial. También para el Papa esta es una ocasión de profundo significado, ya que en ella se expresa su solicitud por todas las Iglesias. Que su presencia en Roma sea, pues, una oportunidad para avivar la unidad efectiva y afectiva con el Pastor de la Iglesia Universal y también entre ustedes mismos, de modo que se intensifique en todos, y refuerce positivamente entre los fieles, aquel ideal que identifica a la comunidad eclesial desde sus inicios: «Tenía un solo corazón y una sola alma» (Hch 4,32). 3. La historia de Colombia está indeleblemente marcada por la profunda fe católica de sus gentes, por su amor a la Eucaristía, su devoción a la Virgen María y el testimonio de caridad de insignes pastores y laicos. El anuncio del Evangelio ha fructificado entre ustedes con abundantes vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, en la disponibilidad mostrada
para la misión ad gentes, en el surgimiento de movimientos apostólicos, así como en la vitalidad pastoral de las comunidades parroquiales. Junto a esto, ustedes mismos han constatado también los efectos devastadores de una creciente secularización, que incide con fuerza en los modos de vida y trastorna la escala de valores de las personas, socavando los fundamentos mismos de la fe católica, del matrimonio, de la familia y de la moral cristiana. A este respecto, la infatigable defensa y promoción de la institución familiar sigue siendo una prioridad pastoral para ustedes. Por ello, en medio de las dificultades, les invito a no retroceder en sus esfuerzos y a seguir proclamando la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y santuario de la vida (cf. Discurso en la clausura del V Encuentro Mundial de las Familias, Valencia, 8 de julio de 2006). 4. El Plan Global (2012 – 2020) de la Conferencia Episcopal de Colombia traza como objetivo general «promover procesos de nueva evangelización que formen discípulos misioneros, animen la comunión eclesial e incidan en la sociedad desde los valores del Evangelio» (cf. n. 5.1). Acompaño con mi oración este propósito, que ya tuve la oportunidad de comentar al inaugurar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida, pidiendo a Dios que, al llevarlo a cabo, los ministros de la Iglesia no se cansen de identificarse con los sentimientos de Cristo, Buen Pastor, saliendo al encuentro de todos con sus mismas entrañas de misericordia, para ofrecerles la luz de su Palabra. Así, el dinamismo de renovación interior llevará a sus compatriotas a revitalizar su amor al Señor, fuente de la que podrán surgir caminos que infundan una firme esperanza para vivir de manera responsable y gozosa la fe e irradiarla en cada ambiente (cf. Discurso Inaugural, 2). 5. Con espíritu paterno, consagren lo mejor de su ministerio a los presbíteros, diáconos y religiosos que están bajo su cuidado. Denles la atención que necesita su vida espiritual, intelectual y material, para que puedan vivir fiel y fecundamente su ministerio. Y si fuese necesaria, no ahorren con ellos la oportuna, clarificante y caritativa corrección y orientación. Pero, sobre todo, sean para ellos modelo de vida y entrega a la misión recibida de Cristo. Y no dejen de privilegiar el cultivo de las vocaciones y la formación inicial de los candidatos a las órdenes sagradas o a la vida religiosa, ayudándoles a discernir la ver-
dad de la llamada de Dios, para que respondan a ella con generosidad y rectitud de intención. A este respecto, será oportuno que, siguiendo las orientaciones del Magisterio, propicien la revisión de los contenidos y métodos de su formación, con el deseo de que ella responda a los desafíos de la hora presente y a las necesidades y urgencias del Pueblo de Dios. Igualmente, es importante el fomento de una acertada pastoral juvenil, por medio de la cual las nuevas generaciones perciban con nitidez que Cristo las busca y desea ofrecerles su amistad (cf. Jn 15, 13-15). Él dio su vida para que tengan vida abundante, para que su corazón no se deje arrastrar por la mediocridad o por propuestas que acaban dejando el vacío y la tristeza tras de sí. Él desea ayudar a cuantos tienen el futuro por delante a realizar sus más nobles aspiraciones, para que aporten una savia fecunda a la sociedad, y así ésta avance por las sendas de la salvaguarda del medio ambiente, del ordenado progreso y la real solidaridad. 6. A pesar de algunos signos esperanzadores, la violencia continúa trayendo dolor, soledad, muerte e injusticia a muchos hermanos en Colombia. Al mismo tiempo que reconozco y agradezco la misión pastoral que, muchas veces en lugares llenos de dificultades y peligros, se está realizando en favor de tantas personas que sufren inicuamente en su amada Nación, les animo a seguir contribuyendo a la tutela de la vida humana y al cultivo de la paz, inspirándose para ello en el ejemplo de nuestro Salvador y suplicando humildemente su gracia. Siembren Evangelio y cosecharán reconciliación, sabiendo que, donde llega Cristo, la concordia se abre camino, el odio cede paso al perdón y la rivalidad se transforma en fraternidad. 7. Queridos hermanos en el Episcopado, al asegurarles una vez más mi cercanía y benevolencia, los encomiendo a cada uno de ustedes a la protección materna de María Santísima, en su advocación de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Que ella interceda por los ministros ordenados, los religiosos, las religiosas, los seminaristas, los catequistas y los fieles de cada una de sus arquidiócesis y diócesis, acrecentando en todos el deseo de amar y servir a su divino Hijo. A todos imparto de corazón una afectuosa Bendición Apostólica, prenda de copiosos favores celestiales. 10 de septiembre de 2012
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SALUDO AL SANTO PADRE BENEDICTO XVI, CON MOTIVO DE LA VISITA AD LIMINA APOSTOLORUM Por: + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín Beatísimo Padre:
Su presencia en Colombia sería prenda de muchas bendiciones divinas y un estímulo para continuar el esfuerzo de construir la paz y la reconciliación en el país.
La Visita ad Limina Apostolorum conduce este segundo grupo de obispos colombianos sobre los caminos de Pedro y Pablo para beber en las fuentes vivas de nuestra identidad y de nuestra misión, en comunión con el Obispo de Roma. Le agradecemos de corazón que nos acoja, que escuche nuestras inquietudes, que comparta nuestros proyectos pastorales y, sobre todo, que nos confirme en la fe. En verdad, necesitamos vivir cerca del Papa la comunión eclesial y escuchar su palabra que nos llene de ánimo y de esperanza en estos momentos difíciles y apasionantes de la humanidad. Nuestra Patria ha sido iluminada a lo largo de cinco siglos por el Evangelio. Es así como la fe del pueblo y el ministerio de sus pastores han sentido siempre la necesidad de la relación vital con el Sucesor de Pedro. Por eso, también en nombre de dos hermanos Obispos que no han podido venir por motivos de salud, de los presbíteros y fieles de nuestras diócesis, le expresamos los sentimientos más profundos de amor filial y de obediente adhesión. Le agradecemos de corazón su servicio petrino, pues en Vuestra Santidad encontramos la voz clara y autentica del Maestro, la valentía del Pastor que no huye ante los lobos y el amor humilde del Padre que busca unir y congregar. El estar delante de Vuestra Santidad nos permite darle las gracias de un modo más íntimo y afec-
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tuoso por su generosa dedicación al servicio de la Iglesia, sus valientes viajes apostólicos, sus diversas iniciativas pastorales y su luminoso magisterio, que buscan poner a Dios en el corazón del hombre y de la historia. Nos ha mostrado, Santo Padre, cómo Dios no es una amenaza para la libertad y la felicidad de la persona humana y cómo sólo centrada en Dios la Iglesia puede dar nueva vida a una sociedad en la que la fe se debilita y hasta se apaga. Nuestra peregrinación a las tumbas de los Apóstoles es un acontecimiento de fe que, al estrechar la comunión “cum Petro et sub Petro”, hace circular en nuestras Iglesias los dones con los que el Espíritu Santo enriquece a la Iglesia universal, consolida la colegialidad episcopal y logra que la savia que viene de Cristo llene de vitalidad y de frutos todos los sarmientos. Junto a Vuestra Santidad queremos renovar la pasión por Dios y por su Reino, deseamos vigorizar nuestro amor por la Iglesia, esperamos hacernos más capaces de anunciar por todas partes la luz y la alegría del Evangelio. Nuestro país no se ha quedado al margen de las mutaciones culturales, morales y religiosas de hoy. Seguimos viviendo, en una ya larga evolución, la dolorosa amenaza de la violencia; la estructura de pecado, que pervierte las conciencias, genera diversas formas de corrupción y de inequidad social; la frivolidad le roba el sentido, la fuerza y la esperanza a muchas vidas, que se quedan ancladas en el egoísmo; el hedonismo y el relativismo no llevan propiamente, como se pretende, a la feliz emancipación de una moral superada, sino al despilfarro de las mejores posibilidades humanas. El encargo recibido y estos desafíos nos mueven a trabajar sin descanso por formar discípulos misioneros de Cristo con la nueva evangelización a la que el Espíritu, por su voz, llama hoy a la Iglesia. Nos alegra ver el entusiasmo y la generosidad con los que tantos sacerdotes y fieles se comprometen en este gran proyecto misionero y pastoral.
Por tanto, quisiéramos escuchar sus recomendaciones frente a los retos que hoy se nos presentan para mantener la vida evangélica y la caridad pastoral de nuestros presbíteros, para ofrecer una adecuada formación a los seminaristas, para lograr un verdadero compromiso de los fieles laicos con la misión de la Iglesia y la construcción de la sociedad, para renovar las comunidades parroquiales, para salvar las familias cristianas de perder su identidad y su imprescindible papel en el mundo. Sea la ocasión para agradecerle, que en medio de sus múltiples ocupaciones, haya querido acompañarnos con su oración y dirigirnos un mensaje en momentos de particular significación para nosotros. Especialmente le expresamos nuestra gratitud por la referencia al proceso de paz en Colombia, hecha en el Angelus de ayer. Como ya lo hicieron nuestros hermanos obispos, en el pasado mes de junio, deseamos invitarlo a que visite nuestra patria. Su presencia en Colombia sería prenda de muchas bendiciones divinas y un estímulo para continuar el esfuerzo de construir la paz y la reconciliación en el país. Nos llenaría de alegría y agradecimiento que, si Dios lo quisiera, esa fuera también la ocasión para canonizar a la primera santa nacida en tierra colombiana, la Beata Laura Montoya. Finalmente, Santo Padre, humildemente imploramos su Bendición Apostólica sobre nuestras comunidades diocesanas con sus presbíteros, diáconos, personas consagradas, seminaristas y fieles laicos. Especialmente, sobre los que más sufren, los enfermos, los pobres, los encarcelados y los secuestrados. Todos ellos, a través de nosotros, le hacen llegar su filial afecto y la seguridad de su oración por su ministerio en favor de la Iglesia y de toda la humanidad. Nosotros, por nuestra parte, después de esta peregrinación, hecha ya en el espíritu del Año de la Fe para el que Vuestra Santidad nos ha convocado, regresamos llenos de esperanza para seguir trabajando por el advenimiento del Reino de Dios.
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PASTORAL VOCACIONAL EN LA HORA DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN Por: + Elkin Fernando Álvarez Botero Obispo Auxiliar de Medellín 1. Nueva Evangelización: tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe y de la vocación cristiana En estrechísima relación con el 50º aniversario del inicio del Concilio Vaticano II, dentro de pocas semanas, la Iglesia entera celebrará dos importantes acontecimientos que, sin lugar a dudas, representan una manifestación privilegiada de la acción del Espíritu Santo y un momento único para el fortalecimiento de la vida cristiana.
No hay que apuntar sólo a “reclutar” candidatos al sacerdocio o a la vida consagrada.
Se trata, en primer lugar, de la celebración del Año de la Fe, en el que “habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo” 1. El segundo acontecimiento eclesial es la realización del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana, que, frente a los grandes y serios desafíos que encuentra el anuncio Jesucristo hoy, nos propondrá los rasgos específicos que debe asumir la tarea y misión de la Iglesia. En efecto, “el contexto en el cual nos encontramos exige a las Iglesias locales un renovado impulso, un nuevo acto de confianza en el Espíritu que las guía, para que vuelvan a asumir con alegría y fervor la misión fundamental para la cual Jesús envía a sus discípulos: el anuncio del Evangelio (cf. Mc 16,15), la predicación del Reino (cf. Mc 3,15)” 2. 1 Benedicto XVI. Carta Apostólica en forma de motu proprio: Porta Fidei. n. 8. 2 XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana: Lineamenta. n. 16.
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Deseo dirigir la atención sobre un aspecto particular de este, por así llamarlo, doble momento de gracia en la vida de la Iglesia: el cultivo de las vocaciones. De hecho, una nueva cultura vocacional es, al mismo tiempo, semilla y fruto, un componente infaltable y un gozoso desenlace, de la tarea de la nueva Evangelización.
2. Un salto cualitativo en la pastoral vocacional En diversos escenarios y ocasiones, el Beato Juan Pablo II invitó a la Iglesia a dar un salto de calidad en la pastoral vocacional 3. El mismo Santo Padre indicaba cuáles habrían de ser las notas características de esta “cualificación” del cultivo vocacional en la hora de la nueva evangelización. Las que aparecen señaladas aquí. • Ante todo, es necesario mantener en la base la convicción de que el florecimiento de las vocaciones no es el fruto de la multiplicación de actividades o de técnicas, es decir, de esfuerzos meramente humanos. Un renacer vocacional en la Iglesia debe corresponder a la identidad misma de la vocación que es, por encima de toda planeación, don y misterio divino. Para responder al imperativo del Señor en esta perspectiva, es menester “rogar al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9, 38). Si falta esta oración y la pastoral vocacional se desborda únicamente en actividades promocionales, sin duda resultará ineficaz y sin perspectivas. Así lo decía el Papa: “es urgente que en las comunidades eclesiales se produzca un gran movimiento de oración, contrarrestando el viento del secularismo que impulsa privilegiar los medios humanos, el eficientismo y el planteamiento pragmático de la vida”4. • La actual situación histórica y cultural, que ha cambiado bastante, exige que la pastoral de las vocaciones sea considerada uno de los objetivos primarios de toda la comunidad cristiana5.
Con lo anterior se subraya que el cultivo de las vocaciones ha de estar siempre entre las primeras líneas de la misión de la Iglesia; es una “prioridad” que se desprende del ser mismo de la vida en Cristo y de la misión de Evangelizar. Pero también que ésta es una tarea que incumbe no a unos pocos, o a delegados, o a quien se le encargue la misión, sino a todos en la comunidad cristiana. Así se proyecta la eclesiogía de comunión del Vaticano II. En la hora de la nueva Evangelización, la Iglesia ha de poner en marcha los caminos comunitarios concretos de que dispone (parroquias, movimientos, pequeñas comunidades, etc.) para el oportuno cultivo y maduración de las vocaciones. Una comunidad viva genera inquietudes, motiva, despierta vocaciones para la misma Iglesia. La vocación nace en la Iglesia, se vive en la Iglesia y se ofrece en la Iglesia. • En la misma línea, es necesario situar la pastoral vocacional en un contexto y horizonte más amplio: el eclesial. No hay que apuntar sólo a “reclutar” candidatos al sacerdocio o a la vida consagrada. La dimensión vocacional de la vida cristiana ha de estar presente en cuanto articula y define todas las áreas y organismos de la pastoral (familia, juvenil, catequesis, educación…) para llevar a un compromiso auténtico de todos los miembros de la Iglesia en los diversos estados de vida (sacerdocio, vida consagrada, laicado): todos han de recibir el impulso para vivir como discípulos misioneros la común vocación a la santidad. De aquí, la primera conclusión: la dimensión “vocacional” de la vida cristiana debe penetrar toda la pastoral de la Iglesia (la familiar, juvenil, catequística, educativa, misionera, etc...), al mismo tiempo, definirse y proyectarse como una acción específica, a favor de cada una de las vocaciones (las sacerdotales, religiosas o laicales). Es necesario cultivar el don de todas las vocaciones, para ser, juntos, los discípulos misioneros de Jesucristo que la Iglesia necesita para la evangelizar nuestro pueblo.
3 Cfr. Juan Pablo II. Discurso a los participantes en el Congreso Europeo sobre las vocaciones religiosas y sacerdotales. 9 de mayo de 1997. n. 3. 4 Ibid. n. 2 5 Cfr. Ibid. n. 3.
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LA NOTICIA DEL DOMINGO Por: Pablo Andrés Palacio Montoya, Pbro. DOMINGO XXVII T.O. Génesis 2, 18 – 24
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amos a centrar nuestra atención en la intención de Dios para con el hombre recién creado, descrita en el v. 18: no quiere que esté solo, y por tanto se propone darle “una ayuda adecuada”. ¿En qué consiste dicha ayuda, que en hebreo se dice “،ézer”? Rastreando las apariciones de este término en el Antiguo Testamento, es posible deducir que casi siempre hace referencia a una intervención divina que salva la vida en peligro, sea por enemigos (Ex 18,4), por guerra (Sal 20) o a causa de la muerte (Sal 33, 19 – 20). Además, se trata de un auxilio personal y no material, y que es sumamente indispensable para que la existencia no se vea afectada. Ahora bien: aplicando cuanto acabamos de decir al texto del Génesis, todo pareciera indicar que el hombre, apenas creado, tuviese una terrible amenaza para su existencia, de la cual es urgente liberarlo. Pero … ¿de qué amenaza estamos hablando? El v. 18 nos da la respuesta: se trata de la soledad, situación que no permite vivir en plenitud (Lv 13,46; Gen 32,25; Is 27,10); en palabras del padre Ska: “La vida no es verdaderamente lo que es más que si podemos compartirla y transmitirla”1. Resulta que el auxilio ante la soledad, que pone en riesgo la existencia, no viene de los animales (v. 20), sino de la mujer! Qué bella enseñanza nos regala hoy el texto bí1 Seguimos aquí el análisis que, a propósito de este texto hace el exégeta belga en su obra “El Camino y la Casa”. Estella, Verbo Divino 2005, pp. 149 – 159.
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blico acerca de ella, pues la define como el apoyo y ayuda esencial para que el hombre no perezca, tanto así que los dos llegan a formar una sola carne. Sorprende, pues, que en una sociedad patriarcal, como la de Israel, el texto sagrado proponga una absoluta igualdad entre el varón y la mujer, hecho ratificado por la similitud del nombre: “ۥiš” – “ۥiššāh” respectivamente. Dicha igualdad, complementariedad y unidad es el proyecto primigenio de Dios para la pareja, tal como demostrará Jesús en el Evangelio de hoy.
Salmo 128 (127) Teniendo en cuenta la bendición sacerdotal de los vv. 4 – 6, podemos imaginar este salmo como el recuerdo del hombre justo que, después de visitar el templo de Jerusalén, recibe la bendición del sacerdote y regresa a su hogar, descubriendo cómo, con el auxilio divino, su familia florece y todo es alegría y paz. El himno está compuesto según la doctrina hebrea de la retribución, de modo el temor de Dios conduce necesariamente a los más grandes beneficios conocidos por el hombre semita: largos años de vida, una gran descendencia y muchos bienes. Dicho temor, en la concepción bíblica implica la aceptación de la voluntad divina, o, como expresa el mismo salmo, “seguir sus caminos”. El justo que teme al Señor es aquel que ha descubierto lo que Dios ha hecho en su existencia: su perdón, su amor inagotable, y se empeña en agradarle tanto como sea posible con cada acción y cada palabra. La retribución es descrita en los vv. 2 – 3 por medio de dos imágenes: un trabajo productivo y una bendición que se extiende a todos los miembros de la familia, los cuales son al mismo tiempo bendición para el justo. La esposa fecunda garantiza así la “inmortalidad” de la memoria del patriarca; pero hay que tener presente que la mujer alcanza también su grandeza y dignidad en los hijos, realidad ejemplificada en la vid y el olivo: así como estos elementos comestibles y sus derivados nunca faltaban en la mesa israelita, así también el que teme al Señor gozará de aquello en lo cual el ser humano encuentra su realización plena.
El salmo concluye con una bendición de tipo sacerdotal, que recoge los elementos ya mencionados y termina con el mejor deseo que se puede augurar a alguien: (Šalôm), en este caso para Israel, la gran familia: la nación será próspera y sus hijos felices en la medida en que cada uno de sus miembros sepan dar a Dios el puesto que merece; cuando se construye la vida con su ayuda, esta misma vida se transforma en gozo y esperanza.
Hebreos 2, 9 – 11 Uno de los más graves problemas a los que se enfrentó la primitiva comunidad cristiana surgió de las dudas creadas en torno a la función sacerdotal de Jesús, teniendo en cuenta que no pertenecía a la tribu de Leví. El autor del Sermón a los Hebreos, entonces, se propondrá demostrar que la no pertenencia a una genealogía no invalida este aspecto trascendental del Salvador. La lectura de hoy nos ofrece dos ideas fundamentales, siendo la segunda más explícita al respecto: 1) El sacerdocio de Cristo se fundamenta en su capacidad de abajamiento y donación: en Él se cumplen las palabras del Salmo 8, 5 – 7, ya que, habiéndose hecho un poco inferior a los ángeles, condujo a la gloria a todos aquellos por quienes murió (v.9). 2) Ahora bien: el v. 10 habla de un perfeccionamiento en Jesús; pero … ¿habría algo en lo que debía ser perfecto? Hemos de prestar atención aquí al verbo empleado “teleióō”, que es empleado por la Septuaginta para hablar de la acción sacrificial en el rito de investidura sacerdotal (Cf. por ejemplo Ex 29,35): todo parece indicar que las manos del recién consagrado era llenadas con la carne de un animal sacrificado, “perfeccionándose” así, o mejor “volviéndose aptas” para llevar a cabo de ahí en adelante su misión cultual. Así se comprende mejor el contenido del v. 10: gracias a la solidaridad en el sufrimiento de sus hermanos, Cristo “llenó sus manos” con su propia carne, ejerciendo así la plenitud del sacerdocio. Efectivamente, enseña Hebreos a los cristianos que
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ponían en tela de juicio el sacerdocio de Cristo que Él lo fue en la medida en que se dio a sí mismo como ofrenda.
Marcos 10, 2 – 12 Continúa el camino de Jesús hacia Jerusalén, cuyo tema central, como hemos dicho, es el DISCIPULADO, que no se restringe sólo al grupo de quienes lo acompañaban, sino a todo aquel que quiere aprender a los pies del Maestro; no en vano, en la catequesis que sigue al primer anuncio de la Pasión ha enseñado a TODOS la necesidad de negarse uno mismo y tomar la cruz para seguir sus huellas (8,34). Entendidas así las cosas, también las familias están llamadas al seguimiento fiel, y de ello dará cuenta el episodio que hoy proclamamos. Aparecen en escena los fariseos con una finalidad concreta: poner a prueba a Jesús, haciendo que revele públicamente su opinión sobre el divorcio. Hay que aclarar dos cosas antes de proseguir: 1) Desde la legislación de Dt 24,1 el divorcio era permitido en Israel pero sólo el hombre podía despedir a su mujer, no ésta a él: la cláusula, por tanto, era parcializada y desigual. 2) Por otra parte, la Torá no había aclarado el por qué del divorcio: sólo decía “si [el hombre] descubre en ella algo vergonzoso”, pero ése algo no estaba determinado. Fue por eso que los rabinos o estudiosos de la Ley comenzaron a establecer diversas hipótesis, que en la época de Jesús se resumían en dos posiciones: una radical, proveniente de Shammai, afirmaba que el motivo sólo podía ser la infidelidad; la otra, postulada por Hillel, decía que cualquier cosa, hasta una sopa quemada, era causal de divorcio. Jesús no se deja tentar por los fariseos, sino que va directamente a la raíz: su respuesta apunta a decidir entre aquello que Dios quiso desde el principio y aquello que más tarde ordenó a Moisés precisamente como consecuencia del corazón humano
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insensible a las instrucciones divinas. En pocas palabras: para el Salvador lo que interesa aquí no es la separación, sino la unidad! Es decir, volver a la voluntad divina cuando creó al hombre y a la mujer no para la desunión, sino para ser una sola carne. Todo esto queda ratificado en la catequesis a los discípulos (vv. 10 – 12), según la cual el repudio de ninguna manera disuelve el matrimonio, pues la primera unión persiste. El próximo jueves daremos inicio al Año de la Fe. Pidamos, desde este Domingo, que aquellos que se disponen a celebrar el sacramento del Matrimonio sean verdaderos creyentes y discípulos de Jesús, que el hombre encuentre en la mujer su “،ézer”, que aprendan todos en el hogar a ser perfectos como Jesús Sacerdote que se entregó a sí mismo y, finalmente, que tal como propone el Salmo, que las familias estén construidas en Dios. Sólo así lograremos volver al proyecto inicial, según aquello que caracteriza a los esposos no ha de ser la separación, sino el ser una sola carne.
DOMINGO XXVIII T.O. Sabiduría 7, 7 – 11 A partir de 6,22 comienza la parte central del libro, que es una gran alabanza a la sabiduría: ella es ensalzada por su origen, por sus efectos, por todo el bien que procura a quienes la reciben, y es por esto que se invita a todos, especialmente a los gobernantes, a pedirla. Si bien éste es cronológicamente el último libro del Antiguo Testamento, el autor, haciendo uso de la pseudonimia, se identifica con el rey Salomón (9, 7 – 8) y procede así al encomio de la sabiduría, del que nuestra lectura de hoy hace parte. Vamos a resaltar tres elementos fundamentales: 1) Ser sabio, en la mentalidad hebrea, no consiste en la acumulación de conocimientos, ni siquiera en la propiedad de un bagaje intelectual; por el contrario, la sabiduría en Israel pasa por el as-
pecto de la fe: se trata, en otras palabras, de aprender a ver la vida con los ojos de Dios. 2) El texto que hoy proclamamos insiste, desde el inicio, en que la sabiduría no es un producto humano, y que por tanto hay que pedirla a Dios. No en vano la sección precedente (7, 1 – 6) ha dejado claro el carácter limitado del ser humano. 3) El motivo por el cual se alaba la sabiduría es porque no hay nada que la supere en valor (vv. 8 – 11): ni las riquezas, ni la salud y belleza, ni la misma luz en su esplendor; todo se hace pequeño, todo pasa a un segundo plano frente a ella.
Salmo 90 (89) Este canto, que abre el cuarto libro del salterio, presenta una contraposición entre la inconsistencia humana y la plenitud divina, recordando algunos pasajes del libro de Job (4,19; 8, 11-15). El ser humano se contempla a sí mismo en su condición limitada, pero se muestra convencido de que Dios, cuya perfección radica ante todo en el amor, sabrá ayudarle a dar sentido a su existencia tan marcada por las limitaciones. Observemos, al respecto, cómo el v. 3 concibe al ser humano desde su realidad efímera: los términos “’ĕnōš” y “’ādām” hacen referencia precisamente a la debilidad y fragilidad, a ése no ser sino barro y tierra (“’ădāmāh”): del polvo ha venido (Gn 2,7) y allí debe retornar; no pasa de ser una hierba que florece para luego secarse (v. 5 – 6). Qué tan diverso del hombre es Dios! A Él no lo afecta el tiempo: «Mil años en tu presencia son un ayer que pasó» (v. 4). ¿Qué hacer ante esta condición pasajera? El orante descubre una solución: pedir a Dios sabiduría de corazón (v. 12), es decir, aceptar el límite de la propia existencia, sabiendo que la misericordia de Dios nunca lo abandonará. De hecho, el verbo “nh□m”, traducido como “tener compasión de” implica la idea de “entristecerse por las necesidades del que sufre”. La vida, incluso entendida en su más
profunda fragilidad, es un llamado a la alegría (v. 15), la cual se funda sólo en la bondad divina, capaz de hacer prosperar las obras de quien se siente imperfecto.
Hebreos 4, 12 – 13 Luego de exponer la superioridad de Cristo con respecto a Moisés (3, 1 – 6), el autor sagrado, citando el Salmo 95, 7 – 11 (Cf. Hb 3,15ss), invita a los cristianos a estar atentos contra el gran peligro de la incredulidad, hecho que caracterizó a los israelitas en su marcha por el desierto; en otras palabras: los creyentes son exhortados a perseverar hasta el fin en la elección de la fe inicial (3,14). Desde esta perspectiva es posible comprender mejor el texto que hoy proclamamos: si en los versículos precedentes el predicador, recurriendo a la Escritura, ha hecho énfasis en la necesidad que tienen los cristianos de “escuchar la voz del Señor” (Cf. 3,15) y se ha servido del endurecimiento de Israel para acentuar su mensaje, concluye ahora su prevención contra la tentación de no prestar oído a dicha palabra, resaltando sus atributos: La Palabra de Dios es como una espada capaz de ejecutar, penetrando hasta la médula; pero también le corresponde la función de juzgar, no sólo las acciones externas, sino también los aspectos más íntimos de la conciencia humana, como los pensamientos del corazón; finalmente, ninguna creatura logra escapar del discernimiento operado por Ella, nada está oculto a sus ojos. Los cristianos venidos del judaísmo estaban experimentando una profunda crisis de fe y añoraban el majestuoso culto del templo de Jerusalén; pues bien, ellos, que habían ya adherido su corazón a Jesús, son invitados ahora a no desfallecer como Israel en el desierto, y, para tal fin, el autor de este Sermón recurre a la misma Palabra, no simplemente para citarla, sino también para acentuar su capacidad de confrontación y juicio. Dicho de otro modo: quien quiera echar para atrás no podrá sustraerse al juicio de la Palabra, puesto que Ella misma nos pasa cuenta de lo que hacemos.
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Marcos 10, 17 – 30 No dejemos de tener presente el contexto en el que se inscribe este pasaje: Jesús se dirige hacia Jerusalén, donde entregará la vida por la salvación de la humanidad. He ahí, pues, el misterio que el rico (sólo Mateo 19,20 dice se trata de un joven) parece ignorar y que el mismo Maestro intenta revelarle cuando afirma: «Nadie es bueno, sino Dios» (v. 18). “Esta primera parte de la respuesta no es un mero rechazo de la alocución, sino una invitación a reflexionar sobre la identidad de Jesús”2. En otras palabras: no es que Jesús afirme de sí mismo que no es Dios; por el contrario: su aseveración tiene como finalidad que el rico tome conciencia que está hablando con Dios, Quien paradójicamente ha renunciado a sí mismo, no ha dejado nada para sí y se dispone ahora a adelantar los pasos que lo llevarán a dar la propia vida. Ciertamente este personaje demuestra un cumplimiento intachable de los mandamientos de la “segunda tabla”, es decir, aquellos que hacen referencia al prójimo. Jesús es claro en este sentido: quien anhele heredar la vida eterna, es decir, permanecer para siempre en comunión con Dios, ha de prestar atención al hermano. Ahora bien: si bien este rico se había esforzado por no fallar en nada, le faltaba aún algo trascendental: desprenderse de sí mismo. Es por eso que el Maestro advierte con cariño dicha carencia y le indica el modo de superarla recurriendo a tres órdenes: en primer lugar, el imperativo “Ve”, conjugado en presente, indica la necesidad de una acción continua; en otras palabras: el “ir” implica un desinstalarse, un desacomodarse, un renunciar al lugar seguro donde se está, para asumir nuevos retos. Por otra parte, el imperativo de “vender todo lo que se tiene” aparece conjugado en aoristo, elemento que subraya la necesidad y urgencia de la acción. Finalmente, vuelve el tiempo presente: el “seguir a Jesús” ha de realizarse continuamente y sin pausa alguna; el problema aquí es que este personaje es invitado a recorrer un camino inaudito y paradójico: él debería ir detrás del Salvador hacia Jerusalén, arriesgando así la propia existencia. 2 K. STOCK. Il Camino di Gesù verso Gerusalemme: Marco 8,27 – 10,52. Roma, Pontificio Istituto Biblico 2008, p. 149 (la traducción es nuestra).
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¡Cómo cambia la actitud del rico! Al inicio del Evangelio lo encontrábamos con un gran interés por conocer la respuesta de Jesús: de hecho, corre presuroso y se arrodilla; ahora, por el contrario, su aspecto exterior e interior se transforma. ¿La razón? El texto nos brinda un detalle particular y es que define este personaje como alguien que, literalmente, “estaba teniendo muchas posesiones”3. Dicho de otro modo: del rico no sabemos ni siquiera su nombre, pero sí sabemos, por el Evangelista, que todo su ser estaba centrado sólo en lo material, de donde vale la pena preguntarse cómo esta inclinación a lo meramente terreno le había permitido cumplir cabalmente los mandamientos. Jesús aclara entonces a sus discípulos cómo la entrada en el Reino de Dios está continuamente amenazada por la posesión de bienes y, ante su asombro y espanto, reafirma una idea fundamental en el texto: desde el punto de vista humano e intrascendente, las cosas revelan su imposibilidad; pero, contando con Dios como única riqueza, todo es posible, ya que sólo Él puede salvar, cosa que no logra lo pasajero. Llegamos así a intervención de Pedro, orgulloso de haber dejado todo por el Salvador, cuyas palabras evidencian que no puede haber nada ni nadie por encima de Él y del Evangelio. Llama la atención el hecho de que, en el v. 30 Jesús omita “padres” como recompensa, ya que, para un cristiano, Dios es el único Padre; por otra parte, es interesante notar la adición de las persecuciones, hecho que cuadra perfectamente con la invitación a perder la vida, elemento en el que viene insistiendo Cristo a lo largo del camino hacia Jerusalén. Habiendo comenzado, pues, el Año de la Fe, pidamos al Señor nos ayude a creer sólo en Él y no en lo material. Recordemos que somos “’ĕnōš” y “’ādām”, aprendamos que la verdadera Sabiduría no es aquella que el mundo de hoy propone, centrando nuestra atención en lo efímero, sino que ella proviene de Cristo, Quien, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos (2 Cor 8,9). La Palabra nos estará confrontando diariamente; no nos hagamos los sordos!. 3 El texto griego emplea aquí el verbo ser o estar en imperfecto, elemento que subraya la acción durativa.
DOMINGO XXIX T.O.
Salmo 33 (32)
Is 53,10 – 114
Para el autor de este himno de alabanza el mundo ha sido diseñado por Dios como un “cosmos”, es decir, un conjunto de realidades perfectamente ordenadas: el Creador nada improvisa, sino que todo lo dispone en perfecta armonía, dando vida con su palabra y dirigiendo la historia. Pero el orante va más allá: la eficacia de la palabra divina se revela, además de la creación (tema que desarrollará ampliamente en los vv. 6 – 17), en el pacto entre el Hacedor y sus creaturas, que se evidencia por medio de los tres términos propios de la Teología de la Alianza: justicia – derecho – misericordia6. Ahora bien: el ser humano, culmen del creado, es el principal receptor de esta acción divina: Dios lo mira desde el cielo (v. 18) y lo libra de todo aquello que atenta contra la armonía de su existencia (19).
Vamos a analizar en forma breve el contenido del Cuarto Cántico del Siervo (52,13 – 53,12). Comparado con los otros tres cánticos, este también nos habla del sufrimiento; sin embargo, la novedad radica en tratar de responder a la pregunta «¿qué sentido tiene el sufrimiento, si es que tiene alguno?» El cuarto cántico no dice que el siervo haya cometido pecado que mereciese el castigo físico; es más: en 53,9 se dice: «nunca hizo maldad ni hubo engaño en su boca». Es posible pensar entonces, en una nueva idea de retribución que une los dolores a las faltas de la comunidad. y se llega a una imagen completamente novedosa: el siervo sufre por el bien de los demás; hablamos así de “sufrimiento vicario”5. Pero otra novedad igualmente interesante con respecto a la mentalidad hebrea, tiene que ver con la ley del talión: el siervo no responde mal por mal, sino que ante sus agresores, calla (v. 7). Puede ser que esta mudez se deba a deficiencias somáticas, pero no se puede olvidar que su silencio es igualmente expresión de obediencia: el siervo nunca buscó sufrir, es más: aún siendo bueno, fue elegido por Dios como ofrenda de expiación: «sus heridas nos han curado» (v. 5). Con su silencio el siervo acepta sufrir incluso por aquellos que lo han rechazado y despreciado; no responde al mal con mal, ni siquiera se defiende, como normalmente se esperaría; su actitud refleja la consciencia que tiene de asumir el pecado de muchos para salvarlos con la ofrenda de su vida. Vemos, pues, cómo el Cuarto Cántico anticipa y prefigura ya la persona de Jesús, Quien sufrió por nosotros, Quien vino a servir y no a ser servido, tal como quedará claro en el Evangelio de hoy. 4 Para el presente comentario seguimos la propuesta del exégeta argentino HORACIO SIMIAN-YOFRE en su obra “Sofferenza del Uomo e Silenzio di Dio”. Nell’Antico Testamento e nella Letteratura del Vicino Oriente Antico (Studia Biblica 2; Roma 2005). 5 Expresado básicamente en tres elementos: 1) “Cargar las iniquidades de otros” (v.11): designa cómo un inocente (hombre, Ex 28,38; o animal, Lv 16,22) carga las culpas de la comunidad y así la purifica; en Lv 16 e Is 53 esto se da por medio del sufrimiento. 2) Una expresión similar a la anterior es “llevar los pecados de otros” (v. 12), que en Ez 23,49 implica asumir el proceso del pecado, castigo y consecuencias. 3) En Is 53,10: el siervo presenta su propia vida como “āšām”, es decir, ofrenda de expiación (Lev 5,7. 12).
Hebreos 4, 14 – 16 Decíamos una semana atrás que un grupo de cristianos comenzó a cuestionar su fe y a confrontarla con el culto judío. El autor de este sermón los ha exhortado desde 3,1 a mantener viva su fe en Cristo, Sumo Sacerdote superior a Moisés en cuanto a su mediación. Pues bien, esta idea inicial se repite ahora al final de la sección (4,14), resaltando una vez más la vocación celeste de aquellos que se han adherido a Aquel que los precedió en la llegada al cielo. Ahora bien: Él no sólo supera a Moisés, sino al mismo Aarón, tal como será demostrado en la sección que comentaremos el próximo Domingo (5, 1 – 6) y como introducción a esta realidad, encontramos los vv. 15 – 16, que tienen como eje central la solidaridad del Salvador con el género humano: su sacerdocio es más que el de todos los ministros hasta entonces conocidos, porque fue capaz de unirse a las dificultades de sus hermanos, llegando incluso a ser tentado, pero sin haber caído en el pecado. Así, los creyentes son animados, no sólo por esta capacidad de entrega, sino también por la cre6 La Justicia implica cómo regular la relación del ser humano con Dios, consigo mismo, con los demás y con las cosas materiales. El Derecho viene a sistematizar el espíritu de la Justicia por medio de una serie de preceptos y normas. La Misericordia, por su parte, es el ya muchas veces mencionado “hésed” hebreo, que designa ante todo la fidelidad amorosa de Dios en relación con sus hijos.
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dibilidad que demuestra Aquel que nunca excluyó a Dios de su vida. En pocas palabras: Cristo es digno de confianza ante Dios por su fidelidad hasta las últimas consecuencias: “precisamente porque Jesús fue radicalmente solidario con los demás seres humanos, sin ceder a la tentación de pecar como ellos, consiguió liberarlos de la esclavitud del pecado”7.
Marcos 10, 35 – 45 Al tercer anuncio de la Pasión (vv. 32 – 34) sigue, como ha sido frecuente en los dos anteriores, la incomprensión por parte de los discípulos. De nuevo aparece Juan (Cf. 9,38), esta vez acompañado de su hermano Santiago. Ellos dos presentan una voluntad (10,35: verbo “thélō”: “quiero”) opuesta a la que propone Jesús en su enseñanza (10, 43 – 44: reaparece el verbo “thélō”). Vamos, pues, a centrar nuestra atención en esta oposición de voluntades: En primer lugar, el “querer” de los Zebedeos está marcado por el ansia de beneficio y poder y evidencia que no han comprendido nada, absolutamente nada de lo que el Maestro viene enseñando con tanta insistencia (8,34; 9,35). En pocas palabras: Juan y Santiago no son discípulos, ya que no han querido prestar atención a Jesús. Notemos ahora la gravedad de dicha actitud, ya que ellos mismos, junto con Pedro, habían sido testigos de la sanción del Padre en el monte de la Transfiguración, donde los invitaba a escuchar a su Hijo Amado (9,7). Por lo visto hasta aquí, echaron en saco roto este mandato. Por otra parte, sus aspiraciones mundanas revelan un caminar con Jesús teniendo el corazón en otro lado: ciertamente caminaban con Él, pero no lo seguían. Ahora bien: que el deseo de poder fuese un elemento común al grupo de discípulos, queda manifiesto por el hecho de que los otros diez se sienten engañados en su intento de conseguir los primeros puestos. 7 F. Manzi. Carta a los Hebreos, España, Desclée de Brouwer 2005, p. 77.
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Llegamos así al “querer” enseñado por el Maestro: Él indica cómo los grandes del mundo hacen sentir pesadamente su posición de potencia para con sus súbditos, haciendo énfasis en el movimiento arriba-abajo. Pero no ha de ocurrir así entre quienes siguen a Jesús: los discípulos, por el contrario, deben aspirar, ciertamente, a ser los primeros, sí, los más importantes, no cabe duda, pero en un hecho concreto: hacerse diáconos … y esclavos (!) de los demás. Esta última designación, sorpresiva, indica que el servicio no es una simple elección, sino una obligación permanente e indispensable. Concluyamos: el servicio no es otra cosa que el signo más evidente del discipulado. Por medio de dicha actitud demostramos nuestra configuración con Jesús, Quien ha interpretado su vida en clave de entrega; su actividad siempre estuvo determinada y condicionada por las necesidades de los demás, de modo que no dejó nada para sí, sino que se sacrificó por el bien de la humanidad. Cosa difícil fue para los discípulos comprender semejante invitación y no lograrán asimilarla sino hasta después de la Resurrección; sin embargo, no es ilusorio pensar que la actitud del ciego Bartimeo, de quien hablaremos en una semana, aquel que siguió a Jesús por el camino … hacia la Cruz!, interpelara sus mentes aún tan cerradas para aceptar una propuesta paradójica.
DOMINGO XXX T.O. Jeremías 31, 7 – 9 Después del largo y caótico reinado de Manasés en Judá, y con el entusiasmo que generaba la reforma del gran rey Josías, el profeta se dirige ahora a los hermanos del norte, deportados un siglo atrás por los asirios; notemos el carácter vivo y especial en las menciones a Efraín, Samaria, Jacob e Israel. La restauración plena del país es una realidad inminente; sin embargo, será necesario que Israel renueve la experiencia fundacional del éxodo -en la que se revela el amor divino y de la que el salmo nos
hablará refiriéndose al reino meridional -, mientras que los hermanos del sur, de Judá, están llamados a contemplar semejante prodigio en el que las dos regiones de Canaán llegarán a ser una sola nación y terminará así la discriminación a la que habían sido sometidos los norteños a causa de su mezcla con habitantes extranjeros. Las palabras de Alonso y Sicre son más que elocuentes: “el hermano que ha quedado en casa debe alegrarse de la vuelta del hermano pródigo y no considerarlo como un pagano”8. Ahora bien: los liberados vienen del norte, clara alusión a Asiria; no obstante, el exégeta italiano Pietro Bovati nos permite ir más allá, cuando afirma que “el norte” en la mentalidad semita es, muchas veces, el lugar mítico del mal9. Llama la atención igualmente que entre los liberados haya dos grupos con una honda carga significativa: por un lado, los cojos y ciegos son la prueba más evidente de que ninguno queda excluido de la acción divina, ya que incluso aquellos menos aptos para ponerse en camino, serán llevados por Dios; por otra parte, las mujeres que han concebido y las que han dado a luz, representan la vida y la bendición: se trata de algo así como un nuevo comienzo, un nuevo nacimiento. A la imagen materna del v. 9 sucede la imagen paterna del v. 10, según la cual el primogénito, Efraín, recuperará su derecho delante de Judá. Todo, es pues, fiesta y gozo y la hermandad ha de ser la nota característica de este nuevo éxodo que Dios concede a Israel.
Salmo 126 (125) Este es uno de los “salmos de ascensión”, es decir, aquellos que se cantaban mientras se peregrinaba a Jerusalén para celebrar las fiestas litúrgicas: así como el itinerario de las caravanas que venían de Babilonia era visto como una procesión sobre una vía rectilínea y plana (Is 40,3 – 4), así también cada peregrinación a Sión se transforma en conmemoración del retorno glorioso al templo, a la propia tierra, a la libertad. 8 Profetas I: Isaías – Jeremías. Madrid, Cristiandad 1980, p. 560. 9 Así lo expresaba hace cuatro años en un curso dictado en el Pontificio Istituto Biblico de Roma, cuyo tema central era precisamente los capítulos 30 y 31 de Jeremías.
En este himno hay que distinguir dos partes: los vv. 1 – 3, mirando al pasado, describen la gran alegría por el regreso de Babilonia; los vv. 4 – 6, por su parte, constituyen una súplica a Dios para que transforme la situación presente. Con la liberación y la repatriación, el pueblo de Israel vivió ciertamente un nuevo éxodo; de hecho, en la expresión del v. 1 «éramos como los que sueñan» se emplea el verbo h□lm, cuyo significado implica el carácter de una visión. Así, las visiones proféticas, como aquella de Isaías 40,3 – 4, llegan a su cumplimiento. La alegría del pueblo causa incluso estupor a los gentiles, quienes, al ver la salvación de Dios, se convencen de su existencia. Sin embargo, el mal no ha sido aniquilado totalmente: mientras muchos regresaron a Israel, otros prefirieron quedarse en Babilonia; es más: cuando se logró el restablecimiento en la tierra, hubo fuertes divisiones al interno de la comunidad, no sin el influjo de amenazas externas (Neh 6, 13; Esd 4 – 7; Is 59, 9 – 11; Ag 2, 16). Esta es la situación por la cual se hace la suplica de los vv. 4 – 6 y se realiza desde la metáfora geográfica y agrícola: así como la lluvia hace brotar la hierba en el desierto del sur de Palestina, así como después de la aridez es posible cosechar, así también el Señor puede cambiar la suerte de su pueblo, que no ha logrado ser plenamente libre. El Salmo 125, evoca un nuevo éxodo, pero con la certeza de que será necesario una nueva intervención de Dios que lleve a Israel al gozo perfecto después de las lágrimas.
Hebreos 5, 1 – 6 Luego de resaltar la solidaridad de Cristo con el género humano, el autor pasa a comparar la actividad del sumo sacerdote (5, 1 – 4) con Cristo, Sumo Sacerdote según el rito de Melquisedec (5, 5 – 10). Es interesante observar que, aparte de establecer las semejanzas tales como la mediación en el perdón de los pecados (v. 1) y el sacerdocio como vocación (vv. 4 – 5), Hebreos insiste en un elemento trascendental para comprender el sacer-
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docio de Cristo y es su carácter real: en efecto, las dos citas en las que se apoya, provienen de salmos de entronización del soberano: Sal 2,7 y 110, 4. En pocas palabras: Aquel que ha entregado su propia vida como ofrenda es ante todo el Rey que Dios ha entronizado, cuya virtud es no ofrecer sacrificios por sus propios pecados, ya que es santo! Se comprende así el alcance de esta reflexión, ya que permite entender aún más el alcance de la entrega del Salvador, abajado aún pudiendo reclamar prerrogativas. Quedaba, en todo caso, una cuestión pendiente: si Cristo no venía de la tribu de Leví, sino de Judá, ¿cómo podía ser sacerdote? El autor recurre, entonces, a una figura bien conocida por sus oyentes, aquel sacerdote de Salem (Gen 14), de quien no se menciona genealogía alguna y de quien no se refiere su muerte, y que había inaugurado así un sacerdocio alternativo al levita, del que sólo Cristo hace parte y lleva a plenitud, ya que en su Resurrección no participó ser humano alguno (ausencia de genealogía terrena) y con su entrada al cielo no muere más. De esta forma, el Sacerdocio de Cristo es presentado en su amplia diferencia de aquel que los cristianos venidos del judaísmo añoraban.
Marcos 10, 46 – 52 Cuando comentábamos Mc 8, 27 – 35, texto correspondiente al Domingo XXIV, decíamos que la incomprensión de los discípulos ante el signo de los panes (8, 14 – 21) y la curación del ciego de Betsaida (8, 22 – 26), que son los relatos precedentes, revelan una dificultad que tienen los discípulos y la gente: les cuesta ver con claridad quién es realmente Jesús. Ahora, después de haber sido testigos de la ceguera de los apóstoles, quienes, aún después del Tercer Anuncio de la Pasión seguían deseando los primeros puestos, nos encontramos con otro ciego: el hijo de Timeo. Sorprende, en todo caso, la actitud de este personaje, que contrasta con la obstinación de los discípulos y con la pasividad de aquel hombre de Betsaida. Aquí, por el contrario, es él mismo Bartimeo quien pide a Jesús la gracia de recobrar la vista (v. 51) y lo hace en medio de la hostilidad de la gen-
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te, que lo reprende por poner en riesgo a Jesús ante las autoridades romanas al llamarlo «Hijo de David». Esta narración está perfectamente colocada en el Evangelio de Marcos: Jesús acaba de enseñar a sus discípulos que el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para dar su vida en rescate por muchos (v. 45); pues bien, con la sanación de Bartimeo, el Maestro se presenta como aquél cuya opción radical de vida es el servicio, el expropiarse de sí mismo con el fin de donarse a los excluidos de la sociedad. Todo esto llegará a plenitud “más allá de Jericó”, en Jerusalén: desde hace varios domingos venimos siguiendo a Jesús, que peregrina hacia la Ciudad Santa para celebrar su Pascua. Nos encontramos ahora en el primer día de la última semana de Nuestro Señor; Él dará su vida en la Cruz para salvarnos. Todo lo que dijo durante su viaje desde Galilea, todo lo que enseñó a sus amigos, se concreta y se hace palpable en la donación plena que tiene lugar en el Gólgota. Pero comprender esta realidad no es fácil; por eso toca a cada uno de nosotros convertirse en un Bartimeo, cuyo deseo único es recobrar la vista: aprender a ver con los ojos del Maestro. Marcos nos dice al final de esta perícopa que Bartimeo SIGUIÓ A JESÚS (v. 52): qué simpático! Éste ciego logró comprender en un instante lo que los discípulos no lograron entender durante todo el viaje; de hecho, llegaron al colmo de abandonar al Maestro. Tocará esperar hasta el encuentro con el Resucitado para que asuman su misión y compromiso. Curación de la ceguera y restauración son las imágenes que resumen el mensaje de la Palabra en este Domingo. Pidamos al Señor que, experimentando su sanación, podamos regresar de nuestro propio exilio y nos dispongamos a vivir un auténtico y radical discipulado.
“El Concilio de Congar” Por: Fernando José Bernal Parra, Pbro.
E Angello Roncalli, el futuro papa Juan XXIII, había sido hasta enero 1953 nuncio en París y conocía por lo tanto de primera mano la crisis a la que habían sido sometidos los teólogos de la mal llamada, no por sus protagonistas sino por sus adversarios, “Nueva Teología”, y entre ellos muy particularmente el padre Congar.
n el año 2001 el papa Juan Pablo II llamó al colegio de cardenales al padre Avery Dulles, profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Fordham en Nueva York, antiguo protestante presbiteriano y ahora jesuita y doctor en teología de la Pontificia Universidad Gregoriana. Dulles, quien siguió atentamente la marcha del Concilio Vaticano II, no dudó en llamar a éste, el máximo acontecimiento eclesial del siglo XX, “El Concilio de Congar”. Después del anuncio de su voluntad de convocar la asamblea conciliar, en enero de 1959, el papa Juan XXIII nombró las comisiones que habrían de trabajar durante varios años en la preparación de los temas y de los esquemas que, así entonces se pensaba, habrían de facilitar el trabajo de los “padres conciliares”. Una de esas comisiones, la llamada “Comisión Teológica Preparatoria”, sería presidida por el célebre cardenal Alfredo Ottaviani, cabeza, después del papa, del entonces llamado “Santo Oficio”, y tendría como secretario al padre Sebastián Tromp, jesuita holandés que por muchos años había sido profesor de dogmática en la Universidad Gregoriana. La comisión estaba conformada además por treinta y tres miembros, obispos y teólogos de diferentes mentalidades y corrientes de pensamiento. Recordemos nombres como Lucien Cerfaux, Carlo Colombo, Edouard Dhanis, Michael Schmaus y Gérard Philips. El elenco se completaba con los nombres de treinta y cinco teólogos llamados a prestar sus servicios como “Consultores”. Al recorrer esta lista se destaca inmediatamente el nombre de un fraile y sacerdote
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dominico nacido en 1904 en Sedan, noreste de Francia, cerca de la frontera con Bélgica, el padre Yves Marie-Joseph Congar. Su nombramiento no podía extrañar a quienes supieran que había estudiado en el seminario diocesano de París y que allí, bajo la guía de nadie menos que de Jaques Maritain, había aprendido a conocer y a degustar el pensamiento de santo Tomás de Aquino. Tampoco admiraría la presencia de ese nombre entre los consultores, a quienes lo habían visto entrar en 1925 en la Orden de los Predicadores, y allí ser un estudiante aventajado de Marie-Dominique Chenu O. P. en el centro de estudios de “Le Saulchoir”, en esas tierras belgas donde las casas de formación de los Dominicos habían buscado refugio a causa de las leyes anticlericales de la Tercera República Francesa a principios del siglo XX. Allí, bajo la influencia refrescante de Chenu, Congar aprendió a ser tomista, pero no más tomista que santo Tomás, es decir, a respetar, siguiendo el ejemplo del Aquinate, la dimensión histórica y positiva de la teología y a no agotar el trabajo teológico en la mera especulación. Era comprensible ese nombramiento también para quienes supieran que el padre Congar había enseñado, en “Le Saulchoir”, teología fundamental y, muy especialmente, eclesiología, desde 1931 hasta 1954, con excepción de los cinco duros años pasados en el campo de concentración de Colditz en Alemania, después de haber sido hecho prisionero por los Nazis en 1940, con motivo de la derrota del ejército francés, a cuyas filas había sido llamado en 1939, poco después del inicio de las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial. También era más que plausible el nombramiento para los que sabían que allí, en el campo de concentración, el entonces joven teólogo había tenido la ocasión de compartir con gentes de todas las tendencias religiosas y políticas, de las más diferentes circunstancias y nacionalidades. Allí, en una realidad tan lejana de las aulas y de las bibliotecas, su teología se había enriquecido con ese lugar teológico privilegiado que es la realidad del ser humano, sus dolores, sus luchas, sus aspiraciones y, también, sus injusticias, sus atropellos y sus políticas deshumanizadoras.
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Pero el nombramiento realizado por el “Papa Bueno” dejaba atónitos a quienes sabían que, desde 1952, Congar había sido sometido a dura censura por la publicación, en 1950, de su obra “Verdaderas y Falsas Reformas de la Iglesia”. Su crítica al inmovilismo eclesial causado por los sectores tradicionalistas no pasó inadvertida. En 1954 había sido alejado de la enseñanza bajo la acusación de “modernismo”. “Es una calumnia insensata” manifestó entonces. Pero también afirmó “Por la Iglesia hay que darlo todo”. Fue para él una época difícil de inestabilidad, primero en Jerusalén, luego en Roma y, finalmente, en Cambridge. En 1956 con el apoyo del obispo de Estrasburgo, el sulpiciano Jean-Julien Weber, y de su joven obispo coadjutor Léon-Arthur Elchinger, quien habría de tener un papel protagónico en el concilio como canal de comunicación entre los episcopados francés y alemán, puede Congar dedicarse más serenamente a la pastoral con la predicación de retiros espirituales y ciclos de conferencias sobre temas capitales de eclesiología. Angello Roncalli, el futuro papa Juan XXIII, había sido hasta enero de 1953 nuncio en París y conocía por lo tanto de primera mano la crisis a la que habían sido sometidos los teólogos de la mal llamada, no por sus protagonistas sino por sus adversarios, “Nueva Teología”, y entre ellos muy particularmente el padre Congar. El papa sabe que el teólogo dominico había dedicado prácticamente la totalidad de su trabajo intelectual a la comprensión del apasionante Misterio de la Iglesia y que había sido un profeta del ecumenismo, de la teología del laicado, y del tema que habría de ser tan discutido y, finalmente tan trascendental, en los debates conciliares: la colegialidad episcopal. Por eso seguramente pensó que la activa presencia de Congar en Roma durante los años conciliares podría ser un impulso positivo en la búsqueda del “aggiornamento” de la Iglesia tan deseado por el pontífice. Se intuía entonces en Francia, y también en Roma, que el nombramiento de Congar, lo mismo que el del eminente jesuita Henri de Lubac, en el grupo de los consultores, era idea personal del papa Juan.
Lo que tal vez ni el papa, ni los admiradores, ni los detractores de Congar entonces podrían prever, era que el dominico habría de dedicar todas sus fuerzas, a pesar de sus intensos quebrantos de salud en la época, a la tarea conciliar. Primero, a partir del mes de diciembre de 1960 y durante los años 1961 y 1962 en la “Comisión Teológica Preparatoria” y, luego, entre 1962 y 1965, durante los fecundos años de las deliberaciones del concilio, en su papel como experto oficial y consultor de la “Comisión de la Fe y de las Costumbres”, llamada normalmente “Comisión Teológica”, otra vez bajo la presidencia del cardenal Ottaviani. Desde el “Angelicum” en donde residió primero y en donde se sintió aislado de la verdadera corriente del devenir conciliar y desde el “Colegio Francés”, en donde pudo habitar después e interactuar con tantos protagonistas del debate ecuménico, el padre Congar se multiplicó en el trabajo de comisiones y subcomisiones, en la redacción y revisión de textos, en la asesoría de obispos individuales y de conferencias episcopales. Las huellas, y a veces mucho más que las huellas de su trabajo, se pueden percibir en las dos constituciones sobre la Iglesia (Lumen Gentium y Gaudium et Spes) y en la Dei Verbum (sobre la Divina Revelación); en los decretos Ad Gentes (sobre la actividad misionera de la Iglesia), Presbiterorum Ordinis (sobre la vida y el ministerio de los presbíteros) y Unitatis Redintegratio (sobre el ecumenismo); en las declaraciones Dignitatis Humanae (sobre la libertad religiosa) y Nosta Aetate (sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas). Leer los dos tomos de su “Diario del Concilio” es seguir paso a paso los debates conciliares, es vivir uno de los momentos más intensos de la historia de la Iglesia, es percibir la acción del Espíritu del Señor Resucitado en el fondo de las discusiones, de las desavenencias y de la búsqueda de concordia y de verdad entre los que tienen en la Iglesia la responsabilidad directa del pastoreo. El primero de mayo de 1969 el papa Pablo VI, gran conocedor de la obra eclesiológica de Congar, incluyó su nombre en el elenco de los treinta teólogos que conformaron, durante el primer quinquenio, la “Comisión Teológica Internacional”. Así, el que pudiéramos llamar el papa del primer posconcilio, dio un mereci-
do reconocimiento a la seriedad y profundidad del aporte del dominico francés a las tareas de la asamblea ecuménica. Permanecerá como miembro de la comisión durante los tres primeros quinquenios. El tercer nombramiento será ya hecho por el papa Juan Pablo II en 1980. Si, el cardenal Dulles tuvo razón en llamar a éste, el vigésimo primero entre los concilios universales, “El Concilio de Congar”. Seguramente el jesuita norteamericano, hijo de quien fuera entre 1953 y 1959 Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Foster Dulles, sentiría enorme satisfacción en junio de 1994 cuando el padre Yves Congar fue creado cardenal por el papa Juan Pablo II. Pero, seguramente, el reconocimiento definitivo le fue dado a Congar por el Señor de la Iglesia, al año siguiente, cuando murió en Paris, el 22 de junio de 1995, en el “Palacio de los Inválidos”, en su calidad de antiguo soldado del ejército francés y prisionero de guerra, durmiéndose en el Misterio de Aquel en quien quiso enraizar siempre el Misterio de la Iglesia.
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DE CHISMES, CALUMNIAS Y OTROS CUENTOS… ¿LA CALUMNIA… EL HONOR… EL CHISME… LO ETICO O LO MORAL… EL CIBER ACOSO… Y ESO QUÉ?1
Por: Guillermo Leon Zuleta Salas2, Pbro.
INTRODUCCION
Puede una gota de lodo sobre un diamante caer; puede también de este modo su fulgor oscurecer; pero aunque el diamante todo se encuentre de fango lleno, el valor que lo hace bueno no perderá ni un instante, y ha de ser siempre diamante por más que lo manche el cieno. (RUBEN DARIO. LA CALUMNIA3.)
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“Los sabios atesoran conocimiento, La boca del necio es ruina inmediata” (Proverbios 10,14) “El que mucho habla, mucho yerra; Callar a tiempo es de sabios” (Proverbios 10,19) Vivimos en una era llamada digital, de las comunicaciones, invadida por nuevas Tecnologías de Información y Comunicación. Una era donde hablar 1 A tantos que, como el autor, han tenido que vivir, y seguramente volverán a vivir algún día, la corrosión de la maldad de corazones no cercanos al redentor mandamiento del Amor que el calumniado Jesús de Nazareth quiso dejar como criterio identificador de sus discípulos… a ellos “ad maiorem Dei gloriam”. 2 Licenciado en Teología Moral (magna cum laude) en la P.U. Gregoriana (Roma, 1984). Se especializó en Bioética en el Instituto Louis Pasteur (París, 1984) y en Biogenética en el Centro Borja de Bioética (Saint Cujart Des y Valles. Barcelona, 1984). Es licenciado en Filosofía y en Educación Religiosa Escolar en la UPB. Doctor en Teología (summa cum laude) de la UPB. Diplomado en Gestión universitaria y Gerencia administrativa. Miembro de la Comisión Teológica Internacional de la Ciudad del Vaticano y Miembro del Equipo de Reflexión Teológico Pastoral del CELAM. Docente de Bioética en la Escuela de Ciencias de la Salud de la UPB y Director del Instituto de Humanismo Cristiano (Instituto de Ética y Bioética, Doctrina Social y Espiritualidad) en la misma Universidad. 3 Darío, R. (1881-1885) Poemas de Juventud. En: Obras poéticas Completas. Librería El Ateneo, Editorial, Buenos Aires, 1963, pág. 197.
de temas como la Confidencialidad, el Secreto, el respeto por la Honra o la Intimidad de otros suena ya como añejas reflexiones de un mundo también añejo y que se resiste inútilmente a morir. La violación a la intimidad de las personas; los alcances que nos han permitido las nuevas tecnologías, el computador, la red, los chats, los facebooks y similares nos están continuamente diciendo que penetrar en el mundo que antes las personas trataban de mantener en toda reserva hoy en día no es tan difícil y es una experiencia cargada de novedosas estimulaciones y conocimientos. Entonces, si tenemos posibilidades ilimitadas de conocer la intimidad de los otros, cómo no disfrutar de ese “dulce sabor”, llámense del compartir lo que es el otro y lo que es del otro; llámense “dulce sabor del chisme” o llámense vulgares “lavaderos”, lo importante es que se trata de la penetración a la intimidad de los demás como nunca antes habíamos podido hacerlo y sin tener que preguntarnos si ética o moralmente lo que estamos haciendo tiene alguna significación. En este panorama, ¿tiene sentido hablar de implicaciones éticas o morales de temas ya bastante distantes en el tiempo, como el Chisme, la Calumnia o la Difamación?; podemos aceptar que al menos exista una regulación jurídica pero ya no concebimos que la ética o la moral tengan derecho a penetrar en este espacio de nuestro actuar donde el juicio depende de nosotros mismos, independientemente de criterios ajenos o pretendidamente objetivos de dos disciplina o ciencias, como las quieras llamar, que poco a poco pierden injerencia en nuestras vidas y en nuestra organización vital y que como hermoso discurso filosófico todavía se les reconoce algún valor, pero no como criterio praxico o social, o simplemente se conciben como un discurso moral del Medioevo que, precisamente como pertenecientes al Medioevo, eran válidos hasta el Medioevo de la modernidad y nada más. Es así, con esta forma de ver y vivir las cosas, como abordamos y afrontamos situaciones como el Chis-
me, la Calumnia o la Difamación sin mayores preocupaciones… ah, eso sí es fuente de preocupación cuando somos nosotros los que nos vemos como víctimas de alguna de estas situaciones originadas por alguien más, pero no lo vemos de la misma forma si somos nosotros los victimarios. ¿Valoración ética o moral?, válida ciertamente en tiempos pasados y como forma de expresión histórica de una ética o moral que todavía tenían validez hasta un poco más de la mitad del siglo pasado, pero ya carentes de valor desde finales del siglo pasado y mucho mas con los criterios postmodernos del presente siglo. Y, sin embargo, cuántos de nosotros no hemos sentido en algún aciago momento la acción corrosiva de la calumnia o del chisme mal intencionado por parte de personas que incluso comparten con nosotros ideales y criterios de valor comunes (por no decir de colegaje)… ¿consideración simplemente humana o deformación de la consciencia ética y moral bajo el impetuoso movimiento postmodernista de trastocacion de los valores y “oscurecimiento” de la conciencia personal? Es más, también las insinuaciones ambiguas y turbias se constituyen en un procedimiento particularmente malévolo que saca partido del poder sugestivo de lo ambiguo y prometedor. Tú me dices algo de otra persona, y yo respondo escuetamente: “Deja eso en paz, no me hagas hablar...” En realidad, no te he dicho nada preciso; nadie me puede inculpar de haber mentido, injuriado o calumniado, pero he dañado la imagen de esa persona ante ti. Es difícil calcular la influencia que se ejerce sobre el ánimo de otra persona cuando se emite ante ella un juicio sobre alguien o se deja caer la insinuación de que uno podría hacer más de una revelación sorprendente al respecto. Este tipo de juicios e insinuaciones polarizan en torno a sí, en la mente de quien los oye, todos los conocimientos fragmentarios que éste había ido adquiriendo y los orienta en un sentido muy determinado. La experiencia muestra que resulta muy arduo deshacerse de tal hechizo.
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El recurso de las insinuaciones malévolas se halla operante en el origen del procedimiento del rumor. Yo revelo a un amigo un dato comprometido para una tercera persona. Lo hago con reparo, por falta de seguridad. Mi amigo es menos precavido y se lo cuenta a otro con más decisión. Este trasmite, a su vez, la noticia con mayor contundencia, y de este modo el indeciso dato inicial cobra difusión en la forma impersonal y oprimente del rumor. Las insinuaciones borrosas parecen no encerrar mayores riesgos por el hecho de ser realizadas, en principio, de modo vacilante. Pero son peligrosas porque contribuyen a formar la bruma estratégica que es el caldo de cultivo ideal de las diversas formas de manipulación. Y dentro del capítulo de las insinuaciones malintencionadas merece, asimismo, tratamiento aparte la táctica de implicar a personas o grupos en sucesos turbios que sorprenden a las gentes y causan impacto en la opinión pública. Tiene lugar un atraco espectacular a una sucursal bancaria. Una emisora de radio de gran audiencia introduce constantemente en sus programas cuñas informativas y en ellas alguien se cuida de indicar, con aparente frialdad informativa, que cierto grupo político está implicado en el suceso. En el momento primero de sorpresa ante la noticia, millones de ciudadanos se ven llevados a vincular en su cerebro dos nombres: el del banco asaltado y el del grupo aludido. En los días siguientes se suscita la duda sobre la verdadera autoría del hecho. Más tarde se descubre que dicho grupo político era ajeno al suceso. Unos comentaristas subrayan, como es justo, este dato. La mayoría de los medios de comunicación dan la noticia escueta y rápida. El efecto de erosión de la buena fama de tal orientación política se ha conseguido sin el menor coste. Nadie le pide cuentas a los intoxicadores. Si por azar surge la cuestión, dicen con desenfado que el error fue debido a la confusión del primer instante. Un daño grave e irreparable -como todos
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los referentes al buen nombre- acaba de ser cometido impunemente y sin entrar en guerra abierta, con sólo poner en juego el recurso de mezclar a alguien precipitada e infundadamente en un grave delito. El que realiza este tipo de manipulación no afirma nada concreto y apenas corre riesgo alguno, pues el tipo de valoración oblicua que practica no puede ser objeto de querella. Con toda impunidad pone en entredicho, de forma sesgada, el prestigio de personas e instituciones dignas del máximo respeto. En vinculación estrecha con el recurso de las insinuaciones ambiguas o malévolas, se da la movilización del miedo como procedimiento estratégico. Sabemos que la decisión afina la sensibilidad para los valores, alerta la inteligencia ante las falacias y trampas, enardece la voluntad en orden a superar obstáculos, otorga poder de discernimiento para distinguir al guía del embaucador. El miedo, en cambio, cohíbe, intimida, resta energías para resistir, provoca la atonía en las sociedades, amengua la necesaria vitalidad para conservarse dignamente independientes frente a las pretensiones absolutistas de los tiranos. Al recurso del miedo suele acudirse cuando se rehúsa abordar los problemas de modo racional, sereno, concienzudo. Basta sugerir de pasada que, si gana tal partido político, se sacarán “las masas” a la calle para que multitud de personas se decidan por el llamado “voto útil”, que en muchos casos es el voto del miedo, del miedo infundido en el ánimo del pueblo con astucia premeditada, es decir, estratégico. Los últimos decenios nos ofrecen casos llamativos de “asesinato de imagen” cometido mediante el recurso del miedo a retornar a situaciones anteriores a la instauración de la democracia. Se insiste una y otra vez en el carácter siniestro del nazismo, se empareja tácticamente nazismo con fascismo, y se identifica fascismo con todo género de régimen autoritario. Con ello se tiene a mano un abanico
inagotable de posibilidades de descalificación de notables adversarios políticos que colaboraron de alguna forma con formas de gobierno autoritarias. Alguna vez en un debate televisivo, un dirigente sindical declaró, con toda decisión, como quien afirma algo obvio, que “el enemigo a batir es siempre la derecha, porque si la derecha llega al poder, desaparecen todas las libertades por las que hemos luchado tanto”. Una persona que ejerce la función de guía y portavoz de millones de trabajadores debería matizar sus expresiones y articular sus juicios de forma cuidadosa, pues la historia de los conflictos laborales es ya lo suficientemente amplia y fecunda en incidentes para hacer ver a las mentes menos agudas que la falta de ajuste en los conceptos provoca muy serias conmociones sociales. Parece que todas las pruebas sufridas en el último siglo y medio han sido en vano. Los grandes responsables siguen hablando de “libertad” y de “la derecha” con la misma borrosidad táctica de las épocas más sombrías. Esta actitud superficial no responde a incapacidad intelectual o a ignorancia, sino al afán estratégico de provocar en otros un sentimiento irracional de temor al adversario político y atraerlo así -merced a la “valoración por rebote”- hacia las propias posiciones. Si mi oponente es el enemigo por excelencia de las libertades, yo -que soy su contrario- quedo erigido en heraldo de la libertad, y esta consagración gratuita seguirá operando en el ánimo de las gentes aunque, a lo largo del tiempo, mi actuación concreta sea opresora y dictatorial. Una persona normal puede considerar esta explotación del miedo como un recurso despreciable, nada digno de atención. Tiene razones sobradas para ello, pero no debe olvidar que muchas personas son sumamente sensibles a este género de insinuaciones. El siglo moderno, en lo que se refiere a este tema especifico, presentó un primer intento de anulación cuando el célebre filosofo Federico Nietzsche en su obra “Aurora” plasmó la realidad de la Difamación a
través del reflejo de un hombre (Trofonio), un hombre subterráneo, un hombre que taladra, que socava y que roe. Quien tenga los ojos acostumbrados a estas actividades subterráneas podrá ver con qué delicada inflexibilidad va avanzando lentamente el autor, sin que parezca afectarle el inconveniente que supone estar largo tiempo privado de aire y de luz. Hasta se podría pensar que le satisface este oscuro trabajo suyo. Cualquiera diría que le guía una determinada fe, que un cierto consuelo le compensa de su dura labor. Pero ¿no será que quiere rodearse de una densa oscuridad que sea suya y nada más que suya, que trata de adueñarse de cosas incomprensibles, ocultas y enigmáticas, con la conciencia de que de ello surgirá su mañana, su propia redención, su propia aurora?. Y es que quienes, como él, han vivido estas mismas situaciones, esa existencia de topo, no pueden permanecer en silencio, y no saben valorar el valor de la intimidad de los demás. Nietzsche en Voluntad de poder (apareció en una edición completa de 20 volúmenes, 1899-1912) desarrolla el mito de la rebelión de los esclavos que dará paso a una nueva moral que les reportaba alivio ante la imposibilidad de llegar a la virtud de los fuertes; esta es la calumnia, la falacia, la falsedad, la mentira. De modo, que invirtieron los valores aristocráticos, encumbrando como valiosos lo que les reportaba calma como: el dolor, la humildad, la amabilidad, la bondad. Esta moral del resentimiento es una calumnia ante la moral de los señores que alaban la crueldad, la lascivia, la impiedad. Pero el filosofo tan solo refleja aquel defecto que recorre la triste historia de los yerros humanos, de la dificultad de entender en su justo valor el honor de los demás y saber reprimir el corrosivo deseo de la envidia por los logros ajenos o por lo que el otro simplemente es de distinto y de valioso como lo soy, como lo es cada hijo de esta tierra, cada creatura del buen Dios.
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1 - EL HONOR. CHISME Y DESHONRA A) EL HONOR El ser humano, para llevar una existencia digna de él, necesita algo más que el aire y el alimento. Debe ser valorado como persona humana dotada de derechos inviolables. La dignidad del hombre proviene de su espiritualidad, por la que ocupa un lugar sólo un poco «por debajo de los ángeles» (Sal 8,6). Pero como sabemos, el hombre es un ser esencialmente social. Por más que su finalidad sea personal, necesita, para realizarse totalmente, la comunidad, la cual por su parte, viene soportada por él. Con esto, llegamos al concepto del honor. El mismo no es sólo un concepto privado, sino también social. Por honor se entiende el reconocimiento del valor de una persona en sí y en su importancia para la comunidad. En esta definición están comprendidos todos los elementos del honor: la perfección de la persona como tal y su aportación a la comunidad. El derecho que proviene de la condición de persona es un derecho fundamental que afecta a toda persona, sea buena o mala, eminente o insignificante. A este honor común a todos los hombres viene a unirse después una cualificación especial. Este aspecto del honor suele recibir el título de «fama», o «buen nombre» y ambos conceptos llevan aparejados un cierto merito personal. De este merito depende también el honor externo que la comunidad tributa a la persona. Toda profesión tiene un cierto derecho al honor, ya que por ser profesión y por estar dirigida a la comunidad tiene valor. Esto no quiere decir que ciertas profesiones no tengan una trascendencia especial, siendo por ello dignas de una particular estima.
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Si consideramos esto más de cerca, podemos ver las dos caras del honor: una interior y otra exterior. La interior está basada en el valor real de la persona, mientras que la exterior consiste en el reconocimiento y aprecio por parte de la comunidad. Aquí, en este punto, puede entre ambas existir una contradicción, cuando la falsedad, la hipocresía y otras circunstancias encubren la falta de valor interno de la persona y mantienen artificialmente un aprecio exterior en algún modo justificado. Puede también ocurrir el caso contrario: que, a pesar de los valores internos, no se logre su reconocimiento exterior. Cuantas veces la comunidad ha ofrecido sus laureles a los que ya estaban muertos. Vivimos en un mundo no pocas veces conflictuado. Muchos medios de comunicación atrapan y mantienen la atención de las masas con tres armas que particularmente son las que más perjudican al honor de las personas. La difamación, la calumnia y la injuria. Armas que parecen traer más beneficios que el mismo honor. Cuantas veces la televisión y ciertos medios de comunicación «cazan» noticias comunes y las transforman en una bomba a punto de estallar. En esta cacería, toda noticia es válida para el sagrado altar del chisme ante el cual muchos hacen reverencia como si fuera lo único seguro y verdadero. Sin lugar a dudas, el honor no es una de las virtudes que se tienda proteger, ni valorar, al contrario, es donde más se ataca con tal de conseguir ciertos objetivos. Siendo el honor un factor necesario tanto para nuestra propia vida como para la comunidad, tenemos el deber moral de velar por el y defenderlo. El mismo Jesucristo veló por su honor, tanto en sus disputas con los fariseos como, sobre todo, en aquella ocasión en que dijo: «Si he hablado mal, muéstrame en qué ha sido, pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?» (Jn. 18,23).
Sin dudas que la manía de títulos y el afán de honores externos son hoy para muchos, una gran necesidad. A nosotros, como buenos cristianos nos corresponde mantenernos siempre con los ojos hacia el Padre. Ya que El cuidará de nuestro honor, y bajo sus principios podremos gozar del tan deseado «buen nombre», no solo por nuestras obras exteriores sino por nuestra riqueza interior. La correcta participación en la vida comunitaria, en el vecindario, en el trabajo, y en nuestras responsabilidades como ciudadanos serán puntos importantes en la construcción de la personalidad y en el reconocimiento de la comunidad. B) CHISME Y DESHONRA. Entre los sentidos semánticos de la calumnia dos de ellos merecen una consideración aparte: el chisme y la deshonra. El chisme es una noticia verdadera o falsa que pretende indisponer a una persona contra otra: de allí su relación etimológica con “cisma” o separación, desunión. El tema sobre el que versa es de poca importancia como queda aclarado también por su etimología: “chinche” (del latín cimex-icis): “niñería, cosa despreciable” (Moliner, 1986; DREA, 1992; Corominas, 1960). Desde las categorías psicoanalíticas el chisme puede considerarse como una elaboración maníaca ante una situación traumática que el yo del sujeto no puede tramitar. Es una escena de tres: el chismoso que se siente omnipotente por el conocimiento de esa murmuración y el que escucha la habladuría y la goza; pero a su vez es una agresión contra el sujeto que es objeto del chismorreo amargo. Es importante tener en cuenta aquí, por un lado, el sentimiento de exclusión – propio de los celos-, negado maníacamente, de aquel que chismosea; y por otro lado, su carácter psicopático y envidioso.
Un ejemplo literario lo encontramos en las Alegres Comadres de Windsor4 donde el comadrear crea situaciones, murmuraciones chismosas. Según la tradición fue un encargo de la reina Isabel I de Inglaterra que entusiasmada con el tipo de Falstaf -el Sancho Panza inglés-5 deseó volver a ver a aquel caballero bebedor, excesivo, vital, fanfarrón y mentiroso en una intriga de amores. Más allá de ese pedido, el texto está dedicado a una audiencia deseosa de ver temas contemporáneos y reír con ellos, en particular acerca de las pequeñas vidas de los burgueses y nobles menores de su ciudad. El deshonor o pérdida de la honra, de la dignidad, puede culminar con la expulsión de un lugar envuelto en un sentimiento de vergüenza, ya que se ha producido el desacato a una ley. El sujeto es juzgado como indecente, se lo desacredita, se lo injuria, se lo considera deshonesto (Moliner, 1986; DREA, 1992; Corominas, 1960). Un ejemplo es la historia de Antígona, una de las tragedias de Sófocles6. Antígona, hija incestuosa de Edipo y Yocasta, cumple un destino fatal: acompaña a su padre en el destierro y entierra a su hermano. Ismene le ruega a su hermana Antígona que piense antes de desobedecer a los que les dan órdenes, pues considera que deben cumplirlas aunque sean dolorosas. Para argumentar le recuerda las muertes tanto del padre de ellas, aborrecido, deshonrado, cegado por sí mismo; como de su madre que pone fin a su vida ahorcándose; y de sus dos hermanos que en un solo día son asesinados el uno por mano del otro. Antígona después de escucharla decide enterrar al hermano; pues así ha obrado con honor, aunque llegue para ella también la muerte: la entierran viva en el panteón familiar.
4 SHAKESPEARE (1600) Las Alegres Comadres de Windsor. Biblioteca Edaf, Madrid, 1995. 5 No obstante que había muerto en el Enrique V de 1598. 6 Sófocles (442 a. de C.) Antígona. Biblioteca Edaf, Madrid, 1998.
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Antígona dice: “En cuanto a ti si es lo que crees, deshonra lo que los dioses honran” (pág. 302). Ismene declara que no quiere hacer nada deshonroso, y asimismo le faltan fuerzas para desafiar a los ciudadanos.
2 - LA CALUMNIA
Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo: “Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?”, a lo que el hombre respondió: “Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una donde vayas”. El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas. Volvió donde el sabio y le dijo: “Ya he terminado”, a lo que el sabio contestó: “Esa es la parte más fácil. Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas”. El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo juntar casi ninguna.
La calumnia de Apeles7 (La calunnia) / Sandro Botticelli, 1495 Temple sobre tabla • Renacimiento / Galería Uffizi, Florencia, Italia
«Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado.
7 La historia de una intriga descrita por Luciano de Samosata en uno de sus Diálogos. La obra cuenta la historia de Apeles que fue acusado falsamente por el pintor Antifilos de promover una revuelta contra el rey Ptolometo IV (sucedió a su padre a los cinco años. Su reinado, durante el siglo II a.C. fue una suerte de desastres por los cuales solicitó ayuda a los romanos. Se casó con Cleopatra y murió envenenado). Antifilos fue encarcelado, pero obtuvo la libertad cuando el auténtico promotor de la rebelión confesó la verdad. El rey, como recompensa, le concedió a Antifilos como esclavo y Apeles posiblemente retrató en Éfeso su experiencia en una obra original que no se conserva. Es un tema alegórico pintado dentro de una estancia de arquitectura clásica renacentista con arcadas que presentan esculturas de la antigüedad. Botticelli incluye diversas figuras: el “rey Midas”, con orejas de burro sentado en su trono escucha los consejos de “Ignorancia” (representada bajo la forma de una mujer ciega) y “Sospecha” (que se atreve a poner el pie en el suelo); el “Juez malo”, ante él se encuentran ”Odio, “ Rencor” o “Envidia” que conducen a una joven:”Calumnia“ con apariencia dulce y serena pero que toma a “Víctima” de los cabellos y la destroza; en su mano izquierda porta una antorcha que simboliza cómo la calumnia se extiende del mismo modo que el fuego. Asimismo completan el cuadro dos bellas jóvenes, compañeras inseparables de Calumnia –“Impostura” y “Perfidia”que trenzan los cabellos de Calumnia con una cinta blanca, mientras arrastra a “Inocencia” (o Víctima) bajo el emblema de un niño, con los ojos levantados hacia el cielo, semidesnudo porque no tiene nada que ocultar en actitud implorante seguida por “Penitencia” o “Arrepentimiento”, una anciana oculta con negros ropajes que dirige su mirada a la “Verdad”. Al final resplandece ésta, la “Verdad” desnuda que se cubre el sexo con su cabellera y la mano izquierda y con el brazo derecho elevado pareciera invocar a los dioses para que reparen la injusticia.
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Al volver, el hombre sabio le dijo: “Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste”». Nos hemos habituado a convivir con su presencia cenagosa, a respirar su aliento fétido, y ni siquiera nos damos cuenta de cómo nos va infectando por dentro, cómo nos pudre el alma y nos encharca los sentimientos. La calumnia campea sobre nuestras vidas, su mancha invasora se infiltra en nuestra sangre y se funde con nuestras células, hasta convertirse en sustancia de nosotros mismos. Hemos consagrado la presunción de inocencia como principio elemental de nuestras modernas democracias, pero cada día pisoteamos ese principio y nos limpiamos el barro de los zapatos en él, como si se tratase de una felpa. La malicia popular, azuzada por los medios de comunicación, ha consagrado la calumnia como herramienta impune y risueña. Así se despachan honras, se allanan virtudes, se airean intimidades y se destruyen prestigios. Vivirnos instalados en un clima de degradación moral irrespirable, y la calumnia, ese monstruo anaerobio, parásita nuestra convivencia.
Siempre la calumnia lleva al enfrentamiento odioso entre hermanos, como triunfo del maligno. “Los herreros no dan abasto en la fragua de la calumnia, pero no hay peligro de que se pare el fuelle”. Lo dijo Karol Wojtyla cuando aún no era Juan Pablo II, pero entonces ya lo sabía: la antipalabra tiene un programa, que es el de nuestro tiempo. Avanza hacia las tinieblas y lo oscurece todo a su paso: la dignidad del hombre, la naturaleza del matrimonio, el bien de la familia, la libertad en la educación. “La difamación también consiste en la difusión de informaciones inexactas o en la publicación de hechos históricos falsos o fantasiosos que afectan de manera no veraz, tendenciosa o con datos erróneos”. La calumnia consiste en la imputación falsa a una persona de la comisión de un hecho que la ley califique como delito, a sabiendas de que éste no existe o de que el imputado no es el que lo cometió. En realidad no es más que un supuesto agravado de la injuria, pero su naturaleza la emparenta más con los delitos contra la Administración de Justicia que con las infracciones contra el honor. Su parentesco morfológico con la acusación y denuncia falsas es evidente. La plena relevancia en la calumnia de la “exceptio veritatis” prueba lo afirmado. Sin embargo, el legislador la incluye entre los delitos contra el honor, y ya existe el delito de acusación y denuncia falsas como delito contra la Administración de Justicia. La imputación ha de ser falsa, si no lo es y el acusado prueba la veracidad de su imputación, quedará exento de pena, ya que el hecho no es típico; aunque pudiera castigarse por injurias. Esto no quiere decir que todo el que denuncie un delito esté obligado a probarlo, hasta el punto de que, si no lo hace, incurre en calumnia.
tervención a título de autor o cómplice. También es indiferente que la calificación penal del hecho sea incorrecta. Sujeto pasivo de la calumnia sólo puede ser la persona física, ya que no cabe imputar a una persona jurídica la comisión de un delito (societas delinquere non potest), y tampoco los colectivos sin personalidad pueden ser sujetos pasivos de este delito. Son posibles las distintas modalidades de comisión de la injuria. Tipo subjetivo Para afirmar la presencia de dolo es preciso que el sujeto tenga conocimiento de la falsedad de lo que imputa o que la imputación’, objetivamente falsa, se haga con “temerario desprecio de la verdad”. Igual que sucede con la injuria grave, consistente en la imputación de hechos falsos, este temerario desprecio de la verdad debe considerarse como un dolo eventual. Es discutible si se exige una especial intención, además del dolo, y la solución radica en la propia naturaleza del delito, pues si se considera la calumnia como un delito contra el honor, será necesario el ánimo de deshonrar en el sujeto activo; pero esto no ocurre si se le considera un delito contra los intereses de la Justicia. En todo caso el dolo debe abarcar la conciencia de la falsedad de la imputación o el temerario desprecio a la verdad, y el animus iniurandi. La murmuración es una actividad humana que consiste en hablar de alguien - tan bien como mal, aunque generalmente de forma desfavorable - sin que la persona en cuestión esté presente. Algunos sinónimos de murmuración son habladuría, comadreo, chisme y cotilleo, siendo estos últimos del ámbito coloquial.
La imputación ha de ser de hechos concretos y ha de recaer sobre persona determinada o determinable. Es indiferente que se le impute una in-
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Tal actividad puede consistir en: - La indiscreción, para casos de menor importancia (para casos de importancia, se podría considerar en el ámbito del espionaje). - El vicio de escuchar y difundir rumores, por considerarse propia de cotillas8. - La actividad, característica de las denominadas prensa del corazón (prensa rosa) y prensa sensacionalista (prensa amarilla), que suele considerarse impropia del periodismo desde el punto de vista de la ética periodística. Suelen ser “rumores sobre rumores” de una información privada. La murmuración suele tener un tono negativo. Además, la persona no está presente; esto hace que no pueda testificar sobre la falsedad o veracidad de lo que se dice. Cuando las historias de boca en boca, de toda una vida (consciente o inconscientemente) tienen la tendencia a cambiar las cosas. Un rumor puede acabar en última instancia, destruyendo reputaciones. Los temas son infinitos se pueden incluir, entre otros: • Competencia profesional; • Declaraciones poco acertadas que la persona haya hecho; • Las preferencias o ideas (políticas) de la persona; • Aspectos legales o fiscales de la persona en cuestión; • Modo de vestir, creencias religiosas o estilo de vida; • Forma de ser en el trato con la gente. • Supuestos sobre un embarazo o un aborto accidental; • La infidelidad marital y/o visitas a burdeles; • Preferencias sexuales no estándar (que no sean ilegales); 8 Adj. y com. [Persona] a la que le gustan los chismes y cotilleos: ‘cotilla’ también significa: chismoso - entrometido - venenoso.
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Sin embargo, mucha gente lo hace todos los días. Diarios que se han especializado en el tema, los llamados diarios sensacionalistas, tienen una gran popularidad, porque los rumores sobre las personas famosas, interesan en general al gran público, por eso la prensa del corazón se centra en personajes conocidos . “Donde hay humo, hay fuego” es un proverbio neerlandés que es el alma de la difusión de los rumores. Como imagen del poder destructivo que un rumor puede tener, en la película Gossip (2000), de Davis Guggenheim se muestra un ejemplo de lo que puede provocar un rumor9. Difundir rumores a veces puede ser considerado como una difamación o calumnia. Aparte de que siempre ha sido condenada por las normas de la moral (la católica entre otras). “Como yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio” (Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador hindú). En síntesis10: La cultura occidental cristiana alienta a vivir en la verdad11 desechando la mentira, la malicia, el engaño, la hipocresía y toda clase de maledicencias. La calumnia ataca a la verdad (mentira), a la justicia (hiere el buen nombre ajeno), al amor y respeto debido al prójimo; mata o hiere a un sujeto frente a la sociedad porque enloda su reputación. La calumnia es una defensa contra nuestra propia sensación de ineptitud e inseguridad. 9 En la película “La estrategia del Caracol” (con FRANK RAMIREZ y FAUSTO CABRERA) uno de los momentos interesantes de esta trama es el relato por parte de uno de los organizadores de la “Estrategia” sobre la desaparición de un pueblo, “debido a un rumor” (“a ese pueblo lo destruyo un rumor”). 10 CRISTINA GRIFFA. Reflexiones acerca del Calumniar. Publicación virtual de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la USAL Año VII Nº 18 - Marzo de 2008. http://www.salvador.edu.ar/psi/publicaciones/18/reflexiones_acerca_del_calumniar.pdf 11 Se recuerda que una afirmación contraria a la verdad posee una gravedad particular cuando se hace públicamente: sea ante un tribunal (falso testimonio), o bien si es pronunciada bajo juramento (perjurio). A su vez, el responsable de ellas cae en un juicio temerario (admite como verdadero un defecto moral en el prójimo); o en maledicencia (manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran); o en calumnia (daña la reputación de otros). Asimismo, estas conductas destruyen la reputación y el honor del prójimo.
La calumnia rechaza la unidad con el “otro”, nos aparta y nos deja en soledad, o bien nos une al grupo de los que se identifican con esa posición; en ese grupo se cumple el aforismo: “dos amigos son los que tienen un enemigo en común”. En distintas oportunidades nos cuesta reconocer las cualidades del otro, no sólo porque no nos gusta o porque inconscientemente le deseamos mal, sino porque sus cualidades, sus logros especiales, en cierto modo socavan nuestra auto-percepción, nuestra autoestima. Es interesante una interpretación de la historia de Cleopatra que merced a una legión de historiadores envidiosos que no le perdonaron haber reunido en un solo cuerpo belleza, ingenio, audacia y sagacidad, afirmaron que se trataba de una genuina meretriz que quiso envenenar a la mujer de Julio César -su primer amante oficial- cuando ella estuvo brevemente de visita en Roma. Sin embargo, Cleopatra surge de las páginas de la historia egipcia como una gran estadista. Asimismo, encontramos otras posiciones éticas acerca de la calumnia. Nietzsche (1844-1900), al igual que Marx y Kierkegaard, advierte la decadencia del mundo burgués; pero se siente solitario en su prédica pues se asume como el más radical de todos los críticos. Se describe a sí mismo en Ecce Homo (1908) como “dinamita” pues enfrenta la verdad con la mentira milenaria. Guerrea contra la vieja moral, contra moralistas, contra la historia de la filosofía, especialmente el cristianismo, porque cada uno de ellos mata la vida, y la vida descansa sobre unas bases que están en contra de esa moral, que es sólo ficción12; pero tan sólo rechaza la moral anterior y propone la moral de la Vida que implica la Transmutación de todos los valores.
12 Aquí no podemos olvidar el texto de Freud: La moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna (1908d).
3- INTERPRETACION PSICOANALITICA DE LA CALUMNIA13 «La Mitología ha representado a la Calumnia como las Furias14. Deidades romanas -identificadas con las Erinias o Euménedis griegas- en actitud de torturar a Inocencia (representada por el cordero y ovejas blancas), castigando y vengando las transgresiones éticas. También se la figura como un basilisco15 que mata sin tocar, sólo con mirar; esta cualidad lo asemeja a la Medusa Gorgona, representación mitológica de la envidia (Pérez Rioja, 1962; Cirlot, 1982). Podemos partir de la afirmación de L. Chiozza (1984a [1970]) acerca de los significados de la envidia y los celos y sus relaciones con el proceso psicocorpóreo hepático, ya que las representaciones antes propuestas convergen en este punto. La Erinias griegas o las Furias romanas, diosas de la venganza, podemos suponer que descargan su furor (Chiozza y colab. 1993g [1992]), su ira, cuando se trasgrede la ley de gentes. Es decir, cuando un sujeto calumniador verde de envidia y celos calumnia a otro -el calumniado- intentando que pierda su buen crédito, lo mancilla a través de la murmuración maledicente que se expande con 13 CRISTINA GRIFFA. Reflexiones acerca del Calumniar. Publicación virtual de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la USAL Año VII Nº 18 - Marzo de 2008. 14 Las Furias romanas -la innombrable, la destrucción vengativa y el rencor- son una identificación de las Erinias o Euménides griegas. Así, en Homero éstas últimas aparecen como las guardianas de los derechos sagrados de la familia y defensoras de las leyes que garantizan el orden de la naturaleza y sancionan el derecho de gentes y la hospitalidad. En la mitología griega vivían en Tártaro y tenían como misión castigar mediante la tortura y la locura los crímenes de los hombres. Eran divinidades vengativas, reparadoras de las transgresiones morales. Más adelante, las Erinias, fueron perdiendo su significación de diosas inexorables, haciéndose accesibles a la idea del perdón, y no se ocuparon solamente de perseguir a los culpables, llegando incluso a transformarse en Euménides –diosas bienhechorasque ahuyentaron el peligro y evitaron las calamidades proporcionando bienestar. Se ha esculpido a la tres Erinias con los cabellos sueltos y enraizados de serpientes, con una antorcha encendida en una mano y un puñal en la otra. En la mitología romana las Furias –hijas de Aqueronte y de la Noche- estaban encargadas de ejecutar los castigos impuestos por los dioses a los hombres, especialmente en cuanto se constituyen en una reparación moral. Así salían de los infiernos por conjuro del ofendido o por maldición del ofensor. Se las representaba como figuras de mujeres negras y aladas, con serpientes enroscadas en sus cabezas, llevando en la mano antorchas y látigos que hacían enloquecer a los flagelados (Cirlot, 1982; Chiozza y colab 1991b [1990]; Chiozza y colab.1993g [1992]); Gómez de Silva, 1988; Pérez Rioja, 1962). 15 Basilisco: Animal fabuloso en forma de serpiente con cabeza puntiaguda y tres apéndices prominentes. En Oriente se le representa a través de una forma mixta de gallo, serpiente y sapo. Se creía que mataba sólo con mirar, por lo cual solamente se la podría dar muerte viéndolo reflejado en un espejo, creencia relacionada con el mito de la Medusa Gorgona. Esta creación humana muestra un carácter infernal, en su triplicidad (inversión de las cualidades trinitarias) y en el predominio de componentes malignos como el sapo y la serpiente (Cirlot, 1982).
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prontitud. Tanto es así, que el sólo hecho de ser alcanzado por ella el sujeto se vivencia “muerto” ante su mirada (Basilisco). Esta ofensa merece una reparación moral. Pero ¿llegará a tiempo?, ¿será suficiente ante el poder, la rapidez y la destructividad de la calumnia “inyectada” en el sujeto calumniado, en su ser, en su psiquismo, en su mundo de vinculaciones?. Podríamos ejemplificarlo con la historia de una preciosa adolescente francesa de origen campesino que fue víctima de una de las peores calumnias de la historia sin que el rey a quien había hecho coronar se ocupara de salvarla: Juana de Arco. Durante la Guerra de los Cien Años, Francia no cayó ante los ingleses debido a la inspiración de Juana, quien lideró exitosamente el ejército francés y los venció… Sin embargo, la Inquisición la procesó como bruja, hereje y por el delito de usar vestimentas masculinas, cargando su nombre de injurias y quemándola viva en Ruán un 30 de mayo de 1431. En su afán por enlodar la reputación de Juana de Arco, los ingleses incluso llegaron a afirmar que la joven se vestía como hombre y era buen soldado porque tenía partes pudendas de hombre y mujer a la vez (hermafrodita). Chiozza (1984a [1970]) relaciona conjuntamente con los autores que cita: la imago de la madre ponzoñosa-la Medusa-la serpiente-el veneno- la envidia-. Con la afirmación de estos desarrollos psicoanalíticos podemos considerar a la envidia como uno de los motores de la calumnia. Es decir, que aquel objeto idealizado es deseado y temido, de allí que el sujeto vivencia la imposibilidad de introducirlo en sí y queda expedita una vía: destruirlo. Un camino para ello es la calumnia que cual hiel se retiene y en un momento se expande envenenando, produciendo amargura, frustración. Así expresa el calumniador su envidia (Chiozza, L.1984ª [1970]). Pero, la envidia acompañada de celos, por su etimología, relacionados con el fuego y la frustración pulsional constituyen otro ángulo para comprender la calumnia.
Es interesante aquí traer a la consideración algunos textos de Freud que por diversas circunstancias trata acerca del tema de la calumnia y relacionarlo con algunos ejemplos que lo ilustre: Es llamativo cómo relaciona Freud (1895d) en el caso de Emmy von N. algunas de sus fobias como el miedo a los extraños y a los hombres en general con algunas acciones realizadas por la familia de su marido muerto, que se opusieron siempre al matrimonio. En un momento propagaron la acusación, a través de la publicación de escritos calumniosos en los periódicos el infundio de que ella lo envenenó. Es posible que la envidia y los celos ante el de “afuera” despertara sentimientos tan fuertes que culminarían en esta maledicencia, que entramada en la historia de la paciente, generó estos síntomas. El drama de Otelo puede ser un buen ejemplo para mostrar hasta dónde el infundio del lenguaraz puede llegar. Hombre juicioso, sencillo, en extremo confiado, recto y de carácter templado, es el marido tierno de la bella Desdémona. Pero, esta no es la historia de estos personajes sino de lo que ellos devienen cuando a los oídos de Otelo y a la vida de su mujer llegan las palabras de Yago16. Palabras infames que parecen imposibles de borrar de la memoria del marido y culminan tanto con la muerte de Casio, acusado de ser su amante, como de Desdémona (Shakespeare, hacia 1604). --Leonardo (Freud, 1910c) tal vez no abrazó a una mujer pero fue objeto de una calumnia por prácticas homosexuales de la que salió absuelto. Atrajo sospechas su relación con un modelo, o bien el rodearse de adolescentes discípulos; a Francesco Melzi lo declaró su heredero. Freud más que considerar la posibilidad de un comercio sexual entre ellos pensaba en la existencia de vínculos tiernos pero que no culminaban en un quehacer sexual. Esta modalidad afectiva podía armonizarse con la naturaleza de Leonardo como artista e investigador. Aquí estamos frente a dos actitudes diferentes: por 16 Desde ya, podemos interpretar a Yago como un desdoblamiento de la conciencia del mismo Otelo que se atormenta con este mundo de fantasías creadas por sus deseos y desde las cuales ve al mundo, es decir, éste se constituye por la proyección de éstas.
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un lado aquellos que menoscaban al otro y por otro lado aquel que puede ver más allá de la “carne”, de lo privado aquello que da sentido a una vida. En el caso Schreber (1911c [1910]) se encuentra nuevamente con la homosexualidad y la calumnia; pero en una situación diversa. Al enfermo se le imponía la fantasía femenina de modo que el avance de la libido homosexual y las revueltas contra ellas se convierten en la ocasión de la paranoia. La idea delirante contiene la creencia del sujeto de ser objeto de una conspiración, de un engaño, es calumniado maliciosamente y perseguido. Freud se pregunta si es una calumnia hablar de homosexualidad en relación con el presidente del Superior Tribunal, pero recuerda que él mismo ha anunciado estas fantasías en su condición de enfermo y como tal no se lo reprocha como médico. Aquí nos encontramos con un planteamiento ético profesional que podemos relacionarlo con la libertad de expresión, la libertad de pensamiento y de imprenta que, en ocasiones, se ligan a problemas vinculados con la temática de la calumnia. Ya que existen límites naturales en el ejercicio de los derechos pero las fronteras con el respeto a la vida privada de los demás en ocasiones es fácilmente vulnerada. En diversos films se ha expuesto esta temática como en: Buenas noches y Buena suerte17 se centra en el periodismo televisivo para hablar del rol y de la ética profesional. Relata diferentes historias en las cuales no se repara en los medios para obtener información o para encumbrar o hacer descender a un sujeto de un lugar prestigioso. Una de ellas es la de un militar expulsado del ejército ante la sospecha de tener un familiar comunista y cómo se destruyó su vida. O el caso de dos miembros del equipo de investigación de la CBS, cuyo reglamento prohíbe el casamiento entre sus empleados; esta pareja lo oculta hasta el momento en que alguien por conveniencia propia da a conocer el secreto y así sólo uno de los cónyuges puede permanecer en la compañía. 17 Títulos original: Good night and Good Luck”. Su director y uno de sus actores fue G. Clooney y otros fueron: D. Strthaim, R, Downey, entre otros (2005).
En el “Porvenir de una Ilusión” (Freud, 1927c) observa cómo tendemos con más facilidad a obedecer las prohibiciones culturales por la fuerza de la compulsión externa, y con más facilidad nos satisfacemos dañando mediante la mentira, el fraude, la calumnia toda vez que esto no conlleve un castigo. Al hacerlo el sujeto no muestra el menor miramiento si puede sacar una ventaja, mientras que él no se perjudique no repara en la relación entre su beneficio y el daño que le infringe al otro. Sólo satisface su placer burlándose, ultrajándolo, calumniando. Así exhibe su poder, se siente más seguro y la víctima más desvalida. Aquí podríamos ejemplificar estas ideas con el film “La calumnia”18. Es un drama psicológico que gira acerca de cómo se puede mancillar el nombre de alguien y las consecuencias que esto atrae. Karen y Martha son las directoras de una exclusiva escuela para niñas que se levantó con la ayuda económica de Srta. Tilford. Karen a los 40 años está por casarse con un sobrino de Tilford pero teme que el matrimonio malogre la asociación profesional con Martha. Una alumna –nieta de la Sra. Tilford- maliciosa y vengativa, despechada por un castigo que ha recibido, oye por casualidad un comentario y lo utiliza, distorsionándolo, para desprestigiar a sus profesoras por una conducta reprobable: relaciones homosexuales. Los escandalosos rumores se extienden velozmente por la comunidad escolar, con repercusiones inmediatas, devastadoras y trágicas: pues se deshace la relación Karen-Tilford y se instala para siempre la duda entre ambas mujeres que envenena tanto el vínculo profesional como el personal. Aquí podemos recordar las poéticas palabras de R. Darío19 ya que el lodo oscurece al diamante pero éste no pierde su valor. Sin embargo, en un contrapunto no podemos olvidar la descripción de la calumnia en el aria20 que canta Don Basilio en la 18 Título original: The Children’s Hour, de 1962. Su director William Wyler. Fue protagonizada por A. Hepburn y J. MacLaine. Más recientemente el film titulado “La Duda” con MERYL STREEP y PHILIP SEYMOUR HOFFMAN. 19 Darío, R. (1881-1885) Poemas de Juventud. En: Obras poéticas Completas. Librería El Ateneo, Editorial, Buenos Aires, 1963. 20 La calumnia es un vientecillo, Una brisa muy gentil que insensible, sutil,
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ópera bufa: el “Barbero de Sevilla” ya que aquí se alude a su aspecto expansivo y destructivo.
menta penetrante e insistente que horroriza21 hasta producir una explosión como un golpe de cañón.
La calumnia como un vientecillo se expande, intentando crear una “realidad” aunque falaz y engañosa, produce un efecto seductor; pues tal vez activa aspectos infantiles del que lo escucha y duda..... hasta que en un momento la acepta. Penetra a través de los oídos del sujeto, atonta –de modo que éste no sabe cómo conducirse- e hincha su cabeza hasta que ya no sabe qué pensar, qué hacer con esos “cuerpos extraños” que lo atenacean. Pero, lo que comenzó tan lentamente se transforma en tor-
En “Duelo y Melancolía” Freud (1917e [1915]) afirma de ésta que además de la reacción ante la pérdida real del objeto erótico -al igual que en el duelo- surge la ambivalencia ante éste que toma la forma de reproche por haber deseado su pérdida e incluso se siente culpable de ésta. Comprenden: ofensas, postergación, desengaño. Pero cuando el amor al objeto, llega a una identificación narcisista, recae el odio sobre este otro objeto y lo calumnia, lo humilla, lo hace sufrir y logra así una satisfacción sádica. Así consigue, de modo indirecto con el autocastigo, la venganza ante los objetos primarios y logra por la enfermedad atormentar a los que ama.
ligera, dulcemente, comienza a susurrar. Despacio, a ras de suelo, en voz baja, silbando, va corriendo, va zumbando; en los oídos de la gente se introduce diestramente, y las cabezas y los cerebros hace atontar y hace hinchar. Pues de la boca saliendo el jaleo va creciendo, toma fuerza poco a poco, vuela ya de un sitio a otro parece trueno, tormenta que en interior de floresta va silbando y retumbando y te hace de horror helar. Al fin se desborda, estalla, se propaga, se redobla y produce una explosión como un golpe de cañón, un seísmo, un temporal, un tumulto general, que hace al aire retumbar. Y el infeliz calumniado, humillado, pisoteado, bajo el público flagelo por suerte va a reventar. (La gran ópera paso a paso. Nº: El Barbero de Sevilla de G. Rossini, págs. 54 y 55) La música es de Gioacchino Rossini (1792-1868) y la letra es de Cesare Sterbini. Sus personajes son: Conde de Almaviva, Don Bartolo, Rosina, Fígaro, Don Basilio, Fiorello, Ambrogio, Berta, un oficial. Argumento: El conde de Almaviva, le informa a Fígaro, barbero de Sevilla, que haciéndose pasar por un estudiante pretendía conquistar a Rosina, pupila de Don Bartolo. Ésta deja caer una carta en la cual pide a su pretendiente que le revele su identidad. Bartolo al ausentarse de su casa deja la orden a sus sirvientes que nadie sea admitido, ni siquiera Don Basilio, el maestro de música. Basilio anuncia la llegada a Sevilla de Almaviva y aconseja eliminar al rival con una calumnia para que se aleje de la ciudad. El Conde entra vestido de soldado, Bartolo intenta liberarse del intruso y la llegada de verdaderos soldados crean más confusión. El conde se presenta ante Bartolo disfrazado como un profesor de música –Alonso- que reemplazará a D. Basilio. Para ganarse la confianza del dueño de casa le revela acerca de una carta que Rosina escribió supuestamente al Conde de Almaviva. Mientras que D. Bartolo se queda dormido los jóvenes se declaran su amor. Llega Fígaro para afeitar a Bartolo y roba la llave del balcón por donde los amantes escaparán. Basilio va a la casa para dar su clase a Rosina y allí le dice a Bartolo que no conoce a Alfonso. Todo esto despierta la desconfianza de Don Basilio., quien decide casarse de inmediato con Rosina, a quien le muestra la carta del Conde de Almaviva. Entran por el balcón el Conde disfrazado con Fígaro, Rosina acusa a su amante de querer entregarla al Conde, pero éste le revela su identidad y le propone matrimonio. Mientras tanto Fígaro descubre que han sacado la escalera para huir. Atrapados llega Don Basilio –quien amenazado oficiará de testigo- con el notario y Fígaro hace casar a Rosina con el conde. Cuando llega Don Bartolo con los soldados es demasiado tarde. Todos desean felicidad a la nueva pareja.
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La calumnia es un instrumento de carácter sádico que utiliza el masoquista, aquel que está seguro de la destrucción y desesperanza del propio yo y por tanto también de la vacuidad del mundo. Es decir que se trata de formas melancólicas en el sentido de la vivencia de vacío o destrucción del yo que resuelven la sobrevivencia mediante el dominio sádico de los otros. Se puede considerar al calumniador como un melancólico con tendencias sádicas que transmite la verdad melancólica de que la vida no tiene sentido, y sólo vive alimentándose del dolor que ocasiona con su sadismo destructivo. Su historia infantil podría mostrar que ha sido víctima de crueldades que tramita a su vez haciéndolas a otros, a quiénes sin dudas sabe elegir. Volvamos a la escena pintada en el cuadro por Botticcelli. Calumnia al tomar a Víctima tiene frente a sí a dos personajes: Penitencia o Arrepentimiento y Verdad. Todo acto que viola una ley exige una reparación. Para el calumniador se abren dos caminos: permanecer en la falsedad; o bien arrepentirse, reparar el daño realizado y unirse a la Verdad. Es decir que, por un lado, puede transitar por la vía de la mentira, es decir, de una falacia que se 21 Es importante tener en cuenta aquí la relación propuesta por Freud entre lo ominoso-lo siniestro-lo terrorífico-lo que excita angustia y horror (Freud, S., 1919h).
hace por algo, se persigue un fin práctico (Chiozza, 1986). Es una expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, cree o piensa (DRAE, 1992). Esta es una acción consciente que tiene como fin engañar al otro y así se diferencia de la “mendacidad” entendida como mentira inconsciente. Es importante recordar las expresiones como “mentir con la verdad” o “mentira jesuítica”. Por otro, si se abre a la Verdad, a la alétheia22 y estará en el camino del “descubrimiento”, de la “patentización”, de la “manifestación”; así la verdad es la propiedad de algo que merece “confianza”, “seguridad”, “fidelidad” y “firmeza”. En el cuadro Botticcelli representa al necio “Rey Midias” escuchando a “Ignorancia” y a “Sospecha” mientras ocurre la muerte de “Inocencia” a manos de “Calumnia”. Podrían representar a los que ven este crimen, no reaccionan ante él y más bien gozan de esta representación. Así se asocia al “necio” que no sabe lo que debería saber; imprudente, terco, porfiado; el “ignorante” es decir, el que no tiene noticias de las cosas, aún de la ley, pero el desconocimiento no lo excusa porque después de promulgada todos deben conocerla; y el que “sospecha”, duda, desconfía (DRAE, 1992). Estas tres características no eluden su responsabilidad ante la escena que ven y ante el no actuar deteniéndola. Se identifican con “Calumnia” beben del mismo verdor (envidia), experimentan rencor, resentimiento, deseos de contaminar y mancillar (Chiozza, L. y colab. 1993g [1992]). Identificados con el calumniador en la envidia y los celos, en su posición sádica, satisfacen sus pulsiones de destructividad, de desunión; porque satisfacen sus deseos infantiles; pero paradojalmente aunque sus vidas transcurran sin un sentido de trascendencia fantasean, idealizan una pertenencia: pero ¿a qué grupo? al que divide, separa, come a sus propios hijos, carece de la flexibilidad para tolerar las pequeñas diferencias enriquecedoras.
22 “Verdad” es una divinidad alegórica romana. Es hija de Saturno y madre de la Justicia y de la Virtud. Se la suele representar con una bella figura de mujer, vestida o desnuda, portando un espejo, una antorcha y un libro abierto en la mano izquierda; a sus pies el globo del mundo (Pérez Rioja, 1962).
Esta modalidad grupal no cumple con la esperable continencia, el holding necesario, no genera sanos sentimientos de pertenencia (Chiozza, L. y colab. 1997b [1995]), ni de familiaridad (Chiozza, L. y colab. 1993c [1992]). De allí, que la coherencia del grupo y la pertenencia de los miembros a éste sea inestable. ¿Cómo se sostiene este grupo? en muchos casos por la calidad moral de alguno de sus miembros. Así lo podemos ver en César de Shakespeare. En la obra23 se relata la escena del asesinato de Julio César como producto de una conjura. Pero quizás los personajes centrales son Brutus y Casio (su hermano). Si el primero es un idealista, el segundo es un pragmático, quien podrá elaborar el plan para eliminar a alguien, justamente a Julio César. En la Plaza pública de Roma Casio incita a Brutus: “allí donde se respetan en Roma a muchos de los mejores, excepto el inmortal César, he oído hablar de Bruto, y gimiendo bajo el yugo de la época, anhelar porque el noble Bruto abriera los ojos” (acto primero, escena II, pág.195). Casio trata de animar a Brutus pero éste afirma: “amo el nombre del honor más que temo la muerte” (acto primero, escena II, pág. 196). Casio exalta la libertad en la que nacieron ambos hermanos, al igual que César24, y de éste cuenta escenas –caída en el Tíber, un episodio de fiebre- en las que denota debilidad y pregunta: “¿qué habría en ese César? ¿Por qué habría de ser ese nombre más ruidoso que el vuestro? (...) vos y yo hemos oído decir a nuestros padres que existió una vez Bruto que habría sobrellevado en paciencia al mismo eterno demonio para mantener su rango en Roma con tanta facilidad como un rey” (acto primero, escena II, pág. 197-8). César desconfía de Casio pues es flaco, y dice de él: “Tales hombres jamás pueden estar tranquilos a la vista de alguno más grande que ellos, y por 23 Shakespeare (26 April 1564 (baptised) – 23 April 1616). Julio César. Biblioteca Edaf, Madrid, 2004 24 Un detalle importante: Casio y Brutus tienen “la enfermedad de la caída” (epilepsia) pero Cesar no.
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eso son peligrosos” (acto primero, escena II, pág. 197-9).
ños acontecimientos se superponen; de modo que le aconsejan a César que no salga de su casa.
Sigue un diálogo entre Casca (otro conspirador contra César) y los hermanos Casio y Brutus. El primero de los nombrados relata que Antonio le ofreció una corona a César (triunviro después de la muerte de César) por tres veces y al rehusarla la turba casi lo asfixia. Se separan los tres y Casio sigue tratando de influir en Brutus, y dice: “eres noble” (...) pero “¿quién hay tan firme que no pueda ser seducido? (acto primero, escena II, pág. 202).
En el tercer acto están en el capitolio de Roma durante la sesión de los senadores. Allí los conjurados solicitan la gracia de la libertad para un amigo: Plubio (senador), pero César se rehúsa y Casca lo hiere en el cuello, muere César. Pero antes dice el famoso: “¿también tú, Brutus?” (acto tercer, escena I, pág. 226).
En una calle romana se encuentran Casca, el senador Cicerón, Casio y deciden ir a la casa de Brutus previendo el efecto de la incorporación de éste a la conjura. Casio comenta: “tres cuartas partes de él son ya nuestras; después de la próxima entrevista tendremos al hombre entero”. Ante lo cual Casca dice: “¡Oh! ¡El ocupa un puesto muy alto en los corazones del pueblo! Y aquello mismo que en nosotros parecería delito, se transformaría por su sola presencia, como por la más rica alquimia, en dignidad y en valía”. Responde Casio: “Bien habéis estimado a Bruto, su valer y la gran necesidad que tenemos de él “(acto primero, escena III, pág. 2067). En el acto segundo Brutus está en su huerto, en Roma, insomne. Llegan los conjurados y Brutus, como siempre a lo largo de la obra, sostendrá que sus motivos son el bien de Roma y no personales, de allí que una y otra vez habla de su amor por César. Se plantean si asesinar también a los seguidores de César y Brutus se opone: “Seamos sacrificadores, no carniceros. Todos nos erguimos contra el espíritu de César, pero el espíritu de los hombres no tiene sangre (...) matémosle audazmente, pero sin ira (...). Así nuestro propósito aparecerá necesario, no envidioso. Y con tal apariencia a los ojos de las gentes, se nos llamará redentores, no asesinos” (acto segundo, escena I, pág. 213). La escena dos transcurre en el palacio de César donde los augures declaran que el día no es auspicioso. La sincronicidad muestra su fuerza y extra-
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Entra un criado y habla en nombre de Marco Antonio (triunviro a quien Brutus perdonó la vida). “Bruto es noble, prudente valeroso y honrado. César era poderoso, audaz, regio y afectuoso (...) Marco Antonio no amará más a César muerto que a Bruto vivo” (acto tercero, escena I, pág. 228). Posteriormente se reúnen en el foro para hablar de César. Brutus dice a un grupo de ciudadanos: “Si hubiere en esta asamblea algún amigo de César, a él me dirijo para decirle que él no amaba a César más que Bruto. Y si ese amigo pregunta por qué se levantó Bruto contra César, he aquí mi respuesta: no porque amara menos a César, sino porque amaba más a Roma (... ). Puesto que César me amaba, le lloro por él, de qué fue afortunado me regocijo; como valiente lo honro, pero como era ambicioso, lo maté” (acto tercero, escena II, pág. 234). Antonio empieza a hablar al sepultar a César y describe sus virtudes y dice: “El noble Brutus os ha dicho que César era ambicioso. Si tal ha sido, su falta fue muy grave, y la habrá pagado terriblemente (...) pero “Brutus es un hombre honorable” (acto tercero, escena II, pág. 235). Más adelante sostiene: “aquellos que han consumado estos hechos son honorables. Qué secretos agravios tenían para hacer esto, ¡ay! No lo sé. Ellos son discretos y honorables, y sin duda, les responderán con razones” (acto tercero, escena II pág. 239). Durante el acto cuarto y quinto pelean los complotados y los fieles a César en Filipo, Antonio, a quien Brutus le perdona la vida lo toma prisionero, pero será vencido como sus amigos. Se le aparece el
fantasma de César y le dice que se volverán a encontrar. Es una premonición de Brutus que encontrará la muerte allí pues se suicida. Brutus le pide a su criado Strato que sostenga su espada mientras él corre y se ensarta en ella. Dice: “Adiós, buen Strato. Está tranquilo: ¡oh César! ¡no tuve para tu muerte la mitad de la buena voluntad que para la mía!” (acto quinto, escena V, pág. 267). La figura ideal de Brutus se refleja en sus enemigos, que no tienen sino palabras de alabanza para “el noble Brutus”. Antonio dice: “Éste fue el más noble Romano entre todos ellos. Todos los conspiradores, excepto él, hicieron lo que hicieron sólo por envidia al gran César; solo él, al asociarse a ellos, fue guiado por un pensamiento de general honradez, y del bien común a todos. Su vida era pura, y de tal modo se combinaron en él los elementos que la Naturaleza, irguiéndose, puede decir al mundo ‘¡Este era un hombre’ “! Responde Octavio: “tratémosle conforme a sus virtudes, con todo respeto y solemnidad en sus funerales. Sus restos descansarán esta noche en mi tienda como los de un soldado con los debidos honores” (acto quinto, escena V, pág. 268). ¿Qué puede deshacer la calumnia? Por un lado, la reparación del calumniador en tanto se una amorosamente a la Verdad; y por otro lado, la desmitificación de este mito, que cae por falta de creencia en él y permite la aparición de otro mito opuesto, sostenido por la fuerza de una nueva creencia. Ya que mistificamos y desmitificamos personajes, situaciones, experiencias –en ocasiones- como parte de nuestro proceso de madurar. La calumnia encierra una paradoja ¿quién es el mancillado? ¿el calumniado o el calumniador? En esta obra ambos: César y Brutus son dos gigantes. La escena del asesinato, producto de una conjura es un pretexto para explorar estas dos almas en su grandeza, increíblemente César se deja matar cuando ve a Brutus y no se defiende más; a su vez Brutus se mata pero tiene como último recuerdo a César.
Tal vez la paradoja de toda calumnia es como en el caso de la traición, el futuro, los desarrollos posteriores, la historia, los que juzguen a la luz de las consecuencias quién estaba en la verdad.
EL CALUMNIADO Nos referiremos ahora al efecto devastador en el sujeto, que ha sido mirado por un basilisco, es decir, que ha sido calumniado, y ahora sólo le queda “morir” para cumplir la ley mítica. El sujeto es desprestigiado, difamado, deshonrado, rebajado, ofendido, avergonzado, cubierto de ignominia (Moliner, 1986; DREA, 1992). ¿Quién puede volver las páginas atrás después de este insulto?, ¿qué salidas posibles se abren? Podemos suponer que el sujeto con un yo suficientemente fuerte vivencia la humillación, metaboliza el daño recibido e intenta restaurar su honor; o bien otro no soporta la realidad frustrante ante la cual enloquece y hasta mata para lavar su nombre; o bien acepta una “muerte social” que lo lleva a abandonar “sus” lugares, o sus pertenencias y se recluye; u otro se enferma, tal vez la patología cardiaca supliría a la ignominia sufrida (Chiozza,L. y colab.1991a; Chiozza, L. y colab, 2001); o en otro caso se mata. Así lo muestra el final de Otelo cuando éste es llevado de su alcoba y ya Casio rige Chipre25. 25 Otelo exclama: Tened. Oídme, os ruego, dos palabras. Presté ciertos servicios al Estado: Lo saben. ¡Basta, pues! Al relatarse En vuestras cartas tan terribles hechos Que habléis de mí como quien soy suplico. Ni me excuséis, ni me inculpéis tampoco; Y de uno hablaréis forzosamente Que no amó cual discreto, sino mucho; De uno, tardo en recelar, que, herido Por la traición, fue víctima de dudas; De uno que, cual indio miserable, Tiró, con torpe mano, perla hermosa De más alta valía que su entera tribu; De uno cuyos ojos ya sumisos, Aunque llanto verter apenas saben, Lágrimas hoy derraman tan aprisa. Como su goma el Árbol de la Arabia. Esto escribid; después podéis decirles Que una vez en Alepo, donde un turco Osó infame ofender a un veneciano Y al Estado insultar, de la garganta Asegurado el perro circunciso Lo mató de esta suerte. (Se hiere)
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Así, la calumnia al difamar y deshonrar expresa la envidia, los celos y el “mal amor” del calumniador que debe reparar su mal. La calumnia divide, separa y genera a dos grupos de seguidores: los que se identifican con el calumniador o los que defienden a la víctima inocente. La calumnia deja al calumniado ante la posibilidad de procesar digestivamente lo que no pudo realizar el calumniador; o bien ante semejante traición puede enfermar, enloquecer, matar o morir de alguna manera. En Síntesis: 1. La acción de calumniar entreteje intrigas que se despliegan en una escena al modo de un cuadro con diferentes personajes, afectos, acciones: el calumniador; lo dicho por él (calumnia); la atracción o rechazo de sus palabras que generan tanto al conjunto de los que lo siguen como al de los que se alían a la víctima (calumniado) que es otro personaje (la Inocencia). 2. La calumnia es una acusación grave elevada contra alguien para desacreditarlo, deshonrarlo, herir su honor, su buen nombre. Tanto las leyes judeo-cristianas como el código penal la censuran, pues atenta la ley de gentes, contra la verdad, la justicia y las buenas relaciones de convivencia en una comunidad. El chisme y la deshonra pertenecen al conjunto de sus significados semánticos. Algunos filósofos ante la caída del mundo burgués y de su moral (basada en la bondad, humildad, amabilidad) como Nietzsche alaban la calumnia conjuntamente con la lascivia, la crueldad. Pero no olvidemos aquí los malos entendidos originados en la “doble moral”. 3. La calumnia surge cuando un sujeto idealiza a un objeto al cual, a su vez, desea y teme; pero experimenta la imposibilidad de introducirlo en sí Al yo matarte, te besé; por eso Ahora, al matarme, muero sobre un beso. (Shakespeare [hacia 1604]. Otelo, págs. 126-127) .
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y queda expedita una vía: destruirlo totalmente. Un camino para ello es la calumnia que cual hiel se retiene y en un momento se expande envenenando, produciendo amargura, frustración. Así expresa el calumniador su envidia (Chiozza, L.1984a [1970]). La envidia está acompañada de celos -por su etimología- relacionados con el fuego y la frustración pulsional. 4. Freud en algunos textos nombra a la calumnia sea como un aspecto que complejiza aún más al mosaico del factor desencadenante de un síntoma (series complementarias); o como un mal entendido ante expresiones de vínculos tiernos; o bien ante el tema del secreto profesional; o también expresa el placer del que miente, deshonra siempre que esto no le atraiga para sí consecuencias, es decir, obra sin responsabilidad moral ante su acto. Pues no considera la destrucción que causa en el calumniado si no sólo el placer que esto le supone. Asimismo, la calumnia puede convertirse en un instrumento de carácter sádico que utiliza el masoquista, aquel que está seguro de la destrucción y desesperanza del propio yo y por tanto también de la vacuidad del mundo. Vive sólo alimentándose del dolor que ocasiona con su sadismo destructivo. Su historia infantil podría mostrar que ha sido víctima de crueldades que tramita a su vez haciéndolas a otros, a quiénes sin dudas sabe elegir. 5. El calumniador (tal como lo retrata Botticelli) tiene ante sí dos caminos: por un lado, todo acto que viola una ley exige una reparación, arrepentirse, reparar el daño realizado y unirse a la Verdad con quien encontrará a la “confianza”, “seguridad”, “fidelidad” y “firmeza”. Por otro lado, al permanecer en la falsedad, puede transitar por la vía de la mentira (diferente de la “mendacidad”), la falacia, la destructividad. 6. La calumnia divide a un grupo de personas en dos: aquellos que se identifican con el calumniador, con su envidia, celos y actitudes sádicas; a veces sostenidos por una figura prominente
como Brutus hombre respetado en toda Roma; y por otro lado, los que descreen la calumnia, sostienen la honra y el buen nombre de la víctima. Éstos a su vez, intentarán lavar al inocente mancillado y generar otra visión acorde a la Verdad. 7. El calumniado puede defenderse y atraer un grupo que lo siga; puede quedar apresado en una forma masoquista en la trama de la calumnia, y así enloquecer, enfermar, abandonar sus posesiones, o matarse de alguna forma».
4- LA REFLEXION DE LA TEOLOGIA MORAL: LA ESTRUCTURA DISCURSIVA DEL ACTO MORAL. LOS ACTOS HUMANOS COMO ACTOS MORALES. CONSIDERACIONES TEOLOGICO MORALES SOBRE LA CALUMNIA «LAS TRES BARDAS Se cuenta que un discípulo llego muy agitado a la casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera: Maestro, quiero contarte como un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia... Sócrates lo interrumpió diciendo: - !Espera! Ya hiciste pasar a través de las Tres Bardas lo que me vas a decir? -¿Las Tres Bardas? - Si- replico Sócrates - La primera es la VERDAD. ¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos? - No....lo oí decir a unos vecinos... - Pero al menos lo habrás hecho pasar por la segunda Barda que es la BONDAD ¿Lo que me quieres decir es por lo menos bueno? - No, en realidad no; al contrario... - !Ah!- interrumpió Sócrates- Entonces vamos a la ultima barda ¿Es necesario que me cuentes eso? - Para ser sincero, no; necesario no es. - Entonces -sonrió el sabio- Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario ..... Sepultémoslo en el Olvido!!!»
La reflexión teológico moral de la Calumnia requiere primero recordar algunos elementos de la teología moral fundamental, más específicamente aquellos que se refieren a la estructura discursiva del Acto Moral y a la reflexión teológica de los Actos Humanos como Actos Morales. Solo así podremos entender los planteamientos que la teología moral hace del fenómeno - realidad mal habida de la Calumnia y sus semejantes, que más adelante se complementará con los planteamientos del Catecismo de la Iglesia Católica. A) LA ESTRUCTURA DISCURSIVA DEL OBRAR VOLUNTARIO La actividad racional es discursiva, comporta el paso de un término a otro. En el orden teórico, el progreso consiste en adquirir nuevas verdades a partir de las conocidas. En el orden práctico se establece una relación análoga entre los diversos momentos de actuación de la razón práctica y de la voluntad: del acto de querer no aumentar de peso, por ejemplo, pasamos a deliberar acerca del modo de conseguir tal fin decidiendo hacer ejercicio físico o seguir una dieta. Santo Tomás, asumiendo y completando los análisis de Aristóteles, San Agustín y San Juan Damasceno, ha elaborado un cuadro general de los diversos niveles de actuación de la voluntad26. Según el Aquinate, a la primera aprensión de un fin sigue la complacencia de la voluntad que se llama amor. Después hay un juicio que valora la posibilidad y el modo de alcanzar el fin, al cual puede seguir una firme decisión de conseguirlo por medio de ciertas acciones: esta decisión se llama intención. Movida por la intención, la inteligencia delibera acerca de los medios (acción finalizada) idóneos para conseguir o realizar este fin, a los cuales la voluntad puede dar o no su consentimiento. Luego hay que establecer, entre las posibles acciones, cuáles son las más apropiadas y cuáles se pueden poner en práctica inmediatamente (juicio 26 Cfr. S.Th., I-II, qq. 11-16
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de elección), y se toma entonces la decisión interior de obrar de tal manera (elección). Cuando se ha decidido lo que se hará aquí y ahora, es preciso organizar y coordinar la actividad de las diversas facultades operativas (imperio racional), y de acuerdo con este plan la voluntad mueve las otras facultades (uso activo de la voluntad y uso pasivo de las otras facultades). Siguen la consecución del fin y el gozo del fin poseído. La primera aprensión, el amor, la intención y el juicio que la precede, como el gozo y la fruición final son actos que tienen como objeto el fin, es decir, lo que es deseable en sí y por sí mismo y, entre los actos, el amor, la intención y la fruición son actos elícitos27 de la voluntad. El consentimiento, la elección y el uso activo son también actos elícitos de la voluntad, pero que tienen como objeto las acciones ordenadas al fin. Las interpretaciones modernas sostienen que este análisis es de carácter estructural y no psicológico, y que no ha de ser interpretado como un conjunto de actos completos e independientes, que se suceden en una secuencia temporal fija e irreversible, sino más bien como individuación analítica de las modalidades que adquieren los actos de la razón práctica y de la voluntad, los cuales dan lugar a una estructura discursiva unitaria que, según los casos, puede actuarse de manera parcial o total28. En el estudio del obrar voluntario, la teología moral tiene un particular interés por la elección y la intención 29. Entendemos por intención un acto elícito de la voluntad que consiste en el querer eficaz de un fin (algo apetecible en sí y por sí) que, en su realidad fáctica, está distante de nosotros, de modo que no resulta inmediatamente realizable o alcanzable, sino que se logra mediante una serie de acciones fi27 Del latín elicitus, “inducido”, participio de elicere, de ex- y lacere, “atrapar”. En Sociología, Psicología, Aprendizaje Experiencial: Inducir a alguno a hacer algo. http://es.wiktionary.org/wiki/elicitar. 28 Cfr. S. PINCKAERS, La structure de l’acte humain suivant Saint Thomas, «Revue Thomiste» 63 (1955) 393-412. 29 Ya Aristóteles había estudiado este aspecto: cfr. por ejemplo Ética Nicomáquea, VI, 2: 1139 a 32-34
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nalizadas a él. Este fin, que es el objeto de la intención, tradicionalmente se ha llamado finis operantis. Es visto y proyectado formalmente en cuanto término de algunas acciones finalizadas; la intención es el acto finalizador por excelencia. El Aquinate observa que «cuando el apetito se dirige inmediatamente hacia alguna cosa, no tiene intención de este bien, sea que se trate del fin último sea de un fin a él ordenado; solamente cuando a través de lo que se quiere ahora se pretende llegar a un fin, se tiene intención de ese fin»30. Esta característica de la intención puede dar lugar a confusiones. Si separamos del fin una serie de medios concatenados entre sí, una acción finalizada puede aparecer como fin sin serlo realmente. Por ejemplo: la salud en sí misma es un bien, y para conservarla estoy dispuesto a tomar una medicina repugnante que, además, solo puedo encontrar en una farmacia situada en el extremo opuesto de la ciudad. Abstrayendo de mi deseo de conservar la salud, podría pensar que tomo el dinero, subo al autobús, etc., para comprar y tomar la medicina repugnante, estimando que esta es el fin intentado. Pero esta descripción de la acción es errónea, puesto que la medicina no es propiamente un fin (no es querida por sí misma): lo es solo funcionalmente en el modo –equivocado en este caso– de describir la acción; aquí el fin y, por tanto, la intención es la salud. Llamamos elección al acto elícito de la voluntad que tiene por objeto la acción inmediatamente realizable en vista del fin deseado. El objeto de la elección es, por tanto, la acción finalizada que inmediatamente puedo ejecutar o no ejecutar, realizar de una manera u otra. La elección presupone varios actos de la inteligencia: al menos la deliberación y el juicio práctico, y supone también el acto de intención. El objeto de la deliberación y de la elección no puede ser un fin, pues deliberar sobre un bien y elegirlo significa orientarlo a otro, y por tanto significa considerarlo como bien finalizado (medio). 30 Scriptum super Sententiis, lib. II, d. 38, q. 1, a. 3. Sobre la intención cfr. S.Th., I-II, q. 12.
Si confrontamos lo que estamos diciendo ahora con lo que ya sabemos sobre la voluntariedad, notamos inmediatamente que existen diversos niveles de la intencionalidad de la acción. Así, por ejemplo, la acción “amenazar de muerte un funcionario”, que en virtud de su intencionalidad constitutiva (intencionalidad propia de la elección) es diferente de la acción de “pedir” o de “agradecer”, podría responder en un caso a la intención de obtener un permiso de construcción al que se tiene derecho, y en otro caso, la intención de obtener algo a lo que no se tiene derecho, y que incluso es ilegal. B) LOS ACTOS HUMANOS Los actos humanos son aquellos que proceden de la voluntad deliberada del hombre; es decir, los que realiza con conocimiento y libre voluntad (cfr. S.Th., I-II, q.1, a.1,c.) En ellos interviene primero el entendimiento, porque no se puede querer o desear lo que no se conoce: con el entendimiento el hombre advierte el objeto y delibera si puede y debe tender a él, o no. Una vez conocido el objeto, la voluntad se inclina hacia él porque lo desea, o se aparta de él, rechazándolo. Sólo en este caso cuando intervienen entendimiento y voluntad el hombre es dueño de sus actos, y por tanto, plenamente responsable de ellos. Y sólo en los actos humanos puede darse valoración moral. No todos los actos que realiza el hombre son propiamente humanos, ya que pueden ser también: 1) meramente naturales: los que proceden de las potencias vegetativas y sensitivas, sobre las que el hombre no tiene control voluntario alguno, y son comunes con los animales: p. ej., la nutrición, circulación de la sangre, respiración, la percepción visual o auditiva, el sentir dolor o placer, etc.; 2) actos del hombre: los que proceden del hombre, pero faltando ya la advertencia (locos, niños pequeños, distracción total), ya la voluntariedad
(por coacción física, p. ej.), ya ambas (p. ej., en el que duerme). 1) División del Acto humano. Por su relación con la moralidad, el acto humano puede ser: 1. Bueno o lícito, si está conforme con la ley moral (p. ej., el dar limosna); 2. Malo o ilícito, si le es contrario (p. ej., mentir); 3. Indiferente, cuando ni le es contrario ni conforme (p.ej., el caminar; cfr.2.6.1). Aunque ésta es la división más importante, interesa señalar también que, en razón de las facultades que lo perfeccionan, el acto puede ser: a) interno: el realizado a través de las facultades internas del hombre, entendimiento, memoria, imaginación..., p. ej., el recuerdo de una acción pasada, o el deseo de algo futuro; b) externo: cuando intervienen también los órganos y sentidos del cuerpo (p. ej., comer o leer). 2) Elementos del Acto humano: la Advertencia y el Consentimiento. El acto humano exige la intervención de las potencias racionales, inteligencia y voluntad, que determinan sus elementos constitutivos: la advertencia en la inteligencia y el consentimiento en la voluntad. a) La Advertencia: Por la advertencia el hombre percibe la acción que va a realizar, o que ya está realizando. Esta advertencia puede ser plena o semiplena, según se advierta la acción con toda perfección o sólo imperfectamente (p. ej., estando semi-dormido). Obviamente, todo acto humano requiere necesariamente de esa advertencia, de tal modo que un hombre que actúa a tal punto distraído que no advierte de ninguna manera lo que hace, no realizaría un acto humano.
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No basta, sin embargo, que el acto sea advertido para que pueda ser imputado moralmente: en este caso es necesaria, además, la advertencia de la relación que tiene el acto con la moralidad (p. ej., el que advierte que está comiendo carne, pero no se da cuenta que es vigilia, realiza un acto humano que, sin embargo, no es imputable moralmente). La advertencia, pues, ha de ser doble: advertencia del acto en sí y advertencia de la moralidad del acto. b) El Consentimiento: Lleva al hombre a querer realizar ese acto previamente conocido, buscando con ello un fin. Como señala Santo Tomás (S. Th, I-II, q. 6, a. 1), acto voluntario o consentido es “el que procede de un principio intrínseco con conocimiento del fin”. Ese acto voluntario –consentido- puede ser perfecto o imperfecto -según se realice con pleno o semipleno consentimiento- y directo o indirecto. 3) El Acto Voluntario Indirecto. El acto voluntario indirecto se da cuando al realizar una acción, además del efecto que se persigue de modo directo con ella, se sigue otro efecto adicional, que no se pretende sino sólo se tolera por venir unido al primero (p. ej., el militar que bombardea una ciudad enemiga, a sabiendas de que morirán muchos inocentes: quiere directamente destruir al enemigo -voluntario directo-, y tolera la muerte de inocentes -voluntario indirecto-). Es un acto, por tanto, del que se sigue un efecto bueno y otro malo, y por eso se le llama también voluntario de doble efecto. Es importante percatarse de que no es un acto hecho con doble fin (p. ej., robar al rico para darle al pobre), sino un acto del que se siguen dos efectos: doble efecto, no doble fin.
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“Robín Hood” realiza acciones con doble fin: el fin inmediato es robar al rico: el fin mediato es darle ese dinero a los pobres. No es una acción de doble efecto, sino una acción con un fin propio y un fin ulterior. Hay casos en que es lícito realizar acciones en que, junto a un efecto bueno se seguirá otro malo. Para que sea lícito realizar una acción de la que se siguen dos efectos, bueno uno (voluntario directo) y malo el otro (voluntario indirecto), es necesario que se reúnan determinadas condiciones: 1o. Que la acción sea buena en sí misma, o al menos indiferente. Así, nunca es lícito realizar acciones malas (p. ej., mentir, jurar en falso, etc.), aunque con ellas se alcanzaran óptimos efectos, ya que el fin nunca justifica los medios, y por tanto no se puede hacer el mal para obtener un bien. Para saber si la acción es buena o indiferente habrá que atender a su objeto, fin y circunstancias. 2o. Que el efecto inmediato o primero que se produce sea el bueno, y el malo sea sólo su consecuencia necesaria. Es un principio que se deriva del anterior: es necesario que el buen efecto derive directamente de la acción, y no del efecto malo (p. ej., no sería lícito que por salvar la fama de una muchacha se procurara el aborto, pues el efecto primero es el aborto; no sería lícito matar a un inocente para después llegar hasta donde está el culpable, porque el efecto primero es la muerte del inocente). 3o. Que uno se proponga el fin bueno, es decir, el resultado del efecto bueno, y no el malo, que solamente se tolera. Si se intentara el fin malo, aunque fuera a través del bueno, la acción sería inmoral, por la
perversidad de la intención. El fin malo sólo se tolera, por ser imposible separarlo del bueno, con disgusto o desagrado. Ni siquiera es lícito intentar los dos efectos, sino únicamente el bueno, permitiendo el malo solamente por su absoluta inseparabilidad del primero (p. ej., el empleado que amenazado de muerte da el dinero a los asaltantes, ha de tener como fin salvar su vida, y no que le roben al patrón). Aun teniendo los dos fines a la vez, el acto sería inmoral. 4o. Que haya un motivo proporcionado para permitir el efecto malo. Porque el efecto malo -aunque vaya junto con el bueno y se le permita sólo de modo indirecto- es siempre materialmente malo, y el pecado material -en el que no existe voluntariedad de pecar- no se puede permitir sin causa proporcionada. No sería lícito, por ejemplo, que para conseguir un pequeño arsenal de municiones del ejército enemigo haya que arrasar a todo un pueblo: el motivo no es proporcionado al efecto malo. 4) Obstáculos al Acto Humano. Se trata ahora de analizar algunos factores que afectan a los actos humanos, ya impidiendo el debido conocimiento de la acción, ya la libre elección de la voluntad; es decir, las causas que de alguna manera pueden modificar el acto humano en cuanto a su voluntariedad o a su advertencia y, por tanto, en relación con su moralidad. Algunas de esas causas afectan al elemento cognoscitivo del acto humano (la advertencia), y otras al elemento volitivo (el consentimiento). Estos obstáculos pueden incluso llegar a hacer que un “acto humano” pase a ser tan sólo “acto del hombre”.
a) Obstáculo por parte del conocimiento: la Ignorancia A. Noción de ignorancia. Por ignorancia se entiende la falta de conocimiento de una obligación. En Teología Moral suele definirse como la falta de la debida ciencia moral en un sujeto capaz; es decir, la ausencia de un conocimiento moral que se podría y debería tener. De este modo podemos distinguirla de: - la nesciencia, o falta de conocimientos no obligatorios (p. Ej., de la medicina en quienes no son médicos); - la inadvertencia, o falta de atención actual a una cosa que se conoce habitualmente; - el olvido, o privación –actual o habitual- de un conocimiento que se tuvo anteriormente. - el error, o juicio equivocado sobre la verdad de una cosa. B. División de la ignorancia. La ignorancia puede ser vencible o invencible. a) Ignorancia vencible: es aquella que se podría y debería superar, si se pudiera un esfuerzo razonable (p. Ej., consultando, estudiando, pensando, etc.). Se subdivide en: - simplemente vencible; si se puso algún esfuerzo para vencerla, pero insuficiente e incompleto. - crasa o supina; si no se hizo nada o casi nada por salir de ella y, por tanto, nace de un grave descuido en aprender las principales verdades de la fe y la moral, o los deberes propios del estado y oficio. - afectada; cuando no se quiere hacer nada para superarla con objeto de pecar con mayor libertad; es, pues, una ignorancia plenamente voluntaria.
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b) Ignorancia invencible; es aquella que no puede ser superada por el sujeto que la padece, ya sea porque de ninguna manera la advierte (p. Ej., el aborigen que no advierte la ilicitud de la venganza), o bien porque ha intentado en vano de salir de ella (preguntando o estudiando). En ocasiones puede equipararse a la ignorancia invencible el olvido o la inadvertencia (p. Ej., el que come carne en el día de vigilia sin saberlo, de manera que no la comería si supiera). La ignorancia invencible se da sobre todo en gente ruda e incivil. En una persona con preparación humana y escolar, la ignorancia en materia de fe y moral es casi siempre vencible. C. Principios morales sobre la ignorancia. 1o. La ignorancia invencible quita toda responsabilidad ante Dios, ya que es involuntaria y por tanto inculpable ante quien conoce el fondo de nuestros corazones (p. Ej., no peca el niño pequeño que sin saber hace una cosa mala). Es fácil entender este principio moral si se considera el adagio escolástico “nihil volitum nisi praecognitum” (“nada es deseado si antes no es conocido” Ver Dz. 1292). 2o. La ignorancia vencible es siempre culpable, en mayor o menor grado según la negligencia en averiguar la verdad. Así, es mayor la responsabilidad de una mala acción realizada con ignorancia crasa, que con simplemente vencible. Consecuentemente, puede ser pecado mortal si nace de descuidos graves. 3o. La ignorancia afectada, lejos de disminuir la responsabilidad, la aumenta, por la mayor malicia que supone. D. Deber de conocer la Ley Moral. La ignorancia puede a veces eximir de culpa y, en consecuencia, de responsabilidad moral. Sin embargo, es conveniente añadir que existe el deber
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de conocer la ley moral, para ir adecuando a ella nuestras acciones. Ese conocimiento no debe limitarse a una determinada época de la vida, la niñez o la juventud, sino que ha de desarrollarse a lo largo de toda la existencia humana, haciendo una especial referencia al trabajo que cada uno desarrolla en la sociedad. De aquí se deriva el concepto de moral profesional, como una aplicación de los principios morales generales a las circunstancias concretas de un ambiente determinado. Por lo tanto, el deber de salir de la ignorancia adquiere especial obligatoriedad en todo lo que se refiere al campo profesional y a los deberes de estado de cada persona. b) Obstáculos por parte de la Voluntad. Los obstáculos que dificultan la libre elección de la voluntad son: el miedo, las pasiones, la violencia y los hábitos. A. El miedo. Es una vacilación del ánimo ante un mal presente o futuro que nos amenaza, y que influye en la voluntad del que actúa. En general, el miedo -aunque sea grande- no destruye el acto voluntario, a menos que su intensidad haga perder el uso de razón. El miedo no es razón suficiente para cometer un acto malo, aunque el motivo sea considerable: salvar la propia vida, o la fama, etc. Sería ilícito, por ejemplo, renegar de la fe por miedo al castigo o a la muerte, o emplear medios anticonceptivos por temor a consecuencias graves en la salud ante un nuevo embarazo, etc. Por el contrario, si a pesar del miedo el sujeto realiza la acción buena, es mayor el valor moral de esa acción. A lo largo de la historia de la Iglesia se han dado incontables casos de personas con un natural ethos mas bien tímido y poco audaz que han superado el miedo para cumplir la voluntad de Dios. Es el caso, por ejemplo, de José de Arimatea que, siendo dis-
cípulo oculto de Cristo “por temor a los judíos” (Jn. 19, 38), sabe vencerse y dar la cara cuando otros huyen: reclama “audacter”, audazmente (Mc. 15, 43) de Pilato el cuerpo muerto del Señor. A veces, sin embargo, el miedo puede excusar del cumplimiento de leyes positivas (es decir, de leyes puramente eclesiásticas) que mandan practicar un acto bueno, si causan gran incomodidad, porque en estos casos se sobreentiende que el legislador no tiene intención de obligar. Sería el caso, p. ej., de la esposa que para evitar un grave conflicto familiar deja de ayunar o de ir a Misa. Es una aplicación del principio que dice que las leyes positivas no obligan con grave incomodidad. Nótese que se trata sólo de leyes positivas o meramente eclesiásticas. El cumplimiento de la ley divina -p.ej., amar a Dios sobre todas las cosas- obliga siempre, aun a costa de la propia vida (p. ej., los santos martirizados por negarse a incensar a los ídolos). B. Las pasiones. Designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que inclinan a obrar o no obrar. Son componentes naturales del psiquismo humano, constituyen el lugar de paso entre la vida sensible y la vida del espíritu. Ejemplos de pasiones son el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la ira. Las pasiones son en sí mismas indiferentes, pero se convierten en buenas o malas según el objeto al que tiendan. Por eso, deben ser dirigidas por la razón y regidas por la voluntad, para que no conduzcan al mal. P. ej., la ira es santa si lleva a defender los bienes de Dios (es la ira de Jesucristo cuando expulsa a los vendedores del templo: cfr. Mc. 11, 15-19); el odio agrada a Dios si es odio al pecado; el placer es bueno si está regido por la recta razón. Si los objetos a que tienden las pasiones son malos, nos apartan del fin último: odio al prójimo, ira por motivos egoístas, placer desordenado, etc.
Si las pasiones se producen antes de que se realice la acción e influyen en ella, disminuyen la libertad por el ofuscamiento que suponen para la razón; incluso en arrebatos muy violentos, pueden llegar a destruir esa libertad (p. ej., el padre que llevado por la ira golpea mortalmente a su hijo pequeño). Si se producen como consecuencia de la acción y son directamente provocadas, aumentan la voluntariedad (p. ej., el que recuerda las ofensas recibidas para aumentar la ira y el deseo de venganza). Cuando surge un movimiento pasional que nos inclina al mal, la voluntad puede actuar de dos formas: - negativamente, no aceptándolo ni rechazándolo; - positivamente, aceptándolo o rechazándolo con un acto formal. Para luchar eficazmente contra las pasiones desordenadas no basta una resistencia negativa, puesto que supone quedar expuesto al peligro de consentir en ellas. Es necesario rechazarlas formalmente llevando el ánimo a otra cosa: es el medio más fácil y seguro, sobre todo para combatir los movimientos de sensualidad y de ira. El naturalismo es la falsa doctrina que invita a no poner ninguna traba a las pasiones humanas, bajo pretextos pseudo-psicológicos (dar origen a traumas, p. ej.). Cae en el error base de olvidar que el hombre tiene, como consecuencia del pecado original, las pasiones desordenadas y proclives al pecado. La recta razón, como potencia superior, iluminada y fortalecida por la gracia, ha de someter y regir esos movimientos en el hombre. C. La violencia. Es el impulso de un factor exterior que nos lleva a actuar en contra de nuestra voluntad. Ese factor exterior puede ser físico (golpes, etc.) o moral (promesas, halagos, ruegos insistentes e inoportunos, etc.), que da lugar a la violencia física o moral.
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La violencia física absoluta -que se da cuando la persona violentada ha opuesto toda la resistencia posible, sin poder vencerla- destruye la voluntariedad, con tal de que se resista interiormente para no consentir el mal. La violencia moral nunca destruye la voluntariedad pues bajo ella el hombre permanece en todo momento dueño de su libertad. La violencia física relativa disminuye la voluntariedad, en proporción a la resistencia que se opuso. D. Los hábitos. Muy relacionados con el consentimiento están los hábitos o costumbres contraídas por la repetición de actos, y que se definen como firme y constante tendencia a actuar de una determinada forma. Esos hábitos pueden ser buenos y en ese caso los llamamos virtudes o malos: estos últimos constituyen los vicios. El hábito de pecar -un vicio arraigado- disminuye la responsabilidad si hay esfuerzo por combatirlo, pero no de otra manera, ya que quien no lucha por desarraigar un hábito malo contraído voluntariamente se hace responsable no sólo de los actos que comete con advertencia, sino también de los inadvertidos: cuando no se combate la causa, al querer la causa se quiere el efecto. Por el contrario, quien lucha contra sus vicios es responsable de los pecados que comete con advertencia, pero no de los que comete inadvertidamente, porque ya no hay voluntario en causa. 5) La Moralidad del Acto Humano. El acto humano no es una estructura simple, sino integrada por elementos diversos. ¿En cuáles de ellos estriba la moralidad de la acción? La pregunta anterior, clave para el estudio de la ciencia moral, se responde diciendo que, en el juicio sobre la bondad o maldad de un acto, es preciso considerar:
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a) el objeto del acto en sí mismo, b) las circunstancias que lo rodean, y c) la finalidad que el sujeto se propone con ese acto. Para dictaminar la moralidad31 de cualquier acción, hay que reflexionar antes sobre estos tres aspectos. a) El Objeto: El objeto constituye el dato fundamental: es la acción misma del sujeto, pero tomada bajo su consideración moral. Nótese que el objeto no es el acto sin más, sino que es el acto de acuerdo a su calificativo moral. Un mismo acto físico puede tener objetos muy diversos, como se aprecia en los ejemplos siguientes: -
matar / asesinato defensa propia aborto pena de muerte hablar / mentir rezar insultar adular bendecir difamar jurar blasfemar
La moralidad de un acto depende principalmente del objeto: si el objeto es malo, el acto será necesariamente malo; si el objeto es bueno, el acto será bueno si lo son las circunstancias y la finalidad. Por ejemplo, nunca es lícito blasfemar, perjurar, calumniar, etc., por más que las circunstancias o la finalidad sean muy buenas. 31 El Catecismo de la Iglesia Católica al hablar de las Fuentes de la Moralidad dice que “la moralidad de los actos humanos depende: - del objeto elegido; - del fin que se busca o la intención; - de las circunstancias de la acción”. CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA. Asociación de Editores del catecismo, Madrid, 1992.No. 1750.
Si el objeto del acto no tiene en sí mismo moralidad alguna (p. ej., pasear), la recibe de la finalidad que se intente (p. ej., para descansar y conservar la salud), o de las circunstancias que lo acompañan (p. ej., con una mala compañía). La Teología Moral enseña que, aun cuando pueden darse objetos morales indiferentes en sí mismos ni buenos ni malos, sin embargo, en la práctica no existen acciones indiferentes (su calificativo moral procede en este caso del fin o de las circunstancias). De ahí que en concreto toda acción o es buena o es mala. b) Las Circunstancias: A. Noción: Las circunstancias (circum-stare=hallarse alrededor) son diversos factores o modificaciones que afectan al acto humano. Se pueden considerar en concreto las siguientes (cfr. S. Th. I-II, q. 7, a. 3): 1) quién realiza la acción (p. ej., peca más gravemente quien teniendo autoridad da mal ejemplo); 2) las consecuencias o efectos que se siguen de la acción (un leve descuido del médico puede ocasionar la muerte del paciente); 3) qué cosa: designa la cualidad de un objeto (p. ej., el robo de una cosa sagrada) o su cantidad (p. ej., el monto de lo robado); 4) dónde: el lugar donde se realiza la acción (p. ej., un pecado cometido en público es más grave, por el escándalo que supone); 5) con qué medios se realizó la acción (p. ej., si hubo fraude o engaño, o si se utilizó la violencia); 6) el modo como se realizó el acto (p. ej., rezar con atención o distraídamente, castigar a los hijos con exceso de crueldad);
7) cuándo se realizó la acción, ya que en ocasiones el tiempo influye en la moralidad (p. ej., comer carne en día de vigilia). B. Influjo de las circunstancias en la moralidad Hay circunstancias que atenúan la moralidad del acto, circunstancias que la agravan y, finalmente, circunstancias que añaden otras connotaciones morales a ese acto. Por ejemplo, actuar a impulso de una pasión puede -según los casos- atenuar o agravar la culpabilidad. Insultar es siempre malo: pero insultar a un semejante es mucho menos grave que insultar a una persona enferma. Es claro que en el examen de los actos morales sólo deben tenerse en cuenta aquellas circunstancias que posean un influjo moral. Así, p. ej., en el caso del robo, da lo mismo que haya sido en martes o en jueves, etc. 1) Circunstancias que añaden connotación moral al pecado, haciendo que en un solo acto se cometan dos o más pecados específicamente distintos (p. ej., el que roba un cáliz bendecido comete dos pecados: hurto y sacrilegio). La circunstancia que añade nueva connotación moral es la circunstancia “qué cosa”, en este caso la cualidad del cáliz, que estaba consagrado (de robo se muda en robo y en sacrilegio). 2) Circunstancias que cambian la especie teológica del pecado haciendo que un pecado pase de mortal a venial o al contrario (p. ej., el monto de lo robado indica si un pecado es venial o mortal). 3) Circunstancias que agravan o disminuyen el pecado sin cambiar su especie (p. ej., es más grave dar mal ejemplo a los niños que a los adultos; es menos grave la ofensa que procede de un brote repentino de ira al hacer deporte, etc.). c) La Finalidad: La finalidad es la intención que tiene el hombre al realizar un acto, y puede coincidir o no con el objeto de la acción.
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No coincide, p. ej., cuando camino por el campo (objeto) para recuperar la salud (fin). Si coincide, en cambio, en aquel que se emborracha (objeto) con el deseo de emborracharse (fin). En relación a la moralidad, el fin del que actúa puede influir de modos diversos: a) si el fin es bueno, agrega al acto bueno una nueva bondad (p. ej., oír Misa -objeto buenoen reparación por los pecados -fin bueno-); b) si el fin es malo, vicia por completo la bondad de un acto (p. ej., ir a Misa -objeto bueno- sólo para criticar a los asistentes -fin malo-); c) cuando el acto es de suyo indiferente el fin lo convierte en bueno o en malo (p. ej., pasear frente al banco -objeto indiferente- para preparar el próximo robo -fin malo-); d) si el fin es malo, agrega una nueva malicia a un acto de suyo malo (p. ej., robar -objeto malo- para después embriagarse -fin malo-); e) el fin bueno del que actúa nunca puede convertir en buena una acción de suyo mala. Dice San Pablo: no deben hacerse cosas malas para que resulten bienes (cfr. Rom. 8,3); (p. ej., no se puede jurar en falso -objeto malopara salvar a un inocente -fin bueno-, o dar muerte a alguien para liberarlo de sus dolores, o robar al rico para dar a los pobres, etc.). 6) Determinación de la Moralidad del Acto Humano. El principio básico para juzgar la moralidad es el siguiente: Para que una acción sea buena, es necesario que lo sean sus tres elementos: objeto bueno, fin bueno y circunstancias buenas; para que el acto sea malo, basta que lo sea cualquiera de sus elementos (“bonum ex integra causa, malum ex quocumque defectu”: el bien nace de la rectitud total; el
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mal nace de un sólo defecto; S. Th., I-II, q. 18, a. 4, ad. 3). La razón es clara: estos tres elementos forman una unidad indisoluble en el acto humano, y aunque uno solo de ellos sea contrario a la ley divina, si la voluntad obra a pesar de esta oposición, el acto es moralmente malo. 7) La Ilicitud de obrar solo por Placer. La ilicitud de obrar sólo por placer es un principio moral que tiene en la vida práctica muchas consecuencias. Las premisas son las siguientes: a) Dios ha querido que algunas acciones vayan acompañadas por el placer, dada la importancia para la conservación del individuo o de la especie. b) Por eso mismo, el placer no tiene en sí razón de fin, sino que es sólo un medio que facilita la práctica de esos actos: “Delectatio est propter operationem et non et converso” (La delectación es para la operación y no al contrario: C.G., 3, c. 26). c) Poner el deleite como fin de un acto implica trastocar el orden de las cosas señalado por Dios, y esa acción queda corrompida más o menos gravemente. Por ello, nunca es lícito obrar solamente por placer (p. ej., comer y beber por el solo placer es pecado; cfr. Dz. 1158 y 1159). d) Se puede actuar con placer, pero no siendo el deleite la realidad pretendida en sí misma (p. ej., es lícito el placer conyugal en orden a los fines del matrimonio, pero no cuando se busca como única finalidad. Lo mismo puede decirse de aquel que busca divertirse por divertirse). e) Para que los actos tengan rectitud es siempre bueno referirlos a Dios, fin último del hombre, al menos de manera implícita: “Ya comáis ya bebáis, hacedlo por la gloria de Dios” (I Cor. 10,
31). Si se excluye en algún acto la intención de agradar a Dios, sería pecaminoso, aunque esta exclusión de la voluntad de agradar a Dios hace el acto pecaminoso si se efectúa de modo directo, no si se omite por inadvertencia. 8) La Recta comprensión de la Libertad. Una de las notas propias de la persona -entre todos los seres visibles que habitan la tierra sólo el hombre es persona- es la libertad. Con ella, el hombre escapa del reino de la necesidad y es capaz de amar y lograr méritos. La libertad caracteriza los actos propiamente humanos: sólo en la libertad el hombre es “padre” de sus actos. En ocasiones puede considerarse la libertad como la capacidad de hacer lo que se quiera sin norma ni freno. Eso sería una especie de corrupción de la libertad, como el tumor cancerígeno lo es en un cuerpo. La libertad verdadera tiene un sentido y una orientación: La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar por sí mismo acciones deliberadas32. La libertad es posterior a la inteligencia y a la voluntad, radica en ellas, es decir, en el ser espiritual del hombre. Por tanto, la libertad ha de obedecer al modo de ser propio del hombre, siendo en él una fuerza de crecimiento y maduración en la verdad y la bondad. En otras palabras, alcanza su perfección cuando se ordena a Dios. “Hasta que no llega a encontrarse definitivamente con su bien último que es Dios, la libertad implica la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, y por tanto de crecer en perfección o de flaquear y pecar. Se convierte en fuente de alabanza o de reproche, de mérito o de demérito”33.
32 CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA. No. 1731. 33 CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA. No. 1732.
A la libertad que engrandece se llama libertad de calidad. Esa libertad engrandece al hombre, por ser “sequi naturam”, es decir, en conformidad con la naturaleza, que no debemos entender como una inclinación de orden biológico, pues concierne principalmente a la naturaleza racional, caracterizada por la apertura a la Verdad y al Bien y a la comunicación con los demás hombres. En otras palabras, la libertad de calidad es posterior a la razón, se apoya en ella y de ella extrae sus principios. Exactamente al revés del concepto erróneo de libertad como libertad de indiferencia, en que la libertad está antes de la razón, y puede ir impunemente contra ella. Es la libertad que no está sujeta a norma ni a freno, aquella que postula la autonomía de la indeterminación. Un libertinaje ilusorio e inabarcable, pero destructivo del hombre y su felicidad. C- CONSIDERACIONES TEOLOGICO MORALES SOBRE LA CALUMNIA34. Definición. La palabra CALUMNIA significa etimológicamente engaño, y su uso proviene de las falsas acusaciones judiciales. Santo Tomás afirma que la acusación en un juicio, cuando se imputan crímenes falsos, constituye «lo que se llama calumnia» (Sum. Th., 22 q68 a3). En sentido teológico, es la violación de la fama de una persona, imputándole cosas falsas. La Calumnia es un pecado de injusticia cometido contra el honor a que toda persona tiene derecho. Esta lesión de la justicia tiene consecuencias en la reparación. La Calumnia hay que situarla asimismo en relación con la verdad, ya que es la afirmación mentirosa de algo que daña el honor ajeno. La Calumnia importa, finalmente, una falta contra 34 Cf. AURELIO FERNANDEZ. Teología Moral I. Moral Fundamental. 4 ed. Facultad de Teología del Norte de España, Sede de Burgos, Burgos, 2007; S. ALFONSO, Theologia Moralis, 1,3,991 ss.; S. Tomás, Suma Teológica, 22 q68, b9, 73, ed. BAC, VIII; J. DE LUGO, De Justitia et jure, 1 disp. XV; Calomnie, en DTC 2,13691376; Calomnie, en Dictionnaire de Droit Canonique, 2, París 1935, 12671270; H. NOLDIN, Summa Theologiae Moralis, II, 15 ed. Innsbruck 1922, 659675; J. MAUSBACK Y G. ERMECKE, Katholische Moraltheologie, III, 10 ed. Münster 1960, 580585; D. PRUMMER, Manuale Theologiae Moralis, II, 9 ed. Friburgo Br. 1940, 170179; B. HARING, La ley de Cristo, II, 4 ed. Barcelona 1964, 558564; E. STAKEMEIER, Die Ehre im christlichen Menschenbild, «Theologie und Glaube» 34 (1942) 1120; A. VAN KOL, Theologia Moralis, I, Friburgo Br. 1968.
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la caridad. La moral cristiana se levanta sobre los dos grandes mandamientos del amor a Dios y al prójimo. Estos mandamientos han de entenderse en sentido positivo, de tal forma que es difícil señalarles limites. De aquí se deduce la gravedad del pecado de Calumnia, que no sólo es una limitación en el amor al prójimo, sino una negación radical de la caridad. La Calumnia suele estar inseparablemente unida al odio. Así, pues, se encuentra en oposición a tres virtudes: la caridad, la justicia y la veracidad. El origen más frecuente de la Calumnia es la envidia, que no sufre las buenas cualidades del prójimo o el éxito de algunas instituciones. La Calumnia es el arma del envidioso. La afirmación de la dignidad de la persona humana comporta una estimación. Esta estima de las perfecciones de la persona es el honor, que debe ser reconocido y respetado, máxime cuando la dimensión social del hombre exige una reputación, sin la cual la dignidad de la persona difícilmente sería reconocida en la convivencia social. La estima social tiene hoy una especial valoración, porque en un mundo socializado ha cobrado en la actualidad más importancia, y su lesión daña seriamente la dignidad y el prestigio de la persona. La Calumnia se distingue de la difamación en que ésta no comporta necesariamente la mentira: también se lesiona la reputación ajena manifestando verdades no conocidas. La Calumnia se puede cometer, igualmente, con un malicioso silencio, cuando existe obligación de hablar y defender, o quitando o disminuyendo importancia al bien realizado. Se calumnia no sólo a personas particulares, sino a grupos sociales e instituciones. Estas entidades pueden ser gravemente afectadas por la lesión de su reputación. También aquí se ha de tener en cuenta la dimensión social de nuestro tiempo. Por esto no se debe poner limitación al ámbito de las instituciones que pueden sufrir la Calumnia. Era frecuente en los tratados de moral limitar la Calumnia a las «personas morales», es decir, organiza-
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ciones concretas, casi siempre dentro del ambiente eclesiástico. Hoy se ha de incluir la culpabilidad moral de la Calumnia a todos los niveles institucionales, privados y públicos, civiles y eclesiásticos, y hasta los mismos organismos gubernamentales. El peso de la opinión pública puede hacer un grave daño a instituciones cuya eficacia depende de su buena reputación y su falta es un mal para el bien común. También pecan de Calumnia los que cooperan positivamente a su propagación, ya sea con ayuda moral o material, a través de la prensa o cualquier medio de comunicación social, haciendo eco y propagando en público hechos o dichos calumniosos comentados al oído. En la sociedad actual son innumerables estos medios de cooperación a la Calumnia. «Los hombres electorales y políticos, las rivalidades económicas e industriales, las ambiciones de todo género y aun las disensiones religiosas son frecuentes ocasiones de origen y propagación de calumnias» (Calomnie, en DTC, 2,1370). Condiciones. Para que se dé la Calumnia han de concurrir una serie de condiciones morales que hagan imputable dicha culpa. Esas condiciones pueden reducirse a las tres siguientes: que, como en todo pecado grave, el calumniador sea consciente y responsable, si bien, a causa del grave daño que puede causar un comentario calumnioso es necesario evitar todo laxismo y conviene aplicar a la Calumnia un rigorismo moral; que el hecho sea objetivamente falso porque una imputación verdadera que dañe el honor ajeno puede ser también pecado graves pero no es Calumnia, sino difamación; que se haga grave daño; ya sea a personas concretas o a instituciones. En determinadas circunstancias el honor no sufre violación, bien sea por la escasa reputación del calumniador, porque la Calumnia no se ha extendido, o sencillamente, porque la persona o institución de la que se afirma algo falso ha perdido ya por otros hechos reales y suficientemente confirmados todo honor y reputación. La Calumnia puede cometerse
con personas difuntas: también los muertos tienen derecho a la fama. Una limitación de la Calumnia se puede dar en los casos en que el propagador no es totalmente consciente de la falsedad o que la falta denunciada tenga un fondo de verdad. Pero el hecho de que el daño del honor no sea teológicamente calumnioso no quita gravedad moral a la lesión de la caridad, aunque sí puede disminuir la obligación de restituir la fama. Todas estas afirmaciones doctrinales de la moral no han de ser sobrevaloradas ni sometidas a un probabilismo que reste importancia al pecado de Calumnia contra la caridad. Un caso especial de Calumnia es la acusación injusta testificada ante los tribunales. Los canonistas llaman calumniadores a aquellos que en las causas civiles y criminales afirman bajo juramento hechos falsos35. Este juramento calumnioso tiene en la moral una especial gravedad. Gravedad. El pecado de Calumnia en sí mismo, con todas sus condiciones, es uno de los más graves contra la caridad. Santo Tomás afirma que sólo le supera el homicidio y el adulterio, pero que es más grave que cualquier otro pecado, porque la fama, como bien espiritual, es superior al daño cometido contra los bienes materiales (22 q73 a3). Al tratar de medir la gravedad del pecado de Calumnia ha de tenerse en cuenta la lesión de las otras virtudes, verdad y justicia, que quebranta. La Calumnia es un pecado contra la verdad y contra la justicia; es, pues, una mentira injuriosa y supone en la persona que lo ejecuta una malicia radical, casi diabólica. El demonio es llamado por Jesús el «Calumniador y padre de la mentira» (lo 8,44). En general, los moralistas, aun los más recientes y de criterio más seguro, distinguen el pecado mortal del venial solamente a partir de los daños causados; pero esto no es suficiente. Es preciso tener en cuenta la falta de amor (la moral cristiana es una moral de la caridad) que supone la Calumnia.
La acusación calumniosa es una falta que San Pablo enumera entre los pecados que impiden la entrada en el Reino de Dios (1 Cor. 6,10) y afirma que «los calumniadores son detestados de Dios» (Rom. 1,30) y el Libro de la Sabiduría (1,11) indica: «Guardaos, pues, de la vana murmuración, y preservad vuestra lengua de la calumnia, que la palabra escondida no sale en vano, y la boca engañosa mata el alma». Principios morales sobre la gravedad de la calumnia. Se suelen señalar estos principios: 1) La Calumnia es un pecado “ex genere suo grave”, contra la justicia y la caridad. De este modo el calumniador comete dos pecados graves, específicamente diversos. Para considerar la gravedad de la Calumnia se ha de tener en cuenta el prestigio y crédito del calumniador; el prestigio y autoridad de la persona calumniada, ya sea una persona individual, ya sea una institución civil o eclesiástica que, debido a la Calumnia y a la pérdida de la fama, puede llevar consigo un gran escándalo o la ineficacia de su actuación en el ambiente civil o eclesiástico; el daño causado, ya sea la pérdida total o parcial de la fama o de otros daños materiales, espirituales o sociales que se originan de la pérdida o disminución de la fama; si la lesión del honor es en tales circunstancias que difícilmente pueda ser recuperable, aumenta la gravedad porque la repetición de la Calumnia crea un estado de opinión difícilmente reparable. 2) El calumniador, persona física o institución, está obligado a restituir la fama y a compensar los daños causados por la Calumnia. Este principio es necesario matizarlo y urgirlo y se rige por los principios que obligan a la restitución en materia de hurto. Santo Tomás trata de la restitución al hablar de la virtud de la justicia (Sum. Th., 22 q62). Como principio general se ha de afirmar que hay obligación de emplear todos los medios personales y públicos, prensa, etc., de forma que la retractación ha de tener la misma fuerza de publicidad que haya tenido la Calumnia.
35 cfr. Calomnie, en Dictionnaire de Droit Canonique, 2, París 1935, 1267
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En la práctica ha de urgirse esta obligación porque la casuística ha establecido una serie de excepciones y limitaciones que tienen como consecuencia el urgir solamente una mera alabanza, casi siempre sin fuerza de convicción, entre aquellas personas que directamente han oído la falsa acusación. Esto es insuficiente. Ahora bien, ¿ha de compensarse con dinero la deshonra causada con la Calumnia? Los moralistas no están de acuerdo. Mientras San Alfonso afirma que no (Theologia Moralis, I,I1I,1001), Santo Tomás se inclina por una respuesta afirmativa (Sum. Th., 22 q62 a2 ad2). B. Hâring, seguidor de San Alfonso, afirma que aunque las deshonras no pueden de suyo compensarse con dinero, sin embargo, «si sucediere que es imposible reparar la honra directamente, no estaría de más ofrecer alguna compensación material» (Ley de Cristo, 11,563). A lo que sí se está claramente obligado es a restituir los daños materiales causados y aun las pérdidas ocasionadas, p. ej., en la actividad profesional. Reacción cristiana ante la calumnia. Están especialmente obligados a velar por su fama los padres y superiores y las personas e instituciones civiles o eclesiásticas porque su deshonor, además de constituir un escándalo, resta eficacia y prestigio a su actuación. Por eso se dan ocasiones en que hay obligación de rechazar la Calumnia, incluso por vías legales. La defensa contra la Calumnia es además exigencia de caridad con el prójimo, no sólo para evitar posibles escándalos, sino como testimonio de vida. «Quien lleva vida libre de crímenes y delitos, labra su propio bien; si además pone a salvo su honor practica una obra de misericordia con el prójimo, pues si la buena vida es personalmente necesaria, el buen nombre lo es para los demás»36. Pero siempre la defensa de la propia honra se ha de hacer con caridad, conforme a las enseñanzas 36 San Agustín, De bono viduitatis, 12, PL 40,448
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de Jesús: «Amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen; orad por los que os calumnian» (Lc. 6,27-28). Y San Pablo señala la actitud cristiana ante la difamación o la Calumnia: «Si nos insultan, bendecimos; si nos persiguen, lo soportamos; si nos difaman, respondemos benignamente» (1 Cor. 4,1213). El modelo será siempre Cristo, como nos lo describe San Pedro: «afrentado, no respondió con ultrajes; atormentado no amenazaba, sino que remitía su causa el que juzga con justicia» (1 Pet. 2,23). Es la sabiduría cristiana del silencio, no del silencio retador que provoca nuevas injurias, sino del silencio paciente que reprime la ira y avergüenza al calumniador.
5- EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA Y LA CALUMNIA37 El Catecismo de la Iglesia Católica es no solamente rico sino también amplio en la consideración moral de la Calumnia y sus semejantes. Bastará con dejar consignado los lugares donde el catecismo se refiere a ello. El resto, es la reflexión consciente y sincera de quien se sienta interpelado por esta Doctrina. Ahora bien, no es el único Catecismo que se refiere a esta valoración moral, a titulo de simple ejemplo, pero a la vez por lo útil y acertado de sus reflexiones, aun todavía, se menciona al Catecismo Católico, cuando dice: “1. También para nuestro prójimo la honra es más preciosa que la riqueza. Por esto debemos respetar la honra del prójimo aun más que sus bienes. Debemos pensar y hablar bien de él y mostrarle la consideración que merece. Si su honra es injustamente atacada por otros, debemos salir en su defensa con valentía. De las faltas del prójimo solo podemos hablar por graves motivos, por ejemplo, para corregirle o para precaver a otros. 37 CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA. Asociación de Editores del Catecismo, Madrid, 1992.
2. Peca contra la honra del prójimo el que, sin suficiente motivo, piensa mal de él (juicio temerario). Peca más gravemente el que sin necesidad divulga defectos o faltas ocultas de otro (difamación), el que hace sospechar de otro, exagera sus faltas o, siendo mentira, dice algo malo de él (calumnia). También lastima la honra del prójimo quien públicamente le insulta o le ultraja. Igualmente peca el que escucha complacido conversaciones contra la honra del prójimo. El que perjudica gravemente la honra de un semejante, peca también gravemente. 3. El que ha dañado la honra del prójimo debe reparar el mal en cuanto le sea posible. El calumniador debe retirar las manifestaciones falsas. El que públicamente ha insultado a otro, también públicamente debe darle satisfacción”38. «LAS OFENSAS A LA VERDAD 2475. Los discípulos de Cristo se han ‘revestido del Hombre Nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad’ (Ef. 4, 24). ‘Desechando la mentira’ (Ef. 4, 25), deben ‘rechazar toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias’ (1 Pe 2, 1). 2476. Falso testimonio y perjurio. Una afirmación contraria a la verdad posee una gravedad particular cuando se hace públicamente. Ante un tribunal viene a ser un falso testimonio (cf. Pr 19, 9). Cuando es pronunciada bajo juramento se trata de perjurio. Estas maneras de obrar contribuyen a condenar a un inocente, a disculpar a un culpable o a aumentar la sanción en que ha incurrido el acusado (cf. Pr. 18, 5); comprometen gravemente el ejercicio de la justicia y la equidad de la sentencia pronunciada por los jueces. 2477. El respeto de la reputación de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra susceptibles de causarles un daño injusto (cf. CIC can. 220).
Se hace culpable: - de juicio temerario el que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo; - de maledicencia el que, sin razón objetivamente válida, manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran; - de calumnia el que, mediante palabras contrarias a la verdad, daña la reputación de otros y da ocasión a juicios falsos respecto a ellos. 2478. Para evitar el juicio temerario, cada uno debe interpretar, en cuanto sea posible, en un sentido favorable los pensamientos, palabras y acciones de su prójimo: Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve (S. Ignacio de Loyola, ex. spir. 22). 2479. La maledicencia y la calumnia destruyen la reputación y el honor del prójimo. Ahora bien, el honor es el testimonio social dado a la dignidad humana y cada uno posee un derecho natural al honor de su nombre, a su reputación y a su respeto. Así, la maledicencia y la calumnia lesionan las virtudes de la justicia y de la caridad. 2480. Debe proscribirse toda palabra o actitud que, por halago, adulación o complacencia, alienta y confirma a otro en la malicia de sus actos y en la perversidad de su conducta. La adulación es una falta grave si se hace cómplice de vicios o pecados graves. El deseo de prestar un servicio o la amistad no justifica una doblez del lenguaje. La adulación es un pecado venial cuando sólo desea hacerse grato, evitar un mal, remediar una necesidad u obtener ventajas legítimas.
38 CATECISMO CATOLICO. Herder, Barcelona, 1965. P. 245
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2481. “La vanagloria o jactancia constituye una falta contra la verdad. Lo mismo sucede con la ironía que trata de ridiculizar a uno caricaturizando de manera malévola tal o cual aspecto de su comportamiento”. 2482. ‘La mentira consiste en decir falsedad con intención de engañar’ (S. Agustín, mend. 4, 5). El Señor denuncia en la mentira una obra diabólica: ‘Vuestro padre es el diablo... porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira’ (Jn. 8, 44). 2483. La mentira es la ofensa más directa contra la verdad. Mentir es hablar u obrar contra la verdad para inducir a error al que tiene el derecho de conocerla. Lesionando la relación del hombre con la verdad y con el prójimo, la mentira ofende el vínculo fundamental del hombre y de su palabra con el Señor. 2484. La gravedad de la mentira se mide según la naturaleza de la verdad que deforma, según las circunstancias, las intenciones del que la comete, y los daños padecidos por los que resultan perjudicados. Si la mentira en sí sólo constituye un pecado venial, sin embargo llega a ser mortal cuando lesiona gravemente las virtudes de la justicia y la caridad. 2485. La mentira es condenable por su misma naturaleza. Es una profanación de la palabra cuyo objeto es comunicar a otros la verdad conocida. La intención deliberada de inducir al prójimo a error mediante palabras contrarias a la verdad constituye una falta contra la justicia y la caridad. La culpabilidad es mayor cuando la intención de engañar corre el riesgo de tener consecuencias funestas para los que son desviados de la verdad. 2486. La mentira, por ser una violación de la virtud de la veracidad, es una verdadera violencia hecha a los demás. Atenta contra ellos en su capacidad de conocer, que es la condición de todo juicio y de toda decisión. Contiene en germen la división de
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los espíritus y todos los males que ésta suscita. La mentira es funesta para toda sociedad: socava la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales. 2487. Toda falta cometida contra la justicia y la verdad entraña el deber de reparación, aunque su autor haya sido perdonado. Cuando es imposible reparar un daño públicamente, es preciso hacerlo en secreto; si el que ha sufrido un perjuicio no puede ser indemnizado directamente, es preciso darle satisfacción moralmente, en nombre de la caridad. Este deber de reparación se refiere también a las faltas cometidas contra la reputación del prójimo. Esta reparación, moral y a veces material, debe apreciarse según la medida del daño causado. Obliga en conciencia».
6- EL RESPETO A LA INTIMIDAD, EXPRESION ANTI CALUMNIADORA Intimidad. Se anhela pero también se le tiene miedo. La búsqueda de la intimidad es un hecho común en nuestra vida pese a lo cual muchas personas tienen dificultades para procurarse y mantener una relación íntima. El término intimidad procede del latín “Intimus”, que significa: “lo de lo más adentro”, “lo más profundo”. Un componente esencial de la intimidad, que sin la menor duda repercute en los vínculos de un individuo con otras personas, es la intimidad con uno mismo. La psicología ha señalado que la capacidad del individuo para establecer relaciones íntimas con otros depende en parte de que posea un firme sentimiento de su identidad, basado en un conocimiento de sí mismo y en un grado razonable de su aceptación. Esta conciencia de la propia identidad facilita la identificación de nuestras necesidades y sentimientos y, en consecuencia, nos permite compartirlos con otros sujetos.
La autoaceptación es, también, un eslabón importante en la cadena que compone la intimidad interpersonal, ya que permite que las personas sean ellas mismas sin necesidad de fingir que son otra cosa. Quienes no tiene una muy buena imagen de sí mismos, o se avergüenzan de ser lo que son, suelen tener graves problemas para afirmar y mantener la intimidad, puesto que centran sus esfuerzos en tratar de probar o establecer su validez frente a los demás, o en obtener reconocimiento y respeto. Pero, aún en el caso de que lo consigan, la imagen que tienen de sí mismos no suele experimentar un cambio duradero. Otros individuos, angustiados o deprimidos ante su propia imagen, pueden afrontar estas emociones de una forma que bloquea la conciencia de sí mismos, sea consumiendo drogas para evadirse (el alcohol entre ellas), sentándose pasivamente delante del televisor para distraer la mente de sí mismos, o entregándose en cuerpo y alma a su trabajo. Y los hay, en fin, que intentan hallar satisfacción personal entregándose a una relación en la que la otra persona les toma a su cargo, les protege, les provee de lo necesario o les acoge; pero se trata de una solución que suele ser efímera. La Honradez, entendida como sinceridad y lealtad, es un elemento necesario de la intimidad; aunque a veces la franqueza debe tener en cuenta que no siempre es necesario que sea absoluta, ya que la revelación voluntaria y total del ser interior puede constituirse en un factor perjudicial para algunas personas.
7- CALUMNIA, UN EJEMPLO ACTUAL: EL CIBER ACOSO39 Un ejemplo actual de las variaciones históricas y socioculturales, por motivos obviamente tecno científicos como los de hoy en día, es el que ha sido llamado “Ciber Acoso”, producto indirecto de las nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC). 39 Cf. http://es.wikipedia.org/wiki/Ciberacoso.
Unas cortas, e iniciales reflexiones, sobre esta nueva forma de Calumniar o de Calumnia del Siglo XXI. Ciberacoso (también llamado ciberbullying en la traducción al inglés) es el uso de información electrónica y medios de comunicación tales como correo electrónico, redes sociales, blogs, mensajería instantánea, mensajes de texto, teléfonos móviles, y websites difamatorios para acosar a un individuo o grupo, mediante ataques personales u otros medios. Puede constituir un delito penal. El ciberacoso es voluntarioso e implica un daño recurrente y repetitivo infligido a través del medio del texto electrónico. Según R.B. Standler40 el acoso pretende causar angustia emocional, preocupación, y no tiene propósito legítimo para la elección de comunicaciones. El ciberacoso puede ser tan simple como continuar mandando e-mails a alguien que ha dicho que no quiere permanecer en contacto con el remitente. El ciberacoso puede también incluir amenazas, connotaciones sexuales, etiquetas peyorativas (p.e., discurso del odio). El término ciberacoso fue usado por primera vez por el educador canadiense Bill Belsey41 Otros términos para ciberacoso son “acoso electrónico,” “e-acoso,” “acoso sms”, “network mobbing”, “acoso móvil” “acoso en línea”, “acoso digital”, “acoso por internet”, “acoso en internet” o “internet acoso”. 1) Definiciones. Según María José Edreira, en su trabajo “Fenomenología del acoso moral”42, acoso moral es el “proceso por el cual un individuo o grupo de individuos aplican violencia –psíquica o física– en pequeñas dosis a otro individuo con la intención de desestabilizarlo y hacerlo dudar de sus propios pensamientos y afectos. De esta forma se arrebata al otro su identidad, se niega y elimina la diferencia con el otro. El objetivo de esta conducta es paralizar a la víctima para evitar que surja el conflicto, para que no pueda pensar ni comprender, mantenerla a disposición del agresor mientras sea útil y adoctrinarla. 40 Standler, Ronald B., (2002). “Computer Crime”. 41 www.bullying.org creado por Bill Belsey. 42 Fenomenología del acoso moral, Revista LOGOS, UCM.
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El proceso pretende pervertir moralmente a la víctima y destruirla lentamente para conseguir un crimen perfecto, se elimina a la víctima por inducción al suicidio o violencia física. Acoso moral es toda conducta abusiva –verbal o no verbal– que atenta por su frecuencia y repetición contra la dignidad o integridad psíquica o física de una persona. Al ser un problema relativamente reciente, para muchas víctimas el ‘ciberacoso’ significa vivir bajo terror durante varios meses antes de decidirse a buscar ayuda. El problema se agrava aún más, cuando después de decidirse a buscarla, pocas personas saben a dónde acudir43. Para identificar el acoso, Heinz Leymann, un psicólogo nórdico de los años ochenta, estableció tres elementos diferenciadores: la frecuencia, la continuidad en el tiempo y la concurrencia de uno o varios de los hechos enumerados44. 2) Características del ciberacosador. • Requiere destreza y conocimientos sobre Internet. Esta información la obtiene principalmente de foros informáticos. • Falsa acusación: La mayoría de los acosadores intentan dañar la reputación de la víctima manipulando a gente contra él. • Publicación de información falsa sobre las víctimas en sitios web. Pueden crear sus propias webs, páginas de redes sociales (páginas de Facebook), blogs o fotologs para este propósito. Mientras el foro donde se aloja no sea eliminado, puede perpetuar el acoso durante meses o años. Y aunque se elimine la web, todo lo que se publica en Internet se queda en la red. • Recopilación de información sobre la víctima: Los ciberacosadores pueden espiar a los amigos de la víctima, su familia y compañeros de trabajo para obtener información personal. De esta forma saben el resultado de los correos difamatorios, y averiguan cuales son los rumores más creíbles de los que no crean ningún resultado. 43 Una nueva cara de Internet, Antonio Chacón Medina. 44 Entrevista a Ignacio Piñuel, Mobbing, opinión.
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• A menudo monitorizarán las actividades de la víctima e intentarán rastrear su dirección de IP en un intento de obtener más información sobre ésta. • Envían de forma periódica correos difamatorios al entorno de la víctima para manipularlos. • Manipulan a otros para que acosen a la víctima. La mayoría tratan de implicar a terceros en el hostigamiento. Si consigue este propósito, y consigue que otros hagan el trabajo sucio hostigándole, haciéndole fotos o vídeos comprometidos, es posible que use la identidad de éstos en las siguientes difamaciones, incrementando así la credibilidad de las falsas acusaciones, y manipulando al entorno para que crean que se lo merece. A menudo la víctima desconoce la existencia de estos hechos, debido al silencio de los testigos. Incluso el acosador puede decir que la víctima ya conoce estas fotos/vídeos, para intentar evitar que algún testigo le informe; incrementando así las sospechas y creando una falsa paranoia en la víctima. • El acosador puede trasladar a Internet sus insultos y amenazas haciendo pública la identidad de la víctima en un foro determinado (blogs, websites), incluso facilitando en algunos casos sus teléfonos, de manera que gente extraña se puede adherir a la agresión. • Quizá acuse a la víctima de haberle ofendido a él o a su familia de algún modo, o quizá publique su nombre y teléfono para animar a otros a su persecución. • Falsa victimización. El ciberacosador puede alegar que la víctima le está acosando a él. • Ataques sobre datos y equipos informáticos. Ellos pueden tratar de dañar el ordenador de la víctima enviando virus. • Sin propósito legitimo: quiere decir que el acoso no tiene un propósito válido, sino aterrorizar a la víctima y algunos acosadores están persuadidos de que tienen una causa justa para acosarla, usualmente en la base de que la víctima merece ser castigada por algún error que dicen que ésta ha cometido. • Repetición: quiere decir que el ataque no es un sólo un incidente aislado. Repetición es la clave del acoso en línea. Un ataque en línea aislado,
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aún cuando pueda estresar, no puede ser definido como acoso cibernético. Desamparo legal de estas formas de acoso, ya que aunque cierren una Web con contenido sobre la víctima, puede abrirse otra inmediatamente. Es un modo de acoso encubierto. Es un acto de crueldad encubierta. El acoso invade ámbitos de privacidad y aparente seguridad como es el hogar familiar, desarrollando el sentimiento de desprotección total. El acoso se hace público, se abre a más personas rápidamente. No necesita la proximidad física con la víctima. El ‘ciberacoso’ es un tipo de acoso psicológico que se puede perpretar en cualquier lugar y momento sin necesidad de que el acosador y la víctima coincidan ni en el espacio ni en el tiempo. Por ejemplo, quien abusa puede mandar una amenaza desde cientos de kilómetros a medianoche y quien lo recibe lo hará a la mañana siguiente cuando abra su correo electrónico. La omnipresencia y difusión instantánea de internet provoca que el ‘ciberacoso’ pueda llegar a ser tan o más traumático que el acoso físico. Por otro lado, “la fácil agrupación de hostigadores, a quienes se puede pedir su colaboración de manera fácil y económica, sean personas conocidas o no y la cómoda reproducción y distribución de contenidos de carácter audiovisual son otros factores que en determinadas circunstancias resultan determinantes para que surja o se consolide una situación de ‘ciberacoso’”45. El ‘ciberacoso’, al tratarse de una forma de acoso indirecto y no presencial, el agresor no tiene contacto con la víctima, no ve su cara, sus ojos, su dolor, su pena, con lo cual difícilmente podrá llegar a sentir empatía o despertar su compasión por el otro. El ciberacosador obtiene satisfacción en la elaboración del acto violento y de imaginar
45 Cyberbullying, Pantallasamigas.
el daño ocasionado en el otro, ya que no puede vivirlo in situ46. 3) Tipos de ciberacoso. Se pueden distinguir tres tipos principales de ciberacoso: • Ciberacoso: Acoso entre adultos. La víctima y el ciberacosador son mayores de edad. • Ciberacoso sexual: Acoso entre adultos con finalidad sexual. • Ciberacoso escolar: (o ciberbullying de la traducción del inglés cyberbullying) Acoso entre menores. Otros relacionados: • Grooming: Acoso de pedófilos a menores. • Web apaleador: Web creada para realizar ‘ciberacoso’ sobre la víctima, metiéndose con él/ella de manera pública y ridiculizándolo/la. De esta forma se anima a los testigos a que hostiguen a la víctima. Por otro lado, según el alcance del ciberacoso, se pueden distinguir dos clases diferentes: • La primera de ellas se centra en el acoso y amenazas a través de la red, pero sólo cuando se está conectado. • En la segunda de las modalidades, el acoso y amenazas que se dan a través de la red, se trasladan a la vida real de la persona. Si bien cualquiera de los dos tipos es igual de intimidatorio para la persona que lo sufre, también es cierto que el segundo es más peligroso ya que afecta a la integridad física de la persona. 4) Ámbitos del ciberacoso. El ciberacoso puede englobar varios tipos de acoso conocidos: 46 Ciberbullying, una auténtica realidad, III Congrés online-Observatori per a la Cibersocietat, 2006.
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El acoso psicológico El acecho o stalking El acoso escolar El acoso laboral El acoso sexual El acoso inmobiliario
El acoso familiar: La particularidad adicional del ciberacoso es el uso principalmente de Internet. Debido al alcance, difusión, y masificación del uso de Internet, se puede dar ciberacoso prácticamente en todos los ámbitos en los que se mueve una persona relativamente joven hoy en día: • Académico: durante la etapa de formación adolescente, hasta la universidad, pasando por cualquier tipo de escuela adicional (idiomas, cursos, etc.). Las redes sociales clasifican a sus usuarios según los colegios, escuelas, universidades donde se ha estudiado o se estudia actualmente, de forma que mediante el buscador interno de la red social, se permite localizar a una persona, y si el ciberacosador consigue acceder de forma ilegal a su cuenta, puede obtener cuantiosa información privada y del entorno de la víctima47. • Profesional: en el trabajo. Actualmente, la mayoría de las empresas tienen página web, dirección de contacto, y se trabaja con los ordenadores conectados en red. • Social y amoroso: Del mismo modo que en el ámbito académico, los miembros más jóvenes de la familia hacen uso de Internet. Las víctimas de ‘ciberacoso’, como las de acoso en la vida real, sufren problemas de estrés, humillación, ansiedad, depresión, ira, impotencia, fatiga, enfermedad física, pérdida de confianza en sí mismo, pudiendo derivar al suicidio.
47 Siete de cada diez alumnos de la ESO forman parte de alguna red social, Estudio UNIVERSIA.
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5) Partes implicadas. (a) El acosador. Según Antonio Chacón Medina, autor de “Una nueva cara de Internet: El acoso” 48, «el perfil genérico del acosador es el de una persona fría, con poco o ningún respeto por los demás. Un acosador es un depredador que puede esperar pacientemente conectado a la red, participar en chat o en foros hasta que entabla contacto con alguien que le parece susceptible de molestar, generalmente mujeres o niños; y que disfruta persiguiendo a una persona determinada, ya tenga relación directa con ella o sea una completa desconocida. El acosador disfruta y muestra su poder persiguiendo y dañando psicológicamente a esa persona». Según Rodríguez López en su libro “El Acoso moral en el trabajo”49 define a estas personas como “ resentidas, frustradas, envidiosas, celosas o egoístas, necesitadas de admiración, reconocimiento y protagonismo y lo que quieren es figurar, ascender o aparentar, aun cuando simplemente deseen hacer daño o anular a otra persona”. El acosador puede combinar rasgos propios de un trastorno narcisista de la personalidad, del perverso narcisista descrito por Marie-France Hirigoyen, y de un psicópata según Iñaki Piñuel y Zabala, y Adams y Crawford50. (b) Anonimato. El ciberacosador se siente en una posición de poder desde el anonimato que se percibe mientras se está “en línea”. Durante todo ese tiempo va recopilando toda la información posible acerca de su víctima, fundamentalmente en aquellos aspectos que forman parte de su vida privada y de sus mo48 ANTONIO CHACON MEDINA. Una nueva cara de Internet: el Acoso. Etic@Net. No. 1. Departamento de Didáctica y Organización Escolar, Grupo AREA, Universidad de Granada, Julio 2003. ISSN 1695-324X. P. 4. 49 Rodríguez López, Pedro, “El acoso moral en el trabajo: La responsabilidad en el acoso moral en el trabajo”. 50 Andrea Adams y Neil Crawford, Bullying at Work, Virago Press, London 1992.
vimientos en la Red. Una vez obtenida dicha información, es cuando el acosador inicia su proceso de acoso. Sin embargo, si el acosador es realmente una persona depravada y/o enferma y, si la información obtenida hasta ese momento es suficiente, comenzará el asedio mediante los diferentes medios que tenga a su alcance. Su motivación para el acoso siempre gira en torno al acoso sexual, la obsesión amorosa, el odio, la envidia, la venganza o la incapacidad de aceptar un rechazo. (c) Cobardía. En el caso de ciberacoso, se añade la característica de cobarde, ya que se oculta tras el aparente anonimato y falsificación de identidad que proporciona internet. (d) La víctima. Según Fernández51, «la víctima se siente indefensa, en muchos casos culpable. Entiende que él/ella ha hecho algo mal, se lo merece puesto que nadie le apoya. Su aislamiento psíquico, su falta de comunicación, el desconocimiento de éstos sobre los hechos, la falta de solidaridad entre compañeros, socavan la fuerza de la víctima». En principio, no se puede afirmar que exista un perfil psicológico que predisponga a una persona a ser víctima de acoso u hostigamiento en su lugar de trabajo. Esto quiere decir que cualquier persona en cualquier momento puede ser víctima. Únicamente debe ser percibida como una amenaza por un agresor en potencia y encontrarse en un entorno favorable para la aparición del fenómeno.
se autoseñalan involuntaria e inconscientemente como dianas o blancos ante los ojos del agresor, precisamente por enfrentarse directamente al acoso. Esta percepción del acosador con respecto a su víctima es lo que hace que nazca una necesidad de mentir, desacreditar y enfrentarla al resto del grupo. Para ello el acosador no se encuentra solo, sino que encuentra en los demás –aunque sea en su pasividad-, la fuerza suficiente para destrozar psicológicamente a su víctima. Nada tiene que ver la imagen que pretende proyectar el acosador de su víctima con la realidad. Mientras que esa imagen pretende reflejar una persona poco inteligente y holgazana, los acosados a menudo suelen ser inteligentes y trabajadores. Las víctimas son personas que ante los ojos de su verdugo se aparecen como envidiables, debido a sus características positivas -a menudo se trata de personas carismáticas que tienen grandes habilidades para las relaciones sociales -, sobre todo si son inconformistas y gracias a su inteligencia y preparación cuestionan sistemáticamente los métodos y fórmulas de organización del trabajo que les vienen impuestos. Otra de sus características es su predisposición al trabajo en equipo, ya que no dudan un instante en colaborar con sus compañeros, facilitándoles cuantos instrumentos y medios estén a su alcance en pro de la consecución de los objetivos colectivos52. (e) Los testigos. Los receptores de las calumnias no se dan cuenta que están sufriendo una manipulación y una invasión a su intimidad53.
Las víctimas de acoso no tienen porqué ser siempre personas débiles o enfermas desde un punto de vista psicológico, ni personas con rasgos diferenciales marcados o que presenten dificultades a la hora de relacionarse socialmente. Al contrario en muchos casos nos encontramos que las víctimas
Según Iñaki Piñuel y Zabala, uno de los motivos por los que los testigos se adhieren al hostigador es porque éstos desean no tener problemas. Piensan que algo habrá hecho la víctima. En cualquier caso
51 Fernández García, I. (1998), “Prevención de la violencia y resolución de conflictos: El clima escolar como factor de calidad”. Madrid, Narcea.
52 Monografia Universia: Mobbing. 53 Acosados en la red, Autosuficiencia Press.
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ven a la víctima como alguien con quien no conviene estar. Esta situación lleva a la persona aislada a reforzar la idea de que él tiene la culpa, pues nadie le habla54. (f) Clasificación de los testigos. • Compinches: Amigos íntimos y ayudantes del agresor. • Reforzadores: Aunque no acosan de manera directa, observan las agresiones y las aprueban e incitan. • Ajenos: Se muestran como neutrales y no quieren implicarse, pero al callar están tolerando el acoso. • Defensores: Pueden llegar a apoyar a la víctima del acoso55. (g) Manipulación del entorno. Para poder hostigar a otro ser humano el acosador habrá de ejercer dos tipos de manipulaciones, una dirigida al entorno de la víctima y otra dirigida hacia la persona acosada: • Para el acosador la manipulación dirigida al entorno tiene como finalidad convertirlo en su aliado, ya sea para que colabore en el hostigamiento o bien para que no haga evidente lo obvio y para ello lo único que le pide el acosador es que no haga nada. El entorno que no hace nada se convierte en colaborador tácito del acoso56. • Una forma de colaboración sería mediante el uso de ataques sutiles y ambigüedades incitados por el acosador. • Los ataques sutiles hacia la víctima se usan para desestabilizarla y para eludir sus defensas psicológicas. El objetivo es infundir inseguridad e incertidumbre en la víctima que dudará sobre cómo reaccionar y se preguntará si el ataque sutil ha sido intencionado o no. El acosador o 54 Piñuel y Zabala, Iñaki, Moobing. “Cómo sobrevivir al acoso psicológico en el trabajo”, Santander. Sal Terrae, 2001. 55 Bullying, el acoso escolar, www.psicologoescolar.com. 56 Mobbing: Detección del acosador a través del lenguaje, Marina Parés Soliva
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colaborador manipulado por el ciberacosador mencionará algún tema personal o incluso información privada y confidencial sobre la víctima. Un ejemplo de esto puede ocurrir después de que el ciberacosador haya enviado correos difamatorios con información falsa, instando a los testigos/colaboradores que indaguen sobre ello. La ambigüedad se puede presentar a través de indirectas o comentarios imprecisos que además provocan frustración y tristeza en la víctima57. • La manipulación del lenguaje dirigida a la víctima tiene como objetivo dañarla y desestabilizarla. Ningún acoso puede perdurar sin la colaboración de los ‘testigos mudos’. Cada vez que se justifica el aislamiento en las frases: ‘se lo habrá buscado’, o ‘alguna cosa habrá hecho’. Cada vez que se mira para otra parte, cuando delante de nosotros se agrede a una persona (aunque sea con el vacío), lo que se palpa son grados de perversidad. Uno de los objetivos del acosador es aislar a la víctima de la sociedad, marginándola, creando una imagen de ésta despreciable, para que la propia sociedad la rechace. De esta forma los testigos se convierten en cómplices de un delincuente sin que éstos lo sepan58. (h) Daño sin huellas. Las etapas por las que se pretende aplastar a una persona para luego destruirla son iguales en todos los ambientes. El ‘psicoterror’ es una tortura psicológica en la que se suministra la violencia en dosis pequeñas a la vez que se paraliza a la víctima con diversos procedimientos -similares a los que se utilizan en un lavado de cerebro- para que no pueda defenderse. De esta manera un individuo o grupo de individuos ejercen su poder sobre otro individuo sin que pueda defenderse. Es una violencia ‘limpia’, no hay huellas, los testigos no ven nada. El fin de esta violencia no es destruir al otro inme57 Defenderse, acosoorganizado. 58 El ángel del acoso y los testigos mudos, El mastil digital, extraído de “Mobbing. Vencer el acoso moral”, de Nora Rodríguez.
diatamente, sino someterlo poco a poco manteniéndolo a su disposición para poder utilizarlo. La destrucción del otro debe ser lenta para conseguir un crimen perfecto: no es el agresor el que mata, es el otro quien se mata. El suicidio del otro es el mayor triunfo del acosador moral, es exactamente lo que quiere59. La mayoría de agresores y testigos del acoso o Ciberacoso, tienden a relativizar e infravalorar las consecuencias de sus acciones, considerándolas meramente como una “broma pesada”60. Por otro lado, los testigos resultan muy eficaces en la solución del acoso ya que éste puede continuar sólo si los espectadores lo toleran. 6) Procedimiento del acosador. La mayoría de los modelos explicativos del comportamiento psicopático del acosador tienen en común la presencia en la raíz de su patología de profundos y ocultados sentimientos de inadecuación personal y profesional procedentes de diferentes causas. Esos sentimientos, conocidos como vulgarmente <<complejo de inferioridad>>, son reprimidos en lo profundo del inconsciente y hacen que el acosador reaccione de manera violenta contra todo lo que pueda recordárselos o sugerírselos. La solución del hostigador consiste en lugar de elevar sus propios niveles de autoestima, en rebajar los de los demás hasta lograr dejarlos por debajo de los suyos. Con ello obtiene la compensación de quedar por encima de ellos mediante la ridiculización, la humillación o la hipercrítica sistemática de todo cuanto hacen o dicen las víctimas. El análisis transaccional explica que el acosador en serie presenta un tipo de posición vital que se podría denominar <<Yo estoy mal, tú estás bien>>. Dicha posición viene significada por la carencia de habilidades y destrezas, así como por los sentimientos de inadecuación del hostigador. 59 Ibídem. 60 Tecnoacoso.
El comportamiento hostigador representa una forma de liberarse de los sentimientos profundos de malestar que proceden de su interior mediante la eliminación de otra persona, la víctima, que sí está dentro de una posición vital correcta del tipo <<Yo estoy bien, tú estás bien>>, pero que rápidamente empieza a pasar a la posición de <<Yo estoy bien, tú estás mal>>, hasta llegar a lo que el hostigador quiere, es decir, a adoptar su misma posición enfermiza: <<Yo estoy mal, tú estás mal>>. El acosador es un ‘depredador moral’ que plantea su relación con los demás como un juego mortal, una partida de ajedrez en la que él mueve las piezas de los dos jugadores, lo primero que hace es atar las manos del otro jugador. El acosador suele ir perfeccionando ‘su técnica’ con cada una de sus víctimas (acosa en serie y de forma múltiple), un acosador experimentado no comete errores, usa colaboradores para el trabajo sucio, no deja pruebas, es brutal y seguro en sus actuaciones, no duda. La experiencia que adquiere en sus años de acoso le hace perfeccionar su técnica hasta convertirlo en un maestro de la inducción al suicidio. Se les considera asesinos psíquicos en serie. El acosador moral es un muerto en vida que necesita la imagen de buena persona que los demás tienen de él para sobrevivir, en su obsesión por mantener esta imagen se enmascara, se lava las manos, evita manchar sus manos de sangre y echa su responsabilidad a otros. Las tres condiciones imprescindibles, sin las cuales un acosador no puede realizar su macabra labor de destrucción psicológica de la persona que ha seleccionado como objetivo son: el secreto, la vergüenza (culpa) de la víctima y los testigos mudos. (a) Medios usados por el acosador para obtener información. Los ciberacosadores encuentran a sus víctimas mediante el uso de buscadores, foros, chats, y más
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recientemente, a través de redes sociales como Facebook, Tuenti, Habbo, MySpace, Flickr, Skype, Twitter, Sonico, Linkedin, Xing, etc.
(d) Ejemplos acciones del ciberacosador:
(b) Obtención de información a través de la víctima.
• Usurpar su clave de correo electrónico para, además de cambiarla de forma que su legítimo propietario no lo pueda consultar, leer los mensajes que a su buzón le llegan violando su intimidad.
El acosador se siente en una posición de poder desde el anonimato que se percibe mientras se está “en línea”; durante todo ese tiempo va recopilando toda la información posible acerca de su víctima, fundamentalmente en aquellos aspectos que forman parte de su vida privada y de sus movimientos en la Red. La cantidad de información que recopile de la víctima dependerá principalmente de la inocencia de la víctima a la hora de manejar sus datos, como de la habilidad del acosador y su obsesión por la víctima, ya que cuanto más esté obsesionado, mayor interés pondrá en buscar en foros de hackers y en aprender los conocimientos informáticos necesarios para conseguir información de la víctima. Si la víctima tiene internet buscará el modo de conectar con ella, ya sea a través de las redes sociales, de clientes de mensajería instantánea, o a través del envío de correos electrónicos infectados. Una vez consiga acceder a su correo, procederá al robo de todos sus contactos y toda su información privada. Monitorizará su ordenador mediante el uso de rootkits y registradores de teclas. Si desconoce su ubicación, irá rastreando la IP desde donde se conecta la víctima para hallar su ubicación. (c) Obtención de información a través del entorno de la víctima. Para obtener más información, o si no puede contactar con la víctima, el ciberacosador buscará información personal de la víctima usando el mismo método pero a través de su entorno: amigos, familiares, compañeros de trabajo, compañeros de estudio, vecinos, etc.
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(1) Violación derecho a la intimidad.
• Robo de fotos, vídeos, audios, datos personales, tarjetas de crédito, contraseñas, archivos, contactos del entorno de la víctima y de sus familiares, etc. de su computador. (2) Calumnias e injurias. • Acceder de forma ilegal a la cuenta de correo electrónico, red social, red de mensajería instantánea, suplantando la identidad de la víctima e insultar a sus contactos. • Envíos de E-mail tanto de forma anónima (fácil con los e-mail gratuitos, en los que se puede falsear la identidad), como manipulados para dar la impresión que lo envió la misma persona acosada y ponerla así en una difícil situación en la que su credibilidad quedaría en entredicho. • Dejar comentarios ofensivos en foros o participar agresivamente en chats haciéndose pasar por la víctima de manera que las reacciones vayan posteriormente dirigidas a quien ha sufrido la usurpación de personalidad. • La manipulación de fotografías del acosado o acosada es otro medio, el acosador puede retocarla y subirla a la Red con el único objetivo de herir y asustar a su víctima. • Colgar en la Red una Web “dedicada” a la persona acosada, contenidos personales ofensivos, pornográficos, para asustar y conseguir de la victima lo que desea. • Colgar en Internet una imagen comprometida (real o efectuada mediante fotomontajes) datos
delicados, cosas que pueden perjudicar o avergonzar a la víctima y darlo a conocer en su entorno de relaciones. Siendo éstas fotos, vídeos, o audios previamente robadas de su computador. • Hacer circular rumores en los cuales a la víctima se le suponga un comportamiento reprochable, ofensivo o desleal, de forma que sean otros quienes, sin poner en duda lo que leen, ejerzan sus propias formas de represalia o acoso. • Dar de alta, con foto incluida, a la víctima en un web donde se trata de votar a la persona más fea, a la menos inteligente... y cargarle de “puntos” o “votos” para que aparezca en los primeros lugares. • Crear un perfil o espacio falso en nombre de la víctima, donde se escriban a modo de confesiones en primera persona determinados acontecimientos personales, demandas explícitas de contactos sexuales. Generalmente, la mayoría del entorno de la víctima conoce el sitio creado y humillan a la víctima, que nunca está al tanto de lo que sucede, a pesar de ser el protagonista. (3) Amenazas. • Enviar menajes amenazantes por e-mail o SMS, perseguir y acechar a la víctima en los lugares de Internet en los que se relaciona de manera habitual provocándole una sensación de completo agobio. (4) Bombardeo de llamadas. • Uso del teléfono móvil como instrumento de acoso: Las amplias posibilidades que brinda la actual telefonía móvil, han sabido ser empleadas perversamente por los ciberacosadores. La más tradicional es la de las llamadas ocultas realizadas a horarios inoportunos. Pueden ir desde llamadas silenciosas a amenazas graves que incluyen insultos, gritos o mensajes intimidatorios61. 61 Llamadas o mensajes hostiles enviados al teléfono celular, Privacy Rights Clearinghouse.
(5) Otros. • Dando de alta la dirección de correo electrónico en determinados sitios para que luego sea víctima de spam, suscripciones, de contactos con desconocidos. • Saturación de los buzones de mail mediante diferentes técnicas como pueden ser: el Mail Bombing que consiste en un envío masivo de un mensaje idéntico a una misma dirección, saturando así el buzón de correo (mailbox) del destinatario, el Mail Spamming o bombardeo publicitario a miles de usuarios, hayan estos solicitado el mensaje o no, o el Junk Mail o correo basura, muy parecido al anterior, es una propaganda indiscriminada y masiva a través del correo62. (e) La manipulación. Una persona obra mal cuando ataca, desprecia, humilla la dignidad de otra. Esto crea un sentimiento de indignación a las personas que son testigo de un dolor injustificado y evitable. Cuanto más profunda sea la anulación de la dignidad de una persona, mayor maldad habrá en el comportamiento. La manipulación evita que surja esta indignación haciendo creer al entorno que la víctima lo merece. Según Marina Parés Soliva en “Mobbing, Detección del acosador a través del lenguaje”63, la manipulación del lenguaje es una herramienta propia del acosador psicológico, ya que pretende ocultar el ejercicio de la violencia y al mismo tiempo utiliza información privilegiada para dañar. Es necesario comprender su poder seductor. En el registro de la comunicación perversa, hay que impedir que el otro piense, comprenda, actúe; ya se trate de la víctima o del entorno. Una de las artes que domina el acosador es la deformación de los procesos de comunicación. Las modalidades para distorsionar los hechos utilizados 62 www.ciberbullying.com/. 63 MARINA PARES SOLIVA. Mobbing: Detección del acosador a través del lenguaje. Presidenta del Servicio Europeo de Informacion sobre el Mobbing, Granollers (España). http://www.acosomoral.org/pdf/sevilla06/0233.pdf
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por los acosadores son muy variadas. La comunicación pervertida y deformada ayuda en el proceso de introyección de la culpabilidad de las víctimas. Los acosadores se suelen apoyar en cuatro comportamientos para generar la culpabilidad en sus víctimas: • Selección. Escoge de manera sesgada un acontecimiento o situación, o una parte específica de éste, aislándola del resto. Se inventa todo lo demás, manipulando a su antojo los datos de la realidad. • Dramatización. Amplifica perversamente la repercusión del hecho aislado, inventando supuestos perjuicios y supuestas víctimas de ese hecho, inflando las consecuencias adversas o negativas o, simplemente, inventándoselas, situándose como primera víctima de ellas. • Generalización. Utiliza el hecho aislado, señalándolo como muestra significativa del general y habitual mal comportamiento profesional del acosado. Se trata de un indicador del <<mal>> desempeño habitual de la víctima. • Atribución: Atribuye a la víctima una intencionalidad perversa, o la presunción de mala fe o de actual mal adrede. El acosador deriva de esa acusación aislada la atribución a las víctimas de rasgos internos indeseables. Se trata de un proceso conocido como <<satanización>>, que hace creer verdaderamente a las víctimas en esas imputaciones perversas hacia ellas. A fuerza de repetir la acusación y manipular la información, el acosador consigue que la víctima acepte sus acusaciones e introyecte la culpabilidad. Estas estrategias repetidas en el tiempo por el acosador son causales. Con ellas pretende lograr la paralización, la duda, la indecisión, la inseguridad emocional y, finalmente, la indefensión de la víctima ante sus ataques64. 64 Mobbing: manual de autoayuda. Iñaki Piñuel y Zabala. Ed. Aguilar. Madrid, 2003. Páginas 182-183.
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El acosador atribuye o “acusa” a la víctima de sus propias intenciones como si se tratara de un espejo y le atribuye sus propios defectos, errores y miedos. Es muy habitual que el acosador atribuya a la víctima actitudes de mala fe sin pruebas de ello. Una actitud abierta para detectarlo consiste en escuchar las intenciones que el acosador atribuye a la víctima, dado que nos darán los motivos íntimos del propio manipulador para acosar. El acoso no busca el daño por el daño, busca que este daño genere un resultado. El acosador usa el lenguaje para manipular y esta manipulación se concreta en el uso de la incongruencia y de la contradicción, y esos dos elementos están siempre presentes en todo discurso manipulador65. La personalidad paranoide es un trastorno de personalidad que define características comunes con los acosadores que se hacen pasar por víctimas. Aparecen como signos fundamentales la desconfianza, la psicorigidez, la escasa capacidad de autocrítica, el egocentrismo, la necesidad de adulación. Son personas que albergan rencores y de notable agresividad, en unos casos detectada y en otros proyectada66. Si hay una ‘banda de colaboradores’, el proceso se acelera, la agresión física es más probable y la víctima sufre una doble victimización: una por su agresor, otra por el público que observa ya sea colaborador directo o consentidor. Influye también el que se consiga o no aislar efectivamente a la víctima, los apoyos de la familia, pareja, amigos y otros compañeros de trabajo son factores determinantes para la estabilidad psíquica de la víctima. Otro ejemplo de manipulación se encuentra en los 11 principios de Joseph Goebbels, en la propaganda nazi.
65 MARINA PARES SOLIVA. Mobbing: Detección del acosador a través del lenguaje. Presidenta del Servicio Europeo de Informacion sobre el Mobbing, Granollers (España). http://www.acosomoral.org/pdf/sevilla06/0233.pdf. 66 Peritación Social del Mobbing, Marina Parés Soliva.
(f) Ejemplos de manipulaciones del ciberacosador. • Contactar con amigos, compañeros, familiares de la víctima diciendo que la víctima habla mal de ellos. Si los receptores están ocultando éstos hechos, dificultará que puedan averiguar si es cierto o no, creando un clima hostil y de desconfianza hacia la víctima. Puede haber espiado previamente a éstos, obteniendo información sobre la cual luego se basan estas manipulaciones. • Usar las propias secuelas creadas en la víctima debido al ciberacoso como justificación de éste, y así conseguir que se adhieran los testigos al hostigamiento.
Buscarán crear un estado de paranoia en la cual la víctima dude de sí misma, intentando así deshacer su vida en todos los aspectos: profesional, social, amoroso y familiar. Según Iñaki Piñuel, provoca importantes secuelas psíquicas y físicas, estados fuertes de ansiedad, insomnio tardío, dolores de espalda y estados depresivos. El afectado tiene un descenso en su rendimiento, además de provocar secuelas psicológicas y emocionales subsiguientes, con una autoestima fuertemente lastimada.
7) Consecuencias del ciberacoso.
Las fotos de conductas ilegales o inapropiadas robadas pueden sentar precedente y costarles en un futuro el acceso a educación institucional o a un empleo69.
(a) Consecuencias sobre la víctima.
(2) Secuelas del acoso prolongado.
(1) A corto y medio plazo.
Según Marina Parés Soliva, en “Peritación Social del Mobbing”70, los supervivientes de acosos prolongados desarrollan cambios de personalidad característicos del desorden de estrés postraumático, incluyendo deformaciones en la capacidad de relacionarse.
El ciberacoso está presente las 24 horas del día. Siempre está online. Incluso si se apaga el computador la víctima sabe qué página web está accesible, o qué personas están propagando ese rumor sobre ti. La dureza de esto es psicológicamente devastadora67. Los efectos secundarios de la violencia sistemática (ya sea psicológica, física o sexual) de páginas difamatorias, suelen incluir, en la mayoría de los usuarios agredidos, estrés, humillación, ansiedad, ira, impotencia y fatiga; y, aunque en pocos casos se han presentado enfermedades físicas, en gran parte de estas situaciones el individuo acosado tiene una enorme pérdida de confianza en sí mismo. Para la creación de este ambiente nocivo, los acosadores recurren a las diversas técnicas ya descritas con el fin de generar una especie de delirio de persecución en sus víctimas, de herir y asustar a la víctima68. 67 Ciberacoso: un problema en auge, La flecha. 68 Cyberbulling. Acoso on line, Jéssica Dorantes Segura y Patricia Trujano Ruiz, Vania Tovilla Quesada.
Como los síntomas postraumáticos son tan persistentes y tan variados, pueden ser confundidos con rasgos de la personalidad de la víctima. Tiempo después de que haya acabado el acoso, muchos afectados, siguen sintiendo que ha muerto una parte de ellos, y algunas víctimas, las más afligidas, desearían estar muertas. La amenaza de aniquilación que define el acoso puede atormentar al superviviente mucho después de que haya pasado el peligro. Las personas traumatizadas se sienten absolutamente abandonadas, y solas, exiliadas del sistema humano de cuidado y protección.
69 Ibídem. 70 MARINA PARES SOLIVA. Mobbing: Detección del acosador a través del lenguaje. Presidenta del Servicio Europeo de Informacion sobre el Mobbing, Granollers (España). http://www.acosomoral.org/pdf/sevilla06/0233.pdf.
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El acontecimiento traumático que significa ser víctima del hostigamiento del entorno ha destruido la creencia de que el individuo puede ser “uno mismo” en relación con los demás.
• Predominio de rasgos obsesivos: actitud hostil y suspicacia, sentimiento crónico de nerviosismo, hipersensibilidad con respecto a las injusticias.
Así por definición, los acontecimientos traumáticos frustran la iniciativa y destrozan la competencia individual. Con independencia de la actitud de la víctima, el acoso ha proseguido, es decir que no importa lo valiente y lo llena de recursos que esté la víctima; sus acciones fueron insuficientes para evitar el desastre. Después de los acontecimientos violentos del acoso las víctimas revisan y juzgan su propia conducta, y los sentimientos de culpa y de inferioridad son prácticamente universales.
• Predominio de rasgos depresivos: sentimientos de indefensión, incapacidad para disfrutar y sentir placer, anhedonía71, desesperanza aprendida.
Se ha comentado anteriormente que los acontecimientos traumáticos destrozan los sistemas de protección normales que dan a las personas una sensación de control, de conexión y de significado. Así las reacciones traumáticas tienen lugar cuando la acción no sirve para nada, es decir, cuando no es posible ni resistirse ni escapar, entonces el sistema de autodefensa humano se siente sobrepasado y desorganizado. Es en estas situaciones cuando los acontecimientos traumáticos producen profundos y duraderos cambios en la respuesta fisiológica, las emociones, lo cognitivo y la memoria. Cambios en la personalidad de la víctima. Unos de los efectos más característicos es el cambio que la situación de psicoterror puede operar en la personalidad de las víctimas. Se han descrito tres patrones básicos de cambios permanentes en la personalidad, como consecuencia de una situación de acoso, que presentan las siguientes características: • Resignación: aislamiento social voluntario, la víctima no se siente parte de la sociedad (efecto de alienación, la víctima muestra una actitud cínica hacia el mundo).
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Los efectos sociales del acoso laboral en la víctima se caracterizan por la aparición de actitudes de desconfianza y conductas de aislamiento, evitación y retraimiento. Dichas consecuencias sociales también se manifiestan en las relaciones familiares tales como sentimientos de incomprensión; pérdida de ilusión e interés por los proyectos comunes; abandono de responsabilidades y compromisos familiares y; alteración de la afectividad. Lo que constituye el fenómeno destructor del acoso es la repetición de las vejaciones y las humillaciones. El acoso es un fenómeno terrorífico porque es inhumano. No conoce los estados de ánimo, ni la piedad. Los testigos, por bajeza, por egoísmo o por miedo, prefieren mantenerse al margen. Cuando una interacción asimétrica y destructiva de este tipo arranca entre dos personas, lo único que hace es amplificarse progresivamente, a menos que una persona exterior intervenga enérgicamente. Si en algún momento del proceso de acoso, alguien con un cierto poder, reacciona de un modo sano, el proceso se detiene.
71 Anhedonia es la incapacidad para experimentar placer, la pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades. Se considera una falta de reactividad a los estímulos habitualmente placenteros. Constituye uno de los síntomas o indicadores más claros de depresión, aunque puede estar presente en otros trastornos, como por ejemplo, en algunos casos de demencias (Alzheimer). La cultura tiene una gran influencia. Una conducta puede ser aceptada por un grupo cultural y no ser bien vista por otro. Los factores biológicos son la causa principal donde se encuentran las influencias perinatales y la salud física. Es el médico psiquiatra el que determinará si es normal o anormal. Los criterios generales para diagnosticarla como un trastorno son ver el grado de insatisfacción con las capacidades y logros de la persona, evaluar sus relaciones interpersonales y la forma en que afronta los acontecimientos de su vida. Lo importante es que la persona aprenda a aceptar los hechos como se presentan; si su comportamiento le causa un daño a él y/o a los demás, entonces se transforma en una patología que debe ser tratada.
(3) Ciberacoso laboral.
(d) Consecuencias si no se actúa contra el acoso.
En el caso de ciberacoso laboral (network mobbing), muchas veces el agredido ni siquiera se entera de que se lo está atacando. Percibe sí sus consecuencias: puertas que se cierran, miradas recelosas y frialdad por parte de interlocutores antes amistosos y vueltos esquivos de un momento a otro. La víctima se debate entre conservar su puesto o sufrir el abuso de personas con poder para vulnerarla.
Si no se actúa contra el ciberacoso esto servirá como refuerzo de esta estrategia acosadora, con lo que es probable que el acosador vuelva a hacer uso de esa técnica que le ha sido tan provechosa para él y con ello que se instaure el acoso. En el caso de ciberacoso laboral, ésta actitud convertirá la empresa en un contexto tóxico, es decir, un caldo de cultivo de otros futuros acosos, ya que verán que la difamación anónima da resultado y queda impune.
Por otro lado, la informalidad propia de las redes permite que personas hostiles, resentidas, con ansias de dominio o falta de escrúpulos, puedan acosar impunemente. El hacer correr un rumor o una calumnia, por una razón personal o por diferencias ideológicas, en forma anónima o desembozada, de boca en boca o mediante e-mails, no es una travesura sin consecuencias. El acoso puede provocar estrés, somatizaciones, depresión, pérdida del trabajo o llevar al suicidio72. (b) Consecuencias sobre el ciberacosador. Los efectos del acoso no son exclusivamente dañinos para la víctima, sino que el propio acosador entra en un círculo vicioso del que resulta difícil escapar, y es precisamente, esta propia dinámica de agresión la que va destruyendo poco a poco su vida, lo más profundo de su personalidad: los valores que lo constituyen como persona. Las conductas de acoso pueden hacerse crónicas y convertirse en una manera ilegítima de alcanzar sus objetivos, con el consiguiente riesgo de derivación hacia conductas delictivas, incluyendo violencia doméstica y de género. (c) Consecuencias sobre los testigos. Los espectadores corren el riesgo de insensibilizarse ante las agresiones cotidianas y de no reaccionar a las situaciones de injusticia en su entorno.
72 Acosados en la red, Autosuficiencia Press.
8) Legislación contra el ciberacoso. (a) Un Ejemplo: España. Según el Código Penal de España, los delitos informáticos cometidos usualmente por los ciberacosadores son: 1. Delitos contra la intimidad: El descubrimiento y revelación de secretos o la vulneración de la intimidad de las personas, invadiendo por ejemplo los correos electrónicos o interceptando el envío de documentos. 2. Amenazas 3. La alteración, destrucción o los daños en datos, programas o documentos electrónicos ajenos. En este tipo delictivo se incluirían conductas como, por ejemplo, los actos de sabotaje contra soportes electrónicos, o la introducción de virus electrónicos para causar daños. 4. La pornografía infantil, que se ha visto favorecida por el anonimato que proporciona la red. 5. Delitos contra el honor: Las injurias y las calumnias. Generalmente se cometen en redes sociales, foros o por correo electrónico73. Sobre ataques informáticos, el Gobierno de España aprobó en Noviembre de 2009 el Proyecto de Reforma del Código Penal según la cual, los ataques informáticos pasarían a considerarse un delito que está tipificado hasta con penas de cárcel74. 73 Delitos informáticos, Iabogado. 74 Proyecto de Reforma del Código Penal.
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Los ciberacosadores combinan habilidades propias del cracker, Script Kiddie o Lamer. (b) La denuncia anónima. A pesar del aparente anonimato de los ciberacosadores debido a la lentitud del proceso de investigación, una de las ventajas del acoso por internet respecto al físico es que las acciones realizadas por los ciberacosadores quedan registradas. Esto permite a su vez, que se puedan realizar investigaciones sin que los testigos tengan que testificar o dar sus datos. Este es el caso por ejemplo de las redes sociales, donde basta con que la víctima sepa la cuenta desde donde se están cometiendo acciones ilegales, y así la víctima pueda informar tanto a la policía como a las redes sociales75.
9) Estrategias para afrontar y defenderse del acoso. Según Iñaki Piñuel, la Escuela de psicología Asertivo-sistémica recomienda unas estrategias para afrontar y defenderse de la manipulación en la comunicación. Se basan en generar una estructura asertivo-sistémica de respuesta que favorezca el afrontamiento inteligente y efectivo del acosador. Todas las personas tienen los siguientes derechos asertivos: Derecho de la víctima a ser su propio juez; no dar razones o excusas para justificar sus comportamientos; cometer errores; cambiar de parecer; decir <<no lo sé>>; no depender de la <<buena voluntad de los demás>>; tomar decisiones ajenas a la lógica común; decir <<no lo entiendo>>; y decir <<no me importa>>84.
(c) Servicios de correo electrónico
(a) Campañas de concienciación: cuatro ejemplos.
Los servicios de correo electrónico como Windows Live Hotmail76, Gmail77, Yahoo78, Aol79, etc. suelen proporcionar un correo o formulario de contacto para reportar abusos.
(1) Argentina:
(d) Redes sociales A través de las propias redes sociales como Facebook80, Tuenti81, Myspace82, etc. se puede denunciar una página, grupo, perfil, o mensaje de forma anónima. También proporcionan un correo o formulario de contacto para informar abusos. (e) Proveedor de Servicios de Internet Otra forma de denuncia anónima es informar al Proveedor de Servicios de Internet. Se puede informar a la compañía (Telefónica83, Jazztel, Ono, etc.) que el usuario de Internet tenga contratado o a la compañía que esté usando el ciberacosador. 75 “Los acosadores deben saber que al final se sabe quiénes son y que responderán por sus acciones”, El País. 76 Windows Live, Formulario para reportar abusos. 77 Gmail, Formulario de ayuda. 78 Yahoo, Formulario de abuso. 79 Aol, Ayuda y contacto. 80 Facebook, Centro de ayuda. 81 Tuenti, Servicio de ayuda. 82 Ayuda Myspace. 83 Servicio Nemesys (Registro de incidencias en la red IP y RIMA de Telefónica).
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El Instituto contra la Discriminación, La Xenofobia y el Racismo (INADI), ha creado un observatorio sobre discriminación en Internet “Plataforma por una Internet libre de discriminación”85 para, en convenio con las redes sociales, participar como usuario privilegiado para reportar casos de violencia86. Asimismo, el “Observatorio Web”87 trabaja temas relacionados a la discriminación en todas sus formas. Allí se puede denunciar sitios, grupos y material audio visual. Se trabaja para que este material sea removido. (2) España: Actualmente hay diversas asociaciones sin ánimo de lucro que combaten el ciberacoso asesorando a las víctimas, facilitando consejos, haciendo campañas de concienciación ciudadana, e incluso realizando denuncias a la Policía comunicadas de forma anónima por los internautas. 84 Piñuel y Zabala, Iñaki, Moobing. “Cómo sobrevivir al acoso psicológico en el trabajo”, Santander. Sal Terrae, 2001. 85 Plataforma por una Internet libre de discriminación. 86 El Inadi creará un observatorio en Internet para combatir el ciberacoso, La Nación; El Inadi contra el ciberacoso, Portal Educ Argentina. 87 Observatorio Web.
Entre estas están la Oficina de Seguridad del Internauta, la ONG Protegeles, la iniciativa PantallasAmigas, la Fundación Alia2,, la Agencia de Calidad de Internet (IQUA), la iniciativa “Actúa Contra el Ciberacoso”, INTECO, la Asociación de Internautas, la Asociación de Usuarios de Internet, la Agencia Española de Protección de Datos y la Asociación Española de Madres y Padres Internautas (AEMPI). También la Junta de Castilla y León ha creado un Plan de Prevención del Ciberacoso y Promoción de la Navegación Segura en Centro Escolares, y el Gobierno de Canarias ha creado un portal sobre el fenómeno. (3) Estados Unidos: En 1995, Parry Aftab una abogada especializada en delitos tecnológicos fundó la organización benéfica WiredSafety88 y un portal contra el cyberbullying89. (4) Reino Unido: Existe una organización benéfica llamada Act Against Bullying donde proporcionan consejos e información sobre dónde denunciarlo90. También existe la Internet Watch Foundation (IWT) fundada en 1996, creada por los estados miembros de la Unión Europea y empresas relacionadas con Internet, como PSI, etc., con el fin de poder denunciar de forma anónima contenido ilegal en Internet91. (b) Casos mediáticos. Entre los casos de ciberacoso que más han trascendido han sido los suicidios de Megan Meier, Ryan Halligan, y Tyler Clementi a causa de sufrir ciberacoso, y el fenómeno de internet Star wars kid.
88 89 90 91
www.wiredsafety.org/. www.stopcyberbullying.org/. Cyberbullying, Act Against Bullying. www.iwf.org.uk.
8- DE CHISMES, CALUMNIAS Y OTROS CUENTOS… ¿QUÉ HACER?. “DE LA FORMACIÓN MORAL DEL PRINCIPE” Ser de inmensa bondad, Dios poderoso a vos acudo en mi dolor vehemente; extended vuestro brazo omnipotente, rasgad de la calumnia el velo odioso y arrancad este sello ignominioso con que el mundo manchar quiere mi frente. Rey de los Reyes, Dios de mis abuelos, vos sólo sos mi defensor. Dios mío: Todo lo puede quién al mar sombrío olas y peces dio, luz a los cielos, fuego al sol, giro al aire, al Norte hielos, vida a las plantas, movimiento al río. Todo lo podéis vos, todo fenece o se reanima a vuestra voz sagrada; fuera de vos, Señor, el todo es nada que insondable eternidad perece, y aún esa misma nada os obedece pues de ella fue la humanidad creada. Yo no os puedo engañar, Dios de clemencia; y pues vuestra eterna sabiduría ve al través de mi cuerpo el alma mía cual del aire a la clara transparencia, estorbad que humillada la inocencia bata sus palmas la calumnia impía. Más si cuadra a tu suma omnipotencia que yo perezca cual malvado impío, y que los hombres mi cadáver frío ultrajen con maligna complacencia, suene tu voz y acabe mi existencia; cúmplase en mí tu voluntad, Dios Mío. (VICTOR HUGO. CAMINO AL PATIBULO) En la localidad francesa de Beauvais, probablemente en los últimos años del siglo XII, nace una de las figuras importantes de la Baja Edad Media por su fama de persona culta y preparada, aunque sus obras no han sido suficientemente reconocidas y más bien perdidas en el tiempo: Vicente de Beauvais (+ 1264).
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Cursa sus estudios en la universidad de Paris e ingresa a la orden de los Dominicos (fundada por Santo Domingo en 1215) quien desde muy pronto se traza la finalidad de dar a conocer la doctrina cristiana basándose en la cultura, de manera que ésta fue no sólo su objeto de estudio sino también de difusión. Vicente entra en la orden muy poco después de fundada y contribuye de modo singular a su auge y desarrollo. Su formación religiosa y cultural le dio gran renombre, de modo que además de desarrollar la actividad de predicador en muchos lugares, fue llamado por el rey de Francia para ser predicador en la abadía de Royaumont, donde más tarde es nombrado lector. Estos hechos le propiciaran estrechos nexos con la familia real. Desde el siglo XII y a lo largo del XIII se producen una serie de cambios económicos, sociales y culturales que contribuirán al desarrollo de las actividades de producción mientras la vida urbana adquirirá importancia. En este ámbito social surgen nuevos grupos y aparecen las escuelas fuera del marco de los monasterios a la que vez que comienzan a fundarse las universidades. Respecto a los distintos campos del saber, reaparece el derecho Romano; se produce un mejor conocimiento del mundo y de la tradición clásica y los tratadistas añaden al estudio de los textos sagrados el del mundo grecolatino. En este ambiente, Vicente se vincula, como preceptor, con el rey Luis IX de Francia (quien reinó de 1226 a 1270), que llegaría a alcanzar la santidad. Este rey reunió en su persona las virtudes propias de un cristiano llevadas a su máxima expresión, tanto por la bondad de su persona como por la alta jerarquía que ocupó. Dichos valores los practico en el ámbito privado como en el público. Su gran ideal fue formar un imperio europeo en el que la religión católica fuera la unión fundamental entre sus pueblos, y las virtudes, las normas de ley. En este contexto el dominico Vicente soñó con ese gran Estado con el que también soñaba San Luis
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y vio como necesario el que llegara a tener un tratado pensado para un futuro rey que pudiera regir ese Estado a la altura de las circunstancias. De allí veremos nacer una pequeña obra que intitulará “De morali principiis Institutione” (“De la formación moral del príncipe”92) seguida años más tarde por el “De eruditione filiorum nobilium”. En este “opúsculo” el dominico elabora una relación, en el capitulo IX, de los males que afectan a los que buscan el poder por ambición, para, en el capitulo X, pasar a tratar las tres grandes virtudes o condiciones que debe tener el príncipe, a lo que su nobleza le obliga, y que son: poder moderado y honesto, sabiduría y bondad (las tres necesarias y relacionadas entre sí). Luego, en el capitulo XII hablando de la sabiduría que necesita el príncipe para elegir a los consejeros y a los amigos y en los capítulos XIX al XXV al exponer los pecados de los que están junto al príncipe, nos deja una clara y cuestionadora doctrina sobre la difamación y la ambición, nacidas de la envidia, el peor de los pecados según su criterio, reflejado no solo en el rostro de los envidiosos sino, sobre todo, en sus obras entre las que sobresale la difamación (la calumnia como hija de ésta o confundida con ella) y todo eso en ultimo termino no es sino la manifestación, a veces no tan clara, de la “ambición”93 que termina adquiriendo una característica fatal: la insaciabilidad (con otro vicio paralelo, que recorre un camino opuesto al de la difamación pero igualmente dañino: la adulación). Si se me permite decir algo: opúsculo del siglo XIII perfectamente adaptado para la temática que nos ocupa en el siglo XXI. Leamos algunas de sus consideraciones y de los consejos que nos ofrece tanto acerca de la difamación como de la adulación y de la envidia y de quienes la cultivan y, para terminar, aprovechémonos de sus reflexiones sobre el poder y el servicio. 92 VICENTE DE BEAUVAIS. De la formación moral del príncipe. BAC, Madrid, 2008. 93 “El poder sin más en manos de un ignorante o de un malvado es como una espada en manos de un loco. Incluso la sabiduría sin virtud ni bondad, según las palabras de Tulio, no debe llamarse sabiduría, sino astucia”. Ibíd. P. 91.
«XIX. SIGUE DE LOS DIFAMADORES Y DE LOS ADULADORES. CAPITULO DECIMONONO Los que con la adulación halagan fingidamente a la cara, con la detracción injurian por detrás, según el Eclesiastés 10: “si una serpiente muerde en silencio, no hace de otra manera el que denigra por detrás”. Con razón, en efecto, se les compara a las serpientes, porque tienen lenguas bífidas, por lo cual se los llama, con razón, de doble lengua. […] Una y otra especie, esto es, la de los difamadores y la de los aduladores […] Detractores, digo, porque, como afirma Gregorio en las Homilías94: “todo lo que ambicionamos en el mundo, lo envidiamos sin duda en nuestro prójimo”. […] De la envidia, por otra parte, procede la difamación. En efecto, la difamación es la acusación mordaz contra otro con la intención de rebajar su gloria. Por eso Enodio95: “El diente de la envidia, desgraciadamente obstinado, busca materia de difamación en el lugar que ocupa la gloria”. […] Por ello, Pedro en la epístola 1,2, donde dice: “Renunciando a cualquier tipo de maldad, etc.”, pone las difamaciones entre los restantes pecados, pero destaca por delante las envidias como causa de difamación.
XXI. DIFAMAR A LOS PRINCIPES ES MAS GRAVE QUE DIFAMAR A OTROS. CAPITULO VIGESIMO PRIMERO […] De modo general, es más grave difamar a los hombres buenos que a los malos, a saber, por la bondad misma, a la que todos deben tener respeto en cualquier persona. […] Es más grave difamar a los amigos que a los extraños, y eso por tres razones. Esto es, en primer 94 GREGORIOUS. Homeliae XL, in Evangelia 1,5,4 95 ENNODIUS, Carmina, 1,6
lugar por la ingratitud, porque por derecho natural un amigo debe mostrar agradecimiento a su amigo, según Eclesiástico 30: “Mostrando agradecimiento a los amigos”. […] En segundo lugar, por la infidelidad, de la que se habla en Eclesiástico 27: “Quien descubre los secretos de un amigo pierde su confianza, etc.”. En tercer lugar, por la magnitud y desmesura de la herida que causa al amigo, según el salmista: “Porque si mi enemigo me hubiera maldecido, de todas formas lo hubiera soportado. Y si el que me odiaba, etc. Pero tú, mi compañero, eres mi jefe, etc.” (54, 13.14).
XXII. LA AMBICION ES LA MADRE DE LA ADULACION. CAPITULO VIGESIMO SEGUNDO […] Así como la envidia nace la difamación, de la ambición procede la adulación. En efecto, la ambición es un apetito desordenado de honor terrenal, de cargos o de grandezas.
XXIII. DE LA MULTIPLE MATERIA DE LA AMBICION. CAPITULO VIGESIMO TERCERO […] Ahora bien, en nuestro tiempo es necio enorgullecerse por la fama de la virtud, porque la santidad y la religión de los modernos es poca o ninguna en relación con los antiguos; en efecto, hoy día, por comparación, es bueno el que no es pésimo. Por eso se lee en Miqueas 7: “El mejor entre ellos es como un espino y el recto es como espina de zarzal”. […] Por eso, también Gregorio en los Morales96, libro XXIV, dice: “Por eso sólo entonces se lleva el poder cuando se conserva no amándolo, sino temiéndolo. Y para que pueda ser desempeñado correctamente es preciso ante todo que no lo imponga la pasión sino la necesidad97»98.
96 GREGORIUS. Moralia in Iob, XXIV, 25, 52.55 97 “Dicit etiam Seneca in Troade (Troades 291): Qui non uetat peccare cum posit, iubet” (También afirma Seneca en las Troyanas: “El que no prohíbe que se peque cuando puede hacerlo lo está mandando”). 98 VICENTE DE BEAUVAIS. De la formación moral del príncipe. P. 165- 217
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FAMILIA EVANGELIZADORA Y LA MISIÓN PERMANENTE Por: Carlos Hernández Pérez. Abogado Diácono Permanente OBJETIVO
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La posición de la Iglesia, a veces contracorriente, frente a los temas fundamentales con la vida, la familia, la educación, el bien común, la necesidad de trascender, no es un “no” en cuanto a primera vista resulta placentero, sino un gran “sí” a las mejores posibilidades de la dignidad de la persona y la sociedad.
a realidad antropológica de la familia ha cambiado totalmente, pero la evangelización con base en las Sagradas Escrituras no. Como la “primera escuela” e “Iglesia doméstica” tenemos que irradiarla desde el amor de Dios, la paz, la fe y sobre todo desde la esperanza y la coherencia para antojar permanentemente al mundo para conformarla en tal forma; porque lo existencial, por difícil que parezca, si Dios está presente, Él nos iluminará y nos llenará de su Espíritu Santo y lograremos vivir en paz y armonía testimoniándolas para la gloria de su nombre. Es un compromiso, ser modelos de familias Cristianas y mostrarle al mundo, que sí se puede, porque se tiene la mejor opción. Solo en la familia bien constituida, nacida en el Sacramento del Matrimonio encontraremos la paz, la estabilidad con todo lo que implica, la felicidad aquí en la tierra y la salvación de nuestra patria, la sociedad y nuestra alma.
TEMA • FAMILIA: El Diccionario de la Biblia de Herder, define la familia como “la tribu de mayor unidad social en Israel…; forma ella sola un centro de culto cuyo sacerdote es el padre; domina la vida religiosa, jurídica y Civil, cuyos asuntos ella misma arregla en cuanto le sea posible. La familia nunca debe desaparecer (matrimonio liverato)”.
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En el CIC en el número 2331 se nos dice: “Dios es amor y vive en si mismo un misterio de comunidad personal de amor. Creándola a su imagen… Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación, y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión”. La Constitución Nacional de Colombia en su artículo 42 afirma: “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por los vínculos naturales o jurídicos, por la decisión de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla”. • MISIÓN - Según el Diccionario de la Lengua Española: misión es el poder, facultad que se le da a alguien de ir a desempeñar algún cometido. El Documento de Aparecida nos dice que la misión es un llamado a una acción concreta de evangelizar, es un llamado a todos los Cristianos Católicos, consagrados y laicos a asumir el reto de la construcción de la Iglesia de Cristo. El CIC en su numeral 2: “…Cristo envió a los apóstoles que había escogido, dándoles el mandato de anunciar el evangelio”… • EVANGELIZAR - De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española es: predicar la fe de Jesucristo o las virtudes cristianas. En el CIC numeral 904, citando a Santo Tomás de Aquino nos dice: que evangelizar es enseñar a alguien para atraerlo a la fe, es tarea de todo predicador e incluso de todo creyente. EN GENERAL - La Iglesia fue creada para evangelizar.
diante una sentencia que solo obliga a las partes, y que no es Ley, pero sí genera Jurisprudencia y debe tenerse en cuenta para futuras decisiones de dicha Corte pues, puntualiza acerca del género para conformar la familia según la Constitución Nacional que en su ya citado artículo 42 dice: “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad… Se constituye por la decisión libre de un hombre y una mujer. “Donde la ley no distingue, no puede hacerlo el intérprete”. En el artículo en mención no cabe ninguna interpretación. Es un hecho y/o acto jurídico con fundamentos históricos y antropológicos que define la familia. Si la Constitución dice: “un hombre y una mujer” no puede un Juez, decir que es equivalente a decir “Un hombre y un hombre” o “una mujer y una mujer”. Desconociendo que la norma constitucional no admite interpretaciones ni variaciones caprichosas. Estamos ante un caos notorio en que la Corte - o algunos de sus Magistrados - se saltan el preciso ámbito de sus competencias, y se tornan ya no en legisladores, sino en constituyentes. Mediante una sentencia de tutela, que debería tener efectos solo para las partes intervinientes, están intentando modificar la Constitución Nacional o Carta Rectora. Como lo afirma el Procurador General de la Nación, el Doctor Alejandro Ordoñez: que la unión de parejas en donde no se genere familia no se puede decir que son familia, porque si no hay procreación no se puede perpetuar la especie. Solo podrán conformar familia, las parejas heterosexuales, conformada por un hombre y una mujer. Situación diferente es que exista la infertilidad en uno o en ambos integrantes.
EN PARTICULAR - “La Iglesia Doméstica”, que es la familia, también fue creada para evangelizar.
El artículo 44 de la Constitución Nacional consagra como derechos fundamentales de los niños, entre otros, “Tener una familia y no ser separados de ella”.
En el periódico “El Colombiano” del 22 de Abril de 2012 se analiza como la Corte Constitucional, me-
Por lo tanto, la familia de crianza de los hijos, corresponde a un hombre y a una mujer.
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Además de estos ataques legislativos, se suman, en gran parte y entre otros: el consumismo, la banalización de la sexualidad, la desvalorización del matrimonio, la desintegración de la familia, las uniones libres, los triángulos amorosos, las infidelidades, la irresponsabilidad en la paternidad y maternidad, la falta de fe y de espiritualidad, la desintegración de la familia, la ambición por el dinero fácil, la corrupción, la violencia y la globalización. Dichos referentes, influyen en que la forma de ver y orientar la vida lleva a la frivolidad, socava la estructura social, hace inoperante el Derecho y, en último término, impide la libertad y malogra la plena realización de las personas y los pueblos. No se puede dejar de lado la realidad antropológica de la familia antioqueña en particular, según el estudio del historiador Fabio Villegas Botero en su libro “El alma recóndita del pueblo antioqueño” dice: El pueblo antioqueño es un pueblo lleno de contradicciones: • De un catolicismo exagerado, es, a la par uno de los más ambiciosos y amantes del dinero. • Es uno de los más violentos del país y del continente. • En él la familia es un santuario, donde se entroniza en forma distorsionada la figura de la madre. • Es un pueblo mentiroso y trotamundos. • Se preocupa por los centavos, pero derrocha sin medida en su afán por aparentar. Características de la región caucana: La antropóloga Virginia Gutiérrez en su libro “Cultura y Familia Colombiana” afirma que la mujer de esta región no se valora y se va a vivir con el que le ofrezca seguridad económica y cuando este deja de producir se junta con otro que aporte y así sucesivamente, cada uno le deja un hijo y conviven con los cuatro o cinco hijos de diferentes progenitores. Amplio espectro que como fantasmas se representan a nuestros ojos, la Iglesia de hoy no puede callar, debe sentir que es parte de su misión el invitar
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a un debate cultural en diversos niveles, el ofrecer con respeto pero con seguridad su visión del ser humano y del mundo para enfocar la esfera política, de las leyes, de la administración pública, de la integración y la educación social. Hay que aprovechar los medios de comunicación para reorientar la sociedad que se encuentra desubicada. La posición de la Iglesia, a veces contracorriente, frente a los temas fundamentales con la vida, la familia, la educación, el bien común, la necesidad de trascender, no es un “no” en cuanto a primera vista resulta placentero, sino un gran “sí” a las mejores posibilidades de la dignidad de la persona y la sociedad. Estas cosas hay que decirlas y explicarlas, hasta que vayan calando, forjando y formando la conciencia de la gente y haciendo cultura. Se deben tratar sin ofender en las catequesis y en los encuentros de dialogo con los laicos que todavía son nutridos. Dicha labor debe ser coadyuvada por las parejas unidas en matrimonio Sacramento que deben ser modelo de familias cristianas y dar testimonio de acuerdo a sus talentos y las oportunidades que se les presenten en todos los ámbitos en que estén inmersas e involucradas. Antes de preocuparnos por lo que dicen y hacen las otras parejas debemos preocuparnos por lo que nosotros pasivamente callamos. Estamos en crisis de civilización, marcada por una decadencia de la sociedad y un peligro para la humanidad. Esta es una oportunidad de demostrar que la familia cristiana fundamentada en el matrimonio Sacramento, que sin lugar a dudas, es la mejor opción, conlleva la fidelidad, el respeto, la responsabilidad, el amor, la ayuda, el socorro mutuos y la estabilidad, es la única forma de hacer una sociedad equilibrada y la mejor manera de vivir con dignidad y respeto de acuerdo al querer de Dios. La Iglesia Católica no está equivocada en promoverla y considerarla como lo dice su Santidad Juán Pablo ll “La Iglesia Doméstica”.
COMPROMISO Se fundamenta en el Documento de Aparecida (DA) en el Capítulo 9 sobre la “Familia, Personas y Vida”, nos dice: • 9.1 “… En nuestra condición de discípulos y misioneros de Jesucristo, estamos llamados a trabajar para que esta situación sea transformada y la familia asuma su ser y su misión en el ámbito de la sociedad y de la Iglesia. • 435… Se requiere una pastoral familiar intensa y vigorosa para proclamar el evangelio de la familia, promover la cultura de la vida y trabajar para que los derechos de las familias sean reconocidos y respetados. • 436… Defender y proteger a los niños de los crímenes abominables del aborto y la eutanasia. • 437… Tutelar y apoyar la familia…: • Literal h. - Estudiar las causas de las crisis familiares para afrontarlas en todos sus factores. • Leteral j.- Acompañar con cuidado, prudencia y amor compasivo. Siguiendo las orientaciones del Magisterio a las parejas que viven en situación irregular. • 9.2- Los niños: • 438- La niñez debe ser destinataria de una acción prioritaria dada su vulnerabilidad. • Literal g. - Valorar la capacidad misionera de los niños y niñas, que no solo evangelizan a sus propios compañeros, sino que también pueden ser evangelizadores de sus propios padres. • 9.3 - Los adolecentes y los jóvenes: • 442-Merece especial atención la etapa de la adolescencia. Los adolescentes no son niños ni son jóvenes… Es necesario impulsar la pastoral de los adolescentes, con sus propias características. Pues adolecen. • 443- Los jóvenes y adolescentes constituyen la gran mayoría de la población de América Latina… Como discípulos misioneros las nuevas generaciones están llamadas a transmitir a sus hermanos jóvenes sin distinción alguna, la corriente de vida que viene de Cristo y a compartirla en comunidad construyendo la Iglesia y la sociedad.
• 9.4 – El bien de los ancianos. • 447-…Niños y ancianos constituyen el futuro de los pueblos, los niños porque llevarán adelante la historia, los ancianos porque transmiten la experiencia y la sabiduría de sus vidas. • 449- … Muchos de nuestros mayores han gastado su vida por el bien de su familia y de la comunidad, desde su lugar y vocación. Muchos son verdaderos discípulos misioneros de Jesús por su testimonio y sus obras. • 9.5 - La dignidad y participación de las mujeres. • 451 - La antropología cristina resalta la igual dignidad entre el varón y la mujer, en razón de ser creados a imagen y semejanza de Dios. • 452- La relación entre la mujer y el varón es de reciprocidad y colaboración mutua. La mujer es corresponsable junto con el hombre por el futuro de nuestra sociedad humana. • 455- La mujeres son: las primeras transmisoras de la fe y colaboradoras de los pastores, quienes deben valorarlas atenderlas y respetarlas. • 456- Urge valorar la maternidad como misión excelente de las mujeres. • 9.6 - La responsabilidad del varón y padre de familia. • 459- … El varón se siente fuertemente invitado a formar una familia. Allí, en una especial disposición de reciprocidad y complementariedad viven y se valorizan para la plenitud de su vida, la activa e indiscutible riqueza del aporte de la mujer que les permite reconocer más nítidamente su propia identidad. • 460- en todos los ámbitos que constituyen su vocación y misión, el varón debe en cuanto bautizado, sentirse enviado por la Iglesia a dar testimonio como discípulo y misionero de Jesucristo… Sin embargo termina renunciando a esta responsabilidad y delegándola a sus mujeres. • Todas las labores en la familia actual, deben ser compartidas en la proporción que acuerden.
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AYUDA MUTUA
RESPETO
SEGURIDAD
SOCORRO
PAZ -ARMONIA
AMOR-FIDELIDAD
PRIMERA ESCUELA
PAPÁ, MAMÁ E HIJOS
IIGLEESIA DOMÉSTICA
MATRIMONIO
SACRAMENTO
NUCLEO VITAL DE LA SOCIEDAD
ISOORDINADO
MISIONERA
INFRAORDINADO
DISCIPULA
FAMILIA
SOCIEDAD
SUPRAORDINADO
CONVERSA
MENTEFACTO CONCEPTUAL
TRIÁNGULOS AMOROSOS
MI PERRO Y YO
BIGAMIA
DIVORCIADOS
UNIÓN HOMOSEXUAL ART. 113 C.C 42 CN. 1055 - 1165
HOMO-ADOPCION
AMIGOVIOS
UNIÓN MARITAL DE HECHO
EXCLUYENTES
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INFRAORDINADO
MÉTODO
INTELIGENCIA EMOCIONAL
PEDAGOGIA
MOTIVADA POR PARROCOS
LECTO DIVINA
PARA LOS ALEJADOS
COMUNIÓN
DISCIPULADO
CONVERSION
MUJERES
HOMBRES
SACERDOTES
MISIÓN PARROQUIAL
JOVENES
RELIGIOSAS NIÑAS
MISIONERAS
EXIGENCIAS
ETAPAS
LAICOS
PEQUEÑAS COMUNIDAES
MISIÓN ARQUIDIOCESANA
MISIÓN CONTINENTAL MISIÓN PERMANENTE
V CONFERENCIA CLEAM-APRECIADA BRASIL
SUPRAORDINADO
ESTUDIO DE LA PALABRA
ENCUENTRO CON JESUCRISTO
MENTEFACTO CONCEPTUAL
ISOORDINADO
RASGOS
CRITERIOS ITINERARIO EPICENTRO
EJES
FORMACIÓN
FAMILIAS MISIONERAS
ACTIVISMO
GRUPOS PASTORALES TRADICIONALES
EXCLUYENTES
Historia de Lucía Esperanza y sanación para la mujer que ha abortado
Por: Gilberto Gómez Botero, Pbro.
H
Lo que he aprendido en la consejería post-aborto es que realmente el que sana es Dios. Nosotros somos sus ayudas y es un gran privilegio poder ser la persona que la escucha en nombre del Señor, diciéndole a esa mujer atribulada: “Si puedo ayudarte, estoy dispuesto a hacerlo”. Y más aún poder decirle como Jesús a la mujer adúltera: “ Yo tampoco te condeno. Vete y no vuelvas a pecar”; (Jn. 8-11).
ablo desde mi propia experiencia como sacerdote. En mi ya largo ministerio son muchas las mujeres y también muchos de sus cómplices las que han venido a buscar mi ayuda, a confesarse y a pedirme la absolución de sus pecados de aborto. Durante casi todo mi ministerio sacerdotal he tenido la delegación episcopal para absolver de este pecado, reservado por el Derecho Canónico. Y creo que he observado cuidadosamente las orientaciones que me da la Iglesia para ejercer el ministerio en este campo particularmente difícil. Pero sólo fue hace algún tiempo cuando descubrí que tenía que hacer más. Y no sabía cómo hacerlo. No tenía muchos recursos para desempeñarme, carecía de los conocimientos y de las claves. Pero comencé a aprender. Algo he aprendido y continúo aprendiendo. Porque en este terreno todos somos aprendices. Fue precisamente cuando un día llegó a mi oficina una joven, a quien llamaré Lucía, conocida por mi amistad con su familia, y a quien consideraba y trataba como amiga. Me preguntó que si podía y quería dedicarle un buen rato, porque quería hablar conmigo algo muy personal. Le dije que sí, que la escuchaba. Se produjo un silencio, para mí largo e incómodo. E inesperado. Porque ella era muy extrovertida y me trataba con mucha confianza. Por la expresión de su rostro me di cuenta que las palabras no salían de su garganta. Que tenía como un nudo que no lograba soltar. Después de unos interminables minutos me preguntó si me imaginaba de qué me iba a hablar. Yo le dije
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que me imaginaba que se trataba de su noviazgo y sus cuitas amorosas, como en otras oportunidades. Ella me dijo que no era de eso y que llevaba tres años esperando este momento. Pero que no lograba decidirse a hacerlo y que hoy había llegado el día. Hacía cinco años ella había quedado embarazada como resultado de una aventura con un joven que yo conocía. Al darse cuenta de su estado, le hizo saber a él que estaba esperando un hijo . De inmediato su novio le dijo que quién sabe de quién sería ese hijo, porque de él no era, que lo mejor era que abortara. Que él no podía asumir responsabilidades con ella. Lucía sentía pánico de enterar a sus padres, por la severidad de su papá y la frágil salud emocional de su mamá. Se sentía sola y vivía en el silencio su trage-dia. Sintió hasta deseos de no seguir viviendo. Se atrevió a comentarle el asunto a una tía suya. Y ella de inmediato la convenció de que abortara. Por ese tiempo Lucía tenía 24 años y había abandonado toda práctica religiosa. Era respetuosa con la orientación espiritual de los suyos. Pero ella misma había borrado a Dios de su vida. En el momento de realizarse el aborto Lucía estaba convencida de que había tomado una decisión correcta, más aún, pensaba que no tenía ninguna otra opción. Y durante mucho tiempo no hizo otra cosa que repetirse a sí misma que no tenía por qué preocuparse, que no se trataba de una vida humana, que era sólo un puñado de células, casi como un quiste, lo que le habían extraído de la matriz. Pero, sin embargo, los días siguientes al aborto no se acabaron las pesadillas. En medio de su sueño perturbado oía niños que lloraban, se miraba a sí misma como un criminal que no era digna de respeto ni merecía vivir. En sus largas y dolorosas vigilias se decía a sí misma que esto no podía haberle pasado a ella, que no era más que una horrible pesadilla. Pero al salir el sol la luz no disipaba los horrores de su espíritu. Estaba al borde de la desesperación. Y todo esto lo sufría sola. Se volvió a Dios, pero siempre tenía miedo de que El no la perdonara nunca. Acudió al sacramento de la penitencia y confesó su pecado. Estaba arrepentida. El sacerdote que la es-
cuchó en confesión le aseguró que el perdón que la Iglesia le otorgaba por su ministerio era el perdón que Dios le ofrecía. Muchas veces más siguió confesando su pecado, pero no llegaba la paz a su alma. Su alma estaba profundamente herida.
Tenía una gran herida en el alma y no había encontrado algo que la sanara. Sin que nadie se enterara, acudió a varios sicólogos clínicos que trataron de ayudarle a elaborar su duelo. Pero el recurso que estos profesionales le aplicaron era como una especie de anestesia cuyo efecto duraba poco o ni siquiera obraba. Tenía una gran herida en el alma y no había encontrado algo que la sanara. Hacía lo posible por mantener compostura frente a los suyos y frente a sus amistades. Pero se había tornado distante y melancólica. Su madre pensaba que todo esto se debía a que no había sido afortunada en el amor. Lucía estaba perdonada por Dios. Y por años había venido expiando su pecado. Ella lo sabía. Era una idea clara en su cerebro, pero no era una convicción que hubiera entrado en su corazón. Ese día vi claro que Lucía la pecadora era también otra víctima del aborto. A veces olvidamos eso y descargamos sobre la mujer todo el peso de la responsabilidad de este horrible crimen. Cuando sabemos que a su alrededor están otros que también son responsables, y quizás más que ella. Y son responsables por acción o por omisión, pero no se sienten culpables, porque parece que se exige de la mujer abortadora que cargue ella sola con todo el peso de la culpa y de la responsabilidad, cuando los otros corresponsables se lavan las manos como Pilato.
Lucía era otra víctima de su aborto. Su alma estaba medio muerta y su corazón medio paralizado porque estaba herido. Ese día ella me dejó ver las hondas heridas no cicatrizadas que seguían sangrando después de años. La Iglesia le había ofrecido el perdón de Dios, pero ella continuaba sin sanarse y sin perdonarse a sí misma.
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Acompañé a Lucía en ese largo proceso de sanación, pero no como un carismático sanador que tuviera habilidades para orientar el proceso de sanación, sino como un testigo y como un aprendiz. Como testigo vi que cuando las fuerzas humanas y los recursos de la ciencia tocan sus propios bordes y no pueden ir lejos, la gracia del Señor realiza prodigios. Y como aprendiz pude aprender muchas cosas que después me han servido para seguir siendo testigo y avanzar como aprendiz acompañando a otras jóvenes que han venido en busca de mi ayuda. Quiero repetir, para dejar en claro, que no soy ni me considero un experto. Y esto lo afirmo no por modestia sino por realismo. Hasta el momento no conozco ningún experto en este campo. No niego que los pueda haber. Pero no los conozco. Si los conociera estaría tranquilo para remitirle los casos que me lleguen. Porque continúan apareciendo por todas partes.
¿Qué aprendí con Lucía? 1. Que ante todo tengo que estar disponible para acoger a estas personas. Lo más cómodo para mí y también lo más acertado sería remitir estos casos a un profesional en quien se pueda confiar desde el punto de vista ético y profesional. Pero el hecho es que ella está allí y yo también. Por alguna razón me buscó y me está pidiendo ayuda. No puedo volver las espaldas a una mujer que está herida. No puedo pasar de largo como el levita que iba de Jerusalén a Jericó. El samaritano humanitario es un ejemplo que me reta como sacerdote. 2. He aprendido que lo que estas mujeres requieren es nuestra escucha y no nuestras fórmulas salvadoras. Lo que necesita esa mujer que nos busca es alguien que le escuche los crueles detalles de su historia. Alguien que no la condene y que le dé una palabra de esperanza. Tal vez, como ocurrió con Lucía, es la primera vez que se atreve a dejar asomar la realidad dolorosa de su alma. Y mientras uno la escucha, puede uno observar que ella se está escuchando a sí misma decir cosas que nunca había dicho a nadie antes. Me habló de su
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experiencia con su novio, cuando le contaba que estaba embarazada, quién pagó por el aborto, dónde ocurrió, qué sintió y cómo está viviendo su experiencia. Y creo que una de las claves más importantes para prevenir el embarazo indeseado (pero sí buscado) y el aborto es aprender a enfrentar el trauma post-aborto. Y esto sólo se logra escuchando de primera mano las crueles realidades que rodean al aborto. 3. He aprendido que estas mujeres no buscan racionalizaciones que les anestesien el alma por un momento, porque la anestesia dura poco o no obra en nada. Ella no necesita que le digan que “eso” no era un ser humano, sino sólo un puñado de células, como un quiste menudo, y que por tanto no vale la pena inquietarse por eso. Y ella misma ya ha tratado de administrarse unas dosis de anestesia. El resultado de estos procedimientos para “desculpabilizar” es con frecuencia pasajero o, lo que es peor, producen una insensibilización ética que se extiende como una mancha de aceite y les cubre otros sectores de la vida. Ellas necesitan que les ayuden a abrir una brecha por la cual dejar asomar el alma y escaparse así de su negación. 4. He aprendido que el aborto es un acontecimiento muy personal y privado. Por eso es posible que la mujer no llegue nunca a expresar el duelo que la atormenta. Su sufrimiento puede llegar a interiorizarse y expresarse en otras formas. Si no se le da el tiempo y se le ofrece la oportunidad para que exprese el duelo, es posible que este nunca se resuelva y se enquiste y continúe manifestándose en formas cada vez más patológicas. Necesita que la dejen expresar la tristeza de su duelo. Nadie se lo ha favorecido hasta ahora. Llora en secreto por la pérdida de un ser que estaba muy cercano a su corazón y que tal vez sólo ahora ella toma conciencia de lo que ese pequeño ser significaba para ella en las más profundas capas de su alma. El duelo es una reacción emocional muy compleja que afecta a la persona muchas veces en su vida. El duelo no puede evitarse; pero debe ser
aceptado, enfrentado y resuelto para poder volver a funcionar adecuadamente en la vida, luego de un período en que se permita a la mujer dejar ver su tristeza, o que ella misma se lo haya permitido. 5. He aprendido a preguntar, pero no tanto para coleccionar información sino para ayudarle a la mujer a comprenderse mejor a sí misma, para que logre dejar salir su dolor y la vergüenza que lleva reprimida. Tal vez por primera vez ella puede abrirse y compartir sobre su aborto y una pregunta oportuna y delicada abre la brecha para que ella pueda hablar. Escuchar no es sólo una actitud pasiva y paciente. Es también interés y esto se puede demostrar cuando hacemos preguntas adecuadas. 6. He aprendido que acompañar significa asumir el tiempo y el ritmo vital de estas mujeres cuyo proceso puede ser largo y difícil. Porque es complejo. Y lo que por naturaleza es complejo no se puede simplificar arbitrariamente. 7. También he aprendido que en el manejo del trauma post-aborto la mujer debe enfrentar cinco sectores relacionales en los cuales debe desplegar su capacidad de comprensión, de perdón y descargarse de los odios reprimidos. Estos sectores son: Dios, la Iglesia u otra comunidad de apoyo, los otros (médico, padres, novio o marido, consejeros y cualesquiera que la hubieran animado al aborto), el bebé muerto y ella misma.
Ante todo Dios.
que perdona, pero su mente sólo le entrega la imagen del Dios vengador que le cobra la vida destruida. Se pasa fácilmente de la esperanza a la duda y de la duda a la desesperanza. Y vienen los reclamos a Dios, a quien se le culpa porque ocurrió el embarazo. Una joven me decía: “Mi hermana lleva ocho años buscando el embarazo y en cambio yo quedé embarazada muy fácilmente. Por qué no le daría Dios ese bebé a mi hermana, que sí lo quería?”. Un dolor sin esperanza puede desembocar en una cruel y a veces fatal desesperación. “Dios sí me perdonará?”. “Yo quisiera escuchar una palabra de perdón de parte de El para seguir viviendo”. En cambio cuando brilla una luz de esperanza, de esa esperanza que sólo puede darnos la fe, entonces la vida vuelve a tener sentido. La reconciliación con Dios comienza cuando, abandonando el falso camino de la negación de los hechos, reconocemos que hicimos algo que contraría el plan de Dios y decidimos corregir nuestro rumbo.
La Iglesia o la comunidad de pertenencia. El aborto es un crimen contra los seres humanos, contra la familia humana a la cual pertenecemos. La Iglesia Católica posee una reconciliación sacramental formal. No es necesario que la mujer publique su pecado. Pero sí conviene que quien haya cometido el aborto reconozca su falta ante alguien que tenga autoridad moral e institucional y se reconcilie con esa comunidad humana que al mismo tiempo es la familia de Dios.
No sé si se pueda dar el proceso de sanación del aborto sin tocar la relación con Dios. Honestamente creo que no. Lo que sé es que en estas circunstancias la mujer lucha por relacionarse con Dios a medida que la experiencia del aborto le pesa más. Se da cuenta de que necesita de alguien que la salve, porque ella no puede salvarse a sí misma. Es frecuente que la experiencia del aborto sirva como punto de partida para una nueva experiencia de Dios.
Y los otros que facilitaron, o impulsaron o abiertamente indujeron al aborto. En primer lugar los padres.
Esta experiencia al principio es dolorosa porque está marcada por la ambivalencia: busca al Dios Padre
Luego está el corresponsable principal del embarazo: llámese novio, amigo, lo que sea. Cada caso es
Muchas veces ellos, aún sin proponérselo, por acción o por omisión, son factores decisivos en la comisión del aborto. Yo sé muy bien que esto deja en el alma de la mujer una herida muy difícil de sanar y que persiste por mucho tiempo.
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una historia. y dijo que “yo no fui”; y luego se largó; el que quiso casarse con la condición de que ella abortara y pero luego canceló el proyecto; o se limitó a insinuar que sería “la mejor solución” o simplemente se mantuvo neutral. Esta herida en la mujer dura por años y con frecuencia evoluciona muy mal en las parejas casadas. Si no trabajan este punto y lo llevan hasta el perdón y la reconciliación. Conozco casos en los que el recuerdo de un aborto cometido al principio del matrimonio se mantuvo dolorosamente enquistado en el alma de la mujer y termina arruinando definitivamente la convivencia conyugal. Y ese dolor enquistado con el paso del tiempo no se borra ni se diluye, sino que aumenta para proyectarse sobre consejeros, amigos y parientes, sobre quien la acompañó a la clínica, quien la animaba a abortar. “Si estas personas realmente se preocupaban por mí, por qué no me detuvieron?”.
El hijo abortado. Son muchas las preguntas que están en la mente de la mujer que abortó y deben tenerse en cuenta: “Dónde estará mi hijo? Será que me ama aún después de lo que le hice?”. Las respuestas dependen de nuestra formación religiosa. Una respuesta puede ser que el niño es feliz en el cielo y ya no sufre, y que un día se reunirá con ella. Pero esta respuesta no es asimilada de inmediato y requiere tiempo para que se disipen las dudas que atormentan a la mujer que tiene viva su conciencia y que ahora se lamenta de no haber sabido decirle un SI a la vida que alentaba en sus entrañas. Aunque manejemos estos temas, tenemos que dejarla expresar sus fantasías. Ella siempre quiere decir a su bebé: “Yo quisiera no haberlo hecho. Puedes amarme todavía?”. Pero ella necesita poderlo compartir también con alguien. Me he dado cuenta de que, cuando estas mujeres hacen algo por un niño que no es suyo, comienzan a sentir que están redimiendo su pasado y que lo que ellas hagan en este sentido, en nombre del bebé abortado, tiene cierto poder para exorcizar su angustia. Es
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como una reparación vicaria. Pero funciona bien en la práctica.
Perdonarse a sí misma. Es el punto más difícil en todo este proceso de sanación. Es frecuente que la mujer se eche encima toda la culpa, inclusive la de los otros. Entre negar la culpa que se tiene y echarse toda la culpa hay un término medio que no siempre es fácil de lograr. Pero hay que hacerlo. Quisiera conocer un método para lograrlo. Pero no lo conozco. Sólo sé que es la oración la que abre el camino, o también un testimonio personal lo que nos ayuda a saltar la valla y perdonarnos a nosotros mismos. Pero no tengo las claves para esto. Sólo sé que ha ocurrido y que es un paso importante que la mujer tiene que dar. A veces es sólo cuando la mujer llega a convencerse de que Dios sí nos ha perdonado y el apoyo de otras personas cuando comienza a verse a sí misma desde otro ángulo, como hija de Dios a quien el Señor ama y comprende, cuando mejoran su autoimagen y su autoestima.
Los pasos hacia el perdón y la sanación. Entre las muchas cosas que he leído sobre el tema, llegó a mis manos un artículo escrito por una mujer que firma bajo el seudónimo de Loraine Alison y que fue publicado en la revista americana Marriage & Family (Enero 1990 pgs.7-9). La autora, una mujer casada, describe minuciosamente su experiencia del aborto provocado, así como el proceso de sanación. El título del artículo es de por sí ya muy sugestivo: “Hay derecho a vivir después de cometer un aborto?”. Y luégo el subtítulo nos entrega una clave muy valiosa: “El deseo de ser perdonada y de sanarse emocionalmente es el punto de partida”. Para mí constituye un aporte muy valioso, que ilumina mucho este difícil proceso. Lo traduje al español y copias del mismo se las he dado a muchas mujeres que se debaten en la lucha para lograr su sanación espiritual. Quiero destacar lo que me parece más importante: los pasos del proceso de sanación. La sanación es un resultado que no se puede manipular a voluntad. Sólo se pueden poner circunstancias
favorables para que ésta opere. Y considero que conocer los pasos puede ayudar. Ante todo, ella es testigo de primera mano de su propia historia. Y por eso puede responder desde su propia experiencia a la pregunta:
Puede una mujer experimentar el perdón y la sanación después de un aborto?. Responde: “Por mi propia experiencia yo sé que esto es posible si hay un deseo sincero de ser perdonada y sanada emocionalmente. No se trata de un procedimiento fácil o instantáneo, pero lo puede lograr quienquiera que busque verdaderamente la misericordia de Dios. El mismo procedimiento puede aplicarse a todos aquellos que estuvieron implicados indirectamente en el hecho del aborto: esposo, novio, padres, profesionales, médicos y psicólogos, a todos los que se hallan afligidos y sufren las heridas consecuentes de un aborto provocado. Aquí resumo brevemente los pasos que fueron necesarios para mí y para otras mujeres que fueron víctimas de esta tragedia” (los párrafos que siguen son textuales de la autora).
1. Experimentar el proceso de duelo. El duelo es un sentimiento sano. Es un momento triste e incómodo pero hay que vivirlo necesariamente. Al involucrarme activamente en estos programas de recuperación, he aprendido que el camino hacia reintegración de la persona es muy arduo. La cólera, la incapacidad para perdonar a todos los que directa o indirectamente se implicaron en el aborto, la culpabilidad, la tristeza indecible por la destrucción del bebé, se entrelazan en la experiencia. Pero uno debe llegar a sobreponerse a estos sentimientos y reconocer el duelo como parte del proceso que conduce a la sanación.
2. Deseo de perdonarse uno a sí mismo. El perdón de sí mismo es quizá la fase más difícil de todo este recorrido.Uno ha reducido a añicos su propia imagen, creyendo haber cometido el más detestable de los pecados. Muchas de nosotras sentimos la necesidad de castigarnos a no-sotras mismas a
consecuencia del aborto cometido. Con frecuencia muchas lo hacemos inconscientemente; porque no podemos perdonarnos, sentimos que se ahonda en nosotras la necesidad de autodestruirnos. Al experimentar personal-mente el amor de Dios y su perdón, he descubierto que Dios no es el Juez iracun-do que yo veía en El cuando era niña, sino que es un Dios que quiere que yo esté en paz y que se acabe mi propio silencioso sufrimiento. Dios sabía que, como seres humanos que somos, íbamos a cometer el pecado, pero Dios, como padre amoroso que es, está dispuesto al perdón. Si nos proponemos reflexionar detenidamente en ese amor que El nos tiene poco a poco encontraremos la fuerza que necesitamos para perdonarnos a nosotros mismos. Durante el embarazo nuestro pensamiento se halla obnubilado por el dolor y el pesar. Con esta torcida manera de pensar tomamos esa terrible decisión: el aborto. Ponemos por obra la decisión y aquí ya no es posible volver atrás. Para nada nos sirve pasarnos el resto de la vida odiándonos a nosotras mismas y cargando nuestras miserias. Pero buscar el perdón, experimentarlo y permitirle a Dios que nos sane, puede dar otra vez sentido a nuestra vida y comunicarnos la capacidad de vibrar ante el sufrimiento que otros padecen o pueden padecer como hemos sufrido nosotras mismas. Cumplimos así el mandamiento de “amarnos unos a otros” cuando compartimos nuestras experiencias de perdón y de sanación con aquellas que no las han vivido todavía.
3. Aceptar que uno sí cometió un pecado. Cuando por fin uno ha llegado a perdonarse a sí mismo, ya ha superado un gran obstáculo. Confiando que hemos sido perdonados, buscamos que se termine el sufrimiento y el dolor que nos hemos infligido nosotros mismos y comenzamos a caminar hacia la sanación. Admitimos nuestro pecado y nos responsabilizamos de la acción que hemos cometido. Al declararnos autores de nuestro pecado, podremos experimentar una gran sensación de alivio, larga mente esperada. “En verdad lo hice. No puedo deshacer lo que hice pero espero ser perdonada”. Háblele a Dios; El comprende y reconoce el verdadero arrepentimiento. Si no tiene una oración propia suya,
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le ofrezco ésta que yo empleé: “Padre Celestial, vengo ahora a confesarte el pecado de aborto que he cometido. Por mis propias acciones he traído el tormento y la muerte a mi hijo y mucha tribulación a mí misma. Te ruego, Señor, me perdones. Al reconocer que por mi propia voluntad he destruído mucho en mi propia vida, te pido tu ayuda para vivir de acuerdo con el plan que tienes para mí. Como tu hija que soy, te pido que sanes cada parte de mi mente y de mi cuerpo que sufre todavía de las consecuencias del aborto y dame tu paz. Te agradezco el amor que me tienes y la piedad que me demuestras. En el nombre de Jesús. Amén”. Recuerde que Dios, con el amor de un perfecto padre, desea mucho más que uno mismo, que el sufrimiento que padecemos termine. Indudablemente que vamos a experimentar momentos de angustia y dolor por ese bebé que nunca tuvimos en nuestros brazos, al que nunca le prodigamos cuidados. Pero la sanación es un proceso continuo.
4. Decidirse a perdonar a otros. Tal vez el marido, el novio o los padres hayan presionado para cometer el aborto o retiraron su apoyo durante este tormentoso momento de nuestras vidas. La desaparición de los sentimientos de amargura y de rabia hace parte de la sanación. Necesitamos pedir a Dios ayuda para perdonar a todas las personas que hayan podido influír en la decisión de abortar. Necesitamos perdonar al personal de la clínica de abortos. A veces esto parece imposible, pero con la ayuda de Dios se torna posible.
5. Experimentar la realidad. Para muchas de nosotras el tiempo que sigue al aborto es un tiempo de negación. Este mecanismo de defensa se apodera de nuestros cuerpos y de nuestras mentes hasta que seamos capaces de manejar este tremendo dolor y esa sensación de pérdida. Cuando por fin somos capaces de lograrlo, debemos enfrentar el dolor y poner cara a la realidad de nuestra acción. Y hacerlo paso a paso. No importa lo doloroso que pueda ser, es parte del proceso de sanación.
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6. Establecer una relación con el niño abortado. Esto es algo íntimo y a la vez doloroso que hay que hacer. Pensando que el niño abortado fue justamente eso un niño uno puede comenzar a hablarle durante los momentos tranquilos. La aflicción que tal vez uno llegue a sentir puede ser ciertamente saludable y es sin duda necesario experimentarla para lograr perdonarse a sí misma. En estos momentos uno tiene que abrirse a sus propios sentimientos. Es posible que estas serenas conversaciones se llenen de lágrimas y dolor, pero abrirán camino a la sanación y al perdón.
7. Llegar a otros. Cada una de nosotras decide cómo alcanzar a otras personas. Cuando nos ponemos en contacto con otras personas que están heridas, surgen sentimientos agradables, positivos, respecto de nosotras mismas. El mismo perdón y la misma sanación que estamos experimentando pueden ofrecérseles a ellas también. Y una decisión que debemos tomar en consideración cada una de nosotras es la de comprometernos en la lucha contra la legalización del aborto. El perdón y la sanación que hemos conocido nos darán, sin duda, la fuerza para compartir con otros esa paz que hemos logrado. Cada día yo pido a Dios que me dé un corazón capaz de compadecerse de las personas que se hieren a sí mismas, especialmente de aquellas que sufren a consecuencia del aborto. Cuando uno llega por fin a sanarse de este tremendo dolor, lo que uno más quiere es compartir esta esperanza con quienes todavía no han llegado a experimentarla”. Hasta aquí el texto de Lorain Alison.
Conclusión Lo que he aprendido en la consejería post-aborto es que realmente el que sana es Dios. Nosotros somos sus ayudas y es un gran privilegio poder ser la persona que la escucha en nombre del Señor, diciéndole a esa mujer atribulada: “Si puedo ayudarte, estoy dispuesto a hacerlo”. Y más aún poder decirle como Jesús a la mujer adúltera: “ Yo tampoco te condeno. Vete y no vuelvas a pecar”; (Jn. 8-11).
El paradigma relativista de nuestro tiempo. Por: Orlando Arroyave Valencia, Pbro.1
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una sociedad que se autoproclama relativista es una sociedad pesimista y confusa porque donde no hay puntos de orientación hacia los cuales se deba dirigir el hombre entonces cualquier punto puede ser punto de orientación, generando con ello confusión y pesimismo, dos palabras que permanentemente escuchamos en nuestra sociedad.
uando hablamos de relativismo debemos tener claro que el término abarca diversas formas de relativismos; en el presente ensayo2 intentaremos, en primer lugar, estudiar brevemente los tipos de relativismos proclamados en el mundo contemporáneo; en segundo lugar intentaremos hacer una crítica contra los distintos relativismos; y en tercer lugar haremos una conclusión. Básicamente son cuatro los relativismos que se proclaman en el mundo contemporáneo, estos son: un relativismo lógico-lingüístico defendido por pensadores como Wittgenstein y Quine; un relativismo epistemológico defendido por los físicos nucleares, atómicos y cuánticos; un relativismo histórico-hermenéutico basado en el influjo histórico cultural que determina a la persona en el momento de valorar, este está defendido por Wilhelm Dilthey, Heidegger y Vattimo; y un relativismo ético básicamente defendido por Federico Nietzsche.
I. Diferentes tipos de relativismos. El Relativismo histórico. Este tipo de relativismo se basa en la afirmación de que toda teoría, toda propuesta filosófica o cultural es 1. Sacerdote de la arquidiócesis de Medellín, doctor en filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma; docente e investigador en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Con estudios de pregrado y posgrado en la misma universidad. Ha sido docente en la Universidad de Antioquia, en la Universidad de san Buenaventura y en la Universidad Cooperativa de Colombia. Colabora pastoralmente en la parroquia de la Candelaria. 2 Este ensayo es producto de una investigación que el autor ha realizado sobre la hermenéutica, investigación que se ha realizado con la colaboración de la Universidad Pontificia Bolivariana quien le ha concedido un año sabático para realizarla; corresponde al último numeral de la tercera parte de dicha investigación donde se analizan los problemas inherentes a la hermenéutica, siendo uno de ellos el problema del relativismo contemporáneo.
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hija de su tiempo pues ella responde a una serie de problemas y cuestiones suscitadas en una época determinada. Este tipo de relativismo sostiene que toda teoría científica, filosófica o estética nace en un presente y para un presente; en este sentido este tipo de relativismo sostiene que no existe una teoría que llegue a ser eterna e intemporal o supratemporal; aunque toda teoría aspire a ser eterna, a responder a problemas eternos, sin embargo nunca llega a serlo; todas las teorías son fugaces y perecederas. Por otro lado, este relativismo sostiene que toda teoría, además de ser fugaz, efímera y perecedera es además parcial en su apreciación sobre la realidad; este relativismo sostiene que nunca una teoría por grande que sea jamás podrá dar una visión total y totalizante sobre la realidad; el hecho de que las diferentes teorías tengan una pugna permanente las unas contra las otras demuestra su carácter relativista y parcial. Para este tipo de relativismo la verdad no es algo trascendente, eterno e inmutable sino que la verdad va a estar supeditada o sometida al vaivén histórico, a los contextos culturales, a las diferentes épocas históricas; consecuentemente se puede decir que para el relativismo histórico la verdad es relativa, transitiva y cambiante.
El relativismo epistemológico.
Dicho relativismo sostiene que toda teoría científica es hija y por lo tanto producto de su propio tiempo histórico, por lo tanto está supeditada o depende de un paradigma histórico; paradigma dentro del cual y solo dentro de él es sostenible dicha teoría; además sostiene que dentro de la formulación de toda teoría científica lo que la determina en su formulación no son los hechos objetivos sino las motivaciones sicológicas, sociales, políticas, económicas e incluso religiosas. Toda teoría científica, según este tipo de relativismo, es producto de mitos, y de sugestiones emocionales; en última instancia, el relativismo epistemológico va a sostener que toda teoría científica es el producto de un momento histórico y surge como producto de emociones, sentimientos e incluso mitos.
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El relativismo lógico.
Este surge como producto del análisis del lenguaje; análisis que procede de la siguiente manera: primero un término, una palabra, un concepto se analiza de modo aislado; luego se ubica dicho término, palabra o concepto dentro de la función que ejerce en la frase o en la oración o en el contexto en que fue dicha o pronunciada; después se analiza la frase que contiene a la palabra dentro del contexto lógico que la determina y finalmente se da el salto hasta la tradición histórica de la que ha brotado dicho término, frase y estructura gramatical que la determina. Inicialmente se creía que las leyes lógicas que determinaban el funcionamiento del lenguaje eran entes supratemporales, objetivos y que no estaban sujetos al cambio; sin embargo la crítica que se le hace a dicho esquema es que las leyes lógicas están supeditadas al sujeto y por lo tanto éste puede disponer de ellas a su antojo, éste las puede cambiar y reemplazar a su arbitrio; algunos filósofos que defienden este relativismo sostienen que el sujeto es quien puede crear, generar y concebir las estructuras lógicas que determinan el universo de las leyes lógicas; por lado también habría algunos filósofos que sostienen que las leyes lógicas no pueden ser universales ni iguales para todo el mundo, así como tampoco pueden ser universalmente aceptadas. Este debate contra las leyes lógicas, y que hemos acabado de mencionar, fue el que generó el relativismo lógico, pues se considera que si las leyes lógicas quedan supeditadas al arbitrio del sujeto, entonces cualquier persona capacitada lógicamente las puede crear, cambiar o reemplazar; por otro lado si las leyes lógicas no son iguales para todo el mundo, entonces no son universalmente compartidas y van a depender de los distintos contextos, culturas, épocas históricas y circunstancias.
El relativismo lingüístico.
Este relativismo surge de la afirmación según la cual el uso del lenguaje está supeditado a los diferentes contextos y circunstancias donde se utilice un determinado lenguaje; de modo que según este tipo de relativismo no se puede sostener el hecho de que existan leyes y normas gramaticales fijas, objetivas e iguales para todo el mundo sino que las leyes y normas gramaticales y lingüísticas van a depender de los distintos contextos donde un determinado lenguaje es hablado y
utilizado; básicamente no son las leyes gramaticales y lingüísticas las que determinan el funcionamiento del lenguaje sino que el funcionamiento y la manera como un lenguaje es hablado y utilizado es el que va a determinar la creación y la utilización de las leyes lingüísticas; esto es lo que en el filósofo alemán Gadamer y en austriaco Wittgenstein se va a llamar juegos lingüísticos (Sprachspielen). Lo que va a determinar el significado de una palabra es el modo y las circunstancias en las cuales se utiliza.
El relativismo ético.
Las leyes y las normas morales se pueden concebir de modo subjetivo o de modo objetivo, es decir las normas morales se pueden concebir como datos objetivos, permanentes, iguales para todo el mundo y universalmente válidas y aceptadas o se pueden concebir de modo subjetivo y cambiante, no aceptadas universalmente sino dependiendo de unas circunstancias determinadas. Si las leyes éticas son entidades objetivas, fijas inmutables, si el bien es algo que siempre permanece estable y de manera invariable y va a ser el mismo para todos y en todas las épocas, entonces podemos hablar de un objetivismo ético; pero si las leyes éticas son productos del sujeto, de las sociedades, de las costumbres, de las épocas históricas entonces éstas van a estar supeditadas al cambio, estas pueden variar y transformarse. Si en el primer caso hablamos de objetivismo ético, en el segundo caso hablamos de subjetivismo ético y es en este segundo caso donde propiamente se puede dar un relativismo ético.
II. Posición crítica. Contra el relativismo en general.
Primero que todo hay que decir contra el relativismo historicista que el hombre, el ser humano y las características que lo definen no pueden estar sujetas al relativismo porque la base primera sobre la cual se estructuran todos los relativismos es el hombre y su naturaleza humana; en este sentido se puede decir que el ser humano es un ser libre y este dato no se puede relativizar; el ser humano es un ser que tiene afectos y necesita afectos; el ser humano es un ser que tiene los rasgos de la mortalidad, de la racionalidad y de la proyectualidad, es un ser que necesita proyectarse fuera
de sí mismo, estas características del ser humano no se pueden relativizar, ya que relativizarlos implicaría negar lo más propio de la condición humana. En segundo lugar habría que decir contra el relativismo historicista que una cosa es la verdad y otra cosa es el contexto histórico, social, cultural, económico y político donde se sitúa la verdad; el hecho de que la verdad adquiera las categorías histórico-culturales de una época no por ello va a ser relativa y no por ello la verdad va a estar sujeta al cambio; en otro sentido se puede decir que la verdad necesita expresarse históricamente en distintos contextos para ser proclamada y comprendida pero no por ello va a ser relativa o transitoria, no por ello va a perder los rasgos de absolutidad que le son propios. Se podría decir que el relativismo historicista confunde relativismo con inculturación, ya que el hecho de que la verdad sea proclamada en un contexto cultural diferente no por ello la verdad se va a convertir en un valor relativo. Justamente la verdad se va transmitiendo a partir de teorías científicas, filosóficas, políticas, estéticas y teológicas, por el hecho de que las teorías se puedan corregir, cuestionar e interrogar ello no significa que la verdad sea relativa; antes por el contrario la verdad misma va arrojando, desde ella, luces que enriquecen las distintas teorías y propuestas científicas, filosóficas, culturales, estéticas y teológicas. La verdad, sea ésta entendida desde el plano lógicogramatical, ontológico-hermenéutico o en el plano existencial-religioso es siempre un lugar, un punto y un plano de referencia; además ella siempre exige y plantea la necesidad de un cambio, de una renovación y de una transformación pues la experiencia de la verdad cambia, transforma y renueva a quien accede a ella. Por otro lado hay que sostener contra el relativismo historicista que el hecho de que la verdad se revista con los caracteres históricos para hacerse más asequible a una sociedad, a una cultura o a una época histórica, no excluye, desde el punto de vista filosófico, que un día la verdad se pueda alcanzar definitivamente; el hecho de que un día podamos alcanzar la verdad de modo definitivo es algo que hay que afirmar contra el relativismo historicista.
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Contra el relativismo científico o epistemológico.
En el plano del relativismo epistemológico y científico éste se refuta a sí mismo porque para poder aceptar si una teoría científica es verdadera o no, debe hacerse argumentativamente desde un plano o un punto de vista superior, es decir debe inventarse una nueva teoría que justifique que la teoría que se quiere negar o relativizar no es verdadera; un plano o punto de vista superior desde el cual se evalúen todas las teorías y su respectiva visión de la realidad implica la elaboración de una nueva macro-teoría; según esto, el problema radica, y en esto se presenta una contradicción para el relativismo científico, en que esta punto de vista superior se convierte a su vez en un punto de referencia y cuando esto sucede pierde los rasgos de relatividad, porque el relativismo no acepta puntos de referencia a los cuales se pueda dirigir; de esta manera el relativismo cientifista o epistemológico queda confutado en sí mismo y desde su propia base.
Contra el relativismo historicista.
La base común sobre la cual se asienta el relativismo es la concepción de que las expresiones lingüísticas, las teorías científicas, los valores y la verdad misma son productos de la historia; según esto todo nace, vive y muere con el y en el acontecer histórico; de ahí que el pluralismo y el contextualismo son productos de una determinada visión de la historia; según esto, una creencia absoluta en el relativismo o quien profesa ciegamente que el relativismo es un absoluto solo lo puede hacer cuando afirma y sostiene una determinada visión de la historia; toda visión relativista termina siendo una visión pesimista y negativa de la historia ya que quien acepta el relativismo de modo absoluto no acepta la existencia de principios absolutos, fijos, determinados e inamovibles y menos aún acepta la posibilidad de fundamentos. Pero por otro lado habría que decir que si no existen principios absolutos hacia los cuales encaminarse y dirigirse no se podría afirmar un progreso, una maduración y un desarrollo positivo o negativo. Además si se afirma de modo absoluto el relativismo no es posible decir que el hombre, que el ser humano aspira a la verdad y a la posesión plena de ésta; si esto es así no encontraríamos ante una visión pesimista del saber y nos encontraríamos ante un sinsentido.
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En general se puede decir que una sociedad que se autoproclame relativista sería una sociedad pesimista; pesimismo que surgiría del hecho de reconocer que no hay puntos de llegada a los cuales se pudiera y se debiera aspirar.
A favor de la sicología y contra el relativismo lingüístico.
Hoy dentro del campo de la filosofía contemporánea existen algunos pensadores que sostienen que el lenguaje es un fenómeno sicológico y mental; por el hecho de estar arraigado en el ser humano no está supeditado a variantes de tipo relativista; ellos sostienen que detrás del lenguaje se puede encontrar una estructura de carácter universal, estructura que se puede llegar a describir; en este sentido se puede hablar de universales lingüísticos, incluso de un cierto innatismo lingüístico; estos pensadores sostienen que el lenguaje al ser un elemento sicológico y por lo tanto constitutivo del ser humano es por ello una entidad de carácter universal que comporta elementos objetivos y desde este conjunto de ideas lo reviste un carácter de orden fundamental.
A favor de los fundamentos.
Cuando se argumenta contra un dato último y evidente, tal argumentación se intenta presentar como un dato último y evidente; lo que se constituye en una clara contradicción; si la pretensión del relativismo contra los fundamentos es proponerse como una argumentación última, clara, definitiva y evidente entonces incurre en una contradicción porque el relativismo a sí mismo se está proponiendo como fundamento último, evidente y definitivo. Por otro lado, y siempre contra el relativismo, no es posible negar el punto de vista desde el cual una persona elabora o realiza su argumentación ya que siempre que se realiza una argumentación quien la realiza está determinado por un punto de vista; por lo tanto aunque todo tienda a ser relativo no se puede relativizar ni negar el propio punto de vista ya que el punto de vista desde el cual se habla se convierte en el punto que determina a quien habla.
El giro ético.
En el pensamiento contemporáneo existe una tendencia que se denomina el giro ético; esta tendencia ha surgido como una respuesta o un intento de reflexión que le hace de contrapeso a las tendencias relativistas que aquí hemos estudiado.
Esta tendencia sostiene y afirma que las propuestas relativistas que existen en nuestro mundo actual solo se pueden superar mediante una reflexión de tipo ético o mediante una reflexión en torno a la razón práctica o sea la razón ética; esta tendencia sostiene que es necesario y urgente coordinar, organizar y sistematizar las diferentes perspectivas y las diferentes miradas propias de cada pueblo y de cada cultura.
También se debe tener claro que todo intento por afirmar una propuesta relativista es fallido porque está viciado de raíz, ya que un relativismo afirmado y sostenido hasta la saciedad termina por convertirse en un absolutismo; de modo que también el relativismo puede ser un absolutismo; aquí han de incluirse aquellos autores que sostienen que el relativismo es la única propuesta válida para nuestro tiempo.
Esta tendencia que reflexiona en torno al problema ético enfatiza la necesidad de recurrir a conceptos que estén acordes con el mundo postmoderno en que vivimos; en este sentido esta reflexión ética enfatiza conceptos tales como la identidad y la diferencia, el respeto por el otro, el amor al prójimo, el rostro, la acogida; en este sentido está tendencia enfatiza el respeto por los demás, la aceptación de las diferencias, la compasión, la solidaridad, así como la fraternidad; también es tema de esta reflexión en torno a la ética un gran interés por el ser humano y este visto como individuo y por los rasgos de singularidad que éste comporta.
La reflexión de carácter práctico o ético, la reflexión sobre el carácter ético del ser humano, la reflexión sobre la razón práctica está encaminada a un esfuerzo por superar el relativismo ya que la praxis humana es lo efectivamente determinante en el ser y en el quehacer humano; en este sentido toda reflexión sobre el quehacer humano se encamina a un tipo de reflexión donde se puedan determinar puntos claros de tipo trascendente que orienten y acompañen la praxis humana; por otro lado una reflexión así orientada debe encaminarse a la búsqueda de una propuesta ética donde sean determinantes elementos tales como: el respeto por la diferencia, el reconocimiento de los propios límites, el reconocimiento de los límites de los demás, el reconocimiento de la propia identidad y de los propios valores para poder valorar la identidad y los valores de los demás.
Esta tendencia reflexiva en torno al problema ético ha hecho que hoy se presente un gran interés por el carácter ético del individuo, de la sociedad y de la cultura, así como el carácter ético de la técnica y de la ciencia; en este sentido muchos pensadores contemporáneos han asumido posiciones críticas y de denuncia frente a los posibles excesos o defectos que estos fenómenos puedan comportar para la humanidad actual.
III. Conclusión. El problema del relativismo es un problema que ha tenido que afrontar la cultura contemporánea pero que hunde sus raíces en la cultura moderna; la hermenéutica ha tenido que afrontarlo directamente y ha sabido replantearlo; frente a los diversos tipos de propuestas relativistas se han argumentado propuestas antirelativistas, así como también se han propuesto nuevas tendencias que tratan de superar los diversos tipos de relativismos; se debe tener claro que en la mayoría de las propuestas relativistas se presenta una fatal confusión entre la verdad como dato último al cual se encamina el saber y el hacer humanos y la manera como dicha verdad es expresada y frente a ello hay que decir que no porque cambie la forma de expresar históricamente la verdad no por ello la verdad se convierte en un hecho relativo.
Pero por encima de todo esto nos debe quedar claro que una reflexión sobre el relativismo propio de nuestro tiempo no puede dejar de reconocer que existen lugares fijos e inamovibles que se convierten en paradigmas; en este sentido hay que destacar al hombre y los rasgos que caracterizan su existencia, su vida y todos aquellos rasgos que lo conforman como ser humano; la verdad, bien sea entendida en su versión pragmática, positivista, lógico-gramatical o hermenéutica es siempre un lugar fijo y recurrente al cual siempre tiene que referirse el ser y el quehacer humanos; Dios o el ser trascendente y absoluto, entendido como punto de referencia al cual se debe orientar la acción humana; por encima de todo esto no puede dejarse de lado el hecho de que una sociedad que se autoproclama relativista es una sociedad pesimista y confusa porque donde no hay puntos de orientación hacia los cuales se deba dirigir el hombre entonces cualquier punto puede ser punto de orientación, generando con ello confusión y pesimismo, dos palabras que permanentemente escuchamos en nuestra sociedad.
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90 de Apeles (La calunnia) / Sandro Botticelli, 1495 La calumnia Temple sobre tabla • Renacimiento / Galería Uffizi, Florencia, Italia