ARQUIDIOCESIS DE NUEVA PAMPLONA CARTA A LOS CRISTIANOS ABRIL DE 2017 JESUCRISTO, RESURRECCIÓN Y VIDA Queridos Hermanos. Lamentablemente el pesimismo es una de las constantes de nuestra vida. Hablamos más de los dolores del parto que de la alegría de un nuevo nacimiento. En nuestras conversaciones es mucho más frecuente quejarnos por la corrupción, la mala situación económica, la inseguridad, el avance del vicio y hasta del mal tiempo, que resaltar los aspectos positivos, los trabajos honestos, las buenas cosechas, el progreso de las vías y otras situaciones en las que se ha producido un avance o un progreso. Siempre estaremos más atentos a la enfermedad de un miembro, que a la salud de todos los demás. Si nos pusiéramos a escribir todas las cosas buenas que hay a nuestro alrededor y las situaciones personales y comunitarias que han mejorado, llenaríamos muchísimos cuadernos; pero nuestra mirada, al estar abierta a criticar lo negativo nos impide descubrirlo. En esta carta queremos ver los acontecimientos de la pasión y muerte del Señor que meditamos en el santo viacrucis, más allá de sus tristes y dolorosas connotaciones, como el camino del triunfo del bien y de la luz, frente al mal y las tinieblas. Desde el primer domingo de Cuaresma, nos acostumbramos a hablar de las tentaciones del Señor y no de su triunfo sobre ellas y de la Semana Santa, como si terminara en el sepulcro y no en la luminosa resurrección.
Hoy queremos hablar de la RESURRECCIÓN Y LA VIDA y con ellas, de las alegrías, de la felicidad, del triunfo, de la luz, de la gracia, de la gloria y especialmente del Cielo. Hoy debemos romper todo pesimismo y unirnos a todos los justos del mundo, que gracias a la resurrección de Cristo, pudieron ingresar felizmente al cielo. Hoy es el día para reconocer que donde reinó el pecado ahora reina la gracia y por tanto, a pesar de las dificultades y tristezas de “este valle de lágrimas,” María, y con ella toda la Iglesia, nos muestran a Jesús victorioso, esperándonos para compartir con Él, eternamente la gloria del Padre. La vida que el Resucitado nos regala, no es ya la vida caduca que nos quedó malherida desde el pecado de Adán, sino la vida sin penas ni dolor, sin amarguras ni resentimientos, sin la amenaza continua de la enfermedad y de su consecuencia, la muerte. La vida que sigue a la resurrección es la que siempre soñó el Padre Dios para nosotros; plena felicidad y alegría, con un gozo que nuestras palabras no alcanzan a describir, en la que el ver a Dios, “cara a cara” nos permitirá disfrutar para siempre de su propio ser. Adelante, demos en esta Pascua “el primer paso”, como nos lo pide el Papa, hacia esa felicidad, que por ser hijos de Dios, nos merecemos. Luis Madrid Merlano Arzobispo de Nueva Pamplona