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BICENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ (1812-2012) PANEL DE INTRODUCCIÓN
Después de casi cuarenta años de democracia, resulta difícil valorar en su justo término lo que supone la obra emprendida por los representantes del pueblo español que asumieron, hace ahora dos siglos, el reto de plasmar legalmente el paso de súbditos a ciudadanos. Con la presente exposición pretendemos contextualizar cómo, cuándo y por qué surge la Constitución de 1812 al mismo tiempo que analizamos la oposición con la que es recibida por los grupos privilegiados y por ciertos sectores retardatarios de la sociedad española de principios del XIX. La Historia es posible que no sea maestra de la vida pero su conocimiento ayuda, al menos, a valorar la realidad en la que actualmente nos encontramos en un momento en el que nuestra máxima ley puede ser cuestionada precisamente porque nos hemos habituado a su uso.
1. ¿Qué es una constitución? 2. ¿Qué ejemplifican cada una de las imágenes de este panel?
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LO VIEJO: EL ANTIGUO RÉGIMEN
La expresión “Antiguo Régimen” fue utilizada por primera vez durante la Revolución Francesa (1789) para designar al período histórico y a la sociedad anterior a la etapa revolucionaria con la que se quería acabar. En la actualidad, la historiografía ha asumido este término, y con él se alude al conjunto de estructuras políticas, económicas, sociales e ideológicas que se dieron en Europa durante la Edad Moderna, es decir, en los siglos XVI, XVII y XVIII. Durante este periodo todavía pervivieron, sobre todo en lo social y en lo económico, muchos rasgos propios de la Edad Media. Su fin llegará con las revoluciones liberales del siglo XIX y con la revolución industrial, dando paso a la Edad Contemporánea. Hasta ese momento, distinto en cada país europeo, la herencia más clara de la época medieval se manifiesta en la existencia de una organización social caracterizada por una marcada desigualdad en función de la pertenencia a un determinado grupo social o estamento. El clero y la nobleza constituían los grupos más poderosos de esta sociedad y recibían el calificativo de “privilegiados”, en alusión, precisamente, a los numerosos privilegios de los que disfrutaban en relación al resto de la población, como la existencia de un código jurídico propio, la exclusividad del acceso a los cargos públicos o la exención del pago de impuestos. Las virtudes inherentes a la condición de noble, recogidas por Moreno Vargas en sus Discursos de la nobleza de España (1622) (1), fueron alimentadas por los propios monarcas, quienes, por una parte, eran conscientes de la necesidad de fortalecer su poder e imponer su autoridad en todo el territorio que gobernaban, pero, al mismo tiempo, requerían de su fidelidad para asegurar la estabilidad interna de su reinos, el éxito de sus empresas imperiales o ultramarinas y su propia continuidad en el trono. Así, en el caso de España, los Reyes Católicos primero y los Austrias después respetaron los privilegios de nobles y eclesiásticos, sabedores de que ese era el precio a pagar a cambio de su sumisión política. Esta alianza entre la Corona y los privilegiados también se pone de manifiesto en la férrea defensa del Catolicismo llevada a cabo por los monarcas españoles, en el consentimiento de las innumerables tropelías llevadas a cabo por el Santo Tribunal de la Inquisición en nombre de la persecución de la herejía y, naturalmente, en el propio temor que los hábitos llegaron a despertar entre la población campesina analfabeta. De todo ello dan buena cuenta los grabados de la serie Los Caprichos (1799) del célebre Francisco de Goya (2, No hubo remedio y 3, ¡Lo que puede un sastre!)
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Así pues, la alianza con la monarquía y la propia ignorancia de la población, temerosa de ir en contra de la organización social deseada por el mismísimo Dios, permitieron al clero y a la nobleza atesorar un gran poder en la España del Antiguo Régimen. Pero lo cierto es que los privilegiados eran una minoría dentro de la sociedad y no todos ellos disfrutaban de una holgada situación económica, pues si bien la aristocracia y el alto clero poseían unos elevados ingresos derivados de la percepción de rentas señoriales y diezmos, los miembros del bajo clero y los hidalgos vivían de una forma mucho más modesta. Muchos curas y monjes, de hecho, vivían en la pobreza, rasgo propio de los miembros del tercer estado, pecheros o pueblo llano, integrado en su mayor parte por campesinos y también, en menor medida, por las clases populares urbanas, quienes sustentaban con su trabajo y sus impuestos al conjunto de la sociedad, tal y como recogen varios grabados satíricos de la época (4). La supervivencia de todos ellos, así como también del propio modelo de organización social descrito, dependía de los campos, y muy especialmente de los campos castellanos en el caso de nuestro país. Los campesinos, que en la inmensa mayoría de las ocasiones no disponían de su propia tierra, trabajaban como jornaleros o arrendatarios en las grandes propiedades de nobles y eclesiásticos bajo las pesadas cargas fiscales de un régimen señorial que apenas les permitía granjearse su propio sustento. Se trataba, por tanto, de una agricultura de subsistencia, la cual empleaba técnicas muy rudimentarias (5) y que, además, tenía un carácter autárquico, pues las malas comunicaciones existentes limitaban considerablemente la posibilidad de intercambiar los exiguos excedentes generados en años de bonanza. Por esta razón, el comercio interior se reducía a pequeñas ferias o mercados locales, siendo reseñables, no obstante, algunas honrosas excepciones, como las Ferias de Medina del Campo, que llegaron a tener proyección internacional (6). Bajo estas condiciones, los años de malas cosechas, las epidemias o las múltiples guerras en las que se vio envuelta la monarquía hispánica durante los siglos XVII y XVIII con el consiguiente incremento de la presión fiscal sobre los campesinos, fueron responsables de hambrunas y situaciones de subalimentación que diezmaron notablemente la población e impidieron un crecimiento continuado de la misma. No fue hasta la siguiente centuria cuando los efectos de las crisis de subsistencia periódicas comenzaron a atenuarse merced a la desaparición de determinadas epidemias y a la mejora de la dieta, circunstancia que fue posible merced a la expansión de algunos cultivos como el maíz y la patata. En consecuencia, a lo largo del siglo XIX tuvo lugar un crecimiento demográfico importante, pero mucho menor que en otros países europeos, pues la pobreza en la que vivía sumida la mayor parte de la población y las pésimas condiciones sanitarias hicieron posible que se mantuviesen los rasgos más característicos del régimen demográfico antiguo: alta natalidad y elevada mortalidad. La incapacidad de la población para mejorar sus condiciones de vida y escapar de la pobreza guarda una estrecha relación con su vinculación a las grandes propiedades de nobles y eclesiásticos. A diferencia de lo que ocurrió en otros países europeos como Inglaterra, los propietarios de estos grandes señoríos mostraron un escaso interés en introducir costosas innovaciones técnicas en sus explotaciones que hubieran permitido una mejora de la productividad y de los rendimientos con los que comerciar, pues únicamente les preocupaba el beneficio a corto plazo que podían obtener a través de la percepción de las rentas campesinas. Por otro lado, existían pocas posibilidades de aumentar la superficie de las explotaciones, ya que durante siglos se dio prioridad a la extensión de los pastos para la Mesta (7), otra importante fuente de percepción de rentas, en detrimento de la actividad agrícola. Además, la mayor parte de la tierra estaba amortizada, es decir, no podía comprarse ni venderse y debía transmitirse en herencia (tierras de manos muertas). Así sucedía con las tierras de la Iglesia, de los ayuntamientos o de la nobleza, en cuyos patrimonios era habitual la institución del mayorazgo (transmisión íntegra del patrimonio al hijo primogénito), que en el siglo XVIII se extendió también a los plebeyos enriquecidos. Este inmovilismo característico de la aristocracia también impidió rentabilizar la riqueza proveniente de América. En vez de estimular las actividades productivas, esos bienes fueron dedicados a pagar las empresas imperiales de la monarquía y a consolidar un modelo social nobiliario en el que los capitales se dedicaban a la compra de tierras, casas o gastos suntuarios. De este modo, aunque la demanda del mercado americano estimuló inicialmente el desarrollo de ciertas actividades artesanales en las ciudades, como por ejemplo en el caso de los gremios textiles de Sevilla, Toledo, Cuenca y Segovia, pronto la falta de apoyos a estas actividades provocó que el comercio interior y el americano quedasen en manos de los competidores extranjeros, capaces de ofrecer productos de más calidad y a mejor precio. Los limitados recursos con los que vivía la mayor parte de la población tampoco estimularon el desarrollo de un tejido productivo local, pues la demanda de artículos manufacturados era muy limitada.
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Sin embargo, la importancia del comercio colonial no debe desdeñarse en absoluto, pues fue precisamente esta actividad la que permitió el desarrollo de la burguesía e impulsó el auge de las manufacturas a lo largo del siglo XVIII. A finales de esta centuria se decretó la libertad de todos los puertos para comerciar con América, lo que hizo que a los puertos tradicionales que hasta entonces habían monopolizado este comercio, Sevilla y Cádiz, se sumaran otros, como el puerto de Barcelona, que canalizó la exportación de los productos catalanes, generando un proceso de crecimiento económico en el conjunto de Cataluña. Pese a ello, Cádiz (8) continuó siendo, por el volumen de sus negocios, el gran puerto español en el siglo XVIII, albergando una burguesía mercantil rica y cosmopolita. Sin embargo, sus negocios eran esencialmente de rexportación: allí llegaban mercancías de toda Europa que eran embarcadas hacia América en grandes navíos de línea (9), y su actividad poco influía en la prosperidad del territorio andaluz. Este crecimiento económico que caracteriza al siglo XVIII es consecuencia, en última instancia, de la llegada al trono español de la dinastía de los Borbones. Tras su victoria en la Guerra de Sucesión, Felipe V y sus sucesores reforzaron el poder de la monarquía implantando en España un absolutismo de corte centralista similar al francés, lo que les permitió iniciar un ambicioso programa de reformas de tipo económico, especialmente durante el reinado de Carlos III (1759-1788). El propósito era satisfacer las necesidades financieras de la Corona y acabar con los problemas de la Hacienda pública, pero esto exigía superar el atraso técnico en el que estaba sumido el país, lo cual no era una empresa fácil. Así, junto a la liberalización del comercio colonial, se trató de acometer una reforma agraria que acabase con la gran cantidad de tierras amortizadas en manos de la nobleza y el clero, se apoyaron propuestas y proyectos para el progreso de la instrucción pública, para el saneamiento de las ciudades, para la mejora de la red de carreteras, etc. También se defendieron las prerrogativas del Estado frente a la Iglesia y se animó a los súbditos a desarrollar las actividades productivas. Todas estas reformas se sustentaban en una nueva corriente de pensamiento que se difundió por Europa en el siglo XVIII: la Ilustración. La característica básica del pensamiento ilustrado era una ilimitada confianza en la razón, la cual, según ellos, no podía ser sustituida ni por la autoridad, ni por la tradición, ni por la revelación, y todo aquello que la razón no pudiera aceptar debía ser rechazado como engaño o superstición. En resumen, los ilustrados creían que los hombres, conducidos por su inteligencia, podrían alcanzar el conocimiento, que constituía la base de la felicidad. Por ello eran firmes partidarios de la educación y del progreso, es decir, del enriquecimiento del saber y de la progresiva mejora de las condiciones de vida de los seres humanos. Los monarcas absolutistas, entre ellos los Borbones españoles, promovieron el desarrollo científico y cultural, conscientes de que el progreso y la racionalización ilustradas podrían revertir en sus propios intereses, pero siempre que no atentaran contra la monarquía absoluta. A esto es a lo que se conoce como la etapa del despotismo ilustrado, cuyo mejor representante en España es, posiblemente, Carlos III, quien para la aplicación de su programa de reformas tendentes a la modernización y racionalización del Estado contó con una serie de colaboradores ilustrados como Pedro Rodríguez de Campomanes, el conde de Floridablanca, el conde de Aranda, Pablo de Olavide, Francisco Cabarrús o Gaspar Melchor de Jovellanos. Sin embargo, lo que no tuvieron en cuenta estos monarcas es que, por una parte, la aplicación de estas medidas atacaba directamente a los privilegios seculares de la nobleza y del clero, al tiempo que también el uso de la razón conducía a cuestionar la propia organización social vigente y el poder absoluto del monarca. Como atestiguará el propio Goya, el Sueño de la razón produce monstruos (10), aludiendo precisamente al veneno que las nuevas ideas ilustradas insertarán en el caduco sistema del Antiguo Régimen. La revolución americana primero y la francesa después, con sus respectivas constituciones y declaraciones de derechos, señalaron el camino a seguir a un pueblo hambriento y, sobre todo, a una burguesía enriquecida que codiciaba el poder político. Sus aspiraciones y anhelos verán la luz con la promulgación de la Constitución de Cádiz.
1. ¿Cuáles eran los diferentes estamentos de la sociedad del Antiguo Régimen? Comenta brevemente sus características más importantes. 2. ¿Qué factores permitieron el crecimiento económico de Cádiz? 3. ¿Qué defendían los ilustrados? 4. Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué. 5
LA MALDITA GUERRA DE ESPAÑA
La Guerra de la Independencia para los españoles (1808-1814), fue denominada por los ingleses Guerra peninsular y por el propio Napoleón como Maldita guerra de España. -¿Por qué se llegó a la guerra?: .Tratado de Fontainebleau (octubre de 1807): -La España de Carlos IV y de Godoy firma con la Francia de Napoleón la invasión y reparto de Portugal, aliado de Inglaterra (que estaba en guerra con Francia). -Napoleón aprovecha el permiso de entrada del ejército francés en España, camino de Portugal, para invadir la Península. .Motín de Aranjuez (19-3-1808): -La decisión de trasladar la corte a Sevilla ante la invasión francesa provocó una revuelta contra Carlos IV y su favorito Manuel Godoy, apoyada por el príncipe de Asturias. -La revuelta obligó a Carlos IV a destituir a Godoy y a abdicar a favor de su hijo Fernando VII. -El 23 de marzo el mariscal francés Murat entra en Madrid. .Entrevista de Bayona (abril de 1808): -Napoleón logró la renuncia de Fernando VII y la abdicación de Carlos IV, que fueron retenidos en Francia. -Napoleón nombró a su hermano José Bonaparte rey de España y de las Américas. * Los españoles se rebelan contra la invasión napoleónica y la imposición de José Bonaparte como rey de España. Los españoles entran en escena (la nación entera en armas) -La insurrección popular (Madrid, 2 de mayo de 1808), ante la salida de los últimos miembros de la familia real hacia Francia, se extiende por todo el país (Carga de los mamelucos en la Puerta del Sol el 2 de mayo de 1808, Goya). -La guarnición francesa aplastará brutalmente la revuelta en la capital (Fusilamientos del 3 de mayo en la Moncloa, Goya). -La Junta Suprema Central organiza la resistencia: -Se forman Juntas Supremas en cada territorio que apelan a la soberanía nacional y a la voluntad del pueblo.
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-Las Juntas declaran la guerra a Francia y piden ayuda a Gran Bretaña. -Una Junta Suprema Central, dirigida por Floridablanca, gobernará en nombre de Fernando VII, organizará la defensa del país y convocará unas Cortes Constituyentes. -Las ciudades se resisten a la ocupación (Zaragoza, Gerona...): -Zaragoza (14 de junio) resiste en principio bajo la dirección del general Palafox. En dicho sitio destaca Agustina de Aragón. -Gerona resiste bajo la dirección del general Álvarez de Castro -El pueblo se lanza a una guerra de guerrillas -La guerrilla es una nueva táctica y una nueva agrupación de combate, que no sustituye la acción de ejércitos regulares pero que los complementa eficazmente. -Los hombres que mandan Espoz y Mina, el Cura Merino, el Empecinado y tantos otros guerrilleros llegan a ser la viva representación del pueblo alzado por su independencia. -El Ejército napoleónico sufre la 1ª gran derrota en Europa (Bailén, 19 de julio de 1808) -Por desgracia suya y nuestra, Napoleón no sabía nada de los españoles; su reacción le dejó sorprendido y desorientado; mil veces maldijo su ocurrencia no por arrepentimiento, sino por haber sido la causa de su caída, como confesó en su destierro de Santa Elena. Pensaba que los ciento cincuenta mil hombres que había metido arteramente en España, aparentando que se dirigían a Portugal, serían más que suficientes para reprimir cualquier resistencia; no fue así, en Bailén capituló un ejército de veinte mil hombres, hecho sin precedentes que causó una impresión inmensa en Europa (A. Domínguez Ortiz, “España. Tres milenios de Historia”) -Los franceses se repliegan hacia el Norte y José I tiene que abandonar la capital. -Gran Bretaña decide enviar un ejército a la Península. Llega Napoleón al frente de la Grande Armée -El 4 de diciembre de 1808 Napoleón entra en Madrid. -José I vuelve a la capital a principios de 1809, pero “el intruso” ayudado por los afrancesados tendrá poca capacidad de maniobra. -Los franceses controlarán toda la península entre 1809 y 1812, a excepción de Cádiz... Las guerrillas impiden a los franceses el control efectivo del territorio -En la Península llegaron a combatir más de trescientos mil hombres, los mejores que tenía Napoleón; no todos franceses, había muchos polacos, italianos y de otras nacionalidades, sin contar los mamelucos que pintó Goya -Las cuatro quintas partes de los soldados franceses estaban amenazados por las guerrillas: Era un tipo de guerra nuevo, una guerra de desgaste que después ha servido de modelo a otras muchas; las guerrillas eran partidas de cien, quinientos e incluso mil hombres. Sus armas eran la movilidad, el conocimiento del terreno y la complicidad de la población civil. (Domínguez Ortiz) Ofensiva hispano-luso-inglesa (1812-1813) -Coincidiendo con la campaña de Napoleón en Rusia y la retirada de efectivos militares, la ofensiva española, que cuenta con la ayuda luso-inglesa al mando del general Wellington, obligará a los franceses a irse retirando progresivamente hacia la frontera pirenaica, tras ser derrotados en las batallas de Arapiles, Vitoria y San Marcial (mapa). -La adhesión espontánea y popular de guerrilleros y jóvenes fue una constante en el caminar del ejército de Wellington por nuestras tierras. -En el campo de batalla, la suerte de la guerra comenzó a decantarse para las tropas anglo-españolas tras la victoria en la batalla de Arapiles (1812), tras la cual Wellington se lanzó hacia Madrid y consiguió tomarla a finales de año. En 1813 incluso estuvo a punto de capturar a José Bonaparte en la batalla de Vitoria, con la que se puso fin a la ocupación francesa de la península y comenzó la restauración de Fernando VII. -Los franceses cruzan los Pirineos y Napoleón reconoce a Fernando VII rey de España y de las Indias (Valençay, diciembre de 1813). •
La barbarie francesa y la española Las fuerzas francesas entraron en Medina de Rioseco y se entregaron al más horroroso pillaje, asesinando a los hombres, violando a las mujeres y a las niñas, no respetando ni a las monjas de un convento que fueron violadas y colgadas de los árboles del convento, mientras que otros religiosos de un monasterio cercano fueron degollados. Los franceses se comportaron durante la invasión como un ejército de salvajes irracionales, sin ningún comportamiento humano (David Odalric).
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La respuesta española a la barbarie francesa era igual o peor; el “ojo por ojo” se devolvió hasta el último extremo. Por ejemplo: Una partida de guerrilleros entró en Villafranca en 1810. Los guerrilleros capturaron a un destacamento de Granaderos acuartelados en el pueblo, bajo el mando del capitán Phillip Esclavier. Junto a los franceses había una mujer, que cometió el fatal error de casarse con el oficial. A los presos les llevaron hasta la plaza, a la mujer la desnudaron y le dieron de palos, la torturaron y le cortaron los pechos, la metieron en una jaula para que se desangrara hasta morir. A los franceses les cortaron la cabeza y la empalaron a la entrada del pueblo (David Odalric). El dolor de Napoleón frente al dolor de los españoles “Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses... esta maldita guerra me ha perdido “(Napoleón en Santa Elena) Consecuencias para los españoles Las consecuencias materiales de la guerra fueron desastrosas para España. A la gran cantidad de muertos y el asolamiento de pueblos y ciudades se unieron la rapiña de muchos franceses y también de los ingleses, cuya deslealtad puede verse ejemplificada en el bombardeo, ordenado por Wellington, de la industria textil de Béjar que era competidora de la inglesa o en la destrucción de la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro en Madrid cuando ya los franceses habían evacuado la ciudad. -Demográficas: perdida de más de 500.000 habitantes -Económicas: .Destrucción de cientos de miles de viviendas. .Destrucción de infraestructuras: puentes, carreteras... .Destrucción de parte de la industria y de la agricultura. .Bancarrota del Estado. -Culturales: Perdida de una parte importante del patrimonio cultural. -Sociales: ruptura de la sociedad española en patriotas (rechazan al rey impuesto) y afrancesados (unos 12.000 saldrán de España tras la guerra. -Políticas: .España, que ha perdido su poderío naval, pasa a ser una potencia de 2º orden, que será excluida de los grandes temas tratados en el Congreso de Viena. .Se pone en marcha el proceso que llevará a la independencia de Hispanoamérica. ¿Surgió algo positivo de la guerra? -Se fraguó la identidad española. -Se abrieron las puertas al constitucionalismo.
1. El 2 de mayo de 1808 tiene lugar una insurrección popular que pone en marcha la Guerra de la Independencia. ¿Contra qué se rebelan los españoles? 2. La Guerra de la Independencia es en parte una guerra de guerrillas. Señala el nombre y el origen de los 3 jefes guerrilleros más conocidos. ¿Qué eran las guerrillas? 3. ¿Qué documento esencial, para el fin del Antiguo Régimen, surge de las Cortes reunidas en la única ciudad española que se mantuvo libre de la ocupación francesa durante la Guerra de la Independencia? 4. Durante la Guerra de la Independencia España formará parte de la Europa napoleónica. ¿Quién es el rey de España durante ese periodo? ¿En qué dos grupos se divide la sociedad española de la época? 5. Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué.
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GÉNESIS DE LA CONSTITUCIÓN
CONVOCATORIA A CORTES. Las abdicaciones de Bayona habían creado un vacío de autoridad en la España ocupada. Pese a que los Borbones habían ordenado a las autoridades que se obedeciera al nuevo rey José I, muchos españoles se negaron a hacerlo por verlo como ilegítimo. Para llenar este vacío y organizar la espontánea insurrección contra los franceses se organizaron Juntas Provinciales que asumieron la soberanía. Las Juntas Provinciales sintieron desde un principio la necesidad de coordinarse, por lo que se constituye en septiembre de 1808 la Junta Central que en ausencia del rey legítimo, asumió la totalidad de los poderes soberanos y se estableció como máximo órgano de gobierno. Fruto de esta nueva situación se convocó la reunión a Cortes extraordinarias en Cádiz. La junta Central cedió el poder a un Consejo de Regencia compuesto por cinco miembros de tendencia conservadora: el obispo de Orense, Saavedra, Castaños, Escaño y Lardizábal. Esta hecho no paralizó la convocatoria a Cortes. Muchas provincias ocupadas por los franceses no pudieron enviar representantes así como algunos territorios de ultramar por lo que buscaron suplentes en Cádiz entre descendientes de sus provincias. TENDENCIAS POLÍTICAS Y DIPUTADOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ. Los ciento ochenta y cuatro diputados que juraron la constitución representaban a todas las regiones españolas y territorios de ultramar. Se reunieron por primera vez el 24 de septiembre de 1810 en la isla de León en una asamblea constituyente en vez de las tradicionales cortes estamentales. Estos diputados estaban agrupados en tres grupos muy marcados: -Liberales, partidarios de la soberanía nacional, querían aprobar una constitución siguiendo el modelo francés. -Serviles, absolutistas que defendían la soberanía real y la vuelta al Antiguo Régimen. -Americanos, autonomistas e independientes que forman grupo aparte. Están infrarrepresentados, el tema americano no se supo abordar al estar inmersos en el proceso de independencia. La mayoría de los diputados eran eclesiásticos, representantes de la burguesía como abogados, funcionarios, profesores, comerciantes, profesiones liberales, también militares y nobles. Estos diputados y el ambiente revolucionario y patriótico de la cosmopolita ciudad de Cádiz propiciaron que el ideario liberal pudiera concretarse en la legislación aprobada. Destacaron: Diego Muñoz Torrero, José Mª Queipo de Llano (conde de Toreno), José Canga, Agustín Argüelles, José Mejía Lequerica, Blas Ostolaza, etc.
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CONTENIDO DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812. La primera constitución española se promulgó el 19 de marzo de 1812, el día de San José, por este motivo se la conoce como "la Pepa". La constitución se compone de un discurso preliminar, 10 títulos y 384 artículos, que establecen la forma del Estado, de gobierno y los derechos y deberes de los españoles. En ella aparece la idea de nación española definida como el conjunto de todos los ciudadanos, sin distinción entre los españoles de los dos hemisferios. La nación unitaria se declara libre e independiente. La forma de Estado será una monarquía en la persona de Fernando VII, pero parlamentaria o constitucional. Los principios fundamentales de la Constitución de 1812 son: - Soberanía Nacional: el poder está en el pueblo a través de sus representantes. - Derechos fundamentales del individuo: - Libertad de expresión y prensa - Igualdad ante la ley - Derecho a la propiedad -División de poderes: -Legislativo- cortes unicamerales -Ejecutivo- rey -Judicial- tribunales de justicia -Sufragio universal masculino indirecto: -Los diputados se eligen por dos años -Puede serlo cualquier español mayor de 25 años -Renta anual proporcionada procedente de bienes propios -Estado confesional - La religión oficial y única será la católica -Igualdad ante la ley: -Todas las personas podrán acceder a cargo público -Se valora el talento personal y no el nacimiento o título -Obligación de pagar impuestos de forma proporcional -Terminan los privilegios de la sociedad estamental -Milicia nacional - Cuerpo armado de voluntarios para defender la constitución. -Derecho de los españoles a la enseñanza primaria pública y obligatoria. -Supresión de la tortura. Otros decretos socioeconómicos fueron la abolición de la mesta, inquisición, gremios, señoríos jurisdiccionales, mayorazgos y la desamortización de los bienes comunales. Los liberales gaditanos realizaron reformas para liquidar los fundamentos económico-jurídicos del Antiguo Régimen y establecer un nuevo orden liberal en España. Proyección internacional, influencia y divulgación de la Constitución de 1812. La Constitución de Cádiz es fundamental en la historia de España, es la primera y se inspira en la constitución francesa de 1791 pero es más avanzada y progresista porque acepta el sufragio universal y una amplia garantía de derechos. Debemos analizar el texto con perspectiva histórica porque mantiene la discriminación de la mujer, suspende los derechos ciudadanos a los sirvientes domésticos y mantiene la esclavitud en los territorios de ultramar. La guerra de la independencia no permitió llevar a la práctica lo legislado por las cortes y Fernando VII derogó la constitución en marzo de 1914: " Declaro que mi real ánimo es no es solamente no jurar ni acceder a dicha Constitución ni a decreto alguno de las Cortes Generales extraordinarias y ordinarias ahora abiertas y declarar aquellos decretos nulos ahora y en tiempo alguno..." En 1820 con el golpe de Riego se repuso la constitución y volvió a ser abolida en 1823. La Pepa fue una referencia para el liberalismo posterior. La Constitución de 1837 fue el resultado de la necesidad de los liberales en plena guerra carlista, pero pronto dio paso a la Constitución de 1845, directamente escrita por y para los moderados. La Constitución de 1869 nació sin rey, y derivó también en fracaso político, pero en torno a ella brilló de nuevo la nostalgia de 1812.. El sueño de la revolución gaditana será de nuevo enterrado por la generación del 98, que dota al término revolución de una dimensión trascendente. El franquismo nunca se acordó de 1812 sino de 1808. La épica de la guerra absorbió toda la memoria histórica. La
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Constitución de 1812 es el punto de partida de una trayectoria constitucional llena de meandros y desviaciones que conduce a 1978. Su proyección internacional fue decisiva en otras constituciones de América del Sur y de Europa: Italia, Portugal. Marcó un hito político en la época como referencia para otros países. Su idealización obedece a que fue la 1ª constitución que tuvo influencia fuera de nuestras fronteras. En su divulgación la prensa jugó un papel muy importante porque iba narrando día a día todos los debates de las cortes y se leían en voz alta, además se hicieron tres tipos de ediciones: en folio, tipo holandesa y tamaño faltriquera. Se establece también que se ponga en las fachadas de las iglesias artículos para que la gente vea y reconozca la importancia de la constitución como algo fundamental para la Nación, como un marco legal distinto al que existía con la monarquía absoluta. Galdós dedicó uno de sus episodios nacionales a Cádiz, donde reproduce el himno de un coro en la procesión gaditana: " Del tiempo borrascoso que España está sufriendo va el horizonte viendo alguna claridad. La aurora son las Cortes que con sabios vocales remediarán los males dándonos libertad, respira España y cobra la perdida alegría que ya se acerca el día de tu felicidad ".
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Los diputados de Cádiz estaban agrupados en tres tendencias políticas. Cítalas. En la Constitución de 1812 aparece la idea de nación española. Defínela. ¿Se articulan los derechos de la mujer en dicha Constitución? En qué año y por qué motivo se repone “la Pepa” y hasta cuándo está en vigor? Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué.
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EL ESPÍRITU Y LA LETRA
Título 1º Art. 1. La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios. Art. 2. La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona. Art. 3. La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales.
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Título 2º Art. 13. El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen. Título 3º Art. 34. Para la elección de los diputados de Cortes se celebrarán juntas electorales de parroquia, de partido y de provincia. Título 4º Art. 168. La persona del Rey es sagrada e inviolable, y no está sujeta a responsabilidad. Título 5º Art. 244. Las leyes señalarán el orden y las formalidades del proceso, que serán uniformes en todos los tribunales; y ni las Cortes ni el Rey podrán dispensarías. Título 6º Art. 317. Para ser alcalde, regidor o procurador síndico, además de ser ciudadano en el ejercicio de sus derechos, se requiere ser mayor de veinticinco años, con cinco a lo menos de vecindad y residencia en el pueblo. Las leyes determinarán las demás calidades que han de tener estos empleados. Título 7º Art. 339. Las contribuciones se repartirán entre todos los españoles con proporción a sus facultades, sin excepción ni privilegio alguno. Título 8º Art. 362. Habrá en cada provincia cuerpos de milicias nacionales, compuestos de habitantes de cada una de ellas, con proporción a su población y circunstancias. Título 9º Art. 366. En todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles. Título 10º Art. 373. Todo español tiene derecho a representar a las Cortes o al Rey para reclamar la observancia de la Constitución.
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¿Cómo interpretas el artículo 2 de la Constitución de 1812? ¿Cuál es, según la Constitución del 12 la finalidad del poder ejecutivo? ¿Qué significa que la figura del rey no esté sujeta a responsabilidad? ¿Cómo debe ser el proceso en la administración de justicia? ¿Cuál era el fin de la enseñanza? Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué.
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EL REGRESO DE “EL DESEADO”
EL TRATADO DE VALENÇAY Tras la Guerra de la Independencia (1808-1814) y con la derrota de los ejércitos napoleónicos y la expulsión de José Bonaparte, el 11 de diciembre de 1813, se reúnen el conde La Forest, en representación de Napoleón y el duque de San Carlos, en nombre de Fernando, para firmar el Tratado de Valencia. Un tratado de Paz y amistad por el que S.M. el emperador de los franceses reconocía el retorno al trono a don Fernando VII y sus sucesores como rey de España y de las Indias, de acuerdo a la situación anterior a la guerra. Del mismo modo, se establecía el fin de las hostilidades, un acuerdo comercial entre ambas potencias, el pago por parte de Fernando VII de una pensión a sus padres, Carlos IV y María Luisa de Parma de treinta millones de reales anuales, etc. Este Tratado es fruto de varios factores, por un lado, es consecuencia de las derrotas sufridas en la Guerra de la Independencia, y especialmente, del deterioro progresivo del ejército francés y de la moral de los soldados por el continuo acoso de la guerrilla, y por otro lado, el emperador Napoleón, se vio presionado a claudicar, ante las presión sufrida por la guerra centroeuropea, viéndose forzado a dejar en libertad a Fernando VII a cambio de la paz entre los dos países. EL MANIFIESTO DE LOS PERSAS Y EL GOLPE DE ESTADO Las Cortes se trasladan a Madrid y dicen que para aceptar a Fernando VII como rey, éste debe jurar la Constitución de 1812. En marzo de 1814, Fernando VII decidió regresar a España, y en lugar de trasladarse a Madrid, como las Cortes le habían indicado, prefirió desviarse, primero a Zaragoza (para rendir voto a la Virgen del Pilar) y más tarde a Valencia. Es aquí donde recibe el Manifiesto de los Persas. Dicho documento, fue elaborado el 2 de abril de 1814 y redactado por sesenta y nueve diputados absolutistas que ante el descontento de la situación política española por el exilio de Fernando entregan al rey esta carta a su llegada a Valencia el 16 de abril, tras unos años de exilio en Valencia. El objetivo del manifiesto no era sólo la reinstauración del absolutismo, sino que partiendo de la tradición de la política española, proponían reformas políticas, administrativas y sociales. El 17 de abril de 1814, el general Elío invitó al monarca a recobrar sus derechos, poniendo sus tropas a disposición del monarca y llevando a cabo el que es probablemente el primer pronunciamiento de la historia de España. El Golpe de Estado había sido posible gracias al apoyo recibido por el Rey de parte del ejército, de la nobleza y del clero reaccionario y, también, de un pueblo llano que creyó firmemente en la voluntad real, y que por tanto apoyó las medidas reaccionarias al grito de ¡Viva el Rey!¡Muera la Constitución!
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EL REGRESO DE “EL DESEADO” El 4 de mayo de 1814, se publica el Decreto de la Restauración del Absolutismo. Dicho documento fue expedido en Valencia, con el cual el Monarca derogaba la Constitución de 1812 y todos los Decretos aprobados por las Cortes de Cádiz. Las Cortes, a juicio del «deseado», le habían despojado de su soberanía desde el mismo día de su instalación. El 5 de mayo de 1814, Fernando VII salió de Valencia y emprendió una marcha triunfal hacia Madrid. El entusiasmo popular en Madrid ante el retorno del Deseado fue inmenso. Con el inicio del nuevo reinado de Fernando VII, España volvía al Antiguo Régimen y volvió la Monarquía Absolutista. Las primeras medidas del Rey se encaminaron a satisfacer las reclamaciones de quienes apoyaban el golpe. Se eliminó la soberanía nacional y la institución que la representaba, las Cortes constitucionales. También quedaron derogadas la Constitución de Cádiz y la legislación ordinaria. Se anularon las medidas desamortizadoras, los inicios de reforma fiscal o la libertad de imprenta. Se restituyeron los privilegios de la nobleza y de la Iglesia: jurisdicciones, señoríos, edificios, derechos, mayorazgos, etc. Se restablecieron el Tribunal de la Inquisición y la Mesta, y se permitió incluso el retorno de la Compañía de Jesús. De toda la obra constitucional de Cádiz sólo permaneció la abolición de la tortura en el procedimiento judicial, lo que no impidió que en la práctica se siguiera utilizando. EL CONTEXTO EUROPEO El golpe de Estado de mayo de 1814 no era un hecho aislado, pues en Europa, la situación era favorable para la vuelta al Antiguo Régimen. Las potencias vencedoras de Napoleón organizaron en el Congreso de Viena 1815, donde participó España, un nuevo mapa europeo restableciendo el absolutismo. En dicho Congreso se adoptó el principio de legitimidad, es decir, la restauración del orden legítimo anterior a la revolución, así como el principio de intervención, según el cual, las potencias absolutistas, agrupadas en la Santa Alianza, sofocarían cualquier intento revolucionario que tuviera lugar en cualquier país y que pusiera en peligro el orden tradicional (el absolutismo). Así, reyes y privilegiados crean la alianza del trono y el altar para la lucha contrarrevolucionaria. Fernando VII cuenta con ese apoyo e iniciará una cruenta persecución de liberales, muchos fueron detenidos o asesinados y otros marcharon al exilio a partir de 1814. Es en ese contexto en el que se inscribe la involución política española y la primera represión política de la historia contemporánea española. Los pronunciamientos fueron fracasando por falta de apoyo popular y militar, hasta el 1 de enero de 1820, cuando Rafael de Riego logró sublevar el ejercito expedicionario que iba a embarcar para América y en cabezas de San Juan proclamó su pronunciamiento, lo que para desgracia de los fernandinos, terminó con la jura de Fernando VII de la constitución el Cádiz y el fin del absolutismo. LAS POSTURAS ANTE EL REGRESO DE FERNANDO VII Para los LIBERALES, su objetivo era que Fernando VII jurara la Constitución elaborada por las Cortes de Cádiz. En principio dudaban de las intenciones del rey de aceptar la situación e hicieron lo posible para que se desplazara directamente a Madrid, donde debía jurar la Constitución, pero antes de eso, el rey paso por Valencia, ciudad donde recibió el Manifiesto de los Persas. En el caso de los ILUSTRADOS, fue un sector que apoyó el retorno al absolutismo, bajo la confianza de que Fernando VII emprendería un programa reformista, y sin llegar a los excesos revolucionarios. El resto de los ilustrados, desengañados por el inmovilismo de la monarquía de Fernando VII, pasarán a formas filas de los liberales. Por último los ASOLUTISTAS, donde nobleza y clero veían en la vuelta del monarca la oportunidad para regresar al Antiguo Régimen. Ya en la campaña electoral para las Cortes ordinarias, los grupos absolutistas mostraron un mayor nivel de organización, con una activa intervención de los grupos eclesiásticos en la movilización de la opinión. Estos sectores mostraron al rey su apoyo incondicional para la restauración del absolutismo (“Manifiesto Persa”) y movilizaron al pueblo para que mostrase su apoyo al monarca.
1. ¿Cuándo se firma y en qué consistió el Tratado de Valençay? 2. ¿Por quiénes y cuándo fue redactado el Manifiesto de los Persas? ¿Qué supuso este documento? 3. ¿Cuáles son los aspectos más relevantes del Decreto de Restauración establecido por Fernando VII? 4. En relación al contexto europeo, ¿qué aspectos favorecieron el golpe de Estado y el regreso de Fernando VII? EL TRIENIO LIBERAL 5. Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué. 15
EL PRONUNCIAMIENTO DEL 1 DE ENERO DE 1820: SU PROTAGONISTA El personaje que va a protagonizar el alzamiento será Rafael de Riego y Núñez. Se trata de un militar español, miembro de la Guardia de Corps, que luchó contra los franceses en la Guerra de la Independencia (1808-14). Será este conflicto el que marque decisivamente su carácter así como sus opiniones de tipo político. Para entender su pensamiento es imprescindible conocer que las influencias ideológicas ligadas al liberalismo revolucionario las adquirió en Francia donde fue trasladado como prisionero de guerra. En 1819 los acontecimientos se van a suceder rápidamente. El Cuerpo Expedicionario de Ultramar estaba acantonado en las provincias de Cádiz y Sevilla, en espera de ser trasladado a América. Su misión consistiría en el restablecimiento del control colonial español frente a la insurrección de las provincias rebeldes. El 1 de enero de 1820 fue la fecha elegida. Dirigida por el comandante Riego y apoyada por el coronel Quiroga la operación de sublevación, a favor de la Constitución de 1812, se desarrolló en la localidad sevillana de Cabezas de San Juan. Dicha operación logró levantar a unos 5.000 soldados, de un total de 20.000, con la promesa de que no tendrían que embarcar para América. Rafael de Riego pronunció un discurso muy importante que propició que muchos soldados se sumasen a dicha sublevación. Una de las frases más importantes fue la siguiente: “Es de precisión para que España se salve que el rey Nuestro Señor jure la Ley constitucional de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles. ¡Viva la Constitución!”. El golpe no triunfó pero tampoco fracasó. Riego recorrió Andalucía, sin apenas resistencia, al frente de una columna de soldados con el objetivo de favorecer la sublevación. En los dos meses siguientes se sucedieron diferentes enfrentamientos en los que no hubo más que un muerto. Será a partir de marzo cuando los pronunciamientos se multipliquen y diferentes guarniciones se sublevarán en la periferia peninsular. El rey Fernando VII, atemorizado, no quiso hacer frente a la situación y, en cierto modo se puso él mismo al frente del cambio, aceptando la Constitución de 1812. FERNANDO VII: EL JURAMENTO DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812 Al triunfar el pronunciamiento de Riego y el proceso revolucionario que dio paso al Trienio Liberal, el rey Fernando VII intentó salvar el Trono acatando nuevamente la Constitución de Cádiz. Ahora bien, el sometimiento de la monarquía a las nuevas leyes no impidió que desde un primer momento utilizase todos los medios puestos a su disposición para que las reformas fracasasen. Uno de los episodios más importantes que se desarrolló en este período fue el acto de juramento de la Constitución de 1812. En él, Fernando VII, se comprometió a respetar y defender unas ideas contrarias a su
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forma de entender la forma de gobernar. Un acontecimiento histórico que denotó su falta de escrúpulos y que derivaría en la utilización de todos los recursos puestos a su disposición para acabar con la propia Constitución. “… Españoles: vuestra gloria es la única que mi corazón ambiciona. Mi alma no apetece sino veros en torno de mi Trono unidos, pacíficos y dichosos. Confiad, pues, en vuestro REY, que os habla con la efusion sincera que le inspiran las circunstancias en que os hallais, y el sentimiento íntimo de los altos deberes que le impuso la Providencia. Vuestra ventura desde hoy en adelante dependerá en gran parte de vosotros mismos. Guardaos de dejaros seducir por falaces apariencias de un bien ideal, que frecuentemente impiden alcanzar el bien efectivo. Evitad la exaltacion de pasiones, que suele transformar en enemigos á los que solo deben ser hermanos, acordes en afectos como lo son en religion, idioma y costumbres. Repeled las pérfidas insinuaciones, halagueñamente disfrazadas, de vuestros emulos. Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional; y mostrando á la Europa un modelo de sabiduría, orden y perfecta moderacion en una crisis que en otras naciones ha sido acompañada de lágrimas y desgracias, hagamos admirar y reverenciar el nombre Español, al mismo tiempo que labramos para siglos nuestra felicidad y nuestra gloria. Palacio de Madrid 10 de Marzo de 1820.” LOS LIBERALES MODERADOS: PRINCIPIOS Y GOBIERNO Los liberales moderados tuvieron en la Ilustración su referente pero desde una óptica aristocratizante. Los principales representantes de este grupo fueron: Argüelles, Istúriz, Martínez de la Rosa y Pérez Castro. Todos ellos fueron selectivos en sus decisiones y guardaron las formas en sus actuaciones. Sus principios fueron: No renunciaron a las reformas, pero las plantearon con un desarrollo lento y pausado. Para los moderados la monarquía es un aspecto fundamental y esencial. La Constitución de 1812 es objeto de continuos debates. La mayoría de los integrantes de este grupo fueron partidarios de una reformulación con la finalidad de eliminar de su articulado aquellos epígrafes más polémicos. La libertad es un bien básico, fundamental, para los moderados que no coincidieron en este sentido con los exaltados en la primacía de este principio. Sus discursos no se dirigieron a todos los sectores de la población sino que se centraron en los grupos selectos. Fueron las élites de la sociedad y las personas cultas sus referentes desde esta perspectiva. Los moderados gobernaron hasta el verano de 1822, siempre con la oposición de los grupos exaltados, con unos resultados bastante notables, como la disolución de los mayorazgos. En julio de 1822 se desarrolló un intento de sublevación de la Guardia Real, encabezado por su comandante el general Luis Fernández de Córdoba. El fracaso de la intentona desacreditó al conjunto del movimiento moderado y la consecuencia más inmediata fue la dimisión del gobierno encabezado por Martínez de la Rosa y la ascensión de los exaltados al poder. LOS LIBERALES EXALTADOS: SUS FUNDAMENTOS El grupo denominado como “exaltado” constituyó una pieza esencial dentro del movimiento liberal español. Conceptos como heroísmo, sacrificio, sangre y revolución conformarían el vocabulario fundamental de aquellos. Dentro de los exaltados nos encontraremos con personas de diferentes clases sociales por lo que representaron a un amplio conjunto de la sociedad. Los principales representantes fueron: Riego, Quiroga, San Miguel, Alcalá Galiano y Mendizábal. Su ideología podría resumirse en los siguientes apartados: Los exaltados defendieron la implementación de las reformas con suma rapidez. La idea básica que defendieron fue la de la soberanía nacional que para ellos estuvo identificada como soberanía popular. El lema de los exaltados “Constitución o muerte” refleja lo que suponía para ellos la Constitución de 1812: algo fundamental e irrenunciable. La utilización de todo tipo de recursos en la defensa de sus ideas estuvo vinculada con una cierta demagogia en los discursos que realizaron sus principales representantes. Mientras que en 1820 el poder va a ser ocupado por los liberales moderados, los exaltados seguirán defendiendo la revolución y coaccionarán al poder establecido. En este sentido el contrapoder que ejercerán frente a los moderados se articulará desde las sociedades secretas vinculadas a la masonería, las sociedades patrióticas, la Milicia Nacional y desde la prensa. Es desde ésta última, la prensa, donde los exaltados realizaron una crítica feroz a las políticas desarrolladas en España. Las presiones que ejercieron los exaltados comenzaron a fructificar con el nombramiento en cargos de cierta importancia de personas defensoras de éstas ideas. No obstante, será a partir del verano de 1822 cuando asciendan definitivamente al poder. Las conspiraciones y divisiones entre ellos así como las
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insurrecciones realistas por diversos puntos del territorio nacional, derivaron en una carencia de directrices gubernamentales. LA REACCIÓN REALISTA: SERVILES Y ABSOLUTISTAS Desde 1821 se van a ir sucediendo diversos intentos de insurrección por parte de los grupos contrarios al liberalismo. Dentro de este grupo se encontraron los serviles es decir, diputados de las Cortes de Cádiz partidarios de la vuelta al Antiguo Régimen. Aunque la mayoría de los realistas acataron las modificaciones introducidas a nivel político desde 1820 por la actitud “colaboracionista” que adoptó el monarca, muchos grupúsculos comenzaron a desarrollar acciones violentas contra la situación imperante. Si en un principio las acciones guerrilleras fueron más bien aisladas y no inquietaron al régimen liberal, desde comienzos de 1821 éstas adquirieron una mayor importancia. Consiguieron dominar una parte del territorio nacional y en agosto de 1821 se estableció una regencia en la Seo de Urgel. Su pretensión fue establecer un poder legítimo frente al revolucionario de los liberales. Los integrantes de la misma fueron Bernardo de Mozo Rosales (uno de los redactores del Manifiesto de los Persas), el arzobispo de Tarragona, Creux (que fue diputado en las Cortes de Cádiz) y el Barón de Eroles. Las principales ideas que se proclamaron fueron: Las indicaciones de la regencia debían ser obedecidas. El rey Fernando VII volvería a reinar con un poder absoluto. Las órdenes del monarca carecían de validez puesto que no se encontraba en “libertad”. Respeto de los fueros territoriales y convocatoria de unas Cortes estamentales. Los defensores del fin del liberalismo y la vuelta a un mayor poder por parte del rey cometieron el error de creer que podían enfrentarse a los liberales en una guerra convencional. Las tropas del general Espoz y Mina pusieron fin a esta situación. El improvisado ejército realista, carente de oficialidad y casi sin armas no pudo hacer frente a las tropas regulares. A finales de 1822 la Regencia tuvo que refugiarse en Francia, y desde entonces el referente de los realistas fue el general Eguía, un realista de la línea dura, que presidió una Junta que se localizó en Bayona. Ante estos acontecimientos la guerrilla no cesó en sus actuaciones por diversos puntos del territorio nacional. En 1822 la Guardia Real, en Madrid, protagonizó un intento de sublevación que fue sofocado gracias a la intervención de las milicias urbanas. También en la primavera de 1823 las fuerzas absolutistas estuvieron a punto de apoderarse de Valencia. No obstante, los enfrentamientos entre liberales y absolutistas continuaron sin un final definitivo. Ante esta situación, fue la actuación de fuerzas militares extranjeras la que decantó finalmente la contienda.
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¿En qué fecha se desarrolló el pronunciamiento de Rafael de Riego? Elige una frase que resuma la jura de la Constitución por parte de Fernando VII. Explica las diferencias entre los liberales moderados y exaltados. ¿Quiénes se opusieron a las ideas liberales? ¿Qué se desarrolló en la Seu de Urgel? Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué.
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LA DÉCADA OMINOSA
LA REPOSICIÓN ABSOLUTISTA El 7 de abril de 1823, con la aprobación de las potencias que forman la Santa Alianza según lo acordado en el Congreso de Verona de 1822 (Italia), comienza la invasión de un ejército francés, “Los Cien Mil Hijos de San Luis”, que al mando de Luis Antonio de Borbón, duque de Angulema y primo del rey Fernando VII, al que se agregan realistas españoles contrarios al régimen constitucional en un autoproclamado “Ejército de la Fe”, tiene como objetivo la liberación de Fernando VII “cautivo” del gobierno constitucional y su reposición como rey absoluto. Esta intervención pone fin a la primera experiencia de gobierno Constitucional habida en España, conocida como el “Trienio Liberal”. La expedición francesa que encuentra mas adhesión y entusiasmo que resistencia, siendo vista mas como liberadora que como invasora ( en contra de lo que se esperaba por parte de los partidarios del régimen constitucional), llega a Cádiz donde el Gobierno liberal se había refugiado, librando a Fernando VII (1-10-1823), que es repuesto como monarca absoluto. Estos hechos marcan el inicio de la última etapa del reinado de Fernando VII, bautizada por la Historia como “La Década Ominosa” por tener una duración de 10 años (1823-1833) y suponer la vuelta al mas reaccionario de los absolutismos acompañado de una de una cruel y atroz represión de todo lo liberal y constitucional, y no solo contra las personas sino también contra toda institución o símbolo que pudiera recordar siquiera la etapa anterior. De hecho una de las primeras actuaciones de Fernando VII, al día siguiente de su “liberación, es la promulgación de un decreto aboliendo la Constitución de Cádiz y su régimen constitucional y otra muestra de este afán represor es la orden de destruir el monumento que se había erigido años antes en Cádiz en conmemoración a las Cortes de 1812 sobre los restos del muro de San Felipe Neri. LA REPRESIÓN Y LOS PRONUNCIAMIENTOS Fernando VII, tras su restablecimiento como monarca absoluto y en real decreto, declara que desde el 7 de marzo de 1820 había carecido de libertad y que había sido obligado a sancionar leyes y expedir decretos en contra de su voluntad, considerando “nulos y de ningún valor los actos del gobierno llamado constitucional, de cualquier clase y condición que sean…”, incluso antes de regresar a Madrid hace llegar al gobierno (presidido por el marqués de Casa-Irujo) precisas instrucciones o “bases” para proceder a una drástica depuración antiliberal. En efecto, los años siguientes estuvieron acompañados de una dura represión, mas severa que la del sexenio (de ahí el calificativo de “ominosa” aplicado a esta etapa), que con
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el devenir de los acontecimientos, no solo va a aplicarse contra los liberales sino también, aunque en menor medida, contra ultrabsolutas radicales, pues no solo hubo conspiraciones liberales, también las hubo de ultrarrealistas. Esta actuación fue tan brutal y continuada que se estima que a lo largo de la década mas de 80.000 personas fueron objeto de algún tipo de depuración, desde cargos y personajes notables y representativos de la política del Trienio como Rafael Riego (ahorcado en la plaza de la Cebada de Madrid el 7 de noviembre de 1823), pasando por el ejército, sobre el que se decreta su disolución y la depuración de mandos como: José Martín Diez “El empecinado” (ahorcado en Roa el 20 de agosto de 1825 por su apoyo al pronunciamiento liberal), empleados de la Administración (Tribunales y Audiencias, Chancillerías, Secretarias,…), profesionales de la docencia universitaria y de las escuelas como Cayetano Ripoll maestro de Ruzafa (Valencia), hasta personas de clases populares por haber manifestado opiniones a favor de la obra constitucional, como sucedió con Mariana Pineda, que acusada de mandar bordar una bandera morada con el lema “Ley, Libertad e Igualdad” fue ejecutada al garrote vil en Granada el 26 de mayo de 1831. Acorde con las “bases” e instrucciones dadas por el monarca se creó, al efecto, todo un aparato represor formado por las “Juntas de Depuración" para la depuración civil, las “Comisiones militares” para delitos políticos y depuración del ejército, los “Voluntarios realistas” para vigilar y combatir las conspiraciones e intentos revolucionarios, incluso algunos obispos (Valencia y Orihuela), descontentos por la no reimplantación de la Inquisición, crearon las denominadas “Juntas de Fe”, para velar por la ortodoxia religiosa aunque fueron pronto ilegalizadas. La naturaleza política del Régimen que, durante esta década, se nueve entre un tímido reformismo con guiños al liberalismo y bruscos virajes hacia el absolutismo, no contenta ni a absolutistas ni a liberales (“mula blanca, mula negra” como expresaba el propio monarca), surgiendo una variada oposición que va a someter al régimen a numerosos sobresaltos, tanto desde las filas liberales con desde las mas ultrarrealistas. De entre las conspiraciones e intentonas realistas apuntamos la del mariscal de campo Joaquín Capape en mayo de 1824, en respuesta a una muy limitada amnistía proliberal forzada por la presión de los aliados. La sublevación del también mariscal de campo Jorge Bessieres con un pronunciamiento absolutista ante cuyo fracaso es fusilado con algunos otros cabecillas, el 26 de agosto de 1825. También hubo conspiraciones realistas en Granada, Tortosa y Zaragoza, pero posiblemente la mas preocupante es la sublevación realista ocurrida en Cataluña conocida como la de los “agraviados” o “malcontents”, en 1827, para cuya pacificación fue necesario que Fernando VII viajase a Cataluña, donde para mediar concede indultos y medidas económicas favorables. También por el bando de los liberales menudearon las conspiraciones e intentonas, muchas urdidas desde el exterior por los exiliados liberales como, la toma de Tarifa en por el coronel Francisco Valdés, el desembarco en Almería de Pablo Iglesias (1824), el desembarco de los hermanos Antonio y Juan Fernández Bazán en Guardamar (Alicante) en 1826, la llamada “conspiración de los moderados” dirigida por Espoz y Mina desde Francia también en 1826, los intentos habidos en 1830 cuando desde el sur de Francia, a través de la frontera, se hacen incursiones en Navarra (Valdés, Mina, Chapalangarra, coronel de Pablos) y Cataluña (Milans, Brunet), el desembarco del general Jose Maria Torrijos (ministro de la guerra durante el Trienio liberal) en las costas de Málaga en 1831, que termino con el fusilamiento de parte de la expedición el 11 de diciembre o el pronunciamiento de Antonio Rodríguez en Orense a favor de la constitución. LOS GOBIERNOS DE LA DÉCADA Repuesto Fernando VII como monarca absoluto y ya de vuelta en Madrid (diciembre de 1823), tras la anulación del régimen constitucional mediante decreto pone en marcha, con el apoyo de los mas leales ultraabsolutistas, el restablecimiento del orden político e institucional “legitimista”, anterior al 9 de marzo de 1820, cuando fue interrumpido por la forzada jura que de la Constitución de 1812 tuvo que hacer el monarca. La evolución política de la Década Ominosa (1823 – 1833) nos permite distinguir tres grandes etapas: La primera, desde abril de 1823, se inicia la intervención de la Santa Alianza con los “Cien mil hijos de San Luis” y el monarca aún retenido por las Cortes Constitucionales, hasta diciembre de 1823, cuando el rey regresa a Madrid. En las zonas “liberadas” por el ejército francés y al margen del gobierno constitucional refugiado en Cádiz, se constituye en nombre del “legítimo” rey y a la espera de su liberación (abril - mayo de 1823) un gobierno provisional legitimista, denominado Junta Provisional de Gobierno de España e Indias, presidido Nazario Eguía desde Oyarzun (Guipúzcoa). Mas tarde, cuando las tropas invasoras entran en Madrid, es sustituido por una Regencia, también provisional, creada por el propio Duque de Angulema y presidida por el Duque del Infantado, Pedro Alcántara de Toledo, que se mantendrá como defensora del absolutismo hasta la vuelta del rey, poniendo en marcha una dura y estricta depuración y represión contra
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todo aquello suponga el mas leve liberalismo. Desgraciadamente será una constante, en mayor o menor medida, hasta el final del reinado de Fernando VII. La segunda va desde diciembre de 1823, con el regreso del rey a Madrid, hasta agosto de 1826, cuando las recomendaciones dadas por el propio duque de Angulema para que suavice y controle la represión e intransigencia política contra los liberales, e incluso las del propio Rey de Francia, Luis XVIII y hasta las de la propia Santa Alianza, que pide moderación por temor a que los excesos represores provoquen el estallido de una nueva revolución, fuerzan al monarca a remodelar el gobierno. Este toque de atención va a suponer un pequeño giro hacia posturas y gobiernos mas reformistas (cese como ministro de Estado del ultra absolutista y antiliberal Víctor Damián Sáez), que sin dejar de ser claramente absolutistas, se muestran dispuestos a introducir tímidas reformas, obligados por las circunstancias que aconsejan modificar el viejo orden político que por sus convicciones políticas, aunque siempre van a tener enfrente a los sectores mas integristas del absolutismo (Eguía, Calamorde,…). Todo se va a desarrollar bajo la personal y directa supervisión real, que nombra o cesa ministros y gobiernos sin fiarse mucho de ninguno los dos sectores, formando gobiernos donde se amalgaman representantes de ambas facciones, pero siempre con políticas claramente absolutistas donde la mas leve proclividad liberal del sector de los moderados es rápidamente neutralizada, al igual que lo son las propuestas de los ultramontanos por parte de los absolutistas mas moderados. Esta estrategia conlleva, en ocasiones, de una rápida sucesión de gobiernos mas o menos absolutistas o reformistas contrapesados entre ambas tendencias (Carlos Martínez de Irujo -Marques Casa Irujo-, Narciso Heredia y Bejines – Duque de Ofalia-, Francisco Cea Bermúdez, Pedro Alcántara de Toledo - Duque del Infantado-). Esta forma de gobernar, cuyo fin era mantener como orden “legítimo” un trasnochado y agónico absolutismo monárquico, es inviable, no contentando ni a los mas absolutistas ni a los reformistas y por supuesto a los liberales, que siguen siendo objeto de una feroz represión, tachada de meliflua por los sectores mas intransigentes, que cada vez se sienten mas “agraviados” por la política de Fernando VII. La tercera va desde 1826 hasta la muerte del rey en 1833, con los gobiernos de González Salmón, Duque del Infantado y Cea Bermúdez, en la que se asiste a una progresiva crisis política del absolutismo cuya inviabilidad supondrá su sustitución por un nuevo orden político liberal-moderado. Durante esta etapa, y en un último intento de mantenerse, el régimen absolutista opta por un tímido reformismo político mas obligado por las circunstancias que por su voluntad. La crisis portuguesa de 1826, la marcha de las tropas de la Santa Alianza en 1828 y sobre todo la revolución parisina de 1830 que supone el cambio político en Francia y la quiebra del sistema de la Europa de los Congresos, hacen ver que en caso de insurrección liberal, no será posible una segunda restauración, siendo por tanto necesario introducir algunas reformas políticas que en ningún caso habrían e ser muy profundas para evitar la reacción de los ultraabsolutistas, que ante el más mínimo cambio se sienten amenazados y agraviados. Esto obliga a precarios equilibrios en la práctica política y en la composición de los gobiernos entre los denominados absolutistas “fernandinos” y los absolutistas “puros” , cada vez mas cercanos a Carlos María isidro, hermano del rey y pretendiente a la sucesión, que a partir de 1830, con el nacimiento de la princesa Isabel y la publicación de las “Pragmática sanción”, ve peligrar sus planes radicalizando su postura. LA SITUACIÓN ECONÓMICA El panorama económico de España en este periodo es desolador. Primero la guerra de la Independencia, con su reguero de destrucción y sufrimiento, después el Trienio liberal, que además de aislamiento y rechazo supuso la animosidad y hostilidad por parte de la Europa de los Congresos, que alimenta la conspiración y rebeldía absolutista, y por si fuera poco, la mayor parte de las colonias americanas culminan ahora su de independencia (las últimas batallas por la emancipación –Junín y Ayacucho- sucedieron en 1824). Todo ello supuso importante pérdida de recursos económicos, unos cuantiosos gastos y un considerable e inútil esfuerzo militar, al no conseguirse mantener la soberanía en aquellos territorios. Sin quitar trascendencia a ninguno, posiblemente la pérdida del imperio americano fue el hecho de mayor repercusión en la economía de la década. La emancipación colonial privó a España de un soporte económico básico al perderse el principal mercado exportador para buena parte de las manufacturas (textiles, metalúrgicas,…), paralizarse el comercio de ultramar y carecer de productos de importación (café, cacao, azúcar, tabaco, algodón,…), como metal precioso para las cecas, que al tener que disminuir las acuñaciones provocan escasez de dinero circulante. En definitiva, el resultado de la pérdida de los territorios americanos marca la imposibilidad de reconstruir una economía ya muy maltrecha por la Guerra, iniciándose un largo periodo de crisis y seria depresión. Uno de los efectos más dañinos de la crisis es la continuada caída de los precios por la falta de demanda, agrandada por la escasez de dinero disponible y la pérdida del mercado americano. Deflación que
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afectó tanto a las actividades agrarias como al sector industrial que al ver disminuir sus ingresos y ventas disminuye, a su vez, la producción, proceso que por el contrario coincide con un incremento en las rentas de la propiedad agraria y de la presión fiscal (reformas de Martín Garay a finales del Trienio) dada la situación de la Hacienda estatal. Hechos que además de provocar malestar entre el campesinado, con brotes de bandolerismo agrario, desincentiva la inversión y desanima a los empresarios. A ello se une el lamentable estado de los caminos, que junto con la creciente inseguridad, paraliza el comercio interior derivándose hacia una economía de mera subsistencia, empeoramiento las condiciones de vida del español medio cercanas al a miseria. Como exponente de esta situación valga un ejemplo: en la propia Administración pública donde los funcionarios además de cobrar muy poco lo hacen tarde, se llegó a dar el caso de “autorizar a los marineros de la marina de guerra a que puedan pescar desde los barcos para que tuvieran algo que comer”. En esta situación y dado el estado de las arcas públicas, la reforma de la Hacienda pública y su sistema contributivo es imprescindible, para ello Fernando VII nombra al gallego Luis López Ballesteros ministro de Hacienda (1823 -1832), con cuya gestión restituye el tradicional sistema de contribuciones indirectas, del que se excluían las rentas de los propietarios y señores de la tierra e introduce por primera vez en la historia de la Hacienda española el presupuesto, para controlar el gasto público. También fueron iniciativas suyas el Código de Comercio (1829), el Tribunal de Cuentas, el Banco del San Fernando y la creación de la Bolsa (1831). Su obra fiscal no produjo transformaciones fundamentales en el reparto de las cargas tributarias al no conseguir la tributación de los privilegiados, pero al menos consiguió aliviar la situación de penuria de la Hacienda estatal aumentando la recaudación y disminuyendo el gasto, al tener que ajustarse a los presupuestos, pero en 1827 la insurrección realista (“revuelta de los agraviados o malcontents”) disparó los gastos militares colapsando de nuevo la Hacienda. Uno de los problemas mas graves al que se enfrentó la Monarquía absolutista de la década fue la extrema dificultad para conseguir préstamos y créditos en el exterior, al haber decidido el Rey no reconocer la deuda del Trienio, y solo cuando la reconoció, pudo acceder a préstamos exteriores a cambio de elevados intereses, cuya amortización resulta tan costosa que al final de la década el Estado está sumido de nuevo en una situación de inoperancia económica que imposibilita incluso la continuidad del absolutismo, que por miedo a subvertir el sistema del Antiguo Régimen, no había sido capaz de llevar a cabo las reformas sociales y económicas necesarias dejando intactas cuestiones fundamentales, como la no contribución de los señoríos, los diezmos, mayorazgos y propiedades eclesiásticas. LA CUESTIÓN SUCESORIA En mayo de 1828 fallece la tercera esposa del rey, Mª Josefa Amalia de Sajonia, sin haber tenido descendencia, asunto que ya preocupa en la corte habida cuenta que el rey tiene 45 años y una mala salud. No tarda en contraer nuevas nupcias, esta vez con su sobrina, Mª Cristina de Borbón Dos Sicilias, el 11 de diciembre de 1829. Enlace no bien visto por los absolutistas “puros y apostólicos” que tenían la esperanza de que el hermano del rey, Carlos Maria Isidro, alcanzase el trono no tardando mucho, pues el rey seguía sin descendencia. Peor recibieron la noticia del pronto embarazo de la reina que en caso de llegar a feliz término pondría en peligro sus planes, y mas cuando por orden del rey, por si acaso si lo que venía era niña, se publica el 31 de marzo de 1830 la “Pragmática sanción” que aunque ya había sido promulgada por Carlos IV en 1789 nunca había sido publicada, anulándose con ello la Ley Sálica borbónica, en vigor desde Felipe V, que impedía reinar a las mujeres. Además en la Corte se rumoreaba que la nueva reina simpatizaba con las ideas liberales. Tanto el infante Carlos con sus partidarios no admiten la “Pragmática sanción” y tachan de traidores a los que apoyan la decisión real. Tal es su zozobra de verse apartado del trono si el rey tenía descendencia, que apelan al rey francés Carlos X que comunica a Fernando VII su indignación por dicha pragmática (Arias Texeiro, secretario de Estado señala que la repuesta fue un castizo “que se metiese en sus calzones , que el Rey lo era de España”). Al ver que la solicitada intervención no es posible y menos cuando la revolución parisina del verano de 1830 depone al Borbón francés, los partidarios del infante Carlos (apostólicos y absolutistas puros) inician toda una trama de conspiraciones y forcejeos palaciegos para conseguir la abolición de la citada pragmática. Por estas razones el nacimiento de la infanta Isabel, el 10 de octubre de 1830, a la que enseguida se proclamó princesa de Asturias, fue recibido con “alegría” por unos (los liberales) y con mucho pesar por otros (absolutistas intransigentes) y mas cuando nace la segunda hija del rey en enero de 1832, la infanta Luisa Fernanda, pues con ello las opciones a ocupar el trono del infante Carlos se tornan mas remotas. En esta situación el 14 de septiembre de 1832 el rey, que estaba en el palacio de la Granja, cae gravemente enfermo hasta el punto que se toma la decisión de que la reina Mª Cristina se haga cargo del gobierno. Esta circunstancia va a ser aprovechada por algunos de los cortesanos carlistas, que a través del ministro Francisco Tadeo Calomarde, convencen a la reina que lo mejor para España es que el siguiente rey fuese
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Carlos el hermano del rey, ya que otra posibilidad implicaría una posible guerra civil y que presionase en este sentido al monarca. El rey medio agonizante y sin tener clara conciencia del hecho, fiado por la presencia de la reina y ante varios ministros, accede a firmar el “Decreto de derogación de la Pragmática sanción” que se acuerda mantenerlo en secreto hasta la muerte del Rey. Pero el secreto dura poco, y se dice que gracias a la decidida intervención del hermano menor del rey, Francisco de Paula (liberal y masón) y de su esposa Luisa Carlota que se presentan en el palacio de la Granja, junto con un grupo de liberales, se logró desbaratar el plan, episodio que se conoce como “los sucesos de la Granja”. A partir de ese momento grupos de liberales influyentes deciden intentar predisponer a su favor a la Reina, que en esos momentos estaba de Regente, para conseguir a través de ella un cambio ministerial que sea afecto a mantener la Pragmática sanción. Restablecido el monarca y consciente del alcance de lo ocurrido nombra un nuevo gobierno a cuyo frente coloca a Francisco Cea Bermúdez que, con el apoyo de la reina y una amnistía general para los liberales, consigue el 31 de diciembre de 1832 la anulación del Decreto derogatorio de la Pragmática Sanción, lo que supone la pérdida para el infante Don Carlos de toda posibilidad de heredar la corona, siendo la infanta Isabel jurada como heredera por las Cortes en mayo de 1833. El 29 de setiembre de 1833, a las cuatro de la tarde, fallece, a la edad de 49 años, Fernando VII dejando en herencia a su hija de tres años una guerra civil (1ª guerra carlista) y las bases para establecer un nuevo régimen político, guerra que en sus diferentes fases se prolongará hasta 1876.
1. ¿Qué consecuencias tuvo para el Trienio Liberal y para España la decisión del Congreso de Verona de enviar a nuestro país a los “Cien mil hijos de San Luis”? 2. Describe el alcance de la represión antiliberal y cita los pronunciamientos liberales habidos en la década 3. Esquematiza las tres etapas de gobiernos de la década 1.4. Indica las consecuencias que tuvo la independencia de las colonias americanas para la 6.economía española durante la década. 5. Expón, brevemente, la cuestión sucesoria planteada a finales del reinado de Fernando VII 6. Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué.
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IMÁGENES E IDEOLOGÍAS
Los cambios que se experimentan a lo largo de los siglos XVIII y, especialmente, XIX conocidos genéricamente como revolución, afectan tanto a la agricultura como a la demografía, la industria y, en consecuencia, a la política; también influyeron en el mundo de la imagen. Una mejora en las condiciones de vida en general permitió el acceso a la cultura a un mayor número de personas y, si aún no es posible hablar
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de una sociedad de masas, sí que hay un deseo de adoctrinar a través de las imágenes a una población cada vez menos homogénea y más dividida en fracciones de clase con intereses diversos. Los grabados en sus diferentes formas: xilografía (con una matriz en madera), calcografía (realizado sobre plancha de cobre a la punta seca, al aguafuerte o a la aguatinta) y, más tarde, la litografía (sobre piedra litográfica) fueron los medios empleados por los grupos de presión para difundir sus ideología y aquí no establecemos diferencias entre las obras maestras de referencia inexcusable en la Historia del Arte y los grabaditos populares de mayor importancia cultural que artística. Respondiendo a los intereses ilustrados, Francisco de Goya editó en 1799 su serie de Los Caprichos en los que criticaba, entre otras cosas, a la sociedad estamental como ocurre con las asnerías Tú que no puedes (1) y Asta su abuelo (2) pero aún no había llegado el momento de la agitación visual. Fue con la invasión napoleónica cuando se trató de movilizar, por todos los medios posibles, la conciencia de la población española contraria a su pérdida de identidad como nación. Se defiende a una monarquía que ha sido engañada por las mentiras francesas (3, Recevimiento en Bayona) y se cargan las tintas contra Godoy a quien, a toro pasado, se le acusa de ser el causante de nuestras desgracias políticas (4, Napoleón y Godoy) En muchos casos los grabados se acompañan de versitos, a veces simples ripios, que acentúan el carácter didáctico de la ilustración. En otros casos, la llamada a las armas no se realizaba, curiosamente, desde el pueblo o sus dirigentes sino a través de un heraldo que obedece a los intereses británicos y que echa en cara al resto de los estados de Europa su incapacidad de reacción ante el rapto de una España dormida (5, Despierta, España) a quien Napoleón impone un rey: su propio hermano. La inquina se desata contra el emperador de los franceses (6, Napoleón) y contra José Bonaparte a quien se hace depositario de algunos de los vicios más odiados – entonces- para los españoles: la bebida (7, Cada cual tiene su suerte, la tuya es de borracho hasta la muerte, 1814) y el juego (8, Ni es caballo, ni yegua ni pollino en el que va montado, que es pepino). También se rechazan las normas, como la Constitución de Bayona y el resto de las medidas tomadas por el “gobierno intruso” (9, Napoleón trabajando por la regeneración de España la cual, representada en un patriota, le paga, agradecida, el beneficio) que atacan los pretendidos principios inalienables de la Nación española. El enfrentamiento bélico encontró en Goya su mejor representante pero, aunque sus dibujos sean en su mayor parte coetáneos a los acontecimientos, sus grabados de los Desastres de la guerra (10, ) no fueron publicados hasta mucho más tarde. Y el comportamiento del pueblo español no aparece en ellos menos criticable que el de los soldados franceses. Goya comienza a pensar por su cuenta y su discurso ideológico no está al servicio de ninguna causa partidista. El pueblo en armas pretendía el derrocamiento de “Pepe Botella” tal como graba Masferrer, ya en 1817, a partir de un dibujo de Salvador Mayol (11, Levantamiento simultáneo de las provincias de España contra Napoleón) al mismo tiempo que un grupo, más o menos legítimo, de sus representantes se empeñaba en la realización de una obra legislativa de nuevo cuño: La Constitución de 1812, que pronto comenzó a ser criticada por su inspiración francesa (12). Mientras duró el enfrentamiento no pareció preocupar mucho el asunto porque era prioritario acabar con el Imperio (13, Fiesta de toros en España o el matador corso en peligro y Caricatura española que representa la ventaja sacada por Napoleón de la España, 14) con ayuda de Portugal (15, Para ver esta función , la España e Inglaterra se juntan al Portugal con estrecha y firme unión y 16 Los despojos del águila francesa entre España y Portugal) aunque quizá también por su desconocimiento por parte de la mayoría del país. El retorno del “Deseado” provocó el enfrentamiento entre dos maneras contrapuestas de ver el futuro de España: los partidarios del absolutismo frente a quienes deseaban una versión autóctona del constitucionalismo liberal. El triunfo de los reaccionarios se produjo tanto por convicción de los sectores beneficiados del Antiguo Régimen y de notables masas campesinas, más atrasadas culturalmente que la burguesía industrial y comercial, como una imposición de las potencias triunfadoras sobre la Francia napoleónica (17). Así que Fernando VII gobernó de 1814 a 1820 anulando la Constitución del 12, que era vista por sus partidarios como el demonio (18) que amenazaba su posición de predominio. Enterrada la letra, tal como interpretó acertadamente Goya en su Murió la Verdad (19) quedó latente su espíritu (20, Y si resucitará?) en el corazón de los sectores liberales que vieron en los intentos de sofocar la rebelión de las colonias americanas la fuerza militar para enfrentarse a los absolutistas. Si el levantamiento de Riego fracasó en primera instancia, no ocurrió así con el deseo de libertad que termina triunfando e imponiendo la Constitución a quienes se oponían a ella, especialmente el clero (21, El enfermo por la
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Constitución) aunque el recurso al ejército dio paso a un intervencionismo de la milicia en los asuntos políticos que va a lastrar la historia contemporánea española. Durante tres años (1820-23) el liberalismo parece dominar (22, Entierro de los serviles) pero el aparente sometimiento de Fernando VII fue una simple maniobra dilatoria hasta la intervención de la Santa Alianza y la llegada de los Cien Mil hijos de San Luis que posibilitaron la imposición absolutista que iba a durar diez ominosos años en los que ya no iba a quedar mucho espacio para la crítica.
1. ¿Qué critica Goya en sus grabados Los Caprichos de 1799? Estudia, también, las tres imágenes del panel: Lo viejo: El Antiguo Régimen 2. ¿Qué se critica de José Bonaparte? 3. ¿Qué actitud toman los españoles ante las medidas legales tomadas para ellos por Napoleón? 4. ¿Quiénes ayudan a España en su lucha contra Napoleón? 5. ¿Cómo es vista, en la ilustración 18, la Constitución de Cádiz por un sector de españoles? ¿De qué sector político se trataba?
BICENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ (1812-2012) DEPARTAMENTO DE GEOGRAFÍA E HISTORIA MIGUEL ÁNGEL AGUADO DE LA FUENTE JOSÉ ANTONIO LUENGO GALLEGO LUIS LIQUETE PÉREZ ROBERTO CONTRERAS CARPINTERO RICARDO CORDERO GARCÍA YOLANDA GUTIÉRREZ MARTÍN COORDINACIÓN ARTURO CABALLERO BASTARDO
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