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Adolfo Ramos
Adolfo
RAMOS
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COLOR QUE ENTONA LA DANZA Al ver los cuadros de Adolfo Ramos tenemos la certeza que cada danza fue capturada en su lugar de ejecución. Por lo mismo, al ver las pinturas, podemos percibir en la gama de las persianas de colores los aromas, exudaciones y entonaciones propios de la celebración. En los cuadros de Adolfo Ramos, a diferencia de las imágenes fotográficas, el contexto no se hace evidente. En los primeros cuadros de esta etapa dancística el fondo de la representación elegido por Adolfo Ramos fue el negro y ahora, como vemos, es lo polícromo. Fondo,
Pintura al òleo sobre lienzo
el actual, que nos acerca y recuerda el consecuente vínculo del artista con su tradición abstracta.
Cuando uno asiste el lugar de la danza –en Mito, Chongos, Chupaca, Jauja, Sicaya, Huayucachi y otros pueblos del Valle del Mantaro– se satura por un contexto, también colorido, pero que, a diferencia de las pinturas de Adolfo Ramos, nos hiper- aburguesa (contamina): carpas psicodélicas que anuncian la venta de cerveza, gigantografías que publicitan los platos típicos de la región, etc. Un contexto en el que se prioriza la ganancia, lo comercial, la venta, el desenfreno consumista.
Frente al contexto cuya estética procura embriagarnos en el fluir de la rentabilidad capitalista de la fiesta popular los cuadros de Adolfo Ramos nos ofrecen contextos que desacralizan lo económico y privilegian la ejecución misma de la danza. Más que ir a la fiesta para comer y “beber hasta morir”, quienes acudamos, podríamos hacerlo para emocionarnos con el desborde y apasionamiento del danzante; con el anual y cíclico rito a la vida. Las pinturas de Adolfo Ramos nos recuerdan los motivos para ver la fiesta: la alegría, la coquetería, el arrojo, el compañerismo, el equilibrio, la autoridad, la innovación. En la tarea de mostrar tan solo al o los danzantes los cuadros de Adolfo nos hacen sentir la falta de los acordes, los tonos, los ritmos del instrumental musical. ¡Como extrañamos el lagrimeo del saxo o el clarinete, la convocatoria del pututo, el latir de la tinya…! Y entrevemos nuevamente los colores de los lienzos que insinúan con su plasticidad la dimensión auditiva de la danza. Colores que tienen toda la intensión de afinar nuestra mirada que sabe que quienes están danzando lo están haciendo al compás de quienes están musicalizando el contexto.
Jorge Yangali Vargas
Pintura al òleo sobre lienzo