Kiko Veneno: "Quiero alegrarle la vida a la gente"

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La Opinión de Granada Sábado, 9 de mayo de 2009

Entrevista. Kiko Veneno. Músico

«Soy un entretenedor; quiero alegrarle la vida a los que me siguen» El roquero más flamenco encabeza esta noche el cartel de la Fiesta del Espárrago Verde. Por Eduardo Tébar. Granada Programa internacional en Huétor Tájar Huétor-Tájar acoge este fin de semana la VI Fiesta del Espárrago Verde, en homenaje al desaparecido festival Espárrago Rock, del que se cumplen 20 años. Un encuentro que convierte la tradicional fiesta musical en un encuentro gastronómico y cultural, dirigido tanto al gran público de como a los diferentes sectores profesionales de Andalucía. Esta noche, a partir de las 21 horas, actuarán Kiko Veneno, los colombianos Aterciopelados –en su regreso a Granada dos años después de su último concierto–, Eskorzo –la banda granadina presentará su flamante ‘Paraísos artificiales’–, Arístides Moreno y Dark Warriors. Mañana, a partir de las 13.00 horas, se elaborará una tortilla gigante de espárragos verdes con el objetivo de lograr un récord Guinners.

ersonaje determinante y fundamental para entender la música creada en España en los últimos 32 años, Kiko Veneno (Figueras, 1952) afronta los tiempos de crisis con salero y a golpe de rumba. El singular artista, licenciado a Filosofía y Letras, se ha caído y se ha levantado tantas veces como canas peina. No en vano, el primer single que se compró, en 1967, fue el ‘I’m a beliver’, de The Monkees. Así que la suya es una historia de tenacidad. Esta noche encabeza el cartel de la Fiesta del Espárrago Verde en Huétor Tájar.

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–Bético nacido en Cataluña. ¿Ha pensado en hacerse del Barça?

–De chico era bastante del Barça y del Madrid. Sí, de los dos. Era la imagen de España en el exterior. En el patio de mi casa escuchábamos por la radio a Di Stefano jugando la Copa de Europa. Parecía un viaje a la guerra a Rusia. Me di cuenta de que era lo único de España que iba a Europa: el fútbol. Terminé el disco de Veneno el día que el Betis ganó la primera Copa del Rey, en 1977. La filosofía bética me encanta. Aunque el beticismo es coyuntural. Lopera nos tiene divididos y machacados. –Ahora anda con nuevas composiciones. ¿Adelantará algo en el Espárrago?

–Alguna de las nuevas caerá. Estamos preparando un directo llamado ‘La rumba de la crisis’. Lo estamos haciendo en sitios pequeños para ir rodándolo. Presentamos en vivo un disco cuyas canciones todavía no conoce la gente. Se produce una tensión muy especial. –Usted empezó cantando temas de Dylan y Paco Ibáñez en las huelgas universitarias. ¿Eso le imprime carácter a uno?

–Aprendí canciones de Paco Ibáñez, Bob Dylan o Serrat. Los grandes maestros de entonces. Los ídolos estaban en grupos como Smash o Máquina!, la banda progresiva de Barcelona. –Antonio Smash y Triana protagonizaron una revolución en la capital hispalense. ¿Cómo la vivió?

–Para mí, la auténtica movida sevillana fue la de los años sesenta, con Smash. Era mucho más minoritaria, pero fermentó y dejó el camino para todo lo que vino detrás. De hecho, nos dio el armamento necesario a los que llegamos después. No sólo a Veneno, sino a Triana o a Lole y Manuel. El movimiento de Smash

lo siguieron cuatro gatos, pero dinamizó enormemente la cultura de la ciudad. –En 1973 había visto en concierto a Dylan y a Frank Zappa. ¿Fue un espabilado para su tiempo?

–Éramos pocos los que valorábamos la música. No como ahora, que todo el mundo tiene un equipo en casa. Escuchábamos todos lo mismo: Cream, Jimi Hendrix, Bob Dylan, los Beatles, los Rolling, Miles Davis, Frank Zappa... Corría una época tan gloriosa que no se le podía decir no a nada. Todo era buenísimo. Se abrieron las puertas de la percepción, como cantaba Jim Morrison.

«Una canción debe ser de su gente, como el río para su pueblo». A. V.

–Con Veneno inauguró el rock callejero y acústico en España. ¿Le mosquea que hayan tardado 30 años en reconocérselo?

carse la vida. Me surgió la oportunidad de abrir un chiringuito en Conil de la Frontera. Ahí le ponía cubatas a Joselito, el de la voz de oro.

–Las cosas son como son. No hay que esperar a que venga nadie a reconocerlas. Las muchachas no son guapas porque lo reconozca alguien, sino porque lo son. Y punto. Las cosas se producen de una forma natural y enganchan unas con otras.

–Cuentan que el ‘Volando voy’ es un himno en Cuba. ¿Alguna vez ha pensado en la universalidad de sus canciones?

«Las propuestas de Granada siempre han tenido misterio: García Lorca, Falla y Enrique Morente» –¿Eran conscientes del hallazgo?

–Sí, sí. Y me alegra mucho que digas lo de rock callejero porque define muy bien lo que hacíamos. Abrimos una nueva forma de soltar la guitarra flamenca y decir las letras en la música española. –También participó en el mítico ‘La leyenda del tiempo’, de Camarón. ¡Otro fracaso histórico!

–Se produjo la misma circunstancia en 1979, dos años después que Veneno. El productor fue el mismo, Ricardo Pachón, que a su vez trabajaba con Lole y Manuel. Lo del fracaso histórico me recuerda a los que se reían de Felipe González cuando se llamaba Isidoro. Los que han quedado para la carcajada son los que se rieron entonces. –Pero usted casi acaba su carrera poniendo cervezas en un chiringuito de Conil.

–Estuve dos años trabajando en la hostelería después de grabar con Camarón. Tuve un hijo y había que bus-

–Una vez fui a un concierto a Córdoba y alguien me comentó lo del himno del ‘Volando voy’ en Cuba. Es un tema muy sencillo y a nosotros nos parecía maravilloso. Todo el mundo se ponía a cantar y a bailar cuando sonaba. Para nosotros ya era universal. Lo importante de una canción es que sea de su gente. Como dice Lawrence de Arabia, un río para su pueblo. –¿Todavía sigue la música que se hace en España?

–Escucho Radio 3 todos los días. Soy receptor de música. Estoy al tanto de los lanzamientos de la gente de la que espero algo, como Paul Simon o Dylan. –¿Le gusta el último de Dylan?

–Uff... Amigo, ese disco es para comerlo con pan. Estamos hablando de algo muy fuerte. –¿Le costó rumbear con su ‘Memphis blues again’ en los noventa?

–No. Yo empecé a tocar la guitarra con las canciones de Peret. Después cogí temas de los Beatles y hacía lo que Los Manolos repitieron veinte años después. En los guateques cantábamos las canciones de los Beatles por rumbas. Esta adaptación que hice de Dylan es un blues, algo muy cercano al sentimiento andaluz y a los que representa el flamenco. –¿Y aún le sorprende algo?

–Sí, los Collected Animals, por ejemplo, son sorprendentes. –Precisamente, ahora está tocando alguna de los Beatles y hasta de Leonard Cohen.

–Hacemos por rumba andaluza el ‘Bird on a wire’ de Leonard Cohen.

De los Beatles tocamos una versión muy personal de ‘I am the walrus’, una canción machacona que nosotros avivamos un poco. Mantenemos la parte psicodélica a nuestro aire. –Hay quien le asocia a ‘La Bola de Cristal’ disfrazado de Frankenstein. ¿Piensa en los ochenta con cariño o con sonrojo?

–Lo recuerdo con mucho cariño. Yo era muy cortado, muy introspectivo en lo musical. No me considero un buen actor, pero le puse gracia. El público se quedó con la copla. Aquello me sirvió para convertirme en entretenedor de la gente. Yo quiero alegrarle la vida a la gente. Y sigo cantando la canción en la actualidad. –¿Y en qué líos anda metido Lobo López? Aquel superhéroe barrial que usted encarnó en ‘Échate un cantecito’.

–No estoy capacitado para desarrollar el personaje como si fuera una obra de teatro. Tendría que trabajar con gente aplicada en ese terreno. Yo manejo las herramientas del pop. –En Granada existen ‘indies’ que le reivindican, como Jota ‘Planetas’.

–Han dado un vuelco muy interesante con ‘La leyenda del espacio’. Son personas inquietas, grandes aficionados a la música. Los Planetas me gustaron mucho cuando salieron, con esa voz que no se escuchaba detrás del muro de sonido y con un mensaje muy incierto pero muy auténtico. Las cosas de Granada siempre han tenido su misterio. Aparte de Lorca y de Falla, me impresiona la figura de Morente. Es un cantaor serio y ortodoxo, pero aventurero. Definitivo para la música de este país. Es una antorcha viviente. –Se le ve encandilado...

–Mi relación con Granada siempre ha sido maravillosa. Empecé a leer a Lorca con 18 años y después no he parado de visitar Granada. b


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