El camino, el sombrajo y el alemán

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Arturo J. Gonzรกlez Suรกrez

El camino, el sombrajo y el alemรกn


Título original: El camino, el sombrajo y el alemán Primera edición: Julio 2008 Diseño de cubierta: Arturo J. González Suárez Copyright de texto y fotos: © 2008 Arturo J. González Suárez www.arturogonzalez.net ag@arturogonzalez.net

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del titular del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.

Editado por el autor en Lulu.com Impreso en el Planeta Tierra.


Para Higinio y Merche, su familia y mi familia, sus amigos y mis amigos.



Prólogo

El lenguaje del autor

En realidad debería ser una nota explicativa, pero la cosa tiene guasa, mucha guasa. Al autor le ha dado por ser poeta, sin mérito ni presencia, sin conocimientos ni práctica, y se ha lanzado a los ripios y merece una advertencia. Amable lector, sé benevolente con él. Se puso a escribir y le salió una cancioncilla. Cierto que desentonada, cierto que muy mal casada, donde parece que rima lo que en realidad desafina. No se lo tengas en cuenta, la cosa no fue a propósito, se puso a escribir y le salió de un tirón. Influencia marismeña, el ritmo del tamboril, las sevillanas perpetuas. ¡Qué se yo!, pero así fue. No busques más que lo que hay, no le enjuicies en serio y cuando te dé la risa, déjala escapar contento que fueron risas profundas las que alegraron el cuento.

El alemán.

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Uno

Vamos, que nos vamos

El alemán que no deja escapar ninguna oportunidad a poco que la cosa encarte, se enfrenta ahora a una excursión sentimental al sur. Su amigo le previene de la indumentaria, - ¡Quillo, que con vaqueros y zapatillas vas a parecer un alemán! Pero el alemán no se atreve con los piompa y prefiere pasar por alemán que por picador de plaza portátil en día de alternativa barata.

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Una noche en el camino yo no la cambio por "na", aunque se venga "cansao" por el pesado arenal. Y a la luz de las estrellas, "arrimao" a la candela, me dan ganas de cantar, una noche en el camino yo no la cambio por "na". 10


Dos

El inicio no puede ser peor

Y el Villarreal, llave de muchas escapadas, le gana al Recre sin despeinarse y eso es muy mala carta de presentación entre sus conocidos moguereños. ¡Qué le vamos a hacer, los amarillos vienen con moral de segundones y están imparables! Un golazo, antes de que todo empiece, es el barcito de los bajos del Nuevo Colombino, Plaza de la Marabunta, tal como llegas, enfrente, donde los cubatas van a tres euros y eso en los tiempos que corren es un buen comienzo. Para equilibrar el resultado y dejarlo en un empate injusto, la venta de San Juan del Puerto, donde Ilde paga el desaguisado, no tiene el nivel de la región. Y mira que los nombres de los platos prometen. - ¿Salvamos las cabrillas? - Un poco picantes, pero las salvamos. La debacle del Barcelona con el Campeón del Mínimo Esfuerzo lo vemos en 50 pulgadas de plasma cervecero y ahí conozco a Paco, de blanquiazul indignado.

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Debajo del carro me quedo dormío, mirando a los bueyes y al caballo mío. Veía las candelas "cuchaba" el "gentío" y un cante por Huelva quebró el sueño mío.

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Recogí la manta, me ofrecieron vino, templé mi guitarra y cante por cante amaneció el alba.


Tres

Jueves del camino

El alemán se vuelve a poner los vaqueros y las zapatillas, y bien entrada la mañana, la misa de romeros ya pasó, se va a ver el recorrido que la Hermandad hace por Moguer. Su amigo le previene: - Fíjate si ves a Merche - ¿Y como la distinguiré? Porque sé que es la más guapa pero… - Tú mira y donde veas un resplandor, allí está Merche Y empezamos con las fotos y entre foto y foto cafelito con leche y media tostada con aceite. Y luego, a la altura del Convento de San Francisco, viene el amigo, y vemos lo de la furgoneta para pasar la noche y dejar el coche en la aldea y organizarlo todo, que el amigo se preocupa mucho del bienestar del alemán. Y pasando por Montemayor, derechos al Milanillo, donde se detiene a comer y a descansar del paseo la Real e Ilustre Hermandad, y vemos a Pili y a su amiga, pletóricas de energía. Y el carretón y sus bueyes. Y dice “niñodios” que este año hay muchas garrapatas. Pero el alemán sigue recostado en la hierba y en la sombra. ¡Garrapatas a él! Llega la Hermandad, y los cocineros del Mayordomo ya tienen preparado arroz ilustrado (que por aquí le dicen paella) y unas albóndigas y un picadillo (que por allá llaman ensalada de atún). 13


Y empezamos comiendo del Mayordomo, aunque la cervecita la pone Ilde desde su carro rociero de postín encarnado. Quilómetros de soledad al volante que presagian más soledad y más magia. Las ensoñaciones fluyen con el run run del motor y ahí se empezaron a escribir las líneas que estás leyendo. Y dejamos el coche en la aldea, aparcado en el mejor lugar imaginable, tanto que pone en duda al amigo, pero el guardia verde oliva es de Valladolid y dice que mientras no moleste... Y nos vamos para atrás. Y vemos pasar a la Hermandad, por las sendas, camino de Bodegones, del llano de Cabezudos que los viejos dicen Pino Gordo. Y para allá que nos vamos dando un rodeo de asfalto. Y ya tenemos la furgoneta, acolchonada, en el centro del campamento y polaroid va polaroid viene, los cocineros del Mayordomo se llevan la prueba de su existencia en una foto ganadora de concurso de nostalgia y nos prometen cerveza, pero el que manda no ha llegado y se vuelven suecos ante el alemán y su amigo. Y la noche va cayendo, y la Hermandad se retrasa y “piernaschicas”, Rafael, nos cuenta detalles e historia y su hijo con los bueyes; y él, actor de futuro, cinematográfico “arreburras” de JRJ, controlando el movimiento desde su orgullosa pertenencia a la Junta Directiva. Y otra vez llega la Hermandad y ya no queda luz para mí. La cocina del Mayordomo está abierta y los montaditos de lomo, con su adobo de ajo y perejil, son una delicia en medio del campo y del campamento. Unos arreglan colchones, otros improvisan cena y algunas candelas se atizan antes de empezar los cantes. Los cantes por sevillanas, los cantes por rocieras. Las palmas y el tamboril con su magnético ritmo precursor de ceremonias. A medianoche el Rosario y a continuación más cante, y el petardeo incesante de los grupos electrógenos. Campamento de gitanos poblado por los flamencos. Y el alemán se va al colchón nómada, y vueltas y vueltas porque el ruido no cesa y la puerta abierta de la furgoneta no invita al sueño profundo.

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Y el amigo que viene con una colchoneta de playa con la talla de los juncos, rosa de pitiminí. Y lo intenta, pero no. Se va y vuelve más tarde, y aleja la furgoneta donde la calma es sosiego. Y el alemán cae por fin montando el aserradero y el amigo que no aguanta tamaña trabajera arregla el despropósito romero y va donde su mujer, pasando por la candela donde la belleza helada le pide asiento entre silenciosos cantes. Y más cantes bullangueros de los que verán el amanecer sin dejar de tocar palmas, “arrimaos” a la candela, enardecidos de juerga que esta noche es singular entre todas las del año.

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Tiene caballo, tiene carreta. Coge la manta y viene andando. Tiene caballo, tiene carreta, un par de bueyes para engancharlos. En la dehesa, potros y yeguas. Coge la manta y viene andando. Con la medalla de plata, con la camisa "partía", un cigarrillo en los labios y barba de varios días. Coge la manta y viene andando. Que yo no vengo de rico, que presté lo que tenía, cogí la manta de un pico, tabaco "pa" siete días, y a verte vengo... Rocío. 26


Cuatro

Viernes de emoción

Por la mañana temprano, el campo es un brotar de setas flamencas y mirar para otro lado. Movidas por un resorte, resguardadas por volantes, aligerando las copas de la larga madrugada. Los flamencos otean el horizonte más discretos y más quietos. La tribu del Mayordomo ya está dando el desayuno y el alemán, que se ha soltado, se toma su cafetito y su tostada aceitada y de postre una tajada de un bracito de gitano. Y las caras conocidas que se acercan por allí, que el cocinero que triunfa es el más madrugador. Son las ocho y toca misa, mientras el campamento se alza y poco después arranca para llegarse a la aldea. ¡Qué buen día amaneció! El alemán exultante se vuelve algo atrevido y con el carretón detrás da comienzo al recorrido. Por arenales y pinos, bordeando la Doñana rociera, arranca con paso alegre hasta llegar a la puerta donde el funcionario torpe deja en buena intención el regado del camino. No importa, oiga, no importa. No importa que sea tan lento: es el polvo del camino. Si no lo riegas, amigo, aumentarás el delirio; quédate con tu pereza y que la Virgen te ampare. A la vista de las últimas carretas de Isla Cristina que salen para la aldea, la comitiva se para y reparten bocadillos del inagotable avío del Mayordomo mañico. Al alemán, que le ha cogido gusto al camino, esta parada le enfada y decide, enardecido, continuar hacia el este sin más compañía que la de su misma persona. 27


Se despide de su amigo, dudando de su porfía y advirtiendo que miren a las cunetas por si necesita auxilio. Y el alemán, movido por fuerzas sobrenaturales, camina a paso vivo buscando los firmes surcos de alguna rodada vieja. Y le va cogiendo el gusto, y camina alegremente hundido en sus pensamientos. Deja atrás la expedición, deja atrás a sus amigos, deja volar la imaginación y presiente que, a poco que el cuerpo aguante, alcanzará su destino cruzando por la Rocina. Pasa el tiempo, jalonado de pequeños descansos, de saludos a los que como él van andando: ¡Vamos! Se dicen unos a otros. A caballo o caminando el camino va pasando y no falta un vaso de agua ni el “niñodios” ubicuo que se detiene para surtir de un refresco. El sendero es arenoso, como caminar la playa y el alemán se da cuenta de que las orillas son más firmes y que cuando no hay orillas lo mejor es la rodada. Las carretas de Isla Cristina se atisban en lontananza. Se han parado en el arroyo de Fresno Gordo porque han de atravesar la charca, bautizar a los novatos y mojar a los tractores y a los tractoristas. La estampa es un juego de niños donde los protagonistas son adultos bien crecidos. Nadie sabe que el alemán es novato, tampoco el alemán sabe que este es el baptisterio, de modo que pasa la charca como si, de toda la vida de Dios, fuera peregrino rociero. Y las carretas se alejan y el alemán se reencuentra con su soledad. Y piensa que hace mucho tiempo que no pasaba tantas horas a solas consigo mismo y le viene bien porque, recuerda que te recuerda, le acompañan vivos y muertos, añoranzas y querencias y siente con cada paso que está haciendo el camino solo debiendo hacerlo en compaña. Tampoco es la novedad, que el alemán es un raro y lo lamenta sincero, pero el camino es el camino y sigue avanzando ligero. Las sombras han aumentado, el sol no es tan justiciero y la brisa marismeña alivia la romería que a cada paso que da aumenta la dicha interna y el orgullo colectivo. Adelanta a un barajeño, segundo año romero, obeso con abundancia y de rótula averiada. De la hermandad apadrinada por la moguereña madre saca fuerzas para llevar, tranca a tranca, el camino todo entero. Y charlan un rato, y van preguntando ya cuanto falta para la aldea, y dos quilómetros dice uno, y media 28


hora dice otro. De allá vienen jinetes y charretes, con abundancia creciente; señal que El Rocío se acerca a fuerza de paso y paso. Y Los Llanos, Las tinajas y, largo final al fondo, el Santuario de la Reina de las Marismas, almonteña universal. Y hacia allí, magnética Blanca Paloma, van los pasos del alemán que arrastra las piernas a golpe de satisfacción. La Virgen rodeada de caras que la miran y remiran, de flamencas y flamencos y alemanes y alemanas que hasta allí se han alcanzado. Unos la verán a ella, otros a la popular cancela. Y la Hermandad que no llega y el alemán esperando y por teléfono sabe que la charca están cruzando. Hora y media de ventaja, cuatro fotos al carretón que con los bueyes de alzada y genuflexión, gira hacia el norte a su Casa en la aldea rociera. Pero no hay tiempo de más, ni siquiera para el altercado abrupto que a unos metros se va a dar entre un almonteño soberbio y los moguereños de postín. Hacia el coto hay que irse ya, que la Romería, la otra, la propia, la pequeña, la íntima, no espera. Una ducha, un par de horas de reposo de cuerpo y mente y para el chozo que nos vamos con los mismos pantalones y el calzado maldito que recogerá el barro para dejar bien manchado el mármol de Merche, la de su amigo. Pero no es ahora el momento, eso ya vendrá más tarde. Ahora hay que conocer lo que en el coto tenemos, sombrajos de toda clase, un chaparrón despiadado, todo bien preparado para agasajarnos todos mientras la Virgen protege. Empieza el tapeo y el cante, la cerveza y el jamón, los nuevos amigos breves ahora con más atención. José Luís, hermano de cantaor y Joaquín, monstruo de los fogones, ¡Que sopa del cocido, hijo!, aliviarán esta fría noche. Es la una, hay cansancio. Mañana será otro día. Las Hermandades filiales esperan ser recibidas, pero antes del retiro dejemos que un moguereño que sabe de usar la pluma, deje aquí mejor escrito el sentimiento que el alemán tartamudo, ciego y sordo, no sabe expresar mejor:

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Platero - le dije - vamos a esperar las Carretas. Traen el rumor del lejano bosque de Doñana, el misterio del pinar de las Ánimas, la frescura de las Madres y de los dos Fresnos, el olor de la Rocina... Me lo llevé, guapo y lujoso, a que piropeara a las muchachas por la calle de la Fuente, en cuyos bajos aleros de cal se moría, en una vaga cinta rosa, el vacilante sol de la tarde. Luego nos pusimos en el vallado de los Hornos, desde donde se ve todo el camino de los Llanos. Venían ya, cuesta arriba, las Carretas. La suave llovizna de los Rocíos caía sobre las viñas verdes, de una pasajera nube malva. Pero la gente no levantaba siquiera los ojos al agua. Pasaron primero los burros, mulas y caballos ataviados a la moruna y la crin trenzada, las alegres parejas de novios, ellos alegres, valientes ellas. El rico y vivo tropel iba, volvía, se alcanzaba incesantemente en una locura sin sentido. Seguía luego el carro de los borrachos, estrepitoso, agrio y trastornado. Detrás, las carretas, como lechos, colgadas de blanco, con las muchachas morenas, duras y floridas, sentadas bajo el dosel, repicando panderetas y chillando sevillanas . Mas caballos, mas burros... Y el mayordomo ¡Viva la Virgen del Rocío! ¡Vivaaaa! - calvo, seco y rojo, el sombrero ancho a la espalda y la vara de oro descansada en el estribo. Al fin, mansamente tirado por dos grandes bueyes píos, que parecían obispos con sus frontales de colorines y espejos, en los que chispeaba el trastorno del sol mojado, cabeceando con la desigual tirada de la yunta, el Simpecado, amatista y de plata en su carro blanco, todo en flor como un cargado jardín mustio. Se olía ya la música, ahogada entre el campaneo y los cohetes negros y el duro herir de los cascos herrados en las piedras... Platero, entonces, dobló sus manos y como una mujer, se arrodilló - ¡una habilidad suya! -, blando, humilde y consentido.

Platero y yo – XLVII - Juan Ramón Jiménez.

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Con el polvo del camino mi garganta "sa" secao y lloro por los caminos mientras llego yo a tu "lao". Que se callen los cohetes que ya sale la Señora y el susurro de las gentes Rocío Guapa Pastora. No te agarres a los varales que los lleva relucientes mírate en los cristales de su imagen transparentes. Te quiero Blanca Paloma y a verte solo he venido no vueles sobre la loma que parte el corazón mío.

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Cinco

Sábado de gloria

¡Que gloria de sábado!, el domingo por delante. Abanico de raciones, más jamón, queso curado, cervezas y rebujitos y entre tanto las Hermandades filiales subiendo hacia el Santuario. Cohetes más bien escasos lanzados con indolencia, salves y vivas, saludos y reencuentros. Y a la hora de comer garbanzos con langostinos, decepción publicitaria porque los garbanzos se dejan comer, sincretismo de los fogones, carne y marisco, cuanta más mezcla mejor, lo que será una constante de los platos que se precian. Mucho tropezón es lujo con lo ricos que están los humildes garbanzos secos después de mucho chop chop. Y daremos una vuelta y visitaremos chozos empezando por los Tolitas (1999-2008), primera cifra cabal, segunda seguro efímera. Sombrajos de más postín, atiborrados de gente. Caballeros altivos, en una mano la copa y en la otra las bridas. Charretes mal aparcados entre humildísimos burros montados por niños chicos. Y las muchachas pasean y los muchachos bromean mientras José Luís no descansa de poner platos de gambas y cañitas y más copas que mientras el cuerpo aguante le vamos a dar trabajo. Sevillanas a destajo y de vez en cuando baile. ¡Que no pare el tamboril! ¡Que no se pase el puntito! Montaditos de lomo con su pimiento en lo alto, adobo de varias clases, calentito que te quemas. Y más tigres con bigotes cocidos de maravilla. También se darán meriendas, cafés con leche y dulces donde el protagonista es un brazo de gitano con chocolate por dentro. 43


Y más tapas y más copas y la tarde va pasando y se cena en un continuo de sorbos y bocaditos, y se cantan letras incompletas, muchos arranques fallidos de ilusión y algarabía. Y cuando la noche está cerrada hace mucho, las antorchas alumbran las avemarías cantadas. El Rosario está pasando, Simpecados escoltados por varas de plata y oro y en las orillas luz titilante que enmarca la procesión que desde los chozos vemos. ¡Chiquillo, para la música que el Rosario está pasando! Y aparecen los gallegos, ¿dónde no?, con su cacharro de barro para encender la queimada. Botellas de buen orujo, aguardiente recio y casero que ni el limón, ni el zumo de una naranja, ni el azúcar, ni los granos de café, harán que ablande su paso; ni siquiera el ceceado conxuro que Corras con entusiasmo, recitará de corrido. Solo el fuego, mucho fuego reducirá su potencia. Una, otra y hasta tres tacitas me desinfectan la garganta. ¡Maldita falta que hacía! Y cuando la prudencia se alía con el cansancio y la tripa dice basta y el hígado pide auxilio, para Moguer que nos vamos a esperar el nuevo día.

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No me limpies tú los botos déjalos como han "venío". Que son como dos tesoros, son de mi primer Rocío. Esto no es cosa de limpios, pero es que a mí me da igual, esa arena la he "cogío" andando con mi Hermandad. Me metí bajo la Virgen me pisó un Almonteño. No me limpies tú los botos que son parte de mis sueños 60


Seis

Domingo de nostalgia

De nostalgia anticipada por lo que acabará muy pronto. Muy pronto, no; ¡Demasiado! Por el momento gocemos de más platos y más copas. ¡Como está el jamón, hermano! ¡Y la cerveza fresquita! Y mirando hacia lo alto porque las nubes aumentan, a ratos el sol deslumbra, a ratos el frío hiela. Por el oeste ennegrece el cielo, justo por donde la lluvia viene. Pero antes la paella, nombre amplio, donde todo el mundo mete arroces de cualquier tipo. Ventajas del sancochado que tiempo y reposo admite, mucho, mucho; tal vez tanto que hace perder la atención al grano que es el misterio. Con esa ventaja cuentan para cocer el arroz, de modo que lo que cuenta es aquello que acompaña, no importa si de tierra adentro o de la mar traicionera. El caso es que haya abundancia. Y las tiritas morronas para darle el colorido de la bandera de España. Yo prefiero el jamón, prefiero el queso y las gambas, el montadito de lomo, la carne con sus patatas y el choco y los adobos y hasta los calamares de campo. ¡Que delicias harineras! Y vamos a recorrer el coto que mi amigo lo conoce. Y aquí estuvimos antaño, y por allá pasó aquello y lo otro por acá. Cerca ya del Santuario nos acercamos que hay gente y al punto nos encontramos con que la Virgen, la Reina de los Pinares, está en un tris de ser zarandeada a base de devoción, tirones a los varales, costaleros en disputa y sin terminar la Salve, la Patrona ya está en andas y asoma por las arcadas. La banda de tamboriles se completa a la carrera, que la Virgen este

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año va a salir muy tempranera; discusiones y palabras, tradiciones contradicciones. Y cuando suena el himno sin letra empiezan a caer gotas y la Virgen se retira al resguardo del techado. Gatunos costaleros se izan hasta lo alto, por los varales de plata, para envolver a la Virgen en el plástico fresero. Finalmente saldrá la Patrona con músicas y vítores, y por la cuesta abajo llegará a la pelea de poderío celestial con los Simpecados cobardes que la esperan a la puerta de la Casa de la Hermandad. Allí empieza un rito que el alemán no comprende. Carreras hacia delante con el paso levantado, encontronazos con el Simpecado que asemeja a un picador en pleno tercio de varas. Y que se van para atrás, totalmente descompensados en unas inclinaciones que hacen temblar de miedo de que la imagen no aguante; pero aguanta. Y otra vez hacia el cielo y carrera hasta la puerta y de nuevo el forcejeo y vivas y más vivas, a la Virgen, a los costaleros, al mayordomo y al pueblo. La procesión ha empezado, el rito repetido ante cada Hermandad filial y la gente que se añade y la procesión que aumenta. Los cohetes la preceden, luego un tamboril severo, y la banda uniformada y la gente y más gente y en medio de todos ellos, adelante y atrás, arriba y abajo, recta o inclinada a un lado, la Virgen va saludando. Manto rojo, Pentecostés mediante, oro y plata y flores varias y niños que sobre el paso elevan padres y abuelos. Costaleros vigilantes ayudan en la misión, los más niños en su ignorancia pasan el momento alegres, mientras los mayorcitos lloran de pánico inocente. No saben donde agarrarse, si al manto o a los varales. ¡Menudo susto chavales! De vez en cuando la Virgen tuerce a izquierda o a derecha, allá donde unas sevillanas suenen en su honor y mi deleite. A veces no hay sevillanas, quizá sea una devota que igualmente es saludada por la divina Patrona. La procesión lleva horas caminando por el coto, algunos se van con ella otros se quedan, comiendo y bebiendo, en perpetuo movimiento estático Mañana habrá que desmontar, lagrimones con la raya, pero hoy se hará larga la noche con copas y con más copas. Y entre copa y copa un bocadito de algo. Bocaditos milagrosos que hacen difícil la torta, del puntito no pasamos y allí reina la armonía y presagiando el final, se hace balance del día. Y cuando toquen las cuatro iremos de recogida y el alemán, que ha 62


empezado a flotar en un mundo de añoranza, se irá feliz a la cama y le cuesta recordar cuándo empezó esta aventura y todo lo que pasó luego. Solo recuerda que cada uno de los minutos mereció mucho la pena y se le mezclan confusas la alegría y la tristeza. Y se le llena el alma de agradecimiento, empezando por su amigo, pero no terminando con él porque fueron muchos otros, amigos y conocidos, familiares y vecinos, los que le hicieron feliz. Los que le acogieron y mimaron y cuidaron y animaron y explicaron y contaron y le dieron de beber. De beber y de comer. Y de oír y de escuchar. Y de sentir y de amar. Que por el paladar se empieza para en el alma acabar.

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La Virgen de Montemayor

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Tu “simpecao” y el mío tienen distinto color. Va por caminos distintos, lo adornan distinta flor. Pero no importa tus sentimientos y los míos tienen la misma razón y se unen en el Rocío porque manda el corazón 80


Epílogo

Sobre los pinceles

Las explicaciones sobre la técnica utilizada a menudo son rechazadas por los lectores. Su argumento es que no importan las herramientas sino el resultado final. Yo suelo discrepar con ellos porque para mí la actitud previa, una determinada predisposición y sobre todo el hecho mismo del disparo tienen mucho que ver con la herramienta que uno tiene en las manos. Creo sinceramente que los pinceles influyen en el resultado final y forman parte de él y, en mi caso, el uso de una u otra herramienta es algo que tiene una íntima relación con mi desarrollo fotográfico y es elegida conscientemente dentro de una evolución estética. Por eso quiero decir aquí, que para este libro he utilizado un par de cámaras de película, en concreto una Nikon FM2n con una lente Nikkor 28 mm. f/2.8 AIS cargada con película diapositiva Fuji Provia 100 de 35 mm. para el color y Kodak Plus 125 para las monocromas y una YashicaMat 124G que alimenté con rollos de Kodak TriX 320 para las tomas en B&N y diapositiva Fuji Provia 100 para las de color, ambas en rollo de 220. Todos los rollos se han revelado de forma comercial y se han escaneado en un Epson Perfection V700 Photo y procesado con Adobe Lightroom.

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Índice

El lenguaje del autor............................................................................ 7 Vamos, que nos vamos ....................................................................... 9 El inicio no puede ser peor ............................................................... 11 Jueves del camino .............................................................................. 13 Viernes de emoción ........................................................................... 27 Sábado de gloria................................................................................. 43 Domingo de nostalgia ....................................................................... 61 Sobre los pinceles............................................................................... 81

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