1. Necesitamos referentes

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CICLO I Bloque I

Fundamentando la Fe

Jesús y Francisco: fuentes de identidad en el mundo actual.

1. Necesitamos referentes No hay una auténtica fe personal si ésta no hecha raíces en la historia singular de cada uno de nosotros/as. En la fe no po­ demos vivir de prestado . En realidad un creyente es aquel que es capaz de narrar su historia y ver dónde y cómo aconteció su encuentro con el Señor y qué pasó desde entonces. Pero también es cierto que en este camino, vitalmente único, necesitamos referentes. No necesitamos, quizá, grandes teóricos de la fe pero si testigos sinceros. Y, ojala, algunas personas sabias. Hombres y mu­ jeres que hayan vivido la vida y la fe a fondo y que hayan gustado y madurado una experiencia genuina de Dios. Esas personas tienen algo que decirnos. Aun­ que hayan vivido hace siglos. Referentes de entonces y referentes de ahora. Los necesitamos al comienzo, porque la fe se trasmite más por contagio que por adoctrinamiento. Y ellos tienen mucho que contagiar. Los necesitamos, más tarde, para no dar demasiados palos de ciego en nuestras búsquedas personas. Son precisos porque ellos nos abren horizontes más allá de nuestros descubrimientos parciales. Porque Dios habla a través de su vidas, porque sus vidas gritan, aunque ellos sean personas de pocas palabras, sobrios. Necesitamos saber qué pasa cuan­ do Dios pasa por la vida de una persona. Los seguimos necesitando cuando la fe se tambalea porque ellos son testigos a los que acudir cuando la fe va herida .

Estos testigos se huelen : por su forma de estar en el mundo, de abordar los con­ flictos; por su paciencia y su resistencia, por su energía interior; porque están to­ cados de Algo, de Alguien, más grande que ellos/as. Por su discreción y su pasión al hablar de Dios. Por cómo soportan el peso del mal sin romperse ni claudicar. Porque nunca se predican a sí mismos. Porque se saben y se sienten pequeños pero los percibimos habitados de una extraña fortaleza. En apariencia son simi­ lares a todo el mundo, tienen sus defectos y sus pecados, no van de nada, pero, aún sin hablar, irradian algo. Personas traba­ jadas por la vida y por la Gracia y por eso más humildes. No juzgan a nadie pero a su lado uno descubre su dispersión, la superficialidad. Ellos han hecho el camino de la fe. Y, curiosamente, a pesar de pertenecer a épocas o a culturas diversas, a pesar de tener procesos o personalidades muy dis­ tintas, se establecen entre ellos y nosotros extrañas conexiones más allá de lo apa­ rente (eso que algunos llaman la comunión de los santos , de los que creen ). No nos darán un manual de ins­ trucciones, narrarán lo que les ha sucedido a ellos. Porque ellos y ellas son los prime­ ros en sentirse conducidos: el mismo Altísimo me rebeló que debía vivir según la forma del Santo Evangelio... El Señor me dio el comenzar a creer... me dio her­ manos... me dio una fe tal en las iglesias... repetirá Francisco en su testamento.

Red Asis


CICLO I

Fundamentando la Fe Bloque I

Los grandes creyentes, como Francisco de Asís, son auténticos testigos de la fe. Siendo grandes humanistas, su secreto es que pueden ayudarnos en la experiencia del seguimiento a Jesús hoy. Mezclados con el mundo y con su historia como na­ die, y libres de tantos de sus condiciona­ mientos culturales. Francisco de Asís puede ser referente de cómo situarnos en medio de los cambios culturales en los que estamos, de cómo acercarnos sin mie­ do al humanismo de entonces y de ahora; puede ayudarnos a volver a la frescura del evangelio, puede hacernos recuperar la fraternidad como un don, sin abando­ narnos a miradas ingenuas; puede enseñarnos el secreto de la minoridad, pequeño con los pequeños o ayudarnos a avanzar por los caminos de la noviolencia, a tener una visión universal, al diálogo interreligioso Nosotros no vivimos la radicalidad de Fran­ cisco. Pero nos ayuda mucho el mirar ver­

Jesús y Francisco: fuentes de identidad en el mundo actual.

siones acabadas del seguimiento a Jesús. Nos ayuda el mirar cómo viven con nitidez lo que la mayoría de nosotros vivimos tan a medias. Para nosotros la vida cotidiana sigue siendo el ámbito privilegiado para acercarnos a las intuiciones y a las expe­ riencias de Francisco de Asís. No es nece­ sario salirnos de nuestro trabajo, de nuestra familia, de nuestras circunstancias. Cuando una persona le da cancha a Dios, como lo hizo Francisco, ya se encarga Él de condu­ cirnos por donde Él quiera. Por eso es grandemente vergonzoso para nosotros, los siervos de Dios, que los santos hicieron las obras y nosotros, con referirlas, queramos recibir gloria y honor (Adm. 6). Necesitamos referentes pero, al final, la propia vida trasformada es el criterio de verificación de todo camino creyente. No se trata de contentarnos con saber lo que Dios puede hacer en la vida de una persona sino de comenzar a dejar que Él actúe en la nuestra.

Para el trabajo personal y en grupo: ¿Puedes señalar cuales han sido los momentos, experiencias o acontecimientos que te han ayudado a encontrarte con una fe más personal? ¿Qué personas han sido un referente concreto para tu búsqueda creyente? ¿Qué has aprendido de ellas? Lee Jn 1, 35-51 verás que la fe es auténtico contagio que se expande mediante el testimonio personal. Pero al final queda la propia experiencia: Se fueron con él, vieron dónde vivía y pasaron con él aquel día, serían las cuatro de la tarde . ¿Qué es lo que más te atrae de Francisco? ¿su libertad? ¿su radicalidad? ¿su humanismo? ¿el modo en que te acerca a Jesús y su evangelio?

Red Asis


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