CICLO I Bloque II
Fundamentando la Fe
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8. El momento de la Gracia Toda la vida se va desarrollando en un continuo cambio. Aunque hay épocas de cierta estabilidad, sin altibajos, todo en nosotros va cambiando. Sin embargo, hay momentos que marcan definitivamente la marcha de la vida; hay situaciones que quedan fijadas en la biografía de la persona de un modo indeleble. La vida seguirá adelante, las cosas pasarán, vendrán otras nuevas, personas, situaciones, problemas y descubrimientos, pero aquel momento quedará grabado, no sólo en la memoria, sino en el corazón. La persona dirá que su vida se divide en un antes y un después de aquella fecha. Hay un tiempo en la vida en el que Dios irrumpe de manera nítida, como nunca antes uno se hubiera imaginado; y la vida queda fundamentada en ese encuentro, en la relación que se establece a partir de ese instante. Hay muchas maneras de vivir este momento. El modo de vivir esto está condicionado por infinidad de circunstancias personales y del entorno: la historia de uno, su carácter, su cultura, el ambiente religioso o no religioso… También hay muchas expresiones para manifestar, de algún modo, este fenómeno que se da en la conciencia íntima de las personas: iluminación, desvelamiento, revelación, conversión… Nunca terminaremos de describir del todo lo que sucede porque abarca a toda la persona, no sólo a una parte de ella. Se da la conciencia clara de estar ante alguien. Ese alguien no es cualquiera sino El. Los sentimientos son variadísimos y se mezclan
de un modo nunca imaginado: gozo y fragilidad, pecado y agradecimiento, indignidad y atracción… Se tiene la sensación de que ya antes se estaba intuyendo algo de esto, pero, a su vez, la persona nunca se había imaginado que pudiera darse algo parecido. Es novedad radical, de la cual ya había avisos. A veces es un momento preciso, temporalmente determinado hasta en segundos. Otras es un tiempo más prolongado, más dilatado, procesual. A veces se es consciente del momento; y otras, la consciencia llega más adelante: “aquella época fue de gracia para mí y me marcó profundamente, aunque me diera cuenta de ello más tarde”. Ese momento hace que todo se comience a ver desde un ángulo nuevo, desde una posición nueva, desde un nivel de existencia inédita para la persona. Todo sufre una reconsideración total. La vida, en toda su complejidad, queda fundamentada en el descubrimiento de Dios como alguien vivo y verdadero, todopoderoso y cercano como ninguno, libre y amoroso. Toda la existencia queda resituada y apoyada en El. No es que las demás cosas pierdan importancia y no tengan valor, sin embargo, a partir de este momento, todo queda pivotando en El: la misma persona desde dentro, su mundo de relaciones, la naturaleza, el trabajo… El cambio central de la persona puede que se dé en un breve período de tiempo, pero las consecuencias que esto traerá en los demás órdenes de su vida se verán a más largo plazo.
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El tiempo, ese tiempo, adquiere una densidad como ningún tiempo ha tenido hasta entonces. Todo lo vivido se ve como preparación a este momento, y todo queda como renovado, redimensionado. El futuro mismo no se ve igual, sino que queda marcado e iluminado a la luz de este tiempo tan especial. Es el momento de gracia, el tiempo extraordinario donde Dios se ha desvelado. Todo era para esto y todo se vivirá desde aquí. Hay muchas expresiones en los libros de la Biblia que señalan este momento: Kairós es la palabra propia del NT para designar este tiempo. Es el tiempo propicio, la hora, el Francisco vivió su Kairós. El quedó marcado por una serie de acontecimientos que le hicieron descubrir la presencia de Dios y su voluntad. Esta época fue determinante en la marcha de toda su vida: el sueño de Espoleto, las palabras del Cristo de San Damián, el encuentro con el leproso… Estos fueron los desencadenantes de todo lo que vivió en adelante.
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tiempo de la gracia, el tiempo de Dios. No es que los demás tiempos no lo sean, sino que éste ha sido y será siempre especial para la persona: Dios ha pasado por su vida. Jesús en el evangelio anuncia muchas veces la llegada del tiempo propicio, el tiempo de la salvación, el tiempo de la gracia. El inaugura este tiempo, él es el que se introduce en nuestra biografía y la revoluciona. El es el que hace de ese tiempo normal, el tiempo de gracia. Podemos imaginarnos cómo vivieron tantas personas que aparecen en los relatos evangélicos, su encuentro con Jesús y lo que ello supuso en su biografía. Tuvo también otros tiempos de gracia. Después de años de vida evangélica, cuando en medio de tensiones con sus hermanos parecía que la orden que él creó se le escapaba de las manos, tuvo que aprender a entregar todo a Dios, hasta lo más querido: su ideal de Evangelio. Las llagas de Cristo que, según cuentan las crónicas, quedaron impresas en su cuerpo, son señal de que fue dejándose transformar por la gracia a semejanza de Jesús, su Señor.
Para el trabajo personal y en grupo ·¿Has vivido momentos señalados en tu vida que han supuesto un antes y un después? Recuerda desde el corazón. ·¿Has tenido conciencia del paso del Señor por tu vida? ¿Cómo lo recuerdas? ¿Cómo lo contarías? ·Lee algún texto de encuentro con Jesús en los evangelios. Por ejemplo: Jn 4. Imagina la vida de la samaritana antes y después del encuentro con Jesús. Podemos hacer el mismo ejercicio con otros personajes: el ciego Bartimeo, la mujer pública, Pablo de Tarso… ·Puedes hacer lo mismo con Francisco de Asís.
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