Capitulo Flavio Gómez en libro dialogos

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y algo más... Maestros de la Dermatología Colombiana

César Iván Varela Hernández, MD


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Flavio Alonso Gómez Vargas «Tubito Negro», «Labio Gómez», «Clavito»

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A un bebé Al filo de las montañas Con su corona de árboles El gorjeo de los pájaros Y aletear de mariposas Y tú sobre la pradera Estampando tu sonrisa Con tu piel muy blanca y tersa Que refleja la pureza De un espíritu incipiente Que apenas anda la vida Y esta piel tan blanca y tersa No tocada por el tiempo Esta es la piel de mi nieto Blanca Lilia Elizabeth Lesmes Rodríguez, MD Dermatóloga, Bogotá

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Medellín, 26 de julio de 2008 «La vida no hay que ahorrarla, hay que vivirla plenamente, abrazarla y vivirla con pasión…» «Sobreviví. Todavía vivo. ¡Quise lo que hice!» Carmen de Viboral, población en el oriente antioqueño, distante 40 km de Medellín, famosa por las vajillas pintadas a mano, tuvo el honor de ver nacer el 14 de julio de 1938 a un simpático, brillante y maravilloso ser, Flavio Alonso Gómez Vargas. Fueron sus padres don José Joaquín Gómez, negociante como buen paisa, con depósito y trilladora en Medellín y Cartagena y además finquero, y doña Otilia Vargas que por obvia razón se dedicó al cuidado de la casa y a nada más ni nada menos que de sus once vástagos. Flavio es el segundo de seis hombres y cinco mujeres; una de ellas murió tempranamente a los veintiséis años por un aneurisma cerebral; el hermano mayor Óscar es cirujano infantil, Silvio ingeniero electrónico, Jaime ingeniero administrador, Álvaro ingeniero civil y Gonzalo ingeniero agrónomo, y las mujeres: Cecilia ingeniera administradora y trabaja en Cali, María Patricia es administradora, mi querida y admirada amiga Luz Marina también dermatóloga, Fundadora y Directora del Servi-

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Foto 1. Flavio y sus hermanos

cio de Dermatología en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, y Piedad Lucía que es psicóloga (Foto 1). Flavio nunca se casó pero tiene tres hijos. Sus padres siempre quisieron que fuera cura y en una ocasión cuando estuvo en Rio de Janeiro haciendo estudios en cirugía dermatológica, se tomó una fotografía con la toga de grado y la capa, y la envió a su madre por correo diciéndole que se había recibido de sacerdote; la desilusión fue muy grande cuando rápidamente les hizo saber que era una broma. La infancia, los primeros estudios y la formación médica Recuerda que tuvo una infancia muy linda (Foto 2). Los primeros tres años de la primaria

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en el colegio de su pueblo natal, los que continuó en Medellín donde se radicó la familia, y más adelante hizo el bachillerato en el Liceo Antioqueño de la Universidad de Antioquia. Muchas veces jugó fútbol en la calle con Alonso Cortés, que por sus gruesas y fuertes piernas era difícil quitarle el balón, pero le daba la pelea aunque casi siempre caía al suelo pues era muy flaco (Fotos 3 y 4). Continuó sus estudios en la Facultad de Medicina de la misma universidad y recibió título de Médico y Cirujano el 5 de julio de1963.

Foto 2. Flavio con su hermano Oscar

Foto 3. Liceo Antioqueño . Segundo de bachillerato. 1952

El primer apodo, «Tubito Negro», se lo puso una tía porque era flaquito y el más negrito de la casa. Más adelante los sobrinos del Profesor Alonso Cortés, cuando eran niños y ante la dificultad para pronunciar el nombre Flavio, de origen latino (romano)… lo llamaban «Labio Gómez». Otro apodo muy simpático se lo puso Nicasia, la sirvienta del abuelo que no podía decir Flavio, entonces le decía «Clavo» y lo mandaba a la tienda en Palestina a comprarle tabacos y le decía «Clavito cómpreme un

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tabaquito» desde entonces en la familia le dicen «Clavito». Flavio ¿Qué recuerdos quieres compartirnos de la época universitaria? El ingreso a la Facultad de Medicina era difícil pues era la única en Medellín y se hacía Foto 4. Primera Comunión. 1946 anualmente; perder una materia significaba perder el año y quedar por fuera de la universidad. Iniciamos el curso de medicina ciento veinte estudiantes, cuatro de ellos mujeres y gracias a los exámenes «coladores» en Semana Santa, julio y diciembre, pasamos sólo setenta y seis estudiantes a segundo año, para finalmente graduarnos sesenta y cuatro incluyendo dos mujeres; de éstos, ya han fallecido quince. El horario de las clases era riguroso: de las siete de la mañana hasta el medio día y desde las dos hasta las seis de la tarde; teníamos que firmar diariamente el libro de asistencia a las clases. El respeto por los profesores era total, así como por los propios compañeros y por los pacientes. Recuerdo al profesor de bioquímica, materia que seguíamos por un texto en inglés; un día, nos hizo un examen de veinticinco preguntas cuyas respuestas estaban todas en el prólogo, el que no leímos pero por fortuna algo había explicado en las clases y así nos salvamos.

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Flavio, cuéntame de tu especialización en dermatología ¿Quienes fueron tus profesores y colegas? Estudié en el Servicio de Dermatología de la Universidad de Antioquia; el Jefe era el Profesor José Posada Trujillo, Gonzalo Calle era el Coordinador, y los profesores de dermatología Iván Rendón y Alonso Cortés, Mario Robledo en dermatopatología y Ángela Restrepo en micología, además de los docentes de otros servicios por donde rotábamos. La mayor parte de la práctica clínica fue en el Hospital San Vicente de Paul de Medellín e hice rotaciones en el dispensario antileproso, en el Instituto Profiláctico para enfermedades de transmisión sexual y en la cárcel de La Ladera. La dotación del servicio incluía electrocauterio, hyphrecator, equipo de rayos ultravioleta, un equipo de radioterapia superficial Picker, instrumental para pequeña cirugía y unas botellitas para nieve carbónica. En la sala de hospitalización contábamos con bañeras para tratamientos con baños coloidales y otros. A la consulta externa asistíamos los residentes y doce estudiantes que revisábamos a los enfermos y era el residente el encargado de elaborar la historia clínica, presentarla y opinar ante el profesor, que finalmente disertaba, enseñaba y tomaba la conducta a seguir. En mi época, la residencia duraba dos años y al graduarme de dermatólogo en 1965, viajé a Brasil a hacer entrenamiento en cirugía dermatológica en la

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Policlínica Geral do Rio da Pontificia Universidade Católica do Rio de Janeiro (Foto 5). Al regresar a Medellín me vinculé como profesor en la Universidad de Antioquia y fui Profesor Titular. El alma y nervio en el Foto 5. Regreso de Servicio fue sin duda Alonso Cortés, Brasil. 1966 maestro por excelencia; quien se graduó primero en el servicio fue Mario Henao seguido por Heriberto Gómez, Víctor Cárdenas y yo, y nos continúan decenas de dermatólogos. Flavio recuerda que ha asistido a todos los congresos de la especialidad en Colombia con excepción del primero; en los primeros las conferencias eran narradas y asistían pocos pues en realidad lo eran y cada uno se financiaba para participar; en aquel entonces, la industria farmacéutica sólo contribuía en algunos de los actos sociales. Flavio hizo toda la carrera docente en la Universidad de Antioquia y se jubiló como Profesor Titular VI; su desbordante simpatía no le impidió ser estricto, exigente y altamente disciplinado en la docencia, la que brindó con toda dedicación a sus alumnos. El 15 de abril de 1977 a las 5:00 pm en el Instituto Colombiano de los Seguros Sociales (ISS) en Medellín, por su iniciativa compartida con otros profesores y egresados del Servicio

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de Dermatología de la Universidad de Antioquia, se reunió con Aníbal Zapata, Beatriz Elena Sierra, Diego Jaramillo, Enrique Saldarriaga, Fabio Uribe, Gonzalo Gómez, Iván Rendón, Jorge López, Jorge Mesa, José Ignacio Gómez, Juan Pedro Velásquez, Libardo Agudelo, Myriam Mesa y Stella Prada, y constituyeron la Sociedad Antioqueña de Dermatología (SADE), como entidad autónoma, científica, gremial, sin ánimo de lucro y lo eligieron como primer presidente. En 1979 fue secretario del IX Congreso Ibero Latinoamericano de Dermatología en Medellín, y como presidente de la Asociación Colombiana de Dermatología y Cirugía Dermatológica (19901992), se constituyó en el ideólogo y gestor de la Revista de la Asociación como órgano oficial de difusión de la misma, y ofreció el cargo de primer editor a Carlos Enrique Escobar Restrepo, cuya partida final en 1999 causará siempre dolor en el alma; presidió el XIX Congreso Nacional en San Andrés en 1992, con Alonso Cortés como Presidente Honorario y Adolfo Gómez Agámez como Tesorero. En la actualidad ejerce privadamente en la Clínica SOMA en Medellín, donde efectúa un ejercicio clásico de la especialidad que incluye procedimientos, criocirugía, cirugía dermatológica y radioterapia superficial, entre otros; no rea-

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liza procedimientos dermocosméticos, los que remite a su hermana Luz Marina. ¿Cuáles son los cambios más significantes de la dermatología en Colombia en las últimas décadas? Son muchos; fíjate por ejemplo que en 1980 fuimos al XIII Congreso en Pasto y fue la primera vez que en la Sociedad Colombiana de Dermatología se habló de crioterapia; presenté a nombre de la Universidad de Antioquia todas esas carajadas que yo hacía con esos tubitos y esas cosas, presentamos doscientos cuarenta y cuatro casos, en aquel entonces ¡no se sabía que era eso! Ahora todos hacemos criocirugía diariamente. El modernismo agilizó y dinamizó la especialidad, la posicionó en su debido lugar y amplió los horizontes y el conocimiento con las sub-especialidades; desde luego, los descubrimientos y avances en genética, biología molecular y tecnología han sido fundamentales para el conocimiento profundo de las enfermedades de la piel y para desarrollar elementos terapéuticos cada vez más eficientes. Y claro está, la dermatología fue adornada con la presencia de la mujer, que le da un toque fantástico, y que ya superan en número a los hombres (Foto 6). Flavio, como buen paisa ¿le gusta los negocios? Como oriental, del oriente de Antioquia, y por la vena de negociante de mi padre, ¡me encantan

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los negocios! No sé de nada pero a todo me le mido y a nada me le quito. Cuando estudiante de bachillerato tuve con mi hermano una venta de perros calientes en el recién inaugurado estadio Foto 6. Flavio y su Atanasio Girardot; más bien querida monita adelante ya en la facultad Elizabeth Usma de medicina y con el mismo hermano que iba dos años más adelante, incursionamos en el negocio del transporte con buses urFoto 7. Pasión por los banos, camiones y tractocarros antiguos. mulas, y ya dermatólogo Flavio y su hermano tuve un almacén de reJaime puestos para camiones. A partir de 1975 mi actividad ad laterem ha sido la finca raíz, propiedades urbanas y el ganado. Mis hobbies son los carros antiguos de los que tengo cuatro reliquias (Foto 7), viajar, lo que he hecho por todo el mundo, parrandear y las mujeres. Mí querido Flavio: ¿Qué te ha dado la dermatología? Todo. Satisfacciones, triunfos, estabilidad ¡Qué más puedo pedir! Flavio es un gran hombre, sencillo, alegre,

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gocetas, buen hijo, buen hermano, buen amigo, buen colega, respetuoso, admirador de sus profesores, cumplido, estricto y exigente. Estar a su lado es llenarse de energía positiva, es ver la vida como un abanico multicolor desplegando luz radiante que viaja hasta perderse en el horizonte; su amistad es un privilegio y la siento aún más grande en cada uno de sus saludos cargados de cariño: ¡Civarita*! ¿Estás bien? (Foto 8). Reflexiones de Flavio Civarita: «Nací en Carmen de Viboral, en un hogar católico, de costumbres sanas, donde imperó el amor, la disciplina y el orden. Es un pueblecito de clima frío pero con intenso calor humano, todos conocidos y en buen porcentaje, familiares. La rectitud y los buenos modales eran el común denominador de niños, jóvenes, mayores y ancianos. Siempre se nos inculcó el respeto por las personas, los animales y también por lo material; no malbaratar, ahorrar y cuidar las cosas, eran lemas bien trillados. No ha sido fácil para mí el tránsito entre las costumbres que adornaron la vida de las personas * «Civarita: el llamarte así es el deseo de acercarte como mi buen amigo y colega; son las iniciales de tu nombre y la similitud con tu apellido; además, porque veo en ti una persona muy buena, que disfruta mucho con la familia, con el prójimo y contigo mismo». Flavio Gómez

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Foto 8. Flavio Gómez y César Iván Varela. Medellín 2008

desde mediados del siglo XX hasta el presente. Los impresionantes avances en las comunicaciones, la tecnología, la ciencia y especialmente para nosotros en la medicina, sumado a la irrupción de la revolución sexual, el relajamiento de las costumbres, la crisis de valores, el hábito y desenfrenado apetito de aparentar y conseguir fama y dinero como sea, y la falsedad en cualquier relación o negocio que nuestra ingenuidad puede llegar a lamentar, son cambios que sucedieron rápidamente. La responsabilidad es de todos: padres, educadores, medios de comunicación, gobierno e iglesia. No nos perdamos de vivir, la muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja; el tiempo no se puede atrapar y mucho menos almacenar. Nuestra existencia trascurre a gran velocidad, pero mientras tengamos

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vida, tenemos la oportunidad de cambiar nuestros hábitos. Dios pone a nuestra disposición todos los elementos para ser seres felices, satisfechos y agradecidos por ese gran don que es la vida, y que con tanto amor nos ha sido otorgada. La vida no hay que ahorrarla, hay que vivirla plenamente, abrazarla y vivirla con pasión… Bueno es ir a la lucha con determinación; perder con clase y vencer con osadía; el mundo pertenece a quien se atreve. Ya perdoné errores casi imperdonables, ya hice cosas por impulso, ya me decepcioné de personas cuando nunca pensé decepcionarme, mas también decepcioné a alguien… Lloré escuchando música y viendo fotos; llamé sólo para escuchar una voz y pensé morir de tanta nostalgia. Tuve miedo de perder a alguien en especial y terminé perdiéndola, pero... pero... sobreviví. Todavía vivo. ¡Quise lo que hice!» «Ven muerte tan escondida que no te sienta venir para que el placer de morir no me vuelva a dar la vida» «La vida me ha dado de todo. ¡Gracias Señor!». Me despido de este gran amigo para reencontrarnos más adelante en amena tertulia con Alonso Cortés y Juan Pedro Velásquez.

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