Insólito anecdotario dermatológico libro completo

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¡INSÓLITO! ANECDOTARIO DERMATOLÓGICO…

César Iván Varela Hernández, MD


¡Insólito! Anecdotario dermatológico... César Iván Varela Hernández, MD

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© ¡Insólito! Anecdotario Dermatológico... 2014 ISBN: 978-958-46-4781-8

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Derechos reservados César Iván Varela Hernández, MD. Autor y Editor Dermatólogo Presidente Asociación de Historia de la Dermatología Colombiana Profesor Servicio de Dermatología, Departamento de Medicina Interna Hospital Universitario del Valle «Evaristo García», Universidad del Valle Consultorio: Centro Médico San José Carrera 30 Nº 7-09. Consultorio 302 A Teléfonos: (57) (2) 514 6166 556 8103 316 611 7185 Santiago de Cali, Valle del Cauca, Colombia civareladermatologo@hotmail.com director@colibriestetica.com Colaboradores de Honor Médicos Dermatólogos: Vanessa Giraldo Castañeda, Olga Lucía Castaño Yepes, Víctor Otero Marrugo, Adolfo del Cristo Gómez Agámez, Adriana Arrunátegui Ramírez, Lesvia Luz De León Ternera Portada: Jaime Andrés Hoyos, Senior Art Director, New York. Diseño gráfico Corrección de textos: Dilia Franz Diagramación y artes finales: Dilia Franz Levantamiento de textos: César Iván Varela Hernández Impreso en Colombia Printed in Colombia


Contenido

Pág.

Dedicatoria 5 Dermatólogos colaboradores 7 Introducción 9 Presentación. César Burgos Alarcón 13 Prólogo. Adolfo Vera Delgado 15 Agradecimientos 17 Anécdotas Y las «loras»... también lloran 19 Dermatólogo a la moda 20 ¡Tiene toda la razón! 21 ¡Qué ocurrencia! 23 Cremas milagrosas 25 La muestrita médica 26 No todo lo que brilla es oro 27 Parecidas pero muy, muy distintas 29 Recordatorio: reserve habitación con tiempo 31 Propiedad privada 33 ¡Ojo! con las muestras médicas 35 ¡Con un pie en la caja! 37 ¡Ojo con el ojo! 38 Invasión de bichos 39 ¡Qué joyitas! 41 Por tres letras... 43 Relación insospechada 44 Al que no quiere caldo le dan dos tazas 45 ¡Tronco e sorpresa! 46 «Orejas de perro» 47 ¡Cuidado con la crema vaginal! 48 Pensar antes de hablar 49 Remedio saborizado 50 El paciente siempre tiene la razón 51 Cerciorarse antes de pedir ayuda 52 ¡Casi adivina! 54

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¡Instrumental de terror! 55 Rejuvenecimiento súbito 57 El ego que sube y baja 59 ¡El cambiazo! 61 «Nombres profesionales» 63 El tan útil 33 64 Entro porque entro 66 ¡Mi mami es dermatóloga! 67 ¡Sólo la puntita! 70 No basta con saber leer 71 No se deje confundir 72 ¡Interesante! 73 Malentendido 74 Antes de tomar una biopsia... ¡mire bien! 75 ¡Cuidado con los acompañantes! 77 Martes 13 79 «Cuasi desmembrado» 81 Tan caritativo ¿nooo? 83 ¡Qué oso! 85 Pelada decepción... 86 La media inquieta 87 ¡Dos son suficientes! 89 ¡Y todo por el olorcito! 90 Pánico en las alturas 91 Insistente 92 ¡Qué confusión, por fortuna no era para operar! 93 Bendita agua termal 95 El Cucayo 97 Tremendo palo 98 ¡Así es difícil! 100 «Juro por Dios y la Patria….» Olga Lucía Castaño Yepes 101 Homenaje al doctor Alberto Gómez Aristizábal «El Mago» 107 ¡El Queratinocito Insólito! 113 Laboratorios farmacéuticos colaboradores 119


Dedicatoria In memoriam Orlando Álvarez Jaime Becerra Puente Ana Regina Blandón De Varela Camila y Natalia Varela Alencar-Ponte Alba Lucía Ramírez Santa Dilia Franz Luz Ángela González Ramos María del Pilar Pueyo Ibáñez Alfredo Castrellón e Isabel Mambuscay Antonio José Montoya Casella Ernesto Forero y Carmen Orjuela Germán Vergara Jiménez Omar Hernán Perea Reynaldo Torres Suárez y Lesbia Benítez

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Dermatólogos colaboradores Adolfo del Cristo Gómez Agámez Alvaro Andrés Luque Acevedo Álvaro Julio Correa Sánchez Ana C. Martínez Ibarra Andrés Anaya Prada Angélica Guatibonza Huérfano Carolina Sepúlveda César Augusto Burgos Alarcón Daniel Eduardo Burbano Guillén Diana Patricia Ocampo Holguín Emiro Andrade Chaparro Erick Gustavo Álvarez Pereira Esperanza Meléndez Ramírez Farid Dirac Locarno Blanco Federico Ernesto Peña Flavio Alonso Gómez Vargas Gerardo Arturo Arellano Sánchez Germán Velasco Cárdenas Gonzalo García Luque Gonzalo Marrugo Guardo Guillermo González Rodríguez Héctor Darío Samacá Solano Jairo Mesa Cock Jorge Aníbal Zapata Rubio José Gerzaín Rodríguez Toro

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Juan Jaime Atuesta Negret Lesvia Luz De León Ternera Luis Felipe Reyes Terán Luis Hernando Moreno Macías María Victoria Hoyos de Arrieta Mufith Salaiman Fayad Myriam Jazmín Vargas Bermúdez Nubia Irene Mosquera Ordóñez Olga Lucía Castaño Yepes Raquel Eraso Bravo Vanessa Giraldo Castañeda Víctor Isaza Nájera Víctor Otero Marrugo Yanira Guerrero Muñoz Zully Milena González López


Introducción Una noche llegué a casa con un papelito en el bolsillo -como tantas veces- para acordarme de contarle a Ana Regina algo gracioso ocurrido con un paciente. «Guárdalo y algún día juntas esas anécdotas y las publicas» me dijo. «Sí, eso estoy haciendo», le contesté. Trajo ella a colación una anécdota que hace muchos años le conté y nunca olvidó, que ocurrió cuando era yo estudiante de medicina. Una señora mayor, que tuvo muchos hijos, llegó a urgencias porque venía de un paseo en el río Pance y después que se bajó del carro para orinar en un matorral, comenzó a sentir que algo se le movía por dentro; al revisarla con el docente con espéculo encontramos a una lagartija con los ojos tan sobresaltados como los nuestros, que se había anidado en tan celoso lugar. Entonces le dije: «¡voy a escribir un libro con ellas!» Como siempre he pensado que lo que puedo lograr para mí lo puedo conseguir para otros, a la mañana siguiente llamé a mi estimado amigo el doctor César Burgos Presidente de la Asociación Colombiana de Dermatología y Cirugía Dermatológica (Asocolderma) y le ofrecí escribir un anecdotario dermatológico con la colaboración de los colegas del país, para ser presentado en el XXX Congreso Nacional de Dermatología y además como recuerdo de los diez años de fundación de la Asociación de Historia de la Dermatología Colombiana, la que presido. De inmediato, con su voluntad y sentido de apoyar las iniciativas de los asociados, me dijo que contara con ello, decisión que fue ratificada por la

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Junta Directiva. La doctora Julia Inés Mesa desde la página Web me colaboró de manera decidida al publicar repetidos mensajes invitando a los colegas y residentes a enviarme anécdotas. Al día siguiente del primer anuncio me llegaron las de Vanessa Giraldo Castañeda y Héctor Dario Samacá Solano, y desde allí hasta el momento en que tuve que decir, «no más, gracias», el espacio se agotó. Claudia Patricia Garzón, Julia Elvira Duque y Giovanny Martinelli, ejecutivos de los laboratorios colaboradores respondieron afirmativa y efectivamente, así como Stiefel una compañía GSK. Hace un par de meses cuando disfrutaba del parlamento histriónico de mi querida prima Sandra Patricia Hernández me preguntó: «Cesitar ¿de qué es el libro, cómo se llamará?» Le contesté: «es de cosas simpáticas, alegres, curiosas que nos ocurren en el ejercicio de la profesión, cosas insólitas». «Bueno pues ponle ¡Insólito!» Y así quedó bautizado. Semanas más tarde, mi esposa Ana Regina con sus ocurrencias sobresalientes, me sugirió que la portada fuese un animal simpático en actitud graciosa y fina. De inmediato le escribí a Nueva York al buen amigo Jaime Andrés Hoyos expresándole la idea y con su genialidad que lo caracteriza hizo en el primer intento la espléndida portada. Como en cuatro de mis libros anteriores, Dilia Franz da al texto la luz gramatical, de estilo y diagramación. ¡Insólito! Anecdotario Dermatológico… lo presenta el Presidente de Asocolderma César Burgos, impoluto en su amistad y responsabilidad en el cargo. Invité a escribir el prólogo a mi dilecto amigo cardiólogo Adolfo Vera Delgado, emblema de humanismo médico, artífice de encuentros y tertulias culturales de valor inconmensurable; por ellas pasa cada pri-


mer viernes de mes el meridiano de la «inteligencia pensante» en Santiago de Cali. El libro recoge anécdotas de colegas y propias, narradas tal y cómo ocurrieron, desde luego, editadas para seguir un estilo; las primeras diez publicadas en el orden en el que llegaron. Dedico un capítulo al relato de la doctora Olga Lucía Castaño Yepes por considerarlo absolutamente enriquecedor y muestra de su juicio al conservar historias durante tantos años. Otro capítulo es el homenaje a un colega incomparable por su calidad profesional y humana, su cultura y su sentido del humor, el médico internista Alberto Gómez Aristizábal. Y el libro termina con ¡El Queratinocito Insólito! recopilación de anécdotas breves. He dejado intactas, tal como se dicen y se oyen las expresiones costumbristas, modismos, formas de hablar, de «comerse» letras y de acentuar las palabras, propias de las regiones de Colombia, así como exclamaciones y groserías, siempre en letra cursiva, sólo para enriquecer el humorismo nacional y dermatológico, pero desde luego, con todo el respeto por la noble lengua de Castilla y por el lector. Las anécdotas en las que no mencione el nombre o apellido del colega son porque aquel prefirió el anonimato. Como es lógico, los nombres de los pacientes no son los propios, pero ellos como tal sí lo son, producto de la recopilación que durante muchos años he hecho de nombres hermosos, simpáticos, curiosos, que denotan una vez más el ingenio del colombiano. Lo hago con mi mayor rendibú a quienes porten tan creativos nombres. Dejo testimonio de gratitud a los colegas de la costa atlántica, principales colaboradores de la

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obra y por su encantador sentido del humor. Es deber expresar mi agradecimiento a cada una de las personas no mencionadas aquí pero que de cualquier forma contribuyeron con el libro. A mis hijas Camila y Natalia por sus risas al leer las anécdotas y a María del Carmen Capote por sus incontables aromáticos tintos mientras las escribía, editaba y releía. Dedico el libro a la memoria de dos hombres que jugaron papel fundamental en mi vida al morir mi padre en mi infancia, y con plena gratitud a un grupo de familiares, amigos y colegas; cada uno de ellos sabe la razón... Si estas noches y madrugadas contribuyen a unir aún más a la familia dermatológica colombiana, a perpetuar la memoria histórica de la especialidad, a estimular a los que indefectiblemente nos sucederán, y ante todo, a hacer brotar una sonrisa o una sonora carcajada del lector, yo continuaré durmiendo mi siesta de mediodía más feliz que siempre. César Iván Varela Hernández


Presentación

Las sociedades científicas no suelen extender los alcances de sus gestiones más allá de la indispensable educación médica continua en un contexto cualitativo, y en la actualidad, además, los análisis frente al lamentable estado del ejercicio profesional. Asocolderma quiere darle una ponderación especial a las iniciativas culturales como a este documento fáctico, incluyente, ingenioso y gratificante. Resalto que, además del estilo gracioso y lúdico, es un escrito histórico de las cuotidianas anécdotas profesionales, con su componente humano y el necesario sentido del humor, remedio infalible para mantener en límites razonables la tensión y crispación que el quehacer médico nos induce.

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El doctor César Iván Varela nos ha representado muy bien, con sobrados méritos, dirigiendo la Asociación de Historia de la Dermatología Colombiana, y de su pluma y generosidad intelectual, se han editado cinco libros como único autor, de gran valor literario y sorprendente rigor investigativo. Hemos apoyado esta nueva propuesta, convencidos de que llena un espacio inexplorado de nuestra realidad profesional. Este libro, en perspectiva, será un instrumento de cohesión y de identificación de los dermatólogos colombianos.

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El deber ser médico echa mano del perfil humanístico con todas sus dimensiones éticas y César Iván aporta una prueba irrefutable de que caminamos hacia el futuro creando, innovando, despertando sensibilidades y abriendo puertas a propuestas con rostro humanístico que intensifiquen nuestra identidad y esencia colectivas. Gracias César Iván por hacernos reír y por hacernos sentir FAMILIA.

César Augusto Burgos Alarcón Presidente Asociación Colombiana de Dermatología y Cirugía Dermatológica (Asocolderma)


Prólogo

El ejercicio inteligente de la medicina, como disciplina académica que involucra una fórmula magistralmente equilibrada de ciencia y de arte, depende, por razones obvias, de un espíritu inquisidor y creativo, dinámico y apasionado, generador de propuestas diagnósticas y terapéuticas acertadas. El ser humano, en su condición plural de paciente y objetivo fundamental de toda una actividad profesional, hace parte de un conglomerado heterogéneo y variopinto que acude al médico en fatigante búsqueda de respuestas para los males de su cuerpo y de su espíritu. Esa situación de minusvalía transitoria o permanente de quien padece una enfermedad, lo pone en un aparente estado de indefensión frente a los eventuales oprobios que algún procedimiento paraclínico pueda significarle. No infrecuentemente surge, entonces, la exclamación desconcertada, la palabra equívoca, la interpretación pícaramente maliciosa, o el murmullo socarrón ante lo que su cacumen interpreta de ese acto médico. El lenguaje críptico o esotérico, usualmente condimentado por epónimos que hacen menos inteligibles las explicaciones del médico, terminan confundiendo más que clarificando y el paciente con otalgia le informa a su

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pareja que «tengo inflamadas las trompas de Falopio» o «se me agravo el reflejo nauseabundo» y, además, «¡me duele toda la cabeza y el cerebro!» La anécdota surge, por generación espontánea, todos los días y en todos los consultorios médicos del mundo. La historia de la medicina y de sus especialidades clínicas o quirúrgicas podría reconstruirse a partir de una historia universal de los gracejos médicos, de dolorosas o divertidas situaciones, de episodios embarazosos o francamente trágicos, de interpretaciones erróneas, diagnósticos equivocados, soluciones terapéuticas desacertadas, imaginarias o reales, y de mil combinaciones «de todas las formas de lucha» en el propósito de entregarle a ese ser humano que sufre, lo mejor del conocimiento y de la entereza de cada cual. Un médico, por definición, debe ser ese otro ser humano que «muy pocas veces cura, muchas veces alivia, pero siempre consuela» (Trousseau). No importa que del ejercicio pulcro y eficiente de su profesión, puedan eventualmente surgir la sonrisa cómplice, el apunte simpático o la sorna mendaz. De todas ellas se nutre febrilmente el voluminoso expediente del anecdotario médico, como fenómeno literario que debemos estimular para divertimento obligado de las nuevas generaciones. La compilación de este primer centenar de anécdotas relacionadas con padecimientos dermatológicos, realizada con entusiasmo e ingenio por nuestro querido colega y amigo César Iván Varela, es una magnífica ocasión para que el afanoso mundillo de los médicos se detenga por un instante, se tome unos minutos para mofarse de sí mismos, contemplarse en su minúscula condición de seres falibles y de dudosa trascendencia, descienda del Olimpo de su arrogante visión del mundo y se hermane un poco más con esos pacientes a quienes ¡muy pocas veces escucha!!!! Adolfo Vera-Delgado, MD


Agradecimientos Dermatólogos Vanessa Giraldo y Héctor Darío Samacá por haber sido los primeros en enviarme sus anécdotas. Dermatólogos Olga Lucía Castaño, Víctor Otero, Adolfo Gómez, Adriana Arrunátegui y Lesvia Luz De León porque contribuyeron con el mayor número de anécdotas. Médicas residentes de dermatología Ana C. Martínez y Angélica Guatibonza, únicas residentes que enviaron anécdotas. Ana Regina Blandón De Varela por sus incontables ideas que enriquecieron el texto y su imponderable colaboración. Natalia Varela Alencar-Ponte por su amorosa colaboración con las fotografías. Dilia Franz por su paciencia y dedicación a cada letra. Jaime Andrés Hoyos por la extraordinaria portada.

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Asociación Colombiana de Dermatología y Cirugía Dermatológica Junta Directiva: César Burgos, Presidente. Amparo Ochoa, Vicepresidente. Beatriz Armand, Secretaria. Mónica Rivera, Tesorera. Sabrina Delgado, Elkin Peñaranda, Ramiro Quintero, Ximena Sánchez, Constanza García y Germán Santacoloma, Vocales. Julia Mesa, Editora página Web. Nelly Pinzón, Asistente y Myriam Rodríguez, Secretaria.

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Asociación de Historia de la Dermatología Colombiana Academia de Medicina del Valle del Cauca Laboratorios Bussié S.A. - Línea Dermo­ cosmética Juventus. Martha C. Bustillo, Gerente General. Claudia Patricia Garzón, Gerente de Producto Línea Dermatológica. Galderma Colombia. María Fernanda Villa­ marín, Gerente General. Laboratorios Novaderma S.A. Giovanny Martinelli, Gerente General. Stiefel una compañía GSK.


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Y las «loras»… también lloran Residente en primer día de especialización en consulta externa. Doña Kimberli Yulieht ¿Qué le ocurre a sumercé? Doctora Vanessa «vengo porque tengo una lora» ¡No me diga! Pero ¿Y por qué viene a dermato­ logía? ¡Yo soy una doctora, no una veterinaria! «¡Porque me llora la lora!» La doctora Giraldo siente que el pecho le late intensamente cuando la abuelita comienza a subir la larga falda a la espera de ver salir la cotorra, pero para su sorpresa, le muestra una gran úlcera varicosa exudativa. ESE DÍA APRENDIÓ QUE LAS «LORAS»… SON ÚLCERAS Y QUE COMO LOS GUADUALES… TAMBIÉN LLORAN.

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Dermatólogo a la moda El colega recién graduado atendió durante seis meses a una joven por dermatitis atópica hasta que finalmente mejoró. Cuatro años después la encuentra en un pasillo del Hospital Militar, y Marloby, al reconocerlo, lo llena de abrazos emocionados y siente él la gratitud y cariño de su paciente.

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Doctor Héctor Darío ¿tiene Twitter, Facebook o página Web? ¡Claro tengo de todo, estoy a la moda! Pero cuál sería la sorpresa del doctor Samacá cuando esa misma tarde Marloby le escribió por Facebook: «hola doctor ¿cómo está? Le escribo por este medio porque tengo unas diez preguntas para hacerle, y también consultarle algo de mi hermanita; aquí le mando las fotos». «ESTO ES MUY PRÁCTICO Y ADEMÁS… ¡NO TENGO QUE PAGARLE!» ¡Plof!


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¡Tiene toda la razón! Llegó una señora con un niño como de seis años a consulta, el niño le muestra el dedo índice al doctor y le dice: ¡Vea! ¿Qué? Esta verruga. ¿Pa’qué? ¡Pa’ que me la queme! Neyzer Estiven ¿usted es verriondito? Sí, yo soy verriondito. Sabiendo lo que duele la anestesia en un dedo, lo cogió y le apretó el brazo. El niño a quitar el dedo y él a meterle la aguja ¡ahg, ahg! Le puso la anestesia y con el hyfrecator le quemó la verruga y lo soltó. El muchachito berreaba, gritaba y moqueaba. Ya se iban a ir y la mamá le dijo… doctor Fla­ vio: «¡le agradezco mucho, usted sí al fin me lo curó!» y le dice al niño: «¡despídase del doctor! ¿Cómo se le dice?»

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El niño lo mira con ojos de odio: «¡Doctor hijuep…!» La mamá levantó la mano para pegarle y el doctor Gómez le dijo: «¡NO. ÉL TIENE TODA LA RAZÓN!»

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¡Qué ocurrencia! Llegó el colega a un elegante coctel en Carta­ gena, lo presentaron a los ya asistentes como flamante dermatólogo y alguien le dijo: «¿Con que uté es el famoso doctor Álvarez?» «Sí, como no». «E que usted atendió a mi prima Diopoldina» «¡¿Ah, sí?! Y ¿cómo está?» Y a viva voz responde: «Pues muy mal, sigue lo mismo inclusive ha empeorado». «¡Ah caramba! lo siento, seguramente no le han servido los remedios que le mandé». «¡No doctor es que todavía no los ha comprado!» Entrado en cólera el doctor Erick le dice: «¡Ajá! y ¡cómo se le ocurre hacerme entonces ese co­ mentario aquí delante de gente tan importante!» Más no contenta con la embarrada la señora Erialeth añade: «doctor disculpe, tengo este gra­ nito aquí en la nuca ¿qué será que me puedo echar p’eso?»

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«¡HOMBE… ÉCHATE DOSCIENTOS MIL PESOS AL BOLSILLO Y VAS AL CONSULTORIO, OITTE! ¡ETO NO E LUGAR PA’CONSULTA!»

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Cremas milagrosas Llegó una encantadora septuagenaria a con­trol con el colega, con muchas arrugas y manchas en su cara por la edad y el inclemente sol de la región. Seño Karllem «¿cómo le va con las cremas que le mandé?» «¿se las está poniendo?» Doctor como le parece que yo tengo una nieta de 5 años, Mary Eduley, que es muy preguntona. Ayer antes de acostarnos, yo estaba con ella en mi cuarto, me limpié la cara, me unté las cremas y por último me puse la mascarilla que me man­ dó. La niña me miraba con mucha curiosidad y exclamó: «abuelita ¿para qué te aplicas ese mundo de cosas?» Le respondí «¡para borrar las arrugas y manchas de la cara, me las mandó el doctor Pasto Charco que es muy bueno!» Al cabo de 10 minutos entré al baño a retirar la mascarilla bajo la mirada expectante de mi nieta. Al salir, ésta gritó: «¡ABUELITA, ABUELITA NO TE SIRVIÓ DE NADA! ¡ESTÁS IGUALITA! ¿VERDAD?»

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La muestrita médica Como buen galeno tenía por costumbre rega­ lar muestras médicas a los pacientes de bajos recursos económicos de la sabana de Bolívar. Un día como tantos, al terminar la consulta, le entregó a un paciente una pequeña muestra médica de una crema. Al regresar el paciente a control le dijo:

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«Doctor Farid, la cremita que me regaló fue excelente, el tiempo que me la eché funcionó de maravilla, pero lástima no me alcanzó el tubito para todos los días que me la mandó; al terminarse todo el brote regresó». Pero don Austin Cristiano Ronaldo «¿Y por qué no la compró?» ¡Ahhh! doctor Locarno es que yo leí en la cajita y allí decía: «MUESTRA GRATIS... PROHIBIDA SU VENTA», y pensé por ende que en ninguna droguería la venderían. ¡QUE SÓLO USTED LAS REGALABA!


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No todo lo que brilla es oro En días del Reinado Nacional de la Belleza, llega a la consulta una pareja; él italiano, ella nacional, ambos de aproximadamente 35 años de edad, residentes en Venecia y de vacaciones en La Heroica. La esposa, elegante, de finas facciones, dientes blanquísimos, con cuerpo de modelo, como dicen «con buenos atributos». Aver señora «¿Por qué consulta?» Doctor Gon­ zalo «tengo este brote en la cara y estoy muy preocupada pues en mi juventud nunca tuve un granito ¿por qué ahora me viene a salir acné?» Luego de examinarla cuidadosamente le dice: «señora Junny, para mí, usted tiene un acné hormonal; dígame ¿está tomando anticon­ ceptivos?» Se quedó pensando unos segundos y… «SÍ, DOCTOR MARRUGO, ES QUE YO TOMO HORMONAS FEMENINAS ¡PUES YO SOY HOMBRE!»

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El colega quedó petrificado, no sabía que decir, miraba de reojo al marido que estaba como si nada. Pero quién se podría imaginar que esa mujerona, ese «bollo» como dicen allá, fuese un hombre. Finalmente medicó a la-el paciente y abandonaron el consultorio. En la sala de espera los otros pacientes pre­ guntaron al doctor Gonzalo ¿Quién era ese lempoevieja? ¿A qué departamento estaba re­ presentando?

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Y el doctor Marrugo superado el trauma res­ pondió: «Esa reina es colombiana, vive en Italia y está felizmente casada; pero hay un pequeño, pero pequeñito detalle... ¡ES MACHO!»


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Parecidas pero muy, muy distintas Estaban en consulta en la IPS Universitaria de la Universidad de Antioquia una docente, un residente y un interno. La paciente, una mujer jovial y abierta, consultó por unas manchas en la espalda. Después de evaluarla, la profesora pidió al interno describir las lesiones y cuál era su diagnóstico. El interno Faiver Andrés respondió: «doctora González se trata de una pitiriasis versicolor». «Muy bien y… ¿qué la origina?» «Un hongo que se llama «Malassezia». Malassezia furfur acotó. La paciente atentamente los escuchaba. Al oír el nombre «Malassezia», palabra desconocida y casi en otro idioma para ella, les dijo: «Doctora Zully Milena: ustedes podrán saber mucho de dermatología pero yo no estoy de acuerdo, estoy segura que no es por ¡MALA ASEPSIA! porque yo me baño muy bien todos los días y hasta 3 veces». Luego de explicar a doña Etderne qué signifi­

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caban todas las palabras extrañas que decían, se fue tranquila porque lo que tenía ¡NO SE DEBÍA A FALTA DE ASEO! ¡Plof!

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Recordatorio: reserve habitación con tiempo Hace muchos años, por la falta de experiencia en viajes internacionales, se encontraron en el lobby de un hotel en Atlanta, un joven docente con un residente de primer año y su compañera de curso de tan sólo dos semanas de residencia. Ninguno había hecho reserva en el hotel. Al intentar tomar las habitaciones les informaron que disponían solamente de una, pero que la cama era muy grande. Después de pensarlo mucho y convencer a la joven doctora que podía estar tranquila con ellos en el cuarto, y previo juramento que jamás revelarían su nombre (y de hecho no lo hicieron), tomaron la habitación y se fueron al congreso. Luego de un extenuante día de conferencias al llegar por la noche a la habitación, la joven residente les exigió a su profesor y al compa­ ñero dejarla sola durante una hora y media. Cuando estos regresaron al cuarto, había una vela encendida y un aviso pintado con colorete en el espejo:

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«PROHIBIDO PRENDER LA LUZ, DESPERTARSE ANTES DE LAS OCHO DE LA MAÑANA, ORINAR LA TASA DEL BAÑO Y MOVER LAS ALMOHADAS» Miraron sutilmente a la cama… medio espacio estaba delimitado por una torre de diez almoha­ das, un verdadero fuerte que nunca les permitió saber si ella estaba allí o no. Sólo volvieron a verla el día siguiente en el con­ greso cuando ella con cara sonriente y serena les dijo: «Ya conseguí habitación sola».

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Propiedad privada Hace 40 años llegó una mujer preocupada al consultorio con una frase en tinta roja en forma de media luna en el pubis; quería borrarse el tatuaje. El colega al detallarla vio que las letras decían: «para pepe». En esa época, él pensó… ¿Qué le hago a esta vieja? No había criocirugía, menos láser, tal vez sería una dermoabrasión, pero si se le iba la mano se la podía tirar. Finalmente le dijo: «yo le puedo hacer una cosa, le reseco ese tatuaje, le hago una sutura intra­ dérmica bien bonita y le queda sólo una rayita». «¡Listo doctor Gómez, cualquier cosa con tal de no tener más allí a ese hombre!» Le tomó foto, la operó y en efecto la cicatriz le quedó muy bien. Cuando regresó a control después de quitarle los puntos le dijo: «señorita Rubelia cuénteme,

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ya le quité el para pepe, ahora ¿para quién es eso?» «¡Ave María Doctor Flavio! ¡MÁNDEME LA HOJA DE VIDA Y HABLAMOS!»

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¡Ojo! con las muestras médicas Un paciente octogenario visitó a la doctora Diana Patricia por diez quejas. Lo examinó con cuidado y luego de medicarlo adecuadamente y darle tranquilidad pues ninguna de ellas era grave, después de despedirse y salir del con­ sultorio, el paciente regresó. Doctora Diana Patricia: «volví porque se me ol­ vidó una cosita ¡Tengo un honguito en los pies desde que presté servicio militar!» «¡Ah caramba! Muéstreme los hongos!». Al confirmar el diagnóstico, la doctora saca de su vitrina una cajita de C... «Aplíquese esta cremita que es muy buena, se la regalo». Don Pablo Jersey regresó a control dos sema­ nas después. ¿Cómo sigue? «Muy bien doctora, aliviado de todo menos de los hongos; es que me pareció muy maluco aplicarme dos veces al día en los pies esa crema ¡tan pegajosa! ¿Usted la ha visto?»

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«Pues qué raro porque esa crema es muy buena. ¿Trajo usted de pronto la cajita?» Claro. El paciente muy juicioso saca la cajita de una bolsa y se la pasa a la doctora Ocampo, que lee lentamente lo impreso en letra chiquita debajo del nombre: «MUESTRA EXCLUSIVA PARA EL CUERPO MÉDICO» «CONTIENE LECHE CONDENSADA» ¡Plof! ¡Plof! ¡Plof! ¡Plof! ¡Plof!

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¡Con un pie en la caja! En el X Congreso Colombiano de Dermatología Pediátrica y I de otras especialidades en Bogotá en el año 2013, Laboratorios Procaps contrató a un embolador para el servicio de los asistentes. Me encontraba en el stand con mi querido amigo el doctor Carlos Horacio González, embo­ lando mis Florsheim, y en el momento en que se aproximó a saludarnos un gerente del labo­ ratorio, Carlos Horacio me dijo: «estás con un pie en la tierra y el otro en la caja». El gerente con cara de gran sorpresa y aflicción me dijo a voz baja: «Qué pesar doctor Varela, no parece, se ve usted ¡tan bien! ¿Es cierto… que está para morirse?» De inmediato Carlos Horacio irrumpe con una sonora carcajada: ¡NO SEAS BRUTO! ¿NO VES QUE ESTÁ CON UN PIE EN LA TIERRA Y EL OTRO EN LA CAJA… PERO DE EMBOLAR?

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¡Ojo con el ojo! Realizando el doctor Adolfo su primer año de residencia en Méjico, llegó un paciente un día lunes con laceraciones en el ano y después de examinar a Deivid Esmid e informarle que tenía una pequeña hemorroides irritada por el sudor, le recomendó aplicarse fomentos dos veces al día junto con una crema de antibiótico.

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Transcurrida una semana regresó el paciente con igual sintomatología, y el colega acercán­ dose desconsolado y con cara de fracaso a su profesor le dice: «Maestro, al paciente no le sirvió el tratamiento porque regresó igual ¿será que tiene cáncer?» «¡Por Dios, doctor Gómez! para eso es que estás aquí, para aprender a conocer los pacientes; pregúntale sin pena su historia sexual y si es joto (homosexual), mándale sólo bastante va­ selina, porque eso…» «ESO SE AGRAVA LOS FINES DE SEMANA, NO ES MALIGNO Y NO TIENE CURA… ¡ES SÓLO MARICADA!»


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Invasión de bichos Cartagena de Indias, ciudad siempre llena de turistas y muchos de ellos extranjeros, a la que algunos llegan además en plan de consumir drogas cuyas consecuencias los llevan muchas veces a nuestros consultorios. Hace muchos años, iniciaba la primera semana de ejercicio en esa ciudad como dermatólogo el doctor Marrugo y llegó a la consulta una turista holandesa de 40 años. Doctor Marrugo, me han informado en el hotel que usted es el nuevo sabio de la dermatología aquí, vengo porque tengo una invasión de bi­ chos en mi cuerpo. Es más ¡Mírelos! ¡Me salen volando de la piel! ¡Van volando! vociferaba ansiosa y agitada en cuanto los señalaba. El pensó… Hann Katerin se equivocó de con­ sulta, está loca, debe ir a un psiquiatra. No obstante, trató de seguirle la corriente «¡Sí, sí, también los veo, es más… vamos a matarlos!» Comenzó a dar palmadas en el aire «¡Maté uno! ¡Ya maté otro!»

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Luego de matar a varios con lo que le disminuyó la ansiedad de la paciente, le hizo una remi­ sión con diagnóstico de delirio de parásitos a un psiquiatra amigo, también recién graduado. Tiempo después tuvo a un italiano de 80 años que le contó que consumía marihuana y cocaí­ na, con el mismo cuadro, pero éste se prendía fuego con un encendedor en la piel causándose múltiples quemaduras.

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Aprendió con ellos, que la cocaína es una importante productora de psicodermatosis y alucinaciones.


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¡Qué joyitas! «Doctora Arrunátegui, dice Naaydum la vete­ rana auxiliar de cirugía, tenemos un problema porque la paciente no se quiere quitar los aretes y como usted va a usar el fulgurador no puede tener nada metálico». La doctora Adriana con su dulzura que la ca­ racteriza se acerca a doña Yelitse: «¿Qué pasa, por qué no te quieres quitar los aretes?» «¡Mija, porque valen 16 millones de pesos y no los voy a dejar en un casillero!» «Entonces… ¿Qué hacemos?» La paciente rápidamente le cogió las orejas a la doctora, le quitó los aretes, se los metió en el bolsillo de la blusa y le puso los de ella. «¡ADRIANITA QUERIDA, CUANDO TERMINES DE OPERARME ME LOS DEVUELVES!»

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Lo que la paciente nunca supo es que los aretes de la doctora valían ¡25 millones! Y además, que los compró en la propia mina de Jwaneng en su tercer viaje a Botsuana. ¡Plof!

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¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Por tres letras… Llegó una paciente con ínfulas de sabeloto­ do por la Internet a la consulta de la doctora Yanira. Doctora Guerrero «yo vengo porque tengo una dermatitis gonorreica en la cabeza, y ya se me pasó a las cejas, a las orejas y a la nariz». Disculpe doña Aydemir «¿será una dermatitis seborreica?» «SÍ, CLARO, ¡ESO, ESO! ES LO MISMO ¿NO?» ¡Bueno… casi, casi… por tres letras!

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Relación insospechada El galeno atendió a una paciente con un melas­ ma intenso, de aquellos que lo ponen a pensar a uno en el colega que le cae más gordo para remitirle ese chicharrón, pero… hipocrático, le explicó ampliamente la influencia del sol en esta enfermedad, las medidas que debía tomar para evitarlo y le recetó las cremas que debía usar. Dos meses después regresó para control con notoria mejoría.

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Señora Senith: «¿Cómo va con lo que le mandé?» «Muy bien doctor García: aplicando la crema hidratante Hidratinmás por las mañanas, el limpiador Limpiabueno mañana y tarde, y la crema despigmentante Borramanchas por la noche. ¿Y DE PROTECTOR? «¡AH! DOCTOR GONZALO: SIGO USANDO PROTECTORES DIARIOS NOSOTRAS» ¡Plof!


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Al que no quiere caldo le dan dos tazas En la campaña contra la lepra que organizaba la Asociación Mejicana de Acción contra la Lepra fundada por el Maestro Latapí, le tocó al doctor Gómez durante la residencia ir a un pequeño pueblito cerca de Guanajuato. Llegó a la casa de don Fred Kabir, un paciente con lepra lepromatosa a hacer la visita de rigor. Su esposa doña Miamerlyn, muy atenta, máxi­ me siendo él extranjero, le ofreció de inmediato café diciéndole: «¡Híjole le traeré un café en el pocillo de mi esposo que es el único bueno que tenemos en casa!». Al recibir la tasa, escrupuloso, disimula­ da­mente la agarró por la parte contraria a la oreja y al beber el primer sorbo, de inmediato la nieta de ocho años exclamó: «¡ABUELITA, ABUELITA, EL DOCTOR ADOLFO SE TOMA EL CAFÉ POR EL MISMO LADO QUE SE LO TOMA MI ABUELITO, TAN BONIIIIITO!»

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¡Tronco e sorpresa! Cuenta el apreciado dermatólogo que durante el XXII Congreso Colombiano de Dermatología en Santa Marta, se alojó en el mismo hotel en una inmensa habitación para tres personas (en camas separadas) con otros dos colegas. Al llegar al hotel subió a la habitación con uno de ellos en cuanto el tercero prefirió quedarse en el lobby.

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Media hora después subió el colega, entró a la habitación y vivamente emocionado les dijo: «¡Eeeppa! Que les tengo dos noticias, una buena y otra mala. ¡La buena: que hay un lempo de convención nacional de vendedoras de cosméticos y todas están alojadas aquí… y la mala: que la que menos tiene… tiene 65 años! ¡Plof!


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

«Orejas de perro» Estaban dos residentes en su primera semana de rotación por cirugía dermatológica operando a una paciente de un pequeño lipoma subauri­cular, y a pesar de pretender demostrar seguri-­ dad las acciones y comentarios dejaban ver la impericia. Avadaney a voz baja le dice a Guida Tarcisia: «¡Cuidado por ahí arriba» ¡Dejá de temblar! ¡Cortá más que no te vayan a quedar «orejas de perro»! Súbitamente al escuchar eso, doña Yusvi se levanta de la camilla, se quita el campo quirúr-­ gico de la cara, las mira con enojo y les dice: «¡Ah, noooo! ¡Doctorcitas principiantes… a aprender con otra boba, a mí me dejan las orejas como las tengo QUE A MI MARIDO LE GUSTAN ASÍ!» ¡Plof!

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¡Cuidado con la crema vaginal! «Buenos días don Janpol ¡Cuénteme! ¿Qué le pasa?» Vengo doctor Burbano porque espero que usted sea tan bueno como su papá y me cure de estos hongos en los pies que no me dejan ni poner las alpargatas. Luego de constatar la famosa tiña -pie de atleta- le recomendó ponerse una crema de clotrimazol, todas las noches.

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Resulta que la EPS lo que daba en ese momen­ to era clotrimazol crema vaginal. Entonces el paciente al leer «crema vaginal», interpretó que la crema tenía que ponérsela a su mujer en la vagina para que a él se le quitaran los hongos de los pies y en efecto eso hizo durante varios días. Al no encontrar mejoría, regresó furioso a con­ sulta y le contó al médico. Al escuchar esto, el doctor Daniel Eduardo sólo atinó a decir: «NO MI QUERIDO PACIENTE, PUES NO HAY CONEXIÓN, ASÍ NO FUNCIONAN LAS COSAS»


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Pensar antes de hablar Cuenta el buen doctor Gómez Agámez, que ya ejerciendo en Montería en la década de 1980, asistió a su consulta una paciente porque se le estaba cayendo el pelo. Después de examinarla juiciosamente y de ex­ plicarle las causas de la caída del pelo, le dijo: «doña Milelutigo, lávese el pelo con este champú anticaída día de por medio y verá rápidamente los resultados». La paciente se lo quedó mirando con escepti­ cismo: «Doctor Adolfo ¿usted lo ha usado?» «¡Claro que sí seño, y muchas veces!» Ella lo miró fijamente a la cabeza y espetó: ¡ENTONCES NO ME LO ORDENE PORQUE A USTED NO LE HA SERVIDO PA’NAA! ¡YA ESTÁ CASI CALVO DEL TOTAZO!

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Remedio saborizado Cuenta el doctor Peña que en su amplia experiencia, desde hace varios años, tiene la costumbre de manejar sus pacientes con prurito vulvar bien sean de etiología viral, micótica o alérgica, con yogurt o kumis embebidos en una toalla higiénica, varias veces al día. Un día fue a consulta una paciente amiga a la que le recomendó su fórmula láctea. A la semana siguiente cuando regresó a control…

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Quiubo querida ¿cómo te fue? ¡De maravilla Federico, eres un amor, estoy perfecta! «Me alegro Havigahil y mirá: ¡DESDE EL PRINCIPIO YO SABÍA QUE LO TUYO... ERA SÓLO HAMBRE!»


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

El paciente siempre tiene la razón Auxiliar Steleia «¿Por qué no pasa el paciente al quirófano?» «Doctora Arrunátegui, el paciente no se quie­ re quitar las botas y no lo puedo meter así a cirugía». Subderman «¿Qué es lo que le pasa?» «Mirá vé doctora Adriana: estas botas son teja­ nas, son muy difíciles de poner y de quitar, esta mañana mi hermana me ayudó a ponérmelas. ¿Sabe usted por qué a los vaqueros los entie­ rran con las botas puestas? Pues porque no se las pueden quitar ¡si usted me las quita y me las ayuda a poner, me opero sin ellas! Señoritas: «ACUESTEN A ESTE MUCHACHO, ENVUÉLVANLE ESAS BOTAS EN SÁBANAS ESTÉRILES Y EMPECEMOS A OPERAR»

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Cerciorarse antes de pedir ayuda Estaba de residente el doctor Adolfo Gómez con su amigo carnal Vicente de Jesús Sustaita Villagomez en Méjico cuando llega a la consulta una paciente muy bien maquillada, pelo largo, pechos sobresalientes y voluminosas curvas. Cuéntenos doña Cherly Mariana «¿qué mal le aflige?» «Tengo una peladura en el ano».

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Como eran sus primeros días de residentes, inexpertos, penosos y tímidos, llamaron a su profesora para que viniera a revisar la pacien­ te, porque además… ella se los quedó mirando de manera curiosa... Cuando llegó la doctora Ibarra les indicó salirse del consultorio. Al minuto, muerta de la risa, los hace entrar de nuevo: «¡Doctores no se preocupen, no hay peligro!» Extrañados, entraron encontrándose de frente con la paciente en cuatro, pero para sorpresa,


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

lo primero que le vieron fue dos grandes «huevotes». Se trataba de un estilista tran­sexual. ¡Plof!

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¡Casi adivina! El grupo de residentes de primer año estaba a las siete de la mañana en sesión de fotografías con el doctor Juan Jaime, que presentó una foto de psoriasis inversa. Con su voz de general de tres soles preguntó al residente más nuevo «¿Qué es eso?»

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Él, aun somnoliento, que había oído cantar los gallos pero no dónde, respondió con gran seguridad: «Profesor Atuesta ¡Una psoriasis en REVERSA!» ¡Plof!


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

¡Instrumental de terror! Cuenta el doctor Luque que en su primer año de residencia en el Servicio del profesor Machado en el ABC Paulista en Brasil, estaban los R3 operando una paciente con un gran carcinoma espinocelular en el dorso de la mano derecha, rodeados por los R1, ávidos por apren­der las técnicas quirúrgicas. La paciente se complicó, comenzó a sangrar profusamente y no lograban resecar el tumor. Un R1 dijo con voz trémula: «¡Traigan a Macha­ do!» Un R2 que llegó también a ver, le replicó: «¡No, todavía no, démosles un poco de tiempo! ¡Démosles otra oportunidad!» Las cosas empeoraron. La paciente se encomen­ daba con sus últimos alientos a Nossa Senhora Aparecida, y en los corredores del Servicio se rumoraba que la paciente podía fallecer desangrada. En esas, entró a la sala el jefe de Residentes y al observar la escena, en tono autoritario y decidido dijo a la enfermera: ¡Traiga a Machado! Y punto.

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De inmediato, la señora Norgabysinha se levan­ tó de la camilla, tiró los campos quirúr­gicos y exclamó: «¡Es cierto que yo soy muy pobre, no tengo con qué pagar, pero no quiero que me operen con ningún machado (hacha), yo quiero que me operen con bisturí como a todo el mundo, aunque me tengan que cortar la mano!» ¡Plof!

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¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Rejuvenecimiento súbito Corría el año 1987, el doctor Aníbal Zapata Rubio estaba recién llegado de España donde terminó sus estudios. Se instaló en el con­ sultorio de su padre Aníbal Zapata Gutiérrez, también dermatólogo, que se formó de igual manera en la Madre Patria en 1953 en la Cáte­ dra del doctor José Gay Prieto. El padre cedió a su hijo algunos días de su consultorio para que fuera formando su propia clientela, pues los únicos pacientes que tenía eran un puñado de parientes y la familia del mayordomo de la finca de San Pedro de los Milagros. Aquella tarde llegó una señora a consulta, bor­ deaba la octava década y estaba en la compañía de su hija cincuentona. Era la primera vez que iban al consultorio. Como buen médico estrenando especialidad hizo una detallada y larga anamnesis y du­ rante todo el interrogatorio, le llamó mucho la atención que la paciente por momentos no le quitaba sus ojos de la cara y por otros, se que­ daba mirando fijamente a la pared que estaba a su espalda.

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Después de unos quince minutos de este com­ portamiento doña Praxedes le dijo: «Doctor Aníbal, creo que llegué donde el der­ matólogo que necesitaba. Cuénteme ¿cómo se cuida la piel para tenerla tan bonita y tan viva?» «¡Siempre he usado protector solar!» Respondió con el ego elevado al infinito. En dos oportuni­ dades más repitió la pregunta y al final le dijo:

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«Es que usted, graduado en 1953, con esa piel tan tersa y sin ninguna arruga ¡ME TIENE QUE DAR LA FÓRMULA!». Comprendió el doctor Zapata que la señora ha­ bía leído la fecha de grado en el diploma de su padre, porque el de él aún estaba en trámite, y así, las expectativas de rejuveneci­miento de la dama se desinflaron tanto como el superyó del colega.


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

El ego que sube y baja En 1989 cuando el doctor Guillermo González organizó el I Seminario Internacional de Der­ matología Pediátrica en Cali, invitó por carta al gran profesor Ruiz Maldonado de Méjico (no había Internet), luminaria de la dermatología infantil, y estrella del evento, a que diera unas conferencias y de una vez le mandó las fechas de sus disertaciones. Pero sólo dos semanas después fue al Hotel Intercontinental a re­ servar el certamen y esas fechas ya estaban comprometidas, lo que lo obligó a postergar unas semanas más el seminario. De inmedia­ to le mandó a Ruiz Maldonado el cambio de fechas y pocos días antes del evento lo llamó por teléfono para recordarle la importancia de su presencia. El profesor Ruiz Maldonado, con mucha pena le dijo que para esos días estaría en Bruselas pero… «tranquilo doctor González ¡le voy a mandar una discípula que es mejor que yo, la doctora Lourdes Tamayo!». En efecto la doctora Lourdes fue toda una sensación. Ella muy gentil, asistió a la charla del doctor González -Máculas hipocrómicas del neonato- durante la cual presentó muchas fo­ tografías de enfermos, y entre un tema y otro,

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fotografías de las flores de su finca en San Pedro. Al terminar la conferencia la doctora Tamayo se acercó y le dijo: «Doctor Guillermo, muy bonita su exposición, muy didáctica ¿puede usted hacerme el favor de regalar una de sus diapositivas para usarla en mis charlas internacionales? ¡Es que nunca había visto algo así!» El doctor González sintió su ego ascender a los mismos cielos.

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«¡Claro doctora con mucho gusto! ¿De cuál en­ fermedad quiere?» «No doctor González, de ninguna enfermedad, tengo de todas las que mostró, le puedo prestar cuando usted guste. ¡LA QUE QUIERO ES LA DE LA FLORECITA AMARILLA! que me pareció tan bonita, no conocía esa flor, nunca había visto algo igual». ¡Plof! ¡Plof! ¡Plof!


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

¡El cambiazo! Durante muchos años la consulta de lepra de un hospital fue atendida por el mismo médico, hasta que un buen día cambiaron al galeno. El flamante dermatólogo que lo reemplazó al iniciar su primer día de labores, quiso saber cuáles de los pacientes de la sala de espera eran los suyos. Abrió la puerta del consultorio y gritó: ¡LOS PACIENTES DE HANSEN! Se sentó, pero nadie entró. Salió varias veces y repitió cada vez en tono más alto ¡los pacientes de Hansen! En vista que nadie apareció, se dirigió a la veterana enfermera del programa: «¿Dónde están los pacientes de Hansen?» «Allá afuera». «No señora, no hay ninguno, ya los llamé y nadie entra al consultorio». Entonces fueron los dos a la sala de espera ¡Doctor Eisanower, son todos estos! dijo Duber Mary.

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El médico ya molesto se dirigió a los pacientes: «¿Por qué no entraron cuando les pregunté? ¡Los estoy llamando hace rato!» «Doctor, nos dijeron que nos iba a atender un nuevo dermatólogo muy bueno -el doctor Eisanower- pero no nos dijeron nada del DOCTOR HANSEN»

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¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

«Nombres profesionales» Hola dotor Gómez, buena tarde, macho e calor ¿no? Sí señor ¿cuál es su nombre? Antonio Pinto Casas pa’ servile. ¡Hombe! Cuéntame: ¿Dónde, cuándo y a cuánto las pinta? ME JODIÓ DOTOR ADOLFO ¡NUNCA HABÍA CAÍDO EN LA CUENTA! ¡Plof!

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El tan útil 33 Estaba el colega en su primer turno nocturno como médico rural en un pueblito casi olvidado, releyendo las anotaciones que hizo en el inter­ nado sobre urgencias, cuando súbitamente la tranquilidad fue interrumpida por una auxiliar de enfermería. «¡Doctor, doctor, corra que llegó un niño boquiando!»

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Presuroso se dirige a urgencias y se encuentra con un bebé de 28 días de nacido con cuadro respiratorio agudo, febril y totalmente cianótico. Rápidamente le pone el fonendoscopio en la espalda «¡Diga 33!». No hubo respuesta. La an­ siedad aumentó pues allí no había ni siquiera oxígeno. El doctor César, al ver que el bebé no respondía y ya angustiado pensando que había muerto en sus manos le grita de nuevo: «¡Que diga 33!», «¡diga 33!». No hubo respuesta. En algún momento el colega oye a la mamá que


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

aun llevaba tapones en los oídos por el peligro del sereno durante la dieta, diciendo a voz baja: «33, 33, 33, 33….» El doctor la mira y le dice: «¿Usted qué hace?» «¡DOCTOR BURGOS, ES QUE COMO EL NIÑO APENAS TIENE 28 DÍAS CREÍA QUE PODÍA RESPONDER POR ÉL!» ¡Plof!

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Entro porque entro Una tarde en consulta externa había mucha gente en la sala de espera y una señora de la tercera edad estaba parada junto a la puerta del consultorio dermatológico; la señora lucía muy bien vestida, falda elegante de fino paño, collar de perlas grises, fínamente maquillada y con el pelo tinturado. Con lista en mano el doctor Arellano llamó al siguiente paciente:

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«El señor Jhon Bronson por favor». La señora de la puerta se le quería meter al consultorio y el colega la atajaba. Al segundo llamado ocurrió lo mismo. Al tercer llamado, la señora con cara de abuelita y voz de hombre le dijo: «Doctor Arellano ¡entienda!: ¡Yo soy Jhon Bronson! soy transexual, operado en Los Ángeles, HIV positivo y vengo por un brote. ¡Déjeme entrar!»


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

¡Mi mami es dermatóloga! Yo no me crié como todo niño con papitas, helados, bombones, hamburguesas, perros calientes… ¡SÓLO CON MUESTRAS MÉDICAS! —————— Recuerdo la primera vez que acompañé a mi mamá a trabajar en el consultorio privado; al terminar la larguísima tarde exclamé: «Mamá, cuando grande no quiero ser médico porque a ustedes les pagan ¡SÓLO CON PAPELITOS! Quiero ser ingeniero como mi tío, que le PAGAN CON BILLETES» —————— Un día me descalabré en el colegio; mi mamá me recogió y yo me tranquilicé pues estaba en manos de una dermatóloga experta y amantí­ sima madre. Me llevó al consultorio para sutu­ rar la herida y antes de ponerme la anestesia ¡nunca lo olvidaré! en lugar de consolarme, me regañó y con toda severidad me dijo: «Lo único que te puedo asegurar es ¡QUE TE VA A DOLER!»

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«Y hasta allí me acuerdo porque me desmayé» —————— El mayor oso de mi vida lo hice en la excursión del colegio en Punta Cana. En cuanto mis com­ pañeros sacaban los enormes frascos de medio litro de protector solar que sus mamás les ha­ bían traído de Miami, yo abría mis frasquitos de 20 ml de muestras médicas que mi mamá había acumulado en los últimos seis meses.

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Todos me miraban aterrados «¡Uyyyy… tu mamá todavía te cree bebé! ¡Dermatóloga y tan tacaña!» Y lo peor, al segundo día, a pesar de haber cortado los frasquitos con una tijera como mi mamá me había enseñado: «¡Sáqueles todo, pa’que rindan mijo!» Se acabaron y tuve que pedirle protector a mis compañeros. —————— Pasó por la noche el doctor Peter-Stanik a reco­ ger a mi mamá en un precioso Mercedes Benz convertible para ir a la cena de un laboratorio. Pensé mucho en ella y esperé hasta su regreso. «Mami por ese carro que tiene tu compañero, debe ser muy rico: ¿Por qué no te casas con él?»


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

«Hijo, él no tiene plata, apenas está empezando, el carro y la plata son del papá». «¡Ah! No hay problema ¡CASÉMONOS CON EL PAPÁ!» ¡Plof!

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¡Sólo la puntita! Llegó el paciente a cirugía tan nervioso que quería colgarse de las lámparas, porque la experta dermatóloga le operaría un pequeño lunar en el pene. «Doctora Arrunátegui: ¿Cómo lo va a hacer?». «Le pido me lo saque con cuidado». «Tranquilo Milanpike, te lo dormiré para que no te duela y te haré una heridita muy pequeña».

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Terminada la cirugía con éxito… ¿Cómo estás, sentiste algo, te dolió? «Doctora Adriana: su mano es maravillosa ¡ME LO HUBIERA PODIDO CORTAR TODO, NO SENTÍ NADA!» ¡Plof!


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

No basta con saber leer Realizaba la doctora Meléndez un trabajo de investigación sobre tiña del cuero cabelludo (hongos) en niños mayores de 4 años de edad. Llegó al estudio un paciente de 8 años con su hermanito de tan sólo 3 años, pero con una tiña peor que la de él, y claro, no podía entrar en el estudio. Al ver eso y como eran muy pobres, le regaló una muestra médica de un antimicótico oral y le indicó al papá cómo darle el remedio. Un mes después, regresaron los dos niños. Desde la puerta se veía que el mayorcito había mejorado notoriamente pero que el pequeño estaba peor. Buenos días don Nathan Mateo «¿cómo van los niños?» «Doctora Esperanza, nosotros no tenemos pla­ ta, somos pobres pero no brutos y yo sé leer ¿cómo es que usted nos hizo eso? Esa droga ES TAN FUERTE que en la caja de­ cía: ¡PROHIBIDA SU VENTA! ¡Yo no le di eso!»

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No se deje confundir Cierta mañana el doctor Gerardo llamó a con­ sulta una paciente de nombre Francedy que entró en la compañía del papá. La niña tenía unos 4 añitos y se hizo al lado de la silla del médico, que comenzó a consentirle su cabeza para darle tranquilidad en cuanto preguntó al papá: «¿Qué le pasa a Francedy?»

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«Doctor Arellano, la niña se llama Valentina ¡Yo soy Francedy!» ¡Plof!


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

¡Interesante! Llegan un amigo y su esposa a consulta. El doctor Cometa Cotazo procede a llenar los da­ tos para la historia clínica en la computadora. Le pregunta a ella: «¿Cuál es su nombre?» «Jacquelin» «¿Y el segundo nombre?» Ella no responde. Él insiste para que se lo diga y que el sistema le permita continuar, pero la paciente se queda callada y mira a su marido que finalmente modula: «DOCTOR: YAQUELEINTERESA… SE LLAMA JACQUELINTERESA» ¡Plof!

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Malentendido Llegó al consultorio un paciente de 65 años, feo, mal vestido, de modales bruscos, manos grue­ sas, con uñas sucias y facies seborreicas, con la esposa de 30 años, pelirroja, ojiazul, linda, con cara de la Virgen de Fátima cuando estaba chiquita, un cuerpazo, con más curvas que la subida a la Línea y embarazada de tres meses.

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Antes de iniciar la consulta, la señora Angelli dijo que iba acompañando al esposo para apro­ vechar y preguntar cómo prevenir las estrías en el embarazo. El señor consultaba por pápu­ las en el cuello, axilas y tronco, pruriginosas, enfatizando que habían aparecido hace poco. «Don Bryan Smith, mas… ¿cuánto tiempo lle­ van?» «Doctor César Iván, cinco años». «¿Pero cómo, usted me dijo que hace poco?» «¡AHHH! ¡MÉDICO, DISCULPE, ES QUE LLEVO CINCO AÑOS… PERO DE CASADO!»


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Antes de tomar una biopsia… ¡mire bien! La brillante residente de segundo año inició el proceso para tomar cinco biopsias de la piel a un octogenario con posible cromomicosis. Previa asepsia y antisepsia infiltró la anestesia. Cuando metió el primer sacabocado el paciente gritó desesperado: «¡Me duele!» «Tranquilo, ya le pongo más anes­ tesia», y eso hizo. Mientras tomaba la segunda «¡Doctora Angélica, me duele más!» «Lo siento mucho», y de nue­ vo le reforzó la anestesia. Y lo mismo ocurrió mientras le tomó la tercera y la cuarta biopsia. La doctora Guatibonza ya estaba desesperada. El paciente gritaba más alto: «¡Me duele, me duele, mucho, cada vez más, ya no aguanto!» Al punto que los gritos desgarradores llamaron la atención de los otros residentes y algunos do­

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centes que llegaron a la sala de procedimientos. La doctora nuevamente miró muy angustiada al paciente «¿Qué es lo que le pasa don Nacor?» Y éste con dificultad señaló su abdomen. Al levantarle la bata, la colega observó un gigan­ tesco globo vesical: «¡Llamen al familiar, que compre una sonda vesical, que la EPS no las cubre!»

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Minutos más tarde, después de pasar la sonda, por fin llegó la calma para tomarle la quinta y última biopsia. ¡Plof!


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

¡Cuidado con los acompañantes! Cierta mañana llegó el colega un poco tarde a la consulta y ya todos los pacientes lo espera­ ban en la sala. Llamó al primer paciente pero en vista que no contestó, llamó rápidamente al segundo; éste se levantó de la silla y entró al consultorio acompañado por una señora. Era un control de dermatitis seborreica. El paciente decía que no se curaba, que se sentía muy mal, que estaba peor. El médico replicaba que lo veía mucho mejor y le pregun­ taba a la acompañante, qué opinaba ella. Pero cuando doña Mercy iba a hablar, el paciente la interrumpía y se tomaba de nuevo la palabra sin soltarla. Al final, y luego de volver a explicarle el curso de la enfermedad, la importancia de hacer los tratamientos indicados y decirle que continua­ ra con la misma medicación, el paciente salió del consultorio sumamente enojado y sin des­ pedirse. La acompañante se quedó sentada… «Señora Mercy, se puede ir con su esposo, la consulta terminó».

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«Doctor Gerardo Arturo, es que yo soy la prime­ ra paciente que usted llamó, yo no soy la esposa de ese tipo, usted nos llamó muy rápido». «¿Pero cómo? Y ¿por qué no me dijo nada?» «Médico ese hombre era como un loro ¡NO ME DEJÓ HABLAR!» Un mes después llamaron al colega de la oficina de quejas de la IPS, porque un paciente había puesto una queja por la atención, y esa decía:

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«1. Estoy inconforme con la atención del doctor Arellano quien no me ha dado con el chiste ni una cura para mi enfermedad, necesito que me cambien de dermatólogo». «2. Es la primera vez en la vida que veo que en un hospital los médicos ATIENDEN A DOS PACIENTES A LA VEZ». ¡Plof!


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Martes 13 La colega estrenando título remitió un paciente con un enorme carcinoma en el occipucio al gran oncólogo profesor César Ferrerosa. «Doctora Adriana, gracias por la remisión, lo operaré el martes 13 y quiero que sea mi ayu­ dante». «¿Martes 13? Es de muy mal agüero profesor». «Usted, toda una doctora ¿cree en bobadas de agüeros?» «No, no, no, claro que no, era por molestar». Tal como fue programado, llegan cumplida­ mente al quirófano el martes 13. Día soleado, instrumentadora y circulantes excelentes, anes­te­siólogo bien despierto, paciente sedado adecuadamente; todo está en calma. ¡BISTURÍ! Pero la instrumentadora no calculó bien, el es­ calpelo chocó contra la mano del profesor, saltó

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por los aires y al caer se enterró de punta en el dorso del pie del profesor Ferrerosa. Alguien murmuró a voz baja: «es martes 13». El profesor hizo que le pusieran un vendaje compresivo para iniciar la cirugía, no sin antes decirle a la circulante: «¡Vaya a mi casillero, saque plata y me compra un par de medias porque no puedo llegar a casa sin ellas!» La doctora Adriana preguntó «¿cuál es el número?» «¡Es el 13!».

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La cirugía fue exitosa y al terminar, la doctora Adriana le pide al doctor Ferrerosa que le per­ mita revisarlo y al ver la herida exclamó: «¡Traigan un equipo de sutura!» «Doctora ¿usted pretende suturarme?» «Claro que sí profesor, deme ese honor». «Doctora Adriana: definitivamente… desde hoy creeré en agüeros ¡HOY SÍ ES MARTES 13!»


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

«Cuasi desmembrado» El paciente llegó al consultorio del colega por presentar condilomas (verrugas virales) en el pene. Como era uno de los últimos pacientes y el doctor estaba de afán porque tenía que asistir al lanzamiento de un remedio en un restauran­ te, de común acuerdo, le aplicó una solución ácida en las lesiones y le sugirió se metiera en el baño del consultorio durante 20 minutos, en cuanto él terminaba de atender los dos últimos pacientes y así darle tiempo al remedio a actuar para después retirarlo y ponerle vaselina para proteger la piel, pues el remedio ¡era muy fuerte! el paciente accedió. Se entretuvo con los otros enfermos, los aten­ dió, apagó luces, cerró el consultorio y bajó pre­ suroso al estacionamiento. Cuando se disponía a salir en su carro llegó corriendo hasta él el guachimán: «doctor Yhonar: una visitadora mé­ dica bajó muy asustada porque oye unos gritos desesperados que salen de su consultorio…» «DOCTOR SE OLVIDÓ DE MI PENE» «doctor sáqueme de aquí» «doctor se me va caer, me dijo que 20 minutos y ya pasó una hora»

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Presuroso el colega regresó al rescate del miembro abandonado y luego de las excusas debidas, el paciente como buen costeño lleno de gran humor le dijo: «MIEEE…DAAA, NO SÉ QUE INVENTARME, PORQUE MI MUJER CON TODAS LAS QUE LE HE METIDO ¡ÉSTA SI NO ME LA VA A CREER!» ¡Plof!

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¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Tan caritativo ¿nooo? Se encontraron en el aeropuerto una hermosa residente que asistía a su primer congreso y su galante y apuesto profesor. «Profe ¿puedo viajar a su lado?» «Por supuesto doctora Naydu Patricia será un placer». Cuando pasaban por una zona de gran tur­ bulencia, el profesor sintió que una delicada y hermosa mano cogió la de él y se la apretó intermitentemente. En la medida que la turbu­ lencia se hacía más intensa… ella aumentaba el apretón. Él, devolviéndole el gesto y por su conocida caballerosidad, comenzó también a apretarla, y al mirarla, ella, temblorosa, le co­ rrespondía con sus hermosas esmeraldas. Cuando pasó la turbulencia, inmediatamente ella le soltó la mano, la sacudió y… «¿Profesor qué le ocurría, por qué me cogió la mano y me la apretaba así? ¿Qué es eso? ¡Soy residente pero estoy casada!» «Disculpe ¡usted comenzó!»

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«CLARO DOCTOR, ES QUE YO TENGO PÁNICO A LAS ALTURAS POR ESO ME VINE CON USTED, Y SÓLO INTENTÉ SUJETARME PERO NO ME DEJÓ SOLTARRRR». ¡Plof!

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Anecdotario dermatológico...

¡Qué oso! Llegó a la consulta un señor de 75 años acom­ pañado por una joven de 29 años. Doctora María Victoria: «Hace 3 días tengo un ardor como una brasa en la espalda, me salieron unas bombitas con agua y siento corrientazos». La colega examina cuidadosamente a don Contertulio, luego escribe la fórmula, da las reco­ mendaciones debidas y finaliza dirigiéndose a la joven Karolina Brillyth: «Recuerde que lo que él tiene es un herpes zozter». «¡TIENE QUE CUIDAR MUCHO A SU ABUELITO!» Claro que sí doctora Hoyos «PERO ÉL ES MI ESPOSO» ¡Plof!

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Pelada decepción… Hace años… mi buen amigo y compañero del colegio Juan Fernando Palacios llevaba tiempo sin verme y cuando supo que había estudiado dermatología y recordando que fui un alumno destacado, pensó «Varela debe ser muy buen dermatólogo, seguro me puede resolver mi problema de calvicie». Llamó y pidió cita.

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Llegó a la consulta con la mayor expectativa y confiado en los resultados que obtendría. Al abrir la puerta pude ver sus ojos que casi se le salen de las órbitas al sentir el reflejo de mi pelada. «Hola mi viejo ¿Cómo estás? Tiempos sin verte. ¿Cuéntame qué te trae por aquí? A tus órde­nes». «¡EEEEEE. PUES… CÉSAR IVÁN NADA, NADA EN ESPECIAL, PASABA POR AQUÍ Y ARRIMÉ… A SALUDARTE!» ¡Plof!


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

La media inquieta Luego de atender a la queridísima novia de un gran amigo cuando ingresó al baño a ponerse sus ropas, ya estando él conmigo en el escritorio escuchamos un llamado a voz baja: «Mi amor, ven. Ven mi amor… ¿me ayudas?» Dilan Sneider asistió presuroso. Transcurrieron varios minutos y como no re­ gresaban pregunté: «¿Qué ocurre Evelcy? ¿Puedo ayudar?» «Doctor Varela, nos da pena pero es que se me desapareció una media velada» «¡Por Dios, qué inseguridad en Cali!». Me dirigí a la zona de examen y los tres en cuatro patas buscamos sin éxito la famosa media. ¿Pero sí la traías amor? ¡Pues claro, te acuerdas que me las cambié porque las otras estaban rotas y que pena con el doc! Por favor Evelcy ve al baño y te desvistes de

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nuevo, lo único que falta por revisar es tu cuer­ po, le dije. No muy convencida de cómo o donde iba a aparecer accedió y a los pocos segundos su novio y yo oímos: «¡LA ENCONTRÉ!» «¿DÓNDE ESTABA?» «¡NO LO VAN A CREER NI ME PREGUNTEN CÓMO, PERO ESTABA DENTRO DE MIS CALZONES!» ¡Plof!

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¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

¡Dos son suficientes! Estaba el colega impartiendo docencia en la Universidad Rafael Núñez en Cartagena a un grupo de seis estudiantes de medicina, ense­ ñándoles en un paciente una Enfermedad de Bowen (cáncer) de localización perianal. Los estudiantes intrigados por tan curiosa lo­ calización, iban pasando uno a uno para mirar la lesión en cuanto otro colaboraba separándole las nalgas al paciente. Pasó el primero, pasó el segundo, pasó el terce­ ro, y de repente el paciente interrumpe, se pone de pies, se sube los pantalones, mira al doctor Locarno y en tono enérgico les dice: «¡AAJAA! ¿Y E QUE ME VAN A VOLVER MARICA O QUÉ? ¡EETTCHEE!» ¡Plof!

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¡Y todo por el olorcito! ¿Cuénteme qué le ocurre? «Médico desde joven­ cita tengo estas pepitas en los brazos que se me empeoran cuando voy a Bogotá, igual que mi mamá». «Mi señora, se trata de una queratosis pilar (folículos prominentes), le recomendaré este champú piel para que se lave los brazos cuando se esté bañando».

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Pocos días después regresó a consulta y cuando entró me sorprendí al verla. Estaba quejum­ brosa, caminaba muy despacio y al igual que su acompañante que era la mamá, caminaba con las piernas completamente abiertas. Doña Zermi «¿qué le pasó ahora?». Doctor Va­ rela «¡Ese champú piel me hizo mucho daño!» Pero señora «¿por qué camina así?» «¡PORQUE COMO OLÍA TAN GÜENO SE LO RECOMENDÉ A MI MAMÁ, NOS LO ECHAMOS EN LA VAGINA Y SE NOS QUEMÓ TOITICA!»


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Pánico en las alturas Un miembro de Asocolderma, ya entrado en años, viajaba rumbo a Dubái con su esposa, hijos y nietos, en uno de los paseos habituales de verano, cuando anunciaron con voz deses­ perada por los altavoces del avión: «Señores pasajeros se necesita la presencia de un médico porque un pasajero se desmayó» Ante esto la esposa le dice: «¡vaya mijo, lo ne­ cesitan!». Él conocedor de la responsabilidad que impli­ ca este tipo de «ayudas», se hizo el de la oreja mocha. La mujer insiste, lo presiona, le recalca que él es médico, y finalmente en tono enérgico él le contesta: «MIJA, YO EN ESTOS MOMENTOS ¡NO SOY MÉDICO... SOY DERMATÓLOGO!» ¡Plop!

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Insistente Disfrutaba con mi querido hermano del alma Jaime Gil de la brisa de Buenos Aires en plena Recoleta, cuando se nos acercó por séptima vez un jovencito: «Cheee ¿Quieren que les pinte una caricatura?» No muchas gracias, respondimos al unísono… ya calientes.

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El joven miró a Jaime y decidido a obtener el sí le dijo: «Vamos, yo lo puedo pintar más joven y le saco las arrugas». «¡Y por dónde me las vas a sacar carajo!» «¡Vá­ monos Cesarinho!» «CHEEE PERO NO TE ENOJÉS. TAMBIÉN LE PUEDO PONER PELO A TU AMIGO CALVO SI QUERÉS» ¡Plof!


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

¡Qué confusión, por fortuna no era para operar! Llegó un octogenario consultador crónico al Hospital de Manizales ante tres nuevos re­ sidentes que se repartían el interrogatorio y examen físico. Cada uno tenía su particular estilo: un manizalita puro, serio, disciplinado, prudente, amable, en extremo decente. El otro, paisa, quimbayuno, dicharachero, muy poco prudente, bonachón, tomador de pelo, muy lle­ no de buen humor, pero también muy amable a su manera, y la costeña clásica, entradora, fiestera, buena papa, alegre y descomplicada. «Cuéntame tú Egberto ¿qué te pasa pa’mejo­ rarte?» «Tengo las chácaras postradas, ya yo no aguan­ to más su mercé». «Bueno señor que pena, pero necesito verlo, por favor debe usted bajarse los pantalones». Él, asombrado replica: «doctora De León Ter­ nera ¿por qué me voy a bajar mis pantalones, será que me los alce?»

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«No señor se los tiene que bajar» le insistió. «Así es como puedo examinarlo, debo ver sus partes nobles, sus genitales, ha dicho usted que tiene la chácaras postradas». En esas, intervino uno de los colegas: «LESVIA LUZ ¡AQUÍ LAS CHÁCARAS SON ÚLCERAS EN LAS PIERNAS, NO SON LAS PELOTAS, ESO ES EN LA COSTA!» ¡Plof!

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¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Bendita agua termal Realizaba un procedimiento de fulguraciones múltiples en una señora joven y hermosa, en cuanto su mamá la esperaba en la zona de entrevista. Durante el procedimiento el diálogo con la paciente fue así: «¡Uhmm me duele!». «Tranquila». «¡Arde doctor!». «Sí, un poco». «¡Uy por allí se siente más duro!». «Siempre me dicen lo mismo». «¡Uyuyui esa me ardió más!». «Ya casi señora». «¡Se siente muy fuerte!». «Sí, por aquí es así, pero ya pasa». Terminada la casi tortura le dije: «cierre los ojos», y apliqué generosamente agua termal en aerosol. «¡Uhmm… qué delicia!». «Eso dicen». «¡Ay doctor Varela… qué bueno!». «Sí, así es». «¡Así si vuelvo al retoque!». «Claro que sí, yo la espero». «¡Nunca había sentido algo más rico!». «Me ale­ gro». «¿Siempre hace lo mismo al final?». «Por supues­ to, siempre».

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De repente sentimos que algo se movió detrás de un mueble y al mirar encontramos que era la mamá que se había venido para expiar. María Alis, al verla, muy brava gritó a su mamá: «¡AHHH, SI, CUANDO ME QUEJÉ TANTO NO VINISTE A VER, PERO AHORA COMO TODO ERA RICO SI APARECISTE, ES EL COLMO!»

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Anecdotario dermatológico...

El Cucayo La colega estaba de residente de segundo año en el hospital pediátrico, cuando llegó una muchachita ampliamente conocida por con­ sultar cada ocho días por dermatitis atópica (enfermedad inflamatoria), que no respondía a casi nada y sumado a que la mamá no parecía atender las medidas generales recomendadas. Al examinarla, un acucioso estudiante de medi­ cina observó mucha pigmentación en el cuello y en el tórax. La doctora Josefina de inmediato le preguntó «¿qué crees tú que tiene?» «Uhmm, no sé». Intervino la residente de primer año: «doctora esto es lo que podemos llamar cúmulo de pigmento hidrosoluble, en otras palabras suciezas; la madre para no lastimarla no la baña bien y se le acumula el mugre». La doctora Lesvia intervino: «Aahá, eso en mi tierra se llama cucayo. Tal como la pega del arroz». Muy bien dijo la doctora Josefina y desde hoy para que no se les olvide: «¡ESTO SE LLAMA CUCAYO!»

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Tremendo palo

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Cuando la doctora Lesvia inició residencia en la Universidad de Caldas, recibían sólo dos residentes y la entrevista fue hecha por los doctores Heriberto Gómez (†) y Jairo Mesa quie­ nes le recalcaron que no querían sorpresas ni deserciones. Fue admitida junto con dos colegas egresados de esa misma universidad por lo que se sentía como la «extra» por ser costeña y porque hasta le preguntaban ¿qué palanca tenía? Los colegas pensaban que era UN PALO, y ella, que era suerte o bendición de su Diosito. Pocos semanas después y cuando se tenían más confianza entre ellos Lesvia los reunió y les dijo: «tengo un secreto: necesito que me ayuden a hablar con el jefe ¡¡¡Estoy embarazada!!!» Carlos con gesto característico juntó sus manos tocando su boca con los índices en señal de oración «¡Lesvia, no te lo puedo creer. Nos salió muy verraca la negra nooo ¿qué vamos hacer?» Y de inmediato acotó Luis Fernando:


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

«¡ÉSTE SÍ ES EL VERDADERO PALO!» ¡Plof!

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¡Así es difícil! Mi querida amiga del hospital «la mona Patricia» eficiente por naturaleza, me buscó una mañana en el consultorio: «Doctor Varela, ¿usted le mandó una radiografía a un niñito por una masa en un dedo? «Sí, como no». «¡Pues aquí le dejo a la mamá!» ¿Qué pasó señora Marilinmonrroe? «Que vine a tomarle la radiografía al niño y no 100 me la quieren tomar». «Cómo así señora ¿y dónde está el niño?» «AHHH ¿Y ES QUE TENÍA QUE TRAERLO?» ¡Plof!


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

«Juro por Dios y la Patria...» Olga Lucía Castaño Yepes Hago un justo reconocimiento a mi muy apre­ ciada colega Olga Lucía Castaño Yepes que me entregó un invaluable sumario de anécdotas, nombres y términos simpatiquísimos, de su experiencia en la medicatura rural en Vigía del Fuerte (Atrato Medio) y del ejercicio de la der­ matología, en especial en el Hospital General de Medellín. Los nombres y enfermedades enunciados por la doctora Olga Lucía los tomo y expreso con todo el respeto que ellos merecen, como estoy seguro hará lo mismo el lector. Los títulos y subtítulos fueron editados por el autor. Anécdotas breves Hongos terribles. Llegó muy afligida una en­ fermera del Servicio a buscarla «doctora: el niño me llegó del servicio militar, con los deditos aviraguados». Piquiña crónica. «Doctora mi mamá tiene un

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pasmo por recibir la brisa fría durante una dieta y se le concentró en la sangre, lo peor es que se le aumenta con las menstruaciones.» Nueva causa de cáncer gástrico. «Mi papá tuvo una úlcera varicosa en la pierna por 35 años y como consecuencia le dio un tumor maligno en el estómago… y el médico se lo había advertido. ¡Eso le pasó porque era muy terco!» Feto caníbal. «Mi hermana tuvo dizque un teratoma que es un tumor que le salió en un ovario como consecuencia de que en un embarazo que tuvo, una gemela se comió a la otra y hasta los 102 dientes aparecieron en el tumor.» Úlceras crónicas. «Estas úlceras no me cica­ trizan porque están sobre una vena sangrina… no les ha servido ningún tratamiento.» Mujeres enconosas. «La jefe mandó decir que las curaciones las hagan los hombres porque las mujeres tienen las manos muy enconosas.» Origen del bocio (coto). «A mi abuelita le salió esa pepa en el cuello a los tres años de una quebradura en un paritorio.»


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Causa de bronconeumonía neonatal. «Al niño me le dio broncomonía consecuencia del frío que se me metió por el ombligo en el cementerio porque fui a dos entierros antes del parto.» Prurito intratable. «Con lo único que se me calma la rasquiña es prendiéndole candela, y cuando ya huele a carne quemada... ¡ahí es cuando deja de rascar!» Angina paralítica. «Dolor fuerte en la garganta, que no deja tragar nada, se paraliza y se muere al tercer día.» Metrotexate. «Es un remedio muy fuerte y con­ tiene un veneno tan peligroso que mata hasta las pulgas y los hijos de las pulgas que tenga el paciente.» Paro cardíaco. «Soponcio con infarto lipotímico.» Zahorí. «Niño que llora dentro del útero; si la madre guarda el secreto ¡sale sabio… si no lo guarda sale bruto!» Gastro-otitis. «Tengo muchos alacranes en la boca del estómago y están peleándose entre ellos; de repente alguno sale por la oreja y me

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quema con un chispazo y me deja la cicatriz… ¡Ay! ¡Meéica quitame este dolooo…!» Glosario dermatológico Carraca: mentón Carricanchito: escama de la psoriasis Chumbulo: nódulo subcutáneo Elefancíaca: no ve, no oye, no entiende Empostemado: purulento Enremado: exudativo Malémbulo: quiste epidermoide Partes virginales: genitales Seba: hongos Tronco: masa palpable Tubillo: uretra Rotino: otorrinolaringólogo

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Nombres curiosos Combinaciones exclusivas Alfon Friston Andy Luifernando Bricela Francela Digno Taudino Disney Playonera Flortensia Marili Glen Estiuar Hinaidis Yurley Jaiden Aldeiber Nemfer Edilse Raomir Ferney Sandali Samuri Sisley Yulanis Wilinton Alberreys Yeferson Adonais Yuris Asbleidys


¡Insólito!

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Descriptivos Amable Brisa Demencia Digna Digno Eslip (sleep) Flornevada Universo Maibeibi (my baby) Mainaimis (my name is) Mamerto Merci (gracias en francés) Mestruanda Pacífica Perlandaluza Pubertino Sunamitis Vespertina De marca Airbag (air bag) Carlifur Chevri (Carrefour Chévere) Exon (Epson) Guestinjaus (Westinghouse) Jarleydeivinson (Harley-Davidson) Jaksnak (Jack’s Snacks) Meidinusa (made in USA) Rita Lina (Ritalina) Rubermei (Rubbermaid) Yumboyet (Jumbo Jet) Famosos Brucelbetoven (Beethoven) Donasomer (Donna Summer) Gualdisnei (Walt Disney) Haidin (Haydn) Leididi (Lady Di) Tupacamaru (Túpac Amaru)

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Generacionales Diomedes, Diomedito, Diomeditico y Diome­ditiquítico Onofre, Onofrito, Onofrítico, Onofritiquítico Geográficos Chernovil (Chernovyl) Guasintón (Washington) Grupos de hermanos Fragda Yalile y Omaira Claribel Hamer, Hemer, Hander y Holmer John Freiner, Andrei Alexander y Yersi Alme­nayer Miyerley y Mibeline Misyerleidys y Masyerlin Yorfari, Yurasmi y Yara Yisley Yunaidi Nefertitis, Yunei Yuneida y Yinyin Gleidis

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Valiosos Faijondred (five hundred) Fivedoyar (five dolar) Onedoyar (one dolar)

«JURO POR DIOS Y LA PATRIA QUE TODO ESTE MATERIAL ES GENUINO Y AUTÉNTICO DE LA PRÁCTICA MÉDICA Y DERMATOLÓGICA. NO HAY NADA POR MÍ INVENTADO… AMÉN» Olga Lucía Castaño Yepes


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Doctor Alberto Gómez Aristizábal «El Mago»

107 El doctor Alberto Gómez Aristizábal, maniza­ leño radicado en Cali, médico internista muy conocido por sus colegas como «El Mago» por haber ejercido con gran éxito la hipnosis en su práctica profesional. Periodista, cofundador de Correo Médico. Director de la revista médica La Píldora, la que fundó en 1971, compendio de periodismo médico, humanismo, cultura y humorismo. Rindo homenaje con admiración a este ilustre y extraordinario colega, por todas las enseñanzas y alegrías que ha irradiado al cuerpo médico con


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su cultura, sabiduría, poesía, música, teatro y humor incomparables y por el valor que da a la amistad y al colegaje. PURA «P» PATOLÓGICA PRIMERA PROMOCIÓN PROGRAMÁTICA PEDAGÓGICA PARA PROFESORES POSTGRADUADOS Alberto Gómez Aristizábal «El Mago» «Paciente para presentar: Pedro Pablo Parra Peláez (pate-plomo), paisa Profesión: plomero 108 Procedencia: Pereira Permanencia: penúltimo piso (puerta posterior) Pensionado por patronos Presenta: Profesor Pérez Pestarusta (ponente). Primero padecía pústulas piógenas perineales, pápulas parduzcas, palidez pajiza, poco peso, prurito provocado por pomadas parafinadas prescritas por profesional paisano por parte paterna. Posteriormente poliuria, poliartritis, pereza para permanecer parado por pocos pe­ ríodos, plenitud postprandial. Prescribiéronle, prudentemente, puros paliativos.


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Anecdotario dermatológico...

Pasado patológico Por parientes: Padre pastuso, parapléjico; pri­ ma paralítica. Personales: parido prematuramente por posible placenta previa pronosticada por palpación. Período prenatal precario por pobreza paterna. Paupérrimo período postnatal. Pubertad precoz. Padeció: paludismo, parotiditis, papilomas, potros, panadizos, pasador. Pócimas prescritas pretéritamente: Placebos, píldoras polivitamínicas, paico para purgar paquete parasitario peligroso, parche poroso. Pasatiempos: Pastillas psicodélicas, pipo, par­ quez, parranditis públicas. Percepción, palpación, percusión, prescripción, pronóstico Pelo pelagroide, pestañas pobladas, parálisis palpebral, pterigios, pupilas puntiformes, papi­ las parcialmente pálidas, papiledema, palabra poco perceptible, paladar perforado, prótesis premolar parcial (puente), piel pálida, pigmen­ tada (pecosa), poros profundos. P: picuda; pausas periódicas; pulso paradojal; Pr: prolongado. Pulmones: percusión positiva para pleuresía. Pálpase poco panículo adiposo pre-peritoneal. Punto pancreático particularmente patético por

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peritonitis posiblemente plúmbica. Pus pastosa pestilente por punción parenteral para pronós­ tico peligroso (¡¡pudo perforarse píloro!!) Pudimos palpar próstata pétrea prominente. Piernas pluricarenciales (peladas). Pantorrillas poco pilosas. Pies planos (plantas parejas) ¡¡Pe­ cueca poderosa!! Psiquismo: personalidad paranoide. Pantalla: posible pulmonía purulenta predomi­ nantemente pedicular. Pelvis (placa penetrada): Parte posterior protu­ berante (practicaba pederastia pasiva).

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Pruebas pertinentes pedidas Plaquetopenia. Punteado patognomónico. Pocas proteínas. Prescripciones, posología Penicilina procaina, panela para pústulas per­ ineales; pastillas para prurito; plasma; poco potasio; por prudentes períodos. Pronóstico Pésimo. Participábamos particular pesimismo. Perduró palidez. Padeció picazón. Perdió poten­ cia. Parecía peor.


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Por poseer primacía, primero pudimos pasarle plasma por poquitos, pero porfío por pararse, por poca precaución, para practicar parquez por piezas próximas por pura persuasión pós­ tuma perjudicial. Precipitose posición postrada. Púsose perfilado. Parecía poco plazo: púsose pánfilo. Pereció por pendejo. ¿PUEDEN, PUES, PRONOSTICAR PROTOCOLO PATOLÓGICO POSTMORTEN?

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¡Insólito!

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¡El Queratinocito Insólito! Colega en CILAD de Sevilla llega al cuarto del hotel encontrando una cucaracha sobre la cama y llama de inmediato a la recepción. «¡Se­ ñorita hay una cucaracha en mi cama!» Doctor Víctor «¿tiene usted algo de comer?» «Sí ¿para qué?» «Ponga un poquito de comida en el piso» «¿Y para qué?» «¡PARA VER SI LA CUCARACHA SE BAJA A COMER! ¡Vaaaale!» Llegó una paciente con algunas verrugas «¿Qué es esto doctor Varela?» «Son verrugas vulgares, le recomendaré un remedio» y de inmediato le inicio crioterapia». Una hora después recibí una llamada «¡Usted qué se creyó, atrevido, mi mujer fue sola pero tiene marido para defenderla, de donde acá usted me le dijo a la nena que era UNA VULGAR!» ¡Plof! Colega colombiano con esa forma querendona al hablar que nos caracteriza, y también en Sevilla, se acerca al mostrador de la cafetería del congreso. Oye ¿me regalas una botellita de agua? ¡Aquí no se regala doctor Emiro, AQUÍ SE VENDE! Y ¡Olé!

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Sipote verano en Sevilla. «Magínate tú con ete calor qué vamo a pedir de almuerzo Mufith». «Bueno Luis Felipe esta vaina dizque Gazpacho suena como elegante». «Etche chica traéno gazpacho» «¿Dos?» «No, que te crees, trae uno pa’probarlo». Diez minutos después traen la espléndida sopa. «Muestre, que parece sancocho de pescao». La prueban al tiempo y al sentir el intenso frio de la clásica sopa de verano españo­ la ¡Aahá que te has creído, que porque venidos del otro lado comemos frío! ¡NOS CALIENTA LA SOPITA O NOS VAMOS!

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Doctora Ana Martínez «aquí le traigo al niño a ver si me lo cura de esta DERMATITIS ECTÓ­ PICA que me lo está acabando». Señora Jaidiver dígale por favor a mi secretaria que le separe turno para mañana porque la voy a operar con el Ellman. «¡NO, NO, NO, NO, DOCTOR VARELA, SI USTED NO ES El QUE ME VA A OPERAR, YO NO ME DEJO!» ¡Plof! Regresó a control una mujer de 35 años con alopecia tipo androgenética, refiriendo que no quería que le mandaran minoxidil porque le ha­ bía hecho subir de peso (10 kilos), ni tampoco espironolactona porque su médico alternativo,


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que le gustaba mucho, le había dicho que él la curaría con cosas naturales porque esas hormonas tenían muchas reacciones reversas. Varias veces se refirió a su médico alternativo que mucho le gustaba. Bueno, y si le gusta tanto ¿por qué no sigue tratamiento con él? «¡Ahhh doctora Martínez, PORQUE ÉL SÍ ME GUSTA MUCHO, PERO TAMPOCO ME HA SACADO PELO!» Se encontró el doctor Torres en el antiguo ISS con un colega en posturno quien al verlo fresco y rozagante le dijo: «¡Hola Antonio, vida buena la de ustedes que les cabe toda la dermatología en un tubito de hidrocortisona!» Y respondió con su chispa característica «¡DE MALAS USTEDES LOS TRAUMATÓLOGOS QUE LES CABE TODA LA ESPECIALIDAD EN UN TORNILLITO PERO ES MUCHO EL TRABAJO QUE LES DA METERLO!» Residente presentando su primer minicaso en Congreso Nacional termina su flamante expo­ sición en medio de pánico escénico: «…con esto se demuestra que el zinc es la alternativa para el tratamiento de la hidradenitis supurativa, por ser un elemento BASTANTE DEMASIADO MUCHO POCO COSTOSO» ¡Plof!

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El profesor Gerzaín proyectaba en casa las dia­ positivas para una conferencia sobre geno­der­ matosis, mientras sus gemelos de cuatro años de edad jugaban a su alrededor y de pronto apareció una imagen. La gemela se quedó mi­ rándola y lanzó su hipótesis diagnóstica que trató de confirmar preguntando: «¡Papi, papi, papi! ¿Ese es el abuelito cuando era chiquito?». «NO HIJITA ES UN PACIENTE CON PROGERIA» En el Hotel Las Camelias en Armenia durante el XXIX Congreso Nacional, luego de extensa jornada me metí en el jacuzzi a descansar a donde también llegaron dos hermanitas de 7 y 116 8 años muy conversadoras. Señor ¿usted qué hace? Yo soy médico ¿y el papá de ustedes? «¡AHHH MI PAPÁ ES NORMAL!» ¡Plof! Colegas en Miami se escaparon del congreso para conocer Cay West en carro alquilado di­ rigido por el doctor Velasco. Cual flecha veloz transitaban por una autopista cuando apareció una patrulla policial con sirena de varios tonos rutilantes y por el parlante les ordenaron dete­ nerse. Muertos del susto intentaron hablarle al gigantón oficial de lentes oscuros y sombrero alerón, en un inglés que sólo ellos entendían ¡Hablen claro que yo soy portorriqueño! ¿Me


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

dice usted que no se ha dado cuenta que aquí en los Estados Unidos la velocidad se mide en millas y no en kilómetros por hora? Está con­ duciendo a 30 millas por encima del límite que es 65 por hora. Si lo detectamos de nuevo lo mando a la comisaría y ¡LE PONGO UNA MULTA DE CINCO MIL DÓLARES QUE TIENE QUE PAGAR EN EFECTIVO ANTES DE DEPORTARLO! ¡Uuufffff, qué salvada! Cuando la doctora De León Ternera era residen­ te se volvió famosa por dar lecciones de cuida­ dos generales a las mamás de los pacien­ticos, al punto que se volvió ley llamarla para ello. Cuando Lesvia no lo hacía por estar en sus días difíciles su querida profesora Josefina Danies de Nader, con un gesto particular moviendo la cabeza hacia arriba y lateralizándola hacia donde ella estaba y con mirada penetrante y fija le decía: «¡AAHÁ! ¿Y QUÉ PASÓ HOY? ¡VENGA PUÉ LESVIA Y LE DA LA PELA A LA MAMÁ!». ¿Cuántos años tiene? ochenta y nueve. Y ¿su estado civil? «Doctora Castaño: por el momen­ to… estoy soltero porque apenas hace ocho meses murió mi esposa» ¡Plof! ¡Plof! ¡Plof! ¡Plof!

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En la sala de espera una paciente afiliada a una EPS y con plan complementario, desesperada porque no la atendían rápido, se acerca a la secretaria y en voz alta le pregunta y reclama: «Señorita... ¿cómo es posible que YO SIENDO PREPAGO no me hayan atendido aún?» Pareja de esposos en la octava década de la vida y con sordera parcial consultan porque los dos tienen intenso prurito genital de una semana de evolución. ¿Ustedes tienen orgasmos? No doctor Mesa, «¡SÓLO TENEMOS CARNÉ DEL SISBEN!». ¡Plof!

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Doctor César Iván le traigo los exámenes que me pidió para entrar a trabajar. «Muy bien, veamos… uhmm… tiene dos cruces de bacterias en el parcial de orina». «¡AY NO DOCTOR, Y CUÁNTAS MÁS TENGO QUE TENER PARA QUE ME DEJEN TRABAJAR!» ¡Plof! ¡Plof! ¡Plof!


¡Insólito!

Anecdotario dermatológico...

Laboratorios colaboradores Laboratorios Bussié S.A. Tuvo origen hace 53 años cuando el profesor Policarpo Bustillo Sierra y su esposa desde la droguería San Car­ los crearon Laboratorios Recipe Ltda. Desde entonces LABORATORIOS BUSSIÉ S.A. se ha consolidado como un gran laboratorio con más de 100 moléculas, línea comercial de más de 70 medicamentos de marca y una extensa gama de genéricos. Lanzó la Línea Dermocos­mética Juventus en 2006. Laboratorio Galderma. Creado en 1981 cuen­ ta con centros de investigación y desarrollo en Francia, Suiza, Suecia, Estados Unidos y Japón. Desarrolla soluciones terapéuticas innova­doras para el diagnóstico, prevención y tratamiento de las enfermedades dermatológi­ cas e invierte 19% de sus ventas en descubrir, desarrollar nuevos productos y lograr acceso a nuevas tecnologías. Laboratorios Novaderma S.A. Compañía co­ lombiana dedicada desde hace más de 15 años al diseño, desarrollo, fabricación y comerciali­ zación de productos y medicamentos dermo­cos­­

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méticos. Propende por el bienestar de los em­ pleados y la complacencia de los accionistas. Su visión lo llevó a expandirse interna­cionalmente y a consolidarse como la terapéutica dermato­ lógica del nuevo milenio. Stiefel una compañía GSK.

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César Iván Varela Hernández

Nace en Santiago de Cali el 4 de junio de 1958. Es hijo de Jair y Olga, son sus hermanos Harold, Rodrigo y Ricardo, sus hijas Camila y Natalia y está casado con Ana Regina Blandón De Varela. Realizó estudios primarios en el Liceo Divino Salvador y es bachiller del Colegio Nuestra Señora del Pilar. En la Universidad del Valle estudió Biología y Química, Administración para Profesionales no Administradores, y se graduó de Médico y Cirujano. Es especialista en Dermatología de la Escola Paulista de Medicina, Universidade Federal de São Paulo y por la Sociedade Brasileira de Dermatología. Entre sus publicaciones de carácter histórico, humanístico, biográfico y poético, y este, humorístico, se cuentan los libros Historia de la Dermatología Vallecaucana 1939-2003 (dos ediciones), Historia de la Dermatología en Colombia de la Era Precolombina a 2004 y Diálogos y Algo Más… Es coautor de los libros Historia de la Dermatología Latinoamericana 2007 (regalo oficial del XXI Congreso Mundial de Dermatología), Antología de la Piel: Prosa y Poesía 2008, y Leyendas Dermatológicas del CILAD del Colegio Ibero Latinoamericano de Dermatología 2009. Es autor de los videos Toda Una Vida: Jaime Betancourt Osorio. Imágenes de la Historia de la Dermatología Vallecaucana 1939-2003. El Abanderado de la Controversia: Antonio José Torres Muñoz. Maestro, Colega y Amigo: Jairo Mesa Cock.


En la actualidad es Profesor de la Sección de Dermatología Departamento de Medicina Interna del Hospital Universitario del Valle-Universidad del Valle, Presidente-Fundador de la Asociación de Historia de la Dermatología Colombiana, Fiscal Honorario de la Asociación Colombiana de Dermatología y Cirugía Dermatológica, y Gerente-Director Científico de COLIBRÍ Centro de Estética S.A.S. Es Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Medicina de Colombia, Miembro de Número de la Academia de Medicina del Valle, Miembro de Número de la Asociación Colombiana de Dermatología y Cirugía Dermatológica, Miembro Titular del Colegio Ibero Latinoamericano de Dermatología, además es Cofundador de la Asociación Colombiana de Dermatología Cosmiátrica, Miembro de la Federación Médica Colombiana, del Colegio Médico del Valle del Cauca, de Promedico y Coomeva, entre otras. Se ha desempeñado también como Presidente de la Academia de Medicina del Valle del Cauca, Presidente de la Asociación Colombiana de Dermatología y Cirugía Dermatológica Capítulo Valle del Cauca, Magistrado ad-hoc del Tribunal de Ética Médica del Valle, Dermatólogo del Hospital Cañaveralejo, Tesorero de Asocolderma, Secretario de la Junta Directiva de la Asociación Médica Colombiana Seccional Valle y Vocal Fundador de la Junta de Unidad Médica Vallecaucana. Ha sido Miembro de la Comisión de la Sociedad Civil del Valle del Cauca, entre otros. Como Presidente de Asocolderma-Valle recibió la Orden al Mérito Vallecaucano Categoría al Mérito en la Salud Grado Comendador. El Colegio Médico del Valle le otorgó la Condecoración Medalla Mario Correa Renjifo, ostenta la Condecoración Excelencia en Dermatología Profesor Nelson Giraldo Restrepo de Asocolderma-Valle, el Botón Honor al Mérito 25 años del Municipio de Santiago de Cali, y las Condecoraciones del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Cali Orden Caballero del Fuego, Abnegación y Disciplina, y Servicios Especiales, entre otros reconocimientos.


¡INSÓLITO!

X XX CONGRESO COLOMBIANO DE DERMATOLOGÍA COLABORADORES Laboratorios Bussié S.A. - Línea Dermocosmética Juventus Galderma Colombia Laboratorios Novaderma S.A. GlaxoSmithKline-Stiefel

AGRADECIMIENTOS Asociación Colombiana de Dermatología y Cirugía Dermatológica Asociación de Historia de la Dermatología Colombiana Academia de Medicina del Valle del Cauca


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