EVALUACIÓN DEL MALTRATO INFANTIL

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MÁSTER PSICOLOGÍA JURÍDICA

EVALUACIÓN DEL MALTRATO INFANTIL Trabajo Fin de Máster

2013

Ataly García Lozano


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ÍNDICE Definición de Maltrato Infantil

p.2

Prevalencia

p.3

Factores de riesgo

p.5

Tipos de maltrato infantil

p.8

Trastornos relacionados

p.12

Áreas de evaluación forense

p.13

Procedimiento de evaluación

p.16

-

Valoración del tipo de maltrato

p.16

-

Valoración del menor

p.17

-

Valoración de las figuras parentales

p.22

-

Valoración de las relaciones parento-filiales

p.25

-

Valoración de la relación de pareja

p.27

-

Valoración de las relaciones con la familia extensa

p.28

Informe pericial psicológico

p.29

Referencias bibliográficas

p.31

Anexo I

p.34

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DEFINICIÓN DE MALTRATO INFANTIL Cuando hablamos de maltrato infantil nos encontramos ante un problema de repercusión a nivel mundial. A lo largo de los siglos y en las distintas culturas, sean cuales sean las costumbres, en todas suelen aparecer formas de tratar a los menores que van más allá de los márgenes socialmente permitidos (Díaz y cols, 2006). Son diversas las definiciones dadas al concepto de maltrato infantil. Entre otras muchas encontramos las siguientes: La Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas, en su Artículo 19 define el maltrato infantil como “toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras que el niño se encuentre bajo la custodia de sus padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo”. Según la OMS, el maltrato infantil se define como “los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja también se incluye a veces entre las formas de maltrato infantil”. El Código Civil Español, por su parte, define el maltrato infantil como “Situación que se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible e inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de menores, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material.”

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Con esta perspectiva y de forma simplificada podemos decir que el maltrato infantil es «cualquier interacción o carencia de interacción entre un niño y sus cuidadores, por el cual se produce un daño no accidental en el estado físico y en el desarrollo del niño» (Zunzunegui, Morales y Marínez, 1997).

PREVALENCIA La prevalencia real del maltrato infantil es desconocida, ya que la mayoría de los casos no son detectados (Díaz y cols. 2001). Algunas de las causas que dificultan que el problema salga a la luz son: que muchos casos se producen dentro de la familia; que los niños pequeños no tienen autonomía para denunciarlo; el miedo de muchos profesionales y ciudadanos a las implicaciones que puede originar la denuncia; el desconocimiento del tema, de sus distintas manifestaciones, así como de las situaciones de riesgo que pueden favorecer el maltrato; la dificultad en la identificación del abandono y la negligencia en los cuidados del niño como maltrato, así como de la utilización de disciplinas inadecuadas, educación en la violencia, etc. (Díaz y cols. 2001) Debido a la dificultad para realizar estimaciones de manera uniforme a nivel mundial y a la falta de datos acerca de la situación existente en muchos países (especialmente los de ingresos bajos y medianos), no existen estimaciones fiables de la prevalencia mundial del maltrato infantil. La dificultad para llevar a cabo dichas estimaciones depende de: -

Las definiciones de maltrato infantil utilizadas;

-

el tipo de maltrato infantil estudiado;

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la cobertura y la calidad de las estadísticas oficiales;

-

la cobertura y la calidad de las encuestas basadas en los informes de las propias víctimas, los padres o los cuidadores.

De cualquier modo, los estudios internacionales revelan tasas que indican que entre un 7% y un 36% de las mujeres y entre el 3% y el 29% de los hombres manifiestan haber sufrido abusos sexuales en la infancia (Cortés, Cantón y Cantón-Cortés, 2011), mientras que entre un 25% a 50% de los niños de ambos sexos refieren maltratos físicos. Además, muchos niños son objeto de maltrato psicológico (también llamado maltrato emocional) y víctimas de desatención. Además, se calcula que cada año mueren por homicidio 31 000 menores de 15 años. Esta cifra subestima la verdadera magnitud del problema, dado que una importante proporción de las muertes debidas al maltrato infantil se atribuyen erróneamente a caídas, quemaduras, ahogamientos y otras causas. A escala nacional se han realizado estudios para determinar la prevalencia del maltrato infantil en nuestro país. En 2008 el Centro Reina Sofía hizo público el informe “Menores asesinados por sus padres. España (2004-2007)” en el que se obtuvieron datos a partir de la recopilación de noticias publicadas sobre menores asesinados por sus padres entre 2004 y 2007. El estudio arrojó datos interesantes como el de que cada año mueren en España 12 menores a manos de sus padres, es decir, dos por cada millón (la mitad de ellos con una edad comprendida entre 0 y 24 meses). Entre los datos más significativos de este estudio destaca, además, que en el 85,71% de los casos de menores asesinados en el ámbito familiar, los agresores son los padres (Sanmartín y cols. 2011). En un Informe publicado por este mismo centro más recientemente en el año 2011, acerca del maltrato infantil en la familia en España, se obtuvieron datos que sostienen que el maltrato infantil disminuye a medida que aumenta la edad del menor. Las prevalencias halladas determinan que en el tramo de 8 a Ataly García Lozano

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11 años un 5,05% de los menores sufre malos tratos, de 12 a 14 años la prevalencia es del 4,65% y del 15 a 17 es de 2,90%. (Sanmartín y cols. 2011)

FACTORES DE RIESGO Son diversos los factores que intervienen a la hora de producirse una situación de maltrato hacia los menores. Entre ellos encontramos: -

Factores de riesgo individuales: Del agresor: Variables emocionales como la falta de empatía, problemas de autoestima,

angustia personal, sentimientos negativos como la ira o la hostilidad y el desarrollo de problemas de ansiedad o depresión. Los agresores suelen experimentar mayores niveles de estrés, se sienten más aislados y solos y tienen menor capacidad para utilizar los recursos individuales y sociales de los que disponen (Echeburúa y de Corral, 1998; Milner, 1999; y Wolfe, 1985 en Sanmartín y cols. 2011). Entre las variables cognitivas, encontramos que las expectativas inapropiadas respecto al menor y la interpretación inadecuada de la información social referente al menor, son lo que hacen que al adulto le resulte más difícil empatizar con él (Sanmartín y cols. 2011). Así mismo, las atribuciones o las actitudes hacia el maltrato físico, dan lugar a una posible explicación de la transmisión intergeneracional de estas formas de crianza. Como es sabido, tener una historia de maltrato infantil es un

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factor de riesgo que predice el ciclo de violencia de una generación a la siguiente (Belsky, 1993 en Benavides y Miranda, 2007), pero la repetición del maltrato no depende tanto de haberlo sufrido en la infancia o no, sino la actitud hacia el castigo recibido. Gómez (1988) consideró que el pensamiento crítico con relación al maltrato recibido puede detener el ciclo de violencia. De tal forma, los padres que perpetúan el ciclo de maltrato de una generación a la siguiente suelen valorar como positivo, justo y bueno el trato recibido en su infancia por parte de sus propios padres. Por el contrario, las personas que aun habiendo sido maltratadas severamente en su infancia no repiten estas conductas con sus hijos, suelen tener una actitud crítica hacia el castigo recibido y tienen sentimientos de rabia y rencor hacia sus padres por haberles sometido a un trato injusto. De modo que la experiencia de maltrato no siempre determina una actitud de rechazo hacia la utilización del castigo físico, sino que es la conciencia que se tenga de este maltrato la que sí lo hace (Benavides y Miranda, 2007). En cuanto a los factores conductuales cabe señalar el comportamiento impulsivo, la dificultad para manejar emociones negativas, la falta de comunicación e interacción con el menor y los altos niveles de exigencia. A esto hay que sumarle el empleo de técnicas autoritarias y la dificultad para expresar sentimientos positivos. Así mismo, el consumo de sustancias tóxicas como drogas, antidepresivos y alcohol, en una variable más que correlaciona positivamente con el maltrato (Sanmartín y cols. 2011). Zunzunegui, Morales y Martínez (1997), han encontrado que existe una fuerte asociación entre depresión y ansiedad con el hecho del maltrato, siendo el alcohol el único indicador de abuso de sustancias que pierde su capacidad de explicar el maltrato si se tiene en cuenta la depresión.

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De la víctima: Tienen mayor riesgo de padecer maltrato los niños que presentan problemas de conducta (incluida la hiperactividad), trastornos psicológicos que comportan dificultades en el procesamiento cognitivo (como el trastorno de Asperger y el autismo), problemas de salud, o alguna discapacidad (física, intelectual o sensorial) (Sanmartín y cols. 2011).

-

Factores de riesgo familiares: Los factores de riesgo que parecen tener una mayor influencia según la

literatura son la historia de maltrato infantil, la existencia de problemas de violencia de pareja entre los padres y la desestructuración familiar (Sanmartín y cols. 2011). También encontramos que las mujeres mayores, la monoparentalidad y el número elevado de hijos son variables más significativamente asociadas al maltrato infantil. Aquellas mujeres sin pareja estable, con bajo nivel de instrucción y con la responsabilidad de cuidar a varios niños pequeños tienen mayor riesgo de maltratar o de permitir el maltrato por parte de la pareja ocasional, a alguno de sus hijos, ya sea por abuso o negligencia (Zunzunegui, Morales y Marínez, 1997). En cuanto a los estilos de crianza, el negligente y el autoritario son los que correlacionan de manera más positiva con el maltrato. (Sanmartín y cols. 2011)

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Factores de riesgo socioeconómicos: La falta de redes de apoyo social, la inestabilidad laboral, el bajo nivel

educativo, las condiciones de vivienda precarias o un estatus socioeconómico bajo, son factores de riesgo sociales que correlacionan positivamente con las situaciones de maltrato en la familia (Sanmartín y cols. 2011). La identificación de posibles factores protectores como el apoyo social afectivo y la disponibilidad de ayuda económica en un momento de crisis, ayuda a comprender el proceso por el que una madre con aislamiento social y problemas económicos puede llegar al maltrato. De acuerdo con los modelos psicosociales de afrontamiento («coping model»), el soporte social influye directamente en la relación parental mediatizando tanto las conductas estresantes como modulando la percepción negativa de los eventos vitales (Zunzunegui, Morales y Marínez, 1997).

TIPOS DE MALTRATO INFANTIL Según el sistema de información sobre el maltrato infantil de Andalucía, se considera maltrato infantil toda acción, omisión, trato negligente o no accidental que impide el desarrollo físico, psíquico y/o social del menor (Rivas, 2013). En este sentido, podemos considerar los siguientes tipos de maltrato infantil: Maltrato físico: Acción no accidental de los padres/cuidadores que provoque daño físico o enfermedad en el niño o le coloque en grave riesgo de padecerlo. Están incluidas conductas de castigo de tipo físico (azotes Ataly García Lozano

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bofetadas, empujones, tirarles objetos, palizas) (Zunzunegui, Morales y Marínez, 1997).

Maltrato psicológico/emocional: Hostilidad verbal y/o falta de respuesta de una figura estable de apego a expresiones emocionales del niño o a los intentos de interacción hacia el adulto (indiferencia hacia el niño) durante los seis primeros años de vida. Se incluye el ser testigo de violencia (Zunzunegui, Morales y Marínez, 1997).

Negligencia: abandono físico/cognitivo/psicológico/emocional Las necesidades básicas no son atendidas por ningún miembro adulto de la familia. Están incluidas la falta de asistencia educativa y sanitaria, peligros en el hogar. (Zunzunegui, Morales y Marínez, 1997) La forma más extrema de negligencia es el abandono. (Sanmartín y cols. 2011)

Abuso sexual Cualquier clase de placer sexual con un niño por parte de un adulto desde una posición de poder o autoridad. No es necesario que exista contacto físico (penetración o tocamientos) para considerar que existe abuso, sino que puede utilizarse al niño como objeto gratificante para las necesidades o deseos sexuales del adulto. (FAMPSI, 2011)

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EVALUACIÓN DEL MALTRATO INFANTIL Corrupción Conductas

tales

como

premiar

conductas

delictivas,

crear

dependencia hacia las drogas, estimular el robo o la agresión (LópezTorrecilla, 2009)

Explotación Se describe cuando se asigna al niño con carácter obligatorio, la realización continuada de trabajos domésticos o laborales, que exceden sus límites y capacidades con fines de lucro. Se incluyen en este caso la prostitución y la pornografía infantil. (Robaina, 2011)

Maltrato prenatal Cuando el maltrato se produce antes del nacimiento del niño (Botello y Díaz, 2011, Díaz y cols. 2001). Puede ser por acción: circunstancias de vida de la madre en que exista voluntariedad que influyan patológica o negativamente en el embarazo y repercutan en el feto (hábitos tóxicos: alcoholismo, toxicomanía); o por omisión: no atención a las necesidades

y

cuidados

propias

del

embarazo

que

tienen

repercusiones en el feto (Embarazos sin seguimiento médico, alimentación deficiente, exceso trabajo corporal) (Díaz y cols. 2001)

Retraso no orgánico en el crecimiento Retraso en el crecimiento del menor que no es fruto de problemas orgánicos, sino consecuencia de un funcionamiento emocional y del desarrollo deficientes. Generalmente, los problemas psicológicos, sociales o económicos dentro de la familia desempeñan algún papel en Ataly García Lozano

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las causas del retraso no orgánico del crecimiento. Puede producirse, por ejemplo, por que la madre, o la persona encargada del cuidado del niño, descuiden la alimentación adecuada del bebé debido a las preocupaciones con las demandas o el cuidado de otras personas, sus propios problemas emocionales, el abuso de sustancias, la falta de conocimiento acerca de la alimentación adecuada o la falta de comprensión de las necesidades del niño.

Síndrome de Munchaüsen por poderes Consiste en provocar síntomas patológicos en el menor que lleven a la hospitalización

o

tratamientos

médicos

prolongados.

(López-

Torrecilla, 2009)

Maltrato institucional Se producen cuando los autores son las instituciones o la propia sociedad través de legislaciones, programas... o la actuación de los profesionales al amparo de la institución. Se trata de cualquier legislación,

programa,

procedimiento,

actuación,

omisión

o

negligencia, ya sea de los poderes públicos o derivada de la actuación individual profesional, que comporte abuso, detrimento de la salud, seguridad, estado emocional, bienestar físico, correcta maduración o que viole los derechos básicos del niño y/o de la infancia. (Díaz y cols. 2001)

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TRASTORNOS RELACIONADOS Si bien es cierto que la prevalencia de alteraciones psicopatológicas en padres maltratadores es superior a la encontrada en la población general, resulta insuficiente para dar una explicación a la totalidad de los casos de maltrato. Entre las alteraciones más citadas encontramos el abuso de sustancias, el trastorno antisocial de la personalidad y elevados niveles de neuroticismo (Milner, 1990 en (Antequera, 2006). Además del consumo de alcohol o sustancias tóxicas, la ansiedad y la depresión son dos trastorno que también suelen aparecer en situaciones de maltrato (Botello y Díaz, 2011, Sanmartín y cols., 2011), así como los altos niveles de estrés y la falta de recursos individuales para hacer frente a los problemas (Sanmartín y cols., 2011). Algunos mencionan la falta de control de impulsos y el hecho de padecer enfermedades o lesiones (Botello y Díaz, 2011), e incluso hay autores que señalan la hiperactividad fisiológica del progenitor ante los estímulos del menor (por ejemplo, el llanto del bebé) (Sanmartín y cols., 2011). Los padres maltratadores presentan menos eficacia en el desarrollo del rol de padres, debido a un menor control de impulsos, escasas habilidades de comunicación y un pobre control de situaciones estresantes (Connell-Carrick y Scannapieco, 2006 en Antequera, 2006). Más concretamente y en relación a la figura materna se ha encontrado que las madres de niños maltratados presentan escasas habilidades para la resolución de problemas así como impulsividad y dificultades para la expresión de emociones (Gaudin y cols, 1993, Coohey, 1998 en Antequera, 2006). Aunque son pocos los estudios que exploran las características de personalidad de los progenitores negligentes o maltratadores, aparecen entre los mismos rasgos narcisistas, tendencia a anteponer las Ataly García Lozano

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necesidades propias a las del niño y menor capacidad de empatía (Gaudin y cols, 1996 en Antequera, 2006).

ÁREAS DE EVALUACIÓN FORENSE La evaluación ha de llevarse a cabo teniendo en cuenta los diferentes contextos y figuras que envuelven al menor en su entorno más cercano y que pueden ser próximas a la situación de maltrato. Se llevará a cabo teniendo en cuenta las siguientes áreas (Rivas, 2013):

MENOR

Funcionamiento psicológico: -

A nivel emocional, comportamental y social. Habrá de evaluarse la adecuación de la conducta en el hogar y la escuela,

la existencia de dificultades emocionales, la presencia de trastornos psicológicos (historia, tratamientos, evolución y pronóstico del trastorno). Repercusiones del trastorno psicológico y/o comportamental, si lo hubiera, en la vida del niño y del resto de la familia. Grado en que mantiene relaciones sociales con sus iguales, contextos donde se producen, problemas en esta área, posibles influencias negativas de amistades del menor. Supervisión de los padres de la compañía de sus hijos. Reconocimiento de los padres de las necesidades sociales de los niños y grado de satisfacción de dichas necesidades.

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A nivel cognitivo. Área escolar. Causas y existencia de problemas en el desarrollo cognitivo (tratamiento

recibido y pronóstico). Impacto de estos trastornos en las actividades habituales del niño y la familia. Grado de reconocimiento y satisfacción por parte de los padres de las necesidades educativas y de estimulación cognitiva de los niños.

PADRES O TUTORES (RESPONSABLES DEL MENOR): Evaluaremos la personalidad del/los progenitor/es o tutores, su capacidad

de juicio y razonamiento, la madurez mental que poseen y la existencia de posibles trastornos psicopatológicos. Sus habilidades de enfrentamiento y la capacidad de resolución de problemas, las reacciones habituales ante el estrés, el nivel de tolerancia a la frustración, la estabilidad y madurez emocional, su nivel de control de impulsos, y la autoestima. También evaluaremos los estilos educativos y la existencia o no de consumo o abuso de sustancias.

RELACIÓN DE PAREJA Se evaluarán las relaciones de pareja previas y la estabilidad de las

mismas, la existencia de conflictos graves o situaciones de violencia, la estabilidad de la relación actual, el reparto de roles, la vinculación emocional de la pareja. También analizaremos el grado en que las dificultades de la relación de pareja interfieren en la capacidad de los padres/tutores para atender, cuidar y proteger a los hijos así como la utilización de los niños en los conflictos conyugales.

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RELACIONES PADRES-HIJOS Relación de apego, características de la vinculación afectiva entre los

padres/tutores e hijos. Descripción de la manera en que se muestran afecto en la interacción. Creencias y expectativas de los padres hacia los hijos. Modelos y prácticas educativas. Capacidad de cada uno de los hijos para promover afecto y protección en sus padres. Existencia de características comportamentales o temperamentales en los niños que

hacen que estos no respondan

adecuadamente a las demostraciones de afecto de sus padres. Grado en que estos últimos son capaces de comprender y tolerar estos problemas.

RELACIONES ENTRE HERMANOS Comunicación existente entre los hermanos, existencia de conflictos,

victimización de algún hermano por otro mayor, grado en que la relación fraternal supone una fuente de apoyo o estrés para los menores.

RELACIONES CON LA FAMILIA EXTENSA Comunicación existente con otros familiares, influencia entre ellos, grado

de afectividad, existencias de conflictos, percepción de la problemática familiar por parte de sus parientes, implicación en los conflictos familiares, nivel de colaboración.

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PROCEDIMIENTO DE EVALUACIÓN Dada la complejidad y dificultad de detectar un fenómeno como es el maltrato infantil, especialmente cuando éste ocurre a nivel intrafamiliar, su evaluación debe procurar utilizar la mayor cantidad de métodos posibles (entrevistas, observación, cuestionarios), incluir a todos los implicados (niños, padres o cuidadores, agresor) y agentes sociales (informes policiales, asistencia sanitaria, servicios sociales comunitarios, colegios, vecinos) así como abarcar el mayor número de áreas posibles. (Antequera, 2006)

Valoración del tipo de maltrato En primer lugar, debemos valorar el tipo de maltrato que se está produciendo puesto que ni la actuación ni su valoración serán las mimas en función del fenómeno vivido por el menor. Cuando se trata de un caso de negligencia o de abuso sexual sin penetración, es frecuente que no existan evidencias físicas o médicas que lo certifiquen, por lo que la evaluación y la detección del maltrato se complica. En la valoración de la negligencia la mayoría de los instrumentos disponibles consisten en escalas cumplimentadas por el evaluador a partir de la información obtenida durante la entrevista u observación de la familia. Una de las escalas creadas específicamente para la evaluación de las conductas negligentes que se adapta a nuestro idioma y cultura es la Escala de Bienestar para niños (Magura y Moses, 1986). El evaluador contesta 14 escalas después de la visita al hogar que pueden dividirse en negligencia física (hacinamiento, mobiliario, higiene personal, vestuario, limpieza del hogar,

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seguridad) y negligencia psicológica (supervisión, cuidado de los niños, aceptación, aprobación, expectativas, disciplina y estimulación) (Antequera, 2006). En lo que se refiere a la evaluación del abuso sexual infantil, debido a que en la mayoría de las ocasiones es difícil hallar pruebas físicas que certifiquen la conducta de abuso, la única prueba con la que solemos contar es el testimonio del menor (Antequera, 2006). El CBCA (Criteria Based Content Analysis) es un instrumento que se aplica al contenido de la declaración y su propósito es determinar si su calidad y sus contenidos específicos son indicativos de una narración generada a partir de registros de memoria o si son producto de la invención, la fantasía o la influencia de otra persona (GodoyCervera e Higueras, 2005). Consiste en una lista de criterios de realidad o de contenido cuya presencia en la declaración es un indicador de la validez de la misma. Estos criterios se aplican sobre la transcripción de la entrevista, la cual ha sido realizada en base al Protocolo de Entrevista contenido en el SVA (Statement Validiy Assesment). El SVA está compuesto de un Protocolo de Entrevista, mediante el que se recoge la información sin segar las respuestas del niño; por el CBCA, que a analiza dicha información; y por una Lista de Validez, que sirve para cualificar los resultados del análisis y tomar la decisión final (comprueba que la entrevista se haya hecho correctamente, que el desarrollo cognitivo y lingüístico del niño sea el adecuado y que la evidencia externa más sólida no contradiga los resultados del análisis de la declaración).

Valoración del menor En los casos de posible maltrato infantil, debemos explorar el mayor número de áreas posibles con respecto al menor. Para ello no sólo evaluaremos Ataly García Lozano

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mediante pruebas y entrevistas al niño, sino que también entrevistaremos a sus responsables en el centro educativo, exploraremos sus relaciones y su comportamiento en su entorno más cercano (relaciones con los iguales, con la familia extensa…) y entrevistaremos a los progenitores. Las entrevistas con el Centro educativo se llevarán a cabo principalmente para conocer su conducta en la escuela y las relaciones con sus iguales. Si existe sospecha de que no hay una normalización y adecuación del menor al entorno, se llevará a cabo una exploración más específica mediante la aplicación de la Batería de Socialización (BAS 1, BAS 2 Y BAS 3). Este instrumento permite detectar varios aspectos de la conducta social en niños y adolescentes. A partir de su aplicación se obtienen un perfil de socialización con cuatro escalas de aspectos facilitadores (Liderazgo, Jovialidad, Sensibilidad social y Respetoautocontrol) y tres escalas de aspectos inhibidores o perturbadores (Agresividadterquedad, Apatía-retraimiento, Ansiedad-timidez). También se obtiene una apreciación global del grado de adaptación social. Las tres pruebas que la componen (BAS-1, BAS-2 y BAS-3) pueden utilizarse individualmente o complementariamente para obtener una visión de conjunto del evaluado. Así, la BAS-1 está destinada para que sea el profesor quien valore la socialización del alumno; la BAS-2 para que sea respondida por los padres y la BAS-3 como autoinforme para que sea respondido por el propio evaluado. La BAS-1 y BAS-2 pueden ser aplicadas entre los 6 y 15 años, y la BAS-3 a entre los 11 y los 19 años. Para niños menores de 5 años, la socialización en la escuela será evaluada a partir la información aportada por el centro. Se llevarán a cabo también entrevistas con los padres/tutores responsables del menor. En estas entrevistas se valorarán las con conductas del menor en el entorno familiar, las relaciones con los hermanos, la supervisión de los padres y el reconocimiento por parte de estos de las necesidades del menor. Esto se completará con el Test Autoevaluativo Multifactorial de Adaptación Infantil Ataly García Lozano

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(TAMAI), el cual proporciona información acerca de la adaptación del menor en los distintos contextos en los que interactúa. El test roporciona información de las siguientes áreas: Inadaptación general, Inadaptación personal, Inadaptación escolar, Inadaptación social, Insatisfacción familiar, Insatisfacción con los hermanos, Educación adecuada del padre, Educación adecuada de la madre, Discrepancia educativa, Pro-imagen y Contradicciones. Completa la información de las áreas anteriores mediante diversas subescalas específicas: Infravaloración, Regresión, Indisciplina, Conflicto con las normas, Desconfianza social, Relaciones con los padres, Insatisfacción con el ambiente familiar, Hipomotivación, Somatización, Depresión, Timidez, Introversión, Educación adecuada del padre o Educación adecuada de la madre, entre otras. Otro instrumento complementario a la hora de conocer posibles problemas de conducta del menor es el Child Behavior Checklist (CBCL) (Jiménez, 2013), un inventario que proporciona una descripción de la conducta del niño por parte de las personas que están en contacto habitual con él. Permite evaluar la conducta del niño en el entorno familiar, así como de los problemas de conducta del menor. Se compone de dos grandes dimensiones comportamiento internalizado versus externalizado-, cada una de las cuales contienen distintos grupos específicos de problemas: a) Comportamiento internalizado: incluye ansiedad, depresión, incomunicación, comportamiento obsesivo-compulsivo, Comportamiento

problemas

externalizado:

somáticos incluye

y

retraimiento

delincuencia,

social;

b)

agresividad

e

hiperactividad. (27) Se explorará también la personalidad del menor y cualquier posible psicopatología que no haya sido detectada y sus repercusiones sobre el entorno familiar. Entre los 6 y los 8 años el cuestionario a utilizar será el ESPQ, Cuestionario de Personalidad para Niños. Este cuestionario permite evaluar 13 dimensiones de la personalidad, incluyendo el aspecto intelectual. Algunas de Ataly García Lozano

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las dimensiones evaluadas son: Reservado/Abierto, Inteligencia baja/alta, Afectado emocionalmente/estable, Calmoso/Excitable, Sumiso/Dominante, Sobrio/Entusiasta, Despreocupado/Consciente,

Cohibido/Emprendedor,

Sensibilidad

dura/blanda,

Seguro/Dubitativo, Sencillo/Astuto, Sereno/Aprensivo y Relajado/Tenso. A partir de las escalas primarias obtenemos 3 dimensiones globales o "factores de segundo orden" que se obtienen mediante análisis factorial: Ansiedad, Extraversión y Excitabilidad/Dureza. Entre los 8 y los 15 años, emplearemos el BFQ-NA, Cuestionario “Big Five” de Personalidad para Niños y Adolescentes. Este cuestionario evalúa 5 dimensiones: Conciencia (evalúa autonomía, orden, precisión, perseverancia y el cumplimiento de normas y compromisos), Apertura (evalúa autonomía, orden, precisión, perseverancia y el cumplimiento de normas y compromisos), Extraversión (evalúa autonomía, orden, precisión, perseverancia

y el

cumplimiento de normas y compromisos), Amabilidad (mide su tendencia al apoyo y a la prosocialidad, el grado de cooperación y la sensibilidad hacia los otros y sus necesidades) e Inestabilidad Emocional (evalúa la tendencia al malestar y al neuroticismo, manifestada en los cambios de humor, la tendencia a la ansiedad, la depresión, el descontento y la irritabilidad). La ventaja de este cuestionario es que puede ser cumplimentado por el niño o por los padres, tutores o profesores, ya que el instrumento permite que los ítems puedan ser formulados en tercera persona refiriéndose al niño. Y entre los 12 y los 18 años, el instrumento a utilizar será el PAI-A, Inventario de Personalidad para Adolescentes, el cual permite la evaluación comprehensiva de la psicopatología en adolescentes mediante 22 escalas: 4 escalas de validez, 11 escalas clínicas, 5 escalas de consideraciones para el tratamiento y 2 escalas de relaciones interpersonales. Informa de aquellos ítems críticos que requieren la atención inmediata del profesional y en el ámbito clínico cubre los constructos más relevantes para una evaluación comprehensiva de los Ataly García Lozano

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trastornos mentales, proporcionando información clave tanto para el diagnóstico como para la planificación del tratamiento.

En caso de una evaluación más específica de la Ansiedad en el menor, emplearemos el STAXI-NA y STAXI-2, Inventario de Expresión de la Ira Estado-Rasgo, de 8 a 17 años y a partir de los 16 años, respectivamente. Estos instrumentos permiten evaluar la experiencia, expresión y control de ira del menor, así como de sus facetas como Estado y como Rasgo. Otro cuestionario interesante para evaluar la ansiedad infantil es el CAS, Cuestionario de Ansiedad Infantil, el cual permite efectuar una rigurosa exploración psicológica de los trastornos de ansiedad en niños de los primeros niveles de escolaridad (entre los 6 y los 8 años). Para evaluar más específicamente la Depresión, contamos con el CDS, Escala de Depresión para Niños, aplicable de los 8 a los 16 años. Este cuestionario contiene 66 elementos, 48 de tipo depresivo y 18 de tipo positivo, dos conjuntos que se mantienen separados y permiten dos subescalas generales independientes: Total Depresivo (TD) y Total Positivo (TP). El Total Depresivo, consta a su vez de seis subescalas: Respuesta afectiva (RA), Problemas sociales (PS), Autoestima (AE), Preocupación por la muerte/salud (PM), Sentimiento de culpabilidad (SC), Depresivos varios. Y el Total Positivo está formado por dos subescalas: ánimo-alegría (AA) y Depresivos varios (DV). Todas estas subescalas apuntan a diferentes comportamientos depresivos y son muy interesantes para poder interpretar una determinada puntuación total depresiva o positiva, puesto que los niños pueden manifestar su depresión de muy diferentes maneras.

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EVALUACIÓN DEL MALTRATO INFANTIL Valoración de las figuras parentales La

evaluación

psicológica

de

las

figuras

parentales

se

centra

fundamentalmente en dos aspectos: los factores de riesgo y las relaciones padres-hijos. La principal dificultad que encontramos para realizar una valoración psicológica del riesgo consiste en la diversidad de los factores descritos en relación al maltrato infantil, por ello nos centraremos en aquellos que con más frecuencia son objetivos de la evaluación psicológica en los casos de maltrato infantil. Entre ellos encontramos los antecedentes de malos tratos o de la existencia

de

una

situación

familiar

conflictiva

y

agresiva

en

los

padres/cuidadores, enfatizando el proceso de aprendizaje de conductas de maltrato y la carencia de recursos para afrontar las situaciones problemáticas en el seno familiar (Antequera, 2006). Como ya se mencionó anteriormente, las personas víctimas de maltrato en la infancia son posibles futuros maltratadores, aunque como afirman Arruabarrena y De Paúl (1999), esto no significa que todos los padres maltratados sean maltratadores ni que todos los padres maltratadores hayan sido maltratados en su infancia. Las alteraciones psicopatológicas también constituyen uno de los elementos presentes en la realización de conductas maltratantes. Como ya se ha citado anteriormente, el abuso de sustancias, el trastorno antisocial de la personalidad, la ansiedad, la depresión y altos niveles de estrés son comunes en estas situaciones. El no disponer de fuentes de apoyo social y la falta de habilidades personales para afrontar situaciones estresantes, son otras de las variables consideradas un factor de riesgo para conductas de malostratos (Antequera, 2006). Para evaluar la presencia o no de todos estos elementos haremos uso del PAI, Inventario de Evaluación de la Personalidad, el cual permite llevar a cabo Ataly García Lozano

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una evaluación comprehensiva de la psicopatología de adultos mediante 22 escalas: 4 escalas de validez (Inconsistencia, Infrecuencia, Impresión negativa e Impresión positiva), 11 escalas clínicas (Trastornos somatomorfos, Ansiedad, Trastornos relacionados con la ansiedad, Depresión, Manía, Paranoia, Esquizofrenia, Rasgos límites, Rasgos antisociales, Problemas con el alcohol, Problemas con las drogas), 5 escalas de consideraciones para el tratamiento (Agresión, Ideaciones suicidad, Estrés, Falta de apoyo social, Rechazo al tratamiento) y 2 escalas de relaciones interpersonales (Dominancia y Afabilidad). Con este instrumento podemos analizar la personalidad clínica del maltratador, así como la presencia de depresión, ansiedad, falta de apoyo social, el nivel de estrés, de agresividad y de rasgos antisociales, entre otros. En nuestro medio cultural (Torres, Arruabarrena y de Paúl, 1996) han elaborado una entrevista semiestructurada que podemos utilizar en la valoración de los padres de niños víctimas de malostratos, en la que se recoge un amplio abanico de factores de riesgo y exploración de las conductas y actitudes paternas que pueden estar implicadas en los casos de maltrato. Las áreas temáticas cubiertas por esta entrevista se recogen en el Anexo 1. Dispone de una hoja de registro de la información, un sistema de codificación y un cuadernillo con las preguntas orientativas básicas que se pueden utilizar para obtener información en cada una de las áreas señaladas. La personalidad de los progenitores es otra área a evaluar. Para ello emplearemos el cuestionario de personalidad de Cattel, 16PF-5. Este cuestionario contiene 16 rasgos de primer orden que dan una información detallada acerca de la personalidad del sujeto (Afabilidad, Razonamiento, Estabilidad, Dominancia, Animación, Atención a las normas, Atrevimiento, Sensibilidad, Vigilancia, Abstracción, Privacidad, Aprensión, Apertura al cambio, Autosuficiencia, Perfeccionismo y Tensión), 5 dimensiones globales (Extraversión, Ansiedad, Dureza, Independencia y Auto-control) y tres escalas Ataly García Lozano

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de validez o estilos de respuesta que evalúan las influencias distorsionadoras producidas por la actitud del examinado ante la prueba (Manipulación de la Imagen, Infrecuencia y Aquiescencia). Este cuestionario nos permitirá conocer acerca de la personalidad del sujeto, su capacidad de juicio y razonamiento y sobre su estabilidad emocional. Para valorar el riesgo de maltrato contamos con la entrevista semiestructurada para padres de Torres, Arruabarrena y De Paúl (26), y para evaluar el riesgo de perpetrar maltrato físico, el Child Abuse Potential Inventary (CAPI) de Milner (versión española de Arruabarrena y de De Paúl, 1992) (Jiménez, 2013) El Inventario de Respuestas de Afrontamiento para Adultos (CRI-A) permite evaluar las respuestas de afrontamiento que una persona emplea ante un problema o una situación estresante. Sus ocho escalas incluyen estrategias de aproximación al problema (Análisis lógico, Reevaluación positiva, Búsqueda de guía y soporte, Solución de problemas) y de evitación del mismo (Evitación cognitiva, Aceptación o resignación, Búsqueda de recompensas alternativas, Descarga emocional) Por último, emplearemos en la evaluación de los adultos el CUIDA (Cuestionario para la evaluación de adoptantes, cuidadores, tutores y mediadores). Con este cuestionario se pretende evaluar la idoneidad de los progenitores o adultos encargados de la tutela del menor, analizando su capacidad para proporcionar la atención y el cuidado adecuados al niño. El CUIDA contiene 189 elementos destinados a medir las variables afectivas, cognitivas y sociales que están relacionadas con la capacidad de establecer relaciones funcionales para el cuidado de otras personas. Está integrado por las siguientes escalas: Altruismo, Apertura, Asertividad, Autoestima, Capacidad de resolver

problemas,

Empatía,

Equilibrio

emocional,

Flexibilidad,

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Independencia, Reflexibilidad, Sociabilidad, Tolerancia a la frustración, Capacidad de establecer vínculos afectivos o de apego y Capacidad de resolución del duelo.

Valoración de las relaciones parento-filiales Una de las áreas que ha recobrado un especial interés es la relacionada con las estrategias disciplinarias que los padres mantienen, ya que han mostrado su relación no solo con la posible existencia de malos tratos sino también porque inciden en la aparición de problemas emocionales y alteraciones conductuales en los niños (Arnold y cols, 1993 en Antequera, 2006). En nuestro país disponemos de la Escala de Estilos de Socialización Parental en la Adolescencia (ESPA-29) (Musitu y García,2004) que evalúa las relaciones entre padres e hijos mediante la valoración de las reacciones de los progenitores ante 29 situaciones relevantes de la vida diaria. Se obtiene una medida global para cada padre en las dimensiones Aceptación/Implicación (compuesta por las escalas de afecto, diálogo y displicencia) y Coerción/Imposición (que consta de tres subescalas: privación, coerción verbal y coerción física) (Antequera, 2006). La relación de apego y las características de vinculación afectiva entre los padres/tutores y los hijos la mediremos a través del Cuestionario para la evaluación de adoptantes, cuidadores, tutores y mediadores, CUIDA, cuyas características ya han sido expuestas en párrafos anteriores. Evaluaremos también los modelos y las prácticas educativas que son llevadas a cabo por parte de los progenitores. Se llevará a cabo mediante el Test Autoevaluativo Multifactorial de Adaptación Infantil (TAMAI), el cual, como ya se ha mencionado, además de medir la adaptación personal, social, escolar y

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familiar del menor, evalúa las actitudes educadoras de los padres y su adecuación desde el punto de vista de los hijos. A través de entrevistas personales y de la observación de la interacción padre-hijo, se llevará a cabo una descripción de la menara en que ambos interactúan y su capacidad para promover y mostrar afecto. Se observará así mismo el comportamiento y temperamento de los menores, y la reacción de los padres ante situaciones de irritabilidad y hostilidad (si se dieran). Dicha observación tendrá lugar en una habitación con espejo unidireccional, donde se dejará al menor y al adulto a solas, con distintos juguetes y muñecos que posibiliten la interacción a través del juego. Desde otra sala el evaluador contemplará el modo de interacción, si lo hay, las reacciones del adulto ante las demandas del menor y las reacciones del niño ante las respuestas de su progenitor/tutor.

Esta

observación

también

permitirá

registrar

el

comportamiento y temperamento del menor. Podrá ser complementada con el uso de algunas escalas de evaluación, como son la Escala de Ambiente Familiar (FES), el Formulario de evaluación familiar (FAF) o las Escalas de evaluación de adaptabilidad y cohesión familiar (FACES-III). En caso de abuso sexual infantil la detección y evaluación son más complicadas, especialmente cuando o existen pruebas o evidencias médicas del mismo. En estos casos el testimonio de los niños se convierte en nuestra principal o incluso única fuente de datos e investigación, ya que es difícil que los adultos perpetradores, que habitualmente conviven con la víctima, reconozcan los hechos que se les imputan. Uno de los aspectos más controvertidos en la evaluación psicológica de los menores, especialmente en el ámbito judicial, es la fiabilidad o validez del testimonio, con especial énfasis en la sugestionabilidad del mismo por las posibles distorsiones que puede conllevar al contestar a las preguntas de los

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entrevistadores (Antequera, 2006). Para la evaluación de la veracidad del testimonio se creó el Statement Validity Asessment (SVA), el cual se compone de un Protocolo de Entrevista, que permite realizar la entrevista al menor sin sesgar las respuestas; el Criteria Based Content Analysis o CBCA, una serie de criterios que analizan si la información aportada durante la entrevista es real o fruto de la imaginación o de la influencia de terceras personas; y la Lista de Validez, la cual comprueba el desarrollo de la entrevista y que las capacidades lingüísticas y cognitivas del menor sean las adecuadas.

Valoración de la relación de pareja Además de la información que los miembros de la pareja hayan podido referir a lo largo de la entrevista, podemos aplicar pruebas que nos den información adicional acerca de las estrategias de comunicación que la pareja pone en marcha en situaciones maritales conflictivas con el ASPA, Cuestionario de Aserción en la Pareja, de Carrasco. Evalúa cuatro posibles estrategias para afrontar situaciones problemáticas corrientes en la convivencia: Asertiva, Agresiva, Sumisa y Agresivo-Pasiva. El sujeto se evalúa a sí mismo respecto a su forma de comportarse ante situaciones maritales conflictivas, y también evalúa el comportamiento de su pareja. Este cuestionario nos da una idea de la dinámica de interacción que existe entre los adultos.

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EVALUACIÓN DEL MALTRATO INFANTIL Valoración de las relaciones con la familia extensa

Si fuera posible, se mantendrán también entrevistas con los familiares con los que los miembros del núcleo familiar mantengan contacto frecuente. En estas entrevistas se tratará de indagar acerca de la frecuencia y el tipo de comunicación que mantienen con la familia extensa, así como el grado de influencia y de afectividad que existe entre ellos. Se explorará si hay una percepción de la problemática familiar por parte de los parientes (qué tipo de problemática, qué conductas se llevan a cabo, qué tipo de conflictos suelen aparecer…) así como la implicación del resto de familiares en los conflictos padres-hijos, y el nivel de colaboración existente.

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INFORME PERICIAL PSICOLÓGICO

DATOS IDENTIFICATIVOS -

Nombre y apellidos, número de colegiado, especialidad

-

Persona o entidad que solicita el informe

-

Juzgado de procedencia y número del asunto (si procede y se conocen los datos)

-

Fecha de evaluación

-

Datos personales de la/s persona/s evaluada/s.

MOTIVO Quién solicita la evaluación, fecha de la solicitud y objetivo de la mima. Ej: El presente informe pericial ha sido realizado a petición de DEMANDANTE, con fecha de XXXXX, con motivo de OBJETO DE LA EVALUACIÓN (evaluar la existencia de posibles malos tratos hacia el menor IDENTIFICACIÓN DEL EVALUADO).

METODOLOGÍA -

Fecha, número y duración de las sesiones, así como lugar donde se han llevado a cabo.

-

Antecedentes revisados previos a la evaluación (si fueron derivados desde cualquier Instancia: informes, declaraciones previas, denuncias, etc.)

-

Sujetos evaluados y Áreas psicológicas a evaluar en cada uno de ellos.

-

Instrumentos o tipo de pruebas utilizados durante la evaluación, su fiabilidad y validez, así como lo que mide cada uno.

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EVALUACIÓN DEL MALTRATO INFANTIL RESULTADOS -

Conducta observada durante la evaluación

-

Resumen de la información obtenida a través de las entrevistas

-

Exposición de los resultados obtenidos en las pruebas aplicadas: o Características psicológicas de las figuras parentales o Funcionamiento

psicológico

del

menor

(emocional,

comportamental, social, cognitivo y escolar) o Dinámica y funcionamiento familiar: relación de pareja, relación padres-hijos, relación con la familia extensa.

INTEGRACIÓN DE RESULTADOS -

Valoración psicológica, en la que se incluyan los siguientes aspectos: o Situaciones de riesgo detectadas/sospechadas en la familia, nivel de gravedad y efecto actual en el entorno familiar. o Descripción del funcionamiento individual de los miembros de la familia, la dinámica relacional intrafamiliar y su dinámica relacional

con el entorno

(familiares,

profesionales, otras

personas…) o Problemas familiares que están asociados a los déficits en el cuidado de los menores. o Aspectos positivos en la familia, en la situación y cuidado proporcionado a los niños. o Conciencia del problema y motivación de cambio por parte de los padres/tutores. o Consecuencias que la situación está teniendo sobre el menor (afectación psicológica, comportamental, relacional) o Recomendaciones (opcional)

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REFERENCIAS BILIOGRÁFICAS Antequera, R. (2006). Evaluación psicológica del maltrato en la infancia. Cuadernos de Medicina Forense, 12(43-44), 129-148. Arruabarena, I., De Paúl, J. (1999). Maltrato a los niños en la familia. Evaluación y tratamiento. Madrid: Pirámide. Benavides, J. y Miranda, S. (2007). Actitud crítica hacia el castigo físico en niños víctimas de maltrato infantil. Universitas Psychologica, Bogotá (Colombia), 6 (2), 309-318. Botello, B. y Díaz, B. (2011). Cuaderno III. Prevención y detección precoz del maltrato infantil: Revisión de estrategias e intervenciones desde los servicios sanitarios. Sevilla: Junta de Andalucía. Consejería de Salud. Cortés, R., Cantón, J. y Cantón-Cortés, D. (2011). Naturaleza de los abusos sexuales a menores y consecuencias en la salud mental de las víctimas. Gaceta Sanitaria, 25(2), 157-165. Díaz, J.A., Casado, J., García, e., Ruíz, M.A., Esteban y J. (2001). Atención al Maltrato Infantil desde los Servicios Sociales. Programa de Atención al Maltrato Infantil. Madrid: Instituto Madrileño del Menor y la Familia. Consejería de Servicios Sociales. Díaz, J.A., Esteban, J., Romeu, F.J., Puyo, C., Gotzens, F., Pastor, P., Requena, E., Seiquer, J., Campoy, M.P., Llaquet, P. y García, J. (2006) Maltrato Infantil. y Registro de Casos. Madrid: Subdirección General de Información Administrativa y Publicaciones. FAPMI, Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil. (2011). Cuadernos de Bienestar y Protección Infantil, nº6. Madrid: Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil.

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Godoy-Cervera, V. e Higueras, L. (2005) El análisis de contenido basado en criterios (CBCA) en la evaluación de la credibilidad del testimonio. Papeles del psicólogo, (92). Obtenido de: http://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?id=1249 el 20 de marzo de 2013. Gómez, S. (1988). Maltrato infantil: un problema multifacético. Revista Latinoamericana de Psicología, 20(2), 149-161. Jiménez, E.M. (2013). Procedimiento de elaboración de un informe pericial psicológico I. Máster Psicología Jurídica. Material docente. López-Torrecilla, J. (2009). Maltrato infantil. Documento extraído de: http://www.uam.es/personal_pdi/psicologia/jlopezto/Apuntes/Maltrato. pdf el 26 de abril de 2013. Manual abreviado del Cuestionario 16PF-5. Extraído de: http://xa.yimg.com/kq/groups/466498/1518443845/name/manual+16pf5.pd f, el 27 de abril de 2013. Morales JM, Zunzunegui Pastor V, Martínez Salceda V. (1997). Modelos conceptuales del maltrato infantil: una aproximación biopsicosocial. Gaceta Sanitaria, 11, 231-41. Rivas, J. (2013). Tratamiento a familias con menores en situación de riesgo. Máster Psicología Jurídica. Material docente. Robaina, G. (2001). El maltrato infantil. Revista Cubana de Medicina General Integral, 17(1), 74-80. Sanmartín, J., Serrano, A., García, Y., Rodrígues, A. y Martínez, P. (2011) Maltrato infantil en la familia en España. Informe del Centro Reina Sofía. Madrid: Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Zunzunegui, M.V., Morales, J.M. y Martínez, V. (1997). Maltrato infantil: factores socioeconómicos y estado de salud. Anales Españoles de Pediatría, 47(1).

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Páginas web consultadas: http://www.elpsicoasesor.com/ http://www.papelesdelpsicologo.es/ http://www.uchicagokidshospital.org/online-library/content=S05406 http://web.teaediciones.com/Inicio.aspx http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs150/es/

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ANEXO I Áreas temáticas recogidas en la Entrevista Semiestructurada para Padres.

Extraído de (Antequera, 2006).

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