Víctor Pablo Pérez
PRÓXIMO PROGRAMA
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ABONO 16 Viernes 9 de Junio de 2017 • 20:30 h Auditorio de Tenerife
Con el patrocinio de la Fundación Jesús Serra
Director Realiza sus estudios en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y en la Hochschule für Musik und Theater de Múnich. Durante la década de los ochenta fue Director Artístico y Titular de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, compaginando el final de esta trayectoria con la dirección de la Sinfónica de Tenerife. A su vez, durante veinte años toma las riendas de la Orquesta Sinfónica de Galicia y, posteriormente, como Director Artístico y Titular de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid.
Agata Szymczewska, violín Michal Nesterowicz, director
Además de dirigir la práctica totalidad de las orquestas españolas, es llamado como director invitado por formaciones internacionales como Frankfurter Rundfunk-Symphonie-Orchester, Berliner Symphoniker, Münchner Symphoniker, Royal Philharmonic Orchestra, Orchestra dell'Accademia Nazionale di Santa Cecilia di Roma, Orchestra Sinfonica di Milano Giuseppe Verdi y Orchestre National de Lyon, entre otras.
I Parte WOLFGANG AMADEUS MOZART (1756-1791)
Obras de L. VAN BEETHOVEN, K. DEBSKI y J. SIBELIUS
Concierto para piano y orquesta nº 20 en Re menor, KV466
La Asociación Tinerfeña de Amigos de la Música [ATADEM] organiza una charla sobre las obras que se podrán escuchar en este concierto impartida por Cristo Gil el viernes 9 de junio de 2017 de 19:30 a 20:15 h en la Sala de Prensa del Auditorio de Tenerife.
En enero de este año fue presentado como Director Artístico de la Joven Orquesta de Canarias y, en junio, ha sido invitado por el Centro Nacional de Difusión de la Música de Madrid para dirigir, en el marco del Día de la Música, las Novenas Sinfonías de Haydn, Mozart, Garay, Beethoven, Schubert, Dvorák, Shostakóvich, Bruckner y Mahler con las cinco orquestas residentes.
Piano
Entre sus distinciones destacan el Premio Ojo Crítico de Radio Nacional de España, Premio Ondas, Premio Nacional de Música, Medalla de Oro a las Bellas Artes, Director Honorario de la Sinfónica de Tenerife, Director Honorario de la Sinfónica de Galicia y Medalla de Oro del Gobierno de Canarias.
Se graduó por el Tokyo College of Music High School y el Tokyo College of Music en su país natal, Japón. Posteriormente continuó sus estudios en la Universität der Künste de Berlín. En la actualidad, estudia en el Chaikovski Conservatory de Moscú y asiste, también, a clases impartidas por los maestros Elisso Virsaladze, Kazuko Sumi y Minoru Nojima.
Vier. 02 | Junio ABONO 15
20:30 h
Hiroo Sato Piano
Hiroo Sato
Su virtuosismo le ha valido multitud de premios, tales como los primeros premios en el Concurs Internacional de Música Maria Canals y el Concurs Internacional de Piano San Nicola di Bari y, el segundo premio, en el Concurs Internacional de Piano Ricard Viñes. A éstos, hay que sumar los premios obtenidos en Japón como en la Sendai International Music Competition, el Japan International Music Competition, donde se alzó con los premios Nomura Iguchi y Kawai, el Japan Music Students Contest y el Minoru Nojima Yokosuka Piano Compet.
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Víctor Pablo Pérez
| 2016 | 2017
II Parte ANTON BRUCKNER (1824-1896) Sinfonía nº 3 en Re menor, A 94 – versión 1889 – Moderato con moto Adagio, quasi andante Scherzo: Vivace ma non troppo Finalle: Allegro
Director
Patronato Insular de Música: 922 849 080 | info@sinfonicadetenerife.es | www.sinfonicadetenerife.es Auditorio de Tenerife: 902 317 327 | info@auditoriodetenerife.com www.auditoriodetenerife.com
WOLFGANG AMADEUS MOZART ANTON BRUCKNER PATROCINADO POR:
La OST y el solista: Hiroo Sato es la primera vez que interviene con la OST
EDITA CABILDO DE TENERIFE, PATRONATO INSULAR DE MÚSICA.
La temporada de la Sinfónica de Tenerife incluye además, conciertos didácticos y en familia, ópera, conciertos extraordinarios y ciclos de cámara.
Últimas interpretaciones (§): WOLFGANG AMADEUS MOZART Concierto para piano y orquesta nº 20 Mayo de 1990; Rosa Torres Pardo, piano; Armando Alfonso, director. JOSEPH ANTON BRUCKNER Sinfonía nº 3 Enero de 2004 [Cto. Extraordinario XX Festival M. Canarias]; Víctor Pablo Pérez, director.
La Orquesta Sinfónica de Tenerife es miembro de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas ( www.aeos.es )
TF 773-2017
Ha tocado con la Prague Chamber Orchestra, la Tokyo Philharmonic Orchestra, la Gunma Philharmonic Orchestra, la Kanagawa Philharmonic Orchestra, la Kyoto Philharmonic Orchestra, la Sendai Philharmonic Orchestra y la Aichi Philharmonic Orchestra. También fue invitado a tocar en varias ciudades alemanas y en el International Music Festival Young PragueČeská filharmonie.
GANADOR CONCURSO INTERNACIONAL DE MÚSICA MARIA CANALS 2016
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Allegro Romanza Rondo: Allegro assai
(§) Desde la temporada 1986-1987 Audición nº 2467
WOLFGANG AMADEUS MOZART (Salzburgo, 27-I-1756; Viena, 5-XII-1791) Concierto para piano nº 20 en Re menor, Kv466 Composición: 10-II-1785; estreno: Viena, 11-II-1785 con la interpretación al piano del propio compositor. Alcanzar un mayor grado de independencia creativa fue una de las motivaciones principales que tuvo Mozart para instalarse en Viena en 1782. El abandono de la corte de Salzburgo le trajo grandes satisfacciones, al menos en un primer momento. Llegó su etapa dorada, en la que surgen los éxitos de madurez, entre los que destacan diecisiete de sus conciertos para piano y orquesta compuestos para las academias y reuniones sociales de la capital austriaca. Desde sus primeras incursiones en el género siendo un niño, Mozart sentó los cimientos del concierto clásico. No innovó en la estructura tripartita, pues la tradición barroca ya había consolidado el esquema rápido-lento-rápido, pero sí supo idear un sistema de composición característico que sería adoptado con entusiasmo por las siguientes generaciones. Con todo, no puede considerarse tampoco el padre del concierto clásico, pero sus aportaciones sí dieron pie al desarrollo de formas orquestales complejas. No obstante, valga incidir en los diseños formales de sus conciertos, entendiéndolos como meras aproximaciones derivadas del análisis de su habitual comportamiento, pues dentro de estos esquemas se dan múltiples excepciones. Así, los primeros movimientos suelen adoptar la forma sonata, donde temas normalmente opuestos dialogan siguiendo una estructura narrativa tripartita (exposición, desarrollo y reexposición); los segundos movimientos, de mayor libertad formal, suelen articularse como canciones con estribillo (ABA); mientras que los finales toman la forma de rondó (ABACADA).
melancólicos de esta partitura, pero en aras de no emitir juicios de valor, deben evitarse interpretaciones como las que han llevado a afirmar que al emplear esta tonalidad, Mozart prefigura el tema beethoveniano del destino. Quizá sea más convincente aproximarse a la teoría que define a Mozart como un investigador de sonoridades asociadas a las diferentes tonalidades, siguiendo vías paralelas a los desarrollos barrocos de los afectos. Y más cuando se ha confirmado que, a la vez que trabajaba en este concierto, ya estaba inmerso en la composición del nº 21 en Do mayor (Kv467). Por eso, y en línea con los planteamientos de W. Hildesheimer, resulta complicado extraer sistemas o estéticas concretas del uso y distribución de las tonalidades en la obra de Mozart. El concierto nº 20, por sus cualidades formales y expresivas, ha sido objeto de análisis y comentarios muy diversos y enriquecedores. Para empezar, de todos sus conciertos para piano, este fue el preferido de Beethoven. Lo ejecutó en varias actuaciones, destacando entre todas su interpretación durante la velada organizada por la viuda del salzburgués en el Hofburgtheater en marzo de 1791. Y es precisamente Beethoven quien realiza las cadencias del concierto que suelen ejecutarse con mayor frecuencia, pues no se conservan las escritas por Mozart. Incluso, es posible que el día de su estreno no llevase las cadencias anotadas, pues aún no había terminado de copiar las partes instrumentales del tercer movimiento, como relataba su padre en una carta enviada a Nannerl. El Allegro comienza tempestuoso con un triple redoble. Los tresillos marcan con contundencia la obertura orquestal que funciona como exposición de los cuatro argumentos melódicos que conforman el primer movimiento. Tras la violencia inicial, un segundo tema en Fa mayor dibuja un interrogante en el aire que despeja un tercer motivo arpegiado. Una especie de calma contenida que será quebrantada por el cuarto tema, sencillo pero sinuoso, construido sobre un contrapunto muy plano. Irrumpe entonces el piano, sin regresar a los momentos de agitación. En un desarrollo excepcional, la masa orquestal intenta imponerse ante un solista sereno, que acabará brillando con la reexposición de unos temas que, en la orquesta, parecerán dolientes.
JOSEPH ANTON BRUCKNER (Ansfelden, 4-IX-1824; Viena, 11-X-1896) Sinfonía nº 3 en Re menor (WAB 103) Composición: 1872-1873; estreno: Viena, 16-XII-1877 por la Wiener Philharmoniker bajo la dirección del propio compositor. En numerosas ocasiones se ha comparado el trabajo sinfónico de Bruckner con el realizado por un maestro de obras medieval, pues sus arquitecturas orquestales fueron erigidas con la paciencia del que busca la solidez eterna. Preocupado principalmente por las cuestiones formales, sometió a sus sinfonías a profundas y continuas revisiones, sin definir, en la mayoría de los casos, cuál de todas serían sus versiones finales. Una situación marcada, sobre todo, por su inconformismo e inseguridad en los planteamientos, pero que también fue avivada por sus detractores, que encontraron en su obra un blanco perfecto para focalizar las pugnas entre dos estéticas, la brahmsiana frente a la wagneriana. Bruckner se confesó seguidor de Wagner y focalizó sus esfuerzos en acercar las orquestaciones a los ricos colores que emanaban de las obras del maestro de Leipzig. Por ello, es comprensible que quisiera dedicarle a Wagner una de sus sinfonías, dudando entre la Segunda o la Tercera. Para decidirlo, estimó conveniente contar con la opinión del propio Wagner, reuniéndose con él en Bayreuth en agosto de 1873, durante sus vacaciones en Marienbad. De las dos partituras, este se decantó por la Tercera, expresando su admiración por el tema inicial de la trompeta. Su aceptación supondría un espaldarazo para un dichoso Bruckner que retomó raudo los trabajos de la que pasaría a conocerse como la sinfonía Wagner, luciendo orgullosa la dedicatoria al mundialmente famoso e inalcanzable noble maestro de la poesía y la música.
Junto a la impecable y cuidada construcción estructural, en general en todos los conciertos de Mozart (no solo en los dedicados al piano), destaca el exquisito equilibrio entre solista y orquesta. Da protagonismo al conjunto tratándolo como sujeto autónomo que entra en diálogo directo con el discurso del solista. Particularidad que en el caso de sus conciertos para piano está presente desde el nº 5 (Kv175), alcanzando el máximo desarrollo en los conciertos de su etapa vienesa.
La Romanza en Si bemol mayor ofrece un expresivo juego de alternancias que culminan en el episodio central en Sol menor. Un movimiento cantabile en el que cita una melodía de sus variaciones juveniles sobre un tema de Graaf (Kv24).
Pero ese entusiasmo se dio de bruces con una realidad para nada alentadora. De entrada, Bruckner debió corregir el original ante el rechazo de la Wiener Philharmoniker en 1874. En 1876 realizó profundas modificaciones en el ritmo y reelaboró el Adagio, retirando además muchas de las citas a Wagner, posiblemente siguiendo sus propias recomendaciones. Un resultado que aún sería revisado en 1877, aunque de forma puntual, dando por buenos los cambios del año anterior. Con esta tercera versión se produjo finalmente su estreno en la Grosse Musikvereinssaal el 16 de diciembre de 1877.
A estos grandes conciertos pertenece el nº 20 KV466. Una obra sobre la que se han derramado ríos de tinta por estar escrita en la tonalidad de Re menor, pues coincide con la misma que Mozart emplea para el Requiem (Kv626). No es descartable extraer conclusiones simbólicas o psicológicas de los matices
Un dinámico tema melódico se irá alternando en rondó con tres nuevas aportaciones temáticas en el Allegro assai. La aparición de un motivo extraído del Domine Deus de su misa en Do menor, o un trepidante pasaje rítmico, estallarán finalmente en un nuevo tema sobre el que el piano solista construirá la coda.
La presentación de la Tercera sinfonía resultó un rotundo fracaso. Bruckner tuvo que asumir la dirección orquestal pese a su escasa pericia, pues el director de la Filarmónica, Johann von Herbeck, fallecía súbitamente unos meses antes, y ningún otro director vienés se quiso hacer cargo del estreno. A este contratiempo
inicial se sumó el rechazo del público asistente, que abandonó la sala según fue avanzando la obra hasta quedar en butacas únicamente algunos de sus alumnos de composición, entre los que se hallaba Gustav Mahler. Un disgusto acrecentado al día siguiente por la crítica que abanderaba su declarado enemigo Eduard Hanslick que, de forma feroz, acusó en Bruckner un descontrolado y decadente wagnerismo. Esta dolorosa situación le llevó a ausentarse durante casi dos años de las salas de conciertos, tiempo que aprovechó para terminar y revisar su Quinta sinfonía. Aunque realizaría nuevas revisiones sobre la última corrección, la versión de 1877 se ha convertido en la más representativa, contando con dos ediciones críticas autorizadas sobre la original de Theodor Rättig: la Oeser (1950) y la Nowak (1980). La sinfonía comienza con una melodía en tiempo marcial que dialoga con un segundo tema de carácter lírico. Un planteamiento discursivo que se ve frenado por la entrada de un tercer tema heroico con reminiscencias wagnerianas. En el desarrollo no se expande el primer tema, que volverá a aparecer únicamente en la reexposición. El segundo movimiento, expresivo, se cimienta sobre las bases constructivas del clasicismo, patente en la claridad de sus frases. En el Scherzo, un exquisito trío se pierde en la tradición de la danza austriaca. La sinfonía concluye con los complejos problemas formales de desarrollo expuestos en el movimiento inicial. Tras una estrepitosa fanfarria, se encadena una delicada polca y un coral, que entonado por la trompa, desemboca en una coda carente de triunfalismo.
José Lorenzo Chinea Cáceres