Gracias!
Michal Nesterowicz Director
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Comenzó sus estudios en la Karol Lipinski Academy of Music en Wrocław, Polonia, graduándose, posteriormente, en las clases de Marek Pijarowski. Fue uno de los ganadores del 6º Grzegorz Fitelberg International Competition for Conductors y, previamente, fue director artístico de la Polish Baltic Philharmonic Orchestra de Gdánsk, Polonia, y principal director de la Orquesta Sinfónica de Chile.
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| 2016 | 2017 I Parte ANTONÍN DVORÁK (1841-1904) Concierto para violonchelo y orquesta en Si menor, op. 104
CLAUSURA
Desde que ganara el Concurso Internacional de Dirección de la Orquesta de Cadaqués es invitado a dirigir las principales orquestas de España, Alemania, Suiza, Italia, Francia, Polonia y Reino Unido, así como muchos otros conjuntos instrumentales de Europa. En la temporada 2015/16 debutó con la Deutsches Symphonie-Orchester Berlin, así como en el Concertgebouw de Ámsterdam con la Noord Nederlands Orkest; la Gulbenkian Orchestra, Buffalo Philharmonic Orchestra, Residentie Orkest de la Haya y la Sjællands Symfoniorkester de Dinamarca.
DE
TEMPORADA
II Parte OTTORINO RESPIGHI (1879-1936)
ABONO 17
Fontane di Roma*
Adolfo Gutiérrez Arenas Violonchelo Michal Nesterowicz Director
Adolfo Guitiérrez Arenas Violonchelo Nacido en Múnich, es sin duda el violonchelista español de mayor proyección internacional en estos momentos. Debutó con la London Symphony Orchestra interpretando el Concierto de Elgar (Concierto para violonchelo en mi menor, op. 85). Ha actuado con la Royal Philharmonic Orchestra de Londres con Charles Dutoit y fue reinvitado por la misma orquesta, esta vez bajo la batuta de Edward Gardner, para el Festival de Santander. También ha participado con diversas orquestas españolas. A su vez, ha colaborado con directores como José Ramón Encinar, Friedrich Haider, Enrique Bátiz, Antoni Ros-Marbà, Anu Tali, Pablo González, Michael Thomas y Roberto Minczuk entre otros. Sus compromisos le han llevado a trabajar, en su debut, con la Gewandhausorchester con Riccardo Chailly, recital en el MendelssohnFesttage de la Gewandhaus de Leipzig, Fort Worth Symphony Orchestra en USA con Miguel Harth-Bedoya, una invitación por parte de Kent Nagano y la Orchestre Symphonique de Montréal, el Ravinia Festival en Chicago, así como conciertos con Vladímir Yúrovski y la London Philharmonic Orchestra. Sus giras en USA le han llevado a tocar en New York, Boston, Chicago, Dallas, San Diego y Los Ángeles. En sus grabaciones destaca un programa con obras de Barber, Rajmáninov, Piazzolla y la integral de las suites para violonchelo solo de J.S. Bach, ambos trabajos en el sello Verso.
ANTONÍN DVORÁK OTTORINO RESPIGHI Patronato Insular de Música: 922 849 080 | info@sinfonicadetenerife.es | www.sinfonicadetenerife.es Auditorio de Tenerife: 902 317 327 | info@auditoriodetenerife.com www.auditoriodetenerife.com
Adagio-Allegro molto Largo Scherzo: Molto vivace Allegro con fuoco
Vier. 16 | Junio 20:30 h
La Fontana di Valle Giulia all'alba: Andante mosso La Fontana del Tritone al mattino: Vivo La Fontana di Trevi al meriggio: Allegro moderato La Fontana di Villa Medici al tramonto: Andante
OTTORINO RESPIGHI Pini di Roma I pini di Villa Borghese: Allegretto vivace Pini presso una catacomba: Lento-Piú mosso I pini del Gianicolo: Lento I pini della Via Appia: Tempo di Marcia
La OST y el solista: Adolfo Gutiérrez Arenas es la primera vez que interviene con la OST
EDITA CABILDO DE TENERIFE, PATRONATO INSULAR DE MÚSICA.
La temporada de la Sinfónica de Tenerife incluye además, conciertos didácticos y en familia, ópera, conciertos extraordinarios y ciclos de cámara.
Últimas interpretaciones (§): ANTONÍN DVORÁK Concierto para violonchelo Diciembre de 2014; Nicolas Altstaedt, violonchelo; Edmon Colomer, director. OTTORINO RESPIGHI Pini di Roma Abril de 2005; Jesús López Cobos, director.
La Orquesta Sinfónica de Tenerife es miembro de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas ( www.aeos.es )
TF 869-2017
En temporadas anteriores debutó con gran éxito con la Münchner Philharmoniker, WDR Sinfonieorchester Köln, Orchestre Philharmonique du Luxembourg, BBC Symphony Orchestra, Bilbao Orkestra Sinfonikoa, Tampere Filharmonic y la Orquestra Filarmônica de Minas Gerais. Asimismo dirigió la Tonhalle-Orchestra Zürich, Orquesta Sinfónica de Galicia, Royal Philharmonic Orchestra, Orchestre National Bordeaux-Aquitaine, Orchestra della Svizzera Italia y la Royal Liverpool Philharmonic Orchestra.
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(§) Desde la temporada 1986-1987 * Primera vez por esta orquesta Audición nº 2469
ANTONÍN DVORÁK (Nelahozeves, 8-IX-1841; Praga, 1-V-1904) Concierto para violonchelo y orquesta en Si menor, op.104 Composición: 1894-1895; Estreno: Londres, 19-III-1896 El Concierto para violonchelo en Si menor, op.104, conocido por los chelistas como “El Dvorák”, es sin duda uno de los más interpretados de todo el repertorio para violonchelo solista. Ya Dvorák había compuesto un primer concierto para violonchelo, el Concierto en La mayor, pero jamás lo orquestó. Según pensaba, a pesar de la innegable belleza del instrumento, su lugar estaba en la orquesta o en la música de cámara, dejando los papeles solitas al violín. En los años de composición de aquel primer concierto, se había enamorado de una de sus jóvenes alumnas, Josefina Cermák, que no correspondía al amor del compositor. Buscando ganarse su corazón, compuso algunas canciones dedicadas a ella. Ocupó su tiempo en la composición del ciclo Cipreses y abandonó la orquestación del concierto. Josefina se mantuvo indiferente y Dvorák finalmente se enamoró de una hermana menor de Josefina, con la que finalmente se casó. El concierto quedó inconcluso, no así la historia de su amor de juventud. En septiembre de 1892, Dvorák se estableció en Nueva York, para hacerse cargo de la dirección del Conservatorio Nacional. Pese a sus reticencias hacia el instrumento como solista y aquella fallida primera experiencia, en 1894 se decidió a escribir el Concierto para violonchelo y orquesta, en Si menor. La razón de que retomase la idea estuvo en un concierto al que asistió de la Filarmónica de Nueva York en marzo de 1894, en el que se estrenaba el Segundo concierto para violonchelo del conocido compositor de operetas Victor Herbert, estando la parte solista a cargo de su propio autor. Tras reconocer las verdaderas posibilidades expresivas del instrumento como solista en su equilibrio con la orquesta, y con el asesoramiento de su amigo y notable chelista Hans Wilhan, en noviembre de 1894 acometió el desafío. Las revisiones se completaron el 11 de junio de 1895. A diferencia de otras obras de su periodo neoyorkino cargadas de referencias a la música folclórica norteamericana (la Sinfonía del Nuevo Mundo es el ejemplo paradigmático), la nostalgia y añoranza hacia su Bohemia natal se impusieron en esta última obra del periodo americano. El primer movimiento (AdagioAllegro molto) comienza con una extensa introducción orquestal, en la que se presentan los dos temas principales. El violonchelo dará destacada respuesta a la exposición de la orquesta. En el segundo (Largo), un trío de maderas compuesto por oboe, clarinete, fagot, canta un tema popular, enormemente
lírico, que repetirá el violonchelo. Mientras componía este movimiento lento ocurrió que Dvorák recibió la triste noticia de que su cuñada Josefina -la mujer de la que había estado enamorado- estaba gravemente enferma. Se sintió profundamente afligido y como homenaje secreto a aquel amor decidió usar la melodía de una de sus canciones, “Lass' mich allein” (op. 82, nº1), en este movimiento. Esta canción, una de las favoritas de Josefina, tiene ciertas similitudes con una canción del ciclo anterior, Cipreses, aquel que había compuesto inútilmente para cortejarla. El último movimiento, Finale: Allegro con fuoco, fue revisado a su regreso a Bohemia donde se enteró de la muerte de Josefina. Comienza con un ritmo de marcha, compuesto bajo la forma de rondó, acentuado por la cuerda grave, mientras el tema principal es enunciado por las trompas en staccato. El violonchelo cierra este movimiento evocando los temas principales de secciones anteriores e incluyendo la melodía “Lass'mich allein”, que es ejecutada junto a los violines. La música se hace más lenta y afina con una profunda tristeza la canción de aquel amor de juventud como una reminiscencia etérea. Una agitada coda a cargo de toda la orquesta pone fin al concierto, después de la despedida del violonchelo. La música se crece y vuelve a su tiempo rápido original, con la intensidad de la vida dejando atrás el desconsuelo. OTTORINO RESPIGHI (Bolonia, 9-VII-1879; Roma, 18-IV-1936) Fontane di Roma Composición: 1916 Estreno: Roma, 11-III-1917 De todos los compositores de la Generazione dell'ottanta que, a principios del siglo XX, proponen una renovación del lenguaje musical en Italia, Ottorino Respighi es quizá el más conocido1. Este compositor, director de orquesta, profesor y musicólogo tuvo una variada formación que comenzó en Bolonia, con Giuseppe Martucci; continuó en San Petersburgo con Rimski-Kórsakov (influencia indudable en su tímbrica orquestal y rica paleta sonora) y terminó en Berlín, con Max Bruch (con quien trabajó los principios del contrapunto y adquirió la solidez de la escuela germánica). De nuevo en Italia investigó en profundidad la música italiana de los
siglos XVI al XVIII y publicó ediciones de obras de Claudio Monteverdi o Antonio Vivaldi. En sus trabajos sinfónicos combina el interés por lo popular con las antiguas formas litúrgicas de canto gregoriano, un sentido impresionista de la naturaleza con referencias a la música europea de vanguardia.
OTTORINO RESPIGHI (Bolonia, 9-VII-1879; Roma, 18-IV-1936) Pini di Roma Composición: 1924; Estreno: 14-XII-1924
Su ciclo de poemas sinfónicos Fontane di Roma, Pini di Roma y Feste Romane, compuesto entre 1916 y 1928, es una pintura musical de la Ciudad Eterna, sobre todo de la Roma papal, la capital del Barroco. En Las fuentes, el agua es el elemento que vivifica y recorre la exuberante arquitectura; la coexistencia sólidolíquido se refleja en los diferentes colores y la intensidad variable de la luz impresionista.
Ocho años separan la composición de este segundo poema sonoro del primero y, como en el anterior, Respighi se rinde nuevamente a la fascinante y colosal Roma, convertida en brillante postal mediante la técnica orquestal. Cuando las tendencias de época marcaban la línea contraria al Impresionismo y el exotismo orquestal ruso-francés era ya algo epigonal, Respighi vuelve a la arborescencia rimskyana, unida aquí a la lección aprendida del mejor Debussy y el Stravinski de los Ballets Rusos. Los colores de Los pinos son a veces enfáticos, a veces íntimos. Los movimientos exteriores, brillantes y extravertidos, recuerdan a RimskiKórsakov; mientras que en los movimientos interiores, por contraste, de sonido desnudo y puro, se reconoce al Respighi a menudo llamado neoimpresionista.
Se trata de cuatro movimientos, sin interrupción, que evocan momentos del día. Éstos fluyen, pero no como un complejo de desarrollos temáticos a la manera del Liszt programático. No hay una historia; antes bien es un crescendo y decrescendo de la luz en armonía con la belleza del paisaje. En “La Fuente del Valle Giulia al alba (Andante mosso)”, los violines recrean las brumas matutinas; clarinete, oboe, cascabeles y pequeña percusión retratan el paso de los rebaños, mientras el piccolo las llamadas de los pastores. Poco a poco el sol se filtra a través de la niebla y suenan las campanas de una iglesia próxima. Con fanfarrias de trompas sobre los trinos de la orquesta, “La fuente del Tritón, en la mañana (Vivo)” describe la frenética danza de Tritón y sus hermanos con las náyades, a las que persiguen entre la espuma del agua agitada por el movimiento de los bailarines y los chorros que emanan de la fuente. En “La fuente de Trevi al mediodía (Allegro moderato)”, las maderas dan paso a las trompetas, trompas y trombones que anuncian la llegada triunfal de Neptuno, iluminado por el sol, sobre el agua espejeante, subido a su carro, arrastrado por caballos de mar y acompañado por sirenas. “La hora nostálgica de la puesta del sol” (en palabras del compositor) es la imagen pintada en “La fuente de Villa Medici al atardecer (Andante)”; trompetas lejanas tiñen de nostalgia y ensoñación el atardecer romano. Una embriagante instrumentación orquestal nos transporta a la hora crepuscular donde las campanas de las iglesias, los pájaros y sus cantos acompañan la tristeza apaciguada del crepúsculo, que poco a poco se va apagando en la noche y el silencio.
La obra se articula también en cuatro movimientos, sin interrupción. “Los pinos de Villa Borghese” se animan con el brillo de los juegos infantiles; el sonido orquestal se arremolina como los niños en sus correrías: “Todos se emborrachan de gritos, como las golondrinas al atardecer, y acaban por escaparse como un enjambre”, escribirá Respighi. “Pinos cerca de una catacumba” es un estudio de sonoridades sombrías; el color instrumental, parco y sobrio, crea un eficaz contraste con el desaforado colorido anterior. La paleta orquestal se enriquece con los tonos del piccolo, el arpa, el glockenspiel y la celesta. Los “Pinos del Gianicolo” perfilan un universo serenamente animado en medio del claro de luna. Respighi introduce el sonido grabado de pájaros antes de confrontar los fluidos arpegios del arpa con el estático pedernal pianístico. Cose así una lógica musical que se impone a la excusa paisajística, que tiende a la transparencia constructiva y formal neoclásica. El último movimiento, “Pinos de la Vía Apia”, es una recreación de la antigua Roma, en la que las tropas fantasmales de la Roma Imperial resucitan y terminan “ascendiendo triunfalmente por el Capitolio”. El pretexto programático es convertido en agitación en un movimiento en el que la orquesta se adueña de todos los registros para ofrecer unas páginas de formidable factura e innegable efectismo.
Tú también eres Sinfónica ABÓNATE
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Respighi pertenecía a la generación que asumió la tarea histórica de conectar la tradición renacentista y barroca y sentar las bases de un resurgimiento cuando el esplendor operístico llegaba a su fin. Sin embargo, la convergencia inicial de propósito entre los compositores de esa generación no duraría. A finales de los años veinte se profundizó la brecha entre los que, como Casella y Malipiero, mantenían lazos con la vanguardia internacional y los que, como Pizzetti y Respighi, se mantuvieron en posiciones más conservadoras.
Nuria González