Sinfónica de Tenerife, Temporada 2019 -2020: Bartók y el violín

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Bartók y el violín

Viernes 6.12.19 19 : 30 h Auditorio de Tenerife

Stravinsky, Bartók y Ravel Alexander Shelley, director Simone Lamsma, violín


Abono 5

Bartók y el violín Alexander Shelley, director Simone Lamsma, violín

La Sinfónica y la solista: Simone Lamsma, mayo de 2018; concierto de Prokofiev; Daniel Raiskin, director La Sinfónica y el director: Alexander Shelley es la primera vez que dirige a la orquesta. Últimas interpretaciones (§). Ígor Stravinsky Suite nº 2 Agosto de 1989 [Concierto Pretemporada]; Doron Salomon, director Maurice Ravel Daphnis et Chloé, Suite nº 1 Marzo de 2008; Josep Pons, director Suite nº 2 Febrero de 2017; Michal Nesterowicz, director

(§) Desde la temporada 1986-1987 * Primera vez por esta orquesta Audición nº 2538


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Ígor STRAVINSKY (1882-1971)

Suite nº 1 para pequeña orquesta* Andante Napolitana Española Balalaika

Suite nº 2 para pequeña orquesta Marche Valse Polka Galop

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Béla BARTÓK (1881-1945)

Concierto para violín y orquesta nº 1, op. post, BB48a/Sz36

Andante sostenuto Allegro giocoso

II Parte

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Maurice RAVEL (1875-1937)

Daphnis et Chloé, Suite nº 1 Nocturne: Modéré Interlude Danse guerrière

Daphnis et Chloé, Suite nº 2 Lever du jour: Lent Pantomime Danse générale

PROGRAMA

I Parte


Alexander Shelley, director Alexander Shelley, nacido en Londres en octubre de 1979, hijo de afamados pianistas, estudió violonchelo y dirección en Alemania y acaparó por primera vez la atención cuando le fue otorgado por unanimidad el primer premio en la edición de 2005 del Leeds Conductors' Competition. En 2015, sustituyó a Pinchas Zukerman como Director Musical de la National Arts Centre Orchestra de Canadá. Desde entonces, el conjunto ha sido elogiado como “una orquesta transformada … hambrienta, atrevida y liberada” (Ottawa Citizen). La prensa lo describió como "el director joven de mayor talento y más fascinante en recibir este premio tan prestigioso”. En enero de 2015, pasó a ser Primer Ayudante de Dirección de la Royal Philharmonic Orchestra, con la que dirige una serie de conciertos en la Cadogan Hall y realiza giras nacionales e internacionales. También trabaja habitualmente con las principales orquestas de Europa, América, Asia y Australasia, entre las que destacan la Leipzig Gewandhaus Orchestra, Deutsche Symphonie­ Orchester Berlin, Konzerthausorchester Berlin, Helsinki Philharmonic, Stockholm Philharmonic, Hong Kong Philharmonic y la Orchestre Metropolitain Montreal. Esta temporada, Alexander debuta con la Toronto Symphony y la Colorado Symphony y regresa a la Orchestre de la Suisse Romande, MDR Sinfonieorchester, Sao Paul Symphony y las sinfó­­­nicas de Melbourne, Sydney y Nueva Zelanda. Entre sus compromisos operísticos, cabe resaltar La viuda alegre y Romeo y Julieta de Gounod (Den Kongelige Opera), La Bohème (Opera Lyra), Iolanta (Deutsche Kammerphilharmonie Bremen), Così fan Tutte (Opéra National de Montpellier), Las bodas de Fígaro (Opera North) y una coproducción de la ópera Louis Riel de Harry Somer en 2017 con NACO y la Canadian Opera Company.


Simone Lamsma, violinista La violinista Simone Lamsma es respetada como una de las personalidades musicales más sorprendentes y cautivadoras del momento. En las últimas temporadas ha ofrecido un amplio repertorio de más de 60 conciertos para violín y ha tocado junto con muchas de las principales orquestas del mundo. Entre sus apariciones recientes y futuras destacan sus debuts con la Filarmónica de Nueva York, Orchestre Symphonique de Montréal, Orquesta Sinfónica de Pittsburgh, Orquesta Sinfónica de Sydney, Orquesta Sinfónica de Detroit, Wiener Symphoniker y Gürzenich Orchester y sus regresos con la Filarmónica de Londres, Cleveland Orchestra, Sinfónica de Cincinnati, Royal Concertgebouw Orchestra, City of Birmingham Symphony Orchestra o la Sinfónica de Houston. Simone también ha tocado con la Chicago Symphony, San Francisco Symphony, Hessischer Rundfunk Orchester, Filarmónica de Seúl y Filarmónica de Hong Kong. Además de su estrecha colaboración con Jaap van Zweden, Simone ha trabajado con otros destacados directores como Vladimir Jurowski, François-Xavier Roth, Omer Meir-Wellber, Edward Gardner, Mark Wigglesworth, Kent Nagano, Sir Neville Marriner, Yannick Nézet-Séguin, Jukka-Pekka Saraste, Sir Andrew Davis, Andrés Orozco-Estrada, Kirill Karabits, Stéphane Denève, Yan Pascal Tortelier o James Feddeck. Simone comenzó sus estudios de violín con 5 años y se trasladó al Reino Unido con 11 años para estudiar en la Yehudi Menuhin School. Continuó sus estudios en la Royal Academy of Music londinense. En 2019, el Comité de Títulos Honoríficos de la RAM la nombró “Fellow” (miembro asociado) de la Royal Academy of Music. Simone toca un “Mlynarski” Stradivarius (1718), generoso préstamo de un benefactor anónimo.


Bartók y el violín Igor Stravinsky (Oranienbaum, 17-VI-1882; Nueva York, 6-IV1971), Béla Bartók (Nagyszentmiklós, 25-III-1881; Nueva York, 26-IX-1945) y Maurice Ravel (Ciboure, 7-III-1875; París, 28-XII1937) tuvieron la suerte de vivir uno de los períodos artísticos más fructíferos de la historia de la civilización occidental: las primeras décadas del s. XX. Pero también se vieron fuertemente afectados por la situación política de sus respectivos países y por los grandes conflictos bélicos mundiales. Inmersos en la irresistible corriente de la modernidad, los tres compositores, muy influyentes en los artistas del futuro, supieron introducir innovaciones compositivas revolucionarias en el lenguaje musical de la época, dando respuesta de muy diferentes maneras a los numerosos interrogantes estéticos que planteaba la anterior centuria. Todos ellos encontraron en la plantilla orquestal un gran aliado, creando auténticas obras maestras para esta formación. Además, los tres buscaron sus fuentes de inspiración estilística en dos tipos de repertorio del pasado (aprovechando el tirón de los nacionalismos que proponía el último Romanticismo): la tradición europea culta y popular de cada región. Stravinsky dejó Rusia en 1910 para instalarse en París. En aquel primer “período ruso” de su producción, en el que alumbró sus grandes ballets, ya se impuso como uno de los creadores más radicales de comienzos de siglo. Durante la Primera Guerra Mundial se trasladó a la neutral Suiza, y en­ tre 1920 y 1939 volvió a Francia. En aquellos años desarrolló el segundo “período neoclásico”, caracterizado por la mirada hacia los temas de la mitología clásica y la música del Barroco y el Clasicismo, lo que le llevó a escribir en plantillas formadas por instrumentos solistas, conjuntos de cámara o pequeña orquesta, como es el caso de las Suites nº 1 y nº 2 que concluyó en 1925 y 1921 respectivamente.

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Paradójicamente, durante el exilio suizo, en plena guerra, compuso las piezas más ligeras y joviales de todo su catálogo. Se trata de las miniaturas pedagógicas para piano a 4 manos que dieron lugar a las dos suites: Cinco piezas fáciles (19161917) y Tres piezas fáciles (1915). La Suite nº 1 comienza con una críptica introducción “Andante”, de ácido y disonante lirismo, que da paso a tres danzas nacionales: una “Napoli­ tana” de ritmo contagioso y atractivo por el solapamiento de continuos contratiempos en compás de 6/8 en los vientos sobre los pizzicati de las cuerdas; la ornamentada “Española” (Stravinsky visitó nuestro país en 1916), con característicos juegos rítmicos y la convivencia simultánea de articulaciones dispares, y una “Balalaika”, que nos sugiere un baile acompañado por el popular instrumento ruso del mismo nombre al que imitan las cuerdas. En la ingeniosa Suite nº 2, más robusta tímbricamente, encontramos una “Marcha” cromática liderada por los vientos en la melodía; el célebre e histriónico “Vals” sin cuerdas, con protagonismo constante de la flauta y el piccolo; una “Polka” circense de textura densa que juega con el diálogo contrastante entre el metal y la madera, y el vertiginoso “Galop” final que proviene de la última página de las Cinco piezas fáciles.

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Hasta 1940 Bartók residió en Hungría, su país natal. Allí, junto a Zoltán Kodály, realizó la que está considerada como primera investigación etnomusicológica científica de la historia sobre el folclore del este de Europa. Los dos emprendieron un viaje por las zonas rurales de Hungría y Rumanía en 1908 para recopilar, entre otras, canciones magiares cuya influencia permanecerá para siempre en sus composiciones. Ese mismo año terminó su Concierto para violín nº 1, op. posth., BB 48a/Sz 36, una página de juventud que permaneció oculta hasta los años cincuenta, tras su muerte.


Durante más de dos décadas se creyó que el Concierto para violín nº 2, BB 117/Sz 112 (1937-1938) había sido el único escrito por Bartók. En 1956 apareció publicado por primera vez el Concierto nº 1, que se estrenó en Basilea en 1958, si bien su movimiento inicial ya había sido editado previamente (ca.1912) como el primero de los Dos retratos para orquesta, Op. 5/BB 48b/Sz 37. Bartók, a sus 27 años, estaba locamente enamorado de la joven violinista Stefi Geyer a quien dedicó esta página. El estado de éxtasis amoroso en el que se encontraba el compositor se plasma a la perfección en el “Andante sostenuto”. El comienzo de este primer movimiento, desde el solo inicial del violín, es probablemente el fragmento más poético y soñador de toda la producción del húngaro. Las cuatro primeras notas, sobre las que se construye toda la primera sección, constituyen una variante del “leitmotiv de Stefi” (Do sostenido – Mi – Sol sostenido – Si sostenido), según él mismo le confesó en una carta. Este motivo, también utilizado como acorde, representará musicalmente el amor en toda la obra posterior de Bartók. Según la propia Geyer, el primer movimiento del concierto es un retrato de “la joven muchacha a la que él amaba”, mientras que el segundo, “Allegro giocoso”, define a “la violinista que él admiraba”. Y es que, efectivamente, la parte final es mucho más rápida y virtuosística, con una clara influencia de ritmos populares. Bartók borró este concierto de su lista oficial de obras como consecuencia del rechazo que sufrió por parte de su adorada Stefi. Ravel solía referirse al período anterior a la Primera Guerra Mundial como el más feliz de su vida. En aquella época, las representaciones de los Ballets Rusos dirigidos por Serguéi Diáguilev en París causaban sensación. Entre dos grandes partituras de Stravinsky (a quien Ravel conoció en aquel tiempo en París y con quien trabó una intensa amistad), Petrushka (1911) y La consagración de la primavera (1913), el autor francés estrenó con poco éxito el 8 de junio de 1912 su Daphnis et Chloé, tras un laborioso y accidentado proceso creativo de tres años.

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Encargada por el propio Diáguilev, esta Sinfonía coreográfica con libreto de Michel Fokine pretender plasmar la visión neoclásica de la Antigüedad que tenía Ravel, tal y como describe en su Esbozo autobiográfico: “Mi intención al escribir este ballet era la de componer un gran fresco musical; menos preocupado por el arcaísmo que por la fidelidad a la Grecia de mis sueños, que está bastante cercana a la que han imaginado y pintado los artistas franceses del s. XVIII. La obra está constituida sinfónicamente siguiendo un plan tonal muy riguroso por medio de un pequeño número de motivos cuyos desarrollos aseguran la homogeneidad sinfónica de la obra”. Basada en la novela pastoril del poeta griego Longo de finales del s. II, Los amores de Dafnis y Cloe, el argumento del ballet narra un episodio concreto de la relación entre un cabrero y una pastora que crecen juntos en la isla de Lesbos y que, al llegar la pubertad, descubren el amor y el erotismo. La primera de las dos suites extraídas por el propio compositor fue estrenada antes de la obra completa en los Conciertos Colonne de 1911. Está formada por un etéreo “Nocturno”, cuya inquietante atmósfera se consigue a través de los trémolos de la cuerda y la utilización de la máquina de viento; el contemplativo y colorista “Interludio”, de sugerentes armonías, y la furibunda y lamentosa “Danza guerrera” final, bailada por los piratas de Bryaxis que han raptado a Chloé. Combina un elemento articulado y vigoroso con un motivo melódico fugaz de los instrumentos de viento madera. La segunda suite, integrada por la tercera escena, fue diseñada tras la primera interpretación del ballet completo en París. Se abre con uno de los pasajes más conocidos de la partitura, el luminoso “Amanecer” sobre un desvanecido Daphnis ante


la gruta de las ninfas. Las corrientes de agua entre las rocas fluyen en flautas, clarinetes y arpas; el sol se eleva desde los instrumentos más graves de la orquesta, y el violín y el piccolo imitan los cantos de los pájaros al alba sobre un acompañamiento ondulante que desemboca con un gran clímax orquestal centrado en el tema musical del amor. En la “Pantomima”, los amantes, que se acaban de reencontrar, evocan en su danza, con ayuda de los instrumentos de viento madera y de un relevante solo de flauta, los amores de Syrinx y Pan, dios que ha salvado a Chloé. Por último, la frenética y orgiástica “Danza general” es una bacanal con ritmo desenfrenado en 5/4 y una exuberante orquestación. Ravel consideraba a este ballet como la mejor obra de su catálogo.

Eva Sandoval Musicóloga e informadora de Radio Clásica (RTVE)


Próximo programa Abono 6 Oratorio de Navidad

Viernes 20 de diciembre de 2019 • 19:30 h Auditorio de Tenerife Adán Martín Marta Bauzá, soprano Mireia Pintó, contralto Juan Antonio Sanabria, tenor Fernando Campero, barítono Coro de Cámara de Palau Xavier Puig, maestro de coro Antonio Méndez, director Obras de J.S. Bach La Asociación Tinerfeña de Amigos de la Música [ATADEM] organiza una charla sobre las obras que se podrán escuchar en este concierto impartida por Lourdes Bonnet, el viernes 20 de diciembre de 2019 de 18:30 a 19:15 en la Sala de Prensa del Auditorio de Tenerife “Adán Martín”.


Patronato Insular de Música: 922 849 080 | info@sinfonicadetenerife.es www.sinfonicadetenerife.es Auditorio de Tenerife: 902 317 327 | info@auditoriodetenerife.com www.auditoriodetenerife.com Edita: Cabildo de Tenerife, Patronato Insular de Mú­sica. La temporada de la Sinfónica de Tenerife incluye, además, conciertos didácticos y en familia, ópera, conciertos extraordinarios y ciclos de cámara. La Orquesta Sinfónica de Tenerife es miembro de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (www.aeos.es) y de la Red de Organizadores de Conciertos Educativos y Sociales (ROCE).


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