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C. Protestantismo (§ 71-73

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Bibliografía

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La obra. Cap. 4: El contenido|1 0 3

Notas 51. «…la segunda venida del Mesías en Gloria y Magestad, que es el asunto todo de nuestro autor» (GUTIÉRREZ DE ROZAS, José María. Disertaciones críticoteológicas sobre las doctrinas de Juan Josafat Ben-Ezra, en su obra titulada: Venida del Mesías en gloria y magestad, escritas por un teólogo mexicano. Disertación primera: Sobre el sentido literal de la Escritura. México: Luis Abadiano y Valdés, 1848, pág. 38). 142

E. Plan y análisis

52. Al final de su discurso preliminar, Lacunza indica claramente el plan adoptado:

«Esta obra, ó esta carta familiar, que tengo el honor de presentaros, paréceme bien (buscando alguna especie de orden) que vaya dividida en aquellas tres partes principales á que se reduce el trabajo de un labrador: esto es, preparar, sembrar, y recoger. Por tanto: nuestra primera parte comprenderá solamente los preparativos necesarios, y tambien los mas conducentes: como son allanar el terreno, ararlo, quitar embarazos, remover dificultades, &c. La segunda comprenderá las observaciones, las cuales se pueden llamar con cierta semejanza el grano que se siembra [...]. En la tercera, en fin, procurarémos recojer todo el fruto que pudieremos de nuestro trabajo.»143

La proporción de las tres partes es aproximadamente de 132/1.000, 651/1.000 y 217/1.000.

Notas 52. En el resumen de Urzúa, la primera parte llena las págs. 19 a 82; la segunda, las págs. 83 a 419; la tercera, las págs. 420-557.

142 Memoria Chilena [en línea]: http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article8478.html [consulta: 23 febrero 2021]; http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:8478 [consulta: 23 febrero 2021]. 143 LACUNZA, «Discurso preliminar». En: La Venida del Mesías…, op. cit., Londres: Ackermann, 1826, t. 1, pág. Lxxi-Lxxii.

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53. Encabezando la obra, Lacunza ha puesto una dedicatoria al Mesías Jesucristo (alrededor de tres páginas).144 El P. Luengo, nada sospechoso de parcialidad a favor del autor, ha encontrado «mucha piedad, devoción y algunas expresiones magníficas.»

Le sigue un prólogo que ocupa alrededor de doce páginas.145 Lacunza rebate algunas objeciones. Lo han acusado de innovador; él responde que su idea en el fondo es muy antigua y que lo nuevo es solo la forma de presentarla. Se opone a Lacunza el sentir de los doctores de la iglesia; él defiende su derecho a presentar una opinión personal que no daña en absoluto a los dogmas fundamentales del cristianismo. Se pretende que las ideas dadas por Lacunza son las que la iglesia ya condenó en Ennodio Papia (seudónimo del dominico Giuseppe Zoppi).146,147 A esto responde que si hay algunas similitudes entre ambos sistemas, también hay diferencias sustanciales que excluyen cualquier solidaridad entre ambos.

Después viene el discurso preliminar que ocupa alrededor de diecisiete páginas.148 «Este discurso del P. Lacunza es sentido, persuasivo, elocuente», dice Urzúa.

Lacunza se queja de la indiferencia de los sacerdotes con respecto a las Santas Escrituras. Por culpa del sacerdocio de Israel, Jesús fue rechazado por sus contemporáneos. Un error de tal magnitud puede repetirse otra vez a causa del sacerdocio católico.

144 LACUNZA, «Dedicatoria». En: La Venida del Mesías…, op. cit., Londres: Ackermann, 1826, t. 1, págs. xxxiii-xxxvi. 145 LACUNZA, «Prólogo». En: La Venida del Mesías…, op. cit., Londres: Ackermann, 1826, t. 1, págs. xxxvii-lii. 146 Ibídem, pág. xLvi. Aparece citado con el nombre de «Enodio Papiá». 147 Giuseppe Zoppi: escritor suizo italiano, profesor de Biblia en Mantua (Lombardía), milenarista, quien enseñó ya antes, dos venidas de Cristo una en la carne en humildad, refiriéndose a su encarnación y la segunda en gloria y majestad. 148 LACUNZA, «Discurso preliminar». En: La Venida del Mesías…, op. cit., Londres: Ackermann, 1826, t. 1, págs. Liii-Lxxii.

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Notas 53. LUENGO, Diario de la expulsión de los jesuitas de los dominios del Rey de España…, op. cit., t. XXIV (1790), pág. 250.

URZÚA ASTABURUAGA, Miguel Rafael. Las doctrinas del padre Manuel Lacunza contenidas en su obra: La Venida del Mesías en gloria y majestad. Santiago: Imprenta y Litografía Universo, 1917, pág. 18.149

Negroni, influenciado por Lacunza, se quejaba también de la ignorancia y negligencia de los clérigos de su tiempo: «Sobre la inteligencia de la mayoría de los clérigos se cierne el mismo velo del que hablaba Pablo que tenían puesto los judíos» (NEGRONI, Bernardino. Il Novello Giobbe: Vita romantica. Per saggio d’un nuovo genere di romanzi.T. XVIII. Bolonia: Tip. Militare Gia Delle Scienze, 1888, págs. 191192). También se queja del olvido en que han caído las Santas Escrituras desde hacía más de un siglo (NEGRONI, Bernardino. Del Ritorno degli Ebrei nella Palestina e loro conversione. T. III. Módena: Tipografia Domenico Tonietto, 1893, pág. 400). Los clérigos se ocupaban solo de la lectura de los periódicos. Lacunza y Negroni se alegrarían con nosotros viendo el despertar que tienen los estudios bíblicos en la actualidad en medios católicos.

54. La «Parte primera» del libro (alrededor de 160 páginas) contiene nueve capítulos.150

El primero, titulado «De la letra de la Santa Escritura», es un pequeño tratado de hermenéutica. El exégeta debe dar preferencia al sentido literal.

En el segundo, Lacunza examina el valor de la tradición en relación con la interpretación de las Escrituras. Quiere que se mantengan las diferencias necesarias entre los artículos de fe de la Iglesia, a los que no piensa atacar de ningún modo, y las simples conjeturas de algunos Padres o doctores de la iglesia que pueden ser discutibles.

El capítulo 3 presenta las ideas corrientes sobre el regreso de Cristo. Lacunza las contrapone con las suyas en el siguiente capítulo.

149 Memoria Chilena [en línea]: http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article8479.html [consulta: 23 febrero 2021]; http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:8479 [consulta: 23 febrero 2021]. 150 LACUNZA, La Venida del Mesías…, op. cit., Londres: Ackermann, 1826, t. 1, págs. 1-

166.

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Le sigue una disertación sobre el milenarismo (cap. 5). Los partidarios del milenio se dividen en tres clases muy diferentes que se confunden muy a menudo: los herejes (como Cerinto), los judaizantes (como Apolinar), los ortodoxos (como Justino, Ireneo, Lactancio). Agustín y Jerónimo, aunque el milenarismo les resultara antipático, se guardaron mucho de condenar a estos últimos. Ningún concilio se ha pronunciado jamás contra la opinión milenarista.

El capítulo 6 establece dos resurrecciones separadas por un intervalo de tiempo bastante largo.

Una disertación sobre el doble juicio de los vivos y de los muertos llena el capítulo 7. El capítulo 8 examina una objeción sacada de la descripción del juicio final que se lee en Mateo 25.

El capítulo 9 está dedicado al estudio de un pasaje de la segunda carta de Pedro, cap. 3, relativo a la conflagración final. Lacunza sitúa este acontecimiento al final del reino milenario, admitiendo también una conflagración parcial en el momento de la parusía mil años antes.

Notas 54. Ver GRY, Léon. Le Millénarisme dans ses origines et son développement. París: Alphonse Picard et Fils, 1904, 144 págs.151

55. En la «Parte segunda» Lacunza pasa revista a diez fenómenos:152 • Fenómeno I, «La estátua de cuatro metales del capítulo segundo de Daniel. Preparación»: Lacunza retoma la explicación tradicional de los cuatro metales simbólicos (oro, plata, bronce, hierro que corresponden a los cuatro reinos mundiales: Babilonia, medos y persas, Grecia, Roma) y sustituye uno de forma bastante parecida a como lo había hecho antes el rabino Aben Ezra. • Fenómeno II, «Las cuatro bestias del capítulo séptimo del mismo Daniel»: Según la interpretación tradicional, son los

151 Internet Archive [en línea]: https://archive.org/stream/lemillnarismeda00grygoog#page/n9/mode/2up [consulta: 20 octubre 2011]. 152 LACUNZA, La Venida del Mesías…, op. cit., Londres: Ackermann, 1826, t. 1, págs. 169452; t. 2, págs. 1-549.

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mismos reinos universales considerados bajo aspectos diferentes. Para Lacunza, las cuatro bestias representan religiones: el paganismo, el islam, el falso cristianismo y el anticristianismo final. Explicación que se acerca a la de los joaquinistas. • Fenómeno III, «El anticristo»: No se trata de un individuo sino más bien de un cuerpo moral. ‘Anticristo’ y ‘anticristianismo’, dos palabras para denominar una misma cosa. • Fenómeno IV, «El fin del anticristo»: Como resultado de la venida gloriosa de Cristo. Le seguirá el reino de mil años. • Fenómeno V, «Los judíos»: Su conversión final y su restauración nacional en Palestina. • Fenómeno VI, «La iglesia cristiana»: Como las naciones convertidas al cristianismo han sustituido al pueblo judío, incrédulo y deicida. Israel convertido, será reinsertado y ocupará el lugar de la iglesia culpable de apostasía. Idea tomada de los jansenistas. • Fenómeno VII, «Babilonia y sus cautivos»: El retorno de los judíos que siguió a la cautividad babilónica no agota las promesas divinas. Habrá pues, una restauración general de Israel al final del tiempo. • Fenómeno VIII, «La señal grande, o la muger vestida del sol.

Apocalipsis, cap. XII»: Interpretación escatológica. • Fenómeno IX, «El tabernáculo de David»: Aplicación de Amós 8 a la restauración final de Israel. • Fenómeno X, «El monte Sión sobre los montes. Testo de Isaías, capítulo II»: Estudio de Isaías 2.

Notas 55. Encontramos doce Fenómenos en la traducción latina abreviada (manuscritos de Niza y del Vaticano).153 Únicamente hay una diferencia en la distribución de los temas.

153 Ver § 35 de esta obra.

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Así como ha habido exégetas que han escindido en dos el reino macedónico para hacer corresponder el tercer y cuarto imperio (bronce y hierro), hay otros que funden en un solo reino el griego y el romano. Por ello, el rabino Aben Ezra intentó establecer la siguiente sucesión: 1.º Babilonia, 2.º medos y persas, 3.º Grecia y Roma, 4.º sarracenos. «Aben Ezra nos dice en su comentario sobre Daniel, que el Rabí Saadia Gaón identificó el “hierro” con el Imperio Romano y la “arcilla” mezclada con el hierro con los ismaelitas. Pero esto es imposible, afirma Aben Ezra, porque ¿cómo pueden los imperios Romano e Ismaelita ser considerados como formando parte del mismo imperio? En consecuencia, concluye que el Tercer Imperio esta constituido por los griegos y los romanos, y que el Cuarto Imperio es el Ismaelita» (BEVAN, Anthony Ashley. A Short Commentary on the Book of Daniel. Cambridge: University Press, 1892, pág. 65).154 Gallé cita estas palabras de Aben Ezra sobre Daniel 2 y 7: «El imperio de bronce fue el imperio de los griegos y romanos, Kittim. –La tercera bestia, semejante a un leopardo, es Grecia y los comienzos de Alejandro que fue rey sobre Roma; este imperio ha llegado hasta hoy–» (GALLÉ, A. F. Daniel avec commentaires de R. Saadia, AbenEzra, Raschi, etc., et variantes des versions arabe et syriaque. París: E. Leroux, págs. 25, 73). Según Hirsch Graetz, Aben Ezra habría escrito su comentario sobre Daniel en Rodés,155 en 1156-1157 (GRAETZ, Hirsch. Geschichte der Juden: Von den ältesten Zeiten bis auf die Gegenwart. T. VI: Vom Aufblühen der jüdisch-spanischen Kultur 1027 bis Maimunis Tod. 2.ª ed. Leipzig: Nies'sche Buchdruckerei [Carl B. Lork], 1864, pág. 419).156 Gallé da otra fecha: hacia 1144 (GALLÉ, Daniel, op. cit., pág. 11). Wilhelm Bacher cita otro lugar: Dreux, en el Eure, Francia (BACHER, Wilhelm. «Ibn Ezra, Abraham Ben Meïr [Aben Ezra]». En: The Jewish Encyclopedia. T. VI [1904], pág. 522).157 (El texto hebreo de este comentario se encuentra en MATHEWS, Henry John. «Abraham Ibn Ezra’s short commentary on Daniel». En: LOEWY, Albert [ed.]. Miscellany of Hebrew Literature. T. II. Londres, 1877, al final del volumen, págs. 1-15). ¿Cómo, me pregunto también, los griegos y romanos podrían considerarse formando parte de un mismo imperio? ¿Es necesario demostrar que desde el punto de vista de la historia, y también desde el punto de vista de la profecía bíblica, Grecia y Roma son dos reinos diferentes? El sistema de Aben Ezra ha sido combatido por Johannes Heussgen, más conocido con el nombre de Ecolampadio (In Daniel. Basilea, 1530,

154 eBooksRead.com [en línea]: http://www.ebooksread.com/authors-eng/a-a-anthonyashley-bevan/a-short-commentary-on-the-book-of-daniel--for-the-use-of-students-hci/page6-a-short-commentary-on-the-book-of-daniel--for-the-use-of-students-hci.shtml [consulta: 20 octubre 2011]. 155 Rodés, en occitano; Rodez, en francés. Población de Occitania. 156 Google Books [en línea]: http://books.google.com.pe/books?id=dwE3AAAAIAAJ&printsec=frontcover&hl=en#v=onepage&q&f=false [consulta: 20 octubre 2011]. 157 Jewish Encyclopedia [en línea]: http://www.jewishencyclopedia.com/view.jsp?artid=11&letter=I&search=Aben%20Ezra [consulta: 20 octubre 2011].

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fol. 27 y 83), y por los jesuitas Juan de Maldonado (MALDONADO, Juan de. Commentarii in prophetas IV Jeremiam, Baruch, Ezechielem et Danielem. Accesit expositio Psalmi CIX et epistola de collatione sedanensi cum Calvinianis, eodem auctore. Maguncia: Ioannis Kinckes, 1611, págs. 616, 669)158 y Cornelis Cornelissen van den Steen (LAPIDE, Cornelio Cornelii a. Commentaria in Ezechielem prophetam. Amberes: Iacobum Meursium, 1675;159 ídem, Commentaria in Danielem prophetam. Amberes: Iacobum Meursium, 1675, págs. 1276-1277160). La identificación cuarto reino = Islam ha sido sostenida entre los católicos por Bartholomaeus Holzhauser (HOLZHAUSER, Bartholomaeus. Interprétation de l’Apocalypse: Renfermant l’histoire des sept âges de l’Église catholique, et les grandes scènes de la fin du monde. T. II. Wuilleret, Ignace Nicolas [trad.]. París: Librairie de Louis Vivès, 1856, págs. 39-47)161 y Anatole Chauffard (CHAUFFARD, Anatole. L’Apocalypse et son interprétation historique. 2.ªed. T. II. Aviñón: Seguin Frères, 1888, págs. 233-245, 271-273, 286).162 Pero ya en el «Apéndice» de este libro (ibídem, pág. 584) y en otro libro Chauffard vuelve a la interpretación tradicional (CHAUFFARD, Anatole. Les sept sceaux de l’Apocalypse. 2.ªed. Tolosa: Privat [Aviñón: Seguin Frères], 1899, pág. 131). Posiblemente, bajo la influencia de Aben Ezra, Joaquín de Fiore, abad de Fiore en Calabria, hizo coincidir los sarracenos con el cuarto reino.

En el sistema del abad Joaquín de Fiore, el primer imperio es el de los babilonios que se continúa con los medos y los persas, considerados como una continuación del Imperio Babilónico bajo una nueva dinastía; Grecia, que debía ocupar normalmente el tercer lugar pasa así al segundo; Roma, del cuarto reino pasa al tercero; los sarracenos forman el cuarto reino. Sistema ligeramente modificado por Lacunza y Agier que sustituyen los sarracenos por los bárbaros del Norte.

158 Google Books [en línea]: http://books.google.cat/books?id=MjFBAAAAcAAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [consulta: 15 diciembre 2011]. 159 Hathi Trust Digital Library [en línea]: http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=ucm.5317978793 [consulta: 15 diciembre 2011]. Ver LAPIDE, Cornelio Cornelii à. Commentaria in Ezechielem prophetam. París: Societatem Minimam, 1622, 361 págs. (Google Books [en línea]: http://books.google.cl/books?id=9cdpqi45s2wC&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [consulta: 15 diciembre 2011]). 160 Google Books [en línea]: http://books.google.cl/books?id=K3I26HD_FdkC&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [consulta: 15 diciembre 2011]. 161 Google Books [en línea]: http://books.google.pt/books?id=WWcwAQAAIAAJ&printsec=frontcover&hl=ca#v=onepage&q&f=false [consulta: 8 enero 2012]. 162 Google Books [en línea]: https://books.google.cl/books?id=21wNAAAAYAAJ&hl=ca&source=gbs_book_other_versions [consulta: 8 noviembre 2020].

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La idea de juntar a los babilonios y a los medo-persas en un solo reino se encuentra ya en De promissionibus et praedictionibus Dei, obra atribuida por Migne a Próspero de Aquitania, pero con la mención: «incerti auctoris» (MIGNE, Jacques-Paul. Patrologia Latina. T. LI, cols. 808-809).163 Los cuatro reinos de Daniel son enumerados de la siguiente forma: 1, Babilonia; 2, Macedonia; 3, Cartago: 4. Roma. Enumeración que el Seudo Próspero había leído en Paulo Orosio, donde el profeta Daniel no se menciona (PAULO OROSIO. Historiarum. Libro II, cap. 1. En: MIGNE, Jacques-Paul. Patrologia Latina. T. XXXI, cols. 744, 745). 164

56. La tercera parte comprende dieciséis capítulos.165 El primero describe la venida gloriosa del Señor. Los dos siguientes hablan sobre el juicio final. Los capítulos 4 y 5 están dedicados a los nuevos cielos y a la nueva tierra y los dos siguientes a la nueva Jerusalén. El capítulo 8 hace una interpretación profética del Cantar de los Cantares. El 9 prevé una nueva distribución de la tierra santa entre las doce tribus de Israel. Capítulo 10: el resto de las naciones es llamada a participar de la felicidad de la era milenaria. Los tres capítulos siguientes describen esta felicidad. Capítulo 14: lo que ocurrirá al final de los mil años. Capítulo 15: el estado del universo tras el juicio final. Capítulo 16: la dicha eterna de los justos.

Notas 56. Crinsoz, antes que Lacunza, y Lachèze, ambos han dado al Cantar de los Cantares un significado profético. Ver también DUPRAT, A. J. B. Les Harmonies entre le Cantique des Cantiques et l’Apocalypse. Lyon: E. Vitte, 1891. Duprat era cura en Diou (Auvernia), diócesis de Moulins.

163 Documenta Catholica Omnia [en línea]: http://www.documentacatholicaomnia.eu/02m/0390-0463,_Prosperus_Aquitanus,_Liber_De_Promissionibus_Et_Praedictionibus_Dei_A_Nonnullis_%5BIncertus%5D,_MLT.pdf [consulta: 20 octubre 2011]. 164 Documenta Catholica Omnia [en línea]: http://www.documentacatholicaomnia.eu/02m/0390-0420,_Paulus_Orosius,_Historiarum_Libri_Septem,_MLT.pdf [consulta: 20 octubre 2011]. 165 LACUNZA, La Venida del Mesías…, op. cit., Londres: Ackermann, 1826, t. 3, págs. 5-

315.

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F. Método exegético

57. Estando aún Lacunza en Chile volcado en la predicación y en las diversas actividades de su ministerio, gustaba ya de la Palabra de Dios y de buscar directamente en sus fuentes.

En la dedicatoria, manifiesta el deseo de que los sacerdotes sacudan el polvo que cubre sus biblias para dedicarse a un cuidadoso estudio del libro divino.

Pablo de la Concepción, encargado de examinar el libro de Lacunza, escribía estas elogiosas palabras: «Infunde ademas un profundo respeto á la veracidad de las Santas Escrituras, y empeña á su lectura á todos los fieles, y muy particularmente á los sacerdotes, á los cuales pertenece mas que a otros su exacta intelijencia y su esplicacion.»166

«…tiene un talento distinguido y original, –leemos en Agier– el P. Lacunza tenía un conocimiento profundo de la Santa Escritura. Parece que toda ella esté presente en su mente; sus citas, felizmente adaptadas a la finalidad de su trabajo, ofrecen aplicaciones que se han escapado a los intérpretes más renombrados en el terreno del saber y de la sagacidad.»

Si se cree a Lacunza, todas las herejías habrían nacido del abandono del sentido literal de las Escrituras. Sin negar la utilidad de los significados secundarios, cuando se trata de la edificación de los fieles, hay que atenerse al significado principal en todo lo que atañe a la doctrina. En este aspecto, el Ben Ezra católico del siglo XVIII se muestra digno sucesor del Aben Ezra judío del siglo XII.

Fue violentamente llamado al orden en una carta de Alfaro. Pero la hermenéutica de Lacunza ha sido defendida con energía por el autor de una disertación apologética.

Urzúa asegura que las páginas de Lacunza sobre la exégesis bíblica «…son un foco de luz para la interpretación de las Sagradas Escrituras: jamás –añade– se ha formulado un código más completo, luminoso y

166 CONCEPCIÓN, Pablo de la. «Dictamen». En: LACUNZA, La Venida del Mesías…, op. cit., Londres: Ackermann, 1826, t. 1, pág. xxiv.

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científico sobre dicha materia.» Esto es llevar la admiración demasiado lejos.

Se ha reprochado a Lacunza de recurrir arbitrariamente tanto al sentido literal como al alegórico, según las necesidades del momento. No es imposible constatar algunas inconsecuencias en los detalles de una obra tan voluminosa como es La Venida del Mesías. Pero nada de esto resta valor al tratado teórico de Lacunza sobre la exégesis bíblica. Se le podría más bien reprochar el haber seguido con demasiado rigor su método. En materia de exégesis, como en todo, hay que evitar los excesos. El método de interpretación adoptado por Lacunza fue el del abad Bernard Lambert. Pujati lo sometió a una crítica rigurosa desde el punto de vista del Nuevo Testamento.

Notas 57. AGIER, Vues sur le second avènement de Jésus-Christ…, op. cit., pág. 113.

«La exégesis de Aben Ezra se distingue por la ausencia de explicaciones alegóricas…» (LICHTENBERGER, Frédéric (ed.). Encyclopédie des sciences religieuses. T. I. París: Sandoz et Fischbacher, 1877, pág. 20).167 «Se proponía un único fin: desarrollar gramatical e históricamente el sentido literal. Repudiaba el método alegórico» (FARRAR, Frederic William [1831-1903]. History of Interpretation: Eight lectures preached before the University of Oxford in the year MDCCCLXXXV. Londres: MacMillan, 1886, pág. 462).168 William Hales (1747-1831), recuerda que Aben Ezra tenía una marcada afición por la astronomía; un rasgo más de semejanza con Lacunza (HALES, William. A new Analysis of Chronology and Geography, History and Prophecy. 2.ªed. Vol. 2. Londres: C. J. G. & F. Rivington, 1830, pág. xi).169

ALFARO, Contestación del sacerdote Cristófilo…, op. cit., t. I, págs. 26-37.

167 Internet Archive [en línea]: http://archive.org/details/encyclopdiedess05lichgoog; http://archive.org/stream/encyclopdiedess05lichgoog#page/n7/mode/2up [consulta: 21 mayo 2012]; http://archive.org/stream/encyclopdiedess05lichgoog#page/n37/mode/2up [consulta: 21 mayo 2012]. 168 Internet Archive [en línea]: https://archive.org/details/historyofinterpr00farr/page/n7/mode/2up [consulta: 20 octubre 2011]; pág. 422 [en línea]: https://archive.org/stream/historyofinterpr00farr#page/422/mode/2up [consulta: 24 febrero 2021]; pág. 462 [en línea]: https://archive.org/stream/historyofinterpr00farr#page/462/mode/2up [consulta: 24 febrero 2021]. 169 Google Books [en línea]: https://books.google.es/books?id=IGYAQAAMAAJ&hl=ca&source=gbs_navlinks_s [consulta: 29 noviembre 2020].

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GUTIÉRREZ DE ROZAS, Disertaciones crítico-teológicas… Sobre el sentido literal de la Escritura, op. cit., págs. 17-68.

URZÚA ASTABURUAGA, Miguel Rafael. Revista Chilena de Historia y Geografía [Santiago], vol. 12, pág. 148.

PUJATI, Esame della opinione..., op. cit., cap. 16 a 20.

G. Sistema

58. Indiscutiblemente, el sistema de Lacunza tiene una base bíblica. Es lo que dijo el abad Morrondo: «Este sistema está basado en la Biblia y en la Biblia sola. Lacunza ha hecho abstracción, de manera general, de los intérpretes y de los comentaristas de toda la erudición patrística, teológica e histórica y de la ciencia judaica.»

Pablo de la Concepción ha resumido el sistema de Lacunza en dos puntos: la venida gloriosa de Cristo, seguida del reino milenario y la conversión de los judíos. El P. Vaïsse reduce la obra de Lacunza a tres tesis fundamentales: caída de la iglesia cristiana, restauración de la sinagoga y reino milenario. Esto es, según el pensamiento de Lacunza, subestimar la importancia de la venida de Cristo. Vidal se mostró injusto al decir: «El objeto principal de Lacunza no es, según mi criterio, el reino de Jesucristo y la vocación de los judíos, sino más bien, la reprobación de la iglesia actual.» Esta crítica con la que se tendía a señalar el sistema de Lacunza, con ella se corría el riesgo de escandalizar al lector católico.

Estos son, a mi entender, los puntos esenciales en el sistema del P. Lacunza: 1. Venida premilenaria de Cristo. 2. Conversión futura y restauración de los judíos. 3. Dos resurrecciones corporales separadas por un gran intervalo. 4. Reino terrenal de Cristo, en dos fases sucesivas, el período del milenio y la eternidad.

Notas 58. MORRONDO, La proximidad de la catástrofe del mundo…, op. cit., pág. 194.

VAÏSSE, El lacunzismo, op. cit., págs. 9, 12.

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VIDAL Y GALIANA, José [Giuseppe]. La venuta del Messia in gloria e maestà. Osservazioni del signore Abate Lacunza sotto il finto nome dell’ebreo cristiano Giovanni Giosafat Ben-Ezra, richiamata ad esame dal P. Giuseppe Vidal, minore osservante della Provincia di Valenza. T. I. Roma: Dalla Tipografia Salviucci, 1834, pág. xv.

H. Ortodoxia

59. Lacunza dio pruebas de gran independencia de espíritu en toda opinión dada bajo su propia responsabilidad. Al mismo tiempo, tiene una sumisión total a la autoridad de su iglesia en relación al dogma y a la disciplina. Manifiesta opiniones audaces sobre temas dejados al criterio personal. No rechazó ningún dogma. La Iglesia Católica Romana es, a sus ojos, la única iglesia verdadera. El Papa es el vicario de Cristo. Lacunza defiende, contra lo que dicen los protestantes, el dogma de la presencia corporal de Cristo en la eucaristía y ve argumentos favorables en el literalismo rígido.

Puede que alguien piense que estoy poco calificado para juzgar el valor del catolicismo de Lacunza. Pues bien, veamos el veredicto de Pablo de la Concepción: «…en dicha obra no se contiene cosa alguna contra nuestra santa fe…»170

Recientemente, el P. Mateos ha dado este testimonio:

«Lacunza ha podido equivocarse; quizás no tuvo éxito para elaborar un milenarismo católico, pero no podemos dudar de su buena voluntad. Su fe bien fundada, su total entrega a Jesucristo y a la iglesia fueron las que pusieron la pluma en su mano.»

Veamos la confesión de un adversario, Blas Joaquín Álvarez de Palma (h. 1822), transmitido por Bestard: «No se trata aquí de culpar á Juan Josafat de herege claro y manifiesto. Son expresas y terminantes las palabras con que reconoce y confiesa el dogma católico de las tradiciones.»

170 CONCEPCIÓN, Pablo de la. «Dictamen». En: LACUNZA, La Venida del Mesías…, op. cit., Londres: Ackermann, 1826, t. 1, pág. xxiv.

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En el prólogo, Lacunza asegura haber consultado a varios sabios católicos de primer orden. Estos, tras un examen prolongado y minucioso no pudieron señalarle ningún error ni nada que merezca reprensión.171

Menéndez y Pelayo (1856-1912) rechazó incorporar a Lacunza en su catálogo de herejes españoles.

Es verdad que a veces Lacunza se mostró un poco duro con los Padres y los doctores de la iglesia que no habían visto las cosas como él. ¿Podemos honestamente culpar a un hombre que se deja llevar por el ardor de sus convicciones personales? ¿Debemos impedir a un hombre de carácter, que llegada la ocasión, haga un poco de ironía?

Notas 59. MATEOS, «El Padre Manuel Lacunza y el milenarismo», op. cit., pág. 143.

BESTARD, Observaciones que Fr. Juan Buenaventura Bestard..., op. cit., t. I, pág. 277.

MENÉNDEZ Y PELAYO, Marcelino. Historia de los heterodoxos españoles. 2.ª ed. T. VI. Madrid: Librería General de Victoriano Suárez, 1930, págs. 482-485.172 «En toda su obra, el P. Lacunza se muestra como un verdadero hijo de la iglesia» (CRUZ VERGARA, Estudios sobre la literatura chilena, op. cit., vol. I., pág. 362).

Algunos amigos de Lacunza deploraron que tuviera ciertas vehemencias con el lenguaje. Ver por ejemplo CABALLERO INFANTE, Cayetano. La Proximidad del

171 LACUNZA, «Prólogo». En: La Venida del Mesías…, op. cit., Londres: Ackermann, 1826, t. 1, pág. xxxvii. 172 Ver MENÉNDEZ PELAYO, Marcelino. Historia de los heterodoxos españoles. T. 3. Madrid: La Editorial Católica de San José, 1881, págs. 409-412 (Internet Archive [en línea]: https://archive.org/details/historiadeloshet03men/page/2/mode/2up [consulta: 22 noviembre 2020]; pág. 409 [en línea]: https://archive.org/details/historiadeloshet03men/page/408/mode/2up [consulta: 22 noviembre 2020]). Ver también Historia de los heterodoxos españoles. 8 tomos. Madrid: La Editorial Católica, 1978 (Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes [en línea]: Registro bibliográfico [en línea]: http://www.cervantesvirtual.com/obra/historia-de-los-heterodoxos-espanoles/ [consulta: 4 abril 2021]; Índice [en línea]: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/historia-de-los-heterodoxos-espanoles/html/fee78e52-82b1-11df-acc7-002185ce6064.html [consulta: 4 abril 2021]; Libro Sexto, cap. 4, «Adición a este capítulo» [en línea]: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/historia-de-los-heterodoxos-espanoles/html/fee78e52-82b1-11df-acc7002185ce6064_87.html#I_294_ [consulta: 9 febrero 2021]).

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