1 Aura Mar铆a Duque L贸pez
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LA ESFERA VISORA
Sucedió en un lugar lejano cuando dos lindas jóvenes, Sara y Lucía deseosas de conocer el mundo, llenas de vitalidad y belleza quisieron emprender un viaje hacia lo desconocido; buscando conocer un pequeño lugar que en una de sus tantas lecturas de cuentos les maravillo tanto, “Sandunga”, un pueblo del lejano oriente; lo único que las preocupaba y molestaba era que el irse, significaba salir sin consultar a sus padres, porque consideraban que ellos les impedirían cumplir su mayor sueño.
Fue un viaje planeado durante varios años, ya que lo consideraban una gran hazaña. Esos planes de los que tanto hablaban, debían incluir no sólo, los lugares hermosos, que según sus indagaciones eran grandes maravillas al lado de “Sandunga”; sino también saber más sobre aquel lugar, por lo cual buscaron información de éste a través de sus profesores y de gran variedad de libros.
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Para realizar su viaje aprovecharon su buena posición económica, y ahorraron y ahorraron durante varios años, esperando que para el día en que por fin pudieran partir, no fuera éste, el factor económico, un impedimento, sino por el contrario, fuera el medio para lograr que todas las puertas que se cruzaran en su camino se abrieran como por arte de magia. Luego de muchos años, por fin decidieron partir de su hogar en busca de ese nuevo horizonte, lejos de imaginarse las grandes aventuras que se sobrevenían, se llegó el día, pero antes de partir debían sin causar la menor sospecha, despedirse de sus padres María y Sebastián, padres según ellas amorosos, y aunque comprensivos en gran medida, les habían hecho saber que si en sus manos estuviera nunca dejarían que ningún padres de familia pudiera permitir semejante locura a sus hijos, ya que como seres protectores por naturaleza, evitarían que algo malo le sucediera a sus hijos, puesto que al pensar en ese pueble temían, debido a que habían escuchado durante décadas que allí se vivía un ambiente de maldad y misterio. Todo esto lo conocían ellas de boca de sus padres, porque en muchas ocasiones al sentarse a la mesa, trataban muy
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sigilosamente el tema con ellos y era eso lo que expresaban.
Es la hora de partir y sin salir aún no dejaban de sentir nostalgia por lo que dejaban, es sábado y aprovechando que su colegio había programado un campamento, salen de su casa con equipaje, dentro de éste, además de sus artículos personales, llevan muy celosamente guardados, artículos que sus padres en ocasiones especiales les habían obsequiado, los llevan con el fin de usarlos como amuletos de buena suerte.
Emprenden su viaje, su largo viaje, que inicia naturalmente desde su lugar de origen “San Benito”, pequeña población conformada por muy pocos habitantes. Durante su recorrido conoce gran número de gente de todas edades, tamaños, sexos, razas, unas
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amables, otras no tanto pero para ellas todas igual de valiosas porque formaban parte de su gran aventura. Después de muchos días de viaje, de ir y venir por caminos desconocidos; se encuentran a una noche de llegar a ese lugar maravilloso, que noche tras noche vieron en sus mentes mientras dormían, estaban a pocas horas de realizar su gran sueño de conocer a “Sandunga”, todo hasta el momento les había salido de maravilla, al parecer el destino se había encargado de llevarlas allá sin ningún contratiempo; en su gran viaje todo parecía como un cuento de hadas. Pero sin saberlo todo, cambiaría de un momento a otro.
En esta última noche antes de arribar a “Sandunga”, su gran objetivo, sintieron que el tiempo pasaba más lentamente que de costumbre, después de tardar mucho en conciliar el sueño, luego de varias horas de descanso; sorpresivamente una tras otras de
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despertaron brusca y agitadamente, y en su afán de saber qué pasada, de saber cuál era el motivo de su despertar, ambas se dieron cuenta que habían tenido una pesadilla igual y esto fue lo que contaron: Lucía: Soñé que era temprano y llegábamos a “Sandunga” y al bajarnos del transporte encontrábamos a nuestros padres, per en sus caras se vía angustia, cansancio, palidez, vestían harapos y mendigaban consuelo, nos llamaban por nuestros nombres, pero sus voces eran extrañas, no movían sus labios, pero si podíamos escucharlo.
En este momento Sara interrumpió a Lucía diciéndole: Estoy asustada, yo he soñado lo mismo, ¿Será que esto es un presagio, será que nuestros padres están enfermos, será que como ellos lo temían, algo nos puede pasar en ese lugar tan misterioso” Y Lucía le contesta; tranquilízate, todo está bien (Lucía siempre había tenido la habilidad de ser más tranquila y segura,
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y como tal protegía su hermana Sara), y continúo Lucìa: acuéstate que ya nos falta pocas horas. Luego de dormir de nuevo, se repitió para ellas el mismo sueño, aunque ninguna decidió contarlo.
Al amanecer, ambas estaban ansiosas, pero asustadas aunque no lo comentaban, sentían angustia, pensaban en su repetido sueño du duraron aunque fuera sólo en sus mentes en que esa era una mala idea, y que posiblemente allí recibirían un castigo de manos divinas, por haber engañado a sus padres.
El último tramo de su viaje, debían realizarlo en unos pequeños coches, que eran usados por los campesinos, ya que el lugar que querían conocer era alejado de la ciudad.
Empezaron su recorrido y corrieron con la buena suerte que a su lado tenían como compañía una linda niña llamada Onix que según ella misma, era un nombre que significaba tranquilidad, bienestar, sabiduría; nombre que le había sido dado por su
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abuela. Durante su recorrido observaron espectaculares sembradíos y en su descanso para almorzar llegaron a una tienda, el lugar era extraño, sus dueños tardaron en salir para atenderlas, y se veían temerosos, después de servirles, y sin ellas darse cuenta desaparecieron, sin siquiera cobrarles por sus servicios.
Luego de su almuerzo prosiguieron en su camino, y después de un largo rato se vieron en medio de un grande y oscuro bosque en el que se sentía un frío fantasmal; de un momento a otro Onix la niña cálida, y tranquila, entró en una crisis de nervios, y lloraba sin cesar, y entre su llanto sólo le entendieron que sentía mucha zozobra, y que presentía que algo malo iba a suceder; tratando de calmarla, le pidieron que bajaran las tres del coche y decidieron dar un corto pase a un arroyo que se escuchaba no muy lejos, y que según ellas emitía unos lindos sonidos que les transmitían
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serenidad, en medio de lo tenebroso de sus alrededores; Onix se dejó convencer después de un largo rato, y finalmente emprendieron su caminata en búsqueda de ese llamativo arroyo y al llegar a él se asombraron al ver que era un pequeño río de aguas cristalinas, con destellos plateados y dorados de los peces que en ellas habitaban; al ver tanta belleza no pudieron abstenerse de entrar en sus aguas, se despojaron de sus ropas y entraron en él, sus risas y sus caras mostraban la calidez de las aguas, jugaron durante largo tiempo y entre esos juegos decidieron nadar bajo en gua para demostrar cual era la que podía contener más la respiración, en medio del juego y sin esperarlo Sara salió del agua gritando de alegría, y sonriendo sin cesar, en sus manos mostraba una pequeña esfera luminosa que según sus gritos acababa de encontrar. Después de esto se acabaron los juegos y decidieron partir guardando muy cuidadosamente su hallazgo, sin darse cuenta que a medida que abandonaban el lugar, el pequeño río empezó a perder sus brillos y sus tranquilos y relajantes sonidos; recorrieron el camino que les había llevado al rio en búsqueda de su coche pero luego de un prolongado trayecto se dieron cuenta que el coche ya no estaba, empezaron a asustarse y a llorar, hasta que Lucìa siendo la mayor de ellas recobró
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la calma e hizo que sus compañeras de viaje también lo hicieran.
Onix que era la única que conocía el lugar hacia donde se dirigían Sara y Lucìa debía ser la encargada de corregir el rumbo y para ello lo primero sería salir de aquel bosque que ahora lo único que podía inspirarles era terror, porque sentían murmullos como si las plantas hablaran entre ellas y de un momento a otro empezaron a ver y escuchar otras personas; aceleraron su paso tanto que se encontraron en pocos segundo corriendo y tratando de escapar de aquellas nuevas personas que las seguían en su recorrido, en esa carrera desesperada no se fijaron y la única esperanza de salir del lugar y llegar a su destino ya no se encontraba a su lado, Onix había desaparecido.
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Se dieron cuenta de la ausencia de Onix, al parar a tomar aire porque a causa de su carrera desesperada les faltaba oxígeno, y de inmediato se dieron cuenta que por ningún motivo debían perderse de vista y trataron de esconderse entre los arbustos, pero con tan mala suerte que comprobaron que los mismos árboles que las rodeaban eran los que las delataban ante sus perseguidores ya que escucharon lo siguiente: - La esfera visora esta en manos de una de ellas- por lo cual decidieron comunicarse mediante señas.
Sin darse cuenta, mientras tomaban esta decisión, sus perseguidores se hicieron presentes, las impresionó, además sus atuendos que parecían sacados de una historia de antiguos luchadores, el hecho de que hablaban en varias lenguas y todos las miraban y amenazaban con sus armas, - largas y brillantes espadas- , estaban totalmente rodeadas y de en medio de todos ellos salió un personaje que hablaba el
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lenguaje de ellas y les dijo: - somos los protectores del ojo visor, y dirigiéndose a Sara le dijo tú lo has usurpado, lo has extraído de su lugar de resguardo; y eso sólo lo puede hacer una persona especial, de gran corazón, y de alma muy pura, nadie desde hace siglos cuando fue dejado allí, había podido encontrarlo y menos sacarlo de su lugar de protección, “ el rìo del deslumbramiento”, pero debe regresar a su lugar ya que en manos malignas puede causar grandes problemas a los pobladores de éste continente, porque es la fuerza vital de las personas que lo habitan; por accidente lo encontraste y por eso te pido que lo devuelvas a donde pertenece y no te haremos daño.
Sara asombrada tomó de sus pertenencias el amuleto de buena suerte que le habían dado sus padres y de la otra mano la esfera visora que ahora sabía era llamada el ojo visor y sin
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pensarlo ni un segundo la entregó, en el mismo momento de entregarlo todo se desvaneció, los extraños luchadores, y el gran bosque, y como si fuera un sueño se encontraron en cuestión de segundos en su habitación, en la casa de sus padres, como si nunca hubieran salido de allí.
Al llegar la noche, antes de costarse, Sara y Lucía hablaban sobre lo sucedido y justo antes de dormirse vieron fuera de su ventana una lluvia de esferas luminosas que les confirmaban que todo había sido realidad y lo único que dijeron, una seguida de la otra. Sara: estamos en nuestra casa, si fue realidad, Lucía: pero ¿Por qué a nosotras? Sí sólo queríamos conocer aquella ciudad maravillosa de aquel gran cuento que tanto nos llamó la atención! Y Sara le contestó, porque al parecer, fuimos las llamadas a poner en alerta a aquellos personas históricos, asombrosos, y extraños de que aquel gran tesoro, necesitaba estar más protegido.
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