Relatos Comnia inimus sinvera vendis quam eum etum quiassecaevolum nobist dit molo el et lignis et odi ratqui volorae ptaturempore cust porrum quatior eperfer ationsenis non nonsequ ibeaquis endi
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Relatos
ÍNDICE
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Objetivo 1: poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo Mikel Andrío Lejarza Objetivo 2: poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible Mikel Andrío Lejarza Objetivo 3: garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades Sara Solana Objetivo 4: garantizar una educación inclusiva y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos M. Eugènia Bailach
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Objetivo 5: lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas Mikel Andrío Lejarza
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Objetivo 6: garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos José Maria Medina
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Objetivo 7: garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos Elena Daniela Dumitrascu
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Objetivo 8: promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos Mikel Andrío Lejarza Objetivo 9: construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación Antonio J. Sentí Doménech
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Objetivo 10: reducir la desigualdad en y entre los países Elena López Saralegui
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Objetivo 11: lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles Jorge Sánchez Cifuentes
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Objetivo 12: garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles Ángeles Díaz Peralta
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Objetivo 13: adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos Catalina Sicilia Ballesteros
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Objetivo 14: conservar y utilizar de forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible Irene y Mark Rohr de Mena
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Objetivo 15: promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, luchar contra la desertificación, detener y revertir la degradación de las tierras y frenar la pérdida de la diversidad biológica Ignacio Esteban Comamala
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Objetivo 16: paz, justicia e instituciones sólidas. Promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas M. Eugènia Bailach
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Objetivo 17: alianzas para lograr objetivos M. Eugènia Bailach
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Objetivo 1: poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo Mikel Andrío Lejarza
Han pasado ya cuatro años desde que tomó la decisión. Una decisión no muy consciente, pero que le ha permitido dar un giro completo a su vida. Puede que haya sido por madurez, por constancia o simplemente por suerte, pero hoy Jassin puede afrontar y decidir su futuro de una manera más libre. Jassin mal vivía junto a su familia en un pueblecito cerca de Er Rachidia, una ciudad relativamente moderna del interior de Marruecos donde existen gran cantidad de talleres y tiendas de repuestos de automóviles. Se trata de un lugar estratégico a la hora de planear el camino hacia las primeras dunas que conforman el desierto marroquí. El padre de Jassin había sido artesano desde su infancia, y desde que se casó regentaba un pequeño comercio donde realizaba y arreglaba sandalias de cuero, alimentando con el poco dinero que sacaba en la tienda a su mujer y a sus cinco hijos. Jassin acudía formal y diariamente a la escuela, “es tu futuro, no lo desaproveches” le repetía su padre constantemente. Todas las tardes al volver de clase Jassin hacía los deberes en la trastienda de la zapatería que colindaba con un par de talleres de coches donde los turistas preparaban sus 4por4 para ir al desierto.
Fue un gran disgusto para su padre, pero Jassin abandonó la escuela y comenzó a trabajar en el taller como aprendiz. A su padre no le quedo más remedio que aceptarlo cuando tuvo que cerrar el comercio ante el abusivo precio del alquiler del local y la disminución de venta de sandalias. En el taller Jassin era trabajador, constante y esforzado; además de aprender de motores, aprendió un poco de castellano, ya que el dueño lo hablaba con relativa fluidez para relacionarse con la cantidad de turistas españoles que requerían sus servicios. Su carácter abierto y su inquietud provocó que se relacionará muy bien con los turistas. Él preguntaba constantemente, quería saber, conocer sobre la forma de vivir de otros países que veía por la vieja televisión semirrota que tenían en la pequeña casa de adobe a las afueras de Er Rachidia. Se preguntaba cada día porqué él tenía que caminar 11 km por un camino de polvo, bajo un calor infernal, para acudir al taller y ganar una miseria para poder comer dos veces al día toda su familia, mientras en Europa “todo el mundo” tenía coche con aire acondicionado, casa con ducha, rechazaban la comida que no les gustaba, y compraban ropa más por moda que por necesidad.
No comprendía bien porqué para emular a Messi o Ronaldo él tenia que jugar descalzo para no romper su calzado y un poco más al Norte los chavales de su edad podían comprar las botas de fútbol que Objetivo 1: poner fin a la pobreza en todasanunciaban sus formas sus en ídolos. todo el mundo Pero Jassin pronto empezó a mostrar más interés por las bujías y correas de distribución que por las ecuaciones y los dictados de la escuela.
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Se preguntaba a diario porqué a él le había “tocado” nacer en el Sur y no en el Norte, porqué no podía tener oportunidades, porqué estaba condenado a ser pobre.
el camino hacia las primeras dunas que conforman el desierto marroquí.
Han pasado ya cuatro años desde que tomó la decisión. Una decisión no muy consciente, pero que le ha permitido dar un giro completo a su vida.
El padre de Jassin había sido artesano desde su infancia, y desde que se casó regentaba un pequeño comercio donde realizaba y arreglaba sandalias de cuero, alimentando con el poco dinero que sacaba en la tienda a su mujer y a sus cinco hijos.
Puede que haya sido por madurez, por constancia o simplemente por suerte, pero hoy Jassin puede afrontar y decidir su futuro de una manera más libre.
Jassin acudía formal y diariamente a la escuela, “es tu futuro, no lo desaproveches” le repetía su padre constantemente.
Jassin mal vivía junto a su familia en un pueblecito cerca de Er Rachidia, una ciudad relativamente moderna del interior de Marruecos donde existen gran cantidad de talleres y tiendas de repuestos de automóviles. Se trata de un lugar estratégico a la hora de planear
Todas las tardes al volver de clase Jassin hacía los deberes en la trastienda de la zapatería que colindaba con un par de talleres de coches donde los turistas preparaban sus 4por4 para ir al desierto.
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Pero Jassin pronto empezó a mostrar más interés por las bujías y correas de distribución que por las ecuaciones y los dictados de la escuela. Fue un gran disgusto para su padre, pero Jassin abandonó la escuela y comenzó a trabajar en el taller como aprendiz. A su padre no le quedo más remedio que aceptarlo cuando tuvo que cerrar el comercio ante el abusivo precio del alquiler del local y la disminución de venta de sandalias. En el taller Jassin era trabajador, constante y esforzado; además de aprender de motores, aprendió un poco de castellano, ya que el dueño lo hablaba con relativa fluidez para relacionarse con la cantidad de turistas españoles que requerían sus servicios. Su carácter abierto y su inquietud provocó que se relacionará muy bien con los turistas. Él preguntaba constantemente, quería saber, conocer sobre la forma de vivir de otros países que veía por la vieja televisión semirrota que tenían en la pequeña casa de adobe a las afueras de Er Rachidia. Se preguntaba cada día porqué él tenía que caminar 11 km por un camino de polvo, bajo un calor infernal, para acudir al taller y ganar una miseria para poder comer dos veces al día toda su familia, mientras en Europa “todo el mundo” tenía coche con aire acondicionado, casa con ducha, rechazaban la comida que no les gustaba, y compraban ropa más por moda que por necesidad.
No comprendía bien porqué para emular a Messi o Ronaldo él tenia que jugar descalzo para no romper su calzado y un poco más al Norte los chavales de su edad podían comprar las botas de fútbol que anunciaban sus ídolos. Se preguntaba a diario porqué a él le había “tocado” nacer en el Sur y no en el Norte, porqué no podía tener oportunidades, porqué estaba condenado a ser pobre. Un domingo después de jugar al fútbol llegaron al pueblo dos todoterrenos de alta
Objetivo 1: poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo Mikel Andrío Lejarza 8
gama. De ellos se bajaron 6 personas bien vestidas con gafas de sol. Se reunieron con las familias y les contaron la posibilidad de llevar gente a España de manera clandestina. La información no era muy rigurosa, pero les prometieron seguridad en la consecución del viaje. Les hablaron de la riqueza de los países de Europa y la facilidad para poder trabajar allí en “cualquier” cosa. El precio era innegociable, mil doscientos euros por persona.
El padre de Jassin lo vio como una oportunidad para que su hijo pudiese mandar dinero y ayudar a la familia. Cuando se lo comunicaron, a Jassin se le abrieron los ojos. Con muchas dificultades consiguieron reunir el dinero necesario, invirtieron lo poquito que tenían ahorrado y el resto lo pidieron en un préstamo con grandes intereses a un inflexible usurero desconocido que enseguida se presento
ofreciendo sus servicios tan pronto marcharon los todoterrenos. El día de partida llego muy rápido. Jassin tenía entonces catorce años, pero el ser el mayor de cinco hermanos y la experiencia del taller, le aportaba una pequeña madurez, aunque no suficiente para enrolarse en tal aventura. La despedida de su familia fue más dura de lo que pensaba, su madre lloraba desconsolada y su padre contenido le abrazaba con fuerza intentándole transmitir fuerza y energía. Los hermanos no eran conscientes de la situación y Jassin en gran medida tampoco. Llegaron dos camiones al pueblo y los que iban a marchar montaron en la parte de atrás con una pequeña mochila en donde portaban todo lo que iban a llevar. Todas sus pertenencias y recuerdos en una diminuta mochila. Jassin era el único adolescente del abarrotado camión que iba recogiendo a más gente por pueblos cercanos. Llegaron a una casa de piedra en lo alto de un acantilado. Un espacio diáfano de treinta metros cuadrados donde les mandaron sentarse en el suelo. A cada uno le dieron un número en un papel que debían guardar y tener consigo. Les anunciaron que el mar estaba movido por lo que no podrían salir en esas circunstancias, tendrían que esperar a que se calmase.
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En la casa hacía mucho frio por las noches y la desconfianza entre unos u otros era palpable. Tres noches pasaron así, hasta que la llegada de más gente y una ligera pero confusa calma del mar provocó que les fueran llamando en orden por los números que les habían dado. En esos tres días tan sólo les dieron pan para comer. Al salir de la casa les decomisaron las mochilas porque ocupaban espacio en la barca. Iban con lo puesto, hacinados, sin poder mover un solo músculo. Salieron de noche, y lo que parecía un mar relativamente calmado, pronto se transformo en grandes olas y movimientos agitados de la barca. La práctica totalidad de las personas no sabían nadar y el que sabía, obviamente no para intentarlo en esas condiciones tan adversas. Pasaron la noche aterrorizados. El ruido del mar era espeluznante. Había mucho miedo. Nadie hablaba e intentaban agarrarse al de al lado para sujetarse. Más de alguno rezaba susurrando. Al amanecer, con el mar más calmado, tuvieron que cubrirse con una manta de color azul por miedo a ser vistos desde el aire. Después de un montón de horas, sin alimentos ni agua, divisaron con claridad la costa de España, entonces el motor se paro. Probablemente la gasolina estaba justamente medida y con las olas se abrían desviado de lo establecido. En ese momento y cuando todos se miraban asustados, la persona que llevaba la barca saltó al agua y comenzó a nadar
hacia la costa. Era el único dentro de la patera que llevaba chaleco salvavidas. Probablemente habría pagado algo más de dinero o se lo concedieron a cambio de manejar la patera. La tensión se apodero aún más de la barca. Se empezaron a oír gritos y a sentir movimientos bruscos que desestabilizaban el frágil equilibrio existente. Dos personas sacaron de sus bolsillos teléfonos móviles pero estaban tan empapados de agua que no funcionaban. La barca se empezaba a alejar de la costa, la corriente se lo llevaba mar adentro. Entonces Jassin sacó de entre sus ropas un móvil envuelto en un montón de bolsas de plástico. Cuando se despidió del dueño del taller, este le proporcionó el móvil advirtiéndole de los peligros de la patera e indicándole que lo envolviera lo máximo que pudiese en plásticos. Dentro de la agenda le grabó el número de la cruz roja de Andalucía. Muy nervioso Jassin consiguió comunicarse con salvamento marítimo y describiendo lo poco que veían de la costa consiguieron localizarlos con relativa rapidez Al ser menor jassin fue conducido a un centro de acogida para menores extranjeros no acompañados. Jassin hoy en día reconoce que no era verdaderamente consciente del riesgo que suponía el viaje, de la posibilidad real de morir ahogado, de la dureza que suponía separarse de sus padres, de sus hermanos, de sus amigos. Empezar una nueva vida en otro país, otra cultura, otras costumbres, siendo prácticamente un niño.
Objetivo 1: poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo Mikel Andrío Lejarza 10
No obstante, admite que era la única salida para la difícil situación de su familia y su única oportunidad, que lo volvería a intentar Jassin este año puede volver a su casa a visitar a su familia ya que tiene “papeles”. Aprovechó su estancia en el centro de menores para realizar un curso de fontanería y calefacción. En la empresa que realizó las practicas acabaron contratándolo por su carácter trabajador esforzado y constante.
dinero a sus padres y poder formar una familia en un futuro próximo. Jassin se pregunta muchas veces porqué para poder jugar a fútbol con calzado, para poder ducharse por las mañanas abriendo el grifo y no con cubos de agua, para poder comer tres veces al día, ha tenido que abandonar todo y a todos No comprende porque él ha tenido que
En la actualidad vive en un piso compartido y aspira a seguir trabajando como fontanero, poder seguir enviando
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Objetivo 2: poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible Mikel Andrío Lejarza
Cada día al despertarse, Kerttu lo primero que hacía era mirar al cielo. Y cada día se llevaba la misma decepción al comprobar que no había rastro de nubes. A lo sumo unos tímidos cirros que no presagiaban lluvia. Tras un momento de desolación y resignación, se ponía a la faena. No quedaba otra que intentar aguantar otro día y subsistir con las pocas reservas que le quedaban. Limpiaba las heces del ganado y estrujaba las ubres de las cabras intentando sacar hasta el último resquicio de leche para poder alimentar a la familia. La sequía era algo con lo que se debía convivir, no quedaba otra. Nacer en el cuerno de África conlleva una serie de dificultades graves y entre ellas, las prolongadas sequías. Algunas de dichas penurias eran inevitables, pero ¿la lluvia?; la lluvia era cosa de los dioses, decía Kerttu, y ni él ni nadie de su entorno habían hecho nada para ofenderlos de esta manera y que les castigasen sin mandarles agua del cielo. La tierra se resquebrajaba y las cosechas no crecían. Los animales famélicos tan sólo se preocupaban de mantenerse en pie y de espantar las innumerables moscas que se posaban por todas partes. Se podía contar cada una de las costillas de cada animal vivo, y aquellos que morían de hambre eran devorados por los buitres rápidamente.
Su ilusión por vivir era mínima, era una larga espera, una banal espera a que el cielo se encapotase, las nubes se cargaran de lluvia y los dioses la desprendieran con rabia sobre la aldea. Pero eso nunca ocurría. La alimentación era escasa y las fuerzas se agotaban; cada pequeña actividad requería un consumo de energía que Kerttu no poseía, por ello, lo de sentarse era más una necesidad que una elección. Pasaban las horas y poco sucedía, excepto que el sol se ponía en lo más alto al mediodía provocando un intenso calor, para lo que no había remedio con lo que mitigarlo; al atardecer, el mismo sol inundaba el cielo con unos preciosos colores rojizos intensos. Una bella estampa diaria que Kerttu no valoraba. La esperanza y la paciencia de Kerttu se fueron perdiendo poco a poco con el paso del tiempo. A los más jóvenes les contaba que hacía muchos años, cuando los dioses también se enojaron durante un largo periodo de tiempo, un buen día aparecieron “pájaros de metal” haciendo mucho ruido y soltando sacos de trigo y bidones grandes de agua. Tres días seguidos volaron los pájaros por encima de sus cabezas desprendiendo comida y agua, hasta que el cuarto día no aparecieron, ni el quinto… ni nunca más.
En cada saco proveniente del cielo ponía unas letras LIVE AID. Kerttu durante mucho Después de los quehaceres diarios y las tiempo copió, dibujando con un palo labores rutinarias, Kerttu por lo general largo, dichas letras en la tierra, esperando se sentaba a esperar. Esperar a nada. que los pájaros de metal regresaran. Esperar a que el tiempo pasase, a que varios se percató que con algo ocurriera, a que la suerte cambiara. Objetivo 1: poner fin a la pobreza en todasPasados sus formas endías todo el mundo
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ello no conseguía ningún efecto, rompió el palo con rabia y lo tiró con fuerza hacia el cielo. Los hijos de Kerttu que sobrevivieron al parto y no murieron en la niñez se marcharon jóvenes al norte de Etiopía donde abunda la vegetación y los ríos son caudalosos. No sabe nada de ellos. Confía en que hayan podido rehacer sus vidas, aunque sabe que los conflictos tribales de la zona son peligrosos y que no es fácil integrarse en un lugar proveniendo de otra tribu. Por otra parte, Sila, su mujer, enfermó hace unos años y prácticamente no se puede mover. Kerttu no la abandona, la cuida cada día y le provee del poco alimento que puede obtener, por lo que su ración de alimento diaria, cuando la hay, es insignificante. Poco a poco se iba sintiendo más débil. Ella le hizo prometer que cuando muriese la enterraría junto a sus padres y él le juró que al final de sus días descansarían el uno junto al otro. Un buen día, al despertarse y mirar al cielo como cada mañana, escuchó a lo lejos un ruido extraño y observó un montón de polvo que se levantaba del estrecho camino que los unía con la aldea más
próxima. A dicha aldea, antes de que su mujer enfermase, se desplazaba una vez al año para participar de un ritual. Un ritual mágico por el cual los adolescentes del lugar se convierten en “hombres de pleno derecho”. Tardaba casi un día entero en llegar hasta allí. El ruido cada vez se escuchaba mejor y pronto pudo divisar un coche, un cuatro por cuatro. Sabía lo que era un coche, pero nunca había visto uno antes. Hasta aquel lugar no llegaba nada ni nadie. ¿Para qué? Es un lugar olvidado para todos, desconocido. Ni siquiera los dioses se acuerdan que existe. Del coche se bajaron tres personas: un etíope de otro lugar que hablaba su dialecto, un joven de constitución atlética, cabello dorado y lentes en los ojos y una señora menudita, de pelo canoso, con camisa blanca y una cruz como colgante. Kerttu los recibió con la amabilidad y hospitalidad que le caracteriza invitándoles a entrar en su casa. Se sentaron y el intérprete tradujo las indicaciones del joven. Venían de Europa, lo cual para Kerttu no le decía mucho. Todo lo que estuviese fuera del valle le parecía igual de lejano, de otro mundo.
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Le hablaron de la sequía, de la posibilidad de ayudar a la región, de la necesidad de construir pozos, escuelas y hasta un hospital para la zona. Kerttu les dijo que lo más importante eran los pozos; sin agua no hay vida. No entendía por qué venían de tan lejos para hacer algo por ellos a cambio de nada. No obstante, la ilusión inundó a cada habitante de la región. Enseguida empezaron las obras y comenzaron a hacer pruebas en busca de agua subterránea. No era fácil dar con ella. Tras meses desde el comienzo, por fin en una excavación comprobaron que había filtraciones de agua. Construyeron un gran pozo que durante año y medio abasteció de agua la región. Las personas tenían que recorrer kilómetros con los bidones y
cántaros de agua en la cabeza, pero por fin podían soñar, podían vivir. Después de año y medio, el pozo se empezó a secar y comenzaron las arduas labores de buscar más agua subterránea en algún otro lugar. La ilusión era muy grande y las expectativas, muy altas. Pero un buen día, el joven atlético de pelo dorado, junto con el intérprete, convocó a las personas de la región para comunicarles que lo sentían de todo corazón, pero no podían continuar con el proyecto. La entidad que les respaldaba se financiaba principalmente de aportaciones particulares y éstas habían descendido bruscamente por una crisis económica en Europa. Al intérprete
Objetivo 2: poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible Mikel Andrío Lejarza 14
se le notaba incómodo teniendo que explicarles lo que era una crisis económica; más bien era vergüenza lo que sentía teniendo que trasladar lo que entendían en Europa por crisis económica ante personas que nacieron con nada y morirían con nada. Al hombre fortachón y atlético se le veía apesadumbrado viendo la reacción de aquellas personas; se palpaba que aunque eran foráneos lo sentían, transmitían sinceridad en sus palabras y en sus gestos, pero al final recogieron sus cosas y en un par de días se marcharon. Prometieron regresar tan pronto como
volviesen a recibir subvenciones suficientes. El segundo pozo quedó sin hacer y la escuelita y el hospital, en esbozos dibujados en planos. Kerttu divisó cómo se marchaban, cómo se alejaban por el estrecho camino, levantando polvo. Entonces se sentó en su lugar de costumbre y se acordó de los pájaros de metal que pasaron unos días por encima de sus cabezas generando optimismo e ilusión, pero que nunca más volvieron; porque esta región siempre ha estado castigada, siempre ha estado en el olvido… para todos… incluso para los dioses.
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Objetivo 3: garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades Sara Solana
Un mes en Togo Como muchas de mis contemporáneas del Primer Mundo, yo era una niña que creció sin preocupaciones y ajena a las injusticias que se producían cada día a mi alrededor. Sin embargo y desde temprana edad, empecé a desarrollar un sentimiento, inherente e inevitable, probablemente transmitido en herencia de mis abuelos, mis mayores referentes, de ayudar y acompañar a los más desfavorecidos. Ese sentimiento fue adoptando diferentes formas a lo largo de mi vida, desde mis primeros voluntariados en la Cruz Roja, trabajando con niños con necesidades especiales, de los que aprendí mucho más de lo que jamás podría imaginar, hasta poco después, cuando empecé la carrera de Medicina, y tres años más tarde, me embarqué junto con unos compañeros en mi primera experiencia de voluntariado internacional, colaborando con las hermanas de la Consolación en un pequeño país de África Occidental llamado Togo.
daban cursos de formación a mujeres, se atendían partos y seguimiento del embarazo y se pasaba consulta habitual por un médico de familia. Una de las cosas que llaman mucho la atención cuando uno viaja por primera vez a algún país africano es que, cuando llega el anochecer, las aldeas quedan sumidas en la más absoluta oscuridad. El alumbrado de las calles es inexistente y dentro de las casas, son pocas las familias que pueden permitirse el caro acceso a la electricidad. Recuerdo a los niños arrimados a las farolas del centro social, aprovechando la poca luz que emanaba de ellas para poder hacer sus deberes. En cuanto a nosotros, por aquel entonces éramos tres “proyectos de médico”, teníamos la formación justa para poder ayudar en el centro, pero traíamos las maletas cargadas de ilusión y ganas de colaborar en lo que hiciera falta.
Por las mañanas, nuestras tareas consistían en organizar la consulta de una dentista española que venía para hacer la campaña anual en la aldea, también clasificar a los pacientes que llegaban Las hermanas regían un centro médicoal centro médico según su grado de social que había sido construido de urgencia, algo que en principio para un cero por esta orden hacía 20 años y estudiante de medicina podría parecer todo el personal (médicos, enfermeros, fácil; el problema era que la mayoría profesores...) era local. La actividad en de nuestros pacientes solo hablaban en aquel lugar era incesable: comenzaba Ewé, la lengua local, lo cual daba lugar a al amanecer, con la oración matinal y situaciones, cuanto menos, cómicas. Eso sí, continuaba hasta después de haberse la barrera lingüística no nos impidió recibir puesto el sol. Este centro era, literalmente, el calor, la hospitalidad y la ternura de el eje sociosanitario de esta pequeña nuestroselpacientes africanos, y es que no aldea: tan pronto se impartían clases de Objetivo 3: garantizar una vida sana y promover bienestar para todos en todas hay idioma más universal que una sonrisa. refuerzo y gimnasia a los niños, como se las edades
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Y cuando uno viaja fuera de su país, es inevitable hacer comparaciones… Recuerdo ver a pacientes esperando durante horas para ver a su médico o para ser atendidos por la dentista, muchos de ellos habiendo recorrido a pie unos cuantos kilómetros para llegar, pero nunca vi malas caras, ni quejas, sino todo lo contrario, todo era siempre comprensión y agradecimiento. Empecé a pensar en todas las veces que me había enfadado por tener que esperar más de x minutos para ser atendida en el médico… y de lo fácil que sería darle la vuelta a la tortilla y empezar a ver las cosas con ese “filtro africano” siempre tan lleno de color. Por las tardes, volvíamos al centro para continuar con las clases de refuerzo de inglés. Esta fue probablemente una de mis partes favoritas de toda nuestra estancia allí. Teníamos alrededor de 20 alumnos, de 10-12 años; era aparentemente una edad conflictiva, pero me volvió a sorprender la gran madurez que tenían y sus ganas de aprender. El día acababa siempre de la misma forma: mientras el sol se ponía, se escuchaba el eco de las oraciones
correspondientes a las tres religiones que convivían en la aldea: cristiana, musulmana y animista, creando un escenario único. Los días iban pasando y cuando nos quisimos dar cuenta, teníamos las maletas hechas y nos estábamos despidiendo con las mejillas llenas de lágrimas. África se quedó con un pedazo de nosotros y algún día volveremos a por él. Nosotros intentamos atrapar un poco de su esencia, de la bondad, generosidad y la resiliencia de los togoleses. Fue un mes muy intenso, que sin duda marcó un antes y un después y me reafirmó en la idea de que el voluntariado siempre va a formar parte de mi vida y a día de hoy sigo pensando que fue una de las mejores decisiones que he tomado.
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Objetivo 4: garantizar una educación inclusiva y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos M. Eugènia Bailach
SOLOS Se habían quedado solos. Hijos de una pareja con problemas, arrastrada por la fatalidad hasta un brutal accidente que les quitó la vida. Se habían quedado solos. Paulina de cuatro años y David de ocho años, un niño alegre y vital que adoraba a su madre pero no tanto a su padre, más bien al contrario. Hacía un mes que habían entrado en una casa de acogida para niños huérfanos de un barrio de México DF. Allí había gente a su alrededor que atendía sus necesidades más urgentes de supervivencia, y otros niños como ellos con historias parecidas, que peleaban para llamar la atención de los cuidadores y ganarse un respeto del resto de los internos.
A él no se le ocurrían tantas historias interesantes y divertidas como a su madre y necesitaba encontrarlas. Sabía leer poco. Durante su infancia escasamente acudía a la escuela. Ahora en el orfanato asistía a clases, pero su retraso se hacía evidente. Se esforzaba, pero no era suficiente. Al cabo de unos meses llegó María al orfanato. Venía todas las tardes, con un grupo de jóvenes a los que llamaban voluntarios. Era bajita, muy delgada, con el pelo moreno y muy corto. Parecía tímida. Los juegos con mucha actividad física no le gustaban demasiado. Se cansaba y enseguida empezaba a toser
David se sentía triste y vacío. Por la noche, cuando se iba a dormir, echaba de menos las historias maravillosas que le contaba su madre y que le ayudaban a escapar de la cruda realidad en la que vivía. En esos momentos era feliz. Piratas, dragones, caballeros y futbolistas se agolpaban en su mente recordando aquellos relatos. En una habitación, alejada de la suya, dormía Paulina con el resto de las niñas. Agarrada a su muñeca de trapo, Angelita, que tenía ya el cabello húmedo y desteñido por las lágrimas derramadas sobre ella. y por eso algunos de sus compañeros Pocas semanas habían transcurrido le hacían bromas. Un día, María estaba desde la muerte de sus padres, pero sentada en la escalera esperando que David pensó que la manera de volver a los niños llegaran. Con un libro en las ser feliz, tanto él como su hermana, sería manos, David la vio y se acercó a ella. Le conociendo nuevas historias y podérselas pidió que le leyera en voz todos alta la en página Objetivo 3: garantizar una vida sana y promover el bienestar para todas contar a Paulina, pero ¿cómo lo haría? abierta. Enseguida conectaron. A partir las edades
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de aquella tarde y mientras el resto de los niños jugaban ruidosos, María reforzaba la técnica de lectura de David y también de algunas asignaturas que más le costaba seguir en clase. Al cabo de poco tiempo, David devoraba los libros de cuentos que se acumulaban en la pequeña biblioteca del centro. Allí, encerrado y solo, se sentía tranquilo y seguro. No se olvidó de su hermana. Su esfuerzo también lo hacía por ella. Muchas tardes, poco antes de cenar, David le leía bonitas historias a Paulina y le pedía que las recordara antes de quedarse dormida. De esta forma, el sueño venía a ella dulcemente y las lágrimas fueron poco a poco, desapareciendo. Fue una suerte para el
pelo de Angelita, que en esos días ya casi no tenía color. El empeño de David por aprender dio sus frutos. Tanto él como Paulina destacaban en clase y tuvieron la oportunidad de participar en algunos concursos literarios, organizados por centros de acogida, que les permitieron vivir momentos de ilusión y obtener pequeñas recompensas vivenciales. Ahora, cuando hace ya veinte años que se quedaron solos, y después de una infancia y juventud nada fácil, viven juntos en un pequeño apartamento gracias al sueldo que tanto uno como otro consiguen en sus trabajos. No son los mejores trabajos, ni tampoco los definitivos, pero sí mucho más que lo que han podido conseguir los compañeros que cada tarde jugaban, de forma ruidosa, en el patio del orfanato. Cada noche, antes de dormir, David cierra los ojos y recuerda aquella voz clara de su madre contándole historias, y, sobre todo, los ojos negros de María detrás de sus gafas con su dulce sonrisa que durante dos años, muchas tardes, le ayudó a conseguir su sueño, construir historias que les hicieran felices, tanto a él como a su hermana.
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CORRESPONSALES
EUROPA: Alemania, Andorra, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Croacia, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Malta, Montenegro, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rumanía, Rusia, Serbia, Suecia, Suiza, Ucrania. AMÉRICA: Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, EE.UU., El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay, Venezuela. ORIENTE MEDIO Y ÁFRICA: Angola, Arabia Saudita, Argelia, EAU, Egipto, Israel, Jordania, Kenia, Kuwait, Libano, Mauricio, Marruecos, Nigeria, Sudáfrica, Túnez, Turquía, Uganda. ASIAPACÍFICO: Australia, Bangladesh, China, Corea del Sur, India, Indonesia, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Pakistán, Singapur, Tailandia, Vietnam.
A CORUÑA lcg@auren.es +34 981 908 229
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