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RODRIGO CUEVAS. AL CALOR DE LA ZARZUELA.

Nacido en Oviedo, Rodrigo Cuevas es un músico y artista multidisciplinar fascinado por la belleza de la tradición folclórica. Rodrigo agita el acervo cultural de los pueblos con ritmos electrónicos y propone visuales que mezclan los grises de su tierra con los vivos colores de los festejos más castizos. Su espectáculo ‘Barbián’ es ejemplo de la flexibilidad de la esencia popular y de las infinitas posibilidades artísticas de nuestra herencia en sus manos.

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‘Barbián’ es un espectáculo en el que podemos ver muchas formas de arte, desde poesía, música, performance, vestuario... ¿cómo lo defines? Nos gusta definirlo como ‘zarzuela-cabaret’ porque el repertorio está basado en trozos de zarzuelas -algunas más conocidas y otras menos-, pero el formato es muy cabaretero. No es el clásico formato de zarzuela con su escenografía y sus diálogos, sino que hay mucha interacción con el público. Extrajímos números musicales de zarzuela y los intercalamos con una dramaturgia nueva que los enlaza. Lo presentas en el Museo Guggenheim. ¿Qué significa para ti actuar en el contexto de un museo? Me parece muy bien que los museos se abran tanto a artes musicales como escénicas. Creo que son espacios que muchas veces se prestan a ello y esto hace que podamos interaccionar con las distintas artes. Muchas veces, y sobre todo en la música, estamos alejados de las otras artes, y yo que soy aficionado tanto al teatro como a la pintura, la escultura, la instalación o la performance, sí que siento que me gusta estar en contacto con las otras artes y que los museos son un lugar muy bueno para esto.

¿Crees que tu carrera hace en cierto modo las veces de conservación y preservación de la cultura como podría hacer un museo? Claro, sí es verdad que los que trabajamos con la música tradicional tenemos esa vocación de conservación, de análisis y de clasificación que podría ser parecida a la del trabajo de un museo.

Has llegado a hablar de tu música con el término Sexyfolk ¿Cómo integras la sensualidad en tu música? Para la parte más sensual me baso en las cupletistas y las folclóricas del siglo XX, que me encantan. También intento romper con lo que nosotros esperamos de ellas al hacerlo desde la figura de un hombre, con todas esas disrupciones que ocurren cuando trastocamos el género. No es que lo haga yo solo, vamos, que lo llevan haciendo las travestis desde hace ciento cincuenta años, pero sí, yo utilizo esa parte más sexual que tenían en ellas.

Si te ofrecieran pasar un mes en un lugar y tiempo concretos de la historia de España, ¿cuál elegirías? Pues mira, yo creo que me encantaría conocer el mismo sitio donde vivo o el pueblo de mi abuela. ¡Sí! En el pueblo de mi abuela en 1980.

¿Crees que es justo hacer revisionismo histórico de la cultura? Creo que los que trabajamos con la música tradicional hacemos revisionismo histórico constantemente, porque evidentemente hay una parte de la tradición que no tiene sentido utilizarla ahora, o al menos utilizarla como se utilizaba antes. Por ejemplo, todo el Romancero español es muy machista, pero al nivel talibán de apedrear a las mujeres adulteras. Entonces, ¿qué sentido tiene cantar ahora algo así? Es cierto que tiene un valor literario, porque son historias que sabemos que están en la tradición oral por lo menos desde hace 500 años. Las mismas que se cantaban aquí las cantaban los judíos sefardíes que se fueron de la península en 1492. Ese valor literario es real, tanto por su antigüedad como por la manera en la que han sido transmitidas de forma oral, generación tras generación, sin haber sido escritas. Son un tesoro histórico literario que tenemos, pero, ¿tiene realmente algún valor artístico para subirlo a un escenario? Pues para mí ahora mismo no, o por lo menos hacerlo sin contextualización. Ahora mismo presentarlas en un contexto puramente histórico sería difícil de malinterpretar, puesto que no creo que nadie hoy en día en España defienda una lapidación. Es quizás cuando se habla de cosas que aún sentimos cercanas o sobre cosas no superadas, que parece que los temas pueden reabrirse otra vez, y esto puede resultar un tema delicado. Tanto tú como otros artistas que estáis recuperando y actualizando las tradiciones con su arte actuáis como un puente entre generaciones. ¿Cuál es ese testigo que sientes que tú personalmente estás llevando de un lado a otro, de la tradición a la actualidad? Siento que toda esta generación está tendiendo muchos puentes entre la generación de nuestros abuelos y las que puedan venir en el futuro. En las generaciones de nuestros padres siempre hubo gente que trabajó con el folclore, pero fue una generación que quizás renegó mucho de ello. Sin embargo, a la generación que está viniendo justo detrás de la mía, la de los que ahora tienen veintitantos, les encanta el folclore. Es todo lo contrario de lo que pasa con nuestros padres. En mi generación intentamos rebuscar en la herencia a través de nuestros abuelos, pero la que viene detrás ya asume la tradición del folclore como propia. En esta generación mucha más gente canta y baila, incluso de una forma más natural. Viven el folclore de una forma mucho más parecida a la que vivían nuestros abuelos. Texto de Janire Goikoetxea. Fotografía de Estudio Perplejo.

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Entrevista realizada por teléfono el 11 de enero.

PÁJARO. REMONTANDO EL VUELO.

Tras unos problemas de salud serios, que le obligaron a cancelar varios conciertos, Pájaro vuelve con su banda a la carretera, el hábitat natural de un artista que también es noticia por la publicación del libro de Alfred Crespo 'De Santa Leone al Gran Poder', donde se repasa la vida y la obra del genial músico sevillano.

Para empezar, ¿qué tal estás de tus problemas de salud? Justo cuando empezamos a grabar el primer tema del nuevo disco se me empezó a hinchar la pierna y no le dimos mucha importancia. Ahora va mejor, pero lo malo es el tratamiento, la medicación te jode los dedos y no puedes darte golpes fuertes, pero bueno… sarna con gusto no pica. Ha sido un antes y un después, y me ha hecho cambiar muchas cosas, dejar de fumar y cortar un poquito “las chuches” y las cosas que, normalmente, usamos los músicos (risas).

¿Cómo surge la idea de 'De Santa Leone al Gran Poder', el libro que ha hecho Alfred Crespo sobre tu figura? Pues esto es una idea que se le ocurrió a Coco (Alfred Crespo), que quería contar la historia de Pájaro como persona, pero también como banda. Es un libro biográfico, pero también contamos cómo hicimos las canciones de los tres discos, así que ahí está el desparpajo y la poca vergüenza que tenemos, pero al mismo tiempo, la pasión por la música que, realmente, es lo que nos mueve.

¿Marca crecer en un barrio como Alcosa? Yo llegué a un barrio que se acababa de construir y al que llamábamos “el más allá” porque estaba totalmente fuera de la ciudad; y el otro día pensaba en cómo ha cambiado y en lo mayor que estaba el barrio, y luego me miré al espejo y pensé “si está como yo” (risas)… estamos envejeciendo juntos. Todo eso tiene mucho que ver con lo que luego hago en la vida y en la música.

Esa necesidad de estar con gente siempre es algo muy sevillano, ¿no? Es que también tenemos un clima que te ayuda a no estar en casa, hacemos la vida en la calle; yo me levanto por la mañana, voy a hacer las compras, y antes de ir a casa, me paro en el bar a hablar con los “puretas” sobre el Betis o sobre cualquier cosa… lo peor es ver cómo la gente va envejeciendo y muriendo, pero eso también es parte de la vida.

En el libro hablas sin tapujos y con una sinceridad sorprendente de asuntos escabrosos como tu relación con las drogas… ¡Claro! ¿A estas alturas de la vida qué vas a decir? Pues la verdad, lo que tú eres y cómo has podido sobrevivir a todas las cosas que han pasado. Las cuento sin pudor también de una forma reivindicativa y para denunciar cómo entraron las drogas en nuestro país al morir el fascista, y acabaron con toda una generación, porque contando, yo habré perdido por ello unos 50 ó 60 amigos. No hay que guardarse nada porque además, si no, lo va a contar otro y es mejor que tus hijos se enteren de las cosas por ti. Al final, somos seres humanos, con nuestras virtudes y nuestros defectos, y todo eso también forma parte de tu vida y tu personalidad.

Hablemos ahora de Raúl Fernández, otro de los grandes protagonistas del libro y de tu vida. ¿Habría sido posible este proyecto de Pájaro sin él? No, en absoluto, Raúl es la voz, el temple, la inteligencia y el trabajo. Sin él, esto habría sido muy difícil, porque mi forma de hacer las canciones no es normal: yo llego con una melodía cantada en vikingo, con un punto muy anárquico y viene Raúl y me dice: “Esto es una maravilla, pero vamos a poner esto aquí, eso allí…”, aparte de cómo toca el tío, que es una maravilla y podía estar como guitarrista solista donde le diera la gana. Es como un hermano para mí, porque me cuida y además, es muy bueno tener a tu lado alguien que te diga que la estás cagando. Raúl y yo somos como una pareja, con nuestros momentos buenos y no tan buenos, pero ya quisiera la guardia civil tener una pareja como la que hacemos nosotros (risas).

¿Te arrepientes de no haber sido más disciplinado a la hora de hacer música? Siempre hay que tener un poco de disciplina para tocar un instrumento, así que algo he tenido, pero no me arrepiento de nada, porque tampoco serviría para nada. Mi padre me metió en el conservatorio con 9 años y salí con 10, porque estudiar solfeo y todo eso no era para mí, yo aprendía a tocar las canciones de oído, así que pensé que, para estar dos años más allí, prefería estar escuchando los discos de Jimmy Hendrix en casa. Hay muchos músicos, sobre todos los flamencos, que tocan lo que les da la gana, que no saben ni que nota están tocando, pero suena de maravilla.

¿Y cómo ves el panorama musical después de la pandemia? Lo que veo es que hay gente con muchísimo talento, que luego lo desperdician haciendo grupos tributo, algo que me parece un error, porque para que la música evolucione, hay que seguir investigando, y si haces algo que ya ha hecho otro, eso no sirve de nada. Por suerte, también hay gente con una cultura musical enorme, haciendo cosas maravillosas, como Derby Motoreta´s Burrito Kachimba, o Los Fusiles aquí en Sevilla. Veo futuro en la música, lo malo es que no veo tanto futuro en el mundo y en el planeta. Todo se está yendo a la mierda, pero bueno… tenemos música, que es la mejor aspirina porque, al igual que todas las artes, vale para todo.

¿Ya tenéis ganas de volver a la carretera? Muchísimas. El 1 de noviembre me dio el rollo este y tuvimos que suspender los bolos, así que ahora estoy como un niño chico el primer día de cole; además, te diré que tocar en Euskadi es muy especial para mí, porque la gente valora mucho el arte y lo que hacemos, y tengo muy buenos amigos allí. Cada vez que volvemos, lo hacemos con pena, porque nos gustaría estar más tiempo allí.

¿En qué formato te sientes más cómodo?

¿En dúo con Raúl o con toda la banda? Son cosas muy diferentes. Con la banda todo tiene que estar muy medido, porque somos seis tíos ahí arriba, y la improvisación tiene que ser muy buena y más sutil. Con Raúl nos explayamos mucho más con las guitarras porque nos conocemos perfectamente. La verdad es que me lo paso muy bien en cualquiera de los dos formatos… ¡pero es que tengo una bandaza que manda cojones! Lo mejor es que, poco a poco, estamos consiguiendo que se nos reconozca y se nos respete. Yo me estoy cuidando todo lo que puedo porque todavía hay mucho que hacer, hemos hecho tres discos, pero la obra no está terminada. Ya estamos con cosas nuevas, y con eso soy muy exigente, me cuesta mucho hacer canciones, y para mí esta es una nueva etapa, porque repetir es de cobardes. Ahora mismo estamos muy ilusionados y espero estar a la altura porque, realmente, el problema no es la trombosis, sino el tratamiento, pero una vez en el escenario, si te sangran los dedos, mejor van a salir las fotos. Esas heridas se curan, pero las de no subir al escenario son más difíciles de cerrar. Texto de Sergio Iglesias. Fotografía de Juan Pérez Fajardo.

Pájaro estará el 18 febrero en Helldorado de VitoriaGasteiz y el 19 febrero en San Mamés.

Andrés Herrera, “Pájaro” es historia viva del rock sevillano, donde formó parte de Brigada Ligera y, sobre todo, de la banda del mítico Silvio, verdadero icono de la capital del Guadalquivir. Aparte de esto, Andrés también ha colaborado con Kiko Veneno, Pata Negra y los Triana del fallecido “Tele”, donde coincidió con Raúl Fernández. Un encuentro que fue fundamental para el futuro musical del músico sevillano, ya que juntos formaron la estructura de una banda que debutaba discográficamente en 2012 con 'Santa Leone', al que seguirían 'He matado al ángel' y 'Gran Poder', donde Pájaro saca su vena más surf, western y melódica en tres trabajos sobresalientes. Con el nuevo año, ha llegado a nuestras librerías 'De Santa Leone al Gran Poder', libro escrito por el periodista Alfred Crespo en el que se repasa la vida y la obra del genial músico sevillano, que también ha sido noticia porque, tras un tiempo en el “banquillo” a causa de unos problemas de salud, vuelve a la carretera con su banda.

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