EL EXTRAÑO EXTRATERRESTRE Llegó un día de abril, cuando el clima cambia y empiezan a desprenderse las ropas de otoño. Era un extraterrestre muy extraño, y los acontecimientos posteriores así lo confirmarían. Como no sabía nada del comportamiento humano decidió ir por libre en la vida y aprender sobre la marcha como debía hacer las cosas. Como su aspecto era muy raro decidió adoptar una forma más común. Adoptó la forma de niño, y vio que el futbol era el pasatiempo favorito de los niños de su edad. Debía escoger un equipo y, cómo no, empezó a equivocarse cuando escogió el equipo del Barcelona, o del Barça como lo llamaban aquellos niños a los que emulaba. Tanto se equivocó que el día de su comunión en lugar de ir vestido de “niño de primera comunión” decidió vestirse de su equipo de futbol, con lo que empezó a acostumbrarse a hacer el ridículo de forma natural. No en vano la familia en la que se introdujo como humano era la idónea para que sus “rarezas” pasaran desapercibidas. La hija de aquella familia, a partir de ahora su hermana o Rosita como la llamaban cariñosamente, fue capaz de hacer que nadie se fijara en “el niño de primea comunión vestido del Barça” al ponerse a bailar eufórica y ridículamente, con lo cual en aquella ocasión nadie pensó que aquel niño no fuera normal. Como niño, el extraterrestre aprendió a amar a su balón de reglamento, que todos los niños decían que era de la cárcel, lo que le daba un valor añadido, lo mismo que tener un tío policía o boxeador. Así, el día que su querido balón fue a parar al río, no dudó en tirarse y nadar a por él cual tarzán para ponerlo a salvo y quedar como un héroe o volver a hacer el ridículo, según se mire. Pero esta no fue la única vez que se jugó el tipo e hizo el ridículo por su balón, en otra ocasión se le embarcó en un pino de “la glorieta”. Ni corto ni perezoso, gateó por el pino hasta coger su balón que dando atrapado al metérsele una pierna entre dos ramas. Pasaron varias horas hasta que pudieron rescatarlo con ayuda de los bomberos y su padre pudo llevárselo a casa. De esta forma sus padres humanos que lo habían acogido en su familia vieron que el extraterrestre les daría muchos quebraderos de cabeza, además de ocasionarles cuantiosos gastos, como cuando un día en la playa descubrieron que el extraterrestre no había adoptado la forma de un niño cualquiera, sino la de un niño cegato, ya que no era capaz de ver las hormiguitas. A él esto le serviría para poder hacer el ridículo muchas veces y tener una excusa para ello. Su falta de visión era complementada con la falta de vista (que no es lo mismo) y agudeza auditiva. Esto quedó patente cuando un “guarda forestal” le pidió el permiso de acampada. Este agente tenía un pequeño defecto en la
dicción que hacía que en lugar de “guarda” este hombre dijera “gualda”. La falta de vista del extraterrestre hizo que ,al creer que el “gualda” se había marchado , se cachondeara del hombre. Cuando el “gualda” le dice que lo va a poner de patitas en la calle, el extraterrestre se vuelve de pronto sordo. Y recupera la audición cuando un amigo suyo pide disculpas al “gualda” y de que forma, ya que oye lo que susurran en la tienda de campaña colindante. Que cabrón puede llegar a ser un extraterrestre cuando aprende a jugar con las minusvalías humanas. El ser cegato le sirve para hacer el ridículo una y otra vez, como cuando decide ducharse en una ducha comunitaria junto al maromo que tiene la tranca como un demonio, mientras que él tiene la churrilla encogida de la piscina, que casi no se le ve. Como él está cegato y no ve la tranca del notas, pues no le importa. Como hemos dicho antes, se acostumbró a hacer el ridículo de forma habitual y no siempre es atribuible a ser cegato. En una ocasión cerró el coche en pleno invierno estando las llaves puestas y el coche en marcha y la calefacción puesta, después de un “kiki” y teniendo que llamar a su hermana en plena noche para que le llevara las llaves de repuesto. En otra ocasión casi crea un conflicto internacional al dejarse olvidado el ordenador portátil en un aeropuerto americano después del 11S. Se ve que en la familia de acogida en este planeta fue aprendiendo a comportarse de forma extraña.”Los osuna” que es como se llama esta familia no son nada convencionales y además el extraterrestre que parece que está medio hecho, pues se juntan el hambre con las ganas de comer.
Claro, que cuando de niño te para la guardia civil confundiéndote con el GRAPO, o te montan gratis al abuelito en el autobús y te lo pierden por Córdoba, o tu tío tira el móvil por la ventanilla del coche para que no lo pille la guardia civil, pues te quedas marcado de por vida. Además de la capacidad para hacer el ridículo, este extraño ser también poseía la capacidad de ser políglota, con lo cual no le fue difícil ganarse la vida en los estados unidos de Norteamérica. Sus dotes las demostraba con soltura cada vez que se iba con sus amigos de acampada. Por ejemplo tenía un acento tela de currao cuando en la entrada de un camping el guarda (que no gualda) con ojos de cachito de mar le preguntaba a donde iban y el le contestaba: “Aaaaaaaaaaaaaaaammmmmmmmmmmmmmmmmm………………
………………………………”. De nuevo haciendo el ridículo, vamos. En cuanto al idioma, también demostró sus cualidades en una ocasión en la que trataba de entablar conversación con un empleado del metro de Nueva York al que no entendía ni papa y le echó en la ventanilla el dinero en lugar de lo que le indicaba el funcionario en cuestión. Tampoco le sirvió de mucho el idioma que “dominaba” en una ocasión en la que viajando en bus un negrata le dio una indicación y el veía que se dirigía al temido barrio neoyorquino del Bronx sin poder evitar cagarse encima como de costumbre. Todos sus amigos se acostumbraron a que en la familia “Osuna” tuvieran tantas anécdotas como un barrio entero. No se asombraban nada cuando este ser, o su hermana dijeran:”A que no sabes lo que me ha pasado…”. Su sobrino Andrea (niño con nombre de niña, pero que íbamos a esperar de esta familia…) asumió tranquilamente que al ser un “Osuna” la vida le depararía un sinfín de aventuras reservadas solo a unos pocos. El sino de este extraño ser era pasar por esta vida dejando una huella imborrable en todos los que afortunadamente llegamos a conocerlo y compartimos tantas y tantas aventuras. Aventura como la que queda pendiente este año hasta que pueda darle “un abrazo
de los míos” marranos”
y decirle al oído que “treinta y cinco