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Negocios que Impactan Vidas

Colombia está en proceso de redescubrir su gastronomía desde hace poco menos de dos décadas. A este despertar han aportado, en el Valle del Cauca, restauradoras como Martha Jaramillo y Vicky Acosta, propietarias de los restaurantes Ringlete y Platillos Voladores. Hace 15 años ambas coincidieron, de manera independiente, en montar conceptos de negocio que les permitieran compartir sus experiencias gastronómicas.

Un día, Martha lo dejó todo para cocinar, y así nació Ringlete, como ella asegura, con el propósito de honrar a sus ancestros. “El que no sabe de dónde viene, no sabe para dónde va. Vengo de una familia de educadores y desde el principio me planteé la necesidad de enseñar a otros, de dejar una huella. Si hay plata, pero no hay huella, no hacemos nada”, afirma.

Para entonces, nadie quería hacer cocina colombiana, al menos no entre los nuevos restauradores de la región. Sin embargo, lo que parecía una utopía impulsó a Martha a romper esquemas. Sus amigos de toda la vida, esos a quienes llamaba por el nombre desde niña, cuando su padre la llevaba a mercar a la Galería Alameda, pasaron a ser sus proveedores. Con ellos y un equipo comprometido de colaboradores empezó a materializar su sueño.

En Ringlete hay un lugar privilegiado para esa segunda familia sin la cual no existiría el proyecto. “Muchos en lo primero que piensan es en

los números del negocio, y no arrancan a trabajar por el capital humano, que debe ser motivado desde lo salarial y lo emocional. El que se siente valorado, valora”, señala Jaramillo.

La historia de Vicky es algo diferente. Luego de participar en la creación de cuatro negocios gastronómicos y haberse prometido nunca más montar uno, abrió una tienda de alimentos que eventualmente se convirtió en Platillos Voladores.

“Empezó como tienda donde se dictaban clases de cocina, pero tras dos meses de estar funcionando la gente empezaba a pedir servicio. El mismo sitio quiso ser restaurante”, relata. Acosta decidió trasladar las recetas de su madre a la carta. Un año después conoció a Maura de Caldas y se enamoró de la cocina del Pacífico, la cual paulatinamente también fue añadiendo al menú.

“Cuando uno es curioso, no se estanca. Siempre hay más cosas por investigar, descubrimientos por hacer, personas por conocer y conocimientos por aprender”, dice esta embajadora del sabor del Pacífico colombiano, que en tantas latitudes lo ha representado.

Conectando propósitos

La labor social y ambiental de Martha Jaramillo y Vicky Acosta también las ha hecho reconocidas en el sector restaurador. Su sensibilidad a estos aspectos las ha llevado a impactar

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