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Horticultura VENTOSA de PISUERGA
Antonio Mur y su familia son muy queridos en Pozuelo, pero empecemos por el principio. Antonio Mur comenzó a trabajar a la edad de 14 años como aprendiz de peletería en la calle del Carmen de Madrid. Con 18 años se sacó el permiso de conducir y se fue a trabajar a un vivero en Brunete repartiendo, por las floristerías de la capital, plantas de interior. Después de casi 20 años en la empresa decidió ir por su cuenta y, por medio de unos amigos que tenían una finca cerca de los almacenes Gayo en Pozuelo, por la Vereda Urraca, al lado de la antigua carretera a Majadahonda, les alquiló el terreno e instaló su primer invernadero.
Al ser un lugar de poco tránsito, decidió cambiarse a la actual ubicación, en la carretera de Pozuelo a Boadilla km. 0,800, alquilándole a Juan Granizo, amigo y vecino de la localidad, unos terrenos más grandes en los que ampliar su negocio. “No veas la que lié para construir todo el vivero, todo lo he hecho yo con mis propias manos. Muchas veces lo pienso y digo “madre mía y de mi corazón, lo que hemos podido currar”, recuerda Antonio. Y es que Antonio y su mujer Mª Luz, que lleva con él toda la vida, han estado codo con codo trabajando en su negocio, en el que ahora también están sus dos hijos, Luis y Luz. Florinter, que así se llamaba el vivero en sus inicios, se fue ampliando. Antonio alquiló parte del terreno que había al otro lado de la rotonda, lo allanó e instaló más invernaderos. Algunos años después, el dueño del terreno quiso recuperarlo y lo que hizo Antonio fue llevarse todo lo que tenía a Palencia, más concretamente al pueblo de su mujer, Ventosa de Pisuerga, donde compró otra finca grande para cultivar allí todas las plantas de temporada que luego trae a Pozuelo para vender. El negocio era próspero por todos los chalets en la zona que se empezaban a construir como la urbanización de Monteclaro, pero además, recuerda Antonio que, “los parques del Ayuntamiento de Pozuelo, los he hecho todos: la Fuente de la Salud o el parque de Somosaguas en Húmera, ese le hicimos entero, fueron 150 hectáreas, de hecho compré dos mini excavadoras para hacer todos los hoyos”.
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A los dos años de instalarse en los terrenos al lado de la rotonda de la carretera de Pozuelo a Boadilla, amplió el negocio comprando un terreno en Pozuelo Estación de la manera más casual. “Hubo un año, en el mes de mayo, que pedimos permiso al Ayuntamiento de Pozuelo para poner una exposición de plantas justo donde está el actual centro de mayores Prados de Torrejón que en esos años no existía, sólo había una fuente para lavar. Contraté a un policía para que se que- dara por las noches y uno de los días vi que había un cartel justo enfrente que ponía ‘se vende’” nos cuenta Antonio. Mª Luz, su mujer, que también recuerda ese día añade que “pedimos permiso para 15 días, pero al final nos quedamos un mes porque la gente no nos dejaba marchar. Ese día venía de recoger a los niños para rematar la tarde, hacía muy buen tiempo. Al lado de una acacia estaba el cartel de “se vende”. Mi marido me dijo “Mª Luz, ¿qué te parece si compramos este terreno y montamos ahí un vivero?”. Yo, como veía el jaleillo y me gustaba, no me lo pensé y así empecé. Va a hacer 39 años este mes de marzo que estoy aquí detrás de este mostrador y muy feliz”, nos dice Mª Luz con una gran sonrisa que se le ilumina la cara.
A la mujer de Antonio lo que más le gusta de su negocio es el trato con la gente, atender sus dudas, aconsejarles con las plantas, para ella eso es lo más bonito junto con sus plantas. ”La gente que viene, no es que sean clientas, es que ya son amigas, nos contamos todo, incluso hijos y nietos de nuestros primeros clientes siguen viniendo. Eso te llena. En Navidad, por ejemplo, incluso cuando han comprado ya la flor de Pascua, muchos de ellos vienen, se paran un minuto para darte un beso por Navidad. Eso no se paga con nada”, nos cuenta Mª Luz.
Su hija Luz añade que “viene mucha gente a veces simplemente a hablar con mi madre, a lo mejor no se llevan nada, pero vienen a saludarla. El buen trato la gente lo valora mucho y el trato que tenemos aquí es muy cercano, por eso la gente sigue viniendo”.
Sus hijos Luis y Luz, hace ya 20 años que están con ellos. Luis en el vivero de arriba y Luz con su madre en Pozuelo Estación, aunque a tiempo parcial ya que es músico profesional y profesora de flauta, además de tener la carrera de magisterio. Para Luz, sus padres le han enseñado y transmitido “el sacrificio del trabajo, el tesón que soy muy tozuda y luchar, el estar siempre con esa fuerza de seguir en cualquier aspecto de mi vida, no solo en la parte profesional”, nos dice emocionada sobre sus padres.
Con los años, al tener el vivero de la rotonda que se llamaba Florinter, otra empresa que se dedicaba a los mantenimientos de jardín bajo el nombre de Cuida Jardín y el vivero en Palencia, decidieron unificarlas pasando a ser una sola empresa bajo el nombre Horticultura Ventosa de Pisuerga Viveros, S.L. Aunque la descendencia de Antonio y Mª Luz sigue con el negocio, ellos continúan por ahora con sus hijos porque Mª Luz está feliz trabajando y a Antonio, trabajador nato, le cuesta desengancharse del trabajo.
Haciendo memoria, Antonio, nos dice que antes se vendía todo, árboles, olivos centenarios, barbacoas…, “ahora hay mucha competencia, pero bueno, nos vamos manteniendo”, afirma Antonio.
Una familia muy unida, no sólo por el trabajo, sino por el cariño que cada uno de ellos se profesan. Un amor que se ha cuidado con mucho mimo, el mismo con el que ellos cuidan a sus plantas y a sus clientes en Horticultura Ventosa de Pisuerga Viveros.
Texto: Kathy Montero Fotos: K.M, cedidas por la empresa