Castillo de Gigonza LOCALIZACION Se encuentra dentro del término municipal de San José del Valle ( Cádiz), a unos 30 Km. en línea recta al sureste de Jerez de la Frontera, a 3,5 Km. al noroeste de Paterna de la Rivera y a 7,5 km. suroeste de San José del Valle. Sus coordenadas son 36º33´08”N 5º50´01”O, su desnivel es de 25 metros y su altitud es de 204 metros sobre el nivel del mar. Podemos acceder mediante la carretera comarcal C-343 Medina-Arcos de la Frontera. Se desvía a la altura del km. 22 a carretera local distando de Paterna 12 km.
CLIMA El clima predominante en la zona es el Mediterráneo, aunque con matices ya que, debido a su situación no hay un componente claro y definido. Por un lado hay una influencia del clima mediterráneo oceánico de la Costa Atlántica reflejados en unos inviernos no muy duros, con temperatura medias cercanas a los 10º. Por otro lado, debido a su carácter de transición, también nos encontramos algunos rasgos típicos del clima mediterráneo de interior ya que los veranos son un poco más calurosos que en las zonas costeras, sobrepasándose en ocasiones los 40º. Las precipitaciones son abundantes durante el otoño y el invierno, produciéndose un periodo de sequía estival que abarca desde junio a agosto.
HISTORIA El Castillo de Gigonza es una fortaleza medieval de estilo gótico-mudéjar del siglo XII-XIII. En su entrada podemos observar un pequeño paseo de palmeras anexo al flanco derecho de dicha fortaleza, y en la cual se contemplan restos de columnas y pedestales romanos, vestigios de lo que un día fue una antigua ciudad romana llamada Saguntia, que significa “fuerte”. Citada por Plinio como ciudad próxima a una calzada romana que unía Hispalis, la actual Sevilla, con Baesipo, lo que hoy es Barbate. Durante la expansión romana, y según cuenta el historiador Tito Livio, Roma envía al Valle del Guadalquivir al cónsul Catón en ayuda del pretor Publio Manlio para reducir las tribus turdetanas y celtíberas. Según al parecer de Rodrigo Caro, fueron inútiles los esfuerzos de Catón para tomar Saguntia, y no hallando otros medios para sojuzgar la Turdetania, se retiró con siete cohortes a Cataluña, y dejó al pretor Publio con buen número de tropas. Fue en Saguntia donde se entablo la ofensiva final que pacificó la zona.
Cónsul Catón.
Viriato.
Durante las guerras lusitanas, se cuenta en “Los Anales del reino de Galicia” que Viriato (caudillo tribu lusitana) entró en Andalucía y se dirigió a Saguntia. En esta plaza Viriato embocó todo su ejército en el sitio conveniente y descubierta la plaza mando una pequeña tropa para reunir a los defensores de su campaña. Como lo ideo, lo logró; pues los de Saguntia, no advirtiendo el engaño, viendo tan poco número de enemigos que estaban en su terreno, salieron a por ellos, que con una simulada fuga, se fueron retirando de la ciudad hasta meterlos en una emboscada; donde saliendo Viriato con los suyos, degolló a la mayor parte, salvando a los demás con la fuga.
En el 139 a. de C. con la muerte de Viriato, Saguntia como castigo por el apoyo a este, se convertirá en una ciudad estipendiaría. Mas adelante llegaría Lucio Cornelio Balbo El Mayor a Gades (nombre romano de Cádiz) y elegido su patrono, fue entonces cuando, los habitantes de Saguntia participan en la construcción de un acueducto que partía desde Tempul hasta Gades.
Lucio Cornelio Balbo.
Recorrido acueducto de Tempul.
En el año 419, los visigodos firman un fuero con Roma por lo que pueden asentarse en la Península Ibérica. En el siglo VI ya tenia gran parte del territorio peninsular, fue entonces cuando Saguntia pasa a formar parte del Obispado Asidonense. En el año 555 Saguntia pasa a ser dominio bizantino (imperio romano oriental). Medina y Saguntia habrían sido ocupadas cuando las tropas bizantinas se dirigían hacia Sevilla en apoyo de Atanagildo (rey visigodo), bien desde Málaga o, más probablemente desde Algeciras, en cuya bahía se ubica la ciudad romana de Carteia. Más tarde, seria Leovigildo (rey visigodo) quien le arrebatara Saguntia mediante Assidonia en el año 571.Cuenta Juan de Biclara que Leovigildo tuvo que conquistar Assidonia (Medina) a traición, pues el control de esta permitiría impedir la expansión bizantina por el oeste y dedicarse a la conquista de otras zonas.
En verano de 603 se produjo una revuelta, con la inmediata ejecución del último representante de la dinastía de Leovigildo y pasa a ser rey Witerico al que no se le atribuyen muchas conquistas aunque una de ellas consta que fue Gigonza.
Atanagildo
Leovigildo
Witerico
Fue en el 609 cuando el visigodo Suintila a órdenes del rey Sisebuto combatió a los bizantinos y los expulsó definitivamente de la Península, pasando a ser rey un año después. Con la extinción de la provincia imperial de Hispania, Suintila lograba imponer la soberanía visigoda sobre la práctica totalidad, del espacio geográfico peninsular, completándose ahora la labor de unificación territorial iniciada por Leovigildo y alcanzó con su feliz éxito la gloria de un triunfo superior, ya que fue el primero que obtuvo el poder monárquico sobre toda Hispania. En los años siguientes Saguntia adquiere gran importancia pues sigue acuñando monedas y tubo el honor de obtener representante episcopal en el tercer concilio de Toledo en el año 653.
Suintila
Fue dominada por los musulmanes y fueron estos quienes cambiaron el nombre a la ciudad por el de “Xisgonza” nombre que procede de cha (vino) y gonza (sombrero). En este tiempo Gigonza era un punto más de un amplio sistema de defensa basado en la comunicación entre las diversas torres del término, las cuales pondrían en alerta a las torres de la serranía y del Estrecho, con lo que todo el dispositivo militar se ponía en funcionamiento. Este sistema de avisos se articula a través de simples pero efectivos métodos, siendo los más usuales las señales de humo -almenaras de noche, ahumadas de día- que permitían, gracias a un ajustado código de señales, el intercambio de mensajes simples. Según el Repartimiento de Arcos, en 1264 Pedro Martínez de Fe III Almirante Mayor de Castilla recibió la concesión de un importante donadío consistente en casas, molino, aceña y huerta en la alcaría de Gigonza. En 1299 aparece dueño de la aldea de Gigonza Juan Arias de Quadro, caballero ilustre de Sevilla. Poco sabemos de este personaje salvo que se casó y a su muerte dejo 4 hijos. El heredero de la aldea de Gigonza fue su hijo primogénito Rodrigo que murió joven y el castillo pasó a pertenecer a su hermana Mayor Rodríguez que se casó con un caballero jerezano Juan Rodríguez Sotomayor que al morir ésta heredó todos los bienes que pertenecían a su esposa. En el año 1312 el castillo perteneció a Juan Alonso de Guzmán, sucesor del celebre Guzmán el Bueno y duque de Medina Sidonia, hasta que este muere en 1351 y pasa a pertenecer al Concejo de Jerez. El 14 de Septiembre 1371 se produce una de las batallas más conocida, denominada “Batalla de Gigonza”.Ésta se encuentra en zona fronteriza con el reino de Granada y servirá de refugio para las incursiones de uno y otro bando pues la ciudad desaparece como tal y solo se mantiene en pie el castillo. Las huestes cristianas van reconquistando la provincia de Cádiz mientras los musulmanes granadinos y africanos van abandonando a toda prisa las ciudades reconquistadas. Por esas fechas lo cristianos acababan de reconquistar las ciudades de Jimena y Ronda, y los musulmanes de ambos asentamientos emprenden la huída hasta Jerez de la Frontera.
Enterado los caballeros cristianos de la ciudad de la posible llegada de los musulmanes, sale al camino con el pendón de la ciudad, y a una prudente distancia arremeten contra el ejército enemigo. Los cristianos de Xees (Jerez) obtienen una victoria aplastante.
Grabado “Batalla de Gigonza” En 1423 pertenecía al Almirante de Castilla, Don Alonso Enrríquez en cuyos dominios había entrado a raíz de la donación que hiciera Juan II de Castilla, junto la villa de Arcos y las Torres de Lopera .Fue en Noviembre 1477 cuando a Don Alonso Enrriquez se las compro Don Rodrigo Ponce de León pagando un precio de 800.000 maravedís. Según Rafael Sánchez Saus (Catedrático de Historia), Don Fadrique Enrríquez (hijo de Alonso Enrríquez) donó La Torre de Gigonza en 1467 a Alvar Núñez Cabeza de Vaca, sobrino del obispo de León, Don Pedro Fernández Cabeza de Vaca y titular de una regiduría y de la alcaldía mayor de Jerez, quien amayorazgó dichos bienes a favor de su hijo Fernán Ruiz Cabeza de Vaca. Este, partidario del Conde de Arcos en las luchas de bando del decenio de 1470 y no obstante, la vinculación anterior, se desprendió de Gigonza y se la vendió al Marquez de Cádiz por 20.000 maravedís. Don Rodrigo Ponce de León.
Juan Alonso de Guzmán.
El Marqués de Cádiz, poseyó Gigonza hasta el 27 de Agosto de 1492, en que acabó su vida, habiendo otorgado su testamento el 29 de Julio del mismo año; por el cual, leudando el mayorazgo instituido en cabeza de su hija mayor Doña Francisca Ponce de León y Núñez, en virtud de real facultad, ordenó que Don Rodrigo Ponce de León su nieto, hijo de la citada Doña Francisca y Don Luís Ponce primer Marqués de Villa-García, le sucediese en el mayorazgo de ciudades, villas y lugares entre ellas, Gigonza. En 1513 Don Rodrigo Ponce de León vende la Torre de Gigonza a Juan de Palma y a su mujer Beatriz Valderrama ambos de Utrera, los que no tardarían en desprenderse de la Torre pues 19 de septiembre de 1520 se la vende a Gonzalo Pérez Gallegos. Más adelante, en 1752, la dehesa de Gigonza y La Parrilla queda recogida en el Catastro de Ensenada como tierra de propiedad particular, a nombre de Juan Pérez de Gallegos, en el término de Tempul, con una cabida de 779 aranzadas para el aprovechamiento de pasto y sembradura. A finales del siglo XIX, Gigonza aparece como un prestigioso balneario (ya que posee aguas sulfuro cálcicas) fundado por Francisco Ponce de León, Marqués de Valle de Sidueña (Medina) construyéndose, también, la actual capilla y otras dependencias. D. Francisco de Paula Mejias director por aquellos años de los Baños de Gigonza analiza estas aguas y describe el balneario: El manantial brota con menos abundancia que el de Paterna pues no da más que 471 litros por hora y esta situado no lejos de la antigua Torre que lleva el nombre de Gigonza, así como el coto en que se encuentra. El agua es cristalina, aunque cubierta en parte en el manantial, de una telilla amarillenta; se enturbia al cabo de algún tiempo y deja precipitar una materia insoluble del mismo color. El olor es sulfuroso, más intenso que el del agua de Paterna y le conserva por algunos días; El sabor es casi dulce, y aunque hidrogenado no repugnante; es más liguera que la de Paterna y menos caliente, pues el termómetro sumergido en ella no señala más que 14º,5 r.
Del análisis hecha por D. Francisco de Paula Mejias, actual director en propiedad del establecimiento, resulta que cada litro contiene: Gas Sulfúrico .………………….. Sulfuro Sódico …………………… Cloruro Sódico …………………… Cloruro Cálcico …………………… Sulfato Sódico ……………………. Sulfato Cálcico …………………… Acido Silícico y materia orgánica ……
0,136 gramos. 0,123 gramos. 0,232 gramos. 0,118 gramos. 0,736 gramos. 1,312 gramos. 0,053 gramos.
Corresponde esta agua por su temperatura a las frías y por su composición química a las sulfurosas. Sus virtudes medicinales son las propias de las aguas de su composición. Componen la mayoría de concurrentes los reumáticos y las mujeres con leucorrea. Se usan en baños, inyecciones , fomentos y colirios ,y rara vez en bebida. Temporada : desde 15 de Junio hasta el 15 de Septiembre. Aunque desde tiempo inmemorial era sabido que existían estas fuentes minerales, no se ha hecho de ellas uso medicinal hasta el año 1770. Los caminos de ruedas que con mas o menos comodidad conducen a los baños en un radio de cinco leguas, son los de San Fernando, Puerto Real, Chiclana, Jerez de la Frontera, Arcos, Medina y Alcalá siendo mejor el de Jerez. El edificio de los baños consiste en una torre llamada en lo antiguo Seguncia, colonia romana, tomada por los moros en 715 y reconquistadas por los cristianos en 1264.Es cuadrangular y contiene seis piezas, una es donde esta el manantial, otra para la caldera, y las cuatro restantes con sus correspondientes pilas de azulejos. Su disposición para el alojamiento de los bañistas es la siguiente. En tres patios y el primer piso de la torre se encuentran 18 habitaciones en tres ordenes, las del primero son 8, y seis de ellas consisten en sala, dos alcobas, comedor y cocina con sillas, mesa y cama por el precio de 20 rs. diarios.
Las otras dos con una plaza menos, cuestan 16 rs. Las del segundo orden, que son cuatro, constan de sala, alcoba y cocina con muebles y cuestan 11 rs y por las seis habitaciones restantes con cocina, cuatro sillas, mesa y cama se pagan 6 rs. diarios. Hay capilla, y en ella se celebra misa todos los días. En frente de los baños se ven dos caseríos en el que se albergan los pobres que se bañan en las albercas separadas. El clima es hermoso, y hay facilidad para adquirir comestibles a precios arreglados. El señor marqués del castillo es dueño de estas aguas y del coto de Gigonza. La concurrencia en común con la de Paterna, fue en 1847 de 135 bañistas, de los que 25 eran pobres. En 1848 de 152 incluidos 44 pobres de solemnidad. En 1849 de 172, en 1850 de 163 y en 1851 de 128. El director actual en propiedad de estos baños y de los de Paterna es D. Francisco de Paula Mejía.
Fernando de Grabiel y Ruiz de Apocada (1828-1888), político, militar , escritor y académico correspondiente de Sevilla asistió a este balneario, dejándonos en memoria de su paso, una poesía descriptiva en que se retrata con pintoresca verdad la rica meridional vegetación del castillo, sus variados efectos silvestres y
cultivados, sus acres aromas, y sus misteriosas armonías; recuerdos históricos y pinceladas de costumbres, sobria y hábilmente distribuidas, que vienen a animar y a dar carácter a este paisaje. A UN AMIGO Con motivo de su partida del castillo de Gigonza Mal hiciste, dulce amigo, Mal hiciste en ausentarte De las selvas y los campos En que tanto bien hallástes,
¿La recuerdas? De Gigonza La árabe torre, á levante De Jerez la frente muestra Sobre harto célebres valle;
Pues alzándose no léjos De tus jerezanos lares, Á donde con tal presura Y empeño tanto volaste,
Que por ello Guadalete Corre aun teñido la sangre Que tiempo brotar hicieron En su generosa márgen,
Al par que salud te brindan No te tuvieran distante De la bella a quien rendido Aquí tu amor entregaste,
Atractivos de Florinda Y de Rodrigo desmanes, Á España en herencia dando Ocho siglos de combates.
Y de quien, por más que ahora La presencia no gozáses, Tiernas memorias hallarás, Que tu dolor aplacasen,
Cércanla en torno a eminencias Entre las que sobresale Cual régia palma de Oriente Entre bosques de arrayanes.
Si no en mármoles y bronces En la fuente y en los sáuces, De los Baños en la senda, Del castillo en los umbrales.
Y de su cima almenada Vése allá, donde el sol nace, Desde Alcalá la morisca Hasta la Sierra del Valle.
¿Por qué, di, no detuviste Esos tus pasos fugaces Y de esta hermosa comarca No más el placer gozáste?
Al tiempo que, donde mueren, Se ve a lo léjos cual baten, Y vienen sobre la playa Una tras otra á estrellarse,
Las nunca tranquilas olas Del soberbio mar de Atlante Que humillaron las primeras Del gran Genovés las naves.
Arroyos murmuradores Dán blando riego y constante Á adelfas y madreselvas Que grato perfume esparcen.
Y por mediodía y Norte Medina y Arcos no en valde Contémplase, que despiertan Recuerdos no ménos grandes.
Y escondidas enramadas Convidan a reclinarse Sobre la mullida alfombra Do la suelta cabra pace.
Éste con Rodrigo Ponce, Que las insignias dúchales Ciñó á su frente gloriosa Por hechos mil memorables.
Al paso que entre las flores Oculta canoras aves Con deliciosa armonía Dan sus gorjeos al aire,
Aquel con la clara estirpe Que, para ejemplo á lëales Ostenta en su noble escudo El blason de los Guzmanes.
Al compás con que las áuras Acariciándolas suaves, Por escucharlas, apénas Las sutiles alas baten.
De la torre al pié se miran Cien pintorescos paisages, Y senderos que brindando Á recorrerlos se abren.
Brotan por dó quier callados Purísimos manantiales Que frescas aguas ofrecen De virtudes admirables,
Aquí espesándose un monte Juzgárase impenetrable, Que apénas los ojos pueden Paso abrirse en sus jarales.
y, por ultimo, en el bosque Que de Castillo delante Se extiende, vénse los Baños Que dan fama á estos parages,
Allí onduladas campiñas, En que ricas mieses nacen, Permiten que en lontananza Inmensa extensión se abrace.
Y en que infinitos recobran El bien más inestimable La salud, que ya perdida, Por siempre lloráron ántes.
¡ Y cómo tan bello cuadro Anímase cada tarde Cuando, después que el Lucero De Vénus comienza á alzarse,
¡Nadie al mirarlos creyera Que enfermos allí se hallásen! ¡Tal júbilo resplandece De todos en los semblantes!
Derrámanse por las cumbres Y los bosques mas distantes Cuantos, la salud buscando, Acuden á estos lugares!
Veloces las horas corren, Y después, en los umbrales Del Castillo, el viento pueblan cantos en que sobresalen
¡Cómo sobre el claro verde Del lentisco y el follage Verde oscuro que distingue Á acebuches y morales,
Ora el hondo sentimiento, Ya la gracia incomparable, De que siempre Andalucía Mostrarse pródiga sabe
Y el color de oro del heno Que sirve de fondo y márgen Á entrambos, y á cuantos bordan Llanuras, montes y valles;
Más suena una campanada Y al Rosario todos vánse, Que, si cristiano es el dueño, Sónlo tambien los bañantes.
Destácanse los matices De los vaporosos trages Que de cien hermosas damas Ornan los flexibles talles!
En tanto ya de la noche Tiéndese el manto, y el báile Comiénzase en el Casino, Y unos juegan, y otros tañen.
¡Y cual del afecto unidos Por los vínculos amables , Que aquí la amistad florece Harto más que en las ciudades,
¿No estos recuerdos te mueven Á tornar estos lugares Do testigo es cada piedra De la fé que aquí juraste?
Todos gozosos paséan, Y alegres todos departen, Y en torno de alguna fuente Beben sus claros raudales!
Vuelve, vuelve , dulce amigo, Y de nuevo tus cantares Resuenen como solían En los montes y en los valles.
Así también con la ausencia Tu amor podrá acrisolarse, Y de más precio á los ojos Así será de tu amante. -----------------Con la muerte del fundador Francisco Ponce de León, el Castillo y sus Baños pasan a su hijo Don Diego Ponce de León Carrizosa que muere en la guerra civil y el balneario deja de funcionar como tal. En 1945, la Marquesa se lo vende a Don Salvador Pineda Lobato “El Rondino” siendo sus herederos sus actuales propietarios. En 1985 fue declarado BIC (bien de interés cultural) con la categoría de monumento (código 110200035). Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto del 22 de Abril de 1949, y la ley 16/1985 sobre el patrimonio Histórico Español. Actualmente se destina explotación agropecuaria y vivienda particular.
DESCRIPCION Cerca de un manantial y sobre una colina se alzan los restos del Castillo De Gigonza . Fortaleza medieval de estilo gótico -mudéjar en su entrada podemos observar un pequeño paseo de palmeras donde aun quedan restos de lo que fue un día la ciudad romana de Seguntia.
En la actualidad es de origen andalusí de planta casi cuadrada, esta compuesto por dos cuerpos, además de un patio de armas cercado por almenas al que se accede a través de una puerta con arco de medio punto y escudo de armas de La Casa de Arcos. En el patio de armas se destaca la existencia de un gran palomar destinado antiguamente a la producción de pichones y palomas . Las deyecciones de las palomas, llamadas “palomina”, rica en nitrógeno y en ácido fosfórico, servía para el abono de los cultivos exigentes como el cáñamo y el tabaco. Este estiércol, el mejor hasta el siglo XIX, se batía con el mayal para hacerlo mas polvoriento, y se echaba al campo en tiempo lluvioso para diluirlo y evitar que los cultivos se quemaran.
Otro de los usos de este excremento era la producción de nitrato que era destinado a pólvora de fusil. La paloma también era usada en el consumo domestico, ya que se trata de una carne fácilmente conservable y transportables, como animales vivos, en jaulas, ante la inexistencia de frigoríficos; El palomar tiene planta rectangular y no esta techado lo que permitía una fácil entrada y salida de las aves. Construido aproximadamente sobre el siglo XVIII dadas sus similitudes con el gran “Palomar de la Breña” en Barbate. Las formas de los nidos varia de unas provincias a otras. En algunos lugares los construían con tablas de madera o cestillas de mimbre en el caso del palomar de Gigonza sus nidos fueron construidos con vasijas de barro. Estas vasijas están embutidas en los muros lo que facilitaba la limpieza y el acceso al interior de las hornillas para recoger los pichones, esta forma de disponerlas, sin presentar salientes, impedía también que accedieran a ellas serpientes, ratas, gatos o comadrejas, los enemigos más habituales de las palomas.
Costa de una torre de homenaje que es la estructura central del castillo. Sobre su estrecha y baja puerta de arco de medio punto, con un dintel y dos fuertes impostas se observa una ventana en arco de herradura. Esta puerta nos lleva a la entrada de las mazmorras, en la que lugareños cuentan que hay un túnel hasta los baños por donde se escapó una reina mora en la guerra con los cristianos.
En dicha entrada se conserva en un armario, una camisola conocida como “el traje del Rey Moro”. Dice la leyenda que perteneció a un rey moro, que acudió a las cortes de los Ponce de León. Aquel caudillo, vencido en injusto combate, amenazó a los presentes, aquel que osara tocar su camisa sería maldito para siempre y la muerte le seguiría allí donde fuese. Al segundo piso se accede mediante unas escaleras bastante empinadas invitándonos a disfrutar de cuatro preciosas ventanas abalconadas con arco de medio punto que dejan pasar la luz y nos invitan a ver su bóveda.
En esta planta abovedada cabe destacar, que la voz se amplifica con enorme potencia, además, de lo que parece ser un sistema de comunicación interna mediante unos agujeros que hay en las esquinas. La planta alta se encuentra la torre almenada que se cubre mediante una superficie abovedada de planta circular trasdosada. Esta bóveda es conocida como “El ombligo del moro”.Cuentan que colocando el dedo meñique en el centro, pensando un deseo y dando siete vueltas al cabo de un tiempo se cumple.
Muy fragmentada la propiedad en la actualidad, las edificaciones se organizan mediante una sucesión de patios escalonadas, comunicados entre si por estrechos pasajes, a los cuales se va disponiendo las dependencias de habitación y labor. El primero de los patios corresponde a la edificación medieval, el resto se construyen en el momento del balneario. Algunos visitantes han dejado sus sellos en el año 1886.
Anexo al castillo se encuentra la capilla, según una lápida existente fue construida en 1848 . Cuenta con una bóveda corrida y conserva un pequeño retablo y el púlpito . A este lugar acudían los enfermos y devotos para rezar o colocar sus exvotos en agradecimiento a los santos por haberse curado con las propiedades de las aguas minero-medicinales.
En la zona exterior del castillo existen dos esbeltos ejemplares de ombú o bella sombra ( phytolacca dioica) uno de los excepcionales y extraños árboles que podemos encontrar en la provincia. De origen sudamericano, los ombús de Gigonza destacan por su esbeltez y sus gigantescas raíces a los pies del fuste, donde nacen varas que seguramente son podadas, permitiendo crecer al ombú en perímetro y en fuste, dando lugar a una bella imagen de ambos ejemplares junto a las murallas de este histórico castillo. Ambos ejemplares, son de similar tamaño, entreunen sus copas proyectando una agradable sombra que supera los 75 m. cuadrados. El tamaño y peculiar forma de la base de estos árboles confiere a estos un exotismo y un halo mágico y tenebroso que junto a la singularidad de verlos crecer junto al propio castillo, forman un espectacular y bello paisaje.
Se cuenta que el castillo guarda un tesoro escondido y que aun , hoy día, no ha sido encontrado , aunque su autentico tesoro natural es una fuente que mana de agua fresca, pura y cristalina .
La importancia de este tesoro ha tenido y tiene para el castillo, la finca que lo rodea y sus trabajadores, la fuente que hace rebosar los abrevaderos donde beben la decenas de insaciables vacas que nacen y viven a la sombra de la fortaleza; como en épocas de pertinaz sequía, las gentes de San José del Valle, Paterna y alrededores, venían a llenar botellas, garrafas e incluso tanques con esta agua. Siempre, siempre , esta fuente, la fuente del castillo de Gigonza ha regalado su tesoro a todo el que ha querido tomarlo.
A 700 metros del castillo se encuentras las ruinas del prestigioso balneario de los Baños de Gigonza cuyas aguas sulfuradocálcicas contienen propiedades minero-medicinales lugar muy frecuentado en la antigüedad. Estas aguas tienen acción estimulantes, mejora la permeabilidad, son antiinflamatorias, reconstituyentes y activadoras importantes de los procesos vitales. Por todo ello se indican para el tratamiento y profilaxis de enfermedades como artrosis, artritis, enfermedades de la piel como dermatosis, dermatitis, acné etc. En enfermedades de las vías respiratorias, neurológicas, cardiovasculares y ginecológicas entre otras.
En las inmediaciones del castillo discurre un arroyo , el “Arroyo de los Molinos” llamado así porque a lo largo de todo el cauce existen molinos de agua de origen árabe. Estos molinos nos conducen a la legendaria “Fuente de la Mora”. El primer molino se encuentra en el curso mas bajo del arroyo, no muy bien conservado y recubierto totalmente por una vegetación frondosa, característica de los bosques de ribera como es la higuera ,el álamo blanco y envueltas por plantas trepadoras como la madreselva o la campanilla. Mas arriba nos encontraremos con otro de los molinos, acompañado por una huerta de árboles frutales, mejor conservado que el anterior y que poseía un horno de pan. Continuando cauce arriba llegamos al último de los molino, este tampoco esta bien conservado, pero cuando aumenta el caudal del arroyo su pared ruinosa sirve de dique formando un salto de agua o cascada, digno de presenciar.
Un rinconcito de incomparable belleza, que reconforta al visitante y que es acompañada por campos de trigo y olivares , además , de disfrutar del encanto de su pueblo San José del Valle, que destaca por sus bellos parajes y su buena gente.
Gigonza
Una ventana a la historia