Reuel Almocera - Fórmula Divina para Tiempos de Crisis

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Fórmula Divina para el Éxito en Tiempos de Crisis

“Oídme, Judá y habitantes de Jerusalén, Creed al Señor vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados". 2 Cr. 20:20. INTRODUCCIÓN Independientemente de quiénes seamos, seguramente vamos a enfrentar una crisis alguna vez en nuestra vida. Puede ser una crisis individual o una corporativa de algún tipo, pero de seguro vendrá. Vendrá un tiempo cuando un evento impredecible o las consecuencias no previstas de algún evento, requerirá de nosotros que tomemos decisiones rápidas, aunque sea para evitar los efectos negativos o el daño acarreado por tal evento. Cualquier clase de situación puede provocar esas crisis. La pérdida de un trabajo, el descenso de la economía de un país, estado de guerra, un accidente, enfermedad, muerte súbita de un ser amado; todo ello puede conducir a una crisis. Por lo tanto, todos necesitamos las habilidades necesarias para enfrentar una crisis. La necesidad es tan universal, que los teólogos han incluso diseñado un sistema al que llaman teología de crisis. Pero las crisis no son necesariamente malas. Una crisis puede también producir mucho bien. En el Seminario Teológico de AIIAS, en Filipinas, hay muchos estudiantes de posgrado procedentes de China. Cierto día, en clase, un maestro les preguntó a los estudiantes procedentes de China acerca del término en mandarín de la palabra crisis. Los estudiantes respondieron que la palabra en mandarín para crisis es la palabra compuesta “Wei Zei” que significa “peligro” y “oportunidad”. Y es absolutamente correcto. Las crisis traen consigo peligros, pero también ofrecen oportunidades. Esa es la razón por la cual muchas personas de la China tienen éxito en los negocios; ven oportunidades detrás de cada peligro. Esta mañana descubriremos cinco principios bíblicos de manejo de crisis. Son estrategias para transformar en oportunidades los peligros. Aprenderemos de la experiencia de uno de los grandes reyes de Judá, el rey Josafat, registrada en 2 Cr. 20: 1-30. Esta historia es una que nos hace sentir bien. El final es grandioso. Habiendo pasado por la crisis, el rey Josafat emerge victorioso (versículo 24), más rico (versículo 25), más feliz (versículo 27), el reino se vuelve más próspero y pacífico 1


(versículo 30); pero sobre todo, se honra y glorifica el nombre de Dios (versículo 29). ¿Cómo ocurren tales cosas? ¿Qué estrategias, si las hubo, empleó Josafat para sobrevivir tan exitosamente a la crisis? Vayamos a la historia para ver qué podemos descubrir. “Después de esto, los moabitas y los amonitas, con algunos maonitas, vinieron en guerra contra Josafat” (2 Cr. 20:1). La guerra siempre provoca una crisis. Esta crisis puede ser intensamente personal y más aún si eres el líder de una nación involucrada en la guerra. Esta no era una guerra ordinaria. El enemigo era realmente una coalición, “una gran multitud” (versículo 2) que estaba a punto de rodear Jerusalén, la ciudad capital. Esto requería acción inmediata. Debían tomarse decisiones estratégicas. ¿Qué hubieras hecho tú si hubieras sido Josafat? La Biblia registra que la reacción inicial del rey Josafat fue de temor (versículo 3). Tenía miedo. No le tenemos mucho respeto a un líder que sea cobarde. Pero el temor es una reacción normal en tiempos de crisis. No te sientas mal cuando en una crisis experimentes temor. Julio César dijo que “nadie es tan valiente que no se turbe ante algo inesperado”. El temor puede incluso ser positivo si nos lleva a Dios. Así que con esto en mente, notamos que en esta historia, el primer mensaje del vocero de Dios, el profeta Jaziel, para el rey Josafat, es: “No temáis ni os amedrentéis” (versículo 15). Se dice que el consejo “No tengas miedo” aparece 365 veces en la Biblia, suficiente para la cuota diaria de situaciones atemorizantes. Los creyentes no estamos exentos al temor, pero tenemos un Dios a quien podemos llevarle nuestros temores. Y esto nos lleva al primer principio al enfrentar una crisis. I.

BUSCA PRIMERO Y ANTE TODO LA VOLUNTAD DE DIOS

He aquí la primera clave para el éxito de Josafat en esta crisis. Josafat “decidió acudir al Señor” (versículo 3). No lo buscó a medias. La palabra decidió denota intencionalidad, resolución, propósito, sinceridad al buscar a Dios. El rey Josafat también mandó a su pueblo que ayunara (versículo 3), otro indicador de la profundidad de la crisis y la intensidad de su respuesta primaria –buscar a Dios. El primer principio o estrategia para sobrevivir a una crisis no le era extraño a Josafat. Era natural para él buscar primeramente y ante todo a Dios. ¿Recuerdas su 2


experiencia con Acab, el rey de Israel con sede en Samaria? Vayamos al capítulo 18 de Crónicas para repasar la historia. “Josafat tuvo grandes riquezas y gloria en abundancia, y se emparentó con Acab” (18:1). Joram, el hijo de Josafat, contrajo matrimonio con Atalía, la hija de Acab y Jezabel. De esta manera los dos reyes estaban emparentados a través del matrimonio de sus hijos. El versículo 2 cuenta que el rey Josafat fue a visitar al rey Acab en Samaria. Acab lo recibió bien y le hizo un gran banquete de estado. Sin embargo, durante el banquete, Acab consiguió convencer a Josafat de ir a la guerra con él contra el rey de Siria, en el territorio de Ramot de Galaad. En un momento de debilidad, Josafat estuvo de acuerdo en ir a la guerra. "Yo soy como tú…Iremos contigo a la guerra" (18:1). Al reconocer más tarde cuán apresurada y no bien meditada había sido su decisión, le dijo a Acab: "¿Hay aquí algún profeta del Eterno a quien consultar?" (18:6). Esta pregunta muestra al real y verdadero Josafat. Siempre que tenía que tomar una gran decisión, consultaba al Señor. Pero en contra de la voz profética verdadera de Micaías -el profeta de Dios, tanto Acab como el no bien convencido rey Josafat entraron en guerra contra Siria. El resultado fue un desastre. Acab murió y Josafat apenas escapó de la muerte. Pero su hábito de buscar a Dios primero y ante todo, lo salvó ese día. Si no hubiera sido por eso, su profana alianza con Acab hubiera sido desastrosa para él. “Josafat rey de Judá volvió en paz a su casa en Jerusalén. Y el vidente Jehú, hijo de Anani, le salió al encuentro, y le dijo: ‘Ayudas al impío y amas a los que aborrecen al Eterno. Por eso el enojo del Eterno cayó sobre ti. Sin embargo hay algo bueno en ti, porque cortaste de la tierra los postes idolátricos, y dispusiste tu corazón a buscar a Dios’” (2 Cr. 19: 1-3). Josafat sobrevivió victoriosamente a la crisis porque buscó sinceramente a Dios. Su principio era “Dios ante todo”. Puso su corazón en buscar a Dios. II.

ENFRENTA LA CRISIS BASADO EN LA AGENDA DE DIOS

El segundo secreto o clave del éxito de Josafat a través de una crisis, puede adivinarse en 2 Cr. 20:5. “Entonces Josafat se puso en pie en la reunión de Judá y Jerusalén, en la casa del Eterno”. Es asombrosa esta respuesta de Josafat ante la crisis. Es una estrategia que debemos emular. Como podemos ver, la causa de esta crisis era de naturaleza secular y política. Hubiese sido muy natural para Josafat quedarse en el palacio, consultar con sus consejeros militares y proyectar una estrategia contra el enemigo en el centro de operaciones. En vez de ello, Josafat se fue al templo. ¡Cuán loca idea! Josafat no estaba todavía en una situación 3


desesperada como para tener que tomar esta medida “extrema”. Desde el punto de vista humano, tenía todos los recursos que necesitaba para resolver el asunto. En el capítulo 17 de 2 de Crónicas, se nos dice que el rey Josafat era muy poderoso (versículo 12). Aun los enemigos tradicionales le pagaban tributo (versículos 10, 11). Contaba con un grande y poderoso ejército de 1.160.000 soldados (2 Cr. 17. 12-17). La moral del pueblo era elevada debido a sus reformas sociales, educacionales y jurídicas. Pero en vez de confiar en esos recursos, se fue al templo y comenzó a resolver el problema desde allí. En otras palabras, enfrentó la crisis con una intención de cumplir con la agenda de Dios. Estaba determinado a resolver el problema de acuerdo a la voluntad de Dios. La voluntad de Dios era la estrella polar de su toma de decisiones. La presencia de Dios era de importancia suprema para Josafat. “Su corazón se animó para seguir los caminos del Eterno” (17:6). Personalmente instituyó campañas de reavivamiento que alentaron al pueblo a seguir la agenda de Dios. Por ejemplo, instruyó de esta manera a los jueces que nombró para guiar a la gente: “Proceded con respeto hacia el Eterno, con verdad e integridad” (ver 2 Crónicas 19: 4-6, 9). Su determinación de enfrentar la crisis con la intención de seguir la agenda de Dios fue el segundo secreto del éxito de Josafat. Esto nos dará también el éxito a nosotros. “Fíate del Eterno de todo tu corazón, y no te apoyes en tu prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. (Prov. 3: 5,6). Comenta Elena G. White: “Dios fue la fortaleza de Judá en esta crisis, y es hoy la fortaleza de su pueblo. No hemos de confiar en príncipes, ni poner a los hombres en lugar de Dios. Debemos recordar que los seres humanos son sujetos a errar, y que Aquel que tiene todo el poder es nuestra fuerte torre de defensa. En toda emergencia, debemos reconocer que la batalla es suya. Sus recursos son ilimitados, y las imposibilidades aparentes harán tanto mayor la victoria”. Profetas y reyes, p. 150. III.

ELEVAR ORACIONES SINCERAS DE ARREPENTIMIENTO Y ENTREGA

El tercer secreto de Josafat es muy sencillo. No podemos enfatizar de más la práctica de la oración. La oración es absolutamente necesaria en tiempos cuando tenemos que tomar decisiones cruciales. Pero la oración de Josafat no es una oración ordinaria. Leámosla en 2 Cr. 20: 6-12. “Y dijo: "Oh Eterno, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú el Dios que está en los cielos? Tú riges todos los reinos de las naciones. En tu mano están el poder y la fuerza, y no hay quien te resista. Dios nuestro, ¿no echaste tú a los habitantes de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste para siempre a los descendientes de Abrahán, tu amigo? Ellos han habitado en ella, y te han edificado aquí 4


Santuario a tu Nombre, diciendo: Si nos viene algún mal, o espada, o castigo, o peste, o hambre, nos presentaremos ante esta casa, ante ti —porque tu Nombre está en ella—, y en nuestra tribulación clamaremos a ti, y tú nos oirás, y salvarás. Ahora, pues, aquí están los amonitas, los moabitas y los del monte Seir, por cuya tierra tú no quisiste que pasase Israel cuando venía de Egipto, sino que se apartase de ellos, y no los destruyese. Mira como nos pagan, viniendo a echarnos de tu heredad, que tú nos diste a poseer. ¡Oh Dios nuestro! ¿No los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros. No sabemos qué hacer, pero a ti volvemos nuestros ojos". ¡Qué oración! Es una oración de rendición, pero no al enemigo, sino a Dios. El rey Josafat tenía poder (comandaba un ejército de 1.160.000 soldados). Pero él no confiaba en su poder ni en su sabiduría. Él confiaba completamente en el Señor. En muchas ocasiones este es un aspecto en el que fallamos. Cuando acudimos al Señor en oración, venimos con “propuestas”, esperando que Dios las apruebe. Pero no el rey Josafat. Josafat confiaba totalmente en Dios “’No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu’ —dice el Eterno Todopoderoso” (Zac. 4:6). Pienso que a Dios le agradó mucho la oración de Josafat. Casi puedo escucharlo decir: “Ahora puedo estar al mando. Ahora puedo llevar a cabo mis planes. Ahora puedo pelear completamente la batalla en favor de Josafat”. Hemos visto hasta aquí los primeros tres principios seguido por Josafat para enfrentar una crisis. 1. Buscar a Dios primero y por sobre todas las cosas. 2. Enfrentar la crisis basados en la agenda divina. 3. Elevar oraciones sinceras de arrepentimiento y entrega. Pero en esta historia, estos tres principios no son todavía el “punto clave” que convirtió en victoria esta crisis. Es el siguiente principio, el cuarto principio, el que transforma el peligro en oportunidad. El cuarto principio es: IV.

OBEDECER LA VOLUNTAD DE DIOS EXPRESADA A TRAVÉS DEL DON PROFÉTICO

Para ver esto en acción, leamos los versículos 14 al 17. “Estaba allí Jaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf. Sobre él vino el Espíritu del Eterno en medio de la reunión, y dijo: ‘Oíd, Judá todo, vosotros habitantes de Jerusalén, y tú, rey Josafat. El Eterno os dice así: No temáis ni os amedrentéis ante esta gran multitud; porque la guerra no es vuestra, sino de Dios. Mañana descenderéis contra ellos. Ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel. No tendréis que pelear en esta ocasión. Apostaos, quedad quietos, y ved la salvación que el Eterno os dará. Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis. Salid mañana contra ellos, que el Eterno estará con vosotros’". 5


Esta es la cúspide de la crisis. Para el rey Josafat este era el punto de no retorno. ¿Qué iba a hacer con la voluntad expresa de Dios a través de la voz profética de Jaziel? Me supongo que muchos entre los consejeros del rey Josafat pudieron tal vez dudar de la autenticidad del mensajero del Señor. Puedo escucharlos decir: “No tienes que escuchar a Jaziel. ¿Quién es él, de todos modos? No tiene credenciales de profeta como Moisés o David. No ha hecho ningún milagro. No tiene mucha educación. A veces tiene discusiones serias con su esposa”. Al señalar la humanidad del profeta, tales personas trataron de desacreditar su mensaje. Pero Dios habló a través de Jaziel. Esto es lo importante. La máxima y definitiva calificación de un profeta es decisión de Dios. Tal vez el rey Josafat luchó con esta decisión. ¿Debería escuchar esta voz profética? Finalmente, puedo imaginarlo diciendo: “Dios lo ha dicho y yo lo creo. Esto es suficiente para mí. Atendamos la voz de Dios”. Esa decisión de seguir la voluntad de Dios expresada a través del don de profecía, llevó al rey a obedecer, aun cuando el mensaje pareciera un tanto irrazonable, ilógico e irracional. ¿Por qué? ¿Cuál era la orden específica de Dios en respuesta a esta crisis? Vamos a leerlo de nuevo: “…descenderéis contra ellos” (versículo 16). Eso es normal. Eso se espera. Pero las siguientes órdenes, “No tendréis que pelear” y “Quedad quietos y ved la salvación que el Eterno os dará” (versículo 17), van más allá de la normalidad. Desde un punto de vista humano, esto ya se acerca a lo irracional. Si tú o yo fuéramos uno de los generales del rey, seguramente habríamos cuestionado la lógica de tal estrategia. Humanamente hablando, sería mejor esperar a que el enemigo se acercara a Jerusalén donde podríamos defenderla desde dentro de sus muros. Logísticamente esto sería perfecto. Las provisiones de guerra estaban almacenadas ahí. Sus esposas e hijos estaban bien seguros ahí: Pero si salían de la ciudad, serían vulnerables a los ataques del ejército invasor. Además, ¿para qué enfrentar al enemigo si no hay intención de pelear? ¡Absurdo! Pero el rey decidió obedecer la orden específica de Dios. Me imagino que no fue una decisión popular. Pero si estás con Dios, siempre estarás de lado de la mayoría real. Casi puedo escuchar al rey decir: “Sigamos al Señor aunque no podamos entender esto completamente”. Esta fue la decisión que convirtió el peligro en una oportunidad. La fe triunfó sobre el temor. Esa es precisamente la razón por la que el rey Josafat pronunció su famoso versículo: “Creed al Señor vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados" (2 Cr. 20:20). Muchas veces Dios nos desafiará a tomar decisiones basadas en fe, a fin de poder realizar milagros en nuestra vida. El profeta Eliseo le dijo a Naamán, el leproso, que se sumergiera siete veces en el Jordán y, cuando obedeció, fue sanado (2 Reyes 5: 1-19). Gedeón y sus 300 hombres alcanzaron maravillosamente la victoria porque, aun cuando al principio no lo creyó, finalmente creyó y obedeció a Dios. 6


Josué guió por fe a los israelitas en una serie de procesiones en torno a la ciudad de Jericó, cuyo resultado fue que se derribaran las murallas de la gran ciudad. La fe obediente guía a victorias milagrosas. En los primeros años del siglo 20, el movimiento adventista se vio amenazado desde su interior por dirigentes poderosos y populares que comenzaron a enseñar que Dios era un tipo de fuerza impersonal que estaba en todo y en todos y que cada ser humano era un “templo viviente” donde él moraba. Esto hacía un lado la doctrina de la naturaleza de Dios como persona y la del santuario. Los dirigentes fieles no sabían qué hacer, pero en 1903, Dios le dio a Elena G. White la visión de una embarcación que se dirigía directamente a un peligroso iceberg. La tripulación escuchó una voz plena de autoridad que dijo: “¡Hazle frente!” Se dio marcha a todo vapor directamente contra el iceberg y el iceberg se rompió. El barco sufrió daños, pero todos reparables, y pudo continuar adelante. Reconociendo la aplicación de esta visión a la iglesia, Elena G. White inmediatamente escribió a los dirigentes fieles, animándolos a tomar una firme posición y enfrentar enérgicamente las falsas enseñanzas. Ellos obedecieron el consejo profético y se salvó la iglesia. La fe obediente torna una crisis en una aventura. La Biblia nos dice acerca de Josafat: “Y después de consultar con el pueblo, puso a algunos a cantar y alabar al Eterno, vestidos de sus ornamentos sagrados. Mientras el ejército salía, decían: "Dad gracias al Eterno, porque su amor es para siempre" (2 Cr. 20:21). ¡Eso es lo que la fe puede hacer! Un coro va delante de un ejército a la batalla. Una batalla que ni siquiera van a pelear. Solamente aquellos que tienen fe pueden diseñar una estrategia tal. La fe obediente conduce a la victoria total. El Señor lo hizo todo a favor de los fieles. Ninguna sola espada israelita tuvo que desenvainarse; ni siquiera una flecha atravesó el campo de Israel; no se derramó ninguna gota de sangre israelita. El Señor de los ejércitos lo hizo todo por ellos (Ver versículo 24). “Cuando empezaron a entonar cantos de alabanza, el Eterno puso contra los de Amón, de Moab y del monte Seir, las emboscadas de ellos mismos que habían puesto contra Judá, y se mataron unos a otros” (versículo 22). La Biblia nos cuenta cómo ocurrió lo anterior: “Los de Amón y Moab se levantaron contra los del monte Seir, hasta matarlos y destruirlos. Y cuando acabaron con los del monte Seir, cada cual ayudó a destruir a su compañero” (versículo 23). En ocasiones, como en este caso, la fe obediente trae como resultado bendiciones materiales. La Biblia cuenta que cuando la gente vino a recoger el despojo de la guerra, hallaron más de lo que podían llevar. Tanto que tres días duró el despojo” 7


(versículo 25). ¡Todo un ejército recogiendo cosas valiosas durante tres días y no pudieron llevárselo todo! ¡Increíble, cuán milagroso! La fe obediente da como resultado una vida de contentamiento, llena de gozo. “Y todo Judá y Jerusalén, y Josafat al frente, volvieron con gozo a Jerusalén, porque el Eterno los alegró con la victoria sobre sus enemigos” (versículo 27). La fe obediente trae como resultado paz y descanso. “Y el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio reposo por todas partes” (versículo 30). Durante los años restantes del reinado de 25 años de Josafat, nadie hizo guerra contra él. Finalmente, la fe obediente trae gloria y honor a Dios. “Y el pavor de Dios se apoderó de todos los reinos de aquellos países, cuando oyeron que el Eterno había peleado contra los enemigos de Israel” (versículo 29). ¡Cuán exitosa campaña de evangelización fue esa! Esa es la esencia de toda misión –que el nombre de Dios sea honrado y glorificado. La crisis ciertamente se torna en éxito. El peligro se torna en oportunidad. Esto nos lleva al último principio sobre manejo de crisis: V.

DARLE A DIOS LA GLORIA, EL HONOR Y LA ALABANZA

Muchas veces salimos airosos de una crisis, pero nos sobrecoge la siguiente. ¿Por qué será que algunas de nuestras victorias no son sostenidas? Aunque en la última parte de su vida el rey Josafat experimentó fracaso en sus negocios (nuevamente por una mala alianza, esta vez con el malvado rey Ocozías, el sucesor de Acab [ver 2 Cr. 20: 35-37]); en términos generales, su vida fue todo un éxito. Dice la Biblia: “Y anduvo en el camino de Asa su padre, sin apartarse de él, haciendo lo recto ante los ojos del Eterno” (2 Cr. 20:32). El último secreto del éxito de Josafat en una crisis, es: Le dio a Dios la gloria, el honor y la alabanza después de cada victoria. Y todo Judá y Jerusalén, y Josafat al frente, volvieron con gozo a Jerusalén… Entraron en Jerusalén, en la casa del Eterno, con salterios, arpas y bocinas (versículos 27, 28). La crisis no solamente acabó en éxito, sino culminó en adoración. Hubiera sido normal que Josafat celebrara la victoria en el palacio. Sin embargo, ¿a dónde fue? ¡Al templo! Ciertamente hubo celebración, pero no se hizo en un 8


salón de baile, en los bares o en una plaza pública después del desfile por las calles principales de la ciudad. Era una celebración de adoración en el templo. Esto hizo de la misma un acontecimiento de olor suave al Señor. CONCLUSIÓN Repasemos los secretos de Josafat para vencer en la crisis, los cuales constituyen la fórmula de Dios para el éxito en nuestras crisis. 1. 2. 3. 4.

Buscar a Dios primero y ante todo. Enfrentar la crisis basados en la agenda de Dios. Elevar oraciones sinceras de sometimiento y entrega. Obedecer la voluntad de Dios expresada a través del espíritu de profecía. 5. Darle a Dios la gloria, honor y alabanza. El Señor de los Ejércitos pelea nuestras batallas. Pero necesita que busquemos sinceramente su voluntad, que confiemos en él completamente, que lo obedezcamos absolutamente y le atribuyamos la gloria y lo alabemos continuamente, a fin de que nos conceda el éxito. ¿Seguirás estos principios de Josafat, a fin de que Dios pueda también guiarte y bendecirte? El desafío de Josafat presentado a su pueblo es también un desafío para nosotros: “Creed al Señor vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados". 2 Crónicas 20:20. Amén.

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