Rocío Mejía Ornelas
Ilustrado por Araceli Esquivias Vallejo
—¡No soy un insecto! —gritó ofendida la araña al encargado de la puerta número tres—. ¡Tengo ocho patas, cegatón iletrado!
El alacrán látigo, furioso y amenazante, abrió y cerró sus pedipalpos, mostrando un par de poderosas pinzas.
Ese día, la sala de espera post mórtem estaba repleta de almas de miles de animales, quienes aguardaban impacientes su pase al paraíso
Sin embargo, una explosión solar alteró el sistema energético encargado de clasificar el alma de los fallecidos; estaba a punto de estallar el caos en la pieza.
El Sistema Energético Clasificatorio de Animales (SECA) había agilizado la burocracia celestial, y acostumbrado a los usuarios a un tiempo de espera cero. Cuando comenzó a fallar, los encargados de dirigir el alma de los animales a la puerta de su cielo tuvieron que hacer el trabajo de clasificarlos: por el tipo de reino, filo, clase, subclase, orden, familia, subfamilia, género, para llegar por fin a ordenarlos por especies; al cabo de unas horas, encargados y animales se estaban volviendo locos. —Eso pasa cuando uno se acostumbra a la tecnología —decía angustiado el encargado de la puerta número dos al encargado de la tres, mientras se quitaba a patadas un ornitorrinco enfurecido—, si no regresa el sistema nos van a apañar estos salvajes.
Los encargados de las puertas estaban utilizando los manuales taxonómicos que tenían guardados desde hace por lo menos unos cinco millones de años; encontrar la imagen del animal en aquella pila de hojas, por poco resultaba una tarea imposible.
ISBN 978-84-18499-60-9
9 788418
¡Cuidado!
499609
¡El cielo de los animales está hecho un caos!
LIBROS DIFERENTES para noches cortas de invierno y largas de verano, ¿o es al contrario?