El piélago llave de sol de la
María Ferreras Díaz Ilustrado por: Alicia Tapia
MAROLA, TIBÚ Y EL SECRETO DEL MAR
A mi padre
E l sol se posó en su nariz y alzó la mirada al horizonte, entonces respiró profundamente aquel olor a algas y mar salada, y lo soltó de vuelta mientras disfrutaba de dejarlo volar en libertad. Sentía el roce de la arena en la piel, al levantarse del suelo, y también de su pelo al cosquillear su espalda y su nariz, gracias al viento. Ahí empezó todo. :*)
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De pronto, comenzó a reflejarse en el agua del mar un destello dorado. Seguro que era algún fragmento de espejo que se había posado en el fondo. : O
Allí abajo hay de todo. Más bien, «requetedetodo», o al menos eso decía siempre su papá.
Marola esperaba ansiosa a que pasaran los días, para que su padre volviera de navegar. Cuando llegaba el día especial de su regreso, era la niña más feliz del mundo, debido a que «su capitán», (así llamaba a su padre, porque esa era su profesión), compartía con ella y su mamá, todas las aventuras increíbles y tesoros diversos, de todos aquellos días en los que había estado ausente.
Marola soñaba con llegar algún día a poder vivir experiencias de ensueño, como las que contaba su papá, pero lo que Marola ni si quiera imaginaba, era que poco faltaba para que llegara su primera aventura. ^–^
Cada día iba a la playa, sin importar si llovía, si estaba nublado, si hacía sol, o quién la
acompañaba; era una niña muy afortunada. Unas veces iba con el abuelo a la playa del Camello, otras iba con mamá a la playa de los Peligros, y a menudo se unían las amigas de esta con sus hijos, también muy amigos de Marola; otras veces iba con el tío Javier y la prima Alba, a la playa de Cobachos, o con la tía Cris y todos los primos, a la playa del Puntal. Y otras veces, cuando tenía mucha, MUCHÍSIMA suerte, iba con el tío Pepe, la tía Belén y el primo Juan a navegar y fondeaban frente al Puntal, para bañarse y comer unas tortillas de patatas disfrutando de la variopinta escala de azules que la mar ponía a su alcance; aunque lo que a ella de verdad la interesaba, era poder observar desde a escasos metros del velero de su tío, a los grandes buques pasar. Y es que eso era justamente, lo que ella buscaba a diario en la mar; como si fuera una pequeña detective, trataba de encontrar el barco de su papá. O.O Hoy era uno de esos días en los que pasaba la mañana con mamá en la playa. Había aprendido a divisar cuál era el tamaño y la tipología exac-
ta de barco que su padre hacía volar sobre el agua. Siempre preguntaba:
—Mamááá… ¿Cuánto falta para que vuelva?
—Unos días.
—Pero ¿cuántos?
—Pues un mes. —¿Y cuánto es un mes?
—Pues 30 días. :´/
No es un secreto que los niños no saben medir el tiempo tal y como lo hacen los mayores. Marola medía el paso de los días a base de contar los dibujos que hacía para su papá en la escuela. Pasados sus cuatro primeros años de vida, entendió que cuantos más dibujos pintaba, antes regresaba su papá.
De modo que se puso a ello. De hecho, tanto se puso al lío que un día su profesora llamó a casa para hablar con mamá, y le dijo:
—Buenas, soy Manoli, la profesora de Marola. Verá, llamaba porque su hija no para de
dibujar barcos y barcos y más barcos, y sirenas, algas, estrellas de mar y medusas… Cada vez que encargo un trabajo, eso es lo que dibuja. Y si es dibujo libre, pues lo mismo da. En el recreo, se pasa ese rato dibujando, o juega a que está nadando en el mar. Y yo llamaba… porque no sé si están al tanto de lo que pasa. Puede ser que esté desarrollando una obsesión…, o si no, me preguntaba si ha pasado algo en casa…
Al rato la mamá de Marola colgó el teléfono, con cara de chiste y de poca sorpresa, porque Marola en casa dibujaba lo mismo, y cuando lo hacía, su cara siempre esbozaba una sonrisa; y si alguna vez alguien la preguntaba por qué estaba tan contenta al dibujar, ella contestaba con sus ojos de miel, abiertos como dos amplios ventanales, orientados hacia el jardín más bello y frondoso, y luciendo una sonrisa eterna, que las mejores cosas siempre son las que pasan en la mar. :D
Y efectivamente, al final del trimestre, cuando llegó el álbum con los trabajos de todo el curso, no había más que barcos, y olas y más
ADI
Ceu n tospara ALARGAR-LA
Esta monografía es un binomio en el que confluyen dos obras literarias de temática bien diversa. En ellas se dibuja a unos personajes que viven algunas de las más significativas pinceladas del presente, pasado y futuro autobiográficos de su autora. Desde un punto de vista formal, todo lo anteriormente citado fluye entrelazado por varios argumentos, basados en una ficción que se nutre de temáticas de latente actualidad. Se representan problemáticas que afectan al ser humano a nivel global, mediante las cuales, su escritora hace un sutil intento por apelar a una toma de conciencia por parte de la sociedad. En ambas narraciones, las heroínas son dos féminas empoderadas. Dos seres luchadores que despiertan admiración. La primera es Marola, una niña, que siguiendo su olfato aventurero, consigue hacer realidad algo con los que muchos mayores sueñan. Y la segunda es Lola, una joven mujer, que ve cómo se hace realidad uno de los sueños más grandes de su vida.
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