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El triste lim n María Domínguez y Velázquez de Castro
Era verano, y el limonero del huerto de don Andrés estaba rebosante de fruta madura. Uno de sus hermosos limones cayó por su propio peso de una de sus ramas. Pasaba por allí Jacinto, el más travieso de los hijos de don Andrés.
—¡Ja, ja, ja! —reía burlonamente mientras lo insultaba—: ¡Vaya limón, gordo, feo y agrio, agrio, agrio!
El pobre limón no solo se llevó un chichón de aquella brusca caída, además se le rompió el corazón por aquel horrible insulto: «¡GORDO, FEO,
AGRIO, AGRIO!». No podía dejar de pensar en ello.
De pronto apareció por allí un poderoso, alegre y enérgico paquetito de azúcar, que al verlo así, le preguntó: —¿Qué te pasa, tío?, nunca en mi dulce vida vi a un limón llorar.
La casita esdrújula
Aceptar las diferencias engrande nuestra conciencia.
ISBN 978-84-19339-28-7
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788419
339287