En busca del Unalome

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Unalome busca del En

Natalie Rodd Ilustraciones de Polina Climova

Día 1

«Sol solecito, caliéntame un poquito, por hoy, por mañana, por toda la semana».

Así cantaba mi abuela mientras me ponía mi abrigo favorito.

Querido diario:

Hoy es un día especial, es nuestro viaje a Tromso; mis padres me han explicado que debemos atravesar el océano en búsqueda de nuestros sueños. Por primera vez en mi vida, siento que estoy en una misión.

Día 2

Querido diario:

Hemos viajado muchas horas desde que dejamos a mis tíos y mis abuelos en el aeropuerto. Llegamos a Tromso, nuestro nuevo hogar. Confieso que cuando llegué a esta ciudad, que queda en Noruega, sentí miedo y emoción al mismo tiempo. Pensé en ese instante que en este nuevo lugar no tenía amigos ni familia, solo estábamos nosotros y las nuevas aventuras que estaban por venir. Todos sabemos que, unidos en familia, esos nuevos comienzos nos vuelven poderosos.

Llevaba varios días sin escribir, pero he comenzado a dibujar, porque realmente empecé a extrañar a mis amigos, esos que dejé en mi país, con los que podía recorrer los campos jugando. Aquí los niños no me hablan, porque no domino aún su idioma. Así que dibujo.

Empecé a dibujar las montañas de mi país, que son verdes como las esmeraldas, y están colmadas de aves que las sobrevuelan; hay cóndores enormes que vigilan aquellas montañas. Dibujé también las casas de mis antiguos vecinos, y eso, de alguna manera, me hace sentir cerquita de ellos.

Una tarde, de camino a la escuela, noté que pequeños copos de nieve caían desde el cielo, y pensé que este era el mejor día de mi vida, así que con mi mamá y mi papá empezamos a recoger la nieve que caía a nuestros pies. Estaba dichosa, pues nunca había visto la nieve.

Recuerdo haber girado mi cabeza hacia arriba para que los copos de nieve cayeran en mi cara y, especialmente, en la nariz.

Pasaron muchos días de frío y mis dibujos empezaron a cambiar. Ahora dibujaba muchos árboles cubiertos de nieve, también dibujaba las nuevas palabras que aprendía en la escuela. La verdad es que aún no soy capaz de pronunciarlas, y mis compañeros opinan que soy muy tímida, pero en realidad no lo soy, es solo que tengo miedo aún.

Nadie me entiende cuando intento comunicarme en mi idioma, nadie sabe dónde queda mi país, nadie conoció a mi abuela, y nadie sabe lo que es una arepita con queso. Y yo tampoco sé quiénes son ellos. Pero ahora me sonríen por primera vez.

Día 45
I N S PIR I N G UC R SOI I T Y ISBN 978-84-19602-28-2 9 788419 602282 Ceu n tospara ALARGAR-LAV ADI Un unalome representa nuestra evolución y el camino por la vida, que no es recto, sino lleno de espirales.

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