¡En mi cole ya no hay acoso!

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En mi cole ya no hay acoso! Lo r e n a S a n z

Ilustrado por:

K r i s S i lva


Cuento1:

El niño que encontró un gran poder Había una vez un buen chico llamado Marco. Marco era inteligente y amable con sus compañeros y profesores. Lo que más más más le gustaba ¡era pasar largas horas con sus amigos jugando a la pelota! Un día, jugando en el arenero, encontró una pelota de cristal. Era del tamaño de una nuez, y decidió meterla en el bolsillo de su pantalón. Lo que pasó después fue lo más sensacional que le había pasado nunca. Ese día en clase, tenía que presentar un trabajo sobre Egipto. Estaba nervioso, con las manos metidas dentro de sus bolsillos, y… encontró su pelota de cristal. Mientras la acariciaba, pensaba: «Por favor, que me salga bien. Por favor, que les guste a mis amigos. Por favor, que le guste a mi profesora». Y así fue. Todos sus compañeros aplaudieron. —Marco, estoy muy orgullosa de ti —exclamó la profesora—. Muchas felicidades por tu trabajo—. Marco se sintió muy contento.



Después tenía clase de gimnasia: «¡Vaya, hoy toca circuito de correr! Correr es superduro y siempre me canso un montón», pensó Marco. Metió las manos en sus bolsillos, y encontró la pelota de cristal. Mientras la acariciaba, pensaba: «Marco, tú puedes. Marco, respira por la nariz. Marco, aguanta el cansancio». Y adivinad… ¡Lo consiguió! Pudo correr todas las veces que mandaba el profesor, y en una, llegó el primero. —¡Hoy es mi día de suerte! ¡Voy a conseguir todo lo que quiera! Qué suerte haber encontrado esta pelota de cristal. Tiene una magia poderosa. Me da todo lo que quiero —descubrió Marco, emocionado. Y así siguió durante el día muy contento y satisfecho. Al día siguiente por la mañana, Marco pensó en el día tan estupendo que había tenido. Caminando hacia al colegio, miraba su pelota de cristal. Su gran poder era darle todo lo que deseaba. «¿Harán mis compañeros lo que les diga? Voy a proteger mi poder con todas mis fuerzas», pensaba. Marcos pasaba horas mirando su pelota de cristal. Sus pensamientos cada día se volvían más egoístas, a la vez que su pelota perdía ese brillo tan especial que tuvo el primer día. «Marco, no pienses en los demás. Piensa solamente en ti. Marco, debes conseguir que tus amigos te obedezcan», y este pensamiento conquistó su cabeza.



Al llegar a clase, vio que sus compañeros tenían botes de purpurina. —¡He olvidado traer mis materiales! ¡La profesora me regañará! —exclamó Marco. Marco, acostumbrado a que todo le saliera bien, decidió hacer uso de ese gran poder que le daba la pelota. Sus palabras se convertían en órdenes, obligando a sus amigos, a que le dieran sus botes de purpurina. Sus amigos rechistaron. —¡Las cosas se piden «por favor»! —refunfuñó Juan. —¡Te digo que me lo des! —insistió Marco. Y sus compañeros, asustados, le dieron sus botes de purpurina. Al día siguiente, llegó a clase deseando utilizar su gran poder. Revisó los estuches de sus amigos y ordenó: —Carlos, dame tu sacapuntas de Rayo McQueen. Luis, tú dame tu lápiz de Bob Esponja. Y tú, Juan, uno de esos coches tan chulos que siempre llevas en la mochila. Venga, chicos, dádmelos —insistió Marco. Juan cogió todo el valor que tenía, y le dijo: — No, no te lo daré. Carlos y Luis aplaudieron y gritaron: —Eso es, Juan, ¡sí, estamos contigo! Marco, enfadado, acariciando su gran pelota de cristal, con una cara que daba más miedo que un oso gigante, dio un paso al frente.



ISBN 978-84-18649-44-8

9 788418

649448


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