Entre la luz y la sombra
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Emanuel Venice
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Yo tenía menos de cinco años cuando mi padre me enseñó a jugar al ajedrez. Me demoraba horas y horas en aquella suerte de conflicto silencioso donde se daban cita las milicias de la luz y de las sombras. Tengo la sensación de que nunca salí de aquel tablero.
La luz, la sombra, el mar, la encrucijada. Todo transcurre entre dos. También este libro transcurre entre dos. No importa si yo lo escribí o si se escribió en mí. Tampoco si yo soy el autor que lee el poema, y tú eres el lector o la lectora que lo escribe. Importa que entre dos surge la magia; el tiempo que nos damos sin tenerlo. Yo te daré todas las puestas de sol y los amaneceres, si a cambio me regalas tu mirada. Te daré los laberintos de mis sueños si me prestas el hilo de tus ojos. Si consigues leer entre las letras, te daré cada verso; te daré todo el mundo… Te daré todo un mundo si me das un segundo.
Lisboa, cualquier día de agosto de 2022. Leonardo Shantrealyz
Antonio Machado escribió una vez que su infancia eran recuerdos de un patio de Sevilla. Los primeros años y recuerdos de mi infancia tienen acomodo en un pintoresco pueblo, en una isla tallada por la entraña de un volcán. San Bartolomé no era un pueblo grande en ese entonces. Pero, para un niño, ¿qué no es comparable al universo?. La casa donde vivíamos mis padres, mi hermana y yo, hoy convertida en el archivo histórico municipal, no distaba mucho de ser la típica casa lanzaroteña, de fachadas blancas y puertas verdes. Era, por ese entonces, la casa del médico del pueblo. Fuera de la casa, superado el patio, había una palmera solitaria. Aún está, creo, y el picón en el suelo donde tanto jugué. Mi madre solía exhortarme a levantarme cada vez que me caía. Como el día en que le quitó las dos ruedas pequeñas a la bici. Aquel día pude domar al caballo de dos ruedas. Siempre soñé con tener un caballo, nunca lo tuve. Pero, para un niño, ¿qué sueño no es real o verdadero? Hoy la nostalgia guarda aquellos días que renacen entre el polvo del olvido, en la mirada queda del recuerdo.
Allí donde cayó la última lágrima una esperanza funda el primer beso.
Caer es levantarse, y levantarse es tocar la voz del cielo; es volver a creer en uno mismo; encarnar el espíritu del fuego.
Amar es encontrarse; es palpar el galope de los sueños. Es volar, como vuelan las aves, inscribiendo las alas en el viento.
Junto a la palmera obscura que me vio partir sigue el caballo bayo que no tuve.
Allí, donde moran las huellas que pisamos, la nostalgia acaricia las heridas, y la luna levanta la mañana… entre restos de amor y de cenizas.
La palabra mármol parece tener su génesis en la palabra mar; concretamente en el brillo que evocaban las ondas lumínicas de las olas del mar. Se asocia también el mármol con la superficie dura y fría de las lápidas. Tenemos, a su vez, el mármol de las estatuas. El mármol, así considerado, parece asociado a lo antiguo, a lo que fue. Es, en suma, evocador tanto del recuerdo como del olvido. El poema alude a ese doble juego que jugamos. Mostrando una apariencia, ocultándonos detrás de una careta. A todos nos es dada una careta, y una sonrisa... y una lágrima. Jugamos sin saberlo al escondite con las reminiscencias de otro tiempo.
Mar de mármol, memorias de acuarela. Manos frías que abrigan otras manos. En la sombra, debajo de otra sombra, parpadea una luz, el mar se agrieta. ¿Quién se oculta detrás de la careta? Tan solo una mirada de cartón… Tan sola una sonrisa de madera... que no entretiene al tiempo que tuvimos... el tiempo que se muestra y que se esconde, que se escurre inasible entre los dedos…
Silencioso… como el rímel que escapó de las pestañas y va mejilla abajo.
La rosa es, ha sido, para los hombres, icono del amor y de la herida. Considerada símbolo de la belleza por babilonios, egipcios, griegos y romanos. Está presente en el cantar de los cantares de Salomón, en la heráldica, los templos y las logias. Desde Persia hasta occidente, su esoterismo y mística han cautivado por igual a las almas religiosas y paganas. Está también en mis días y en mis sueños; en el eco silencioso de sus letras, en mi nombre.
La vieron deshacerse las horas del olvido. Detrás de la mirada el tiempo es una sombra de papel. Yo la vi caer al corazón del mundo, donde mora el sigilo de las furias.
La llevaron al reino de la tímida sombra y se perdió en un río de cenizas. Yo la busco, y la seguiré buscando; consagrando mis días a su nombre sereno, litúrgico y pagano... eterno entre las ruinas de mi fe.
Lugares que se encuentran y se alejan. El mar, el río, la montaña. Y puede que no seamos más que esos lugares, donde uno creyó estar, y a los que vuelve. Lugares que nos llevan al silencio: el exacto custodio de una historia equivocada; la que evoca esos momentos donde la realidad es imagen de otra imagen, y el tiempo es nada más que otro lugar. Lugares que se alejan y se encuentran en nosotros.
Llorar, el tiempo es un lugar; un temblor que se estremece sin temblar, sin dudar, como acuden las lágrimas al llanto.
Yo solía sentarme a la orilla del río para oír la verdad de la montaña. Historias que sólo conoce el silencio, que tan solo el silencio sabe contar. Yo quería ser el mar y vestirme con la túnica del cielo. Pero el mar siempre fue, siempre será el mar. Y yo soy y no soy; un vestido desnudo,
un ser cambiante… que se viste y se bate con la sombra, que traspone el espejo del reflejo oscuro y se encuentra de nuevo con su luz.
Yo solía reír mientras lloraba, comprendí que encarnamos ese río; que amanece llorando en la montaña, y alía la montaña con el mar.
Entre la luz y la sombra es un libro de poemas, pero también podría ser un diario, el telediario vespertino (y también el matutino) de cualquier día de la semana. Y también cualquier día (y cualquier noche) de la semana. Estamos abocados a encontrarnos, perdidos, entre la luz y la sombra. Tal como el ajedrez propone la realidad se bifurca, lo idéntico se encuentra con lo opuesto. Su nombre no es casual, y a la misma vez, lo es. El libro es un ejercicio introespectivo, que trata de las experiencias personales del autor. Es un libro particular, por tanto. Y por la misma razón, también universal.