alegría
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Érase una vez, en un Mundo de Pan y Pimiento , donde se fabrican historias de sentimientos, dos personajes y un cuento. ¡Uy! ¿Quién viene por ahí? Se escuchan unos pasitos que se acercan . ¡Oh!, ¡qué bien!, ¡es Juana que viene a contarnos algo! —Hola, aquí estoy. Sí, soy Juana, un bicho un tanto particular, y en el cuento de la Alegría, a Jaire os voy a presentar.
Jaire es una personita muy especial. Y digo lo de especial porque, además de gustarle mucho trepar a los árboles y andar sin zapatos, es especialista en fabricar robots con cartones reciclados. Es de estatura media pero muy fuerte para su edad. Yo alucino con su pelo, es largo y mágico, ¡cambia de forma y color según la emoción que esté sintiendo! Suele vestir ropa cómoda, y le encantan los parches de sus pantalones.
¿Jaire es una niña o un niño? Jaire… es Jaire.
Bueno, he de decir que yo también soy un poco peculiar, ya que mi padre es un Melolontha Melolontha y mi madre una Lampyridae. Un momento, que os lo explico, porque estos son nombres muy técnicos: Mi cara es igualita a la de mi papá, un escarabajo Sanjuanero, y he sacado lo mejor de mi mamá, su cuerpo de luciérnaga. Como mi nombre científico es tan complicado, al final todo el mundo me llama Juana.
Siempre me dicen que tengo una cara muy simpática, y yo creo que es por mis dos antenas en forma de abanico con siete hojas cada una. Además, son un detector de emociones alucinante. Cuando se activan y cogen onda, mis sensores-abanico emiten una señal que hace que la luz de mi cuerpo parpadee cambiando de intensidad.
La Lampyridae y el Melolontha, además de esta genética tan interesante, me dieron un puñado de hermanos y hermanas.
Mi mamá puso, nada más y nada menos, que ochenta huevos.
Ahora que lo pienso, hace mucho que no veo a mis hermanas, las gemelas Cuchi y Puchi, las tengo que llamar.
Casi se me olvida deciros que soy la voz que acompaña a Jaire, aunque a veces no me escucha porque se enreda en sus pensamientos. La verdad es que hablo muy bajito y no es fácil oírme, pero os aseguro que puedo ayudar con todas esas emociones que nos acompañan a todos lados.
Comienza el día con el cielo muy claro en Villa San Jamás. El sol brilla y se oyen los primeros pájaros que, aprovechando el silencio de la mañana, cantan con energía. ¡La temperatura es perfecta para ir a la playa! Jaire y Juana ya se han puesto el bañador. Han preparado el bolso con todo lo que necesitan: Crema solar, gafas y aletas de bucear, una baraja de cartas, el bingo, el periódico y dos toallas.
Llegan por fin hasta donde está aparcado el coche. Cargan en él la sombrilla, la nevera, el bolso y… ¡rumbo a la playa! En la radio del coche empieza a sonar una música muy veraniega.
Muy alegres y sonrientes, escuchan con atención y tararean al son de la melodía.
Jaire suspira mirando a su amiga mientras en su pelo se van formando los primeros tirabuzones.
Juana se da cuenta, además, de que a Jaire le están saliendo mechones de pelo amarillo que se empiezan a rizar en bonitos bucles.
En ese momento, las antenas de Juana cogen onda y empiezan a detectar la emoción. Su culete se ilumina con un brillo cegador, ¡menos mal que llevan gafas de sol!
—¡Ay!, ¡qué contenta estoy! —dice Juana.
Ya sabemos que las emociones se contagian, y al detectar la alegría en su colega, Juana se siente muy feliz.
¡Emociónate con el Superpoder de Jaire y Juana en este inolvidable día de playa!