Marta Maceda Gil
Marjoris Pirela
—Hola, Mika Quejica, ¿me dejas una cera bonita? —dijo Luisín el Parlanchín mientras pintaba un delfín. —No, no, no. Son mías. ¡Joooo! —dijo Mika la Quejica sin querer prestarle una cera bonita. Pero Lisa Supersonrisa, que pintaba a la mona Lisa, escuchó a Luisín el Parlanchín pidiendo pinturas para su delfín.
—Toma, Luisín, yo te dejo una pintura azul—dijo Lisa Supersonrisa al mismo tiempo que rebuscaba en su baúl. —Gracias, Lisa Supersonrisa —dijo Luisín el Parlanchín mientras corría a pintar su delfín.
Sonó el timbre del recreo. Era hora de ir a jugar. Además, los tres chicos ya habían terminado de pintar.
jica Mika la Que ita, una cas o d a t n i p había
Luisín el P
arlanchín tenía a su delfín,
y Lisa
Superson
risa,
su bonita mona Lisa.
La ventana estaba abierta, entraba un poco de aire, los dibujos de los niños querían levantarse.
El dibujo de Lisa Supersonrisa voló por toda la clase.
Aprendamos y seamos proactivos, asumiendo el control de la conducta y actuando para conseguir mejoras.
ISBN 978-84-18911-60-6
9
788418
911606