Lita, la perrita marinera

Page 1

Noemí García Mota

la perrita la perrita Lita

,Lita,

marinera marinera

Ilustrado por: Cristina Herranz López

1º CAPÍTULO

LITA ENCONTRÓ UNA FAMILIA

É

rase una vez, un gran Velero Bergantín, anclado en un viejo embarcadero, cuyo destino era viajar por las islas llevando turistas de aquí para allá.

Este gran velero de madera antigua, color verde, era capitaneado por un matrimonio de mediana edad y un hijo de 10 años. La mujer se llamaba María, era muy simpática y extrovertida; su marido se llamaba Manuel, un poco más tímido que ella, y el hijo, Pedro, era un pillín en toda regla.

9

Cuando Pedro no iba a clase, en su tiempo libre y en verano, ayudaba a sus padres en todas las labores de la embarcación.

Los tres se repartían las tareas del barco, cuando uno cocinaba, el otro limpiaba; cuando uno gobernaba el barco, el otro servía la mesa a los pasajeros; cuando uno hacía las tareas de marinería, el otro descansaba, y así todos hacían exactamente el mismo trabajo.

Pero entre esta familia tan unida, existía una auténtica marinerita, Lita. Una perrita que hacía las delicias de todos los pasajeros que subían a la embarcación, y era la encargada de ayudar a sus dueños en las tareas de marinería del barco.

Siempre estaba al pie del cañón, pendiente de anudar los cabos cuando llegaban al pantalán, o de sacar y poner las defensas cuando entraban o salían del puerto.

Lita era una perrita muy lista y trabajadora, también ayudaba a realizar las tareas

10

del mantenimiento del barco, lijar, pulir el suelo, barnizar el pasamanos, etc. Era muy extrovertida y aventurera, se parecía en el carácter a su dueña María.

Sus dueños estaban encantados con ella, y ella era la perrita más feliz que existía en el universo, pues era una enamorada del mar, y ese gran velero bergantín le fascinaba. Nunca había antes sido tan feliz, pues venía de ser abandonada y de haber tenido una vida muy triste.

Aunque la familia era muy feliz, sabían que en el fondo les faltaba algo, para serlo más todavía. Sabían que a su hijo le hacía mucha ilusión tener un perrito, pues siempre se lo decía a sus papás.

Pensaron que ya era el momento, así que un día, mientras Pedro estaba en clase, sus padres fueron a un refugio de animales con la intención de adoptar un perrito.

Cuando llegaron al refugio, se sorprendieron de ver tantos perritos, se encariñaron con

11

todos, pues cómo no hacerlo, con lo cariñosos que eran, pero sabían que solo podían elegir uno, además, tenía que ser de tamaño pequeño o mediano, uno grande sería demasiado para tenerlo en el velero con ellos.

Entonces María vio a lo lejos un perrito que estaba acurrucado en una alfombra del jardín.

—¿Qué le pasa a ese perrito? —preguntó a la dueña del refugio.

—Es una perrita, la trajeron ayer, está todavía asustada y nos hemos dado cuenta de que le encanta estar tumbada en las alfombras.

La trajeron una pareja de excursionistas que, al parecer, estaban de ruta por el bosque, y de repente vieron unos matorrales moverse y un sonido, se acercaron y al asomarse, se encontraron con una perrita de color blanco con manchas marrones, estaba muy asustada, llorando y tiritando de frío. La pareja que iba también paseando con su perro, enseguida la cogieron y se la llevaron a un veterinario para

12

ver si tenía chip, ya que ni siquiera llevaba arnés. El veterinario la inspeccionó y no tenía el chip puesto, le miró la dentadura, ya que viéndola y observándola se podía averiguar la edad del animal, dijo que tenía dos años más o menos. Al parecer habían abandonado a la perrita a su suerte en el bosque. La pareja dijo que no se la podían quedar porque ya tenían un perro, y además su casa era muy pequeña, pero que conocían un refugio muy bueno y querían llevarla allí en lugar de a una perrera. El veterinario les dijo que adelante, que seguramente en el refugio la adoptarían enseguida. María estaba muy asombrada con la historia, miró a la perrita y cuando vio la tristeza en sus ojos, supo que ella sería la afortunada.

—Así que una perrita, y ¿cómo se llama? —preguntó María a la dueña del refugio.

—La hemos llamado Lita de AngeLita, porque es de color blanca como los ángeles, y es tan buena como ellos.

14

Manuel y María se miraron y dijeron que iban a adoptarla.

Así que después de rellenar todo el papeleo y los dueños del refugio asegurarse de que la perrita iba a estar en buenas manos, se la llevaron a la embarcación.

Cuando Pedro llegó del colegio, le esperaba una gran sorpresa en su camarote.

—Hola, papá. Hola, mamá —dijo Pedro.

—¿Cómo te ha ido hoy el colegio? —dijo mamá.

—Muy bien —dijo Pedro.

—Pues ahora a merendar, pero antes ve a tu camarote a lavarte las manos —dijo Manuel sabiendo que habían dejado a la perrita encima de la cama de Pedro para darle una sorpresa.

Cuando Pedro entró a su camarote, se quedó boquiabierto.

—Mamá, Papá, ¡hay una perrita encima de mi cama! —gritaba emocionado.

—¡Sorpresa! —gritaron sus padres.

15

—Es nuestra nueva mascota, se llama Lita, a partir de ahora vivirá con nosotros en el velero y viajará y disfrutará del mar.

Pedro estaba como loco, la acariciaba, le daba besitos, la abrazaba.

—Me encanta, muchas gracias, papá y mamá —dijo.

—Esta noche dormirá contigo en tu cama, aunque nos ha dicho la dueña del refugio que le gustan mucho las alfombras, al igual se baja un rato a la de tu habitación a dormir, ya lo veremos…

—Mañana iremos a comprarle una camita, comida, la llevaremos al veterinario, le pondremos el chip, y ya será una más de la familia —dijo María.

Llegó la noche y se fueron todos a dormir, Pedro se acurrucó con Lita en su cama.

Al día siguiente, cuando Pedro se levantó, Lita no estaba en la cama, se asustó y salió corriendo.

16

—Mamá, papá, ¡la perrita no está! gritaba hacia el camarote de sus padres.

—¿Qué pasa, Pedro? —preguntó mamá, asombrada.

—Que me he levantado y Lita no estaba en mi cama.

—Vamos a buscarla, no puede estar muy lejos —dijo Manuel.

Mamá y papá buscaron por el interior del velero, y Pedro salió a cubierta para ver si la encontraba.

Entonces vio en la proa como saltaba y saltaba, se tumbaba y se revolcaba de alegría la pequeña perrita. Acudió hacia ella, la acarició, y esta empezó a lamerle la cara sin parar.

—¡Mamá, papá! —gritó Pedro—. Lita está conmigo en la proa.

Salieron al exterior, y cuando María y Manuel vieron a su hijo, saltando y jugando con Lita, supieron que esa gran perrita sería una más de la familia.

18

Pasaban los días, y la perrita se iba adaptando a ellos.

Enseguida, el más pequeño de la casa empezó a enseñar a Lita las tareas a realizar en la embarcación, como anudar las defensas.

—Mira, Lita, este nudo se llama ballestrinque, y es para anudar en el pasamanos las defensas cuando llegamos a puerto —dijo Pedro.

Pedro le hablaba como si esta le entendiera, tenían una relación de amistad muy especial. Ella lo miraba fijamente y sabía perfectamente lo que Pedro le decía, pero nuestra pequeña Lita solo podía hablar con otros animales y no con los humanos, aunque sabía que con sus miradas y sus gruñidos los humanos la entendían. El pequeño estaba entusiasmado con su nueva amiga.

—Mira, Lita, así baldeamos con la manguera los cristales del velero cuando llegamos de navegar —dijo Pedro.

Sus padres siempre les observaban.

19

—Pedro, deja a Lita tranquila que disfrute del velero —dijo María.

Pero se daban cuenta de que la perrita estaba encantada de ayudarles, pues era una perrita tan agradecida.

—Bueno, bueno, me parece que esta linda perrita va a ser una marinera fantástica —dijo Manuel. Y así fue como Lita, poco a poco, se formó con su pequeño profesor que le enseñó todos los trucos para poder ser una buena marinera.

Lita pasó a formar parte de esta familia tan humilde y trabajadora, y este sería el principio de una bonita amistad.

Sería el comienzo de un montón de aventuras que viviría junto a su nueva familia, viajando y demostrando con el tiempo a todo el mundo en lo buena y profesional marinera en que se convertiría.

20

Lita es una perrita adoptada en un refugio por una familia que vive y trabaja en un velero antiguo de madera, que es alquilado para realizar excursiones por las Islas Baleares. Lita vivirá muchas aventuras en el velero, convertida en marinera. Con su gran habilidad para comunicarse con los humanos, ayudará a resolver episodios con otros animales que están en peligro a causa de negligencias de los humanos. Pedro es el pequeño de la familia, tiene diez años y algunos complejos, pero finalmente logrará alcanzar su sueño de ser jugador de baloncesto, gracias a las buenas reflexiones de un gran equipo que viajará con ellos. En todos los capítulos, estará presente la perrita extrovertida que hará las delicias de todos los pasajeros de a bordo.

VALORES IMPLÍCITOS:

El trabajo en equipo y los grandes resultados que se consiguen gracias a ello son los principales objetivos de este libro. Una familia unida, que demostrará total igualdad a la hora de realizar las tareas diarias del barco. Cada capítulo es una aventura diferente en la que se enseñarán valores tan importantes como el amor por los animales, cuidar el medioambiente y ayudar a conservar nuestra naturaleza. Un libro que abarca varios temas: el de enfrentarse a los miedos y conseguirlo con gran valentía, y el de dejar a un lado los complejos y cumplir con nuestros sueños sin que nadie nos lo impida.

A partir de 8 años babidibulibros.com

I N S PIR I N G UC R SOI I T Y ISBN 978-84-19602-62-6 9 788419 602626

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.